Harry Potter A través del Multiverso

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por Andromeda, 20 Marzo 2022.

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  1. Threadmarks: Capítulo 21: La entrevista
     
    Andromeda

    Andromeda Entusiasta

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    Fantasía
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    Hora de la entrevista… y aquí estoy, en la Sala de los Trofeos, sentada junto a Fleur, con el uniforme de Gryffindor incluyendo la bufanda para tapar el regalito de Malfoy. Rodeándonos están Cedric, Harry y Viktor. Una foto patética a mi parecer. Espero que termine pronto este tormento.

    - Que quinteto más carismático… - dice la periodista acercándose a nosotros.

    - ¡Hola! Yo soy Rita Skeeter. Soy reportera del Profeta, pero ya me conocéis ¿verdad? – dice estrechando la mano de los chicos. – Sois vosotros los desconocidos… Ahora seréis noticia – nos dice mirándonos a todos.

    - ¿Que artimañas se esconden tras esas rosadas mejillas? - dice golpeándonos la cara a Fleur y a mí. – ¿Que misterios enmascaran esos músculos? – soba el brazo de Cedric mientras pasa tras él. - ¿Hay valor debajo de esos cabellos? - ahora le revuelve el pelo. – En resumen, ¿Qué da a un campeón éxito? Mi columna y yo queremos saberlo y no digamos mis habidos lectores… - dice junto a Harry.

    - Bien, ¿Quién se anima a comenzar? ¡Ummm! Empecemos con la más joven – dice mientras me coge de la mano y me arrastra a vete a saber dónde.

    Bueno, sí, me lleva a un escobero, según ella aquí hay más intimidad.

    - Bien, empecemos… ¿Que lleva a una chica muggle de once años…? - empieza a preguntar y su pluma verde comienza a escribir sobre una libreta, ambas flotando en el aire.

    - Perdone, pero tengo trece, casi catorce – la interrumpo.

    - Sí, sí… lo que sea… ¿a participar en un torneo contra cuatro magos, donde tres de ellos, no solo son más maduros emocionalmente que tú, sino que son magos expertos en hechizos? Sabes que no tienes posibilidades, ¿verdad?

    - Pues, si, lo sé – le digo sincera. Me mira algo asombrada, no creo que se esperara esa respuesta.

    - ¿Es porque estás necesitada de atención tras la muerte de tus padres o porque pretendes reunirte pronto con ellos? – pregunta maliciosamente.

    - Esa pregunta es de muy mal gusto – le suelto molesta.

    - ¿Qué opina tu tía, la profesora Minerva McGonagall, de que expongas tu vida de esta forma tan absurda y suicida? – vuelve a preguntar.

    - Bien, si no tiene ninguna pregunta inteligente que hacerme, creo que la entrevista se acaba aquí – le digo levantándome de golpe.

    - Aun no hemos terminado – me dice agarrándome de la muñeca para retenerme.

    - ¡Ohhh! – le digo sonriendo. – Sí que hemos terminado – le digo tirando de mi muñeca y marchándome para dejarla sola en el escobero.

    - ¡Que grosera! – la oigo decir a mi espalda antes de cerrar la puerta de un golpe.

    - ¡El siguiente! - grito hacia los cuatro mientras subo por las escaleras hacia el gran salón.

    Me marcho al dormitorio a cambiarme. Tras la comida me voy al dormitorio para cambiarme de nuevo. Voy a entrenar un par de horas antes de ir a pasear como les he prometido a Hermione y a Ginny. Me pongo unos leggings negros y un top, ambos deportivos, mi sudadera gris y unas zapatillas. Me recojo el pelo en una cola. Salgo de la sala común dirección a la habitación de mi tía para recoger el arco y las flechas. Todo va en un maletín negro.

    Voy a la séptima plata y sin más, aparece la puerta de la sala. Entro y la puerta se cierra. Todo está igual que ayer así que me pongo manos a la obra. Corro en la cinta durante media hora y otra media hora entre el saco y las mancuernas. Dedico otra hora al arco.

    Me parece increíble que haya dado diana cada vez que he lanzado la flecha a una distancia de diez metros. Tendría que probar a más distancia. Solo lo he pensado, pero de pronto, la habitación se alarga diez metros más. Asombrada vuelvo a lanzar y las dianas se suceden una tras otra. Cada vez que lo pienso la sala se hace diez metros más larga hasta llegar a los 50 metros. Estoy contenta con los resultados, solo tengo que rezar para que el bicho no se mueva. Un tiro en movimiento, contando el viento que aquí no tengo, hace más difícil la diana.

    De pronto, la diana comienza a elevarse y a moverse por el aire de un lugar a otro. - ¡Genial! – pienso. Y me pongo a lanzar flechas a esa diana que no para quieta. Dos de cinco. No está mal… Tengo que seguir practicando, aún tengo tiempo para entrenar y posibilidades de que no me chamusque el bicho. Con un entrenamiento de dos o tres horas al día conseguiré mi objetivo. El problema es inventarme excusas con mis amigos. Lo mejor decirles la verdad, que estoy entrenando, pero sin dar muchos detalles. Ellos lo entenderán.

    Me doy un baño y me pongo la ropa que use para ir al comedor, unos tejanos rotos y una camiseta de cuello cisne blanco y un jersey celeste. Lo acompaño con las converse, la cazadora tejana y la bufanda. Salgo a la sala común y no las encuentro. Le pregunto a una chica de la casa y me dice que le han dicho que me dijera que me esperaban en el Lago Negro. - Ya empezamos con los trabalenguas… - pienso y me río.

    Voy caminando para allá pero no los encuentro. Una vez en el lago veo a Harry sentado junto a un árbol y a Neville con los pantalones remangados dentro del agua. Me acerco a mi amigo que está echando un vistazo a un libro de plantas acuáticas. Me siento junto a él, pero veo que no le presta mucha atención, mal hecho por su parte, pero bueno, ya se dará cuenta cuando llegue el momento.

    - ¿Dónde estabas? – me pregunta.

    - Entrenando – le suelto.

    - ¿Para las pruebas? – pregunta de nuevo.

    - Sí, tengo que estar en forma. – le explico.

    - Entiendo – contesta.

    De pronto veo como Neville saluda a alguien desde el agua. Me giro y veo a los chicos que se acercan. Me levanto y Harry conmigo. Hermione le dice algo a Ron y luego se nos acerca sola.

    - Ronald quiere que os diga que Seamus le ha dicho que a Dean le han dicho que Hagrid os quiere ver – dice Hermione el trabalenguas sin equivocarse.

    - ¿Eso es cierto? Pues… ¿Qué? – pregunta Harry con cara de no entender nada. Yo solo me rio bajito.

    - ¡Bueno, ya está bien! – le dice Hermione a Ron mientras se acerca a él.

    - Cuéntales lo otro… - le dice Ron a la castaña bajito. Mi amiga vuelve hacia nosotros de nuevo.

    -A Dean le dijo Parvati que… ¡por favor, no me pidáis más esto! – le dice a Harry suplicando. – ¡Hagrid quiere veros!

    - Vale, dile a Ronald…- intenta decirle Harry.

    - ¡No soy una lechuza! – le grita enfadada. Me agarra de la manga de la cazadora y tira de mí separándome de Harry y haciéndome seguirla a trompicones.

    - Nos vemos luego – le grito a Harry mientras camino. Hermione agarra a Ginny con el otro brazo y tira de las dos para irnos.

    - Tranquila, terminarán arreglándolo – le digo abrazándola por los hombros. Ella me sonríe levemente.

    Después del paseo, donde Hermione termina relajándose, nos vamos a cenar. Harry llega después.

    - He hablado con Hagrid. Te espero a las diez en la sala común – me dice Harry bajito.

    - Vale – le digo sonriendo. Sé a dónde vamos, pero será emocionante verlo en persona.

    Tras la cena las chicas deciden quedarse un poco más en el comedor con unas chicas de Hufflepuff para comentar no sé qué…

    Yo aprovecho para ir hacia mi dormitorio y prepararme para la excusión con Harry y Hagrid.

    A las diez en punto estoy en la sala común y Harry también. Salimos a escondidas del castillo esquivando a algunos alumnos y profesores hasta llegar a la casa de Hagrid. Él nos saluda y nos dice que lo sigamos.

    Entramos en el bosque prohibido y yo estoy asustada. Es la primera vez que entro y se los peligros que hay. Como Hagrid camina confiado yo lo sigo junto a Harry.

    - ¿Traes la capa de tu padre como te dije? – le pregunta Hagrid a Harry.

    - Sí, la he traído – le dice mostrándola - Hagrid, ¿a dónde vamos? –

    - ¡Pronto lo sabréis! Atentos, esto es importante – nos dice el gigante.

    - ¿Qué es esa flor? – le pregunta Harry – Hagrid ¿te has peinado? –

    - A decir verdad, sí… ya podrías peinarte tú de vez en cuando – le responde Hagrid molesto.

    - A mí me gusta así – comento. Los dos me miran. - ¿Qué?... Y, por cierto, va a una cita, ¿no lo ves? – le digo a Harry para disimular. Harry se para y me hace para a mí también. Un gruñido estridente me hace sobresaltar y agarrarme al brazo de Harry.

    - ¡Hagrid! – le llamamos al unísono ya que está delante nuestro.

    - ¡Oh! la capa, poneros la capa – nos apremia. Harry pone la capa sobre nosotros y quedamos los dos muy juntos en ella, siento nuestras respiraciones. - ¡Bonsoir, Olympe! – saluda.

    - Oh, Hagrid… ¡ya pensé que no vendrías! – le responde la directora franchute. – Que quizás te habrías olvidado de mí… -

    - Nunca podría olvidarte Olympe - le responde Hagrid embobado.

    - ¡Aj! – dice Harry bajito cerca de mi cara. Yo me rio por la escena tan empalagosa.

    - ¿Que querías enseñarme? Cuando hablamos antes estabas muy emocionado… - le pregunta la directora.

    - Agradecerás haber venido, ¡confía en mí! – le responde. De pronto una ráfaga de fuego atraviesa los arboles frente a nosotros.

    - ¡C’est magnifique! – exclama la franchute - ¿Podemos acercarnos? – le pregunta mientras lo hace.

    - ¿Dragones? – dice Harry asustado y me mira. Nos ha destapado las cabezas para que Hagrid nos vea. - ¿Es la primera prueba? ¿Es una broma? – pregunta mirándome de nuevo, pero yo no puedo contestar.

    - Por favor Harry, son unas pobres criaturas incomprendidas – dice mirándonos. Otra ráfaga de fuego es lanzada a través de los árboles. – Aunque he de admitir que el Cola-cuerno es una malvada obra de arte. El pobre Ron casi se desmaya al verlo. – nos explica.

    - ¿Ron ha estado aquí? – pregunta Harry incrédulo.

    - Claro, su hermano Charlie colaboró a traerlos de Rumanía, ¿No os lo ha dicho Ron? – pregunta.

    - No nada. Ahora no nos habla – dice Harry apenado. Yo le paso la mano por el hombro para consolarlo. Otra ráfaga de fuego nos asusta.
     
  2. Threadmarks: Capítulo 22: El hurón
     
    Andromeda

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    Ahora que he visto a los bichos en acción tengo los nervios de punta. No he pegado ojo en toda la noche, prueba de ello es la cama desecha con las sábanas y mantas por el suelo. Hermione me mira al pasar por mi lado y yo encojo los hombros. Me aseo, me pongo el uniforme, incluida la bufanda, y salgo disparada para desayunar después de arreglar mi cama. Hoy solo tengo clases con el profesor Colling.

    En el descanso entre clases salgo hacia el patio y Harry me intercepta.

    - Hola, ven tenemos que hablar con Cedric – me dice mientras me agarra la mano y tira de mí por el pasillo.

    - Vale, tranquilo – le digo.

    - Potter es un tramposo – dice un chico al pasar a nuestro lado enseñándole una chapa que cambia de la cara de Cedric con las palabras “Ganador” a la de Harry con las palabras “Perdedor”. Se oyen risas a nuestro alrededor.

    - Potter, ¡eh Potter! Pringao – dice otro que lo empuja por el hombro al pasar.

    - Apestoso – dice otro.

    - Lo que tiene que aguantar el pobre – pienso. - ¿Por qué no me insultan a mí también? – me pregunto.

    - Viva Cedric – dice una chica. – ¡Todas con Cedric! -

    - Gracias – contesta el pobre. Yo le aprieto la mano para que sepa que estoy con él.

    - ¿Te gusta la chapa? – pregunta uno cortándonos el paso junto a una chica.

    - Disculpad – les empuja Harry para pasar y yo lo sigo pegada a él. Caminamos por el patio hasta Cedric que está tumbado en un banco con unos chicos y chicas de su casa.

    - Harry… Sophi… - dice en cuanto nos ve aparecer y se incorpora.

    - ¡Potter lee la chapa! – exclama un Hufflepuff.

    - ¡Lee tu esto! – lo amenazo soltándome de Harry y acercándome al chico con el puño levantado. El chico retrocede y siento como Harry me agarra por la cintura y me levanta para darme la vuelta y que no le pegue al niñato. – Puedes soltarme – le tranquilizo agarrándole las manos que tiene sobre mi cintura. Me vuelve a poner en el suelo y me giro para mirarlo a los ojos. – Puedo con él… – le digo seria.

    - Lo sé, pero no quiero que te metas en problemas – me dice sonriéndome. Asoma la cabeza por mi lado para mirar a Cedric. ¿Podemos hablar? – le pregunta.

    - Vale – dice sonriendo, no sé si por los comentarios de sus amigos o por mi comportamiento. Nos acercamos a él y comenzamos a caminar para apartarnos a un lugar que tengamos algo de privacidad. Mientras caminamos seguimos escuchado “Apestas Potter”, “Harry Potter Apesta”, “Potter es un tramposo”, … Pero ¿qué les pasa a estos niñatos? ¿No tienen más imaginación a la hora de insultar?

    - Dragones, es la primera prueba. – le dice Harry a Cedric cuando estamos apartados de todos. – Un dragón para cada uno. –

    - ¿Vas en serio? – pregunta mirándonos. Los dos asentimos con la cabeza. – Y ¿Fleur y Krum lo saben? -

    - Si – le contesto. El asiente.

    - ¿Cómo lo harás tú? – me pregunta Cedric y yo me encojo de hombros. ¿Cómo voy a contarle lo que tengo planeado? Me mira serio. Luego mira a Harry. - Escucha, lo de las chapas… quise impedirlo, pero… - intenta justificarse.

    - No te preocupes – le dice Harry con una pequeña sonrisa. Nos separamos del Hufflepuff y veo que Harry ve a Ron y se dirige como una flecha hacia él. Voy detrás como un perrito faldero… no quiero que la sangre llegue al rio…

    - Eres un mierda, ¿lo sabias? – le dice el moreno al pelirrojo.

    - ¿Eso crees? – le pregunta muy tranquilo Ron.

    - No lo creo, lo sé… - le responde Harry muy enfadado.

    - ¿Algo más? – le pregunta sin inmutarse el pelirrojo.

    - Si, ¡que pases de mí! – le dice el moreno dándose la vuelta y caminando rápido. Yo me quedo mirando a Ron porque me da mucha pena.

    - Vale – le responde triste. No sé si lo habrá escuchado.

    - ¡Sophi! – me grita y yo lo sigo corriendo. ¡Menudo cabreo lleva!

    Nos acercamos al otro lado del patío.

    - ¿Estas tenso Potter? – escucho esa voz que me hace erizar la piel. Miro de donde viene y está sentado en la rama de un gran árbol. Bajo él sus dos gorilas. – Mi padre y yo hemos hecho una apuesta… - dice saltando de pronto frente a nosotros. – Yo digo que no duras ni diez minutos en este torneo… él difiere, cree que vas a durar cinco y tú… - dice mirándome con asco – morirás en el minuto uno… - sentencia con una sonrisa prepotente.

    - ¡Me importa un bledo lo que tú y tu padre penséis Malfoy! – le contesta Harry alterado. Es vil y cruel y tú… ¡un payaso! – le dice encarándolo.

    Se me dibuja una sonrisa en la cara ya que, por fin, le enfrenta sin miedo. Malfoy tiene cara de cabreado. Harry se gira y me coge la mano tirando de ella para que lo siga. Y yo lo hago.

    - Oh, no… ¡de eso nada! – escucho al Moody frente a nosotros y lo veo caminando hacia Malfoy a paso rápido, varita en mano. Noto que el rubio platino también tiene la varita en la mano… ¿pensaba maldecirnos? Pues claro que sí… ¡es Malfoy!

    Me giro y veo como transforma a Malfoy en un precioso hurón blanco.

    - Os enseñaré a no maldecir a nadie a traición… - dice mientras mueve al pobre hurón de arriba abajo. – ¡Apestoso! ¡Cobarde! ¡Canalla! – le va diciendo mientras lo agita.

    - ¡Profesor Moody! – oigo a mi tía por detrás de mí.

    - ¡Traicionero! – sigue agitándolo.

    - ¿Qué está haciendo? – le pregunta preocupada.

    - Educar – le suelta tranquilo.

    - ¿Eso es un alumno? – le pregunta asustada.

    - Técnicamente es un hurón – le dice mientras lo mete en los pantalones de Crabbe, el cual chilla.

    Todos empezamos a reírnos. Esto es muy humillante para él y se lo voy a hacer recordar como vuelva a meterse conmigo… Goyle intenta sacarlo, pero el hurón le muerde. Moody giña el ojo a Harry que ríe sin parar y me mira a mí también con una sonrisa. Se me borra la risa de golpe y él lo nota. El hurón sale de los pantalones de Grabbe por su pernera y mi tía aprovecha para volver a transformarlo en Malfoy. Se levanta asustado al ver al profesor frente a él y me mira con ira.

    - Mi padre se enterará de todo – amenaza al profesor.

    - ¿Es una amenaza? – le dice corriendo tras él alrededor del árbol.

    - ¡Profesor Moody! ¡Pro…! – lo llama mi tía.

    - ¿Es una amenaza? – le vuelve a preguntar a Malfoy.

    - ¡Profesor! – le grita mi tía.

    - Te podría contar cosas de tu padre que hasta rizarían ese grasiento pelo planchado – le grita a Malfoy mientras este huye despavorido por el patio.

    - ¡Alastor! – le grita mi tía.

    - ¡Eso no queda aquí! – le grita al rubio que ya no lo oye.

    - ¡Alastor! – le grita mi tía de nuevo. – Aquí jamás usamos la transfiguración como castigo, ya se lo habrá dicho Dumbledore. – le dice mientras lo amenaza con la varita.

    - Tal vez lo mencionara… – responde como un niño al que están regañando.

    - Pues haría muy bien en tenerlo presente… - le aconseja mi tía. – ¡Adentro! – nos indica mi tía a todos para que volvamos a clase. Barty le hace una mueca de burla con la cara en cuanto se gira.

    - Vosotros dos… ¡venid conmigo! – nos dice a Harry y a mí el profesor Moody.

    - No puedo… – le contesto fría. – Tengo clase de gramática – le miento y el asiente serio. – Nos vemos luego Harry – me despido soltando su mano y marchándome tras mi tía. – No me acerco a él ni de broma – pienso.

    Veo que mi tía Minerva se ha parado en el pasillo y me espera.

    - Ven querida, no tienes clase ahora… hablemos – me dice cogiéndome por los hombros. Yo asiento y la acompaño. Me lleva a su habitación para tener privacidad.

    - Ven mi niña, siéntate. – me dice. Yo me siento en la silla que me indica frente a un escritorio y ella se sienta detrás de él. - ¿Cómo llevas lo del torneo? – pregunta.

    - Bien - le digo. – Entreno a diario y tengo dos semanas. – le explico.

    - Bien, me alegro. – me dice sonriéndome. – ¡Quítate la bufanda!, aquí hace calor – me indica.

    - No te preocupes, estoy bien así – le digo.

    - Vamos, mi niña, te la pones cuando salgas que el cambio de temperatura te puede enfermar – insiste agarrando mi bufanda y desenredándola de mi cuello.

    - Tía, de verdad, estoy bien, no hace falta… - le insisto intentando que no me la quite. Fracaso rotundamente.

    - Ves, así estas mejor. – me dice sonriendo. - ¿Qué es eso que tienes en el cuello? – me pregunta mirándome el moretón. Y aquí vamos…

    - Me di un golpe entrenando – miento como una bellaca.

    - Eso no es de un golpe, jovencita – me dice con los ojos muy abiertos. – ¿Crees que porque soy mayor no sé qué es eso? – me regaña.

    - Tenía esperanzas, para que te voy a engañar… – me sincero. – ¡Pero no es lo que parece! -

    - Ah, ¿no? – pregunta con expectación.

    - Olvídalo, tía, de verdad… no es nada – le suplico.

    - ¿Quién te lo ha hecho? ¿Tienes novio? – me pregunta inquisidora.

    - No, ni hablar – le respondo rápido.

    - Dímelo – me exige.

    - Tía, ¡por Dios! no saques las cosas de quicio que será peor para mí – me suplico de nuevo. Me mira esperando la respuesta.

    - ¡Esta bien! – le digo. No veo alternativa. – A sido Malfoy, ¡en venganza! – le suelto.

    - ¿Qué? – me pregunta incrédula.

    - Ya te dije que me odia, no sé de qué te asombras. – me quejo.

    - ¿Te odia y te hace eso? – me pregunta asombrada.

    - Si, me ha marcado a posta – le digo.

    - Bien – dice seria – ahora sí que tomaré cartas en el asunto. Notificaré del incidente al Sr. Lucius Malfoy – me informa.

    - ¡No, tía! – le grito – pondrás una diana más grande sobre mí. –

    - Tranquila… Lucius se encargará de castigar a su vástago. Un sangre pura no puede enredarse con una muggle, es un desprestigio para su linaje. Después de esto, el Sr. Malfoy ni te mirará a la cara, créeme. – me dice convencida con una sonrisa maliciosa.

    - ¿Estás segura de eso? – le pregunto dudosa.

    - Segura – me confirma.

    - Esta bien… ¡Tú misma! – le digo resignada.

    - Bien, y ahora toma – me dice levantándose y acercándose a su tocador. – Ponte esto en el moretón. Es bálsamo removedor de golpes y lo desvanecerá – me explica entregándome un frasco.

    Me levanto y me acerco al espejo de su tocador para aplicármelo. Instantáneamente desaparece. – Genial – exclamo sorprendida. Ella sonríe.

    Me hace sentar y seguimos hablando de todo un poco antes de volver a mis clases con el Sr. Colling.

    Tras ese día no he tenido ningún incidente con Malfoy. Mi tía tenía razón, apenas me mira, me evita y no me habla. Las clases de pociones son muy tranquilas ya que mantiene la distancia y solo me mira de reojo. - ¡Sí que le tiene miedo a su padre! – pienso más feliz que una perdiz.

    Paso las tardes entrenando en la Sala de los Menesteres y voy mejorando increíblemente. Estoy muy ágil y en forma. El tiempo se me acaba y el día de la primera prueba se acerca.

    Días antes de la prueba voy a ver a mi tía Minerva, tengo que pedirle que me prepare la Pócima para Dormir y la Poción Confección para Confusión, pero esta última, en gas. Le lleva unos días realizarlas, pero están preparadas la noche de antes. De forma clandestina, en su dormitorio, introduzco la pócima para dormir en los dardos con una jeringuilla y la poción de confusión lo mete mi tía en las puntas de gas. Este último es líquido, pero al impactar se transforma en gas instantáneamente, según me explica ella. Una vez terminamos, nos miramos satisfechas por el resultado. Solo queda esperar a mañana para ver si funciona.

    Dejamos el equipo preparado en su habitación y quedo en pasar yo misma a recogerlo antes de la prueba. Mi tía me abraza y me besa en la mejilla para desearme suerte y me envía a la cama para que descanse… mañana será un duro día.
     
  3. Threadmarks: Capítulo 23: La primera prueba
     
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    El día a llegado y estoy viviendo la Crónica de una Muerte Anunciada… Mis nervios se han instalado en mi estómago y no puedo ni beber agua, aunque el insomnio ha hecho mella en mí dejándome unas bonitas ojeras. Me incorporo y veo como las chicas me miran con pena. Me levanto he intento animarme yo sola.

    Me baño y me dispongo a vestirme. Una vez termino me miro al espejo para ver el resultado. Unos pantalones elásticos negros tan cómodos como unos leggings, un top deportivo y encima una camiseta ajustada también negra. Complemento el vestuario con una sudadera verde oscuro de cremallera y capucha, los guantes de arquero negros y las botas de montaña. Me he recogido el pelo en una cola alta y he realizado una trenza para después enrollarla haciendo un moño. Me subo la cremallera y me pongo la capucha… - ¡Dios mío! ¡Soy Arrow pero con tetas! - pienso riéndome.

    Me quito la capucha para desvanecer la ridícula idea y me despido de las chicas con un abrazo. Me dirijo al dormitorio de mi tía a recoger el maletín y reviso que lo tenga todo. Una vez en la entrada del castillo, los directores nos llevan a los cinco a una carpa en mitad de la montaña. Y allí nos dejan diciendo que vendrán por nosotros cuando llegue el momento. Estamos todos muy nerviosos y no dejamos de pasear de un sitio para otro. En una de nuestras idas y venidas, Harry y yo topamos de frente y nos miramos a los ojos… Estamos asustados.

    - Tranquila, todo saldrá bien… - me alienta con una pequeña sonrisa.

    - No estoy tan segura, Harry – le digo con miedo. El me abraza y yo se lo devuelvo con fuerza… Tal vez sea la última vez que lo haga. Nos separamos y seguimos paseando inquietos.

    - ¡Chis! – escucho cerca de la tela de entrada. Miro y veo a Harry junto a ella. - ¿Eres tu Harry? – veo que preguntan bajito.

    - Si – dice Harry. Me acerco un poco y veo que es Hermione a través de una rendija. Sé que entrará y abrazará al moreno para animarlo cosa que la reportera cotilla aprovechará para mofarse. Puedo impedirlo así que me acerco a la entrada para avisarla.

    - ¡Quita de en medio sangre sucia! – oigo de pronto y me freno al ver entrar por la rendija a Malfoy. Instintivamente retrocedo dos pasos por la impresión. Él me ve y de una zancada me alcanza y me agarra por la cintura pegándome a su cuerpo. Me quedo petrificada… ¡No puede ser! ¡Otra vez no! Instintivamente pongo mis manos sobre su pecho y lo empujo.

    - ¿Creías que no vendría a despedirme? ¡Vas a morir en las fauces de un dragón y no pienso perdérmelo! – me dice con una sonrisa ladeada mirándome a los ojos mientras intenta que no me mueva.

    No puedo responderle, me he quedado muda de la impresión y perdida en su mirada. El sonido de un flash me hace reaccionar dándome un susto y otro sonido igual acompañado de una luz cegadora me vuelve a asustar. Giro la cabeza hacia el sonido y veo a un fotógrafo y a la periodista. Miro por encima del hombro de Malfoy y veo a Harry y a Hermione abrazados. - ¡Mierda! No lo he podido remediar… - pienso poniendo los ojos en blanco.

    - El primer amor… que… ¡apasionado! – dice la arpía de la periodista mirando a Harry y a Hermione que se abrazan como lo que son, amigos… Ellos se sueltan de golpe. – Si las cosas no salieran bien hoy, ambos podríais ser portada… - comenta maliciosamente.

    – En cambio vosotros sí que seréis portada… - dice girándose y mirándome.

    Miro que es lo que mira con esa sonrisita y me doy cuenta que Malfoy me tiene bien sujeta y la posición no es precisamente de un abrazo entre amigos. Lo empujo para que me suelte, pero me aprieta más a su cuerpo. Eso me sorprende y aterra a la vez. - ¿A que está jugando? – me pregunto inquieta.

    - Una muggle intentando entrar en una de las familias más prestigiosas de sangre pura… ¡Los Malfoy! – suelta su titular.

    - Usted no pinta nada aquí. Esta tienda es para campeones y amigos… - le suelta Krum muy serio.

    - ¡Ah! En fin… no importa... ya tenemos lo que queríamos – le dice pasando su pluma verde por la cara de Viktor. Se escucha otra foto, esta vez al resto de participantes y retroceden ambos.

    - ¡Suéltame Malfoy! – exclamo forcejeando de nuevo. – A tu padre no le va a hacer nada de gracia que tu foto aparezca en el Profeta junto a una muggle. – lo amenazo con una sonrisa falsa.

    - ¿En verdad crees que mi padre me castigó por lo que tu tía le contó? – pregunta sonriendo triunfador. Mi cara de pasmada debe ser un poema. - ¡Au contraire mon amour! Esta muy orgulloso… -

    Eso me deja descolocada y furiosa. Le empujo de nuevo sin conseguir nada. Tanto entrenamiento y no conseguir librarme de él me cabrea. De pronto aparecen por la entrada retirando la lona Dumbledore, el Sr. Crouch y los otros dos directores. Malfoy gira su cabeza y los mira y después la vuelve a girar hacia a mí de nuevo. - Creo que ahora si se ha asustado ¡por fin! - pienso contenta. No me da tiempo a reaccionar cuando pega sus labios a los míos en un beso corto pero intenso.

    - ¡Suerte! – me susurra con una bonita sonrisa y me suelta alejándose de mí. Me quedo ahí, petrificada y sin respiración. Mirándolo perpleja.

    - Saludos campeones. Tras la espera y las dudas por fin llega el momento, un momento que solo vosotros cinco sabéis valorar… - suelta Dumbledore de carrerilla. - ¡Eh! ¿Qué hace aquí Srta. Granger? ¿Sr. Malfoy? – les pregunta girando su cabeza de izquierda a derecha para mirarlos.

    - Perdón… ya me iba – contesta mi amiga tímida y la veo salir con Malfoy pisándole los talones.

    - ¿Qué está pasando aquí? ¡Esto es surrealista! – pienso confundida. - No tenía suficiente con los nervios de la prueba que ahora tengo mariposas en el estómago, cortesía del Sr. Malfoy… -

    - Barty, la bolsa – dice Dumbledore.

    - Campeones pónganse en círculo. Srta. Delacour por aquí. – dice colocándola a su derecha. Al lado de la francesa pone a Cedric. - Sr. Krum – lo pone frente a él. – Srta. Queen, usted aquí. – me dice poniéndome al lado de Viktor. – Sr. Potter, acérquese. – dice por último colocándolo a su izquierda y mi derecha.

    - Ahora, Srta. Delacour, si es tan amable… - le dice mientras le muestra una bolsa negra para que meta la mano. Ella saca un pequeño dragón verde. – Galés Verde – lo nombra Crouch. – ¿Sr. Krum? – le indica ahora al búlgaro. – Bola de fuego chino… ¡uhhh! – exclama. Cedric saca otro dragoncito. – Usted, Hocicorto Sueco. ¿Srta. Queen? – me dice a mí. Yo me quedo mirando la bolsa, me da repelús meter la mano ahí.

    - ¡Sophi! – exclama Dumbledore y me asusta. Meto la mano con temor y cojo uno sacándolo despacio.

    - Dragón blanco de Telchuria... ¡muy letal! – me dice sonriendo. - ¡Dios! ¡Voy a morir! –pienso aterrorizada.

    - Así que queda… - le dice a Harry el Sr. Crouch.

    - El cola-cuerno – susurra Harry mirándome y metiendo la mano en la bolsa.

    - ¿Que dices? – le pregunta Crouch.

    - Nada – contesta Harry.

    - El Colacuerno Húngaro. – le indica Crouch. - Son representaciones de cinco dragones reales, cada uno de los cuales ha recibido un huevo de oro que proteger. – comienza su discurso el Sr. Crouch. – Vuestro objetivo es simple, obtener el huevo. Esto es necesario, pues cada huevo, contiene la clave con la cual no tendréis opción de proceder a la siguiente prueba. ¿Alguna pregunta? – finaliza su explicación y nadie dice nada.

    - Muy bien… ¡Suerte campeones! – nos anima Dumbledore. Sr. Diggory, al sonido del cañón puede… -

    ¡BOOM! Se escucha de pronto y la tienda tiembla como si se nos callera encima. Cedric se pone en la salida e intenta serenarse antes de salir... ¡Y ahí va el primero!

    Harry y yo vemos cómo va pasando el tiempo y van saliendo uno tras otro los mayores. Nuestros nervios aumentan.

    - ¿Qué hacia Malfoy aquí? – me pregunta de sopetón.

    - Reírse de mí como siempre. Espera mi muerte… - le digo encogiendo los hombros.

    - No me gusta… cada vez que lo veo te tiene… ¡acorralada! – exclama.

    - Lo sé… no sé cuál es su juego, pero lo averiguaré – le contesto convencida. – Si no me come el dragón, claro – me da una risa algo histérica. Harry también se ríe por los nervios.

    - Tres de nuestros campeones se han enfrentado ya a sus dragones, han conseguido los huevos dorados, y todos continuaran con la siguiente prueba. – oímos decir a Dumbledore como si de una megafonía se tratara. – Ahora nuestro cuarto contendiente – le oigo decir.

    Sé que se refiere a mí, ya que Harry es el último. Me tiemblan las piernas, pero tengo que sacar el valor de donde no lo hay. Harry corre hacia mí y me abraza, cosa que hago yo también… por si no nos vemos nunca más. Me separo de su abrazo y le doy un beso en la mejilla. Lo veo sonrojarse… ¡Es tan tierno!

    Me dirijo al maletín y lo abro. Saco la aljaba, he introduzco cinco flechas con dardo sedante y dos con punta de gas. Cojo el arco y me giro. Coloco la capucha sobre mi cabeza, no quiero que el puñetero bicho me chamusque el pelo. Harry me mira con cara de alucinado.

    - ¡A que mola! – le digo bromeando para calmar un poco sus nervios y los míos.

    - ¡Mucho! – dice flipado y me sonríe. - ¡Suerte! – Yo asiento y me acerco a la salida.

    Y ahí está, parece una cantera de piedra. En el centro, un majestuoso dragón blanco resguardando el huevo dorado. Las escamas blancas envuelven su cuerpo como si de plumas se tratara. Tiene dos pequeños cuernos en la cabeza y cuando abre las alas es espectacular. Sé que el único sitio donde su piel es más sensible es por delante, en el cuello. Ese es mi objetivo.

    El silencio es sepulcral, a excepción, de los gruñidos del bicho que realiza en cuanto me ve. Escaneo el lugar antes de salir del todo. Un camino que lleva desde donde estoy hasta el centro, el cual está elevado. - Tendré que escalar un poco – pienso. Una vez fuera, a mi derecha, hay una gran roca en la que puedo protegerme y disparar desde allí… calculo que habrá unos cincuenta metros hasta el dragón.

    Siento como el demonio alado me mira y parece que me desafía haciendo sus gruñidos más fuertes. Salgo rápidamente hacia el camino, dirección a la roca, y el dragón se alza preparando su ataque. Yo corro a resguardarme al tiempo que me lanza una bocanada de aire frio. Al protegerme escucho el sonido de la roca congelarse.

    - ¡Mierda! ¿Un dragón de hielo? – me pregunto nerviosa. – Esto no me lo esperaba… -

    Lo escucho gruñir de nuevo. Estoy de espaldas a la roca y me asomo por mi derecha para mirarlo y calcular mis movimientos. Veo como el dragón vuelve a prepararse para atacar, elevando su cuerpo ayudado por sus alas y abre la boca para congelar todo lo que encuentre a su paso. Una ráfaga me hace aire frío me hace moverme rápidamente detrás de la roca, pero siento una punzada en mi brazo. Lo miro y veo un corte en la sudadera la cual se está empapando de mi sangre. Me quedo paralizada… ¡Que es esto! Miro frente a mí…

    - ¿Hielo? ¿En serio? ¿El bicho lanza proyectiles de hielo? – me grito asombrada.

    Se oyen exclamaciones entre el público. Intento serenarme. No hay diferencia entre fuego e hielo, el daño es el mismo. Estoy herida, pero eso no hace que mi mano tiemble. Saco una flecha con gas y la pongo en el arco. Me preparo para el ataque respirando hondo. Giro rápidamente sobre mi espalda y, colocándome fuera de la roca, lanzo la flecha a los pies del dragón. El contacto del proyectil contra el suelo libera una nube de humo que irrita al bicho y lo hace volver a escupir hielo, pero esta vez no tan potente. Me da tiempo a esconderme tras la roca. Vuelvo a asomarme y veo que se está desorientando. Aprovecho para lanzarle otro proyectil de gas y resguardarme. Unos segundos después me asomo de nuevo y puedo verlo tambalearse entre gruñidos.

    Es el momento, y saliendo de la roca, me coloco en posición de arquero sacando una flecha con dardo de la aljaba y colocándola en el arco a gran velocidad. Lanzo la flecha e impacta en el cuello del dragón, por encima de la cadena que lo retiene. Este, irritado, intenta quitársela con las patas delanteras, pero no puede. Los gruñidos son lo único que se escucha en el recinto. Seguidamente vuelvo a sacar otra flecha y la vuelvo a lanzar contra el diablo alado. Se repite el impacto en el cuello y el animal sigue su lucha por quitársela. Los gruñidos empiezan a disminuir y sus movimientos se vuelven más lentos. Una tercera flecha impacta de nuevo en su cuello y es la que lo hace derrumbarse en el suelo.

    Tardo unos minutos en comenzar a caminar hacia él. Lo veo inmóvil en el suelo, pero no me fio. Coloco otra flecha en el arco y me aproximo con cautela. Una vez que llego hasta el centro guardo la flecha en la aljaba ya que el animal no hace ningún movimiento. Escalo el montículo… Las botas de montaña hacen que se agarre bien a la roca y no resbale.

    Cuando llego a la cima donde está el precioso dragón, me acerco con cautela a él. Llego hasta su cabeza y me pongo de cuclillas para sacarle los dardos de su cuello. Lo hago de uno en uno con mucho cuidado, no quiero lastimarlo. Una vez extraídos, le acaricio la zona con mi mano. Siento su piel áspera pero blanda y una respiración tranquila me indica que está dormido.

    Alzo mi dedo pulgar para indicarles a todos que está bien. Me giro y veo el huevo al otro lado del animal. No tengo posibilidad de llegar hasta él si no paso por encima… y eso hago. Trepo con cuidado por el dragón blanco sin soltar el arco. Puedo tocar sus grandes escamas y sentir lo duras que son. Una vez lo paso veo que el dichoso huevo está protegido por su cola. Salto por encima y me agacho para cogerlo.

    Una gran ovación se escucha en el recinto. Gritos y vítores me asustan porque no sé si son de alegría o porque el bicho se ha despertado. Me incorporo rápido y me giro, pero puedo comprobar que sigue dormido. Bajo el montículo de roca con el huevo en la mano.

    Ahora es el turno de Harry, pero apenas puedo ver nada. Solo que el dragón intenta aplastarlo con la cola y quemarlo. Alguien le grita algo y él saca la varita y pronuncia un hechizo. En breve su escoba lo recoge y sale volando. El dragón rompe la cadena y sale tras él rompiendo el toldo del palco de los profesores. No sabemos nada más hasta que después de unos interminables minutos, vemos aparecer a Harry en su escoba chamuscada y recoge el huevo de pasada.

    Una vez en la sala común lo aplausos y los vítores no cesan porque todos estamos muy eufóricos. Los gemelos cogen a Harry y lo elevan triunfal mientras él muestra el huevo para que todos lo vean. Dos chicos que no conozco, aunque son de la casa, hacen lo mismo conmigo e imito a Harry.

    - ¡Si, Harry! – exclama Fred mientras Harry lanza el huevo a Finnigan. - ¡Sabia que no morirías! –

    - Quizá una pierna – comenta George.

    - O un brazo – responde Fred.

    - Pero perder todo lo demás… - canturrea George.

    - ¡Jamás! – dicen al unísono los dos.

    - Aunque con Sophi… ¡Sí que temimos por tu vida! – dice Fred riendo.

    - ¡Gracias por el voto de confianza, chicos! – exclamo con el ceño fruncido.

    - ¡Callad! – exclama Finnigan y se hace el silencio. – Vamos chicos, ¿Cuál es la clave? – pregunta, curioso. Yo niego con la cabeza y pongo los ojos en blanco.

    - ¿Quién quiere que lo habrá? – grita Harry contento. Todos gritan que lo habrá.

    - ¿Queréis que lo habrá? – vuelve a gritar. Todos gritan un SI. Yo como puedo me encojo tapándome los oídos y sujetando el huevo… malabares ¡vamos!

    Harry me mira y al verme pone cara de ¿Qué haces? Pero sus ganas de saber que hay dentro son más fuertes y lo abre. Lo chirridos que del huevo provienen te taladran el cerebro y todos chillan por el ruido. Casi me caigo de los hombros de los Gryffindor.

    - ¡Es insoportable! – dice un chico.

    - Si – dice otro.

    - ¿Qué diablos era eso? – pregunta Ron tímidamente. Todos se giran a míralo y nos bajan al suelo a Harry y a mí.

    - Bien chicos, cada mochuelo a su olivo… Bastante mal se va a poner esto como para convertirlo en espectáculo – dice un gemelo haciendo que los chicos se dispersen. Yo me acerco a Hermione y a otras chicas para sentarme con ellas, pero les escuchamos hablar.

    - Reconozco que hay que estar muy loco como para meter el nombre en el Cáliz de Fuego – se disculpa Ron.

    - ¿Ya lo entiendes? Cuanto has tardado… - contestar Harry.

    - No soy el único que lo ha pensado, todos lo decían a tus espaldas – le comenta mirando alrededor.

    - Genial, ahora me siento mucho mejor… - dice Harry con ironía.

    - Al menos os avise de los dragones – explica Ron

    - Hagrid fue quien nos advirtió – replica el moreno.

    - No, no, no… ¡fui yo! ¿no te acuerdas? – pregunta el pelirrojo.

    - Le dije a Hermione que os dijera que Seamus le dijo que a Dean le habían dicho que Hagrid quería veros – dice el trabalenguas de nuevo. Yo empiezo a reírme bajito. – Y Seamus nunca me dijo realmente nada, ósea, que realmente fui yo. Pensé que me perdonarías cuando te dieses cuenta – comenta tímido.

    - ¿Cómo iba a darme cuenta? ¡Es una absoluta locura! – le dice Harry y me mira levantando los hombros para que le dé la razón.

    - A mí no me mires, yo lo entendí a la primera – le digo riéndome.

    - Ya, tienes razón, supongo que estaba hecho un lío – le dice triste Ron.

    - ¡Chicos! – exclama Hermione emotiva y todos quedamos en silencio sonriendo. Por fin han hecho las paces.
     
  4. Threadmarks: Capítulo 24: Clases de baile
     
    Andromeda

    Andromeda Entusiasta

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    Hoy me he despertado muy animada… he sobrevivido a la muerte, y solo tengo un rasguño en el brazo… ¡Puedo darme por satisfecha! Me levanto, me aseo y me visto. Bajo a desayunar con Hermione y Ginny. Al llegar al comedor veo que Malfoy está desayunando y, al verme entrar, no me quita los ojos de encima. Los chicos también están allí y nos sentamos con ellos. Harry lleva el brazo en cabestrillo y una tirita intenta unir una brecha en su mejilla. Las gemelas Patil pasan tras Harry y lo saludan. El las sigue con la vista y topa con Chan, la cual lo mira y él por intentar sonreírle se le escapa el zumo por la boca.

    - ¡Por Dios, Harry! – le digo poniendo los ojos en blanco. - ¡Así no, eh! – le regaño. Él me mira confuso.

    - ¡Fíjate en esto! ¡Es increíble! ¡Lo ha vuelto a hacer! – me grita Hermione para que mire lo que está leyendo en el periódico. – La Srta. Granger, una simplona ambiciosa, parece desarrollar un gusto por magos famosos. Su última presa, según fuentes, es nada menos que el bombón búlgaro Viktor Krum. No se sabe aún como se ha tomado Harry este mazazo emocional…- termina de leer y me mira cerrando el periódico enfadada. Harry encoge los hombros y sigue comiendo. – ¡Y de ti no dice nada! – me dice casi en un grito.

    - ¿Y porque me culpas? ¿Qué quieres que te diga? – le pregunto encogiéndome de hombros.

    - Tendrías que haber salido tú en portada con Malfoy y no estas – me acusa colérica.

    - ¡Ah! Eso es fácil… - le digo. - Los Malfoy habrán comprado su silencio… ¿De qué te asombras? – le pregunto sonriéndole.

    - Paquete para usted Sr. Weasley – dice un pequeñajo rubito.

    - Gracias Nigel. – le dice al chico que se nos queda mirando a Harry y a mí. – No, ahora no, Nigel… luego – le dice al chiquillo. El pobre se va triste por el pasillo y Hermione y yo nos quedamos mirando a Ron para que nos dé una explicación. – Le dije que le conseguiría un autógrafo de Harry y un beso tuyo. – dice tímido.

    - ¡No me lo puedo creer Ron! – le reprocho. - ¡Nigel! – lo llamo y el chiquillo se gira a mirarme. Le hago señas para que se acerque y viene corriendo emocionado. Me giro para tenerlo de frente y puedo ver a Malfoy por el rabillo del ojo. - Harry no puede firmarte el autógrafo ahora, está mal herido ¡lo ves! – le digo moviendo la cabeza hacia el moreno, el cual para de comer para mirarnos con una pequeña sonrisa.

    Vuelvo a mirar al pequeño. – Pero yo sí puedo, así que dime, ¿Qué puedo hacer por ti, Nigel? – le pregunto mirándolo a los ojos. El crio baja la mirada y le empieza a subir el color a las mejillas. - ¿Quieres un beso? – le pregunto. El chiquillo asiente tímido. Le cojo del mentón suavemente y le doy un beso en la mejilla. Su sonrisa se ensancha y le giño un ojo. Sale disparado corriendo hacia la puerta del gran comedor.

    Miro fugazmente a Malfoy antes de girarme en mi sitio y veo tensión en su rostro.

    - Lo has hecho feliz – me dice Hermione.

    - Y él a mí – le digo sonriéndole.

    - Mira, mi madre me manda algo – dice Ron abriendo la caja – Me ha enviado un vestido – dice al sacar su contenido.

    - Te pega con los ojos… ¿Lleva tocado? – bromea Harry. - ¡Aja! – dice sacando unas chorreras de la caja.

    - ¡Ya está bien Harry! – le protesta el pelirrojo. – Ginny, debe ser para ti – le dice a su hermana mostrándoselo.

    - Yo no me pongo eso, ¡que horterada! – le suelta la pelirroja con cara de asco. Los tres empezamos a reírnos… - ¡pobre Ron! – pienso.

    - No es para Ginny, es para ti – le aclara Hermione entre risas. – Se llaman túnicas. –

    - ¿Cómo que túnicas? ¿Para qué? – pregunta el pobre Ron. Todos nos encogemos de hombros entre risas.

    Unos días después, mi tía le ha pedido al profesor Colling que me dé permiso para saltarme unas clases para asistir con ella a una clase que impartirá y a la que debo asistir. Él no pone objeción.

    La sigo y me lleva al salón donde estuvo en su día el Cáliz de Fuego. Me dice que me siente y veo que ha separado la clase en dos. En unas gradas están las chicas y, frente a ellas, en las otras gradas lo chicos. Me acerco y me siento junto a Hermione.

    - El baile de Navidad ha sido una tradición del Torneo de los Tres Magos. – comienza a hablar mi tía. - Desde su concepción, durante la noche de Pascua, con nuestros invitados, nos reunimos en el gran comedor para una noche de inocente y educada frivolidad. Como representantes de la escuela anfitriona espero que todos y cada uno de vosotros deis los primeros pasos en todo y, lo digo literalmente, porque el baile de Navidad es primero y ante todo una danza.

    Todo el salón se llena de cuchicheos, algunos emocionados otros asqueados.

    - Silencio – grita para continuar. – La casa de Godric Gryffindor se ha ganado el respeto del mundo mágico durante casi diez siglos. No consentiré que, en el transcurso de una tarde, mancilléis ese nombre comportándoos como una panda de babeantes y bobos babuinos. – sentencia. - Bailar consiste en hacer que el cuerpo respire. Dentro de cada mujer, un cisne dormita en secreto anhelando liberarse y alzar el vuelo. – explica mi tía de forma poética.

    - ¡Mi tía no me ha visto bailar! – le digo a Hermione bajito. Ella me mira con los ojos muy abiertos y se ríe.

    - Dentro de cada chico un dominante león quiere demostrar su valor. – termina su poética explicación. – ¡Sr. Weasley! – llama a Ron.

    - ¿Si? – pregunta, asustado.

    - Me acompaña ¿por favor? – le dice llamándolo con la mano. El pobre se acerca mirando a sus compañeros que se ríen bajito a su costa.

    - Bien, ponga su mano derecha sobre mi cintura – le explica mi tía.

    - ¿Dónde? – pregunta, espantado.

    - En mi cintura y extienda el brazo – le repite a Ron.

    - Sr. Filch, si es tan amable… - le indica para que ponga la música en la gramola. La música empieza a sonar y empiezan a bailar.

    - Un, dos, tres… un, dos, tres… - le va enseñando a Ron.

    - Juntaos por parejas… - las chicas nos levantamos de inmediato pero los chicos no. - Chicos, poneos en píe. – los invita mi tía, pero todos se escurren en su asiento hasta que Neville se levanta. Tras él, tímidamente los demás.

    Le hago una señal a Harry con la cabeza que percibe al momento, y se me acerca justo en el momento en que otro chico se me pone delante.

    - Lo siento, pero estoy con él – me disculpo con una sonrisa falsa y agarro la mano de Harry arrastrándolo al centro de la sala. Lo miro seria.

    – Eres más lento que el caballo del malo… – le regaño y él se ríe.

    Miro a mi tía y la veo hacer un movimiento de cabeza indicándome que empiece el baile.

    – ¡Vamos allá! - le digo a Harry que me mira algo nervioso. Me pone una mano en la cintura y me coge la otra. Yo pongo mi mano sobre su hombro y mirando a mi tía y a Ron empezamos a imitar sus pasos. Dos minutos necesito para darme cuenta que Harry tiene dos pies izquierdos.

    - ¡Au, Harry! Deja de pisarme – me quejo. Empiezan a dolerme los pies.

    - Lo siento, pero esto no es lo mío – me contesta mirándose los pies para no volver a pisarme.

    - No hace falta que lo jures… – le digo. Me mira y nos empezamos a reír.

    Una hora y media después he conseguido que Harry no me pise. ¡Algo es algo!

    Por la tarde nos vamos los cuatro al Lago Negro y nos sentamos cerca de la orilla. Ellos están haciendo unos ejercicios para una de sus clases y yo solo he venido a desconectar, ya que estoy un poco agobiada con los exámenes.

    Después de la primera prueba, el Sr. Colling le comunicó a mi tía que necesitaba más hora de clase conmigo para prepararme bien los exámenes del trimestre, así que he dejado de ir a Pociones y a Defensa para hacer más mates y física y química. Eso conlleva estar menos tiempo con mis amigos y no tener que soportar al rubio platino. Gracias a Dios, solo lo veo de lejos en el comedor y alguna vez por los pasillos junto a sus gorilas. Siempre me está mirando, pero yo paso de él, no quiero darle pie para que se me acerque. - Ahora estoy tranquila y relajada – pienso sonriendo.

    No llevamos ni quince minutos y veo que se acerca Viktor Krum haciendo ejercicio por delante nuestro y un grupo de chicas lo van persiguiendo. Al pasar frente a nosotros mira a Hermione y le sonríe. Ella carraspea de los nervios. Si yo lo he notado… ¿Cómo que los chicos no? - ¡Que simples son! - pienso resignada.

    - Este sábado es tu cumpleaños, ¿no? – me pregunta Hermione sacándome de mis pensamientos.

    - ¡Ummm!... Creo que sí… - le digo pensativa.

    - ¡Vamos! No nos creemos que se te ha olvidado – me replica.

    - ¿Qué haremos? – pregunta Harry emocionado.

    - Pues no sé, ¿Qué proponéis? – les pregunto.

    - ¿Qué tal si vamos a Hogsmeade? Podemos pasear y tomar algo en Las Tres Escobas – propone Hermione.

    - Me parece bien – le digo encogiéndome de hombros.

    - A nosotros también – dice Ron mirando a Harry que asiente.

    - Pues nada, decidido. –les digo con una sonrisa.

    El sábado por la mañana, me levanto feliz. Las chicas me han felicitado nada más despertarme y he ido repartiendo abrazos y besos entre ellas. Hermione y yo nos hemos arreglado para ir a Hogsmeade ya que tenemos permiso de mi tía, pero Ginny no quiere venir, dice que tiene cosas que hacer. Mi tía Minerva me ha hecho llamar a primera hora para felicitarme y regalarme un colgante con un amuleto de protección. Se lo he agradecido muchísimo porque es precioso y me encanta. Se trata de un ojo de Horus, dentro de un círculo rodeado de símbolos egipcios, y todo en plata. También me ha dado algo de dinero mágico para poder invitar a mis amigos en la taberna.

    Al llegar a la sala común Harry me ha abrazado muy fuerte y me ha felicitado y Ron lo ha hecho de manera menos efusiva. Salimos del castillo y nos dirigimos al pueblo. Paseamos por sus calles y terminamos llegando a Las Tres Escobas. El sitio más cutre no puede ser y da cosa hasta sentarse en esas mesas, pero por ellos, no digo nada. Me hacen probar la cerveza de mantequilla… ¡qué horror, por Dios! Pasamos el rato entre risas y chismes, parecemos cuatro marujas en plena tertulia del Sálvame de Luxe. Me lo estoy pasando genial.

    Volvemos para la hora de comer y nos sentamos en nuestra mesa.

    - Un pajarito me ha dicho que es tu cumpleaños, Arquera… – dice Fred sonriéndome.

    - Pues sí, hoy cumplo catorce – le digo orgullosa.

    - ¡Vaya, que vieja! – suelta George burlándose. Todos se ríen.

    - Muy gracioso pelirrojo… - contesto con una sonrisa falsa.

    - Pues entonces… ¡Felicidades leona! – me felicitan los gemelos a la vez.

    - Gracias chicos – les agradezco levantándome e inclinándome sobre la mesa para abrazarlos.

    - ¿Es tu cumpleaños? – pregunta Seamus y Neville me mira expectante.

    - Si, lo es – les respondo.

    - ¡Felicidades! – me dicen sonriendo.

    - Gracias – les agradezco haciendo la misma acción que con los gemelos.

    Una vez terminamos salimos del comedor y me convencen para ir a Lago Negro a pasear y así bajar la comida. Yo acepto y una vez allí, decido contestar al mensaje de Sahra felicitándome por mi cumpleaños. Una vez pongo los dedos en el móvil para escribir me lo pienso mejor y decido hacer una video llamada.

    - ¿Qué haces? – pregunta Ron al verme ponerme el móvil frente a la cara.

    - Una video llamada a mi amiga Sahra – le digo.

    - ¿En serio? ¿A ver? – me dice curioso intentando mirar sobre mi hombro.

    - ¡Hola guapa! – contesta Sahra cuando aparece en pantalla. - ¡Muchas felicidades! – me grita contenta.

    - Gracias cariño – le contesto. – Este es mi amigo Ron – le digo a Sahra ya que aparece junto a mí en la llamada.

    - Hola Ron, soy Sahra – se presenta.

    - Hola – responde él y sale del plano.

    - Es muy tímido… – le digo bajito y ella se ríe.

    - ¿Te acuerdas de Hermione? – le pregunto agarrándola y saliendo las dos en la imagen.

    - Claro… Hola Hermione, ¿Cómo estás? – le pregunta sonriendo.

    - Bien, gracias, ¿y tú? – responde también sonriendo.

    - Aquí, aburrida estudiando. Tengo los trimestrales la próxima semana. – le comenta con cara de asco.

    - ¡Uy, si! Estamos todos igual – le contesta.

    - Harry, ven… - lo llamo. Él me mira con los ojos muy abiertos y me niega con la cabeza. – Vamos, no seas tímido – le digo llamándolo con la mano. Se acerca a regañadientes y se cambia por Hermione.

    - Hola Sahra – le dice tímido.

    - Hola Harry – le dice ella con tono coqueto. Yo pongo los ojos en blanco y me río. Él sonríe tímido y se va.

    - Sahra, no lo espantes… – le digo bajito y ella se ríe a carcajadas.

    - ¿Cómo va todo? – me pregunta.

    - Bien, deseando terminar los exámenes y que lleguen las fiestas. Tenemos un baile de Navidad ¿sabes? – le comento.

    - Bueno, es lo normal, ¿no? – me responde ella elevando los hombros.

    - Si, pero este es como de la alta sociedad, con vestidos de noche, smokings y vals… - le explico.

    - ¿En serio? – pregunta divertida.

    - Te lo juro por Snoopy – le digo seria con voz de pija. Las dos empezamos a reírnos a carcajadas.

    - Vamos Sophi… volvamos – me dice Hermione. Yo asiento y me despido de Sahra.

    Una vez volvemos al castillo nos dirigimos a la sala común. Una vez pongo el pie dentro…

    - ¡SORPRESA! – gritan un montón de chicos y chicas Gryffindor incluidos los gemelos y Ginny. Hay globos de colores por todos lados, música, comida y refrescos. Pequeños fuegos artificiales en el techo cortesía de los gemelos Weasley, supongo… Me quedo helada de la sorpresa.

    Me giro y puedo ver a los tres riendo y yo me abalanzo sobre ellos y los abrazo.

    - Me estabais entreteniendo para esto… ¡Gracias! – ellos sonríen contentos.

    Nos adentramos en la fiesta y todos me vienen a felicitar… me paso un rato dando besos y abrazos. Unos bailan y otros comen, como Ron. Otros se dedican a beber y a hablar… en definitiva, todos se lo pasan bien.

    - Sophi, pon música muggle… de la que bailáis – me dice Ginny.

    - Vale – le digo y conecto mi móvil a todo volumen. Pongo Reggaetón y todos se empiezan a mover, pero me miran para saber cómo se baila eso. En cuanto empiezo a moverme las chicas se vuelven locas intentando imitarme y los chicos… bueno, parece que se les van a salir los ojos de las orbitas. Nosotras no paramos de reír y bailar y ellos… nos han rodeado. El único que se atreve es Neville y en cuanto me acerco para bailar con él el resto de chicos salen disparados en busca de una chica con la que bailar de igual forma.

    Estoy agotada y me voy a sentar para beber algo… estoy seca. Harry se me acerca y se sienta a mi lado.

    - Bailas… muy bien – me dice tímido.

    - Gracias – le contesto – Deberías probarlo –

    - No, gracias – me mira algo espantado – Ya sabes que bailar no es lo mío - me dice sonriendo. Yo también le sonrío. Se nos une Hermione y Ron.

    - Esto es para ti – me dice Hermione – Es de parte de Ron y mío.

    - Chicos, no tendríais que haberme comprado nada – les digo avergonzada.

    - Ni lo digas, es tu cumpleaños… ¡Ábrelo! – me anima Ron.

    Quito el envoltorio y es un diario con la cubierta de piel marrón y el logo de Gryffindor en la portada. En un lateral lleva una pluma.

    - Esa pluma es especial, no necesita tinta… como tus bolígrafos – me comenta Ron.

    - ¡Oh, por favor! ¡Me encanta! – les digo emocionada.

    Me levanto y les doy un beso y un abrazo a cada uno. Ron se sonrojan un poco.

    - Este es mi regalo – me dice Harry entregándome una cajita alargada.

    - Harry gracias, pero no tendrías que haberte molestado – le digo emocionada.

    - Es una tontería – me dice sonriendo. Abro la cajita y en ella hay una pulserita de plata con un corazón en el centro.

    - ¡Dios mío, Harry! ¡Me encanta! – le digo mirándolo emocionada. Me abalanzo a sus brazos y le doy un beso en la mejilla. Él sonríe feliz. – ¿Me la pones? – le pregunto.

    - Sí, claro – me dice cogiéndola y colocándomela en la muñeca.

    Yo la admiro, es preciosa… - ¡Tiene buen gusto! – pienso.

    La fiesta sigue su ritmo, pero a eso de las once decidimos darla por finalizada. Con unos toques de varita los Weasley limpian todo y la sala común queda como si nunca hubiera habido una fiesta. - ¡Guay! – pienso.

    Ginny, Hermione y yo nos retiramos a dormir despidiéndonos de todos hasta mañana. Me siento agotada, ha sido un bonito día y me siento feliz. Cuando entro al dormitorio me aproximo a mi cama y algo en ella llama mi atención. Una vez más cerca, veo que se trata de una rosa roja acompañada de una nota. La sostengo y la huelo, haciéndome cerrar los ojos su perfecto aroma. Me dispongo a leer la nota:

    Feliz Cumpleaños.jpg

    - Pero ¿cómo…? ¡Au! – me pincho con una espina. – Eres como él… hermosa y perfumada, pero cruel – pienso con una sonrisita.
     
  5. Threadmarks: Capítulo 25: Una pareja para el baile
     
    Andromeda

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    buscando pareja.jpg

    Otra vez lunes. Tengo clase con el Sr. Colling durante todo el día y por la tarde clase de estudio con los Gryffindor. Hay un trabajo que debo presentarle al profesor Snape al igual que los chicos.

    Tras la segunda hora, el Sr. Colling se ha marchado del aula, tenía que ir a hablar con Dumbledore. Me he quedado repasando para el próximo examen que lo tendré en dos horas. Lo llevo bastante bien ya que me pasé todo el domingo estudiando en la biblioteca con Hermione. Me levanto del pupitre, tengo el culo cuadrado, y quiero moverme un poco. Paseo de un lado a otro con la Tablet en la mano.

    De pronto, oigo unos pasos apresurados acercarse y me giro para ver entrar al profesor Colling que ya ha regresado. Pero mi sorpresa es mayúscula cuando veo entrar al rubio platino con cara de pocos amigos. Instintivamente retrocedo y topo con la mesa del pupitre donde dejo la Tablet. Se me acerca hasta tenerlo a escasos centímetros y me agarra del brazo izquierdo con fuerza. Ese olor… ¡Ummm!

    - ¿Te lo pasaste bien en la fiesta improvisada de Gryffindor? – pregunta irritado.

    - Sí, muy bien, gracias… - le respondo orgullosa. – Y ahora… ¿Haces el favor de soltarme? ¡Me haces daño! – le digo tirando de mi brazo para que me suelte. No consigo nada.

    - Llevo toda la mañana escuchando a los estúpidos de Gryffindor explicar como repartías besos y abrazos a todos - me grita apretando su agarre y sacudiéndome. La vena de su cuello se hace muy visible resaltando sobre su pálida piel.

    - Pues claro que repartía besos y abrazos… ¿sabes por qué?... Pues, por si no lo sabías, era mi cumpleaños y me felicitaban… ¡Ah, espera! ¡Si lo sabias! Encontré a tu amiga sobre mi cama – le digo son sarcasmo levantando mi mano derecha y mostrándole mi dedo herido por la espina.

    El desvía su mirada hacia mi dedo y de improviso me agarra por debajo de la muñeca con fuerza. Regresa su mirada a la mía aún más cabreado.

    - ¿Qué es esto? – me dice sacudiendo mi muñeca. Miro hacia mi mano y me doy cuenta de lo que habla.

    - ¿En serio Malfoy?... ¡Necesitas gafas urgentemente! – exclamo con ironía. – Es una pulsera. – le digo moviendo un poco la muñeca para que se mueva.

    - ¿Quién te la ha dado? – me sigue gritando.

    - Me la ha regalado Harry – le respondo intentando parecer tranquila.

    - ¿Potter? – me grita más fuerte.

    - Claro…, es mi amigo. Y tengo un diario con una pluma de Hermione y Ron y un amuleto de protección de mi tía – le enumero mis regalos.

    - Tiene un puñetero corazón… ¡UN CORAZÓN! ¿No lo ves? – me pregunta muy irritado moviendo mi muñeca para que la mire.

    - Claro que lo veo… ¡no estoy ciega! - le digo molesta.

    - Un amigo no te regala una pulsera con un corazón… - me explica apretando más mi mano y acercándomela a la cara.

    - Claro que sí, un corazón significa muchas cosas, entre ellas, la amistad – le protesto molesta. Me ha cabreado su comportamiento acusador. ¿Qué me esta insinuando?

    - Ya te he dicho que no te quiero cerca de Potter ni de ningún otro chico, y menos que los vayas besando y abrazando – me advierte serio.

    - Yo no soy como tú… Yo no tengo un iceberg por corazón. – le contesto muy enfadada. – Tengo parte de sangre latina corriendo por mis venas y es la que me hace cariñosa con la gente que me demuestra su afecto. Solemos besar y abrazar a nuestros amigos y familiares constantemente… No somos tan fríos y estirados como vosotros – sentencio mientras intento soltarme de ese agarre que me dejará huella en la piel. – Y ahora si ya has terminado con la pataleta… ¡Suéltame! – le grito desafiándolo con la mirada.

    - ¡Esto no quedará así, Queen! – me amenaza con una sonrisa ladeada y su mirada me atraviesa provocándome un escalofrío. No puedo evitarlo y me pierdo en esos ojos azul-grisáceo que tengo tan cerca y que hacen detener mi corazón. Me sobresalto al sentir sus labios sobre los míos en un beso rápido pero intenso para luego soltar su agarre de golpe. Se da la vuelta y sale igual que llegó.

    Me quedo allí quieta, intentando procesar lo ocurrido. – Como siga besándome así terminará dándome algo… – pienso preocupada.

    Unos minutos más tarde aparece el profesor Colling por la puerta y reacciono volviendo a la realidad.

    Ya son casi las cuatro… hora de la clase de estudio en el gran comedor con Snape como profesor encargado. Voy corriendo por los pasillos esquivando alumnos porque voy tarde y Snape es muy severo con la puntualidad. Casi he llegado cuando veo a Malfoy apoyado en la barandilla de la escalera junto a sus dos gorilas.

    - ¡Bonito trasero, Queen! – me grita para que todos lo oigan cuando paso corriendo frente a él. Me paro y me giro para mirarlo. - ¿Cuándo me harás un bailecito privado? – me pregunta con una sonrisa malvada y todos se ríen. Sé que se refiere al baile que hicimos en Gryffindor.

    - ¡Que te jodan, Malfoy! – le suelto enseñándole el dedo corazón en alto y no me espero a ver su reacción corriendo hacia el comedor.

    Cuando llego los veo sentados en una mesa larga con el pasillo a su espalda. Esta Hermione, Ron, Harry y yo me siento a su lado. Frente a nosotros los gemelos y Seamus.

    - ¡Que desastre! – dice Ron moviendo la cabeza. – A este paso seremos los únicos del curso sin cita. – se queja el pelirrojo. Snape lo sobresalta dándole una colleja para que se calle. - Bueno, nosotros y Neville. –

    - Sí, pero él puede bailar consigo mismo – contesta Harry sonriendo.

    - Debéis saber que Neville ya ha conseguido a alguien – informa Hermione molesta.

    - ¡Oh! Ahora sí que estoy impresionado… – dice Ron alicaído. Veo como Fred le pasa una hoja a Ron. - ¿Con quién vas a ir tú? – le pregunta a su hermano después de leer la nota.

    - ¡Eh, Angelina! – le grita bajito Fred a la chica tirándole una bola de papel para llamar más su atención.

    - ¿Si? – pregunta ella.

    - ¿Tú…quieres ir… al baile… conmigo? – le pregunta Fred haciendo gestos para que ella lo entienda.

    - ¿Al baile? Sí, claro – le responde con una sonrisa coqueta. Fred le giña el ojo a Ron orgulloso.

    - ¿Y tú con quien vas Sophi? – me pregunta el gemelo.

    - Con Harry – le digo sin levantar la vista de mi cuaderno.

    - ¿A sí? – me pregunta Harry mirándome con asombro.

    - Creía que estaba claro – le digo mirándolo a los ojos.

    - No podéis ir juntos al baile… – protesta Hermione.

    - ¿Por qué? – le pregunto mirándola por delante de Harry.

    - Porque los dos soy campeones y cada campeón tiene que ir acompañado de una pareja, no pueden ir dos campeones juntos – me responde ella.

    - ¿Y dónde está escrita esa regla? – le pregunto molesta.

    - No está escrita en ningún sitio. Es una regla de protocolo en el baile de Navidad del Torneo – me responde con retintín.

    - Vale… - refunfuño – Pues nada Harry, sigue buscando. – le digo encogiéndome de hombros. – A la mierda el plan A, pasaré al plan B…Ya buscaré a alguno que me invite -

    - Ningún chico te invitará – me dice Seamus.

    - ¿Qué? ¿Por qué? – le pregunto confusa.

    - Malfoy ha amenazado a todos los chicos de Hogwarts para que ninguno te invite al baile – me confiesa serio.

    - ¿Qué, que? – le pregunto ahora incrédula. - ¡La madre que lo pario! ¡Se quedó a gusto! – exclamo irritada. Todos se ríen por lo bajo. – ¡No ha perdido el tiempo el muy hij…! - Un carraspeo en mi espalda corta mi frase indicándome que Snape me está escuchando. Me giro despacio para mirarlo. – Lo siento… – le digo volviendo la vista a mi cuaderno.

    - Y entonces, ¿qué harás? – me pregunta Ron.

    - Pues no se… plan C… se lo pediré a alguna chica… ¿Sabéis de alguna chica que este buena y libre? – les pregunto a los chicos.

    - Si, tú… - me responde George riendo.

    - Muy gracioso pelirrojo – le contesto con una sonrisa falsa.

    - ¡Por Dios, Sophi! Pareces uno de ellos… – me dice Hermione poniendo los ojos en blanco. – ¡Y no puedes ir con una chica! – me dice exaltada.

    - ¿Por qué no? ¿También hay una regla que lo dice? – me quejo mirándola. Ella me mira y niega con la cabeza. – Vale, decidido… seguro que encuentro una chica antes que ellos – suelto señalando a mis dos amigos con la cabeza mientras sonrío.

    - ¡Eh, Hermione! Tú eres chica… - le dice Ron a Hermione mientras que Harry le da un golpe en el brazo para advertirle que viene Snape. Yo intento decirle que se calle tirando de su manga por delante de Harry. El pelirrojo no nos hace caso.

    - Muy agudo – le responde ella con ironía.

    ¿Vendrías con alguno de nosotros? – le suelta. De pronto Snape le da un golpe en la cabeza con un libro, seguidamente le da otro golpe a Harry y yo cierro los ojos esperando el impacto también en mi cabeza… pero nunca llega. Abro un ojo para cerciorarme y si… no llega.

    - ¡Oh, vamos! Da igual si un tío va solo al baile, pero una chica… ¡qué triste! – suelta el pelirrojo.

    - No iré sola… por raro que te parezca ya me lo han pedido… - se levanta molesta y le da su cuaderno al profesor Snape. – Y he dicho que sí – le susurra a Ron al acercarse a recoger sus cosas para salir del comedor bastante enfadada.

    - ¡Que carácter! – se queja el pelirrojo - Es trola, ¿verdad? -

    - Si tú lo dices… - le responde Harry.

    - ¿Por qué no vais juntos y os ahorráis la humillación? – le pregunto picarona.

    - ¡Ni hablar! – responden al unísono con la mirada avergonzada. Yo me rio.

    - Solo tememos que echarle valor y lanzarnos… - vuelve Ron a decirle a Harry. – Esta noche, cuando volvamos a la sala común, ambos tendremos pareja, ¿de acuerdo? – le propone a Harry.

    - De acuerdo – le confirma Harry. De pronto las cabezas de los dos se hunden en los cuadernos gracias a las manos del profesor Snape.

    Una vez termino mi tarea, se la entrego al profesor y salgo del gran comedor dejando allí a los chicos. Voy en busca de Ginny ya que recuerdo que ella tiene una amiga muy mona de Ravenclaw. En uno de los pasillos cerca del patio central me la encuentro y esta con ella y otras dos chicas.

    - Hola Ginny – la saludo.

    - Hola Sophi – me responde.

    - Hola Valery – la saludo también. – Quería hablar contigo –

    - Hola, sí, dime – me dice sonriendo.

    - ¿Te han pedido para ir al baile de Navidad? – le pregunto sonriendo.

    - No – responde tajante.

    - Vale, ¿te gustaría venir conmigo? – le pregunto directa.

    - ¡Eres una chica! – exclama asombrada.

    - ¡Ya! gracias por la aclaración… No pasa nada que vayan dos amigas a una fiesta. Se lo pediría a mi amiga Sahra, pero es muggle y no puede venir… así que he pensado en ti. – le explico. – Sahra y yo lo pasamos súper bien cuando salimos de marcha, no paramos de bailar en toda la noche, y nos ligamos a un montón de tíos… - le digo como si recordara.

    - ¿En serio? – me pregunta emocionada. Yo asiento con la cabeza. Creo que la parte de ligar con tíos es lo que la ha convencido. – ¡Esta bien! – exclama finalmente.

    - Perfecto – le digo. – Pues nos vemos para el baile – me despido caminando para irme. - ¡Ah! Por cierto… que no se entere Malfoy de nuestra cita – le advierto girándome y caminando hacia atrás.

    Espero que se lleve una grata sorpresa cuando me vea aparecer del brazo con Valery. Él quiere guerra… pues tendrá guerra.

    Me he distraído un poco hablando con Sahra por el móvil… bueno, quien dice un poco dice una hora. Cuando llego a la sala común me encuentro a un Ron en shock y varias chicas alrededor de él incluidas Hermione y Ginny.

    - ¿Qué ha pasado? – le pregunto a la pelirroja.

    - Le propuso una cita a Fleur Delacour, a gritos… – me dice Ginny seria.

    - Pero ¿cómo se te ocurre? – le regaño poniéndome de rodillas frente a él.

    - ¡No, tú también, no! – me suplica alicaído.

    - Tranquilo, no pasa nada… ya ha pasado… - le digo abrazándolo para reconfortarlo un poco.

    - Yo no estoy hecho para esto Sophi – me dice abrazándome también.

    - Lo sé, tranquilo – lo consuelo.

    Me separo de él y veo a Harry aparecer sonriente.

    - Tranquilo, Ron…Ya tenemos pareja para el baile – le dice feliz.

    - ¿En serio? – le pregunta el pelirrojo incrédulo.

    - Si, en serio – confirma Harry.

    - Bien, pues ya todos tenemos cita – le comento feliz.

    - ¿Se lo pediste a una chica y te dijo que sí? – pregunta Ron asombrado.

    - Sí, claro – le digo orgullosa.

    - Irá con Valery – suelta Ginny. – Yo estaba delante cuando se lo pidió. –

    - ¡Genial! ¡Esto ya no puede ser más humillante! – se dice Ron irónico.
     
  6. Threadmarks: Capítulo 26: El Baile de Navidad
     
    Andromeda

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    baile navidad.jpg

    El día del baile ha llegado y estamos todas muy nerviosas. Corremos de un sitio para otro arreglándonos para lucir lo mejor posible. El dormitorio se ha convertido en un salón de belleza, barra, pasarela de moda. Nos hemos hecho algunas fotos completas y alguna que otra selfie.

    El vestido rosa pastel de Hermione es precioso y el recogido que le he realizado la hace ver muy hermosa. Yo llevo el vestido que me he comprado online y que recogió Sahra en la tienda. Mi tía envió al Sr. Filch a recogerlo. Se trata de un vestido rojo que llega hasta el suelo, con escote en forma de corazón y los hombros descubiertos. Es ajustado al cuerpo y tiene una abertura en la pierna izquierda para poder tener libertad de movimiento al caminar. Los zapatos son de tacón, no muy algo, a juego. He recogido mi cabello por los laterales dejando la melena rizada suelta por detrás. Tengo algunos rizos sueltos a ambos lados de la cara y el flequillo recto. No llevo complementos, solo la pulsera de Harry.

    Hermione se ha marchado ya, no quiere hacer esperar a Viktor. Yo la sigo unos minutos después ya que le he enviado algunas de las fotos a Sahra para que nos vea arregladas… se lo prometí. Compruebo que tengo la batería a tope ya que pretendo hacer fotos del evento. No tengo donde guardármelo, así que lo llevo en la mano.

    Me dispongo a bajar por las escaleras y veo que Harry esta al pie de ellas junto a la gemela Patil.

    - ¡Vaya!… ¡Otra que está preciosa! – dice la chica vestida con un vestido hindú.

    - ¡Guau…! – escucho decir a Harry que se queda con la boca abierta.

    - ¡Cierra la boca, Harry! – le digo bajando las escaleras y el obedece inmediatamente. – ¿Has visto a Valery? – le pregunto mirando alrededor por si la veo.

    - No va a venir… - oigo decir a una voz que me hiela la sangre.

    Harry mira en su dirección al igual que yo. Y ahí está… caminando hacia nosotros con su smoking negro y su túnica del mismo color, muy parecida a la de Harry, pero seguro que más cara. Resalta su cabello plateado bien peinado y esa sonrisa malévola en su rostro. Sus ojos viajan por mi vestido.

    - ¿Qué le has hecho, Malfoy? – le pregunto irritada.

    - ¡Nada!... La amenacé, como a los demás… - responde manteniendo la sonrisa y encogido los hombros.

    - ¡Eres odioso Malfoy! – le protesto mirándolo desafiante.

    - Y tu preciosa… - me suelta cambiando a una sonrisa seductora. Me quedo helada, su forma de mirarme me descoloca.

    - ¡Lárgate Malfoy! – le dice Harry molesto. – Vamos Sophi, vayamos al salón, tenemos que abrir el baile – me indica extendiendo la mano para que se la coja y termine de bajar las escaleras.

    - ¡Vaya, vaya, vaya! El príncipe azul al rescate de la princesa… - dice el rubio con malicia.

    - Esta princesa no necesita un príncipe azul para vencer a un DRAGÓN…– le respondo mirándolo a los ojos con orgullo. Espero que coja la indirecta y veo que sonríe de lado… ¡lo ha pillado!

    - ¡Vamos, Harry! Coge a Patil… No quiero que nos llamen la atención por llegar tarde – le digo bajando el resto de escaleras que me quedan y empujando a Malfoy con el hombro al pasar por su lado.

    Nos acercamos a la puerta del gran comedor y todos los campeones se han puesto en fila junto a sus parejas. Harry y la gemela se han puesto delante mío. Yo me he situado detrás de Harry. Iré sola al baile, pero orgullosa…

    - ¿Qué llevas puesto? – me pregunta mi tía con los ojos como platos al pasar a mi lado.

    - Pues… un vestido. – le respondo mirándomelo. - Me lo compré y el Sr. Filch lo recogió… ¿lo recuerdas? – pregunto ahora mirándola a ella.

    - Sí, claro… recuérdame que la próxima vez sea yo quien elija el vestido – me dice seria. Yo le pongo los ojos en blanco como respuesta. - ¿Dónde está tu pareja? – me pregunta de nuevo.

    - ¡No tengo!... ¡Voy sola! – le respondo con una sonrisita. Su cara de estupefacción no se hace esperar. – ¡Toma, lleva tú mi móvil!… No tengo donde guardarlo y luego quiero hacer fotos de la fiesta. – le digo poniendo el móvil en su mano para sacarla de su trance.

    - ¡No me extraña con ese vestido! – me dice mirándome de arriba abajo seria. – Ahora en serio, ¿Dónde está tu pareja? –

    - Ya te lo he dicho… ¡Voy sola! – le vuelvo a insistir. Ella me lanza una mirada de reproche, pero de pronto su cara cambia y sonríe.

    - ¡Me habías asustado, mi niña! – me dice y se marcha por detrás mío. La sigo con la mirada… No he entendido bien a que se refiere.

    Encogiéndome de hombros me giro mirando al frente. Me arreglo un poco el vestido estirándolo hacia abajo con la palma de la mano para eliminar posibles arrugas. Veo por el rabillo del ojo que tengo a alguien a mi lado y levanto la vista para ver quién es.

    - Pero ¿Qué haces aquí? – le pregunto a Malfoy enfadada. Él solo me sonríe arrogante y me ofrece el brazo para que se lo agarre. – ¡Vas listo! – le digo molesta y miro al frente para ignorarlo. - Que ganas de estrangularlo, ¡por Dios! - pienso.

    - No tienes más remedio… y yo me rebajo a acompañar a una simple muggle, ¡deberías estarme agradecida! – me dice con una sonrisa perversa en su cara.

    De pronto siento una mano por detrás que agarra mi brazo por el codo y lo enreda en el brazo del rubio platino. Me giro y veo a mi tía sonriente.

    - ¡No…, él no…! – intento protestarle, pero nos empuja por la espalda para que sigamos a Harry y a la gemela que ya han comenzado a caminar. Mientras avanzamos intento desenredar mi brazo del suyo, pero con su otra mano sujeta mi brazo para que no se mueva. Lo veo sonreír triunfador… ¡Ahora mismo le patearía el culo! Intento quitar su mano con mi mano libre sin tener buenos resultados.

    - ¡Oh! ¡Mira! ¡Qué bonita pareja hacen! ¡Cómo se cogen de las manos! – Escucho decir a una chica al pasar por su lado. Automáticamente suelto su mano cabreada y al notar mi rendición, él suelta mi brazo también. Al final terminamos entrando al centro del salón como el resto de parejas delante nuestro.

    Nos colocamos para comenzar el baile, uno frente al otro, y siento como pone su mano en mi cintura y me coge la mano con la otra. Yo pongo mi mano libre sobre su hombro. No lo miro, solo miro al resto que hace lo mismo que nosotros. Tomo aire para tranquilizarme y una oleada de su aroma me golpea y me hace temblar.

    - No pienses que has ganado la guerra… esto es solo una batalla – le susurro molesta.

    - Llevo muchas batallas ganadas… eso pronostica una gran victoria final – me dice sonriendo de lado.

    - No me subestimes, Malfoy – le digo dándole un puntapié en la espinilla.

    - ¡Au! – protesta – Eres una mala perdedora – me recrimina.

    - Eso no es verdad… ¡solo que no te soporto! - exclamo. – Y espero que no me pises –

    - Soy un excelente bailarín – me dice con chulería. Lo miro a los ojos y ahí está… esa mirada de superioridad tan característica en él. Pongo los ojos en blanco como respuesta. Él se ríe.

    La música empieza a sonar y el avanza, retrocediendo yo en una sincronización perfecta. Empezamos a movernos por el salón y me da la sensación de que floto, me lleva tan bien que parecemos profesionales. Los alumnos aplauden a todas las parejas que hemos abierto el baile.

    - Vaya, me sorprendes… ¡sí que bailas bien! – reconozco a regañadientes.

    - Los frutos de las clases de salón de mi madre… practico desde los ocho años – me explica.

    - ¡Bien por Narcissa! – exclamo irónica.

    - ¿Cómo sabes el nombre de mi madre? – me pregunta serio.

    - Se lo escuché a mi tía una vez – le miento. El asiente convencido.

    A mitad del vals, veo como entran en la pista de baile Dumbledore acompañado de mi tía y se ponen también a bailar. Otra ovación de aplausos se hace notar y minutos después el resto de alumnos se animan a bailar con sus parejas.

    Después de un sinfín de vals y de fotos realizadas por mi tía, un grupo de música, juraría que Heavy Metal, comienza su actuación y todos los alumnos se vuelven como locos saltando y gritando. Estoy junto a Hermione y nos reímos y bailamos como si no hubiera un mañana. También nos hacemos unas selfis que luego pasan a ser unas fotos de ella con Viktor, y a regañadientes, otras mías con el rubio platino. Tampoco faltan la de los cuatro. Viktor y Draco bailan a nuestro lado, hablando y riéndose como si fueran amigos.

    Unas cuantas canciones más y suena una balada lenta. Veo como Viktor coge a Hermione de la cintura para bailar y ella tímidamente pone las manos en sus hombros. Me mira y sonríe… está contenta, pero no feliz. Yo le devuelvo la sonrisa, pero se me corta al sentir un tirón de mi muñeca y terminar chocando con el cuerpo de Malfoy. Automáticamente sus manos se colocan en mi cintura y yo ya tengo las mías en su pecho del susto. Su sensual sonrisa y su aroma me envuelven y decido ceder al baile. Coloco mis brazos sobre sus hombros colocando las manos en su nuca. Eso parece que le ha gustado porque noto como me aprieta contra su cuerpo.

    - Malfoy, deja que corra el aire… Estas invadiendo demasiado mi espacio – le protesto incomoda.

    - ¡Ummm! Creo que no, estoy bien así – me dice socarrón. Le pongo los ojos en blanco como respuesta.

    Nos movemos despacio, al ritmo de la balada, e intento no mirarlo a los ojos, hasta que siento como su mano empieza a bajar hasta mi trasero. Un escalofrío me recorre el cuerpo y solo tengo ganas de partirle la cara, así que, tras borrar la idea de mi mente, decido salir corriendo.

    - Tengo sed, voy a beber algo – le digo empujándolo para separarme. Es lo primero que se me ha ocurrido para huir sin montar un numerito.

    - Vamos fuera e iremos a buscar bebida para todos – le dice Viktor a Hermione y luego me mira a mí, parece que está buscando nuestra aprobación. En cuanto las dos asentimos mira a Draco y le hace una señal con la cabeza para que lo siga. Empiezo a seguir a Hermione y a Viktor entre el gentío para poder salir de la pista. Siento las manos de Draco en mi cintura guiándome y protegiéndome. Cuando salimos nos acercamos a una mesa alta y ellos se marchan por las bebidas.

    - Nunca pensé que vendrías con Malfoy – me suelta Hermione de golpe.

    - Y no venía… Se me ha acoplado el idiota… Empiezo a sospechar que me acosa… - le digo seria.

    - Sí, es posible – me afirma ella con una sonrisita.

    - ¿Qué tal tu cita con Viktor? – le pregunto maliciosamente.

    - Muy bien… ¡Es encantador! – me confiesa con una amplia sonrisa.

    - Me alegro guapa… – le digo abrazándola. Ella me lo devuelve.

    - Las bebidas – dice Malfoy acercándose y entregándome un vaso. Viktor hace lo mismo con Hermione.

    - ¿Qué es? – le pregunto a Draco mirándolo.

    - Limonada – me responde sonriendo.

    - ¿Con veneno? – le pregunto entrecerrando los ojos.

    - No, solo limonada – insiste y me mira esperando que beba. Yo lo dudo y me acerco el vaso para olerlo. Hermione hace lo mismo.

    - Huele raro – le digo seria.

    - No sé, serán los limones – me dice encogiendo los hombros. Yo sigo mirando el vaso sin atreverme a beberlo. - ¡Trae! – me dice quitándome el vaso de la mano y dando un sorbo. - ¿Lo ves? – me sonríe. Le brillan los labios por la bebida y no puedo dejar de mirarlos. Cuando consigo reaccionar cojo el vaso y me lo bebo de un tirón… estoy sedienta.

    - ¡Lleva alcohol! – le digo enfadada al sentir como me arde la garganta y el estómago. – Hermione, ¡no bebas! – la advierto quitándole el vaso. Ella solo ha bebido unos sorbos del vaso. Los miramos con el ceño fruncido y ellos se miran y brindan con sus vasos para luego beber su contenido completamente.

    - ¿Pero vosotros de que vais? – les regaño.

    - Es Vodca hechizado – dice Draco riendo. – A sido idea de Viktor – le dice guiñándole un ojo.

    - ¿Qué significa hechizado? – pregunta Hermione seria.

    - Que sube tres veces más que el normal – nos aclara Viktor. – En Bulgaria es muy popular –

    Hermione me mira con la boca abierta.

    - Tranquila, no has bebido tanto, te lo quité a tiempo – la tranquilizo.

    - ¿Y tú? Te has bebido el vaso entero – me dice preocupada.

    - No pasa nada, yo aguanto bien el alcohol – intento parecer creíble. Ella asiente dudosa.

    Viktor le dice a Hermione de volver a la pista a bailar, que eso le ayudará a eliminar lo poco que ha consumido. Ella acepta dudosa no sin antes mirarme preocupada. Yo le indico con la cabeza que estoy bien.

    No es cierto, empiezo a sentirme mareada y tengo calor.

    - Voy a tomar el aire – le digo a Malfoy saliendo escopeteada hacia el pasillo buscando un balcón cercano.

    El contraste de temperatura me hace sentir bien al principio, pero según pasan los minutos, mi cuerpo se empieza a congelar por el frío invernal que hace en el exterior. Me abrazo para calentarme un poco ya que me niego a entrar.

    De pronto, me asusto al sentir como me ponen una túnica por encima de los hombros. Miro un poco por encima de mi hombro y veo que es Malfoy el que me la ha puesto. Sujeto la apertura de la misma con mis manos cruzadas y así mantenerla cerrada sobre mi cuerpo. El residuo de calor corporal en ella y el aroma de su perfume me hacen sentir muy bien. Noto su cuerpo en mi espalda y sin previo aviso, pasa sus brazos alrededor de mi cuerpo en una especie de abrazo. Siento su cálido aliento en mi cuello, cerca del oído y me hace estremecer.

    Permanecemos así un rato hasta que empiezo a notar que el alcohol ya está haciendo de las suyas. Me siento muy mareada y mi cuerpo flaquea. De pronto siento sus labios en mi cuello en un beso húmedo y una sensación de cosquillas me provoca la risa.

    - Me haces cosquillas – le digo entre risas.

    - Y eso es malo… ¿por? – pregunta él también riendo sobre mi cuello.

    - Para Malfoy, tengo que irme – le digo mientras deshago el abrazo y le devuelvo la túnica.

    Doy unos pasos para entrar de nuevo al castillo y mis pies fallan haciéndome tropezar… - ¡Madre mía, voy pedo! – pienso entre risas.

    - Espera, te acompaño – me dice acercándose a mí y pasándome un brazo por la cintura para sujetarme. - ¡Estás ebria! – me dice riéndose.

    - ¡Uy! ¡Ebria dice el niño pijo! – exclamo sin parar de reír. - ¡Estoy borracha! – le digo riéndome mientras caminamos hacia la entrada. Él también se ríe, pero no noto que se tambalee como yo.

    Vamos por un pasillo y casi no me aguanto de pie, sino fuera por Malfoy estaría ya en el suelo.

    - Espera – le digo apoyando mi mano en el muro. - Deja que me apoye en la pared un momento –

    Él se para y yo apoyo toda mi espalda en la pared, quiero intentar controlar mi cuerpo para no caerme. Un minuto tardo en notar que me escurro hacia el suelo. Siento sus manos sujetarme por la cintura para mantenerme en pie contra la pared y como apoya su cuerpo contra el mío. Me siento acorralada y por eso no me caigo. Me empieza a fallar la visión ya que me pesan los ojos y se me cierran. El cálido aliento que desprende su boca sobre mi cuello me hace estremecer y abro los ojos de golpe. Las cosquillas reaparecen y me da la risa de nuevo. Siento sus besos húmedos bajando lentamente por mi cuello y noto como un centenar de mariposas dormidas se despierta en mi estómago.

    - ¡Para, Malfoy! – le ordeno empujándolo un poco. No obtengo respuesta, solo su sonrisa en mi cuello. Sigue besándolo hasta llegar a la clavícula y noto su mano subiendo por mi pierna desnuda.

    - En serio, ¡Para! ¿Qué crees que estas haciendo? – le digo molesta intentando quitar su mano de mi muslo.

    - ¡Me vuelves loco! - Me susurra en el oído. – Tu vestido tan sexi y ese olor a vainilla… ¡Ummm! –

    - ¡Para ya, Malfoy! – le vuelvo a ordenar empujándolo de mí.

    - De acuerdo… – dice frustrado. – ¡Vamos! – exclama volviendo a sujetarme para seguir caminando.

    Creo que estamos cerca del gran comedor ya que la música lenta se escucha aún. Cada vez me siento peor… mis piernas no me responden.

    - ¡No me siento bien! – le digo mirándolo a los ojos… y después… oscuridad.
     
  7. Threadmarks: Capítulo 27: La resaca
     
    Andromeda

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    invitacion.jpg

    Una leve luz me indica que ha amanecido. Entreabro los ojos con dificultad e intento enfocar la vista. Me duele la cabeza… la resaca ya ha llegado. Veo el dosel verde de la cama y vuelvo a cerrar los ojos… estoy en la cama, menos mal.

    - Espera… ¿verde? – pienso abriendo los ojos de golpe. Y sí…, es verde y esta no es mi cama.

    Intento levantarme y siento un peso sobre mí. Me miro y veo un brazo encamisado de blanco rodeando mi estómago y sobre mis piernas, otra que no es mía, enfundada en unos pantalones negros. Espantada miro a mi derecha y puedo ver, a unos centímetros de mi cara, el rostro dormido del rubio platino, con mechones rebeldes de cabello sobre su cara.

    Automáticamente se me para el corazón. - ¿Qué hago aquí? ¿Qué ha pasado? – me pregunto histérica. – ¡No recuerdo nada! ¡Dios mío! ¡Menos mal que estoy vestida! – me intento consolar cerrando los ojos un momento.

    Con mucho cuidado intento retirar su brazo de mí, pero el movimiento hace que apriete su agarre. Me quedo sin respiración, todo huele a él… Unos segundos después lo vuelvo a intentar y consigo retirar su brazo y sacar mis piernas con mucho cuidado de no despertarlo. Me levanto lentamente y recojo los zapatos que están tirados en el suelo. Camino descalza por la habitación, la cual es individual con los colores verde y plateado de la casa Slytherin. – ¡No hay nada como tener un papa con pasta! – pienso con ironía. Me dirijo hacia la puerta e intento abrirla.

    - ¿Ya te vas? – me sobresalta su voz a mi espalda. Lo miro y lo veo mirándome apoyando en su costado, con la cabeza sobre su mano y los pies cruzados.

    - Sí, no debería estar aquí… ¿Por qué estoy aquí? – le grito irritada.

    - ¿Dónde querías que te llevara? Te desmayaste y yo no sé la contraseña de Gryffindor… - se excusa moviendo los hombros.

    - ¡Podrías haber buscado a alguien!... A Hermione o a mi tía por ejemplo… - le expongo enfadada.

    - ¡No lo pensé!… Estaba algo ebrio también, así que te cogí en brazos y te traje aquí… Dame las gracias por no dejarte tirada en el suelo del pasillo – me suelta irónico.

    - ¿Qué te de las gracias? ¡Sí, claro!... ¿Y qué más, idiota?... ¿Cómo le voy a explicar a mi tía donde he pasado la noche? – le pregunto exaltada. – Como se entere… ¡Me mata! –

    - Pues ya que te va a matar… ¡Ven aquí! – me dice golpeando con la mano libre sobre el colchón. – Déjame quitarte ese precioso y sexi vestido y… - no le doy tiempo a terminar la frase. Le lanzo uno de mis zapatos, lo que le provoca la risa al cogerlo al vuelo. Vuelvo al pomo de la puerta para abrirla, pero no puedo.

    - ¿Qué le pasa a la puñetera puerta? – susurro haciendo fuerza para abrirla.

    - Tienes que decir la contraseña – me dice burlón. – Así que no saldrás de aquí hasta que yo te lo permita – me confirma guiñándome el ojo.

    - ¿Estás seguro? – lo reto y el asiente con una sonrisa juguetona. – ¡Sangre pura! – exclamo y la puerta se abre. Él se incorpora asombrado. – ¡Ya te he dicho que no me subestimes, Malfoy! – le digo con una sonrisa triunfadora.

    - ¡Tu zapato, Cenicienta! – me grita lanzándomelo para que lo coja, cosa que hago y salgo de la habitación.

    Gracias a Dios no hay nadie en la sala común de Slytherin y, casi de puntillas, salgo de ella repitiendo la contraseña. Camino por los pasillos hasta llegar a Gryffindor. Atravieso la sala común y subo a mi dormitorio. Muy despacio camino hasta mi cama y me siento, veo que todas duermen y pienso en hacer lo mismo. Me acostaré y trataré de dormir un poco más.

    - ¿Dónde has estado? – me grita bajito Hermione sobresaltándome. La miro y está incorporada en su cama.

    - ¡Por ahí! – intento disimular.

    - ¿Cómo que por ahí? ¡Hace horas que deberías estar en tu cama durmiendo! – me grita bajito para no despertar a las demás.

    - Pero, ¿Porque me gritas? – le pregunto para desviar el tema. – Si estas enfadada con alguien no es culpa mía – le digo, ya que sé que está molesta con Ron.

    - Es Ronald, anoche me hizo enfadar… ¡Es idiota! – me dice sentándose a mi lado.

    - ¡Vaya novedad! – le digo con una sonrisa - ¡Todos lo son! – Ella también sonríe. - Dale tiempo, además de idiota es tímido y no se atreve a decirte que le gustas – le confieso cogiéndole la mano para animarla.

    - Sí… tendré paciencia… - me dice apretando mi mano. – Y no me cambies de tema… ¿Dónde estabas? – vuelve a insistir y yo le pongo los ojos en blanco.

    - ¡Dios mío! – le digo – No puedo… -

    - ¡Habla, Queen! – me dice seria. Si me llama por mi apellido es que va enserio.

    - ¡Mierda, Granger! – exclamo molesta – El alcohol pudo conmigo y me desmaye. – le empiezo a contar. Ella me mira expectante. – Me desperté en la cama de Malfoy –

    - ¿Qué, que? – me grita bajito con los ojos que se le van a salir de las orbitas.

    - ¡Te juro que no ha pasado nada! Y no por falta de ganas por su parte… - le digo mientras recuerdo lo que me ha insinuado hace un rato. - Pero los dos estábamos vestidos… creo que me llevó allí cuando me desmaye y el alcohol también puedo con él. -

    - ¡Dios mío, Sophi! – exclama incrédula.

    - ¡Que no se entere mi tía de esto! Cúbreme… Si pregunta, yo vine contigo a dormir… Si se entera ¡me mata! -

    - Tranquila, mentiremos… Inventemos una historia creíble para que coincidan las versiones – me propone.

    - Vale… diremos que tras pelearte con Ron y enviar a gritos a Harry y a él a dormir, yo te encontré sentada en las escaleras llorando, te consolé y te convencí para irnos también a dormir. –

    - ¿Cómo sabes que los envié a dormir? ¿Y qué me senté a llorar en las escaleras? ¿Me viste? – me pregunta pasmada.

    - Pues no lo sé… Igual sí… no recuerdo nada… - miento. Ella asiente pensativa. - Venga durmamos un poco más, me duele la cabeza… los efectos de la resaca -

    Ella se levanta y se va a su cama. Yo aprovecho y me quito el vestido colocándome el pijama. Me siento cómoda y aliviada y me meto entre las sábanas. Poco a poco voy cayendo en un ligero sueño.

    Nos hemos levantado tarde, es el día de Navidad y los alumnos se marchan a sus casas para pasar el resto de las fiestas con sus padres y familiares. Hermione se marcha con sus padres, Harry con Ron a casa de los Weasley y yo me quedo con mi tía en Hogwarts ya que al tener invitados alguien tiene que hacer de anfitriona… Una excusa barata para que me quede con ella. ¡Es mi única familia y la quiero! ¿Con quién mejor iba a estar que con ella?

    Paso los días con Viktor y Fleur, y según pasa el tiempo me caen mejor. La hermanita de la francesa es un encanto y juego con ella para distraerla y que no eche de menos a sus padres.

    Unos días antes de fin de año mi tía me llama a su habitación.

    - Pasa mi niña, quería comentarte algo. – me dice mientras entro y cierro la puerta.

    - Tú dirás – le digo animada mientras me siento frente a ella en su escritorio.

    - He recibido una invitación para asistir al evento más glamuroso del año, el acontecimiento donde la crème de la crème del mundo mágico se concentra para disfrutar de una velada de verdadera frivolidad… La fiesta de Fin de Año de los Malfoy – me dice seria.

    Yo me quedo helada, pero intento disimularlo como puedo.

    - Bueno, si asistes cada año no te preocupes, yo me quedo vigilando el fuerte – le digo irónica.

    - No, querida, nunca he sido invitada hasta ahora y la invitación está a nombre de las dos – me explica mostrándome la invitación.

    Invitación

    Att. Sra. Minerva McGonagall y Srta. Sophia Queen

    Invitacion Malfoy.jpg


    - Si quieres ir no hay ningún problema por mi parte, tía. – le digo sonriendo. – Yo no pienso ir –

    - Nadie ha rechazado nunca una invitación de tal envergadura – me explica.

    - Pues alguna vez tendría que ser la primera… - le digo encogiéndome de hombros – Si no quieres nada más… - le digo levantándome para irme.

    - ¡Siéntate señorita! – me grita molesta. Eso me sorprende y me siento de golpe. - Tendremos que asistir – sentencia seria.

    - No, tía… ni hablar – le digo moviendo las manos en negación. – No pienso meterme en la boca del lobo – le suelto nerviosa.

    - ¿De qué estás hablando? – me pregunta confusa. – La familia Malfoy es una de las familias más respetables del mundo mágico, y ya he visto que sales con su hijo... tal vez de ahí la invitación -

    - ¡Yo no salgo con Malfoy, tía! ¡Ag! – le digo espantada. – Lo del baile de Navidad fue una encerrona por su parte… Esa gente no es trigo limpio, tía. Es peligroso para mí… Odian a los muggle y, por si no lo recuerdas, yo soy una de ellos – le digo alterada.

    - Yo estaré contigo, no te pasará nada – me promete. – No podemos rechazar su invitación… - sentencia.

    - No, tía… ¡No¡¡No! y ¡No!... Y es mi última palabra – le digo convencida.
     
  8. Threadmarks: Capítulo 28: Fin de Año
     
    Andromeda

    Andromeda Entusiasta

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    salon mansion malfoy.jpg

    Es fin de año y aquí estoy…, en la entrada de la mansión Malfoy junto a mi tía, con el vestido que ella me ha comprado a su gusto… - ¡Parezco la puta Cenicienta! ¿Pero como se le ocurre comprarme un vestido celeste con tanto vuelo? ¿Cuántos metros de tela llevara el dichoso vestido? Menos mal que no pesa mucho… por si tengo que correr, ¡más que nada! Y los zapatos, también celestes, de tacón tan alto como los rojos. – Menos mal que no son de cristal – pienso y me rio por no llorar. El pelo lo llevo igual que en la fiesta de Navidad. Para protegerme del frío, llevo una capa larga hasta el suelo de color azul marino y bordeada de pelo blanco, con mangas y capucha. Mi tía, siempre tan elegante, lleva un vestido largo negro y verde con el cabello recogido en un moño italiano. Lo cubre con un sofisticado abrigo negro.

    Un mayordomo nos hace pasar al vestíbulo y se hace cargo de nuestros abrigos. El vestíbulo está muy iluminado, aunque no tiene mucha decoración. En el suelo hay una larga alfombra roja y las ventanas tienen forma de diamantes. En las paredes hay algunos retratos de los miembros de la familia y al fondo del mismo una gran puerta de madera que conduce al salón. Una vez entramos, puedo ver el aforo completo a pesar de su enorme tamaño. Tiene una hermosa chimenea de mármol que se encuentra encendida por las fechas en las que estamos. El suelo es también de mármol blanco y negro y en el techo hay una gran lámpara de telaraña. Hay retratos también en estas paredes, algo tétricas para mi gusto, y algunas sillas para que los invitados puedan descansar. Puedo ver un buffet con comida y una barra con bebidas. La gente está hablando animadamente en grupos y con copas en las manos. Una pequeña orquesta en la esquina ambienta el lugar con música de hace tres siglos - ¡Bienvenida a la edad media! – pienso exasperada.

    - ¡Bienvenida, Minerva! – la saluda la Sra. Malfoy acercándose a nosotras custodiada por Lucius y Draco. Le extiende la mano como saludo.

    - Gracias por la invitación, Narcissa – la saluda aceptando su mano.

    - ¡Bienvenida Srta. Queen! – me saluda Lucius con una sonrisa que me eriza la piel. Lleva un traje negro muy elegante que contrasta, como siempre, con su cabello largo y platino.

    - ¡Gracias, Sr. Malfoy! – le contesto con una sonrisa algo falsa.

    - ¡Oh, querida! Estaba deseando conocerte… – me dice Narcissa acercándose a mí y dándome un abrazo. Yo me quedo helada, pero le acepto el abrazo con timidez. – ¡He oído hablar mucho de ti! – exclama echando una miranda rápida a Draco.

    Lo miro y está junto a ella, mirándome de arriba abajo y con su típica sonrisa ladeada. Lleva smoking como en el baile de Navidad, pero sin la túnica.

    - ¡Bienvenida Sophi! – me saluda Malfoy Jr. cogiendo mi mano derecha y besándola sin dejar de mirarme a los ojos. Un escalofrío recorre mi cuerpo e intento retirar mi mano, cosa que no me deja hacer y aprieta su agarre durante unos segundos más, demostrándome su posición de dominio y poder.

    Cuando me suelta, me siento incómoda y observo a Narcissa frente a mí. Es una mujer muy hermosa y va muy elegantemente vestida, afirmando así, su posición social. Lleva un vestido negro, ceñido hasta las caderas y suelto hasta el suelo. No lleva mangas, pero alrededor de todo el escote, espalda y hombros, lleva una especie de volante de tul negro haciendo como ondas. Su pelo, en un semi recogido, muestra claramente los dos colores de su cabello, negro azabache por arriba y blanco por debajo.

    - Los miembros del Ministerio están aquí y el Sr. Fudge está deseando conocer a la Srta. Queen… – le dice Lucius a mi tía, indicándole la dirección y apartándose para dejarle paso. Ella asiente y comienza a caminar junto a Narcissa.

    Yo me quedo quieta, sin saber qué hacer, pero el Sr. Malfoy decide por mí, agarrándome del brazo y tirando de mí, haciéndome caminar tras ellas. Miro a mi derecha y veo a Draco caminar junto a mí sonriendo. - Pero ¿qué les pasa a los hombres Malfoy? ¿Todo lo tienen que hacer a la fuerza? – me pregunto molesta.

    Nos acercamos a un grupo de personas donde puedo distinguir al Sr. Crouch, y el Sr. Malfoy me suelta.

    - Cornelius, me gustaría presentarte a la Srta. Queen – le dice Lucius prepotente.

    - ¿Esta joven es la famosa muggle? – pregunta el Sr. Fudge con curiosidad.

    - Correcto – le afirma Crouch. – Una muggle que derrotó a un dragón en menos tiempo que el resto de magos. ¡Todo un record! – me halaga con una sonrisa. - Srta. Queen, me alegro de volver a verla – me saluda Crouch.

    - Igualmente Sr. Crouch – le respondo educadamente con una sonrisa.

    - Es increíble que una niña, una simple muggle, sea capaz de realizar semejante hazaña – suelta el Sr. Fudge con una risita maliciosa.

    - Es cuestión de habilidad con el arco, Sr. Fudge – le digo con una sonrisita para quitarle hierro al asunto. – ¡Se me dan bien los deportes! – le confirmo encogiéndome de hombros.

    -Eso o… que la Srta. Queen no es una simple muggle… Ella es… ¡Especial! – le dice Lucius con una sonrisa maléfica. No me gusta nada que el Sr. Malfoy también diga que soy especial… Barty dijo lo mismo.

    - ¿Especial dices?... Lucius, ¿de qué estás hablando? – pregunta con desdén el Sr. Fudge. Yo estoy expectante a ver si explica porque lo dice.

    - Nada en particular… - dice el Sr. Malfoy intentado restarle importancia a lo que ha dicho. - Como bien has dicho es una niña, una simple muggle, derrotando a un dragón con tres tiros certeros con el arco y sin ninguno fallido… Demasiado especial…, ¿no crees? – le pregunta al Ministro con ironía.

    - Cierto… algo totalmente improbable hasta para un arquero adulto especializado… - le responde Fudge pensativo. - ¿Qué nos esconde, Srta. Queen? ¿Cómo de especial es? – me pregunta intencionadamente.

    - ¿Qué quiere que le esconda? – le respondo con una pequeña sonrisa. – Lo que soy es lo que ve, ni más ni menos. He tenido mucha suerte de tener un padre excepcional que me entreno bien y al que me arrebataron cruelmente junto a mi madre – le digo dolida.

    - Tienes razón… la muerte de tus padres fue algo vil y cruel por parte de un muggle desquiciado – comenta el Sr. Fudge algo afligido.

    - Sí…, lo fue. Pero no por un muggle desquiciado sino por un mago desquiciado – le digo molesta.

    - ¿De que estas hablando niña? – me pregunta confuso el Sr. Fudge. Mi tía me mira con los ojos muy abiertos y diciéndome que no con la cabeza.

    - Murieron a manos de la maldición Avada Kedavra – les confirmo seria. Veo a mi tía cerrar los ojos con pesar y Lucius se tensa.

    - ¿Es eso cierto? – le pregunta el Sr. Fudge a mi tía exaltado.

    - Sí, es cierto – corrobora mi tía seria. – La autopsia lo confirma. La policía muggle no encuentra las causas de las muertes y todo apunta a una maldición imperdonable - Lucius está muy tenso y Narcissa muy seria.

    - Y lo más importante es que yo fui testigo… ¿lo recuerdan? – les digo irónica.

    - Cierto querida… ¿Y sabes de quién se trata? ¿Podrías reconocerlo? – me pregunta el Ministro expectante.

    - Por supuesto… No sé su nombre, pero si lo veo, lo reconoceré – miento a medias mientras miro furtivamente al Sr. Crouch. - Pero como se suele decir…, la venganza se sirve fría y el asesino recibirá pronto su merecido castigo – le digo sonriendo de lado. Miro de pasada al Sr. Malfoy y creo percibir una leve sonrisa en sus labios mientras me mira.

    - ¡Bueno!... ¡Esto es una fiesta! ¿Alguien quiere champan? – pregunta Narcissa cambiando de tema rápidamente. Lucius reacciona a las palabras de su esposa y hace señas con la mano a un camarero para que se acerque con bebidas. Todos cogen una copa de champán de la bandeja y brindan saliendo de la tensión que se había formado hace unos minutos.

    - Draco, llévate a Sophi y divertiros... – le indica Narcissa a su hijo. Él le sonríe y coge mi mano. Yo se la aparto bruscamente y me mira molesto. – Ve con Draco y no montes un numerito innecesario - me amenaza la Sra. Malfoy acercándose a mí para que nadie la oiga. – Ya sabemos que pasó la noche del baile de Navidad... – me suelta con una sonrisa mala en sus labios.

    Me quedo paralizada con su indirecta. ¿Qué creerá que sabe? Miro a mi tía por encima del hombro de Narcissa para asegurarme de que no la ha oído. Y no, no lo ha hecho… Ella me indica con la mirada que vaya con él y que me comporte.

    Veo a Narcissa hacerle un gesto a Draco y él me coge la mano de nuevo, pero esta vez, con fuerza para que no lo pueda soltar. Miro al engendro del diablo y me sonríe con picardía. Le abofetearía, ¡lo juro! De golpe tira de mi mano para hacerme caminar y yo miro a mi tía pidiendo ayuda, la cual sé que no voy a recibir. Él me lleva prácticamente arrastras y yo me siento secuestrada.

    - Estas preciosa Cenicienta – me dice mientras caminamos por el salón. – Aunque prefiero el vestido sexi del baile de Navidad… -

    - ¡Cállate, Malfoy! – le suelto molesta. – Este vestido no lo he elegido yo, sino mi tía. Estoy aquí por ella y solo me comportaré bien, también por ella ¡No te confundas! -

    - ¡Uh! ¡Vaya humos! – exclama el idiota.

    - ¿Pero tú que les has contado a tus padres? – le pregunto exaltada parándome en seco cerca de la chimenea.

    - Bueno…, tal vez tiré de imaginación – me suelta sonriendo pícaro frente a mí.

    - ¿De imaginación? – le recrimino enfadada. – Tu madre me ha dicho que sabe que pasó… ¡Ni que nos hubiéramos acostado, por Dios! – le digo con una risita nerviosa.

    - Bueno, en realidad, yo no les he dicho tal cosa, pero sí lo he insinuado… Esa fue a la conclusión que llegaron ellos cuando me preguntaron por el baile de Navidad… Yo solo les dije que acabamos tú y yo en mi cama… Y eso es verdad, ¿no? – me dice con una sonrisa maliciosa.

    - Pero ¡Que demonios…! ¿En qué piensas idiota? ¡Solo dormimos! - le reprocho.

    - Correcto… pero ellos, eso, no lo saben – me dice satisfecho. – Y no pienso sacarlos de su error… Mi padre está muy orgulloso de mí ahora -

    - ¡No puede ser!... – le digo perpleja. - ¡Voy a matarte, Malfoy! – lo amenazo levantando la mano y lanzándola hacia él para golpearlo.

    - Y yo estoy totalmente convencido de ello, ¡pero hoy no! – me dice sonriendo irónico parando el golpe y sujetando mi muñeca fuertemente. De pronto me retuerce el brazo, colocándolo en mi espalda y atrayéndome hacia él con fuerza. Por inercia, pongo mi mano libre en su pecho para no estar tan cerca. Algo realmente inútil… Lo tengo a escasos centímetros, puedo sentir su aliento en mi mejilla y tengo que subir la cabeza para poder mirarlo a los ojos. Otra vez en desventaja y eso me cabrea.

    - ¡Suéltame Malfoy! ¡La gente nos está mirando! – le protesto empujándolo. – No creo que a tus padres les haga ninguna gracia que su único hijo sangre pura esté agarrando de esta forma tan descarada a una simple muggle delante de sus invitados… ¡Es una vergüenza para tu linaje! – le explico en un constante forcejeo.

    - ¡A mis padres no les importa! ¡Están encantados! – me suelta encogiéndose de hombros. - ¡Sobre todo mi padre! – me dice orgulloso. – Según él, tú eres especial… una sangre pura criada por unos simples muggles... Tengo su permiso para hacer contigo lo que quiera… - me suelta con una sonrisa seductora dibujada en sus labios.

    - ¡Eso no puede ser!… Yo soy muggle, como mis padres, y no poseo magia… No soy para nada especial… ¿De dónde a asacado tu padre semejante estupidez? – le pregunto.

    - Mi padre está muy seguro de lo que dice… ¿En algún momento has probado hacer magia? – me pregunta curioso.

    - ¡No! – le contesto – porque yo no tengo magia alguna… soy como mis padres. Que mi tía sea mestiza no me afecta a mí en nada, ya que es tía tercera o algo así – le aclaro.

    - Pues yo no sé la historia al completo, ya que mi padre no me cuenta mucho, pero eso si me lo ha dejado muy claro – me confirma su versión. – Y gracias a lo sucedido en el baile de Navidad, también me ha dejado claro que a partir de ahora tu eres mía… ¡que me perteneces! - termina diciendo satisfecho.

    - ¿Qué? – pregunto flipada. – ¿Pero de que vais vosotros?... Las personas no tenemos dueño – le digo indignada mientras lo empujo para libérame.

    - Las mujeres sí, sois de quien os posea – me dice altanero.

    - ¿Pero en qué siglo te crees que estamos? – le pregunto asombrada. – Y tú no me has poseído, por si no te acuerdas… - le digo con una sonrisa falsa.

    - Pero ellos creen que sí… – me suelta sonriendo de lado.

    - Pues lo desmentiré en cuanto tenga ocasión – le digo con una sonrisa falsa.

    - ¡No te creerán! – me dice riéndose. - Soy su único hijo adorado… ¿a quién crees que van a creer ciegamente? – me pregunta desafiante.

    - ¡Te odio Malfoy! – le digo con rabia. Me he quedado sin argumentos y sé que será otra batalla perdida.

    - ¡Joven Malfoy! ¡Srta. Queen! ¿Se divierten? – nos pregunta de pronto el Sr. Fudge que está a nuestro lado. Los dos lo miramos sorprendidos, no lo hemos visto venir. Intento soltarme de nuevo, pero no me deja y me aprieta más.

    - Por supuesto Sr. Fudge… Es una bonita fiesta y estoy en compañía de una hermosa dama – le dice el idiota mirándolo con una sonrisa. El Ministro acepta su respuesta con un asentimiento de su cabeza y sonríe al mirarnos abrazados.

    - Es sorprendente que Lucius te deje conquistar el corazón de una muggle, siendo él un ferviente defensor de la sangre pura – le suelta Fudge mirándolo con una ceja alzada. Una pequeña risita me sale sin querer y Draco me mira molesto.

    - No se sorprenda tanto… - le dice mirándolo. - Mi padre está convencido de que ella es especial y mientras averigua en qué grado, no me pone impedimentos para disfrutar de su compañía. El Ministro asiente convencido y bebe de su copa.

    - No crea todo lo que le dice, Sr. Fudge… - le digo con una sonrisa pícara – Aunque parece que estamos abrazados no es cierto… ¡me está retorciendo el brazo! Es su extraña forma de disfrutar de mi compañía. – le digo malintencionada.

    - ¡Joven Malfoy! ¿Cree apropiada esta manera de comportarse con su invitada? – le pregunta molesto.

    - ¡Por supuesto que no, Sr. Fudge! – le responde soltándome de golpe. – No le estaba haciendo daño, solo la sujetaba para hablar con ella… ¡es muy escurridiza! – le dice con una sonrisita de complicidad. El Ministro acepta su ridícula excusa y ambos se ríen. Una rabia en mi interior crece por momentos mientras me toco el brazo liberado para eliminar su entumecimiento por la postura y la presión. – Si nos disculpa, acompañaré a la Srta. Queen para que coma y beba algo – se excusa y Fudge lo acepta.

    Malfoy me muestra su brazo para que lo tome. ¿Está tonto? Lo miro seria y me giro caminando para ir a buscar a mi tía. De pronto siento como me coge del brazo y me lleva prácticamente arrastras hasta la barra donde un camarero está sirviendo bebidas.

    - ¿Qué quieres tomar? – me pregunta serio el rubio mientras me suelta de golpe hacia la barra. Miro al camarero que está algo sorprendido por la escena.

    - ¿El ponche lleva alcohol? – le pregunto al camarero que asiente confuso. – Pues ponche a ver si así caigo en un coma etílico y acabo con esta pesadilla de una vez – le suelto al pobre.

    - No le haga caso, está enfadada… ¡Mujeres! – le dice el rubio con una sonrisa falsa. – Tomará limonada y yo una cerveza de mantequilla.

    - ¿Limonada? ¿En serio? ¿La vas a volver a adulterar? – le pregunto entrecerrando los ojos. Él se ríe mientras me la ofrece. Bebo despacio por precaución y cuando compruebo que es solo limonada, la apuro. No me había dado cuenta de la sed que tengo.

    Me sobresalto cuando siento su dedo pulgar pasando por mi labio superior, retirando el resto de limonada de él. Lo miro perpleja, no sé porque hace eso y me provoca una extraña sensación en el estómago.

    - ¡Existe una cosa que se llama servilleta, idiota! – le digo irónica.

    - Lo sé, pero así lo puedo probar – me dice mirándome seductoramente y chupándose el dedo. Me quedo muerta y el estómago se me encoge.

    Tardo unos segundos en reaccionar y escapar de su mirada acercándome al buffet. Veo que me sigue. Observo lo que hay y se me antoja una gamba que hay en una bandeja, ¡Vaya… la de la vergüenza! Me hago con ella y la muerdo por la mitad.

    - ¿Es la última? – pregunta mirando la bandeja. – Yo también quería… - me dice mirándome.

    - Toma y no lloriquees más – le digo metiendo el resto de la gamba en su boca. Lo veo masticar sonriendo. - ¡Madre mía! ¡Pero que paciencia hay que tener! – pienso chupándome los dedos para retirar el residuo de la gamba, y veo que me mira de tal forma que el estómago me da un vuelco.

    Desvío la mirada y me centro de nuevo en el buffet a ver si veo algo más que me guste.

    - ¿Has probado los canapés de caviar? – me dice cogiendo uno y yo lo miro con cara de asco. – ¡Es el mejor del mundo!... Caviar Ruso – me explica.

    - ¡Aj! Ni hablar… no pienso comer huevas de pescado – le digo mirando el buffet de nuevo.

    - ¡Abre la boca! – me dice acercándome el canapé al que le falta la mitad. – Esta muy bueno, y no esta envenenado… ¡lo he probado! – me dice insistiendo.

    - ¡Que no! ¡Que yo no me como eso! – exclamo intentando alejarme de él, pero me agarra por la cintura y me acerca a él para retenerme. – Que te he dicho que… - no termino la frase y tengo la mitad del canapé en la boca. Lo mastico ya que no voy a vomitarlo. - ¡Está asqueroso! ¡Por Dios! – le digo poniendo caras. Él se ríe a carcajadas. – Necesito beber algo que me quite el sabor… - le digo abanicándome con la mano.

    - Espera – me dice soltándome para acercarse de nuevo al camarero. Me trae otro vaso de limonada.

    - Gracias – le agradezco sin pensar y lo bebo. Por fin se va el mal sabor. Veo como él termina su bebida también.

    - ¡Sophi! – escucho a mi tía llamarme mientras se me acerca. Tras ella los Malfoy.

    - ¿Lo estáis pasando bien? – pregunta Narcissa sonriendo al llegar a nosotros.

    - Sí, muy bien madre – le afirma Draco con una sonrisa.

    - Si, pero ya es hora de irnos… ¿Verdad tía? – le pregunto haciéndole una señal con los ojos para que me dé la razón.

    - Si, ya es hora de retirarnos – confirma ella con una leve sonrisa.

    - ¡Oh! ¡No! ¡Eso no es posible! – dice Narcissa con una sonrisa.

    - ¿Cómo dices? – le pregunta mi tía confusa.

    - No os podéis ir sin celebrar el año nuevo… para eso habéis venido, ¿no? – pregunta Narcissa con una sonrisa forzada. – Los fuegos artificiales están a punto de comenzar… acerquémonos al ventanal – nos dice indicándonos que la sigamos.

    Mi tía me mira y yo asiento para que la siga, ¡qué remedio! Narcissa va delante junto a su esposo y mi tía tras ellos. Cuando doy el primer paso para seguirla siento la mano de Malfoy rodear mi cintura para acompañarme a atravesar el salón.

    - ¡No me toques! – le digo molesta e intento apartarme, pero está claro que no conseguiré nada.

    - ¡Ni lo sueñes, mon amour! - me dice sonriéndome victorioso. Siento que me tengo que aguantar para mantener las apariencias por mi tía.

    Todos los invitados se van acercando a los ventanales que se han abierto para la ocasión. Uno de ellos es exclusivo para los Malfoy ya que no hay nadie y ellos van directamente a posicionarse frente a él. Narcissa mira hacia atrás y nos indica que nos acerquemos también. Y allí estamos los cinco mirando a los extensos jardines esperando el inicio de los fuegos artificiales. Estoy situada entre mi tía y Narcissa. El Sr. Malfoy está al otro lado de la Sra. Malfoy y Draco está detrás mío.

    Me asusto con la primera explosión que indica el inicio del espectáculo. Los fuegos son impresionantes creando diversidad de dibujos de colores en el negro cielo. Los invitados exclaman cuando estallan las palmeras y aplauden con cada pequeña pausa entre ellas.

    Algunas de las explosiones, unidas al frio aire exterior, me hacen temblar. De pronto siento como Draco me abraza desde atrás, atrapándome los brazos y proporcionándome calor e incomodidad al mismo tiempo. Me retuerzo para soltarme, pero se resiste, así que no me queda otra que aguantarme de nuevo para no montar un numerito.

    Un escalofrío me recorre todo el cuerpo cuando siento sus cálidos labios en mi cuello desnudo. Intento apartarme de ellos, pero me aprieta más a su cuerpo y siento su sonrisa en mi piel.

    Cuando el espectáculo acaba todos comienzan a aplaudir, excepto Malfoy y yo, al cual tengo pegado como una lapa con su cabeza hundida en mi cuello.

    - Que bonito espectáculo ¿verdad? – pregunta Narcissa volviéndose a mirarnos. Mi tía mira en su dirección y asiente, pero ambas se quedan mirando la estampa que tienen junto a ellas.

    - ¡Si, un hermoso espectáculo tanto fuera como dentro!… – suelta Lucius mirándonos con una sonrisa que, juro, da repelús. Esto me confirma lo que Draco me dijo antes. El rubio platino levanta la cabeza y veo por el rabillo del ojo como sonríe orgulloso. Intento de nuevo quitármelo de encima, pero noto que me sujeta para que no me mueva.

    - ¡Bueno! Creo que ya, si es hora de retirarnos – dice mi tía mirando muy seria a Draco para que me suelte. Su mirada lo asusta y se tensa, soltando un poco su agarre y yo consigo, al fin, soltarme de sus brazos.

    - ¡Oh! ¡No, Minerva! Sophi no puede irse… ¡Es la hora del baile! – dice Narcissa sonriendo de nuevo y mirando a su hijo.

    - Gracias Narcissa, pero mi sobrina y yo ya hemos terminado la velada por hoy… - le confirma mi tía molesta cogiéndome la mano.

    - Me temo que eso no es factible, Minerva – le dice Lucius con porte altanero. - La Srta. Queen, ahora, le pertenece a los Malfoy, en concreto a Draco Malfoy, y terminará la velada cuando nosotros así lo dispongamos … - suelta Lucius con malicia. Me quedo paralizada y empiezo a entrar en pánico…

    - ¿De que estas hablando Lucius? – vuelve a preguntar mi tía sorprendida.

    - Creo haberlo dejado claro… - le dice con una sonrisa que hiela la sangre. – La Srta. Queen nos pertenece desde el momento en que amaneció en la cama de Draco tras el baile de Navidad… - suelta la bomba con arrogancia. - ¡Oh! ¡Vaya! ¿No sabes lo que sucede en tu escuela, profesora McGonagall? – le pregunta Lucius con toda la mala intención del mundo.

    Ahora sí… acabo de entrar en pánico… Mi tía me mira furiosa y yo solo quiero que me trague la tierra en ese mismo momento.

    - ¡No es lo que parece! – exclamo aterrada. – Solo dormimos… ¡te lo juro!... La culpa fue de Malfoy que adulteró la limonada y me emborraché, me desmayé y amanecí en su cama. Pero no pasó nada entre nosotros, ¡créeme!... – le intento explicar a grandes pinceladas.

    - Esa no es la versión de Draco… – nos dice Lucius con esa sonrisa que me está enfermando por momentos. Yo miro por encima de mi hombro al idiota en cuestión y lo veo sonreír diabólicamente intentando disimularlo.

    - Su hijo es un manipulador embustero… ¡Y un idiota! – le suelto cabreada.

    - Yo creo a mi sobrina y si ella dice que no pasó nada, ¡es que no pasó! – le dice orgullosa. – Y ahora con vuestro permiso, tanto ella como yo, nos marchamos – les dice dando un paso hacia delante sin soltarme la mano.

    - Pues yo creo a mi hijo y de aquí Sophi no se marcha – le dice Lucius cortándole el paso. Veo al imbécil a mi lado y se está divirtiendo…

    - A estas alturas me da igual cuál de los chicos dice la verdad – le dice mi tía plantándole cara. – Ella es mi sobrina y nos vamos… Tú no tienes ningún poder sobre ella –

    - Perdona que difiera… - le dice Lucius altanero. - ¿Recuerdas la profecía? –

    - ¿A qué profecía te refieres? – le pregunta mi tía seria. Lucius me mira sonriendo de lado.

    - Te voy a contar un cuento, querida… - comienza Lucius a decirme girándose hacia mí. – Erase una vez una legendaria profecía, divulgada de generación en generación durante siglos, que vaticina que…

    De unos padres muggles surgirá una sangre pura,

    con el poder del Oráculo, La Llave entre Mundos.

    Sólo aquel sangre pura que domine su corazón

    abrirá las puertas al poder infinito. -

    Mi tía me mira con los ojos muy abiertos y a mí se me corta la respiración. ¿Hay una profecía sobre mí? Una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo y noto que estoy temblando.

    - ¡Esa profecía es una absurda tontería! – le recrimina mi tía algo alterada. No puede nacer una sangre pura de unos simples muggles, y en cuestión de adivinación, ya sabes que en Hogwarts tenemos una asignatura para ello, a la que mi sobrina no asiste. Ella no es una llave y no hay mas mundo que este –

    Empiezo a desesperarme. Esta noche parece no terminar nunca y esto va a peor…

    - Sé qué ella es a quien se refiere la profecía… tengo mis fuentes que lo confirman – le dice serio.

    - ¡Es absurdo Lucius! ¿Te estas escuchando? – le pregunta mi tía tensa.

    - Piénsalo Minerva… ¿Por qué un mago iba a ir por ella y a matar a sus padres si no fuera porque sabe, a ciencia cierta, que ella es la profecía? – le pregunta el rubio bastante tenso. Mi tía se queda paralizada, no sabe que responder. Yo empiezo a tener sudores fríos.

    - Tu silencio me indica que ya no lo ves tan absurdo… – le indica Lucius con una sonrisa de triunfador. – Así que ahora, acompañadnos el resto de velada sin objeciones… Mi hijo y tu sobrina hacen una bonita pareja ¿No te parece? – le dice confirmando su intención e intentando convencerla.

    Mi tía lo mira con rabia contenida y asiente con resignación. Nos apartamos de los ventanales, los cuales vuelven a estar cerrados, y nos introducimos de nuevo en el salón. El puñetero rubio oxigenado coge mi brazo y lo coloca alrededor del suyo para acompañarme mientras caminamos. Forcejeo para soltarme, pero lo sujeta con su mano libre. Me siento como una marioneta en este teatro montado por el Sr. Malfoy y empiezo a ponerme muy nerviosa.

    Las campanas del reloj de pared marcan las doce y todo el mundo grita “Feliz Año Nuevo”, estallando los aplausos en todo el salón. Yo me giro hacia mi tía, soltando el brazo de mi opresor, y le doy un beso y un abrazo fuerte felicitándole el nuevo año y ella me corresponde.

    - Tranquila mi niña… Los Malfoy son posesivos y no suelen soltar a su presa, pero si tú no quieres tener nada que ver con el joven Malfoy… encontraremos la forma – me alienta al oído. Yo asiento afligida.

    Cuando me separo de ella miro nerviosa al resto de gente que nos rodea y me topo con unos ojos azul-grisáceo que me miran a escasos centímetros de mí. En segundos tengo sus labios sobre los míos moviéndose de manera intensa. Siento su frío anillo en mi nuca cuando su mano me la sostiene para que no pueda deshacer el contacto y su mano libre rodeando mi cintura pegándome a su cuerpo. Mis manos lo empujan por los brazos para alejarlo, pero no puedo. Las mariposas se despiertan de nuevo y el corazón me late a mil por hora. Siento la calidez de su boca, su olor personal y, automáticamente, las piernas me tiemblan como gelatina. ¿Cómo es capaz de crear ese efecto sobre mí? Lentamente se separa y me mira intensamente. Lo vuelvo a empujar y, esta vez, consigo mi objetivo.

    ¡Me ha besado y en público! ¡Delante de sus padres y mi tía! Creo que el rubor me ha subido a las mejillas porque las siento arder. La cara de mi tía es de estupefacción, en cambio sus padres, tienen una sonrisa de complicidad que asusta.

    De pronto, el Ministro aparece en escena y le dice algo a Lucius en el oído. Este asiente sonriente y cogiendo a la Sra. Malfoy de la mano, caminan hacia el centro del salón entre una ovación de aplausos. Parece que ellos abrirán el baile porque todo el mundo se aparta. Veo como Lucius le hace un gesto con la cabeza a Draco, el cual me coge de la mano y me arrastra al centro de la sala junto a ellos. Los Sres. Malfoy se colocan para comenzar el baile y Draco hace lo mismo conmigo. Me siento impotente entre sus brazos y la sensación no me gusta. En estos momentos solo puedo pensar en cuando se va a acabar esta pesadilla…

    La música comienza a sonar, es un vals, y ambas parejas iniciamos el movimiento por el salón entre aplausos. Parecemos Cenicienta y el Príncipe Azul, aunque me cueste trabajo admitirlo. Él está tan guapo… y me hace sentir tantas cosas… que… - ¿Pero te estas escuchando, loca? – me abofeteo mentalmente.

    A medio vals, se unen más parejas. Veo a mi tía mirarnos con una leve sonrisa. Creo que lo hace para darme ánimos ya que no le gusta el rumbo que han tomado los acontecimientos. A mí me gusta menos y me siento atrapada en su juego… en el juego que Lucius está maquinando, y no sé cómo escapar de él. Cuando comienza el tercer vals, los Sres. Malfoy se acercan bailando a nosotros.

    - Cambio de pareja – dice Lucius serio. Draco me mira y soltándome, se pone a bailar con su madre que está sonriente. Siento el agarre fuerte por la cintura de la mano de Lucius y sujetarme la mano con la otra. Comienza el movimiento y yo lo sigo. Estoy acojonada y no dejo de buscar a mi tía con la mirada.

    - Deja de buscar a Minerva… Creía que te había quedado claro que ahora nos perteneces… – me dice posesivo y la sangre se me congela.

    - ¡No! ¡Ni lo sueñe! – le digo retándolo con la mirada, sacando valor de donde no lo hay. – ¡Yo no le pertenezco a nadie y nunca lo haré! –

    - ¡Tarde querida! – me vuelve a decir con una sonrisa ladeada. – Sabes perfectamente que pasó la noche del baile de Navidad en Hogwarts… Yo creo a Draco… Así que ya te has entregado a mi hijo y eso lo convierte en tu dueño y el que podrá abrir las puertas al poder infinito – sentencia, victorioso.

    - Pues déjeme decirle que, si todo lo de la profecía fuera cierto, aún no soy la posesión de Draco porque esa noche, entre su hijo y yo, no pasó nada… y si hubiera pasado, que sigo insistiendo en que no pasó, el sexo y el amor no van de la mano… creo haber entendido en la profecía “dominar su corazón” … y eso se refiere al amor... – le explico maliciosamente. – Así que para dejarlo bien claro… Si no hay amor, no hay llave, ni puertas que abrir… – le digo al Sr. Malfoy altanera.

    - Pues yo espero que lo que Draco cuenta sea cierto porque, si no lo es y si eso que dices es cierto, de nada te servirá que te escondas ni en el mismísimo infierno, porque ÉL te encontrará – me dice serio. - Al igual que te encontró en tu casa de Londres y mató a tus padres… y no necesitará amor verdadero para obtener la llave y abrir las puertas… - me amenaza y yo me siento temblar, aunque no pienso demostrar debilidad.

    - ¡Lo sé!… Sé que seguirá intentándolo, pero yo también seguiré defendiéndome – le contesto orgullosa.

    - ¡No sabes a quien te enfrentas, pequeña! – me dice tenso.

    - ¡Sí que lo sé! – le digo con una sonrisita nerviosa. – ¡Y también sé que usted es uno de sus mortífagos porque le tiene miedo! – De pronto se para, quedando los dos estáticos en el centro del salón mientras el resto baila a nuestro alrededor. – Sé que teme por tu vida, por la de Narcissa y por la de Draco… ¡y no le culpo! No hay nada más peligroso que un mago extremadamente poderoso y desquiciado, capaz de burlar a la mismísima muerte… - le expongo seria.

    - Sabes quién es ÉL, ¿verdad? – me pregunta con un nudo en la garganta. Yo asiento con la cabeza.

    - Voldemort – le confirmo. – Sé que quiere a Harry muerto y a mí, supongo, por la profecía… - Él solo me mira de una forma muy fría. – ¡Pero no se lo pondremos fácil! ¡Dígaselo si lo ve! – lo reto.

    - ¡Eres una chiquilla o muy valiente o muy estúpida! – me grita. Los invitados nos miran y veo como Narcissa y Draco se acercan a paso rápido.

    - Y ahora si me disculpa – le digo separándome de él e intentando disimular - Creo que ya es hora de retirarme… ya es tarde y nos queda un largo camino hasta Hogwarts – le comunico cortésmente mientras miro a los recién llegados. Él asiente casi como si estuviera en trance. Me pongo a buscar a mi tía con la mirada y rápidamente la veo acercándose a mí.

    - Como le decía al Sr. Malfoy… - le digo a Narcissa - Muchas gracias por la velada, ha sido muy… amena. – le extiendo la mano como despedida mientras miro a Lucius.

    - ¡Sí que lo ha sido, querida! – me dice pasando de mi mano y abrazándome sin aviso. Yo se lo devuelvo con timidez. - Espero volver a verte pronto… querida – continua con retintín en mi oído.

    - ¡Buenas noches! – se despide mi tía que ya está a mi lado. Extiende su mano a Lucius que se la acepta para mantener las apariencias ante sus invitados y después a Narcissa que hace lo mismo.

    - ¡Buenas noches, Minerva! – le dice Narcissa cortésmente con una sonrisa falsa. – Draco, acompáñalas a la salida – le ordena. Él asiente obediente y rodea con su mano mi cintura para acompañarme mientras mi tía gira sobre sus talones hacia el vestíbulo.

    Caminamos en silencio hasta la puerta principal de la mansión y allí el mayordomo nos entrega los abrigos. Me voy colocando la capa con ayuda de Draco que educadamente la sujeta. Veo que mi tía ya tiene puesto su abrigo.

    - ¡Buenas noches Sr. Malfoy! Nos vemos en Hogwarts – se despide de él. El rubio asiente con la cabeza. – ¡Te espero en el coche! – me dice a mí. Yo asiento extrañada ya que no sé porque no me espera.

    - ¡Ciao! – le digo y me giro para salir tras ella. Siento como me coge la mano y tira de ella haciéndome girar y caer en sus brazos.

    - ¿No me vas a dar un beso de despedida? – me pregunta seductor.

    - ¡Pues no! – le contesto rápido y lo empujo para que me suelte.

    - ¡Vamos! ¡Solo uno! No nos vamos a ver en semanas… - me suplica sonriendo.

    - Ya has tenido hoy un beso de más – le contesto.

    - ¡Pero si solo te he besado una vez! – protesta sin dejar de sonreír.

    - ¡Pues eso! – le digo empujándolo de nuevo.

    Siento su anillo en mi nuca y su mirada clavada en la mía mientras se acerca lentamente sonriendo. Sus suaves labios rozan los míos y se funden de una forma suave y tierna. Poco a poco se va volviendo más necesitado, empezando a faltarme el aire y a temblarme las piernas. Un hormigueo en el estómago hace que salten todas mis alarmas. Lo empujo y se separa de mí, mirándome intensamente. Giro sobre mis talones y camino hacia la salida, subiendo mi capucha una vez salgo al frío de la noche dirección al coche.
     
  9. Threadmarks: Capítulo 29: El huevo dorado
     
    Andromeda

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    baño prefectos.jpg

    He pasado el resto de las vacaciones de Navidad tranquila en Hogwarts. He aprovechado para leer, ver algunas series y películas, y pensar en mi próximo desafío.

    Todos los alumnos ya han regresado y las chicas irrumpen en el dormitorio contándose como han sido sus vacaciones.

    - ¿En serio Sophi? – me pregunta Hermione nada más entrar por la puerta como una exhalación.

    - ¡Hola Sophi! ¿Qué tal estas? ¿Cómo has pasado las vacaciones?... Muy bien Hermione, gracias por preguntar – le suelto un monólogo de forma irónica mientras la miro con cara de no saber qué le pasa.

    - ¿Es cierto? ¿Malfoy y tú? – me grita al ponerse frente a mí. Veo a Ginny poner cara de espanto y las otras dos chicas se ponen a chillar emocionadas.

    - ¡No vuelvas a poner a Malfoy y a mí en la misma frase! – exclamo molesta. - ¿De qué estás hablando? -

    - De la notica estrella… – me dice enseñándome el periódico. Miro lo que me está mostrando y leo.

    El Profeta

    El Romance del Año

    Como viene siendo costumbre, la Mansión Malfoy ha sido la encargada del tan esperado Cotillón de Fin de Año, donde la clase alta del mundo mágico se concentra para la celebración de dicho acto. Según nuestras fuentes, se ha podido ver a la hermosa joven muggle, una de las campeonas del Torneo de los Tres Magos, en los brazos del joven Draco Malfoy

    - ¡Dios mío! – exclamo pasmada. - ¿Quién le ha dicho esto a la prensa? –

    - No es cierto, ¿verdad? – me pregunta esperanzada.

    - ¿Qué parte? – le digo algo nerviosa – ¿La parte en la que estuve en la fiesta o la parte en la que estuve en sus brazos? – le pregunto.

    - ¡Sophi! – exclama molesta.

    - ¡Pues si! Estuve en la fiesta con mi tía y ¡Sí! Estuve en los brazos de Malfoy – le digo molesta. – ¡Pero no por voluntad propia! – me intento excusar. - ¿Cómo se les ocurre escribir esto?… Menuda panda de cotillas… Si mi tía no me hubiera obligado, ahora no tendría que lidiar con esto.

    - ¿Estuviste con Malfoy? – me exige mi amiga. Ginny y las otras dos chicas nos miran con los ojos abiertos, expectantes.

    - No tuve más remedio... ¿Tú sabes lo que es una lapa? ¿Y un pulpo? – le pregunto a la castaña y ella asiente. - ¡Pues junta los dos y se convierte en Draco Malfoy! ¡Menudo plan maestro ingenió el rubio oxigenado! – exclamo y la aparto para que solo ella me escuche. – Les ha contado a sus padres que me acosté con él – le digo al oído.

    - ¡No me lo puedo creer! – me dice Hermione sentándose de golpe en mi cama.

    - ¡Pues anda que yo! – le digo sentándome a su lado. – Hermione, te juro que he intentado mantenerme alejada del idiota de Malfoy, pero no hay manera… Pensé que siendo una muggle me odiaría, pero ¡no!... ¡Tú ya lo sabes!... Me ha perseguido, acosado, besado, metido mano… y, para colmo, ahora esto. ¡Ah! Y no te lo pierdas… ¡su padre orgulloso de su hijo! –

    - ¿Qué dices? ¿En serio? – me pregunta incrédula y yo asiento con la cabeza. – Pero tú no eres una sangre pura… ¡no entiendo nada! – me dice seria.

    - Bueno… eso es otro tema… - le digo poniendo los ojos en blanco.

    - ¡Cuéntame! – me dice curiosa.

    - ¡No! Mejor en otro momento… – le comento mirándola a los ojos. – Por ahora seguiré manteniendo las distancias como pueda hasta que encuentre la forma de librarme de ellos – le digo y ella asiente, dejando el tema ahí.

    - ¿Has visto a Viktor? – me pregunta ansiosa.

    - Si, lo he visto, hemos estado juntos en el comedor… y no para de preguntar por ti – le digo guiñándole un ojo. Ella se ruboriza y a mí me entra la risa. - ¡Vamos! Esta bueno…, ¡aprovéchate! – le digo empujándola con el hombro. Ella me mira con los ojos muy abiertos y luego le da la risa también.

    Al día siguiente ya hemos retornado a las aulas. Las clases del profesor Colling ocupan la mayor parte de mi tiempo y eso me ayuda a evitar al rubio platino. Tengo descanso entre clases y he quedado con Hermione en el puente de madera. Al llegar veo que Harry está con ella.

    - ¡Hola chicos! – los saludo.

    - ¡Hola! – me responde Harry molesto.

    - ¿Qué te pasa? – le pregunto dándole un empujoncito para animarlo.

    - ¿Malfoy y tú? ¿En serio Sophi? – me grita mirándome a los ojos.

    - ¡Joder! Que rápido corren las noticias… - exclamo irónica. – Bien Harry, te explico brevemente… Asistí a la fiesta en la Mansión con mi tía y fui acosada por los Malfoy toda la velada. Fin. Alguien con muchas ganas de fastidiar soltó el chisme al profeta y es una verdad a medias… Desde que conocí a Malfoy no consigo quitármelo de encima… ¡ya lo viste en el baile de Navidad!… y se cree con derecho sobre mí – intento explicarle. – Y por si te lo preguntas o alguien te viene con el cuento… me ha besado… en innumerables ocasiones y a la fuerza.

    - ¡Voy a partirle la cara! - me dice enfadado haciendo de su mano un puño.

    - ¡No!... Dejaras que yo resuelva este problema… ya tienes bastantes cosas con las que lidiar… – le digo tensa.

    - ¡Vale! – se queja relajando un poco el cuerpo. - ¿Has conseguido descifrar el huevo? Porque yo no… y ¡quedan dos días! – me dice nervioso cambiando de tema.

    - ¡Vale, tranquilo! – Tus nervios son contagiosos… Lo descifraremos, no te preocupes… - le digo para que se relaje un poco. Miro a Hermione que pone cara de estar preocupada por los dos. Le sonrío para aliviar un poco la tensión. Yo sé que Cedric no debe tardar mucho en darle la pista. Hermione se marcha en dirección opuesta a la de Harry y la mía.

    - ¡Harry! ¡Sophi! – escucho que nos llaman. Miro y ahí está… ¡por fin! - ¿Cómo estáis? – nos pregunta Cedric.

    - De maravilla – le responde con ironía y yo asiento con la cabeza para indicarle que estoy bien.

    - Oye, no os he agradecido aún haberme dado la pista de los dragones – nos dice algo inquieto.

    - No hay de que… ¡Tú habrías hecho lo mismo por nosotros! – le indica Harry.

    - Exacto… ¿Conocéis el baño para prefectos de la quinta planta? – pregunta acercándose a nosotros para que nadie nos oiga. Harry asiente y yo niego con la cabeza. – No es mal lugar para darse un baño… Subid con los huevos y… reflexionar mientras os relajáis en el agua… - nos dice y se marcha sonriendo.

    Harry me mira con cara de no entender nada.

    - ¿Te apetece un baño? – le digo guiñándole un ojo. – Esta tarde a las seis en la sala común… y ¡trae bañador! – le digo mientras me marcho hacia mi clase.

    Son las seis y cuarto y ya estamos en la puerta del baño de la quinta planta. Entramos y aquello parece la piscina de un spa. Tiene una grifería con un montón de chorros que llenan la bañera de agua y jabón de diferentes colores y olores. Me empiezo a quitar la ropa y me quedo en bikini. Llevo uno azul marino de tirantes finos, muy básico. Veo a Harry mirarme y ponerse colorado.

    - ¡Vamos Harry! O te tiro vestido al agua – le digo poniendo los ojos en blanco.

    Empieza a quitarse la ropa quedándose en bañador, uno gris oscuro.

    - ¡Vaya Harry! ¡Qué bueno estas! – le digo coqueta. Él se enciende como una bombilla y me da cargo de conciencia por ser, a veces, tan mala.

    Nos metemos en el agua y de pronto una vidriera se ilumina mostrando a una sirena en movimiento. ¡Precioso!

    Harry mira el huevo sobre el mármol y luego a mí.

    - Debo estar mal de la cabeza – dice mientras lo abre. Rápidamente me tapo los oídos. Un chillido sale de él y como puede lo cierra.

    - Sí que estoy mal de la cabeza – vuelve a decir mirándome. Nos sorprendemos al escuchar un ruido y vemos como en un váter hay medio cuerpo de Myrtle, la llorona.

    - Yo en vuestro lugar probaría a meterlo en agua – nos dice.

    - ¡Myrtle! – exclama Harry.

    - ¡Hola Harry! – le dice coqueta. – Cuanto tiempo sin verte por aquí… -

    - ¡Hola Sophi! – me gustó mucho la sesión de canto del otro día… ¿Cuándo repetimos? – me pregunta.

    - ¡Pronto! Después de la prueba, ¿te parece? – le pregunto guiñándole un ojo. Harry me mira confuso.

    - ¡Genial! – contesta ella saliendo del váter y flotando sobre nosotros. – El otro día pasé por un desagüe atascado y juraría que vi algunos restos de poción multijugos. ¿No estarás siendo un chico malo otra vez Harry?

    - ¿Poción multijugos? – le pregunta Harry. – He dejado el vicio… - dice encogiéndose de hombros. - ¡Myrtle! ¿Has dicho que los metiéramos en el agua? – Ella se tira a la piscina con nosotros.

    - ¡Aja! Eso hizo él… el otro muchacho – nos dice acercándose a nosotros lentamente. – Ese tan guapo… ¡Cedric! – Harry se pone nervioso por su proximidad y coge el huevo para taparse con él. - ¡Venga! ¡Vamos! ¡Ábrelo! – le anima.

    Él mete el huevo en el agua y lo abre. Se ilumina como siempre y hace burbujas junto a una leve melodía. Me mira y nos sumergimos al mismo tiempo los tres, escuchando por fin el mensaje.

    Huevo

    "En la tierra nuestras voces

    no se escuchan en ningún lugar,

    si quieres lo que más valoras

    una hora has de aguantar."


    Salimos a la superficie y comenzamos a toser. Myrtle nos imita.

    - ¡Myrtle!... No hay criaturas marinas en el Lago Negro, ¿verdad? – le pregunta Harry.

    - ¡Oh! ¡Muy bien! A Cedric le costó siglos llegar a esa conclusión – le dice ella acosando al pobre Harry. – Casi se había quedado sin burbujas el chico… – le dice cada vez más cerca y mirando hacia su entrepierna.

    - ¡Por Dios, Myrtle! Que no está desnudo… ¡Pervertida! – la regaño.

    - ¡Oh! ¡Venga ya! – refunfuña. – ¡Oh, Harry! – le dice apoyando su cabeza en el hombro de mi amigo.

    - ¿Escuchamos el mío? – le pregunto sonriendo.

    - ¡Vale! Pero supongo que será lo mismo – me responde.

    - Supongo – le digo encogiéndome de hombros. Meto el huevo y realizamos la misma operación.

    - Bueno, eso significa que sí las hay… ¡Tendremos que tener cuidado! – le digo sería una vez salimos a respirar.

    - ¿Cómo vamos a aguantar una hora bajo el agua? – me pregunta asustado.

    - Tienes que buscar algo mágico que te ayude… la biblioteca puede ser un buen lugar para empezar – lo animo y el asiente.

    - ¿Y tú? – me pregunta preocupado.

    - Tranquilo, creo saber cómo hacerlo, puedo usar cosas muggle, ¿recuerdas? – le contesto encogiéndome de hombros. – No te preocupes por mí y preocúpate en encontrar algo para ti, yo en eso no te puedo ayudar –

    - ¡Vale! ¿Vamos? Salgamos de aquí… – dice saliendo de la piscina. Myrtle se lo come con los ojos.

    - ¡Uf! ¡Déjame disfrutarlo un poco!… Esto es como un spa – le digo escurriendo mi cuerpo hasta el cuello dentro del agua y apoyando al cabeza en el borde. - ¿Te quedas conmigo Myrtle? – Ella asiente y se pone junto a mí.

    - ¡Vale! – me dice vistiéndose rápidamente. - Nos vemos luego… - se despide al salir del baño con su huevo.

    - ¡Qué bien! – digo cerrando los ojos. – Solo faltan las burbujas –

    Pasamos unos minutos así, en silencio y puedo sentir paz por fin.

    - Hacia mucho tiempo que no me sentía tan relajada – le digo sin abrir los ojos. Myrtle suelta una risita.

    - Y yo puedo relajarte aún más… – escucho frente a mí, haciéndome saltar del susto e incorporándome de golpe.

    - ¿Qué haces aquí, Malfoy? – le pregunto nerviosa mientras miro su torso desnudo y el pelo mojado peinado hacia atrás. Una estampa de anuncio ¡vamos!

    - Te he visto entrar con Potter y eso me ha cabreado, pero como ambos llevabais el huevo dorado, he pensado que pensabais descifrarlo y he esperado… luego lo he visto salir solo y he aprovechado… - me explica sonriendo pícaramente acercándose más a mí. Siento que se me corta la respiración y me tiemblan las piernas. - …para venir a darme un baño con mi novia –

    - ¡Pues mala suerte! Ella no está aquí… - le digo mirándolo a los ojos.

    – Myrtle, ¡Lárgate! – le grita a la fantasma. – ¡Quiero estar a solas con mi chica! – dice mirándome profundamente a los ojos.

    - ¡Aja! – afirma ella algo asustada - ¡Ten cuidado Sophi!... - me avisa y desaparece.

    - ¡Yo no soy ni tu chica, ni tu novia! ¡Quítate de mí vista, Malfoy! – le pido molesta.

    - ¡Ummm! ¡Va a ser que no! – me responde con una sonrisa ladeada.

    - ¡Vale! ¡Pues me voy yo! – le digo.

    - ¡Inténtalo! – me reta. Me muevo a la izquierda y me corta el paso con una mano apoyada en el borde de la piscina. Me muevo a la derecha y hace lo mismo. Me quedo atrapada entre el borde y él.

    - ¡Esto no tiene gracia! ¡Déjame ir! – le digo empujando su pecho desnudo.

    - ¿Quien dice que este bromeando? – me suelta mirándome y sonriendo. Me pongo muy nerviosa y no sé qué hacer, mi mente se ha quedado en blanco.

    De pronto siento su dedo índice acariciar mi clavícula y moverse en dirección a mi hombro, retirando lentamente el tirante del biquini. El corazón se me acelera.

    - ¿Qué crees que estás haciendo? – le pregunto intentando volver a poner el tirante, pero no me deja.

    - ¡Disfrutar de lo que es mío! – dice prepotente. – ¿Qué tal si hacemos realidad lo que mis padres creen que paso el día del baile de Navidad? – dice entrecortado mientras sus labios recorren el mismo camino que antes hizo con su dedo. Siento un nudo en el estómago y las piernas me tiemblan.

    - ¡Ni lo sueñes! ¡No me toques! – le grito intentando eliminar su contacto. Él levanta la cabeza para clavar esos preciosos ojos azul-grisáceos en los míos.

    - ¡No puedo evitarlo! Tenerte aquí… entre mis brazos… casi desnuda… – me dice poniendo sus manos a cada lado de mi cintura para pegar su cuerpo al mío, haciéndome sentir su piel en la mía. - ¡Me vuelves loco! – susurra insinuante mordiéndose el labio inferior.

    - ¡Quita! – le digo empujándolo de nuevo sin conseguir nada, tan solo que él se aferre más para mantener el contacto piel con piel y que vuelva a besar mi cuello. - ¡Suéltame! ¡Tengo que irme! -

    - ¿Tan pronto? – protesta sobre mi piel. – Esto solo acaba de empezar… - siento un leve movimiento sobre mi vientre indicándome que su amiguito se ha despertado. Entro automáticamente en pánico.

    - ¡Para Malfoy! – le grito nerviosa, mientras lo empujo y me retuerzo para alejarlo de mí. La situación se ha vuelto caliente y peligrosa. - ¡Suéltame!... ¡Ya!... ¡O gritaré! – lo amenazo como último recurso.

    - ¡Vale! ¡Vete! – Se incorpora molesto y me mira. Una sensación de alivio me inunda. – Pero antes… un beso de despedida… - sonríe perversamente. Me quedo mirando esos ojos tan claros que no dejan de retarme.

    - De acuerdo… - le digo después de unos segundos pensando. – Un beso – El asiente pícaro. Miro sus labios que se encuentran a escasos centímetros de los míos, y en un rápido movimiento deposito un casto beso en su mejilla. – Si quiere jugar… ¡juguemos! – pienso.

    - ¡Ahí lo tienes! Ahora quítate de en medio… - le digo volviéndolo a empujar.

    - ¡Eso no es un beso! – protesta riendo.

    - ¡Claro que lo es! – le digo con una sonrisa burlona. – Tú has pedido un beso y eso es lo que has obtenido… La próxima vez, asegúrate de decir dónde y cómo lo quieres –

    - ¡Muy lista, Queen! – me dice riéndose mientras me suelta. Doy un pequeño salto apoyándome en los brazos para sentarme en el borde de la piscina y poder salir de ella.

    – Estas tengo que probarlas… – me dice lamiendo sus labios y sin quitar la vista de mis pechos que se encuentran a la altura de sus ojos.

    - ¡Olvídalo, Malfoy! ¡Ni en tus sueños! – exclamo molesta empujando con la palma de la mano su frente. Él se deja caer hacia atrás y yo aprovecho para salir.

    - Sabes que lo haré, quieras o no… - me amenaza prepotente desde el agua.

    - Inténtalo y perderás el carnet de padre… – lo amenazo mientras me seco con la toalla bajo su atenta mirada y su sonrisa prepotente.

    - ¡Preciosas vistas! ¡Eres toda una tentación! – exclama con una sonrisa perversa mientras hace amago de salir de la piscina impulsado por sus brazos en el borde.

    - ¡Ni lo intentes, Malfoy! – le grito tirándole la toalla a la cara. Él retrocede y se ríe al quitársela.

    Me coloco la ropa y cojo el huevo para, finalmente, salir lo más rápido posible de los baños y dejarlo solo.
     
  10. Threadmarks: Capítulo 30: La segunda prueba
     
    Andromeda

    Andromeda Entusiasta

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    lago negro.jpg

    El día de la segunda prueba a llegado. Harry, Neville y yo salimos de la sala común camino al Lago Negro. El resto de alumnos de Hogwarts también se dirigen allí para tomar los botes que nos llevarán a las tres plataformas situadas en el centro del lago. Voy cargada con mi equipo de submarinismo.

    - ¿Estás seguro de esto? – le pregunta Harry a Neville cuando este último le da las Branquialgas.

    - Totalmente – le contesta Neville.

    - ¿Una hora? – le vuelve a preguntar.

    - ¡Más o menos! – le vuelve a responder.

    - ¿Más o menos? – pregunta Harry nervioso.

    - Bueno, los herbólogos discrepan entre sus distintos efectos en agua dulce y agua salada – le explica.

    - ¿Me lo dices ahora? ¡Estarás de broma! – exclama Harry.

    - Yo solo quería ayudar – dice el pobre chico algo afligido.

    - ¡Vamos Harry! ¡No seas así! El pobre Neville te ha ayudado... – regaño a mi amigo. - ¡Ten fe! ¡Funcionará! – él me mira y sonríe nervioso.

    - Bueno, al menos has colaborado más que Ron y Hermione… - le dice mirando a todos lados. – Por cierto… ¿Dónde están? – me pregunta.

    - No sé, no los he visto tampoco – le respondo encogiendo los hombros. Se perfectamente dónde están, en el fondo del Lago Negro.

    - Harry, te veo un poco tenso – le dice Neville.

    - ¿Tenso yo? – pregunta irónicamente mientras subimos al bote.

    Cruzamos el Lago Negro hasta una de las plataformas donde nos encontramos con Cedric, Viktor y Fleur. Empezamos a cambiarnos, ósea, a quitarnos el chándal y quedarnos en bañador. Harry lleva un bañador negro y una camiseta de tirantes roja, Fleur un bañador plateado, Cedric el mismo bañador que Harry y una camiseta de tirantes amarilla y Viktor un bañador rojo y una camiseta de tirantes gris. Yo llego un biquini deportivo negro y rojo, la parte de arriba tipo top y la braguita tipo culotes. Todos llevamos un agarre en la pierna donde ellos llevan la varita y yo mi cuchillo.

    - Bienvenidos a la segunda prueba. – comienza a decir Dumbledore como por altavoces. – Anoche, algo les fue sustraído a cada uno de nuestros campeones. Algo muy apreciado. Estos cinco tesoros, uno de cada campeón, yacen ahora en el fondo del Lago Negro. Para conseguir la victoria cada campeón deberá encontrar su tesoro y regresar a la superficie. –

    - Bien – pienso. – Ron para Harry, Hermione para Viktor, Cho para Cedric y Gabrielle para Fleur. Mi tía será para mí. – razono mirando al agua.

    - Metete eso en la boca – le dice Moody a Harry que está a mi lado. El asiente y lo hace. Su cara de asco es un poema.

    Me intento poner el otro brazo del chaleco para poder ajustarlo a mi cuerpo y siento que alguien me ayuda a colocarlo. Miro y es mi tía Minerva. Mi cara de alucinada es visible. Si ella está aquí… ¿Quién está bajo el agua? ¿Sahra?

    - Mucha suerte, mi niña – me dice mientras me coloco las aletas y las gafas en la frente. Yo asiento.

    - Esto es perfecto excepto por una cosa… - sigue diciendo Dumbledore. – Dispondrán tan solo de una hora, ni un segundo más. A partir de entonces, quedaran a su merced, ninguna magia podrá socorrerlos. Podréis comenzar al sonido del cañón… - dicho esto se escucha el cañón y los otros tres participantes saltan al agua. Harry es empujado por Moody y yo me lanzo de pie tras él.

    Una vez en el agua veo como Harry se va hundiendo, parece que se ahoga. Me acerco a él y veo cómo se toca unas branquias que le han salido en el cuello. Sus manos tienen unas membranas que enlazan sus dedos y sus pies parecen mis aletas. Nos miramos y comenzamos a nadar.

    Nadamos entre peces llegando a una especie de acantilado. Me mira y me indica con la cabeza que bajemos y eso hacemos. Una vez llegamos al fondo nos acercamos a un bancal de algas… parece un maizal. Se puede escuchar una melodía similar a la que emitían los huevos dorados. Nos introducimos en él y parece que algo nos observa… miramos atrás y vemos a Fleur asustada.

    Seguimos adelante y de pronto algo grande pasa entre los dos a gran velocidad haciendo que nos apartemos cada uno hacia un lado. Miramos al frente para ver de qué se trata y podemos ver a una especie de sirena… Creo que es una Selkie, como una sirena con cara de pez y cola de tiburón. Ella se para y nos mira, parece que quiere que la sigamos y eso hacemos.

    Nadamos tras ella hasta salir de las algas y podemos ver una especie de arco de piedra en ruinas. Allí se encuentran nuestros amigos, atados por los pies para mantenerlos sumergidos. Nos vamos acercando, nadando entre ruinas de piedra y selkies, hasta que puedo ver, de derecha a izquierda a Gabrielle, Cho, Hermione, Ron y… ¿Draco? ¡No puede ser! ¡Tiene que ser una broma!

    Harry me mira tan asombrado como yo. Me hace un gesto con la cabeza y se acerca a Ron para ver como está y mirar al resto. Suelta su atadura con las manos. Yo estoy paralizada, creo que estoy en shock. De pronto veo aparecer a Cedric y con un rayo de su varita corta la cuerda de Cho, sosteniéndola del brazo. Nos mira y nos hace señas con la varita en el reloj indicándonos que se acaba el tiempo. Harry asiente y yo reacciono. Me dirijo hacia Malfoy e intento soltar su cuerda con las manos.

    Harry saca su varita para cortar la cuerda de Hermione, pero una selkie se acerca rápidamente y le pone un tridente en el cuello, mientras que otras dos lo amenazan también. Harry le dice que también es su amiga, pero ella le dice “solo uno”. De repente, algo las atemoriza y salen huyendo. Tras de mí, a gran velocidad, veo pasar a Viktor con medio cuerpo convertido en tiburón coger la cuerda de Hermione con los dientes y llevársela. Solo quedamos Harry y yo.

    No consigo deshacer el nudo de la cuerda, así que hecho mano a mi cuchillo. De un tajo corto la cuerda y agarro el brazo del rubio. Harry también coge el brazo de Ron y mira a Gabrielle. Miramos alrededor y no hay selkies cerca, así que cuando me vuelve a mirar yo asiento con la cabeza para que saquemos de allí a la pequeña. Él coge su varita y lanza un rayo a la cuerda de la Gabrielle.

    Empezamos a ascender, yo con Draco en un brazo y la pequeña Gabrielle en el otro y Harry igual que yo, pero con Ron al otro lado. Los cinco subimos sin problemas durante un rato, pero Harry empieza a perder el efecto de la Branquialga. Me asusto y veo como un Grindylow, una especie de pulpo con cabeza de pez y dientes afilados le agarra de un pie para hundirlo. Tras él muchos más que nos cogen de los pies para que no avancemos.

    Harry suelta a Ron y a Gabrielle dándoles impulso para que suban y me dice con la cabeza que suba con ellos. Yo me niego. Sé que los distraerá para que podamos subir y luego él saldrá con el hechizo “Ascendio”, pero, a pesar de eso, me siento culpable de no ayudarlo. Me mira serio y me dice “¡Vete, ahora!” empujándome para que suba. Termino subiendo con los tres y dejándolo solo…- Bueno, al fin y al cabo, él es el héroe de esta historia y no necesita mi ayuda para nada – intento auto convencerme.

    Una vez sacamos la cabeza del agua veo como todos están despiertos. Saco el tubo de mi boca y me quito las gafas poniéndolas en mi brazo. Le digo a Ron que ayude a Gabrielle a nadar hasta la escalera y a Malfoy que también nade hasta allí. Él me obedece mirando de vez en cuando que yo vaya tras él.

    Al llegar a la escalera todos han subido y puedo ver a mi tía junto a ellas esperándome. Me quito las aletas y se las entrego junto a las gafas. Luego procedo a desabrochar el chaleco y también se lo entrego para poder, por último, subir las escaleras.

    Una vez llego a la plataforma no me da tiempo a reaccionar y me veo envuelta en los brazos de Malfoy que a su vez me envuelve en su toalla. Estoy pegada a él, pero no me importa mucho, me proporciona calor que agradezco, ya que estoy helada.

    - Así que… ¡yo soy tu mayor tesoro! – me suelta fanfarrón en mi oído.

    - Pero ¡qué dices! Se ha cometido un error de logística… - le digo apartándome un poco para poder mirarlo a los ojos. – En cuanto te he visto ahí abajo he estado tentada de dejar que te ahogaras… aunque perdiera la prueba – le suelto desafiante.

    - ¡No te creo! – me dice con una sonrisa ladeada. - ¡Mentirosa! -

    - ¡Idiota! – le digo empujándolo para salir de su abrazo.

    - No te muevas… ¡Estás helada! – me dice abrazándome más fuerte. – Tienes los labios morados del frio… ¿quieres que te los caliente? – me pregunta en un susurro malintencionado.

    - ¡Ya está bien! ¡Suéltame! – le digo empujándolo fuerte y saliendo de su abrazo calentito. De pronto otra toalla seca me cubre de nuevo por la espalda y veo que es mi tía.

    - ¡Ya basta! ¡Compórtate! – me reprocha mi tía. –¿No podéis dejar de pelearos, aunque sea un segundo? -

    - Un día de estos me lo cargo… ¡avisada estas! – le digo con una sonrisita perversa. Ella me sonríe en respuesta. - ¿Y Harry? – le pregunto asustada. Ella me mira con preocupación y yo me acerco al filo de la plataforma y veo cómo sale del agua de su salto… Ha usado el hechizo, por fin…

    Dumbledore comprueba que Harry está bien después de soltar más agua que una ballena. Finnigan lo tapa con una toalla seca.

    - Quiero convocar a todos los jueces ya – grita Dumbledore marchándose apresurado.

    - ¡Tú la has salvado!... aunque no te tocaba a ti hacerlo – le dice Fleur agachándose frente a él – Mi hermanita… ¡Oh, gracias! – le da dos besos en agradecimiento mientas Finnigan le pone otra toalla por encima. - ¡Y tú le has ayudado! – le dice ahora a Ron que está de pie junto a Harry.

    - Bueno, sí… un poco – le dice mientras ella le da dos besos también en agradecimiento. – ¡Merci! – le dice tocándose la cara pasmado.

    - ¡Tú también la has salvado, gracias! – me dice abrazándome cuando me acerco a Harry. Yo se lo devuelvo.

    - No podíamos dejar a Gabrielle allí abajo… ¡sabes que la adoro! – le digo de corazón. Ella asiente con una sonrisa y se marcha con la pequeña.

    - Harry, ¿Estas bien? – le pregunta Hermione tapándolo con su propia toalla. - ¡Estarás congelado! -

    Yo también me agacho frente a él para ver como está.

    - ¡Estás loco! – le grito pegándole un manotazo en el hombro y luego cogiéndole del mentón para poder mirarle la cara y el cuello donde tiene tentáculos marcados. – ¡Yo podría haberte ayudado! –

    - ¡No! Tu tenías que ayudarlos a salir… - me dice casi en un jadeo y tirando de mi muñeca para abrazarme. Yo también lo abrazo fuerte.

    - Personalmente creo que os habéis portado genial – nos dice Hermione.

    - He terminado el último, Hermione – le dice Harry desilusionado. Hermione le da un beso en la cabeza. - ¡Au! – se queja nuestro amigo.

    – No entiendo como estos no terminan juntos, de verdad… – pienso internamente.

    - Penúltimo, Fleur no consiguió superar a los Grindylows – le dice contenta y me mira.

    - ¡Yo me conformo con no haber muerto! – le digo sonriendo y encogiéndome de hombros.

    Los tres nos reímos y nos incorporamos. Estamos rodeados de nuestros amigos, ya que además de Seamus, está Neville.

    - ¡Atención! – exclama Dumbledore. - ¡Atención! – grita como en altavoz gracias a su varita. Nos tapamos los oídos por el chillido. – El ganador es el Sr. Diggory. – anuncia y Cedric es felicitado por sus compañeros y aplaudido por todos. – Por usar con maestría el encantamiento de saco burbuja. No obstante, ya que el Sr. Potter habría acabado el primero de no haber sido por su decisión, junto a la Srta. Queen, de rescatar, no solo al Sr. Weasley y al Sr Malfoy, sino al resto también, hemos acordado concederle el segundo y tercer lugar. – sentencia bajo el desagrado del director búlgaro.

    - ¡Sí! – exclama Ron.

    - ¡Sois el segundo y la tercera! – nos dice Hermione emocionada y tanto Harry como yo sonreímos felices. Sabía que Harry sería el segundo pero que yo fuera la tercera… ¡eso no me lo esperaba!

    - Por su extraordinaria altura moral – termina diciendo Dumbledore.

    Contentos volvemos a subir a los botes para volver a tierra firme.

    - ¡Bien hecho! – dice Fred mientras salimos de la barca.

    - Altura moral… ¿eh? – se burla George.

    - ¡Es genial! – exclama Ron. - ¡Altura moral!... Hasta cuando te equivocas te salen las cosas bien… - refiriéndose a Harry.

    - ¡Sí! ¡Bien hecho, altura moral! – se ríe Fred de Harry.

    - ¡Enhorabuena, Potter! - le dice el Sr. Crouch y nosotros lo dejamos hablando con él.

    Por la noche, salimos los cuatro al bosque prohibido junto Hagrid.

    Ron, Hermione y el gigante van juntos a nuestra izquierda, pero unos metros por detrás nuestro. Harry y yo vamos delante, caminando a paso lento y él va muy pensativo mirando el suelo.

    - Me acuerdo del día que os conocí a los tres – nos dice Hagrid. - La pandilla más inocente que han visto mis ojos…Supongo que me recordáis a mí un poco… Y aquí estamos ahora, cuatro años después y con un miembro más… -

    - Aun somos una panda de inocentes… - le contesta Ron.

    - Tal vez, pero ahora nos tenemos los unos a los otros… - le responde el gigante. - Y a Harry y a Sophi por supuesto… que pronto, uno de los dos, será el campeón más joven del Torneo de los Tres Magos –

    - ¡Hurra! – exclama Ron.

    - ¡Prefiero que sea Harry! – les digo a gritos. – Yo paso de ganar… solo quiero sobrevivir – comunico mientras pienso en que sé lo que nos espera en la siguiente prueba y eso me aterra.

    Ellos se ríen de mi comentario y se ponen a cantar una canción de Hogwarts, que claro, yo no me sé.

    Nos vamos adentrando en el bosque y de pronto, Harry y yo, vemos un sombrero, un bombín para ser más exactos. - ¡Dios mío! El sombrero del Sr. Crouch… - pienso aterrada. Harry se queja de dolor en su cicatriz y a unos pasos más allá, tras un árbol, el cuerpo sin vida del Sr. Crouch...

    - ¡Sr. Crouch! – exclama Harry al verlo.

    - ¡Ah! – exclamo yo por la impresión y me quedo petrificada. Harry me abraza para que no lo mire. - ¡Lo ha hecho! ¡A matado a su padre! – pienso helada.
     
  11. Threadmarks: Capítulo 31: La tercera prueba
     
    Andromeda

    Andromeda Entusiasta

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    laberinto.jpg

    Tras la muerte del Sr. Crouch el ambiente entre el Ministro de Magia y Dumbledore se ha vuelto tenso. El director quiere cancelar el torneo por precaución, pero el Sr. Fudge se niega, ya que quiere que lo vean como un líder fuerte y suspenderlo lo haría ver como un cobarde.

    Harry fue a ver a Dumbledore tras el incidente, y no necesité que me contara nada para saber de qué hablaron… o más bien que le mostro. Le enseñó un recuerdo en el pensadero… un recuerdo donde aparece el director Karkarov siendo juzgado por el Ministerio de Magia por ser un mortífago y dando los nombres de sus camaradas, incluido el del hijo del Sr. Crouch, para rebajar su condena. A Barty lo detuvieron y lo encerraron en Azkaban… de donde yo sé que escapó.

    Los días han pasado muy rápidamente y yo he intentado evitar al profesor Moody a toda costa. El momento de la verdad se acerca y no sé exactamente cuál es su plan. Sé que quiere enviar a Harry al cementerio para revivir a Voldemort, pero no sé qué planes tiene conmigo. Barty me da miedo, está muy loco… tan loco como para matar a su padre.

    En mi mente he trazado un plan. Evitar que Cedric toque la copa. Sé que haciendo eso modificaré el futuro, pero su muerte, aunque parece fundamental para los ánimos y fuerza de Harry en el futuro, no creo que sea un argumento de peso… una muerte nunca lo es. Así que intentaré que no suceda, lo retendré, aunque sea a la fuerza… Harry es el único que debe ir al cementerio… aunque parezca cruel por mi parte.

    El temido día ha llegado y solo quiero vomitar por los nervios. Se me plantean varias posibilidades:

    1. Que no toquemos la copa ninguno, eso hará que Voldemort no vuelva y esa idea me agrada. Pero si no es ahora, será más tarde, en otras circunstancias que no podré predecir.

    2. Que la toque solo Harry, ya que sé que saldrá del cementerio gracias a sus padres.

    3. Que la toquen Harry y Cedric, pero eso ya sabemos en que acaba y quiero evitarlo.

    4. Que la toquemos los tres… en ese caso puedo intentar evitar que maten a Cedric escondiéndonos juntos. Será difícil pero no imposible.

    Creo que me quedo con la opción número dos. Noquearé a Cedric y me quedaré con él esperando la ayuda… aunque el laberinto nos trague.

    Con las ideas casi claras y armándome de valor me dispongo a vestirme. Hoy volveré a usar los leggings negros y el top, ambos deportivos, mi sudadera gris y unas zapatillas. Me recojo el pelo en una cola y me pongo el amuleto que mi tía me regalo para mi cumpleaños por dentro de la camiseta, con la esperanza de que me proteja de lo que me espera en el laberinto. Guardo mi móvil en el bolsillo de la sudadera y cierro la cremallera, así no se caerá. Lo llevaré para usarlo de linterna y la pistola de bengalas para indicar mi posición si me tragan las raíces del laberinto. Esta la coloco en mi pierna al puro estilo Lara Croft.

    Una vez preparada, paso por el comedor y cojo un bollo para desayunar… ¡No quiero un bajón de azúcar en plena prueba! Salgo del castillo en busca de mi tía, que me está esperando para acompañarme a la entrada al laberinto, que resulta estar situado en el campo de Quidditch.

    Llegando a las gradas una mano me agarra el brazo y me gira rápidamente. Me encuentro con esos preciosos ojos azul-grisáceo mirándome fijamente mientras siento como sus manos van rodeando mi cintura. Su olor me llena los pulmones… - Espero que no sea la última vez… - pienso.

    - ¿No te cansas de lanzarte al peligro, Queen? - me pregunta con una sonrisa ladeada.

    - Pues parece que no, ¡soy toda una aventurera! – le digo orgullosa. - Y en esta ocasión tal vez no vuelva… así que no tendrás que soportar ver mi cara nunca más - le contesto malintencionada intentando quitar sus manos de mí.

    - ¡Pues más te vale que vuelvas conmigo! – me amenaza sin cambiar su sonrisa. - Tenemos un tema pendiente… - me dice mientras se muerde el labio inferior. Las mariposas hacen estragos en mi estómago y mi corazón se acelera. Lo que me faltaba para aumentar mis nervios… sus insinuaciones indecentes.

    - ¡Déjame! ¡Tengo que irme! – le digo insistiendo en retirar sus manos de mí.

    - ¡Vale! Pero antes… Quiero un beso – me indica seductor – Y lo quiero en los labios e intenso – aclara.

    - ¡Vaya, Malfoy! ¡Aprendes rápido! – le digo cogiéndolo por la nuca y pegando mis labios a los suyos. - Tal vez sea la última vez que lo vea… así que… ¿Qué más da? – pienso.

    Muevo mi boca sobre la suya suavemente, pero con necesidad. Él me corresponde encantado moviendo su mano de mi cintura a mi nuca, dejándome sentir el frio metal del anillo. Su otra mano hace presión sobre mi cintura, apretándome a su cuerpo. Mi pulso se acelera y me cuesta respirar, pero no pienso romper aun el contacto. Pienso dejarle un bonito recuerdo… Sin previo aviso, introduzco mi lengua en su boca y busco la suya acariciándola y haciéndola mía. Un gemido se escapa de su garganta y un leve movimiento en sus pantalones me indica que tengo que ponerle fin a esto ya. Me separo empujándolo por los hombros con dificultad y él me mira de forma penetrante a los ojos.

    - ¡Quiero más de esto! – me exige casi sin aliento y sin soltarme.

    - Pues ¡olvídate!... Esto es lo último que obtendrás de mí… – le digo también sin aliento y soltando sus manos de mí. Él se queda quieto, como petrificado. - ¡He de irme! – me despido mirándolo unos instantes para guardar un recuerdo en mi mente. Me giro y camino en busca de mí tía.

    Entro al recinto tras la profesora McGonagall. Tras de mí, las gradas llenas de alumnos aplaudiendo y una banda tocando. A mi derecha, la entrada al laberinto. El resto de participantes ya están allí y, como siempre, yo soy la última. Tanto Harry como Viktor y Fleur están siendo acompañados por sus directores. Solo Cedric y yo tenemos a un familiar a nuestro lado.

    - ¡Sonorus! – grita Dumbledore desde la tribuna central. La banda deja de tocar y los alumnos guardan silencio. – Esta mañana, el profesor Moody, puso la copa de los Tres Magos al final del laberinto – nos informa.

    - ¡Cómo no! – pienso poniendo los ojos en blanco.

    - Solo él sabe exactamente donde está. Dado que el Sr. Diggory – lo interrumpen los gritos de los alumnos de Hufflepuff – y el Sr. Potter – le vuelven a interrumpir los gritos, pero esta vez de Gryffindor – empatan en primera posición, entraran primeros en el laberinto, seguidos de la Srta. Queen – me ovacionan a mí los Gryffindor y también los Slytherin… ¡Creo saber por qué! – del Sr. Krum – ovacionan al búlgaro los suyos – y la Srta. Delacour – aplauden las francesas.

    - El primero en tocar la copa será el campeón – continúa explicando Dumbledore, aunque la ovación ahora es general. – Nuestro personal patrullará el perímetro, si en cualquier momento alguno quisiera retirarse de la prueba, solo tendrá que disparar chispas rojas con su varita – dice mirándome a mí. Yo asiento tocando el arma de mi pierna.

    - Contendientes, ¡venid aquí! ¡Rápido! – nos llama Dumbledore a los cinco. Nos colocamos en círculo empezando por su derecha Viktor, Cedric, yo, Harry y Fleur. – En el laberinto no hallareis dragones ni criaturas abisales, aun así, os enfrentareis a algo mucho más desafiante. – comienza su discurso. – Las personas cambian en el laberinto, encontrar la copa si podéis, pero estad alerta, os podéis perder a vosotros mismos en el intento. – nos dice serio. – Campeones, a vuestros puestos… -

    Todos nos movemos y Harry se pone en posición en la salida junto a Moody. El Sr. Diggory se despide de Cedric con un abrazo deseándole suerte. ¡No puedo! ¡Juro que no puedo ver esto! ¡El vampiro tiene que vivir y volver con su padre! ¡Ese es mi objetivo principal!

    Harry y Cedric se saludan con la cabeza situándose, cada uno, en una entrada al laberinto.

    - Contaré hasta tres… uno – el sonido del cañón indica la salida, como siempre, antes de que Dumbledore diga tres.

    Los dos chicos de Hogwarts entran al laberinto y se cierra la entrada. Seguidamente nos colocan a Viktor en la entrada de Cedric y a mí en la de Harry. Moody también está a mi lado y lo miro con desconfianza. Nos dan la señal para que entremos y eso hacemos. Una vez estoy dentro miro atrás y veo a Moody indicarme con el dedo índice que vaya por la izquierda… Sé que ha Harry también se lo ha dicho y tengo que darle alcance.

    - Tranquilo, Barty… - le digo ya que solo él puede escucharme. – Intentaré sabotear tus planes… con Voldemort. – termino diciéndole y guiñándole un ojo. Su rostro se tensa y hace el amago de dar un paso hacia adelante, pero la entrada se cierra ante él.

    Me quedo sola y estoy acojonada. Enciendo la linterna del móvil ya que la oscuridad y una especie de niebla me envuelven y comienzo a caminar hacia la izquierda en busca de Harry. Los laberintos siempre se me han dado bien, a ver cómo surge este. Oigo como murmullos y eso hace que la piel se me erice. Después de un rato caminando oigo un grito ¡es Fleur! y corro en la dirección del sonido. Cuando llego, la pobre chica está siendo engullida por las raíces del laberinto. Intento quitárselas, pero no puedo. De pronto aparece Harry y me ayuda, pero no podemos hacer nada por ella. Mi amigo lanza chispas rojas con su varita para que vengan por ella. Yo me guardo el móvil, ya no lo necesito estando con Harry.

    - ¡Vamos! – me grita y me coge la mano.

    Salimos corriendo juntos como en otras ocasiones, nuestros dedos entrelazados. Sin previo aviso, tropieza y vamos los dos al suelo. Nos levantamos y vemos al fondo del pasillo la copa. Un nudo en el estómago se me forma al verla. De pronto, el pasillo comienza a cerrarse desde el fondo hacia nosotros así que, cogiéndome la mano de nuevo, tira de mí y comenzamos a correr en dirección contraria.

    Nos asustamos al escuchar un conjuro y vemos a Viktor, con los ojos casi blancos, dirigir su varita hacia nosotros.

    - ¡Agachaos! ¡Agachaos! – nos grita Cedric. Nosotros lo hacemos.

    - ¡Expelliarmus! – grita Cedric hacia Viktor con su varita dándole de lleno y haciéndolo caer al suelo. Luego se acerca y le quita la varita de una patada. Cedric vuelve a apuntarlo con la varita… ¡quiere rematarlo!

    - ¡No! – gritamos al unísono Harry y yo.

    - ¡No lo hagas! ¡Para!... ¡Está embrujado! – le grita Harry agarrándolo del brazo para que no lo haga.

    - ¡Suéltame! – le grita Cedric tirando para soltarse.

    - ¡Que está embrujado! – le repite Harry, pero él no hace caso y sale corriendo. - ¡Sophi! ¡Vamos! – me grita corriendo tras Cedric y yo corro tras él.

    Puedo ver cómo se van empujando los dos al correr por el pasillo. De pronto se paran y yo freno en seco para no comérmelos. Ambos miran al fondo del pasillo donde se puede apreciar la copa.

    - ¡Si! – exclama Harry. Se miran y salen corriendo, empujándose de nuevo, mientras las raíces y las hojas nos intentan detener.

    Cedric tropieza con una raíz y cae al suelo. Esta empieza a envolverlo mientras el intenta soltarse. Harry sigue corriendo. Me paro e intenso soltar a Cedric, pero casi no puedo.

    - ¡Harry! – grita Cedric.

    - ¡Harry! ¡Necesito ayuda! ¡Yo sola no puedo! – le grito para que venga. Veo como él se lo piensa…

    - ¡Harry! ¡Harry corre! ¡Corre! – le grita ahora Cedric y me mira asustado.

    - ¡Tranquilo! ¡Me quedo contigo! – le digo para que no se preocupe.

    - ¡Reducto! – grita Harry apuntando su varita a las raíces. Luego viene hasta nosotros y me ayuda a sacar a Cedric.

    - ¡Gracias! – le dice Diggory.

    - De nada – le responde.

    - Por un momento pensé que ibas a dejar que me atrapara – le confiesa Cedric respirando con dificultad.

    - Por un momento yo también – le contesta pensativo.

    - ¡Vaya juego! ¿eh? – le dice Cedric sonriendo.

    - ¡Vaya juego! – le responde Harry.

    - ¡Muy conmovedor! – les digo cuando empiezo a ver como el pasillo se empieza a cerrar tras nosotros. – Pero ahora ¡Corred! – les grito empujándolos hacia adelante.

    Corremos los tres como desesperados hasta llegar a la copa. Es el momento…

    - ¡Vamos! ¡Tócala! – le grita Cedric a Harry. - ¡Me has salvado! ¡Tócala! –

    - ¡Vamos Harry! ¡Haz los honores! – le grito yo.

    - ¡Juntos! – nos grita Harry.

    - Uno… – dice Cedric. No le doy tiempo para que siga. Mi derechazo da de lleno en su mentón y cae desplomado al suelo.

    - ¡Toca la copa Harry! – le grito. - ¡Ya! -

    Harry toca la copa y un vértigo se apodera de mí.
     
  12. Threadmarks: Capítulo 32: Resurrección
     
    Andromeda

    Andromeda Entusiasta

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    cementerio Albania.jpg

    Siento mi cuerpo caer y chocar mi espalda contra el césped. El laberinto me ha tragado, pero creo que ya me han sacado de él. Tengo los ojos cerrados y jadeo porque me falta la respiración por el impacto. Oigo los jadeos de Cedric también… ¡Estamos a salvo! ¡Le he salvado! Sonrío feliz.

    - ¿Estas bien? – me pregunta con dificultad. Abro los ojos de pronto.

    - ¿Harry? – le pregunto incorporándome.

    - Sí, soy yo – me contesta incorporándose también.

    - ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! – exclamo mirando a mi alrededor. - ¿Que has hecho? – le pregunto mirándolo asustada.

    - No entiendo tu comportamiento con Cedric… ¿Por qué le has pegado? Podríamos haber tocado la copa los tres… - me acusa serio mientras se levanta.

    - ¡No! ¡Solo tú deberías haberla tocado! – le grito nerviosa.

    - ¿Por qué? – me pregunta confuso y yo lo miro sin saber que decirle. - ¡Da igual! Tu sabrás…, pero yo siempre estaré a tu lado… Lo recuerdas, ¿verdad? – me dice con una pequeña sonrisa mientras me ofrece su mano para ayudarme a levantarme.

    - ¡Si, lo recuerdo! – le digo aceptándola y poniéndome en pie. - ¡Y esta era la opción número cinco! Harry y yo en el cementerio… ¿Cómo no lo vi venir? – susurro bajito mirando a mi alrededor para ubicarme. – ¡Harry, la copa es un Traslador! – le aclaro.

    Harry empieza a caminar hacia una tumba rectangular de piedra, coronada por la estatua de un ángel de la muerte con una guadaña.

    - Yo he estado aquí antes… en un sueño – me dice mientras toca las letras del difunto justo debajo de la estatua.

    - ¡Lo sé Harry! – le digo nerviosa. – Estamos en un cementerio de Albania y esa es la tumba de Tom Riddle. - le explico cerca de la histeria. Harry me mira con los ojos muy abiertos al comprobar la inscripción de la tumba.

    - Tenemos que volver a la copa ¡ya! – me grita.

    - ¡Si!... ¿Dónde está la copa? - le pregunto buscándola como una loca. Harry empieza a gritar de dolor y se toca la cicatriz porque él está cerca. – Harry, ¿Estas bien? – le pregunto preocupada llegando hasta él. – ¡Vamos! Tenemos que irnos… - le digo cogiéndolo del brazo para ayudarlo a caminar… su dolor es intenso.

    De pronto, me asusto cuando unas llamas se encienden frente a nosotros, bajo un caldero enorme. Veo aparecer a Cola-gusano avanzando hacia nosotros y trayendo algo envuelto en su brazo izquierdo y blandiendo una varita con la mano derecha.

    - ¡Harry! ¡Vamos! – le grito moviéndonos un paso hacia atrás.

    - ¡La niña también está aquí! – se escucha a una voz débil. - ¡Atrápalos! – ordena.

    Cola-gusano obedece al instante y con la varita sube a Harry en el aire y lo empuja hasta el ángel de la muerte que lo atrapa con el palo de la guadaña. Estoy realmente asustada, petrificada, viendo a Harry atrapado y sin saber qué hacer.

    - ¡Fulgari! – grita Cola-gusano contra mí. Me asusto al ver unas cuerdas luminosas aparecer en mis muñecas y estas tiran de mí hasta dejarme colgada junto a Harry en el ángel de la muerte. Tengo mis manos sobre la cabeza y mis pies no tocan casi el suelo.

    - ¡Harry! – le grito.

    - Sophi, ¿Estas bien? – me pregunta girando la cabeza como puede para mirarme.

    - ¡No! – exclamo mirándolo. – Estoy colgada como un chorizo y estas cuerdas me hacen daño cuando intento soltarme – le explico de forma irónica la situación. – ¡Me queman la piel! -

    - ¡Vale! ¡Tranquila!¡No te muevas! – me dice - Saldremos de aquí… -

    - ¡Hazlo ya! – se escucha decir de nuevo a la voz débil.

    Cola-gusano tira a mini-Voldemort al caldero.

    - Hueso del padre involuntariamente otorgado – empieza a conjurar. Con la varita atrae por el aire un fémur de la tumba de Thomas Riddle Sr., el padre de Voldemort, y lo tira al caldero.

    - Carne del vasallo voluntariamente sacrificado – continua el conjuro. Se acerca al caldero y se corta la mano derecha de un solo tajo, grita de dolor una vez hecho. ¡No puedo mirar la escena!

    Y sangre del enemigo a la fuerza arrebatada – dice caminando hacia Harry.

    - ¡No! ¡No! ¡Harry! – grito retorciéndome en mis ataduras. Harry grita por el dolor ocasionado al cortar la carne de su antebrazo. Lleva el cuchillo lleno de sangre de mi amigo y la deja caer en el caldero.

    - Al Sr. Oscuro otorga la resurrección – da por terminado el conjuro.

    El caldero se incendia al completo y de las llamas, aparece un feto enorme y huesudo que, poco a poco, se va transformando en el temido Lord Voldemort. Un manto de humo negro cae sobre él y se transforma en una túnica. Una vez termina el proceso se acaricia la cabeza, comprobando que vuelve a ser de carne y hueso.

    Harry y yo nos miramos por unos segundos y empezamos a forcejear para liberarnos, cosa que no conseguimos. Veo que mis muñecas empiezan a tener marcas.

    - Mi varita, Cola-gusano – le dice a Peter y este se la entrega. – Extiende el brazo -

    - ¡Oh, Amo! ¡Gracias, mi Amo! – le dice mostrándole el antebrazo cortado.

    - ¡El otro brazo, Cola-gusano! – le grita. Peter le muestra el otro brazo asustado y él levanta la manga de su ropa para dejar al descubierto la marca tenebrosa del mortífago. Pone su varita sobre ella y en el cielo aparece la marca tenebrosa, la misma que en el Campeonato de Quidditch. Del movimiento que hace la serpiente en la marca del cielo, van saliendo estelas de humo negro bajando hasta donde estamos… Son los mortífagos, seis en total. Parecen penitentes de Semana Santa en Sevilla con una máscara del carnaval de Venecia. Eso sí, todos de negro.

    - ¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos, amigos! – los saluda el recién nacido. – Trece años han pasado y aquí seguís aún ante mí… igual que si fuera ayer – les dice girándose para hablarles a todos. – Confieso que me siento decepcionado. Ninguno habéis intentado encontrarme… -

    Empieza a decir sus nombres y a retirar sus máscaras que se esfuman como el humo y los hace caer de rodillas.

    - Ni si quiera tú… Lucius – le dice haciendo la misma operación y dejando al descubierto su rostro. Este también cae de rodillas.

    - Mi Señor, de haber visto el menor indicio, un susurro sobre vuestro paradero… - intenta excusarse el rubio incorporándose.

    - Hubo indicios, mi escurridizo amigo… y más que susurros – le protesta Voldemort.

    - Os lo aseguro, mi Señor, yo jamás he renunciado a la vía oscura… El rostro que me he visto obligado a ofrecer desde vuestra ausencia, ha sido mi auténtica máscara – le dice y me mira furtivamente.

    - Yo regresé – le dice Cola-gusano a Voldemort.

    - ¡Pero por miedo, no por lealtad! Aunque has probado ser muy útil estos últimos meses, Cola-gusano – le dice acercándose a él y rehaciendo su mano, en una de metal líquido.

    - ¡Oh! ¡Gracias, Amo! ¡Gracias! – exclama agradecido.

    - ¡Eso no es nada nuevo! ¡Todos te siguen por miedo, no por lealtad! – le grito. Harry me mira y me dice que NO con la cabeza.

    - ¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya!¡Mira a quien tenemos aquí!... ¡La pequeña profecía!... ¡Sophia Queen! – exclama mirándome divertido. - ¿Esa es tu opinión o una visión? – me pregunta burlón.

    - Simplemente la verdad… - le digo valerosa a pesar de que me tiembla todo el cuerpo. - ¿Por qué, sino, unos magos de sangre pura iban a seguir ciegamente a un mestizo? – le digo irónica. Su rostro se tensa.

    - ¡Como te atreves mocosa! – me grita. - Puedo matarte con solo un movimiento de mi varita… - me amenaza.

    - ¡Lo sé!… Pero si me quisieras muerta ya lo estaría – le contesto orgullosa.

    - ¡Valiente e inteligente! - me alaga maliciosamente. – Tienes razón, eres muy valiosa… La ancestral profecía hecha carne – informa y Harry me mira confundido. - ¿Puedes obsequiarme con una de tus visiones? – me pregunta expectante.

    - Yo no soy eso que dices – le digo molesta.

    - Claro que lo eres… - asegura. - ¡Vamos! ¡Sorpréndeme! – me anima. Harry me mira porque no entiende nada y yo no sé qué decirle.

    - No hay que ser adivina para saber que eres un ser despreciable - le digo asqueada. – Mandaste a uno de tus mortífagos a buscarme y mató a mis padres –

    - ¡Sí! ¡Es cierto! – me confiesa divertido – Envié a Barty por ti, pero el inútil fue vencido por una niña… Pero algo sí que hizo bien… mató a tus padres y ahora estas aquí –

    - ¡Eres un monstruo! – exclamo dolida por la cruda realidad. Él ríe a carcajadas.

    - ¡Vamos querida! Sabías que terminarías aquí… ¡en mis manos! – me dice engreído y yo me trago mi orgullo porque es cierto, he cometido un error de cálculo. – Y ahora dime… ¿Qué sabes de mí? Y no me digas tu opinión, quiero que uses tu don – me pide acercándose poco a poco a nosotros. Harry me mira y yo a él y resignada decido hacer lo que me pide.

    - Tu nombre real es Tom Sorvolo Riddle, hijo del adinerado muggle Thomas Riddle Sr. y la bruja de sangre pura Merope Gaunt, descendiente directa de Salazar Slytherin. Eso te convierte en un mestizo… - le explico mientras veo como su rostro se vuelve a tensar.

    - Podría decir que es la típica historia de amor entre razas, con el pequeño de talle, de que tu padre fue hechizado por una poción de amor que le dio tu madre, enamorada perdidamente de él, y en cuanto despertó del encantamiento, abandonó a tu madre y a su hijo no nato, porque él no la amaba. – continuo su historia. – Al poco tiempo de que nacieras tu madre murió, dejándote en un orfanato muggle. Luego fuiste a Hogwarts, a la casa Slytherin en concreto, siendo un alumno brillante pero más malo que un dolor de muelas… ¡ah! y también hablas pársel, que te viene bien para hablar con tu amiga Nagini, la mujer serpiente. – concluyo. – No se sí me dejo algo en el tintero… -

    Voldemort me mira entre furioso y fascinado y Harry tiene cara de flipado. Malfoy me mira perplejo.

    - ¡Impresionante! – responde intentando parecer tranquilo. - ¿Y ahora puedes hablarme de mi futuro?

    - Claro – le digo irónica. - ¡Mueres! – le suelto malintencionada y él me mira serio para luego reírse a carcajadas.

    - ¡No puedo morir! ¡Soy inmortal! – exclama burlón.

    - ¿Eso crees? – lo reto. Lentamente se va acercando a mí hasta tenerlo enfrente. El miedo me invade todo el cuerpo y creo que me voy a desmayar.

    - ¡Lo creo! – me dice retador, mirándome a los ojos. - Llevo buscándote mucho tiempo, mi pequeña profecía, y por fin eres mía… - dice sonriendo. – Y de unos padres muggles surgirá una sangre pura, con el poder del Oráculo, La Llave entre Mundos. – recita la profecía mientras camina hacia sus mortífagos para que todos la oigan. - Sólo aquel sangre pura que domine su corazón abrirá las puertas al poder infinito. – termina diciendo y volviendo hacia mí.

    - Tienes el poder de ver el pasado y el futuro. Tus padres son muggles, pero tú eres una sangre pura porque, en realidad, eres una viajera entre mundos, un ser mágico… casi divino. – explica su versión de la profecía. – Pero tú eso ya lo sabes, ¿verdad? – me pregunta maliciosamente.

    Harry me mira y yo a él. Tras la explicación creo que ahora entiende porque le decía que sabía cosas. Miro a Voldemort, pero no le contesto.

    - Usaré tu poder de Oráculo para adelantar mis movimientos a los de mis enemigos y, pronto, el mundo mágico me pertenecerá. Después conquistaré también el mundo muggle – explica su plan. – Te entregaré a un sangre pura para que posea tu corazón y, si te niegas… una poción de amor, como la que utilizó mi madre, bastará. Así abriré las puertas de todos los mundos y los dominaré… – concluye satisfecho.

    - ¡No te saldrás con la tuya! – le suelto intentando soltarme de mis ataduras las cuales me destrozan la piel.

    - ¡Ya lo he hecho querida niña! – me dice fanfarrón. – Y Barty será el sangre pura que te poseerá… ¡es mi mejor opción! Además de prometérselo si te traía hasta mí… ¡Cosa que ha hecho! ¡Y está deseando probarte desde que te vio la primera vez…, en tu casa de Notting Hill! –

    - ¡NO! – le grito desesperada retorciéndome en las cuerdas que ya hacen heridas en mis muñecas y él se ríe a carcajadas.

    Mi cara de terror es visible y la sola idea de que eso sea cierto, que ese psicópata me toque, me provoca nauseas. Tengo que pensar rápido un plan de huida, pero estar aquí atada con estas cuerdas que me torturan cada vez que me muevo me lo hace difícil. No pienso dejar que eso me suceda… ¡Antes muerta!

    - Mi Señor, creo que aún es muy joven, es una niña… – le dice Lucius. Voldemort se gira y lo mira muy serio.

    - Tienes razón, mi querido amigo… ¡aun es una niña! – le dice lentamente. – Esperaré a que madure… hasta que me haga con el control de ambos mundos. Mientras tanto la guardaré como a un tesoro… ¡nadie podrá tocarla! - le dice pensativo.

    Lucius se pone tenso. Su cara de miedo se hace visible y creo que es porque aun piensa que hubo tema entre su hijo y yo, haciéndole temer por la vida del pequeño Malfoy.

    - No soy un objeto que puedas usar a tu antojo… - le grito. - Soy una persona y no pienso dejar que me manipules como haces con todos estos magos cobardes – le suelto retadora. Él se gira a mirarme y comienza a caminar lentamente hacia mí.

    - Tu harás todo lo que yo te diga… me perteneces… ¡eres mía! – me grita triunfador. -

    - ¡NO! – le grito yo también - ¡Tú no eres nadie! Solo un cobarde que le tiene miedo a la muerte y busca cualquier manera de evitarla… - le reto. - Buscaré la forma de escapar de ti, ¡no lo dudes!... no podrás encontrarme… y le entregaré mi corazón, ese que tanto anhelas, a mi novio muggle, con el cual llevo saliendo casi un año. – le miento para ver su reacción.

    - ¿Un muggle? ¿Pretendes dar tu don a un simple y asqueroso muggle? – me grita molesto.

    - ¡Por supuesto! Es un chico muy, pero que muy guapo… ¡Me tiene loca! – me invento sobre la marcha. - Es lo que tienen los muggles… Son tremendamente atractivos… sino ¡mira a tu madre!… - le suelto para herirlo.

    Ni un minuto tarda en estar frente a mí y darme un sonoro bofetón en la mejilla izquierda. Mi cara se gira por el impacto chocando contra mi brazo elevado. La rabia me invade y las lágrimas se acumulan en mis ojos. Me agarra la cabeza con las dos manos y me mira fijamente. Creo que va a usar la Legeremancia contra mí y eso me aterra… ¡Leerá mi mente y vera que le estoy mintiendo!

    - ¡No puedo ver nada! – dice frustrado, soltando mi cabeza. – Dudo que sepas usar la Oclumancia para evitar que me meta en tu mente… - me dice pensativo. – Será otro de tus dones… -

    Me asusto cuando me agarra el mentón fuertemente con la mano y me levanta la cara para que lo mire a los ojos. Su cara está muy cerca de la mía y percibo un olor a descomposición que me revuelve el estómago.

    - Te usaré a mi antojo… y me ayudaras en mis planes… ¡ya puedes hacerte a la idea! Aunque eso requiera mantenerte encerrada en una celda, atada y amordazada por años… – me amenaza intentando parecer calmado, aunque la ira lo domina.

    - ¡No la toques! – le grita Harry. Voldemort lo mira y me suelta de golpe. Yo siento dolor en el mentón y en la mejilla, provocando que comiencen a deslizarse las lágrimas por mi rostro.

    - ¡Harry! Casi me había olvidado que estabas aquí… Sobre los restos mortales de mi padre. – le dice mirándome a mí con desafío. - Te presentaría de buen grado, pero al parecer eres tan famoso como yo hoy en día. – continúa hablándole. - “El chico que sobrevivió” ... Como han alimentado las mentiras tú leyenda. ¿He de revelar lo ocurrido realmente aquella noche de hace trece años? ¿He de divulgar como perdí verdaderamente mis poderes? ¿Quieres? – le pregunta irónico.

    – Fue el amor… - continua su monólogo. - Cuando la adorable y dulce Lili Potter dio su vida por su único hijo, le proporcionó la suma protección. Yo no podía tocarle. ¡Oh! Es magia ancestral… ¡Algo que debí prever! Pero no importa… ¡ya no! Las cosas han cambiado… Ahora puedo tocarte… Harry – le dice mientras toca con su dedo índice la cicatriz de Harry y éste grita de dolor. - Asombroso el efecto que surgen unas gotas de tu sangre ¿eh? –

    - ¡No! ¡Para! – le grito mientras me retuerzo en las cuerdas mágicas que me rompen ya la carne. Voldemort me ignora, está concentrado en Harry.

    - ¡Recoge tu varita Potter! – le grita caminando rápido hacia el centro del grupo de mortífagos y haciendo que la estatua suelte al chico de su agarre y caiga de rodillas en el suelo. Eso no hace que yo también me libere, sino que sigo colgada al puñetero ángel de la muerte. Mis manos, atadas con la cuerda luminosa, muestran las heridas sangrantes en mis muñecas. Tengo entumecidos los brazos y calambres en las piernas, que ya no me dejan aguantarme más de puntillas. Vuelvo a intentar soltarme, pero esas cuerdas se aferran más fuerte y me hacen sangrar más.

    - ¡He dicho que la cojas! ¡Arriba! ¡Levanta! – le sigue gritando a Harry que con esfuerzo se levanta del suelo con la varita en la mano. – Te habrán enseñado a batirte en duelo, ¿no? – le pregunta burlón. – Primero la reverencia mutua – le dice inclinándose levemente con los brazos extendidos. - ¡Vamos, Harry!... Hay que respetar el protocolo. A Dumbledore no le agradaría que olvidaras los buenos modales… ¡Inclínate! – le grita y Harry se inclina forzado por el hechizo.

    - ¡Eso está mejor! Y ahora… ¡Crucio! – grita y Harry cae al suelo hecho un ovillo por el dolor que le causa la maldición.

    - ¡Eres un cabrón! ¡Mestizo de mierda! – le grito desde mi posición, pataleando en el aire.

    - ¡Silencius! – grita dirigiendo su mirada y su varita hacia mí y haciéndome quedar muda. - ¡Crucio! – vuelve a gritar para parar la maldición sobre mi amigo. – Buen chico Harry… Tus padres estarían orgullosos, en especial, tu sucia madre muggle. – le dice con malicia.

    - ¡Expelliarmus! – grita Harry enfadado, pero Voldemort lo esquiva con la mano, enviándolo hacia el chico y haciéndolo rodar por el suelo.

    - Te voy a matar Harry Potter, te voy a destruir… A partir de hoy nadie se atreverá a cuestionar mis poderes. A partir de hoy, si hablan de ti, solo contarán como me suplicaste para que te matara y que yo, compasivo y caballero, te complací. ¡Levántate! – le grita levantándolo con la mano sin tocarlo y una vez está de pie se gira y se marcha para ponerse frente a él para continuar el duelo.

    - No me des la espalda Harry Potter – le grita y le lanza un rayo verde cuando el chico aprovecha para esconderse tras de mí, junto a la estatua. Juraría que el rayo me ha rozado ya que, una especie de barrera invisible impide que este me toque y un tremendo estruendo ensordecedor se escucha con el impacto.

    - ¿Un hechizo protector para maldiciones imperdonables?… ¡Ingenioso! No sabía que algo así existiera… - me dice mirándome asombrado. - ¡Sal de tu escondite Harry! ¡No te escondas tras mi profecía! ¡La necesito viva! Pero a ti… quiero que me mires a la cara cuando te mate. Quiero ver como desaparece la luz en tus ojos – le grita Voldemort desafiándolo.

    ¡Harry! ¡No! – le digo, comprobando que ya puedo hablar. - ¡Yo puedo protegerte! - Él me mira con una fina sonrisa en sus labios y sale a su encuentro.

    -Tú lo has querido… ¡Expelliarmus! – le grita saliendo de su escondite.

    - ¡Avada Kedavra! – grita Voldemort. Ambos rayos, rojo el de Harry y verde el de Voldemort, chocan entre sí y se mantienen en una lucha sin ganador, un Priori Incantatem.

    - ¡Quietos! Dejad que yo acabe con él… ¡Es mío! – les grita a sus mortífagos que están ahora tras él.

    Unos minutos de combate después, siento una mano fría tapar mi boca.

    - ¡No grites! – me susurran al oído. Yo asiento y él me suelta.

    Giro la cabeza lo suficiente para ver una mano sujetando una varita y dirigirla a mis muñecas. Mueve la varita y dice un hechizo que no consigo entender, haciendo desaparecer las cuerdas brillantes que me aprisionan. Mi cuerpo cae por la gravedad ya que no soy capaz de sostenerme de píe, pero sus fuertes brazos me sujetan por la cintura y tiran de mí hacia atrás, llevándome suspendida en el aire hasta detrás de la tumba. Una vez escondidos, me sienta en el suelo con cuidado y vuelvo a sentir un hormigueo en las piernas. Me giro como puedo y frente a mí, Lucius Malfoy. Me quedo helada mientras él sujeta mis manos y mira las heridas sangrantes.

    - ¡Te curaran en cuanto vuelvas! – me susurra.

    Yo solo lo miro. Me asombra lo que está haciendo por mí.

    - Ahora coge la copa y vuelve a Hogwarts – me dice serio.

    - No sin Harry – le confirmo.

    - Potter no tardará en morir – me anuncia.

    - ¡Hoy no! – le digo nerviosa.

    - ¿Lo has visto en su futuro?… - me dice sonriendo de lado. Lo miro con ganas de estrangularlo… Dirijo mi mirada hacia el duelo y veo que Harry empieza a cansarse. – Gracias por no delatar a mi hijo. Si el Sr. Tenebroso se entera que Draco ha estado contigo y no quien él disponga, lo matará… - me sigue diciendo serio.

    - ¡Ya no sé cómo decírselo! – le digo poniendo los ojos en blanco. – ¡Draco no me ha tocado! -

    - ¡No puede ser! Draco me dijo… - no lo dejo terminar.

    - ¡Draco es un mentiroso! La noche del baile de Navidad solo dormimos… ¡nada más! – le insisto. - ¿En qué idioma quiere que se lo diga para que me entienda? -

    - ¡No te creo! – me dice enfadado. - ¡Y tampoco me creo que tengas un novio muggle desde hace casi un año esperándote en Londres! – le cuesta terminar la frase.

    - ¡Vale! ¡Usted mismo! – le digo molesta. – Pero viendo las intenciones del zombi de su amigo igual me planteo acostarme con él la próxima vez que lo vea. Le entregaré mi virginidad, mi corazón y lo que haga falta por tal de arruinar sus locos planes de conquista… -

    - Entonces… ¿Aun eres...? - lo corto.

    - ¡Si, por Dios! ¡Acabo de cumplir catorce! – le digo mirándolo a los ojos. – ¿Quién se cree que soy? Hasta hace poco no me habían besado… - se me escapa decirle.

    - ¡Bien! – exclama sonriendo de lado porque creo que se ha dado cuenta de mi error. - Entonces… ¡Vuelve con Draco ahora! – me grita bajito y se marcha con cautela hacia Voldemort, dejándome sola.

    Aprovecho para sacar el móvil y acercarme al lateral de la estatua para hacer una foto de ambos combatientes. Una vez la tengo lo vuelvo a guardar en el bolsillo de la sudadera… se acaba de convertir en nuestra prueba física. Me levanto como puedo y noto como mis piernas ya son las de siempre. Me asomo y me apoyo en el lateral de la estatua, resguardándome de los hechizos, pero permitiéndome mirar el combate.

    Miro a Harry y veo como los espíritus de sus padres lo rodean. El momento de huir se acerca. Me coloco en el lateral de la estatua donde estaba antes atada y espero a Harry allí. Puedo ver como mi amigo corta la conexión del hechizo, pero los espíritus de sus padres lo aguantan para darle tiempo de escapar. Él corre hacia mí y me agarra de la mano al pasar a mi lado, corriendo después juntos para buscar la copa.

    - ¡Accio! – grita Harry y la copa viene volando hacia nosotros, cogiéndola los dos a mismo tiempo.
     
  13. Threadmarks: Capítulo 33: Descubierto
     
    Andromeda

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    barty.jpg

    - ¡Mierda! ¡Nunca me acostumbraré al Traslador! – me quejo al sentir un golpe seco en la espalda. De pronto una ovación de aplausos y vítores, junto a la orquesta sonando, invaden mis oídos. Intento incorporarme, pero no puedo, un peso sobre mí me lo impide. Miro y veo que es Harry el que está sobre mí. - ¡Harry, levanta! ¡Me aplastas! – protesto.

    - ¡Perdona! – se escusa el pobre sonrojado, incorporándose y dejándome respirar. Queda sentado a mi lado y yo un poco incorporada apoyada en mis codos. Miramos a nuestro alrededor y vemos sus caras de felicidad. Harry y yo nos miramos. - ¡Tenemos que decírselo! – me indica.

    - ¡Sí! Pero no nos creerán… - le desaliento.

    - ¡Lo sé! ¡Pero tenemos que hacerlo! – me insiste. Yo asiento con la cabeza.

    Nos levantamos y veo acercarse a nosotros a Fleur y a Viktor aplaudiendo, y a Cedric con cara de enfadado. No lo pienso y me lanzo a sus brazos dándole un fuerte abrazo que él no me corresponde.

    - ¡Estas vivo! – le grito.

    - ¡No gracias a ti! – me aparta y me mira cabreado.

    - ¡Sí, Cedric! ¡Gracias a mí estas vivo! – le digo mirándolo a los ojos. Él me mira confuso. – Si hubieras venido con nosotros, ahora estarías muerto… - le reprocho.

    - ¿De qué estás hablando? – me pregunta aún más confundido.

    - La copa es un Traslador y nos llevó a un cementerio. Voldemort ha vuelto y ha intentado matar a Harry y secuestrarme a mí. – le explico nerviosa mostrándole mis muñecas. La expresión de Cedric me indica que me cree. Me separo de él y vuelvo con Harry.

    Veo al Ministro Fudge, al director Dumbledore, a Severus y a mi tía acercarse a nosotros felices.

    - Harry, enseña la herida, así tendremos argumentos – le indico y muestro mis muñecas. Él me obedece y cuando llegan a nosotros sus caras cambian de semblante.

    - ¡Por Dios, Dumbledore! ¿Qué les ha pasado? – pregunta Fudge mirando nuestra sangre.

    - ¡Ha vuelto! ¡Ha vuelto! – le gritamos a Dumbledore al unísono mientras él nos mira con semblante serio. - ¡Voldemort ha vuelto! –

    Los adultos nos miran perplejos y mi tía se acerca para sujetar mis manos y poder examinar mis heridas. De pronto todos los alumnos invaden el terreno y empiezan a empujarnos por todos los francos. Nosotros no paramos de gritar que “ha vuelto” pero los vítores ahogan nuestras voces. Intento decirle a mi tía a gritos, que Moody es un impostor, pero parece que no me entiende o no me escucha. El follón que se monta es babilónico y de un empujón ya no soy capaz de encontrar a mi tía. Siento como tiran de mi brazo fuertemente y me saca del gentío. Cuando me quiero dar cuenta estoy siendo arrastrada por el profesor Moody y Harry, también. Forcejeo para soltarme, pero no puedo, me aprieta más.

    - ¡Vamos chicos! ¡Tranquilos! ¡Tranquilos! – nos dice mientras nos lleva hacia el castillo. - ¡No debéis estar aquí! ¡Venga! Yo os ayudo… Estoy con vosotros… ¡Vamos, tranquilos! –

    En diez minutos ya estamos en su despacho. Mis nervios se ponen a flor de piel cuando, una vez dentro, cierra la puerta con un cerrojo enorme. Nos hace pasar a otra sala donde hay una chimenea y un baúl negro y grande. Corre la cortina para separar las dos estancias y pone dos taburetes continuos junto a la chimenea, haciéndonos sentar en ellos.

    - ¿Se te pasa Potter? – le pregunta por su herida y el asiente. - ¿Te duele mucho? -

    - Ahora no tanto – le responde el chico.

    - ¿Te duelen mucho a ti? – me pregunta por mis muñecas. Yo niego con la cabeza asustada.

    - Será mejor que le eche un vistazo – le dice a Harry cogiéndole el brazo y mirando su herida.

    - La copa era un Traslador. ¡Alguien la había embrujado! – le explica el pobre.

    - ¿Cómo ha sido? ¿Cómo era él? – nos pregunta curioso.

    - ¿Quién? – pregunta Harry inocente.

    - El Sr. Oscuro… ¿Cómo es estar en su presencia? – vuelve a insistir mientras sale de la sala retirando la cortina, nervioso.

    - ¡No lo sé! – dice mirándome extrañado. – Fue como caer en uno de mis sueños… en una de mis pesadillas – le responde en tono alto para que lo oiga ya que está lejos.

    - ¿Había más? En el cementerio… ¿Había más? – pregunta, inquieto.

    - Pues, no… creo que yo no he dicho nada de ningún cementerio, profesor – le dice tímido mientras me mira confuso.

    - ¡No es el profesor! – le digo bajito y le cojo la mano ya que tengo miedo de lo que pueda hacernos. Harry me mira sorprendido y mira al profesor que se nos acerca de nuevo.

    - Maravillosas criaturas los dragones ¿verdad?... ¿Creéis que ese zoquete os hubiera llevado al bosque si yo no se lo hubiera sugerido?... ¿Creéis que Cedric Diggory os habría dicho como abrir el huevo si no se lo hubiera pedido yo? – nos pregunta nervioso moviéndose de un lado para otro de la estancia.

    - ¿Crees que el descerebrado de Neville Longbottom te habría proporcionado las Branquialgas si no le hubiera dado yo el libro que le dio la idea? – le pregunta ahora a Harry. - ¿Eh? – eso hace pensar a Harry.

    - Fue usted desde el principio… Usted metió nuestros nombres en el Cáliz de Fuego. Usted hechizo a Krum… y – no le deja terminar.

    - Pero, pero, pero… - se burla. – Habéis ganado porque yo lo he amañado. Acabasteis en ese cementerio esta noche porque así estaba previsto… - dice triunfador acercándose a nosotros de nuevo. – Y he cumplido mi misión… La misma sangre de estas venas fluye también en el Sr. Oscuro – dice agarrando el brazo de Harry y oliendo su sangre. De pronto se gira, pero se le nota que se está transformando.

    - ¿Le falta poción multijugos, profesor? – le pregunto y se gira a mirarme rápidamente. Harry me mira sorprendido.

    - ¡Muy lista Srta. Queen!... Pero, como ves, no has podido arruinar los planes del Sr. Oscuro – me dice sonriendo de forma extraña. - ¡Todo ha salido como ÉL quería! –

    - ¡Eso no es totalmente cierto! – exclamo retadora. – Por si no lo ha notado, estamos aquí… y no allí… -

    - ¡Cierto!... Imagínate como me compensará… - me dice acercando su rostro al mío - Cuando sepa que, de una vez por todas, yo he silenciado al Gran Harry Potter… ¡Tu serás mi recompensa! -

    - ¡No! – grito cuando veo que coge su varita y apunta a Harry. No da tiempo de reacción… La puerta salta por los aires y un Dumbledore blandiendo su varita aparece en escena, seguido del profesor Snape y mi tía.

    - ¡Expelliarmus! – exclama el director en dirección de Moody que salta por los aires chocando contra la pared del fondo de la sala. Se acerca rápidamente hasta él cogiéndolo por el mentón y haciéndole abrir la boca. – ¡Severus! – lo llama. El profesor Snape le pone poción en la boca, supongo que Veritaserum, para que diga la verdad. - ¿Sabes quién soy? – le pregunta.

    - Albus Dumbledore – le contesta.

    - ¿Eres Alastor Moody? ¿Lo eres? – le vuelve a preguntar.

    - No – responde.

    - ¿Esta él en este cuarto? ¿Esta él en este cuarto? – pregunta insistente. Moody mira hacia el baúl negro. - Apartaros de ahí chicos – nos dice Dumbledore.

    Nosotros obedecemos al instante, colocándonos todos a dos metros frente al baúl. Mi tía me abraza para reconfortarme. El profesor Snape lanza un hechizo de apertura sobre la cerradura del baúl y este se abre dejando ver otro baúl más pequeño que se abre también y así sucesivamente como si de una muñeca Matrioshka se tratara. Una vez llega al último, todos nos acercamos lentamente para asomarnos a ver si está dentro. Podemos ver una pequeña persona al fondo del todo, como si estuviera en un oscuro y profundo pozo.

    - ¿Estas bien Alastor? – pregunta Dumbledore al reconocerlo.

    - ¡Lo siento, Albus! – se lamenta el pobre hombre.

    - Si él es Moody… ¿Quién era? – pregunta Harry confuso mirando al otro profesor. El profesor Snape huele la botellita que Moody bebía siempre.

    - ¡Poción multijugos! – sentencia mirando a Dumbledore.

    - Ahora ya sabemos quién te la robaba Severus – le dice el director y Snape mira a Harry en una disculpa sorda. - ¡Saldrás de ahí en breve! – le anima Dumbledore a Alastor.

    Se oye quejarse al falso Moody y todos lo miramos, viendo cómo termina de transformarse e intenta agarrar a Harry.

    - ¡Harry! – le previene el director tirando de él y sujetando al suplantador. – Barty Crouch Jr. – nombra asombrado.

    - Yo tengo la marca, enséñame la tuya… – le dice a Harry mostrándole la marca tenebrosa tatuada en su antebrazo, la cual se mueve.

    - Tu brazo Harry – le dice Dumbledore cogiendo el brazo del chico y mostrando su herida sangrante.

    - Sabes lo que eso significa ¿no?... Ha vuelto… ¡Lord Voldemort ha regresado! – le dice orgulloso.

    - Lo siento señor, no puede evitarlo – se queja Harry consternado.

    - Envía una lechuza a Azkaban…, que sepan que les falta un prisionero – dice el director.

    - Seré recibido como un héroe – responde orgulloso.

    - Tal vez…, pero yo no coincido con tu idea de héroe – le responde Dumbledore, cogiendo del hombro a Harry para salir de allí.

    Me quedo mirándolo con desprecio mientras que Snape le pone la varita en la mejilla como amenaza.

    - ¡Espero que tu estancia en Azkaban sea placentera, Barty! – le digo con rabia. – Porque pagaras por la muerte de mis padres con un beso de Dementor – le anuncio con una pequeña sonrisa.

    - ¡No preciosa! El Sr. Oscuro me liberará… - me dice sonriendo – ¡Te entregará a mí! ÉL me lo prometió como recompensa por mis servicios, y pronto, serás totalmente mía… - termina diciendo mientras se relame los labios y me mira de forma depravada.

    Un escalofrió me recorre todo el cuerpo. El profesor Snape se gira para mirarme, mostrando un semblante serio pero preocupado. Le hace un gesto con la cabeza a mi tía, la cual, con cara de espanto, me agarra por los hombros para sacarme de allí… Lo que han escuchado, seguro, les ha provocado desconcierto.
     
  14. Threadmarks: Capítulo 34: La despedida
     
    Andromeda

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    despedida fleur y Viktor.jpg

    Mi tía me llevó, junto a Harry, con la Sra. Pomfrey, la enfermera de Hogwarts, para curar nuestras heridas. Le pedí que antes nos hiciera algunas fotos de ellas, como pruebas, ya que posiblemente las necesitemos.

    Llevamos casi cuarenta y ocho horas en la enfermería para seguir el tratamiento mágico, tiempo en el que mi tía no se ha separado de mi lado. Hermione, Ginny y Ron vienen a visitarnos cada vez que pueden. También se han dejado ver Viktor, Fleur y Gabrielle, mis nuevos amigos extranjeros. Cedric también ha venido en alguna ocasión.

    Acaba de marcharse Ron, que ha hecho de relevo a mi tía, la cual tenía que salir a hacer no sé qué… no le presté atención cuando me lo dijo.

    - No tienes que estar aquí conmigo noche y día, estoy bien – le digo para que se marche a descansar.

    - Sé que estas bien, pero no quiero dejarte sola… esta vez… – se mortifica mirando las vendas de mis muñecas.

    - Esto no es culpa tuya - le digo para consolarla. Ella me sonríe no muy convencida. - Ve a descansar, se te ve cansada… Tienes que dormir – le recrimino. – Harry y yo nos haremos compañía ¿Verdad Harry? – lo miro y está dormido. Creo que lo que le dan a él es más fuerte que lo mío.

    - Ya dormiré cuando salgas de aquí curada – me explica. – Por cierto… cuando he salido antes a mis quehaceres, me ha interceptado cierto joven rubio que me ha preguntado insistentemente por ti – me dice bajito y yo pongo los ojos en blanco.

    - ¡Madre mía! ¿Es que ese chico no se cansa? – le pregunto irónica.

    - Es un Malfoy, mi niña, ellos siempre consiguen lo que quieren – sentencia seria.

    - Gracias por tus ánimos, tía – le recrimino burlona y ella me sonríe como respuesta. – Tengo que mantenerlo lejos de mí a toda costa… ¡los Malfoy son peligrosos! – le digo seria.

    - ¡Vamos! Descansa y no pienses más, ya hablaremos de esto en otro momento… Mañana os darán el alta – me dice aliviada. Yo le sonrío y cierro los ojos, que no había notado que me pesaran tanto.

    A la mañana siguiente nos dan el alta y a Harry y a mí nos falta tiempo para salir corriendo de la enfermería. Cuando llegamos a la sala común nuestros compañeros nos abrazan y felicitan por “la victoria” en el torneo. No sé si tienen claro que nos pasó y porque estábamos heridos. Hermione y Ron nos dicen que Dumbledore nos ha convocado a todos los alumnos y al profesorado en el gran salón, para despedir a nuestros invitados que ya han de partir de regreso a sus escuelas y a nuestros compañeros que se marchan de vacaciones a sus respectivas casas.

    Subimos a nuestros respectivos dormitorios a bañarnos y cambiarnos de ropa. Una vez lista con el uniforme limpio, bajo a la sala y ya todos están allí para ir al gran comedor. Nos acomodamos en los bancos preparados para el acontecimiento. En la versión original asistiríamos a una especie de celebración fúnebre pero como en esta versión el vampiro está vivo, se ha convertido en una despedida más alegre para nuestros invitados.

    Después de un pequeño discurso sobre cómo ha transcurrido el curso y el torneo, Dumbledore se ha puesto serio.

    - Tenéis derecho a saber que está pasando. Veréis… ¡Lord Voldemort ha vuelto! – suelta la bomba afligido. - El Ministerio de Magia era contrario a que os lo dijera, pero no hacerlo me pareció un insulto a vuestra inteligencia. Esto me recuerda, nos recuerda, que por distinta que sea nuestra procedencia o las lenguas que hablamos, nuestros corazones laten como uno solo. A la luz de los recientes acontecimientos, los vínculos de amistad establecidos este curso, se harán más profundos que nunca. Recordad siempre eso… y seremos fuertes ante los oscuros y difíciles tiempos que nos aguardan. Pronto todos tendremos que elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil. Pero recordad que aquí tenéis amigos y no estáis solos. – termina su discurso.

    Esa misma tarde salimos todos al patío para despedirnos de nuestros amigos extranjeros y también, entre nosotros. Hermione y yo estamos despidiéndonos de unas chicas de Ravenclaw cuando Viktor se acerca para hablar con ella.

    - Hermione, esto es para ti… – le dice dándole un papelito que supongo que es su dirección. – Escríbeme, ¿lo prometes? – le pregunta y ella asiente.

    - ¡Adiós! – le dice coqueta.

    - ¡Adiós, Sophi! – me dice con una inclinación de cabeza y una sonrisa.

    - ¡Ciao bello! – le digo guiñándole un ojo.

    - ¡Sophi! – me llama Gabrielle a unos metros. Me giro y voy a su encuentro en medio del patío.

    - ¡Gabrielle, mon amour! ¡Aurevoir! – le digo dándole un enorme abrazo que ella me devuelve.

    - ¡Aurevoir, Sophi! – se despide Fleur y nos abrazamos también. Ambas se marchan en dirección a Ron que está sentado en una esquina del patio.

    Me giro para ir en busca de Hermione y me sobresalto cuando me cortan el paso Crabbe y Goyle, los dos gorilas de Malfoy, sonriendo perversamente. Me giro en dirección contraria, y me topo con el rubio platino frente a mí, con su típica sonrisa ladeada. Me pongo nerviosa… no quería tener que enfrentarlo.

    - ¿No te despides de mí, Queen? – me dice burlón.

    - Claro que sí… ¡Adiós! – le digo indiferente dando un paso a la derecha para salir del cerco.

    - ¿Solo un adiós? – me pregunta cortándome el paso.

    - Malfoy, aléjate de mí – le aconsejo dando un paso atrás.

    - Quiero un beso… como el último… - me dice seductor dando un paso adelante.

    - ¡No te acerques! – exclamo poniendo mi mano en su pecho para mantenerlo alejado. – ¡Esta tontería se acaba aquí!… ¡Ya te lo dije! Aquel beso era lo último que recibirías de mí… Vete a tu casa, con tus padres, como un niño bueno… - le digo seria, aunque eso no hay quien se lo crea… lo de niño bueno, digo… - ¡Olvídame! ¡En serio! No me mires. Como si no existiera. Como si no me conocieras. Como si nunca hubiera estado aquí. Soy una simple muggle y tú no te relacionas con nosotros, porque somos inferiores… ¿lo recuerdas?... de las enseñanzas de tu padre, ¿verdad? Pues lo dicho… - le suelto el monólogo y me giro para irme. Solo he dado un solo paso, cuando siento como me agarra del pelo y tira de mí hacia atrás, quedando mi cara a pocos centímetros de la suya.

    - Creo que ahora me toca hablar a mí – me dice con cara de enfadado. – No pienso olvidar que TÚ eres mía, y pienso seguir acercándome… tocándote… y besándote cada vez que lo desee… ¿Te queda claro? – me pregunta pegando un tirón del pelo para que le conteste. - ¿Te queda claro? – me grita al no recibir respuesta. Todos los alumnos a nuestro alrededor nos están mirando.

    - ¡Suéltame, Malfoy! – le grito intentando que me suelte el pelo. De repente, me suelta de golpe, haciéndome retroceder unos pasos y chocando contra el pecho de Goyle, el cual me agarra por ambos brazos para sujetarme. Lo miro asustada y forcejeo para soltarme, pero el gorila me lanza contra Draco, que me sujeta con una mano por la cintura y con la otra por la nuca, intentando pegar sus labios a los míos. Le hago la cobra y lo empujo fuerte, haciéndole soltarme y retroceder un paso.

    Mi mano derecha vuela hasta su mejilla haciéndole girar la cara por el impacto. Lentamente mueve la cabeza hasta mirarme de frente y puedo ver el cabreo dibujado en su cara. Avanza el paso retrocedido y me agarra fuertemente por las muñecas vendadas acercándome a su cuerpo. El dolor hace que mis ojos se llenen de lágrimas.

    - ¿Cómo te atreves? – me susurra, haciéndome sentir su fresco aliento en la cara. - ¡No vuelvas nunca más a pegarme! -

    - ¡Pues no vuelvas nunca más a tocarme! – exclamo valiente. - ¡Suéltame o gritaré! – lo amenazo tirando de mis muñecas para soltarme. Las lágrimas comienzan a derramarse por mis mejillas, pero eso no me hace dejar de desafiarlo con la mirada.

    - ¡Sophi! ¡Estás aquí! – me grita Cedric acercándose. Draco me suelta de golpe haciéndome retroceder un paso. Me seco las lágrimas con las manos y me giro para verlo llegar a mi lado.

    - ¡Cedric! ¿Vendrá tu padre a recogerte o te irás en tren? – le pregunto acercándome a él intentando disimular lo que muchos ya han visto.

    - Regresaré en tren como el resto – me contesta agarrándome por los hombros con su brazo y alejándome del rubio. Yo le rodeo con el mío por su cintura como si fuera un salvavidas. - ¿Estas bien? – me pregunta bajito una vez estamos lejos de los Slytherin.

    - Sí, gracias – le digo con una pequeña sonrisa.

    - Tú salvaste mi vida y yo me siento en deuda. Estaré para ti siempre que me necesites – me susurra apretando su abrazo. Yo le sonrío agradecida.

    Veo a Harry venir por los pasillos de piedra para entrar en el patio y le hago señas con la mano para que se acerque. Hermione y Ron también llegan hasta nosotros y Cedric aprovecha, ya que estoy con mis amigos, para ir con Cho.

    Los alumnos de Hogwarts hacen pasillo para dejar pasar por medio a nuestros invitados que ya se marchan entre aplausos. Nosotros, rezagados como siempre, salimos del patio cuando el resto ya se ha marchado. Harry se apoya en la pared frente a mí, cerca de una pequeña ventana de piedra con forma de arco que Ron salta y se sienta.

    - ¿Creéis que algún curso será tranquilo en Hogwarts? – pregunta Ron irónico.

    - No – dicen Hermione y Harry al unísono.

    - Lo mismo pienso yo. ¿Qué sería la vida sin dragones? – pregunta de nuevo y me mira sonriendo. Yo le pongo los ojos en blanco riendo.

    - Que distinto será todo ahora, ¿verdad? – pregunta Hermione afligida, mientras se apoya en el arco de piedra.

    -Si – contestamos Harry y yo.

    - Prometed escribir este verano… ¡pero los tres! – dice Hermione agarrándonos a Harry y a mí por los hombros al caminar, y mirando a Ron, que está a mi lado, para que se dé por aludido.

    - Yo no… Sabes que no… - le contesta él sincero.

    - Harry y Sophi si, ¿verdad? – nos pregunta contenta.

    - Si, cada semana – le responde Harry.

    - ¿Cuándo os vais a comprar un móvil? ¡Me haríais la vida más sencilla! – les protesto y se ponen a reír.

    Nos asomamos al balcón para poder ver pasar a los pegasos tirando del carruaje francés por el cielo y al barco búlgaro entrar en las oscuras aguas como si de un submarino se tratase.
     
  15. Threadmarks: Capítulo 35: Revelaciones
     
    Andromeda

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    Despacho Dumbledore.jpg

    Estoy sola. Todos se han marchado a sus respectivas casas para pasar las vacaciones de verano. Harry con sus odiosos tíos, Hermione con sus padres y Ron, Ginny y los gemelos con su enorme familia. Incluso el engendro del diablo se ha marchado con sus padres. Su padre quería que volviera con él, pero voy a hacer todo lo contrario. ¡No pienso dejarme controlar por nadie!

    Ahora estoy aquí, en el baño de la segunda planta con Myrtle, mi única amiga permanente de Hogwarts, hablando de sus neuras y de chicos… no deja de hablar de Harry… ¡Menuda colgadera tiene con él!

    - Bueno Myrtle, lo dejamos para otro momento… ¡Necesito hablar con el jefazo! – le digo guiñándole un ojo.

    - ¡Claro! Nos vemos... Vete a hablar con los vivos que yo estaré bien aquí… sola… – me dice flotando hacia el techo y poniéndose a chillar como siempre. Me levanto del suelo donde estábamos sentadas tapándome los oídos y salgo del baño.

    Una vez fuera, me dirijo al despacho del director. Como siempre contraseña, grifo, escaleras y puerta. Llamo de nuevo porque no me indican que pase y es posible que no me haya escuchado. De pronto oigo un “adelante” y paso. Camino por el despacho hasta el escritorio de Dumbledore, pero él no está por ningún lado… Solo el Fénix y el sombrero.

    - ¿Qué has hecho ahora, pequeña Gryffindor? – me pregunta una voz. Miro para todos lados buscando a quien habla. - ¡Aquí arriba! –

    Levanto la mirada hacia la estantería y veo al sombrero seleccionador.

    - ¡No he hecho nada! ¡Necesito hablar con el profesor Dumbledore! – le digo molesta al sombrero.

    - ¿Es eso cierto? No he visto nunca a un alumno venir tanto al despacho del director como a ti y a Harry Potter – me informa.

    - Si, la verdad es que sí… No paramos de meternos en líos… - le confieso.

    - ¿Hasta donde te ha llevado tu coraje y valentía esta vez? – me pregunta curioso.

    - Hasta el Sr. Tenebroso – le susurro sincera.

    - ¡Vaya! ¡Y estás aquí para contarlo! ¡Extraordinario poder el tuyo! – exclama contento. Me quedo mirándolo pensativa, no entiendo que quiere decir.

    - ¡Sophi! Perdona la demora… Teníamos un problema en la torre de astronomía, que ya hemos solucionado – me indica entrando apresurado seguido por mi tía Minerva.

    - No hay problema – le indico sonriendo y él, llegando a su escritorio, se sienta en su silla indicándonos a nosotras que tomemos asiento también.

    - ¡Bien! El motivo de esta reunión es hablar sobre lo que pasó en ese cementerio, entre otras cosas – les comento.

    - ¡Te escuchamos! – me dice.

    Saco mi móvil del bolsillo trasero del tejano y busco la foto que le hice a Barty en “mi casa”. Se la muestro. Mi tía se levanta para poder verla también.

    - Esta foto la hice el día que Barty asesinó a mis padres e intento secuestrarme – le explico. – Quiero que sea condenado también por ese crimen, encerrado en Azkaban hasta el día de su muerte por un beso de Dementor –

    Ambos adultos se miran serios.

    - ¿Porque no nos mostraste la foto desde un principio? ¿Por qué no nos dijiste quien lo hizo? – me pregunta Dumbledore extrañado.

    - Me lo dijo a mi Albus – le dice mi tía. Él la mira, confuso. – No quise decir nada para no ponerla en peligro. Aquí en Hogwarts creía que estaba a salvo. Barty estaba actuando en nombre del Sr. Tenebroso y ella, al igual que Harry, eran su objetivo –

    - ¿Y qué quiere el Sr. Oscuro de ella? – pregunta Dumbledore.

    - ¿Recuerdas la antigua profecía? – le pregunta y él la mira sin entender. - De unos padres muggles surgirá una sangre pura, con el poder del Oráculo, La Llave entre Mundos. Sólo aquel sangre pura que domine su corazón abrirá las puertas al poder infinito. – le recita mi tía. El abre los ojos al darse cuenta de lo que mi tía le está diciendo.

    - ¡No puede ser! ¿Cómo es posible? – le pregunta incrédulo.

    - No sé nada sobre la profecía esa, pero ya me estoy cansado de ella – le confieso – No paran de recitármela y no me gusta lo que dice de mí. No me la creo, pero el Sr. Tenebroso está convencido de su veracidad y hará lo que sea por conseguirme -

    - Por mucho que me cueste reconocerlo… todo cuadra – le confiesa mi tía. – Ella dice que sabe cosas y eso me da que pensar que en realidad ve el pasado y el futuro –

    - ¿Sabe cosas? ¿Cómo qué? – me pregunta Dumbledore.

    - ¿Quiere una demostración? ¿En serio? – le pregunto y el asiente. - ¡Vale! Déjeme pensar… Algo sobre usted, algo sobre su pasado… - le digo mientras pienso. - ¡Ya se!... Se del pacto de sangre o juramento inquebrantable que hizo con su amigo Gellert Grindelwald, de no pelearse entre sí, por eso envío a Newt Scamander tras él… ¿Sigo? – le pregunto.

    - ¡Por Merlín! – exclama asombrado.

    - ¡Bien! Ahora que tengo su total atención voy a explicar cómo está el tema – le digo – No sé si he cometido un error catastrófico cambiando el futuro, pero no podía dejar que sucediera… Cedric debería estar muerto, asesinado por Peter Pettigrew, con la varita del Sr. Tenebroso… - les confirmo. - ¡Dios mío! ¡Esto parece el Cruedo! – pienso.

    Ambos profesores me miran incrédulos.

    - Harry y Cedric eran los que viajaban con el Traslador al cementerio, pero al entrar yo en acción noqueando a Cedric, lo impedí, y ahora Cedric está vivo y no sé cómo afectara eso a Harry. Cambiar el futuro es peligroso y no quiero hacer cambios drásticos que provoquen que las cosas no sucedan como deben suceder... ¡Sería catastrófico! Por eso no debía decir nada sobre que Moody era en realidad Barty Crouch Jr., todo tenía que suceder como pasó – termino diciendo.

    - ¿Lo sabias? – me dice mi tía asombrada.

    - Si, desde el principio – le digo un poco asustada. – Aunque no entiendo bien como aparecisteis de pronto… en la versión original, al estar Cedric muerto, os dio la pista de que algo no estaba bien con él. Pero en la nueva versión…

    - Escuche lo que me dijiste en el campo de Quidditch – me dice mi tía con una sonrisa. Yo sonrío aliviada.

    - ¿Y que pretende el Sr. Tenebroso? – me pregunta Dumbledore expectante.

    - Matar a Harry, sobre todo. – le suelto - Luego hacerse conmigo para que le prediga el futuro y pueda anticiparse al Ministerio y a todo aquel que se interponga en su camino. Así conseguirá hacerse con el control del mundo mágico y luego del muggle. Quería entregarme a Barty, un sangre pura, para tener mi corazón a través de una poción de amor, y así poder abrir las puertas y conquistar todos los mundos – confieso algo nerviosa. – Aunque en realidad no se bien como puede ser eso… no lo tengo claro – les digo pensativa.

    - ¡Bueno! Por suerte, eso ya no podrá hacerlo… – dice aliviado.

    - ¡No! ¡No podrá! – le respondo – Pero tenga en cuenta que yo soy un arma y no puedo caer en sus manos – le expongo y ellos asiente.

    - ¡Y un arma muy poderosa! – dice de pronto el sombrero. Ambos adultos lo miran serios.

    - Por cierto, tía… En el cementerio Peter me lanzó un hechizo para atarme las manos y colgarme de la estatua. Luego el Sr. Oscuro me lanzo otro hechizo para callarme… pero cuando lanzó un hechizo para matar a Harry y casi me dio a mí por error, una barrera invisible y un gran estruendo lo bloquearon – le explico curiosa mientras ella pone una cara de asustada que flipas. - ¿Puede ser porque llevaba puesto el amuleto que me regalaste? -

    - ¿Llevabas el amuleto que te di? – me repite sorprendida.

    - Sí…, me lo puse por si necesitaba protección en el laberinto – le contesto.

    - Cariño, no existe hechizo de protección contra las maldiciones imperdonables… - me explica.

    - Excepto el sacrificio por amor – le digo con una sonrisita. Ella también sonríe.

    - Efectivamente… Ese amuleto lo adquirí en uno de mis viajes a Egipto, como suvenir. La mujer que me lo vendió me dijo que es el talismán más poderoso de todos ya que protege de maleficios y conjuros. Pero como has podido comprobar, y yo también lo hice en su día, no funciona. Lo extraño es que funcionara con una maldición imperdonable… - me dice pensativa.

    - Tal vez el amuleto si funciona… solo para ellas… podría ser ¿no crees? – pregunta Dumbledore curioso.

    - No tengo ni idea, Albus – le dice mi tía un poco nerviosa y el asiente comprensivo.

    - No tengo ni que decir, que nada de esto puede salir de aquí… - les digo y ellos asienten.

    - ¡Bien! A partir de ahora no te quitaras el amuleto nunca. –me dice Dumbledore y yo le confirmo con al cabeza. - Te mantendremos protegida para que no puedan acercase a ti – planea mirando a mi tía.

    - Un momento – llamo su atención. – No pienso vivir como un pájaro enjaulado… ¡Me niego! – les protesto. – Voy a seguir haciendo mi vida normal…, mis clases, mis amigos dentro y fuera de Hogwarts, vacaciones, salidas, … -

    - Podrás hacerlo todo bajo nuestro control, sino no lo harás – me dice mi tía.

    - ¡Vale! Buscaremos la forma para que pueda hacerlo sin peligro… ¿De acuerdo? – pregunto sonriéndoles. Ellos asienten no muy convencidos.

    - ¡Bien! Si no tienes nada más que contarnos, puedes retirarte – me dice Dumbledore. Me levanto y después de dar dos pasos me paro en seco.

    - Hay algo más – le digo mirándolo seria y acercándome, móvil en mano. Busco la foto y se la muestro. – Esta la tomé en el cementerio. Como puede ver se ve la lucha de Harry con Voldemort. La hice porque la necesitaremos al final del verano – le digo encogiendo los hombros.

    - ¿Qué pasará al final del verano? – me pregunta Dumbledore expectante.

    - Harry irá a juicio en el ministerio… Y hasta aquí puedo leer… - le confieso. El director hace amago de hablar y yo lo paro con la mano. – No pregunte… ya sabe… todo a su tiempo… - le digo y le guiño un ojo. – Harry también necesitará protección a partir de ahora –

    Él asiente y yo me giro para salir del despacho. Mi tía se levanta para seguirme, pero el director le indica que quiere hablar con ella. Salgo del despacho y me voy hacia el jardín para relajarme un poco bajo algún árbol. Esta conversación me ha puesto muy tensa y espero que no afecte el futuro.
     
  16. Threadmarks: Capítulo 36: Las vacaciones
     
    Andromeda

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    Ha pasado una semana desde que tuve la reunión con Dumbledore y mi tía. Estoy más aburrida que una ostra. Me paso los días viendo series o pelis y hablando con los cuadros o los fantasmas… ¡qué triste es mi vida! Pero hoy se me ha ocurrido algo. Voy a ir a hablar con el profesor Snape antes de que se vaya a su casa de vacaciones. Según tengo entendido lo hará esta tarde. Recorro el castillo y voy directa a su despacho. Toco la puerta algo nerviosa. Como no responde lo vuelvo a intentar. Un “Adelante” se escucha tras la puerta y me dispongo a entrar.

    - Buenos días Profesor Snape, ¿Está ocupado? – le pregunto una vez entro por la puerta.

    - Si le digo que sí ¿se marchara? – me pregunta desde su escritorio mirándome y levantando una ceja.

    - Pues no, para que le voy a engañar – le suelto y le sonrío. Él me mira serio como siempre. – Necesito su ayuda profesor – le comienzo a decir cerrando la puerta tras de mí y acercándome a su escritorio. Él me mira extrañado. – Voy a ir directa al grano… Necesito que use la Legeremancia conmigo – le digo abiertamente.

    - ¿Cómo sabes de ella? Es una magia que no se enseña en Hogwarts por ser demasiado… peligrosa – me dice algo exaltado.

    - Lo se… Voldemort la usó contra mí en el cementerio. Pero no consiguió ver nada… Quiero comprobar si es cierto o por el contrario fue suerte. Y sé que usted es el mejor en la materia. – le digo intentando hacerle la pelota, aunque sé que es verdad.

    - ¿Cómo sabes que yo la domino? – me pregunta levantando una ceja.

    - Simplemente lo se… ¿puede ayudarme? – le pregunto intentando no profundizar en el tema.

    - Eres muggle… es imposible que no se pueda acceder a una mente simple como la tuya – me dice intentando ofenderme.

    - Bueno… esta mente simple puede sorprenderlo… ¿Quiere intentarlo? – lo reto con una sonrisita. Me asusto con la rapidez que se levanta de su silla y viene hacia mí cogiéndome del brazo y haciéndome sentar en una silla con reposabrazos que hay en su despacho. Se gira y se dirige a un estante para coger un rollo de cuero, el cual, despliega sobre su escritorio y saca de él una varita.

    - Veamos si realmente me sorprende, Srta. Queen – me dice girándose rápidamente y mirándome con una fina sonrisa en los labios. – ¿Preparada? – me pregunta y yo asiento. – ¡Legeremens! – exclama apuntándome con la varita.

    Me quedo mirándolo, esperando algo, pero nada…Veo su reacción que no se hace tardar.

    - ¡Impresionante, Srta. Queen! Nunca vi una mente más cerrada que la suya – me dice con cara de asombro. – O eso o tiene la cabeza hueca -

    - ¡Eh! ¡Oiga! – me quejo. Él sonríe levemente.

    - ¿Conoce la Oclumancia, Srta. Queen? – me pregunta levantando la ceja.

    - Se lo que es, pero estoy segura que no la uso – le respondo. – Creo que esto es natural –

    - No eres una simple muggle, ¿verdad? – me pregunta serio, mirándome desde arriba.

    - No… no lo soy – le digo sinceramente. – Bueno, me marcho, no le molesto más – me despido levantándome de la silla y acercándome a la puerta. Él solo me mira marchar. – Por cierto – le digo parándome en seco y girando mi cabeza para mirarlo - No la tome con el pobre Harry… él no es James… es más bien Lily -

    Salgo de su despacho sin mirar atrás y decido ir a correr por el Lago Negro para despejarme y pensar. Una hora después vuelvo al castillo para bañarme y prepararme para la hora de comer. Me he puesto unos pantalones piratas y una camiseta de tirantes, ya que no tengo muchas ganas de arreglarme, y las converse de siempre. El pelo me lo he recogido en un moño con una pinza ya que hace calor y no quiero sudar recién bañada.

    Bajo al comedor y me siento junto a mi tía, la cual se encuentra con los profesores que, o no se marchan fuera o aún no se han marchado. Entre ellos esta Dumbledore y la profesora Trelawney, los cuales no se marchan de Hogwarts en vacaciones, Snape, que lo hará en breve y Hagrid y el Sr. Filch, los cuales, por sus trabajos, viven siempre aquí.

    - ¡Sophi! – me llama mi tía. – Cuando termines de comer ve a tu dormitorio y prepara la maleta… nos vamos – me suelta de pronto y me quedo con los ojos como platos.

    - ¿En serio? ¿A dónde? – le pregunto emocionada.

    - No muy lejos de aquí… A mi casa de campo – me indica sonriente.

    - ¡Ah, sí! La casa de campo en Hogsmeade… Y ¿Tiene piscina? – le pregunto.

    - No sé…, ¡dímelo tú! – me dice irónica.

    - Sé que tienes una casa de campo, pero no sé cómo es… no he estado nunca – le contesto irónica también.

    - Pues no, no tiene – me dice sonriendo pícara.

    - ¿Me la harás con un movimiento de varita? – le pregunto burlona.

    - No, pero te puedo refrescar con ella – me amenaza cogiendo su varita.

    - No, gracias – le digo burlona. Las dos nos reímos. Me he dado cuenta que el profesor Snape no ha dejado de mirarme serio todo el rato.

    Cuando termino de comer me retiro para hacer la maleta y una vez hecha, me voy con ella hacia la habitación de mi tía para recogerla e irnos. Al doblar una esquina casi me muero del susto.

    - ¿Cómo sabes cómo era James o Lily? – me pregunta Snape cortándome el paso en el pasillo.

    - Sé que James era un abusón y le hacia Bullying junto con sus amigos Peter, Sirius y Remus. Y que amaba a Lily… aun la ama – le contesto a su pregunta seria. Su cara de estupefacción es notoria.

    - ¿Cómo puedes saberlo? ¿Leíste mi mente? – me pregunta agarrándome del brazo con fuerza.

    - ¡No! – le protesto – Se el pasado y el futuro… parece que ese es mi poder. Soy una profecía antigua al parecer… - le explico intentando soltar su agarre.

    - ¡Es imposible! – dice pensativo - ¿Entonces sabes que va a pasar? - me pregunta serio.

    - ¡Sí! – le contesto rotunda. – Por eso Voldemort me quiere – le indico molesta.

    - Bien… - me dice soltando mi brazo – La tendré bien vigilada, Srta. Queen –

    - ¡Genial! Ya son tres… - le digo molesta. El esboza una leve sonrisa, creo que ya sabe quiénes son los otros dos.

    Lo veo girar sobre sus propios talones y marcharse por el pasillo. Yo aprovecho para ir al encuentro de mi tía, la cual, ya tiene preparado su baúl y me está esperando. No le cuento nada sobre los encuentros con el profesor Snape, no le mentiré… solo le ocultaré información.

    Hemos llegado a la casa de campo gracias a la ayuda del Sr. Filch. La casa, por fuera, es una cucada, la típica casita de campo de la campiña inglesa. Parece sacada de un cuento de hadas. Me recuerda a la casita de los enanitos de Blancanieves. Es una casa pequeña, pero tiene dos plantas con grandes ventanales. El tejado está construido con una mezcla de arcilla y paja y de él sobresalen dos chimeneas. Las paredes son de piedra blanca decoradas con enredaderas y flores de vivos colores. Sobre la puerta de madera oscura se encuentra un soportal con el tejado igual que el principal y los porticones de las ventanas son de madera igual que la puerta. Una valla tradicional de madera de cinco barrotes rodea la propiedad y el césped está bien cortado y las flores cuidadas.

    Una vez dentro se puede apreciar un pequeño recibidor con decoración rustica. Una puerta a la derecha nos lleva al salón, donde se puede apreciar un sofá con una mesita de café delante frente a la chimenea y estanterías con libros en las paredes. A la izquierda una cocina tipo office con una mesa rectangular y cuatro sillas. Todos los muebles muy rústicos. Al fondo unas escaleras que llevan a la parte superior donde se puede encontrar tres puertas. La frontal es un baño, la de la derecha el dormitorio principal y la de la izquierda el dormitorio de invitados.

    Dejo mi maleta en la habitación de invitados siguiendo las instrucciones de mi tía. El Sr. Filch deja el baúl de mi tía en el dormitorio principal y se marcha. Me acomodo colocando mis pertenencias en el armario y guardando la maleta. Me he traído el portátil, la Tablet y el móvil, del cual no me suelo separar nunca. Una vez termino, bajo al salón y me siento en el sofá tranquila, estoy contenta por salir de Hogwarts.

    No llevamos ni dos días en la casita y ya me siento algo agobiada, ya que no puedo salir más allá de la propiedad, y eso me hace sentir prisionera en mi propia casa.

    - ¡Sophi! – me llama mi tía. - ¡Tienes una lechuza en el salón! -

    - ¡Ahora bajo! – le grito desde mi cuarto. Cuando llego abajo me acerco al animal para retirar la carta.

    - Esta lechuza no es de ninguno de mis amigos… ¿De quién es? – le pregunto extrañada mientras mi tía le da un incentivo a la lechuza.

    - No se… - me dice ahora extrañada también. - ¡Abre la carta y saldremos de dudas! –

    Cojo la carta y la abro un poco nerviosa. Empiezo a leer su contenido.

    - ¡Dios mío! – exclamo flipada. - ¡Es de los Malfoy! -

    Mi tía me la coge de las manos para leerla también.

    - ¿Una invitación para ir al cumpleaños del joven Malfoy? – me pregunta confusa. A mí me da la risa nerviosa.

    - ¿Pero esta gente de que va? ¿Están de broma? – pregunto irónica. - ¡Pobrecillo! No tiene amigos… no me extraña… - le digo riéndome. - ¡Es un mal bicho! -

    - No seas mala Sophi… - Ya sabes que sí que tiene amigos, los de su casa en Hogwarts, que resultan ser los hijos de sangre pura de las amistades de sus padres. – me explica.

    - ¡Pues mira qué bien! Todos los sangres pura juntos… Una bomba sería un buen regalo, ¿verdad? – pregunto con una sonrisa malévola y mi tía me pone los ojos en blanco como respuesta.

    - ¿Cómo crees que saben que estas aquí y no en Hogwarts? – me pregunta intrigada.

    - No se… ¿por el movimiento de actividad en la casa? – le digo encogiéndome de hombros.

    - Es probable – me dice pensativa.

    - Vale… pues escríbeles diciendo amablemente que se metan la invitación por el cu… - no me deja terminar la frase.

    - ¡Niña! ¿Qué modales son esos? – me regaña seria. – Les escribiré rechazando su amable ofrecimiento, no hay necesidad de ser groseras ni usar un lenguaje soez –

    - ¡Tienes razón! – le digo sonriéndole y dándole un beso en la mejilla. Ella también sonríe.

    Enviamos la lechuza con la respuesta ese día, pero al cabo de una semana la misma lechuza con otra invitación, esta vez, a pasar unos días en la Mansión. En esa ocasión también fue rechazada, al igual que las dos siguientes, una insistiendo con pasar unos días y otra para asistir a la fiesta de verano de los Malfoy. ¡Pero mira que son cansinos! ¿Qué pretenden?

    Llevo semanas ya aquí, en la casita de campo, donde me paso el día en el jardín haciendo ejercicio, cocinando con mi tía, haciendo manualidades, viendo pelis o series, escuchando música, bailando en mi habitación, jugando con mi tía a juegos de mesa… Todo menos salir de la propiedad porque es peligroso y mi tía no me deja. El único contacto con el exterior son las cartas a través de lechuza para Harry, Hermione y Ron y hablar por el móvil con Sahra. Empiezo a estar agobiada…
     
  17. Threadmarks: Capítulo 37: Una escapadita
     
    Andromeda

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    fiesta cumpleaños.jpg

    Mañana es el cumpleaños de Harry y quiero hacerle algo especial. A pesar de escribir a Hermione, a Ron y a Harry por lechuza y a Sahra por WhatsApp, me siento sola y aburrida. Necesito un día de loca diversión. Planeo ir a Londres, sacar a Harry de la casa de sus tíos y llevarlo a cenar. Hacerle un regalo y luego vernos con Hermione, Ron y Sahra para ir a bailar.

    Todo parece genial… Tan solo falla una cosa en mi plan… Mi tía. No me deja salir de casa y me siento como Harry en casa de sus tíos, con la diferencia de que la mía no me trata mal, al contrario, me quiere un montón y su preocupación rebasa los límites.

    Tengo que pedirle hacer esto…, solo un día…, solo una vez. Me armo de valor… ¡y al toro!

    - Tía, ¿podemos hablar? – le pregunto mientras prepara la cena.

    - Por supuesto, mi niña, dime - me dice atenta.

    - Mañana es el cumpleaños de Harry… – comienzo, tímida.

    - ¡No! – me dice cortante.

    - ¡Tia! No me has dejado hablar... – me quejo.

    - Se lo que me vas a pedir y la respuesta es NO… - me dice cortante.

    - ¡Por favor! – le suplico. – Solo una vez, solo un día, solo unas horas… ¡Por favor! Tendré mucho cuidado. Llevo el amuleto y se defenderme con estos… ¿eh? – intento convencerla sonriendo y mostrándole mis puños. Como veo que ni se inmuta paso a la táctica de poner ojitos.

    - No me mires así… - me recrimina – Es peligroso y lo sabes –

    - Lo sé, pero ya te he dicho que tendré cuidado… Puedo defenderme sola, con los puños… ¡Pregúntale a Cedric! – le digo poniendo pucheros.

    - Está bien… - me dice y yo casi grito de la alegría – Pero… no te quitarás el amuleto y el Sr. Filch te acompañará.

    - ¿Qué? – le pregunto alargando la palabra y con cara de asco. – No pienso llevarme al Sr. Filch a cenar y a bailar -

    - Te llevará y te traerá – me explica – Y si surge algún problema te defenderá y me informará enseguida –

    - ¡Vale! – le digo abrazándola y besándola. Ella se ríe y hace amagos para que la suelte.

    Esa noche cenamos y me voy pronto a mi habitación para terminar de planear la salida de mañana.

    El Sr. Filch me recogerá a las seis de la tarde. De aquí iré a casa de Sahra a recoger el regalo de Harry. De allí a por Harry y al restaurante a cenar. A eso de las diez he quedado con Sahra, Hermione y Ron para ir a una fiesta a bailar. Creo que lo pasaremos bien…

    Después de concretar con Sahra los detalles, decido ir a dormir, aunque creo que estoy tan emocionada que no voy a poder pegar ojo…

    Ya estoy preparada. Me he bañado, arreglado el cabello y me he vestido. Llevo un mono negro corto con un escote en V muy, pero que muy pronunciado. El pelo rizado suelto y muy poco maquillaje. Para completar el modelito llevo unas bailarinas, una chaqueta cortita y un bolsito a juego, todo en negro. El amuleto queda colgando justo en el escote.

    - No pensaras salir así vestida, ¿verdad? – me pregunta con cara de susto al verme bajar las escaleras.

    - No… que va… me voy a dormir – le digo sonriendo irónica.

    - Ve y cámbiate – me dice seria.

    - ¿Por qué? Las chicas visten así… - intento convencerla.

    - Arriba, jovencita… cámbiate o no sales – me amenaza. El claxon del auto del Sr. Filch me indica que ya ha llegado por mí.

    - ¡Uy! ¡Qué pena! ¡No me da tiempo a cambiarme! ¡Ciao! – le digo subiendo la cremallera de mi chaqueta y saliendo corriendo de casa mientras que la oigo gritarme a la espalda.

    Llego al coche y me meto dentro gritándole al Sr. amable que arranque. Asombrosamente me hace caso y nos vamos.

    Una hora y media después ya he recogido el regalo de Harry y nos dirigimos a su casa… bueno, a la de sus tíos.

    Una vez llegamos, bajo del coche y me acerco a la puerta. Llamo al timbre y espero. La puerta se abre y Petunia Dursley aparece frente a mí.

    - ¿En qué puedo ayudarte? – me pregunta mirándome de arriba abajo.

    - Buenas noches, Sra. Dursley. Me llamo Sophia Queen. Soy amiga de Harry ¿Podría verlo, por favor? Hoy es su cumpleaños y quería felicitarlo… - le digo poniendo mi cara de niña buena.

    - Sí…, pasa – me dice desconfiada, apartándose para dejarme pasar.

    Entro y me indica que la siga al salón. Una vez allí puedo ver al Sr. Dursley sentado en un sillón leyendo el periódico.

    - Vernon, querido… Ella es Sophi, una amiga de Harry. Viene por su cumpleaños – le explica con una sonrisa falsa.

    - No pareces una de sus amigos raritos – me suelta el hombre observándome.

    - Estudio en Hogwarts, pero no soy como él, soy como ustedes – les digo para relajarlos. – Vivo en Notting Hill, mi padre es abogado en un importante bufete y mi madre es diseñadora de interiores para una gran compañía. – les miento a medias. Eso parece que los convence y sonríen ambos.

    - ¡Dudley, hijo! – llama Petunia a su pequeño.

    - ¿Qué? – dice el niñato de mala gana entrando en el salón. Al verme se le queda cara de tonto mirándome de arriba abajo. - ¡Que buena estas! – suelta de golpe.

    - ¡Dudley! – le grita su madre llamándole la atención. - Avisa a Harry que su amiga ha venido a verlo – le indica intentando disimular. Él niño asiente y se acerca a las escaleras.

    - ¡Harry! ¡Baja! – le grita sin dejar de mirarme.

    - Pero siéntate querida – me indica la Sr. Dursley.

    - Gracias – le digo sentándome en una esquina del sofá largo. De pronto, veo correr a Dudley y sentarse de golpe a mi lado en el sofá, mirándome como si de un pastelito me tratase. Los minutos que tarda Harry en bajar se hacen interminables, el silencio y la observación hacia mi persona me incomodan.

    - ¿Sí? – dice Harry al llegar al salón. Me giro y me levanto de golpe para alejarme de su primo.

    - ¡Harry! – le digo abalanzándome a sus brazos - ¡Feliz Cumpleaños! –

    - ¡Sophi! – dice emocionado al verme y me aprieta en el abrazo.

    - ¿Es tu novia? – pregunta el atontado de su primo mirándonos.

    - ¡Eh! – empieza a decir y yo lo corto deshaciendo el abrazo y mirando a su primo.

    - ¡Si! – contesto, rápida. - ¡Novia! ¡Soy su novia! – le contesto mirándolo. – ¡Sígueme el rollo por Dios! – le digo en un susurro a Harry que asiente algo ruborizado. – Quería pedirles, si esta noche, podría llevarme a Harry unas horas para celebrar con él su cumpleaños – les pido a sus tíos.

    - ¡Si!... ¡Si!... ¡Claro! – responde el Sr. Dursley dudoso mientras mira a su esposa.

    - Gracias – les digo con una sonrisa. - ¡Vamos Harry! ¡Arriba! Vístete bien que nos vamos de fiesta – le digo bajito. Él me mira confuso – Unos pantalones tejanos y una camisa debería bastar – le digo apremiándolo para que se dé prisa. Él sonríe y sube las escaleras.

    La Sra. Dursley me invita a volver a sentarme y me veo obligada a sentarme junto al primo tonto de Harry. Me ofrece algo de beber que yo rechazo amablemente. Otra eternidad hasta que lo veo bajar.

    - Ya estoy – indica al entrar de nuevo en el salón. Me giro a mirarlo y es impresionante su cambio en dos meses. Se ha cortado el cabello y ahora está más guapo aún. Se ha puesto unos tejanos grises y una camisa de manga larga entre azul y negra. ¡Dios, para comérselo!

    - ¡Genial! – exclamo aliviada levantándome del sofá. – Nos vamos Sres. Dursley, gracias por todo – me despido y agradezco su amabilidad… sobre todo por no oponerse a dejarlo salir.

    - ¿Volveré a verte? – me pregunta su primo.

    - Es posible – le digo desesperada por salir de allí.

    Abandonamos la casa y nos dirigimos al coche. Una vez dentro el Sr. Filch arranca hacia el restaurante.

    - Harry, te voy a dar tu regalo… – le digo mientras me quito el bolso, me desabrocho la chaqueta y me la saco. El calor que tengo, por estar tan tapada, me va a dar una lipotimia. Los ojos de mi amigo se abren al mirarme y un rubor aparece en sus mejillas.

    - ¡Yo no soy tu regalo, Harry! – exclamo al darme cuenta de lo que ha parecido. – ¡Es este! – le entrego un paquetito envuelto con un papel rojo y un lazo dorado.

    - ¡Perdona! Yo… pensé… ¡Perdona! – tartamudea el pobre muy avergonzado. - ¡Gracias! – termina diciendo mirando el regalo.

    - ¡Tranquilo! ¡No pasa nada! Ha sido culpa mía… me he expresado mal verbal y físicamente – lo consuelo y me echo la culpa. - ¡Ábrelo! A ver si te gusta… - lo animo.

    Retira el envoltorio y contempla la caja. Una enorme sonrisa aparece en su cara.

    - ¿Un móvil? – me grita emocionado. - ¿Por qué lo has hecho? Es muy caro – me recrimina.

    - Paso de lechuzas – le digo riéndome – Y tus tíos, dudo, que te regalen uno -

    - ¡Muchas gracias, Sophi! – me dice abrazándome fuertemente.

    - ¡Felicidades quinceañero! – le digo aun abrazada a él.

    Lo saca de la caja y le ayudo a ponerle la tarjeta y a configurarlo. Pongo lo esencial para poder estar en contacto, terminando justo al llegar al restaurante.

    - Ya hemos llegado – me indica el Sr. Filch.

    - Gracias – le contesto. – ¡Vamos! – le digo a Harry cogiendo el bolso y saliendo del coche. – Es un restaurante italiano… ¿Te gusta la pizza? – le pregunto mirándolo a los ojos.

    - Si… ¡me encanta! Pero es la primera vez que voy a un restaurante – me confiesa apenado. Un pellizco en el corazón me hace sentir pena por él, por la vida que le ha tocado vivir.

    - Pues entonces vamos… será la primera de muchas más – le digo guiñándole un ojo. Lo cojo de la mano y entramos al restaurante.

    El metre nos instala en una mesa para dos junto a la ventana. Es un restaurante bastante sofisticado, notándose en la decoración como en los manteles, la cubertería, la vajilla y cristalería. Miramos la carta y nos decidimos por dos pizzas distintas que compartiremos y de beber agua ya que somos menores.

    Nos pasamos la velada riéndonos de chorradas y hablando de cómo van nuestras vacaciones, nada del otro mundo... Él me cuenta que no hace nada con sus tíos ni con su primo y siempre está solo. Yo le cuento las cosas divertidas para animarlo, como que cada vez que le envío una lechuza, esta intenta robarme la pulsera que me regaló, o como casi quemo la cocina haciendo galletas, o como mi tía me hace trampas en los juegos de mesa porque es una mala perdedora… No le cuento nada de que estoy casi encerrada en la casita de campo para que no me cojan, ni que hemos recibido varias invitaciones de los Malfoy invitándome a pasar unos días en la Mansión… ¡Ni que estuviera loca! ¡Meterme en la boca del lobo! ¿Es que no le dejé claro que me olvidara?

    - ¿Lo pasas bien Harry? – le pregunto tomando su mano sobre la mesa.

    - ¡Si! Esto es genial, gracias – me dice sonriendo y sujetando mi mano también.

    Una vez terminamos insiste en pagar, pero me niego ya que, fui yo quien lo invitó a cenar por su cumpleaños. Salimos y volvemos al coche donde el Sr. Filch nos lleva a la fiesta donde nos veremos con los demás, cosa que él no sabe.

    - Gracias por la cena Srta. Queen – me dice el Sr. Filch por la ventanilla interior del coche.

    - De nada Sr. Filch, espero que le gustara la elección que hice – le contesto sonriendo.

    - Exquisita, gracias – me dice sonriendo. Casi no me lo creo y Harry me mira atónito.

    Una vez en el lugar de la fiesta salimos del coche. Dejo mi bolso en él ya que con el móvil de Harry tenemos suficiente. Vemos a los chicos y la sonrisa de Harry al ver a nuestros amigos allí no le cabe en la cara. Abraza a Ron y a Hermione con fuerza, esta emocionado.

    - Chicos, esto es genial – nos dice sonriendo contento.

    - Todo lo ha planeado Sophi… A mi casi me trae arrastras por las orejas – le dice Ron mirándome asustado y yo lo miro intimidante.

    - ¡Harry, Felicidades! – le dice Hermione. – Llevamos planeándolo dos semanas – le explica emocionada.

    - ¡Felicidades Harry! – le dice Sahra y se acerca para darle dos besos que él acepta tímido.

    - ¡Felicidades, tío! –le dice David dándole la mano como saludo y que veo que está aquí por Sahra. La miro con los ojos como platos y ella se encoge de hombros para justificarse. ¡Vamos dentro! – nos dice a todos y lo seguimos.

    El sitio está lleno de peña y casi no se puede uno mover. Conseguimos meternos en el centro y nos ponemos a bailar los seis. Todos reímos, saltamos y bailamos… hacemos el tonto y nos reímos más. Unas cuantas fotos con el móvil nuevo de Harry lo hacen enloquecer de felicidad. Lo estamos pasando genial. Así debería haber sido el baile de Navidad…

    Llevamos casi una hora bailando y ponen una balada lenta. Veo como Sahra y David, a mi derecha, se pegan mucho y se ponen a moverse despacito. Al final han terminado juntos y la pareja que hacen me agrada. Miro a mi izquierda y veo a un Ron tímido, sujetando la cintura de Hermione y, a ella, con sus manos en los hombros del pelirrojo. Ella me mira y sonríe contenta… - ¡ahora sí que está feliz! – pienso.

    Miro frente a mí y veo a Harry mirándome sin saber qué hacer, así que me acerco y le pongo las manos en la nuca haciendo que él reaccione poniendo sus manos, como Ron, en la cintura. Nos movemos lentamente como el resto de parejas y lo miro para ver si está contento con su fiesta de cumpleaños sorpresa. Veo como me mira a los ojos, de una manera intensa, y noto como poco a poco se va acercando. En décimas de segundo pienso que no quiero que se sienta mal haciéndole la cobra y también que es culpa mía que el próximo curso no de su primer beso a Cho, ya que es novia de Cedric y él sigue vivo. Todo esto me hace no reaccionar y dejo que me dé su primer beso, que sus labios toquen los míos. Su beso es suave…, muy tierno…, de esos que te hacen derretir de amor y yo se lo sigo con dulzura. Nada que ver con los besos de Draco que me vuelven loca… ¡Mierda!

    Me separo de él nerviosa y me mira a los ojos preocupado.

    - ¡Harry! Esto… - le empiezo a decir, pero no me deja.

    - ¡Tranquila! ¡No pasa nada!... Somos amigos… - me dice sonriendo y yo asiento aliviada.

    - Voy al baño, ahora vuelvo – le digo y el asiente. Me separo de él y me hago sitio entre el gentío para salir de la pista y meterme en el pasillo hacia los baños.

    Apenas hay cola, cosa extraña, y termino pronto. Cuando salgo camino por el pasillo mirando que este bien puesta mi ropa cuando casi tropiezo con alguien. Cuando levanto la vista me quedo muerta…

    - ¡Malfoy! – exclamo asustada al ver esos ojos azul-grisáceo mirándome muy enfadado. Se le ve más alto y esterilizado. Lleva unos pantalones negros y una camisa del mismo color abierta por los primeros dos botones. Su cabello platino bien peinado, pero algo suelto en la frente, le da un porte muy sexi… ¡Madre mía! ¡Está tremendo!

    - ¿Qué te crees que estás haciendo? – me pregunta en un tono muy intimidante.

    - ¡Sophi! – exclama Sahra al verme en el pasillo. - ¡Yo también voy al baño!... ¿Quién es este bombón? – pregunta mirándolo de arriba abajo.

    - ¡Su novio! – le contesta de golpe y me quedo helada. Ella me mira con los ojos muy abiertos esperando mi explicación.

    - Tú no eres mi novio… – le rectifico mirándolo a los ojos.

    – ¡Claro que lo soy! ¡Y ahora te vienes conmigo! – me dice sujetándome del brazo con fuerza. – Dile al estúpido de Potter que como vuelva a tocar lo que es mío lo mataré – le grita a Sahra mirándola cabreado, la vena de su cuello es visible.

    Antes de que pueda darme cuenta estoy sobre su hombro.

    - ¡Ahhh! Pero ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Suéltame, Malfoy! – le grito mientras pataleo. Él se gira y camina hacia la puerta del local. - ¡Sahra! – la llamo, pero ella me mira sin saber qué hacer. – ¡Te he dicho que me sueltes, troglodita! – Le grito de nuevo a él. - ¡Sahra! Dile a Harry que… - no puedo terminar la frase. Un azote en el trasero me hace callar de golpe y abrir los ojos como platos. ¡No me puedo creer lo que acaba de hacer!... Miro a Sahra y luego sobre las cabezas de la gente según nos acercamos a la salida. Puedo ver a Harry, mirando hacia mí, intentando salir de entre la multitud, pero no avanza.

    La puerta del local se cierra frente a mí y noto el frescor del aire de la calle. Pasamos junto al coche del Sr. Filch, el cual sale a nuestro encuentro.

    - Sr. Filch – le dice Malfoy serio sin dejar de caminar – Dígale a la profesora McGonagall que tengo a su sobrina – le ordena tajante.

    - Sr. Filch, ¡Haga algo! – le recrimino a gritos, pero él no hace nada, solo se queda mirando.

    Veo como entramos en un callejón bastante oscuro y vacío, tras el edificio. - ¡Dios mío! ¡Voy a ser asesinada en un sucio callejón! ¡Como en las pelis! – pienso, aterrada.

    - ¡Suéltame! ¿Qué parte de OLVIDAME no has entendido? – le grito pataleando y golpeándole la espalda. El rubio no dice nada, solo camina con paso firme.

    Veo como pasa pegado a la pared y de una esquina recoge una escoba sin dejar de caminar… su escoba Nimbus 2001. Varios pasos más allá, bajo la tenue luz de una farola, se para y me baja de su hombro. Nada más poner los pies en el suelo intento salir corriendo, pero es más rápido y me sujeta por el brazo. Sin pensarlo, le doy un rodillazo en sus partes y salgo corriendo.

    - ¡Hija de …! – me intenta gritar mientras se retuerce cayendo de rodillas.

    Corro por el callejón como si mi vida dependiera de ello… cosa que es así. Hecho un vistazo para ver si aún está tirado en el suelo, pero para mi decepción, compruebo que esta subido en su escoba, y viene como una flecha en mi dirección. El pánico me invade y corro lo más rápido que puedo, pero la escoba es más rápida que yo y me alcanza en cuestión de segundos. Me agarra de la cintura al pasar por mi lado y me veo sobre la escoba, delante de él.

    Ascendemos a gran velocidad en vertical y me agarro fuerte a su torso para no caerme, cerrando los ojos y metiendo la cara en su cuello. Su olor invade mis sentidos. Él me está sujetando por la cintura con uno de sus brazos, me tiene bien pegada a él, mientras se sostiene a la escoba con la otra mano. Cuando noto que ya no subimos y que estamos volando en horizontal, abro los ojos y despego mi cabeza de su cuello. Veo lo rápido que pasan los edificios iluminados a nuestro alrededor. El corazón me palpita a mil por hora y el vértigo lo tengo incrustado en la boca del estómago. Aflojo el agarre de su torso.

    - Como vuelvas a intentar algo contra mí, te dejo caer al vacío – me amenaza en el oído y a mí se me corta la respiración por el miedo. Es capaz de hacerlo… no tengo duda.

    Me quedo quieta y un escalofrío me invade por el miedo y el frío que siento debido a la velocidad y la poca ropa que llevo puesta. El abrazo que me sostiene me proporciona algo de calor y siento como me aprieta más a su pecho para mantenerlo. Nos alejamos de las luces de la ciudad, adentrándonos en la oscuridad de la noche.
     
  18. Threadmarks: Capítulo 38: La Mansión Malfoy
     
    Andromeda

    Andromeda Entusiasta

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    A través del Multiverso
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
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    mansion marfoy.jpg

    No tardamos mucho en llegar a destino. La escoba desciende lentamente y Malfoy aterriza. Una vez siento el suelo en mis pies, lo empujo y salgo corriendo por el camino que lleva de la entrada de la Mansión a la verja principal. Me cuesta trabajo correr ya que me clavo las piedras del terreno en el pie descalzo, el cual esta así por perder el zapato en el callejón, cuando me atrapó.

    No tarda en alcanzarme, girarme y ponerme de nuevo en su hombro. Camina a paso rápido hacia la Mansión y yo no dejo de gritar, golpearle en la espalda y patalear.

    - ¡Suéltame Malfoy! ¡Suéltame! ¿Pero qué te has creído? – le grito insistentemente y él no deja de caminar.

    - ¿Qué me he creído? ¡Qué te has creído tú! – me acusa. – No aceptas la invitación a mi cumpleaños, pero si le preparas una cena romántica y un baile pegadito a Potter… - dice con tono enfadado.

    - Tú no eres mi amigo y él si – le protesto sin dejar de moverme. - ¡Au! ¡Deja de pegarme en el trasero! – le grito molesta.

    - Yo no soy tu amigo… ¡Soy tu novio!... Y me debes más atenciones que al estúpido de Potter – me recrimina. – Así que ahora me voy a cobrar mi regalo… -

    - ¿Qué? – le pregunto sin recibir respuesta.

    Cuando pasa junto a la escoba que está en el suelo, extiende la mano y esta sube hasta ella. Una vez llega a la puerta, esta se abre y cuando paso el umbral, veo a un elfo domestico muy feo y con cara de pocos amigos, sujetando la escoba de Draco.

    - ¡Suéltame! ¡Te he dicho que me sueltes! – le sigo gritando, pegando y pataleando. El jaleo que estoy formando se oye en toda la Mansión. – ¡Hola! – le digo al elfo, parando mis movimientos. – ¿Me ayudas, por favor? - le suplico.

    - Yo solo sirvo al amo – me contesta con cara de asco.

    - No me simpatizas… - me quejo entornando los ojos. – Prefiero a Dobby -

    - Él ya no sirve al amo – me dice enfadado.

    - Lo sé… Ahora Dobby es un elfo libre – le digo irónica y el elfo me mira mal. Siento otro azote en el trasero que me hace dar un respingo.

    - ¡Deja de pegarme en el trasero! – le grito ya que siento escozor en el mismo.

    - ¡Deja de incordiar! – me grita molesto.

    - Cuando me sueltes y me dejes ir a casa – le protesto.

    - Ya estás en casa, Cenicienta – me suelta irónico.

    - ¿Qué? – pregunto alucinada. - ¡Suéltame idiota! – le vuelvo a gritar.

    Atraviesa el vestíbulo y, cuando llegamos a las escaleras y empieza a subirlas, puedo ver a Narcissa y a Lucius al pie de las mismas.

    - ¡Draco! – exclama la Sra. Malfoy asombrada por la escena.

    - Estaré en mis aposentos… Ocupado… ¡no quiero interrupciones! – le dice sin dejar de subir las escaleras y sin mirar atrás. La sangre se me hiela.

    - Sra. Malfoy, por favor… ¡Sra. Malfoy! – le grito suplicando.

    - Draco, hijo…, llévala a la habitación de huéspedes que está preparada para ella – le indica su madre.

    - ¡Gracias madre! Pero Sophi duerme conmigo… - le suelta sin mirarla y sin dejar de subir escaleras.

    - ¡Lucius! – exclama perpleja mirando a su marido, el cual me está mirando con esa sonrisa suya que hiela la sangre.

    - Veo que has aceptado, al fin, la invitación… - me dice irónico.

    - ¿Invitación? Yo lo llamaría secuestro… - le reprocho con una sonrisa irónica desde mi posición.

    - Espero que esta vez no solo durmáis… - suelta Lucius intencionadamente.

    - ¡No! ¡No! ¿Qué? – le grito, desesperada.

    Sigo chillando y pataleando, llegando así, a la primera planta. Camina por el pasillo hasta una puerta de madera oscura. La abre y la atraviesa. Yo me agarro al marco de la puerta para frenar su avance. Cuando nota la resistencia, un sonoro azote en el trasero me hace soltarme de golpe, y cerrando la puerta, avanza hasta la cama donde me tira de golpe, haciéndome rebotar en el colchón. La habitación está casi en penumbra, pero puedo apreciar cómo se gira y camina hacia la puerta, varita en mano, y lanza un encantamiento sellador y un hechizo silenciador.

    El pánico me invade. - ¿Que pretende? ¡Dios mío, se lo que pretende! – pienso, histérica. Lo veo acercarse a mi lentamente, desabrochando un botón de su camisa negra. Mis ojos se abren y salto de la cama, colocándome de pie al otro lado, manteniendo la distancia entre los dos.

    - ¡Aléjate de mí, Malfoy!… No te acerques y ni se te ocurra tocarme – lo amenazo con el dedo índice.

    - Yo no puedo acercarme, no puedo tocarte… Pero a Potter le dejas coger tu mano en el restaurante y bailar bien pegado a ti – me dice sonriendo irónico mientras se quita otro botón de la camisa.

    - ¡Y besarme! – le suelto con malicia. – Pero que bien besa Harry… Tan dulce y tan… ¡Ahhh! – grito intentando esquívalo cuando se lanza por mí saltando la cama. Corro hacia la puerta, pero nada más tocarla, me agarra del brazo y me hace girar sobre mí, pegando mi espalda a la puerta. Me agarra por el cuello con la mano y siento el frio anillo en mi garganta. Lo empujo con una mano e intento quitar su mano de mi cuello con la otra, pero lo único que consigo es que me apriete más fuerte el cuello. Empieza a faltarme el aire y me desespero por momentos.

    - Potter nunca te besará como yo – me dice con una sonrisa ladeada. – Y si vuelve a poner sus manos sobre ti lo matare con mis propias manos – me amenaza.

    - ¡Suéltame Malfoy! ¡No puedo respirar! – le ruego cerca del desmayo.

    - Respiraras cuando yo te lo ordene – me dice severo mirándome a los ojos. Yo asiento porque las piernas me empiezan a fallar.

    Afloja el agarre de mi garganta y el aire vuelve a pasar con fluidez. Cuando ya consigo respirar con normalidad sus labios asaltan los míos, con un beso suave pero necesitado. Le sigo el beso que para nada es como el de Harry. Mi cuerpo reacciona faltándome el aire de nuevo, palpitando mi corazón a mil por hora y despertando las dichosas mariposas de mi estómago. Su aroma invade mis pulmones y siento el calor de su piel sobre la mía. Mis piernas se vuelven de gelatina cuando introduce su lengua en mi boca, encontrando la mía, acariciándola y haciéndola suya. Un gemido sale sin querer de mi garganta el cual es contestado por otro suyo segundos después. Intento pensar, pero no puedo, me sabe a gloria el puñetero rubio oxigenado. Noto a su amiguito despertarse y a mí como se me escapan algunas mariposas de mi estómago a mi entrepierna… ¡Mierda!

    Lo empujo para poder romper el beso y, a pesar de costarme un poco, consigo separarlo de mí. Sus ojos están clavados en los míos, más oscuros y llenos de deseo.

    - ¡No me toques! – le digo enfadada intentando quitar su mano de mi cuello. - Vete a dar una ducha fría – le aconsejo irónica.

    - ¿Una qué? – me pregunta confuso.

    - Un baño… con agua fría – me corrijo.

    - Prefiero un baño caliente… contigo – me dice al oído, dejándome sentir su aliento en mi mejilla. Siento como sus labios van dejando una hilera de besos húmedos desde mi oído hasta mi clavícula, sin apartar la mano opresora. Su mano libre, que estaba apoyada en la puerta, se encuentra ahora en mi pierna y asciende por mi muslo hasta meterse por debajo del pantalón del mono.

    – ¡Para Malfoy! ¡Por favor! ¡No estoy preparada! – le digo muy nerviosa. Él se queda quieto y me mira a los ojos.

    - ¡Tranquila, Cenicienta! ¡Esperaré! – me dice en un tono tranquilo y con su típica sonrisa ladeada. Me quedo asombrada por su extraño comportamiento repentino. ¿Dónde estará la trampa?

    Acerca lentamente sus labios a los míos y me da un beso, rápido pero intenso, alejándose de mí. Siento una sensación de alivio inmenso.

    - ¡Ven! Vayamos a dormir… es tarde – me dice mirándome de refilón. Camina hacia el armario rústico de madera oscura, a juego con la decoración de la habitación, y saca una camiseta básica blanca. – ¡Toma! ponte esto para dormir. El baño es esa puerta – me dice señalando con la mirada la puerta a la que se refiere.

    Me despego de la puerta y camino despacio hacia él. Este Draco tan amable no sé de dónde ha salido y no me fío. Una vez a su lado, cojo la camiseta que me ofrece y me dirijo al baño. Atravieso el umbral de la puerta y la cierro poniendo el pestillo, aunque sé que si quiere entrar no hay puerta que se le resista, aunque algo de seguridad me da. Me quito el mono y me pongo la camiseta preparándome para poder ir a dormir.

    Cuando salgo, él ya se ha cambiado y solo lleva unos pantalones grises de dormir. Esta de espaldas y la imagen es perturbadora… ¿Es que no usa camiseta?... ¡Mierda! Sahra tiene razón… ¡Es un bombón!

    - Ya puedes usar el baño si quieres – le digo algo tímida. Él se gira y se me queda mirando de arriba abajo. Su camiseta me queda algo grande y me tapa hasta medio muslo. Una sonrisa ladeada se dibuja en su cara y lo veo avanzar hacia mí, haciendo que automáticamente retroceda. El rubio se para en seco y se ríe, desviando su trayectoria, esta vez, hacia el baño. Una vez dentro, cierra la puerta.

    Hecho un vistazo a la habitación y, al igual que el armario, es rustica, como de hace dos siglos, con una cama con dosel en tonos verdes y plateados. Tiene un gran ventanal que, en realidad, es una puerta hacia una terraza con barandilla de piedra. Tiene una chimenea frente a la cama y entre ambas, una gran alfombra con los colores acordes a la decoración, un escritorio junto al ventanal con su silla a juego, dos mesitas de noche a cada lado de la cama y junto a la puerta de la habitación, una cómoda.

    Me acerco a la cama y me acuesto cubriéndome con la fina sábana. Es apoyar la cabeza en la almohada y caer en un profundo sueño.

    La luz que entra por el ventanal me indica que ya ha amanecido. Entreabro los ojos y veo donde estoy, recordando lo que pasó anoche. Cierro los ojos con resignación. Escucho en mi oído el tranquilo latido de un corazón, dándome cuenta que mi cabeza descansa sobre un pecho desnudo al igual que mi mano. Abro de pronto los ojos y puedo ver que mi mano está siendo sujetada por la mano del rubio platino. Mi pierna desnuda está enroscada en su pierna enfundada en un pantalón de pijama. Su brazo izquierdo me rodea la espalda y su mano descansa en mi trasero.

    Levanto la cabeza y lo miro a la cara. Solo cuando duerme parece un ángel y el cabello sobre su frente lo hace ver muy sexi. Saco lentamente mi mano de la suya y la dirijo hacia su otra mano para quitarla de mi trasero.

    - ¿Estas intentando escapar de mi otra vez, Queen? – le escucho decir lentamente.

    - Porque te estás propasando otra vez, Malfoy – le respondo. Con un rápido movimiento me gira y me veo con la espalda en el colchón y mis manos sobre mi cabeza. Él está sobre mí, sujetando mis muñecas para que no me mueva.

    - Ahora sí me estoy propasando, Queen – me dice con una mirada y sonrisa seductora. Sujeta mis muñecas con una de sus manos y la otra la lleva hasta mi muslo, ascendiendo por él. Siendo el frio de su anillo recorrer mi piel y me provoca un escalofrío en el vientre.

    - Draco, querido, ¿Bajaréis a desayunar o hago que os lo suban? – dice Narcissa tocando la puerta de la habitación de sopetón. Miro hacia la puerta asustada y Draco también, pero él molesto.

    - Manda que nos lo suban – le grita para que lo oiga.

    - ¡Perfecto! – exclama y se oyen sus pasos alejarse.

    - ¡Malfoy, quítate de encima! – le digo retorciéndome.

    - Si te sigues moviendo así no podré cumplir lo que te dije anoche – me amenaza. Me paro en seco y él se ríe. – ¿Tienes hambre? – me pregunta sin esperar respuesta, ya que me da un beso rápido en los labios y se separa de mí para levantarse de la cama. Yo me incorporo y me levanto también. – Pero antes tomemos un baño. – me indica señalándole el baño con la cabeza. Yo asiento obediente y entro al baño, cerrando la puerta en sus narices y con el pestillo.

    - Cuando dije que tomáramos un baño me refería a los dos, así que abre la puerta – me dice desde el otro lado. Me quedo de piedra por el comentario.

    - ¡Ni lo sueñes Malfoy! – le digo desde mi lado de la puerta. – Primero me baño yo y después tú –

    - ¡Abre la maldita puerta, Sophi! – me grita enfadado.

    - ¡Que no! Cuando yo termine… – le grito nerviosa.

    - ¿Crees que una puerta con cerrojo me va a detener, Cenicienta? – me pregunta irónico.

    - ¡No!… Pero como entres, el dolor que sufriste anoche en el callejón no será nada comparado con lo que te haré ahora – lo amenazo.

    - ¡Esta bien! ¡Tú ganas! – exclama cabreado. – Tienes diez minutos… Si pasado ese tiempo no has salido, entraré contigo estés como estés… - le escucho gritarme tras la puerta.

    - En diez minutos no me da tiempo y lo sabes – le grito molesta.

    - Ese es tu problema, no el mío – responde irónico.

    Miro a mi alrededor y veo que la bañera ya está preparada, así que me baño a la velocidad de la luz y me seco completa con una toalla del perchero, colocándola alrededor de mi cuerpo para cubrirme antes de salir.

    De pronto la puerta se abre y el susto me hace retroceder unos pasos. El rubio se encuentra en el umbral de la puerta del baño y me mira de arriba abajo. Intento taparme también con las manos, ya que su mirada parece que me radiografía.

    - ¡Que rápida! – me dice con una sonrisa ladeada. - ¡Esperaba verte sin la toalla! –

    - ¡Que grosero! – le recrimino molesta. – Ya puedes usar el baño – le digo caminando en su dirección y pasando a su lado. Su mano me corta el paso apoyándose en el marco de la puerta y yo me paro en seco.

    - La próxima vez no tendrás diez minutos – me dice en un susurro cerca del oído.

    - No habrá una próxima vez – le digo y paso por debajo de su brazo hacia la habitación. Oigo su risa a mi espalda y cerrar la puerta del baño, pero no oigo cerrar el pestillo. ¡Niñato prepotente!

    - Por cierto… - le oigo gritar desde el baño. – Te he dejado ropa limpia que ponerte –

    Miro a mi alrededor y la veo sobre la cama. Es un vestido verde con un pequeño estampado en blanco. Es de manga corta con los hombros descubiertos, elástico que se ciñe al cuerpo y con una faldita corta de vuelo con volantes. También hay un juego de ropa interior blanca con encaje y unos zapatos blancos, de tacón en cuña, con cintas para atar por encima de los tobillos. Me pongo a vestirme rápido aprovechando que se está bañando y dejo mi pelo suelto para que se seque al aire.

    De pronto, tocan a la puerta.

    - Amo, traigo el desayuno – se oye al elfo tras la puerta. Me acerco a esta para abrirle, pero el pomo, a pesar de girar, no abre la puerta.

    - Esta en el baño – le indico desde mi lado de la puerta. – Y no puedo abrir la puerta… debe estar cerrada con algún hechizo – le informo.

    En ese momento aparece Draco, recién salido del baño, con una toalla alrededor de la cintura, y con su pelo platino mojado y peinado hacia atrás. Mi cuerpo se colapsa y deja de respirar al verlo. Me mira de arriba abajo y sonríe seductor.

    - Tu elfo esta fuera con el desayuno – le informo volviendo a respirar.

    - ¡Apártate de la puerta! – me ordena y yo obedezco. - ¡Pasa! – le grita al elfo el cual abre la puerta y entra, cerrando la puerta tras él. – ¡Hazlo rápido y vete! – le ordena de malas maneras.

    El elfo lo mira y chasquea los dedos, haciendo aparecer una mesa y dos sillas. Seguidamente, con otro chasquido, aparece el desayuno sobre la mesa.

    - ¡Que les aproveche! – dice de mala gana y Draco ni lo mira ni le contesta.

    - ¡Gracias! – le digo cuando se gira para salir. Voltea la cabeza y me mira… juraría que le he visto sonreír. Cuando cierra la puerta tras él, aprovechando que Draco no mira, disimuladamente doy unos pasos hacia la puerta.

    - ¡Ni lo intentes! - me dice mientras busca algo en el armario. – La puerta esta cerrada con un hechizo. Solo se puede abrir por el otro lado o con magia desde este -

    Yo, cabezona de mí, me acerco a la puerta para comprobarlo… ¡Mierda!

    El rubio ya ha cogido la ropa del armario y veo la intención de vestirse allí mismo. Me giro mirando hacia el ventanal, siento que me he arden las mejillas.

    - Ya puedes girarte – me dice riendo. Yo miro un poco de refilón para comprobar que es cierto, y sí, ya está vestido. Lleva unos tejanos negros y una camiseta verde oscuro de manga corta. Me giro y lo miro directamente.

    - ¡Ven! Desayunemos… - me indica señalando la mesa. Me acerco tímidamente hacia la silla que tengo más próxima. De pronto veo que se acerca y me aparta la silla para que me siente.

    - Gracias, pero puedo sola – le digo molesta.

    - Lo sé, pero soy un caballero, aunque no lo creas – me dice fanfarrón.

    - ¡Mira qué bien! – exclamo bajito para mí, pero él me escucha y se ríe.

    Empezamos a desayunar lo que nos han traído y, a pesar de la gran variedad, yo me decanto por el zumo de naranja y tostadas de mantequilla con mermeladas de diferentes sabores.

    - Prueba esta – me dice acercándome su tostada. – Es de arándanos silvestres y moras –

    - ¿En serio? – le pregunto asombrada y él me confirma con la cabeza y su típica sonrisa. Muerdo la tostada y el sabor es tan bueno que me hace cerrar los ojos para disfrutarlo. – ¡Ummm! ¡Qué bueno! – le digo abriendo los ojos.

    - Si sigues haciendo cosas como esta, no podré controlarme – me dice seductor.

    - ¿Qué he hecho ahora? – le pregunto retadora. No recibo contestación, solo me mira sonriendo de lado. Me paso la lengua por los labios para retirar el sobrante de mermelada.

    - A la mierda el desayuno – me dice levantándose a gran velocidad de su silla y viniendo hacia mí, cogiéndome en brazos y llevándome hasta la cama, tirándome sobre ella y él sobre mí.

    - Pero ¿Qué crees que estás haciendo, Malfoy? – le grito mientras lo empujo para quitármelo de encima. Él me besa el cuello con desesperación. - ¡Para! ¡Para! -

    Frena su ataque y me mira con una sonrisa perversa.

    - Prefiero comerte a ti que al desayuno – me dice pícaro.

    - ¡Esto no tiene gracia, Malfoy! – le digo seria.

    - No estoy bromeando... Déjame probarte – me dice juguetón.

    - ¡No! – le grito, pero se ahoga en su garganta cuando sus labios asaltan los míos y me besa de forma suave pero posesiva, invadiendo mi boca con su lengua.

    En cuestión de segundo nos empieza a costar respirar a los dos. Mi corazón va a mil por hora y tengo las mariposas revolucionadas. Forcejeo para que me suelte, pero lo único que consigo es que me agarre las muñecas por encima de la cabeza sin deshacer el beso, colocándomelas junta para sujetarlas con una mano. La otra mano la pone en mi muslo y empieza a acariciarlo lentamente, ascendiendo por debajo del vestido hasta llegar al borde de las braguitas. Siento a su amiguito despierto sobre mi vientre y el miedo empieza a invadirme. Sin pensármelo dos veces le muerdo el labio.

    - ¡Ah! – grita separándose, casi sin aliento, y mirándome serio. - ¡Me has mordido! –

    - No me dejabas más opción… – le digo en un susurro por la falta de aire. - ¡Suéltame, por favor! ¡Para! –

    - De acuerdo - me dice y me suelta, levantándose de la cama. Yo respiro aliviada y me incorporo quedando sentada sobre la cama.

    - Quiero ir a casa…, con mi tía – le digo seria.

    - ¡Ni lo sueñes! No vas a salir de aquí… - me dice serio, clavando su mirada en la mía.

    - ¿Qué? – le pregunto estupefacta.

    - Lo que oyes… - me confirma. - No saldrás de esta Mansión ni de esta habitación hasta que volvamos a Hogwarts -

    - ¡No puedes hacer eso! – me quejo levantándome y encarándolo. - ¡No puedes secuestrarme! –

    - Ya lo he hecho – me dice engreído.

    Me quedo helada y sin palabras mientras él se gira y se va hacia la puerta. Coge la varita de la cómoda, y diciendo un hechizo, sale de la habitación.

    Una vez la puerta está cerrada, corro hacia ella e intento abrirla. ¡Mierda! Sí que me ha encerrado… Tengo que pensar cómo salir de aquí. Miro a mi alrededor y veo el ventanal que da al balcón. Corro hacia allí e intento abrirlo. ¡Eureka! El ventanal se abre hacia afuera dejándome salir al exterior. Me acerco a la barandilla de piedra y puedo ver la distancia hasta el suelo… No es mucha, estamos en una primera planta y abajo está el jardín con césped, si me caigo, el suelo es más blando que el pavimento.

    Vuelvo a la habitación y echo una mirada rápida calculando opciones. Voy hacia la cama y cojo las sábanas, uniéndolas por un extremo con un nudo fuerte. Luego arranco una cortina y la uno por un extremo a la sabana. ¡Suficiente!

    Me voy con ellas hacia el balcón y ato un extremo de la cortina a uno de los barrones de piedra, soltando el resto por fuera de la barandilla. ¡Genial! Casi llega al suelo. Paso por encima de la barandilla y me agarro a la cortina fuertemente para deslizarme sobre ella hacia abajo. Ya he pasado la cortina y he llegado a la primera sábana, continuando mi descenso. He llegado a la segunda sábana, quedándome un metro y medio para tocar tierra. Medio metro más abajo, siento como me agarran las piernas con un brazo y la cintura con otro, cayendo así en los brazos de mi secuestrador.

    - ¡Ahhh! ¡No me fastidies! – grito, cabreada. - ¡Suéltame! –

    - ¿Dónde pensabas ir, Cenicienta? – me pregunta burlón mientras camina hacia la entrada de la Mansión. Una vez en el camino que lleva a la entrada escucho gritos.

    - ¡Suéltala, Malfoy! – grita a una voz conocida. Miro y es Harry apuntándonos con la varita y caminando a paso firme.

    Automáticamente Draco me baja y me pone delante de él, con una mano en la cintura pegándome a su cuerpo y la otra, varita en mano, apuntando mi cuello. Harry se para en seco.

    - ¡Tira la varita Potter! – le grita.

    - ¡Suéltala! – le dice de forma más lenta.

    - No pienso soltarla… Ella es mía – le dice prepotente.

    - Draco, suéltame… No hagas esto. Comportándote así solo conseguirás que te odie… ¿Eso es lo que quieres? – le pregunto para convencerlo.

    - No… - me dice apenado en el oído.

    - Pues suéltame, por favor… - le digo sujetando la mano que tiene la varita para que la aparte.

    Él lo hace lentamente, sujetándome fuerte por la cintura para que no me vaya. Le retiro la mano lentamente y me suelto de su agarre, girándome para mirarlo a los ojos. Le agarro de la nuca y lo acerco a mí, dándole un tierno beso en los labios como despedida, beso que él me corresponde dulcemente. Me separo y lo suelto, alejándome lentamente de él.

    Camino hacia Harry y una vez estoy a su lado, me coge de la mano y caminamos hacia la verga de la Mansión. A medio camino oigo otro grito.

    - ¡No! ¡No la dejes ir! ¡Detenla! – grita Lucius a Draco desde un ventanal de la Mansión.

    Draco reacciona y sale corriendo tras nosotros. Harry y yo comenzamos a correr, con Draco pisándonos los talones.

    - Harry, sabes hacer el encantamiento desmemorizante? – le pregunto casi sin aliento.

    - Si, lo aprendí en segundo curso, cuando el profesor Gilderoy Lockhart se desmemorizó a sí mismo – me responde también sin aliento.

    - Necesito que se lo lances a Malfoy, borrándome solo a mí de su mente – le digo mirándolo. - ¿Podrás? -

    - Creo que si – me dice.

    - ¡Vale! ¡Ahora! – le digo parándonos en seco. Malfoy se para también y blande la varita contra nosotros.

    - ¡Expelliarmus! – grita Harry, haciendo saltar la varita de Draco lejos de él y dejándolo desarmado. - ¡Obliviate! – vuelve a gritar y un rayo verde-azulado sale de su varita dando de lleno en el rubio que cae al suelo desmayado.

    Vemos a Lucius salir por la puerta de la Mansión y corremos los pocos metros que nos quedan hasta la verja. La atravesamos y Harry coge su escoba, la Saeta de Fuego, y se monta haciendo yo lo mismo tras él. Me agarro fuerte a su torso y la escoba sale disparada por el aire… dirección a casa.
     
  19. Threadmarks: Parte II - Capítulo 1: Dementores
     
    Andromeda

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    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    63
     
    Palabras:
    2244
    Capitulo 1 - Dementores.jpg

    Tras el desastroso cumpleaños de Harry, mi tía me tiene bajo vigilancia severa. Le he contado todo lo que pasó y que desmemoriamos al rubio platino para que deje de molestarme. Ella no está segura de que eso funcione realmente, ya que cabe la posibilidad, de que recobre los recuerdos sobre mí y sea peor el remedio que la enfermedad. Yo albergo la esperanza de que eso no pase y consiga tener un curso sin problemas.

    Ha pasado casi medio mes desde el incidente y el ambiente no se ha relajado en absoluto. Falta poco para el comienzo del curso escolar y, a duras penas, he convencido a mi tía para poder ir a visitar a Harry y quedarme en casa de Sahra a dormir antes del comienzo de las clases.

    Hoy es un día muy caluroso, treinta y cinco grados según la aplicación del móvil, así que me he decantado por una camiseta de tirantes blanca y unos shorts tejanos. Una trenza en el pelo y las nuevas converse tejanas complementan el vestuario, sin olvidar mi inseparable ojo de Horus colgado al cuello… ¡Claro!

    El Sr. Filch me ha traído hasta la casa de los Dursley, donde Harry y yo hemos decidido dar una vuelta para estar solos y hablar. Caminamos por un gran descampado que lleva a un parque infantil. Comentamos sobre lo que paso en el cementerio, cosa que ayuda cuando se tienen constantes pesadillas sobre eso… Nos sentamos cada uno en un columpio y también hablamos sobre lo que pasó en la Mansión Malfoy ya que Harry se siente mal por lo que le hicimos a Draco. Yo intento convencerle de que es lo mejor para él… para todos.

    Vemos a una madre llamando a su hijo para volver a casa, prometiéndole prepararle la cena que él quiera. Harry los mira con melancolía… le acuerda a su madre… a la vida que podría tener si no se la hubieran arrebatado, y eso lo entristece. A mí también me recuerda a “mi madre” pero yo apenas estuve con ella, y tengo a mi tía que la ha sabido suplantar perfectamente, y no me siento tan abandonada como él, ya que su tía es como un grano en el culo. Hablando de granos en el culo... veo llegar a Dudley y a sus cuatro amigos.

    - ¡Eh, Grandullón! – lo llama Harry. - ¿Pegando a otro crío de diez años? –

    - Este se lo merecía – le responde su primo.

    - ¡Sí! – responden los otros cuatro al unísono.

    - Cinco contra uno… ¡Que valiente! – les dice Harry irónico.

    - Mira quien fue a hablar… El que se pasa las noches gimiendo… Al menos a mí no me asusta la almohada – se burla su primo y sus amigos se ríen. - ¡Eh, Sophi! ¿Estando tan buena, por qué sigues con este perdedor llorica? – me pregunta chulo.

    - Tal vez porque al que tú llamas perdedor llorica, es en realidad un VALIENTE capaz de enfrentarse a innumerables peligros de los cuales, tú, te cagarías vivo. Tal vez porque él es mi HEROE, por salvarme la vida en varias ocasiones… - le protesto orgullosa y miro a Harry cogiéndole la mano. Él me la acepta y me sonríe.

    - No parece un héroe cuando lloriquea como un bebé pidiendo por su mamá… – se sigue burlando. - ¿Dónde está tu mamá? – le pregunta hiriente.

    - ¡Uhhh! – dicen los otros cuatro entre risas.

    - ¿Dónde está tu mamá Potter? ¿Está muerta? ¿Está muerta Potter? – pregunta con mala leche.

    - ¡Uhhh! – dicen, de nuevo, los otros cuatro riéndose.


    - ¡Cállate! – le grita Harry levantándose del columpio, varita en mano, y colocándosela en el cuello a su primo.

    - ¡Eso es muy cruel Dudley! – exclamo enfadada levantándome también del columpio y acercándome a Harry para sujetarlo del brazo para que no haga una locura.

    De pronto el cielo se pone negro y un viento muy fuerte nos sorprende.

    - ¿Qué pasa? ¡Vámonos! ¡Dudley venga, vámonos! Dudley, esto es muy raro… - dice uno de sus amigos tirando de los otros para salir corriendo.

    - ¿Qué estás haciendo? – le pregunta su primo muy serio.

    - ¡Yo no estoy haciendo nada! – le contesta separando la varita de su cuello y mirando alrededor. Termina mirándome a mí confuso. Yo empiezo a temblar, acabo de caer en la cuenta de donde estoy.

    - ¡Dementores, Harry! ¡Son Dementores! – le digo nerviosa sin soltarlo.

    - ¿Estás segura? – me pregunta mirándome asustado.

    - ¿En serio Harry? – le pregunto irónica a pesar de lo asustada que estoy.

    - ¡Claro que estas segura! – me dice como disculpa - ¡Corre! – me grita tirando del brazo de su primo para que también corra.

    Corremos desesperadamente a través del descampado y ya casi llegando al final, comienza a llover. Harry nos lleva hasta un túnel donde nos escondemos.

    - Harry, nos van a encontrar aquí – le digo casi histérica al ver el lugar.

    - ¿Seguro? – me pregunta mirándome nervioso. Yo le hecho una mirada de desconcierto. – Perdona, que pregunta más estúpida… claro que nos van a encontrar – me dice volviéndose a disculpar. - ¿Cuántos son? – me pregunta.

    - Dos – le respondo.

    Las luces amarillas del túnel comienzan a parpadear y un aliento frío sale de nuestras bocas. El miedo me invade. He elegido mal día para venir… De pronto entra por donde nosotros entramos antes un Dementor que agarra a Harry y lo pega a la pared a medio metro del suelo. Dudley y yo salimos corriendo en cuanto vemos a otro entrar en el túnel. Este nos persigue y, haciendo un giro rápido me deslizo por debajo de él en dirección contraria, pasando el Dementor de largo persiguiendo al pobre primo. Dudley resbala con un charco y cae de culo deslizándose un metro hasta quedar tumbado en el suelo. Veo como los Dementores empiezan a succionar sus vidas, por así decirlo. Miro a Harry como intenta sacar su varita del bolsillo del pantalón.

    - ¡Sophi! – me grita Harry como puede. Me giro y frente a mí un Dementor… a este no lo esperaba... ¿Por dónde ha entrado?

    De pronto me agarra por la cintura con su mano de dedos largos, fríos y huesudos, acercando su rostro cadavérico a mí. Empieza a absorberme a mí también. La sensación en muy extraña, como si me quitara la vida lentamente. Oigo caer a Harry al suelo y su varita rebotar. Lo escucho arrastrarse por el suelo.

    - ¡Expecto Patronum! – le escucho gritar y una luz reflejada en la pared del túnel me indica que funciona.

    Pronto puedo ver la ráfaga de luz llegar por mi espalda y como el Dementor me suelta de golpe, haciéndome caer de culo, para salir huyendo. Después lanza la luz hasta el Dementor que tiene a Dudley, el cual también sale expulsado del túnel.

    - ¿Estas bien? – me pregunta Harry dándome la mano para levantarme.

    - ¡Si! – le contesto aceptándola y poniéndome de pie. - ¿Y tú? – le pregunto. El asiente confirmando que lo está. – Eran tres Harry… el futuro ha cambiado – él me mira preocupado.

    Nos acercamos a Dudley para ver como esta, el cual parece medio desmayado. Por la entrada por donde entramos aparece una señora con un carrito.

    - ¿Sra. Figg? – le pregunta Harry confuso.

    - No guardes la varita Harry… Podrían volver – le dice la señora del gorro de plástico en la cabeza. - ¡Vamos! – nos indica.

    Entre Harry y yo ponemos de pie a Dudley y lo ayudamos a caminar para ir a casa. Una vez estamos en la calle de la casa del primo, la Sra. Figg comienza a hablar.

    - Dementores en Little Whinging… ¡Lo que nos faltaba por ver! Este mundo está patas arriba - habla como para ella en voz alta.

    - No lo entiendo… ¿Cómo sabe usted…? – no deja a Harry terminar la frase.

    - Dumbledore me pidió que estuviera pendiente de ti – le confirma.

    - ¿Dumbledore se lo pidió? ¿Conoce a Dumbledore? – le pregunta asombrado.

    - ¡Aja! – le afirma – Después de quien tú ya sabes regresara, no esperarías que te dejaran andar por ahí solo… ¡Por Dios, hijo! Me dijeron que eras inteligente… Ahora entrad y no salgáis. Pronto alguien se pondrá en contacto con vosotros. – nos indica empujando a Harry para que entremos en la casa.

    - Chiquitín, ¿Eres tú? – pregunta Petunia desde el sofá. En cuanto nos ve aparecer por la puerta se levanta asustada. – ¿Dudley? Vernon, ven rápido… Vamos a tener que llevarlo al hospital – le dice a su marido mientras este sale de la cocina acercándose a su mujer e hijo.

    - ¿Quién te ha hecho esto, hijo? – le pregunta el Sr. Dursley a su vástago. El muy tonto señala a Harry que está a mi lado sentado en un taburete alto.

    - ¿Ya estamos contentos? ¿Eh? Al final lo has hecho… Al final lo has vuelto tonto – acusa a Harry.

    - ¿Qué? – le digo incrédula y los dos adultos me dan una mirada rápida. – Ya era así de tonto – digo bajito y Harry sonríe.

    - ¡Vernon, no digas eso! – le replica su mujer.

    - ¿Qué? Mírale bien Petunia… nuestro hijo se ha quedado bobo. He llegado a mi límite. Esta es la última tontería que te consiento.

    - Harry no ha hecho nada… Si no hubiera sido por él, Dudley y yo, ahora, estaríamos muertos. – le protesto.

    El Sr. Dursley me mira incrédulo cuando aparece una lechuza con un sobre en las garras. Se dá un trastazo y suelta la carta para luego recomponerse y salir volando de nuevo. La carta flota en el aire y comienza a hablar.

    - Estimado Sr. Potter… - comienza a decir el sobre.

    - ¿Qué? – pregunta Harry extrañado.

    - Ha llegado a conocimiento del Ministerio que, a las seis y veintitrés de esta tarde, ha convocado el hechizo Patronus en presencia de un muggle. – dice el sobre – Al haber violado claramente el decreto para la razonable restricción del uso de magia en menores, queda por la presente, expulsado de la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Con mis mejores deseos. Mafalda Hopkirk. – dicho esto se cierra el sobre y cae al suelo.

    - ¡Justicia! – dice el Sr. Dursley. Entre los dos adultos cogen a Dudley y salen de la casa para llevárselo al hospital. Harry y yo nos quedamos plantados en el salón, sin saber qué hacer.

    - Harry, escribiré a Sahra y le diré que me ha surgido algo y llegaré tarde – le digo mientras tecleo en el móvil un mensaje de WhatsApp. – No te dejaré solo -

    - Gracias… - me dice con una leve sonrisa - ¡Ven! Vayamos a mi cuarto – me dice cogiendo mi mano y tirando de mí escaleras arriba.

    Noto lo enfadado que está por la injusta carta del Ministerio, cuando una vez dentro de la habitación, golpea la pared con el puño. Hedwig se asusta y él le pide disculpas. El retrato de sus padres cae al suelo debido al impacto y él se lo queda mirando para luego agacharse y recogerlo. Lo lleva hasta la mesita de noche y lo coloca allí, mirándolo melancólico.

    - Harry, no estés triste…Dumbledore lo arreglará – me aventuro a contarle un poco de su futuro inmediato mientras me acerco a él y lo abrazo.

    - No sé si podrá arreglarlo… ya has escuchado la carta del Ministerio – me dice preocupado devolviéndome el abrazo.

    - Si, la he escuchado igual que tú, pero el profesor no se dará por vencido. Ya sabes que las injusticias no van con él. – le digo separándome y sonriéndole.

    - Sabes que pasará ¿verdad? – me pregunta mirándome a los ojos.

    - ¡Si! Por eso te lo digo. ¡Ven! sentémonos y hablemos – le digo sentándome en su cama y el imitándome.

    - Sabes que no puedo contarte nada porque eso puede hacer que el futuro cambie – le explico y el asiente. – Pero puedo guiar un poco los acontecimientos, esperando que no se modifiquen mucho las cosas… A ver cómo te lo explico… Hoy Cedric debería estar muerto a manos de Cola-gusano, pero evité su muerte haciendo que no viajara con nosotros al cementerio. -

    - Por eso le golpeaste… – me mira entendiendo.

    - Correcto… Pero su muerte, a mis ojos, no era relevante… Ósea, que si está vivo o muerto no cambia mucho la historia… por eso lo salve. Bueno, sí que la cambia un poco… ya no besaras a Cho –

    - ¿Qué? – me pregunta algo molesto.

    - Lo siento Harry… Lo tuyo con Cho no tenía futuro así que, eso que te ahorras – le digo encogiéndome de hombros y él me mira algo enfadado. – Harry, tu sabes que te quiero hasta el infinito y más allá, pero… ¡un beso no compensa una muerte! Aunque fuera tu primer beso… –

    - Tienes razón… ¡perdona! Pero no hubiera sido mi primer beso, ¿lo recuerdas? – me pregunta sonriendo.

    - Cierto… - le respondo. No pienso decirle que lo besé por eso mismo. Él se queda pensativo mirando al suelo y sonríe. Mientras que lo recuerde con cariño al igual que yo, eso es suficiente, ya llegaran los de amor más adelante. – Harry, deberías descansar un poco. Duerme que yo me quedo vigilando hasta que vengan por ti – le digo levantándome y empujándolo para que se recueste en la cama.

    - ¿Vendrán por mí? – me pregunta esperando respuesta.

    - ¡Si! Y no preguntes más… duerme – le exijo.

    - ¡Quédate conmigo! – me suplica cogiéndome la mano fuerte.

    - Tranquilo, me quedo a tu lado – lo tranquilizo echándome a su lado en la cama.
     
    Última edición: 26 Diciembre 2022
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    Andromeda

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    Capitulo 2 - La casa Black.jpg

    Un grito a mi lado me despierta sobresaltada. Me incorporo en la cama y veo a Harry también incorporado y respirando con dificultad… otra pesadilla. ¡Ese cabrón se sigue metiendo en su cabeza!

    - ¡Harry, tranquilo! – le digo haciendo que me mire para que se serene. – Es una pesadilla, estoy aquí contigo… ¡Tranquilo! -

    Él me mira y me abraza, cosa que yo también hago. Siento su corazón latir a mil por hora. Cuando parece que ya se está calmando, se escucha un sonido abajo. Harry se levanta de la cama y coge su varita para apuntar hacia la puerta mientras, con la otra mano, me retiene a mí sentada en la cama para que no me mueva. Nos quedamos en silencio expectantes y minutos después, vemos como el pomo de la puerta comienza a girar muy despacio. La puerta se abre lentamente y una pequeña luz se vislumbra.

    - ¡Que limpios son estos muggles? – dice una voz femenina.

    - Tonks, no empieces – le regaña una masculina.

    - Anti-natural – le protesta la misma voz femenina.

    - ¡Oh! ¡Perdón! No interrumpimos nada… ¿verdad? – nos pregunta la voz masculina una vez abierta la puerta.

    - ¡No! – decimos los dos al unísono.

    - Profesor Moody, ¿Qué hace aquí? – pregunta Harry sorprendido.

    - Rescataros, claro – le responde el profesor. - ¡Vamos! – nos indica con la mano para que los sigamos.

    Harry me coge la mano para ayudarme a levantarme y poder seguirlos, escaleras abajo, hasta salir de la casa.

    - ¿Dónde vamos? – pregunta Harry. – La carta decía que estaba expulsado de Hogwarts –

    - Pues no es así… ¡Aún no! – le confirma el profesor. – Tonks, toma posición – le dice a la mujer.

    - ¡A la orden! – le responde como si de un soldado se tratase.

    - Pero la carta decía… - le replica Harry.

    - Dumbledore a persuadido al Ministro para que suspenda tu expulsión a expensas de una vista formal – le explica el Sr. Shackelbot, el tercero en el rescate.

    - ¡Una vista! – repite Harry.

    - ¡Aja! – reitera el profesor.

    - No te preocupes Harry… Te explicaremos todo cuando volvamos al cuartel – le dice Tonks.

    - ¡Aquí no Nymphadora! – le regaña Moody a la chica.

    - No me llames NYMPHADORA – se queja Tonks cambiando el color de su pelo a rojo intenso.

    - Bueno, yo me voy ya… me esperan. ¡Nos vemos Harry! – me despido para irme a casa de Sahra.

    - ¿Dónde cree que va, jovencita? – me pregunta el profesor serio mientras me corta el paso con su bastón.

    - A casa de mi amiga… Harry ya está a salvo – le digo mirándolo un poco asustada.

    - Ni lo piense, Srta. Queen… - me dice el profesor - Usted también vendrán con nosotros… Su vida ha estado en peligro al igual que la de Harry y la profesora McGonagall está muy preocupada, así que, ¡Atención! ¡Todos en formación! No rompan filas, aunque uno de nosotros muera. – ordena Moody. – Srta. Queen, usted irá con el Sr. Potter – me ordena ahora a mí. Yo asiento y me coloco tras Harry. No será mi primer vuelo en escoba con él…

    Una tras otras se elevan las escobas por el aire cogiendo cada vez más velocidad. Yo me aferro al torso de Harry con fuerza y siento como la respiración se me corta. Las luces de la ciudad pasan a gran velocidad a nuestro lado mientras sobrevolamos el Támesis. Nos acercamos demasiado a un gran barco que lo surca y con un rápido movimiento Harry lo esquiva. A partir de ese momento cerré los ojos y no los abrí hasta que la escoba descendió y toqué el suelo con los pies.

    Estábamos tras una verja que dá a una calle con poco tránsito.

    - ¡Vamos! – dice el profesor Moody abriendo la verja y saliendo a la calle. Todos lo seguimos.

    Una vez en la carretera, frente al edificio, da tres golpes con su bastón. De pronto los edificios empiezan a moverse haciendo aparecer otro entre medias.

    - ¡Adelante hijo! – le dice a Harry para que entre por la puerta. Tras Harry entro yo y tras de mí, el resto. El pasillo es muy estrecho y lúgubre. Caminamos muy despacio y al fondo se escuchan voces. De pronto siento como el profesor Moody me aparta hacia la pared y luego a Harry, para pasar él primero seguido de los otros dos componentes de la operación rescate.

    Vemos al fondo del pasillo una sala y varios adultos reunidos, el que más destaca Sirius Black.

    - ¡Harry! ¡Sophi! – nos saluda la Sra. Weasley cortándonos la visión.

    - Sra. Weasley – decimos los dos al unísono.

    - ¡Gracias al cielo que estáis bien! – nos dice dándonos un achuchón a los dos al mismo tiempo.

    - Que paliducho - le dice a Harry – A ti, por el contrario, te veo muy bien – me dice sonriendo y yo le devuelvo la sonrisa en agradecimiento por el cumplido. Las tardes de sol en el jardín han dado los efectos deseados… no estoy morena, pero si tengo buenos niveles de melanina. – Me temo que la cena tendrá que esperar a después de la reunión – nos dice.

    - Hablando de… - le empieza a decir Harry, pero ella lo corta.

    - No… Ya te explicare… Ahora derechitos arriba. Primera planta a la izquierda. –

    Los dos asentimos y comenzamos a subir las escaleras. Yo aprovecho pare escribirle a Sahra y decirle que al final no podré ir a su casa a dormir, que ha surgido un problemilla y tengo que volver a casa con mi tía.

    Cuando llegamos a la primera planta vemos a un elfo domestico muy feo y con muy malas pulgas. Esta refunfuñando todo el rato y nos mira mal. Harry abre la puerta de la izquierda y entra mientras yo le sigo sin dejar de mirar al elfo que me recuerda al de Malfoy.

    - ¡Harry! – me asusto al escuchar el grito de Hermione y la veo como lo abraza fuerte. ¿Estás bien? – le pregunta más calmada soltándolo. Él asiente con la cabeza.

    - ¡Sophi! – me grita ahora a mí y se lanza a abrazarme.

    - ¡Hola guapa! – la saludo abrazándola un poco asustada. Es tan eufórica que a veces da miedo.

    - Les hemos oído hablar del ataque de los Dementores. ¡Tenéis que contárnoslo todo! – nos dice mi amiga separándose de mí y mirándome expectante.

    - Déjales respirar Hermione – le dice Ron calmado a su lado.

    - Y la vista del Ministerio. ¡Es indignante! Lo he consultado y no pueden expulsarte… Es completamente injusto – sigue exponiendo sus ideas a Harry sin hacer caso a Ron.

    - Sí, sí, pero ya estoy acostumbrado a ello – le dice el pobre Harry caminando por la habitación. - ¿Qué lugar es este? – pregunta intrigado.

    - El Cuartel General – dice Ron.

    - De la Orden del Fénix. Una sociedad secreta. Dumbledore la fundo tras enfrentarse por primera vez a quien tú ya sabes – nos aclara Hermione.

    - ¿Y no podríais haberlo comentado en una de vuestras cartas o cuando nos vimos? – les pregunta Harry molesto. – Me he pasado el verano sin la menor noticia de esto –

    - Queríamos escribirte sobre esto tío, en serio, pero… ¡Hermione! – le pide ayuda Ron.

    - Dumbledore nos hizo jurar que no te diríamos nada. – le dice la castaña.

    - ¿Dumbledore dijo eso? – les pregunta a los dos - ¿Tú lo sabias? – me pregunta mirándome serio.

    - ¿Por qué me preguntas si ya sabes la respuesta? – le pregunto yo seria.

    - ¿Tú lo sabias? – me preguntan al unísono la castaña y el pelirrojo.

    - Sí, pero no preguntéis… Es largo y difícil de contar – les digo mirando a mi alrededor, mientras camino por la habitación hasta estar cerca de Harry.

    - ¿Porque iba a querer ocultármelo? No se… tal vez podría ayudar, al fin y al cabo, nosotros fuimos quienes vimos regresar a Voldemort y yo fui quien se enfrentó a él – se queja Harry con motivo.

    - ¡Harry! – dice George apareciendo de pronto y poniendo su mano en el hombro de Harry.

    - ¡Sophi! – me dice a mí Fred asustándome al aparecer por arte de magia tras de mí. Nota el susto que me ha dado y me abraza para reconfortarme.

    - Nos ha parecido oír tu dulce voz – dice Fred tirando de mí hasta sentarse en la cama y colocándome a su lado.

    - No te reprimas amigo, ¡desahógate! – dice George sentándose junto a su hermano, al otro lado. Harry los mira confuso.

    - Pero bueno, si habéis acabado de gritar… - nos dice Fred.

    - ¿Os apetece oír algo más interesante? – pregunta George.

    Todos asentimos y los seguimos hasta la escalera. Nos colocamos alrededor del hueco de la misma y Fred comienza a bajar una gran oreja enganchada por un cable a otra oreja que sujeta con la mano. Según va bajando se va oyendo la conversación que mantienen los adultos en la habitación de abajo.

    - Si alguien tiene derecho a saberlo es Harry. Si no hubiera sido por él nunca hubiéramos sabido que Voldemort había vuelto. Ya no es un crío, Molly. – la voz de Sirius.

    - Ni tampoco es un adulto. No es James, Sirius – la voz de la Sra. Weasley.

    - No es tu hijo – la voz de Sirius.

    - Como si lo fuera. ¿A quien más tiene? – la voz de la Sra. Weasley.

    - ¡Hola, Ginny! – saluda Harry al ver a Ginny acercarse al grupo. Yo la abrazo por los hombros ya que la tengo al lado.

    - Me tiene a mí… – la voz de Sirius. Esa afirmación me parte el corazón…

    - Que tiernamente paternal Black… Tal vez Potter acabe siendo un delincuente como su padrino – la voz de Snape.

    - No te metas en esto Snivellus – la voz de Sirius.

    - Snape forma parte de la orden – dice Harry asombrado.

    - ¡Idiota! – dice Ron.

    - Aunque Dumbledore diga que te has reformado… - la voz de Sirius.

    - Se lo que me digo – la voz de Snape. - Además está el asunto de Queen… -

    El gato de Hermione intenta coger la oreja y por mucho que le decimos desde arriba que se esté quieto, el gato va a su bola, hasta que al final se hace con ella y adiós al espionaje.

    - Odio a tu gato Hermione – le dice Ron con motivos.

    Acaban la reunión y nos llaman para cenar.

    - Bueno, hoy cenaremos en la cocina – nos dice la Sra. Weasley cuando nos ve bajar por las escaleras - ¡Ay! Que se os permita hacer magia no significa que tengáis que echar mano de la varita para todo – les regaña a los gemelos por aparecer tras ella y asustarla.

    - ¡Hola, mamá! – saluda Ginny a su madre y la aludida asiente.

    - ¿Tienes hambre Harry? – le pregunta al moreno con una sonrisa.

    - ¿Seguro que os encontráis bien? ¡Nos hemos llevado un buen susto! – nos pregunta la Sra. Weasley - ¡Sobre todo tu tía, cariño! Minerva era un manojo de nervios… pero ya la hemos tranquilizado, le hemos dicho que estabas bien y que no hacía falta que viniera – me informa y yo se lo agradezco con una sonrisa.

    - Harry Potter – dice Sirius al verlo de frente.

    - Sirius – le dice Harry abrazándolo fuerte.

    - Y tú debes ser Sophia Queen – me saluda después de soltar a Harry.

    - Sr. Black, un placer – le saludo extendiendo mi mano.

    - Vaya… Sabes quién soy – me dice con una leve sonrisa.

    - Claro, Harry no para de hablar de usted y me ha dicho que estaba aquí cuando hemos llegado – miento descaradamente y Harry me mira con reproche. Yo le hago un gesto con los ojos a Harry para que me siga el rollo. Sirius sonríe más ampliamente.

    Nos sentamos todos en la larga mesa para cenar de una manera muy animada. Yo estoy junto Harry, cerca de Sirius.

    - Esto es muy, muy peculiar. – comienza a decir Sirius – Según parece tu audiencia del Ministerio será ante el pleno del Wizengamot.

    - No lo entiendo… ¿Que tiene el Ministerio contra mí? – le pregunta Harry.

    - Enséñaselo… lo descubrirá tarde o temprano – le dice Sirius al Sr. Shackelbot, el cual le muestra el periódico a Harry.

    Harry mira el periódico y me lo enseña para que yo también lo vea. Se puede apreciar una foto en movimiento de los dos, sacada del Torneo de los Tres Magos y como titular:

    El Profeta

    ¿El chico que miente? ¿Influencia de una muggle?

    - ¡No me lo puedo creer! – digo perpleja – Nos acusan a los dos, pero solo van por Harry ¿Por qué? – le pregunto confusa.

    - Harry es mago y tú no… Es más fácil ir por él. También han atacado a Dumbledore – nos informa Sirius.

    La imagen del periódico cambia a la foto en movimiento del Ministro Fudge y también el titular:

    El Profeta

    Fudge: “Todo va bien”

    - Fudge está usando todo su poder, incluyendo su influencia con El Profeta para desacreditar a todo aquel que diga que el Sr. Tenebroso ha regresado – nos explica Sirius.

    - ¿Por qué? – pregunta Harry.

    - El Ministro piensa que Dumbledore quiere su puesto – dice el profesor Lupin.

    - Pero es una locura. Nadie en su sano juicio podría creer que Dumbledore… - le replica Harry.

    - Has dado en el clavo. Fudge no está en su sano juicio. – le dice Lupin - El miedo se ha apoderado de su mente. El miedo provoca que la gente haga cosas terribles, Harry. La última vez que Voldemort recobro poder, casi destruye todo lo que nos era querido. Ahora ha regresado y me temo que el Ministro hará casi cualquier cosa para evitar enfrentarse a esa aterradora verdad – nos explica el profesor Lupin.

    - Pensamos que Voldemort quiere reclutar de nuevo a su ejército – prosigue Sirius - Hace catorce años tenía a un gran número de discípulos y no solo brujas y magos, sino todo tipo de oscuras criaturas. Ha estado reclutando sin descanso y nosotros intentamos hacer lo mismo… Pero ganarse adeptos no es lo único que le interesa... – dice Sirius y Moody carraspea para callarlo - Creemos que Voldemort va detrás de algo… -

    - ¡Sirius! – le advierte Moody.

    - Algo que no poseía la última vez… - nos dice Sirius inclinándose hacia adelante y mirándonos a ambos.

    - ¿Te refieres a un arma? – le pregunta Harry y después me mira angustiado.

    - ¡No! ¡Basta ya! ¡Es solo un crio y ella ni siquiera es bruja!... Es suficiente… Lo único que falta es que los reclutéis para la orden – protesta la Sra. Weasley mientras recoge el periódico y lo dobla para quitarlo de nuestra vista.

    - Bien… quiero entrar. Si Voldemort está reclutando un ejército, yo quiero luchar… - anuncia Harry convencido.

    - Yo estoy con Harry… – le digo y él coge mi mano bajo la mesa. Todos me miran y Sirius le guiña el ojo a Harry en gesto de complicidad y a mí me sonríe.

    - Sophi… el profesor Lupin te llevará a casa con Minerva. Dumbledore quiere hablar contigo antes del juicio de Harry – me dice la Sra. Weasley. Yo asiento y todos nos levantamos de la mesa. La Sra. Weasley manda a todos mis amigos a la cama y yo me despido de ellos para irme con el profesor.

    - Harry – lo llamo, apartándolo a un lado – No te preocupes… ¡Todo va a salir bien! – lo tranquilizo sujetándole las manos y enfatizando las últimas palabras para que entienda el mensaje.

    - ¡Te creo! – me responde mirándome a los ojos y sonriendo.

    - Tengo que irme. Nos vemos en dos días en el Ministerio – me despido y me acerco para darle un beso en la mejilla, pero un leve movimiento de cabeza por su parte y el beso aterriza en sus labios. Siento como me devuelve el beso… tan suave… que me quedo petrificada. Me separo de él despacio para no darle importancia y sentir que aquí no ha pasado nada…

    Me giro a buscar al profesor para irnos y veo que tanto Lupin como Sirius han visto la escena. ¡Dios! ¿Qué se pensarán ahora? Mejor no pensarlo…

    - Y bien, profesor… ¿y cómo iremos a casa? – le pregunto sonriente intentando disimular la tensión que siento.

    - Por la chimenea – me confirma con una sonrisa.

    - ¿Polvos Flu? – le pregunto alucinada y el asiente.

    - ¿Has viajado alguna vez así? – me pregunta acercándose a mí y, ejerciendo de profesor, nos aproximamos a la chimenea.

    - No… nunca… ¿duele? – le pregunto nerviosa. Veo a Harry junto a Sirius riéndose de mi comentario.

    - No, no duele. Tu agárrate a mí… – me dice sonriendo. Yo me sujeto al profesor por su cintura mientras él me sujeta fuertemente por los hombros. Me siento como si me fuera a tele-transportar desde el Enterprise.

    - Bonita chica – escucho decirle Sirius a Harry. Él lo mira y sonríe.

    – ¡Hogwarts! – exclama el profesor Lupin soltando los polvos enérgicamente y yo automáticamente cierro los ojos… ¡Mierda! ¿Estaban hablando de mí?
     
    Última edición: 26 Diciembre 2022
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