Explícito (+18) La Doncella de la Muerte 【 Saint Seiya | SOG 】 Death Mask & Helena.

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Rashel Vandald, 20 Marzo 2019.

  1.  
    Rashel Vandald

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    Escritora
    Título:
    (+18) La Doncella de la Muerte 【 Saint Seiya | SOG 】 Death Mask & Helena.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2253
    [Mini-Fic]

    La Doncella de la Muerte

    —Death Mask & Helena—

    Con su mente hecha un desastre y su cuerpo encendido en llamas, sediento del de él, Helena no sabe qué hacer. Lo único de lo que ella está segura es que no quiere que se detenga. Qué jamás se aleje.

    [​IMG]


    Disclaimer:
    Saint Seiya © Masami Kurumada
    La Doncella de la Muerte © Adilay Fanficker
    Advertencias: Capítulos cortos. | Contenido sexual explícito. | Lenguaje vulgar.

    Notas:

    Sinceramente muchas cosas no me gustaron de la saga SOG, la más fuerte (para mí) fue que tuvieran que enfermar a Hilda para darle el protagonismo a Lyfia. Yo no le vi el sentido a eso pero bueno, Lyfia no me cae mal y sin embargo esto me enfadó mucho ya que Hilda ha sido uno de mis personajes femeninos favoritos de todo SS.

    En fin.

    Me encantó la interacción entre Helena y Death Mask, estoy segura de que habrían hecho una linda pareja además de que se nota que en definitiva, cuando el amor te golpea en la cara no lo hace con delicadeza. Pobre Death Mask, cuando finalmente había encontrado su razón para ser un hombre diferente (bueno), el desgraciado de Loki va y la mata.

    En fin, tampoco me gustó en lo absoluto el papel que desempeñó Loki. En la mitología nórdica hay muchos dioses (más agresivos) que pudieron haber sido el “malo” en turno como para tomar al más cliché.

    Pero bueno. Ojalá les guste este mini fic que voy a hacer en honor a Death Mask y Helena.

    Espero sea de su agrado.

    Los capítulos serán cortos (demasiado). Les recuerdo ja.

    Y por cierto, una advertencia extra. Este capítulo es puro lemon, así que si no les gusta el género les suplico que no lean este primer capítulo.



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    I

    FUEGO


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    El sol hace ya mucho que se había marchado, dejando a las heladas tierras de Asgard en la profunda penumbra.


    Como decía la leyenda, la tierra de los dioses nórdicos en el planeta de los mortales estaba en constante peligro, eternamente en estado alerta debido a las bajas temperaturas y los enfermos que los terribles vientos ocasionaban. Además estaba la falta de alimentos en condiciones y los numerosos animales salvajes, que de vez en cuando, atravesaban las murallas del pueblo e intentaban hacer de las suyas si es que los caballeros al servicio de la Dama Hilda no los detenían.


    Todas las casas a estas horas deberían estar en silencio y a oscuras. Las chimeneas apagadas y con sus residentes descansando en la comodidad de sus camas para recibir un nuevo mañana de trabajo duro.


    A excepción de ellos…


    —Se-señor… —suspiraba Helena, aferrándose a la espalda desnuda de su amante, con el mentón recargado en uno de sus hombros y sus manos delineando cada músculo que pudiese tocar entremedio de los rudos movimientos—. E-esto e-es… e-es de-demasi-ado.


    Afuera de la casa, la temperatura podría estar rozando los -20 grados centígrados o menos, pero adentro de la alcoba de la florista de Asgard, cualquiera podría entrar y quemarse.


    Imposibilitada para hacer algo más que retorcerse bajo el dominio del hombre, Helena llevó su boca al hombro fornido y acalló sus gemidos con él. Con su cuerpo siendo manejado a la voluntad de él; oyéndolo gruñir; sintiéndolo adentrándose más y más profundo en su cuerpo.


    Se sentía incapaz de contenerse; si tan solo sus pequeños hermanitos no estuviesen en la alcoba continua ya estaría gritando el nombre de su amante hasta que la garganta le sangrase.


    El placer que la embargaba era insostenible, si tan sólo con verlo a los ojos sentía que moría a sus pies, tenerlo tan ansioso por saborearla y complacerla le producía una sensación satisfactoria. Tan gloriosa como infernal. Dulce y cruel, así como lo era él.


    «¡Ma-más! ¡Po-por favor, más!» ella no supo si lo acalló o lo pensó. Sea como sea, él pareció oirla pues sus acometidas se hicieron más intensas.


    Helena lo mordió a punto de gritar.


    Era curioso, pero desde que lo conoció ella supo que su vida cambiaría. No de este modo, por supuesto.


    Para bien y para mal, desde que el Caballero Death Mask se había cruzado en su camino, sus problemas de dinero se habían terminado. Aunque ella lo desaprobase, debía admitir que el hombre no sólo era un adicto más a los problemas y a la cerveza fría, sino también a la victoria. Esa que combinaba bien con la suerte inusual que lo acompañaba a donde sea que apostase.


    No es que él fuese un adicto a las apuestas y el alcohol, Death Mask sabía cuándo parar, en qué momento bajar las cartas para retirarse al ver un juego nada favorable.


    Por mucho que a Helena le disgustase que él no la oyese sobre conseguirse un trabajo más honorable, algo normal, simplemente no podía evitar sentirse insanamente atraída hacia él como el metal al imán.


    No sabía exactamente qué clase de magia obraba él en ella para que Helena se olvidase de todo cuando la miraba a los ojos mientras se acercaba. Cuando daba el primer beso y le quitaba la ropa. Cuando exponía su piel desnuda y en vez se sentirse coibida, Helena se pensaba que ella era la mujer más bella del universo; la más deseada.


    No tenía sentido, pero Helena desde hace algún tiempo dejó de preocuparse por eso.


    Aquel encantador estilo de tipo duro, confiado y guiado por sus propias reglas le alimentaba la autoestima que ella nunca pudo desarrollar bien por sus propias dudas. La muerte de sus padres, la misión de cuidar de sus hermanos; servirles de guía y modelo a seguir, la obligación de ser la encargada de llevar el pan a la mesa bajo el trabajo duro, y más tarde la enfermedad que estuvo a punto de llevarse su vida.


    Todo aquello acabó con su sentido aventurero, ese del que Death Mask parecía abusar. Como si de algún modo ambos se complementaran.


    Ella aún recordaba la preocupación que la embargó durante largos meses por creer que moriría y dejaría a sus pequeños hermanos desprotegidos. Hasta que llegó él como quien fue invitado y se adjudicó gestos de nobleza que no tenía por qué mostrar hacia ella y su familia.


    Desde ese momento Helena supo que había encontrado su absoluta perdición.


    —Yo… yo —suspiraba con cada movimiento de caderas, perdida en un montón de sensaciones que prometían ser eternas en su memoria.


    Embargada por el placer, cerró fuertemente sus ojos permitiéndole a él tomarla fuerte de su cintura para aumentar el ritmo, también la fuerza. Ante la fuerte ola de sensaciones y emociones por poco terminó mordiéndole el hombro hasta hacérselo sangrar, cosa que quizás lo pondría de mal humor, pero a cambio de eso perdió control sobre sus gemidos y suspiros.


    Ya no pudo contenerlos más.


    Aunque su espalda ardía ante la fricción que hacía su piel desnuda subiendo y bajando sobre la pared de madera limada, también sus caderas pegando contra ella, Helena no le pidió detenerse. De hecho, subió las manos lentamente hasta su cabeza donde tomó su cabello y lo separó de su cuello para que pudiese besarla justo como a ella le encantaba: húmedo, profundo y apasionado.


    Él por supuesto, no se negó a su deseo.


    El sabor del alcohol no la asqueó en ningún momento, de hecho la excitó de un modo abrazador. Unió descaradamente su lengua a la de Death Mask y ambas hicieron un descarado baile.


    Al separarse y tomar aire, ambos alcanzaron su límite. Él la pegó fuertemente a su cuerpo, liberándose en su interior, mientras ella apretaba el agarre de sus piernas empujando el firme trasero de Death Mask tanto como sus escasas fuerzas le permitieron.


    Esta vez Helena gritó el nombre de su amante ante el orgasmo que la cubrió de pies a cabeza.


    Recuperandose un poco, se quedaron juntos así, abrazados y casi desnudos.


    Ella no tenía ni una sola prenda, pero él apenas y se había descubierto el torso mientras mantenía sólo los pantalones desabrochados lo suficiente como para permitirse esta sesión de lujuria.


    Respirando agitados, Death Mask la tomó de su nuca para besarla otra vez, con más lentitud; ambos juntaron sus frentes ante la sensación del pene saliendo del interior de ella.


    Helena pronto extrañó tenerlo adentro.


    Como una de las pocas muestras de cariño que él mostraba, la llevó hasta la cama donde la acostó primero, sin ningún esfuerzo. Helena no lo soltó hasta asegurarse de que no se iría de nuevo, aunque dicho deseo era inútil pues una vez que cerrase sus ojos completamente agotada, él se apartaría de su lado.


    Nunca se había quedado a dormir con ella.


    —Debes dormir —le dijo con la voz ronca, dando pequeños besos a su mentón y el centro de su pecho. Viéndola a los ojos como ese brillo que advertía el peligro.

    —Te irás si lo hago —susurró Helena llevando sus manos al rostro del hombre que le robaba tanto el aliento como los sueños.


    Anhelante como nunca antes en su vida, Death Mask cerró sus ojos permitiéndole tocarlo.


    —Debo hacerlo —susurró; con su rostro perlado por el sudor, Helena se lamió los labios hinchados por sus anteriores besos.

    —Hoy no… por favor —parpadeando lento, Helena quiso llorar.


    Porque no lo entendía y sabía que él no iba a ponérselo fácil.


    Al final tuvo que aceptar con amargura que él era mucho más obstinado que ella y esta noche no ganaría. Además, tenía que dormir.


    —Como desees —musitó al final dando por terminada su insistencia.


    Con desazón lo soltó, deshizo el amarre de sus piernas y bajó las manos a la cama como si temiese que al hacerlo él se desvanecería sin que ella pudiese evitarlo. Por un iluso segundo Helena creyó que él no se marcharía, que se tentaría ese corazón que ella sabía que tenía y por hoy haría una excepción.


    Pero no fue así.


    Tan pronto como se vio libre, Death Mask se levantó acomodándose los pantalones.


    Ella lo vio recoger su camiseta y su chaqueta de cuero. Afuera estaba nevando y aunque él por su estatus como Caballero pudiese resistir bajas temperaturas tampoco era inmune a ninguna enfermedad provocada por ellas.


    Mejor prevenir que lamentar, ¿no?


    Antes de irse, la miró entre el fleco de su cabello, como si quisiera decirle algo, pero sólo se limitó a despedirse.


    —Te veré después. —Y salió de la alcoba con esa postura arqueada que evitaba que Helena pudiese entender qué era lo que pasaba por su cabeza al irse así.


    Sabía que él al retirase pondría los seguros de la puerta, y que posiblemente no tuviese las intenciones de apartarse tanto de la casa donde ella dormía con sus hermanos a probabilidades de que algún ladronzuelo quisiera hacerles daño.


    Él podría negarlo todo lo que quisiese, pero Helena sabía que Death Mask se preocupaba por todos ellos aunque no le gustase hablar de ello tampoco.


    Por su cuenta tuvo que meterse adentro de sus cobijas, desnuda, tratando de conciliar el sueño. Un par de lágrimas traicioneras resbalaron de sus ojos ante el vacío que sintió en su pecho.


    Entendía que Death Mask tuviese secretos por lo que fue en su pasado, pero esto estaba siendo intolerable. Quizás nada de esto significase algo para Death Mask, pero medida de que avanzaban en este nuevo camino, juntos, Helena se sentía cada día más deprimida pues la cruel ausencia del calor al que ya estaba acostumbrada mataba a su corazón.


    Acalló sus sollozos usando ambas manos.


    Ellos dos no podían simplemente tener sexo cada vez que él apareciese de la nada en su alcoba, y luego irse al acabar como si ella fuese una cualquiera. Una ramera sin dignidad. ¡Porque no lo era y él debía saberlo!


    No hablaban entre cervezas ni ella se ponía ropa ajustad apara provocarlo.


    Helena le había entregado su virginidad, su primer beso, sus temores y sueños. Le había entregado todo su ser incluyendo su alma y corazón. Por su parte Death Mask sólo le había dejado saber su nombre y su antigua posición como Santo Dorado de Athena… y ya.


    Esto no podía seguir así.


    Simplemente no podía.



    —CONTINUARÁ—

    ¡Gracias por leer!

    Francamente no me había dado cuenta de que había hecho un sólo capítulo de lemon pero aquí lo tienen jajaja.

    Las actualizaciones tardarán pero les aseguro que terminaré el fic.

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    luigipadovano

    luigipadovano Iniciado

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    Esta muy bueno tu capitulo lemon, es bastante excitante, esta muy bien narrado, es convincente y sabroso. Deberias escribir más obras lemon o similares, digo es una sugerencia... Soy un escritor +18 de obras explicito pero tu eres más poetica y te quedo muy bien
     

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