Adam Valenti Tras empujar la puerta de entrada me encontré con una habitación que no tenía nada de extraordinario, salvo el hecho de que estaba en pie. Desconocía el día exacto en que vi por última vez un depósito de aviones cuyo techo no estuviera destrozado por la caída de una bomba sorpresa, por no mencionar la absoluta falta de orden que se sucedía después. Pero aquí, a diferencia del sitio anterior, tenía más aspectos interesantes en los que husmear; cajas de madera, maletas y bengalas… que seguramente no funcionarían, si uno recordaba que los peluches de felpa estaban afanados en mantenernos lejos del resto de la humanidad. Noté asimismo la alta escalera de metal… Serían útiles para alcanzar las puertas de los aviones. Pero como era probable que estuviesen cerradas, preferí dedicar esta porción de mi tiempo a revisar el depósito. Con algo de suerte, encontraría una palanca para destrozarlas. Examiné, en primer lugar, las cajas de madera.
Las cajas de madera que se encontraban al final estaban en su mayoría cerradas. Probablemente necesitaría de una herramienta o algo así si quería abrirlas… Una sola se encontraba con la tapa abierta, pero al revisarla descubrió que se encontraba vacía. Excepto por… al fondo de aquella única caja de madera, Adam encontró lo que parecía ser una moneda de bronce… ¿con el rostro de Monokuma? ¡MonoMoneda encontrada!
Adam Valenti En su mayoría, las cajas se encontraban selladas. Destrozar la madera a golpes no era una opción, las reglas de la Academia no permitían dañar la propiedad privada. La cuestión no era esa: a un mercenario poco le importa qué tan privado es lo que tiene al alcance de su mano. Lo que me detenía era que no sabía de qué era capaz Monokuma, y hasta no conocer un poco más sobre su patrón de conducta, evitaría provocarle más de la cuenta. Supuse que si utilizaba las herramientas adecuadas, no estaría saliéndome de las normas de conducta de Pico de la Esperanza. Había eso sí, una que se encontraba abierta, lo cual me bastó para dejar la inspección de las cajas. En su interior encontré una moneda de bronce con el rostro del oso grabado en ella. Desde luego, no tendría valor más allá de los límites de Jabberwock, pero imaginé que sería útil dentro de su territorio. Razón por la cual la guardé en un bolsillo secreto de mi camisa. Dejé atrás las cajas y fui a ver las maletas que descansaban en el lateral izquierdo del lugar. Si las pertenencias de los estudiantes aquí atrapados se hallaban en sus habitaciones respectivas, ¿de quiénes eran esos equipajes?
El equipaje que se encontraba allí consistía en un montón de maletas vacías. ¿Quizás eran las que habían sido usadas para transportar todas las pertenencias de los estudiantes, ya que toda su ropa ya estaba en sus habitaciones? No lo sabía, pero todas ellas estaban vacías de contenido, esa era una realidad. Una de ellas llamó su atención, sin embargo. Tenía una etiqueta atada a una de sus manijas, y en la misma decía, con letras de un brillante color rosado, "Propiedad de Aika Izumi". Había una pequeña estrella dibujada al lado del nombre. ¿Pertenecería a la atlética joven? Quizás debería preguntárselo…
Adam Valenti El resultado con las maletas fue el mismo que con las cajas. No me encontré con nada relevante. Ni siquiera con otra de esas particulares monedas, como la que mantenía en mi bolsillo, la cual al menos parecía tener su importancia para la isla. Me disponía a darme la vuelta para ir a ver las bengalas, cuando por el rabillo del ojo llamó mi atención un fuerte color rosado. Cuando giré la cabeza vi que no era más que una etiqueta en una de las maletas vacías. Habría sido igual de irrelevante que todo lo demás, de no ser porque el nombre que allí figuraba era el de una de las personas que se encontraban aquí, el de la chica que había querido romper la cámara del aula 1-B. Mi nombre es Aika Izumi, súper atleta de preparatoria. ¡Es un placer conoceros! ¿Realmente pertenecería esta maleta a ella? ¿Y esa estrella tendría algún significado especial? Por el color de las letras de su nombre, podía pensarse que Usami había sido la responsable de colocarla ahí, pero no era algo confirmado. En todo caso, tendría que preguntarle personalmente para despejar dudas. Mi objetivo seguía siendo conocer el terreno de esta peculiar guerra contra nosotros mismos. Tomé la maleta y la llevé conmigo, dispuesto a hacérsela llegar a Aika Izumi. Resultaba extraño que las demás maletas no contaran con su respectiva etiqueta. Entonces, ¿qué estaba pasando con la super-Atleta? La respuesta esperaba obtenerla más adelante. Revisé, acto seguido, las bengalas.
Las bengalas que allí se encontraban lucían oscuras, sombrías. Al revisarlas, Adam descubrió que ninguna de ellas parecía poder funcionar; estaban húmedas, como si alguien las hubiera rociado con agua y dejado inutilizables…
Adam Valenti Completamente inutilizadas. Estas cosas habrían tenido su encanto de ser descubiertas antes. Ni siquiera me molesté en tocar las bengalas, sólo las dejé atrás para echar una última mirada al depósito. Lo mejor que podía decir de la investigación es que había sido, sin rodeos, un fiasco. Lo más interesante que conseguí fue una extraña moneda; lo demás eran señales de lo evidente. Después de haber conocido a Monokuma, eran lo mismo que nada. Sin embargo, había que quedaba por hacer: entrar a los aviones. Sus puertas estaban en un punto alto, pero eso no sería un problema. Contaba con una escalera. Dejé la maleta de Aiza de lado por un momento. Con paciencia, sin ninguna prisa, llevé las escaleras y la apoyé a la altura de la puerta del primer avión. Subí los escalones e intenté abrirla.
Por mucho que Adam intentara, sus esfuerzos no rindieron frutos; la puerta del avión se encontraba completamente sellada, e imposible de abrir. Y daba la impresión de que se conseguiría un resultado similar con el otro avión…
Adam Valenti Mis esfuerzos no distaron de ser tan ineficaces como los anteriores realizados. El avión era inaccesible incluso contando con una escalera, pues la puerta no cedió un solo milímetro ante la presión de la palma de mi mano; y eso que procuré aplicar bastante fuerza en el intento. Sólo había conseguido la moneda, botín insuficiente para lo cual había venido. Quedarme a observar las olas habría sido casi lo mismo. Pero al terminar de bajar por las escaleras, mi Walkie-Talkie emitió un sonido blanco, en el que se entremezclaba la voz de un chico que nos llamaba. Tras dar un golpecito al aparato con mi índice, el mensaje llegó con más claridad. Justo a tiempo para escuchar lo siguiente: "Hey, soy Ziro, no se cuantos de ustedes tengan los walkie, pero estoy en el Edificio Viejo y estoy en lo que pareció ser en su momento un comedor, no hay nada de vigilancia en este lugar..." tosí levemente antes de continuar "También encontré una clase de control al lado de un aire acondicionado, no se que cosa pueda encender pero estaba muy alto para alcanzarlo, ¿creen que Aika pueda alcanzarlo de un salto? Bueno, hablaremos luego" Inmediatamente, respondió otra voz que reconocí como la de la Foster: "¿Hola? Aquí desde el supermercado les hablan Celia y Karen. Estamos investigando este lugar, hemos encontrado unas monedas que parecen funcionar con la máquina expendendora." —hubo una breve pausa—. "Y no hemos visto a Aika. Ah... ¿Cambio?" Así que habían descubierto un lugar sin vigilancia y una máquina que funcionaba con monedas. Ellos habían tenido mejor suerte. Oprimí un botón, acerqué la parte del micrófono a mis labios y contesté: —Aquí Adam Valenti, desde el despósito del Aeropuerto. No será necesario llamar a Aika Izumi. Tengo en mi poder una escalera. La llevaré hasta donde se halla el aire acondicionado. Cambio. Coloqué el Walkie-Talkie en mi cinturón y abandoné el aeropuerto con la escalera bajo el brazo. Contenido oculto Nekita Fushimi Natsu Graecus y Lucas Diamond porque seguro Celia está escuchando desde el fondo (?)
Joseph Aquí estoy... Suspiré y entré por la gran puerta de cristal, el lugar estaba completamente vacío, ni personal, ni pasajeros, nada, todo estaba bien planeado para que nadie lograra escapar Espero encontrar algo de utilidad por los lugares Comencé a caminar por las instalaciones esperando que hubiera algo, ojalá, ya que mi intento de exploración anterior no había rendido frutos Que desperdicio de lugar...
Joseph Un pitido del manual, por lo que lo leí, al parecer, ya había aparecido la primera víctima en el Rancho Usami Ya se habían tardado mucho Molesto, empecé a refunfuñar para devolverme por donde vine e ir de regreso al Rancho Aunque... ¿Quien habrá sido el o la pobre?