A cualquier precio

A cualquier precio

Bien, es una sencilla historia que comenzó como un drabble y terminó en One-Shot. Por ende, la presenté al concurso de Historias de Amor. Gracias a Dios me fue bien -cosa que no esperaba-. Espero que sea de su agrado, y se acepta cualquier tipo de crítica (ok, insultos no. x'D )

Gracias...

A cualquier precio​

Sentados plácidamente, se encontraban aquellos dos individuos. Sus expresiones eran conjuntas: ambos reflejaban el triunfo.

–Ahora, recuérdame como fue todo aquello –pidió uno de ellos.
–Te contaré. ¿Recuerdas aquél día de carnaval, en la Quinta? Bien, ahí comenzó todo…

Yo sentía que alguien me miraba, que no perdía ninguno de mis movimientos. Me sorprendí al notar que era él, quien lo hacía. Si, el chico más lindo de la clase, el más popular. Era tan deseado por todas… ¿y para que negarlo? También lo era para mí.

Pero, ¿qué podía pretender? Yo no era ninguna belleza, en absoluto. Al contrario, cada vez que visitaba a mi espejo, él, sin desearlo, me lo confirmaba cada vez más. Mi nariz aguileña, mi cuerpo con pocas formas, un formato de rostro algo tosco… era fea. Si, irreversiblemente fea. ¿Acaso el joven más anhelado por todas me habría de mirar alguna vez? ¡Claro que no!

Bueno, al menos en eso estaba algo equivocada, porque si lo estaba haciendo. Si, me observaba sin quitarme los ojos de encima. Y en un momento se acercó a mí. Recuerdo que yo estaba sentaba en una silla de playa, al lado de la pileta, cuando se puso a mi lado y me dijo:

–Ala, eres en verdad hermosa. Me gustas.

¿Qué podía decir? Estaba totalmente fuera de mi misma. Yo nunca hubiera esperado que alguien como él, me dijera algo así. ¿Estaba soñando? ¿Alucinando? No, no lo hacía. Todo era verdad, él estaba ahí y me lo había dicho.

–G-gracias… –contesté como pude. Jamás me había costado tanto articular una palabra.
–Mira –murmuró. –Te presentaré a mis amigos. Están aquí cerca, ¡ven! –Y me tironeó del brazo para llevarme junto a ellos.

Había cerca de ocho personas alrededor de esa piscina, donde me llevó él. Todos nos miraban con una expresión confusa, como diciendo: “¿Qué hace ella aquí?” Bueno, sin exagerar, yo pensaba exactamente lo mismo.

–Ella es mi novia –me presentó. Nadie dijo nada, ni siquiera yo pude abrir mi boca. No cabía de tanto asombro.

Empezamos, sin querer, a salir. Él, el más perfecto de todos, con la más fea. Esa era mi visión. En verdad, Andrés era magnífico –¿mencioné que se llamaba Andrés?- poseía unos increíbles ojos azules, intensos; unos carnosos labios; un dorado cabello; un cuerpo envidiado por todos. Era perfecto. “Parece un modelo de publicidad” decían todos. Yo concordaba.

No entendía que era lo que me veía. Incluso, cuando salíamos lo notaba distante, como si solo estuviera conmigo por compromiso.

–¿Sientes algo por mí? –le pregunté una vez.

Él me miró a los ojos. De pronto, ellos se tornaron secos, fríos.
–Ala, ya no puedo mentirte más. Eres una buena chica, lo sé. Pero no eres para mí.

A pesar de todo, yo intuía algo así.

–Entiendo. ¿Por qué estuviste conmigo todo este tiempo?
–Una apuesta –me contestó.
–¿Qué?
–Eso, lo siento. Fue… fue por culpa de Mario. Él me dijo que tenía que… ser tu novio durante un mes, entonces él me conseguiría un puesto en la agencia de publicidad que maneja su tío –Bajó la mirada un segundo. –Ala, yo en verdad, no sé como expresarte cuanto lamento esto. Eres tan buena chica…
–Soy fea –espeté, mientras pesadas lágrimas caían de mis mejillas.
–¡Claro que no! –gritó. –Estás loca si crees eso. ¿Nunca te has visto a un espejo? ¿Acaso nadie te dijo, alguna vez lo hermosa que eres? ¡Mírate! Tienes unos ojos hermosos, un buen cuerpo, piernas increíbles, un sonrisa encantadora… ¡eres bellísima!
–No mientas –hilé con un poco de lo que me quedaba de voz.
–No lo hago. Ala, escúchame, eres increíble. No sabes como me gustaría amarte, como…
–Nada –le interrumpí. –Cállate. No quiero oírte más. Vete con tu amigo, con tu vida y a mi déjame en paz. ¿Te crees que es divertido jugar con los sentimientos de los demás? Hoy, cumpliríamos un mes de novios. ¿De novios? No, de engaños. Un mes en el cual debes haber estado riéndote a carcajadas de mí. ¿Sabes una cosa? Me das asco, tú, tu amigo, tu deseo de ser modelo. ¡Todo! ¿Acaso pensaste que era lindo jugar conmigo durante este tiempo, y cuando pasara me contabas lo de la apuesta y todo terminaba bien? ¿Tan tonta me crees? Me usaste, Andrés. Yo confié en ti. Por primera vez, una especie de sueño, se me hacía realidad. ¿Pero para qué? ¿Para que todo terminara así…?
–Espera –logró decir –yo no quise usarte, no era mi intención…
–Pudo no haberla sido, pero lo hiciste. En verdad, no te lo perdonaré. No entiendo quien te crees que eres. ¿Un semidios, que acaso puede hacer lo que se le antoje con los demás? No, eres una persona común y corriente. ¿Yo me sentía fea ante ti? Si claro, ahora veo claro. Yo al menos soy fea físicamente, pero no estoy podrida por dentro como estás tú. Me das lástima.
–Ala…
–Vete de mi vida. Te odio.

Me fui corriendo de ahí. Llegué a mi casa, y subí a mi habitación. ¿Qué podía hacer? No podía parar de llorar, gritar… Al menos estaba orgullosa de mis palabras. Le había arrojado toda la verdad, a un maldito que la había tratado como una gran nada.

–Lo odio.

Pero sabía que no era cierto. Me había enamorado de él, de un… bueno, ya no tenía ni nombre. Debía olvidarlo, si, con urgencia. ¿Pero cómo? Estaba dolida. Muy dolida… sólo preferí dormir, y llorar tranquila. Cuando se me acabaran las lágrimas, podría intentar pensar.


El día llegó sin previo aviso. Me encontré, sin pensarlo, vistiéndome para comenzar nuevamente el colegio. Si, empezaban las clases nuevamente. El último año… el último año que te vería a ti.


–Buenos días –saludé a mis amigas. Ellas me respondieron de igual manera.

Había mucha frialdad alrededor. Comenzando con que nadie quería dejar las vacaciones, pero había que seguir… Además, ya todo el mundo sabía del jueguito de Andrés y Mario.

Me sentía una idiota. Todos me miraban con lástima, pena. Era obvio, habían jugado con mis ilusiones, y ahora el resto me regalaba trozos de piedad. Nunca los aceptaría. Sólo resolví tomar todo con frialdad. No aceptaría sus burlas… no dejaría que nadie lo hiciera nunca más.

Entró el nuevo profesor. El silencio abundó toda la sala. Él hombre sólo tomó una lista y comenzó a nombrar:

–Banco número uno, para el señor Jofré y la señorita Quintana. Número dos… – Y así siguió hasta que me llegó mi turno. –Banco número diecisiete para la señorita Bernal y el señor Saint James.

El mundo se me cayó al piso. ¿Quién no reconocería ese apellido? El más sofisticado, proveniente de una de las mejores familias… ¿Qué era lo malo? Ese joven se llamaba Mario.

Ambos tomamos nuestros asientos. En ese momento, no sé por qué, deseé tener un buen cuchillo en mi mano, como para asesinar a alguien. Bueno, fue un pensamiento tonto… pero… no era mala idea.

–Hola –murmuró mi acompañante. – Soy Mario Ezequiel Saint James. Tú eres Alasha Bernal, ¿no?
–Lo soy –espeté.
–¿Aún me guardas rencor?
–¿A quién le importa?
–Quizás a Andrés.
–No me hables de él –dije secamente.
–Él te ama…
–Cállate.
–También tú lo amas.
–Basta –concluí.

Guardamos silencio. La clase comenzaba.

Al menos el primer día de colegio, siempre es el más tranquilo. No tuvimos tarea para la casa. Bien, se había terminado todo rápido. O quizás no…

–Espera Alasha –me gritó un muchacho que venía corriendo hacia mí.
–Mario –susurré. En verdad, él era alguien destacado. Cabello castaño, ojos miel, buena contextura… y bastante simpático, valía alegar.
–Espera –me dijo cuando llegó a mí. – ¿Quieres venir a tomar algo?
–¿Cuál es el juego? –desconfié.
–No seas tan mala –agregó con una sonrisa. Esa sonrisa… –Ven, es sólo una salida sin compromisos.
–De acuerdo.

Me llevó al Bar donde concurrían todos los estudiantes, luego de las clases. Un lugar sencillo, pero confortable.

–Hoy no vino Andrés al colegio. ¿Quieres saber por qué?
–No –contesté. – Igual tú me lo dirás.
–No asistió porque tenía vergüenza de verte.
–¿Ah si? –dije con sarcasmo.
–Deja de comportarte como una chica mala y mira esto.

Sacó su celular, en él, buscó algunos videos y me mostró uno.

–Míralo, son las grabaciones de cuando hablé con él.


El primero, mostraba a Andrés y Mario juntos, dentro de una especie de oficina. El rubio, fue quien habló primero.

–Por favor, Mario. Necesito que hables con tu tío. Él puede conseguirme un trabajito en su agencia… o algo, por favor. Como hermanos, te lo pido.
–Hermanos nunca fuimos. Pero veré que hago.
–¡Gracias! Sabía que podía confiar en ti.
–Espera –interrumpió el morocho. –Yo nunca dije que lo haría gratis.
–¿Pero como pretendes que te pague?
–Haciendo algo por mí.
–Habla.
–Mira, quiero que salgas con alguien por un mes…

El video terminaba ahí.
–¿Qué te parece? –me preguntó.
–No vi nada que no supiera.
–Acá hay otro.


Esta vez estaban en la barra de la Quinta.

–No puedo más. Se terminó el juego.
–¿De qué hablas? –preguntó Mario.
–No puedo engañar más a Ala. Ella es tan buena, tan linda… no, no le mentiré más.
–¿Por qué esa decisión?
–Eso no importa…
–Te enamoraste de ella.
–No me lo perdonará nunca.
–Claro que no lo hará. Vos la usaste, jugaste con ella.
–Fue tu culpa.
–¿La mía? No. ¿Sabes porqué te pedí que la invitaras a salir? Porque ella estaba sola. Se sentía fea, alejada de todos. Yo quería que eso cambiara. Pero no que le prometieras amor. Sólo que fueras su amigo. Tú no entiendes la diferencia. Ahora si quieres, cuéntale. A fin de cuentas, tu intensión no era la mejor. Vos hiciste todo para esa oportunidad. ¿Estás seguro que lo que sientes, es amor?

Y se cortó.

Lágrimas caían por mi rostro. No podía creer lo que había visto. No sabía si insultar a Mario o…sólo no sabía.

–No entiendo –logré balbucear. –¿Por qué hiciste todo esto?
–Porque no quería que estuvieras sola. Aunque creo que te elegí una pésima compañía.
–¿Y esa preocupación por mi soledad…?
–¿Nunca te has puesto a pensar lo hermosa y buena que eres?
No contesté.
–Me importas mucho –continuó. –Yo siempre te veía de la distancia. Pero temía acercarme a ti. ¿Y si me rechazabas? ¿si no te gustaba? ¿si te burlabas de mi? Entonces decidí hacerte feliz. Todo el mundo deseaba a Andrés, seguro que tú eras igual. Yo quería que fueras feliz… a cualquier precio. Lo siento. Ahora ve y busca a Andrés, que él te ama, como tú debes amarlo a él.


–…Y eso fue todo –concluyó la mujer.
–Si…recuerdo. Cómo ha pasado el tiempo, ¿o no, Ala?
–Claro que sí. Igual, fuiste un tonto por no decirme las cosas antes.
–Me quedaba mejor el papel de personaje secundario.
–Si no hubiera sido por ese juego espantoso que realizaste, no nos hubiéramos conocido.
–Aún estoy arrepentido –susurró el hombre, mientras abrazaba a su esposa.
–No seas tonto, Mario, vos sabes cuanto te amo. El pasado ya pasó. ¿No lo crees? Andrés sigue su vida en publicidad, y tú conmigo. A fin de cuentas, el mundo es justo en varios aspectos.
–Te podrías haber quedado con él, ahora serías la esposa más famosa de todas.
–Quizás, pero no la más feliz. El amor, no es sólo cuestión de belleza, o para lograr algo. Estaba enamorada de la belleza de Andrés, como todas las demás. Ahora es famoso, tiene mil enamoradas más y él sigue solo. Por algo será ¿no? Recuerda, Mario, el amor, no es un juego. Porque si lo tomas como tal, puedes encontrarte con que sabe pelear muy bien…y vaya a saber quien termina ganando.
–Creo que ganamos los dos, Ala.
–Concuerdo contigo...