Mazmorra Agujero Inmundo

No me sorprendí demasiado cuando la ball de rompió, perdiendo así la oportunidad de quedarme con el espectro. Lo que sí me sorprendió fue que inmediatamente después Hubert le capturó. Supongo que ya no debería avisarle cuando fuese a hacer este tipo de cosas, je.

Claro que, en cuanto mi pokedex sonó, recordé que en realidad, quien nos informaba de las leyendas era un tipo desconocido. ¿Quién sería? La verdad, no tenía idea, y la intriga me ponía ansioso. Tanto que no pude esperar antes de lanzarme por esta nueva leyenda.

Así que aprovechando que Salamance estaba fresco por no combatir, le saqué y monté en él. Cuando le dije cual era el destino al que nos dirigíamos se quedó extrañado, pero igual acató y salimos como una bala del hoyo, listos para buscar al Arce.

Tal vez tuviese una suerte fatal y, pese a ver estado presente en todas las batallas contra las leyendas, nunca había atrapado una. Pero no me rendiría. Si ese sujeto de los Ambipom que lo hacía aún peor no se rendía, pues yo tampoco.

 

Hubert

El Hada Soñadora había generado un año demasiado severo como para que el Espectro Etéreo pudiera resistir el encierro en la pokébola que lo había absorbido. El esférico giró unas tres veces… Hasta que el click que hizo al detenerse, me confirmó que volvía a hacerme con otra de las ocho Leyendas, al tiempo que Serperior volvía a tener dominio de sus propios movimientos; eso sí, mientras estuvo poseído por el Espectro, tuvo las fuerzas suficientes para hacer que su Lluevehojas dañara muy poco a uno de sus aliados; ciertamente, mi inicial, aunque no pudo atacar más que una sola vez en todo el encuentro, había demostrado una gran tenacidad.

Por eso le di una cariñosa palmada en la zona de su, digamos, espalda, cuando me crucé el fondo del Agujero con tranquilas zancadas. Tomé la pokébola del Espectro y la guardé dentro de mi morral, junto con las demás. Luego, regresé a Magmortar y a Gardevoir a sus pokébolas con la promesa de que sería debidamente curado pronto. Tras lo cual, miré a Liza y Chad con una sonrisa en el rostro.

—Me alegra mucho que hayan venido —les dije—. Estar cerca de mis amigos hizo que pudiera soportar mejor la estancia en este agujero. Ahora, si me permiten, me gustaría salir lo más pronto posible de aquí, no veremos arriba —miré a Chad y, en particular, a Yveltal—. Ahora sí podremos tener una batalla en condiciones.

Pasé junto a los entrenadores y ascendí por el mismo camino por el que había llegado, seguido por Serperior. Esta vez, los fantasmas no nos molestaron.