14 de febrero

14 de febrero

Recibo una carta de un enamorado, siento mariposas en el estomago, las cosas que dice son hermosas, desearía saber de quién es. Miro a mí alrededor, hay aproximadamente 6 chicos en el salón y solo uno de ellos me interesa. Lo observo cuidadosamente, no es tan guapo como los demás, pero tiene algo especial, no sé si son sus ojos, su sonrisa o hasta cierto punto la forma de moverse. Miro a mi amiga que se encuentra a mi izquierda, tiene una sonrisa picarona y mira a la misma dirección que yo, pero cuando se da cuenta de a quien veo se pone seria y desvía la mirada. Siento su mirada de nuevo, el me mira como si quisiera ver a través de mi, siento mariposas de nuevo, lo miro con una sonrisa, parece captar y desvía la mirada. Tomo la carta con mi mano derecha y la vuelvo a leer. De pronto la clase termina y todos salen a recreo, todos excepto el y yo. Se acerca a mí y empieza a hacerme plática normal, nada de importancia, nada que tenga que ver con una carta o sobre mí, me pongo nerviosa y me levanto de mi asiento y me paro enfrente de él, segura y confiada. El nota la carta que aun se encuentra en mi mano y me sujeta la muñeca. Al principio solo la toma delicadamente pero luego la estruja con violencia, me lastima, trato de zafarme pero es muy fuerte. Suelto la carta al final, y el suelta mi muñeca, todo es tan extraño, el me empuja y toma la carta, parece enojado, frustrado.
-¿Tu escribiste la carta?- pregunto tímidamente, el no contesta, solo me mira con rabia. Me quedo callada, me acerco a él y trato de verlo a los ojos. El me toma del brazo y me arrastra hasta un salón vacio, me lastima pero no digo nada. Cuando llegamos me suelta y yo me quedo estática, no lo puedo ver a los ojos, desde hace algún tiempo él sabe sobre mis sentimientos hacia el, pero jamás me había tratado mas como de amiga.
-Sí, yo hice la carta.- me dice al fin, siento mariposas en el estomago, lo sabía, pero no ha terminado aun.- La carta no es para ti.-
Mi mundo se cae de pronto, siento como las piernas me fallan y como siento como la habitación me empieza a dar vueltas. “¡No es verdad!” grito para mis adentros.
-Era para tu amiga, la bonita-
“¡Cállate!” vuelve a gritar mi conciencia, “¡Es mentira!”
-¿Creíste que era para ti?-
El no se da cuenta pero yo grito, lloro y muero, todo en silencio mientras lo escucho. Las lágrimas empiezan a surcarse en mis ojos, no quiero llorar pero no soportare más tiempo deteniendo esas lágrimas.
-No era mi intención que esto pasara- me dice con voz temblorosa.- Fue un error.-
“Basta, por favor, no digas nada más.” Me cruzo los brazos y bajo la mirada. “¿Por qué?”
-Tú sabes que yo nunca te lastimaría- la primera lagrima logra rodar por mi mejilla, él la nota y me hace alzar la mirada. Otras dos lágrimas brotan de mis ojos, no digo nada pero desvió la mirada, no quiero ver mi reflejo en sus ojos, no en este estado tan deplorable.
-Mírame- me ordena con voz que me da miedo. –Mírame-
No lo soporto más y le meto una cachetada, no fuerte pero el odio que impregne en ella le dio una fuerza extra. Al principio el no reacciona solo se queda parado viéndome, tiene un odio en los ojos atemorizante, pero yo no desvió la mirada, las lagrimas recorren mis mejillas sin detenerse y ni siquiera me tomo la molestia de secármelas o ocultarlas.
No sé exactamente en qué momento paso que el golpe me hizo perder el equilibrio, fue un golpe seco y fuerte, su puño solo me pego en el hombro porque me moví rápido sino ese puñetazo hubiera acabado en mi cara. Caigo de lado y me lastimo la muñeca derecha, me vuelvo para verlo pero el ya se ha ido, o eso es lo que pienso. Aun en el suelo me acurruco y empiezo a llorar como una niña, me cubro la cara con las manos y me quedo tirada en el suelo hasta que el recreo termina. La voz de la maestra resuena por toda la escuela, las clases comenzaran en tan solo unos minutos y yo me encuentro en un salón, sola, con los ojos hincados de llorar y la muñeca lastimada.
-Levántate, ya deberías de haber entrado a clases.- Me ordena secamente, yo no me muevo de mi lugar y él se acerca a mí y me mira a los ojos. Yo tiemblo como cachorro en medio del frio, tanto por el llanto como por el miedo que le tengo ahora a él, ya no se que esperar. Siento como me levanta y me carga hasta un árbol, ahí me deja caer delicadamente sobre una raíz y me quita el pelo de la cara. Lo miro con repudio y él se aleja de mi. En eso escucho una voz familiar a los lejos, es mi amiga que nos llama para avisar que la clase ya ha comenzado. El se va sin siquiera dirigirme la palabra yo me levanto y lo sigo con la mirada baja. “Sonríe” me digo a mi misma mientras camino, de pronto siento algo liquido recorriendo mis muñecas hasta mis dedos, sangre. Miro mis muñecas de reojo, las vendas que traigo están húmedas y rojas a causa de mis heridas que me hice la noche pasada. Él se vuelve a verme y noto un gesto de sorpresa, “Mis heridas se debieron de haber abierto cuando él me tiro al suelo” es lo último que recuerdo haber pensado, después de eso todo mi mundo se puso negro, como si la luz hubiera desaparecido de repente, como si la vela de mi vida se hubiera apagado de repente. Sentí como mi cuerpo caía como un costal de arena la suelo, tenía las manos cubiertas de sangre y mi corazón latía cada vez más despacio, hasta quedar estático para siempre.