Harry Potter A través del Multiverso

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por Andromeda, 20 Marzo 2022.

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  1. Threadmarks: Capítulo 3: El juicio
     
    Andromeda

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    Me despierto en mi cama de Gryffindor. Anoche el profesor Lupin me trajo a Hogwarts por instrucciones de mi tía. Cuando aparecimos por la chimenea mi tía me abrazó tan fuerte que pensé que moriría de asfixia. Estaba más pálida de lo normal, creo que el tema de los Dementores la ha traumatizado. Dumbledore también me estaba esperando y tras comprobar que estoy bien, me envió a descansar, no antes de decirme que mañana hablaríamos tendidamente.

    Mi tía me acompaño a mi habitación y puede comprobar que todas mis cosas ya estaban allí. Me comunicó que nos hemos trasladado a Hogwarts, ya que pronto comenzarán las clases y ella, junto al resto del profesorado, comienzan a preparar el curso.

    Me levanto y después de un merecido baño relajante, me visto informal. Una camiseta celeste básica y unos pantalones piratas negros junto con unas bailarinas negras y una cola alta componen el atuendo. Mi amuleto está colgado a mi cuello, parece haberse convertido en parte de mi cuerpo.

    Bajo a desayunar y veo que la mesa de profesores está casi al completo. Saludo a todos los profesores haciendo más énfasis en el profesor Colling, al cual no veo desde final de curso, y en la profesora Trelawney, que durante las vacaciones hemos coincidido en varias ocasiones y con la que he forjado una conexión especial. Veo al profesor Snape y lo saludo con un leve movimiento de cabeza. Él, con su eterna mirada fría, me saluda de la misma forma.

    Al terminar, Dumbledore me indica que quiere verme en su despacho sin demora. Ósea, ya. Nos levantamos de la mesa y sigo a Dumbledore hacia su despacho, comprobando que mi tía viene junto a mí. Una vez entramos y estamos cerca del escritorio del director, oigo la puerta cerrarse con un golpe y me giro por el susto. El profesor Snape es quien la ha cerrado y se acerca a nosotras a paso rápido.

    - Tomad asiento – nos dice Dumbledore a mi tía y a mí mientras se sienta en su sillón. Snape se coloca de pie a su lado y me mira fijamente. Nos sentamos y lo miro de la misma forma. – El profesor Snape es de confianza – me dice Dumbledore para tranquilizarme.

    - Lo se profesor – le respondo mirándolo calmada. – Confío totalmente en él -

    Veo como la expresión del profesor Snape cambia a sorprendido.

    - Bien… tenemos que preparar la defensa de Harry – me dice Dumbledore.

    - Vale… como testigos de lo ocurrido estamos la Sra. Figg y yo. El tonto de Dudley no nos sirve por ser muggle – le digo entrando en materia.

    - ¡Sophi! – me regaña mi tía y puedo ver como Snape esboza una leve sonrisa.

    - ¿Qué?... No estoy diciendo nada que no sepamos ya… - le replico a mi tía y Dumbledore también sonrie.

    - La Sra. Figg dará su testimonio sobre la agresión de los Dementores que seguramente será igual a la tuya – me indica Dumbledore y yo le confirmo con la cabeza.

    - Pero ya sabe que todo esto es una estúpida excusa para deshacerse de Harry por decir que Voldemort ha vuelto – le comento al director.

    - Me temo que tienes razón. El Ministro está intentando encontrar cualquier desliz para atacarlo – me confirma Dumbledore.

    - Lo que no entiendo es porque no lo ha tomado también conmigo. Yo he dicho lo mismo que Harry – les indico pensativa.

    - No sabemos el motivo, tal vez porque piense que eres una muggle y no tiene que tenerte en consideración – razona Snape en voz alta.

    - Perfecto… que lo siga pensando – le digo mirándolo seria. – No creo que nos haga falta, pero por si acaso, imprimiré la imagen del enfrentamiento de Harry con Voldemort –

    - ¿Tienes una imagen de lo ocurrido en el cementerio? – me pregunta Snape exaltado.

    - Si – le digo levantándome y sacando el móvil de mi bolsillo trasero. Busco la imagen y se la muestro. Él me mira perplejo y un poco de miedo se detecta en sus ojos. – Siento ser la portadora de tan malas noticias, pero es necesario que sepan que estamos ante el inicio de la segunda guerra mágica -

    Los tres adultos se miran y la tensión se puede cortar con un cuchillo.

    - Por cierto, profesor… Fudge adelantará el juicio de Harry para que nadie pueda ayudarlo y así condenarlo. Tendremos que llegar al Ministerio mucho antes de la vista – le indico a Dumbledore.

    - ¿Cómo puede ser posible? Deben notificarme cualquier cambio - me contesta el director.

    - No lo harán… pero le intentarán hacer creer que lo han hecho – le digo a Dumbledore.

    - Gracias por avisarme, querida – me contesta. – Realmente serás de mucha ayuda en esta guerra y debemos evitar por todos los medios que caigas en sus manos – me dice con cara de preocupación.

    - La protegeremos Albus. Todos los de la orden están al tanto – le dice Snape.

    - Lo sabía… - me digo en voz alta y todos me miran. – Por la forma en que me miro Sirius cuando dijo que Voldemort va detrás de algo… - les aclaro a ellos.

    - Bien…. bien – dice el director preocupado mirando a mi tía, la cual se ve angustiada.

    - Tranquila tía… Yo estoy bien – le digo cogiéndola de la mano. – Harry estará bien en cuanto pase el juicio, y todos volveremos a las clases… Aunque este año será una verdadera tortura… - les digo pensativa. – para todos… ¡Me voy! Ya he dicho más de la cuenta – me levanto rápidamente y salgo del despacho sin querer mirar atrás.

    Me voy a mi aula e imprimo la imagen como le dije a Dumbledore y la pongo a buen recaudo en mi habitación. Paso a visitar a Myrtle al baño del segundo piso y hablamos durante horas. Tras la comida voy a casa de Hagrid a tomar el té y, de paso, contarle lo de los Dementores. Después de la cena me voy a mi habitación a dormir, poniendo el despertador temprano ya que, Dumbledore me ha comentado a qué hora tendremos que irnos para llegar con tiempo suficiente al Ministerio.

    No le ha dado tiempo al despertador a sonar y yo ya estoy despierta. Creo que los nervios me comen por dentro. Me aseo y me visto con unos tejanos azules, una camisola blanca con botones frontales hasta la cintura y acampanada hasta las caderas. Las mangas son manga tres cuartos acampanadas también. Lo complemento con las converses azules, una chaqueta tejana y el pelo suelto.

    Me reúno con mi tía y Dumbledore en la chimenea por donde me trajo el profesor Lupin. Le entrego el dossier donde va la impresión y nos metemos en la chimenea. Me despido de mi tía con la mano y hago lo mismo que la otra vez, me abrazo al director y él con los polvos Flu nos transporta al Ministerio.

    Cuando aparecemos en la chimenea de destino, ya se nota el movimiento de gente en ese enorme vestíbulo del Ministerio. Se trata de un largo pasillo con el suelo de madera oscura y pulida y con el techo azul lleno de símbolos de oro que se mantienen en movimiento como un tablón de anuncios. Las paredes de ambos lados contienen montones de chimeneas doradas, igual a la que hemos salido, y alguno que otro puesto de periódicos. A la mitad del pasillo llegamos a un ensanche donde se encuentra una gran fuente redonda, decorada con la estatua de un centauro, una bruja y un duende. Arriba y frente a nosotros, una gran pancarta donde se puede apreciar la imagen del Ministro Fudge en blanco y negro. Si sigues mirando hacia arriba puedes ver como el Ministerio se extiende en vertical unas siete plantas con sus ventanales circulares en cada una. Para encontrarse en el subsuelo de Londres parece estar en plena superficie durante un día de sol.

    Dumbledore me llevó hasta una puerta dorada que daba a un pequeño recibidor circular donde sólo se encontraban los ascensores, muchos ascensores. Nos subimos en uno de ellos con dos personas más y varios aviones de papel sobre nuestras cabezas. El director va muy callado y pensativo cuando el ascensor se mueve rápidamente en horizontal, cosa que me sorprende y me hace dar un gritito sujetándome a su brazo. Después se para en seco y asciende a gran velocidad. Una vez llegamos, una voz femenina nos indica en que planta estamos: “Segunda planta: Departamento de Seguridad Mágica”. Salimos del ascensor y doblamos la esquina, pasando un conjunto de pesadas puertas de roble llegando a la “Oficina de los Aurores”. Una vez dentro se aprecia un gran espacio abierto dividido en cubículos pequeños y en uno de ellos me hace sentar y esperar.

    Veo de lejos a Dumbledore hablando con Alastor Moody acaloradamente y luego marcharse los dos en la misma dirección. Decido esperar jugando con el móvil. Pasada hora y media, aparece Dumbledore con la Sra. Figg, a la cual saludo cordialmente y se sienta junto a mí. Media hora más de espera y el profesor Dumbledore regresa indicándonos que ya es la hora de ir hacia la audiencia.

    Pasamos de nuevo las puertas hasta el ascensor y bajamos. Cuando las puertas se abren, la misma voz nos indica donde estamos: “Novena planta: Departamento de Misterios”. Bajamos y seguimos a Dumbledore por un pasillo de paredes de azulejos negros y sin ventanas ni puertas. Llegamos a otro pasillo igual, que a mí me recuerda al laberinto del Torneo, pero con la diferencia de que hay un tramo de escaleras estrechas que llevan abajo. Nos dice que le esperemos allí hasta que nos indique que bajemos. Nosotras, obedientes, esperamos.

    - No esperaba verla aquí en el Ministerio, Srta. Queen – escucho en mi oído esa voz que me hiela la sangre. Cierro los ojos y tomo aire para enfrentarlo.

    - Yo esperaba no volver a verlo nunca más, Sr. Malfoy – le digo girándome despacio para encararlo. La pobre Sra. Figg me agarra del brazo para alejarme de él ya que está muy cerca de mí.

    - No pretenderás que olvide lo que tú y tu amiguito Potter le hicisteis a Draco, ¿verdad? – me amenaza con la mirada fría.

    - No creo que le hiciéramos nada malo… Solo eliminamos un pequeño y molesto recuerdo – le digo irónica.

    - Muy graciosa, Srta. Queen… - me dice con una risa forzada. - Pero no importa… Es cuestión de tiempo que Draco recupere la memoria y nada de lo que hagas cambiará el hecho de que le perteneces – me comenta prepotente.

    - ¡Uy! Me temo que no, Sr. Malfoy, ya he entregado mi corazón, lo siento – le digo desafiante.

    - ¡Mientes! – me dice agarrándome del brazo con fuerza.

    - ¡Suéltela! – le grita la Sra. Figg.

    - ¡Esto no quedará así, Srta. Queen! – me amenaza de nuevo Lucius, soltándome de golpe al escuchar que alguien se acerca por las escaleras y se marcha apresuradamente.

    - ¿Estas bien querida? – me pregunta la Sra. Figg.

    - Si, gracias… pronto dejaré de temblar – le confieso sonriendo y ella me devuelve la sonrisa abrazándome por los hombros para reconfortarme.

    - ¿Preparadas? – nos pregunta Dumbledore apareciendo en el primer escalón y ambas asentimos con la cabeza – ¿Estas bien? Te veo pálida – me pregunta el director preocupado dando un paso hacia mí.

    - ¡Si! Estoy bien… - le digo para no preocuparlo.

    - Pues entonces, ¡Vamos! – nos indica que lo sigamos escaleras abajo.

    Llegamos a la sala del tribunal del Wizengamot y el director me indica que me siente en el primer banco del palco ya que está vacío, a excepción de Harry, que está sentado también allí pero muchísimo más a mi derecha. Supongo que ya lo han interrogado a él… bueno, más bien, no le han dejado hablar. En cuanto me ve me hace un saludo con la mano que yo también se lo correspondo. Un pequeño barullo de murmullos se escucha en la sala.

    - Llamo en calidad de primer testigo de la defensa a la Sra. Figg – anuncia Dumbledore al tribunal y acompaña a la Sra. Figg para que tome asiento en el centro de la sala, donde se sientan para ser interrogados.

    - Por favor, describa el ataque… ¿Qué aspecto tenían? – pregunta Mafalda Hopkirk desde su palco.

    - Pues uno de ellos era muy grande, el otro flacucho y ella muy guapa – contesta la Sra. Figg tímida.

    - Los chicos no… los Dementores – le protesta el Sr. Fudge.

    - ¡Ah! ¡Claro, claro! Grandes, con capa y todo se quedó frío, como si la felicidad hubiera desaparecido del mundo – contesta pensativa.

    - Gracias por su testimonio, puede retirarse – le indica la Sra. Hopkirk y ella se levanta.

    Dumbledore le indica que se siente dónde estoy yo y me hace levantarme a mí para que lo siga.

    - Llamo en calidad de segundo testigo de la defensa a la Srta. Queen – anuncia Dumbledore de nuevo al tribunal.

    Eso hago, mirando a Harry mientras me acerco a centro. Me siento y espero las preguntas.

    - Profesor Dumbledore, ¿quiere hacernos creer que la joven muggle vio a los Dementores? – le pregunta Fudge fanfarrón. – Bien sabido es, que los muggles no pueden verlos, ¿me equivoco? -

    - Cierto, los muggles no pueden verlos, pero la Srta. Queen no es una muggle común… ella si puede verlos, al igual que a otras criaturas mágicas – le contesta el director.

    - Y bien, Srta. Queen… ¿Que cree que vio? – me pregunta Fudge fanfarrón.

    - Eran tres y todos con el mismo aspecto… Eran como espectros flotando en el aire, con mantos negros hechos girones que los tapan por completo. No tienen rostro, solo boca para absorberte el alma. – les explico lo más detalladamente.

    - No creo que los viera, Srta. Queen, su descripción es la misma que la de la Sra. Figg – me replica Fudge burlón.

    - Nuestras descripciones deben ser similares ya que describimos al mismo ser… lo raro serian que fueran diferentes – le digo irónica encogiéndome de hombros. Se escuchan pequeñas risas en el palco. – Pero algo que yo sentí y ella no, fueron esas grandes manos frías, de dedos largos y huesudos, sujetándome por la cintura para retenerme – cierro los ojos al recordar la desagradable sensación. Unas exclamaciones de sorpresa se escuchan ahora en el palco.

    - ¿El Dementor te sujetó? ¡Ellos no tocan a los muggle! – exclama la Sra. Hopkirk asombrada.

    - Ahora que lo dice… El Dementor que fue por el primo de Harry no lo tocó… ¿Porque a mí sí? – le pregunto mirándola.

    - Seamos claros, los Dementores no merodean por un barrio de muggles y se topan por casualidad con un mago y una muggle con visión… La posibilidad es tan remota – protesta el Sr. Fudge riéndose.

    - No creo que nadie piense que los Dementores estaban ahí por casualidad, Ministro… - insinúa Dumbledore. Un carraspeo insoportable se hace notar.

    - Debo de haberle entendido mal profesor… - ¡y ahí vamos! El ataque de la arpía… - Los Dementores están, al fin y al cabo, bajo control del Ministerio de magia. Puede parecer absurdo, pero ha sonado por un momento, como si sugiriera que el Ministerio ha ordenado el ataque contra los chicos – lanza su primer dardo venenoso Dolores Umbridge.

    - Seria inquietante, desde luego, Sra. Subsecretaria. De ahí que estoy seguro, que el ministerio organizará una investigación a gran escala para averiguar porque los tres Dementores estaban tan lejos de Azkaban y porque planearon un ataque sin autorización. Claro que… podría haber alguien detrás de los ataques… - deja caer la acusación Dumbledore.

    Unos segundos después se acerca al estrado para hablar, de forma más personal, con Fudge.

    - Cornelius, imploro que entres en razón. La evidencia de que el Sr. Tenebroso ha regresado es irrefutable – le insiste el director colocando la imagen del duelo frente a él.

    - ¡No ha vuelto! – dice histérico el Ministro, con los ojos muy abiertos mirando la imagen y cogiendo la misma para arrugarla en un puño.

    Dumbledore se queda helado por la reacción de Fudge, de su negación ante las pruebas. Se separa lentamente del estrado y camina por la sala.

    - En lo referente a Harry Potter la ley declara que la magia puede ser usada en presencia de muggles cuando la vida esté en peligro – comienza Dumbledore su alegato final.

    - Las leyes se cambian si es necesario Dumbledore… - protesta Fudge.

    - Claramente… ¿Desde cuándo se convoca un juicio penal para tratar un simple caso de magia en menores? – pregunta del director finalizando, así, el alegato. La sala se vuelve a llenar de cuchicheos.

    - ¿A favor de la condena? – pregunta la Sra. Hopkirk. Pocos levantan la mano, entre ellos Fudge y Umbridge.

    - ¿A favor de que se le retiren al acusado todos los cargos? – vuelve a preguntar la Sra. Hopkirk. El resto del tribunal levanta la mano incluida la Sra. Hopkirk.

    - Se retiran todos los cargos – sentencia el Sr. Fudge molesto.

    Dumbledore viene a paso rápido hacia mí y, agarrándome del brazo, me levanta del asiento y me arrastra por la sala para salir de ella. A mi espalda escucho como Harry nos llama desde el palco, pero solo puedo girar la cabeza para mirarlo, ya que, no puedo hacer nada para detenerlo. Subimos las escaleras y me lleva por el pasillo de la novena planta hacia los ascensores. Al pasar por uno de los pasillos anexos, puedo ver a Lucius hablando con el Ministro, y como ambos me miran al pasar. Una vez ascendiendo en el ascensor, le recrimino.

    - Harry nos estaba llamando… ¿Por qué no ha parado a hablar con él? – le pregunto incrédula.

    - Tú eres la prioridad ahora. Es peligroso que permanezcas mucho tiempo en el Ministerio… No te preocupes por Harry, ya he dado instrucciones para que se encarguen de él otros…– me dice Dumbledore mirándome serio. Yo asiento con la cabeza, porque sé que es verdad.

    Al llegar de nuevo a la planta del vestíbulo, el director me sigue llevando agarrada, esquivando al gentío que circula por él. Llegamos a una chimenea e introduciéndonos en ella, me aferro al director como a la ida. Una caída enérgica de polvos Flu y volvemos a estar en Hogwarts.
     
    Última edición: 26 Diciembre 2022
  2. Threadmarks: Capítulo 4: Regreso a Hogwarts
     
    Andromeda

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    Capitulo 4 - Regreso a Hogwarts.jpg

    Han pasado quince días desde la audiencia y hoy los alumnos vuelven a Hogwarts. Durante este tiempo he estado en contacto con los chicos a través del móvil de Harry… ¡Adiós lechuzas! Le he pedido a mi tía que me deje ir a recogerlos a la estación.

    Estoy en el andén, viendo a los alumnos ir y venir, pero no los veo. Al final los localizo en un vagón y con la mano los saludo. Ellos me responden y bajan del tren. Nos abrazamos y comenzamos a caminar por el andén, dirección a los carruajes. Harry va el primero seguido de Ron y Hermione y yo vamos cogidas del brazo tras ellos.

    - Me sorprende que el Ministerio te haya dejado suelto Potter. – dice esa voz que me corta la respiración y Hermione lo nota. – Disfruta mientras puedas… - le dice a Harry colocándose frente a él, desafiante. - Espero que haya una celda en Azkaban con tu nombre –

    - Con el de tu padre seguro que hay una – digo irónica desde atrás de Ron.

    - ¡Retira eso! – me amenaza acercándose rápidamente hacia mí y yo retrocedo unos pasos soltando a Hermione. Me preparo para un ataque, pero los gorilas de Malfoy lo sujetan y tiran de él para llevárselo.

    - Y ¿Tú quién eres? ¿Otra sangre sucia amiga de Potter? – me pregunta cabreado mientras tiran de él sus amigos. Al pasar cerca de Harry lo empuja.

    - ¡No te acerques a mí! – le grita Harry mientras Ron lo sujeta por detrás.

    - ¿Que os dije?... ¡Completamente chalado! – les dice a sus amigos Slytherin encarándonos desde lejos. Lleva un traje negro que le queda perfecto y se lo arregla tirándose de la solapa de la chaqueta con chulería. Siento como un puñal se me calva en el corazón. Luego se gira y se marchan los tres.

    - Es un Malfoy… ¿Qué esperabas? – le dice Ron a Harry para calmarlo, cosa que no consigue y se suelta de forma brusca del agarre de Ron.

    - ¿Por qué ha preguntado quién eres? ¿Qué le pasa? – me pregunta Hermione confusa volviendo a cogerme del brazo para que sigamos a los chicos.

    - Harry le borro mi recuerdo este verano – le confieso a mi amiga.

    - ¿Qué? – preguntan al unísono ella y Ron, que se gira para mirarme.

    - Y tendría que habérselo borrado todo… ¡Menudo imbécil! – se queja Harry sin dejar de caminar.

    - ¿Cuándo pasó? ¿Cómo paso? Y los más importante… ¿Por qué no nos lo habéis contado? – pregunta Hermione exaltada.

    - Fue el día del cumpleaños de Harry, ¿lo recordáis?... ¿Cuándo Malfoy me sacó de la fiesta a la fuerza? Os conté que pasé la noche en la Mansión Malfoy y que Harry vino en mi rescate al día siguiente… lo que omití fue que le pedí a Harry que borrara mi existencia de su memoria y que no lo contara a nadie… no sé las consecuencias que esto conllevará y no sé cómo enfrentarlo… ¡lo siento! – intento contestar a todas sus preguntas y disculparme.

    - Así que Malfoy no te recuerda… – dice en voz alta Ron intentando asimilarlo. - Pero el resto te recordamos, ¿No será cuestión de tiempo que se dé cuenta que algo pasa? – me pregunta pensativo.

    - Si… será cuestión de tiempo que recobre la memoria… déjame disfrutar hasta entonces, ¿vale? – le digo en suplica.

    - ¡Vale! ¡Tranquila! – me dicen sonriendo.

    Caminamos por el sendero del bosque y vemos como el penúltimo carruaje acaba de marcharse con Cho y Cedric en ella. Harry los mira un poco triste.

    - Hola chicos – nos dice Neville que viene con una planta.

    - Hola Neville – le contestamos todos al unísono.

    Nos giramos y vemos el último carruaje. Nos acercarnos para subir a él y lo vamos haciendo de uno en uno. Voy tras Neville así que, al pasar junto al Thestrals le acaricio el lomo, cosa que al bicho no le molesta por estar acostumbrado a mis atenciones de este verano junto a Hagrid.

    - ¿Qué haces? – me pregunta Harry extrañado.

    - Acariciar al Thestrals que tira del carruaje – le aclaro.

    - El carruaje va solo… como siempre – me dice Hermione mirándome como si estuviera loca.

    - No se está volviendo loca… Yo también los veo. ¡Estás tan cuerda como yo! – me dice Luna.

    - Pues eso ya es mucho para mí… ¡gracias! – le digo con una sonrisa mientras me subo al carruaje y me siento frente a ella. Harry se sienta junto a mí y Hermione junto a él. Neville y Ron custodiando a Luna al otro lado, la cual me devuelve la sonrisa. – Me he pasado algunos días este verano cuidándolos junto a Hagrid. – les comento y todos me miran asombrados.

    - Os presento a Lunática… - dice Hermione reduciendo el tono, dándose cuenta de cómo la ha llamado. – Luna Lovegood –

    - Hola, yo soy Sophia Queen – le digo extendiéndole mi mano.

    - Lo sé – me dice aceptándola – La campeona del Torneo de los Tres Magos junto a Harry Potter – confirma mirándonos a los dos.

    - Que collar más interesante – le dice Hermione.

    - En realidad es un amuleto para ahuyentar a los Nargles – nos dice Luna tocándolo y acercándose a nosotros como susurrárnoslo. – ¡Que hambre!... espero que haya pudding – comenta Luna cambiando el tema totalmente.

    El carruaje comienza su marcha hacia el castillo.

    - ¿Qué es un Nargle? – pregunta Ron.

    - No tengo ni idea – le contesta Hermione.

    - Una criatura que infesta los muérdagos y roba las cosas de las personas, para luego devolverlas de maneras muy extrañas – les explico y Luna me sonríe.

    - Definitivamente estas tan loca como ella – me dice Harry en el oído y empezamos a reírnos.

    Cuando llegamos al castillo nos vamos a nuestras habitaciones a ponernos el uniforme y bajar al gran comedor a cenar. Nos sentamos en una de las mesas centrales y en la mesa de atrás volvemos a tener a los Slytherin. Al entrar he visto que Draco está muy lejos de nosotros… eso es bueno. Nos sentamos los cuatro en el mismo lado, quedando yo entre Harry y Seamus, el cual ha dejado un gran espacio entre él y yo.

    - ¡Buenas noches chicos! – comienza su discurso de bienvenida Dumbledore. – Tenemos dos cambios en el profesorado para este año. Demos la cordial bienvenida a la profesora Grubbly-Plank que se hará cargo del cuidado de criaturas mágicas mientras el profesor Hagrid termina su permiso temporal. También damos la bienvenida a nuestra nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras, la Sra. Dolores Umbridge. Seguro que todos os unís a mí en desearle buena suerte – dice el director algo irónico. – Como es habitual nuestro vigilante el Sr. Filch, me ha pedido que os recuerde… - le corta un carraspeo de la odiosa.

    Vemos como se levanta de su sitio en la mesa junto al profesor Snape y camina hacia el atril donde se encuentra Dumbledore. Es bajita y rechoncheta, vestida con un traje de chaqueta rosa con falda por debajo de las rodillas y zapatos de tacón pequeño. Lleva el pelo corto y rizado por rulos, con un sombrerito a juego con su traje. Parece una abuela pija inglesa.

    - Ella estaba en mi vista, trabaja para Fudge – le explica Harry a Hermione y a Ron. Luego me mira a mí para que le confirme que sí, que es ella. Yo asiento con los ojos.

    - Gracias director por tan amables palabras de bienvenida. Qué maravilla ver vuestras caras radiantes de felicidad dedicándome una sonrisa. Estoy segura de que todos seremos muy buenos amigos – comienza su discurso la bruja.

    - ¡Seguro! – digo con ironía y Harry me mira.

    – El Ministerio de magia siempre ha considerado la educación de los jóvenes brujos y brujas de vital importancia. Aunque cada director ha aportado algo nuevo a esta histórica escuela… - dice haciendo un gesto con la cabeza a Dumbledore el cual le corresponde. – No hay que fomentar el progreso por el progreso. Preservemos lo que ha de ser preservado, perfeccionemos lo que ha de ser perfeccionado y enterremos las practicas que deberían estar perdidas – termina su discurso con unas risitas.

    Dumbledore le aplaude un tanto confuso y algunos alumnos también.

    - Gracias profesora Umbridge, ha sido muy, muy ilustrador – le dice el director.

    - ¿Ilustrador? ¡Qué rollo de discurso! – se queja Ron.

    - ¿Qué significa eso? – pregunta Harry.

    - El Sr. Filch me ha pedido que os recuerde que la magia está totalmente prohibida en … - escucho a Dumbledore de fondo, ya sin prestarle mucha atención.

    - Significa que el Ministerio está interfiriendo en Hogwarts – sentencia Hermione convencida.

    - ¡Bienvenidos al inicio del infierno! – les digo yo sonriendo irónica.

    Nos esperamos un poco a que se despeje un poco la salida del comedor ya que todos los alumnos se están marchando y hay congestión. Cuando ya está el tema fluido nos levantamos y nos dirigimos a la gran puerta. Siento como alguien me empuja por el hombro al pasar entre Harry y yo y veo que es Malfoy. El idiota se gira y se ríe mientras camina hacia atrás y Harry reacciona avanzando para ir tras él, pero entre Ron y yo lo retenemos… no vale la pena.

    Nos separamos camino a la sala común, a la cual solo entramos Harry y yo. Vemos que está llena de Gryffindors, pero de pronto se hace un silencio incómodo. Vamos pasando entre los compañeros y vemos a Seamus con el periódico El Profeta cuyo titular consigo leer: “¿Conspiradores?”.

    - ¿Dean? ¿Seamus? ¿Qué tal las vacaciones? – pregunta Harry para cortar la tensión.

    - Muy bien, mejor que la de Seamus desde luego – contesta, irónico Dean mirándonos.

    - Mi madre no quería que volviera a este curso – nos dice Seamus levantándose enfadado.

    - ¿Por qué no? – le pregunta Harry.

    - Déjame pensar… ¡Por vosotros! El Profeta ha publicado muchas cosas sobre vosotros Harry. Menos de Sophi… pero mucho de ti y de Dumbledore – nos explica Finnigan.

    - ¿Y tu madre se lo cree? – le pregunta Harry molesto.

    - Bueno, nadie más estuvo allí la noche que asegurasteis haber estado en un cementerio combatiendo contra quien tú ya sabes – nos acusa el chico.

    - Creo que tú también tendrías que leer El Profeta como tu estúpida madre. Te dirá todo lo que necesitas saber… - le suelta Harry cabreado.

    - Harry no te pases… - le advierto acercándome a él y sujetándole el brazo.

    - No te atrevas a hablar así de mi madre – le amenaza Finnigan.

    - Me meteré con todo aquel que nos llame mentirosos – sentencia el moreno agarrándome por los hombros en señal de unidad.

    - ¿Qué pasa? – pregunta Ron entrando en la sala común.

    - ¡Que está como una cabra… eso es lo que pasa! Y arrastra a Sophi con él – le explica Seamus a Ron. Harry cabreado se marcha hacia su habitación.

    - A mí no me arrastra nadie a ningún sitio y si no quieres creernos, no me importa… No tengo que darte explicaciones – le contesto a Finnigan enfadada. Yo también me marcho hacia mi habitación, pero oigo decir…

    - ¿Tú te crees toda esa basura que cuentan sobre quien tú ya sabes? – le pregunta Seamus a Ron.

    - Si me la creo… ¿Alguien más tiene problemas con Harry y Sophi? – pregunta al aire Ron y el silencio reina en la sala.
     
    Última edición: 26 Diciembre 2022
  3. Threadmarks: Capítulo 5: Nuevo castigo
     
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    Capitulo 5 - Nuevo castigo.jpg

    Hoy es el primer día de clases. Mi tía me ha pasado el horario de este año. Tengo mis clases muggle con el profesor Colling como el curso pasado más las añadidas: Defensa contra las Artes Oscuras con la odiosa profesora Umbridge y Pociones con mi profe favorito, Snape. ¡Espera! ¿Adivinación? ¿Qué es esto?

    Me pongo el uniforme y salgo disparada en busca de mi tía, a la cual encuentro por el pasillo dirección al gran comedor.

    - ¿Adivinación? ¿Estás de broma? –le pregunto flipada cortándole el paso.

    - No, mi niña. Dumbledore y yo creemos que te será útil – me replica seria.

    - ¡Por Dios! ¡No quiero adivinar más! – le digo molesta. – Esto es un suplicio, ¿lo sabes? –

    - Lo sé cariño, pero es importante que estés preparada – me insiste con cara preocupada.

    - ¡Esta bien! ¡está bien! Lo que vosotros digáis… Pero que sepas que soy la alumna que más estudia en Hogwarts - le digo mientras me marcho caminando hacia atrás para ver su reacción. Ella sonríe.

    Me dirijo al comedor para desayunar y cuando llego me siento junto a Hermione.

    - ¿Qué toca ahora? – pregunta Ron.

    - Defensa contra las Artes Oscuras – dice Hermione rápidamente.

    - ¡No me jodas! – suelto de golpe y todos me miran. - ¡Me vuelvo a la cama, despertarme mañana! – les digo haciendo el amago de levantarme de mi sitio para irme. Hermione me agarra del brazo y me hace sentar de nuevo.

    - ¡Vamos! no será tan malo… - intenta convencerme.

    - ¡Ya me lo dirás! ... ¡ya! – la amenazo entrecerrando los ojos.

    Una vez terminamos el desayuno nos dirigimos al aula maldita. Me siento detrás de Harry y Ron y mi compañero en esta ocasión es Neville. Estamos en los pupitres centrales de las tres hileras que hay en clase. Hermione esta con una chica Gryffindor a nuestra derecha. Alguien hace una paloma de papel y la hace volar por el aula. Miro como vuela y mis ojos topan con el cabello platino en la última fila de la hilera de Hermione. Lo tengo lejos así que peligro cero. La paloma pasa por encima de nuestras cabezas y Finnigan le lanza algo con el tirachinas para abatirla, pero no lo consigue, siendo la profesora Umbridge la que la desintegra en cuestión de segundos, cayendo sus cenizas en el pupitre de las gemelas Patil que están delante nuestro en la primera fila.

    - ¡Buenos días chicos! Titulo Indispensable de Magia Ordinaria – escribe a distancia en la pizarra con la varita, pasando por el pasillo a nuestro lado. – T-I-M-O, más conocido como TIMO. – nos indica. – Estudiar mucho y seréis recompensados, de no hacerlo, las consecuencias pueden ser severas – nos amenaza una vez llega al frente de la clase.

    Con un movimiento de varita hace que una pila de libros se eleve y pase repartiéndose por los pupitres.

    - Vuestra instrucción previa en esta materia ha sido alarmantemente irregular, pero os complacerá saber que ahora, seguiréis un curso de magia defensiva estructurada y homologada por el Ministerio. ¿Si? – le da la palabra a Hermione.

    - ¿No hay nada aquí sobre hechizos defensivos? – pregunta, confusa.

    - ¿Hechizos? – pregunta irónica y se ríe con esa risita odiosa. – No puedo imaginar porque ibais a necesitar usar hechizos en mi aula – le responde a mi amiga.

    - ¿No vamos a usar magia? – pregunta Ron mirando el contenido del libro.

    - Aprenderéis hechizos defensivos de un modo seguro y libre de riesgos – nos dice con su típica sonrisita.

    - Ósea, como yo…– les digo irónica. - ¡Esto parece un libro infantil! – protesto poniendo cara de circunstancia y la profesora me mira con esa sonrisa que da miedo.

    - ¿Para qué nos servirá? Si nos atacan no estaremos libres de riesgo – le protesta Harry algo alterado.

    - Los alumnos que quieran preguntar en mi clase han de levantar la mano – nos dice dándonos la espalda. – El punto de vista del Ministerio es que un conocimiento teórico será suficiente para superar los exámenes que es, en definitiva, el objetivo de toda escuela – nos dice ya frente a nosotros de nuevo.

    - Y ¿Cómo se supone que esta teoría nos va a preparar para lo que nos espera fuera? – pregunta Harry de nuevo.

    - Harry, para… vas a terminar castigado – le susurro por la espalda tirando de su túnica.

    - No hay nada fuera, querido… ¿Quién te imaginas que podría atacar a niños como vosotros? – le pregunta burlona.

    - Pues no se… Tal vez Lord Voldemort – le suelta Harry y me pongo la mano en la frente con resignación.

    - Voy a dejar una cosa bien clara – comienza a decir la profesora – Se os ha dicho que un tal mago oscuro anda suelto de nuevo… ¡Eso es mentira! – exclama enfatizando la última frase.

    - ¡No es mentira! Sophi y yo le vimos… luché contra él – le grita Harry desesperado.

    - ¡Castigado Sr. Potter! – exclama Dolores.

    - ¡Perfecto Harry! ¡Lo has conseguido! – le digo pegándole una palmada en la espalda.

    - ¿Tiene algo que añadir, Srta. Queen? – me pregunta burlona.

    - Pues como se suele decir en mi tierra… De perdidos al rio – refraneo encogiéndome de hombros.

    - ¿Cómo dice? – me pregunta confusa.

    - Pues que tengo algunas preguntas… - le comunico y me preparo cogiendo aire para preguntar. - ¿Por qué niega el Ministerio la vuelta de Lord Voldemort, teniendo una prueba física en sus manos? ¿Por qué el Ministerio hace oídos sordos a los que intentan prevenirlo?... –

    - ¡Basta! – me grita Umbridge.

    - ¿Por qué silencia sus voces y ocultan la verdad? ¿Por qué el Sr. Fudge se codea con mortífagos? –

    - ¡BASTA! – me vuelve a gritar más fuerte y del susto me callo de golpe.

    - ¡Castigada Srta. Queen! – exclama de nuevo la bruja.

    - Sr. Potter… Srta. Queen, vengan a verme luego a mi despacho – nos cita con una sonrisita maléfica y su típica risita odiosa.

    Una vez termina la clase salimos del aula junto a Ron, Neville y Hermione.

    - ¡Bien hecho Potter! – oigo decir a esa voz inconfundible a nuestra espalda. – Has conseguido ser castigado, el primer día de clase, por chalado mentiroso – le dice adelantándonos y cortándonos el paso, poniéndose frente a nosotros junto a sus gorilas.

    - ¡Déjame en paz Malfoy! – le dice Harry mirándolo molesto.

    - Pero no te preocupes… estarás bien acompañado por tu amiga la muggle – le dice burlón. – Tiene la lengua muy larga… – me dice ahora a mí, mirándome a los ojos.

    - Y afilada, ¡no lo olvides! – le respondo irónica. Unos “¡Uhhh!” se escuchan a nuestro alrededor. Él sonríe.

    - ¿Es algo habitual de los estúpidos muggles hablar de más? – me pregunta irónico.

    - No, ¡qué va! Es solo cosa mía… Si no, ¿Cómo iba a estar castigada cada año el primer día de clase?… ¡Es mi sello personal! – le digo irónica. Veo como Hermione, que está algo más alejada, se pone la mano en la frente y los ojos en blanco… sabe a qué me refiero y él no lo recuerda.

    - Pareces más una Slytherin que una Gryffindor, pero como eres una asquerosa muggle, nunca entrarías en una casa tan prestigiosa como la nuestra – me dice con burla mirando a sus amigos.

    - No soy Gryffindor por selección sino por elección – le digo orgullosa.

    - No me extraña… Esa casa solo admite basura muggle, sangres sucias y traidores a la sangre – dice mirándome a mí y a cada uno de mis amigos al pronunciar los adjetivos que él nos dá.

    - Un día de estos te partiré la cara, Malfoy – lo amenazo intentando mantener la calma.

    - Tú y ¿cuantos más? – me dice riéndose burlón.

    - ¡Se acabó! – le suelto lanzándome a por él. Malfoy retrocede algo asustado y Harry me coge de la cintura al vuelo para que no le pegue.

    - ¡Vamos Sophi! No merece la pena meterse en más problemas por culpa de este payaso – me dice Harry intentando tranquilizarme. – La profesora Umbridge nos está mirando – me dice en el oído nervioso. Miro tras los alumnos que tengo enfrente y la veo en el segundo escalón de las escaleras que van a la planta de arriba.

    - Ata a esa fiera, Potter… Tu estúpida novia muggle es peligrosa – le dice a Harry con cara de asco y, tirando de la túnica de Goyle, les indica que lo sigan.

    - Tranquilo Harry… Puedes soltarme… ¡Hoy se libra! – le digo a mi amigo y él lo hace. Me coloco bien la túnica y me giro para ir con Hermione.

    - ¡Por favor, Sophi! Estáis como al principio… - me dice la castaña cogiéndome del brazo.

    - Con la diferencia de mi lucha interior… No sé si matarlo y tirármelo – le digo bajito.

    - ¡Sophi! – me reprocha Hermione poniéndose colorada.

    - ¡Dios mío! ¡Estoy desvariando! – le digo preocupada mientras nos dirigimos a nuestras respectivas próximas clases.

    Son casi las siete de la tarde y ya estamos en la puerta del despacho de Dolores Umbridge. Nos miramos antes de llamar a la puerta.

    - ¿Preparado Harry? Va a doler… - le digo seria.

    - ¿Nos va a pegar? – me pregunta con los ojos muy abiertos.

    - No, pero hay otras formas de provocar dolor – le digo asintiendo con la cabeza. Él me mira y asiente. Espera unos segundos y tomando aire llama a la puerta. Escuchamos un “¡Adelante!” y abrimos la puerta.

    Su despacho es todo rosa, pareces, alfombras, sofás, cortinas… Tiene centenares de platos de cerámica con imágenes de gatitos en movimiento. ¡Esto da repelús!

    - ¡Buenas noches Sr. Potter! ¡Srta. Queen! – nos saluda al atravesar la puerta. - ¡Siéntense! – nos ordena y obedecemos, sentándonos en las sillas que están frente a dos mesas supletorias, una al lado de la otra. Sobre ellas un pergamino – Hoy me escribirán unas cuantas frases – nos dice paseándose por la habitación.

    - ¡No! Con su pluma no… – le dice a Harry cuando este iba a sacarla de la túnica. – Van a usar una mía muy especial. – nos dice entregándonos una pluma diabólica a cada uno.

    Harry la coge, pero yo me la quedo mirando, me tiemblan las piernas y el estómago se me ha encogido. Ya siento el dolor que voy a sufrir en breves momentos. Veo como la profesora me hace un movimiento con los ojos para que coja la pluma. Resignada, la cojo.

    - ¡Bien! Quiero que escriba: “Yo no debo decir mentiras” – dice junto a Harry.

    - ¿Cuántas veces? – le pregunta.

    - Digamos que tantas como se requiera para que cale el mensaje – le dice con su sonrisita odiosa.

    - No me ha dado tinta – le reclama confuso.

    - No necesitará tinta – le responde sonriente y yo cierro los ojos intentando no hiperventilar.

    Harry empieza a escribir en el pergamino y segundos después comienza a sentir dolor en la mano izquierda, donde se le tatúa con su sangre la frase. Él me mira nervioso y luego a Dolores.

    - ¿Si? – le pregunta Umbridge mirándolo desafiante.

    - Nada – contesta él para no empeorar la situación.

    - Muy bien… porque en el fondo sabe que merece ser castigado, ¿verdad Sr. Potter? – le pregunta burlona frente a él. – Continúe – le dice la loca.

    Veo que me mira ahora a mí, así que me dispongo a escribir también, no me queda otra…

    - ¡Usted no, Srta. Queen! – me sobresalta y me detengo cuando solo he escrito “Yo”. No tardo en sentir un dolor punzante en mi mano izquierda y verlo tatuado con mi sangre.

    - A saber que quiere que escriba… Seguro que algo más largo y doloroso por meterme con el Ministro – pienso.

    - Quiero que escriba: – me dice acercándose a mí – “Yo pertenezco a Draco Malfoy” – me dice en el oído.

    - ¿Qué? ¡No! – le digo estupefacta. Ella me mira seria convirtiendo su sonrisita en una fina línea.

    - ¿Cómo dice? – me amenaza con la mirada.

    - Nada – le digo tragándome mi orgullo al igual que Harry. Ella sonríe de nuevo.

    Me hace un gesto con los ojos para que me ponga a escribir. Mientras escribo el verbo solo puedo pensar en lo cabrona que es esta amiga de mortífagos. Termino de escribir la frase que dolorosamente se ha tatuado a sangre en mi mano. Puedo leer perfectamente su nombre en mi piel. La rabia y la impotencia me consumen.

    - ¿Sucede algo Srta. Queen? – me pregunta con su sonrisita de psicópata.

    - Ya me ha calado el mensaje – le digo seria.

    - ¡Estupendo! – dice feliz. - ¿Y usted Sr. Potter? – le pregunta a Harry mirándolo expectante.

    - También – responde mi amigo con la cara descompuesta.

    - ¡Bien! Ya pueden irse – nos dice contenta.

    Nos falta tiempo para salir corriendo del despacho. Caminamos por el pasillo dirección a la sala común.

    - Ve tú a la sala… yo tengo algo que hacer antes – le digo intentando disimular mi cabreo.

    - ¿Dónde vas? – me pregunta.

    - A ver a mi tía – le digo.

    - ¿Se lo vas a contar? ¿No será mejor que no sepan nada ni la profesora McGonagall ni Dumbledore? – me pregunta serio cortándome el paso frente a mí.

    - No quiero contárselo, pero necesito que me borre esto de la mano – le digo molesta al parar en seco.

    - Yo también tengo la mano igual que tú, pero contárselo solo puede traerles problemas – me indica.

    - Lo sé, pero yo no puedo ir con esto escrito – le digo enojada. – ¡No puedo llevar su nombre escrito en mi piel! – le digo mostrándole mi mano. Cuando Harry lo ve se queda con la boca abierta.

    - ¡Vamos! – me dice y comenzamos a caminar en busca de mi tía.

    La encontramos en la clase de transformaciones, está preparando la clase de mañana.

    - ¡Sophi! ¡Harry! ¿Qué hacéis aquí? ¿Sucede algo? – nos pregunta levantándose de su sillón.

    - Necesito tu ayuda – le digo acercándonos a ella. Miro a Harry y él me indica con la cabeza que hable, que se lo cuente – La profesora Umbridge nos ha castigado y nos ha hecho usar una pluma que tatúa en tu piel lo que escribes en el pergamino -

    - ¿Cómo? ¡Esas técnicas de castigo no se usan en Hogwarts! – nos indica enojada.

    - Pues ahora sí – le dice Harry mostrando su mano. Ella la mira con los ojos muy abiertos.

    - Esa odiosa mujer se está pasando de la raya – nos dice enfadada. - Bueno, no os preocupéis, tendré una charla con ella mañana –

    - ¡Vale! – le digo – Pero necesitaría algo que me curara las heridas –

    - Tranquila, se curará en unos días. Esas plumas hechizadas están confeccionadas para su función… realizar un castigo y que al castigado no se olvide fácilmente – nos explica mientras guarda unos libros en la estantería.

    - Pero yo necesito borrarlo ahora – le exijo.

    - No hay cura mágica para ese hechizo… ya te he dicho que se borrará en unos días – me insiste volviendo a encararme.

    - No puedo pasarme unos días con esto escrito en mi piel – le digo enseñándole mi mano.

    - ¡Por Merlín! – exclama sujetando mi muñeca. – ¡Esa mujer es una auténtica arpía! – vuelve a exclamar. Yo casi estoy al borde de las lágrimas y mi tía me abraza fuerte para reconfortarme.

    - Tranquila, mi niña. No puedo borrarlo, pero podemos ocultarlo con un bonito guante – me consuela. Yo asiento resignada y salimos los tres del aula.


    Ya estamos en la sala común con el resto de alumnos y nos sentamos en el sofá frente a la chimenea… Bueno, más bien Harry se sienta en el sofá y yo en un cojín en el suelo frente a él. Llevo puesto el guante de encaje negro que mi tía me ha dado, al cual le he cortado los dedos y queda muy gótico. Con el uniforme de Hogwarts queda hasta bien. Harry se ha puesto a hacer unos ejercicios de no sé qué asignatura y yo lo miro aburrida ya que el Sr. Colling no me ha puesto nada para mañana.

    - No te pido que me lo hagas todo – oigo a Ron decirle a Hermione en cuanto entran en la sala.

    - ¡Ah! Por favor… - se queja la castaña.

    - Es que he estado estudiando para los TIMOS – le protesta el pelirrojo.

    - Te haré la introducción… nada más – cede Hermione.

    - Hermione, eres la persona más maravillosa que he conocido en mi vida y si vuelvo a ser grosero contigo… - la alaga Ron.

    - Sabré que has vuelto a la normalidad – dice ella burlona mientras se sienta junto a Harry en el sofá. Ron se sienta al otro lado. - ¿Qué te pasa en la mano? – le pregunta Hermione extrañada.

    - Nada – le dice mientras le enseña la mano derecha.

    - No, en la otra – le dice ella mientras se la coge. Al ver lo escrito en su mano se asombra y luego mira mi mano y ve el guante.

    - Tenéis que decírselo a Dumbledore – nos dice preocupada.

    - ¡No! – responde Harry – Dumbledore ya tiene demasiadas cosas en la cabeza y no quiero darle esa satisfacción a Umbridge –

    - ¡No fastidies Harry!... Esa mujer os está torturando, si los padres se enterarán de esto… - intenta convencerlo Ron.

    - Si, pero nosotros no los tenemos ¿recuerdas? – le suelta a su amigo.

    - Harry, tenemos que informar de esto, es muy sencillo, os están… - Harry la corta.

    - ¡No! ¡No lo es Hermione! – exclama Harry molesto – Sea lo que sea no es sencillo. No lo entiendes… -

    - Entonces ¡explícanoslo! – le protesta nuestra amiga.

    - No te preocupes… Mi tía ya lo sabe – le digo para calmarla. – Hablará con ella mañana y le hemos pedido que no le comente nada a Dumbledore, no queremos que se enfrente al Ministerio de nuevo. Hermione se queda más tranquila y sonriéndome me coge la mano enguantada.

    - ¿Te duele mucho? – me pregunta acariciando el encaje.

    - No mucho… Más me duele el orgullo – le digo con una sonrisita que ella me devuelve. Seguro que piensa que tengo escrito lo mismo que Harry, pero tengo claro que no pienso dejar que nadie lea mi mano.
     
  4. Threadmarks: Capítulo 6: Thestrals
     
    Andromeda

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    Capitulo 6 - Thestrals.jpeg

    Un pitido en el móvil me despierta. Miro la hora y son las seis de la mañana. Me sorprendo de ver que es un mensaje de WhatsApp y, más aún, cuando veo que es de Harry.

    WhatsApp

    Harry: ¿Estas despierta?

    Yo: Ahora sí…

    Harry: Vístete y baja… necesito pasear y no quiero ir solo.

    Yo: Me cago en la madre que pario al cordero negro, Harry… ¿Sabes qué hora es?

    Harry: Hora de que te vistas y bajes a pasear conmigo… Te espero

    Frustrada me levanto sin hacer ruido y me pongo lo primero que pillo. Unos tejanos, camiseta básica rosa de manga larga, las converse y la cazadora tejana. Me recojo el pelo en una coleta y móvil en mano, salgo de la habitación hacia la sala común. Allí lo veo esperándome y, en cuanto me acerco, camina hacia la puerta para que lo siga.

    Caminamos por los pasillos de Hogwarts como si fuéramos fantasmas, para salir del castillo dirección al bosque prohibido.

    - Si lo llego a saber no te regalo el móvil – me quejo molesta.

    - Es muy útil, gracias… Te puedo localizar las veinticuatro horas del día – me dice sonriendo.

    - Estas de broma ¿no? – le pregunto pasmada.

    - Pues claro – me dice abrazándome por los hombros.

    Estamos como en lo alto de una ladera mirando el hermoso paisaje escoces. Bajo nosotros, el bosque. Veo a un Thestrals sobrevolando los árboles.

    - ¡Mira Harry, un Thestrals! – le digo mientras lo señalo en el aire.

    - Yo no puedo verlo – me contesta.

    - ¡Cierto! Diggory está vivo – le respondo acordándome de la última prueba.

    - Pues para tu información, está justo ahí… sobre las copas de los árboles – le digo poniéndome tras él y, cogiéndole la cabeza entre mis manos, se la enfoco hacia el Thestrals. – Es como un caballo negro esquelético con alas de murciélago – se lo describo para que sepa como es.

    - ¡Lo veo! – me dice emocionado unos segundos después.

    - ¿Cómo que lo ves? – le pregunto extrañada soltándolo y poniéndome a su lado.

    - Si, está allí… – me dice señalando con el dedo índice al bicho. – ¿Qué me has hecho? – me pregunta mirándome a los ojos entre emocionado y confuso.

    - ¡Yo no te he hecho nada! – le digo confusa.

    - Pues algo me has hecho porque no lo veía y de pronto a aparecido en mi campo de visión – me dice asombrado. – Vamos a acercarnos… se acaba de meter en el bosque – me dice cogiéndome de la mano para que camine.

    Bajamos y nos adentramos en el bosque, el cual siempre me da repelús, pero hoy con más motivo por la pequeña niebla que lo envuelve a estas horas de la mañana. Cuando hemos caminado unos cinco minutos vemos a Luna parada junto a uno y nos acercamos a ella.

    - Hola Harry Potter… Hola Sophia Queen – nos saluda sin mirarnos mientras acaricia la cabeza de un Thestrals.

    - Los pies… - dice Harry al verla descalza - ¿No tienes frio? – le pregunta asombrado.

    - Un poco… por desgracia me han desaparecido todos los zapatos – nos cuenta.

    - ¿Los Nargles? – le pregunto.

    - Supongo que ellos están detrás – me dice sonriendo.

    - ¿Qué son? – le pregunta Harry señalándolo con la cabeza mientras el animal se marcha.

    - Se llaman Thestrals y son muy pacíficos, pero la gente los evita porque son un poco… - le explica Luna mientras caminamos despacio.

    - ¡Diferentes! – le termina la frase Harry.

    - ¿Puedes verlos Harry? – le pregunta la rubia.

    - Sophi me ha hecho algo y ahora puedo verlos… - le explica a Luna.

    - Y dale… ¡Que yo no te he hecho nada! – le insisto molesta y él sonríe.

    - ¿Por qué no los pueden ver los demás? – le pregunta curioso.

    - Los únicos que pueden verlos son los que han visto la muerte – le explica Luna.

    - Entonces has conocido a alguien que ha muerto, al igual que Sophi, ¿no? – le pregunta.

    - Mi madre… era una bruja extraordinaria… pero le gustaba experimentar. Un día uno de sus hechizos salió mal… yo tenía nueve años – nos cuenta Luna.

    - ¡Lo siento! – decimos al unísono y ella esboza una leve sonrisa.

    - Si, fue bastante horrible. Me siento muy triste a veces, pero me queda mi padre. Los dos os creemos, por cierto – nos informa. – Creemos que quien no debe ser nombrado ha vuelto, que te enfrentaste a él y que el Ministerio y El Profeta conspiran contra vosotros y Dumbledore –

    - Gracias… al parecer sois los únicos – le agradece Harry sincero y nos detenemos.

    - Creo que eso no es así – le dice la rubia mientras le tira una manzana a un Thestrals bebé, la cual no se come, ya que no son herbívoros sino carnívoros… Lo sé por Hagrid.

    - Pero supongo que es como él quiere que te sientas – le intenta explicar la chica.

    - ¿Qué quieres decir? – pregunta, confuso.

    - Pues que si yo fuera quien tú ya sabes, querría que te sintieras apartado de todo el mundo, porque si estas solo, no serías una gran amenaza… - le explica muy acertadamente, lanzándole un trozo de carne cruda al bebe Thestrals.

    - Luna tiene razón, Harry – le confirmo – No debes de sentirte solo porque, siempre nos tendrás a nosotros, tus amigos, los que nunca te abandonaremos – le digo dándole un pequeño empujoncito con el hombro en su brazo.

    Él me sonríe y tras unos minutos en silencio mirando a los Thestrals, decidimos marcharnos para prepararnos para las clases.

    Entramos los dos en el comedor y vemos que Hermione y Ron ya están desayunando.

    - ¿No te hartas nunca de comer? – le pregunta la castaña al pelirrojo.

    - ¡Que! ¡Tengo hambre! – le contesta con la boca llena.

    Nos acercamos y Harry se queda parado, le da corte dirigirse a ellos después de las contestaciones tan frías que les dio anoche, así que con un pequeño empujoncito lo incito a que hable.

    - ¡Harry! – exclama Hermione al verlo.

    - ¿Puedo sentarme? – le pregunta tímido.

    - Perdóneme profesora, pero ¿que esta insinuando exactamente? – oímos decir a Umbridge y nos giramos a mirar de donde viene ese alboroto. Veo a mi tía discutiendo con la psicópata en las escaleras y salgo del comedor para ver la escena. Los demás alumnos hacen lo mismo.

    - Sencillamente le estoy pidiendo que, cuando se trate de mis alumnos, cumpla con las practicas disciplinarias establecidas – le suelta mi tía subiendo un escalón para estar en el mismo que ella.

    - Seré boba, pero suena como si cuestionase mi autoridad en mi propia clase, Minerva – la acusa Dolores subiendo otro escalón.

    - En absoluto Dolores. Tan solo sus métodos medievales – le reprocha mi tía subiendo otro escalón, quedando por encima de ella.

    - Lo siento mucho querida, pero cuestionar mis practicas es cuestionar al Ministerio y por extensión al mismísimo Ministro. – la reta. – Soy una mujer transigente, pero si hay algo que no tolero es la deslealtad – le reprocha.

    - Deslealtad – dice mi tía cortada y baja un escalón, dejando a Umbridge por encima de ella. Esta aprovecha para subir otro escalón más y estar por encima de todos.

    - Las cosas en Hogwarts están mucho peor de lo que me temía – nos dice a todos. – Cornelius querrá tomar medidas de inmediato – termina informándonos y se marcha escaleras arriba.

    Mi tía se queda sin palabras y baja las escaleras para decirnos que vayamos a clase. Cojo una manzana ácida del comedor para desayunar, nos dirigimos a nuestras respectivas clases. Yo me voy a mi aula con el profesor Colling… Tengo clase de química.

    Es la hora de descanso entre clases y voy al patio interior para buscar a los chicos. Una vez en él, miro alrededor pero no los veo, así que decido volver al aula y navegar un poco por internet. Solo girarme me sobresalto al ver a los dos gorilas de Malfoy cortándome el paso. Me giro para ir en dirección contraria y me quedo helada al ver a Malfoy frente a mí. Esto parece un déjà vu. Un movimiento de su cabeza platino y, Goyle y Crabbe, me sujetan cada uno de un brazo para retenerme y limitar mis movimientos.

    - Dime Queen, ¿Qué tal el castigo de ayer? – me pregunta burlón.

    - Inusual… gracias por preguntar – le respondo irónica intentando soltarme.

    - Bonito guante… - me dice mirando mi mano. - ¿Por qué llevas solo uno? – me pregunta extrañado.

    - Está de moda llevar solo uno… como Michael Jackson – le respondo burlona.

    - ¿Quién? – me pregunta confuso.

    - Michael Jackson, el Rey del Pop – le aclaro.

    - No sé quién es – me responde con cara de “ni idea”.

    - Madre mía… ¿En qué siglo vivís vosotros? – le pregunto irónica.

    - No intentes confundirme estúpida muggle… - me dice ofuscado. - ¿Qué escondes bajo el guante? ¿El castigo de Umbridge? – me pregunta cogiéndome la muñeca y tirando del guante para quitármelo.

    - ¡No! ¡No! ¡No! – grito y me retuerzo para soltarme de los abusones y apretando la mano para que el guante no salga. No lo consigo… con un fuerte tirón lo saca y lee la inscripción.

    - ¿Qué es esto? – me pregunta muy confundido. - ¿La profesora Umbridge te hizo esto? -

    - ¡Si! ¡La amiguita de tu padre! – le respondo dolida.

    - ¡Mi padre! – dice soltándome la mano y mirándome a los ojos. De pronto se agarra la cabeza doblando su cuerpo y un grito de dolor sale de su garganta. Sus dos gorilas me sueltan de golpe para ver qué le pasa y él rubio se marcha apresurado, haciendo que Goyle y Crabbe corran tras él.

    Me quedo parada en medio del patio y de pronto siento como alguien me abraza por los hombros. Es Luna, que intenta consolarme con una pequeña sonrisita. Yo se lo agradezco con un “gracias” y una sonrisa. Me acompaña medio camino a clase, ya que yo vuelvo a mi aula para hacer Geografía y ella va a clase de Historia de la Magia.

    Cuando acabo la clase me marcho hacia el comedor y allí están los chicos. Me siento junto a Hermione y Ron y Harry están frente a nosotras.

    - Malfoy está mirando hacia aquí – me dice Hermione en un susurro. Levanto la cabeza y mis ojos localizan los suyos. Aparto la mirada disimuladamente ya que él no lo hace.

    - Normal… nos odia – le digo tranquila mientras me como un trozo de carne rustida.

    - He oído que has tenido un asalto con él en el patio, ¿es verdad? – me pregunta bajito para que los chicos no nos oigan.

    - Si… me ha quitado el guante y a leído la inscripción del castigo – le digo seria.

    - No te preocupes, sabes que hace estas cosas para fastidiar – me dice.

    - Si me preocupo… ¿Sabes que pone en mi mano? – le pregunto y ella niega con la cabeza. Por debajo de la mesa me quito el guante y se lo enseño. Su cara de sorpresa es notoria.

    - ¡No puede ser! – me dice flipada.

    - ¿Ahora entiendes mi obsesión por taparlo? Pues no ha servido de nada… - le digo molesta.

    - Y ¿Qué te ha dicho? – me pregunta intrigada.

    - Nada. Se ha quedado como tú – le respondo. – Temo que empiece a recordar –

    - No creo, ese hechizo es fuerte… – me asegura. – Aunque nunca se sabe… -

    - Esperemos que lo sea – le digo con esperanza.

    - Pues… sigue mirando… y no creo que sea a Harry – me confirma preocupada. Vuelvo a levantar los ojos de mi plato y miro hacia los Slytherin, topándome otra vez con sus ojos gris-azulado mirándome. Una leve sonrisa ladeada se forma en sus labios y automáticamente aparto la vista y me centro en mi plato y en la conversación de los chicos.
     
  5. Threadmarks: Capítulo 7: Adivinación
     
    Andromeda

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    Capitulo 7 - Adivinacion.jpg

    Hoy tengo mi primera clase de Adivinación y no sé qué esperar de ella. Durante el desayuno Hermione ha estado leyendo El Profeta, en el cual hay un artículo inquietante:

    El Profeta

    El Ministro apoya una reforma educativa…

    - ¿Reforma educativa? – pregunta Harry al ver el titular. - ¿Qué significará eso?

    - Pues que ahora empiezan las normas de Umbridge… - le digo seria. - ¡Ya podéis echaros a temblar! -

    - ¿Tan grave es? – pregunta Ron preocupado.

    - Seguro que sí… ¡Umbridge es una arpía! – exclama Hermione y me deja sorprendida.

    Tras el desayuno nos disponemos a ir a nuestras respectivas clases cuando vemos al Sr. Filch colocando a martillazos en la pared la primera norma de Umbridge.

    Norma 1

    Dolores Jane Umbridge ha sido nombrada suma inquisidora de Hogwarts

    - ¡Inquisidora! – exclamo riéndome – Esto me recuerda a la Inquisición Española… una auténtica caza de brujas… -

    - ¿Cazaban brujas? – me pregunta Ron asustado.

    - ¡Si, Ron! Cazaban brujas y las quemaban en la hoguera – le explico un poco en burla.

    - ¡Dios mío! Ella no puede hacer eso… ¿verdad?... Es bruja también – dice muy asustado.

    - Tranquilo Ron… Sophi se está riendo de ti – le dice Harry poniéndole el brazo sobre los hombros para tranquilizarlo y me mira indicándome con los ojos que pare. A mí me da la risa.

    Me despido de ellos y me marcho a clase con el Sr. Colling ya que tengo Mates a primera hora y después me reuniré con ellos para Adivinación.

    Tras la clase salgo del aula y me recorro los pasillos para ir a mi nueva clase que compartiré con mis amigos... ¡por lo menos no me aburriré sola! Cuando giro por uno de los pasillos veo a Umbridge delante de mí y mi cuerpo se tensa. En uno de los bancos de madera del lateral del pasillo hay una parejita morreándose y Dolores, con un toque de varita, los separa y los pone a cada uno en una punta del banco. - ¡Vaya… se acabó el tener novio! – pienso - Pero ¡qué digo! ¡Si no tengo novio! – me abofeteo mentalmente.

    Cuando entro en el aula por ese pasillo estrecho y oscuro por debajo de una especie de gradas, veo a Hermione haciéndome señas para que me siente con ella. Yo me acerco contenta y me siento en una silla junto a ella. Estamos en un aula muy peculiar. Es circular y tiene dos niveles, como he dicho antes, unas gradas. Sobre ellas se encuentran muchas mesitas redondas con dos sillas por mesa. Me hace gracia porque parece que fuéramos a tomar el té en vez de dar clase. Sobre la mesa hay… pues sí… tazas de té. ¡Ah! Y una bola de cristal… - ¡Me siento como la bruja Avería! – me digo mentalmente y me río sola de mis ocurrencias.

    Veo como entra en clase la profesora Trelawney seguida de Umbridge. Con un hechizo llena nuestras tazas y nos dice que bebamos. Todos lo hacen así que… yo también. Cuando todos terminamos nos dice que miremos la taza de nuestro compañero a ver que vemos. Todos se intercambian tazas y nosotras también. De verdad… ¡Estoy flipando! ¡Esto es muy divertido!

    Miro la taza de Hermione y pongo cara rara.

    - ¿Qué ve Srta. Queen? – me pregunta Trelawney acercándose a mí con ese aire de misterio que habita en ella.

    - Pues… no se – le digo – Esto parece un libro abierto – digo mirando el fondo de la taza – ¿Tienes algún examen a la vista, Hermione? – le pregunto a la castaña casi riendo.

    - Dentro de dos días… Encantamientos – me responde seria.

    - ¡Pues eso! – le digo a la profesora – Que va a estudiar mucho – concluyo aguantándome la risa.

    - Muy bien Srta. Queen – me dice mirándome con una sonrisa. - ¿Y que ve en mi taza? – me pregunta entregándome su taza para que la examine. Miro la taza y se ven posos difuminados.

    - Sus lágrimas… – le digo mirándola seria a los ojos. Ella me mira confusa y, sin decir nada, se va lentamente a la mesa de Harry y Ron que están a mi lado.

    Miro al resto de alumnos y me topo con unos ojos gris-azulado que me miran sonriendo desde el otro lado. - ¡Mierda! ¿Y qué le pasa a este ahora? – me pregunto internamente. De pronto veo como me guiña un ojo.

    Me quedo helada y aparto la vista. ¿Qué ha sido eso? ¡No! ¡No puede ser! – pienso, nerviosa.

    - ¿Qué ves en mi futuro? – le pregunto a Hermione para no pensar.

    - ¡Nada! – me dice seria mirando mi taza – Hay poco poso y está muy dispersado… no forma ninguna imagen -

    - ¡Ay! ¡Dios mío! – le digo en plan dramático - ¡No tengo futuro! – y me hecho a reír.

    - ¡No seas tonta! – me dice riéndose también y empujándome por el hombro.

    Un carraspeo peculiar me indica que la arpía va a meter baza.

    - Solo una pregunta querida – se dirige a la profesora Trelawney desde donde está situada, junto a la entrada al aula. - ¿Cuánto tiempo lleva en este puesto exactamente? –

    - Dieciséis años – le responde mirándola y Dolores apunta en su pergamino.

    - ¿Podría predecirme algo? – le pregunta maliciosa.

    - ¿Perdone? – le pregunta ahora ella confusa.

    - Una profecía pequeñita – le exige burlona. - ¡Qué pena! – dice al no recibir respuesta de la profesora y se gira para irse.

    - ¡No! ¡Espere! ¡Creo que veo algo! – la retiene y Dolores se gira a mirarla. – ¡Si! ¡Lo veo! Algo oscuro… Corre un grave peligro…

    - En el bosque prohibido. ¡Dígaselo! – le chivo a su espalda.

    - En el bosque prohibido… - repite ella con teatralidad.

    - Rodeada de centauros. – le vuelvo a chivar.

    - Rodeada de centauros… - repite de nuevo.

    - ¡Maravilloso! – dice irónica Umbridge y se marcha.

    - La va a expulsar de todas formas así que estos dos detalles la harán pensar cuando llegue el momento… ¡Recibirá su merecido! – pienso sonriendo con malicia.

    Una vez termina la clase nos apelotonamos todos para salir del aula. Ya estoy a la mitad de ese túnel estrecho siguiendo a Hermione, cuando llega a mi olfato su perfume. Me pongo tensa e intento salir de allí lo más rápido posible, empujando a los de delante pero no avanzo. Me doy cuenta de que es tarde cuando siento unas manos en mis caderas que me hacen saltar del susto.

    - Te he visto chivándole la profecía a Trelawney… - me acusa susurrándome al oído. – ¡No puedo creer que la profesora te haya hecho caso con semejante estupidez! –

    - Y ¿Quién dice que sea una estupidez?... ¡Ahhh! Claro… Tú… porque eres experto en estupideces – le digo burlona, girando un poco la cara para poder mirarlo y apartando sus manos de mí. ¡Dios, que guapo!

    - Eres una simple muggle, ¡no puedes predecir el futuro, tonta! – me dice en un tono que no sé si me está insultando o está tonteando. Noto como vuelve a poner sus manos en mis caderas, pero esta vez me las aprieta. - ¡Esto va muy lento! ¿Por qué no avanzamos? – pienso, nerviosa.

    - Puedo predecirte que como no quites tus manos de mí las perderás – lo amenazo empujando sus brazos para que me suelte.

    - ¿En serio? – me pregunta burlón. Noto como pasa sus manos de mis caderas a rodearme por la cintura y pegarme a su cuerpo. – Tu olor me es muy familiar… - me susurra al oído, aspirando mi perfume y siento a su amiguito presionando mi trasero. ¡Por Dios! ¡Dejadme salir de aquí! – grito mentalmente.

    - Por qué es muy común, muchas chicas lo llevan. Y ahora ¡Suéltame! – le digo intentando soltar sus manos de mi cintura.

    - ¡No! Estoy bien así… – me dice y mete su cabeza en mi cuello.

    - ¡Eres un idiota! – le empujo para alejarlo una vez que, por fin, estoy fuera en el pasillo.

    - ¿Qué pasa Sophi? – pregunta Harry acercándose.

    - Nada Harry… ¡vamos! – le digo.

    - ¡No te acerques a ella, Malfoy! – le dice enfrentándolo.

    - ¿Qué pasa Potter? ¿No has visto que lleva mi nombre escrito en su piel? Tal vez sea porque me pertenece – lo encara.

    - Ella no es nada tuyo, imbécil – lo insulta Harry.

    - Vamos Harry… No vale la pena otro castigo por su culpa – le digo cogiéndolo del brazo y tirando de él. Él retrocede dos pasos y, sin dejar de mirar a Malfoy, me acompaña pasando su brazo por mi hombro en señal de protección. Yo le paso el brazo por la cintura abrazándome a él mientras caminamos, con Hermione y Ron a nuestro lado.

    - ¡Esto no quedará así, Queen! - me amenaza el rubio platino. Yo ni ve vuelvo.

    Cuando hemos desaparecido de su vista miro a Harry.

    - Siento que estés siempre protegiéndome de él, ¡Es demasiado toxico! – le digo un poco preocupada.

    - Tranquila, somos amigos, siempre estaré ahí para ti – me dice con una sonrisa encantadora.

    - Eres un cielo Harry, te quiero hasta el infinito y más allá… Lo sabes ¿verdad? – le digo sonriéndole.

    - Lo sé, lo sé… – me confirma sin dejar de sonreírme.

    Nos despedimos de nuevo ya que tengo el resto de clases en mi aula. Al pasar por uno de los pasillos veo a Umbridge que viene de frente y con un movimiento de su varita, les pone correctamente las corbatas a tres estudiantes y les mete la camisa por dentro de los pantalones. Automáticamente tapo mi ropa con la túnica para que no vea mi estilo relajado de llevar el uniforme. Al cruzarnos me mira y sonríe.

    - ¿Qué tal su mano Srta. Queen? – me pregunta con maldad.

    - Bien, gracias – le contesto irónica.

    - Por lo que he podido observar… el mensaje no caló lo suficiente en su cabecita, querida – me dice con su sonrisa odiosa.

    - ¡Oh! ¡Si! El mensaje a quedado claro – le digo sonriendo también. – Otra cosa es que haga caso a dicho mensaje… Con su permiso –

    Y dicho esto, sigo mi camino dejándola plantada en mitad del pasillo.

    Cuando salgo de clase el Sr. Filch ya está colgando otra norma y todos miramos a ver que pone.

    Norma 2

    Se debe vestir con decoro

    - ¿Pondrá pegas con mi falda corta? Igual me deja usar pantalones… - divago mentalmente.

    Por la tarde, Hermione y yo nos hemos ido a la biblioteca para hacer unos trabajos, cada una en su campo. Como de costumbre, me pongo frente al portátil con mis auriculares enchufados al móvil y escuchando mi música. La escucho durante diez minutos, ya que me asusto al ver como mis auriculares salen de mis orejas y se colocan sobre el móvil. Al mirar frente a mí veo a Dolores blandiendo su varita y sonriendo.

    - Nada de música – me dice con su risita odiosa y se gira para marcharse.

    - ¿Qué pasa? ¿La ha tomado conmigo y me va a perseguir todo el puñetero día? – me pregunto mentalmente.

    Cuando salimos de la biblioteca el Sr. Filch está clavando otra norma en la pared.

    Norma 3

    No se permite oír música durante las horas de estudio

    - ¡Mierda! ¡Odio a esta mujer! – le susurro a Hermione. - ¿Recuerdas cuando os dije que sería un infierno? – ella asiente mirándome. - Pues aquí lo tienes… -
     
  6. Threadmarks: Capítulo 8: Pociones
     
    Andromeda

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    clase pociones2.jpg

    Por fin el nombre de mi mano ha desaparecido y ya no tengo que usar el guante. Tengo clase de pociones con los chicos, la primera de este año… a ver si tengo más suerte que el año pasado y puedo sentarme con mis amigos, ya que Snape parece menos estirado.

    Pasamos por el patio interior y están los gemelos Weasley jugando a tirarse una bola chispeante. Todos los alumnos a su alrededor los vitorean hasta que llega Umbridge y con la varita absorbe la bola y se acabó el juego. Se gira y al verme me sonríe y se marcha. ¡Es odiosa!

    Cuando llega la hora de ir a clase vemos al Sr. Filch colocando otra norma en la pared.

    Norma 4

    Prohibidos todos los productos Weasley

    - Ya se ha enterado de que venden sus productos en Hogwarts. Tampoco son nada discretos esos inventos… ¿caramelos para ponerse malo y faltar a clase? Ingenioso y peligro… Sello Weasley – pienso.

    Nos dirigimos a la clase de pociones y este año hay cambio de aula. Las mesas son altas y rectangulares rodeadas de taburetes. Sobre ellas se encuentran los calderos y los utensilios necesarios. Las paredes están llenas de estanterías con frascos con infinidad de contenidos y el escritorio del profesor al fondo como siempre.

    Nos colocamos los cuatro juntos en una mesa mientras comentamos sobre las normas de Umbridge. Veo como Malfoy y sus secuaces se colocan en la misma mesa frente a nosotros. Me mira y sonríe y yo aparto la mirada… ¡Idiota!

    Minutos después aparece el profesor Snape caminando a paso rápido, como siempre, seguido de Dolores Umbridge. En cuanto pasa nuestra mesa, que es la que está más cerca de su escritorio, se gira y nos mira. Umbridge llega hasta el escritorio del profesor y allí se queda de píe.

    - Pónganse por parejas – nos dice Snape serio.

    Nosotros no tenemos problema, somos cuatro, así que Harry con Ron y Hermione conmigo. Ella y yo nos miramos emocionadas ya que vamos por fin juntas. Veo como Dolores me mira con esa sonrisita insoportable.

    - Srta. Queen, con el Sr. Malfoy como el año pasado – me dice Snape sin expresión en el rostro, pero la mía es un puro poema.

    - ¿Qué? ¿Por qué? – le protesto mirándolo confusa.

    - No cuestione mis órdenes, Srta. Queen – me amenaza mientras me lanza esa mirada penetrante.

    - ¿Cómo me hace esto otra vez? Creía que, por lo menos, ahora le caía bien – me digo mentalmente. Miro a Umbridge y su sonrisa es más grande aún. - ¡Cabrona! – pienso cabreada. Hermione me mira con preocupación al igual que Harry que se ha puesto tenso. Me levanto del taburete y, con mis cosas en las manos, me cambio al lado de Malfoy frente a Harry. Veo que Neville se pone con Hermione.

    - ¿Cómo el año pasado? – me susurra confuso en cuanto estoy a su lado.

    - ¡Cállate Malfoy! – le ordeno con tono enfadado.

    - No recuerdo que él año pasado fueras mi pareja en pociones… En realidad, ni siquiera recuerdo que estuvieras en Hogwarts - me dice y sacude la cabeza como si quisiera borrar algo de ella. Yo no le contesto y miro a Harry para que se relaje.

    - Abran el libro por la página trescientos cincuenta y siete – nos ordena Snape y eso hacemos todos.

    Como siempre puedo ver la imagen de una poción en la parte superior de la hoja y puedo leer en grande el título:

    Elixir para inducir euforia

    Descripción: Esta poción induce felicidad irracional o euforia repentina en el bebedor, los posibles efectos secundarios son tendencia exagerada a cantar y picor en la nariz (un ramito de menta añadido a la poción durante la preparación ayuda a contrarrestarlos). Como un elixir, la poción debe ser dulce y aromática, de un color amarillo intenso y emite un arcoíris cuando es terminada.

    Ingredientes: Higos secos

    Púas de Puercoespín

    Granos de Sopóforo

    Ajenjo

    Menta

    Semillas de ricino

    Preparación:

    1. Añade higos secos.

    2. Añade púas de puercoespín.

    3. Revuelve cuatro veces en sentido contrario a las agujas del reloj.

    4. Añade semillas de ricino.

    5. Añade una ramita de menta para contrarrestar los efectos secundarios.

    6. Añade granos de sopóforo.

    7. Añade ajenjo.

    8. Revuelve seis veces en sentido contrario a las agujas del reloj.

    - Hoy elaborarán esta poción. Serán cinco puntos para los alumnos que la terminen en primer lugar y correctamente – nos indica serio. - ¿Alguna pregunta? –

    - Y se puede saber ¿para qué sirve esta poción? ¿Para levantarle el ánimo a un deprimido o a un suicida? - le pregunto irónica mientras lo miro.

    - ¿Alguna otra pregunta? – dice Snape mirando al resto de alumnos y pasando de mí.

    - ¡Genial!… Ahora me ignora – me digo bajito.

    - Empecemos, Queen… Quiero ganar esos cinco puntos – me dice Malfoy colocando el caldero frente a nosotros.

    Agarro el mortero y pongo los higos secos para machacarlos. Cuando ya los tengo los pongo en el caldero que Draco ha puesto a calentar. Él se inclina sobre mí para coger las púas de puercoespín que están a mi lado y yo retrocedo el torso para alejarme de él, pero no consigo mucha distancia. Veo como me mira a los ojos y sonríe a escasos centímetros de mi cara, parece que lo está haciendo adrede. Se incorpora y añade las púas de puercoespín, removiendo cuatro veces como dicen las instrucciones. Al ver que sigue con la poción como si nada, me relajo. Cuando comienza a bullir, empieza a añadir las semillas de ricino y yo la ramita de menta.

    Los dos tenemos la mano sobre el caldero y noto como rozan sus dedos el dorso de mi mano. Me tenso al momento. No era suficiente aspirar su aroma al inclinarse sobre mí para coger las puñeteras púas, que ahora el simple contacto de sus dedos me despierta las mariposas del estómago. - ¡Mierda! Abra sido por accidente… - pienso retirando rápidamente la mano.

    Minutos después esto está hirviendo y su olor es dulce, así que empieza a añadir los granos de sopóforo y yo el ajenjo. Otro contacto de sus dedos sobre mi mano me indica que esto ya no ha sido un accidente y la tensión va en aumento. Me hago la indiferente retirando la mano y él vuelve a remover como indica el libro. Lo dejamos hervir unos minutos más y comienza a tomar un color amarillo intenso.

    - Creo que ya está – me dice orgulloso, el rubio.

    De pronto siento un empujón por mi derecha que me hace tambalearme y pegarme a Draco. Es Umbridge para asomarse al caldero y parece haberlo hecho adrede. Siento como el rubio platino me pasa el brazo por la cintura sujetándome a él.

    - ¡Perfecto! – dice mirando dentro del caldero. Luego levanta la cabeza y nos mira a nosotros. – Hacéis muy buena pareja… El profesor Snape hace bien en poneros juntos… Estáis muy compenetrados – nos dice con esa sonrisita suya que me saca de quicio.

    - ¡Gracias profesora! – le agradece el rubio sonriendo y mira a Harry desafiante. Yo lo empujo un poco para que me suelte, pero no lo hace y veo la mirada de Harry enfadado.

    Ella se retira apuntando, vete a saber que, en su pergamino y colocándose junto a la mesa siguiente. De pronto un carraspeo tras nosotros me asusta.

    - Si me disculpa Sr. Malfoy… - le dice el profesor Snape indicándole que me suelte, el cual lo hace al momento y puedo ver como Harry sonríe. Snape se pone en medio de los dos y se asoma al caldero. – Muy buen trabajo… Cinco puntos para Slytherin y cinco puntos para Gryffindor – nos recompensa.

    Veo por el rabillo del ojo como el rubio oxigenado está orgulloso de sus cinco puntos, chocando la mano con Goyle y Crabbe, pero también puedo ver como mis amigos se alegran ya que, aunque no han sido ellos, cinco puntos van a nuestra casa también. Snape rodea la mesa para ver el caldero de Hermione y Neville. Un nuevo carraspeo llama mi atención y no es de Snape.

    - Dos preguntas profesor… - dice Dolores dirigiéndose a Snape. – Su primera opción fue la asignatura de Defensa contra las Artes Oscuras, ¿Es correcto? – le pregunta maliciosa a su espalda.

    - Si – contesta cortante sin mirarla.

    - ¿No fue admitido? – pregunta irónica.

    - Obviamente – responde Snape con paciencia. Esa respuesta nos hace reír a todos, pero tan solo Ron no lo disimula.

    Umbridge escribe en su pergamino mientras, el profesor Snape, aprovecha su distracción para darle en la cabeza a Ron, con el libro que lleva en la mano, para que deje de reírse.

    - Los que hayan acabado la poción y haya sido revisada por mí pueden ir poniéndola en un frasco – anuncia Snape mientras mira el caldero de Harry.

    Draco pasa tras de mí para dirigirse al estante de mi derecha, donde hay frascos vacíos, y coge uno. Al volver a pasar por detrás para regresar a su sitio, se queda tras de mí y me presiona entre la mesa y su cuerpo. Yo automáticamente me tenso, ya que la situación es bastante incómoda, y al levantar la vista veo a Umbridge sonriendo. No quiero montar un escándalo así que me quedo pensando que hacer.

    - Ya puedes llenar el frasco – me susurra en el oído sujetando la botellita frente a mí y quitándole el tapón con la otra mano. Estoy totalmente acorralada. Cierro los ojos para tranquilizarme y no liarme a palos con él. Al abrirlos veo a Harry muy tenso, con los puños cerrados y los nudillos blancos. Le muestro un NO moviendo la cabeza lentamente y él relaja los puños un poco.

    Cojo el cucharon largo y fino con el que Draco ha removido la poción y lo lleno con el líquido del caldero. Lo saco y comienzo a rellenar despacio el frasco. Me sobresalto al sentir su mano libre ahora en mi cadera. ¡Dios, voy a matarlo! Miro a Umbridge y esta sigue sonriendo viendo la escena. Decido no hacer nada y seguir con la tarea para terminar lo antes posible y salir de esta situación.

    Vuelvo a llenar el cucharon de líquido del caldero y lo vierto lentamente en el frasco para que no se derrame. Me vuelvo a sobresaltar, derramando un poco de poción sobre la mesa, al sentir su mano, que ha apartado sutilmente mi túnica de su camino, bajando por mi muslo hasta mi pierna desnuda. He dejado de respirar en cuanto a comenzado a subir la mano por debajo de mi falda. Siento el frío metal de su anillo arrastrándose por mi piel hasta llegar al elástico de mis braguitas.

    Suelto el cucharon dentro del caldero y lo empujo separándolo de mí lo suficiente como para darle un sonoro bofetón en la mejilla izquierda. El déjà vu vuelve a mi cabeza, viendo sus despeinados mechones plateados sobre su frente a causa del impacto.

    El aula se ha quedado en silencio y unos sonoros pasos acelerados se acercan a nosotros. Draco gira su cabeza lentamente y me mira con una sonrisa burlona en la cara.

    - ¿Otra vez Srta. Queen? Creo recordar que el año pasado comenzó su primer día en mi clase de la misma manera… - me recuerda Snape.

    - Ha empezado él… – me excuso como la otra vez.

    - Sí, eso también me lo dijo el año pasado – me vuelve a recordar. - ¿Tiene algo que añadir Sr. Malfoy? – le pregunta al rubio platino.

    - ¡No, profesor! Tiene razón… ha sido culpa mía – le dice sin poder dejar de sonreír.

    - Esto sí que es nuevo… – murmura el profesor Snape algo sorprendido.

    Yo también me quedo estupefacta. Draco Malfoy reconociendo que ha sido culpa suya… Esto tendría que inmortalizarlo.

    - Ambos están castigados – nos informa Snape. – Se quedarán después de clase –

    - Profesor, sería conveniente que realizáramos el castigo por separado si no quiere que nos matemos – le aconsejo esperanzada. No quiero que pase lo mismo que la otra vez… Si el año pasado terminamos besándonos, este año podríamos terminar sobre el escritorio de Snape.

    - Correré el riesgo – me suelta serio y se marcha hacia la mesa donde estaba antes del incidente. Miro a Dolores y la veo con cara de satisfecha. ¡Odiosa mujer!

    - ¿Qué temes Queen? – me pregunta bajito Draco.

    - Convertirme en asesina – le respondo irónica y él sonríe.
     
  7. Threadmarks: Capítulo 9: Déjà vu
     
    Andromeda

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    despido.jpeg

    Ya se han ido todos y el aula ha quedado vacía con la excepción del profesor Snape, la profesora Umbridge, Draco y yo.

    - Tendrán que limpiar todas las mesas, los calderos y el material utilizado, dejándolo todo listo para la siguiente clase – nos indica Snape. – Una vez terminen podrán ir al comedor –

    Los dos asentimos resignados ya que hay trabajo para rato. Snape se gira y se marcha hacia la puerta de clase seguido por Dolores.

    - Espero que aprovechen el tiempo – nos suelta esta última antes de cerrar la puerta.

    Cierro los ojos y tras varias inhalaciones para tranquilizarme, me pongo manos a la obra. Me quito la túnica y la dejo en uno de los taburetes. Me remango la camisa y el jersey, y me acerco a la mesa a coger los dos primeros calderos a limpiar. Veo como Draco me imita, quitándose también la túnica y dejándola en otro taburete. Se afloja la corbata y se remanga como yo.

    Me voy hacia el fregadero y los dejo allí. Cuando me giro para ir a por más veo a Malfoy con la varita en la mano.

    - ¿Qué haces? – le pregunto nerviosa.

    - Agilizar el castigo – me dice moviendo la varita y, haciendo levitar todos los calderos, los trae hasta mí.

    - ¡Bien pensado! – le felicito. Luego veo que levita también los morteros usados y los cucharones, portándolos también a mi lado.

    Me pongo a fregar los calderos con agua y jabón. Hecho un vistazo a ver qué hace y lo veo limpiando las mesas a golpe de la varita. ¡Tramposo!

    Ya llevo la mitad de los calderos lavados y escurriéndose, cuando noto que lo tengo detrás.

    - ¿Vas a pedirme perdón por haberme golpeado? – me pregunta a mi espalda.

    - ¿Vas a pedirme perdón por haberme metido mano? – le pregunto yo girándome para encararlo, con las manos en alto, mojadas y con jabón.

    Parece que mi pregunta le ha hecho gracia porque lo veo reír.

    - Tienes espuma en la nariz – me dice sonriendo – Deja que te la quite –

    No me da tiempo a contestar y ya lo tengo muy cerca, demasiado para retirar un poco de espuma de mi cara. Pasa su dedo por mi nariz y retira la espuma sin dejar de mirarme a los ojos. Dos segundos después de retirar lo manchado, se abalanza como una fiera sobre mis labios. Me quedo helada y sin respiración por la sorpresa, manteniendo mis manos aún en el aire. Las suyas me han cogido por la cintura, acercándome a su cuerpo.

    Su beso es agresivo con respecto a otras veces y eso me asusta. Retiene mi lengua a su antojo y me da la sensación de que pretende devorarme. Su aroma me envuelve los sentidos, lo que hace que me olvide de todo y solo sea capaz de sentir… Las mariposas de mi estómago se han dado a la fuga y se encuentran todas en mi entrepierna. Sin darme cuenta tengo mis manos mojadas sobre su nuca y ese contacto hace que me apriete más contra su cuerpo y que sienta en mi vientre lo despierto que está su amiguito. No sé en qué momento sus manos viajaron a mis nalgas y me elevaron hasta sentarme sobre el fregadero, lo único que sé, es que estoy sentada y abierta de piernas mientras él se ha acomodado entre ellas sin romper el contacto de nuestras bocas.

    Un flash atraviesa mi mente y me hace reaccionar, empujándolo por los hombros para alejarlo de mí, rompiendo así el beso. Lo he hecho retroceder dos pasos y me mira confuso y sin aliento.

    - ¡Para!... ¡Para! – le digo casi sin respiración y bajando del fregadero. – ¿Qué estás haciendo? –

    - ¿Besarte? – me pregunta intentando respirar con normalidad.

    - Si... ¡No! – le digo confusa. - Soy una muggle y tú un sangre pura… si tu padre se entera de esto te castigará de por vida – le miento para alejarlo.

    - Tienes razón, no puedo mezclarme con alguien tan inferior a mí… ¡no se en que estaba pensando! – dice pensativo mirando al suelo.

    - Terminemos el castigo y vayamos a comer… Olvidemos lo que ha pasado aquí – le aconsejo y el acepta de inmediato.

    Sigo lavando los calderos, los morteros y los cucharones en silencio y él los va colocando de nuevo sobre las mesas. En cuanto terminamos nos colocamos bien el uniforme y nos ponemos la túnica de nuevo para salir del aula hacia el comedor. Cuando vamos por el pasillo, uno al lado del otro y en silencio, siento como rozan sus dedos, de nuevo, el dorso de mi mano. Lo miro y veo que mira al frente, así que pienso que esta vez ha sido un roce accidental. Dos segundos después dejo de pensarlo, cuando coge mis dedos con los suyos, y como si de la última vez se tratase, mantiene el contacto para después soltarlos.

    Entramos al comedor y todos los alumnos están comiendo animadamente. Nos separamos para irnos cada uno hacia nuestra mesa, cuando escuchamos nuestros apellidos.

    - ¡Srta. Queen! ¡Sr. Malfoy! – exclama Dolores desde las escaleras que separan las mesas de los alumnos y las de los profesores.

    Me paro y me acerco hasta ella, notando que Malfoy también lo hace.

    - El castigo aún no ha terminado – nos dice con su sonrisita hipócrita. – Hoy se sentarán juntos a comer. Les he reservado dos sitios en esta mesa.

    - Esta mesa es de Hufflepuff – protesta Draco asqueado.

    - Lo sé querido… Ahora ¡siéntense! – nos ordena sonriendo.

    No voy a discutirle a la bruja nada, tengo hambre, así que me acerco a la mesa y me siento. Escucho a Draco despotricar mientras se acerca y se sienta a mi lado. Veo que tengo a Cedric a mi lado y eso me alegra.

    - ¡Cedric! – lo saludo contenta.

    - ¡Sophi! – exclama pasándome un brazo por los hombros y apretando el abrazo. - ¿Otra vez castigada con Malfoy? ¿Es que no escarmientas? – me pregunta bajito.

    - Parece que no… - le digo para que solo él me escuche y se ríe sin soltar el abrazo.

    - ¡Suéltala Diggory! No la toques… - le dice Draco mirándolo desafiante.

    - ¡Tranquilo Malfoy! No es de mi de quien tienes que preocuparte sino de Harry – le dice provocador.

    - Cedric ¿Qué dices? – le pregunto flipada, retirando su brazo de mis hombros.

    - No digo nada que no sepa ya todo Hogwarts… - continúa chinchando y yo lo miro desconcertada. – Lo que hay entre Harry y tú – me aclara.

    - ¿Qué hay entre Harry y yo? – le pregunto muerta.

    Un fuerte sonido sobre la mesa me hace sobresaltar y al mirar veo que Draco ha hundido el cuchillo que tiene en la mano sobre la madera.

    - Voy a matar a Potter – suelta mirándome muy cabreado a los ojos.

    Me quedo blanca como la pared y el corazón me empieza a latir muy rápidamente por el miedo.

    - No hay nada entre Harry y yo... él es mi amigo, bueno, más bien mi hermano - le digo a Cedric molesta. - Y si alguien intenta hacerle daño se las verá primero conmigo – amenazo a Draco con la mirada.

    Cojo mi tenedor y, pincho enérgicamente una chuleta de la bandeja para dejarle claro a Draco que voy en serio, mirándolo a los ojos al mismo tiempo para que cale el mensaje. ¡Anda mira! ¡Ya parezco Dolores Umbridge!

    Lo pongo en mi plato para poder comérmelo y veo como Draco me acerca la bandeja de puré de patatas. Se la acepto y me pongo un poco en el plato, devolviéndosela para que la vuelva a poner en la mesa. Ya muerta de hambre comienzo a comer en silencio. Cuando llegan los postres me decido por una macedonia, ya que me apetece algo fresco.

    - ¡Toma! Prueba la tartaleta de arándanos silvestres y moras… ¡Estoy seguro que te gusta! – me dice mientras me acerca su tartaleta ya mordida.

    Me quedo mirándolo a los ojos intentando leer en su mirada si ya me recuerda, pero su pequeña sonrisa no me muestra nada, así que tímidamente muerdo la tartaleta cuando me la acerca más a la boca. Me parece buenísima y sin querer cierro los ojos para percibir mejor su sabor. Cuando los abro veo que su mirada a cambiado y me mira confuso. ¡Mierda!

    - Gracias... Sí que está muy buena – le digo apartándome rápidamente e, intentando disimular, sigo comiendo mi macedonia.

    Cuando he terminado, me levanto y me despido con un “nos vemos”, acercándome a mi mesa para recoger a mis amigos para salir del comedor he ir a nuestras próximas clases. Ellos tienen Transformaciones y yo Literatura.

    Cuando termino la clase bajo al patio para reunirme con Hermione he ir a la biblioteca, pero cuando estoy llegando veo un gran revuelo de estudiantes.

    - ¿Qué ocurre? – le pregunto a Hermione cuando consigo llegar hasta ella.

    - Es la profesora Trelawney – me explica.

    - ¡No! ¡No! ¡No! – le digo mientras empujo a los alumnos que tengo delante y me adentro en el patio hasta llegar a la profesora, que llora desconsoladamente mientras el Sr. Filch le termina de acercar el resto de pertenencias.

    - Tu lo viste, niña… tu vistes mis lágrimas en los posos del té – me dice llorando mientras yo la abrazo y Dolores nos mira atenta. – Sabias que esto pasaría… –

    - Tranquila… Todo va a salir bien – le digo sin soltar el abrazo y mirando seria a Umbridge, la cual me mira con soberbia. Sybill deshace el abrazo, pero me sujeta la mano como apoyo y se vuelve hacia Dolores.

    - Llevo dieciséis años viviendo y estudiando aquí. Hogwarts es mi hogar… Por favor, no puede hacerme esto – le suplica la profesora entre lágrimas.

    -De hecho, puedo – le contesta Umbridge prepotente mostrándole el documento.

    Por detrás nuestra aparece mi tía y abraza a Sybill por los hombros para consolarla.

    - Minerva, yo… - dice tanto como las lágrimas le permiten hablar. Mi tía mira a Dolores enojada.

    - ¿Algo que decir? – le pregunta Umbridge burlona.

    - Hay un par de cosas que me gustaría decirle… - le responde enfadada. – Silencio… ¡Chsss! – le dice bajito a Sybill para que deje de llorar.

    De pronto las grandes puertas del castillo se abren, dando paso a un Dumbledore muy enfadado y, a paso rápido, se planta delante de Umbridge.

    - Profesora McGonagall ¿sería usted tan amable de acompañar a Sybill? – le pregunta Dumbledore a mi tía para que se lleve de allí a la pobre profesora.

    - Sybill, querida, por aquí… - le dice haciendo que la acompañe por el patio. – Sophi, acompáñanos – me dice y yo asiento caminando junto a ellas, sin soltar la mano de la profesora de Adivinación.

    - ¡Oh! Gracias, Dumbledore… Gracias – le dice Trelawney al pasar junto al director.

    - Dumbledore, he de recordarle que, según el decreto educacional número veintitrés promulgado por el ministro… - oigo decir a Umbridge a mi espalda.

    - Usted tiene derecho a cesar a mis profesores, pero no, en cambio, la autoridad para expulsarlos del lugar. Esa potestad compete al director – le corta Dumbledore con el tomo algo subido.

    - Por ahora… - la escucho amenazarle.

    - ¿No tenéis que estudiar? – escucho al director preguntar en general a los alumnos cuando ya estamos subiendo las escaleras, dirección a la habitación de la profesora Trelawney.
     
  8. Threadmarks: Capítulo 10: El ejercito de Dumbledore
     
    Andromeda

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    He pasado unas horas en la habitación de la profesora de Adivinación junto con mi tía para ayudarla a deshacer de nuevo su equipaje y tratar de consolarla. Sé que de momento está suspendida como profesora, pero no expulsada de Hogwarts… algo es algo. Cuando termino las dejo solas y me marcho hacia mi sala común.

    Cuando paso uno de los pasillos, alguien me agarra fuertemente del brazo y tira de mí hacia otro pasillo menos iluminado. Mi cuerpo topa contra la pared de piedra por el impulso del agresor.

    - ¡Au! – me quejo por el golpe. - ¿Qué quieres ahora Malfoy? – le pregunto mirándolo fijamente a esos ojos que me provocan sentimientos encontrados.

    - Predijiste sus lágrimas en clase de Adivinación ¿Qué clase de muggle eres? – me pregunta un Draco algo confuso acorralándome entre sus brazos, apoyando sus manos contra la pared.

    - No le predije nada, me lo invente – le respondo intentando ser creíble.

    - Pues vaya invención más certera – me dice sonriendo de lado.

    - Pura casualidad – remarco. – Ahora si me disculpas… - le digo empujándolo para hacerlo a un lado y pasar, pero se resiste.

    - ¿Vas a contestarme? – pregunta, molesto.

    - ¿A qué? – me hago la loca.

    - ¿Qué clase de muggle eres? – vuelve a insistir y yo me encojo de hombros para restar importancia.

    - Pues del montón… - le respondo.

    - Pues si eres una simple muggle me puedes explicar… ¿Por qué no te recuerdo siendo mi pareja en pociones el año pasado? ¿Porque Goyle y Crabbe me han contado que participaste en el Torneo de los Tres Magos? Yo solo recuerdo a Viktor, Fleur, Cedric y al estúpido de Potter – me suelta sin darme tregua.

    - Y yo que sé… - le digo algo asustada.

    – También me podrías explicar… – me dice acercando su cara a la mía - ¿Por qué mi mente no te recuerda, pero mi cuerpo sí? – me pregunta haciéndome sentir su respiración enlazándose con la mía.

    El corazón se me acelera debido a la ansiedad que siento. El oler su aroma tan cerca no me ayuda y empieza a faltarme el aire. Solo puedo perderme en esos ojo gris-azulado que tiene. No tengo palabras… no puedo pensar con claridad.

    Intento decir algo sin pensar, pero sus labios no me dejan, atrapando los míos en un dulce beso que poco a poco va tomando intensidad. Si antes me faltaba el aire ahora no respiro y las mariposas han despertado otra vez. Cuando su lengua aprisiona la mía y la controla a su voluntad es cuando siento que las piernas ya no me responden. Con la necesidad del beso, pega su cuerpo al mío, aplastándome contra la fría piedra de la pared. Siento a su amiguito despierto de nuevo y mi calor corporal va en aumento.

    - ¿Ves lo que provocas en mí? – me pregunta separando sus labios de los míos lo justo para hablar. Antes de que pueda contestar me agarra el labio inferior y me lo muerde suavemente para después volver a invadir mi boca.

    Hago grandes esfuerzos para librarme de su boca y de su cuerpo… Esto no está bien, nada bien. Esto no debería estar pasando. Cuando consigo separarme un poco y coger aire, puedo hablar.

    - Ya te he dicho que te mantengas alejado de mí… Si tú padre se entera de esto… – intento convencerlo con la misma historia y parece pensarlo de nuevo ya que su cara cambia de expresión.

    - No sé qué me pasa… Esto no es propio de un Malfoy – me dice alejándose de mí de golpe. – Mantente alejada de mí, no te acerques, no me hables, no me mires… no estas a mi nivel – me dice con aire de superioridad.

    - Que gracioso el niño pijo… ni que yo lo buscara – pienso. – Pero, por fin, ahí está… Malfoy ha vuelto – me digo a mi misma algo aliviada mientras lo veo alejarse. – Bien… problema resuelto… espero –

    Después de un minuto reponiéndome de su beso, emprendo mi camino hacia la sala común y allí veo a los chicos solos.

    - Loca, malvada y vieja gárgola – escucho a Hermione despotricando y sé que se refiere a Umbridge. Mis ojos se abren al mirarla y ella se tensa. – No me mires así, yo también se insultar -

    - Yo la hubiera llamado “Cabrona” directamente – le digo poniendo las manos frente a ella simbolizando que se calme y ella ahoga una exclamación de sorpresa. Ron se ríe bajito.

    – El caso es que no estamos aprendiendo a defendernos solos. No estamos aprendiendo a superar los TIMOS. Se está adueñando de la escuela. – sentencia mi amiga.

    - Os lo advertí, pero me llamasteis exagerada – lo dejo caer. Los tres me miran, pero solo Harry esbozan una leve sonrisa.

    - Tenias toda la razón… pero ¿Cómo sabias que esto pasaría? – me pregunta Ron mirándome atento.

    - La vi en el juicio de Harry, estaba en el tribunal, y ya noté que no es buena persona. Era cuestión de tiempo que mostrara sus cartas… fácil de predecir ¿no crees? – le doy la explicación más lógica y creíble.

    De pronto escuchamos en la radio la voz del Ministro y Harry lo pone más fuerte para escuchar lo que dice.

    Radio

    - … Y, lo que es más, tenemos pruebas convincentes de que estas desapariciones son obra del famoso asesino en serie, Sirius Black -

    - ¡Harry! – escuchamos decir en la chimenea.

    - ¡Sirius! – exclama Harry al verlo en las llamas de la misma. Los cuatro nos acercamos. - ¿Qué haces tú aquí? – le pregunta el moreno.

    - Responder a tu carta. Decías que estabas preocupado por Umbridge. ¿Qué está haciendo? ¿Entrenándoos para matar Snockack? – pregunta divertido.

    - Sirius, ella no nos deja usar la magia para nada – le explica Harry.

    - Vaya… no me sorprende. La última información es que Fudge no quiere que os entrenen para el combate – nos informa.

    - ¿Combate? – pregunta Ron – ¿Qué piensa? ¿Qué estamos formando una especie de ejercito de magos? –

    - Eso es exactamente lo que piensa. – comienza Sirius a explicarnos. - Que Dumbledore está reclutando sus propias fuerzas para hacerse con el Ministerio. Su paranoia aumenta con el paso del tiempo. Los demás no querían que te dijera esto Harry, pero las cosas no van nada bien en la orden. Fudge oculta la verdad constantemente y estas… desapariciones… así es como empezó la otra vez. ¡Voldemort se está moviendo! –

    - ¿Y qué podemos hacer? – le pregunta Harry.

    - Alguien viene, siento no ser de más ayuda, pero por ahora, al menos, todo apunta a que estáis solos – nos confirma su padrino y desaparece.

    Los cuatro nos alejamos de la chimenea y un rayo fuera ilumina la habitación como si de una película de terror se tratara.

    - Él anda suelto por ahí, ¿verdad? – nos pregunta Hermione y nosotros afirmamos con la cabeza. – Tenemos que saber defendernos solos y si Umbridge no nos enseña cómo, necesitamos a alguien que lo haga… - sentencia la castaña mirando a Harry. Otro rayo ilumina la sala y un escalofrío me atraviesa de pies a cabeza.

    - Todos sabemos quién es el indicado para esa función – refuerzo a Hermione mirando a Harry. Él solo nos mira pensativo.


    Hoy es sábado y hemos planeado ir los cuatro a Hogsmeade, exactamente a la taberna Cabeza de Puerco, para reunirnos con los que quieran unirse a nosotros. Esta todo nevado y hace mucho frío, pero vamos bien abrigados y el caminar rápido ayuda a entrar en calor.

    - ¡Es de locos! ¿Quién va a querer que le enseñe yo? – nos pregunta Harry a las dos nervioso. – Soy un chalado, ¿recuerdas? –

    - Mira el lado bueno… no puedes hacerlo peor que esa vieja cara de sapo – le dice Ron irónico.

    - Gracias Ron – le responde Harry también irónico.

    - Estoy contigo tío – le asegura el pelirrojo.

    - ¿Quién se unirá a nosotros entonces? – pregunta esperanzado.

    - Solo un par de personas – comenta Hermione. Ron empuja la puerta de la taberna y el sitio más cutre no puede ser. Un señor y una cabra…

    - ¡Que acogedor! – protesta Ron mirándome. Yo lo miro mostrándole que estoy totalmente de acuerdo con él.

    - Pensé que un lugar alejado sería más seguro – expone la castaña.

    - ¡Eh! Amiguito, ¡vuelve aquí! – le escucho decir al hombre, una vez que estamos dentro del local. Creo que la cabra se le ha escapado.

    Cuando subimos a la habitación donde Hermione ha programado la reunión, me sorprende ver a tanta gente y Harry esta igual de sorprendido.

    Soy capaz de ver a Fred, George, Ginny, Neville, Luna, Dean, Nigel, Palma, Parvati, Cho, Cedric, y más alumnos que no conozco bien. Nos sentamos los cuatro frente a ellos y pasados unos minutos incomodos, Hermione se levanta.

    - ¡Emmm! ¡Hola!... Ya sabéis todos porque estamos aquí… Necesitamos un profesor, un buen profesor. Alguien con experiencia en defenderse contra las artes oscuras.

    - ¿Por qué? – pregunta alguien.

    - ¿Por qué? – pregunta Ron como respuesta. – Porque quien tu sabes ha vuelto, torpe –

    - Eso es lo que ellos dicen – dice el mismo chico.

    - Dumbledore lo dice – protesta Hermione.

    - Dumbledore lo dice porque ellos lo dicen, pero la cuestión es… ¿dónde está la prueba? – vuelve a preguntar el chico.

    - Si Potter nos contara algo más… - sugiere otro chico junto a Ginny.

    - No voy a hablar de lo que sucedió en el cementerio, fue traumático para los dos – le dice alterado levantándose de su silla y mirándome, me coge la mano para que yo también me levante.

    - Hermione, nos vamos… están aquí porque piensan que soy un bicho raro – le dice a la castaña en un susurro.

    - Harry, espera – le dice Hermione intentando sujetarle el brazo para calmarlo.

    - Harry, tranquilízate… – le digo en tono suave, mirándolo a los ojos y poniendo la palma de mi mano en su mejilla. – Si están aquí es porque, en realidad, te quieren creer – le digo serena y él asiente con la cabeza esbozando una leve sonrisa.

    - ¿Es cierto que puedes convocar un Patronus? – pregunta Luna y Harry la mira. Retiro mi mano de su mejilla y me suelto de su mano.

    - Sí, yo lo he visto – dice Hermione sonriendo.

    - Y yo también – confirmo alejándome de Harry y sentándome de nuevo. – Me salvo la vida hace poco con ese hechizo –

    - Tu opinión no cuentan… tú siempre dices lo que él dice – me acusa el chico rubio que no recuerdo su nombre. – Y, por cierto, ¿Por qué estás aquí? Tú no eres bruja -

    - Apoyo moral – le replico con burla.

    - Eso… y que es la novia de Harry – suelta Cedric sonriendo divertido.

    - No hemos venido aquí a hablar de mi vida privada... – le respondo molesta y veo como Harry me mira tenso – Si quieres hablar de mis escarceos amorosos, te concederé una entrevista – le digo irónica y se oyen risitas. – Estamos aquí porque necesitáis a alguien que os enseñe a defenderos de Lord Voldemort y de sus secuaces… Y tú, Diggory, no sabes hacer un Patronus – le restriego en la cara enfadada. A Cedric se le borra la sonrisa de la cara.

    - ¡Caray Harry! No sabía que podías hacerlo – comenta Dean asombrado.

    - Y mató a un basilisco, con la espada del despacho de Dumbledore – comenta Neville.

    - Es cierto – confirma Ginny.

    - En tercero se enfrentó a cien Dementores por lo menos – exagera Ron.

    - Y el año pasado a quien vosotros sabéis en persona – comenta Hermione.

    - ¡Esperad! ¡Escuchad! – exclama Harry. - Suena muy bien cuando lo contáis así, pero la verdad es que todo fue pura suerte. No sabía lo que hacía casi nunca y casi siempre tuve ayuda –

    - Es un chico modesto – lo justifica la castaña.

    - No Hermione, no lo soy… - protesta el moreno - Enfrentarse a esas cosas en la vida real no es como el colegio. En clase, cometes un error y puedes intentarlo nuevamente pero ahí fuera... Cuando estas a un segundo de ser asesinado o viendo como torturan a tu amiga ante tus propios ojos… ¡No sabéis lo que es eso! – dice mientras se sienta abatido.

    - Tienes razón, Harry, no lo sabemos. Por eso necesitamos tu ayuda, porque si queda alguna opción de derrotar a… Voldemort – dice Hermione suplicante.

    - ¿De verdad ha vuelto? – pregunta Nigel y Harry confirma con la cabeza.

    - Como veo que con palabras no vamos a convenceros, es hora de sacar la artillería pesada… ¿Queréis una prueba?... Pues bien… aquí está la prueba – les digo sacando mi móvil del bolsillo y buscando la foto. – Hice una foto en el cementerio, cuando Harry se enfrentaba a Voldemort – se la enseño al grupo y todos se agolpan a mi alrededor para ver la imagen.

    - ¿Ese es Lord Voldemort? – pregunta el pequeño Nigel y yo asiento con la cabeza.

    - ¡Es terrorífico! – dice Luna con los ojos muy abiertos.

    - No parece humano – comenta Neville perplejo.

    - No, ya no lo es … es más un zombie, un ser de ultratumba, ya no tiene humanidad… y no podéis haceros una idea de lo acojonante que es estar en su presencia… que te diga que le perteneces y que por eso mató a tus padres, escuchar sus amenazas de encerrarte por años hasta que te sometas a su voluntad, ver como tortura e intenta matar a tu mejor amigo regodeándose en ello… - las lágrimas que intento retener resbalan por mis mejillas y Hermione me gira y me abraza fuerte.

    - No lo sabía… ¿Por qué no me lo contaste? Se te ve siempre tan fuerte y segura de ti misma que no pensé… - me dice justificándose.

    - ¿Mató a tus padres? ¿Cómo a los de Harry? – pregunta Cedric serio. Yo me separo del abrazo de mi amiga sin soltarla del todo.

    - ¡Si! Mando a uno de sus mortífagos para secuestrarme y matar a mis padres… Luego ese mismo tipo nos envió a Harry y a mi hasta Voldemort con un Traslador. – les explico mirando fijamente a Cedric. - Es un ser horrible, Hermione… un mago muy poderoso y desquiciado y, aunque parezca fuerte y despreocupada, estoy aterrada… - le confieso mirándola a los ojos.

    - Sé que, si yo hubiera sujetado la copa con vosotros, ahora estaría muerto… - dice Cedric muy serio. - ¿Dónde hay que firmar? – pregunta mirando a Harry. Una sonrisa se esboza en la cara del moreno.

    Me seco las lágrimas con la manga y Hermione tira de mí para que nos sentemos tras una mesa los cuatro. Sobre la misma un pergamino con el título “Ejercito de Dumbledore” y una pluma. Hermione es la primera en poner su nombre, seguida de Ron y Harry, el cual, me mira y me ofrece la pluma para que yo también firme.

    - No soy bruja Harry – le digo agradecida por el ofrecimiento.

    - Ya sabes que eres mucho más… firma – me insiste moviendo la pluma para que la coja.

    Escribo mi nombre bajo el suyo, dejando la pluma sobre el pergamino. Harry me mira contento y me sujeta la mano bajo la mesa... ¡Como he dicho, el apoyo moral es fundamental en este momento! Uno tras otro comienzan a hacer fila, comenzando por Cedric, seguido de George y Fred. Cuando todos terminan de firmar, la lista es más larga de lo que esperábamos. Los alumnos se van marchando para no levantar sospechas y nos quedamos los cuatro junto a los gemelos y Ginny.

    Hemos caminado desde el pueblo hasta Hogwarts, y estamos atravesando el puente de madera, contentos con el resultado de la reunión.

    - ¡Bien! Primero hay que encontrar un sitio para practicar donde Umbridge no nos encuentre – dice Harry emocionado.

    - La casa de los gritos – propone Ginny.

    - Es muy pequeño – le comenta Harry.

    - ¿El bosque prohibido? – expone Hermione.

    - Por nada del mundo – responde Ron negando con la cabeza.

    - Harry, ¿Qué pasa si Umbridge nos descubre? – pregunta Ginny preocupada.

    - ¿Qué más da? – suelta Hermione emocionada delante nuestro. – Es decir… es una aventura excitante, ¿no? Saltarse las reglas… -

    - ¿Quién eres tú y que has hecho con Hermione Granger? – pregunta Ron irónico.

    - Pero bueno, al menos hemos sacado algo positivo de hoy… - dice Hermione contenta.

    - Y ¿Qué es? – pregunta Harry expectante.

    - Que todo Hogwarts sabe de vuestra intensa relación – suelta la castaña riendo y mirándonos. La miro extrañada y veo como baja su mirada hacia mi mano, dándome cuenta que Harry y yo vamos de la mano. ¡Mierda! ¿Desde cuándo vamos así? Intento soltar mi mano, pero Harry no me deja.

    - ¡Vale! – dice Harry al estar cerca de la puerta principal del castillo. – En los próximos días, cada uno, deberíamos aportar un par de lugares posibles para practicar. Hay que asegurarse que sea donde sea, no pueda descubrirnos nunca – nos indica ya ejerciendo su mando.

    - ¡Vale, Harry! – afirma Ron mientras entramos a la escuela.
     
  9. Threadmarks: Capítulo 11: El interrogatorio
     
    Andromeda

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    Capitulo 11 - El interrogatorio.jpg

    El lunes ya están colgando otra norma en la pared.

    Norma 47

    Por la presente, toda organización estudiantil queda proscrita. Cualquier alumno que incumpla la orden quedará expulsado.

    - Parece que nos huela – pienso divertida y el Sr. Filch me mira con desaprobación.

    Por la tarde, ya en la sala común, estamos haciendo unas tareas para el día siguiente frente a la chimenea cuando llega Neville emocionado.

    - ¡Lo he encontrado! – exclama nervioso. - ¡Seguidme! –

    Los cuatro nos miramos y seguimos al chico por los pasillos de Hogwarts hasta la séptima planta. ¡Ya está! Ha encontrado la Sala de los Menesteres.

    En cuanto pasamos junto a una pared, esta comienza a hacer aparecer una puerta, una que conozco bien. Harry empuja la puerta y entramos, cerrándola una vez dentro.

    - ¡Lo has conseguido Neville! – le dice Hermione fascinada. – Has encontrado la Sala de los Menesteres – dice girándose para mirarnos.

    - A mí no me mires… Yo ya la conocía – le digo encogiéndome de hombros. Los tres me miran incrédulos. - ¿Dónde creéis que estuve entrenando el año pasado para el Torneo? -

    - ¿Y porque no lo has comentado antes? – me pregunta Harry serio.

    - Porque tenía que ser Neville quien la encontrara… - le digo al moreno despacio para entienda lo que le quiero decir, cosa que hace.

    - ¿Por qué Neville? ¿Qué es esta sala? – pregunta Ron que no entiende nada.

    - Esta sala también es conocida como la sala que viene y va. Solo aparece cuando una persona realmente la necesita. – explica Hermione como un auto-guía.

    - ¡Ahhh! Por eso Neville… - comenta Ron.

    - Y esta siempre equipada con las necesidades del buscador – prosigue la castaña.

    - Como cuando necesitas ir al baño ¿por ejemplo? – pregunta extrañamente Ron.

    - Que delicado Ronald. Pero sí, esa es más o menos la idea – le responde Hermione.

    - ¿Cuándo estuviste aquí estaba así? – me pregunta Ron curioso.

    - No, tenía un pequeño gimnasio y una diana – le respondo.

    - ¡Que pasada! – dice Harry alucinado. – Es como si Hogwarts quisiera que contraatacáramos – dice contento.

    Ponemos observar el enorme espacio y las figuras metálicas móviles con varita en mano, simulando un mago. Planeamos cuando empezar y como decírselo a todos sin levantar sospechas.

    La primera clase fue por la tarde, a los dos días de haber encontrado la sala. Todos los componentes del grupo estábamos allí puntuales. Yo solo soy apoyo emocional, así que me llevo el portátil y, sentada en el suelo, voy haciendo mis deberes mientras los veo practicar.

    - ¡Expelliarmus! – exclama Neville y su varita sale disparada hacia el fondo de la sala. – Soy un inútil – se desanima el chico.

    - Es que aireas demasiado la varita – le dice Harry a su lado. – Prueba así… ¡Expelliarmus! – exclama moviendo su varita y consigue desarmar a la figura del mago.

    Cuando termina la clase me acerco a Neville y, con palabras de ánimo, le insto a que siga intentándolo, que todo se aprende a base de práctica. El asiente confiado y yo me alegro por ser el apoyo moral de los jóvenes magos.

    Al día siguiente tenemos clase con la odiosa profesora Umbridge así que nos dirigimos al aula de Defensa contra las Artes Oscuras. Me siento, como siempre, junto a Neville detrás de Harry y Ron. No tarda mucho en aparecer Dolores pasando por el pasillo junto a mí, para ir hacia su escritorio. No llega allí, nada más pasarme se para y se gira.

    - Sr. Malfoy cambie su puesto con el Sr. Longbottom – escupe la arpía mirándome y sonriendo.

    - ¿Qué? ¿En serio? – me quejo en un susurro que ella escucha.

    - ¿Algo que objetar, Srta. Queen? – me pregunta burlona.

    - No, nada… Traiga a la serpiente para que la devoren los leones – le digo irónica ya que todos los que estamos en los tres pupitres somos Gryffindors. Ella me echa una mirada asesina.

    Neville me mira mientras se levanta y se encamina a su nuevo lugar. Veo como Malfoy viene por el pasillo central con mala cara.

    - ¿De verdad es necesario que me siente con la muggle? – le pregunta a Umbridge.

    - Por supuesto… les he visto trabajar juntos en clase de pociones y creo que forman un excelente equipo – le explica al rubio platino.

    El rubio, resignado, me mira con cara de pocos amigos.

    - ¡Apártate Queen! – me dice empujándome de mi sitio y arrastrándome por el banco hasta el sitio donde estaba Neville. Él se sienta orgulloso en mi sitio.

    - Ahora por favor, copiar el texto aprobado cuatro veces para asegurar la máxima retención y no es necesario hablar – nos ordena altanera a toda la clase.

    - Querrá decir pensar – suelta Hermione la cual recibe una mirada asesina de Dolores. Luego comienza a pasear por el aula para vigilar lo que hacemos.

    - Varitas fuera – oigo que dice y sé que lo hace por Neville, que practica movimientos a escondidas.

    Harry esta girado y me mira tenso, no le hace gracia tener a Malfoy detrás y junto a mí de nuevo.

    - Mire hacia delante Sr. Potter si no quiere que lo cambie de lugar – lo amenaza Umbridge al pasar junto a él. Harry se gira mirando al frente y se pone a escribir.

    Estamos escribiendo lo que nos ha indicado cuando siento un pequeño tirón de pelo. Giro la cabeza hacia mi derecha buscando el motivo del dolor y veo a Draco concentrado en su escritura, pero sus dedos juguetean con un rizo de mi pelo.

    - ¡Malfoy! – lo llamo bajito.

    - ¿Ummm? – me contesta sin mirarme.

    - ¿Puedes hacer el favor de soltar mi pelo? – le digo molesta.

    Él, perezosamente, aparta sus ojos del pergamino y me mira, dándose cuenta de qué tiene en la mano.

    - Me gusta tu pelo… es tan suave y sedoso… - me dice sonriendo de lado. Con un movimiento rápido que me pilla desprevenida, se acerca y mete su nariz en mi pelo. – Y huele tan bien… a albaricoque -

    Me quedo helada por su actitud y comentario y más aún al ver a Umbridge mirándonos y con esa sonrisa odiosa. Le doy un manotazo para que suelte mi pelo y lo empujo para alejarlo de mí. Él sonríe y se coloca de nuevo bien en su sitio. La hora se me hace eterna viendo las sonrisas y miradas descaradas que me dedica Malfoy.

    En la siguiente clase de Harry les enseña el encantamiento aturdidor.

    - El aturdimiento es uno de los hechizos más útiles de tu arsenal. Es como el ABC de un mago – explica Harry mientras coloca posiciones en algunos de sus compañeros. – A ver tu, Nigel… inténtalo lo mejor que puedas – le dice al pequeño mientras se colocan frente a frente para combatir.

    - ¡Desmaius! – exclaman a la vez el pequeño y el moreno, saliendo ambos despedidos hacia atrás.

    - ¡Bien! No está mal… - le dice Harry casi sin aliento. - ¡Bien hecho! –

    Los chicos los ayudan a levantarse mientras yo me rio disimuladamente ente el resto de alumnos. Harry me localiza y me mira, riéndose tímidamente también. Creo que le ha dado un poco de vergüenza que el pequeñajo lo haya tirado a la primera. Ahora es el turno de Hermione y Ron.

    - No te preocupes, no seré duro contigo – le dice Ron confiado.

    - Gracias Ronald – le contesta la castaña rodando los ojos.

    Se escuchan los ánimos de los chicos hacia Ron.

    - ¡Desmaius! – exclaman a la vez, pero Hermione es más rápida y el pelirrojo sale disparado hacia atrás.

    - La he dejado por educación – les dice Ron a los chicos que le ayudan a ponerse en pie. – A sido totalmente a propósito – les dice a sus hermanos gemelos, los cuales, como siempre, han apostado sobre quien vencía a quien.

    Todas las chicas nos reunimos alrededor de Hermione para felicitarla y reírnos un poco del pelirrojo, pero ella le lanza una mirada coqueta, el cual no la nota, para variar.

    Al día siguiente ya hay una nueva norma en la pared.

    Norma 82

    Todos los alumnos serán sometidos a interrogatorio sobre sospechosas actividades ilícitas

    - Vale, ya saben sobre la Sala de los Menesteres y el Sr. Filch nos está espiando para ver si nos pilla. Como no es capaz de encontrarnos, la bruja se ha sacado esta norma de la manga. Cosa que sé que es peligrosa porque ya sé que Cho cantará – pienso. – Pero para eso aún tenemos tiempo –

    Umbridge ha ido interrogando a muchos alumnos, pero ninguno del grupo, así que nadie ha dicho nada interesante. Hoy me ha citado a mí, creo que empieza a cerrar el cerco.

    - Su turno – me dice Dolores haciéndome pasar a su despacho horrorosamente decorado en rosa y cerrando la puerta tras de mí. - Tome asiento Srta. Queen – me dice sonriendo e indicándome que me siente en una silla frente a su escritorio y yo lo hago. - ¿Una taza de té? – me pregunta mientras la sirve. Me quedo mirando como la coloca frente a mí sobre su escritorio.

    - No, gracias – le respondo con una sonrisita.

    - Bien, voy a hacerle unas preguntas y quiero que me responda con sinceridad… - me dice enlazando sus dedos y apoyándose sobre el escritorio para acercarse un poco a mí. Parece que quiere intimidarme. - ¿Se reúne con el Sr. Potter, la Srta. Granger y el Sr. Weasley en algún lugar? – pregunta directamente.

    - Si – le respondo sincera. – En la sala común de Gryffindor y en la biblioteca para estudiar.

    - No me refiero a esa clase de reunión, querida… - dice un poco tensa. – Me refiero a que si se reúne con el Sr. Potter en algún lugar que no sea para estudiar –

    - Pues… ¡Sí! – le vuelvo a responder, pero esta vez, me lo invento porque me lo ha puesto a huevo. – Nos vemos a escondidas en algunos rincones de Hogwarts para enrollarnos – le digo bajito y acercándome al escritorio, como si le estuviera contando un secreto. Su cara cambia radicalmente y su sonrisita desaparece.

    - No está permitido que los alumnos se besuqueen en los pasillos, y menos usted y el Sr. Potter – me grita enfadada, pero de pronto se calma de nuevo, volviendo a mostrar su sonrisita odiosa. – Miente, Srta. Queen… ¿Tan ingenua me cree? Es bien sabida su amistad con el Sr. Potter, pero solo es eso… amistad -

    – ¿Usted cree? – le digo con una sonrisita dejándome caer hacia atrás y reposando mi espalda en el respaldo de la silla. Dolores se pone tensa.

    - Tómese el té – me insiste de nuevo, elevando la voz.

    - No me gusta el té – le respondo retadora.

    - Eso no es cierto, la he visto tomar una taza de té en la clase de Adivinación – me acusa sonriendo.

    - Cierto, perdone, no me he expresado bien… No me gusta el té con Veritaserum – le respondo burlona.

    - El uso del Veritaserum no está permitido en Hogwarts, solo lo controla el Ministerio – intenta convencerme sin dejar de sonreír.

    - Y usted pertenece al Ministerio… – le digo con una sonrisita falsa.

    - Lucius tenía razón… me previno de lo descarada e inteligente que eras – me explica con malicia.

    - Por supuesto… El Sr. Malfoy me conoce bien – le respondo con tono burlón.

    - Eres una mocosa molesta e insufrible… - me insulta. - No entiendo la insistencia de Lucius en que ingreses dentro de su familia a toda costa -

    - Yo nunca perteneceré a esa familia – le digo molesta separando mi espalda del respaldo y poniéndome recta.

    - Por supuesto que lo harás, querida… El joven Malfoy y tú, en cuanto terminéis los estudios en Hogwarts, os casareis -

    - ¿Qué? ¡Eso no pasará! – le replico nerviosa.

    - ¡Oh, querida! ¡Por supuesto que sí! Tú futuro junto al joven Malfoy ya está trazado… Lucius se encargará de ello –

    - ¡No! Nadie va a decirme que hacer con mi vida y menos un Malfoy – le contesto alterada.

    - Tomate el té, querida, te sentirás mejor – me dice con una sonrisita empujando la taza hacia mí.

    - Ya le he dicho que no quiero té… – le suelto muy molesta.

    - Lamento que no me dejes otra opción, querida – me dice levantando su varita hacia mí - ¡Imperius! – exclama. Yo me quedo paralizada, me acaba de lanzar una maldición imperdonable. – Ahora coge la taza y bébete el té – me dice suavemente y con una sonrisita de victoria en la cara.

    Miro la taza y acerco mi mano para tomarla. Lentamente la acerco a mis labios mirando a Dolores a los ojos. Esbozo una sonrisa que ella ve y su semblante cambia. Retiro la taza de mis labios retirándola hacia mi derecha hasta estirar mi brazo completamente y vuelco el contenido en el suelo.

    - ¡Vaya! ¡Qué torpe soy! He derramado el dichoso té – le digo prepotente.

    - ¡No puede ser! – dice perpleja – Nadie puede resistirse a una maldición imperdonable –

    - Me ha subestimado profesora. Debería haber hablado más en profundidad con el Sr. Malfoy sobre mí… Con su permiso – le digo dejando la taza sobre su escritorio, levantándome y saliendo de su despacho, dejándola allí petrificada y, seguramente, llena de ira.

    Una vez fuera de su despacho me dirijo a la Sala de los Menesteres sin que Filch me vea. Los veo a todos entrenando por grupos.

    - Ahora céntrate en un punto fijo y prueba otra vez – le dice Harry a Neville.

    - ¡Expelliarmus! – exclama el chico, pero no pasa nada y se deprime.

    - Ánimo Neville, terminarás lográndolo, ya lo veras – lo animo poniendo mi mano en su hombro. Él chico me sonríe no muy confiado.

    - ¿Cómo ha ido? – me pregunta Hermione mientras ejecuta un hechizo.

    - ¡Oye! Mantén la concentración – le dice Harry a la castaña.

    - ¿Te ha interrogado Umbridge? – me pregunta Harry mientras lo acompaño en su camino de explicaciones a los alumnos.

    - Si… es una arpía – le digo molesta.

    - ¡Genial! – le dice a Cho mientras esta mantiene en el aire a Nigel.

    - ¿Qué te ha preguntado? – me pregunta Harry mientras mira al chico volador.

    - ¿Que va a preguntar? Que si me reúno contigo en algún sitio – le digo mirando a Nigel asombrada.

    - ¿Y qué le has dicho? – me vuelve a preguntar comprobando la correcta ejecución del hechizo.

    - Que si… que me reúno contigo para enrollarnos – le digo como quien no quiere la cosa sin dejar de mirar al pequeño.

    - ¿Qué? – me pregunta Harry mirándome perplejo. Cho pierde la concentración al escuchar mi comentario haciendo caer al Nigel al suelo.

    - ¡Estoy bien! ¡estoy bien! – exclama el pobre mientras me agacho para ayudarlo a levantarse.

    - ¿En serio le has dicho eso? – me pregunta el moreno sin salir de su asombro.

    - Pues claro… me ha presionado con sus comentarios que he tenido que improvisar… - le explico. Lo sujeto del brazo y lo aparto de los alumnos a un rincón para que nadie nos oiga. – Me ha confesado que Lucius Malfoy está usando su influencia para realizar sus planes y te advierto que está interrogando a los alumnos con Veritaserum en el té… Al final alguno cantará – lo advierto.

    - ¿Te lo has tomado? – me pregunta preocupado.

    - No, pero ha intentado que lo tomara a la fuerza… ¡Me ha lanzado un Imperius, Harry! – le confieso nerviosa. La cara de Harry es un poema por la impresión. – Tranquilo… no me afecta, ya lo sabes… y ahora ella también -
     
  10. Threadmarks: Capítulo 12: La última clase extraescolar
     
    Andromeda

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    Capitulo 12 - La ultima clase extraescolar.jpg

    A la mañana siente Filch está colgando otra norma en la pared. Al acercarme veo a Draco frente a ella leyéndola satisfecho.

    Norma 107

    Los que quieran entrar en el escuadrón inquisitorial para ganar puntos extras, regístrense en el despacho de la suma inquisidora

    ¡Mierda! No teníamos bastante con el Sr. Filch que también Draco y sus secuaces nos van a vigilar.

    Nos pasamos los días esquivando a Filch y al dichoso escuadrón. El día de mi cumpleaños Ron y los gemelos me regalaron una caja en forma de corazón con bombones, pero ideamos un plan donde los adulterábamos y se los dejamos al conserje. El pobre hombre tubo una reacción en la cara, haciendo que le brotasen unos enormes granos con pus… algo realmente asqueroso pero muy divertido.

    Hermione me regaló unos pendientes iguales a los que yo le regalé el día de su cumpleaños, unas pequeñas rosas de plata. Ella dice que llevar las dos los mismos pendientes simboliza nuestra amistad y estoy totalmente de acuerdo con ella.

    Mi tía me ha regalado algo muy especial… una varita como representación de la magia en mi vida. Creo que es lo más chulo que tengo y he tenido. Es de madera color intenso y brilla por el barniz, cuyo mango es un dragón chino enroscado. Según me ha explicado mi tía, se trata de una varita de diez pulgadas de largo, realizada en madera de Acacia, al parecer muy inusual y complicada, que se niega a producir magia con aquel que no sea su dueño. Su núcleo es de pelo de cola de unicornio, que produce una magia más consistente y es menos susceptible a fluctuaciones y bloqueos. Me ha dicho que es una de las varitas más poderosas y fieles a su dueño, difícil de llevar a las artes oscuras. Creo que la voy a poner en una urna de cristal sobre mi mesita de noche.

    Harry me ha regalado un colgante de plata con medio corazón, simple y muy bonito. Él lleva puesta la otra mitad y juntos, hacen un corazón completo. Quiere que cuando lo mire siempre me recuerde que estaremos juntos pase lo que pase, así que me lo he puesto junto a mi inseparable amuleto.

    Van pasando los días muy rápidamente entre las clases ordinarias, los exámenes del trimestre y la clase “extraescolar”. Las vacaciones de Navidad se acercan.

    Hoy será la última clase de entrenamiento del trimestre y los progresos se van notando.

    - Trabajar duro es importante, pero hay algo que importa incluso más… creer en ti mismo. Pensarlo de este modo. Todo gran mago en la historia ha comenzado siendo lo que nosotros somos ahora… un alumno. Si ellos pudieron ¿Por qué nosotros no? – explica Harry a la clase mientras controla a cada uno de sus alumnos practicando un hechizo.

    - ¡Reducto! – exclama Nigel y, con un rayo azul, la figura del mago se reduce a un pequeño juguete.

    - ¡Reducto! – exclama ahora Ginny que, también con un rayo azul que sale de su varita, impacta en la figura del mago haciéndola trizas.

    - ¡Guau, Ginny! – exclamo perpleja y ella sonríe contenta. Sus hermanos a su lado la felicitan orgullosos.

    Me encamino para acercarme a Longbottom y darle ánimos cuando, unas llamaradas que salen del suelo, me cortan el paso. El susto provoca que retroceda rápidamente unos pasos y me giro para mirar a mi alrededor, comprobando que estoy en un círculo de fuego. El corazón me va a mil por hora de la impresión y miro frente a mí, por encima de las llamas, encontrando los ojos de Cedric que me mira riendo.

    - ¡Serás idiota, Cedric! Menudo susto me has dado – le regaño molesta.

    - ¡Vamos, Sophi! Solo estoy practicando y tú te has puesto en mi camino – me dice desde el otro lado.

    - Muy gracioso… ahora sácame de aquí – le exijo a gritos porque noto como el cerco se va cerrando poco a poco.

    - Espera – me dice haciendo un movimiento de varita sin resultado.

    - ¿Cedric? – le digo algo nerviosa. Veo como su sonrisa ha desaparecido, transformándose en una mueca de preocupación. - ¡Cedric! – le grito muy preocupada notando las llamas más cerca de mí.

    - ¡Aqua eructo duo! – exclama Harry colocándose junto a Cedric. Un potente chorro de agua cae sobre las llamas apagándolas al instante.

    - ¿Estas bien? – me pregunta Harry al llegar hasta mí a paso rápido y abrazarme.

    - Si… pero me he asustado – le confieso aun abrazada.

    - Ya lo noto, estás temblando – me dice sin separarse de mí.

    - Ese hechizo es peligroso si no se controla – le comento a Harry separándome de él.

    - Sí, Cedric tiene que practicarlo más – me dice serio.

    - Perdona Sophi, creí que ya lo controlaba – se excusa el castaño.

    - Tienes que practicar más y asegúrate que no hay nadie dentro – le aconsejo y el asiente apenado.

    Les dedico una leve sonrisa a ambos y me marcho en busca de Neville.

    - ¡Vamos Neville! ¡Tú puedes! – le digo poniéndole la mano en el hombro.

    - ¡Expelliarmus! – exclama el chico y la varita de la figura del mago sale despedida.

    - ¡Genial, Neville! ¡Lo has logrado! – le digo contenta y él se gira y me abraza. Me separo de él y el resto de compañeros lo felicitan también.

    - ¡Fantástico, Neville! Muy bien hecho – lo felicita Harry orgulloso al acercase.

    Cuando termina la clase Harry se dispone a decir algunas palabras. ¡Madre mía! Parece un profe de verdad… que orgullosa estoy.

    - Bueno, ya está bien por hoy. No nos volveremos a reunir hasta después de las vacaciones – comenta Harry.

    - ¡Ohhh! – se escucha en general.

    - Seguid practicando solos cuando podáis y muy bien todos. Gran trabajo – los felicita el moreno sonriendo. Todos los alumnos comienzan a aplaudir.

    - Bien hecho amigo – le dice Ron contento.

    - Gracias – le agradece el moreno.

    - Nos vemos en la sala común Harry – le dice Hermione.

    - Muchas gracias Harry – le dice otro chico.

    - De nada – agradece él.

    - Gracias Harry – le dice una chica.

    - ¡Feliz Navidad, Harry! – le felicitan Cedric y Cho.

    - ¡Feliz Navidad! – les responde él también.

    - ¡Feliz Navidad, Sophi! – me felicita Cedric dándome un abrazo que acepto algo tímida debido a la mirada que me lanza Cho.

    - Igualmente – le respondo mientras me separo de él. - ¡Feliz Navidad, Cho! – le digo también. Ella me dedica una sonrisita falsa como felicitación.

    - ¡Feliz Navidad, Harry! – le dice Luna también. – Y a ti también Sophi –

    - ¡Feliz Navidad! – les responde Harry a Luna.

    - Gracias Luna, igualmente – le digo dándonos un beso en las mejillas.

    - Hemos pensado una cosa Harry… - dicen los gemelos sujetando al moreno por el hombro. Yo me voy hacia mi portátil, que está al fondo de la sala, para recogerlo e irme - Podríamos ponerle pastillas vomitivas a Umbridge en el té o Toffi de fiebre… te salen unas ampollas purulentas por toda la… - oigo que le van contando los gemelos.

    - Suena genial chicos… ¿me disculpáis? – lo escucho decir.

    - ¿Estas bien? – escucho que me vuelve a preguntar Harry a mi espalda.

    - Si, ya se me ha pasado el susto – le digo sonriendo cuando me giro y lo enfrento.

    - Cedric es de los mayores y con más experiencia en hechizos, creí que ya lo controlaba – se excusa.

    - No tienes que pedir disculpas por él… Cedric ya lo ha hecho y esto le puede pasar incluso al mago más experto – le intento convencer. – Me ha sorprendido lo buen profesor que eres Harry. Les has enseñado mucho en muy poco tiempo y todos te están muy agradecidos por eso – alago su trabajo.

    Él me mira fijamente a los ojos y no puedo adivinar que se le pasa por la cabeza. De pronto mira sobre nuestras cabezas y yo lo imito.

    - ¡Muérdago! – me dice mientras veo como se extienden las ramas del mismo.

    - Vaya… es la primera vez que lo veo así – le confieso maravillada.

    - Probablemente esté lleno de Nargles – me dice sonriendo y mirándome los labios.

    - Probablemente – le confirmo también sonriendo.

    Veo como poco a poco se va acercando hasta que sus labios se juntan con los míos en un beso suave y muy tierno. Yo me quedo paralizada, pero termino aceptándolo. Me palpita el corazón de lo tierno que es conmigo y lo quiero tanto que me siento confundida. Siento como lentamente pasa sus brazos por mi cintura y me acerca más a él. No sé cuánto tiempo estamos así, pero el aire empieza a faltarnos y terminamos separando nuestros labios.

    - Harry – le empiezo a decir. – Eres mi mejor amigo desde el día en que nos conocimos y te quiero muchísimo, como a un hermano, por eso esto me parece raro – le digo mirándolo a los ojos.

    - Yo siento lo mismo que tú, pero me atraes mucho y no sé porque – me dice sin soltarme.

    - Tú también me atraes, pero es otra especie de amor… no creo estar enamorada de ti - le confieso tímidamente.

    - Supongo que es porque estás enamorada del payaso de Malfoy – me acusa correctamente y me quedo helada. Era algo que no quería decir en voz alta y mi amigo lo ha dicho por mí.

    - Supongo que tienes razón, pero no pienso reconocerlo nunca – le digo sincera sonriendo.

    - No tienes por qué hacerlo sino quieres… - dice encogiéndose de hombros. – Déjame quererte, demostrarte lo que siento por ti… - me suplica. - Malfoy no te recuerda y tú no quieres que te recuerde, así que no es un obstáculo. Nada impedirá que tú y yo sigamos siendo amigos para siempre, te quiero muchísimo para perderte – me explica de una forma muy tierna.

    Me mira con esos preciosos ojos y es tan guapo el puñetero que no sé cómo decirle que no… la verdad es que tampoco quiero decirle que no. Esta tan falto de cariño que, si él se siente bien con mis besos, mis abrazos, mis caricias y nuestras manos unidas, eso le daré ya que a mí no me molesta… al contario, me hace sentir más cerca de él.

    - De acuerdo… pero sin propasarte – bromeo y él sonríe feliz. – Tu futura mujer me va a matar por esto – protesto.

    - ¿Mi futura mujer? ¿Quién es? ¿Estudia aquí? – me pregunta emocionado.

    - Si, estudia aquí y no, no te puedo decir quién es y lo sabes – le respondo.

    - ¡Vale! Tiempo al tiempo – me dice y me da un beso corto en los labios. Me suelta y espera a que recoja mi portátil para agarrarme la mano para marcharnos, algo tan natural entre nosotros que no me da la sensación de estar haciendo nada malo.

    Lo dejo volver a la sala común solo ya que yo necesito ir al baño. Cuando termino llego hasta la señora gorda y dándole la contraseña entro en la sala. Escucho como Ron, Hermione y Harry están hablando frente a la chimenea y decido permanecer oculta.

    - ¿Bueno que? ¿Cómo ha sido? – escucho preguntar a Ron.

    - Tenso… quiero decir, estaba algo distante – escucho a Harry.

    - ¿Tan malo eres? – escucho a Ron.

    - Seguro que su beso ha sido más que satisfactorio – escucho a Hermione y las risas de Ron. - Tienes que entender que a lo mejor esta confusa –

    - A lo mejor necesita mimitos para aclararse – escucho al pelirrojo.

    - ¿Es que no entiendes como tiene que sentirse? – escucho a Hermione. – Obviamente muy triste por la muerte de sus padres, confusa porque amar a Draco, culpable por besar a Harry, aterrorizada porque Voldemort va tras ella, agobiada porque los Malfoy la acosan constantemente, preocupada porque Umbridge amenaza a su tía, la profesora McGonagall y con miedo a suspender porque no está estudiando lo suficiente con tantas asignaturas como tiene –

    - Una persona no puede sentir todo eso… explotaría – escucho a Ron.

    - Tienes la capacidad emocional de un ladrillo – escucho a Hermione y todos comienzan a reír. Yo también lo hago en las sombras.
     
  11. Threadmarks: Capítulo 13: El ataque de Nagini
     
    Andromeda

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    Capitulo 13 - El ataque de Nagini.jpg

    - ¡No! ¡No! ¡No! ¡Ahhhhhhh! – escucho mi propio grito emanar de mi garganta y despertarme de golpe, incorporándome sobre la cama.

    - ¡Sophi! ¿Estás bien? – me pregunta una Hermione asustada viniendo rápidamente hasta mi cama y sentándose frente a mí. - ¡Tranquila! Es una pesadilla… - me dice para tranquilizarme mientras me coge las manos y Ginny se ha sentado junto a ella con cara de espanto.

    - No me gustan… - digo casi sin aliento. – No me gustan las serpientes… tengo fobia – reconozco asustada.

    - ¿Que serpientes? Aquí no hay serpientes – me dice Ginny confusa.

    - ¡Maldita sea! – exclamo levantándome de la cama. – Tengo que hablar con mi tía – le digo a las chicas nerviosa. De pronto la puerta del dormitorio se abre y aparece mi tía.

    - ¿Qué está pasando aquí? – pregunta preocupada.

    - Tía, he tenido una pesadilla y es grabe – le digo agitada.

    - ¿Tú también? – pregunta alterada. – De acuerdo, ven conmigo. Ginny tú también. – nos indica a las dos. – Srta. Granger, vuelva a la cama – le ordena.

    Me pongo una sudadera muy grande que tengo, que me cubre casi hasta las rodillas y Ginny se coloca una bata. Seguimos a mi tía hasta la sala común. Allí nos encontramos con un Harry con la cara descompuesta y sudado y a Ron nervioso.

    - Venid los cuatro conmigo – nos ordena mi tía y con Harry cogiéndome la mano, salimos de la sala, atravesando los pasillos hasta llegar al despacho del director. Al entrar veo que están George y Fred junto a Dumbledore.

    - Querida, siéntate allí, donde están tus hermanos – le indica mi tía a Ginny. – Y usted también – le dice a Ron. Todos los Weasley están juntos y expectantes. – Siéntate aquí, mi niña – me dice a mí para que me siente en un sillón.

    La obedezco sentándome sobre él y abrazándome las piernas con los brazos. Soy algo paranoica y el haber visto una enorme serpiente en mi cabeza provoca que no quiera poner los pies en el suelo por si aparece de verdad. Mi tía me pone una mano en el hombro para reconfortarme y Harry está de pie, frente a todos, muy nervioso.

    - ¿Que pasaba en tu sueño, Harry? – le pregunta Dumbledore.

    - La serpiente de Lord Voldemort… atacaba al Sr. Weasley… en el Ministerio – dice Harry intentando recordar. Dumbledore me mira a mí y yo asiento con la cabeza como indicación de que lo mío es lo mismo. No paro de balancearme nerviosa, lo de la enorme serpiente me tiene traumatizada.

    - ¿En el sueño estabas junto a la víctima o contemplando la escena desde arriba? – le vuelve a preguntar el director.

    - No, estaba como si… profesor ¿puede decirme que está pasando? – le pregunta nervioso.

    - ¿Sophi? – me pregunta el director mirándome serio.

    - En su sueño Harry era la serpiente… en el mío yo veo la escena desde fuera – le aclaro y Harry me mira pasmado.

    - ¿Cómo lo sabes?... Vale, lo sabes… - dice al darse cuenta de lo que me está preguntando. - ¿Tú también la viste atacar al Sr. Weasley? – me pregunta Harry algo aliviado de no ser el único.

    - Sí… la muy asquerosa se iba burlando de él mientras se acercaba, llamándolo traidor a la sangre – le explico mientras miro fijamente el suelo y siento un escalofrió por recordar al bicho arrastrándose hacia el Sr. Weasley.

    - ¿Hablas pársel? – me pregunta Harry mirándome alucinado.

    - No, que va… ¿Por qué lo dices? – le pregunto ahora yo confusa.

    - Porque ella dijo eso en pársel – me explica acercándose a mí.

    - No, ella hablaba como tú y yo ahora – le intento explicar yo a él.

    - No, no lo hacía – me dice muy despacio sin dejar de mirarme.

    - Everard, Arthur esta hoy de guardia, asegúrate de que lo encuentre la gente adecuada – le dice Dumbledore al señor del retrato.

    - ¡Señor! – exclama Harry girándose para llamar la atención del director, cosa que no hace.

    - Phineas, debes ir a tu retrato de Grimmauld Place. Diles que Arthur Weasley está gravemente herido y que sus hijos llegaran pronto con un Traslador – le dice a otro señor en otro cuadro.

    - Creo que Sophi entiende pársel pero no lo habla – le dice Dumbledore a Harry pero sin mirarlo. – Porque yo también lo hago – nos confiesa y yo me quedo muerta de saber otro “don” más.

    - Ya le tienen Albus, falto poco, pero creen que sobrevivirá. Y aún mejor, el Sr. Tenebroso no consiguió lo que pretendía – le dice el Sr. Everard desde el cuadro.

    - ¡Ah! ¡Gracias a Dios! – exclama aliviado Dumbledore - Ahora tenemos… - no termina la frase.

    - ¡Míreme! – le grita Harry. - ¿Qué está pasándome? –

    No contesta y el profesor Snape hace acto de presencia.

    - ¿Quería verme director? – pregunta lentamente Snape mientras nos mira a todos.

    - Severus, me temo que no podemos esperar, ni siquiera a que amanezca. Si lo hacemos, todos seremos vulnerables – le dice el director.

    - ¡Bien! ¡Potter, venga conmigo! – le dice Snape serio.

    - Llévate a Sophi también – le dice Dumbledore.

    - La Srta. Queen no lo necesita. Estuvimos practicando el verano pasado – le dice Snape al director.

    Todos los adultos me miran: mi tía asombrada de que no le haya contado nada, Dumbledore orgulloso por mi iniciativa y Snape mirándome para que mantenga su versión. El director, con un movimiento de cabeza le da permiso para retirarse y Snape agarra a Harry y se lo lleva prácticamente a rastras.

    Los Weasley son llevados hasta un Traslador y desaparecen. Me levanto para marcharme a mi habitación, pero los dos adultos me cortan el paso.

    - ¿Snape? – me pregunta mi tía seria.

    - Era el más indicado para que me ayudara a saber porque Voldemort no pudo leer mi mente en el cementerio – les explico.

    - ¿Y cuál es el veredicto? – me pregunta Dumbledore.

    - Pues que mi mente está cerrada a dicha magia – les confieso. – Una suerte, la verdad… -

    - Bien… la próxima vez que intentes experimentar, cuéntanoslo – me regaña mi tía.

    - ¡Esta bien! – le digo y me marcho dejándolos solos.

    Ya han llegado las vacaciones de Navidad y todo está nevado. Paso las fiestas con mi tía en Hogwarts, pero los Weasley me han invitado a pasar el día de Navidad con ellos en agradecimiento y mi tía me ha dado permiso para ir. Están instalados en la casa de Sirius, en Londres, y eso me da facilidad para poder ir a ver a Sahra. Una vez llegué, vi que Hermione también estaba y me alegró mucho el hecho de que estuviéramos las tres chicas juntas como al principio. El Sr. Weasley está muy magullado, lleno de vendajes, pero pronto se recuperará totalmente. ¡Puta serpiente!

    Nos sentamos a la mesa para cenar y me hace mucha gracia un Papa Noel de juguete que vuela por encima de nuestras cabezas diciendo “Jo,jo,jo… Feliz Navidad”.

    - Aquí está, papa ha vuelto – dice la Sra. Weasley muy contenta y todos aplaudimos. – Sentaos, todos sentaos… Ahora los regalos –

    La Sra. Weasley comienza a repartir paquetes entre todos.

    - Y un gran paquete para Ron – dice el Sr. Weasley

    - Un gran paquete para Ron – repite Molly entregándole un paquete envuelto.

    La Sra. Weasley va a entregar dos paquetes, uno para cada gemelo, pero no sabe cuál es cual. Eso me provoca risa… ni ella los distingue.

    - ¡Oh! Dáselos ya – le exige Arthur.

    - Fred y George – dice Molly. - ¡Vamos! ¡Abridlos! Quiero veros las caras – exclama contenta. – Eso es lo que tu querías – le dice a Ron y este sonríe irónico al ver su chaqueta hecha a mano.

    - Gracias mamá, es perfecto – le dice Fred.

    - Gracias mamá, es alucinante – le dice George.

    - Gracias mamá – le dice Ginny.

    Molly nos da también un regalo a Hermione y a mí.

    - Gracias – respondemos las dos al unísono y abrimos el paquete. La Sra. Weasley me ha hecho un gorro rojo con un pompón amarillo… muy Gryffindor.

    - Bueno, venga, entre todos recogeremos esto – nos dice Molly y me levanto para ayudarla a recoger la mesa, pero Harry aparece por la puerta acompañado de Sirius. Este último no entra en la habitación, sino que se queda apoyado en el marco de la puerta. - ¡Oh, Harry! ¡Harry! Has venido – le dice acercándose a él y abrazándolo. - ¡Feliz Navidad! – le dice entregándole también un regalo.

    - Gracias – le agradece el moreno abriendo el regalo y dejando ver también un gorro.

    - Que alegría que estés con nosotros – le dice Molly.

    - Gracias – vuelve a repetir.

    - Ahora papá, pasádselo a papá – dice la Sra. Molly a uno de sus hijos.

    - Gracias, ¡un brindis! – exclama Arthur.

    - Fred, George – les llama la atención Molly.

    - ¡Brindis de Navidad! – dice Arthur y todos levantamos nuestra copa. – Por el Sr. Harry Potter, sin el cual, yo no estaría aquí… ¡Por Harry! – exclama.

    - ¡Por Harry! – decimos los demás.

    - ¡Por Harry! – dice Sirius desde la puerta.

    - ¡Oh! Esta delicioso, yo quiero un poco más – dice el Sr. Weasley cuando le dan un trozo de pastel como postre.

    - Papi, no comas demasiado o engordaras – le aconseja su esposa de una forma tan tierna que me hace sonreír.

    Cuando hemos terminado de recoger nos dirigimos a los dormitorios para acomodarnos, ya que yo dormiré con Hermione y Ginny, Ron con los gemelos y Harry solo. Una vez terminamos, volvemos a bajar las escaleras los cuatro para unirnos con el resto abajo.

    - No entiendo porque no quieres ponértelo Ronald – le dice molesta Hermione a Ron.

    - Porque parezco un idiota, por eso – le contesta el pelirrojo.

    - No más de lo habitual… no sé por qué no te fías más del gusto de tu madre – le reprocha la castaña.

    - A mí me gusta – le digo a Ron encogiendo los hombros y él me mira mal, provocándonos la risa a mi amiga y a mí. – Te la pediré para que me la prestes – le advierto.

    - Seguro que te queda mejor que a Ron – me dice Harry abrazándome por los hombros. – Todo lo que te pones te queda bien – me dice al oído y yo lo miro para agradecérselo, pero es más rápido y me planta un beso rápido en los labios. Me pongo un poco tensa, por si alguien lo ha visto, y miro alrededor. Veo a Sirius sonriendo apoyado en la pared del primer piso al que estamos llegando.

    Noto que Harry me suelta y se tensa también. Sirius le hace una seña con la cabeza para que le siga y él lo hace, no sin antes lanzarme una mirada de disculpa. Ambos se quedan en la primera planta y yo bajo con Hermione y Ron a la planta baja.

    Se ha hecho tarde y subimos para ir a dormir. En el dormitorio de las chicas nos ponemos nuestros pijamas y nos disponemos a meternos en la cama cuando suena la puerta. Me acerco a abrir ya que soy la que está más cerca.

    - Hola, perdona que te moleste – me dice Harry al abrir.

    - ¿Qué pasa Harry? – le pregunto.

    - Estoy nervioso… tengo miedo a cerrar los ojos y que Voldemort se meta de nuevo en mi cabeza – me dice angustiado.

    - Tranquilo... – le digo. – ¿Te ayudaría si voy contigo hasta que te duermas? – le pregunto.

    - ¿Te importaría? – me suplica.

    - No, claro… espera – le digo. – Chicas, ahora vengo, ¿vale? – les digo girándome para enfrentarlas.

    - ¡Vale! – me dicen dudosas las dos.

    Salgo de la habitación al pasillo donde esta Harry y nos dirigimos a su habitación. Una vez dentro se va hacia la cama y se mete dentro. Yo lo arropo y me siento junto a él, apoyada en el cabezal de la cama. Le quito las gafas y las dejo en la mesilla de noche.

    - Cierra los ojos… yo estoy aquí… - le digo suavemente mientras le acaricio el pelo. Lo veo reír. – No te rías y duérmete, o me marcho – lo amenazo. Veo como cierra los ojos y deja de sonreír, pasando su expresión, poco a poco, a estar relajada.


    - Buenos días – me dice una voz familiar. Abro los ojos poco a poco y me topo con unos preciosos ojos verdes que me miran a pocos centímetros.

    - Buenos días – respondo cerrando de nuevo los ojos.

    Siento unos labios sobre los míos en un tierno beso que parece un sueño. Noto un brazo sujetándome y una mano en mi espalda. Percibo calor y peso sobre mi cuerpo, lo que me indica que estoy arropada con las sábanas y las mantas de la cama. El roce de una pierna en la mía me hace entender claramente que estoy dentro de la cama con Harry y eso me despierta de golpe.

    - ¡Harry! – escucho la voz de Sirius de pronto y nos sobresaltamos los dos deshaciendo el beso y mirando hacia la voz. - ¡Oh! ¡Vaya! Lo siento… no debí aparecerme así sin más… Esto es bochornoso… lo lamento - dice dándose la vuelta rápidamente.

    - ¡Oh! ¡No pasa nada! No es lo que parece – digo nerviosa, intentando salir de la cama, quitando el brazo de Harry.

    - Sirius, te lo puedo explicar – le dice Harry incorporándose en el colchón.

    - ¡No! Tranquilo, lo entiendo… A sido culpa mía por no entrar por la puerta y sin llamar – se disculpa su padrino.

    - Yo ya me voy – le digo al pasar por su lado dirección a la puerta.

    Salgo y cierro la puerta, apoyándome en la pared para intentar recuperar la vergüenza que me he dejado en el dormitorio de Harry.

    - Te sorprenderías si supieras lo que te pareces a James – escucho decir a Sirius dentro de la habitación. – También los pille una vez, a él y a Lili, en una situación igualmente vergonzosa -

    Corro como una exhalación hasta la habitación donde debería haber dormido. Me detengo antes de abrir la puerta porque el elfo domestico de los Black me está mirando.

    - ¡Qué vergüenza! – me dice con cara de asco. – Si mi señora supiera que andas en la cama de un mestizo... –

    - ¿De que estas hablando? – le pregunto confusa.

    - El amo te quiere para su ahijado mestizo y la ama para su hijo sangre pura – me confiesa el elfo con cara de amargado.

    - ¿Cómo sabes eso? – le pregunto, pero se gira y se marcha sin contestar, dejándome ver cómo se va por el pasillo. Intentando descifrar lo que el elfo me ha dicho, abro la puerta del dormitorio y entro.

    - ¿Ahora vengo? – me reprocha Hermione al entrar en el dormitorio. - ¿Dónde has dormido? –

    - Ahhh… ¿Con Harry?… Tenía miedo a cerrar los ojos y que Voldemort se metiera en su cabeza – les explico rápidamente.

    - ¿Con Harry? Como se entere mi madre… - me amenaza Ginny.

    - Bueno, nadie se va a enterar si no lo contamos – nos dice Hermione seria.

    - Bueno… eso va a ser difícil – les digo y Hermione me mira con los ojos muy abiertos. – Sirius nos ha pillado – les confieso y la castaña se hecha la mano a la frente.

    - No tienes remedio, Sophi… Primero Malfoy y ahora Harry – me acusa mi amiga.

    - Solo he dormido… con los dos… pero solo he dormido – me excuso como puedo. – Pero ¿Por qué me pasan estas cosas a mí? – me pregunto en voz alta.

    - Vamos, vístete… intentemos disimular la situación como podamos – me aconseja la castaña y Ginny pone los ojos en blanco. Seguro que la futura Sra. Potter me odia en este momento.
     
  12. Threadmarks: Capítulo 14: Visita inesperada
     
    Andromeda

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    Capitulo 14 - Visita inesperada.jpg

    Se han acabado las vacaciones y todos los alumnos han vuelto para comenzar las clases. Yo como soy residente los esperaba con ansias, Hogwarts se ve muy triste sin movimiento estudiantil. Después de mi clase de Mates y la suya de Herbología, me he encontrado con Harry en el patio y hemos pensado ir a algún sitio apartado para poder relajarnos y conversar, ya que tenemos una hora libre. Vamos de la mano como siempre, hablando de tonterías y riéndonos. De pronto, un empujón nos hace separarnos y, entre medio de los dos, pasa un Malfoy a paso ligero.

    - ¡Vaya! ¿Interrumpo? – le pregunta fanfarrón a Harry, cortándole el paso y colocándose frente a él.

    - Tú siempre interrumpes – le recrimina Harry molesto dando un paso adelante y cortando la distancia entre ellos. - ¡Lárgate Malfoy! -

    - De eso nada Potter… - le dice desafiante.

    De pronto se gira hacia mí y, dando un paso hacia adelante, me agarra de la cintura con una mano y con la otra por la nuca, bajo el cabello, haciéndome sentir su anillo en la piel. Sus labios se pegan a los míos y comienza un beso posesivo invadiendo mi boca y haciéndome temblar. Cuando siento que me falta el aire se separa de mí y mira a Harry desafiante.

    - No te quiero cerca de mi novia, cara-rajada – lo insulta prepotente.

    - Yo no soy tu novia, Malfoy – le protesto quitándome sus manos de encima. – Yo soy una muggle y tu un… - no me deja terminar la frase salvavidas.

    - ¡Déjate de cuentos, Queen!... Mi padre ha dado el visto bueno a nuestra relación… Es más, en breve tu tía y mi padre se reunirán para concretar nuestro compromiso – me suelta el rubio oxigenado fanfarrón.

    Siento una opresión en el estómago, mi peor pesadilla a punto de cumplirse… ¡atrapada por los Malfoy!... Estoy loca por este idiota, pero ni muerta le perteneceré a Voldemort.

    - ¡Sigue soñando, Malfoy! ¡Eso nunca va a pasar! – le suelto envalentonada, ya que el miedo me está comiendo por dentro.

    - ¡Eso ya lo veremos, preciosa! – me desafía con una sonrisa perversa en la cara.

    Escucho murmullos y cuchicheos a nuestro alrededor y es cuando me doy cuenta de que estamos frente a todo el colegio.

    - ¡Harry! ¡Sophi! – nos llama Hermione por detrás nuestro, quedándose cortada al ver la escena. Los tres la miramos.

    - Me voy… tengo cosas más importantes que hacer que estar aquí con un mestizo y una sangre sucia – dice prepotente mientras mira a cada uno de mis amigos. – ¡Te veo luego, nena! – me dice haciendo un rápido movimiento para darme un pico, y luego, camina hacia atrás con una sonrisa ladeada. Después gira sobre sus talones y se marcha a paso rápido.

    - ¡Mierda! Estoy perdida… - me quejo internamente cerrando los ojos unos segundos para tranquilizarme.

    - ¿Estas bien? – me pregunta Harry y yo asiento con la cabeza.

    – Veo la sombra de Voldemort en todo esto – le susurro muy nerviosa.

    - Tranquila, yo te protegeré – me susurra mientras me abraza los hombros con su brazo para reconfortarme y nos concentramos en Hermione.

    - Hagrid ha vuelto – nos dice la castaña, haciéndonos olvidar el numerito de antes.

    - ¿En serio? – le pregunta Harry mientras nos encaminamos los tres junto a Ron, que estaba tras nosotros con cara de alucinado, apartando a los alumnos que se han congregado a nuestro alrededor para ver el espectáculo.

    Corremos los cuatro, colina abajo, en dirección a la casa de Hagrid. Al llegar y acercarnos a la puerta escuchamos que esta con alguien y nos escondemos fuera.

    - Es la última vez que lo digo. Le ordeno que me diga donde ha estado – se escucha decir a Umbridge.

    - Ya se lo he dicho, me he ausentado por motivos de salud – escucho a Hagrid contestarle.

    - ¿Su salud? – escucho a Dolores.

    - Si, un poco de aire fresco, ¿sabe? – escucho que le responde Hagrid. Yo automáticamente me golpeo la frente por la respuesta tan absurda que le ha dado. Harry me mira y se ríe.

    - Ya… como guardabosques le debe de costar encontrar aire fresco. Yo en su lugar no me acostumbraría demasiado a estar de vuelta. Es más, no me molestaría en deshacer la maleta – escucho decir a Umbridge.

    Veo como se abre la puerta de la casa y sale Dolores tan estirada como siempre vaporizando perfume en el aire. Se marcha y nosotros aprovechamos para entrar en la casa.

    Hagrid nos saluda efusivamente y nos hace sentarnos, ofreciéndonos un té. Veo que esta algo magullado y usa un trozo de carne para aliviar su ojo hinchado.

    - Esto es alto secreto, ¿de acuerdo? – nos dice bajito y nosotros asentimos. – Dumbledore me envió para tantear a los gigantes – nos explica.

    - ¿Gigantes? – pregunta Hermione.

    - ¡Shhh! – le dice Hagrid haciendo gestos con la mano para que no grite.

    - ¿Los encontraste? – pregunta Harry.

    - Bueno, no son tan difíciles de localizar para ser sincero, son enormes, ¿entiendes? – nos dice. – Intenté convencerlos para que se unieran a la causa, pero no era yo el único que intentaba ganárselos –

    - ¡Mortífagos! – dice Ron.

    - Si, intentando persuadirlos para que se unieran a quien vosotros sabéis – nos sigue contando.

    - Y… ¿lo han hecho? – pregunta Harry.

    - Les di el mensaje de Dumbledore. Supuse que alguno recordaría que él fue bueno con ellos, supuse… - va diciendo Hagrid pensativo.

    - Y ellos te hicieron eso – le dice Harry señalando sus heridas.

    - No, no exactamente… - responde Hagrid. – Toma, todo para ti, dormilón – le dice al perro que está ladrando para llamar su atención.

    Una ráfaga de aire se cuela por la ventana y todos nos levantamos para mirar fuera.

    - Está cambiando el tiempo Harry, como la última vez. – le dice mientras mira fijo por la ventana. – Se avecina tormenta, hemos de estar prevenidos para cuando ella llegue –

    Me quedo pensando en que quiere decir Hagrid con “ella”.


    Las semanas van pasando rápidamente, estresándome entre las clases muggles, las clases mágicas, el estudio en la sala común y en la biblioteca para preparar los exámenes y los TIMOS, las clases extraescolares de Harry y evitar a toda costa a la bruja de Umbridge y a mi pesadilla, Draco Malfoy.

    Me veo escondiéndome de él por los pasillos, protegiéndome entre mis amigos de sus intentos de aproximación en las horas de estudio en la biblioteca y durante las comidas en el gran comedor. Huyo de él en el patio y en las horas de descanso. Y, lo más difícil, estar fuera de su alcance en las clases de pociones y artes oscuras.

    He convencido a Snape para que me ponga con Seamus como pareja alegando que tiene problemas en las pociones y que yo puedo ayudarlo. No le caigo bien a Finnigan en este momento, pero sé que en breve se arrepentirá de sus palabras y se unirá a nosotros, así que, ayudándolo a que no explote más su caldero, nos vamos soportando bien y lo mejor de todo… estamos sentados muy lejos de Malfoy.

    Más difícil ha sido engañar a Umbridge para sentarme junto a Hermione. He tenido que alegar que me cuesta mucho esta asignatura por no ser bruja y necesito a la castaña para poder aprobar los TIMOS. Ha colado a regañadientes y me siento con mi amiga en el otro extremo de la clase, aunque noto clavadas en mí las miradas del rubio platino todo el tiempo. Lo estoy consiguiendo, lo ignoro al máximo, pero esas sonrisas tan suyas que me lanza me empiezan a indicar que piensa mover ficha.

    Hoy es catorce de febrero… San Valentín. Las tarjetas, declaraciones de amor y regalitos invaden Hogwarts. Hermione ha recibido una carta de Viktor muy romántica y una tarjeta anónima, que por las inconcluencias que pone, sé que es de Ron, aunque ella no parece sospecharlo. Por mi parte, he recibido una tarjeta muy tierna de Harry con una margarita, la cual he metido en uno de mis libros de lectura para secarla y tenerla siempre conmigo.

    En la hora de descanso he ido con los chicos al patio interior para repasar algunos conceptos de la próxima clase de Adivinación, y nos hemos encontrado un panorama de parejitas muy peculiar. Nos hemos reído mucho al ver a la profesora Umbridge controlándolos a golpe de varita… son muchos y va de un sitio para otro como una loca… ¡es como ver una película cómica!

    No veo a Malfoy ni a sus secuaces y eso me relaja, así podré tener tiempo para concentrarme mejor. Dean se nos ha acercado para decirme que mi tía lo ha enviado a buscarme, así que me despido de los chicos y quedamos en vernos luego en clase.

    Vigilando los pasillos y las esquinas para no llevarme un susto del rubio Slytherin, llego al despacho de mi tía. Toco a la puerta y un “adelante” me anima a entrar. Me quedo petrificada cuando, tras entrar y cerrar la puerta tras de mí, me giro para ver a mi tía seria, sentada en su silla tras el escritorio. El Sr. Malfoy está sentado en la silla delante del escritorio, a su derecha, vestido como siempre de negro, un poco recostado sobre el respaldo y con el bastón colocado delante de él, dándole una pose de prepotencia. En frente y también sentado, se encuentra Draco, el cual me mira nada más entrar, y me muestra una sonrisa perversa en sus labios.

    Automáticamente me giro y tomo el pomo de la puerta para salir corriendo de allí.

    - ¡Sophi! ¡Acércate! – me ordena mi tía y cierro los ojos para tranquilizarme antes de obedecer.

    Me giro lentamente y camino de igual manera hasta el escritorio, sin quitar los ojos del Sr. Malfoy. El miedo se ha apoderado de mí y noto como me tiembla todo el cuerpo.

    - ¡Me alegro de volver a verla Srta. Queen! – me saluda el adulto rubio con una sonrisa sarcástica.

    - Me gustaría decir lo mismo Sr. Malfoy, pero… no me gusta mentir – le digo tal cual me sale del alma.

    - ¡Sophi! ¡Compórtate! ¡No seas mal educada! – me riñe mi tía y yo la miro seria.

    - Hermosa y valiente… perfectos atributos en una mujer – me piropea el Mortífago sin dejar de mirarme y a mí me da un vuelco el estómago. – Lo que nos lleva al motivo de mi visita – dice intentando ir al grano. – He venido a pedirle a tu tía, de manera oficial, tu mano para Draco – suelta la bomba y mi mundo se hunde en la más absoluta miseria.

    Miro a mi tía con los ojos muy abiertos, esperando su negativa, esa que nunca llega. La veo mirarme para luego bajar la cabeza avergonzada. Estoy segura que la ha amenazado con algo, pero no me lo dirá.

    - ¡No! – digo yo lo que ella no puede.

    - Tarde, querida – me dice sonriendo pícaramente. – Tu tía ya ha aceptado y te ha hecho llamar para formalizar el compromiso -

    Observo la sonrisa diabólica de Malfoy padre y la de satisfacción de Malfoy hijo. Este último se levanta y saca una cajita negra y cuadrada del bolsillo de sus pantalones. Me quedo sin respiración porque sé lo que es y no lo quiero. Doy un paso hacia atrás para alejarme, pero el bastón del Sr. Malfoy en mi espalda me obliga a dar, no uno, sino dos pasos hacia adelante, quedando muy cerca del rubio.

    Draco abre la cajita, mostrándome un sencillo anillo de oro blanco con un pequeño diamante. El corazón me late a mil por hora y rezo para que se arrepienta de lo que está a punto de hacer, pero no lo hace, sacando el anillo de la cajita, cerrándola de golpe y dejando esta sobre el escritorio.

    Comenzamos un forcejeo en cuando toma mi mano con la suya, pero con un fuerte tirón, vence y se dispone a ponerme el anillo. Siento como introduce el aro en mi dedo anular con sus dedos pulgar e índice, realizando un movimiento lento de ascenso y rozando a posta con sus yemas mi piel.

    Un escalofrío recorre mi cuerpo con su pequeño contacto frío, poniéndome tensa al instante y haciéndolo sonreír perversamente al notar mi reacción.

    - Este es solo un pequeño símbolo… cuando cumplas los dieciocho, Draco te pondrá en el dedo un verdadero anillo de compromiso, digno de una Malfoy – explica Lucius sonriendo orgulloso y yo siento que me voy a desmayar de un momento a otro.

    Veo como Draco observa el anillo en mi mano mientras la sostiene. Se le ve muy guapo con esa sonrisa tan típica suya, delatando lo satisfecho que esta con todo esto. Levanta su mirada para mirarme a los ojos y, con un rápido movimiento, pega sus labios a los míos dándome un suave y breve beso que me deja pasmada.

    - Otra vez besándome frente a mi tía, aunque para él, es la primera vez que lo hace. De igual manera, la arrogancia de los Malfoy no tiene límites – pienso molesta.

    - Bueno, creo que ya he terminado lo que venía a hacer aquí – comenta Malfoy padre prepotente mientas se pone en pie. – Dejemos que los chicos vuelvan a sus clases – dice ahora mirando a mi tía. – A sido un placer conversar contigo, Minerva – le vuelve a decir, esta vez, sarcásticamente mientras le ofrece su mano como despedida. Veo a mi tía levantarse lentamente, con los ojos cristalinos por las lágrimas no derramadas, y aceptando su mano sin ganas.

    - Sr. Malfoy, puede retirarse para asistir a su clase – le ordena mi tía a Draco cuando suelta la mano de su padre.

    Draco emprende la marcha hacia la puerta tirando de mi mano para que lo siga.

    - ¡Sophi, quédate! Tengo que hablar contigo – me dice mi tía seria, haciéndome salir de mi total aturdimiento y, reacciono soltando de un tirón la mano del rubio platino.

    El Sr. Malfoy sonríe descaradamente ante la incómoda situación, volviéndose después hacia la puerta y emprendiendo su marcha junto a su hijo. En cuanto la puerta se cierra mi tía se derrumba en su silla. Sus lágrimas retenidas brotan en cascadas sobre su rostro tapado por sus manos.

    - ¡No, no, no, no, tía! No te vengas a bajo… esto no es culpa tuya – la intento consolar rodeando el escritorio para abrazarla. Ella me agarra como si fuera un salvavidas y a mí se me saltan las lágrimas de verla así.

    - Todo esto es culpa mía… – me dice entre sollozos. – No he podido protegerte de ellos y no podré protegerte del Señor Oscuro –

    - No digas eso tía. Tú siempre me proteges y siempre me protegerás – la consuelo con la verdad como puedo. - Sé que Malfoy te ha amenazado con algo, no me importa con qué, pero esto era solo cuestión de tiempo -

    Ella me mira y limpio sus lágrimas con mis dedos.

    - Puedo defenderme sola, ya lo he hecho antes y lo seguiré haciendo – la animo. – Tengo a Harry a mi lado y a mis amigos… estaré bien, te lo prometo – le digo convencida. – ¡No ha nacido el Malfoy que pueda conmigo! – exclamo burlona y ella se ríe levemente por la gracieta.

    Después de una breve charla donde la dejo mucho más tranquila, salgo de su despacho para ir a clase de Adivinación. No he dado ni cuatro pasos por el pasillo que siento un brazo rodear mi cintura y me asusto dando un pequeño saltito.

    - Te estaba esperando, nena… ahora toca clase de Adivinación. Iremos juntos – me dice Malfoy sonriendo a mi lado.

    - Uno: no me llames “nena” - le digo empujándolo para que me suelte. – Dos: no pienso llevar tu anillo en mi dedo – le advierto cogiendo el anillo para sacarlo.

    Mi cara de alucinada es mayúscula cuando compruebo que no me lo puedo sacar del dedo.

    - ¡Maldita sea! – grito frustrada parándome en seco y golpeando el suelo con el pie. Sus carcajadas retumban por el solitario pasillo.

    - ¿Creías que mi padre no tomaría precauciones para que no te deshicieras del anillo? – me dice levantando una ceja divertido mientras yo lo miro confusa. – El anillo tiene un hechizo y no te lo puedes quitar – me explica con una sonrisa pícara en los labios y yo maldigo mentalmente a los Malfoy al completo.

    - ¡Está bien! – le digo pensando rápido. – Hagamos un trato – le propongo y capto toda su atención.

    - ¿Qué clase de trato? – me pregunta mirándome pícaro.

    – No quiero que nadie se entere de esto – le digo mostrándole el anillo. - Nadie debe enterarse de este compromiso forzoso que me habéis impuesto – le suplico molesta.

    - Imposible – me dice tranquilo. – Todo Hogwarts sabe que tú eres mi chica – me afirma con una sonrisa.

    - ¡No, guapito! Todo Hogwarts sabe, que tú crees, que yo soy tu chica – lo corrijo.

    - ¿Guapito? – me pregunta poniéndose frente a mí y abrazándome por la cintura para acercarme a él.

    - ¿En serio? ¿Es lo único que has escuchado de lo que te he dicho? – le pregunto quitando sus manos de mí.

    - Es lo más interesante que has dicho – me dice sonriendo y encogiéndose de hombros frente a mí. Yo pongo los ojos en blanco como respuesta.

    - ¡Concéntrate, rubio oxigenado! – le digo frustrada y él arruga el ceño molesto. – Como te decía, no quiero que nadie se entere. Nos seguiremos comportando como hasta ahora, tú por tú lado con tus secuaces y yo por el mío con mis amigos – le insisto y él sonríe divertido.

    - Vale, me parece bien – me dice volviendo a encogerse de hombros. – Pero… ¿Qué gano yo a cambio? – me pregunta pícaro.

    - ¿Qué quieres? – le pregunto nerviosa.

    - A ti – me suelta dando un paso hacia adelante, cortando la poca distancia que hay entre los dos.

    - Vaaaale… - le digo retrocediendo el paso que él ha dado mientras pienso rápidamente. - Me reuniré contigo, de vez en cuando. Podremos hablar, pasear, estudiar… -

    - y besarnos… sino no hay trato – me dice con una sonrisa juguetona, dando otro paso, quejándonos, otra vez, a pocos centímetros.

    - De acuerdo… - le digo dando un paso hacia atrás para alejarme y cerrar el trato.

    Lo veo esbozar su típica sonrisa de prepotencia y malicia, y lo esquivo para seguir caminando hacia la clase de Adivinación. Lo escucho caminar tras de mí, cosa que me pone de los nervios y acelero el paso. Cuando llego a clase, paso por el túnel bajo las gradas y entro en la sala donde diviso a Hermione, la cual me saluda con la mano para que me siente a su lado.

    - ¿Qué quería la profesora McGonagall? – me pregunta la castaña intrigada.

    Veo pasar a Malfoy a nuestro lado y me guiña un ojo. Está claro que se está comportando como siempre, como el incordio que es.

    - Nada relevante… Teníamos que resolver un asuntillo y ya está solucionado – le miento y abro mi libro que ella, muy amablemente, me ha traído.

    El profesor sustituto, el Sr. Firenze, que es un centauro, entra con un pequeño trote en el aula para comenzar la clase. Busco en el libro la página que nos indica y nos ponemos a leer.

    - ¿Y ese anillo tan bonito? – me pregunta Hermione en un susurro cogiéndome la mano y me quedo petrificada. Que rápido se ha dado cuenta de que lo llevo.

    - Un regalo de San Valentín – miento de nuevo, esta vez a medias, y ella me mira sonriendo pícara.

    - ¿De quién? – me susurra insistente mirándome fijamente a los ojos.

    - No se… de uno – intento escapar como puedo de este acorralamiento.

    - Esto parece un diamante – me susurra mirando fijamente el anillo. - ¡No! – exclama levantando su mirada y su voz, la cual se escucha en el aula.

    - ¿Tiene alguna pregunta Srta. Granger? – le pregunta el Sr Firenze a la castaña.

    - No, profesor – se intenta justificar mi amiga. – Me ha sorprendido algo que he leído, eso es todo – le responde inteligentemente Hermione, dejando al profesor convencido.

    - ¡No me digas que es de Malfoy! – me pregunta en un susurro mirándome y tapándose la cara con el libro.

    - No te lo digo entonces… – le respondo a la castaña que pone los ojos como platos y me mira pasmada. – No preguntes, Hermione, no preguntes – le advierto volviendo a mirar mi libro y veo de reojo que ella hace lo mismo.

    Rezo para que el tema se quede aquí, como un regalo idiota de San Valentín, pero después de la clase, cuando estamos en el comedor, el tema vuelve a surgir.

    - ¿Y ese anillo? – me pregunta Harry mirando mi mano.

    - Un regalo de San Valentín - responde Hermione rápidamente.

    - ¿Parece muy caro? – suelta Ron con la boca llena.

    - ¡Y tú que sabrás! – exclama Hermione molesta.

    - Sí que lo parece… - apoya Harry a su amigo. - ¿Es del idiota de Malfoy? – me susurra en el oído.

    - Si – le susurro también en el oído.

    - Sabes que es su manera de marcarte como suya, ¿verdad? – me vuelve a susurrar en el oído.

    - Si… lo sé – le susurro de nuevo. – Si él supiera… - pienso. Siento como pasa su brazo por mi espalda y me abraza para consolarme. Yo apoyo mi cabeza en su hombro agradecida.

    Hecho un rápido vistazo a la mesa de Slytherin y veo al rubio mirarme cabreado. Me hace un gesto con la cabeza para que salga del salón y lo veo levantarse y marcharse. Pasado unos minutos me disculpo diciendo que voy al baño y salgo también del salón.

    Nada más atravesar las puertas del gran comedor siento que me agarran de la muñeca y, con un fuerte tirón, me veo pegada a la fría pared de piedra del pasillo.

    - No te quiero ver cerca de Potter – me dice mirándome fijamente a los ojos y agarrándome del cuello sin apretar. – No quiero ver cómo te dice cosas al oído, ni como acaricia tu mano, ni como te abraza… Tú eres mía y solo yo puedo hacer esas cosas - me dice en un tono posesivo.

    - El trato era seguir como hasta ahora, yo no me meto en tu vida y tú no te metes en la mía – le digo desafiante.

    - Si lo veo ponerte un dedo encima otra vez… adiós al trato. Les dejaré bien claro a todos que eres mi prometida – me amenaza a pocos centímetros de mi cara.

    - Harry es mi amigo, casi mi hermano, no voy a dejar de tratarlo con cariño y afecto porque tú estés celoso – le protesto quitando su fría mano de mi garganta. - ¡Supéralo, Malfoy! – le digo para luego darle un suave y rápido beso en los labios que lo deja descolocado, consiguiendo así, salir victoriosa de la encerrona física y mental a la que me estaba sometiendo.

    Una vez fuera de su alcance, vuelvo al comedor, contenta de haber podido usar armas de mujer contra mi rubio platino. Lo veo entrar en el gran salón, mirándome y con una sonrisa en los labios, lo que me indica que he ganado esta batalla.
     
  13. Threadmarks: Capítulo 15: Descubiertos
     
    Andromeda

    Andromeda Entusiasta

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    Capitulo 15 - Descubiertos.jpeg

    Marzo, los TIMOS se aproximan. Nos levantamos y, después de arreglarnos y ponernos el uniforme, Hermione y yo bajamos a la sala común para reunirnos con los chicos e ir al comedor. Cuando entramos en el gran salón mi mirada se dirige a la mesa de Slytherin para localizar al rubio platino, necesito tenerlo vigilado para anticiparme a sus movimientos. Llevo desde San Valentín esquivándolo y no sé si eso me cobrará factura. Lo veo con sus amigos desayunando tranquilamente al fondo de su mesa que, por desgracia, está junto a la nuestra.

    - ¿Habéis visto el profeta? – pregunta Ron mientras caminamos por el pasillo entre mesas.

    - Dumbledore advirtió a Fudge que esto podía pasar. Conseguirá que nos mate por no afrontar la verdad – nos dice Hermione, algo alterada, mientras buscamos sitio en la mesa de Gryffindor.

    - Harry, esto… - lo llama Finnigan levantándose de la mesa y nos paramos para mirarlo. – Quisiera disculparme. Ahora hasta mi madre dice que la versión del profeta no se sostiene. Así que, lo que realmente quiero decir es que… te creo – se sincera el chico apenado. Harry no dice nada pero asiente con la cabeza perdonándolo.

    Vemos sitio en la mesa, frente a Longbottom, y nos sentamos los cuatro en el mismo banco, quedando situada entre Hermione y Harry. Nos disponemos a desayunar y me decanto por la leche con cereales de chocolate. Tras la primera cucharada, observo la mirada perdida de Neville frente a nosotros.

    - ¡Neville! - lo llamo. - ¿Estas bien? – le pregunto preocupada. Él niega con la cabeza y me entrega el periódico. Lo acepto y comienzo a leer.

    Titular

    Huida en masa de Azkaban

    Declaraciones del Ministro Fudge

    Hemos confirmado que diez presos de alta seguridad escaparon ayer a primera hora de la noche. Y desde luego el primer ministro muggle ha sido alertado del peligro. Sospechamos seriamente que la huida ha sido organizada por un hombre con experiencia personal en fugarse de Azkaban… el célebre asesino en serie… Sirius Black. Primo de la fugitiva Bellatrix Lestrange.

    - ¡Neville, lo siento! – le digo apenada y le cojo la mano para reconfortarlo. El chico me aprieta la mano y me lanza una leve sonrisa de agradecimiento.

    Seguimos comiendo y comentando la noticia del periódico cuando noto un aliento cálido en mi oído que me hace tensar.

    - Torre de Astronomía. Después de las clases… Te estaré esperando – me susurra Draco y luego se marcha.

    Me quedo mirando a Hermione petrificada, la cual también me mira porque ha oído lo que me ha dicho.

    - Tranquila – le digo a mi amiga. – No pienso ir – reafirmo con una sonrisa y sigo desayunando. Quiero dar apoyo a Harry cuando Umbridge nos pille.

    Tras las clases, nos dirigimos a la Sala de los Menesteres a hurtadillas, como siempre, para que Harry les imparta una nueva clase. Hoy toca aprender a conjurar Patronum.

    - Buscar un recuerdo poderoso, el más feliz que podáis encontrar, dejad que os llene – les aconseja Harry caminando entre los alumnos. – Sigue intentándolo Seamus… - anima al nuevo miembro. – George inténtalo… – anima también al gemelo al pasar por su lado.

    - ¡Expecto Patronum! – exclama George y de su varita surge una luz plateada.

    - Un Patronum de cuerpo entero es el más difícil de crear, pero un escudo protector puede ser igualmente útil contra una gran variedad de oponentes – le explica Harry al grupo mientras camina por la sala. - ¡Fantástico Ginny! – exclama el moreno al pasar junto a la pelirroja que ha conseguido realizarlo correctamente, formando un caballo. – Pero recordar… vuestro Patronum solo podrá protegeros mientras estéis concentrados… Así que concéntrate Luna – le dice a la chica al pasar tras ella.

    Puedo ver la nutria que Hermione ha creado con su Patronum, la cual la hace reír feliz.

    - Piensa tu recuerdo más feliz Neville – le dice Harry.

    - ¡Expecto Patronum! – dice no muy convencido el chico y de su varita sale una pequeña luz plateada. – Lo intento… - le responde a Harry el cual asiente con la cabeza mientras camina hacia atrás.

    - Está bien… esto es materia avanzada chicos y lo estáis haciendo muy bien – los anima Harry.

    Ron ha creado un perro que ha tirado de culo al suelo al pobre Neville. Rápidamente me acerco a él para ayudarlo a levantarse.

    - ¿Estas bien Neville? – le digo preocupada.

    - Si, gracias, estoy bien – me responde agradecido una vez está de pie de nuevo.

    - ¡Expecto Patronum! – exclama Luna y de su varita surge una liebre.

    - No lo conseguiré nunca – me dice Neville triste.

    - No digas eso hombre… Solo es cuestión de practica – lo animo. – Vamos, inténtalo de nuevo - le digo cogiéndole la mano que lleva la varita y colocando mi otra mano en su espalda para colocarlo en posición. – Solo tienes que pensar en algo bonito, algo que te haga feliz… y luego dices con decisión… ¡Expecto Patronum! – exclamo como ejemplo para que él me imite.

    De la punta de la varita de Neville sale una luz muy potente que se transforma en un enorme dragón plateado, el cual comienza a volar por el techo de la sala, desconcertando al resto de alumnos que nos miran petrificados.

    Asustada, retiro mi mano de la de Neville y el dragón se deshace, dejando solo una estela de luz plateada hasta desaparecer. Un silencio inquietante se concentra en la sala y todas las miradas se clavan en mí. Harry mira estupefacto a Neville el cual niega con la cabeza. Automáticamente su mirada pasa a mí que estoy tan asustada que he dejado de respirar por unos segundos.

    De pronto se escucha un sonido sordo y los cristales de la lámpara del techo empiezan a vibrar. Harry y Nigel se acercan lentamente a la pared de espejo, quedándonos tras ellos los demás. Otros golpes secos, más fuertes que el primero, hacen que el espejo se rompa, cayendo al suelo. Un agujero del tamaño de una pelota de tenis se ha formado en el muro de piedra y Nigel se acerca a mirar por él. Harry lo aparta como precaución, y se acerca él para mirar que o quien ha hecho el agujero.

    - De esto me encargo yo – se escucha la voz de Umbridge - ¡Bombarda máxima! –

    Una explosión hace caer la pared de piedra, saltando los escombros por doquier. Tras el polvorín levantado puedo ver a Umbridge, al Sr. Filch, a Crabbe y a Goyle entre otros. Draco aparece de pronto con una sonrisa de satisfacción arrastrando a Cho con él.

    - ¡Cogedlos! – les dice Umbridge y los componentes del escuadrón entran a grandes zancadas por nosotros.

    Veo a Draco pasarle a Cho a Goyle y venir con cara de cabreado a por mí. Retrocedo asustada unos pasos, pero me alcanza rápidamente. Me agarra fuerte por el brazo y tira de mí para sacarme de la sala.

    Caminamos por el pasillo tras Umbridge, Goyle y Crabbe, los cuales llevan en una mano los brazos de Harry y Cho respectivamente. Harry no deja de mirar hacia atrás para ver si estoy bien, pero Crabbe no le deja y tira de él cada vez que lo intenta.

    - Te dije que vinieras a la Torre de Astronomía y me has plantado – me susurra el rubio sin mirarme.

    - Tenía cosas que hacer – le susurro sarcástica mientras intento caminar a su paso.

    - Quería ahorrarte el castigo. Sabía que Chang os había delatado y que esto pasaría – me susurra mirando al frente sin soltar mi brazo.

    - Eres muy considerado – le susurro con retintín. – Pero no, gracias… estaba donde debía estar – le confieso bajito.

    - Eres más terca que un centauro – me susurra enfadado.

    - Yo también te quiero – le susurro burlona y me mira de golpe.

    - Terminarás volviéndome loco, nena – me susurra sonriendo de lado.

    - Esa es la idea – le digo bajito con una sonrisa pícara. Mira de nuevo al frente, pero lo veo reírse.

    Llegamos al grifo del despacho de Dumbledore y Umbridge comienza a subir las escaleras. Percy nos espera junto a la estatua y puedo ver como el pelirrojo les quita a Crabbe y Goyle los brazos de Harry y Cho para hacerlos subir por las escaleras tras Dolores. Draco los envía a la sala común de Slytherin y tira de mí para que suba también las escaleras. Cuando llegamos arriba entramos por la puerta, ya abierta, y veo que el Ministro de Magia, el Sr. Fudge, ya está aquí junto con el Sr. Shackelbot y el Sr. Dawlish, un auror muy respetado. Todos han sido avisados por el Sr. Filch en cuanto Dolores le ha dado la orden.

    - Llevo semanas espiándolos y vea, Ejercito de Dumbledore… prueba de que le he estado diciendo la verdad desde el principio, Cornelius – le dice Umbridge a Fudge, mostrándole la hoja con nuestros nombres, mientras lo persigue por el despacho del director.

    Dumbledore está sentado tranquilamente sobre su escritorio mientras los ve llegar hasta el inicio de las escaleras frente a él. Percy rodea la mesa redonda y coloca a Harry y a Cho, sin soltarlos, frente al director, al lado del Sr. Fudge y compañía. Draco nos coloca tras Percy, dejando espacio entre ellos y nosotros.

    - Sus aterradores infundios sobre quien usted sabe nunca nos ha engañado y vemos sus mentiras como lo que eran, una cortina de humo para hacerse con el control del Ministerio – sigue metiendo baza la bruja de Umbridge.

    - Naturalmente – contesta Dumbledore muy tranquilo.

    - ¡No, profesor! – protesta Harry. – Él no tiene nada que ver… fue idea mía –

    - Muy noble por tu parte Harry protegerme, pero como es más que evidente, en el pergamino pone Ejercito de Dumbledore, no de Potter – miente el director para salvarlo. – Yo di instrucciones a Harry para crear esta organización y yo, y solo yo, soy responsable de esta actividad – concluye su mentira.

    - Mande una lechuza al Profeta… podemos llegar a tiempo para la edición matutina – le dice Fudge a Percy el cual asiente obediente. – Dawlish, Shackelbot… escoltareis a Dumbledore a Azkaban, hasta la celebración del juicio por conspiración y sedición – les ordena a sus camaradas mientras caminan acechantes hacia el director.

    - ¡Ah! Ya sabía yo que surgiría este contratiempo – les dice Dumbledore levantándose de su escritorio y colocándose al lado del mismo. – Parece que tienen la ilusión de que voy a ir… cómo se diría… por las buenas. Pues les diré algo. No tengo la menor intención de ir a Azkaban – les aclara el director.

    - ¡Esto es el colmo! – exclama Umbridge muy molesta. - ¡Cogedle! – les grita y los otros dos avanzan a por él. Dumbledore le guiña un ojo a Harry y Fawkes se acerca volando hacia el director. Este da una palmada sobre su cabeza justo cuando llega el Fénix a su altura, provocando una especie de explosión de llamas que los hace desaparecer a los dos.

    La onda expansiva llega hasta nosotros, pero Draco se ha puesto delante de mí, abrazándome para protegerme. Yo instintivamente me he abrazado a él, metiendo la cabeza en su pecho.

    - ¿Estas bien? – me pregunta preocupado una vez ha pasado todo y yo asiento, levantando la cabeza para mirarlo.

    Miro a Harry y veo que tanto él como Cho están bien. Los que peor están son los cuatro adultos que se levanta del suelo algo fatigados.

    - Podrá no caerle bien Ministro, pero no podrá negar que Dumbledore tiene estilo – le dice sonriendo el Sr. Shackelbot al Sr. Fudge.

    - Llévelos con los demás alumnos… recibirán el castigo que se merecen – ordena Dolores a Percy. – La Srta. Queen también – dice mirando a Draco.

    - Pero… - protesta Draco, pero no le deja hablar.

    - Sin peros Sr. Malfoy… La Srta. Queen también recibirá el castigo como el resto de sus compañeros. Tendría que haberlo pensado mejor antes de contradecir las órdenes del Ministerio – argumenta Umbridge con una sonrisa perversa.

    - Déjalo, Malfoy, está bien… - le susurro alejándome de sus brazos. – Como ya te dije… soy especialista en castigos – le digo bajito con una sonrisa de resignación.

    - Debería haber cuidado mejor de su novia, Sr. Malfoy. La próxima vez asegúrese de controlar mejor sus malas compañías – le recrimina el Sr. Fudge a Draco mientras mira despectivamente a Harry.

    Draco me mira enfadado y vuelve a cogerme del brazo para salir tras Percy del despacho de Dumbledore. Caminamos en silencio, pero puedo ver su cara de frustración. Pasamos por la casa Ravenclaw y Percy deja allí a Cho. Luego nos dirigimos a la casa de Gryffindor y el pelirrojo empuja a Harry dentro del cuadro abierto de la señora gorda.

    - Entra en esa sala llena de traidores al Ministerio antes de que me arrepienta – me dice soltándome de golpe enfadado.

    Yo solo asiento con la cabeza y me giro para entrar, pero no me da tiempo a dar un paso y ya me ha vuelto a coger del brazo y tira de mí hacia él, dejando su rostro a escasos centímetros del mío.

    - ¿Cómo sabe Fudge que eres mi novia? No creo que mi padre se lo haya contado tan pronto – me pregunta confuso.

    - No se… seguro que lo ha dicho por decir – le digo para quitarle importancia.

    La verdad es que yo sí sé que el Sr. Fudge cree que somos novios desde que lo conocí, ese famoso fin de año de hace dos navidades, pero Draco no lo recuerda… al igual que nada de mí del curso pasado.

    - Es posible - me dice pensativo y luego planta sus labios sobre los míos para darme un pequeño beso de despedida.

    - Vamos Malfoy, que es para hoy – le dice Percy separándome de él y empujándome a través del cuadro.

    Puedo ver como se cierra lentamente la puerta del retrato y él está allí plantado, mirándome.


    A la mañana siguiente ya hay una nueva e importante norma colgándose en la pared por el Sr. Filch.

    Norma 119

    Dolores Umbridge sustituirá a Albus Dumbledore como directora de Hogwarts, Escuela de magia y hechicería

    - Ya ha conseguido lo que quería – me dice Harry serio mientras miramos como la cuelga.

    - Tranquilo… no le durará mucho – le digo sonriéndole y guiñándole un ojo, lo que provoca que él sonría también al entender a qué me refiero.

    El megáfono se pasa todo el santo día repitiendo, una y otra vez, las normas que Umbridge ha impuesto en la escuela y, para más inri, con su odiosa y chillona voz. El Sr. Filch ha empezado a quitar todos los cuadros y retratos de las paredes de Hogwarts y se le ve satisfecho con su trabajo. ¡Qué tío más odioso!

    Las puertas de Hogwarts han sido cerradas con todos los cerrojos habidos y por haber, imposibilitando la huida de los alumnos y convirtiendo la escuela en un Azkaban infantil.

    Umbridge nos ha convocado a todos los alumnos pertenecientes al Ejército de Dumbledore para asumir el castigo, a todos menos a Chang. Nos ha metido en el gran salón, con varias filas de mesas separadas como si estuviéramos haciendo un examen. En cada mesa hay un pergamino y una de sus famosas plumas de tortura. Ella se ha sentado en un gran trono frente a nosotros y se ha puesto a tomar el té mientras nosotros escribimos la frase del castigo sobre nuestra piel.

    Cuando termina el castigo salimos todos marcados del salón. Voy junto a Harry, siendo los últimos en salir, y veo como Cedric, varios pasos por delante nuestra, retira su brazo bruscamente cuando Cho lo sujeta para intentar hablar con él. Apenada, llama a Harry en cuanto lo ve para disculparse, pero este la mira serio y la esquiva, pasando a su lado ignorándola.

    - Tranquila, Chang – le digo parándome frente a ella, solas en el pasillo. – Ahora están enfadados pero se les pasará – intento consolarla.

    - No me perdonaran nunca - me dice con los ojos cristalinos por las lágrimas.

    - No es culpa tuya sino de Umbridge. Te puso Veritaserum en el té y ese suero de la verdad es muy potente… no podías hacer nada para evitarlo – la animo agarrándola por los hombros y ella esboza una leve sonrisa derramando una lágrima por su mejilla. – Hablaré con ellos, les explicaré todo y lo entenderán… te lo prometo – le aseguro y la abrazo. Escucho su leve llanto en mi hombro y mi corazón se contrae de la pena que siento por ella en este momento. – ¡Vamos! – le digo sujetándola por los hombros y haciéndola caminar junto a mí por el pasillo para acompañarla hasta su sala común.

    Cuando me dirijo a mi casa siento como toman mi muñeca y tiran de mí hacia un pasillo en penumbra.

    - ¿Te ha dolido mucho? – me pregunta Draco agarrándome por la cintura con una mano y sujetando mi mano herida con la otra. Nuestros cuerpos están muy pegados y siento su cálido aliento en mi mejilla. Su dulce aroma me envuelve y me hace sentir en las nubes.

    - Lo suficiente para odiarla más – le digo mientras siento como besa suavemente mi mano marcada.

    - Todo esto es culpa de Potter – me dice molesto.

    - ¡Basta Draco! Deja de culpar a Harry por todo – me encaro empujándolo. – Él es solo una víctima de todo esto –

    - ¡Vamos Sophi! Está encantado de ser el centro de atención… el niño que sobrevivió – me echa en cara el rubio molesto.

    - Esta claro que estas celoso por no ser TÚ el centro de atención y por eso la has tomado con él – le digo enfadada. – Yo tengo muy claro de parte de quien estoy y haré lo que sea para poner la balanza a su favor… aunque eso me lleve a la muerte – le digo convencida mientras camino hacia atrás para alejarme de él.

    - El cara-rajada te ha envenenado la mente – me dice con cara de asco.

    - Y tú estás ciego y no ves lo que está pasando delante de tus narices – le digo irritada. – Una pena… - le suelto encogiéndome de hombros y girándome para irme a paso rápido, rezando para que no me dé alcance de nuevo. No lo hace.
     
  14. Threadmarks: Capítulo 16: Los gemelos Weasley
     
    Andromeda

    Andromeda Entusiasta

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    Fantasía
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    Capitulo 16 - Los gemelos Weasley.jpg

    ¡Por fin sábado! Un poco de descanso mental… de tanto estudiar se me está colapsando el cerebro. La castaña y yo hemos decidido ir a animar a Harry que está muy hecho polvo después de que Umbridge nos pillara y nos castigara, sin contar con el problema en que hemos metido a Dumbledore. Me he vestido rápido con unos tejanos, una camiseta de manga larga gris y mi sudadera verde oscuro de cremallera y capucha.

    Después de desayunar nos hemos ido a dar un paseo, a pesar de la niebla espera que envuelve Hogwarts. Hemos llegado al puente de madera y Harry va muy callado y pensativo.

    - Has hecho lo que has podido. Nadie podría ganar a esa vejestoria – le dice Ron para animarlo tras él.

    - Ni si quiera Dumbledore lo vio venir – le dice ahora Hermione junto a Ron. – Harry, si alguien tiene la culpa somos nosotros -

    - Sí. Nosotros te convencimos – le recuerda Ron.

    - Si, pero yo accedí. Me he esforzado tanto y lo único que he conseguido es empeorar las cosas – dice afligido mirando por la barandilla. - Pero bueno, ya no importa… porque ya no quiero luchas más. Eso solo te lleva a preocuparte y cuanto más te preocupas más tienes que perder… Tal vez sea mejor… -

    - ¡Qué! – exclama Hermione.

    - Continuar solo – afirma Harry y me mira.

    - Nunca te vamos a permitir eso… somos tus amigos y estaremos a tu lado siempre – le respondo cogiéndole la mano para confirmar lo que estoy diciendo. Él sonríe levemente.

    - ¡Shhh! – oigo llamar a alguien tras de mí, y me giro a mirar quien es.

    - ¡Hagrid! – exclama Harry algo sorprendido.

    El guardabosques nos hace una señal con la mano para que lo sigamos en silencio y nosotros, sin pensarlo, vamos tras él. Caminamos hasta el Bosque Prohibido y nos vamos adentrando lentamente.

    - ¿Alguna idea de a dónde nos lleva? – pregunta Ron mientras sortea las raíces de los enormes árboles.

    - ¡Hagrid! ¿Por qué no puedes decídnoslo? – le pregunta Hermione algo nerviosa.

    De pronto, una manada de centauros pasa a unos metros por delante de nosotros a gran velocidad.

    - Nunca he visto a los centauros tan irritados. Son ahora más peligrosos que nunca – nos dice Hagrid nervioso. – Si el Ministerio acota más su territorio va a ver una auténtica insurrección por su parte – comenta el hombre barbudo.

    - ¡Hagrid! ¿Qué está ocurriendo? – le pregunta Hermione a mi lado.

    - Siento ser tan enigmático chicos, no os habría molestado nunca con esto, pero con Dumbledore ausente… - nos va diciendo Hagrid dubitativo. – Me… me pueden despedir cualquier día de estos y no podría irme sin hablarle a alguien de él – termina diciendo del tirón.

    Se escucha un crujido de ramas pisadas y automáticamente retrocedo un paso, colocándome detrás de Harry. Sé que es el gigante hermano de Hagrid y soy una cobarde cuando se trata de criaturas mágicas cinco veces más grandes que yo. De pronto aparece el joven gigante frente a nosotros.

    - ¡Grawpy!... ¡Aquí abajo grandullón! – lo llama Hagrid.

    El gigante da una palmada delante de su cara para atrapar un pájaro, pero no lo consigue.

    - ¡Grawpy! ¡Traigo compañía! – le dice Hagrid contento.

    Todos retrocedemos lentamente mirando hacia arriba para observar sus movimientos. De pronto Grawp avanza hacia nosotros muy rápidamente y nosotros vamos marcha atrás lo más rápido que podemos hasta que vemos como la cuerda en su cintura lo para en seco.

    - No podía dejarlo sin más porque… porque es mi hermano – nos confiesa Hagrid apenado.

    - ¡Caramba! – escucho decir a Ron cerca de Hermione.

    - Bueno, medio hermano en realidad – nos aclara el guardabosques. – Es completamente inofensivo… un poco fogoso, nada más –

    En un abrir y cerrar de ojos lo veo inclinarse hacia nosotras con ambas manos extendidas, lo que provoca que retroceda rápidamente sin poder evitar caer de culo contra el suelo al tropezar con una raíz.

    Me alivio al ver que me ignora al no verme y se centra en coger a Hermione con su enorme mano y elevarla del suelo.

    - ¡Grawpy! ¡No seas mal educado!... ya hemos hablado de esto – le regaña Hagrid a su hermano. – No se coge a nadie, ¿entendido?... Es tu nueva amiga Hermione – le dice su hermano con un tono de paciencia.

    - ¡Hagrid! ¡Haz algo! – le grita Ron asustado.

    Veo como Ron coge una gruesa rama de árbol que hay junto a mí mientras Harry me coge de la mano para ayudarme a levantarme. Ron se lanza a por el gigante y lo golpea con la rama en la espinilla. Como acto reflejo, Grawp le da una patada que lo envía al suelo de culo.

    - ¡Grawpy! – le grita Hagrid.

    - ¡Grawp! ¡Su-él-ta-me! – le dice muy lentamente Hermione apuntándole con el dedo índice. - ¡Ya! –

    El gigante apenado suelta a la castaña lentamente en el suelo.

    - ¿Estas bien? – le pregunta Ron a Hermione cuando se acerca a ella.

    - Si – le dice la chica. – Solo necesita mano firme, es todo –

    Veo como Grawp se acerca al árbol que tiene tras de sí.

    - Creo que te ha salido un admirador – le dice Hagrid a la castaña sonriendo.

    - No te acerques a ella, ¿vale? – lo amenaza Ron y me resulta muy tierno ver esa repentina valentía que desprende el pelirrojo por su chica.

    El joven gigante se gira hacia nosotros caminando con un manillar de bici, el cual lleva un timbre que hace sonar un par de veces. Cuando está frente a nosotros se lo entrega a Hermione, la cual también lo hace sonar. Grawp sonríe feliz.

    - Él se busca su propia comida – nos sigue explicando Hagrid. – Es compañía lo que necesitará cuando yo no este. Cuidareis de él, ¿verdad?... Yo soy la única familia que tiene – nos dice apenado y Harry asiente con la cabeza.

    - Tranquilo Hagrid, cuidaremos de él, pero no será necesario… Tú estarás aquí para hacerlo – le digo sonriendo y él esboza una leve sonrisa de agradecimiento.

    Dejamos a Hagrid junto a su hermano y volvemos al castillo antes de que nos echen en falta.


    Han pasado algunos días y los TIMOS están cada vez más cerca, provocando que mis nervios estén a flor de piel. Para colmo, la bruja de Umbridge sigue realizando castigos con sus famosas plumas, por cualquier ridículo motivo. Disfruta haciendo sufrir a los alumnos, la muy…

    Camino por los pasillos de Hogwarts en busca de Harry. Quiero interceptarlo en cuanto termine su clase de Oclumancia con Snape para ver qué ha conseguido. Cuando lo veo venir, atravesando el patio interior, está muy nervioso.

    - ¿Qué tal ha ido? – le pregunto expectante.

    - No muy bien… lo de siempre – me dice alterado.

    - No me mientas chaval… sé que hoy has entrado en la mente de Snape – le digo y me mira con los ojos muy abiertos. – Piensa bien lo que has visto, te ayudará a entender mejor las cosas – le aconsejo.

    Escuchamos el llanto de un niño y miramos hacia su procedencia. En un banco, vemos a Fred y a George con un pequeño de once años, intentando consolarlo y nos vamos acercando hasta ellos.

    - ¿Cómo te llamas? – le pregunta Fred.

    - Michael – dice el chiquillo.

    - Se te curaran las manos, Michael – le consuela el mismo pelirrojo.

    - Si… no es tan grave como parece, ¿lo ves? – lo anima George. – Ya se está pasando… ya casi no se ven las nuestras – le dice mostrándole su mano.

    - Y el dolor se pasa en un periquete – le dice Fred sonriéndole.

    - Si – confirma George.

    Oímos un carraspeo en cuanto llegamos junto a ellos.

    - Como ya le dije una vez Sr. Potter… los niños malos merecen ser castigados – suelta Dolores jactándose de la situación y sonriendo triunfadora, para después marcharse.

    - ¡Odio a esa mujer! – exclamo con rabia.

    - ¿Sabes George? – le pregunta Fred a su hermano. – Siempre he pensado que nuestro futuro está al margen de los logros académicos – le sugiere a su doble.

    - Fred… yo he pensado exactamente lo mismo – le contesta su gemelo.

    - ¡La que vais a liar! – les digo riéndome y ellos me guiñan un ojo de complicidad.


    El fatídico día a llegado. Estoy muy nerviosa por estos exámenes, más que por los míos. El no ser bruja me deja en desventaja en estas tres materias y, a pesar de la ayuda de Hermione, no me siento preparada.

    Entramos en el gran salón acondicionado como el día del castigo, pero con muchas más filas y mesas. Frente a nosotros, un gran péndulo de reloj que nos controlará el tiempo del examen y un cartel con las indicaciones básicas.

    Cartel

    SILENCIO

    T.I.M.O.S. EN CURSO

    T.I.M.O.S. EXÁMENES – 5º año

    Usar regulación mágica 572

    SOLO tinta azul marino



    EXAMEN: La Teoría de los Encantamientos

    Comienzo examen: 16:00 Encantamientos es

    Finalización examen: 18:00 Encantamientos

    Umbridge nos indica que tomemos asiento desde lo alto de las escaleras del gran salón. Hermione, Harry y Ron caminan entre los pupitres para sentarse por delante donde se están colocando los Gryffindor. Me dispongo a seguirlos cuando una mano sujeta mi muñeca para frenarme.

    - ¡Suerte nena! – escucho suavemente en mi oído y la piel se me eriza.

    - ¡Gracias! ¡Igualmente! – le digo al rubio platino girándome y enfrentándolo. Me quedo helada al ver que estoy a escasos centímetros de su boca. Me suelto de su agarre y lo veo esbozar su típica sonrisa ladeada.

    Camino entre los pupitres y me siento detrás de Harry, que está detrás de Ron y este, a su vez, detrás de Hermione. Neville se encuentra delante de la castaña y las gemelas Patil en fila tras de mí. Cuando ya estamos todos sentados, miro hacia atrás y veo a Draco, en el sector de Slytherin junto a sus compañeros. En cuanto se da cuenta que lo estoy mirando me sonríe y me guiña un ojo. Yo me giro hacia delante rápidamente, centrándome en la nuca de Harry, e intentando tranquilizar los nervios que solo el rubio me provoca.

    Umbridge nos hace llegar el pergamino para el examen y saco mi boli azul, paso de plumas. El tiempo comienza y empiezo a leer las preguntas. Después de una hora y media de examen donde Dolores nos vigila concienzudamente, se oyen ruidos fuera. La profesora camina entre nosotros, dirigiéndose a la gran puerta e intentando escuchar de donde vienen los fuertes sonidos.

    Cuando llega a las puertas las abre y sale al pasillo. Como de la nada, llega hasta su cara una especie de chispa de bengala que juguetea frente a ella, para después entrar en el gran salón, dividiéndose en más y provocando pequeñas explosiones de fuegos artificiales sobre nosotros. Umbridge se queda mirando el silencioso pasillo confusa y, de pronto, Fred y George aparecen gritando y subidos en sus escobas, frente a la atónita mirada de Umbridge.

    - ¡Uaaa! – grita George al pasar junto a Dolores, entrando en el salón.

    - ¡Bien, profesora! – grita Fred al pasar también por su lado, tras su hermano.

    - ¡Sí! – grita George lanzando una chispa como la primera al techo.

    Los pergaminos salen disparados por el aire al paso de sus escobas y todos nos levantamos de nuestros asientos.

    - ¡Allá va! – gritar Fred arrojando otra chispa como su hermano.

    Las chispas empiezan a estallar por todos lados, convirtiéndose en palmeras de fuegos artificiales en el gran techo del salón y en pequeñas palmeritas de colores junto a nosotros. Sin darme cuenta, he sujetado el brazo de Harry y me he escondido tras él, me gustan los fuegos artificiales, pero de lejos. Mis tres amigos ríen contentos al igual que el resto del alumnado.

    Los gemelos vuelan por el salón satisfechos con el follón que están montado y Umbridge parece no dar crédito a lo que está viendo. Una de las chispas juguetea frente a la cara de Goyle y este, asustado, la golpea, enviándola a la cara de Crabbe que corre despavorido, consiguiendo que la chispa le dé en el trasero. Otra chispa va a por Malfoy que, asustado, se retira en el momento que la chispa va a darle, explotando está en la pared y dejando en ella una momentánea imagen de su cara despavorida.

    Entre explosiones de colores por todo el salón llega el Sr. Filch, que intenta solucionar el problema.

    - ¡Listo, cuando tú digas! – le grita un gemelo a otro, el cual recibe una señal de su hermano y lanza una especie de granada de mano al aire.

    En el techo del salón se forma una enorme cabeza de dragón, de fuego y colores, que persigue a Dolores entre los pupitres, haciéndola correr como, y de esto estoy segura, no lo ha hecho en su vida. Cuando llega al pasillo, el dragón le da alcance y se la come, desvaneciéndose al instante y haciendo saltar montones de chispas por todos lados. Estas van dando de lleno sobre las normas colgadas en la pared, reventando los cristales y despedazando los pergaminos. Se hace un silencio momentáneo para dar paso a la caída de todos los marcos alrededor de Dolores, la cual se agacha para evitarlos y evitar también a los gemelos que salen volando del salón para ir al exterior. Todos los alumnos salimos corriendo tras ellos, dejando a Umbridge descolocada. Fred y George vuelan sobre Hogwarts lanzando más cohetes hasta formar una enorme “W”. Todos aplaudimos emocionados.

    Miro a Harry y lo veo de pronto con mala cara. Acto seguido se desploma en el suelo y me agacho en su ayuda. No se ha desmayado, está teniendo una visión que lo tiene casi hiperventilando.

    - ¡Harry, mírame! – le grito para que me oiga entre los gritos del gentío. - ¡No le dejes que entre en tu mente! – le insisto, pero él me mira como si no me viera. Hermione también se acerca y me mira asustada para luego mirarlo a él.

    - ¡Sirius! – es lo único que nos dice.

    - ¡Vamos! – le digo cogiéndolo para levantarlo con ayuda de la castaña.

    Una vez está de pie, lo ayudamos a entrar en el castillo con Ron pisándonos los talones. Nos dirigimos hacia nuestra casa, pero antes de llegar a las escaleras móviles, Harry ya está recuperado y con un subidón de adrenalina.

    - ¿Harry estas seguro? – le pregunta Hermione tras él.

    - ¡Lo he visto! Igual que con el Sr. Weasley… Es la misma puerta con la que llevo meses soñando, aunque no recuerdo donde la he visto antes – le contesta a la castaña mientras subimos las escaleras.

    - Esta en el Ministerio – le digo y se para para mirarme serio.

    – Es posible… Sirius decía que Voldemort buscaba algo. Algo que no tenía la última vez y que está en el departamento de misterio -

    - Harry, por favor, escucha… - le aconseja Hermione. - ¿Y si Voldemort pretende que veas esto?

    - Eso está claro – le digo a mi amiga mientras giran las escaleras.

    - ¡Vale!... ¿Y si solo está haciendo daño a Sirius como vía para llegar a ti? – le pregunta a Harry insistente.

    - No le está haciendo nada a Sirius, solo se lo hace creer a Harry – le contesto a la chica y miro a Harry.

    - ¿Y qué si es así? – nos pregunta ahora el moreno. – ¿Se supone que tengo que dejarle morir?... Chicas, es la única familia que me queda – nos dice el moreno apenado.

    - ¡Vale! – le contesto resignada. - Esto tiene que pasar de todos modos… – me digo en voz baja y Harry, que me ha escuchado, me mira preocupado.

    - ¿Qué hacemos? – pregunta Ron de pronto, sacándome de mis pensamientos.

    - Tendremos que usar la red Flu – le responde Harry.

    - Pero ¡Umbridge tiene todas las chimeneas vigiladas! – le recalca Hermione.

    - Todas no – le contesta Harry sonriendo.
     
  15. Threadmarks: Capítulo 17: Visión cumplida
     
    Andromeda

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    Fantasía
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    Capitulo 17 - Vision cumplida.jpg

    Nos dirigimos a las habitaciones a cambiarnos, deshaciéndonos del uniforme y vistiendo de calle. Me he puesto los tejanos, una camiseta de manga larga blanca, mi sudadera verde con capucha y las converse. Hermione también va en tejanos, con camiseta de manga larga y un jersey de rayas. Cuando bajamos a la sala común, Ron va similar a Hermione y Harry va como yo.

    Nos escabullimos por el castillo hasta llegar al despacho de Umbridge.

    - ¡Alohomora! – exclama Harry y la puerta se abre.

    Entramos uno tras otro y Ron cierra la puerta. ¡Que despacho más espantoso, por Dios! ¡Da grima! Nos acercamos a la chimenea tras Harry, el cual, agachado frente a esta, lanza polvos Flu provocando una llamarada verde en su interior.

    - ¡Alertar a la orden, si podéis! – nos indica Harry.

    - ¿Estás tonto?... Vamos contigo – le dice Ron a su espalda.

    - Es muy peligroso – le contesta Harry.

    - ¿Cuándo te va a entrar en la cabeza? – le pregunta Hermione agachándose junto a él. – Estamos juntos en esto –

    - ¡Ya - os - tengo! – escucho decir a Dolores tras de mí.

    Me giro lentamente y la veo en la puerta, con su cara y traje de chaqueta rosa, manchados de hollín. Harry y Hermione se incorporan y Umbridge viene hacia nosotros como una exhalación. Me agarra por un brazo y a Harry por otro y nos arrastra por el despacho hasta sentar a Harry en una silla, dejándome a mí de pie a su lado.

    Por la puerta aparecen Goyle y Crabbe que agarran a Ron y a Hermione respectivamente y se colocan tras el escritorio de la profesora. Tras ellos llegan otros dos, que no recuerdo sus nombres, arrastrando a Ginny y a Luna, y colocándose a la izquierda de los Slytherin.

    - He cogido a este intentando ayudar a la chica Weasley – le explica contento Draco a Dolores entrando en el despacho con Neville sujeto por el brazo.

    En cuanto me ve se pone serio y, empujando a Longbottom junto a Goyle, camina rápido para llegar hasta mí y agarrarme del brazo para llevarme junto a Neville.

    - Ibais a ver a Dumbledore, ¿verdad? – interroga Umbridge a Harry.

    - ¡No! – le responde Harry.

    - ¡Embustero! – exclama la profesora y le da una bofetada.

    - ¡Ah! – grito de asombro al verlo y oírlo. – ¡No recordaba el guantazo! – me digo bajito pensando.

    - ¿Qué? – me pregunta Draco que me ha escuchado. Lo miro y luego lo ignoro.

    - ¿Me buscaba directora? – pregunta Snape entrando por la puerta.

    - ¡Snape! ¡Sí! A llegado el tiempo de respuestas, tanto si él quiere como si no. ¿A traído el Veritaserum? – le pregunta Umbridge.

    - Me temo que lo ha consumido todo interrogando alumnos – le dice Snape con esa forma tan serena de hablar que posee. – Lo último fue para la Srta. Chang -

    Harry me mira sorprendido y ahora si me cree. Fueron en vano las veces que le dije que perdonara a Cho, que había cantado por culpa del Veritaserum. A tenido que oírlo de los labios de Snape para creerme. ¡Ya te vale bonito! También veo a Hermione respirar aliviada tras la noticia.

    - A menos que quiera envenenarlo y, le aseguro que no me daría la menor lástima si así fuera, no puedo ayudarla – le dice Snape a Dolores y se gira para marcharse.

    - Tiene a Canuto… Tiene a Canuto en el sitio donde la guardan – le grita Harry a Snape.

    - ¿Canuto? ¿Qué es Canuto? ¿Qué es eso? ¿De qué está hablando Snape? – le pregunta Dolores confusa.

    - Ni idea – le responde Snape mirando a Harry y se marcha.

    Esto no se si ha sido buena o mala idea. Snape avisará a la orden y Sirius aparecerá en el Ministerio… acción que lo llevará a la muerte. ¡Por Dios! ¡A ver como arreglo esto!

    - ¡Muy bien! No me das opción Potter. Al ser un asunto de seguridad del Ministerio no tengo otra salida – le dice Umbridge a Harry retadora. – La maldición Cruciatus te soltará la lengua –

    - ¡Eso es ilegal! – exclama Hermione.

    - Si Cornelius no se entera, no pasará nada – le responde Dolores poniendo bocabajo el retrato del Ministro de Magia.

    Doy un paso adelante en cuanto Umbridge saca su varita. Ponerme delante de Harry le protegerá de la maldición imperdonable si Hermione no interviene, pero un tirón de brazo por parte de Draco me impide avanzar.

    - ¡Díselo Harry! – le grita Hermione para parar a Umbridge y respiro aliviada.

    - ¿Decirme que? - le pregunta la profesora a la castaña.

    - Si tú no le dices donde está, lo haré yo – lo amenaza Hermione improvisando.

    - ¿Dónde está qué? – pregunta Dolores confusa.

    - El arma secreta de Dumbledore – se inventa la castaña.

    - ¡No, Hermione! ¡Cállate! – exclamo siguiendo su idea, provocando la mirada alucinada de la castaña y la de rabia de la profesora.

    - Vosotros tres me llevareis hasta esa arma – nos dice la bruja levantando de un tirón a Harry de la silla.

    Lo empuja hasta la puerta con la varita pegada a su espalda y nos hace un gesto con la cabeza para que vayamos con ella. Hermione titubea y yo doy un paso atrás como resistencia.

    - ¡Ve con la profesora! – me dice Draco mientras me arrastra por el brazo hasta Umbridge. - ¡Ya hablaremos tú y yo luego! – me amenaza molesto.

    Cuando voy a contestarle, Hermione choca conmigo debido al empujón que Crabbe le dá, quedándonos las dos juntas cogiéndonos de la mano. Umbridge clava su varita en mi costado, provocándome dolor para hacerme caminar, y salgo tras Harry por la puerta llevando a Hermione conmigo.

    Caminamos hasta el Bosque Prohibido y nos adentramos en él. Harry y yo seguimos a Hermione y la profesora, varita en mano, nos sigue con dificultad entre árboles y enormes raíces. La oscuridad nos envuelve aquí dentro, ya que a pesar de ser aun de día, este lugar parece la boca del infierno.

    - ¿Aún falta mucho? – nos grita Umbridge esquivando una raíz.

    - ¡Hermione, para! – le grito a su espalda y ella gira su cabeza para mirarme. - ¡Esto es una traición a Dumbledore! – le digo alto para que la bruja me oiga y le guiño un ojo a ella.

    - No está lejos – le grita Hermione volviendo a mirar al frente, ideando su plan. – Tenía que ser un lugar donde los alumnos no lo encontraran accidentalmente – se inventa sobre la marcha.

    - ¿Qué estás haciendo? – le pregunta bajito Harry a Hermione.

    - Improvisando – le responde también bajito la castaña.

    - ¿Y tú? – me susurra tirando de mi manga para que le preste atención.

    - La ayudo a improvisar – le susurro mirándolo y sonriendo.

    Llegamos al claro donde se encontraba Grawp, pero solo está la cuerda que lo sujetaba al árbol.

    - ¿Y bien? – pregunta Umbridge tras nosotros. - ¿Dónde está el arma? – vuelve a preguntar casi sin aliento. Nos giramos a mirarla y el silencio es nuestra respuesta. – No existe ninguna, ¿verdad? ¡Queríais engañarme! - nos dice acertadamente. - ¿Sabéis?... Realmente odio a los críos – nos confiesa apuntándonos con la varita.

    De pronto se escuchan unas ramas crujir y la profesora se gira nerviosa mirando hacia todos lados. Frente a nosotros la manada de centauros al completo, observándonos molestos. La cara de asustada de la profesora al verlos es un poema.

    - Corre un grave peligro… en el bosque prohibido… rodeada de centauros. – le digo con voz misteriosa mientras la miro de frente. - ¿Lo recuerda? -

    - La visión de la profesora Trelawney… - me dice casi en un susurro.

    - Bueno, más bien la mía – le digo sonriendo. – Se la chivé a la profesora para que no la despidiera, pero no la creyó… y ahora ¡Tachan!... Aquí estamos – le digo de forma teatral sin dejar de mirarla.

    - Mientes, pequeña embustera – me dice sin querer levantar mucho la voz.

    - ¿Eso cree? – la reto con una sonrisa típica Malfoy.

    La veo mirarme nerviosa y luego mirar a los centauros por encima de mi hombro.

    - Tú no pintas nada aquí, centauro. Es asunto del Ministerio – le grita al cabecilla de la manada.

    - ¿Nos está apuntando ya con el arco? – le pregunto a Umbridge sin dejar de mirarla y ella asiente con los ojos muy abiertos.

    - ¡Bajad vuestras armas! ¡Os lo advierto! Según la ley y como criaturas de inteligencia semi humana… - no la deja terminar, lanzando la flecha hacia nosotros.

    Harry me agacha empujando mi brazo hacia abajo al mismo tiempo que lo hace él, pero Hermione no se mueve. Umbridge, con un hechizo, hace una barrera de energía delante de nosotros que frena el proyectil al chocar contra ella.

    - ¡Incarcerous! – exclama la profesora con un movimiento de varita. De la nada aparece una cuerda que atrapa al centauro por el cuello, haciéndolo soltar el arco y cayendo por el terraplén frente a él.

    - ¿Cómo os atrevéis? ¡Asquerosos híbridos! – les grita orgullosa.

    El pobre centauro se retuerce en el suelo para soltarse, pero la cuerda lo atrapa más con cada movimiento, envolviendo también su torso. Hermione y yo salimos corriendo en su ayuda pero por más que intento quitarle la cuerda, esta se aprieta más a su víctima.

    - Ser la profecía no te ayudará a liberarlo – me grita prepotente. La miro con rabia y ella sonríe. – Lucius me lo ha contado todo, querida, pero me costaba creerle… ahora estoy convencida -

    - ¡Por favor! ¡Por favor, pare! ¡Por favor! – suplica Hermione mirando a Umbridge.

    - Ya no se cumplirá tu visión – me dice altanera. - ¡Se acabó! ¡Yo lo ordeno! – grita la profesora a los centauros mientras sigo intentando quitar la cuerda con cuidado de que no me golpee por la desesperación que siente el pobre ser.

    De pronto escucho un grito proveniente de la bruja de rosa y al mirarla veo que Grawp la ha cogido por el cuello de la chaqueta y la levanta como quien levanta algo asqueroso que no se quiere tocar mucho. Con un rápido movimiento el centauro se ha deshecho de la cuerda y la castaña y yo nos alejamos de él para que se incorpore, uniéndose a sus compañeros para ir a por el joven gigante.

    - ¡Grawpy! – lo llama Harry para prevenirlo pero los centauros son más rápidos y ya lo rodean.

    - ¡Dejadle en paz! Él no tiene la culpa… ¡No! ¡Él no entiende! – grita Hermione desesperada mientras Harry y yo tiramos de ella para alejarnos lo suficiente.

    Algunos de los centauros le lanzan flechas que no le dan, exceptuando una que se incrusta en su brazo. El pobre Grawp, al sentir el dolor, suelta a Dolores dejándola caer al suelo desde los tres metros de altura a la que la tenía sometida. Veo como se retira hacia atrás para protegerse de la manada. Estos se abalanzan sobre Umbridge para cogerla entre dos.

    - Como puede ver… mis predicciones siempre se cumplen – le grito sonriendo de lado y ella me mira asustada.

    - ¡Haz algo! – le grita a Harry entrando en pánico. – ¡Diles que no quería hacerles daño! –

    - Lo siento, profesora… pero no debo decir mentiras – le responde Harry desquitándose.

    - ¡Qué estáis haciendo! – grita la bruja desesperada mientras los centauros se la llevan a arrastras al galope. – Soy la subsecretaria Dolores Jane Umbridge… ¡Soltadme! - se le escucha decir mientras la vemos perderse a lo lejos.

    Miro como Grawp se retira la flecha afligido para luego sentarse de culo en el suelo.

    - ¡Gracias, Grawp! – le agradece Hermione sonriéndole.

    - Hermione… Sophi… ¡Sirius! – nos grita Harry preocupado y salimos corriendo dirección a Hogwarts.

    Hemos llegado al castillo y empezamos a caminar por el puente de madera.

    - ¿Por qué dijo Umbridge que eras la profecía? ¿A qué se refería? – me pregunta Hermione confusa mientras camina a mi lado.

    - ¡Cuéntaselo Sophi! – me indica Harry girando su cabeza para mirarme. Suspiro resignada y busco las palabras para ser lo más esquemática posible.

    - Creen que soy una legendaria profecía – le digo escueta.

    - ¿La de la sangre pura nacida de muggles? – me pregunta Hermione dejándome con la boca abierta.

    - ¡Joder, Hermione! ¿Hay algo que no sepas? – le pregunto y me rio, haciéndola reír a ella también.

    - Soy muy curiosa y en cuanto escucho algo interesante, busco información – me dice la castaña. – Ahora entiendo porque los Malfoy van tras de ti… - me dice pensativa.

    - Los Malfoy se equivocan… al igual que Voldemort. Yo no soy bruja, soy una simple muggle – le indico algo molesta a la castaña.

    - El impresionante Patronus del dragón dice lo contrario – me dice Hermione levantando una ceja.

    - Eso fue un accidente – le digo sorprendida. – Al igual era de Neville – intento excusarme.

    - No era de Neville y lo sabes – me recrimina Harry volviéndose a mirarme.

    De frente vemos llegar a Ron, Ginny, Neville y Luna.

    - ¿Cómo os habéis escapado? – pregunta Hermione asombrada.

    - Pastillas vomitivas… no muy agradables – le responde Ginny sonriendo.

    - Les dije que tenía hambre y que quería algo dulce – nos explica Ron mientras les entrega sus varitas a Harry y a Hermione. – Claro que me dijeron que no y se las comieron ellos todas –

    - ¡Que astuto Ron! – le alaba la castaña.

    - ¡Eso no es novedad! – le responde Ron poco modesto.

    - ¡Fue una pasada! – dice emocionado Neville. – Bueno, ¿Cómo vamos a Londres? – pregunta el chico.

    - Escuchad, no es que no agradezca todo lo que habéis hecho, pero ya os he metido en suficientes líos – nos dice Harry afligido.

    - El Ejército de Dumbledore se creó para luchar contra quien tú sabes… o ¿solo ha sido un juego para ti? – le pregunta Neville cuando Harry le da la espalda.

    - Tal vez no tengas que hacer esto solo, amigo – le dice Ron a Harry en apoyo a Neville.

    - ¡De acuerdo! – dice decidido mirándolos. – Pero tú no vienes – me dice mirándome serio.

    - ¿Perdona? – le digo incrédula.

    - No pienso entregarte a Voldemort tan fácilmente – me dice alterado.

    - Pues lo siento, pero yo voy… tengo que hacer algo - le digo decidida aunque muy asustada por dentro.

    - ¿Qué no me estas contando? – me pregunta Harry y todos me miran.

    - Algo muy importante que tengo que intentar solucionar – le digo seria. – Voy a necesitar un milagro, pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras ocurre –

    - ¡Vale! – dice a regañadientes. - ¿Cómo llegamos a Londres? – repite Harry la pregunta de Neville.

    Yo señalo con ambas manos a Luna esperando su respuesta.

    - ¡Volando, claro! – dice la chica rubia sonriendo y yo le guiño un ojo a Harry.
     
  16. Threadmarks: Capítulo 18: Combate en el Ministerio
     
    Andromeda

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    Capitulo 18 - Combate en el Ministerio.jpg

    Tras ir donde se encuentran los Thestrals, les damos de comer carne cruda para convencerlos de que nos lleven. Que Ron, Hermione, Ginny y Neville no los vean nos dificulta el montarlos, ya que ellos piensan que no hay nada allí. Con ayuda de Harry y Luna consigo montar a los cuatro, cada uno en un caballo alado. Nosotros tres lo tenemos más fácil y montamos sin esfuerzo.

    Salimos galopando del bosque para después tomar el cielo escoces. Sobrevolamos bosques y montañas, ríos y lagos hasta llegar, entrada la noche, a Londres. Dejamos a los Thestrals en un callejón cerca de la cabina que accede al Ministerio. Bajamos en dos grupos de dos y uno de tres por el ascensor de la misma.

    Una vez estamos todos en el gran vestíbulo del Ministerio, podemos comprobar que ya no hay nadie aquí, debido a las altas horas de la noche que son. Corremos por el largo pasillo con chimeneas doradas a ambos lados, hasta llegar a la gran fuente redonda, decorada con la estatua del centauro, la bruja y el duende. Nos dirigimos a la puerta dorada que da al pequeño recibidor circular donde sólo se encuentran los ascensores y nos montamos los siete en uno. Cuando las puertas se abren, una voz nos indica donde estamos: “Novena planta: Departamento de Misterios”.

    Salimos del ascensor algo temerosos y miramos a ambos lados para asegurarnos de que no haya nadie.

    - ¡Aquí es! – exclama Harry y me mira para que le confirme, cosa que hago con la cabeza.

    Recorremos el pasillo de paredes con azulejos negros hasta llegar a “la puerta”. Harry la abre y entramos. Los seis exclaman un ¡Lumos! y la punta de sus varitas se encienden como si fueran linternas, ya que el lugar está muy oscuro. Puedo observar que el sitio es enorme, lleno de estanterías que llegan casi al techo y, todas ellas, llenas de millones de bolas de cristal.

    Caminamos lento, envueltos por la oscuridad de uno de los pasillos, entre gigantescas estanterías. Nos paramos y miramos hacia atrás cuando escuchamos ruidos bastante tétricos tras nosotros. El miedo y nos nervios nos inundan, pero seguimos a Harry en cuanto se decide a seguir adelante.

    - ¡Busquemos rápido la profecía! – nos indica Harry y todos empiezan a buscar por las estanterías.

    - No te alejes de mí – me indica cogiéndome de la mano y haciéndome caminar junto a él. – Noventa y dos, novena y tres, noventa y cuatro, noventa y cinco… ¡Debería estar aquí! – me dice molesto.

    - ¡Harry! – lo llama Neville. – Ahí pone tu nombre – le indica el chico con el dedo índice.

    Harry se acerca a la estantería y comprueba que es cierto, cogiendo la bola muy despacio. De pronto la bola comienza a remover un humo blanco en su interior y comienza a hablar.

    - “El único con poder para derrotar al Sr. Tenebroso se acercay el Sr. Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Sr. Tenebroso no conoceNinguno de los dos podrá vivir mientras el otro siga con vida” – recita la bola con voz fantasmal y Harry me mira buscando una explicación.

    - ¡Harry! – exclama Hermione tras nosotros y la miramos rápidamente.

    Vemos como se nos acerca lentamente un tipo de negro, encapuchado y con una máscara.

    - ¡Mierda, Malfoy! – exclamo bajito y Harry me mira serio. Siento como me empuja con su brazo para colocarme tras él.

    - ¿Dónde está Sirius? – le grita Harry valiente.

    - Deberías aprender a ver la diferencia entre los sueños… - comienza a hablar el tipo cogiendo su varita y pasándola frente a la máscara, la cual se esfuma dejando ver su cara. - … y la realidad. – termina diciendo Lucius. – Viste solo lo que el Sr. Tenebroso quiso que vieras. – le explica el rubio una vez esta frente a Harry. – Ahora entrégame la profecía. – le exige extendiendo la mano.

    - Si nos hace algo la romperé – lo amenaza el moreno.

    De pronto se escuchan risas de mujer y se me eriza la piel.

    - ¡Sabe cómo jugar! – dice Bellatrix acercándose a Lucius lentamente. – Mi pequeño, bebito, Potter – dice despectivamente.

    - ¡Bellatrix Lestrange! – exclama Neville asombrado.

    - Neville Longbottom, ¿verdad? – pregunta la ex presidiaria. - ¿Qué tal papa y mama? – le pregunta con maldad.

    - Mejor ahora que van a ser vengados – le dice Neville levantado su varita, pero Harry lo detiene colocando su brazo por delante del chico. Lucius hace lo mismo con su cuñada.

    - Un poco de calma, por favor – dice Lucius irónicamente. – Lo único que queremos es la profecía – insiste el rubio.

    - ¿Por qué me necesitaba Voldemort para conseguirla? – le intenta sonsacar Harry al Malfoy.

    - Te atreves a pronunciar su nombre… - susurra la loca mirando a Harry. - ¡Asqueroso sangre sucia! – le grita Bellatrix cabreada.

    - Tranquila… es solo un chico curioso, ¿a que sí? – le pregunta Lucius a Harry despectivo.

    - Voldemort no es su nombre… es su alias – le protesto molesta a la ex presidiaria que me mira intrigada. – Su nombre es Tom Riddle -

    - ¿Es ella? – le pregunta Bellatrix a Lucius mientras me mira fijamente.

    - Si – le contesta el rubio sin quitarme la vista de encima.

    - Muy bonita, la muñequita… pero con la lengua muy larga – le dice Bellatrix a Lucius, mirándome con una sonrisa maquiavélica. – Cuando consigamos someterla será un bonito adorno en la familia Malfoy y una preciada posesión para el Sr. Tenebroso… Déjame entregársela, nos recompensará – le suplica a Lucius dando un paso hacia nosotros.

    - ¡No la toques! – la amenaza Harry con la varita mientras se coloca delante de mí. – Hoy no os llevaréis ninguna profecía – les advierte valiente.

    – Solo nos interesa la que llevas en la mano… nada más – le dice Lucius a Harry intentando convencerlo. – Y contestando a tu pregunta… Las profecías solo pueden recogerlas aquellos para quien han sido concebidas… ¡qué suerte para ti! – le explica Lucius mientras somos rodeados de mortífagos enmascarados por los tres pasillos a nuestro alrededor.

    Los chicos se ponen a la defensiva apuntando con sus varitas a dichos mortífagos, a la espera de algún repentino movimiento por su parte.

    – ¿No te has preguntado nunca cual es la razón de la conexión entre tú y el Sr. Tenebroso? – le va diciendo suavemente a Harry mientras camina lentamente acortando la distancia. - ¿Por qué no pudo acabar contigo cuando eras solo un infante? ¿No quieres saber el secreto de tu cicatriz? Todas esas respuestas están ahí, Potter – le dice ya frente a él. - Todo lo que tienes que hacer… es dármela… y yo te enseñaré… todo – termina diciendo, mirando la mano de Harry con la bola, mientras los mortífagos acortan distancia sobre nosotros.

    - He esperado catorce años – le contesta Harry lentamente.

    - Lo sé – le responde Lucius como con comprensión.

    - Puedo esperar un poco más – le contesta valiente - ¡Ahora! – nos grita.

    - ¡Desmaius! – exclaman todos a la vez y de sus varitas brota una luz que ataca a los mortífagos. Lucius hace una barrera de energía para protegerse él y a Bellatrix. Los demás mortífagos desaparecen y empezamos a correr en grupo en dirección contraria a Malfoy.

    Giramos por un pasillo y nos aparece un humo negro que da lugar a Lucius extendiendo la mano para que le entreguemos la profecía. Retrocedemos unos pasos para meternos en un pasillo a nuestra izquierda. Voy corriendo tras de Harry por el estrecho pasillo y giro mi cabeza para cerciorarme de que no nos siguen, comprobando que solo estamos los dos. Cuando salimos a un pasillo más ancho aparecen Hermione y Ron por el pasillo paralelo, quedando los cuatro juntos de nuevo.

    Las dos nos asustamos al escuchar un sonido tras nosotras y al mirar vemos el humo negro convertirse en un mortífago enmascarado. Frente a Harry aparece otro.

    - ¡Desmaius! – exclama Harry apuntando con la varita al mortífago que desaparece.

    Comenzamos a correr tras Harry huyendo del mortífago a nuestra espalda.

    - ¡Desmaius! – oigo decir a la parejita tras de mí.

    Un mortífago, mitad humano mitad humo, se coloca junto a Harry para intimidarlo. Miro hacia atrás y veo a la castaña lanzar un hechizo que hace caer algunas bolas de cristal sobre el mortífago que nos persigue.

    - ¡Desmaius! – grita Harry al mortífago a su lado que lo lanza lejos y lo hace desaparecer.

    Llegamos a una intersección y nos asustamos al chocar con Ginny, Luna y Neville.

    Uno de los mortífagos, convertido en humo, se aproxima a nosotros a gran velocidad por el pasillo.

    - ¡Reducto! – exclama Ginny lanzando una potente energía por la varita que estalla intensamente al contacto con el mortífago. Seguidamente comienzan a caer bolas de cristal de las estanterías anexas al pasillo. Se produce el efecto dominó muy rápidamente, cayendo todas ellas como en cascadas. Neville coge la mano de Luna, que se ha quedado embobada mirándolas, y tira de ella para alejarla.

    - ¡Volver a la puerta! – nos grita Harry mientras corremos para alejarnos de la avalancha de cristal.

    Al llegar a esta la abrimos y caemos al vacío, pero no recibimos ningún impacto, sino que nuestros cuerpos se quedan flotando a unos centímetros del suelo. Acto seguido caemos esos centímetros hasta dar en el suelo. Nuestras respiraciones son agitadas debido a la maratón y a la caída libre. Harry aún sostiene la profecía intacta en la mano.

    - Departamento de misterios… El nombre le viene al pelo – suelta Ron mientras nos incorporamos y nos sacudimos la ropa.

    Miro a mi alrededor y puedo ver un montículo de roca, donde un arco de piedra en ruinas lo corona. A través de él puedo observar un velo traslucido moviéndose como al viento.

    - ¡Las voces! – dice Harry subiendo el montículo de roca hacia el gran arco en mitad de la sala. - ¿Entendéis lo que dicen? –

    - No se oyen voces, Harry – le dice Hermione a su espalda. – Salgamos de aquí –

    - Yo también las oigo – comenta Luna acercándose a Harry.

    - ¡Harry! Es solo un arco… - le insiste la castaña.

    - Yo no quiero oírlas…– les comento a los dos ya que yo también las oigo. – Estamos en la Cámara de la Muerte y ese es el Velo – les explico aproximándome a ellos, que ya están cerca del arco, y ambos me miran.

    - ¡Por favor, Harry! – suplica ahora Hermione asustada.

    - ¡Poneros detrás de mí! – nos indica Harry apuntando hacia arriba con la varita al escuchar la aproximación del peligro.

    Todos nos colocamos tras él, y los cinco magos apuntan sus varitas al igual que Harry.

    De la nada aparecen varios focos de humo negro que sobrevuelan sobre nuestras cabezas empujándonos e intentando agarrarnos.

    Intento espantarlos con las manos pero termino irremediablemente en el suelo. Cuando el humo desaparece veo a Harry hecho un ovillo y yo boca abajo junto a él. Nos incorporamos mirando hacia todos lados, intentando localizar al resto del grupo. Cuando los localizo, veo que cada mortífago tiene sujeto a uno de ellos, amenazándolos con la varita en el cuello. Me siento impotente y Harry también. Oigo la risa de un hombre aproximándose a nosotros.

    - ¿A caso creías… has sido tan inocente como para pensar…? - va diciendo Lucius caminando hacia nosotros. - ¿…que unos críos tendrían alguna opción contra nosotros? – termina de preguntar pasando por nuestro lado y mirando a Bellatrix que tiene en su poder a Neville. – Te lo voy a poner muy fácil… Potter - dice extendiendo la mano frente a Harry. – Dame la profecía ahora o contempla como mueren tus amigos – lo amenaza arrogante.

    - ¡No se la des Harry! – le grita Neville pero Bellatrix le sisea y aprieta su varita en la garganta del chico para hacerle callar.

    Harry resignado se la entrega lentamente a Lucius, el cual la eleva y la mira victorioso.

    - Ahora entrégame la otra profecía – le dice el rubio con una sonrisa maléfica.

    - Me dijo que solo quería esa profecía – le recrimina Harry señalando con la cabeza la bola que Malfoy sostiene en su mano mientras me empuja y me esconde tras él.

    - Te mentí… - le contesta con una sonrisa diabólica.

    Una fugaz luz blanca tras Lucius me informa que la caballería acaba de aparecer en escena. El rubio, al ver mi sonrisa ladeada se gira lentamente.

    - Deja en paz a mi ahijado y a su novia – le exige Sirius, dándole un puñetazo en la cara a Lucius que lo hace caer al suelo y provoca que la bola de cristal vuele por los aires hasta impactar en la roca al no ser atrapada por Malfoy.

    - Ella no es su novia sino la de mi hijo – le responde Lucius incorporándose muy cabreado por haber roto la profecía.

    Por todos lados aparecen luces blancas que hacen huir a los mortífagos, liberando a los chicos, y transformándose, al final, en los componentes de la orden: Nymphadora, Ojo Loco, Lupin y el Sr. Shackelbot. Uno de los mortífagos ataca a Sirius, el cual se protege y nos protege con su varita.

    - ¡Coge a Sophi! – le exige Sirius a Harry antes de agarrarlo de la sudadera y tirar de él.

    El moreno me agarra la mano y tira de mí al mismo tiempo, terminando los tres agachados y ocultos tras el arco. El resto de caballería esconde y protege a nuestros amigos de los ataques de los seguidores de Voldemort.

    - Ahora escúchame – le ordena Sirius muy serio a Harry. – Quiero que cojas a Sophi y a los demás y te largues de aquí –

    - ¿Qué? ¡No! Me quedo contigo – le dice Harry respirando alterado.

    - Harry, lo has hecho maravillosamente, pero ahora déjame terminar a mí – le exige su padrino.

    Lucius hace acto de presencia a este lado del arco y, sacando su varita, lanza un hechizo contra Harry que Sirius para.

    - Quédate tras de mí – me dice Harry mirándome de refilón para asegurarse que le obedezco.

    Oigo las risas de Bellatrix ir y venir por toda la estancia e incluso por encima de mi cabeza, ya que está convertida en humo negro. De pronto siento como me agarran fuertemente del cabello, tirando de él para incorporándome. Me arrastra por el montículo para alejarnos del combate que están desarrollando Lucius contra Sirius y Harry contra el Mortífago.

    - Desde aquí podrás ver mejor el duelo, muñequita - me dice Bellatrix tirándome del pelo hacia atrás, dejando mi cara enfocada hacia ellos. La tengo a mi espalda y siento su varita en mi cuello. – Observaras como Lucius acaba con Sirius y con el pequeño bebe Potter – me dice con toda la mala intención del mundo.

    - Mejor observa tú como Harry vence a tu amigo mortífago con un Expelliarmus, Sirius lo felicita diciéndole “Muy buena James” y Sirius despoja de su varita a Lucius arrojándolo después contra la pared – le pronostico lo que va a pasar.

    - ¡No! – grita cuando se cumple mi predicción.

    De pronto me suelta, sé que piensa hacer, así que cuando levanta la varita en la dirección de Sirius le agarro la muñeca para elevarla hacia el techo.

    - ¡No, bruja! No voy a dejar que mates a tu primo – le grito mientras forcejeamos.

    Dejo fluir mi yo macarra y le doy un puñetazo en la cara haciéndola caer de espaldas contra el suelo. La veo inconsciente, la he dejado KO y no se mueve. Me giro a mirarlos, padrino y ahijado, y me siento aliviada… lo he vuelto a conseguir.

    - ¡Avada Kedavra! – escucho tras de mí y me giró rápidamente para ver a la loca lanzando el hechizo desde lo alto de una roca.

    - ¡No! – grito tirándome a saco hacia la luz verde que sale de su varita.

    No llego a tiempo de interceptar la maldición y veo, impotente desde el suelo, como le ha dado a Sirius de lleno. Éste mira a Harry como despedida y Harry lo mira sin entender nada. El cuerpo de su padrino cae sobre el velo del arco absorbiendo su cuerpo y alma.

    El llanto desconsolado y los gritos desgarradores que de Harry emanan me hacen llorar amargamente. No tengo fuerzas ni de levantarme. Me siento una fracasada y me planteo para qué coño estoy aquí si no puedo evitar estas cosas. Harry es agarrado y consolado por Lupin y Nymphadora me abraza a mí arrodillada en el suelo.

    Veo a Harry deshacerse de los brazos de Lupin y salir corriendo.

    - ¡Mierda! – grito soltando a Tonks y, levantándome a toda velocidad, salgo corriendo detrás de Harry. Corro desesperada, las lágrimas no me dejan ver con claridad. Solo puedo escuchar mi corazón latiendo a mil por hora y la estúpida risa y cancioncita que va tarareando Bellatrix “Yo maté a Sirius Black” … ¡Perra!

    No sé cómo, pero he llegado hasta el gran vestíbulo del Ministerio.

    - ¡Crucio! – oigo que grita Harry blandiendo la varita en dirección a Bellatrix, la cual cae al suelo de bruces.

    Seguimos corriendo hasta llegar a ella y la cara de ira y rabia de Harry da miedo. La miro y ha puesto cara de cachorro herido, hasta gime como uno para darnos pena.

    - Tienes que desearlo, Harry… – se escucha como un murmullo a nuestro alrededor y miro hacia todos lados buscándolo. – Ella le ha matado… ¡Se lo merece!... Conoces el conjuro, Harry… - sigue susurrando esa voz, pero no soy capaz de verlo.

    De pronto Bellatrix se pone a reír y miro a Harry, para encontrarme un Voldemort medio humano medio humo muy cerca de él. Automáticamente doy un paso atrás, pero veo como se retira para materializarse tras nosotros.

    - ¡Hazlo! – le grita con voz chillona.

    Harry se vuelve y, al verlo, levanta rápidamente la varita, pero Voldemort es más rápido y con un conjuro no verbal lo desarma.

    - ¡Tan débil! – lo acusa despectivo. – No mereces tener la profecía contigo… – le dice mirándome a mí.

    De pronto aparece por una de las chimeneas Dumbledore.

    - Ha sido una imprudencia haber venido aquí, Tom – le dice el director varita en mano. – Los aurores están en camino –

    - Cuando lleguen yo me habré ido y tú… estarás muerto – lo amenaza Voldemort arrogante.

    Voldemort blande la varita para lanzar un conjuro y Dumbledore hace igual enviándonos antes a ambos de un empujón mágico hasta una esquina. Bellatrix se mete en una chimenea y desaparece tras el fuego verde. ¡Cobarde!

    Una lucha de rayos, rojo de Dumbledore y azul de Voldemort, inundan el vestíbulo, dejándonos a nosotros con la espalda pegada a la pared. Los rayos azules desviados van dando en los azulejos, rompiéndolos en pedazos, y cayendo sobre nosotros. Nos cubrimos la cabeza con las manos y los brazos, acurrucándonos juntos para protegernos mejor.

    De pronto Voldemort crea una bola de fuego salida de su boca y la lanza al aire, creando una gigantesca serpiente de fuego. Se ríe victorioso. La serpiente se lanza a atacar a Dumbledore que está delante nuestra y el miedo me invade completamente.

    No sé cómo ni en qué momento mis manos están extendidas frente a mí, formando una barrera de color azul plateado que nos envuelve a ambos.

    El director blande la varita como si de una espada se tratase y le da a la serpiente, la cual se retuerce desvaneciéndose. Es entonces cuando Dumbledore aprovecha el fuego para lanzárselo a Voldemort, el cual lo hace desaparecer frente a él con un movimiento de su varita.

    Mi barrera cae, y siento mi respiración muy agitada por el esfuerzo. Harry me mira asombrado y yo estoy estupefacta.

    - Esa niña debe ser mía – grita volviendo agitando la varita.

    Dumbledore es más rápido y saca el agua de la gran fuente redonda lanzándola con un movimiento de varita sobre Voldemort y envolviéndolo en una bola de agua.

    - ¡No Harry! – le grito cogiéndolo de la mano cuando se levanta para acercarse al director, que hace maniobras para mantener a su víctima dentro del circulo acuático.

    - ¡Quédate aquí! – me exige soltándome la mano y caminando hacia Dumbledore.

    El director lo ve tras él y vuelve a empujarlo mágicamente hacia mí, cayendo de nuevo al suelo. Ese movimiento lo ha desconcentrando lo suficiente para que Voldemort lo aproveche y salga de su encierro.

    El Sr. Tenebroso le lanza como una especie de arena negra que Dumbledore retiene con un hechizo de luz azul. Veo como el mago oscuro la vuelve a absorber para luego lanzar un estallido que hace saltar todos los cristales del Ministerio, cayendo sobre nosotros. Aquí estamos los tres, tirados en el suelo, e intentando que los cristales nos dañen lo menos posible. Cuando todo pasa me incorporo un poco y veo que me sangra una herida en la frente.

    No nos da tregua y atrae los cristales más grandes para después lanzarlos contra Dumbledore y Harry. El director crea una barrera que convierte los cristales en arena, su estado inicial. La arena nos invade y nos cubrimos para protegernos de ella.

    La sonrisa de Voldemort se desvanece cuando los ve levantarse sin dificultad. Veo como el mago oscuro desaparece convirtiéndose también en polvo.

    De pronto veo a Harry casi convulsionar, como si algo lo estuviera atacando por dentro, hasta hacerlo caer al suelo. Dumbledore lo mira y se va acercando a él lentamente, a diferencia de mí que me acerco corriendo, dejándome caer y resbalar por el suelo hasta llegar hasta él.

    Miro a Harry y sus ojos no son los de siempre, está poseído por Voldemort y eso me asusta.

    - ¡Has… has perdido viejo amigo! – le dice Harry con voz de ultratumba a Dumbledore.

    Veo a Harry retorcerse de dolor en el suelo y me siento inútil, no puedo hacer nada para aliviarlo… esta batalla la tiene que ganar él solito. Los ojos de Harry cambian de color según toma el control uno u otro.

    - ¡Harry! – le dice el director sin saber bien que hacer, al igual que yo.

    - ¡Enfréntalo Harry! ¡Es la única manera! – le animo doliéndome el alma al verlo retorcerse así.

    - ¡Harry! No se trata de vuestras semejanzas sino de vuestras diferencias – le dice muy acertadamente el director.

    Estoy acojonada, el pobre parece la niña del exorcista.

    - ¡Harry! – lo vuelve a llamar Dumbledore y sus ojos han vuelto a cambiar de color a los de Harry.

    Nuestros amigos aparecen y se quedan mirando atentamente la escena. Harry los ve y luego me mira para volver a gemir de dolor.

    - Tú eres el débil… y nunca sabrás lo que es el amor o la amistad… y siento lástima por ti – le dice Harry al Voldemort dentro de él.

    - ¡Muéstramelo! – se escucha decir a Harry con esa voz de ultratumba y esos ojos que no son los suyos.

    De pronto la mano de Harry me agarra por la nuca tirando de mí con fuerza hasta pegar sus labios a los míos. Este no es mi amigo, lo siento en su beso. No es como los dulces besos que me ha dado siempre. Este es agresivo y posesivo y me da miedo. Intento zafarme de su agarre, pero su fuerza es superior a la mía y no consigo separarme ni un centímetro. Hago de tripas corazón y le sigo el beso, convirtiéndolo en un beso suave y dulce. Noto como se deja llevar por esa sensación durante unos minutos para luego soltarme de golpe, haciéndome caer de culo hacia atrás.

    Harry se retuerce, quedando boca arriba. Una especie de cortina de arena muy fina nos envuelve, dejando fuera a Dumbledore. Voldemort sale de su cuerpo en forma de arena negra para materializarse de pie frente a nosotros.

    - Eres un necio, Harry Potter… y lo perderás todo – lo amenaza Voldemort con desdén. – Empezando por ella… mi dulce y exquisita profecía – le dice a mi amigo mirándome y avanzando hacia mí con una sonrisa dibujada en su rostro.

    - ¡NO! – le grito cuando me agarra la muñeca y tira de mí, arrastrándome por el suelo mientras pataleo y me retuerzo para liberarme.

    El mago oscuro mira alertado hacia las chimeneas en cuanto se encienden, dando paso al Ministro Fudge, al Sr. Dawlish y a Percy, entre otros. Aprovecho la distracción para dar un fuerte tirón de mi muñeca y soltarme de mi opresor. Fudge se queda pasmado mirando a Voldemort, el cual me mira furioso y desaparece en un torbellino de arena fina.

    - ¡Ha vuelto! – dice Fudge atónito y muy asustado.

    Dumbledore se agacha ante Harry, que sigue estático en el suelo, y todos los adultos del ministerio se acercan para ver al chico inconsciente en los brazos del director. Nymphadora y Lupin se aproximan a mí para ayudarme a levantarme.

    - ¿Estas bien? – me pregunta ella.

    - Si, gracias – le respondo con una sonrisa mientras me limpio un poco la arena de la ropa con la mano.

    - Esa brecha en la frente dice lo contrario - me recuerda Lupin tocándola e intentando analizar su gravedad.

    - ¡Sophi! ¡Estás bien! ¡Creí que te llevaría con él! – me dice Hermione al llegar corriendo para abrazarme.

    - ¡No, tranquila! El Ministro lo ha asustado y a huido – le digo aun abrazándola.

    - Has tenido mucha suerte pequeña… ha estado a punto de atraparte – me recuerda Ojo Loco acercándose a nosotros. El solo hecho de pensarlo me provoca un severo escalofrío.

    En pocos minutos estamos rodeados de periodistas y fotógrafos. Me retiro rápidamente del tumulto de gente junto con Hermione, Ron, Neville, Luna y Ginny, quedándonos en una esquina. Los componentes de la Orden están junto a nosotros protegiéndonos de los pocos periodistas interesados en alguien que no sea Harry. Puedo ver como lo fotografían mientras aún sigue inconsciente y también cuando se recupera.

    Después de suficientes flashes, Dumbledore pasa su brazo por los hombros del chico para sacarlo de allí, su aspecto no es nada bueno.

    - ¡Vamos! – me dice el director al llegar hasta nosotros y me agarra como a Harry. – Volvamos a la escuela… hay que curar esas heridas – nos dice serio.

    El resto de integrantes de la Orden nos acompañan escoltando a nuestros amigos. El fuego verde de la chimenea nos traslada, por fin, a un lugar seguro… Hogwarts.
     
  17. Threadmarks: Capítulo 19: Hermanos para siempre
     
    Andromeda

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    Capitulo 19 - Hermanos para siempre.jpg

    Veinticuatro horas… es lo que la Sra. Pomfrey nos ha hecho permanecer en la enfermería.

    Harry tiene algunos cortes en la mejilla y yo una larga brecha de la frente. Nos ha puesto unos emplastes que apestan mogollón, pero que casi nos han curado las heridas.

    Luna tiene un hematoma en la sien y Ron un ojo morado. A ambos les ha puesto unos emplastes diferentes a los nuestros y el color morado ha pasado a ser amarillo, significado de una rápida curación.

    Ginny tiene una fractura de tobillo y Neville la nariz rota. A los dos les ha reparado los huesos y el dolor ha remitido. Hermione topó con una maldición y ha tenido que tomar una poción para remitir los efectos.

    Harry está muy triste por la pérdida de Sirius y se me parte el corazón verlo así. Mi tía no para de abrazarme cada vez que piensa en que me podía haber llevado el Sr. Tenebroso y a los chicos los mira con cara de preocupación cuando piensa que podían haberlos matado. Se enfada porque hayamos ido solos a enfrentarnos con Voldemort, pero al mismo tiempo está muy orgullosa de todos nosotros.

    Esta mañana me he despertado ya en mi cama, y me he colocado el uniforme para bajar a desayunar con las chicas. Harry y Ron ya están comiendo cuando hemos llegado y nos hemos sentado junto a ellos. Bueno, en realidad solo engulle Ron, mi amigo apenas ha probado su tazón de cereales. Sigue desolado por la muerte de su padrino y ya no sé cómo sacarlo de ese pozo de tristeza en el que lo han zambullido.

    - ¡Lo siento mucho Harry! – me disculpo y él me mira triste. – No pude salvarlo -

    - Sabias que pasaría y por eso quisiste venir… Él era ese algo tan importante que tenías que intentar solucionar, ¿verdad? – me pregunta y yo asiento lentamente con la cabeza. – Quisiste hacer lo mismo que con Cedric – me recuerda.

    - Pero no pude… Bellatrix me engañó. Pensé que la había dejado inconsciente… - le digo afligida.

    - Tranquila… lo sé. Te vi lanzarte hacia la maldición para pararla – me explica y lo miro asombrada. – Nos hemos esforzado tanto para nada… -

    - Para nada no, Harry – le digo mirándolo a los ojos. – Malfoy está detenido y el Ministro por fin ha abierto los ojos… sin contar el derechazo que se ha llevado esa bruja… ¡Qué bien me sentó! – le digo pensativa.

    Harry apoya su cabeza contra la mía y nos quedamos así unos segundos.

    - Vamos Brother, dame una pequeña sonrisa – le susurro a Harry colocando mi cabeza en su hombro y abrazando su brazo.

    - Brother… - dice en un susurro. - ¡Qué más quisiera yo! – me susurra mostrándome una leve sonrisa.

    - Pues hagámoslo – le susurro mirándolo a los ojos.

    - ¿Qué? – me pregunta confuso.

    - Convirtámonos en hermanos… hermanos de sangre – le aclaro y veo como brillan sus ojos. - ¿Confías en mí? – le pregunto en un susurro.

    - Siempre – me responde bajito.

    - Esta noche… lo haremos esta noche – le susurro sonriendo y él sonríe abiertamente por fin. – Ahora come – le indico señalando su tazón con la mirada y, obediente, comienza a comer animado.

    - ¿Qué le has dicho para que sonría así? – me susurra Hermione a mi lado.

    - Voy a hacer por él algo que necesita y está deseando – le susurro también y la castaña me mira con los ojos muy abiertos.

    - ¿Lo vais a hacer? – me susurra pasmada.

    - Esta noche – le indico sonriendo.

    Sé que está siendo mal pensada, pero no voy a sacarla de su error, no quiero darle explicaciones por si no sale bien mi plan. Si no resulta… ¡mala suerte! Pero si tenemos éxito, ya se lo contaremos a Hermione, a Ron y a mi tía. Supongo que a Dumbledore también.

    - ¿Estás segura? ¿Crees que Harry es el chico adecuado? – me insiste en un susurro.

    - ¡Totalmente! No hay nadie más adecuado que él – le contesto convencida.

    Hermione comienza a comer despacio, muy pensativa, y luego sonríe. Yo me pongo la leche y los cereales en mi tazón y empiezo a desayunar.

    - ¿Habéis visto el Profeta? – nos pregunta Ron quitándoselo a Ginny de las manos para mostrárnoslo. - ¡Au! – se queja cuando la pelirroja le da una colleja molesta y se lo quita.

    Ginny nos ofrece el periódico amablemente para después, sacarle la lengua a su hermano para chincharlo. Lo acepto y, colocándolo frente a mí, los tres leemos los titulares:

    El Profeta

    Dumbledore y Potter exculpados

    ¿Dimitirá el Ministro?

    Umbridge cesada temporalmente

    El que no debe ser nombrado ha vuelto

    El director de Hogwarts readmitido

    - No dice nada sobre Malfoy – nos indica Ron.

    - Ya veo - le digo mientras miro los titulares. – Seguramente lo han encubierto por Draco, para que se entere por su madre cuando vuelva mañana a casa – les doy mi teoría. – El Sr. Fudge es muy amigo de la familia… - les confirmo mirándolos y ellos asienten.

    Cuando salimos del gran salón, nos dirigimos a nuestra sala común para recoger lo necesario para la última clase de pociones. Vemos como el Sr. Filch coloca ya los últimos cuadros en la pared y nos mira con disgusto cuando nos dirigimos al aula.

    Me da pena que ya sea el último día de clases y que mañana todos los alumnos se marchen a sus casas de vacaciones. Volveré a quedarme sola en Hogwarts hasta que me vaya con mi tía a la casita de campo.

    Cuando entramos en clase todos nos sentamos en nuestros sitios, el mío, junto a Seamus.

    - ¿Dónde has estado? No te he visto en un día y medio… - me asusta la voz de Draco en mi oído y los nervios se apoderan de mí de golpe.

    - He estado muy liada – le miento mirando mi libro sobre la mesa para no tener que enfrentar sus ojos.

    - ¿Liada?... Me han dicho que has estado en la enfermería con Potter y sus estúpidos amigos porque estabas herida… ¿Estas bien? ¿Qué te ha pasado? – me pregunta agarrándome del mentón y girándome la cara para que lo mire.

    Me quedo helada al ver sus preciosos ojos que me miran fijamente para luego revisar mi cara en busca de alguna señal de lesión. Siento sus suaves dedos retirar mi pelo de la frente, dejando a la vista la cicatriz. El corazón se me para unos segundos al ver su expresión y rezo para que no haga más preguntas. El profesor Snape entra como siempre, como una exhalación, colocándose frente a la clase. Eso hace que Draco se vaya a su sitio, no sin antes susurrarme un “hablamos luego” que me hace estremecer.

    - Como bien sabrán, hoy es el último día de clase… y eso significa que me toca entregar el pergamino de calificaciones – nos dice todo serio y un pequeño revuelo se percibe en el aula por el nerviosismo de los estudiantes. - ¡Silencio! – exclama Snape molesto y se hace un silencio sepulcral.

    Se acerca a su escritorio y coge uno a uno los pergaminos enrollados, pronunciando el nombre y apellido de cada uno de los alumnos.

    Cuando llega mi turno me levanto de mi taburete y me acerco nerviosa hasta Snape, el cual me entrega mi pergamino y creo vislumbrar una fina sonrisa en su rostro. Me encamino hacia mi sitio y lo abro para ver el motivo de su sonrisa.




    Calificaciones 5 Curso: Sophia Queen

    - Adivinación: (E) Extraordinario

    - Defensa contra las Artes Oscuras: (E) Extraordinario

    - Pociones: (S) Supera las Expectativas


    - ¡Mierda! Snape no me ha puesto Extraordinario… seguro que es porque no soy bruja – pienso frustrada.

    - ¡Déjame ver! – me dice Draco quitándome el pergamino de la mano.

    - ¡Devuélveme eso! – me quejo molesta y él me desafía sonriendo de lado.

    - ¡Vaya! Mi chica es una empollona – me suelta mirando las calificaciones para luego mirarme a mí.

    - Devuélveme el pergamino o te lo hago tragar – le digo enfadada.

    - ¡Uhhh! La gatita ha sacado las uñas de nuevo – se burla riéndose con sus amigos. – ¡Venga! ¡Hazlo! Estoy deseando quedarme a solas contigo en esta aula y terminar lo que empezamos en el primer castigo – me susurra acercando su mejilla a la mía.

    Le doy un empujón hacia atrás para apartarlo y le quito el pergamino de un tirón para salir escopeteada hacia mi sitio. Al sentarme es cuando me doy cuenta de cómo me tiembla el cuerpo por su cercanía y sus insinuaciones.

    Miro a los chicos para pensar en otra cosa y veo a Ron con la cabeza entre las manos y apoyando los codos en la mesa… mal asunto. Hermione tiene la cabeza muy alta, como siempre… ósea, que tiene todo Extraordinario. Hecho un vistazo a Harry que me mira y encoge los hombros… lo que significa que tiene un poco de todo para variar.

    - ¡Enséñamelo! – le digo bajito al moreno y me enseña el pergamino.

    - ¿Insatisfactorio, Harry? ¿En Adivinación? – le pregunto bajito sorprendida.

    - No se me da bien… para eso ya te tengo a ti – me suelta bajito y sonríe. Le pongo los ojos en blanco como respuesta.

    Historia de la Magia ya sabía que le quedaría… poco aprenderá si se duerme en clase.

    Veo a Draco frente a los chicos que está haciendo algo con las manos. Cuando termina veo que es una pajarita de papel y mirando que Snape no lo vea, la hace volar hasta mí. La cojo al vuelo y la desdoblo para leer lo que pone.

    Pajarita de papel





    Nos vemos esta noche

    en la torre de Astronomía

    DM


    Está claro que él no pregunta las cosas… las ordena. Levanto la cabeza y veo que me está mirando, así que niego con la cabeza y veo como se borra su sonrisa de la cara. ¡Pobrecillo! no sabe aún lo de su padre, y en cuanto se entere de que ha sido detenido y llevado a Azkaban, me va a odiar por haber estado allí cuando pasó.

    El resto de la clase la pasamos leyendo ya que no daremos materia nueva y el profesor nos quiere en silencio. Miro por encima de mi libro y veo a Harry y a Ron tapándose las caras con los libros para poder hablar sin que Snape los vea. Hermione lee muy concentrada mientras Neville, a su lado, lee un libro de Herbología escondido tras el libro de pociones. Miro a Draco el cual, al estar de espaldas a Snape, no tiene problema en mirarme fijamente. Siento las mejillas que me arden por la intensidad de su mirada y bajo la vista al libro para deshacerme de ella. No lo consigo.

    Cuando termina la clase me levanto rápido y le digo a Harry que nos vemos luego en el comedor, ya que tengo las ultimas clases con el profesor Collins. Él también me tiene que entregar las notas de las asignaturas que realmente me servirán para el futuro.

    Salgo de la clase echando chispas, pero a medio pasillo una mano me agarra del hombro y me hace girar sobre mi misma.

    - Sabes que no acepto un NO por respuesta. Esta vez vendrás a la Torre de Astronomía, aunque tenga que ir a buscarte y llevarte a rastras – me dice mi rubio con una mirada penetrante que me derrite.

    - De acuerdo – le digo para tranquilizarlo. - Después de la cena – lo cito y él sonríe triunfador.

    Me agarra de la nuca y me da un beso muy tierno que me desarma para luego soltarme y marcharse en dirección contraria. Expulso de golpe el aire retenido para intentar controlar mi cuerpo de nuevo.

    Una vez llego a mi aula el profesor Collins me está esperando. Me entrega el boletín de notas donde el resultado es similar al de las del pergamino, Notable y Excelente. El resto del tiempo lo pasamos viendo videos de YouTube y jugando online. Es curioso ver al profesor con su ordenador frente a mí, matando zombies y comentando conmigo las jugadas a realizar para que no nos maten. ¡Me parto!

    Tras la comida nos reunimos con Hagrid en su casa, tomamos el té, comentamos lo ocurrido en el Ministerio y los tres se despiden del gigante hasta el próximo curso.

    Cuando salimos nos separamos de Hermione y Ron con la excusa de que Harry y yo tenemos algo que hacer y que nos vemos en la cena. La castaña me mira y sonríe algo nerviosa, ni que fuera ella la que va a realizar un encantamiento peligroso… ¡Ay, no! ¡Que ella cree otra cosa!

    Cojo la mano de Harry y lo arrastro prácticamente por el castillo hasta llegar a la puerta del despacho del profesor Snape.

    - ¿Qué hacemos aquí? – me pregunta Harry confuso frente a la puerta.

    - ¿Confías en mí? – le pregunto.

    - En ti SI… en él NO – me dice el moreno con cara de preocupación.

    - Es mi mejor opción – le digo apretando su mano con fuerza y él asiente.

    Llamo a la puerta y espero unos segundos hasta que escucho un “adelante”. Abro la puerta y asomo la cabeza.

    - Buenas noches profesor… ¿Está ocupado? – le pregunto sonriente.

    - Si – me contesta seco y sin mirarme desde detrás de su escritorio.

    - ¿Puedo robarle unos minutos? – le insisto.

    - No – me responde igual de amable.

    - Vale – le digo abriendo la puerta y entrando llevando a Harry de la mano, el cual está un poco asustado.

    - Queda claro que la palabra “NO” no está en su diccionario, Srta. Queen – me dice irónico mirándome.

    - Sí que está, pero a veces hago oídos sordos – le digo arrugando la nariz para enfatizar lo que digo. Snape pone los ojos en blanco como respuesta.

    - ¿Qué desea Srta. Queen? – me pregunta condescendiente mirando a Harry con curiosidad.

    - Su ayuda – le digo y me mira confuso. – Queremos hacer un pacto de sangre – le confirmo y su expresión se vuelve tensa.

    - No podéis – me dice tajante poniéndose de pie de golpe. – Ese hechizo es peligroso – nos advierte.

    - Lo sé… por eso necesitamos su supervisión – le insisto. – Queremos tener ese vínculo fraternal que proporciona el hechizo… ser hermanos de sangre –

    - ¿Por qué quieres unir tu vida de esa forma con el Sr. Potter? ¿No te basta con que seáis… amigos? – me pregunta con cara de asco.

    - ¡No me basta!… ¡No nos basta! – le contesto molesta. – Los dos somos huérfanos… los dos perdimos a nuestros padres a manos del mismo mago psicópata desquiciado. Eso crea una extraña unión, la cual sentimos desde el primer minuto en el que nos conocimos. Nos necesitamos, no solo como amigos, sino como familia… como hermanos – le explico dejando mi corazón en la argumentación.

    - ¡Conmovedor! – me dice sarcástico mirándome a los ojos. - Pero mi respuesta sigue siendo NO –

    - ¡Vale! La haremos nosotros por nuestra cuenta – le digo dándole la espalda y tirando de Harry hacia la puerta. – No te preocupes Harry, se cómo es el hechizo… vi a Dumbledore hacerlo cuando era joven – le digo lo suficientemente alto como para que Snape me oiga.

    - ¿Dumbledore? – me pregunta interesado y yo le guiño el ojo a Harry. Él sonríe. - ¿Y porque no habéis acudido a él para proponerle semejante estupidez? –

    - Porque Dumbledore lo realizó de adolescente con su amigo y la cosa no salió bien. No nos dejará hacerlo por miedo a que pase lo mismo – le explico dándome la vuelta y enfrentándolo.

    - No desistirás de tu empeño, ¿verdad? – me pregunta serio después de unos segundos callado.

    - Ya me conoce – le digo sonriendo.

    - ¡Esta bien! Os ayudaré – exclama viniendo hacia nosotros como una exhalación, varita en mano. – Haréis lo que yo os diga sin rechistar – nos indica y ambos asentimos con la cabeza. - Sr. Potter póngase frente a la Srta. Queen – nos ordena y obedecimos.

    Una vez estamos frente a frente miro a Harry y lo veo muy nervioso, tanto como yo.

    - ¿Estás seguro que quieres hacer esto? – le pregunto por si se quiere echar atrás.

    - Si… lo estoy – me dice convencido y aprieta mi mano como confirmación.

    - ¡Bien! Las palmas de las manos hacia arriba – nos ordena mirando nuestras manos no unidas.

    Nos miramos a los ojos y decididos, lo hacemos.

    - ¡Sectumsempra! – susurra Snape, casi inaudible, y haciendo un movimiento con su varita sobre nuestras palmas extendidas.

    - ¡Au! – me quejo mirando al profesor con los ojos muy abiertos y cara de pánico al sentir el dolor en mi mano. Harry ha hecho un sonido de dolor, pero menos audible que el mío.

    .- ¿Sucede algo Srta. Queen? – me pregunta mirándome mientras nuestras palmas sangran.

    - ¡Ese hechizo es muy peligroso! – le digo empezando bajito y subiendo el tono hasta casi gritarle.

    - Lo sé… lo inventé yo. Por eso lo controlo bien – me dice prepotente y Harry nos mira sin entender nada. – Ahora juntar vuestras manos - nos ordena.

    Coloco mi mano en vertical frente a Harry y él me imita, uniendo así, las palmas ensangrentadas.

    Lo escucho murmurar muy bajito una especie de hechizo que, como es obvio, yo no conocía y por eso lo necesitaba.

    - Ahora decid al mismo tiempo el pacto que queréis – nos indica serio.

    Harry y yo nos miramos a los ojos y, tomando aire, hablamos a la vez.

    - ¡Hermanos para siempre! – exclamamos al unísono.

    Veo atónita como dos gotas de sangre, una de Harry y otra mía, se elevan en el aire y se unen, convirtiéndose en una sola. A su alrededor se va formando una especie de vial de plata que guarda la gota de sangre unificada.

    - El pacto ha sido completado correctamente y el vial es imposible de destruir – nos dice cogiéndolo y entregándomelo.

    - ¡Genial! – le digo soltando la mano sana de Harry y cogiendo el vial.

    Snape coge mi muñeca, colocando mi palma sangrante hacia arriba y hace lo mismo con la de Harry.

    - ¡Vulnera sanentur! – exclama bajito pasando la varita por encima de nuestras manos. La sangre se reduce hasta que la herida se cierra totalmente, como si nunca hubiéramos tenido un tajo en ella.

    Miro el vial y luego a Harry, el cual me mira emocionado y me lanzo a sus brazos, obteniendo un fuerte abrazo por su parte y un beso en la mejilla.

    - Veo que les hace muy felices la estupidez que acaban de hacer – nos recrimina Snape. – ¡Ahora fuera! – nos ordena girándose y caminado hacia su escritorio.

    Lo miro y me encojo de hombros. Harry me mira y se ríe. Nos cogemos de la mano y nos dirigimos a la puerta del despacho.

    - ¡Buenas noches profesor! – me despido de Snape mientras Harry abre la puerta.

    - Buenas noches profesor y gracias! – le dice Harry y Snape levanta la cabeza de su libro para mirarnos y asiente con la cabeza.

    Salimos de su despacho más felices que unas perdices y nos dirigimos hacia el gran comedor para reunirnos con los demás. Ya puedo contarle a Hermione lo que realmente acabamos de hacer.
     
  18. Threadmarks: Capítulo 20: Regalo de despedida
     
    Andromeda

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    Capitulo 20 - Regalo de despedida.jpg

    - ¿Qué ha pasado? ¿Lo habéis hecho? – me pregunta bajito Hermione cuando me siento en el sitio que me ha reservado a su lado en la mesa.

    - Si… ya somos hermanos – le confieso feliz.

    - ¿Qué? ¿Hermanos? – me pregunta y me mira con cara de confusión.

    - Un pacto de sangre – le digo mostrándole por debajo de la mesa el vial.

    - ¿En serio? – me mira con los ojos como platos. – Ese hechizo es muy peligroso – me dice asustada.

    - Lo sé… por eso tuvimos ayuda de un adulto – le digo guardando el pacto.

    - ¿Dumbledore? ¿La profesora McGonagall? – me pregunta curiosa.

    - No y no… Ya se lo contare más adelante y por cierto… esto que no salga de aquí. Confío en ti – le digo y ella asiente con la cabeza.

    Cuando terminamos de comer salimos del salón y nos dirigimos a nuestra sala común.

    - Tengo que hacer algo… nos vemos luego – les digo a los tres y Hermione y Ron asiente y traspasan el cuadro de la señora gorda.

    - ¿Dónde vas? – me pregunta Harry preocupado cuando estamos solos.

    - ¿Ya vas a empezar a controlarme, hermanito? – le pregunto irónica y él sonríe contento. – ¡Eres un cielo! – le digo mientras le doy un abrazo correspondido.

    - Tengo que despedirme de Draco… si no voy a la cita vendrá a buscarme y me llevará a rastras – le digo sonriendo divertida.

    - No puedes contarle… - me previene Harry.

    - Lo sé… lo sé… tranquilo. Eso es algo que tiene que hacer su madre – le recuerdo moviendo las manos para que se calme.

    - ¡Vale! Pero ten cuidado con él… es un mal bicho – me indica.

    - Lo es… pero es mi mal bicho – le digo poniendo el dedo índice sobre mis labios para que guarde el secreto mientras camino lentamente hacia atrás para irme. Harry sonríe y se va tras el cuadro.

    Me encamino hacia la Torre de Astronomía, un lugar al que nunca he ido antes, y he tenido que pedir indicaciones a mi GPS (Hermione Granger) para llegar.

    Una vez llego a la torre, compruebo detenidamente que no hay nadie, cosa que me cuesta un poco debido a la poca visibilidad que hay por la escasa luz que entra de fuera. Está todo a oscuras y la única luz que ilumina la sala es la de la luna. Una vez mi vista se acostumbra a la oscuridad puedo ver un poco el suelo de madera, con unas líneas que simulan un reloj solar. En el centro del suelo hay una especie de circunferencias metálicas simulando un sistema solar y en el techo hay otro más grande. Tiene como tres balcones donde se puede observar perfectamente el cielo.

    Un escalofrío se apodera de mí al asomarme al balcón por donde Dumbledore caerá el próximo año muerto a manos de Snape.

    - ¡Ah…! – grito al sentir como una mano me agarra por la cintura. Automáticamente otra mano ahoga mi grito pegándola a mi boca.

    - ¡Shhh! No grites… soy yo – escucho decir a Draco en mi oído, pero los latidos de mi corazón no aminoran. - ¡Has venido! – me susurra de nuevo sin quitar su mano-mordaza.

    Siento su aliento rozar mi cuello y como su mano deja mi boca para bajar hasta mi garganta. Me la sujeta con firmeza, haciendo que mi cabeza este un poco inclinada hacia atrás. Un beso húmedo en mi cuello me provoca escalofríos, que se van intensificando con cada contacto de sus labios sobre mi piel.

    - Si… Tenemos que hablar – le informo agarrando la mano que tiene en mi cuello para que me suelte.

    - Yo no he venido a hablar – dice sobre mi piel sin dejar de besarme.

    - Pues yo sí – le digo girando sobre mi misma para enfrentarlo y consiguiendo que saque su cabeza de mi yugular.

    - Pues no quiero hablar – me dice sonriendo para luego lanzarse a por mis labios.

    - En serio, Draco, tenemos que hablar – le digo haciéndole la cobra y empujando su pecho con mis manos.

    - ¡Vamos! Hoy es el último día de clases y ya no voy a poder verte todos los días – me dice mirándome molesto.

    - ¡Escúchame atentamente! – le digo sujetándolo por la mandíbula y él sonríe divertido. - ¡Es importante! – intento enfatizar para que me tome en serio, pero no lo consigo.

    Sin previo aviso acerco mis labios a los suyos y le doy un suave beso que corresponde de manera automática. Sus dos manos están ahora en mi cintura, pegándome a su cuerpo con necesidad. Siento la falta de aire en cuanto se apodera de mi boca con su lengua, dominando la mía. Me dejo llevar y lo dejo hacer, cosa que me provoca una oleada de mariposas en la entrepierna.

    - ¡Para y escúchame! – le digo casi sin aliento, después de empujarlo y separarme de sus labios.

    - Ahora ya tienes toda mi atención - me dice jadeante y juguetón, con esa sonrisa tan típica suya.

    Me armo de valor y mido mis palabras.

    - Este verano va a ser muy duro para ti – comienzo a decirle y me mira extrañado. – Tu tía Bellatrix está instalada en tu casa –

    - ¿Cómo sabes tú eso? – me pregunta confuso.

    - Lo sé… escúchame, por favor – le insisto. – Ella te va a enseñar Oclumancia y hechizos no verbales… aprende al máximo todo lo que te enseñe, será de gran importancia que lo hagas – le advierto.

    - ¿Me estás diciendo que voy a recibir clases particulares de mi tía? – me pregunta incrédulo.

    - Algo así – le contesto y él sonríe – La Oclumancia será fundamental para esconder tus pensamientos de cualquier mago capaz de usar la Legeremancia… sobre todo de Voldemort – le suelto nerviosa y el rubio me mira serio.

    - ¿Por qué iba el Sr. Tenebroso a querer leer mi mente? – me pregunta algo nervioso.

    - Para llegar a mí – le digo seria y él me mira perplejo.

    - No quiero que te haga daño – me dice asustado.

    - Pues ocúltame en tu mente y me salvaras – le digo mirando fijamente sus preciosos ojos grises.

    - Aprenderé lo que sea necesario para mantenerte a salvo – me dice abrazándome fuertemente.

    - Lo sé – le respondo acurrucada en su pecho.

    Siento un dulce beso en mi cabeza y esa muestra de afecto es lo que me indica que realmente siente algo por mí, que no es solo atracción sexual.

    - ¡Ven! – me dice soltándome y llevándome de la mano hasta el siguiente balcón.

    Me coloca mirando hacia el exterior, frente a la barandilla, y lo siento a él tras de mí, rodeando mi cintura con su brazo.

    - ¡Stella corusco! – exclama mientras hace un movimiento con la varita.

    De pronto se ven las estrellas brillar con mucha intensidad en la inmensa oscuridad de la noche.

    - ¡Dios mío! ¡Es precioso! – le digo girándome para mirarlo emocionada.

    - ¿Te gusta? – me pregunta sonriendo. – Pues mira esto… ¡Stella cascadia! – exclama moviendo de nuevo su varita.

    Miro emocionada una lluvia de estrellas tan bonita y mágica que se me saltan las lágrimas. Apoyo mi cabeza en su pecho y él me termina de rodear mi cuerpo con su otro brazo.

    - Quería regalarte esto como despedida – me dice y se me encoge el corazón de ternura. Esta parte suya es la que quiero que muestre más, en vez de la de matón.

    Nos quedamos así durante media hora, contemplado la maravillosa lluvia de estrellas que me ha regalado.

    - Es tarde… tengo que irme – le digo separándome de él.

    - Quedémonos un poco más – me suplica y yo le niego con la cabeza.

    - Tienes que terminar de prepararlo todo para tu marcha mañana – le insisto mientras camino tirando de su mano para salir de la sala.

    - No quiero irme – me dice con una expresión triste mientras vamos por los pasillos del castillo.

    - Sí que quieres… te mueres por ver a tu madre – le digo y él me mira y sonríe.

    Me acompaña hasta mi sala común y se despide con un tierno beso. ¡Cuánto voy a echar de menos a este Draco Malfoy! Espero que mi jugada salga bien y realmente me oculte de Voldemort… sino es así, estaré jodida y el próximo curso, cuando nos veamos, será un verdadero infierno.


    A la mañana siguiente me despierto bastante triste, pero decido animarme acompañando a mi hermano y a mis amigos hasta la estación. Me pongo los tejanos, una camiseta lila de manga larga y la chaqueta tejana.

    Después de desayunar nos dirigimos a los carruajes que nos llevan hasta el bosque, cerca del andén. Nos bajamos y caminamos hacia el tren con el resto de alumnos. Cada uno lleva una mochila de mano, ya que el resto del equipaje ya se ha encargado de subirlo al tren el personal especializado en ello.

    Harry me lleva de la mano y nos acercamos a Hermione y Ron que van por delante nuestro.

    - He estado pensando en algo que me dijo Dumbledore – nos dice Harry pensativo una vez colocados entre la parejita.

    - ¿Y qué es? – le pregunta Hermione.

    - Aunque nos queden muchas batallas por librar… tenemos algo que Voldemort no tiene – dice mi hermano mirándome.

    - ¿Si? – le pregunta Ron expectante.

    - Algo por lo que merece la pena luchar – responde Harry y todos lo miramos dándole la razón.

    Llegamos al andén y me despido de Ron con un fuerte abrazo y de Hermione igual, pero añadiendo un beso en la mejilla.

    - Escríbeme – le pido a la castaña que sonríe con los ojos cristalinos.

    - Tú también – me dice y yo asiento con la cabeza con los ojos igual que ella.

    - Lo haré… igual nos podemos ver como el año pasado – le digo animada.

    - Cierto. Si vas a Londres no dudes en buscarme – me dice sonriendo.

    - Lo haré – le digo y nos volvemos a abrazar.

    La dejo irse con Ron, que suben al tren sin esperar a Harry.

    - Bueno… otro verano más en casa de mis adorables tíos – me dice irónico mi hermano todo resignado.

    - Es lo que hay hasta que seas mayor de edad – le digo encogiéndome de hombros y el me imita. - ¡Toma! – le digo entregándole unas llaves.

    - ¿Y esto? – me pregunta sorprendido.

    - Son las llaves de la casa de Notting Hill – le digo sonriendo. – Cuando te quieras escapar de tus tíos, ve a casa y desconecta. Yo solo he ido con mi tía para echarle un ojo… no me atrevo a ir sola después de lo que pasó, a pesar de que tiene un hechizo de protección para que no vuelva a entrar un mortífago en ella – le explico algo triste y él me coge la mano como consuelo. - Hay una señora que va a limpiar una vez al mes estando cerrada, así que no hay problema –

    - Estaremos en contacto cada día por el móvil y si voy a tu casa, te lo diré para que me acompañes – me dice dándome un abrazo que correspondo.

    - Esa ahora también es tu casa – le confirmo mirándolo a los ojos. - ¡Cuídate Harry! Ten mucho cuidado… no podemos bajar la guardia – le advierto y él asiente.

    Lo veo subir al tren y me siento como si me arrancaran un trozo del corazón.

    - ¿No hay despedida para mí? – me pregunta Draco en el oído.

    - Por supuesto – le contesto girándome para enfrentarlo. - ¡Buen viaje Malfoy! – le digo sonriendo pícara.

    - ¿Sin abrazo como a Potter o besito como a Granger? – me pregunta haciendo pucheros.

    - ¿Me estas acosando, Malfoy? – le pregunto levantando una ceja.

    - ¡Que no te quepa duda, Queen! – me dice agarrándome por la nuca para acercarme a sus labios.

    El beso que me da me hace estremecer, tan dulce, tan suave... Percibo ese aroma tan embriagador e intento retenerlo en la memoria. Las mariposas de mi estómago revolotean ansiosas, y mi corazón late velozmente porque no quiere que se vaya. Mi cuerpo me traiciona, lo quiere junto a él todo el tiempo, pero mi mente me advierte que me tengo que mantener alejada de él, que es peligrosa su cercanía. A ver si con la separación de estos tres meses mi cuerpo lo olvida como quiere mi cerebro.

    Me separo de él y me dedica una mirada penetrante antes de girarse y subirse al tren. El sonido del silbato indica la salida inminente y veo como poco a poco se aleja de la estación. Me quedo sola en el andén, con el corazón fracturado por la despedida de mis amores.
     
  19. Threadmarks: Capítulo 21: Clases particulares
     
    Andromeda

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    Capitulo 21 - Clases particulares.jpg

    Segundo día de vacaciones y ya me quiero morir. Hogwarts esta desolado, solo los fantasmas pasean por los pasillos del castillo además de mí, que camino hacia el comedor para desayunar. Me siento en la mesa de profesores como cada verano ya que son pocos los que quedan aún. Mi tía dice que nos iremos a la casa de campo en una semana, así que intentaré distraerme leyendo, hablando con Myrtle en el baño de la segunda planta, viendo Netflix, tomando el té con Hagrid y hablando por WhatsApp con Sahra y Harry.

    - Ven a mi despacho en cuanto termines de desayunar – me ordena Dumbledore en cuanto se levanta de la mesa.

    - Vale… - le digo extrañada debido a la mirada que me ha lanzado.

    Salgo del gran comedor y me dirijo a su despacho, recorriendo el castillo hasta llegar al grifo. Subo las escaleras después de decir la contraseña y llamo a la puerta. Un “adelante” me da acceso y entro, no sin antes, tomar aire para tranquilizarme. Al abrir la puerta me encuentro a Dumbledore sentado sobre su escritorio. Mi tía y Snape están de pie a su izquierda. No sé porque esto me huele a bronca.

    - Acércate Sophi – me ordena Dumbledore amablemente.

    Lo hago con timidez. Mis sentidos están alerta para ver por donde me van a llegar los gritos. El silencio y sus miradas me crispa los nervios en cuanto llego hasta ellos.

    - Un pacto de sangre – me suelta Dumbledore muy sereno y se me corta la respiración. Miro a Snape con reproche y él solo me mira serio. – Menos mal que es con Harry – dice aliviado. - ¿Cómo se te ha ocurrido algo así? – me pregunta curioso.

    - Usted me dio la idea – le respondo y él me mira confuso al igual que mi tía. – Su pacto de sangre con su amigo Grindelwald – le aclaro encogiéndome de hombros.

    Dumbledore me mira asombrado y mi tía expresa no entender nada.

    - Pues como sabrás… no termino bien – me aclara y yo asiento con la cabeza.

    - ¡Pero es Harry! – le digo sonriendo y él también sonríe.

    - Deberías habérmelo dicho – me reprocha mi tía.

    - ¿Para qué? No me lo hubieras permitido – le contesto sincera.

    - Por supuesto que no te lo hubiera permitido – me dice y después suspira tomando paciencia.

    - Perdóname – le suplico sincera. – Pero los dos lo necesitábamos –

    Ella abre sus brazos y yo corro a abrazarla. Creo que esto significa que me ha perdonado.

    - Bien… cambiando de tema – sugiere el director. – Vi lo que hiciste en el Ministerio – me dice y me suelto de mi tía al instante. La miro nerviosa y ella asiente con una sonrisa.

    - ¿Qué fue lo que vio exactamente? – le pregunto para no meter la pata.

    - Un escudo protector… un hechizo Patronus no verbal y sin varita… ¡Asombroso! – dice Dumbledore con una sonrisa.

    - ¡Ah, eso! – le digo pensativa.

    - ¿Lo habías hecho antes? – me pregunta mi tía expectante.

    - No – le respondo y se miran entre ellos. – Fue verbal y con varita… la de Neville para ser exactos – les explico.

    - ¿Un Patronus de cuerpo entero? – me pregunta Dumbledore.

    - Si – le respondo nerviosa.

    - ¿Qué forma tiene tu Patronus? – vuelve a preguntar curioso.

    - Un dragón – le contesto esperando una explicación.

    - No sé de nadie que haya convocado un dragón en su Patronus. Es inusual – me comenta el director.

    - El suyo también es inusual – le protesto y él sonríe.

    - Tus poderes van en aumento y sería bueno saber hasta dónde llegan. Debes aprender a controlarlos, te serán útiles para defenderte de Tom – me explica Dumbledore, dejándome sorprendida. – Hemos decidido que durante esta semana recibirás clases intensivas de Severus – me indica y miro al profesor Snape, el cual sonríe levemente.

    - ¿Qué? ¡No! ¡Va a torturarme! – me quejo mirando a Dumbledore y a mi tía respectivamente.

    - Siempre acudes a él… será por algo – me dice el director sonriendo.

    - ¡Touché! – exclamo mirándolo.

    - Empezaremos las clases esta tarde – me anuncia Snape. – Y a partir de ahí las clases serán mañana y tarde hasta que te marches – termina diciendo y lo miro con los ojos como platos.

    - Ahora entiendo la palabra “intensivas” – me quejo y Dumbledore y mi tía se ríen.

    - ¡Vamos mi niña! Descansa ahora porque el entrenamiento será duro – me advierte mi tía mientras rodea mis hombros con su brazo y nos dirigimos a la puerta.

    - Por cierto, Srta. Queen – me llama Snape y me giro para mirarlo. – Traiga su varita –

    - Claro – le contesto con una leve sonrisa y salgo con mi tía por la puerta.

    - Es especial y poderosa – oigo decir a Dumbledore dentro del despacho.

    - Y eso la convierte en un arma peligrosa en manos del Sr. Tenebroso – oigo decir a Snape.

    - Lo sé, amigo, lo sé – oigo decir a lo lejos a Dumbledore.

    Una vez bajamos las escaleras me despido de mi tía y me marcho a mi habitación, quiero descansar un poco y desconectar, así que me pongo una serie en el portátil.

    A la hora de comer bajo al comedor y me siento en la mesa como esta mañana. No he dado ni dos bocados de mi postre cuando suena un mensaje en mi móvil. Lo saco de mi bolsillo trasero y veo que es de Harry. Sonrío feliz.

    WhatsApp

    Harry: Hola ¿Qué haces?

    Yo: Hola… comiéndome el postre

    Harry: ¿Tartaleta de arándanos silvestres y moras?

    Yo: Que bien me conoces…

    Harry: O era eso o la macedonia… no comes otra cosa

    Yo: Cierto… Te echo de menos

    Harry: Y yo a ti

    Yo: ¿Qué tal con tus tíos y el tonto de Dudley?

    Harry: Pues como siempre

    Yo: Tienes que aguantar Harry y pasar desapercibido

    Harry: Lo sé… ¿y tú que tal?

    Yo: ¡Ay! No me hables… en cuanto termine de comer tengo clases intensivas con Snape

    Harry: ¿Qué? ¿Por qué?

    Yo: Por lo que pasó en el Ministerio

    Harry: Entiendo… Dumbledore querrá que aprendas a protegerte

    Yo: Eso dice

    - Deja ya el móvil Sophi – me regaña mi tía.

    - Estoy hablando con Harry – le comento sonriendo.

    - Dale recuerdos mi niña… dile que se cuide mucho – me indica y yo asiento.

    WhatsApp

    Yo: Te tengo que dejar… mi tía te manda recuerdos y dice que te cuides mucho

    Harry: Dile que gracias, que lo haré. Hablamos esta noche

    Yo: Claro… eso si no he muerto frente a Snape (emoji riendo)

    Harry: (emoji sonriendo con una gota de sudor) ¡Suerte!

    Yo: Gracias (emoji lanzando besito)

    Harry: (emoji lanzando besito)

    - Acompáñeme Srta. Queen – me indica Snape levantándose de la mesa. Resoplo y le sigo. – Vaya a recoger su varita. La quiero en el salón en diez minutos – me ordena.

    - ¡A sus órdenes mi sargento! – le digo irónica haciendo el saludo militar y me mira con cara de pocos amigos. ¡Es que es un amor!

    Voy a mi habitación y saco de la vitrina mi varita con la empuñadura de dragón. Cierro los ojos y respiro profundamente. De pronto una corriente eléctrica me recorre todo el cuerpo haciendo que abra los ojos de golpe. Una luz cegadora sale de la varita para desvanecerse segundos después. El corazón me late a mil por hora debido a lo sucedido. Estoy asustada, nunca me había pasado esto al tocarla.

    Me encamino al gran salón de nuevo y entro en él, comprobando que solo Snape está dentro. En cuanto me ve, hace un movimiento de varita y cierra las puertas, quedándonos solos. El miedo se apodera de mí y empiezo a hiperventilar.

    - Acérquese Srta. Queen – me ordena y obedezco tímidamente. – Para empezar, muéstreme que es capaz de hacer… Invoque un Patronus – me exige.

    - ¡Un pensamiento feliz! – me digo a mi misma cerrando por un momento los ojos. - ¡Expecto Patronum! – exclamo y de la punta de la varita sale un enorme dragón azul-plateado que sobrevuela por el techo del gran salón.

    La expresión de Snape es de asombro total al ver al bicho volando.

    - ¿Cómo te resulta tan fácil convocarlo? – me pregunta pasmado.

    - Tengo la suerte de disponer de dos pensamientos muy felices últimamente – le contesto sin desconcentrarme, haciendo que el dragón se acerque a nosotros.

    Snape se agacha cuando el dragón pasa sobre su cabeza. Dejo que el Patronus corpóreo desaparezca, ya que creo que ha sido suficiente.

    - ¿Quién te ha enseñado? – me pregunta curioso.

    - Harry… es muy buen profesor – le explico y me mira serio.

    - ¡Bien! Ahora invoca el hechizo no verbal y sin varita – me exige. – Quiero saber si lo del Ministerio fue algo ocasional – me indica y yo asiento.

    No digo las palabras en mi mente, solo pienso en protegerme, y al extender las manos hacia adelante, una barrera de energía azul-plateada me envuelve por completo.

    - ¡Impresionante! – exclama Snape con los ojos muy abiertos. - Con esto tenemos dos: Oclumancia y Patronus, ambos defensivos. Yo asiento con la cabeza mientras hago desaparecer la barrera.

    - Nos dedicaremos a los hechizos de ataque – me indica y es ahí donde comienza mi tortura.

    No soy capaz de invocar ninguno de ellos. Snape no para de lanzarme hechizos para que contraataque, pero no lo consigo… eso sí, después de salir despedida por los aires en varias ocasiones, he aprendido a desviarlos. Estoy empezando a pensar que lo mío no es atacar, es como si algo en mí que me lo impidiera, pero sí que puedo defender y con mucha soltura.

    - Dejémoslo por hoy – me dice algo cansado. – Se te ve agotada y así no me sirves –

    - ¡Vaya gracias! – le digo casi sin aliento y de forma sarcástica desde el suelo.

    Lo veo pasar por mi lado hacia las puertas del gran comedor, saliendo de él con premura. Me dejo caer boca arriba en el suelo, estoy destrozada, me duele todo debido a las continuas caídas por los hechizos de ataque. Me he protegido de la mayoría de sus golpes, pero algunos de ellos me han hecho besar el suelo repetidamente.

    Me levanto como puedo y me dirijo a mi habitación. Cuando llego me voy a la ducha, el agua caliente aliviará un poco el dolor de mis músculos machacados. Cuando salgo del baño me pongo el pijama y me meto en la cama, no tengo fuerzas ni para ir a cenar. No tardo en caer en los brazos de Morfeo.

    Siete interminables días dura mi intensivo con Snape. Una semana en la que lo único que he aprendido es que mi cuerpo se está volviendo resistente a los golpes y que me defiendo como una leona. Deberá ser suficiente en un nuevo enfrentamiento con Voldemort, sino, estoy perdida.

    - Has aprendido mucho en tiempo record – me comenta Snape. – Pero no es suficiente y lo sabes –

    - Lo sé, pero no puedo atacar y no sé porque – le digo algo molesta.

    - Sigue practicando estas vacaciones, tal vez te desbloquees en algún momento – me dice esperanzado.

    - Yo no apostaría por ello – le digo con una sonrisa ladeada. Lo veo dirigirse hacia la puerta y lo detengo. – Profesor. Antes de que se marche quiero decirle algo – le comento.

    - Te escucho – me dice mirándome serio.

    - Vale… se trata de Draco – le digo y pone más atención. – Narcisa y Bellatrix irán a su casa a pedirle ayuda para protegerlo. Voldemort va a intentar vengarse de Lucius a través de él – le explico. – Le pedirá a Draco que haga algo malo el próximo curso y, a su madre le preocupa mucho que no pueda cumplir el encargo y Voldemort lo mate. Bellatrix le propondrá hacer un juramento inquebrantable – le digo y me mira asombrado. – ¡Hágalo!… sino sospechará y no queremos eso. Yo le ayudaré, dentro de mis posibilidades, a protegerlo – termino mi explicación.

    - ¿Una visión? – me pregunta serio.

    - Digamos que sí – le confirmo y él asiente. Se gira lentamente y camina con un paso más lento que el habitual hasta salir del salón.

    Yo también salgo del salón y me dirijo a la habitación de mi tía, la cual me está esperando para irnos a la casa de campo en Hogsmeade. El Sr. Filch nos lleva en coche y después de descargar el equipaje me dispongo a instalarme en mi habitación. Me gusta estar aquí, la siento como un verdadero hogar.

    Me levanto contenta, ahora sí puedo decir que estoy de vacaciones. Me levanto y me visto con unos shorts tejanos y una camiseta de tirantes. En vez de converse me pongo unas sandalias y el pelo en una coleta alta. Bajo animada a la cocina y allí me encuentro a mi tía haciendo tortitas.

    - ¡Buenos días! – saludo al verla. - ¡Tor-ti-tas! – digo casi salivando.

    - ¡Buenos días, mi niña! ¿Qué tal has dormido? – me pregunta mientras coloca unas tortitas en mi plato.

    - Muy bien ahora que sé que no tengo que ver a Snape durante una temporada – le digo irónica y ella se ríe moviendo la cabeza con reproche.

    Nos sentamos en la mesa del salón y vamos conversando mientras comemos. De pronto entra por la ventana una lechuza… una conocida.

    - La lechuza de los Malfoy – me confirma mi tía y se me corta la respiración por unos segundos. – Tranquila… veamos de que se trata – me indica mientras coge la carta que trae en su pata y le da una chuche. Veo como la abre y la lee. – Es para ti – me dice entregándomela. Yo la tomo y la leo.

    Invitación

    Att. Srta. Sophia Queen

    Narcissa Malfoy

    Tiene el gusto de invitarla

    a la celebración del decimosexto cumpleaños

    de su hijo Draco en la Mansión Malfoy

    el próximo día 5 de junio.

    Rogamos confirmación

    - No pensaras ir, ¿verdad? – me pregunta mi tía muy preocupada.

    - No estoy tan loca como para lanzarme a los brazos de Voldemort – le digo encogiéndome de hombros. – Pero le escribiré para excusarme. Siento mucha pena por ella y por Draco – le digo apenada.

    - Como has madurado en un año, mi niña. Estoy muy orgullosa de ti – me dice y me da un achuchón de los suyos. Yo se lo devuelvo de igual forma. Me hace sentir tan bien…

    - Aprovecharé la lechuza para enviar el regalo de Draco – le digo y mi tía me mira sorprendida. – Lo compre en Londres las navidades pasadas, sospechaba que esto podía pasar – le confirmo y ella sonríe.

    Me levanto y subo a mi habitación. Cuando vuelvo llevo papel, boli y una cajita rectangular envuelta en papel de regalo verde y con un lazo blanco. Se trata de una pluma estilográfica de plata de ley con el nombre “Draco Malfoy” grabado.

    Me siento en la mesa y comienzo a escribir.

    Carta

    Querida Sra. Malfoy:

    Agradezco la invitación a tan memorable acontecimiento, pero me es imposible la asistencia a dicho evento. No obstante, envío junto a esta carta un presente para el homenajeado, confiando de que sea de su agrado.

    Un cordial saludo,

    Sophia Queen

    - ¿Y bien? – le pregunto a mi tía después de mostrársela para que la lea.

    - Perfecta – me dice con una sonrisa.

    Guardo la carta en un sobre y lo cierro, dándoselo a la lechuza junto con el regalo. El animal sale volando y atraviesa la ventana, viéndolo perderse entre la lejanía.

    - Seguro que le gustará – me dice mi tía sonriendo.

    - ¿Cómo lo sabes? Ni si quiera sabes lo que es – le recrimino con una ceja levantada.

    - Porque es tuyo… y eso es suficiente – me dice convencida.

    Mi corazón palpita muy rápidamente, sé que tiene razón.
     
  20. Threadmarks: Capítulo 22: La extraña visita
     
    Andromeda

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    Capitulo 22 - La extraña visita.jpg

    Ya llevo una semana aquí y me siento muy relajada. No hacemos nada del otro mundo, las cosas cotidianas, pero mi chip ha cambiado totalmente. Hablo con Harry cada día por el móvil y con Sahra también, cosa que me ha ayudado mucho en mi búsqueda de la desconexión.

    Hoy hace mucho calor, inusual aquí, así que pienso aprovecharlo. He salido al jardín trasero con una hamaca y mi biquini para tomar el sol. Me he puesto crema protectora solar y, aprovechando que tengo que regar las plantas, me refresco también con la manguera.

    Me he tumbado una vez he terminado de regar para tomar el intenso sol que pega hoy. De pronto noto como algo me tapa el sol de la cara. Abro un ojo y veo sobre mi cabeza, sujeta al respaldo de la hamaca, la lechuza de los Malfoy. El susto que me llevo al ver al animal girar su cabeza para mirarme, me hace saltar de la hamaca. El pobre bicho también se asusta con mi rápido movimiento y vuela un poco sobre la tumbona hasta volver a colocarse en el respaldo.

    - ¡Joder! ¡Que susto me has dado! – le digo al bicho que me mira como si me entendiera.

    Veo que lleva una carta en la pata y me acerco lentamente para no asustarla. El animal no se mueve y espera que coja lo que trae. Una vez lo tengo la abro y leo.

    Carta

    Hola nena:

    Estoy decepcionado por tu negativa a asistir a mi cumpleaños, pero tu regalo me ha encantado. Es preciosa y la marca lo dice todo. El detalle de mi nombre grabado en ella me confirma que estás loca por mí. Te echo de menos… echo de menos verte cada día.
    Te voy a hacer caso sobre lo que me dijiste. Ella está aquí… Supongo que te habrás enterado por El Profeta de que mi padre está preso en Azkaban. El juicio es en unos días. Espero que nuestro abogado consiga liberarlo, demostrar que se equivocan. Mi madre esta desolada e intenta disimularlo ante mí, pero la oigo llorar a escondidas.
    Ansío que llegue el nuevo curso para verte y salir de aquí… esta casa que me está asfixiando.

    Te quiere y te echa de menos.


    Draco Malfoy

    Siento como me duele el corazón y las lágrimas quieren brotar de mis ojos por todos los sentimientos que muestra en esta carta. Creo que es la primera vez que se abre así a alguien ya que es muy orgulloso y no permite que nadie vea su parte sensible. Me gustaría escribirle, darle ánimos y decirle que yo también lo quiero y lo echo de menos… pero eso es muy peligroso para ambos. Mejor ignorar esta carta.

    Voy dentro y la guardo en mi nuevo escondite secreto dentro de la casa para que nadie pueda encontrarla. Salgo con una chuche para la lechuza y le digo que no hay respuesta. El animal sale volando y desaparece a lo lejos.

    Con la cabeza llena de información y sentimientos encontrados me dispongo a seguir tomando el sol. Una hora más tarde oigo a mi tía llamarme para que entre en casa para comer. Le grito que ya voy y me incorporo en la tumbona.

    Mi mirada viaja al frente, fuera de la verja, en la sombra que da la arboleda del inicio del bosque. Mi corazón se para, me cuesta respirar… no sé si estoy viendo visiones o está ahí de verdad. ¡Voldemort! Cierro los ojos y los vuelvo a abrir… ya no está. Es posible que por culpa de la carta mi mente lo ha imaginado. Cojo la toalla y colocándomela alrededor del cuerpo entro en casa. No le cuento nada a mi tía, no quiero preocuparla por si ha sido mi mente la que me ha gastado una mala pasada.

    Paso el día dándole vueltas al asunto, pero disimulando para que mi tía no sospeche. Después de cenar nos ponemos en la sala de estar a jugar a un juego de mesa. Quince minutos después, oímos que alguien llama a la puerta y nos miramos asustadas.

    - Es tarde, ¿Quién puede ser a estas horas? – le pregunto a mi tía que me indica con gestos que ni me mueva ni hable, mientras se acerca a la puerta y la abre.

    Mi alivio es considerable al ver al director Dumbledore entrar en el salón.

    - Director Dumbledore… ¿sucede algo? – le pregunto preocupada.

    - No, tranquila... vengo a hablar contigo – me dice con una leve sonrisa y yo le indico que se siente.

    - ¿Te apetece un té Albus? – le pregunta mi tía cortes.

    - No gracias, Minerva. Es tarde y seré breve – le contesta Dumbledore tomando asiento en el sillón.

    Mi tía y yo volvemos a sentarnos en el sofá donde estábamos antes de su llegada.

    - Se trata del juicio contra Lucius Malfoy – comienza diciendo y mi corazón se acelera. – El nuevo Ministro Scrimgeour quiere que encabece a la parte acusadora en el juicio – me informa y yo asiento con la cabeza.

    - ¿Y eso que tiene que ver conmigo? – le pregunto sin entender nada.

    - También quiere que, tanto Harry como tú, testifiquéis en su contra – me dice serio y me quedo pasmada.

    - ¿Qué? ¿Por qué? – le pregunto atónita.

    - Ambos fuisteis testigos presenciales de todo lo que sucedió en el Ministerio y vuestro testimonio llevará a Lucius directamente a Azkaban – me informa el director.

    - Irá de todas formas… – le digo encogiéndome de hombros. – … durante un año -

    - No creo que la condena sea tan corta – protesta Dumbledore.

    - No, la condena será más larga, pero escapará en un año… Voldemort lo liberará junto a otros mortífagos para comenzar la Segunda Guerra Mágica – le digo muy seria.

    - Mi niña, me estas asustando – me dice mi tía cogiéndome de la mano.

    - Tendremos que prepararnos tía, es algo inminente – le digo acariciando su mano.

    - Estaremos alerta y preparados para cuando llegue el momento, mientras tanto, seguiremos haciendo las cosas paso a paso – me dice Dumbledore sereno. – Y el juicio será tu próxima batalla – me indica confiado.

    - De acuerdo. No creo que sirva de mucho mi testimonio, pero si usted lo cree conveniente… lo haré – le confirmo y él asiente aliviado.

    - Bien, el juicio es en dos días. Vendré por ti e iremos por la red Flu. El Sr. Weasley se encargará de recoger a Harry y llevarlo al Ministerio – me informa levantándose para irse.

    - Bien… le acompaño a la puerta – le digo indicándole que vaya delante de mí.

    - ¿Sucede algo Sophi? – me pregunta una vez estamos en la puerta y mi tía no nos oye.

    - Creo que Voldemort está intentando mover ficha – le cuento bajito.

    - ¿Cómo lo sabes? – me pregunta intrigado y preocupado.

    - Lo he visto esta mañana tras la verja – le confieso y sus ojos se abren de par en par.

    - Tranquila… la casa está protegida, no puede entrar ni él ni sus mortífagos – me recuerda y yo asiento. - Tal vez esté esperando un descuido por tu parte para atraparte – razona y yo me encojo de hombros.

    - Es posible… pero necesito averiguar que pretende – le insisto.

    – ¡No te acerques a él, Sophi! Es peligroso y lo sabes… Tu prioridad debe ser mantenerte a salvo… Tú seguridad es la de todos nosotros – me aconseja muy serio. Eso me hace pensar en el cruce de palabras entre él y Snape cuando salía de su despacho.

    - Tranquilo, no saldré de la protección de la casa, pero si tengo la oportunidad, hablaré con él… y no me diga que no, porque sabe perfectamente que lo voy a hacer – le advierto y lo veo exasperarse un poco.

    - Eres una chica muy valiente, pero también muy testaruda e impulsiva – me dice mirándome con una leve sonrisa.

    - ¿Gracias? – le pregunto confusa porque no me queda claro si me está alagando o insultando. Veo como se extiende su sonrisa.

    - Ten mucho cuidado cuando te enfrentes a él y no salgas de la zona protegida – me recomienda y yo le digo “que si” con la cabeza. Se gira y abre la puerta para marcharse.

    - Buenas noches Srta. Queen – se despide frente a mí.

    - Buenas noches Director Dumbledore – me despido de él.

    De pronto desaparece frente a mí y solo el hecho de verlo me marea. Sonrió y vuelvo dentro con mi tía.

    Después de dos partidas y dos rotundas derrotas a manos de la maestra del Scrabble, Minerva McGonagall, me voy a mi cuarto a dormir… Bueno, quien dice a dormir dice a whatsappear con Harry.

    WhatsApp

    Yo: Hola brother… ¿estas dormido?

    Harry: No, te esperaba

    Yo: Eres un cielo, lo sabes ¿verdad?

    Harry: (emoji sonriendo con una gota de sudor)

    Yo: No seas modesto… Por cierto, Dumbledore a estado aquí

    Harry: Si, quiere que testifiquemos en el juicio de Malfoy

    Yo: Si… me sabe mal por Draco y Narcissa

    Harry: Ellos se lo han buscado

    Yo: No seas así Harry… las cosas no son tan simples… A veces hay que profundizar

    Harry: Han matado a Sirius

    Yo: Seamos justos Harry… No fue Lucius, sino Bellatrix… Esa arpía se merece lo que le pase

    Harry: ¿Acabaremos con ella?

    Yo: Acabaremos con ella

    Harry: Bien

    Yo: Por cierto… intentemos evitar en el juicio el tema de que yo sea una profecía...

    Harry: Sabes que tenemos que decir la verdad, ¿no?

    Yo: Claro… y eso haremos… solo ocultaremos esa información...
    Tengo miedo de que si se sabe, el Ministerio venga a por mí… ya tengo suficiente con lidiar con el zombie psicópata para tener que huir también de los altos cargos del gobierno


    Harry: Tienes razón, no lo había pensado… es peligroso. Mejor que nadie se entere

    Yo: Gracias Harry…

    Yo: Oye se me cierran los ojos… me voy a dormir. Nos vemos en dos días en el Ministerio

    Harry: Lo estoy deseando

    Yo: Y yo (emoji lanzando besito)

    Harry: (emoji lanzando besito)

    Me callo que he visto a Voldemort y que pienso hablar con él, porque, si se lo cuento, mañana lo tengo aquí en casa para protegerme.

    Realmente me siento muy cansada y no tardo en caer profundamente dormida.


    Hoy hace tanto calor como ayer, así que mi modus operandi es el mismo, biquini, tumbona y manguera. Parezco un lagarto al sol, este año volveré a Hogwarts morenita. Llevo una hora tumbada boca abajo sin problemas, el sol pica, pero no como para quemarme.

    Me doy la vuelta para tomar el sol boca arriba y es cuando lo veo, en el mismo sitio que ayer, tras la verja. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir… allí sigue. Me levanto de la hamaca y cojo la toalla. Camino descalza por el césped a paso lento hasta llegar a la verja cercana al inicio del bosque. Me paro al tenerlo frente a mí. Nos separan dos metros y una valla blanca.

    Siento el miedo recorrer mi cuerpo de cabeza a pies y como la adrenalina acelera mi corazón.

    - Tremendamente apetecible – me dice Voldemort con esa voz que te hiela la sangre.

    Veo como me mira de arriba abajo y es cuando me doy cuenta que estoy en biquini. Rápidamente me tapo con la toalla.

    - ¿Qué quieres? – le pregunto molesta.

    - ¿Dónde han quedado sus modales, Srta. Queen? – me pregunta irónico.

    - ¿Quién te ha dicho que los tuviera? – le contesto con otra pregunta irónica. - ¿Y los tuyos? – lo reto. - Si has venido para verme desnuda… ¡Felicidades!... Ahora además de psicópata desquiciado eres todo un pervertido – le digo enfadada y lo veo reírse a carcajadas.

    - Aun sigues retándome… ¡me gusta! – me dice cuando consigue controlar la risa. - Estas tan bonita cuando te enfadas… - me dice mostrándome una sonrisa perversa.

    - Última oportunidad… ¿Qué - quieres? – le insisto pausadamente, controlando mi miedo.

    - Hablar – me dice mostrando sus manos desarmadas.

    - Pues habla – lo incito.

    - Aquí no… ¿Qué te parece en el bosque? – me insinúa señalando tras él y me rio.

    - ¿En serio? – le pregunto levantando una ceja. – ¿Crees que soy tan ingenua como para salir del escudo protector? – le pregunto valiente.

    - ¡Vamos!... Puedes creerme cuando te digo que no voy a intentar secuestrarte… solo quiero hablar – me insiste con esa sonrisa que me provoca escalofríos.

    Me doy media vuelta y camino hacia la casa.

    - ¡Espera! – me grita y me paro en seco. – Hablemos aquí… si es lo que deseas – me dice intentando ser amable.

    Me vuelvo a girar y lo enfrento, caminando lentamente hacia la valla. Me paro a medio metro de ella y veo como él se acerca también hasta ella, quedándonos frente a frente con un metro de separación. Ahora que lo tengo tan cerca y, ni estoy colgada de una estatua ni tirada en el suelo, puedo notar lo imponente que es su altura. Calculo a ojo que debe medir un metro noventa, centímetros arriba centímetros abajo. Bueno, para no engañarnos, centímetros arriba.

    Tengo que levantar bastante la cabeza para poder ver sus ojos. En este momento está calmado y por eso puedo ver el color azul intenso de sus ojos, pero sé perfectamente que cuando se llena de rabia e ira, estos cambian a un rojo sangre.

    - Habla – le vuelvo a insistir.

    - Quiero que declares a favor de Lucius en el juicio – me dice mirándome fijamente.

    - ¿Y porque iba a hacer tal cosa? – le pregunto agarrando fuertemente la toalla para intentar calmar mis nervios.

    - Por el joven Malfoy… tu prometido – me dice poniendo cara de pena.

    - Estoy prometida con él a la fuerza. Él no es nada mío – le digo intentando ser creíble a pesar de que me estoy rompiendo por dentro.

    - Pobre chico… y él tan enamorado de ti – me suelta sarcástico poniendo pucheros.

    - Eso no es cierto y lo sabes… no intentes manipularme. Los Malfoy solo me quieren porque soy la profecía… al igual que tú – le digo seria para tantear si le ha leído la mente al rubio.

    - Muy lista – me dice sonriendo. - ¡Tienes razón! Te quiero para obtener el poder y el control del mundo mágico y, después, el no mágico – reconoce sonriente. - Ahora ya no tengo a Barty Crouch Jr. para que sea tu sangre pura… ¡Te deseaba tanto el chico! ... ¡una verdadera lástima! – me dice de forma teatral mirando mis pechos por encima de la toalla. Automáticamente doy un paso atrás y me cubro la zona. - Pero tengo al pequeño Malfoy que es una mejor opción… Un chico de tu edad, guapo, atlético y con dinero… ¿qué más puede desear una mocosa como tú? – me pregunta irónico y ofreciéndome una sonrisa perversa.

    - No sé… ¿tal vez un chico amable y cariñoso, que me quiera con locura y que no sea uno de los seguidores incondicionales de un jodido mago desquiciado y psicópata? – le pregunto tranquila, con toda la maldad que mi cuerpo puede derrochar.

    Noto como se tensa su cara al escuchar mis palabras y la rabia empieza a aflorar de él, dejando ver un atisbo de rojo en sus ojos.

    - ¿Alguien como Harry Potter? – me pregunta con la rabia en aumento.

    - Alguien como Harry Potter – le confirmo con una sonrisa pícara que le desquicia los nervios.

    - Que lástima que tu sueño sea solo eso… un sueño. Tú terminarás perteneciendo Draco quieras o no quieras, y el joven Malfoy te entregará a mí – me amenaza sonriendo maléficamente, con los ojos ya totalmente rojos. Siento como si la sangre se me hubiera congelado con solo mirarlo.

    - ¿Eso crees? ¡Pues vale! – le digo lo más valiente que puedo y sin moverme de mi sitio - Es posible que ese sea mi destino, pero recuerda que aquí, yo soy el oráculo y, puedo asegurarte, que tu querido Lucius tiene su nombre grabado en una celda de Azkaban – lo reto muy cabreada.

    - ¡Niña insolente! – me grita hecho una furia y retrocedo unos pasos hacia atrás por el miedo. – ¿Cómo osas desafiarme? –

    De pronto saca su varita y la oscuridad se cierne sobre el cielo de Hogsmeade. Lanza un hechizo hacia mí, el cual choca contra la barrera de protección, haciéndola visible durante unos segundos. La onda expansiva por el impacto hace que salga disparada hacia atrás, cayendo de espaldas sobre el césped y perdiendo la toalla. Veo su mirada clavada sobre mí cuerpo y el miedo me hace temblar. Lanza insistentemente y de manera desesperada hechizos sobre la barrera, haciéndola quebrarse por el mismo punto con cada impacto. Siento pánico al pensar que como la barrera caiga estoy perdida.

    Oigo a mi tía pronunciar un hechizo tras de mí y la miro con esperanza. Veo como una luz de su varita conecta con la barrera, reforzándola por donde Voldemort la está golpeando. El tirano se detiene al verla.

    - Esa mocosa es mía y es cuestión de tiempo que este en mi poder – le dice con rabia a mi tía.

    - No permitiremos que eso suceda – le responde mi tía sin soltar la barrera.

    - Volveré – me amenaza mirándome a los ojos y desaparece convertido en humo negro.

    El cielo de Hogsmeade vuelve a su apariencia anterior, brillando de nuevo el sol. Veo a mi tía soltar la barrera y dejo caer mi cabeza sobre el césped. Cierro los ojos y siento alivio, aunque el miedo me recorre aun el cuerpo.

    - ¿Estas bien? – oigo decir a mi tía cerca de mí y abro los ojos.

    - Si – le aseguro mientras me incorporo quedando sentada sobre el césped.

    Mi tía me coloca por los hombros la toalla y me ayuda a levantarme.

    - ¡Por Merlín, Sophi! ¿Cómo se te ocurre acercarte a él? ¿En que estabas pensando? – me grita mientras me acompaña hacia la casa.

    - Necesitaba saber que quería y pensé que la barrera me protegería – le digo casi llorando.

    - Y te ha protegido… pero es muy poderoso y casi acaba con ella – me recuerda mi tía haciéndome sentar en el sofá.

    - Y ¿Qué es lo que quería? – me pregunta intrigada.

    - Que declare a favor de Lucius – le digo y noto que me tiembla la voz.

    - ¡Ay, mi niña! Tranquila, ya ha pasado – me dice mientras me abraza sentándose a mi lado en el sofá.

    - Pienso ayudar a Harry a que acabe con ese cabrón – le digo mirando por encima de su hombro. – Aunque me deje la vida en ello –

    - Tranquila, mi niña, tranquila – me va diciendo mi tía como un mantra.

    - Voy a hacerle la vida imposible… le voy a llenar el camino de obstáculos – sigo diciendo enfadada. – Y para ello, voy a utilizar todas las armas que tenga a mi alcance… ¡Esto es la guerra! –

    - ¡Por Merlín, Sophi! – dice mi tía asustada.

    - Tranquila tía… ya estoy mejor. Solo tenía que desahogarme y poner mis ideas en orden – le digo alejándome un poco de ella para mostrarle una sonrisa.

    - Te ayudare, mi niña… ¡No estás sola! – me dice devolviéndome la sonrisa y la abrazo con fuerza.
     
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