Afueras de Verghal

El Ejecutor sufrió gravísimos daños ante aquellos golpes. Sin embargo, era incapaz de moverse con normalidad, totalmente congelado por culpa de los ataques de Charlotte. Con esfuerzo, logró comenzar a canalizar algún conjuro, y lanzó un par de flechas de éter hacia Kashya, pero, cuando intentó levantar su hacha... se vio imposibilitado para hacerlo.

Ejecutor: Megaflecha de éter x2 (Kashya)

Congelamiento: 30/100

EJECUTOR DEL REY [CONGELADO]
Salud: 190/2800
Movimientos:
-Golpe sentenciador (potente ataque vertical con el hacha, machacando el suelo a su paso. 125 Daño cortante y 125 Daño contundente, golpea a media y corta distancia. -75 ST)
-Giro furioso (gira su hacha con vehemencia, golpeando a todo el que esté tanto cerca como a la espalda. 60 Daño cortante y 60 daño contundente, inesquivable)
-Remate (va siempre tras un giro furioso; golpea a un único enemigo de frente con el hacha, en un tajo vertical y cortante. 220 daño cortante, -85 ST)
-Megaflecha de éter (250 Daño mágico, -40 ST)
-Aura mágica (Baña su arma con energía mágica, de modo que los siguientes golpes que hará también golpearán con 100 de daño mágico)
Debilidades y resistencias:
-Resistente a Daño contundente (x0,75)
-Resistente a Daño cortante (x0,75)
-Resistente a Daño de embestida (x0,5)
-Sensible a Congelamiento
Drops:
???
Éter obtenido:
???

Posición actual:
-Media (por la espalda) (Charlotte)
-Media (Kashya)
Posiciones disponibles:
Para Charlotte:
-Cerca (por la espalda) (-15 ST)
-Lejos (por la espalda) (-15 ST)
-Cerca (-25 ST)
Para Kashya:
-Cerca (-15 ST)
-Lejos (-15 ST)
-Por la espalda (-25 ST)

 

Charlotte.

Verlo en tales condiciones hizo que una pequeña sonrisa tomase mis labios. No que tan fuerte, ¿eh? Claro que había sido más que nada un golpe de suerte que el hielo le afectase de esta manera, aun cuando la cantidad de las urnas no fuese tanta como la de una magia real, pero no podía evitar ocultar el alivio que me daba haberle dado una especie de golpe crítico.

Pero parecía tener fuerzas todavía, las suficientes como para canalizar dos flechas enormes de magia y lanzarlas... ¡Hacia Kashya! ¡Menuda suerte que no hayan sido a mí! Aunque esa no era la mejor parte: ¡Podía tomar el golpe de gracia y por ende la mayor parte de la recompensa! Una risa tonta se creó en mi mente. ¿Cuánto podría sacarle a esa arma? ¡Mucho seguro!

Por eso mismo solo me arrojé a su espalda, con ahora ambas dagas en mano, para comenzar a desgarrarle con toda la velocidad que podía hasta hacerlo caer... Porque no le quedaban demasiadas fuerzas, ¿verdad?

>>Sacar segunda daga, Cambio de posición (Cerca por la espalda), Atacar x8

S: 146/245
PC: 25/75
ST: 91/250 (+20)
Posición: A la espalda cerca
Ratio de esquiva: -22 ST
Armas:
- Daga (35 Daño de corte, -7 ST)
- Daga (35 Daño de corte, -7 ST)
Magias:
- Acelerar (Reduce el gasto de ST para todas las acciones propias o de un aliado en un 50% para los dos próximos turnos. -50 PC)
Reducción de daño:
- Daño cortante: -20%
- Daño de embestida: -20%
- Daño contundente: -15%
- Daño mágico: -15%
- Daño de fuego: 0%
- Daño de hielo: -5%
- Daño de electricidad: -5%

Contenido oculto: Inventario~

Objetos equipables:
- Trozo grande de adamantita (material poco común para mejorar armas) x 2 ud.
- Trozo de adamantita (material común para mejorar armas) x 2 uds.
- Cúmulo de éter (+600 éter) x 2 ud.
- Brebaje de éter (+33% PS) x 2 uds.
- Pócima de éter (+33% PC) x 1 ud..
- Guijarro (1 daño contundente, atrae la atención de enemigos) x 7 uds.
- Hierba de la fuerza (+40 ST perdida) x2 uds.
- Urna eléctrica (añade a un arma física, por dos turnos, 28 de daño de electricidad, que escalará de forma independiente) x1 ud.
- Vendas (sana la acumulación de hemorragia) x3
- Panacea (cura la acumulación de maldición) x1
- Bebida caliente (cura el congelamiento o la acumulación de este) x2

 

Los cortes y tajos terminaron, al final, por mellar en la piel del Ejecutor, a través de su armadura. Congelado como estaba, cayó sobre sus rodillas, impotente, y, al impactar contra el suelo, su carne se deshizo en trozos, sonando el eco metálico como un ruido estridente que penetró en los oídos de ambas chicas.

El Ejecutor, finalmente, había sido abatido.

Una vocecilla, sin embargo, logró oírse desde dentro de la casa, temblorosa por el miedo, pero lo suficientemente valiente como para pedir ayuda ahora que la constante amenaza de aquel titánico enemigo se había disipado para siempre. Su voz sonaba rara, sin duda, llena de matices extraños en su pronunciación, de un arrastramiento de algunas consonantes muy marcado... ¿quién era el que las llamaba? Debía estar dentro de la casa, sin duda. Y caído el ejecutor, que la custodiaba, no parecía haber peligros...

—... ¿hola? Alabados sean los dioses, alabados sean los dioses... la rata del Rey ha caído, ¡la rata ha caído! Si me pudiesen ahora ayudar, buenas mozas... acercaos a mi vera, aquí dentro, entre la penumbra de estas paredes de madera, ¿sí?

EJECUTOR DEL REY [CONGELADO]
Salud: 0/2800
Movimientos:
-Golpe sentenciador (potente ataque vertical con el hacha, machacando el suelo a su paso. 125 Daño cortante y 125 Daño contundente, golpea a media y corta distancia. -75 ST)
-Giro furioso (gira su hacha con vehemencia, golpeando a todo el que esté tanto cerca como a la espalda. 60 Daño cortante y 60 daño contundente, inesquivable)
-Remate (va siempre tras un giro furioso; golpea a un único enemigo de frente con el hacha, en un tajo vertical y cortante. 220 daño cortante, -85 ST)
-Megaflecha de éter (250 Daño mágico, -40 ST)
-Aura mágica (Baña su arma con energía mágica, de modo que los siguientes golpes que hará también golpearán con 100 de daño mágico)
Debilidades y resistencias:
-Resistente a Daño contundente (x0,75)
-Resistente a Daño cortante (x0,75)
-Resistente a Daño de embestida (x0,5)
-Sensible a Congelamiento
Drops:
-1-20: Gran hacha de ejecutor
-21-80: Mitad de adamantita
Éter obtenido:
- 1700 (individual) / 2800 (dobles)

 

Y así, Kashya se adentró en la casa, dándose cuenta de que una pequeña jaula al fondo de la misma era el lugar del que parecía provenir la misteriosa y a la par extraña voz.

—Ah, jovencita, me temía que fueseis humana.

El que hablaba, sin embargo, no era humano; era una de esas criaturas que poblaban los dominios del oeste, un litzel: pequeño, peludo, encorvado, con rostro felino y cola de lagarto, vistiendo ropajes de tela que lucían ser una rudimentaria túnica, y llevando en sus orejas múltiples argollas grandes y prominentes. Con ojos algo abolsados y sonrisa sibilina, parecía ser un litzel mayor, sin duda. Sabio, se diría, pero... sin duda, ladino como nadie.

—Qué alivio que hayáis acabado con la rata del Rey, mi señora, ¡qué alivio! —se frotó las manos, que eran más bien patitas peludas con uñas aplanadas y grandes—. Ahora, ¿sería tan amable de liberarme? El cautiverio me tiene... un poco agotado. Desnutrido, me atrevería a decir, incluso. ¡Una rata del Rey en intento de morir no es un buen anfitrión, si me permite la observación! La comida por aquí no abundaba, mucho menos la compañía, me temo. Gemidos y bufidos era todo cuanto profería, la muy inmunda rata... pero en fin, sáqueme, si es tan amable. La jaula puede abrirse sin llave desde fuera, pero como verá, estoy dentro, ¡vaya calamidad, eh!

>> Liberar al litzel.
>> Interrogar: ¿Quién eres?
>> Interrogar: ¿Qué haces aquí?

 

Charlotte.

¡Cayó!

Tras esa andada de cortes finalmente aquél enemigo se desplomó sobre el suelo e inmediatamente quedó completamente desparramado por el lugar. El golpe de la armadura contra la superficie llenó nuestros oídos por breves segundos en los que no reaccioné de mayor manera que frunciendo el ceño con desagrado. Pero era un pequeño precio a pagar por deshacernos de él... ¡Y quizás qué cosas tuviese consigo!

No tardé en abalanzarme entre sus restos, utilizando sin ningún tipo de pudor la punta de mi daga para mover hacia uno u otro lado los apestosos tejidos hasta que finalmente apareció ante mis ojos: Adamantita. No solo un trozo, ¡sino que un trozo bastante grande! ¡hasta me atrevería a decir que era un cuarto de piedra completa, quizás más!

Pero la felicidad no duraría. Una voz extra se hizo presente en la sala y un escalofrío inmediato recorrió mi espalda. Ese tono turbio y la manera en la que algunas partes de las palabras eran alargadas de más me hizo tomar una nueva posición, con mi espalda dando a la salida a la espera de una favorable huida y teniendo mis dos dagas en las manos.

...

Nada. Mi visión no logró encontrarle, pero el movimiento de mi acompañante fue lo que me hizo darme cuenta: Había una cosa encerrada ahí. Una criatura que no se parecía a nada antes visto que podría describir como una extraña mezcla entre varios animales.

—¿A dónde crees que vas?—Mi mano de inmediato se posó sobre el hombro de la chica. Mi tono sonaba, una vez más, a reclamo.—Supongo que no pensabas liberarlo, ¿verdad? Porque no me fío para nada de esa cosa. ¿Qué haremos si ahora que lo liberamos comienza a atacarnos? ¿Acaso tú estás lista para morirte de nuevo? ¡Porque a mí no se me antoja ni un solo pelo! ¡Más ahora que encontramos esta piedra gigantesca!

Dirigí mi mirada al ser de la jaula.

—Si estás encerrado es por algo, ¿no crees? Hablas de la rata del rey y ya, pero ni siquiera nos das razones para soltarte—Argumenté de inmediato, buscando ser un poco más agresiva de lo realmente necesario.—. Así que; o comienzas a mover la lengua, o bien te puedes despedir de nosotras pues como líder del equipo no permitiré de ninguna manera que te dejemos libre.

>>Interrogar: ¿Quién eres?

 

El litzel se sobresaltó al ver a aquella otra chica, mucho más vehemente y arrojada que la primera. No pareció gustarle demasiado su insistencia, asustándole un poco, hasta el punto de retreparse en la esquina de su jaula.

—Ay, ay, ay, si son dos humanas por el precio de una... ¿es que las de vuestra especie no os cansáis de cazar a los de la mía? Por los dioses, tened piedad, buenas señoras...

>> Pero supongo que es cierto que ni siquiera me conocéis. Mi nombre es Grimsli, y soy curandero de rango alto de la tribu de los litzel. Los de mi tribu, como los de vuestra raza y como la mayoría de este lugar, comenzaron a caer muertos, pero sin Zalera, dios de la muerte, despierto y haciendo su trabajo, no pudieron abrazar a la muerte. El bosque y el monte donde vivíamos pronto se convirtieron en minas de descerebrados. Por eso es que Grimsli, vuestro leal y servicial curandero, tuvo que salir de allí cuando vio a sus congéneres intentando morderle la cabeza. Y heme aquí, al final, me temo.

>> No puedo haceros daño alguno, no temáis. Aunque conozco algunos milagros ofensivos, no dispongo de suficiente éter como para ejecutarlos sin la ayuda de mi fantástica arpa mágica, y en todo caso, soy curandero, como os digo. Me especializo en curar heridas. Liberadme, buenas señoras, y quizá podría serviros de utilidad. No soy ducho en combate, pero sí un estudioso, ¡un estudioso empedernido! Mis conocimientos sobre milagros podrían seros útiles, debo imaginar.

>> Liberar a Grimsli.
>> Interrogar: ¿Qué haces aquí?

 

Charlotte.

El ser llamado Grimsli, aceptó mi orden y la información comenzó a brotar.

Según lo que sus palabras contaban, parecía no ser una amenaza. Era un curandero, y aparentemente con altas capacidades debido a su "alto rango" en su tribu. Su relato acerca de la huida de su hogar no era inverosímil, pero todavía no tenía los detalles más importantes.

—Entonces, curandero, ¿por qué estás encerrado?—Fue lo primero que escapó de mis labios.—. Imagino que ese bicho—La punta de mi cuchilla se dirigió a la carne desparramada en el suelo.—es "la rata del rey" a la que tanto te referías, así que me gustaría saber precisamente la relación entre ambas cosas antes de pensar en liberarte.
>>Porque no creo que hayas entrado de gratis o por tu propia voluntad ahí. No cabe duda de ello.

>>Interrogar: ¿Qué haces aquí?

 

Grimsli suspiró de forma cansada, exasperada. Lentamente, agachó la mirada y llevó la pequeña zarpa de uñas planas a su boca, en gesto reflexivo.

—Bien, bien, cómo acabé aquí, ¿eh? Esa pregunta nos llevaría a una respuesta larga, tediosa, con una épica historia de desavenencias, terror, mala fortuna, enfrentamientos, acertijos, intrigas... y podríamos estar aquí charlando hasta mañana. No es que me falte el tiempo precisamente, encerrado en este lúgubre lugar, pero asumo que señoritas de vuestra porte no quieren estar escuchando a un viejo litzel hasta que caiga el sol... claro, si es que el sol siguiese surgiendo, claro. Hehehe...

>> En todo caso, os haré el favor de daros la versión acortada, pues. Durante generaciones, sabréis que las tres razas de este mundo no hemos sido muy amigas entre nosotros. Compartimos inteligencia, pero me temo que tener neuronas no nos hace entender las ventajas de la cooperación. Por eso es que el Rey Caído, humano como era, puso precio a mi cabeza por, ¡oíd que calumnia!, practicar milagros prohibidos. Yo, el honorable Grimsli, pero qué fatalidad. Todo era pura aversión a mi sangre y raza, claro. Puso precio a mi cabeza, como digo, pero logré zafarme y escurrirme de vuelta a mi sagrado Monte Olhalla. Pero cuando tuve que regresar, huyendo de la tesitura tan terrible que atravesaban mis congéneres, ¡de pronto apareció! ¡Una rata del Rey, moribunda, persiguiéndome aún después de perder la vida y no encontrar la muerte! Ah, qué horror, ah, qué miedo, qué angustia. Huí, pero mis patas son demasiado cortas y las suyas demasiado largas. Claro está, me atrapó. Y aquí estoy.

>> Y bien, mis señoras. Sé de las diferencias raciales que nos separan, pero parecen buenas y sensatas. ¿Dejarán al anciano Grimsli salir de esta tortuosa prisión?

>> Liberar a Grimsli
>> Dejarlo encerrado (marcharse)

 

Al verse liberado, Grimsli sonrió gratamente. Con la torpeza propia de alguien que no había podido salir de aquella jaula en mucho tiempo, correteó con sus entumecidas piernas diminutas hasta estar fuera de la jaula, y estiró su cabeza hacia arriba, alargándose su cuello y revelando que los litzel, lejos de estar encorvados, ocultaban bajo sus ropas un cuello alargado y abultado. Cuando se hubo estirado lo suficiente, exclamó:

—Ah, qué alivio, ¡qué maravilla, poder salir de aquella funesta jaula! Os debo mucho, mis señoras —hizo entonces una ligera reverencia, antes de marcharse lentamente hacia el exterior de la casa, mientras decía—. Iré al próximo Templo de los Dioses. Me consta que allí podré resguardarme.

Pero se detuvo al cruzarse con Charlotte, mirándola con gesto asustadizo.

—Oh, ehm, es cierto... prometí enseñaros milagros a cambio, sí. ¿Saben qué sucede, mis señoras? Que mi maravillosa Arpa fue usurpada por otra de esas ratas miserables. Hay tres ratas por las afueras, pululando, todas ellas buscando a la muerte sin poder encontrarla, descerebradas como siempre fueron, pero más aún. Cuando me encerraron, una segunda rata se llevó mi Arpa, ¡mi magnífica Arpa! Sin ella, no puedo enseñar milagros. Así que, ¡ya sé! Doblo la propuesta, señoras mías: aguardaré en el Templo, y, si encuentran ustedes mi Arpa y tienen a bien de devolvérmela, ¡les enseñaré todo lo que sé!

Y, tras decir eso, salió corriendo, casi como si estuviese escabulléndose de sus obligaciones. Ese Grimsli era... todo un personaje, desde luego.

 

Charlotte.

Así que lo habían pillado escapando cuando el problema azotó a su especie. Lo miré con bastante recelo por breves segundos, pero su lenguaje corporal indicaba que no mentía. Eso, o era un estafador de primer nivel; Su edad lo hacía posible.

Entonces tocaba enfrentarme a la duda: ¿Liberarlo o dejarle encerrado?

Estaba claro que lo primero podría ser un peligro inminente si el hombre mentí y en cambio era un diestro usuario de espada. En el descuido seguramente podría robar el estoque de la chica póker y complicarnos las cosas, incluso podría ser demasiado capaz con solo sus puños y sería un problema. Sin embargo, esos milagros "prohibidos" que lo hicieron captor sonaban ciertamente interesantes, sobretodo cuando tenías una hechicera como subordinada que podría aprenderlos para salvarme la vida en cualquier momento.

¿Qué hacer? ¿Qué hacer? No confiaba para nada en él, pero supongo que por una vez podría pedir una segunda opinión. Al fin y al cabo, ella es la segunda al mando en esto.

Click.

Se me heló la sangre cuando ese sonido penetró mis oídos. Mis ojos de inmediato captaron el epicentro del ruido y ahí solo pude encontrar las manos de la albina liberando el cerrojo y provocando que el anciano saliese de su jaula. No pude sino retroceder rápidamente un paso, empuñando una de las dagas de manera defensiva a la espera de un ataque.

...

Pero no ocurrió. Lo único que realmente pasó es que el Litzel se estiró y agradeció antes de... ¡De timarnos y huir!

Mi ceño se frunció inmediatamente. Busqué entre mis cosas algo para lanzarle con tal de paralizarlo y cobrarle, pero una vez asomé la cabeza fuera de la caseta éste ya no estaba. ¡El cobarde había escapado corriendo como si se le fuese su miserable vida en eso! Oh, pero al menos podría desquitarme con la culpable de aquello.

—Chica poker—Llamé a su nombre con reproche, siendo bastante violenta a propósito. Mi ceño estaba completamente fruncido.—, ¿te das cuenta de lo que acabas de hacer? ¡¡No solo liberaste a ese tipo bajo condiciones de peligro, sino que no obtuve ninguna ganancia de ello!! ¿¡Qué hubieras hecho si por alguna razón nos atacaba!? ¿¡Y si yo me moría!? ¡¡Quizás tú tengas esos gustos extraños por el peligro, pero a mí no me apetece para nada meterme en peleas innecesarias y muchísimo menos morirme!!

Inspiré aire con fuerza. Apestaba a la carne desparramada del ejecutor y había un toque de vejez en el ambiente; De seguro esa rata estafadora no tenía permitido tomar baños.

Segundos después, exhalé.

—Como sea—Me di la vuelta mientras regresaba las armas al cinturón. Después de todo, me había encargado de eliminar al resto de seres yo misma.—. Cuando aprendas esos milagros tendrás que salvarme la vida y cada vez que lo haga iré reduciendo tu reducción de paga un cinco por ciento.
>>De momento regresaremos al templo: He de reabastecerme y obtener un poco de información.

Y sin mediar más palabra, salí de la caseta a paso tranquilo antes de saltar al pozo.

 

Charlotte.

Una vez salí del pozo, solo dirigir mi marcha hacia la caseta donde aquél estafador se encontraba prisionero hace un rato. Asomé la cabeza, preocupada de que la información de Seyja pudiese no cumplirse. Mas esta sí que estaba en lo correcto: Dentro del lugar solo quedaba la carne desparramada de aquél ser tan peligroso. El éter no era suficiente como para poder regresarlo a una forma "normal".

Suspiré en alivio mientras adentraba mi cuerpo al completo en el lugar. No solo era un buen refugio para esperar a la maga, sino que también existía la posibilidad de encontrar algo de utilidad; De preferencia más joyas o bien alguna manera para abrir esa verja gigante pues realmente no me apetecía escalarla de ninguna manera, muchísimo menos sin saber qué hay del otro lado.

>>Investigar caseta.

 

Al entrar Charlotte en el lugar, solo pudo distinguir dos cosas en el lugar... dos botellas cubiertas con una suerte de trapo cálido al tacto, colocadas torpemente sobre la mesa del lugar. Hmmm, parecía una de esas bebidas calientes que no pierden su temperatura, ¿eh? ¿Y qué harían ahí? ¿Acaso el Ejecutor las trajo consigo aun después de haber quedado en estado descerebrado...?

Obtienes: Bebida caliente x2

 

Charlotte.

Por más que busqué y busqué no había nada más que un par de esas bebidas calientes. Por supuesto decidí sellarlas y meterlas en el el botiquín en el que llevaba distintas cosas para solucionar problemas. Y agradecía ahora tener mayor información sobre los mismos, ¡pero no era para nada lo que buscaba! Quería algún tipo de tesoro para vender o en su defecto alguna palanca que accionase la verja para abrirla.

Suspiré resignada. Miré con mi cabeza a mis pies, pero un gran susto me había hecho darme la vuelta. Había dado un pequeño salto en mi lugar incluso y ahora sentía como mi corazón latía de forma intensa una y otra vez intentando escapar de mi pecho. No tenía tiempo para coger mis armas, pero al menos pude alejarme un par de centímetros... Hasta que me di cuenta de quién era.

—¡¡Avisa cuando llegues!!—Le espeté mientras llevaba mi mano a mi tórax, intentando calmar mi respiración. ¿En qué momento se había adentrado? ¿D-De verdad era tan sigilosa?—... L-Lo que sigue es buscar una manera de robar este lugar.

Claro, decirlo era fácil, ¿pero qué opciones teníamos de momento? Sinceramente no era apetecible el hecho de escalarlo. ¿Qué haríamos si al otro lado inmediatamente había uno de esos ejecutores cuidando el perímetro? ¿Saltar sobre ellos y ya? ¡No! ¡Me niego!

>>¿Alguna idea, chica poker?

Al menos pensar me había dejado relajarme.