Y, con aquel ataque... Timburr finalizó el encuentro. Arlene se acercó a él, firme y recta como la jefa de la policía internacional que era, y pronto le entregó la Medalla Justicia. Había conseguido una medalla, pero... ... pero también había recuperado a sus padres, ¿eh? Nikolah corrió fuera del estadio, y allí estaban ellos, esperándole. Pudieron reunirse, y le felicitaron por su gran trabajo. Estaba con ellos... de nuevo. Contenido oculto Bien, pues te toca esperar hasta unirte al resto :D
Liza White Recorrimos las primeras rutas de Gérie sin rastro de Nikolah. El cielo teñido de sangre tensó cada uno de los músculos de mi cuerpo e insté a mi Staraptor a aumentar la marcha. Cada ruta, cada ciudad que sobrevolábamos había sufrido el mismo destino que Sereno: todos sus habitantes parecían sumidos en un profundo sueño. Uno que les hacía muy, muy felices. ¿Pero de verdad merecía la pena vivir en una hermosa mentira, por más que doliera la propia realidad? Descendimos en Aldea Risco. Desorientada y con la ansiedad burbujeándome en la sangre quise acercarme al estadio, sabiendo que era un buen lugar de encuentro para entrenadores novatos. Mientras caminaba por las calles y esquivaba a las personas como si su tacto me ardiese en la piel me pregunté si aquello estaría relacionado con la extraña llamada de Irvine. Con aquella misteriosa persona que tomó todos nuestros datos como holders. Destiny ya no lo era, y sin embargo sus aparatos y su propia persona parecían estar libres de su encanto. Pero no era momento para pensar en eso. Distinguí su cabellera corriendo fuera del estadio. Quizás en otro momento me hubiera emocionado algo más, hacía muchísimo tiempo que no lo veía, pero había entrado en una especie de piloto automático. Reparé superficialmente en las personas a su lado, sin demasiado interés, y escribí un mensaje simple y conciso en la pantalla de la pokédex. Sostuve su mejilla para que atendiese al aparato, sus ojos idos y concentrados en las otras personas, y esperé. "Niko, despierta. No es real".
Nikolah Cruz No lo podía creer. Había ganado... ¡Había ganado! Lo que parecía una batalla imposible terminó siendo, bueno, posible. Sentía que temblaba de los nervios y de la emoción. Hacía mucho que no tenía una batalla de ese estilo, tan al filo, tan al borde. Había peleado anteriormente por el destino de Galeia y tal, pero hacerlo cuando en realidad no tenías mucho más que perder que no fuera simplemente tiempo le daba un sabor nuevo. Distinto. Arlene se acercó, firme, regia, fuerte. Vaya, ella también debía sentirse igual de emocionada por la pelea. Depositó la medalla en la palma de mi mano, y me saludó con la vaina militar y todo, gesto que correspondí con una gran sonrisa. Sin embargo, me emoción se debía a otra razón. Guardé la medalla, y salí raudo de allí, corriendo incluso, fuera del estadio. Incluso dejé a Vega en el camino, tan ciego que estaba con mi felicidad. El Timburr me miró, extrañado, mientras me alejaba. Allí estaban. De verdad. Una parte de mi cerebro se negaba a creerlo todavía, pero la callé. No iba a dejar que nada me arruinara este momento. Al fin, después de tantos años. Mi búsqueda había terminado. Al fin volvía a tener una familia. Me abalancé hacia sus brazos, sus verdaderos brazos, de carne y hueso. Los apretujé contra mi cuerpo. No quería dejarlos ir. No pensaba dejarlos ir. Nada podría separarme de ellos ahora. Sentía el calor de su tacto y su voz, mientras me felicitaban por la reciente victoria, y me comentaban como había crecido, y en el chico guapo en el que me había convertido. Eso debían decirte los padres cuando no te veían en años, ¿verdad? Lo había visto en películas y en la calle. Así debía ser. Y así estaba ocurriendo. Volví a ser apenas un niño de ocho años, jugando feliz en el jardín, bajo la vigilante mirada de mi madre. Volví a ser un pequeño que se acurrucaba en el regazo de mi padre, mientras este me contaba historias para dormir. Volví a... volví a ser feliz. Incluso me había olvidado de Zekrom. No me interesaba. No ahora. Ya habría tiempo para preguntas luego. Ahora solo quería disfrutar de su calor, de su sonrisa, de su existencia. De su vida. Quería disfrutar de mi familia. Mi madre me tomó por la mejilla, mientras las lágrimas habían comenzado a derramarse por mi rostro. Quería llamarle la atención con algo, con un aparato, pero yo no le prestaba atención. Tan solo quería ver su rostro, embriagarme con sus ojos azules llenos de ternura y amor, y suplicarles que nunca más me dejaran solo. Sin embargo, era insistente. Quería que viera esa pantalla. Suspiré, divertido. Bueno, era mi madre. Tenía que obedecerla. Pestañé algo perplejo ante el mensaje. ¿Qué despierte? ¡Pero si ya estaba despierto! Sonreí. ¿Era acaso alguna broma...? ¿Real? ¿Esto no era real? La parte de mi mente que había estado suprimiendo logró liberarse del peso en el cual la intentaba aplastar, y gritó de tal manera que fue todo lo que llenó mi cabeza. Batallé contra ella. No podía ser. Era un juego, un truco. Una broma. No, no. No eran ilusiones. Eran reales. ¡REALES! Habían venido a verme, y a celebrar conmigo, y a estar juntos por siempre. Elevé mi mirada del aparato, y el corazón me dio un vuelco al notar como mis padres habían volteado el rostro... y habían comenzado a alejarse. — ¡No! ¡NO! Grité, y aparté de un empujón a la persona que tenía al frente. Ni cuenta me di de quien era. En mi mente solo había lugar para ellos. Corrí detrás, pero nunca parecía alcanzarlos. Empezaban a desvanecerse, a desdibujarse, a volverse unos con la multitud. — ¡No! ¡Mamá! ¡Papá!— exclamé con desesperación, mientras estiraba la mano, desesperado. Trastabillaba y tropezaba, pero no dejaba de correr. Quería alcanzarlos. No quería dejarlos ir. No podía. Las lágrimas me nublaban la visión. No podía ver nada. Tropecé. Caí de bruces al suelo. En cuanto alcé la mirada, ya no estaban. Un grito desgarrador surgió de mi garganta, mientras estiraba una mano hacia el frente. Terminé encorvándome, haciéndome un ovillo en el suelo, mientras seguía llorando de manera desconsolada. — ¡Mamá! ¡Papá! La voz se me quebraba. Era difícil hablar sin ahogarse con el moco y las lágrimas. — Por favor... Mi frente tocó el suelo. — No se vayan, no de nuevo. No me dejen solo. Se habían ido. Habían desaparecido. Otra vez los había perdido. Otra vez estaba solo. Otra vez había perdido a mi fami... Mis ojos se abrieron grandes como platos. Familia. Esa palabra. La había escuchado otras veces. De la boca de otras personas. De una en particular. Los recuerdos me invadieron. Mi primer encuentro en Galeia, con un joven taciturno y su incesante búsqueda por su dragón. El brillo dorado en el pelo de aquella niña, que miraba con ojos enormes todo el mundo desde los hombros de su hermano. La sonrisa atrevida y desafiante de aquel muchacho hablador y enérgico, que había compartido conmigo mi congoja por mi sánguche perdido. El calor del pelaje de Pupper, cuando me envolvió aquella noche. La sonrisa de Farenheit, la pereza de Modorra, el cariño algo violento de Alicia. Florencio, Priscilla, Mole, Parcheao, Dewho. MacAndino, Gremlin, Rotten, Trebuchet, Vega. Había dejado solo a Vega, allí en el estadio. ¿Qué mierda me pasaba? Y por último, una playa, el océano bañando los dedos de mis pies. Y el brillo de dos ojos que rivalizaban con el color del mar y del cielo. Una sonrisa radiante, y aquellas palabras. "¡Bienvenido a la familia!" Comencé a incorporarme, de forma lenta, pausada. Miré hacia el frente, los surcos de las lágrimas marcando mis mejillas. Sí, había perdido a mis padres. Eso era cierto, y nada en el mundo podría cambiarlo. Pero había ganado otro tipo de familia, una que no se forjaba por los lazos de sangre, si no con el corazón. Me di media vuelta, y comencé a acercarme hacia aquella que había logrado arrebatarme de esa ilusión. Caminaba despacio, como un zombie, arrastrando mis pies. Mi rostro seguía desencajado por el llanto, y tenía la mirada vacía. Estaba exhausto emocionalmente. Tan solo quería dormir. En cuanto llegué a su lado, me abalancé sobre ella, tirando todo el peso de mi cuerpo encima. Y la abracé. La abracé con todas mis fuerzas. Aferré mi mano a la parte de atrás de su cabeza y la hundí en mi pecho, trabé su espalda con mi otro brazo, y le impedí que se apartara de mí. Ya había perdido a una familia. No iba a perder a otra. No sé cuanto tiempo pasé así, mi cabeza hundida en su pelo castaño, mi pecho subiendo y bajando en espasmos, mis rodillas en el suelo, cediendo ante el cansancio. Quería asegurarme de que ella era real, de que ella sí existía. Separé su rostro de mi pecho, lentamente, y lo rodeé con ambas manos, mirándola directamente a los ojos. — Por favor, dime que tú si eres real. Que no eres un sueño o una ilusión. Que si estás al frente mío, y que estos ojos si son los tuyos. Es todo lo que necesito en estos momentos. >> Que seas real.
Liza White Aguardé y aguardé en silencio a que volviese en sí, a que saliese de su trance. Y cuando mi mirada azul conectó con la suya el brillo regresó a sus ojos, y su semblante se contrajo en un amargo rictus de dolor. Desvié la mirada con el rostro ensombrecido, incapaz de ver cómo su ilusión, cómo la felicidad que había rozado con los dedos se desvanecía ante sus ojos sin dejar rastro. Quien fuera que nos estaba haciendo sufrir de esa forma era un jodido bastardo, y no descansaría hasta que pagase por todo el daño que estaba causando. Recuperé apenas el equilibrio cuando me hizo a un lado con brusquedad; ni siquiera reaccioné. El piloto automático me había indicado lo justo y necesario para no caer de bruces contra el suelo. El corazón se me aceleró en el pecho al escuchar sus gritos desgarradores, llamando a sus padres, cargados de angustia y de dolor. Me sentía reflejada con tanta fuerza en él que hasta dolía. Dolía porque sabía lo miserable que debía sentirse en ese instante, el insoportable vacío que se expandía en su pecho y aún así no me atreví a acercarme. Sostuve mi brazo con la mano contraría y me mantuve allí, estática y apartada de la escena. Apreté los labios y contuve la respiración, aguardando... quién sabe qué. Dejándole su tiempo, su espacio para asimilarlo. Sonaba egoísta y una evitativa de mierda pero simplemente no podía hacerlo. Y entonces deseé con todas mis fuerzas hacerme pequeña hasta desaparecer. No era justo. No era justo sufrir de esa forma una, y otra, y otra vez. Merecíamos ser felices, joder. Merecíamos serlo. No supe bien en qué momento dejé de escuchar sus gritos implorando porque regresaran. El sentido del tiempo se sentía distorsionado en mi mente pero entonces lo sentí, como venido de otro mundo. Mi piel fría y entumecida reparó en el peso de su cuerpo abalanzándose hasta rodearme con sus brazos y abrí los ojos de par en par, dejándome hacer sin fuerzas. Lo escuché sollozar, hundir mi rostro en su pecho y la respiración se me aceleró de forma inconsciente. El ardor regresó a mis ojos, el nudo en mi garganta se retorció y mi rostro formó una mueca amarga, conteniendo las lágrimas con todas mis fuerzas. Pero simplemente no fui capaz. El peso de las emociones cayó como una losa sobre mí y sollocé, arrugando su camisa entre los dedos. Permanecimos abrazados, dejando fluir las lágrimas y con ellas parte del dolor que nos atormentaba. El calor que irradiaba su cuerpo hizo retroceder el horrible frío que sentía y me aferré a él como a un salvavidas en mitad del océano. Sentí cómo deslizaba sus manos hasta sostener mi rostro e hice un esfuerzo por enfocar su imagen entre las insidiosas lágrimas. Sorbí por la nariz, mi pecho subiendo y bajando en mitad de los pequeños espasmos. Sus palabras hicieron que el corazón me diera un vuelco en el pecho y sostuve sus propias manos con las mías, inclinando mi mejilla sobre su palma. Asentí. Lo hice una, y otra vez. Las veces que fueran necesarias hasta dejárselo claro. Que yo no me iría a ningún lado. —Sí. Lo soy, Niko. Lo soy —sollocé, con la voz quebrada por el llanto. Dolía. Dolía tanto. El mundo a mi alrededor se había tornado difuso y por un instante pensé que me hundiría. Pero aún estaba mi familia para sostenerme. Para hacer retroceder el vacío. Aún estaba él. De modo que abrí los ojos, mis pozos azules cristalizados por las lágrimas, y busqué su mirada con esfuerzo—. Lo siento. Siento que... que todo eso no fuera real. Pero yo lo soy, al igual que tú... Al igual que el resto de nuestra familia. Apreté ligeramente sus manos, y en mis orbes brilló algo similar a la súplica. Cerré los ojos, cansada y sobrepasada por mis propias emociones. >>Tenemos que ir a buscarles, y aún así... Déjame ser egoísta y quedarme así. Solo un poco más.
Liza White El viaje de regreso a Risco fue extrañamente pacífico. Mi mente se había silenciado al fin, y el cansancio emocional cayó sobre mí como una pesada losa. El calor que irradiaba el cuerpo de Nikolah me mantuvo en un estado de sopor, entre el sueño y la vigilia, durante todo el trayecto sobre Zazú. Tan solo cuando el Staraptor clavó sus garras sobre el pavimento abrí los ojos, separándome rápidamente de su espalda, y me tallé el rostro sintiendo el pulso un tanto agitado de repente. Adecenté mi cabello sobre mi hombro, ahora suelto, aguardando a que bajase del pokémon. No tenía nada de raro aquello, no por nada era esa clase de confianzuda. Me hubiera pasado con cualquiera. ¿Entonces? ¿Era por todo lo que me soltó en los laboratorios? ¿Qué clase de ideas raras me estaba haciendo de repente? ¡Solo era Nikolah! —...Bueno, el viaje de vuelta termina aquí —Dejé a un lado la insidiosa voz en mi cabeza y bajé por un momento del lomo de Staraptor yo también. Acaricié su plumaje, un tanto distraída, y el pokémon ave volvió su rostro hacia mí en mitad de un arrullo. Sonreí suavemente, concentrada en las caricias—. La ruta 13 te llevará a Villa Cruce, y de ahí tendrás que recorrer un par de rutas más hasta llegar a los siguientes dos gimnasios. Están bastante cerca, el uno del otro. No tienen pérdida. Alcé la mirada entonces al cielo despejado, dudosa. ¿Qué hay de mí? >>Yo... No sé lo que haré ahora. Me preocupa sobreesforzar a mis pokémon después de lo que acaba de pasar. Quizás descansemos un poco antes de la última medalla. Contenido oculto Reual Nathan Onyrian
Nikolah Cruz Que Liza se ofreciera a llevarme me tomó un poco por sorpresa, a decir verdad. Pensé que simplemente quisiera estar alejada de todo un rato, poniendo en orden sus ideas. Pero obviamente no me iba a negar a viajar con ella. En especial porque no tenía ni la más remota idea de donde estaba. En cuanto me ayudó a subir, y pronunció aquellas palabras, no pude evitar apretarle la mano un poco. No sabía si lo había hecho porque me había tomado por sorpresa, o solo para asegurarme de que ella estaba allí, diciendo eso de verdad. Sonreí, mientras ella se acomodaba, y miraba alrededor. Sí, no creía tener problemas con aquel intercambio. En el viaje no dije nada. Estaba cansado, la verdad, y además, Liza se había dormido, apoyada en mi espalda. No quería despertarla. Era obvio que necesitaba poner su mente en pausa, dejarse llevar por la paz del momento. La espié por encima de mi hombro, viendo como su cabello, ahora suelto, se mecía en el viento. Sonreí débilmente, y miré hacia el frente, mientras inspiraba el fresco aire de las alturas. Que relajante era valor, la verdad. Tendría que ver de hacerlo más seguido. O pedirle a Liza que me lleve. La tranquilidad continuó hasta que el Staraptor de la castaña aterrizó en el suelo. Como si hubieran prendido un interruptor, la chica se despegó del abrazo de inmediato, y se bajó del pokémon de un salto. Vaya, había recuperado las energías. Palmeé el cuello del Staraptor en agradecimiento, y me apeé luego del mismo. Observé hacia la dirección que Liza me señalaba. ¿Aquí terminaba el viaje de vuelta? ¿Ella se iría ahora? Suponía que tal vez quería un rato a solas, o tal vez tuviera otras responsabilidades de las cuales ocuparse. Sin embargo, en cuanto exclamó que no sabía que hacer a continuación, y que quería un descanso, el rostro se me iluminó. La tomé de la mano, un gesto que ya había tomado por costumbre, y que se sentía tan bien por alguna razón, y le sonreí. — Oye, si no tienes nada que hacer... ¿quieres acompañarme? Podrías descansar un poco, sin combatir, y de paso, me muestras la región, que creo que tú la conoces más que yo. Si tienes otras cosas que hacer no hay problema, obviamente, pero... —me encogí de hombros.— Así ninguno de los dos está solo.
Liza White No mentía cuando decía que necesitaba un descanso. Habían sucedido eventos demasiado traumáticos, uno detrás del otro, como para poder centrarme debidamente en la misión que teníamos entre manos. Aún nos quedaba la líder de gimnasio más fuerte, y el combate contra el misterioso entrenador mandado por Lion para probarme. Si quería dar lo mejor de mí necesitaba un tiempo. Tanto mi equipo como yo. Y eso es lo que haría. Sin embargo, no sabía si lo que de verdad necesitaba para volver a mi eje era estar sola. No quería que esos pensamientos intrusivos regresasen. No podía volver a hundirme. Quería regresar a la paz que sentí allá arriba, a lomos de Stataptor, y no soltarla en mucho tiempo. Por eso, cuando escuché la propuesta repentina de Nikolah, abrí los ojos ante la sorpresa. Viajar con Nikolah... No sonaba mal. No me había dado cuenta hasta ahora de lo tranquila que me sentía en su presencia. Quizás sonaría egoísta, pero quería seguir atesorándola, esa calma que me transmitía. Además, hacía tiempo que no viajábamos, sin la necesidad de salvar el mundo. Podía ser una buena oportunidad para ambos. Apreté su mano, con cierto cariño impreso. Asentí. —Puedes contar conmigo. Nos haremos compañía entonces —Dejé ir su mano y regresé a Staraptor a su pokéball, resguardándola en mi cinturón a buen recaudo. Me llevé las manos a la cintura, usando una de visera para tapar el sol, y pronto divisé la salida que daba hacia la ruta trece. Sujeté la mochila al hombro, comenzando a caminar hacia la dirección que le indicaba—. Hoy es tu día de suerte, ¿sabes? Preparé algunos aperitivos en la mañana y terminé olvidándolos en la mochila. Mi ceño se frunció ligeramente cuando alcanzó mis pasos, viéndolo de soslayo mientras nos alejábamos de Risco. >>¿Te has estado alimentando bien? ¿Y cómo puedes ir así por la calle? Te vas a resfriar, bobo.
Ian Lockhart La aldea Risco era nuestra última parada; esta vez no íbamos a ponernos a recoger vegetales que crecieran en el suelo, sino que íbamos a pescar. Nos dirigimos a la costa, donde podríamos llevar a cabo dicha actividad. Por lo abundantes que eran los peces que buscábamos, estaba seguro de que acabaríamos con ello pronto y podríamos volver al desafío de las minas. Contenido oculto Costo: 100 arlínes Concha normal x3 Pez marino x4 Pez común x2 (uno de recogida)
Nikolah Cruz No sabía si el pequeño que había atrapado de verdad me iba a servir o no, pero lo iba a averiguar pronto. Ya había llegado al fin a Risco, y si mal no me equivocaba, era donde se encontraba el Parque Pistacho. Allí Sonia había dejado un encargo, además de que era donde aquella muchacha me había dicho de encontrar a Trapinch. Sería un buen lugar para explorar. Y tenía también que entrenar y practicar con el nuevo miembro de mi equipo. En síntesis, era un buen lugar para descansar un poco de tanta caminata. No hacía mucho que había pasado por allí, la verdad, pero sentía que habían sido siglos. Aquel combate contra Arlene de verdad que me había puesto de los nervios. En cierta manera, era refrescante ver todo lo que mi equipo y yo habíamos avanzado. Para muchos podía ser un pequeño pasito (tenía solo una medalla, después de todo), pero seguía siendo un paso. Suspiré, sonriendo. Nunca me había interesado mucho esto de hacer el camino de la Liga y demás, pero debía admitir que tenía sus encantos. Meneé la cabeza, y me dirigí hacia el Parque Pistacho. Nos tocaba dar un paseo. Punto de recolección (Pesca) (Tres tiradas) 1- Pez común 2- Pez común 3- Pez marino 4- Pez marino 5- Pez marino 6- Pez espinoso 7- Concha normal 8- Concha normal 9- Concha normal 10- Caracola Contenido oculto Suzaku-kun o al que pueda (? Voy a realizar el encargo de #3: ¡Apaciguando a los dominantes! (3) de Sonia, en el Parque Pistacho. También completé el encargo de #2: ¡Descubriendo Gérie! :D
Nikolah Cruz Bueno, el problema en Pistacho ya estaba resuelto, y había conseguido, además, un nuevo amigo. No podía quejarme de lo provechoso que había sido todo. En el camino de vuelta a la ruta, dejé que Perno retozara un poco en el agua. Se lo merecía después de lo mucho que se había destacado en su primer pelea con nosotros. Había actuado bastante bien como miembro del equipo. Entrelacé los dedos tras mi nuca, y lancé un suspiro al aire, mientras contemplaba como el día iba muriendo de a poco. Tal vez lo mejor fuera quedarse en Risco. Pero siendo sincero, extrañaba un poco dormir en el camino. Punto de recolección (Pesca) (Tres tiradas) 1- Pez común 2- Pez común 3- Pez marino 4- Pez marino 5- Pez marino 6- Pez espinoso 7- Concha normal 8- Concha normal 9- Concha normal 10- Caracola
Ian Lockhart Hubo qué movernos de una punta de la región a la otra, esfuerzo encomiable por parte de Arcanine, al que dejé descansar después de que llegáramos a Risco. Había estado corriendo durante todo el día, y estaba claro que necesitaba una pausa; ojalá tener otro pokémon que pudiese llevarme para alternar cuando alguno se cansara, pero no era el caso. Arcanine se echó al suelo y se puso a dormir, mientras que el resto comenzamos a buscar un par de conchas. -300 arlines Concha normal x6 Pez común x14 (5 por recogida) Pez marino x6 Pez espinoso x3
Nikolah Cruz Al fin había vuelto a Risco, aquel lugar en donde había comenzado oficialmente mi carrera de participante de la Liga. Vaya, no había pasado mucho tiempo, pero parecían siglos. El combate contra Arlene, lo cerca que había estado, y luego... Una pesadez cayó sobre mi persona en cuanto recordé la energía roja que nos había envuelto ese día, y las consecuencias que eso había tenido en todos nosotros. Apenas uno empezaba y ya tenía que lidiar con crisis, ¿eh? Solté una pequeña sonrisa, sin embargo, ya que también aquí había sido cuando me había dado cuenta de ciertas cosas. De cosas importantes. De que no estaba tan solo como siempre había creído, muy dentro mío. De que tenía personas sobre las cuales recaer y apoyarme, que iban a estar ahí para mí en cuanto me hiciera falta. Y también, de los sentimientos que había estado albergando, sin saberlo, dentro de mi corazón por un tiempo ya. El videomisor vibrando como loco me sacó de mi ensoñamiento. Vaya, dos mensajes, eso era nuevo. Uno era de... ¿Número Desconocido? ¿Y ese quien era? Lo abrí, desconcertado, para leer que se trataba de Cayden. Mira, eso era nuevo. ¿Qué no hiciera preguntas? Que cosa extraña para decir. Pero bueno, el pelirrojo era algo extraño. Pero querible. Y vaya, ¿un torneo de pesca? No me había enterado de nada. ¿Cómo se le hacía para ver los encargos de Sonia? No, ese botón no era. No, ese tampoco. ¿Ese ícono? Ah, ahí. Bien. Las ojeé durante un rato, leyendo intrigado. Había algunas nuevas. Y sonaban interesantes, la verdad. ¿Cayden hablaba sobre participar juntos? ¡Sería genial! Bueno, ya no tenía que ir a las ruinas. Que ahora que lo pensaba, todavía no las había encontrado. Iba a tener que pedir direcciones para el Lago. Contenido oculto: Mensaje para Cayden Buenas Cayden! Soy Niko. Me llegó tu mensaje, pero como Número Desconocido, y no sabía quien eras, y me parecía raro que alguien llamado Número Desconocido me enviara un mensaje, pero resultaba que eras tú.Es acaso un alias? Uno puede agendarse así como con un alias para que les llegue al resto ese alias y no tu nombre real? Que complicado que sería, la verdad. Bueno, a lo que iba. Dale, la idea del torneo de pesca me parece genial! Solo que no sé como llegar al Lago. Me vine hasta Risco, pensando que las Ruinas Rococó estaban por acá, pero no lo están, me parece. Así que me va a llevar un tiempo volver. Pero voy a ir, eh! Ahora pego la vuelta. Eso sí. Dónde queda el Lago? Yáahl Con eso hecho, me dispuse a leer el otro mensaje que me había llegado. Este hizo que los latidos del corazón se me aceleraran repentinamente, y los nervios me afectaran un poco las manos. ¡Liza me había respondido! A medida que lo leía, la sonrisa en mi rostro iba creciendo, sin poder controlarlo. Sin embargo, tuve que fruncir ligeramente el ceño. ¿Las Ruinas estaban en Rococó? Maldita sea, y yo que me había venido hasta Risco, absolutamente para nada. Vaya caminata que me había mandado sin sentido. Sin embargo, la molestia me duró poco, ya que las siguientes líneas me tomaron completamente por sorpresa. ¿Pasar la tarde con ella? ¡Claro, me encantaría! No era la primera vez que lo hacíamos. Pero por alguna razón, ese pedido hizo que me pusiera todavía más nervioso, con el calor creciendo en mis mejillas. Respiré un par de veces para calmarme, y me dispuse a escribir la respuesta. Contenido oculto: Mensaje para Liza Buenas Liza! No, no se te notó! O sea, la cámara por la que yo lo veía estaba algo lejos, así que tal vez se te notó pero seguro nadie lo vio! Parecías super decidida y confiada, eso sí. Desde la distancia, al menos. Y sí! Tu equipo se merece un enorme descanso! Hizo muchísimo! Vaya, y un camerino...! Qué es un camerino? Bueno, pero si puedes descansar ahí, descansa! Seguro se hace eso ahí. Suena a cama, camerino, así que seguro sirve para descansar. Y si toda esa comida está en tu camerino, seguro que la puedes comer. No sé que comida habrá, pero suena rico! Comida de camerino. También son parecidas las palabras. Será como un lugar solo para descansar y comer? Suena como si fuera a tu casa. Estás en tu casa? No, eso sería muy lejos. Y vaya, cartas y regalos! Que lindo! Son de esos fans de los que me habías hablado la otra vez? Me imagino que debes tener muchísimos. Y tienes que responderles a todos y demás? Vaya, suena a mucho trabajo. Espero no tener fans, entonces, si tengo que responder a todos esos mensajes. Encima seguramente les quisiera hacer figuras de origami, y no me darían las manos! Y sí, también me encantaría estar allí! Así puedo conocer lo que es un camerino. Y también poder conversar con vos cara a cara. Eso me gustaría. Y muchas gracias! Costo mucho, eso sí, y ahora mi equipo está dando vueltas por ahí, en Risco. Nos vinimos hasta Risco, pensando que las Ruinas podían estar por acá. Bueno, no por acá, debo haber tomado una dirección equivocada en algún momento. Pero Vega evolucionó! Y ahora tiene dos pilares de concreto enormes. Y eso parece ser un golpe super grande al orgullo de MacAndino, ya que antes al menos podía fanfarronear de tener dos palitos. Lo tengo que vigilar mucho ahora. Está en una etapa complicada. Y sí, ya tengo motes! Para el Toxel es Mofletes, porque es medio regordete, y anda con la lengua afuera, también. Me recuerda un poco a Rotten. Y la Morelull es Amanita. Y sí!!11 Me encantaría pasar la tarde luego!! De hecho, te iba a preguntar si querías, je. O sea, no te quería molestar, eso sí, porque no sabía como estabas con la Liga, pero te extrañaba un poco y tenía ganas de verte. Pero dale! Tenemos que celebrar! Hygge En cuanto lo último, no respondí. Sentía que si lo hacía, iba a ser para peor. Estaba demostrado que los cuchillos eran el mejor método de elección. Y hasta ahora, no habían pasado accidentes. Fatales. Punto de recolección (Pesca) (Tres tiradas) 1- Pez común 2- Pez común 3- Pez marino 4- Pez marino 5- Pez marino 6- Pez espinoso 7- Concha normal 8- Concha normal 9- Concha normal 10- Caracola Punto de recolección (Minería) (Tres tiradas) 1- Piedra 2- Piedra 3- Lapislázuli 4- Lapislázuli 5- Lapislázuli 6-Piedra 7- Piedra 8- Plata 9- Cobre 10- Cobre
Givan Velren Una vez recogida la recompensa del Dojo de Casiópolis, agradecí profundamente que se me pusiera a prueba y me despedí, dirigiéndome al Centro Pokémon para recuperar a Sherlock y, tan pronto acabé, salí para sacar a Levay. Tenía dudas que hacerle a Sonia, pero decidí esperar un momento, me monté en el Corviknight y alzamos vuelo, algo que me hizo gemir tenso y sorprendido por lo ciertamente repentino que fue, no estaba en lo absoluto acostumbrado y hasta le había dicho al Pokémon que fuese delicado... Después de la insistencia, el mismo me miró con ligero reproche, como si de verdad lo hubiese hecho y yo era incapaz de darme cuenta. —¡Esta bien! ¡Esta bien! No estoy acostumbrado, eso es todo... Después de gemir apenado, decidí guardar el sombrero y le dije que fuese a Aldea Risco. Sobrevolar Gérie y verlo todo desde ahí era una experiencia única, no podía mentir, me ahorraba de tanto tiempo haciendo esto. Tan pronto llegamos, el aterrizaje fue brusco; o al menos esa fue mi perspectiva. Después de bajar algo tenso y torpe, intentando tomar ritmo, decidí sacar a los chicos para que se pusieran a recolectar, que para eso vinimos... Contenido oculto Punto de recolección (Pesca) (Tres tiradas) 1- Pez común 2- Pez común 3- Pez marino 4- Pez marino 5- Pez marino 6- Pez espinoso 7- Concha normal 8- Concha normal 9- Concha normal 10- Caracola Punto de recolección (Minería) (Tres tiradas) 1- Piedra 2- Piedra 3- Lapislázuli 4- Lapislázuli 5- Lapislázuli 6- Piedra 7- Piedra 8- Plata 9- Cobre 10- Cobre x2 Caracola x3 Concha normal x2 Pez marino x2 Pez común (Por Zigzagoon) x2 Lapizlazuli x11 Piedra (Por Zigzagoon) x2 Cobre x1 Plata -300 Arlines
Emily Hodges Decidir dejar la investigación de la isla de lado cuando habíamos logrado avanzar tanto en la misma durante aquel tiempo no había sido una decisión fácil de tomar, especialmente cuando era consciente que yo había sido una de las más comprometidas con la causa desde el principio. Pero la isla no iba a desaparecer (en un principio) y me sentía algo... sobrellevada por todo lo que ya habíamos descubierto; sabía que tomarme un descanso era la mejor opción para después retomarlo todo con el doble de energías. Solo esperaba que los chicos no me odiasen demasiado por ello... Sea como fuere, pasé la noche en Entrerríos, como venía siendo costumbre, y a la mañana siguiente me reuní con mi equipo en un pequeño parque de la ciudad. Fue realmente lindo volver a verlos a todos, ya que justo en ese momento me di cuenta de lo mucho que los había echado de menos todos aquellos días, y tras el reencuentro, emprendí el vuelo en Articuno hacia otra ciudad. No tenía mucho objetivo en mente, la verdad, pues lo único que realmente quería era despejar la cabeza, y fue por ello que acabé en Aldea Risco (así como podía haber acabado en cualquier otro lugar, sin más). —Ha pasado mucho tiempo desde que salimos de Risco, ¿eh? —le murmuré a Togekiss mientras paseábamos por el pueblo—. Y no ha cambiado nada~ Contenido oculto Rider HOLA (!!) quiero dejar que hagas tu post introductorio con aleck, que seguro necesitas tomarle el ritmo poco a poco, y ya luego nos juntamos <3
Aleck Graham No sabía cuanto tiempo había transcurrido desde que había dejado la isla, ¿semanas? ¿meses tal vez? no recordaba lo insufrible que era estar en casa, el tiempo siempre parecía transcurrir tan lento cuando lo veía a través de esa ventana en mi habitación. Hacía tiempo que no recibía noticias de Cay, Gen y los demás, sabía que algunos se había quedado en la isla continuando con la investigación mientras que otros habían vuelto a la región; aun me sentía un poco culpable por no haber seguido ayudando con el proyecto, ¿pero que más podía hacer? no corría sangre de investigador en mis venas. Solo esperaba que todos estuvieran bien. ¿Qué estoy pensando? ¡Claro que están bien! Desearía decirles que yo también lo estoy... Había perdido tanto tiempo entre papeleo y burocracia que apenas si había podido entrenar algo. El equipo estaba algo impaciente, yo me sentía fatal por haberlos dejado solos tanto tiempo, pero justo ayer que fui a buscarlos al Parque todos parecían felices de verme, como si no hubiese pasado un solo día desde la ultima vez que los vi. Ellos sabían cuanto los había echado de menos, y le agradecí a Liberty y a Prime por haber cuidado del resto en mi ausencia. Preparé mis cosas nuevamente. Tomé mi mochila, asegurándome de cargar con todo lo que iba a necesitar, incluido mi confiable termo; coloqué mi cinturón con los seis esféricos que me habían acompañado en mi viaje y me dispuse a bajar las escaleras. Fui recibido por lo mismo de siempre, palabras con desdén y miradas llenas de arrogancia; y ese zumbido en mis oídos. El tramite estaba hecho, no había nada que ni ellos ni yo pudiéramos hacer aunque quisiéramos. Era un ambiente fatigado, uno que no pensé que debería dejar dos veces en una misma vida. Una sola frase me ayudó a abrir esa puerta, la misma que me hizo dar el primer paso hacía ya tanto tiempo: —De alguna forma, de alguna manera, allá afuera se tiene que estar mejor que aquí... Y atravesé aquella puerta, con muchas preguntas, mucha incertidumbre, pero un sueño con vida. El sol me dio de lleno así que traté de cubrirlo con la palma de mi mano, mirando como sus rayos llenaba la Aldea, tan bella como siempre. Una risa se dibujó en mi rostro, inhalé con toda la fuerza que me permitieron mis pulmones, dejando que el fresco aire del lugar me invadiera. Cerré mis ojos con delicadeza y deje escapar un suspiro profundo. Siempre oigo que es bueno empezar de nuevo, puede que sea verdad, pero ahora sabía que cualquier día es un buen día para empezar de nuevo. Y así comencé a caminar proponiéndome salir de Risco, no sabía que era lo que haría o cómo lo haría, pero por algún lado se tenía que empezar ¿no? Avancé un poco hasta notar que una sombra paseaba junto a mí, algo en el cielo que logró cubrir al sol. —Que extraño, nadie suele venir hasta aquí volando. Contenido oculto Babylon back in business, kiddo Let's GOOOOO
Emily Hodges Mientras íbamos caminando por el lugar, queriendo disfrutar lo máximo posible del escenario y la tranquilidad del pueblo, pude notar a Togekiss intentando llamar mi atención en algún punto de la ruta. La miré con el ceño ligeramente fruncido, pues consiguió su objetivo de captar mi atención con bastante facilidad, y, por suerte, no tardé demasiado en descubrir el origen de sus intenciones: no muy lejos de nuestra posición pude reconocer la figura de un entrenador que, si bien no era uno de mis amigos más cercanos, habíamos pasado por un par de aventuras juntos. —¡Hola! Tú eras... Aleck, ¿verdad? —saludé sonriente, tras haber acelerado el paso para poder acercarme a él—. Soy Emily, no sé si te acuerdas de mí. ¿Cómo estás? ¡Qué casualidad encontrarnos aquí en Risco! ¿Estabas haciendo algo especial o solo dando un paseo como Togekiss y yo?
Aleck Graham Tras que pasara un rato pude escuchar a alguien llamándome, mientras unos pasos veloces se acercaban a mí. ¿Alguien del la aldea venía a despedirse? Poco probable tomando en cuenta mi popularidad. Me giré no sabiendo que esperar de aquel efusivo saludo, aunque la voz ciertamente resultaba familiar. Cuando pude hacer contacto visual, pude contemplar esos destellantes ojos púrpura y algo que no veía en otra persona hacía mucho tiempo: Una sonrisa genuina. Era esa chica, Emily, de los Holders originales, me alivió que me recordara su nombre, bien se sabía que mi memoria no era de fiar. Le sonreí entusiasmado, estaba contento de ver un rostro familiar, quizás era una señal de buena suerte ¿no? —¡El único en su especie, marca registrada! —contesté jovial, algo conmovido de que la chica aun recordara mi nombre—. ¿Cómo olvidarte? Estuvimos juntos cuando ocurrió el incidente del Laboratorio Z-Max y nuestras frecuentes peripecias en la isla. Me quedé en silencio un por un instante reflexionando. Emily y yo nunca habíamos coincidido en algo que no fuera trabajo o que el mundo se fuera a acabar. Poniéndolo en perspectiva, ese era mi caso casi con todos los Holders. Quizás por eso nunca había podido convivir demasiado con ellos, casi siempre nos encontrábamos en los momentos menos adecuados. Rápidamente negué con la cabeza antes de dedicarle una amplia sonrisa y colocar mis manos tras mi nuca. Tal vez, solo tal vez, ahora podría ser diferente. — ¡Y que lo digas! No esperaba ver a nadie conocido en esta pequeña aldea —la otra pregunta de la chica me hizo darme cuenta que un poco en el fondo no estaba del todo seguro de que estaba haciendo, pero sin duda era una ocasión especial, cómo ella decía—. Bueno, estoy a punto de embarcarme en un viaje sin retorno hacía una vida llena de desenfreno en las calles de esta región...Pero dar un paseo tampoco suena mal. Me tomé el atrevimiento de acariciar a la criatura que acompañaba a Emily, quien ciertamente parecía estar disfrutando de su paseo. >>Trato de retomar mi camino —contesté un poco más serio, aun con mi mano sobre aquel Togekiss, plantando una sonrisa algo más solemne—. ¿T-Tú tienes algún plan para hoy? ¿Algún destino en particular?
Emily Hodges Inmediatamente después de haberme acercado al chico para saludarlo, me llevé las manos tras la espalda a la espera de su respuesta; la misma no tardó en llegar y su efusividad al respecto logró ensancharme la sonrisa que ya tenía plantada en los labios. Asentí un par de veces con la cabeza, confirmando la información de dónde nos habíamos estado encontrando anteriormente, y después no pude evitar alzar un poco las cejas ante la presentación de sus planes, claramente sorprendida por los mismos. Poco después me di cuenta de que quizás estaba exagerando en pos de hacer una broma y me permití suavizar el semblante, recuperando la sonrisa suave. Togekiss, por su parte, no tuvo ningún problema en aceptar la cercanía del muchacho y, maternal como solo ella podía ser, pareció notar algo en él que a mí se me escapaba por completo; solo me di cuenta gracias a que noté el cambio en mi pokémon. Se acercó más a su posición, dándole un ligero empujón en el brazo con la cabeza, y luego decidió mantenerse en su espacio para seguir recibiendo las caricias que le estaba dedicando; honestamente, una parte de mí pensó que solo estaba siendo algo mimada, pero detalles. —Ah, ¿con los gimnasios y así? —pregunté, ladeando apenas la cabeza, para después simplemente encogerme de hombros mientras negaba levemente con la cabeza—. Nada en específico, la verdad, solo me sentía un poco agobiada con la isla y quería despejarme. ¡Oh, ya sé! ¿Te gustaría que te acompañase en el recorrido de los gimnasios? ¡Creo que es justamente lo que necesito para refrescarme! Bueno... solo si no prefieres ir solo o ya tienes otros planes, claro, que lo entendería perfectamente...
Aleck Graham No esperaba una reacción tan positiva de la Togekiss de Emily, pero esta no solo parecía complacida por las muestras de afecto, sino que era capaz de percibir que algo más rondaba en mis pensamientos, o quizás le gustaba que la mimaran, la verdad es que tampoco podía culparla. Eso sí, me quedé cautivado cuando se acercó un poco más a mí, incitándome a seguir con las caricias, era realmente adorable. La chica pareció un poco contrariada por mi afirmación, pero para mi fortuna no tuve que explicar que había sido meramente un chiste. Yo por mi parte asentí al escuchar su pregunta, ciertamente tenía muchas cosas por hacer, pero encargarme de los gimnasios era mi prioridad. Tras escuchar que no tenía planes tomé un poco de aire para tratar de darme valor; no era mi especialidad pedirle cosas a la gente, no me sentía con ese derecho luego de haber dejado la isla, y quizás no me sentía listo para volver a viajar en grupos numerosos, ¿pero un viaje de dos? la verdad es que no me vendría mal. Traté de tragarme mi vergüenza y ocultar el rubor en mis mejillas, pero cuando apenas despegué mis labios, la chica interrumpió, ofreciéndose a acompañarme en mi recorrido. La sorpresa hizo contraer mis pupilas, hasta el punto que tuve que toser un poco para disimular mi asombro. —¡C-Claro! —exclamé como pude—, me agradaría que me acompañaras, así me podrías proteger de cualquier lunático que tal vez nos encontremos en el camino. Pero te debo advertir, no tengo mucho para ofrecer a cambio...¡Podría ofrecerte un poco de té! Lo preparé esta mañana. Una genuina expresión de alivio se plantó en mi rostro al saber que Emily me acompañaría, no porqué realmente esperase encontrarme algún maleante en el camino, sino porqué sabía que sería un paseo largo hasta llegar a mi objetivo; además, luego de haber escuchado tantos reclamos, me vendría bien escuchar una voz amigable para variar. >>Muy bien, habiendo arreglado eso, nuestro siguiente objetivo sería Ciudad Aqualia, ¿le gustaría que comenzáramos, señorita?