Zero no Tsukaima Academia de magia de Tristan

Bergren [Habitaciones]

Reí divertido cuando cayeron sobre mí algunos manotazos. Satoko tenía un cuerpo atlético y sus golpes no carecían de fuerza, pero no alcanzaban para hacerme retroceder en mis propósitos de aprovechar la excusa de la curación para sentir su sabor.

—Tan solo queda ver el estado de tus hombros~

Atrapé uno de sus manotazos que se acercaba peligrosamente a mi rostro, tomé delicadamente la otra muñeca, e hice que las apoyara sobre los costados de su cuerpo (pero evitando que se tocara el moretón de las costillas). Tuve que dirigirle la sonrisa más inocente posible, porque la notaba un poco atemorizada.

—Falta poco~

Me incliné sobre ella. Bajé lentamente los bordes de su camisa abierta hasta sus codos, lo cual también sirvió para limitar los movimiento de sus brazos; manotazos anulados.

Era increíble, Satoko era la combinación perfecta de inocencia y sensualidad. Ella jadeaba, ruborizada, con algunas gotas de sudor hacían brillar su piel, acentuando los volúmenes de su cuerpo despampanante. Algunos mechones de cabellos se pegaban a sus mejillas calientes. Sus ojos emitían un brillo bonito. Definitivamente, era una de las chicas más hermosas a las que tuve el placer de hacer gemir; es más, creo que la Chica Conejo era la más preciosa de todas ellas...

—Está un poco oscuro como para ver el más mínimo vestigio de moretones —susurré en su oído, con un tono seductor—. Así que te besaré un poco más... por las dudas.

Así lo hice. Me relamí antes de recorrer sus hombros y su cuello. Me sentía en la gloria.

 

Bergren [Habitaciones]

Despegué mis labios de su cuello y la miré a los ojos.

—No lo estás —respondí sin dejar de sonreír—. Estos besos son necesarios, Chica Conejo, ya que forman parte del hechizo que voy a aplicar en tí... Y ahora que por fin terminé la exploración de tu cuerpo, y sabiendo que todas las potenciales lastimaduras han sido besadas, podremos dar comienzo a la fase final de tu curación —besé su mejilla con cariño—. No te muevas...

Me incorporé sobre las rodillas. Y con cuidado de no aplastarla o golpear sus moretones, me coloqué fuera de la cama. La camisa se me pegaba a los músculos debido al calor que esta chica me generaba. Pero mi prioridad nunca había dejado de ser la obligación de curarla. Tomé nuevamente sitio en la silla, y empuñé la varita. Miré a Satoko a los ojos, y esta vez mi sonrisa fue más amable que pervertida.

—Este hechizo lo aprendí de mi abuela, cuando vivía en la montañas —dije, haciendo girar la varita entre mis dedos—. Como yo era un pequeño muy inquieto y disfrutaba de escalar o saltar de peñasco en peñasco, sufría accidentes y lastimaduras constantes. Cuando mi abuela me encontraba hecho todo un estropajo, simplemente besaba mis heridas y, tocándolas con la varita, las cerraba hasta dejarme como nuevo. Es un encantamiento que sólo ella conoce actualmente, pero lo aprendí de tantas veces que me lo aplicó. Esta será la primera vez que lo use con otra persona, así que siéntete privilegiada: el Lobo de Fuego te curará.

Dicho esto, me incliné hacia adelante. Con la punta de la varita, toqué los tobillos, las costillas y la cabeza de la Chica Conejo. Por unos segundos pareció no ocurrir la gran cosa, pero entonces se formaron punto de luz plateada allí donde la varita hizo contacto. Recordaba muy bien las caricias agradables de esas luces, que lo llenaban a uno de un calor que apagaba el dolor casi de golpe. Éstas se expandieron hasta cubrir la totalidad de las lastimaduras de Satoko, iluminando la habitación con suavidad, y se desvanecieron como humo.

Los moretones de la Chica Conejo desaparecieron. Al igual que su chichón. Ahora, ya no sentía ningún tipo de dolor.

 

Bergren [Habitaciones]

Satoko, como sin poder creerlo, apretó la zona donde antes se encontraba el moretón provocado por la profesora Agnes. Al saber que ya no sufriría la dolencia del espadazo, soltó una exclamación de exclamación. Me sonreí ampliamente cuando la estudiante se sentó sobre las rodillas, ya que su pechos danzaron un poco con aquel movimiento. Desgraciadamente, desaparecieron tras la tela de la camisa cuando los botones fueron nuevamente abrochados... Debí haberlos arrancado a mordidas.

"¡Muchas gracias, Bergren! Te debo una. Bueno, mejor no" me dijo, soltando a lo último una pequeña risa, a la cual me sumé.

—No permitiré que te hagan más daño —le dije, guiñándole un ojo—. Nadie puede tocar a mi Chica Conejo. Sólo el Lobo de Fuego tiene ese honor...

De pronto pude notar algo, casi de pura casualidad. La luz que emitía la vela de la habitación, recaía sobre los labios sonrientes de Satoko. Mi mirada aguda detectó lo que parecía ser una mancha de sangre cerca de la comisura izquierda, como si se lo hubiera mordido con demasiada fuerza...

Me incliné hacia adelante. Tanto, que apoyé mis manos y una rodilla sobre el colchón de la cama, invadiendo el espacio personal de la Chica Conejo. Ella se apartaba al mismo ritmo lento en que yo acercaba mi rostro al suyo. Pero su movimiento se vio interrumpido por la cabecera de la cama, y nuestros labios quedaron separados por una corta distancia.

—Te has lastimado el labio —sonreí—. Me gusta pensar que también tendré que curarlo...

 

Bergren
Colocó una de sus manos en mi pecho para frenarme, lo cual no hizo más que acentuar mi diversión y mi deseo. Satoko dijo que no era necesario aplicar mi hechizo en sus labios y se limpió la sangre con la lengua. Mi fueron interno se encendió en fuego, cuando imaginé su lengua paseando sobre mi cuerpo.

"¿Ves? Ya no está" dijo al cabo de un breve instante, mostrando su sonrisita... Apartó su mano, dejándome en libertad.

—¿Crees que eso me detendrá? —reí... Y me acerqué más.

Una brisa algo fuerte ingresó por la ventana abierta sacudiendo las cortinas. La pequeña llama que nos iluminaba se extinguió en un hilo de humo blanco. Nuestros labios se unieron en un beso largo, húmedo y muy caliente, acompañado de un ligero sabor metálico, mientras en el exterior las estrellas celebraban con sus tintineos, la excitante unión entre la Chica Conejo y el Lobo de Fuego.

 

Bergren [Habitaciones]

El dulce beso de la Chica Conejo hizo que mi cuerpo reaccionara, aunque me ahorraré decir de qué forma lo hizo. Destacaré simplemente que el suave contacto de sus labios me resultaba excitante, maravilloso como el paraíso. Hubo un momento en que sentí su mano posándose sobre mi hombro, en una clara actitud defensiva. Me preparé para seguir haciendo que tuviera el mejor beso de su vida, hasta que la resistencia cedió sin previo aviso... Mejor, eso me ponía las cosas más fáciles. Nos besamos largo rato, hasta el momento en que la falta de aliento nos obligó a separarnos.

"¿Qué ha... sido eso?" jadeó Satoko desde la oscuridad.

Reí dulcemente. Incluso cuando no podía verla a causa de la vela apagada, seguía siendo hermosa con la música de su voz. Extendí una mano para buscar su piel. Alcancé una de sus mejillas, aparté sus cabellos detrás de su oreja y la acaricié, sin decir nada. El destino de mi otra mano fue enlazar los dedos con los de la Chica Conejo...

Me aproximé... Volví a plantar un beso que dejó sus labios encendidos de calor.

Entonces, tomé la varita nuevamente, cuya punta encontró la boca de Satoko. Un punto de luz rompió las sombras, para después rodear la totalidad de sus labios, volviéndolos de un color plateado tan intenso que iluminó mi sonrisa. La miré a la ojos antes de que la luz desapareciera en forma de humo, dejando a Satoko completamente libre de lastimaduras.

—Eso era para curarte —jadeé. Nuestros dedos todavía se encontraban entrelazados—. Pero me movía otra razón: me gustas mucho, Chica Conejo. Aunque imagino que ya lo sabías —volví a soltar otra pequeña carcajada, mientras rememoraba cuando le mordí la oreja en el patio, cuando le robé aquellos besos en el comedor, o lo que acababa de pasar hace pocos minutos sobre esta cama... Y que seguiría pasando, obviamente.

 

Bergren
—¿Y qué con eso? —inquirí— Los lobos no esperamos: allí donde vemos una presa que es de nuestro agrado, atacamos sin molestarnos en dejar pasar las lunas y los soles... ¿Para qué aguardar, cuando el juego puede comenzar inmediatamente? Da lo mismo el tiempo, nos ponemos juguetones de forma instantánea, antes de dar inicio al disfrute del sabor...

Estaba todo oscuro, pero sabía exactamente en qué sitio de la sombra se encontraba cada parte de ella. Desabroché los tres primeros botones de su camisa con el fin de que bajara la guardia. Lo hizo cuando intentó cubrirse con las manos, instante que aproveché para besarla, lengua incluida, en la parte más sensible de su cuello... Y con las dos manos, la empujé suavemente para quedara tendida en la cama. Sentí la almohada hundiéndose bajo el peso de su cabeza.

Me coloqué encima de ella, apoyado sobre las rodillas y con las manos a cada lado de sus hombros. Me incliné y susurré a su oído, con voz galante:

—El Lobo de Fuego te comerá lentamente, Chica Conejo, de una forma que te gustará~

 

Elijah / Patio

—De cualquier modo —declaré de pronto, tomando asiento frente a Daiki y Eru—, mi clase fue un fiasco. El profesor nunca apareció. O puede que haya estado esperando en el lugar equivocado… hay una mínima posibilidad de que me haya equivocado de clase ahora que lo pienso. Mínima. Creo.

Me crucé de piernas y sentí como de mi bolsillo escapaba Abaddon, mi familiar. La hidra miniatura se dedicó a explorar el césped que era altísimo para ella ahora, cuando antes se veía tan pequeño y distante. Sonreí ante la criatura y luego extraje de mi otro bolsillo el paquete de cigarrillos, que iba por la mitad, saqué uno y me lo llevé a los labios.

—Estoy aburrido —declaré, suspirando, sacando mi varita de entre los pliegues de mi capa. Usé un pequeño encantamiento para hacer aparecer fuego en la punta del instrumento mágico y lo usé como un encendedor ordinario para encender el cigarrillo—. ¿Qué hacen por aquí para no aburrirse?

 

—jaja, nada de eso, solo unos cuantos moretones por el golpe pero no me rompi nada, puedes estar tranquila—le dije sonriendo.

 

Daiki/Patio

¿Por qué nos decía eso? Realmente no le había preguntado que tal le había ido en su clase, vamos, ni siquiera lo conocía más que de vista. Pero ahora podía decir que era todo lo contrario a Matthew, incluso fumaba. No era de mi agrado el cigarro pero no dije nada. Cuando preguntó que es lo que hacíamos para no aburrirnos, contesté de forma rápida:
—Enfrentarse a Agnes —sonreí un poco—. Con ella tienes para todo el día. Mi amigo Mathhew te lo puedo asegurar —agregué, aún con la sonrisa en mis labios.

 

Kuro Ken

Al fin había llegado, pero con un poco de retraso. Era un chico nuevo y probablemente nadie se había dado cuenta de que había llegado, pero tenía que conocer la Academia para no perderme después. Si tenía suerte podría encontrar a alguien que me ayudase, pero eso no era del todo importante.

—"¡Oh!" —Murmuré sorprendido, había olvidado algo importante. Revisé mi bolsillo y ahí estaba, un pequeño papel que me habían entregado al llegar — "Con que Rachel Kimura"

Tenía que buscarla, pero no sabía como era, como vestía,. siquiera que lugares frecuentaba. No me quedó otra opción que preguntar sobre su paradero, así que de inmediato corrí al patio para preguntarle a alguien.

 

Rachel.

Los primeros rayos de sol pegaron contra mi rostro lo que hizo que empezara a abrir los ojos, luego de sentarme y estirarme un poco voltee a ver a Fire y este se encontraba viendome, tal evz esperando que me terminara de despertar.

Tras salirme de la cama me dispuse a cambiar mi pijama por el uniforme de la academia y me puse la cama, Luego Fire se poso en mi hombro cuando hice que mi cabello se viera largo; tome mi varita y tras echarle una ultima mirada a Eliza, sali de la habitacion.

 

—Ya...La tercera vez que me pierdo, mejor voy a buscar el libro a la habitación..., y si duda, le explico..—murmuré, levemente molesta, estaba casi muerta de un leve cansancio, cada dos minutos me refregaba los ojos para tratar de despertarme, casi tardaba treinta minutos en llegar.

***

Una vez llegué a una de las habitaciones (cual creía que era la "A") traté de abrir la puerta, pero parecía que mi compañera había hechizado la cerradura, aunque no me lo esperaba, tenia lo hechizos correctos.

—Era..."Como una celebridad te vas a lucir, la puerta de mi habitación voy a abrir"—recité en voz mediana, y la puerta ya no tenia cerradura, la abrí con suma lentitud para evitar alguna molestia, una vez encendí una llama de mi varita, me quede shockeada al 100 por 100% al ver lo que pasaba.

—N-N-No es mi habitación..—dije por lo bajo, casi desmayandome de lo loco.


@Bruno EVF @Miss Phantomhive

 

Kuro Ken

Realmente estaba perdido y me daba vergüenza preguntar, no veía a nadie que solo de presencia me agradara para poder preguntarle acerca de una persona que quizá no conocía. Pero, para haberme mandado con ella suponía que era alguien conocida; o por lo menos que tuviese algún cargo importante.

—"¡Eso!" —Pensé— "¿Quién me mandaría con una alumna? Probablemente sea alguna profesora que me ayudará a interiorizarme" —Analizaba, mientras caminaba sin rumbo.

Si de alguien así se trataba, no conseguiría nada en el patio. Por lo menos tardaría un buen rato, quizá hasta entrar a clases para conocerle, así que decidí echar un vistazo a mi habitación.

 

Segui caminando a paso tranquilo y alegre mientras iba por los pasillos, segun recorde, hoy se iba a presentar la princesa a la academia.

—"Vaya...y aun no he terminado el acto con Fire...ta-tal vez, no sea hoy de verdad"—pense aun caminando luego baje la mirada mientras me rascaba la nuca, y sin querer choque con un Chico—ehm..lo siento.

 

Al momento de chocar con la chica, se me cayó el papel que indicaba el nombre de la persona que buscaba, me agaché para recogerlo y le dí mis disculpas.
—"La culpa es mía, andaba en otro planeta" —dije suavemente, y luego miré el papel que sostenía— "Uhm, ¿por casualidad conoces a esta persona?" —Pregunté, entregándole el papel.