[Actividad: Enmascarados] The Scrabble.

N/A: Es un escrito , como bien dice el título, para la actividad " enmascarados". Me pareció una buena idea, espero que entiendan la idea central del texto ; algo confuso, pero divertido de imaginar.​

¡Espero que les guste!​

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Se lo quiero dedicar a los líderes del foro, que son mi inspiración. ​

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One Shot. ​

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The Scrabble.​

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A paso lento se acercaban las once, dando en usufructo un último respiro al tintineo del reloj. De esa forma encabezaba el baile, vigoroso e irreal, entre los tantos cuadros del Barroco.
Una cúpula dorada calmaba la sed de los danzantes, y resplandecían de esa forma, los cristales del cielo en sus ojos lujuriosos. Ya no había sol ni luna, ahora las nubes enardecían bajo el manto de oro.Déjenme decirles, grandes espectadores de los caprichos de la naturaleza, que estas noches no se ven en todos los limbos. Sonriente con extravagante sarcasmo, aquella dama de carmín se volvía una joya falsa. Usualmente habría abandonado el attelier : huir despavorido hubiera sido un fracaso.
Logré encontrar, después de tantas décadas viendo las mismas caras solapadas, un nuevo artificio impuro. Sentado, desorientado y sin expresión alguna en su tez, extraviaba sus ojos en un sin fin de casualidades. No pude acercarme. Todos nos movíamos de derecha a siniestra, marcando pasos irregulares al son de las cosquillas. Un cuerpo inanimado, entre las pesadas cortinas de gamuza roja: sin vida, sin tiempo en sus venas. Por alguna extraña razón, todos nos conocíamos de algún rincón de la oscura realidad.Todos sonreían enfermizamente, y la sangre se le congeló en un instante: aquél segundo en el que las once rompieron el vidrio del viejo reloj. Inmóviles nuestros cuerpos blanquecinos, perlas de formas irregulares, lo mirábamos sin ojos. De repente, todos teníamos máscaras esquizofrénicas. Los ojos hundidos y al revés, expresaban el furtivo deseo de venganza. Nuestras sonrisas escupían intensos alaridos de gracia, nadie se borraba la sonrisa. Los cuerpos lo acorralaban, lo obligaban a desplegarse por el negruzco piso. Punzantes miradas lo perseguían, sin darle respiro se clavaban en su cien. Era él el culpable, de que dancemos para ella hasta que las pinturas se desgasten.
Una única presencia contrastaba con el resto; quizá la única que despreciaba su existencia. Entonces, dejaba ver en su rostro pálido y hundido, la tristeza plasmada en su boca.
Una insólita hembra, dueña y señora de las verdades vividas, lo juzgaba con gran fugacidad. Les recuerdo esta noche como la penúltima quizá, pues la muerte misma, quien no danzaba gracias a la presencia del joven, se sentó figurando en un Scrabble, algo que ninguno quiso vislumbrar.
Con el cuello doblado a la izquierda, apuntando lentamente con su dedo huesudo un cuadro que no tardó en reconocer: parejas infelices danzaban sonrientes, con el corazón extraído y una cúpula invertida sobre sus cabezas. Bailaban, tal vez, una música que desgarraba las arterias. Acostumbrado estaba yo, a ver cada vez más personas danzantes.
Cada década pintaba uno distinto, cada año un asesinado aparecía en nuestro salón. Y él, que se creyó inmortal, vino a bailar entre nosotros, sus esclavos del terror. Lujuria de odio, codicia del elixir de la vida. Ahora, estaba quizá, más muerto que todos nosotros.
Pues, ¿Quién podría recordarlo ahora? Si todas sus víctimas, lo rodeábamos en una danza mortal. Nos dimos cuenta en algún descontado segundo, que buscaba la salida al evento: olvidó pintar la puerta, gracia se le hizo a la muerte, quien lo tenía en su propia celebración.
Ahora era uno más de todos nosotros. Suicida, homicida y asesino inmortal. Pobre de aquél humano vivo, que vio su cadáver en frente de nuestra pintura.

Desdichado aquél, que limpió la sangre de nuestras paredes, colgando el cuadro en la pared más oscura.