Microrrelato Allí estabas Tú

Tomé en mis manos la brisa que venía al caer el ocaso, quizás, la última que podría sentir a lo largo de lo que me quedaba de vida. Me senté al borde y observé el paisaje, tenía todo el tiempo del mundo y valorar todo aquello a lo que nunca le di importancia me hizo sentir bien, aunque arrepintiéndome por no no haberlo hecho antes, pero mejor tarde que nunca, ¿no?

Un poco antes del anochecer, cuando ya la luna se acomodaba desde su cielo, me levanté. Inmóvil, permanecí allí hasta que al fin anocheció. Tanto frío era el que habitaba, que mis pupilas empezaron a temblar. No... no, era yo, yo que luchaba contra mis lágrimas, las cuales aguardé durante todo el día. No me las sequé, ¿para qué?, mejor que corrieran por mis mejillas, libres, sin ataduras que se lo impidieran; aunque no por ello mi sufrimiento menguó.

Las farolas despertaron de aquel sueño diurno, y ¡ya! No había nada que pensar, todo estaba hecho. Salté desde aquel lugar y desde arriba... allí estabas tú.