Harry Potter A través del Multiverso

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por Andromeda, 20 Marzo 2022.

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  1. Threadmarks: Capítulo 23: El juicio Malfoy
     
    Andromeda

    Andromeda Entusiasta

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    A través del Multiverso
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
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    4900
    Lucius preso.jpg

    Es el día del juicio de Malfoy y oigo a mi tía llamarme para indicarme que Dumbledore ya está aquí para llevarme al Ministerio. Bajo las escaleras y me quedo parada en el último escalón al ver la expresión de sus caras.

    - ¿No tienes un vestido que tape más? – me pregunta mi tía mirando mis piernas.

    - Es el vestido más elegante que tengo. Tengo que igualar en elegancia a la Sra. Malfoy – le contesto sonriendo.

    - Narcissa no llevaría nunca un vestido tan corto – me asegura mirándome seria.

    - Ni yo tampoco… me siento muy incómoda – le digo tirando de la falda hacia abajo, la cual, claro está, no baja. – Me lo regaló Sahra y no lo había estrenado aún. Quiero causar buena impresión en el juicio… los tejanos ya no son una opción - le protesto y veo como alza una ceja. – ¿Es que no me queda bien? – le digo preocupada y señalando el vestido.

    - Estoy convencido de que ningún miembro varón del Ministerio pasará por alto tu apariencia – me indica Dumbledore poniéndose un poco sonrojado.

    - ¡Perfecto! – les digo irónica. – Tranquilos… iré a cambiarme – les anuncio dándome la vuelta y subiendo las escaleras.

    - No es necesario, mi niña… ¡Estás preciosa! – oigo decir a mi tía a mi espalda y me giro para mirarla.

    - ¿En serio? – le pregunto y ella asiente con la cabeza. Vuelvo a bajar los escalones subidos y la abrazo.

    Me miro por última vez en el espejo de la entrada y puedo ver el vestido negro entallado en la cintura y con vuelo en la falda. Lleva dos tirantes gruesos que desembocan en un escote con forma de V, suficientemente pronunciado. En ambos costados tiene dos bordados florales en tonalidades rosa. Colgando de mi cuello el amuleto y el colgante de Harry, en mi muñeca también su pulsera y en el dedo el anillo de Draco. Llevo unas sandalias negras de tacón alto bastante cómodas y un bolsito negro de mano con el móvil y mi cartera. El pelo lo llevo suelto como de costumbre, con los rizos cayendo en cascada por mi espalda. Solo me he puesto un poco de rímel y me he pintado los labios de brillo. Me veo tremendamente sexi para ser tan temprano, tal vez me haya pasado por querer impresionar en el juzgado.

    Me acerco a Dumbledore para irnos y nos metemos en la chimenea. Empiezo a acostumbrarme a usar la red Flu para viajar. En un abrir y cerrar de ojos aparecemos en el vestíbulo del Ministerio y, puedo comprobar a nuestro paso, que ya está todo reparado, como si aquí no se hubiera librado una batalla. Nos dirigimos con premura hacia los ascensores.

    Siento como se clavan las miradas en mí y me hacen sentir incómoda. No estoy acostumbrada a ser el centro de atención, ya que no suelo vestir así, y vuelvo a pensar que ha sido una mala idea.

    Nos introducimos en uno de los ascensores y bajamos. Cuando las puertas se abren, la voz automática nos indica donde estamos: “Novena planta: Departamento de Misterios”. Bajamos y sigo a Dumbledore por el pasillo de paredes de azulejos negros. Llegamos al pasillo en el que está el tramo de escaleras estrechas que llevan abajo y puedo ver a Harry y al Sr. Weasley esperando.

    - ¡Harry! – exclamo al verlo y me lanzo a sus brazos.

    - ¡Sophi! – exclama y me abraza con fuerza.

    - ¡Sr. Weasley! – lo saludo desde los brazos de Harry y él me saluda tímido con la cabeza.

    - Bien… ¡Esperad aquí! - nos ordena Dumbledore. – Arthur, quédate con ellos – le indica y lo vemos bajar las escaleras. Nos quedamos los tres esperando a que vuelva.

    - ¡Estas muy… bonita! – me dice Harry mirándome de arriba abajo.

    - ¡Gracias! – le agradezco sonriendo. – Un trapito que tenía en el armario – le comento irónica.

    - Pues ese trapito te hace ver… ¡Impresionante! – me dice sonriendo como un tonto, mirando mis piernas.

    - ¡Eh! – le grito para llamar su atención – ¡Mis ojos están aquí! – le digo levantándole en mentón con la mano para que me mire a los ojos. Él se ríe risueño y coge mi mano para hacerme dar una vuelta sobre mi misma.

    - Y el resto de tu cuerpo está aquí – me dice riendo y le doy un empujón por el pecho para que deje de meterse conmigo.

    El moreno tira de mí mano y me pega a su cuerpo, abrazándome y haciéndome reír. Siento como me besa la mejilla y lo vuelvo a empujar para que se comporte. Veo la incomodidad del Sr. Weasley y como se sonroja.

    - ¡Para Harry! – le advierto bajito señalando disimuladamente con la cabeza a Arthur. Harry aguanta la risa y se coloca junto a mi como un niño bueno.

    - No sabía que erais novios – nos dice sonriendo finalmente después de un largo silencio.

    - ¡Ah!... no… No lo somos – le contestamos prácticamente al unísono.

    - ¡Oh! Perdonad… yo pensé… - nos dice tartamudeando y avergonzado.

    - ¡No! ¡No! Tranquilo… no pasa nada - le digo para quitarle importancia y Harry me mira preocupado.

    Veo aparecer a Perci por el pasillo, el cual se dirige hacia las escaleras para bajar a la sala del tribunal del Wizengamot. Me mira de arriba abajo con cara de atontado al pasar a nuestro lado y noto como Harry, tira disimuladamente de mi falda hacia abajo como si quisiera alargarla. El pelirrojo ve la acción de mi hermano y siente la colleja que le propina su padre a su espalda. Avergonzado baja las escaleras tan rápido que creo que terminara rodando por ellas.

    Dumbledore aparece tras Perci y nos indica que le sigamos. Harry lo sigue y yo bajo las estrechas escaleras cogida de su mano, seguida del Sr. Weasley.

    Cuando llegamos a la sala puedo observar como el Ministro Rufus Scrimgeour, sucesor de Cornelius Fudge, y sus colegas, ya están sentados en sus respectivos escaños. La prensa, encabezada por Rita Skeeter, está situada en la primera fila del palco frente al tribunal. En cuanto me ve, me mira con la boca abierta y empieza a hablar con su pluma sin quitarme la vista de encima, la cual empieza a escribir en el cuaderno muy rápidamente. Un flash me informa que acaban de tomarnos una foto a Harry y a mí.

    Frente al tribunal, de manera central, puedo ver una especie de jaula unipersonal donde se encuentra encerrado de pie, el Sr. Malfoy, con un aspecto deplorable. Lleva el típico traje de presidiario de rayas, pero en gris y blanco en vez de negro y blanco, y está roto, como si estuviera roído. Una venda desgastada envuelve su mano derecha y otra en cabestrillo sujeta su brazo izquierdo. En el cuello lleva una especie de collarín. ¡Pues sí que le dio fuerte Sirius!

    A la izquierda del tribunal, en la primera grada junto a las escaleras de acceso, se encuentra la Sra. Malfoy y, como era de esperar, espléndidamente vestida. A su lado su hijo Draco, con su imponente traje negro, el cual hace destacar su precioso cabello platino.

    Draco me ve y me mira con sorpresa. Me da una repasada de arriba abajo y observo su expresión en cuanto detecta que Harry me lleva de la mano. Todo su cuerpo se tensiona y lo veo hacer el amago de levantarse con los puños cerrados, pero su madre lo para e intenta relajarlo diciéndole algo. Veo como asiente sin despegar su mirada de mí.

    - Sentaos allí – nos indica Dumbledore señalando la segunda grada tras la prensa. Subimos los escalones y veo que Tonks, Lupin y Moody están sentados en esa grada. Nos sentamos los tres junto a ellos, a la espera de las ordenes de Dumbledore, el cual se ha acercado al tribunal.

    - El nuevo Ministro le ha pedido a Dumbledore que represente a la acusación – nos informa Ojo Loco en un susurro a Harry y a mí.

    - Si, lo sabemos… ¿Y el representante de Malfoy? – le pregunto extrañada de no ver a nadie más junto al estrado.

    - No tiene. En este tipo de juicios el acusado tiene que valerse por sí mismo – me responde Ojo Loco y me quedo mirándolo con cara de flipada.

    - ¿En serio? ¿No tiene abogado? – le pregunto atónita y él niega con la cabeza.

    - Tiene abogado, pero solo le puede asesorar en cómo tiene que defenderse, no puede intervenir en el juicio – me explica Remus como el buen profesor que es.

    - Se merece ir a Azkaban, pero todo el mundo tiene derecho a una defensa digna y para eso necesita un abogado – les digo preocupada.

    - No estamos en el mundo muggle… Aquí las cosas funcionan de otra manera – me dice Arthur intentando justificar su sistema judicial.

    Me quedo mirando la jaula y una sensación de profunda pena me inunda. Miro a los Malfoy y se me parte el alma al ver sus caras afligidas mirando a su padre y esposo.

    - ¡Silencio! – ordena Scrimgeour y toda la sala se queda callada. – Juicio Penal del 28 de junio sobre los delitos cometidos el día de autos por Lucius Malfoy residente en la Mansión Malfoy de Wiltshire – comienza a decir para dar inicio al acto. – Como es bien sabido, este tipo de juicios se realizarán sin abogado defensor y el acusado deberá defenderse solo - continúa Scrimgeour mirando a Lucius, el cual asiente asustado. - El representante de la acusación elegido por este tribunal será el Sr. Albus Dumbledore – prosigue Scrimgeour mirando ahora al director. – ¿Cómo se considera el acusado? – le pregunta tras una breve pausa el Ministro a Lucius, mirándolo de nuevo.

    - Inocente – dice Malfoy lo más entero que puede.

    - Que conste en acta – indica el Ministro mirando al resto de la tribuna.

    – La acusación puede comenzar – le ordena a Dumbledore haciendo también un movimiento con la mano para que hable.

    - Con la venia señoría – comienza Dumbledore haciendo un leve movimiento de cabeza hacia el Ministro. - Estamos aquí para juzgar los actos delictivos ocurridos en el día de autos, en este mismo Ministerio, por Lucius Malfoy, reconocido mortífago al servicio del Sr. Tenebroso – comienza Dumbledore su alegato. – Los hechos ocurrieron en el Departamento de Misterios y en la Cámara de la Muerte. Demostraremos que el acusado intimidó, amenazó y atacó a siete adolescentes con la ayuda de otros mortífagos. Su objetivo… la profecía destinada al Sr. Harry Potter – explica Dumbledore y luego nos mira, haciendo que mis nervios empiecen a aflorar. – Como consecuencia de dichos actos, el Sr. Sirius Orion Black, en su empeño por proteger a los jóvenes del peligro que les acechaba, perdió irremediablemente la vida – termina su introducción el director.

    Siento como Harry me aprieta la mano al escuchar el nombre de su padrino y veo su mirada clavada en la jaula de Malfoy.

    - Harry… no fue él – le digo sujetando su mejilla y haciendo que me mire. Un pequeño asentimiento con la cabeza es lo único que recibo.

    - Por todos estos hechos, la acusación pide para el acusado… cadena perpetua – expone Dumbledore.

    Escucho una exclamación de horror de Narcissa que me hace mirar a la grada, viendo la cara tensa de Draco consolando a su madre. Miro hacia la jaula y veo la cara de pánico de Lucius.

    - Puede llamar a su primer testigo – le indica el Ministro a Dumbledore.

    - La acusación llama al estrado al Sr. Harry Potter – dice Dumbledore.

    Ambos giramos la cabeza sobresaltados al escuchar el nombre de Harry, el cual me mira nervioso.

    - Tranquilo… - le aconsejo y el asiente con una leve sonrisa.

    Me pilla desprevenida el rápido beso en los labios que me da para coger fuerzas antes de levantarse de la grada y bajar las escaleras. Camina tímido hasta la silla de interrogatorio y se sienta. Ahora está frente a Lucius, el cual lo mira asustado. Observo a Draco mirar al moreno como si quisiera asesinarlo.

    - ¿Puede decir su nombre completo para dejar constancia? – le pregunta el director.

    - Harry James Potter – dice el chico bastante nervioso.

    - ¿Puede contar al tribunal que hacía en el Ministerio la noche de autos? – le pregunta Dumbledore.

    - Tuve una visión donde Voldemort torturaba a Sirius en el Departamento de Misterios. Le exigía que le entregara la profecía... así que vine para salvarlo – contesta Harry y se escucha revuelo en la sala.

    - ¿Vino solo? – pregunta Dumbledore subiendo un poco el tono.

    - No. Me acompañaban mis amigos – reconoce Harry.

    - ¿Encontraste al Sr. Tenebroso y al Sr. Black en el Departamento de Misterios? – le pregunta el director.

    - No. Cuando llegamos no había nadie, así que buscamos la profecía… Me sorprendió que en ella pusiera mi nombre – explica.

    - Sabías que las profecías solo pueden ser recogidas por la persona para la que ha sido concebida, ¿no es así? – le pregunta serio.

    - No, señor – le responde Harry. – No lo sabía -

    - ¿Y qué paso después? – pregunta Dumbledore.

    - Apareció el Sr. Malfoy acompañado de Bellatrix Lestrange y otros mortífagos – le dice el chico y se escuchan murmullos en el tribunal.

    - ¿Qué quería? – le vuelve a preguntar.

    - La profecía – le responde Harry.

    - ¿Para qué quería el Sr. Malfoy la profecía? – le pregunta a Harry.

    - Para entregársela a Lord Voldemort – le responde y se escucha un revuelo de murmullos.

    - ¿Se la diste? – continúa preguntando con tono fuerte para ser escuchado y acallar las voces.

    - Al principio no… pudimos huir, pero después nos atraparon y amenazó con matar a mis amigos si no se la daba – contesta Harry.

    - Así que se la diste – le insiste el director.

    - Sí, señor – responde el chico.

    - ¿Qué pasó con la profecía? – le vuelve a preguntar.

    - Se rompió cuando Sirius le golpeó y cayó al suelo – le responde Harry.

    - ¿El Sr. Black? – le pregunta Dumbledore.

    - Si… apareció junto con algunos miembros de la Orden para ayudarnos – le responde.

    - ¿Qué hizo entonces el Sr. Malfoy? – le pregunta a Harry.

    - Atacó a Sirius – le responde.

    - ¿Solo al Sr. Black? – le pregunta levantando una ceja.

    - Si. Pero otro mortífago si me atacó y tuve que defenderme - le dice el moreno.

    - ¿Qué paso después? – le vuelve a preguntar Dumbledore.

    - Derroté al mortífago y Sirius al Sr. Malfoy – le contesta el chico mirando a Lucius. – Creí que todo había terminado hasta que escuché a Bellatrix lanzar la maldición sobre Sirius… me quedé paralizado – dice Harry con lágrimas en los ojos.

    - Tranquilo Harry – le dice Dumbledore poniendo su mano en el hombro del chico. - Eso es todo señoría – le indica Dumbledore al Ministro.

    - ¿Algo que añadir el acusado? – le pregunta Scrimgeour a Lucius.

    - Yo no maté a Sirius Black ni tampoco les hice daño a los chicos – dice Lucius con el tono de voz elevado. – Díselo Harry… diles que no os hice daño a ninguno, que solo fui por la profecía – le suplica Malfoy a Harry, el cual lo mira y no dice nada.

    - El testigo puede retirarse – le dice Scrimgeour a Harry sin mirarlo.

    Dumbledore le indica a Harry que se levante y vuelva a su sitio. El chico obedece y se encamina hacia la grada.

    - Puede llamar a su próximo testigo – le indica el Ministro al director.

    - La acusación llama al estrado a la Srta. Queen – dice Dumbledore.

    Miro al director nerviosa y mis ojos buscan la cara de Draco, el cual me mira muy sorprendido. Me levanto ayudada por el Sr. Weasley y bajo con cuidado las escaleras, no me fio de mis pasos con tacones y puedo terminar rodando por ellas. Cuando llego abajo me cruzo con Harry, el cual roza con sus dedos los míos y me mira. Me paro y retiro una lágrima de su mejilla, provocando en él una pequeña sonrisa.

    Camino con paso firme, haciendo sonar los tacones por toda la sala hasta llegar a la silla de interrogatorio. Una vez allí me siento con las piernas cruzadas.

    Veo al Sr. Malfoy frente a mí, mirándome con ojos de desesperación. Miro inquieta la grada de los Malfoy y puedo observar incertidumbre en el rostro de Narcissa, pero la expresión que ahora muestra Draco al mirarme no soy capaz de interpretarla. Un carraspeo a mi lado me saca de mis pensamientos.

    - ¿Puede decir su nombre completo para dejar constancia? – me pregunta Dumbledore.

    - Sophia Queen – le contesto lo más serena posible.

    - Bien, Srta. Queen, recapitulemos – me dice Dumbledore y yo asiento con la cabeza.

    - ¿Usted acompañaba al Sr. Potter en su incursión al Ministerio la noche de autos? – me pregunta el director.

    - Si. Vine para ayudar a mi amigo – le contesto y miro de reojo a Draco, el cual muestra cara de enfadado.

    - ¿No tenía miedo de enfrentarse a magos experimentados siendo usted una simple muggle? – me pregunta y creo ver por dónde quiere ir.

    - Si, tenía miedo… pero no era la primera vez que me enfrentaba a un mortífago y salía victoriosa – le digo muy serena.

    - ¿Se ha enfrentado a un mortífago con anterioridad? – me pregunta el Ministro sorprendido.

    - Si. En mi casa de Londres… el día que mataron a mis padres e intentaron secuestrarme – le respondo a Rufus, el cual me mira perplejo.

    - ¿Y cómo se defendió sin magia y sin varita de un mortífago? – me vuelve a preguntar.

    - Con el flas del móvil y una patada en los genitales – le digo seria.

    Un “¡Uy!” general se escucha en la sala y a más de uno se le ha venido la imagen a la cabeza. Veo como Draco me mira y se relame los labios, terminando con una pequeña sonrisa ladeada.

    - ¿También se defendió en el Ministerio de la misma forma? – me vuelve a preguntar el Ministro.

    - La verdad es que fui protegida por Harry en todo momento y también por nuestros amigos – le aclaro al Sr. Scrimgeour. – Solo estuve desprotegida frente a Bellatrix –

    - ¿Qué paso? – me pregunta Dumbledore.

    - Ella aprovechó que Harry luchaba contra un mortífago para separarme de él – le explico al tribunal. - Me agarró y me puso la varita en la garganta… quería que mirara como el Sr. Malfoy acababa con el Sr. Black – le explico al director.

    De pronto la Sra. Malfoy se levanta mirándome con desprecio por haber acusado a su marido, aceptando que el juicio lo tiene ya perdido. Veo como le da un tirón del brazo a Draco para hacerlo levantar y, una vez se pone en pie, comienzan a caminar por la grada hasta salir y subir las escaleras, abandonando así la sala, el juicio y a su marido.

    - Pero eso no sucedió, ¿verdad? – me pregunta el director haciéndome volver la mirada al tribunal.

    - No. El Sr. Black venció al Sr. Malfoy y eso la sacó de quicio y se dispuso a atacarlo. Yo me adelanté a sus movimientos y le propiné un derechazo en la mandíbula que la envío al suelo inconsciente… o eso me hizo creer… - confieso abatida. – Cuando me descuidé aprovechó para atacarlo con la maldición imperdonable y luego se regocijo de haberlo asesinado – le confieso dolida mirando al Dumbledore.

    - ¿Algo que añadir el acusado? – le pregunta el Ministro a Lucius.

    - Ya la han escuchado… fue Bellatrix no yo… yo no lo maté – vuelve a insistir el reo. – Ni tampoco les hice daño a ninguno de los chicos… Sophi, ¡díselo!... Diles que no puedo hacerte daño – suelta de pronto y me tenso en la silla. – No puedo hacerle daño porque… - Dumbledore da unos pasos hacia Malfoy muy preocupado. -… ella es la prometida de mi hijo Draco – confiesa y mi cuerpo se relaja. Compruebo que el director se ha frenado en seco y respira aliviado.

    Está claro que Lucius es muy inteligente, ni estando en esta situación va a delatarme como la profecía. El que quede en secreto es beneficioso para ambos bandos, sin la necesidad de meter al Ministerio en esto.

    - ¿Es eso cierto? – me pregunta Rufus intrigado.

    Levanto la mano para mostrar el anillo en mi dedo. Veo la sonrisa que desprende Lucius desde la jaula.

    - Observo que no tiene apego a la familia Malfoy ya que está declarando en contra de su futuro suegro – me dice el Ministro con una leve sonrisa.

    - No declaro en su contra, cuento lo que pasó, que es para lo que se me ha convocado – le digo algo molesta y el Sr. Scrimgeour me mira serio.

    - ¡Actué bajo la maldición Imperius! – grita Lucius desesperado hacia el tribunal.

    - No actuaba bajo ninguna maldición – le digo al Sr. Scrimgeour y Lucius me mira muy tenso.

    - Esta vez no nos vamos a tragar lo de que fuiste sometido por la maldición Imperius – le grita Scrimgeour y Malfoy traga fuerte. - ¿Cómo es posible que un mortífago del Sr. Tenebroso, un aferreo defensor de la sangre pura, una su impoluto linaje al de una muggle? – le pregunta ahora a Lucius, el cual se queda sin palabras.

    – He ahí la pregunta clave – le digo al Ministro, el cual me mira intrigado. – Y ahora pregúntense también cual es la verdadera razón por la que actuó así – digo mirando al tribunal.

    Veo como Dumbledore se me va acercando lentamente mirándome muy tenso. Tanto el Sr. Scrimgeour como el resto del tribunal me miran confusos.

    – EL MIEDO… el miedo es siempre el mayor detonante – les aclaro comenzando así mi camuflado alegato final. – El miedo a que Voldemort lo mate o peor aún… mate a su esposa y a su hijo si no obedece sus órdenes – les explico con firmeza. Todos me miran pensativos y Lucius asombrado.

    - ¿Crees realmente que el miedo es lo que mueve a Malfoy? - me pregunta Dumbledore bajito cuando llega a mi lado y me mira fijamente.

    - No lo creo, lo sé – le susurro muy convencida y él asiente.

    – Sé que no es la primera vez que el Sr. Malfoy es acusado de ser un mortífago a las órdenes de Voldemort. Tal vez se convirtió en mortífago por la convicción de que hay que mantener la conservación de los linajes de magos de sangre pura y el rechazo a que esta se mezcle con la sangre de muggles, creando así, magos mestizos o generaciones de magos hijos de muggles. Tal vez, después de haber sido arrestado en la primera guerra mágica y juzgado por mortífago, sea cierto o no que fue sometido por la maldición Imperius, haya cambiado su forma de pensar una vez rehecho su vida y su estatus social. A la vista está que siendo muggle, soy la prometida de su amado hijo – les voy contando y algunos del tribunal asienten. – Tal vez, los mortífagos planearon la vuelta de Voldemort y, este a su vez, lo obligó a servir bajo sus órdenes con la amenaza de matar a su familia si no se sometía – hago una pequeña pausa antes de proseguir. - Yo estuve en el cementerio con Harry el día que Lord Voldemort resucitó. Atada y colgada de una estatua, con cuerdas mágicas que me quemaban y cortaban la piel de las muñecas cuando intentaba soltarme. – escucho exclamaciones de horror entre los componentes del tribunal. - El Sr. Malfoy también estaba allí, como uno de los mortífagos de Voldemort… - veo la expresión de pánico del Lucius y la sonrisa en la cara del Ministro - … pero si él no me hubiera soltado a escondidas del mago psicópata y ayudado a escapar, en este momento estaría muerta - exagero el final para hacerlo más dramático y los murmullos se hacen muy audibles en la sala. – Por eso, cuando un mortífago ayuda a una muggle a escapar de un mago desquiciado, salido de un caldero bajo un hechizo de sangre, hay que plantearse cuál es la verdadera razón por la que se encuentra en ese bando. Y la más lógica es que el Sr. Malfoy obedeció las ordenes de Lord Voldemort por miedo. Es tan víctima como nosotros en este momento – sentencio seria y el Ministro me mira perplejo.

    - ¿Ayudaste a la Srta. Queen a escapar del Sr. Tenebroso? – le pregunta a Lucius, el cual asiente enérgicamente con la cabeza. – Hay algo que no encaja… ¿Por qué el Sr. Tenebroso está tan interesado en una simple muggle? – me pregunta Scrimgeour curioso y me quedo congelada.

    - Supongo que porque soy la única muggle en el mundo mágico y matarme sería una gran muestra de su poder – le digo encogiéndome de hombros.

    – No creo que pretenda matarte… - dice Scrimgeour pensativo. - Tú no estarías aquí si no hubiera enviado a uno de sus mortífagos a matar a tus padres y a secuestrarte… ¿Por qué secuestrarte? ¿Qué quiere de ti? – me pregunta confuso.

    - No sé, pregúntele… me está hablando de un mago loco y psicópata que ha engañado a la muerte… - le digo al Ministro encogiéndome de hombros.

    - Quiere algo de ti, eso está claro… Te tuvo atada en el cementerio y, según el ex-ministro Fudge, intentó llevarte la noche de autos – me explica el Ministro mirándome fijamente, mientras algunas personalidades del tribunal se reúnen para cuchichear entre ellos.

    Mi corazón late acelerado al recordar cada intento de secuestro. Si el Sr. Scrimgeour supiera que también lo intentó ayer, me encerraría hasta averiguar la verdad.

    - Bueno, ya investigaré eso en otro momento. Ciñámonos al asunto que nos ocupa hoy – dice el Ministro cambiando de tema. – Entonces, según tú opinión, ¿deberíamos adsorber a Lucius Malfoy de los delitos de los que se le acusa? – me pregunta el Ministro con una sonrisa pícara en la cara.

    - No… no digo eso – le respondo y Malfoy me mira con los ojos muy abiertos, mientras que Scrimgeour me mira curioso. – Merece ir a Azkaban -

    - Pero no crees que cadena perpetua sea una condena justa, ¿no es así? – me vuelve a preguntar el Ministro.

    - No, no lo sería – le respondo sincera.

    - Y ¿Cuál sería la condena que consideras justa? – me pregunta con ironía.

    - Cinco años – le suelto con convicción. – Tiempo suficiente para recapacitar sobre sus delitos-

    - Interesante respuesta... - dice le Ministro pensativo. – Tendré en consideración su propuesta – me dice mirando unos papeles que tiene frente a él. - Bien, si la acusación no tiene más preguntas… - dice el Ministro mirando a Dumbledore.

    - No, señoría, no hay más preguntas – le dice Dumbledore.

    - El testigo puede retirarse – dice Scrimgeour sin mirarme.

    Veo a Rufus hablar airadamente con sus compañeros de escaño. Dumbledore me guiña un ojo y yo le sonrío mientras me levanto. Se escuchan mis tacones retumbar por la sala en silencio mientras camino hasta llegar a la grada donde veo una sincera sonrisa de Harry al sentarme a su lado.

    - Tu padre era abogado, ¿no es así? – me pregunta el Sr. Weasley con una leve sonrisa.

    - Y muy bueno – le digo orgullosa.

    - Se nota… te enseño bien – me alaga sin dejar de sonreír.

    – Es increíble cómo has representado la defensa de Malfoy sin que el tribunal lo haya notado – me recrimina Ojo Loco mirándome muy serio y le sonrío levemente.

    - No puedo decir que me haya gustado, pero… lo has hecho bien – me dice Harry mientras me abraza por los hombros y me besa la frente.

    - ¿En serio Harry? – le pregunta Ojo Loco asombrado y luego resopla resignado. Harry y yo nos reímos.

    - Bien – dice el Ministro serio. – Tras analizar las pruebas recopiladas y escuchar los testimonios, procedemos a la votación – le indica al resto del tribunal y todos prestamos atención. – Votos a favor de que Lucius Malfoy sea condenado a cadena perpetua en Azkaban – pregunta Scrimgeour.

    Pocas manos comienzan a levantarse, incluida la del Ministro Rufus Scrimgeour. Una cara de alivio se forma en el rostro de Malfoy.

    - ¡Maldita sea! – se queja Ojo Loco.

    - Votos a favor de que Lucius Malfoy sea condenado a cinco años en Azkaban – pregunta desganado Scrimgeour.

    El resto de manos se levanta formando mayoría y haciendo firme la sentencia.

    - Con la mayoría de votos, condenamos al mortífago Lucius Malfoy como autor responsable de los delitos de intimidación, amenaza y ataque mágico contra seis jóvenes magos y una joven muggle, todos ellos estudiantes de quinto año en Hogwarts, a la pena de cinco años de prisión en Azkaban – sentencia el Ministro Scrimgeour.

    Un revuelo de murmullos hace competencia al sonido del incesante flash de la cámara de El Profeta. Dos alguaciles se dirigen a la jaula de Malfoy para sacarlo de allí y llevarlo, de nuevo, a Azkaban.

    El Sr. Weasley nos indica que nos levantemos para marcharnos cuando Dumbledore se acerca a la grada. Bajo las escaleras junto a Harry, el cual me ayuda a descender sin caerme. Una vez abajo veo a los alguaciles aproximarse con Lucius entre los dos. Con un rápido movimiento Malfoy se aproxima a mí apartando a Harry de un empujón y agarrándome del brazo.

    - Gracias – me dice en el oído.

    - No me las des. En un año Voldemort te sacará de prisión y ahí empezará tu calvario… y el nuestro – le pronostico y me mira asustado mientras es arrastrado por los dos alguaciles alejándolo de mí.

    - Cuida a Draco – me grita ya desde las escaleras.

    - Lo haré – pienso triste.
     
  2. Threadmarks: Capítulo 24: Fiesta de pijamas (parte 1)
     
    Andromeda

    Andromeda Entusiasta

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    Capitulo 24 - Fiesta de pijamas (parte 1).jpg

    Ya ha pasado un mes desde el juicio de Malfoy y dentro de unos días será el cumpleaños de Harry. Este año quiero hacer algo diferente, más tranquilo, ya que el año pasado fue algo “movidito”. He planeado hacerle una fiesta de pijamas en la casa de Londres con nuestros amigos. Es la única manera de salir con ellos y estar protegida del mago psicópata, gracias a la protección anti-mortífagos instalada por mi tía.

    He enviado lechuzas a Hermione, Luna, Neville y, como no, a Ron con invitación también para los gemelos y Ginny. Quiero que sea una pequeña introducción al próximo curso, ósea, un pequeño empujoncito al romance entre Harry y Ginny.

    A Harry le he enviado un WhatsApp al igual que a Sahra y a su novio David. Llevo un año sin verla en persona, solo por videollamada, y ella necesita verme en persona, abrazarme y chincharme en directo... palabras textuales. Estoy algo nerviosa por la mezcla de mundos que voy a realizar y solo espero que NADIE use la magia.

    No esperaba que Neville aceptara la invitación, ya que también es su cumple e igual quiere celebrarlo con su abuela, pero por la carta de respuesta, le ha hecho muchísima ilusión. Esto me lleva a realizar un cumple doble, ósea, dos tartas y dos regalos.

    Por las tartas no me preocupo. Le he encargado a Margaret, la señora que se ocupa del mantenimiento de la casa, que me haga algunas compras e iré temprano para hacer las dos, una de chocolate y otra de yogur de limón. Para la decoración utilizaré fondant. El tema de los regalos es otra cosa, no se me ocurre que regalar. Al final me he decantado por un reloj inteligente para Harry y un bonito y funcional set de jardinería para Neville. Como siempre, lo he encargado por internet y lo entregaran en casa de Sahra para que luego ella me lo traiga.

    El día ha llegado y me levanto muy motivada de la cama. Me doy una ducha rápida y me visto con unos shorts tejanos, una camisa blanca de encaje con hombros caídos y las converse. Bajo las escaleras como un rayo asustando a mi tía al saltar los dos últimos escalones frente a ella.

    - ¡Por Merlín, Sophi! ¡Que susto! – me recrimina con la mano en el pecho.

    - Lo siento tía… no pretendía asustarte – le digo acercándome a ella preocupada.

    - Tranquila, mi niña… creo que no me acostumbro a tener a alguien con tanta vitalidad en casa – me dice sonriendo. – Tomate el desayuno antes de irnos. Lo tienes en la mesa – me indica señalando mi zumo de naranja y mi tostada con tomate.

    Le doy un beso en la mejilla y me siento obediente. Una vez termino mi desayuno y ella su té, nos dirigimos a la chimenea. En un abrir y cerrar de ojos estamos en la chimenea del salón, justo en la pared frente al televisor.

    - Vendré a recogerte mañana antes del mediodía – me recuerda. – La casa está protegida, aquí estaréis seguros. Si pasa cualquier cosa, avisadme por la red Flu. La Srta. Lovegood, el Sr. Longbotton y los Weasley vendrán por la chimenea, así que procura que tus amigos muggles no los vean llegar. Recuérdales que nada de magia, que no están en Hogwarts. Confío en vosotros a la hora de iros a dormir, chicos con chicos y chicas con chicas… – me dice mirándome seria y yo le pongo los ojos en blanco como respuesta. - Intentad no destrozar la casa, por favor… – me dice con un suspiro. –… y pasadlo muy bien – termina diciéndome, dándome un abrazo y un beso en la frente.

    - Tranquila tía… todo saldrá bien – le digo para que no se preocupe y ella sonríe.

    La veo entrar en la chimenea y desaparecer. Suspiro y miro a mi alrededor. Tengo pocos recuerdos de esta casa, pero todos ellos muy intensos. Me dirijo a las bolsas que veo en el recibidor y empiezo a sacar la decoración. Coloco una banderola con letras sueltas unidas por una fina cuerda que dicen “Feliz cumpleaños”. La pongo entre las dos puertas del salón, sobre el gran televisor de pantalla plana. Luego me pongo con los globos de color rojo y dorado, hinchando grupos de tres y colocándolos en las puertas y por diversas paredes del salón y el hall. También dejo globos sueltos por el suelo, será divertido caminar entre ellos.

    Una vez acabo arriba, bajo a la cocina, parándome en seco en el último escalón. Un flashback del ataque de Barty a mis padres y a mí en este lugar me hiela la sangre. Respiro profundamente y bajo el escalón que me queda, adentrándome en la cocina ya restaurada. Margaret me ha dejado las bolsas en la encimera y lo que necesita frio en el frigorífico.

    Me pongo manos a la obra sacando los utensilios e ingredientes necesarios para la realización de ambas tartas. Saco el móvil y pongo música para animar mi tarea. Enciendo el horno para que se caliente y luego mezclo los ingredientes en dos fuentes diferentes para hacer los dos sabores. Una vez los tengo los coloco en dos bandejas y los introduzco en el horno, a dos niveles, activando el temporizador para que me avise en cuanto termine el tiempo programado. Empiezo cogiendo la batidora para desmontarla en el fregadero, poniendo en agua las piezas manchadas de masa para lavarla. Muevo mis caderas al ritmo de la canción que escucho.

    Estribillo

    ¯Soy aquella niña de la escuela

    la que no te gustaba, ¿me recuerdas?

    Ahora que estoy buena paso y dices:

    ¡Oh, nena! ¡Oh, nena!¯

    - ¡Oh, nena! – oigo de pronto al girarme hacia la isla.

    - ¡Ahhh! – grito y doy un pequeño salto del susto al encontrarme a un alto y rubio platino Malfoy.

    - Me encanta verte moverte así… deja volar mi imaginación – me dice con su típica sonrisa ladeada.

    - ¿Cómo has entrado? – le pregunto con el corazón a mil.

    - ¿En serio me lo preguntas? – me dice dando un paso hacia adelante.

    - “Alohomora”, claro… - le digo para disimular ya que mi pregunta iba con segundas.

    Si está dentro de casa eso significa que aún no es un mortífago. Miro disimuladamente sus brazos desnudos para cerciorarme y, efectivamente, no está la marca tenebrosa. Me sorprende verlo así vestido, con un polo gris oscuro de manga corta y unos tejanos negros, como un muggle corriente.

    - ¿Cómo me has encontrado? – le pregunto intentando controlar mis nervios.

    - Un hechizo localizador – me dice encogiéndose de hombros. – Te vigilo desde el juicio. Me sorprendió verte allí y más aún cuando te llamaron a declarar. ¿Por qué no me dijiste que estuviste en el Ministerio con Potter? ¿Por qué no me avisaste de que detuvieron a mi padre? – me pregunta dolido.

    - No era yo la que tenía que contártelo… era cosa de tu madre – le aclaro mirándolo a los ojos.

    - Si… tienes razón – me dice después de pensarlo un minuto. – Te he echado tanto de menos... – me dice dando un paso más al frente, quitándome el motor de la batidora de la mano y colocándola en la encimera de la isla. – Cuando te vi aparecer con ese vestidito tan sexi en el juicio me volví loco – me explica mientras se acerca y me agarra por la cintura pegándome a su cuerpo. – Necesitaba tocarte… besarte… - me susurra en el oído para luego dejar un beso húmedo en mi cuello.

    Mis ojos se cierran ante su contacto y una corriente eléctrica recorre mi espalda cuando continúa dejando besos hasta mi clavícula.

    - Draco, para… - le digo con la voz entrecortada, intentando reaccionar y mantenerme firme.

    - No quiero parar – me susurra de nuevo en el oído para, seguidamente, atrapar mis labios y devorarme muy suavemente.

    Escucho un gemido salir de mi boca y reacciono poniendo las manos en su pecho para alegarlo. Como respuesta consigo que me apriete más a él y que una de sus manos baje hasta mi culo, apretando la nalga. Siento el despertar de las mariposas en el estómago, las cuales bajan a mi entrepierna en cuanto el rubio mete su lengua en mi boca apoderándose de la mía y manejándola a su antojo.

    Escucho el ruido de algunos utensilios de cocina caer al suelo cuando me eleva y me sienta en la encimera de la isla. Su beso cada vez es más salvaje y noto como su mano ha pasado de estar en mi culo a estar en mi espalda, bajo la camisa.

    - Draco, en serio, para… - le digo echándome hacia atrás y alejándome de sus hambrientos labios.

    Detecto en su mirada deseo y vuelve a atacar mis labios con ansia. Me resisto como puedo, consiguiendo empujarlo lo suficiente para alejarlo de mi boca.

    - Quiero hacerte mía y lo voy a hacer ahora – me susurra e intenta besarme de nuevo.

    - No, Draco, para… no estoy preparada – le suplico asustada.

    - Tenemos dieciséis años… Ya no eres una niña – me recrimina frustrado.

    - Tú tienes dieciséis, pero yo no. Me quedan meses para cumplirlos – le explico ya que él no sabe cuándo es mi cumpleaños… le hice olvidarlo.

    - ¿Qué? ¿En serio? – me pregunta asombrado y yo asiento con la cabeza. – Esta bien… esperaré a que cumplas los dieciséis – me dice resignado y con cara de fastidio.

    - ¡Toma! – le digo mojándole con mi dedo el labio inferior de chocolate. – El sustituto del sexo –

    Me mira y una leve sonrisa se forma en sus labios. Veo como retira el chocolate con la lengua y me sorprendo cuando atrapa mi dedo con su boca y lo chupa para retirar el chocolate que hay en él. Siento que he mojado las bragas de golpe, necesito alejarme rápidamente de semejante tentación.

    - Déjame retirar todo esto antes de que nos manchemos – le digo para disimular, empujándolo y levantándome de la encimera.

    Empiezo a recoger los utensilios del suelo y de la encimera, y los coloco en el fregadero. Limpio con unas servilletas de papel lo manchado en el suelo para luego pasar la fregona y que no quede pegajoso. Veo como me mira curioso moverme de un lado a otro.

    - Si tuvieras un elfo doméstico te ahorrarías todo esto – me dice con una sonrisa socarrona.

    - No soy partidaria de la esclavitud – le suelto orgullosa. – Me gusta hacer las cosas por mí misma – le digo mientras lavo una de las fuentes con el estropajo y jabón.

    - Y a mí me gusta verte hacerlo – me dice colocándose tras de mí y rodeándome con sus brazos.

    Se me resbala la fuente de las manos en cuanto siento uno de sus besos en mi cuello.

    - ¡Para, Draco, para!… si sigues así me voy a cargar la vajilla de mi madre – le digo girándome y quedándome a centímetros de su rostro.

    - Pues te compro una nueva – me dice besándome.

    - No puedes sustituirla… tiene valor sentimental – le recrimino haciéndole la cobra.

    - Pues entonces más te vale no romperla – me dice girándome hacia el fregadero y volviendo a abrazarme por la cintura. – ¡Vamos! ¡Continua! – me exige mientras prosigue dejando besos húmedos en mi cuello.

    Suspiro resignada y empiezo a lavar los utensilios cuando siento su mano bajar por mi vientre y meterse por la cintura de mis shorts.

    - ¡Ya está bien! – le digo girándome y empujándolo de mí. – Siéntate aquí y no te muevas – le grito mientras lo arrastro hasta uno de los taburetes de la isla.

    Lo veo y escucho reír divertido y, obediente, se queda donde lo he dejado mientras yo vuelvo al fregadero.

    - ¿Qué estás haciendo? – me pregunta señalando con la cabeza el horno.

    - Dos tartas. Una de chocolate y otra de limón – le respondo y vuelvo a mi tarea.

    - Y ¿Para qué? – me pregunta curioso.

    - Para el cumpleaños de Harry y Neville – le respondo nerviosa.

    - ¿Me estás diciendo que NO viniste a mi cumpleaños, pero SI le preparas una fiesta de cumpleaños a Potter? – me pregunta levantándose enfadado.

    - No fui a tu cumpleaños porque, como comprenderás, tu tía y yo no nos llevamos muy bien después de nuestra aventura en el Ministerio – le confieso irónica.

    - Pero yo no lo sabía – se queja exaltado.

    - Pero lo sabes ahora – le reprocho dejándolo sin palabras. – Y no es que me olvidara… te envié un regalo –

    - Cierto… me encanta esa pluma – me dice sonriendo y volviendo a sentarse.

    Vuelvo mi atención a los utensilios sucios y sigo con mi tarea.

    - Seguro que esta fiesta será más divertida que la mía – le escucho decir a mi espalda. - ¿Quién asistirá? – me pregunta curioso.

    - Pues Harry, Ron, Hermione… - le empiezo a enumerar y pone los ojos en blanco. - … Neville, Luna, Fred, George, Ginny y mi amiga Sahra y su novio David – termino la lista y me mira con asombro.

    - ¿Tus amigos muggles también vienen? ¿Al cumpleaños del cara-rajada? ¿Qué tienen que ver ellos con él? – me pregunta incrédulo.

    - Harry y Sahra se conocieron el año pasado, en el funeral de mis padres y a David lo conoció tal día como hoy del año pasado, cuando celebramos el cumpleaños de Harry en la fiesta de un local de moda al que nos llevó David – le respondo y su cara lo dice todo.

    - Tienes mucho valor de meter en tu casa a magos y muggles juntos… ¡Eso pinta divertido! – me dice riéndose.

    - No me pongas más nerviosa de lo que ya estoy. No temo por Harry, Ron o Hermione… los que me preocupan son los gemelos Weasley y sus bromas – le digo poniendo los ojos en blanco.

    - ¡Ohhh! Eso no me lo pierdo – me dice divertido.

    - Ni lo sueñes Malfoy. Tú te vas a casa – le ordeno y se le corta la risa.

    - Soy tu novio, aún más, soy tu prometido, tienes que invitarme – me dice con una sonrisa pícara.

    - ¡Ja! ¿Tú y Harry bajo el mismo techo? ¡No, gracias! – le digo girándome para enfrentarlo mientras me seco las manos con un paño de cocina.

    - Vamos… prometo portarme bien y no insultar al cara-rajada – me suplica sonriendo.

    - No te creo – le digo entornando los ojos.

    - Y haces bien – susurra y me sonríe de lado.

    Me asusto al sentir la campanita del temporizador del horno indicándome que ya ha terminado el tiempo de cocción. Me acerco al horno y compruebo que ya están. Las saco y las pongo en la encimera de la isla para que se enfríen y luego apago el horno. Veo a Malfoy acercarse a la de chocolate y aspirar su aroma.

    - ¡Por Merlín, que bien huele esto! – me dice mirándome con una sonrisa. – Esta claro que no necesitas un elfo doméstico –

    - Gracias. Y ahora apártate para que se enfríen y pueda decorarlas – le digo y veo como levanta una ceja.

    - ¿Te puedo ayudar? – me pregunta con la mirada de un niño pequeño.

    - Seguro que encuentro algo que puedas hacer – le respondo y lo veo que sonríe feliz.

    Mientras que se enfrían los bizcochos preparo dos ensaladas para comer ya que se nos ha hecho la una del mediodía. Mientras comemos en la isla de la cocina, nos contamos lo que hemos estado haciendo durante el verano. Yo evito contarle lo de la visita de Voldemort y presto mucha atención sobre lo que le está enseñando la loca de su tía.

    - La oclumancia me está costando bastante. Mi tía dice que es porque tengo la mente bloqueada y que en cuanto me la desbloquee lo conseguiré – me suelta y trago fuerte.

    - Mierda, no había pensado en eso. Si desbloquea su mente recordará lo borrado el año pasado – pienso nerviosa. – Bueno, al fin y al cabo, no es tan grabe… lo hice para que se olvidara de mí y el tiro me salió por la culata – reconozco mentalmente mientras asiento con la cabeza sobre lo que me cuenta.

    Cuando terminamos de comer recojo los platos y los friego para poder preparar lo necesario para realizar la fondant. Cojo las pastillas de color blanco y verde y dos rodillos.

    - ¡Toma! – le digo a Draco ofreciéndole un rodillo. – Haz lo mismo que yo – le explico y poniendo la pastilla en la encimera, comienzo a amasarla.

    - ¿Qué es esto? – me dice mirando la pastilla de color con cara de asco.

    - Es como plastilina, pero comestible – le explico sonriendo.

    - ¿Plastilina? – me pregunta confuso.

    - ¿No me digas que nunca has jugado ni hecho figuritas con plastilina de pequeño? – le pregunto y él niega con la cabeza sin dejar de mirar la pastilla.

    - Tienes mucho que aprender joven Skywalker – le digo irónica y Draco me mira más confuso aún. – Empezando por la filmografía friki clásica… ¡Vamos! Empieza a masar como yo – lo animo.

    Intenta imitarme y lo veo tan concentrado como cuando hacemos las pócimas en la clase de Snape. Una vez tenemos la fondant verde y blanca bien extendida, las monto sobre las tartas y quedan perfectas. Comienzo a hacer flores de todo tipo y colores y Draco me imita. Cuando ya tenemos suficientes las voy colocando sobre la tarta verde de Neville formando un frondoso jardín. Complemento con una valla con puerta y piedras simulando un camino. Añado un letrero que pone “16” y escribo el nombre de “Neville” sobre la puerta.

    - La decoración de la tarta de Neville ha sido muy fácil por su gusto por las plantas, pero para la de Harry no se me ocurre nada – digo pensando en alto.

    - Yo le pondría un Dementor – me suelta riéndose el rubio platino entregándome una pastilla de fondant negra.

    - ¡Idiota! – le digo golpeándole el brazo con el puño mientras él se ríe a carcajadas.

    Le arrebato el negro y modelo unas gafas redondas. Con rojo y amarillo hago una bufanda y cogiendo marrón empiezo a construir una escoba y el sombrero seleccionador. Draco me mira y veo como coge el amarillo. Cuando me quiero dar cuenta ha hecho una Snitch, con sus alas y todo.

    - Me sorprende, Sr. Malfoy – le digo levantando una ceja.

    - ¡Sí! ¡Es lo que tengo! – me dice haciéndose el chulo. – He pensado en hacerle una ya que el muy inútil es incapaz de atrapar la original – suelta de sopetón.

    - Y… ahí está de vuelta el insufrible Malfoy – le digo poniendo los ojos en blanco.

    - No sabía que me hubiera ido – me dice sonriendo de lado y suspiro resignada.

    Coloco una capa fina de chocolate que chorrea por los laterales de la tarta y coloco en ella los complementos antes fabricados. Pongo una especie de trofeo dorado en el lateral y escribo “Harry” y “16” en él.

    - ¡Vaya! Que original… parece una marca identificativa – me dice Draco mirando detenidamente la tarta.

    - ¡Lo es! – le digo sarcástica y él rubio me mira confuso. – Pues ya hemos terminado – le anuncio mientras recojo y limpio la encimera.

    Saco de las bolsas de Margaret las guarrerías que le he dicho que me comprara, ósea, patatas fritas normales y de diferentes sabores, frutos secos y aceitunas. Los voy colocando en recipientes y le ordeno a Draco que los vaya subiendo al salón y colocándolos en la mesa, mientras voy poniendo un par de bolsas de palomitas en el microondas. Cuando ya las tengo las coloco en diferentes recipientes y las subimos también al salón junto con los vasos. Envío a Draco a la cocina por las servilletas que se me han olvidado cuando oigo la puerta principal abrirse con llave.

    - ¡Harry! – grito al verlo y él me abraza fuertemente. – ¡Felicidades brother! – exclamo y le doy un pico en los labios que el responde con naturalidad.

    - ¡Gracias, sister! – me dice feliz.

    Veo la expresión de Hermione detrás del moreno y me da la risa.

    - ¡Hermione! – exclamo y nos abrazamos.

    - ¡Sophi! Estaba deseando verte – me dice contenta. – Tienes muchas cosas que contarme – me susurra y yo asiento con la cabeza mientras cierro la puerta.

    - ¿Se puede? – oigo a Fred decir desde la chimenea y al mirar veo a todos los Weasley tras él.

    - Adelante pelirrojo – lo invito a pasar y nos acercamos a ellos para empezar a repartir besos y abrazos.

    - ¡Qué bonita decoración! – oigo decir a Luna desde la chimenea.

    - Bienvenida Luna – le digo al llegar hasta ella y me abraza sonriente.

    - ¡Hola! – oigo a Neville tras Luna.

    - ¡Neville! – me acerco a él y nos abrazamos - ¡Muchas felicidades! – le digo sonriente.

    - Te has acordado… – me dice emocionado.

    - Pues claro, vuestra fecha de cumpleaños es inolvidable – le susurro sonriendo. – ¡Vamos, acomodaros! – les digo a todos. – Podéis dejar las mochilas ahí – les indico un rincón del salón.

    De pronto suena el timbre de la puerta y me acerco para abrir la puerta a los que faltan.

    - ¿Llegamos tarde? – pregunta Sahra con cara de preocupada en el marco de la puerta.

    - ¡Sahra! – exclamo contenta al verla y le doy un beso en la mejilla y nos abrazamos fuerte.

    - ¿Hay besos para mí también? – pregunta David, el cual viene cargado con bolsas.

    - Pues claro… – le digo dándole dos besos, uno por mejilla.

    Una vez entran, cierro la puerta y veo como se dirigen al salón para reunirse con el resto. David deja las bolsas que lleva junto a la mesa grande.

    - ¡Vaya!... Ya ha llegado la escoria – oigo decir a Draco desde el inicio de las escaleras. Lo miro y lleva las servilletas en la mano.

    - ¡Malfoy! ¿Qué haces tú aquí? – le pregunta Harry tenso mientras se acerca para ponerse entre él y yo. - ¿Qué hace él aquí? – me pregunta preocupado.

    Veo como los jóvenes magos se tensan preparados para un posible ataque.

    - ¡Ehhh!... Una visita inesperada que se ha auto invitado – le digo muy nerviosa.

    - Pues ya puedes irte por dónde has venido – le ordena Harry enfadado haciendo el amago de sacar la varita.

    Lo paro rápidamente ya que Sahra y David están presentes.

    - ¡Vaya! ¡Yo te conozco! ¡Eres Batman! – dice David sonriente mirando a Draco mientras se acerca.

    - ¿Cómo me has llamado? – le pregunta Draco desafiante.

    - Batman… el caballero oscuro… – le vuelve a decir David mientras Draco pone cara de querer partirle la cara. – El año pasado… en la fiesta de cumpleaños de Harry – le insiste. – Llegaste al local vestido de negro, con aire sofisticado y prepotente… como un auténtico millonario… como Bruce Wayne… ¡Como Batman! – le insiste David y Draco le mira confuso.

    - Te equivocas de persona… yo no estuve en el cumpleaños del estúpido de Potter el año pasado – le replica a David.

    - No me mientas… tu pelo platino es inconfundible – le reprocha el novio de Sahra. – Entraste al local, pusiste a Sophi en tu hombro y te la llevaste… ¡Tío! ¡Eres mi héroe! – lo elogia David. - ¡Eres el puto Batman! – le insiste el chico y veo una pequeña sonrisa fluir en los labios de Draco.

    - Te confundes de tío… - dice Harry muy nervioso. – Malfoy no estuvo en mi cumpleaños el año pasado y este tampoco – insiste el moreno dando un paso hacia Draco. -¡Vete si no quieres que te saque a patadas! – lo amenaza.

    - ¿Tú y cuantos más? – le dice Draco haciendo el amago de sacar su varita.

    Detengo ahora al rubio poniéndome delante de él.

    - Y yo – dicen Ron y Neville al mismo tiempo.

    - ¡Que pasada! Nada más llegar y ya tendremos un duelo…esta fiesta promete – dice Fred emocionado a su gemelo.

    - ¿Apuestas? – dice George mientras se frota las manos.

    - ¡Me voy! – dice Draco pasando junto a Harry y golpeándole el hombro mientras camina hacia la puerta. – No hay nada que valga la pena en esta estúpida fiesta – suelta mientras pasa junto a David, el cual le susurra algo en el oído.

    - Pensándolo mejor… me quedo – dice Draco girándose y enfrentando a Harry.

    - De eso nada, tú te largas – le dice Harry poniéndose frente a Draco amenazante.

    - ¡Alto ahí los dos! – les grito a ambos colocándome entre ellos. - ¿No podéis dejar de pelearos un solo día? –

    - ¡NO! – gritan los dos al unísono.

    - ¡Vaya! Por fin estáis de acuerdo en algo… aunque ese algo no sea lo que esperaba oír – les digo frustrada. - ¿No podéis dejar vuestras rencillas aparcadas un día? ¿Solo un día? ¿Un puñetero día? – les pregunto mirándolos a ambos. – Por favor… ¿No podéis hacer una tregua hasta que salgáis de aquí mañana? – veo como me miran pensativos. – Imaginémonos por un día, que cuando os presentasteis en el tren a Hogwarts, en primer curso, Harry no rechazó tu amistad – le digo al rubio.

    - ¿Cómo sabes eso? – me pregunta Draco confuso.

    – Imaginémonos por un día, que te seleccionaron en la casa de Slytherin en vez de en Gryffindor – le digo al moreno. – Imaginémonos por un día, que no hay casas rivales… solo amigos – les digo a todos, los cuales se miran entre ellos. - Un día… solo os pido un día para comprobar que sería de nuestras vidas si todos fuéramos amigos – les insisto a todos y ellos asienten tímidamente con la cabeza.

    - Por mi vale… si Potter también acepta – me dice Draco mirando fijamente a Harry.

    - Sin trampas Malfoy – le recalca Harry sin quitarle los ojos de encima.

    Ambos asienten con la cabeza y siento un gran alivio por dentro.

    - ¡Gracias! – les digo mientras le quito las servilletas de la mano de Draco. – Y ahora vamos todos al salón – les ordeno.

    - ¡Aguafiestas! – me dicen Fred y George sacándome la lengua y tirándose sobre el sofá como peso muerto.

    Se nota la tensión entre Harry y Draco, no se quitan los ojos de encima, aunque he conseguido que cada uno tome asiento a una distancia prudencial. Harry está en el sofá junto a George y Draco se ha sentado en el sillón individual. El resto está dispersado por la estancia, intentando disuadir la tensión acumulada por la presencia del próximo mortífago.
     
  3. Threadmarks: Capítulo 25: Fiesta de pijamas (parte 2)
     
    Andromeda

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    - ¡Que empiece la fiesta! – dice David colocando el móvil en el altavoz que ha traído y convirtiéndose, así, en el DJ.

    La música empieza a sonar y las sonrisas en las chicas se hacen notar. Empezamos a movernos tímidamente al principio, pero según van pasando las canciones la cosa se anima. Luna baila a su estilo, como una hippy de los años ochenta hasta arriba de María. El resto bailamos haciendo el tonto mientras jugamos con los globos de colores. Neville se nos acerca y comienza a bailar con nosotras.

    - ¡No me jodas! – suelta David mirando al chico. – Es la primera vez que veo a un tío bailando sin estar borracho – dice riéndose y dándole una palmada a Neville en el hombro. – Hablando de borrachos… Tengo sed… ¿y las bebidas? – me pregunta.

    - En la nevera… voy por ellas – le digo dirigiéndome a la escalera para bajar a la cocina.

    - Espera Sophi… te acompañamos – me dicen las chicas y me acompañan escaleras abajo.

    Saco las botellas de refresco de la nevera y las voy repartiendo para que las suban. Luego cojo una cubitera y la lleno de hielo del congelador. Subo las escaleras y me acerco a la mesa grande que se encuentra al fondo del salón, donde han instalado las bebidas y los vasos.

    - Aquí tienes – le digo a David que está pegado a Draco como si estuvieran planeando algo.

    - Perfecto – me dice el novio de Sahra al girarse y ver la cubitera.

    - ¿Alcohol? – le grito a David al ver las botellas de Ron y Martini.

    - Pues claro… ¿qué es una fiesta sin alcohol? – me dice David sonriendo.

    - Pues una fiesta en la que nadie termina la noche con un coma etílico – le digo enfadada.

    - Vamos Sophi… no vamos a beber tanto, solo un poco – me dice Draco apoyando a su nuevo amigo.

    - Tu cállate, que la última vez que bebimos terminamos en la cama – se me escapa, dándome cuenta tarde.

    - ¡Vaya Batman! No me has contado eso… - le dice David al rubio oxigenado dándole un codazo en el costado.

    - Me llamo Draco – le recrimina a David. - Y no recuerdo haberme despertado nunca contigo en la cama… lo recordaría… no te quepa duda – me dice con una voz muy sexi y su típica sonrisa ladeada.

    - Tienes razón… no fuiste tú… fue Harry – le digo girándome y dejándolo plantado.

    - ¿Te has acostado con Potter? – me pregunta agarrándome del brazo y girándome con fuerza.

    - Si… dormimos juntos una vez – le cuento la verdad, aunque no la que él cree. – Y también he dormido con Hermione, Ginny y Sahra. ¿Quieres la lista? – le pregunto molesta.

    - Que duermas con chicas no me preocupa… el que me preocupa es Potter. No lo quiero cerca de ti y mucho menos que comparta tu cama – me dice Draco muy serio.

    - ¡Suéltala Malfoy! – le dice Harry al llegar a nosotros y tirar de mí para deshacer su agarre.

    - No la toques Potter… Sophi es mía – le dice Draco cogiendo mi mano y mostrando el anillo.

    - ¡Sophi! – oigo gritar a Sahra. - ¿Estas prometida con el rubio buenorro? – me pregunta acercándose para mirar el anillo.

    - ¡Ehhh! – me quedo sin palabras, no sé qué decir ya que es algo que no le he contado.

    - Lo está – sentencia Draco tajante. – Pero parece ser que Potter no se da por aludido – le dice a Harry desafiante.

    - Ella no está contigo por voluntad propia sino por la sucia influencia de tu padre – le reprocha Harry a Draco.

    - ¡Basta ya! – les grito. - ¿Pero es que siempre tenéis que buscar una excusa para pelearos? – les digo muy enfadada. – Pues yo no pienso ser la de hoy – me quejo hecha una furia y doy un paso para irme.

    - Perdóname, Sophi, lo siento – me dice Harry apenado sujetándome la mano.

    - Sabes que siempre voy a perdonarte porque te quiero, ¿verdad? – le digo bajito mientras lo abrazo.

    - Si… y yo a ti – me susurra en el oído.

    - ¡Vale! ¡Suéltala ya! – le dice Draco agarrándome de la muñeca y tirando de mí para alejarme de Harry.

    - Perdóname… te prometí no pelear con el cara-rajada y no lo he cumplido – me dice Draco abrazándome por la cintura.

    - Te perdono… pero no más enfrentamientos, ¿vale? – le digo y él asiente pareciendo sincero.

    - Vale, pero a partir de ahora solo dormirás conmigo… solo conmigo – me recalca mirándome a los ojos.

    - No te prometo nada – le digo dándole un beso corto y soltándome de su agarre para agarrar a Sahra del brazo y caminar hacia el resto de chicas para seguir bailando.

    - Así que… ¿prometida? – me dice Sahra levantando una ceja. - ¿Cuándo pensabas decírmelo? – me pregunta mirándome molesta.

    - No pensaba decírtelo, lo siento… como ya has oído, no era algo que yo haya decidido – le explico brevemente.

    - De acuerdo… ya me lo contaras con más detalle – me dice apretándome a ella en señal de amistad.

    Nos ponemos a bailar de nuevo e intento divertirme y olvidar los malos rollos, pero me cuesta. Solo puedo echarles un ojo a los dos enemigos férreos para que no se líen otra vez. Veo a Harry con Ron hablando apartados de todos. Los gemelos están con David y Draco preparándose bebidas… bueno, más bien los veo mezclar el alcohol de ambas botellas con varios refrescos y luego probarlos. Por sus caras el preparado es un asco.

    - Tengo sed… vamos por bebidas – dice Sahra sacándome de mis pensamientos y todas asienten.

    Nos acercamos a la barra improvisada donde David y Draco siguen bebiendo y custodiando el alcohol.

    - ¿Qué queréis beber? – nos dice el chico. – No es que tengamos mucho donde elegir… solo he podido birlar dos botellas – nos aclara encogiéndose de hombros.

    - Martini con tónica – dice Sahra y él asiente.

    - Martini con Seven Up - le digo yo.

    - Yo también quiero lo que Sophi – le dice Hermione.

    - ¿A que sabe? – pregunta Ginny y Luna presta atención a la explicación.

    - No sé cómo explicártelo… es dulce y está bueno – le dice Hermione a las dos y ambas asienten.

    - Pon dos más – le digo a David el cual asiente.

    Veo a David preparar el de Sahra y Draco preparar el mío, dejándome claro que David ya le ha enseñado. Ambos nos entregan las bebidas y se ponen con el resto. Cuando Draco entrega a Hermione el suyo, esta lo mira con recelo, pero luego lo acepta. David les da uno a Ginny y a Luna.

    - ¡Oh! Esto está muy bueno – dice Luna abriendo mucho los ojos.

    - Pues no te acostumbres, que no es bueno. Luego te tomas solo el Seven Up – le digo a la rubia que asiente sonriendo.

    - ¿Qué hay para beber? – pregunta Harry acercándose junto a Ron.

    - No mucho – le dice David encogiéndose de hombros.

    - Pues ponme un Ron con cola – le dice el moreno y el chico se dispone a prepararlo.

    - Yo quiero otro – le dice Ron y David sonríe.

    - ¿Vosotros conocéis esta bebida? – le pregunta Draco asombrado a Harry.

    - Sí… de mi cumpleaños el año pasado – le aclara Harry.

    - Nosotros ya tenemos el nuestro – dice Fred mostrándonos su vaso.

    - Es de lo poco que se puede mezclar y que sepa bien – nos dice George también enseñando su vaso.

    - A mí también me gustaría probarlo – dice Neville tímido.

    - Por supuesto… ahí para todos – dice David poniéndose manos a la obra.

    Después de haber bebido un par de copas cada uno y picar las guarrerías que he puesto de aperitivo, el ambiente se ha relajado y nos reímos con cada tontería que sueltan los gemelos. David parece haberse integrado perfectamente entre los magos y, aunque a veces no entiende lo que George y Fred dicen, se ríe igual. La música ayuda a bailar distraídamente mientras hablamos y nos reímos.

    Sobre las nueve de la noche llamo a Pizza Hut para que nos traigan varias pizzas familiares. Pido una barbacoa, otra carbonara con borde de queso y otra Supreme. El repartidor llega veinte minutos más tarde y coloco las pizzas en la pequeña mesita frente a la tele. Nos vamos sentando alrededor de ellas, en los sofás y en unos cojines que hemos puesto en el suelo. Draco se ha sentado en el sillón individual y yo en un cojín en el suelo delante de él.

    - ¿Qué es esto? ¿Pizza en una caja? – me susurra Draco al verme abrirlas.

    - Sip – le digo cogiendo un trozo de barbacoa. – Pruébala – le aconsejo acercándole el trozo a la boca. Duda unos segundos poniendo cara de asco, pero termina mordiendo la punta.

    - ¡Ummm! Esto está muy bueno – me dice asombrado.

    - Ya suponía que nunca habías probado la pizza a domicilio. En tu casa sois muy pijos para esto – me río y Draco pone cara de pocos amigos.

    - Perdona por comer en restaurantes como las personas civilizadas… – me reprocha enfadado.

    – No te enfades… poco a poco te iré descubriendo todo un mundo nuevo – le digo aun riendo y él se acerca para robarme un corto beso.

    - Lo estoy deseando – me dice arrebatándome el trozo de pizza de la mano.

    Sahra y David atacan la pizza al igual que Harry, Hermione y yo. Observo como Neville y Luna se recelan al principio igual que Draco, pero terminan cogiendo y comiendo como el resto. Me sorprende el comentario de los gemelos Weasley explicando que conocen la pizza de Pizza Hut porque su padre, alguna vez, les ha llevado a casa. Me provoca un poco de risa y de miedo el comentario de David cuando dice entre risas que todos parecen salidos de otro mundo. Todos ríen forzado para disimular el tremendo acierto del chico.

    Cuando terminamos de comer, después de haber devorado las tres pizzas familiares, me llevo las cajas a la cocina con ayuda de Hermione y Ginny. Subimos platos y cucharillas junto con las tartas, después de colocarles una vela a cada una de ellas. Una vez en el hall Hermione, de espaldas al salón, enciende las velas con un hechizo “Incendio” para después introducirnos en el salón cantando “Cumpleaños Feliz”. Los dos chicos se emocionan al ver sus tartas y soplan las velas entre aplausos.

    - ¡Qué bien te han quedado las tartas, Sophi! – me alaga Sahra admirándolas. - ¿Están personalizadas? – me pregunta y yo asiento con la cabeza.

    - Esa tarta… ¿no tiene una decoración de chica? – me pregunta David mirando las flores de la tarta.

    - No es de chica… A Neville le gusta la botánica y es lo que se me ha ocurrido… un jardín – le protesto y el chico se da por satisfecho.

    - Esta tarta se nota que es para Harry… tiene sus gafitas – dice Sahra sonriendo. – Pero… ¿Una escoba? – pregunta confusa.

    - Es que Harry juega al Polo y no se hacer un caballo. Una escoba es el sustituto del caballo en la imaginación de todo niño – me invento y me quedo tan pancha.

    Oigo las carcajadas de Draco a mi espalda y cuando lo miro esta tirado de espaldas con las manos en el estómago. Le pego un guantazo en la pierna para que deje de reír, pero parece que su risa es contagiosa y los demás magos intentan reír disimuladamente.

    - ¿Y esta pelota? ¡Tiene alas! – me insiste Sahra aun confusa.

    - Es que cuando Harry golpea la bola, lo hace tan fuerte, que apenas la ves pasar… es como si volara… de ahí las alas – me vuelvo a inventar para salir del paso.

    Otro ataque de risa de Draco me pone nerviosa y más aún cuando el resto de magos le sigue el ritmo.

    - ¡Espera Sophi! – me dice David con cara de extrañado. - ¿Esto es un zurullo de caballo? – me pregunta señalando el sombrero seleccionador.

    - Las carcajadas de Draco son aún más fuertes y el resto, no aguantando más, estallan en carcajadas también. Sahra y David me miran confusos con una sonrisa de no entender que está pasando.

    - ¡Iros a la mierda todos! – me enfado incorporándome un poco para levantarme.

    - No te enfades, nena – me dice Draco incorporándose del sillón entre risas y me abraza. – Es que eso ha sido muy bueno – recalca sin dejar de reír.

    - Esto va a quedar para la posteridad – me dice George y me giro para mirarlo boquiabierta.

    - Pienso mencionarlo en cada reunión familiar de ahora en adelante – me amenaza Fred chocando los cinco con su gemelo.

    - Ni se os ocurra – los amenazo con el dedo ya riendo por inércia.

    - No les hagas caso - me dice Harry riendo. - Me gusta mucho, Sophi. ¡Gracias! – me agradece el moreno reduciendo la risa.

    - Pues la boñiga la ha hecho Sophi, pero la Snitch la he hecho yo… – le dice Draco metiendo cizaña. –… ya que no eres capaz de atrapar una por ti solo – lo reta con la mirada.

    - Pues buen trabajo, Malfoy – le dice Harry cortando su risa. - Me alegra comprobar que eres capaz de hacer algo bien hecho, aunque sea por una vez en tu vida - lo desafía el moreno ahora.

    - ¡Vaya! ¡Que tensión! – suelta David irónico.

    - Son eternos rivales... no lo pueden evitar – le digo al chico para disimular mientras corto las tartas y voy poniendo los trozos en los platos. Ginny y Hermione se dedican a repartir la tarta y las cucharillas.

    - Pues entonces… juguemos a algo – propone Fred con la boca llena.

    - Primero los regalos – les digo levantándome y cogiendo los paquetes que han traído Sahra y David. –Este es mi regalo Harry – le digo al moreno cuando se lo entrego y él sonríe al ver la cajita.

    - ¿Qué es? – pregunta Draco mientras abre la caja. - ¿Una pulsera? – dice mirando despectivo el reloj.

    - No… es un Smartwatch – le digo al rubio que me mira igual de confuso. – Un reloj inteligente. Con él puedes ver la hora, la fecha, los pasos que haces al día, el pulso, las calorías que gastas haciendo ejercicio… Tiene temporizador, alarma, puedes recibir mensajes de WhatsApp de tu móvil y más cosas que ahora no recuerdo – le explico y veo su cara de flipado.

    - ¡Que pasada! – dice Ron mirándolo con los ojos muy abiertos. – Es como el tuyo – me dice y yo asiento.

    - ¡Ahhh! ¡Ya veo! – dice Draco. - ¿Eso es esto?... Pensé que era una pulsera – me dice agarrándome la muñeca para verlo de cerca.

    - ¡Déjamelo ver! – dice Fred quitándoselo a Harry de las manos.

    - No se ve nada – comenta George mirándome serio.

    - Hay que configurarlo con el móvil. Ya lo haremos luego – le digo quitándoselo de las manos y devolviéndoselo a su propietario.

    - ¡Muchas gracias! ¡Me encanta! – me dice Harry dándome un beso y un abrazo.

    - A mí me regaló una pluma de plata, de una marca muy conocida, y con mi nombre grabado en ella… Un regalo mucho más caro y sofisticado que el tuyo – le chincha Draco a Harry.

    - ¡Deja de incordiar rubio oxigenado! – le recrimino empujándole suavemente la cara hacia atrás y lo veo sonreír. - Y este es para ti – le digo a Neville entregándole un paquete mucho más grande.

    - ¿Qué es? – pregunta Ron intrigado.

    - ¡Por Merlín! Un set de jardinería… y muy completo – me dice Neville con la boca abierta. – Muchísimas gracias, Sophi – me agradece el chico dejando el maletín en un rincón de la mesa y abrazándome.

    - Nosotros te hemos traído esto – le dice Sahra a Neville entregándole una planta carnívora.

    - ¡No puede ser! ¡Muchas gracias! – les dice el chico a mis amigos muggles emocionado.

    El resto de regalos van pasando de las manos de los magos a las manos de los dos chicos agradecidos.

    - Vale, ahora si… ¿A que jugamos? – pregunta George ansioso.

    - ¿Qué tal a la botella? – sugiere David con la cuchara en la boca.

    - Ni hablar – le digo negando con la cabeza.

    - ¿Qué pasa Sophi? ¿Tienes miedo de besar a alguno de nosotros o lo que temes es besar a una chica? – me dice desafiante y lo veo sonreír al igual que ha Draco.

    - A mí no me da miedo besar a una chica – le digo retadora cogiendo a Sahra suavemente por la nuca y pegando mis labios a los suyos. Sahra me agarra por la cintura haciendo que el suave beso se alargue lo suficiente para dejarlos pasmados.

    - ¡Joder chicas! Me habéis puesto a cien – dice David mirándonos atónito.

    Miro a Draco y a Harry y ambos están con la boca abierta.

    - ¡Vaya Sophi! Eres una caja de sorpresas – me dice George dándole un codazo a Fred y a Ron.

    - No es la primera vez que lo hacemos – les dice Sahra. – Era la forma que teníamos para espantar a los plastas cuando salíamos de fiesta – les aclara, pero aun no salen de su asombro.

    - ¡Vale! Pues entonces juguemos al Beer Pong – sugiere ahora David. – He traído las pelotas -

    - No tengo cerveza – le digo seria. – Pero tengo vino… Podemos hacer Calimocho – le digo a David.

    - Perfecto – dice Sahra dando saltitos.

    - ¿Qué juego es ese? – peguntan los gemelos al unísono mientras terminan su trozo de tarta.

    - Consiste en poner seis vasos con tres dedos de bebida, en formación de triangulo, en cada extremo de la mesa. Cada jugador se pone en un extremo y lanza una pelota de ping pong, rebotando en la mesa y haciéndola entrar en uno de los vasos. Si lo consigue, el contrario bebe – explica David una vez acabado su trozo de tarta. – Gana el que más vasos hace beber al contrario. Hagamos equipos – ordena el chico.

    - Chicos contra chicas – sugiere Fred con una sonrisa malvada mientras se pone de pie.

    - Por mi vale – le digo retadora. – Pero una pareja tiene que ser gay – les insinúo ya que ellos dos son chicos y no hay chicas para ellos.

    - Pues vale – dice George levantándose. – Yo iré en el equipo de las chicas – informa poniendo voz y haciendo gestos de chica, provocando las risas de todos.

    – Voy por el vino y una jarra – les confirmo mientras me levanto y me dirijo a la cocina.

    Saco del botellero el vino de mi padre y una jarra de la cristalería de mi madre y vuelvo a subir las escaleras. Al llegar a la mesa grande, veo que ha sido despejada de botellas y los vasos ya han sido colocados. Pongo la jarra sobre la mesa y abro el vino, vertiendo la mitad y añadiéndole la otra mitad con Coca Cola. Una vez mezclado voy rellenando los vasos y, al terminar, pongo la jarra en un lateral de la mesa.

    - Bien… cinco tiros por persona e iremos rotando. Elegir contrincante – dice David sacando dos pelotas de ping pong de su bolsa. – Sahra, tú contra mí – anuncia el primero.

    - Sophi conmigo – dice rápidamente Draco.

    - George, guapa, tú conmigo – le dice su gemelo riendo.

    - Te voy a dar una paliza – le dice su hermano idéntico retador.

    - Bien… ¿Quién queda? – pregunto mirando al resto. - Ron contra Hermione, Harry contra Ginny y Neville contra Luna – sentencio y nos ponemos en posición alrededor de la mesa.

    David y Sahra son los primeros, así hacen la primera demostración. Quedan en empate, bebiendo ambos el contenido del vaso. Los siguientes somos Draco y yo. Dejo ganar esta ronda al rubio oxigenado, ya que sé lo mal que lleva perder. Harry y Ginny son los siguientes, los cuales quedan en empate… ambos son muy competitivos. Los siguientes son Ron y Hermione y, como era de esperar, gana Hermione dejando a un Ron desilusionado y más alcoholizado. Neville gana a Luna la cual, tira tan flojito, que la pelota ni llega a los vasos. Llegado el turno de los gemelos, ambos tiran la pelota, no entrando en los vasos de lo fuerte que las lanzan. Eso hace que empiecen una guerra de pelotas de ping pong y globos entre ambos.

    Una vez pongo orden seguimos con el juego. Cuando terminamos las rondas, después de muchas risas, pelotas desviadas, vasos derramados, los gemelos peleándose por el suelo, globos explotando, Ron y Hermione pegándose con los cojines, Harry y Ginny discutiendo quien de los dos ha ganado y yo corriendo por el salón siendo perseguida por Draco después de haberle derrotado cuatro veces seguidas, compruebo en el reloj de pared que ya son las doce de la noche.

    - ¡Chicos! – les grito desde los brazos de Draco. – Es tarde y ya no podemos hacer ruido – les aviso. – David, fuera música y nada de gritos. A partir de ahora haremos algo más tranquilo – ordeno mientras me quito las manos de Draco de encima. – Ahora de la peli de miedo – les indico y todos me miran sonriendo.

    - Y de ponernos el pijama – dice Sahra sonriendo pícaramente.

    Subimos al piso de arriba, metiéndose los chicos en la habitación de invitados y las chicas en mi habitación para cambiarnos. Draco no tiene pijama, pero se niega a que le preste uno y pasearse con él por la casa. Yo me pongo mi pijama de verano de Monstruos SA, el que le encanta a Hermione, compuesto por la camiseta de tirantes rosa chicle con ambos monstruos y los pantaloncitos cortos que imita el pelo de Sully. Ella usa uno rojo de tirantes con Minnie Mouse y los pantalones cortos con lunares blancos. Ginny lleva uno azul marino de manga corta con pantaloncitos de rayas blancas. El de Luna es de manga corta con rayas en colores pastel y el de Sahra es de seda en azul marino con encaje negro muy sexi.

    - ¿Dónde vas con eso? – le pregunto al verla. Veo las caras de las demás y me entra la risa.

    - ¿Qué pasa? ¿Es que una no puede estar cómoda y sexi al mismo tiempo? – me pregunta irónica.

    - A más de uno se le van a salir los ojos de las orbitas – le digo entre risas y empujones de cariño.

    - ¡Envidiosa! – me dice haciéndome cosquillas.

    Salimos del cuarto y nos encontramos a los chicos saliendo también. Neville lleva un pijama de rayas celeste como el que usa un abuelo. Los gemelos llevan unos muy parecidos al de Ginny, con la diferencia de que parece que las camisetas están intercambiadas, la azul de rayas negras con el pantalón negro y la negra de rayas grises con el pantalón azul. El pijama de Ron es una camiseta gris con una brújula en el pecho y un pantalón de cuadros blanco, verde y rojo. El de Harry es una camiseta gris de manga corta con mangas azul marino y pantalón largo del mismo color y el de David es un pijama negro de manga corta con el logotipo de Batman en el pecho.

    - Muy guapos… – les digo al verlos.

    - Y vosotras muy buenas – dice David silvando y bajamos las escaleras riéndonos.

    - ¿Qué película vemos? – pregunta Ron mientras toma asiento junto a Hermione en el sofá.

    - ¿Qué tal una de fantasmas? – pregunta David acomodándose al lado de Sahra en el mismo sofá que Ron.

    - Los fantasmas no dan miedo – dice Fred tomando asiento junto a su gemelo en el otro sofá. – Hogwarts está lleno de ellos -

    - ¿En serio? ¿Vuestra escuela tiene fantasmas? – le pregunta David muy interesado.

    - Claro, aquí tienes uno – le digo señalando a Draco sentado en el sillón individual, el cual me coge de la cintura y me sienta en su regazo.

    - Cierto… Malfoy es el mayor fantasma de Hogwarts – afirma Harry mientras se sienta entre George y Ginny.

    - Cierra el pico, Potter – le recrimina el rubio platino.

    - ¡Que divertido! – dice Luna algo ebria y sonriendo mientras se sienta como puede en los cojines del suelo con Neville a su lado.

    - Vale, entonces vamos a ver que hay en Netflix – dice David encendiendo la tele con el mando a distancia. Hace una rápida búsqueda y encuentra una de fantasmas, pero nada que ver con Myrtle.

    Estiro el sillón convirtiéndolo en una cheslón, dejando a Draco con la boca abierta y con las piernas estiradas. Me acomodo delante de él entre sus piernas y apoyo mi cabeza en su pecho. Siento sus brazos rodearme para mantenerme pegada a él.

    - Me gusta tu pijama y la visión que me proporciona desde aquí – me dice mirando mi escote desde arriba.

    - No seas pervertido, Malfoy – le digo tapándome el escote con las manos y provocando su risa.

    Comienza la sesión de cine y el silencio es sepulcral. A los quince minutos se escuchan los primeros gritos de las chicas y de Ron. Me giro y acurruco en el pecho de Draco para no mirar la pantalla y siento como me abraza más fuerte como protegiéndome. Miro de reojo y puedo ver a Ron y a Hermione abrazados, ambos con cara de terror. Sahra abrazada a David con la cara en su pecho para no mirar. Ginny abrazada a Harry pero sin dejar de mirar la pantalla con los ojos muy abiertos. Luna y Neville abrazados hechos un ovillo, sin mirar ninguno la pantalla. Y por último los gemelos con unas caras de flipados disfrutando la película como cosacos.

    Tras el último susto del final de la película, se escucha un fuerte sonido que proviene de la calle. Todos nos quedamos en silencio mirándonos las caras y prestando atención por si es producto de nuestra imaginación. Al cabo de unos segundos el sonido vuelve a escucharse más fuerte que antes y todas gritamos del susto.

    - Ya vienen a por vosotras – dice David con voz tétrica y todas comienzan a gritar.

    - Shhh – las hago callar y presto atención por si vuelve el sonido.

    No tarda mucho en volver a sonar fuerte y, entre gritos, me levanto del sillón y me encamino hacia la puerta, no sin antes pasar junto a Harry y cogerlo de la mano para que me acompañe. Sé que es ese sonido y necesitaré ayuda mágica.

    - No os mováis de aquí – les digo a todos seria antes de seguir mi camino.

    - ¡Dios mío, Sophi! La rubia siempre es la primera en morir – me recuerda Sahra de las películas de miedo y sonrío.

    - Gracias por los ánimos – le grito bajito a mi amiga ya desde la puerta. – Pero no vienen a matarme sino a secuestrarme – le susurro a Harry mientras lo miro fijamente.

    El moreno saca con disimulo su varita de la pernera del pantalón del pijama mientras yo sujeto el pomo de la puerta para abrirla. Respiro profundamente mirando a Harry y este me indica con la cabeza que está preparado.

    Abro la puerta y salgo al rellano del primer escalón seguida de Harry que se coloca a mi lado. Escucho de nuevo el sonido y veo a tres mortífagos, varita en mano, intentando con un hechizo romper el campo de fuerza que protege la casa. Esta oscuro, no hay mucha luz en la calle, escenario perfecto para que puedan actuar sin llamar la atención. En cuanto nos ven, paran el ataque.

    - ¡Vaya! ¡Pero mira que tenemos aquí! ¡Dos por el precio de uno! – dice el que parece el cabecilla, un tipo con el pelo moreno, algo largo y rizado, con una barba de un mes bien arreglada. – El Sr. Tenebroso nos recompensará muy bien por esto – dice sonriendo socarrón, mirando a sus aliados.

    - Largaos de aquí… la casa está protegida – le dice Harry al mortífago.

    - No por mucho tiempo – dice el tipo y vuelven los tres a lanzar el hechizo contra el campo de fuerza.

    Veo como empieza a desquebrajase el escudo por el mismo punto, igual que hizo Voldemort.

    - ¿Qué es lo que queréis? – le pregunto al cabecilla para distraerlos y que dejen de atacar el escudo.

    - A ti – dice el tipo dejando de atacar. – Así que si quieres que no les pase nada a tus amigos de ahí dentro, ya puedes venir con nosotros – me amenaza con una sonrisa maléfica.

    - Ni lo sueñes – le dice Harry desafiante mostrando la varita.

    - ¡Vaya! ¡Harry Potter! Siempre tan molesto – dice el cabecilla poniendo cara de asco.

    - Harry, mi tía reparó el escudo de la casa de campo con un hechizo… ¿puedes hacerlo tú también? – le susurro preocupada.

    - Creo que si – me susurra nervioso.

    - No pienso ir con vosotros voluntariamente – les grito desafiante.

    - No será necesario – me dice el cabecilla sonriendo malvadamente y mirando tras de mí.

    Giro la cabeza y veo a Draco tras nosotros con la varita en la mano. Mi corazón se acelera a mil por hora de pensar que he metido al caballo de Troya en casa. Draco da un paso adelante y me agarra por la cintura pegándome a su cuerpo y sin dejar de mirar a los mortífagos. Mi respiración se corta por unos segundos y el miedo se apodera de mi cuerpo haciéndome temblar.

    - ¡Suéltala! – le exige Harry a Draco agarrándolo por el brazo para detenerlo.

    - ¡Suéltame, Potter! – le dice Draco dando una sacudida de su brazo, provocando que Harry lo suelte.

    - El Sr. Tenebroso estará muy satisfecho con tu colaboración – le dice el mortífago cabecilla a Draco.

    - Os entregaré a Potter y os marchareis – le dice el rubio al mortífago.

    - No hemos venido por Harry Potter aunque, si se lo llevamos al Sr. Tenebroso, este estará más que satisfecho con nosotros – dice el cabecilla orgulloso. – Hemos venido por la chica así que entréganosla – le exige a Draco.

    - ¿Por qué el Sr. Oscuro quiere a Sophi? ¿Es porque testificó en el juicio de mi padre? Su testimonio fue crucial para reducir la condena – intenta convencerlos el rubio.

    - ¿Tu padre? Tu padre no tiene nada que ver con esto – le dice despectivamente. – No sabemos qué planes tiene el Sr. Tenebroso para ella, pero lo que sí sabemos, es que la quiere en su poder y la quiere ¡ya!... Y viéndola de cerca… no me extraña – dice mientras se relame los labios.

    - No os acerquéis a ella – dice Draco tirando de mi hacia atrás.

    Siento como un gran peso se libera en mi pecho al saber que no está con ellos y miro a Harry que esta confuso.

    - Tráenos a la chica si no quieres ser castigado por el Sr. Tenebroso – le dice el mortífago a Draco.

    - No… no puedo – les dice asustado y apretándome más a él.

    Con mucha rabia los tres mortífagos vuelven a atacar la barrera de protección por el mismo punto dañado. Harry lanza el mismo hechizo que lanzó mi tía para repararlo, consiguiendo detener el deterioro de la grieta pero no arreglarla. De pronto, Draco lanza el mismo hechizo uniéndolo al de Harry y el escudo se repara en cuestión de segundos. Los mortífagos se dan por vencidos al ver reconstruido el escudo de nuevo.

    - Pagaras por esto, Malfoy – lo amenaza el mortífago cabecilla, convirtiéndose en humo negro seguido de los otros dos y desapareciendo en la oscuridad de la noche.

    - No deberías haber salido… dije bien claro “No os mováis de aquí” – le digo alejándome y dándole un golpe en el pecho a Draco.

    - No podía dejarte sola – protesta el rubio.

    - No estaba sola… estaba con Harry – le digo enfadada.

    - Potter… siempre Potter… ¿Por qué siempre le pides ayuda a él y no a mí? – me pregunta dolido.

    - Porque a Harry, Voldemort ya se la tiene jurada… pero tú te acabas de poner en su punto de mira. Te lo hará pagar, Draco – le digo abrazándole por el torso y él me sujeta fuerte.

    - No me esperaba esto de ti, Malfoy – le dice Harry algo tenso.

    - No te acostumbres, Potter… esto no volverá a ocurrir – le dice Draco a Harry mientras me lleva dentro de la casa.

    - ¿Qué era el ruido? ¿Lo habéis solucionado? – me pregunta Sahra levantada del sofá.

    - Si… ya está. Eran unos gamberros golpeando contenedores – le miento entrando con Draco en el salón mientras Harry cierra la puerta.

    - Pues serían unos niñatos si se han ido corriendo al veros a vosotros dos – dice Fred irónico señalando al rubio y al moreno.

    - Si… lo eran – responde Harry mirando a Draco de reojo.

    - Bien, es tarde… creo que deberíamos ir a dormir – les digo para cambiar de tema.

    - Pero si solo son las dos… – protesta David.

    - Mira a Luna… la pobre esta que se cae – le digo mirando a la rubia apoyada en el asiento del sofá con los ojos cerrados. – Vamos a repartirnos por las camas y luego que cada grupo se quede de chachara hasta la hora que quiera – les propongo y todos aceptan sonrientes.

    - ¿Cómo lo hacemos? – pregunta Hermione.

    - Veamos… - digo mientras intento recordar la distribución planeada. – Tendremos que ajustarnos más por el polizón. – les indico señalando a Draco, el cual sonríe. Harry, Ron, Neville, Fred y George en los sofás cama y en la cheslón. Hermione, Ginny y Luna en la habitación de mis padres. David y Draco en la habitación de invitados y Sahra y yo en mi habitación – distribuyo de la mejor manera posible y todos asienten.

    Entrego sabanas para los sofás cama y para la cheslón del salón y los dejo que se apañen solos después de recoger un poco y desplegar las camas. Subo las escaleras y enseño la habitación de mis padres a las chicas y las dejo allí deseándoles buenas noches. Le enseño la habitación de invitados a los chicos y también los dejo solos, no sin antes, darle un pijama de mi padre a Draco para que se cambie, ya que no creo que a David le haga gracia dormir con un tío desnudo en su misma cama. Luego me voy con Sahra a mi cuarto pasando antes por el baño. Cuando termino me tumbo en la cama agotada mental y físicamente. Sahra también se tumba a mi lado no sin antes echarle un vistazo a su móvil. Cierro los ojos, el sueño me invade.

    - Voy al baño – me dice Sahra y siento como se levanta de la cama.

    Ni siquiera le contesto, no tengo fuerzas. Al cabo de unos minutos vuelve y siento como se hunde el colchón con su peso. Siento como se me acerca… demasiado para mi gusto. Noto como parte de su cuerpo cubre parte del mío e intento apartarla con la mano. Toco la piel desnuda de un pectoral masculino y abro los ojos de golpe. Me encuentro con unos preciosos ojos azul-grisáceos y unos mechones rubio platino despeinados sobre su cara.

    - ¿Se puede saber qué haces aquí? – le pregunto nerviosa mirando por todas partes buscando a Sahra. - ¿Y porque estás desnudo? – le pregunto de nuevo al verlo solo con sus boxes negros.

    - Tu amiga Sahra quería dormir con su chico y yo me muero por dormir contigo – me dice con una sonrisa pícara. – Y no llevo el pijama que me has dado porque me va enorme… ¡Sí que era grande tu padre! Seguro que me hubiera intimidado su presencia… si lo hubiera conocido – me dice pensativo.

    - Seguro que no te hubiera dejado acercarte a mí – le digo sonriendo con picardía.

    - No lo creo, vengo de una familia de buena posición. Tus padres estarían encantados de tenerme como yerno… no como al pobretón de Potter – se mofa orgulloso.

    - Harry les hubiera encantado – reconozco apenada. – Pero no quiero pensarlo… si ellos estuvieran vivos yo no habría ido a Hogwarts y no os hubiera conocido nunca. Viviría tranquilamente con mis padres sin tener que preocuparme por un mago psicópata y desquiciado que quiere atraparme – le confieso distraídamente.

    - Aun no entiendo que quiere el Sr. Tenebroso de ti – me dice serio.

    - No le des más vueltas – le aconsejo para que no vaya por ese camino, pero él sigue pensativo. - ¿Qué parte de psicópata desquiciado no has entendido? – le pregunto intentando sacarle una sonrisa, la cual consigo.

    - Es muy peligroso, Sophi… no te lo tomes a broma – me aconseja ahora él.

    - Lo sé… pero necesito buscarle la parte divertida para no volverme loca – le confieso sonriendo.

    - ¡Vaya! ¡Otra loca en la familia! – me dice dándome un pequeño beso en los labios. – Pero está loca me está haciendo perder la cabeza a mí también – me confiesa besándome de una manera muy tierna.

    Mueve la boca muy suavemente, saborearme lentamente. Noto como la mano que tiene en mi cintura empieza a ascender por debajo de la camiseta dirección a mi pecho desnudo. Paro su mano antes de que llegue a su destino provocando que separe sus labios de los míos para mirarme molesto.

    - Por lo menos déjame… - comienza a decir.

    - NO – lo interrumpo.

    - ¡Vamos Sophi! No seas… - continua diciendo.

    - NO – le vuelvo a interrumpir.

    De pronto escucho un gemido procedente de la habitación de invitados y me incorporo de golpe empujando y tirando a Draco hacia un lado para levantarme. Salgo de mi cuarto apresurada y me planto frente a la puerta de invitados. Llamo enérgicamente con los nudillos y espero respuesta. Nada. Vuelvo a llamar molesta.

    - ¡Sahra! – grito bajito cerca de la puerta.

    La puerta se abre un poco mostrándome a Sahra envuelta en una sábana. La empujo un poco hacia un lado para mirar dentro de la habitación y veo a David sentado en la cama cubriéndose sus partes con la almohada.

    - ¡Joder Sahra! – le recrimino. – Espero que estés tomando precauciones porque como te quedes preñada y mi tía se entere, estoy muerta – la amenazo.

    - Estoy tomando precauciones – me dice mostrándome un envoltorio de preservativo. – Siempre tomo precauciones – me asegura y yo asiento.

    - Tendré que quemar esa almohada – le digo mirando a David y poniendo los ojos en blanco.

    Sahra se ríe mientras me giro para dirigirme a mi habitación. Me paro en seco al ver a Draco apoyado en el marco de mi puerta solo en boxes y con los brazos cruzados sobre el pecho. Menuda visión celestial. Reinicio mi camino pasando junto a él y entrando en mi cuarto dirección a la cama. Me tiro sobre la cama derrotada y veo a Draco cerrar la puerta y caminar hacia mí.

    Se tumba boca arriba en la cama a mi lado y cierro los ojos. Al no escucharle decir nada me extraño y me esfuerzo en abrir los ojos para mirarlo.

    - ¿Qué es esto? – me pregunta moviendo y mirando atentamente un condón envuelto en su envase.

    - ¿Qué haces con eso? – le pregunto incorporándome en mis codos para mirarlo bien.

    - Me lo ha dado Sahra y me ha dicho que lo disfrute – me explica confuso. - ¿Cómo puedo disfrutar con esto? ¿Qué es? – me vuelve a preguntar sin dejar de mirar lo que tiene en la mano.

    - ¡La madre que te pario, Sahra! – grito para que me escuche y la oigo reír a carcajadas.

    - ¿Qué pasa? – me pregunta mirándome serio. - ¿Qué es? – me insiste.

    - Es un preservativo – le digo con la esperanza de que se quede ahí el tema.

    - Y ¿Qué preserva? – me pregunta volviendo a mirar el condón.

    - ¡Dios mío! ¡Dame paciencia! – me digo en voz alta antes de contestarle. – A ver cómo te lo explico… dentro de ese envoltorio hay una gomita que se pone en el miembro erecto de los chicos para evitar embarazos y enfermedades al realizar el acto sexual – le explico de carrerilla para evitar al máximo la vergüenza, pero su rápido giro de cabeza para mirarme con los ojos muy abiertos me pinta las mejillas de rojo.

    - ¡Usémoslo! – me dice mientras salta sobre mí sin soltar el dichoso condón.

    - ¡Nooo! – le digo empujándolo para alejarlo.

    - ¡Vamos Sophi! No le niegues su último deseo a un condenado a muerte – me dice mirándome fijamente.

    - ¡No vas a morir! – le digo sujetándole la cara con ambas manos.

    - Lo haré en cuanto ponga un pie en la mansión – me dice tenso.

    - No vayas a la mansión, vete a Hogwarts. Dumbledore te protegerá – le propongo esperanzada.

    - No puedo abandonar a mi madre… si escapo, ella lo pagará – me comenta algo que ya deduzco.

    - No te matará… te necesita vivo – le aseguro y él me mira confuso. – Es lo que yo haría si fuera él. Al protegerme esta noche le has confirmado lo que sientes por mí y lo usará en su beneficio – le explico nerviosa y pensando que a partir de ahora tengo que protegerme mejor.

    - Yo siempre te protegeré y averiguaré que es lo que quiere de ti – me dice totalmente convencido mientras se tumba a mi lado y me abraza.

    - No hagas nada que te ponga en peligro. Síguele la corriente y no corras riesgos innecesarios – le aconsejo mientras aprieto sus brazos contra mi cuerpo.

    Nos quedamos así durante un rato, sin decir nada, el pensativo y yo cayendo lentamente en un sueño profundo.

    La luz que entra por la ventana me despierta indicándome que ya ha amanecido. Abro los ojos intentando enfocar y al ver el techo de mi cuarto, recuerdo donde estoy. Intento moverme pero me resulta imposible. Miro hacia abajo y veo un brazo desnudo sobre mi pecho y una pierna, también desnuda, sobre mis piernas. Giro la cabeza y tengo pegada a mí la carita angelical del rubio oxigenado. Sus ojos están cerrados y su expresión relajada, lo que me indica que aun duerme.

    Intento quitarme de encima su brazo pero el movimiento hace que se retuerza, agarrándome por la cintura para atraerme a su cuerpo y pegarme a él. Noto en mi cadera la erección mañanera de Draco y me pongo nerviosa, intentando alejarlo de mí.

    - Si sigues retorciéndote así se pondrá más dura… – me aconseja con los ojos cerrados y una sonrisa pícara en los labios. -… y tendrás que ayudarme a relajarla -

    - ¡Serás pervertido! – le digo pegándole un manotazo en el brazo para que me suelte, provocando sus carcajadas.

    - No soy un pervertido… es que me vuelves loco, nena, y quiero probar el regalo de Sahra – me confiesa mientras se coloca sobre mí en un rápido movimiento.

    - Por mucho que insistas, no pienso hacerlo – me quejo bajo su cuerpo. – Y apártate de mí si no quieres que te mande al suelo de un empujón – lo amenazo nerviosa por sentir ahora su miembro creciente entre mis muslos.

    - No… me gusta sentirte así… aunque sea con ropa de por medio – me dice con una voz muy sensual y su sonrisa ladeada.

    - Draco, en serio, apártate y deja de comportarte como un perro en celo – me quejo enfadada.

    - Está bien… me dice resignado, separándose de mí y tumbándose boca arriba a mi lado. – Te dije que esperaría hasta que cumplieras los dieciséis y eso haré – me recuerda.

    - Quien dice los dieciséis dice los diecisiete o los dieciocho – le digo mirando al techo.

    - ¿Qué? – me dice mirándome serio. – No pienso esperar hasta que cumplas los dieciocho. ¿Pretendes que reviente? – me pregunta enfadado.

    - Pues tienes dos soluciones… masturbación o ducha fría – le digo riendo.

    - Eres mala… – me dice girándose y atrapándome bajo su cuerpo de nuevo. -… muy mala – confirma besándome muy dulcemente.

    Tras convencerlo de que tenemos que levantarnos e ir con los demás, consigo que se levante a regañadientes. Siento un gran alivio al alejar su arma de mí.

    - Voy a la ducha… ¿me acompañas? – me pregunta mientras se dirige a la silla para recoger su ropa.

    - Yo no voy a solucionar tu “problemita” así que te recomiendo que te duches con agua fría – le digo irónica mientras hago la cama.

    Lo veo salir sonriendo del cuarto sin cerrar la puerta y entrar en el baño, que está desocupado. Minutos después escucho el agua caer de la ducha.

    - ¡Ahhh! ¡Por Merlín! – lo escucho gritar y me da la risa.

    - ¿Estas bien? – le pregunto disimulando la risa y tocando la puerta del baño con los nudillos.

    - ¡Esto me lo vas a pagar, nena! ¡Me lo vas a pagar! – me grita. - ¡Joder, que fría! – lo escucho decir y me da un ataque de risa. - ¡Eso! Tu ríete… pero me pienso vengar – me grita desde la ducha.

    Una vez sale del baño vestido entro yo y, cuando intento cerrar la puerta pone el pie para impedirlo, dándome un beso rápido y haciéndome notar sus fríos labios por culpa de la ducha.

    - ¡Me vengaré! – me dice con su típica sonrisa ladeada y quitando el pie de la puerta.

    Cierro la puerta con pestillo, no me fio, y me dispongo a ducharme. Me pongo otros shorts tejanos, esta vez de color rosa, y una camiseta también rosa y con los hombros descubiertos que me he traído de recambio. La ropa de ayer esta para lavar ya que me cayó bebida durante el torneo de Beer Poing.

    Cuando salgo del baño veo a Draco sentando en mi silla giratoria muy pensativo. Seguro que está asustado de pensar en volver a casa. Entro en el cuarto y me acerco a él, el cual me mira e intenta dibujar una sonrisa para disimular su pesar. Lo cojo de la mano y lo hago levantar para que me acompañe a bajo con el resto. Cuando llegamos al salón veo que ya todos están allí, duchados y arreglados.

    - ¡Vaya! Veo que somos los tardones – les digo sonriendo.

    - ¿Se os han pegado las sábanas? – pregunta Sahra con picardía.

    - Tu y yo ya hablaremos, señorita – le digo mirándola desafiante y ella sonríe.

    - Lo estoy deseando – me dice risueña. – pero tendremos que dejarlo para otro momento. David y yo tenemos que irnos ya. Comida familiar, ya sabes… – me informa y yo asiento.

    - Dale recuerdos a tus padres de mi parte – le digo abrazándola como despedida.

    - Se los daré y recuerda que tenemos una salida de chicas pendiente… a ver si podemos hacerla antes de empezar las clases – me recuerda y yo asiento.

    - Te llamaré – le digo y ella sonríe.

    Me despido de David y el resto se despide de ambos.

    - Me alegra mucho haberte conocido al fin, Draco – le dice David dándole la mano. - ¡Hasta tu nombre suena a Superhéroe! – le dice y yo pongo los ojos en blanco.

    - Yo nunca pensé que un muggle fuera a caerme tan bien – le dice Draco al chico.

    - ¿Un qué? – le pregunta confuso.

    - Nada… no le hagas caso, te toma el pelo – le digo sonriendo y David se da por satisfecho.

    Una vez Sahra y David se marchan cerrando la puerta tras ellos respiro aliviada.

    - Con lo bien que iba todo y casi metes la pata al final – le reprocho a Draco.

    - Me he dado cuenta tarde de lo que he dicho – se defiende el rubio.

    - Bueno, nosotros ya nos vamos – dice Ron mirando a Harry. – Nos vemos en Hogwarts en un mes – nos recuerda a todos.

    - Si… ya quedan pocas vacaciones – dice Ginny algo triste.

    - Pues yo estoy desenado que acaben. No soporto a mis tíos más tiempo – se queja Harry.

    - Yo estoy deseando empezar las clases – dice Hermione motivada.

    - Nosotros como no volvemos… ya nos iréis informando – dice Fred y George confirma con la cabeza.

    - Supongo que entendéis que la tregua se acaba aquí, ¿verdad? – dice Draco al resto de magos. – La próxima vez que nos veamos seguiremos siendo enemigos – le dice a Harry el cual lo mira tenso y asiente. – Eso si sobrevivo – me dice bajito cogiendo mi mano y apretándola.

    Veo como los Weasley desaparecen por la chimenea, seguidos por Luna y luego por Neville. Hermione se despide de mí para marcharse y le dice a Harry que lo acompaña a casa. Este se recela, no quiere dejarme con Draco a solas en casa, pero yo lo convenzo de que estaré bien, que mi tía vendrá por mí en unos minutos y que en cuanto llegue a casa le escribiré.

    - ¡Vale! Me marcho, pero ten cuidado con él… no me fio – me dice en el oído mientras me abraza.

    - Tranquilo, no va a hacerme daño – le digo también en el oído. – Ya lo habría hecho anoche entregándome a los mortífagos – le recuerdo.

    - De acuerdo – me dice no muy convencido y lo veo marcharse por la puerta con Hermione.

    - ¡Por fin solos! Creía que nunca se irían – me dice agarrándome de la cintura y pegándome a él para besarme.

    Paso mis manos por sus hombros y termino sujetando su nuca para mantenerlo pegado a mí. El solo hecho de pensar en lo que le espera me da escalofríos y más aún cuando no puedo advertírselo.

    Noto como empieza a caminar hacia adelante mientras me obliga a caminar hacia atrás. Mis piernas chocan contra algo que, junto al empujón de Draco, me hacen caer de espaldas sobre el sofá seguida del cuerpo del rubio. Lo tengo encima pero no me importa. Sentir el peso de su cuerpo, sus manos recorriendo mi cuerpo por debajo de la camiseta y sus labios hambrientos devorándome hasta dejarme sin aliento me reconforta. Temo que ya no vuelva a tenerlo así nunca más.

    - ¡Sophia Queen! – oigo la voz de mi tía a mi lado. – ¿Se puede saber que estás haciendo? – me pregunta haciendo que nos separemos nerviosos de golpe.

    - ¡Tía! ¡Has venido! ¡Te estaba esperando! – le digo intentando disimular mientras me levanto del sofá lo más rápido que puedo.

    - ¡Ya veo! – me dice mi tía muy seria. – Y mientras me esperabas, matabas el tiempo en los brazos del Sr. Malfoy – me acusa. – Sr. Malfoy… - lo saluda con la cabeza.

    - Profesora McGonagall – le dice el rubio rojo como un tomate ya de pie junto a mí.

    - Ya me darás una explicación en casa, señorita – me regaña mi tía. - ¿Tiene como volver a casa Sr. Malfoy? – le pregunta mirándolo muy seria.

    - Si – responde rápidamente el chico. – Tengo mi escoba en la cocina – le dice nervioso.

    - Bien… le acompañaré para que la recoja y salga de la casa sin ser visto por los muggles – le dice mi tía mientras camina hacia las escaleras.

    - Me voy… – me dice bajito al pasar a mi lado. – Te quiero – me suelta y me da un beso rápido para ir tras mi tía que lo mira como si quisiera castigarlo.

    Los veo bajar las escaleras y desaparecer. Minutos después aparece mi tía subiendo las escaleras con la misma expresión de enfadada.

    - ¿Estás loca? ¿Malfoy aquí? ¿Lo han visto los demás? – me pregunta preocupada.

    - No, no estoy loca. Se presentó ayer y no quiso irse. Y si, los demás lo han visto y hemos estado todos juntos como amigos… hicimos una tregua de alto el fuego por un día y todos se han comportado – le explico brevemente a mi tía que me mira con cara de flipada. – También tuvimos la visita de tres mortífagos que intentaron colarse rompiendo el escudo protector y tanto Harry como Draco trabajaron juntos para que no cayera la barrera y salvarme –

    - Tal vez no deberíamos perder la esperanza con ese chico – me dice sonriendo mientras me lleva con ella hacia la chimenea.
     
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