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Catherine Whitman - R

Estaba bastante centrada tallando aquella prenda, diciendo en su cabeza los movimientos que se encontraba haciendo para mantener sus pensamientos ocupados, incluso había iniciado a hacerlo con un cierto ritmo como cuando solía hacer sus tareas universitarias, teniendo una canción imaginaria que la ayudaba a concentrarse a mantenerse haciendo todo de forma tranquila.

De vez en cuando volvía a llevarse la prenda cerca de su rostro para comprobar que tanto más tenía que tallar, y tan siquiera le alegraba que el olor fuera desapareciendo. Eso ayudaría sin lugar a dudas a Shawn luego de que se secaran, así ya no tendría que tener un recuerdo tan directo de lo que podría haber pasado en aquella oficina.

Incluso deseaba que toda la habitación pudiese cambiar de aroma, porque para ella, toda esa habitación olía a la oficina de Agenes.

—Más de una semana seguro... pero parecen años.—En su cabeza parecían años, todo pasaba muy lento, todo era demasiado para lo que podía procesar, todo simplemente era algo que no podía terminar de entender o tener un mínimo de control.

"Si es que hay un nuevo día, realmente."

—Ninguno es realmente nuevo... son exactamente iguales...

 

Shawn Amery

Años... Se sentían como si fueran años... Años...

¿Tendrían que pasar años también para poder regresar a casa?

¿...Acaso llegaría el día en que regresaría a casa?

Las manos de Shawn dejaron de frotar, sentándose sobre sus piernas en el proceso. De repente, aquel concepto del tiempo le había parecido tan abrumador que le drenó las pocas energías con las que estaba llevando a cabo su tarea. Las paredes de la habitación se cerraban a su alrededor, el oxígeno le quemaba en los pulmones, necesitados de una bocanada más. ¿Era eso a lo que llamaban ansiedad? ¿Esa sensación de asfixia, ese vacío en el pecho, esa sensación de inseguridad? ¿Por eso le temblaban tanto las manos? ¿Por eso no dejaban de arremolinarse más y más lágrimas en sus cuencas?

Shawn reconocía aquella sensación. Hacía años que no se sentía así.

La odiaba.

Apretó los ojos con fuerza sin alzar la mirada, tomando aire por la nariz para evitar reflejar su malestar, y siguió frotando. A pesar de que el olor ya había desaparecido casi por completo, a pesar de que el jabón había cubierto en su totalidad la superficie de la prenda y ya debería introducirla en el agua, se demoró algo más. Apenas prestaba atención a sus movimientos, frustrado por dejar su mente en blanco para ser aplastado en su lugar por más y más pensamientos nefastos. ¿Por qué ya no podía ser como antes? ¿Por qué no podía evadirse como había hecho en el autobús con Connie, como había logrado con Aimi, como había intentado con Laila? ¿Por qué cada vez que abría los ojos volvía a verse encerrado en aquellas cuatro paredes? ¿Por qué?

Deja de pensar. Deja de pensar. Di algo, lo que sea. Pero detente.

Te vas a quebrar.

—...Imagínate —alzó la voz de repente, sin apartar la mirada del pantalón. Lo introdujo dentro del agua varias veces, quitándole el jabón de encima—, crear un calendario, anotando el paso del tiempo en cada habitación. Sería una buena manera de evitar volvernos locos con el tiempo, ¿no crees? —volvió a repetir el proceso una, dos, tres veces más. Acercó la prenda hacia sí, notando el cambio con cierto alivio—. Esto ya casi está. ¿Cómo vas tú?

¿Cuánto tiempo duraría aquella medida, después de todo?

Tiempo, de nuevo.

Aquel que ya había dejado de correr para ellos.

 

Catherine Whitman - R

Sus ojos notaron de repente como Shawn había dejado de tallar aquella prenda, ¿habría terminado ya? ¿Debería intentar entonces ser más rápida para que no tuviera que quedarse sin hacer nada solo por esperarla? Mordió el interior de su mejilla y volvió la vista a lo que estaba tallando de nuevo, sabía que no le faltaba demasiado para conseguir que el olor desapareciera, pero quizás podía acelerar un poco el proceso.

No quería arruinarlo.

No quería arruinar la oportunidad de Shawn de sentirse algo mejor.

Como ya había hecho una y otra vez.

"...Imagínate"

Escucharlo de repente la hizo saltar un poco en su lugar del susto, no había esperado que hablara se repente luego de que el silencio hubiera reinado en la habitación. Antes de mirarlo, volvió a sumergir la prenda en el agua para enjuagarla y cuando volvió a olerla, sonrió.

Estaba lista.

—No sería una mala idea...así también nos podemos mantener ocupados —le sonrió un poco, comenzando a exprimir la camisa sobre la tina para evitar manchar el suelo —, creo que ya está lista. —volvió a escurrir una vez más y luego la extendió un poco para evitar que hubiera muchas arrugas para cuando tuvieran que colgarlas.

Y una vez que estuvo extendida sobre sus piernas, pudo notar lo rojas que estaban sus manos por como había decidido tallar con más fuerza y rapidez hace un par de minutos, pero no pareció importarle demasiado.

—Estarán mucho mejor en la mañana...

 

Shawn Amery

Quiso devolverle la sonrisa cuando le indicó que ya había acabado, agradecido y conforme, pero apenas logró elevar la comisura de sus labios en una mueca extraña. En su defecto alzó el pulgar, al no saber si había transmitido lo que había intentado segundos antes, imitando el gesto de Catherine poco después: enrolló el pantalón sobre la tina, escurriendo el agua sobre esta, y la estiró sobre sus piernas para procurar no arrugarla más de lo que estaba. Soltó un pequeño suspiro antes de ponerse en pie, doblando la prenda sobre su brazo, y extendió la mano hacia la joven mientras se inclinaba para ayudarla a levantarse. Pudo notar sus manos enrojecidas por el esfuerzo, y sostuvo sus palmas mientras formaba una mueca en su rostro, preocupado.

—No tenías que esforzarte tanto, ¿estás bien? —inquirió, volviendo la mirada hacia ella, afligido. Por un momento no fue capaz de adivinar si pedirle que le ayudase había sido mejor o peor para ella.

Ambos no tardaron en dirigirse hacia la salida, procurando que la ropa no gotease demasiado en el proceso, y Shawn abrió la ventana de la habitación por primera vez en mucho tiempo. Sentir la brisa refrescar su rostro le produjo una sensación extraña, melancólica. El exterior se había vuelto muy distinto desde la perspectiva de un preso. Las vivas tonalidades habían perdido su brillo, todo se sentía distante, inalcanzable. Pero aún así, si cerraba los ojos, quizás lograba sentir un atisbo de paz momentánea. Dejó con cuidado el pantalón sobre el alféizar de la ventana, procurando mantenerlo a salvo, y se hizo a un lado para que Catherine hiciese lo propio. Metió las manos en los bolsillos de su bata, dando media vuelta, y por un instante se detuvo en la mesa donde reposaban nuevos platos de pasta.

Otra vez pasta. Ya no tenía hambre.

—¿Has comido? —le preguntó, sentándose en el borde del colchón una vez más, desganado. Quizás a él no le apeteciese tomar bocado, pero si ambos se sentían tan destrozados como lo parecía, era probable que Catherine estuviera igual—. Yo no soy capaz de comer nada, pero quizás tu seas más fuerte y le hagas caso a las necesidades de tu cuerpo.

 

Catherine Whitman - R

Aunque realmente ver que Shanw no era capaz de mostrar la sonrisa que suponía planeaba darle, le entristeció aunque mantuvo ese gesto tranquilo para que no tuviera mucho de que preocuparse y asintió cuando vio que hacia ese gesto con las manos para hacerle entender que lo había entendido. Luego le observó en silencio mientras veía como exprimía la tela hasta que notó que le ofrecía la mano para poder levantarse, gesto que aceptó de una después de unos cuantos segundos, como si no supiera realmente que hacer con eso.

"No tenías que esforzarte tanto, ¿estás bien?"

Ladeó su cabeza un poco confundida hasta que notó como sostenía sus palmas y la mueca de preocupación en el rostro que estaba teniendo así, con sumo cuidado apartó sus manos y envolvió las de Shawn con las propias —Estoy bien, solo son sensibles... no me duele para nada, no te preocupes. —Ni siquiera le preocupaba en lo absoluto si sentía o no palpitaciones en estas por haber estado tan centrada, no le dolía si no le prestaba atención y en ese momento, realmente su cabeza parecía prestarle atención a otra clase de cosas.

Con suavidad soltó sus manos para que ambos pudieran salir de allí, esperó a que Shawn abriera la ventana y una vez que se vio colocado el patalón, ella colocó con el mismo cuidado la camisa, deshaciendo los pliegues que se le habían formado para que se secara lo más plano posible, luego hizo lo mismo con el pantalón.

Ahora solo les quedaba esperar un tiempo.

Un día.

"...Imagínate, crear un calendario"

Contar los días.

" ¿Recuerdas cuando contábamos los días para que pudiéramos estar juntos sin que a nadie le importara si estaba bien o si estaba mal?

Los sigo contando..."

Cerró sus ojos con fuerza aprovechando que estaba a espaldas de Shawn. Lo habían conseguido y lo había arruinado en el mismo día, pero seguía contando, aunque los días fueran iguales...los seguía contando. Para hacerlo bien, feliz, para que siguiera teniendo algo bueno en todo lo malo que era ese lugar y lo malo que provocaba.

Finalmente, dio media vuelta, alejandose de la ventana —Comí unas palomitas con refresco... —Pero incluso aunque no hubiese comido, aquello no le pertenecía a ella en lo absoluto como para dejarse simplemente tomar un bocado. Y tampoco era fuerte, en lo absoluto. Quizás, si hubiera sido fuerte, no habrían tenido que estar aquí, no hubiese habido ningun asesinato del cual los hubieran culpado, Noah seguiría estando bien y...Noah no tendría que estar haciendo nada de eso.

—...Hay fruta en el refrigerador por si no quieres pasta, puedes darle pequeñas mordidas si quieres...—Se paró a su lado y acarició su cabello un poco de delante hacia atrás con suavidad —, aunque es válido si no tienes apetito, ¿sí? No lo pienses demasiado.

 

Shawn Amery

Entrecerró los ojos al sentir las caricias sobre su cabello, sintiendo parte de su cuerpo tensarse ante el vívido recuerdo de aquellas frías manos clavando sus uñas en la nuca. Su cuerpo, aún así, no se apartó. Quizás, porque en el fondo necesitaba saber que no estaba solo en aquella habitación. Que si cerraba los ojos y todo se volvía oscuro, aún seguiría habiendo alguien con él, alguien que no era Laila, pero una presencia que desprendía la misma calidez que ella. Necesitaba sentir que no estaba atrapado entre sus garras, que tenía la libertad de respirar, de decidir por sí mismo. Aunque tan solo fuera una elección como el no levantarse a comer algo de fruta como le había comentado Catherine, aquello le bastaba para aflojar el nudo en su garganta.

Acercó una de sus manos hacia su cabello, tomando la mano de la joven con suavidad en el momento en el que le estaba acariciando, y retrocedió con cuidado sobre la cama, sentado sobre sus rodillas, incitándola con la mirada a que hiciese lo mismo para que estuviese más cómoda. Horas antes se habría mantenido dando vueltas por la habitación preso de la ansiedad, sin saber a dónde demonios dirigirse o sin resistir estar sentado más de un minuto. Pero ahora que estaban acompañados, quizás hubiese una alternativa fácil para poder distraerse y no le estaban prestando la suficiente atención.

—¿Alguna vez has jugado a "dos verdades y una mentira"? —preguntó entonces, soltando su mano con cuidado de dejarle el espacio suficiente si decidía sentarse. Habían sido tantas las veces en las que había procurado distraer a Laila de sus problemas que incluso en su estado aún recordaba lo efectivos que solían ser aquellos juegos. Con Connie funcionó, o eso quería creer. Quizás con Catherine sucediese lo mismo, quería creer que sí—. Quizás no sea el mejor momento, pero es lo mejor que puedo hacer por distraerte. Y mientras exista una mínima posibilidad...

...hay que seguir intentándolo.

Eso... eso era lo que se decía constantemente durante las prácticas, durante los combates contra sus adversarios en esgrima. Casi había olvidado aquel lema... ¿Por qué había decidido aparecer justo ahora, cuando ya era demasiado tarde para no rendirse?

—Si me lo permites, empezaré yo:

>>Odio el color blanco.
>>Tengo una marca de nacimiento con forma de corazón.
>>De pequeño casi me ahogo en mi primera clase de natación.

 

Catherine Whitman - R

De alguna forma, las caricias sobre el cabello del albino la reconfortaban, la hacían recordar momentos familiares que la hacían sentir tranquila al igual que melancólica, pero, por el momento eso era más que suficiente para mantenerla ocupada, sin sentirse demasiado mal o perdida incluso aunque sintiera que su vista estaba perdida en otro lugar de la cama, mirando cada tanto hacia Shawn en caso de que necesitara algo.

Y eso pareció pasar cuando volvió a sentir su mano, apartandola de aquella acción que por el momento parecía entretenerla tanto, pero aun así, lo siguió con la mirada hasta que se sentó sobre la cama, deshaciendose como lo habia hecho la otra vez de sus zapatos para poder cruzar sus piernas sobre la cama, estando atenta a él.

—Lo jugué un par de veces, sí...—Ahora estaba algo más curiosa, había jugado con conocidos pero sabía que era realmente algo muy distinto con alguien a quien no conocía mas que el nombre, así que, tan siquiera podía usar la odiada incertidumbre para algo bueno por primera vez.

Frunció su nariz al escuchar aquellas tres opciones, pensando —No creo que odies el color blanco...—murmuró señalando su cabello —, pero si lo haces, sería una pena, por favor no lo hagas... sería lindo si tuvieras una marca de nacimiento en forma de corazón, ¿sabes? —Sonrió de una forma algo más genuina, pero sabía que realmente no se notaría mucha diferencia —, y ahogarte... la mentira debe ser que odias el color blanco.

Descansó sus manos sobre sus piernas.

—Mis opciones serán...

> Una vez una mariposa se posó en mi nariz y lloré del susto.
> Odio el té.
> De pequeña solía leerle a mis peluches cientos de historias.

 

Shawn Amery

Una pequeña y efímera sonrisa se dejó ver en su rostro cuando emitió su veredicto final. Lo primero que hizo fue apartar el cabello que caía desordenado sobre su nuca, girando la cabeza para que pudiese ver cómo una pequeña marca se extendía sobre su piel tal y como decía. Parecían dos círculos colisionando entre sí, pero lo cierto era que la terminación de ambos asemejaba la forma de un curioso corazón. Se volvió hacia ella de nuevo, abrazando sus rodillas.

—Estaba tan emocionado en mi primer día de natación que no reparé en los carteles de suelo mojado, y acabé improvisando un clavado que no salió nada bien... Así que sí, has acertado —concedió, asintiendo con suavidad, conforme—. Es cierto que las comparaciones que los niños hacían con mi cabello me hicieron odiarlo más de una vez... pero supongo que le tomé cariño al color.

No pudo evitar sentir cierta ternura ante las situaciones que la joven le proponía. Se la imaginaba perfectamente jugando con sus peluches, de esa parecía no dudar tanto, así como la imagen mental de la escena de la mariposa lo hacía todo aún más tierno de lo que ya era.

—Voy a apostar porque no odias el té, quizás... A pesar de que apenas te conozca, siento que te imagino bien leyéndoles a tus peluches. Y sobre la mariposa... Es una imagen demasiado tierna para que acabe siendo mentira —dijo entonces, denotando cierto interés en su voz por la respuesta. Enumeró tres de sus dedos para enfilar la siguiente tanda de opciones.

>>Encerré a mi mejor amigo en el baño para evitar que le pidiese salir a la chica que me gustaba en la primaria.
>>Soy muy supersticioso y no puedo tener ningún símbolo de mala suerte en mi presencia.
>>Tengo una aficción secreta a la repostería.

 

Catherine Whitman - R

Sus labios formaron una perfecta "o" cuando vio la marca, incluso sus ojos brillaron con ilusión genuina, realmente le alegraba que eso no fuera la mentira porque habría sido algo bastante triste si no terminaba existiendo, mas la historia en cuestión si había terminando siendo algo más triste, aunque como tenía a Shawn allí en frente, sabía que la historia había terminado bien.

—Lamento que eso haya pasado, pero espero que eso no te hubiera impedido nadar como nunca después —A fin de cuentas, imaginar una pequeña versión nadando de él parecía bastante adorable en realidad —, y me alegra que pudieras tomarle cariño, es...tu segunda marca única, tomando ese corazón como primera.

Asintió al escuchar su declaración, estaba totalmente en lo correcto.

—Antes lo odiaba pero le di una segunda oportunidad y se convirtió en una perfecta compañía para cuando estoy leyendo —explicó con tranquilidad —, en cuanto a los otras dos, bueno, mis peluches no se salvaban ninguna noche de contar todos los cuentos que tenía en mi habitación y aquella mariposa...estaba jugando en el parque y aterrizó en mi con sus alitas abiertas, no podía ver bien, no le queria hacer daño para quitarmela, me daba miedo tenerla tan cerca y resultó en todo eso...

No mucho después a su audiencia se había unido alguien real, alguien al quien podía ver su reacción y esforzarse más para que disfrutara todo lo que contaba. Ese alguien que también terminaba consolandola cada vez que terminaba llorando con cosas como esas y ella protegía cada que pudiera de que terminara de la misma forma.

Acomodó un poco su cabello, no podía simplemente arruinar la diversión así que mantuvo aquella sonrisa avergonzada de contar como una mariposa asesina le sacó el mayor susto de pequeña, luego hizo una ligera mueca al escuchar las opciones, esas parecían mucho más dificiles que las anteriores.

—Creo firmemente en que tienes una aficción a la repostería... pero las otras dos...—se cruzó de brazos, realmente era dificil —¿La mentira es que encerraste a alguien? ¿Adiviné bien?

Ahora, sus opciones.

> Estaba en el equipo de ajedrez de mi escuela.
> Llamaron a mis padres a la escuela porque un día colé a una clase un perrito.
> Soy hija única.

 

Shawn Amery

La sonrisa enternecida se mantuvo en su rostro mientras la joven afirmaba que sus opciones habían sido las correctas. Catherine parecía tener bastantes anécdotas curiosas que contar, y eso aumentaba el interés que en un principio había sido sustituido por la necesidad de buscar algo con lo que distraerse.

Llevó una mano a su nuca, apenado ante la respuesta de Catherine.

—Ojalá esa fuera la mentira... He hecho más de una locura de las que me arrepiento ahora —contuvo una pequeña risa nerviosa, desviando la mirada durante un instante. A veces se sorprendía al recordar la forma en la que se comportaba antes, y cómo todo había empezado a cambiar gracias a Laila—. La mentira era acerca de las supersticiones, pero tranquila, creo que yo tampoco acertaré esta. Estoy seguro de que lo del perrito es cierto, ¿quién no querría llevarse uno a clase si tiene la oportunidad? Pero no sabría adivinar cual es la mentira... ¿No eres hija única, quizás?

Apoyó los codos sobre sus rodillas, acomodando la barbilla entre sus manos, pensando qué podría decirle aquella vez. Se mantuvo así un tiempo hasta que algo pareció llegarle a la cabeza.

>>Tuve un muñeco de trapo que llevaba a todas partes hasta los diez años y que mantenía en secreto.
>>No soy capaz de mirar a los ojos a alguien cuando estoy mintiendo.
>>Tengo miedo a las alturas.

 

Catherine Whitman - R

—¿Y pudiste invitarla tú? —Preguntó un tanto curiosa, realmente no había esperado que eso pasara pero...suponía que eran esas clases de locuras que podía hacer un niño porque podía parecer algo fácil, pero ahora...esa historia sonaba intrigante —Y tienes toda la razón, lo del perro es completamente real, era un un perrito callejero y me lo quería llevar pero había escuela...no lo pude conservar pero si me metí en unos cuantos problemas. —Sus padres no habían sido muy fanáticos nunca de los animales en cuestión.

—Y manteniendo la razón, me temo decirte que también te equivocaste, soy hija única y la mentira era lo del equipo de ajedrez, yo siempre estuve en equipos de atletismo, el ajedrez me aburría un poco. —Aunque ahora, sentía que estaba en un ajedrez constante donde estaba perdiendo cada vez más piezas y cada vez había mas movimientos para hacerle jaque a la parte más importante de todo el tablero que la haría sentirse más perdida que nunca si desaparecía.

Dejó caer la cabeza hacia atrás soltando un largo "hmmm" por los labios, pensando. Las opciones parecían cada vez más dificiles.

—¿Le tienes miedo a las alturas quizás?—No quería creer en lo de la mentira por muy malo que sonara, a fin de cuentas, dentro de ese lugar... podría necesitarse más de lo que se podría esperar.

>Estudiaba para ser maestra.
>Vivía en un pequeño pueblo.
>Tengo un segundo nombre.

 

Shawn Amery

Sus mejillas enrojecieron sin poder evitarlo, visiblemente avergonzado por lo que estaba a punto de decir.

—Lo intenté, pero... ella ya tenía a alguien. Así que como ves, el karma me devolvió la travesura ahorrándole el rechazo a mi amigo y llevándomelo yo en su lugar —ahogó una carcajada al recordar la mezcla de enfado y burla en el rostro de su rehén cuando logró salir del lugar en el que le había encerrado, tras conocer el resultado de ello. Apoyando su mejilla aún en la palma de su mano alzó la mirada hacia ella de nuevo—. ¿Y sabes si alguien pudo hacerse cargo del perrito después de eso? Yo una vez intenté cuidar de un gato callejero, pero no podía adoptarlo y nadie parecía querer llevárselo. Solo pude hacerle una casita de cartón y visitarle cada día para darle de comer —su expresión se tornó algo melancólica al recordarlo—. Espero que estén bien, ambos.

Regresó la atención al juego, haciendo una mueca derrotada al saber que efectivamente no había acertado.

—¿Equipos de atletismo? Suena bien, yo también soy más fan del deporte. Si hubiésemos ido a la misma escuela probablemente hubiésemos coincidido, intuyo que debes rondar mi edad —apuntó, observándola por un instante con más detalle. Pronto chasqueó los dedos de su mano libre ante su respuesta—. Bingo, acertaste. Parece que vas ganando, ¿eh? Voy a tener que ponerme las pilas.

>>Teniendo en cuenta que te gustaba leerle a tus peluches no sería descabellada la idea de que también te atrajese enseñar a otras personas, así que diré que esa es verdadera. Voy a arriesgarme y decir que no vivías en un pueblo pequeño.

>>Tengo alergia a los perros.
>>Cuando practico esgrima sostengo la espada con la mano opuesta a la que suelo utilizar.
>>Me escapé de casa durante meses.

 

Catherine Whitman - R

Tuvo que llevar una de sus manos a sus labios para ocultar ese gesto de sorpresa, aquella historía había tomado un giro que no había previsto —Bueno, quizás si fue algo de karma pero... en el lado bueno de todo, es que hiciste eso, ahorraste un rechazo a tu amigo de una manera bastante particular...—Nadie podía decir que por encerrar a alguien en un baño le ahorró la vergüenza que se sentía al ser rechazado, era cuando mínimo, curioso. —Lamentablemente no, los profesores me lo quitaron cuando llamaron a mis padres y no supe que pasó con el, pero quiero suponer que lo llevaron a algun refugio o similar, o quizás alguien amable como tu pudo haberlo encontrado.

Quería que estuviera bien.

—Ojalá hubiera sido así, quizás...las cosas hubieran sido mucho más sencillas —Quizás no la habrían molestado tanto, apartarla, querer hacerle la vida imposible solo porque no encajaba demasiado bien, ni siquiera estar en ese equipo universitario le sirvió de mucho —. Lamentablemente tengo que decirte que estas equivocado de nuevo, viví en un pequeño pueblo así que, cuando me mudé para ir a la universidad, fue todo tan dificil. Eso nos deja en que la mentira es la existencia de un segundo nombre, solo soy Catherine.

Y todo había seguido en picada hasta que había terminado arrastrando a Noah allí.

—...¿Tienes alergia a los perros? Quiero creerlo porque sería bastante interesante que hicieras eso en la esgrima, no se...siento que te daría alguna clase de ventaja o algo y escapar... querdaría como una posible locura realizada...

Se quedó un momento en silencio sin saber que más añadir sobre ella, resultaba bastante extraño no saber simplemente que decirle a Shawn y al mismo tiempo lo comprendía, a fin de cuentas, cambiaba muchas cosas con la intención de encajar pero allí... no se podía "encajar", tenías que ser tú o lo que quisiera Agnes que fuera en algun punto.

—Hmm...

>Solía tener el cabello largo hasta la cintura.
>No me gusta estar sola.
>De todo lo que me ofrecía el atletismo, odiaba el salto con pértiga.

 

Contenido oculto

Shawn Amery

Ninguno de los dos supo cuánto tiempo pasó desde que comenzaron a jugar a aquel improvisado juego, obligándose así a distraerse del peso que yacía y crecía constantemente sobre sus hombros. Simplemente allí, tumbados sobre la cama, llegando a un punto en el que descansaron observando el techo imaginando que el manto de estrellas brillaba aún sobre sus cabezas. Que eran simplemente dos amigos que disfrutaban de una buena charla. Que reían con sus anécdotas, que competían por dar con la decisión correcta, que no había ningún mal que les aquejara.

Ambos eran conscientes de que en el fondo jugaban a ser felices, y ambos ya no tenían posibilidad de remontar la partida.

En algún punto determinado de la noche, después de pasar el día entero hallando la forma de vencer al silencio, el cuerpo de Shawn se sintió pesado y tuvo la necesidad de cerrar los ojos, de regresar a aquella oscuridad que tanto le aterraba. Se había estado obligando a ser fuerte, por Cathy y por él mismo, pero apenas se sentía con fuerzas ya de fingir mucho más. Se recostó así sobre el colchón, escuchando cómo Catherine tarareaba una dulce canción para ayidarle a dormir, porque sabía que ella no conciliaría el sueño.

En otro momento Shawn se obligaría a mantenerse despierto, a no dejarla sola. Pero Shawn estaba ya muy cansado de todo. Su corazón, agrietado y agotado, aún le gritaba que diese lo mejor por ayudar al resto. Pero el resto de su cuerpo se negaba a obedecer. Apenas le encontraba sentido ya a aquella absurda manía de anteponer a los demás a sí mismo cuando se estaba despedazando sin darse cuenta.

Le deseó un débil pero sincero "buenas noches" a la joven a su lado, intentando forzarse a dormir aunque fueran un par de horas.

***

La voz de Agnes comenzaba a convertirse en un despertador a sus oídos. Apenas alcanzó a escuchar su voz, citándolos a él y a Catherine en el rincón de juegos, y tan solo pudo alcanzar a soltar un hastiado bufido antes de removerse en el lugar. A pesar de haber dormido algunas horas no se sentía descansado para nada, y no fue necesario asomarse al espejo de la habitación para saber que las ojeras se habían hecho más visibles bajo sus orbes azules, oscurecidos y carentes de brillo.

Con pesadez se levantó, tras agitar la mano hacia Catherine cuando vio que estaba despierta, ahorrándose el preguntarle si había podido descansar porque ambos eran conscientes de la respuesta. Abrió la ventana y encontró su ropa seca y lista para usar, justo a tiempo para aquella particular audiencia. Se encaminó hacia el baño y una vez se vistió, aguardó a que Catherine estuviese lista para dejar atrás la habitación finalmente, apoyándose en la pared cerrando los ojos por un momento, sin necesidad de iniciar alguna conversación.

Ahora que todo había acabado ya no necesitaba fingir más, ¿no es así?