Teodoro se preparaba para su primer día en la escuela. Viviendo en casa con su madre, que rara vez salía, poco contacto había tenido con los niños de su edad. Por lo mismo, su madre le dijo antes de acostarse el día anterior: —Tienes que portarte bien mañana —mientras le acariciaba la cabeza, sabiéndolo peleonero— y recuerda que a las niñas no se les pega, ni se te ocurra. Luego de aquello, la madre se despidió con un beso en la frente y apagó la luz antes de salir del cuarto. Teodoro se quedó en silencio pensando en aquello, meditando en su mente de niño hasta que el sueño lo venció y se dejó llevar. A la mañana siguiente, Teodoro se levantó temprano y su madre lo dejó vistiéndose solito -qué orgullo le daba- mientras se iba a preparar el desayuno. Al rato lo siente salir de su habitación y le llama la atención el ruido que hace mientras camina por el pasillo. No se altera de todos modos y espera pacientemente verlo entrar por la puerta de la cocina. Gran sorpresa se lleva al ver que, sobre la ropa que le había preparado para aquel día, se había colocado el casco de ciclista que le habían comprado para navidad con la bicicleta, junto con las rodilleras y coderas, además de varios cojines y trozos de cartón que se había amarrado a modo de armadura. —¿Qué haces con todo eso? —le preguntó entonces entre risas—. La escuela no es tan peligrosa. —¿Cómo que no? —responde Teodoro un tanto sorprendido dentro de su armatoste improvisado—. Si a las niñas no se les puede pegar, eso significa que a mí sí.
Ay, qué tierno. Yo pienso que al final Teodoro se llevará a todo mundo por delante, si ya tiene su fama hecha, ¿realmente palabritas de la noche anterior van a frenarlo? Jáh, una parte de mí lo duda firmemente. Había pasado tiempo desde que publicaste, no te pierdas tanto. En fin.
Ay qué bonito. Escritos como relatando la bella inocencia que abunda en la niñez es muy bonito. Su idea de protección me ha dado gracias, porque aunque puede defenderse de otros niños al ser peleonero, de alguna forma tendrá que amortiguar los golpes que le den las niñas al no poder regresárselos, ¿eh? Lindo escrito en verdad ^u^ Hasta otra.
Me ha gustado mucho, como siempre. La verdad, es que me ha hecho reflexionar la frase final que dice Teodoro, ya que bueno, a parte de lo que ya es evidente, me parece que con esto, quiere hacernos reflexionar sobre la necesidad de la igualdad de género, ya que... no es necesario sobreproteger a un determinado género, si no, que lo realmente necesario es que sean iguales, completamente y que ya, en sí misma, la violencia no exista, ni de género, como es el caso que expresa este relato, ni de ningún otro tipo. Me ha parecido muy tierno Teodoro la verdad, pero al mismo tiempo, me ha causado un poco de dolor ese final, no sé ni cómo explicarlo, ya que bueno, es como... que me duele el pensar que así es, que como chico también está desprotegido, porque la violencia de mujer a hombre, no se ve tanto. No sé, con este relato me haces pensar en varias cosas respecto a este tema, me gusta y al mismo tiempo, como que me deja pensando y que parece que no haya llegado a entenderlo del todo, espero que no sea el caso. Como siempre, redacción excelente y demás, te felicito, un bello escrito. Concuerdo con Bugs, echaba de menos leer cositas tuyas. :) ¡Un saludo!
Sí, pues , sería genial que la violencia no existiera, pero ella se presenta seguido xD Me gustó mucho la reacción de Teodoro, porque reflexionando en la palabras de su madre, llegó a la conclusión que no hay nada que pueda librarlo a él de los golpes por ser niño, salvo lo que haga para protegerse. Es una bonita enseñanza por parte de las madres que le dicen a sus hijos que a las niñas no se le pega, pero también debe decírseles a las niñas que a los niños tampoco se les pega, porque desafortunadamente hay niñas que, ¡cielos!, son abusivas con los niños y les pegan quizás aprovechándose de eso, de las buenas intenciones de las madres por educar a sus hijitos como respetables caballeros.
