One-shot Absolute ¡No puedo sacarlo de mi mente! [Wonderland x Hyouka]

Este escrito es para la historia de "Tea Time" de @Chispita. Aclaro que el sombrerero crea palabras raras.


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La cámara enciende, frente a ella hay una chica de gran belleza, con pelo negro y ojos oscuros con cierto destello en su pupila color violeta, saluda curiosamente a la cámara.

— Emmm, hola mi nombre es Chitanda Eru y pues no sé dónde estoy—dice dando una risilla un tanto nerviosa— hace unos momentos desperté aquí, estaba dormida por aquel árbol—Lo señala— hay un señor chistoso con un sombrero, una liebre feita y un conejito muy mono con un traje—. Conforme los va mencionando los enfoca con la cámara.

Luego de unos minutos todos se encuentran en unos troncos en medio de un extraño bosque, los aboles están pigmentados por colores bastantes extraños, algo se escucha graznar a lo lejos pero se pierde al instante como si de alguna manera se hubiera apagado.

—Está comenzando a ocurrir aquí—señala el hombre con el sombrero con cierta preocupación.

—Tenemos que apresurarnos, dile a la chica el problema para que pueda ayudarnos—dice una voz pero no puede verse nadie.


Poco a poco ojo por ojo y diente por diente va dibujándose la cara sonriente de un gato purpura que flota sin cuerpo en el aire como quien nada en el agua de una piscina, se recarga en sus garras delanteras y observa a Chitanda, ella lo mira curiosa.


—Hola, me llamo Feliz, espero cuando esto termine podamos compartir un té contigo, el Sombrerero y la Liebre.


—¡Té!, ¡Té! ¡Té! —exclama la liebre sumamente ansiosa.


—Luego de resolver el problema del sonido—le dice el sombrerero y la liebre quedó quieta.


—¿Problema de sonido? —repitió la niña en forma de pregunta.


—Claro jovencita por eso te hemos traído aquí—dijo el conejo mirando su reloj de bolsillo—no hay un minuto más que perder.


—Hace unos días—comienza a contar el Sombrerero—cororeaban los bribos en el soliciante sol, las corrientes aguosas de los ríos silbaban, desde el soberano castillo de la Reina Blanca, sonorizaban en un mismo cantar, pero poco a poco desde el horizonte algo los hizo callar y desde ese momento no han vuelto a hablar.


La chica escucha la prosa del sombrero atenta mientras ve la cara de los extraños habitantes del lugar un tanto preocupados.


—¿Entonces, realmente están quedándose sin sonido en este lugar? —la chica los observó consternada, que algo así ocurriera era muy extraño pero bueno a la vez no tanto considerando ese sitio.


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La imagen corta de nuevo y reaparece de nuevo con la chica mirando frente a ella.


—Los chicos han ido a ver hasta donde ha avanzado el efecto silenciador que afecta este lugar—rasca un poco su barbilla frunciendo el ceño pensando, luego suspira—quisiera que Oreki-san estuviera aquí, el realmente es bueno en este tipo de cosas—dice mientras suspira de nuevo— ahora que lo pienso probablemente pensarían en traerlo a él y no a mi…—Se queda por un momento pensando y da un golpecito en su mano pues ¡yo lo haré igual de bien! —exclama entusiasmada.

Unas hojas de un arbusto se mueven tras ella y voltea para ver de qué se trata, de entre el follaje surge una pequeña oruga azul que se para en la punta de una de las hojas y parece observarla.


—Hola—murmuro la oruga


La chica lo mira sobresaltada pero su curiosidad puede más y se acerca de nuevo.


—Hola, amiguito, ¿me llamas a mí? —cuestiona la chica dando una sonrisa.

—Claro que si—contesta la oruga con una voz grave e impotente e impropia para su tamaño, lo que le resultaba un poco divertido—me llamo Absolute y yo puedo ayudarte.

La joven sonríe entusiasmada juntando sus manos hacia su rostro. Lo mira fijamente a los ojos y comienza a hablar rápida y ansiosamente.

—El Sombrerero habló que poco a poco las cosas han ido perdiendo el sonido, los pájaros, los arrollos, las mismas criaturas que pueden hablar, todo se ha ido, me pidieron ayuda…—Para este momento estaba muy cerca de él tenía los ojos abiertos completamente anhelante— Tienes que ayudarme yo…¡No puedo dejar de pensar en ello!

El sabio y soberbio Absolute por primera vez en su vida se encontraba nervioso, sin palabras y con un ligero rubor en sus mejillas azuladas, el encanto de lo que sea que hubiera hecho la chica lo había provocado.

—Emm…—balbuceo, tocio algunas veces para aclarar su garganta y la miro a los ojos de nuevo—lo haré, te explicaré jovencita lo que ocurre, en este mundo como en cualquier otro todo tiene un principio y un fin, pero aquí está todo aconteciendo al mismo tiempo en cada confín—comienza a decir mientras se enreda en seda.

Mentalmente Chitanda repite su el enunciado que acaba de decir completamente ensimismada en sus pensamientos.

—¿Pero eso que significa? —la chica pregunto volteando hacia él.

En ese momento la oruga se encuentra ya mimetizado dentro se capullo sin posibilidad de poder prestar atención en el exterior Absolute esperando su metamorfosis. La chica entonces presiono los puños y sus labios con incertidumbre, tratando de encontrar sentido a esas palabras.

—En este mundo como en cualquier otro todo tiene un principio y un fin, pero aquí está todo aconteciendo al mismo tiempo en cada confín—repite una y otra vez.

Escucha que vuelven y siente un poco de ansiedad al no poder llegar a una conclusión, pero en ese momento observa el cielo. Para confirmar su hipótesis mira su reloj, una idea había llegado a su mente.

—Las ocho de la noche, pero el sol aún está brillando—levanta un poco más la mirada por encima de unos hongos gigantescos—todo al mismo tiempo—repite esta vez sonriendo— ¡Si el sonido está desapareciendo y todo en este lugar permanece al mismo tiempo, tiene que estar escondido en algún lugar!

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Cuando la cámara enciende de nuevo, Chitanda escala entre unas rocas con ayuda del Sombrerero frente a una mística cascada de la que brota un líquido de color azul, que cuando cae hacia el lago de abajo se vuelve de un rojo intenso, en cuanto terminan de cruzar las rocas comienzan a moverse y le salen unas pequeñas patitas así como un par de ojos, correteando de un lado a otro, la chica ve esto y sonríe divertida.

—Si Mayaka,Sitoshi o Oreki-san vieran todo esto, seguro que cuando se los muestre creerán que es una película, es totalmente increíble.

—Te sorprendería saber cuántas cosas hay que tu mundo que les son difícil creer y como les cuesta hacerlo así estar a su lado no pueden verlas—dice sonriendo el Sombrero—hay que estar loco para hacerlo.

—Loco…—murmura mientras daba una risita.

El Sombrerero sonríe también, pero al instante se pone serio, levanta la vista.

—¿Qué ocurre? —pregunta la chica

—No escucho a nadie más…—señala el Sombrerero.

Ambos voltean y tanto el gato como la liebre les llaman a gritos pero estos no emiten nada, la chica apenas alcanza a esquivar una taza que arroja la liebre.

—Oh no los ha alcanzado a ellos también

—Bueno al menos la liebre no ha perdido eso.

—Pero, ¿cómo hacemos para ayudarlos?, si tan solo…

Un silbido se escucha a lo lejos era bastante claro en medio de la quietud, la chica sin pensarlo dos veces comenzó a seguirlo entre más se acercaba más se incrementaba los sonidos, ella sonreía entusiasmada. Los tres habitantes del país de las Maravillas que iban con ella, la seguían de cerca habían escuchado lo mismo que Chitanda en ese momento a sus oídos llegaron cientos de sonidos a su alrededor: risas, cantos, voces. Sería aturdidor si todo no fuera como una especie de sinfónica todo con un orden y sintonía.

Chitanda abre sus ojos totalmente atónita, la cámara proyecta a unos pequeños seres llenos de pelo con cada andar emiten el sonido de una sonrisa, al levantarla en el cielo unas aves de grandes piernas y de un color verdoso, graznaban con gritos de todo tipo, entre las llanuras unas criaturas gigantescas con unos ojos grandes cantaban en distintos tonos, así criaturas extrañas, extravagantes, grandiosas y fantásticas se ven por miles cada una la forma física de cada sonido en aquel lugar que a falta de una descripción más exacta a relación a este mundo parecía fabricado de piedras preciosas en cada uno de los aspectos que lo formaban, arboles, agua, césped, que refractan el sonido emitiendo destellos por cada uno más agudo que se produce.

La chica sigue avanzando mientras veía al Sombrerero caminando a su lado, los dos han visto como las criaturas se reúnen en el centro del lugar, era seguro que allí estaría lo que los había hecho reunirse, reconoce un poco esa melodía que se escuchaba a lo lejos, vio unas campanillas aleteando mientras tintineaban sobre ella, algunas ranas hechas con platillos y bombos bando saltitos, un perrillo pianquines entonando soles y bemoles, así como un curioso minino de cuerdas dando un agudo mientras las cuerdas de su cuello se mueven con son.

La cámara se inclina un poco y Chitanda sorprendida al ver el origen de toda esta aventura, lo gira entre sus manos y se lo muestra al Sombrero.

—¿Sabes que es esto? —le pregunta.

El Sombrerero lo mira extrañado, jamás había visto algo así en su vida.

—¿Qué es?, ¿qué es lo que está haciendo? — responde con pregunta estupefacto.

—Se llama música y no ha hizo él, solo la tiene almacenada, es un teléfono móvil no creo que tengan ese tipo de cosas aquí—la chica sonrió y presionó un botón para apagarlo, al hacerlo las criaturas comenzaron a dispersarse— todo aquí debe de volver a su lugar.

—Pero Chitanda y la música, es muy hermosa ¿Qué pasará con ella?.

A lo lejos se escucha un suave silbido con la misma melodía, suave y fresca entonada por un curioso risobon. La chica lo mira a los ojos mientras la liebre y Feliz se acercan, él le sonríe también.

—Ahora este país tiene una maravilla más.

Apaga la cámara.

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Si quieren saber de donde vino el cel, bueno me dicen eso es otra historia.