Zero no Tsukaima Academia de magia de Tristan

La miré confundido, ¿qué era yo? ¿Un perro?
Sin embargo, con un suspiro de resignación, la seguí. Que mal tener que degradarme de este modo, eso me pasaba por querer ser mejor que los demás. Debía aprender a ser menos egoísta.
—En verdad lo siento —dije sin más, detrás de ella.. No era bueno tener enemigos apenas empezando el día—. Sé que no me preguntaste pero soy Daiki Uchida.

 

Matthew

En mi cruce por los pasillos pude escuchar un pequeño grito que se extendía por los pasillos, al acercarme un poco allí pude notar que Daiki había chocado con Elizabeth y ella no se notaba para nada contenta por eso. Pero al parecer todo estaba bien ahora, porque incluso Daiki se dispuso a seguirla después de que ella le hizo una seña.

— ¿Se perdió no? — miré a Aqua que se limitó a asentir levemente desde mi hombro, y sin mas cruzamos por su camino, si quería pasarlos tendría que rodear por un camino mas largo, tenía que pasar allí sí o sí

 

Elizabeth.

Sonreí levemente, estaba en lo correcto, él es amigable, lo mire de frente sin dejar de caminar (y claramente sin ver el camino)
—Y yo soy Elizabeth Zabat —sonreí nuevamente y tome aire —, y tranquilo, solo fíjate por donde vas la próxima, ¿entendido?

 

Daiki Uchida

Cuando me dijo eso, noté que dejaba salir un suspiro...No era tan mala como pensaba pero sabía que era hacerla fácil enojar...Y de contentar también.
Pero después escuché su última frase...parecía una orden, no me quedo más que contestar si quería tener amigos en los cuales confiar:
—Entendido Elizabeth —respondí con una sonrisa que ella no miró, porque estaba viendo al frente. Y ahora...¿qué decía? Escuché pasos detrás de mí y volteé. Era Matthew y sonreí, sin querer volví a chocar con Elizabeth. La miré con terror—. Esta vez, fue culpa de él —dije señalando a Matthew.

 

Elizabeth.

—Te dije que tuvieras cuidado —comente deteniéndome en seco y tomando aire, mire a donde apuntaba y fruncí levemente el ceño —, ¿como puede él tener la culpa?

 

Matthew

"Esta vez, fue culpa de él"

Me giré un poco y noté que Daiki me estaba apuntando, ¿qué había hecho yo?, que yo recuerde... nada solo el pequeño problema de Agnes, pero fuera de eso... nada importante, luego por otra parte noté a Elizabeth y me acerqué a ellos.

¿Qué pretendes Daiki?, ¿qué se enoje conmigo?

— Elizabeth, tiempo sin verte...— le saludé sonriendole — ¿Qué te ha hecho pasar Daiki? — pregunté con una leve risa, no me podría hundir con él lamentablemente

 

Daiki Uchida.

La miré con confusión, esta vez no se había enojado por lo que sonreí. De hecho no tenía la culpa de nada, solo buscaba librarme de está. Llevé una mano a mi nuca y sonreí abiertamente.
—Esta vez no te enojaste —dije de manera tranquila—. En realidad...de nada, solo lo vi y... —vi como él le hablaba, claro, ya se debían conocer. Suspiré. Dos vs uno (yo) no era favorable para mí. Les sonreí a ambos...Seguridad ante todo.

 

Elizabeth.

Le sonrei levemente a Matthew para luego mirar a Daiki y contar con los dedos.
—Me empujo al suelo dos veces y echándote la culpa a ti la segunda, ademas de tener suerte de que también caminaba al comedor —respondí un tanto molesta.

 

Matthew

Miré a Daiki y moví mi cabeza de lado a lado como si fuera un gesto des-aprobatorio, solo esperaba que no se lo tomara tan enserio — Cosas que no se le deberían hacer a una noble — dije mirando aun a Daiki y luego lo atraje hacia nosotros cuando pase mi brazo por su cuello — ¿Le pediste disculpas Daiki?

 

Daiki Uchida

¡Vaya! Escuchando lo que había hecho de terceros, sonaba como si fuera un idiota. Sacudí mi cabello en señal de incomodidad. Estaba a punto de decir (nuevamente) perdón pero Matthew me acercó a él.
—¡Claro! En verdad lo siento pero, es la maldición del "chico nuevo" —sonreí apenado. Era la verdad.

 

Elizabeth.

Mire divertida la escena, sonreí ampliamente jugueteando con mi cabello.
—¿Maldición del chico nuevo?, nunca oí de ella, tampoco recuerdo sufrirla en mi primer año —comente sin mirar a ninguno de los dos chicos ya que seguía concentrada en jugar con mi cabello.

 

Matthew

Me alivié un poco, tan siquiera había sonreído, tal vez ya le tuviera mas paciencia a Daiki por lo mismo, pero vamos...pareciera que realmente tuviera una maldición por ser alguien nuevo en esta academia.

—Yo tampoco la sufrí— dije soltándolo mientras arremangaba mis mangas de la camisa que me había puesto un poco — Creo que es una maldición para los de este año solamente, ¿no lo crees Elizabeth?

 

Daiki Uchida.

Fruncí el ceño, ahora resultaba que ellos había sido perfectos en sus primeros días de sus primero años. Bufé, ¿cómo podía ser el único que sufriera esta maldición? No podía dejar que me pisotearan así, ¿verdad?
—Oh, solo les pasa a las personas que son geniales —dije con una pequeña sonrisa. Tampoco buscaba molestarlos...

 

Matthew

— Nunca he dicho que yo fuera genial o algo parecido, pero ahora que mencionas que solo le pasa a esa clase de personas, me alegra no ser alguien... — reí levemente — Genial. — Daiki se había molestado un poco, nuevamente había fruncido el ceño, este chico tenía bastantes facetas muy curiosas y divertidas

 

Elizabeth.

—Ya tendrán tiempo para discutir después sobre res genial y la maldición de Daiki —comente molesta mientras me ponia al medio y tomaba a ambos chicos por la muñeca —, tengo hambre y si no como pronto me pondré de mal humor y eso es algo que nadie querrá ver —comente divertida mientras los arrastraba en direccion al comedor sin dejar de sonreír.

 

Daiki Uchida.

—Oh, para nada, se nota tu genialidad a distancia —traté de comentar con sarcasmo pero solo sonó como cumplido...Jamás sería bueno con ello. Estaba a punto de decir algo más pero Elizabeth me jaló de la mano, junto a Matthew para ir a comer. La verdad, estaba que moría, cuando comentó que se pondría de mal humor, sonreí—. Por alguna razón te creo, gracias por llevarme al comedor, no saben por todo lo que pase —dije, recordando como siempre llegaba al baño.

 

Bergren
Me movía con paso firme y rítmico a lo largo del pasillo que conducía al comedor de los estudiantes. En el transcurso tarareaba una canción, mientras que entre mis dedos hacía la varita mágica. Guiñaba mi ojo, con semblante seductor, a las chicas que se cruzaban en mi camino. Si no fuera por el hambre varias ya estarían con chupones en sus cuellos.

Más adelante, un poco lejos, noté tres figuras familiares que se encaminaban por el mismo pasillo que cruzaba yo. Reconocí a los chicos del salón donde se desgració Omega, y a la siempre atractiva Elizabeth, que arrastraba a los muchachos por las muñecas. Constituían una escena divertida, pero sentí celos de no ser yo uno de los que eran arrastrados por la chica de las coletas (o viceversa: yo atrayéndola a ella hacia el rincón más oscuro de la Academia, con palabras dulces).

Apresuré mi paso. Cuando los alcancé, empujé suavemente a los tres estudiantes mientras reía:

—El destino vuelve a juntar nuestros senderos en uno solo —reí—¿Cómo les va, tanto tiempo?

 

Matthew

Elizabeth nos comenzó a arrastrar por los pasillos para llevarnos al comedor, yo en algún punto del trayecto logré liberarme amablemente de su agarre para caminar a su lado, claro, tomándome la molestia de ignorar el sarcasmo casi cumplido de Daiki hacia mi persona hasta que la voz del asalta cunas llegó a nosotros después de un empujón, ¿y si la maldición realmente existía?, ¿Daiki me la estaría pasando?.

— Creo que prefería cuando estabas con Omega — comenté en un suspiro, Elizabeth se enojaría por ser la tercera vez que alguien lo empujaba, caso bueno: yo no había sido el provocador de ninguna

 

Daiki Uchida.

Me quede sorprendido, ¿tanto tiempo? Pero si lo habíamos visto hace poco minutos...
Chasqueé los dedos al recordar aquella situación...No entendía su nivel de perversión pero igual, tenía que hacerlo. Busqué en mi bolsillo y saqué la banana que me había dado antes un poco magullada para dársela.
—Ten...a mí realmente no me gustan las bananas —dije con seriedad. Era de verdad, las odia...me picaban el paladar y odiaba esa sensación. No sabía las consecuencia que traerían mis palabras, pero era parte de mi ser honesto. Escuché lo que dijo Matthew sin dejar de extender la mano con la banana para que el pelirrojo la tomara.

 

Bergren
—Yo también estoy contento de verte, Matthew —le sonreí irónicamente al estudiante rubio.

En lo que decía esto, Daiki me devolvió la banana que le había regalado, bajo la premisa de que no eran de su agrado. Puse una fingida expresión de decepción.

—Qué pena, es que tienes cara de que te gusta la banana —le dije encogido de hombros, recibiendo la fruta— ¿Y tu no quieres mi banana, Eli? —le pregunté a la chica, mostrándosela con una sonrisa supuestamente inocente.