Tema en 'Habitaciones' iniciado por Insane, 17 Mayo 2019.

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    Hygge

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    Shawn Amery

    No soltó la mano de Laila en ningún momento, como si aún sintiera recelo de los guardias que le seguían el paso, con la escena en la jaula reviviéndose en sus retinas. De vez en cuando, mientras avanzaban por los sinuosos pasillos de aquella enorme cárcel, la miraba de reojo, comprobando que de verdad estaba allí. Que no se trataba de una alucinación de su mente cansada. Laila acababa de perder un órgano y le habían permitido pasar la noche con ella, hecho que le aliviaba profundamente porque ahora más que nunca necesitaba ser cuidada. Y Shawn hubiese dado todo con tal de poder mimarla todo lo que hiciese falta.

    Cuando llegaron frente a la puerta sintió la mano de Laila aferrar la suya con más fuerza, y con su mano libre acarició su dorso, haciéndole saber que esta vez él estaba allí. Que no le pasaría nada malo. Sonrió cuando logró abrir la puerta, ojos cerrados, y se adentró hacia su interior, asomando la cabeza para comprobar que la pequeña sorpresa estuviese allí.

    "Shawn. Huele a chocolate"

    Shawn no pudo evitar reír, consciente de su gusto por aquel sabor. Su sonrisa se extendió al notar a un hermoso gato blanco dormitar pacificamente sobre el colchón, y sin soltar su mano comenzó a avanzar con ella a tientas, procurando que no viese nada.


    "Shawn, ¿qué es eso de allí?"

    "Vamos a llegar tarde a las prácticas, Laila. Solo será una caja."

    "No, algo se mueve... ¡Mira, cielo! ¡Tiene un gatito dentro, y está empapado! ¿Lo habrán abandonado aquí?

    "¿Un gato? ¿Qué clase de persona abandonaría a un animal así? Parece muy pequeño..."



    Laila se detuvo frente a la cama, Y Shawn se colocó detrás de ella, sosteniendo su brazo con cuidado mientras le susurraba al oído que lo extendiese en el aire, reconduciéndola lentamente en algo que parecía haberse convertido en un juego entre los dos.

    —Cuidado, que te puede picar —rio con suavidad, deteniendo su brazo en algún punto, justo antes de que pudiese tocar el suave pelaje del felino. Bajó el agarre hasta su mano y la depositó sobre la cabeza del gatito, susurrando una vez más—. Ya puedes abrir los ojos.


    "¿No te parece adorable? ¡Mira, se deja acariciar!

    "¿Ah, sí? Hola, pequ... ¡Auch! ¡Me ha arañado! ¿¡Qué le he hecho!?

    "Tonto, ¡los gatos odian que le toquen el vientre! Está helado, ¿deberíamos llevarlo con nosotros?"

    "Hmpf..."

    "Shaaawn... Que solo es un gatito..."

    "...Agh, avisa al maestro que he tenido que regresar a casa a por mi espada. Me quedaré a buscarle algo de comer y un refugio para la lluvia. Anda, vete"

    "¿Ves? Si en el fondo te caerá bien. ¡Gracias!"

    "Ya, clar... ¡Laila, que lo ha vuelto a hacer!"


    Se sentó en el suelo, de piernas cruzadas, observando con cierta desconfianza al gatito que dormía frente a sus ojos, del mismo color que su cabello. Notó entonces la nota del collar, y no pudo evitar ahogar una carcajada. Agnes era una persona demasiado impredecible para él. Se volvió entonces hacia Laila, sin poder dejar de sonreir.

    —¡Sorpresa~!

    Haría todo lo que fuera posible porque pudiese descansar en paz al menos una noche, y si debía gastar el deseo de Agnes en hacerla feliz, lo haría una y mil veces más. Porque no necesitaba más para encontrar su propia felicidad que ver la sonrisa de Laila.
     
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    Laila Meyer.

    La risa del albino luego de su comentario le recorrió el cuerpo, esparciendo un sentimiento de calidez completamente distinto al que había sentido por las caricias de Agnes en Joker y ante los cuidados de las colegialas en la enfermería.
    Sonrió ligeramente, sin abrir los ojos aún, dejándose guiar.

    Cuando sintió el borde de la cama chocar con sus piernas se detuvo y mantuvo el brazo en el aire como Shawn le indicaba, sintiendo cómo lo tomaba para guiarla de nuevo.

    Cuidado, que te puede picar.

    —¡¿Por qué me haces tocarlo si puede picarme?! —reclamó, a punto de retirar la mano de golpe. No importaba las veces que el chico hubiese hecho eso, la respuesta era siempre igual.

    La mano de Shawn siguió guiando la suya y la depositó sobre algo sumamente suave. Guardó absoluto silencio, deslizando la mano cuidadosamente sobre aquello, hasta que sus dedos se movieron hasta las orejitas del animal.
    Un sonido ahogado le surgió de los labios.

    Ya puedes abrir los ojos.

    Abrió los ojos despacio, con el corazón latiéndole a mil por hora y un extraño chillido incomprensible surgió de ella, producto de la absoluta euforia que ver al pequeño animal le produjo. El sonido despertó al gato por fin, que clavó sus ojos azules en los de Laila.

    —¡Mira, mira, mira! —Se estaba comportando como una niña. Apenas escuchó al albino canturrear "Sorpresa" detrás de ella—. ¡Sus ojitos son del color de los tuyos!

    Levantó con cuidado al gatito de la cama, que lanzó un pequeño maullido de protesta, y lo colocó frente al rostro del chico. Ni siquiera había reparado en la nota que tenía en el collar, su alegría era demasiada como para detenerse a pensar en eso.
    Se sentó frente a Shawn, apoyando la espalda en el borde de la cama y colocó al gatito sobre su regazo, de espaldas y extendió sus dedos arriba de él, haciendo movimientos circulares que el felino siguió con la mirada, intentando alcanzarla con sus patas.

    >>Te amo.

    La frase salió de sus labios como un murmullo, sin que siquiera apartara la vista de los ojitos azules del gato, pero iba dirigida al muchacho frente a ella.
     
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    Hygge

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    Shawn Amery

    Escuchar aquella exclamación eufórica salir de los labios de Laila le produjo una sensación de calidez imposible de explicar con palabras. Fue incapaz de apartar su mirada de ella, del brillo casi infantil que desprendían sus ojos, de sus movimientos emocionados y sus caricias delicadas sobre el pelaje del felino. Cuando le acercó el gato a su rostro su cuerpo se tensó, pero la veía tan feliz que hizo un esfuerzo por no echarse hacia atrás, por saludar a su nuevo amiguito con una pequeña sonrisa, aunque el fantasma de sus recuerdos le mantenía alerta ante cualquier zarpazo inminente sobre su rostro.

    "¡Mira, mira, mira! ¡Sus ojitos son del color de los tuyos!"

    Shawn se inclinó con algo de recelo, para ver devuelto su reflejo en los orbes azules del animal. Agnes no mentía cuando decía que aquella criatura le recordaba a él. Lo observó alzar sus patitas sobre el regazo de Laila, su atención captada por los movimientos hipnóticos de los dedos de la joven, y permaneció allí, embelesado con aquella tierna estampa, sin poder dejar de sonreír embobado. Sentía que habían pasado años desde la última vez que la había visto tan feliz. En ese momento el ambiente de la habitación se había tornado cálido y familiar, y Shawn olvidó dónde se encontraban, qué les esperaba el día de mañana, dejando llenar su corazón de dicha.

    "Te amo"

    Se inclinó hacia donde Laila se encontraba jugando, y depositó un tierno beso sobre su frente, apartando su cabello con delicadeza.

    —Y yo a ti, cariño —murmuró, aguardando cerca de ella a que sus miradas se encontrasen para robarle un beso en los labios. Cuando se separó de ella bajó la mirada hacia el felino, acariciando su pelaje soltando una suave risa al notar cómo alzaba la mirada, buscando de nuevo los dedos de la joven para poder alcanzarlos—. Ya, ya te la devuelvo, chiquitín. Toda tuya.

    Decidió levantarse del suelo con cuidado, algo resentido aún por el cansancio producto de aquel día, y colocó las manos sobre sus rodillas para volverse hacia Laila, antes de dirigirse hacia la mesa donde se encontraba la comida.

    —¿Tienes hambre? Te traeré uno de los platos de pasta —le ofreció, señalando la mesa a su espalda—. Hoy me toca a mí cuidarte hasta que te sientas mejor, y no admitiré un no por respuesta, ¿de acuerdo?

    Le dirigió una última sonrisa amable antes de dar media vuelta y dirigirse hacia donde los alimentos reposaban. Sin duda, prefería mil veces aquella habitación que la diamante solo por la compañía con la que contaba.
     
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    Laila Meyer.

    Por alguna razón, cuando el albino le estampó un beso en la frente sintió como los colores subía violentamente a su rostro y el hecho de que luego le robara un beso en los labios, aumentó el enrojecimiento de su rostro.
    De repente sintió como si el tiempo se doblara sobre sí mismo, haciendo que olvidara dónde estaban realmente, y el calor que le recorría el rostro la hizo recordar las primeras citas con Shawn, luego de haberlo vencido. La primera vez que la había besado, luego de acompañarla a casa.

    "¡Laila! ¡¿Y ese quién es?! ¡¿Desde cuándo lo estás viendo?!"

    "¡Richard, cállate! ¡Se dará cuenta todo el mundo! Además, ¡¿qué se supone que hacías mirando por la ventana?! ¡Eso es enfermo!"

    "¡Niña tonta, te besó en la acera, ya lo sabe todo el mundo!"

    "¡Basta!"

    "¡Pero dime de una vez quién es!"

    "¡¿Cerrarás la boca si lo hago?!

    "Sí sí, ¡pero habla ya!"

    "¡Bien, pero haz silencio!"


    Levantó al gatito de su regazo y lo acercó a su rostro, el felino olisqueó la punta de su nariz y pudo escucharlo ronronear suavemente, de forma apenas perceptible. Se le escapó una risa y le estampó un suave beso en la cabeza.

    ¿Tienes hambre? Te traeré uno de los platos de pasta.

    Estuvo por decirle que ella podía levantarse e ir hasta la mesa, pero pronto lo escuchó decir que no aceptaría un no por respuesta y suspiró resignada; lo vio acercarse a la mesa mientras ella regresaba su atención al animalito entre sus manos.
    Volvió a sonreír y de repente reparó por fin en la nota que tenía en el collar, que la regresó de golpe a la realidad. Acunó al gato en su pecho, como minutos atrás había hecho con Shawn en la playa y relampagueantes recuerdos de la jaula, el rincón de juegos y Joker retumbaron en su mente.

    —Lo siento —murmuró sin dejar de mimar al gato—. Joker... terminaste allí por culpa mía. Así que lo siento mucho.

    Sin embargo, recordó al niño, al insufrible Galen que se había disculpado con ella.

    >>Al menos no estuviste solo allí, pero lo lamento mucho de todas formas. Ese lugar es la boca del infierno.
     
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    Shawn Amery

    El joven no se volvió hacia ella cuando la escuchó disculparse. La escuchaba con atención sin embargo, de espaldas a ella, concentrado en su tarea de colocar el plato de pasta, la bebida y algunos trozos de dulce bañados en la fuente de chocolate. Se giró, sosteniendo la bandeja con sus dos manos, caminando con calma hacia ella para depositarla a su lado. Casi parecía como si sus palabras no tuviesen ningún peso sobre sus hombros.

    La expresión tranquila que le dirigió cuando se volvió hacia ella era la prueba fehaciente de ello.

    —Haya sido o no culpa tuya, no podría reprochártelo. Me lo merezco —se encogió de hombros, girando una vez más sobre sus pasos para ir a recoger su propia bandeja. El tono suave en su voz mostraba la sinceridad con la que estaba dirigiéndole aquellas palabras. Shawn siempre era totalmente cristalino cuando se trataba de Laila—. Desde que llegué aquí me he limitado a aferrarme a mis principios, a crear falsas esperanzas en todos aquellos con los que trataba. Perdí la ínfima oportunidad que tenía con Agnes por ser un iluso... hice que en parte cargase su ira sobre ti. Es algo que no podré perdonarme nunca.

    >>Por eso... supongo que... estar allí dentro desencadenó el golpe de realidad que necesitaba recibir.

    Regresó junto a su bandeja, sin perder aquella aura calmada que parecía desprender desde que llegaron a aquella habitación. O desde que supo que Laila estaba bien, no sabría adivinarlo. En el fondo de aquella paz parecía esconderse, sin embargo, cierta resignación. Cierto desencanto con la realidad que le había tocado vivir. Shawn ahora se limitaba a dejarse llevar, a morderse la lengua y asentir si doblegarse contra su moralidad suponía evitarle más sufrimiento a Laila.

    Era ya demasiado tarde para lamentaciones.

    —Agnes nos odia. A ambos. Y aprovechará cualquier respuesta de nuestra parte para hacernos sufrir y cargar en nosotros mismos el peso de la culpa —Shawn la miró a los ojos con firmeza, tomando de nuevo asiento frente a ella, la bandeja en su regazo—. No puedo culpar a ninguno de los presos de sus actos porque quiero entender que todo lo que hacen sucede gracias a los hilos de los que Agnes está tirando. Siempre es Agnes.

    >>No permitas que también te haga sentir culpable a ti.
     
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    Laila Meyer.

    No importaba que no la mirara, porque después de todo ella tampoco lo estaba mirando. Daba lo mismo, sabía que la escuchaba porque, a pesar de cualquier cosa, siempre estaba dispuesto a escucharla.
    Dejó al gato en su regazo en cuanto lo vio acercarse con la bandeja y dejarla junto a ella. El animalito se acurrucó en sus piernas, aprovechando el calor de su cuerpo, y pronto estuvo cabeceando de sueño.

    Se llevó uno de los dulces a la boca, saboreando el chocolate y suspiró con pesadez al escucharlo hablar.

    —¿Y qué tiene de malo aferrarse a los principios de uno? —murmuró mientras tomaba el siguiente—. Sin principios no somos nada, cariño, incluso en un lugar como este.

    Giró el rostro para poder apreciar con el rabillo del ojo la ventana y las luces que se filtraban a través de esta, que se reflejaron en sus ojos magenta. En otras condiciones lo cierto es que hubiera debatido todo lo demás un poco, pero ahora, tenía hambre de comida real.
    Se llevó el dulce que había tomado a la boca, notando como el albino se sentaba frente a ella.

    >>Agnes odia todo lo que no pueda controlar, por eso le gusta ser el titiritero, la dominatrix, la reina, como prefieras llamarle. —Volvió a suspirar y se encogió de hombros—; pero aprovecharé estos pequeños privilegios que obtengo gracias a ti, porque en realidad yo soy la señorita perdedora.

    Regresó la mirada a Shawn, quien la miraba con firmeza, y le sonrió con suavidad. Tomó el tenedor, cogió con este algo de pasta y extendió su mano frente el muchacho, acercándole el bocado.

    —Venga, pruébalo primero. Déjame ese gusto al menos, luego puedes seguir cuidando de mí tanto como quieras.
     
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    Shawn Amery

    Su mirada se perdió en el pequeño animal que cabeceaba en el regazo de Laila. Su mano se movió sola, movido por la ternura que le provocaba en el fondo, y acarició con uno de sus dedos la orejita más cercana, notando cómo reaccionaba y la agitaba en el aire con suavidad, sin alzar la cabecita. Sonrió divertido, irguiéndose una vez más para ver a Laila tomar uno de los dulces de chocolate. Al menos tenía apetito, eso le aliviaba sobremanera.

    "¿Y qué tiene de malo aferrarse a los principios de uno?"

    —Las consecuencias —respondió con calma, dando vueltas con el tenedor sobre su plato, el tren de pensamientos quitándole el apetito de momento. Shawn era consciente de que cada una de sus decisiones nefastas habían estado encabezadas por lo que le dictaminaban sus principios. Si cortaba el problema de raíz... ¿las cosas no deberían ir a mejor? Shawn ya no sabía nada. Ya no era nada—. Si no hay forma de evitar que Agnes maneje los hilos, y resistirse supone acabar en Joker, en la jaula o que te maltrate como ha estado haciendo hasta ahora... ¿Por qué seguir insistiendo?

    Dejó el tenedor sobre el plato y apoyó las palmas de sus manos sobre el suelo tras su espalda como soporte, su mirada danzando por los recovecos de la habitación. Incluso en su único momento de tranquilidad tenía que hablar de Agnes. Su solo nombre explotaba la burbuja de paz que se había esforzado en crear; entonces, ¿por qué demonios la nombraba? No fue si no hasta que notó el tenedor acercarse a su boca que reparó en lo que Laila le estaba diciendo.

    —¿Uhm? —murmuró, inclinándose hacia delante para poder alcanzar el tenedor y probar la pasta que le ofrecía. Mientras la masticaba no pudo evitar rememorar todas aquellas ocasiones en las que ambos se dedicaban a comer de la comida del otro, y por primera vez sintió sus mejillas colorearse, al sentirse de nuevo un crío enamorado comiendo por primera vez del tenedor de su novia. Se rascó la mejilla desviando la mirada, sin perder el rubor en su rostro, y sonrió—. Está muy bueno... pero creo que no he podido saborearlo del todo.

    Y la observó de soslayo, con una mezcla de diversión y nostalgia en su pecho.
     
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    Zireael

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    Laila Meyer.


    Consecuencias.

    ¿Realmente había algo peor que ser metida a la jaula con él? ¿Algo aún más retorcido y nefasto? ¿Algo más terrible que perder un riñón y que este probablemente estuviera en la oficina de la bruja como el ojo de Connie?

    "La moral, los principios, la ética. Esas son las estupideces que nos diferencian de los animales. Si nos arrebata eso, lo cierto es que terminaremos por convertirnos en aves... hemos estado al borde de hacerlo".

    Deseaba reprochar, pero guardó silencio como acostumbraba a hacer, limitándose a disfrutar de la calidez del pequeño cuerpo del gato en su regazo y la presencia de Shawn.
    El muchacho aceptó el bocado que le ofrecía y no pudo evitar contener la risa al ver como la clara piel de su rostro se enrojecía.

    Está muy bueno... pero creo que no he podido saborearlo del todo.

    Volvió a tomar pasta de su plato con el tenedor para luego volver a acercarla a él, repitiendo el proceso. Solo uno más. Cuando fuera sacada de allí, quería llevarse la mínima sensación de que había hecho algo por él, aunque fuese darle un par de bocados de su plato.
    Cuando el chico volvió a comer de su tenedor, regresó la atención a su plato y probó la pasta por primera vez. Comida real. Esperó que Shawn hiciera lo mismao antes de comenzar a comer despacio, en silencio, porque no quería continuar despedazando el mundo de tranquilidad temporal que él había creado para ambos.
    Luego de terminar bebió un par de tragos de la champaña, en otras condiciones habría brindado, pero le pareció cínico hacer semejante cosa.

    Recostó la cabeza en el borde de la cama tras ella, mientras acariciaba el animalito en su regazo.

    —¿Crees que ella me deje volver a verlo? —murmuró con la vista clavada en el techo, mientras cargaba al gato para volver a acunarlo en su pecho. Era una ilusión estúpida, lo sabía, y aún así su mente siguió divagando, somnolienta por la cena y el dulce—. ¿O que me deje volver a verte a ti? ¿O que me dé tiempo para disculparme con Aimi? ¿De agradecerle a Cathy por cuidar de ella? ¿De agradecerle a Noah por no dejarme sola?

    Sintió las lágrimas humedecerle los ojos y tuvo que esforzarse por contenerlas. Alzó al gatito sobre su rostro, que estiró su cuerpo para terminar de despertar sus músculos adormecidos por la siesta en el regazo de la chica y lo acercó a ella hasta que este apoyó sus patitas sobre sus mejillas.
    Cerró los ojos y no esperó por la respuesta del Shawn.

    >>Aunque no hay ni una gota de bondad en ella.

    Un escalofrío le recorrió la columna cuando escuchó los altavoces activarse y la voz Agnes surgió de ellos, a la vez que la luz del collar pasaba de verde a rojo.

    "Tu timing es de envidiar, Astaroth".

    Bebió el resto de champaña de un tirón y se levantó lentamente, sintiendo sus suturas protestar por el esfuerzo, para luego dejar al felino sobre la cama nuevamente, murmurando un tenue "Adiós, bebé" mientras le dedicaba una última caricia. Este dio un par de pasos tambaleante sobre el colchón antes de detenerse en la orilla y empezar a maullar a modo de reclamo, exigiendo que el calor humano que ella le había brindado regresara.
    Se acercó a la ventana, haciendo un esfuerzo enorme por ignorar el llamado de atención del animal, y se metió aquel asqueroso dulce a la boca, haciendo que su collar regresara a su tono verde usual. Acercó su dedo índice a la fuente de chocolate y luego se lo llevó a la boca, para desaparecer aquel gusto terrible.
    Recordó la crema que le dieron la colegialas, así que la sacó del bolsillo, colocó un poco en su mano derecha y levantó su blusa para esparcirla cuidadosamente sobre su herida.

    —Ha llegado la hora de irnos, cielo.
     
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    Shawn Amery

    Lo cierto era que la pasta no le supo a nada. Hacía tiempo que la comida había perdido su sabor, apenas le apetecía volver a sentir aquel regusto insípido recorrer su paladar, pero era consciente de que de no hacerlo su cuerpo acabaría reprochándoselo. Comió en silencio, sintiendo cómo a medida que el tiempo pasaba el desasosiego volvía a hurgar en sus heridas, dispuesto a instalarse una vez más en su interior. El nudo en la boca de su estómago volvió a cerrarse, y acabó dejando el tenedor sobre el plato soltando un suspiro ahogado.

    Ya era incapaz de evadirse por demasiado tiempo, ¿uh? Eso era nuevo.

    Escuchar la voz apagada de Laila solo hizo que su corazón se arrugase aún más. Jamás comprendería la razón por la que alguien llegaría a disfrutar de la idea de inculpar a personas inocentes, de encerrarles en una prisión para torturarles física y mentalmente hasta que se quebrasen en mil pedazos. De arrancarles de sus vidas para adentrarles en el mismo infierno, obligándoles a ver cómo dañaban a quienes más querían, incapaces de hacer algo mas que agachar la cabeza y desear que todo acabase pronto. Habían despedazado sus sueños, sus esperanzas, apenas tenían la ilusión de despertar un día más, de estar vivos, si ello significaba volver a sufrir tanto como el día anterior.

    ¿Sería verdad aquello que le decía el Shawn oculto en lo más recóndito de su ser? ¿Que la muerte era el único consuelo que le quedaba? No quería escucharle. No aún. No cuando aún tenía a alguien por quien seguir adelante.

    "Shawn, ven a mi oficina. Tú también, Laila"

    Ah... Otra vez tú. ¿No vas a dejarme cerrar los ojos ni cinco minutos sin tener que escuchar tu voz?

    Imitó los pasos de Laila, levantándose con pesadez del suelo, recogiendo las bandejas hasta depositarlas en la mesa. Los maullidos del gato aumentaban las grietas en su corazón, solo deseaba que se callase. Caminó hasta tomar el caramelo, ignorando el horrible sabor, porque todo había perdido el gusto para él. Algo bueno debía sacar de ello, pensó. Cuando Laila regresó de vuelta, tras cuidarse las suturas con lo que parecía ser una crema especial, colocó una mano en su cabeza, apoyado aún en la puerta.

    —Solo nos quedará ganar para poder averiguarlo —dijo entonces, sin ninguna clase de emoción en la voz. Deseaba con todas sus fuerzas decirle que volvería a verlos, que volverían a verse, pero ya era incapaz de hacerlo. Mentir de aquella forma solo le hacía más daño. Dio media vuelta tras acariciar con cariño su cabello, de ese tono violeta que tanto le gustaba, y abrió la puerta para dejarla pasar, cerrándole el paso para que no tuviese que ver al gatito detrás de su cuerpo implorar porque regresase—. En eso consiste todo esto, después de todo. En ganar. Sobrevivir.

    Cerró la puerta tras de sí finalmente, comenzando a caminar hacia la oficina donde Agnes les esperaba. Ocultó las manos en sus bolsillos disimuladamente.

    Estaba temblando.
     
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    Shawn Amery

    Cerró la puerta con una brusquedad impropia en él. Apenas controlaba sus movimientos, y ello casi le hizo trastabillar cuando giró sobre sus talones, sin saber exactamente a dónde quería dirigirse. Clavó sus talones en el suelo, llevando las manos a su cabeza, intentando detener el tren de pensamientos que recorría su cabeza a una velocidad abrumadora, revolviéndole el estómago ya de por sí agitado. La soledad de aquella habitación le golpeó con fuerza, y sus orbes nublados por la bruma de su conciencia se posaron en la cama desierta donde horas antes reposaba el pequeño animalito que había pedido para Laila. Apretó los dientes ante el simple recuerdo, sintiendo cómo entre la angustia y la vergüenza comenzaba a abrirse paso una emoción mayor, motivado por el estado de ebriedad en el que se encontraba: el hastío.

    Ya era suficiente.

    Había alcanzado su límite.

    ¿Por qué demonios se dejaba utilizar por Agnes por el bien de Laila, por qué dejaba que pisoteasen la poca dignidad que le quedaba y le utilizasen como si de un títere se tratase, si al final del día acababan pagando las represalias con él? ¿Por qué se tragaba lo que sentía, por qué cada una de sus acciones iban enfocadas en mantener la felicidad de otra persona si luego se sentía sucio y asqueado consigo mismo? ¿Acaso merecía la pena? ¿Merecía la pena el esfuerzo? ¿Merecía la pena el sufrimiento, la humillación, la vergüenza?

    ¿Merecía la pena seguir luchando por...?

    Shawn, detente, estás ebrio.

    Casi sintió que la única parte consciente que quedaba en él le obligaba a que detuviese el hilo de aquellos pensamientos nefastos, movidos por el resentimiento que había acumulado al cabo del día. De la impotencia, de la culpabilidad, de la humillación. Todo había creado una mezcla destructiva que no haría más que quebrarle aún más. Soltó un bufido, furibundo, soltando las hebras albinas entre sus dedos, y el olor del perfume de Agnes regresó una vez más a sus fosas nasales, provocando que se sacase la camiseta como si esta estuviese ardiendo, lanzándola lejos de él. Lo mismo hizo con el resto de su ropa, asqueado, sin importarle realmente que alguien apareciese después por allí. Shawn no era consciente de sus actos desde hacía bastante tiempo.

    Se encaminó así hasta el cuarto de baño, cerrando la puerta de un golpe, y comenzó a llenar la tina con agua caliente, deseando hundirse en ella hasta ahogarse en su propia miseria. O hasta que se le pasase el efecto y volviese a ser persona, porque en aquel instante no veía ninguna salida ante el profundo malestar que le aquejaba. Se introdujo en su interior, hundiéndose todo lo que pudo, y cerró los ojos, con la mirada clavada en el techo y el escozor de las lágrimas que querían surgir en sus orbes lanzándole pequeñas punzadas.

    "En otras condiciones, en un mundo idílico en el que yo no existiera [...]"

    Imbécil. Ningún mundo podría ser idílico si ella no estaba allí.
     
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    Volver a la habitación de corazón tampoco ayudaba demasiado a como se sentía en lo absoluto. Pero agradeció entrar y ver que no había nadie en la parte principal, tal como había llegado al As porque la hacía sentir algo mejor, saber que nadie podía verla llorar apenas abriera la puerta, porque así tenía tiempo de tratar de tranquilizarse y aparentar que todo estaba bien.

    De no preocupar.

    Terminó de adentrarse a la habitación, dando largas respiraciones por su boca para tratar calmar sus sollozos, limpiandose las lágrimas con las mangas de su sueter. Recorrió la habitación con la mirada, preguntandose si sería Laila o Shawn quien estaría allí, porque después de lo que había visto, dudaba que estuvieran allí juntos.

    ¿Esa sería la clase de problemas que quería Agnes?

    Dio un par de gopecitos en su rostro antes de arrojarse a una esquina de la cama a esconder su rostro en una de las almohadas de aquella cama, prefería simplemente no ver nada más de ese día y fingir que iba a dormir además de terminar de ahogar cualquier sonido que saliera de ella.

    Ya había visto suficiente.

    Pero si se permitía dormir, estaba seguro que todas esas imagenes se repetirian en su cabeza y la harían sentir asfixiada de nuevo.
     
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    Hygge

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    Abrió los ojos con pesadez, sintiéndolos hinchados y enrojecidos por las lágrimas que parecía haber estado acumulando en sus cuencas horas antes. Se topó con un techo completamente blanco y pulcro que captó su atención, y al hacer ademán de mover sus músculos, el contacto del agua fría sobre su piel le sobresaltó. Se incorporó con cuidado, reparando en que se había quedado dormido metido en la tina, sin ser consciente de las horas que debían haber transcurrido desde entonces. Al sacar las manos del agua y acercarlas hacia sí, notó la piel de sus dedos arrugada, señal que le indicaba que había sobrepasado el tiempo que pretendía permanecer dentro del agua.

    Dejó que el agua se fuese por el desagüe mientras se ponía en pie, y una enorme sensación de malestar azotó todo su cuerpo. Tenía la garganta seca, la boca pastosa, y una sensación de vacío instalada en su pecho, como si le hubiesen arrancado una parte importante de sí mismo. Los hombros le pesaban como si de losas se tratasen, y tuvo que apoyar su frente sobre la fría pared para aguardar a que los engranajes de su mente comenzasen a funcionar con claridad. Retazos de los recuerdos de horas antes pasaron a modo de flashbacks, incrementando la sensación de amargura, haciendo más y más grande el agujero en su pecho. Toda la frustración, todo el hastío y el resentimiento producto del momento se habían desvanecido dejando en su lugar un agujero negro cargado de arrepentimiento, de culpa, de ansiedad.

    ...

    De asco.

    De odio hacia sí mismo.

    Shawn se odiaba con toda su alma.


    Sus pies desnudos tocaron las frías losas del suelo, devolviéndole a la realidad. Tomó una de las toallas recién lavadas y la enrolló alrededor de su cintura mientras buscaba con la mirada su ropa, sin rastro alguno de ella. Intentó recordar vagamente el momento en el que había llegado a la habitación, pero apenas recordaba algo más que las emociones que le recorrían en aquel instante. Caminó a tientas hacia la puerta del baño, gotas de agua escurriéndose sobre su cabello húmedo, y abrió los ojos al notar que ya no estaba solo allí. Una joven se encontraba tumbada sobre la cama, boca abajo, como si quisiese ahogarse en su propia almohada, y ladeó la cabeza con cierta confusión.

    Cabello castaño, corto... Era más alta que Aimi, y se veía más mayor... Esa era... ¿Catherine? Sí, era la que mejor encajaba en las características que dejaba ver desde su lugar. Un vago recuerdo llegó hasta su resentida mente, reparando en que apenas la vio adentrarse en la sala de espera, cuando se despidió de...

    Otra punzada de dolor.

    La sensación de odio incrementando lentamente.


    Soltó un tenue suspiro al ver, tras aguardar unos segundos desde el marco de la puerta, que la joven no se movía. Probablemente dormía, quién sabe cuánto tiempo llevaba allí. Caminó con pesadez hacia donde se encontraba, y con cuidado apartó las sábanas de debajo de sus piernas para colocarlas sobre ella, arropándola sin despertarla. No podría devolverle el favor de esa forma, pero al menos se sentiría algo mejor así.

    Regresó sobre sus pasos y reparó al fin en su ropa, la cual por alguna razón que desconocía había dejado tirada en el suelo, y la recogió aprovechando que la joven dormía. El olor que notó al acercarla hacia sí hizo que se le quitasen las ganas de vestirse, deseando tirarlas todas a un incinerador o a lo sumo meterlas en la tina y lavarlas él mismo hasta que se le quitase aquel maldito aroma que le enfermaba.

    Se sentó sobre el colchón, los codos sobre sus rodillas, ahogando una especie de sollozo que logró escapar de su garganta.

    ¿Por qué demonios tenía que haberse despertado? ¿Por qué no se había ahogado en la tina?
     
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    No supo cuánto tiempo pasó enterrada en esa almohada, pero basado en el hecho de que ya no se escuchaban ninguna clase de sollozo de su parte, que ya no tenía una respiración nada irregular y sus mejillas ya no se sentían tan mojadas... Sabía que había sido un tiempo bastante considerable.

    Ni siquiera parecía molestarle aquella posición o la incomodidad al respirar con aquel obstáculo en medio, ni siquiera el constante recuerdo de aquel rubio en su cabeza la perturbó. Ahogarse parecía tan bueno ahora que una parte de ella lamentaba que él no se hubiese contenido y simplemente la hubiera apartado de ese lugar y al mismo tiempo, sabía que agradecía enormemente seguir allí respirando porque no quería dejar a Noah solo, porque debía haber alguien para recibirlo después de todo lo que sucediera, porque era lo único que podía hacer luego de causarle todo eso.

    Tampoco parecía escuchar a su alrededor al estar tan metida en sus pensamientos, así que en el momento que sintió algo caer sobre ella, incluso si era realmente ligero, abrió los ojos de golpe aún sin moverse, ¿ya había salido la otra persona? Sí... Eso parecía.

    Con lentitud fue cambiandode poción, terminando ahora en una especie de posición fetal para poder ver a quien tenía frente a ella. Su vista fue borrosa al principio pero poco a poco fue distinguiendo la silueta de Shawn, escuchándolo, casi como ella cuando había llegado allí.

    Con cuidado, fue incorporándose hasta que tuvo sus rodillas y manos sobre el colchón para gatear hasta él, todo estaba bien a excepción de los ojos rojos que podía tener en ese momento a causa de sus lágrimas, pero no creía que eso fuera mucha preocupación en ese instante.

    —Shawn... —Por si los movimientos no habían avisado de su presencia, prefirió decir su nombre para que supiera que allí estaba, y luego lo rodeó con sus brazos apoyando su frente en su hombro —, ¿te molesta si te abrazo? No tienes porque estar solo así...

    La falta de ropa, bueno, no le prestó demasiada atención.
     
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    "Shawn..."


    El joven alzó la cabeza al escuchar aquella voz, ignorando los pequeños espasmos de su cuerpo para girar su rostro hacia ella. Catherine había gateado hasta llegar hacia él, rodeándolo con sus brazos con un gesto que lejos parecía estar del que Agnes le había dado en la oficina. Aquel abrazo era cálido, amable, reconfortante. Sus manos se separaron de su húmedo rostro lentamente, volviendo la mirada al frente. Agachando la cabeza, sintiéndose empequeñecer de nuevo.

    "¿Te molesta si te abrazo? No tienes porque estar solo así..."

    Sus ojos volvieron a humedecerse, sorprendido ante sus palabras, y negó con la cabeza desde su lugar al cabo de unos segundos. No podía evitar sentirse extraño ante el contraste que generaban sus palabras y sus gestos de afecto con todo lo que había vivido, con todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Shawn no se merecía un trato así, y aún así se encontraba tan desconsolado y hundido que no podía simplemente hacerse a un lado. Tan solo se mantuvo en aquella posición, las manos sobre sus rodillas y la cabeza gacha, sus hombros moviéndose cada vez con mayor lentitud, calmando poco a poco su respiración agitada en medio de aquel silencio que Catherine le había concedido para tranquilizarse.

    En algún momento Shawn sintió que había recogido la valentía suficiente como para alzar la voz, y fue entonces cuando finalmente se dirigió hacia ella.

    —Lo siento, Catherine... ¿Te he despertado? —murmuró, haciendo un esfuerzo por hablar con normalidad, a pesar del nudo que mantenía en su garganta. Se pasó una mano por el rostro, secándose las lágrimas en el proceso—. Supongo que ninguno de nosotros lo está pasando mejor, ¿cierto? Gracias... Gracias por preocuparte aún así.

    When se me puso esta canción mientras posteaba y me da aún más en los feels

     
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    Nekita

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    Saber que no le molestaba el gesto la despreocupó un poco, haciendo que se pegara un poco más a él para tratar de brindarle un poco de confort, compañía Sus manos incluso dieron pequeñas caricias en los brazos ajenos para tratar de ayudar a regular su respiración agitada que podía sentir con facilidad por esa posición.

    Sabía que de esa forma Noah la había calmado muchas veces y esperaba que tuviera el mismo efecto en Shawn. Porque ella ya sabía también lo mal que se podía sentir cuando todo parecía estar bien dentro de esa habitación y luego todo se caía en pedazos.

    Pero tan siquiera ellos habían salido juntos. Tan siquiera ella no quería hacerle daño a Shawn, tan siquiera podía tratar de darle algo de seguridad en vez de hacerlo sentir que el mundo se acaba a sus pies de la incertidumbre.

    —No... Tranquilo, no estaba dormida, así que lamento no haberte recibido... —Hizo una mueca arrepentida incluso aunque sabía que él no podía verla —, no me agradezcas, se... Se que es horrible pasarlo solo y no quiero que te sientas así.

    Alzó un poco la vista y alli fue donde notó la ropa en el suelo, ¿sería por el olor que en su momento a Noah le había molestado notar en ella? —... ¿Quieres que la lave? No se si haya ropa extra en el baño pero si lo hago ahora mañana seguro estará seca.
     
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    "Se que es horrible pasarlo solo y no quiero que te sientas así"

    Algo hizo contacto dentro de su cabeza, como si de repente todo tuviese sentido al fin, y frunció el ceño inconscientemente desde su lugar, con la mirada perdida en algún punto de la estancia. Las palabras que Agnes le había susurrado al oído y que apenas había comprendido en su momento ahora regresaban a su cabeza con una claridad abrumadora, despejando la neblina que horas antes se había adueñado por completo de su raciocinio.

    Noah. Sinsonte.

    Aquel chico amable que había ayudado a la persona que quería en todo momento era el principal entretenimiento de Agnes. Él también estaría sufriendo en silencio, probablemente se sentiría mucho peor que Shawn... Y Catherine, conociendo a Agnes, lo habría visto todo. Habría pasado lo mismo que Laila tuvo que pasar allí dentro, y aún así estaba tratando de tragarse su malestar para hacerle sentir mejor a él. Aquella chica sin duda tenía un gran corazón, y Shawn no podía evitar sentirse abrumado al ser incapaz de calmarla a ella también, de ayudarla a desahogarse.

    Apretó los ojos, frustrado consigo mismo. Debía ser horrible ver a la persona que amabas dejar que alguien como Agnes abusase de su espacio personal de aquella forma. Laila debió sentirse así, y por si fuera poco sus estúpidos comentarios solo habrían avivado su ira. ¿Quién demonios se creía que era para molestarse cuando cuando toda la culpa era solo suya?

    Si no se distraía pronto sentía que el propio asco hacia sí mismo acabaría ahogándolo en su propia miseria.

    "... ¿Quieres que la lave? No se si haya ropa extra en el baño pero si lo hago ahora mañana seguro estará seca".

    ¿Lavar la ropa? Eso podría servir.

    —...No, no, prefiero... prefiero hacerlo yo. No quiero quedarme más tiempo a solas con mis pensamientos —respondió, levantándose con suavidad de su lugar una vez se separó de su abrazo, cargando con la ropa entre sus brazos. Al mirar a Catherine se percató de la tonalidad de sus ojos, enrojecidos por las lágrimas, y se mordió el labio inferior con cierta inquietud. No podía dejarla sola tampoco, no en ese estado—. Aunque... ¿podrías ayudarme? Quizás nos venga bien a los dos.
     
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    —...Esta bien, seguro te ayuda a despejarte... —Cuando lo sintió moverse con suavidad lo soltó, acomodándose mejor en el colchón para estar sentada en este y estar más cómoda para poder esperarlo mientras él hacia todo eso.

    Sus ojos se pasearon por la habitación hasta que terminaron en la ventana, esa podría ser la única distracción que sentía que podía tener si se quedaba sola, o quizás podría tirarse en la cama e imaginar de nuevo aquellas luces que había tenido la otra vez, esas que la tranquilizaban.

    "Aunque... ¿podrías ayudarme? Quizás nos venga bien a los dos."

    Volvió su atención hacia Shawn y su respuesta fue casi automática, moviendo su cabeza de arriba a abajo con una pequeña sonrisa, se levantó de la cama y luego de debatirse entre caminar hacia él o simplemente facilitarle un paso, se decidió por lo segundo, caminando hacia el baño para abrirle la puerta.

    —Muchas gracias por dejarme ayudarte al final...
     
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    Abrió los ojos al ver aquella veloz respuesta, confirmándole que estaba en lo cierto y ella tampoco deseaba quedarse sola, y la siguió con la mirada desde su lugar con evidente sorpresa. Cuando le facilitó la entrada al baño parpadeó durante un par de segundos, su mirada posada en ella, hasta que una risa suave brotó de sus labios. La primera desde quién sabía cuándo.

    —No hay de qué, gracias a ti —dejó escapar al pasar por su lado, colocando una de sus manos en su cabello en señal de gratitud, en una pequeña caricia.

    Abrió la llave del grifo, taponando la tina para que comenzase a llenarse de agua tibia. Dejó la camiseta y el pantalón en el borde de esta, buscando entre los estantes algún gel de baño cuyo olor fuese suficiente para borrar las marcas que se habían impregnado en su ropa. A falta de suavizante o detergente, realmente no podía pedir más. Al encontrar el adecuado se lo tendió a Catherine mientras su atención parecía posarse en otro estante que había pasado desapercibido hasta entonces. Se sorprendió al comprobar que aparte de toallas, también habían dejado batas de baño allí. Suspiró, aliviado, envolviéndola finalmente alrededor de su cuerpo para al menos dejar de sentirse tan expuesto. La anudó sobre su cintura y dejó la toalla en la zona donde más tarde los encargados de la limpieza se encargarían de recogerla, volviéndose finalmente hacia la bañera que la joven ya había detenido en su momento.

    —Bueno... —suspiró, arrodillándose frente a la tina mientras tomaba el pantalón y echaba parte del gel sobre el agua agitándola en el proceso, y parte sobre la superficie de la prenda, aplicándola sobre esta con ambas manos—. ¿Crees que con esto funcionará? Por suerte al menos en esta habitación tenemos ventanas, y apenas debe ser mediodía —comentó, recordando la claustrofóbica habitación en la que habían tenido que pasar la noche.

    Sin duda no quería pensar en el estado en el que habría acabado si le hubiesen llevado allí dentro justo en ese momento.
     
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    Sonrió cuando sintió esa caricia sobre su cabello, era de cierta forma reconfortante. Se adentró al baño y se sentó sobre sus rodillas frente a la tina observando como el agua poco a poco comenzaba a llenarse, incluso se apoyo un poco para jugar con el agua con la punta de sus dedos.

    Cuando volvió su vista a Shawn, recibió aquella gel para colocarla en el filo de la tina, todavía esperando a que el agua fuera suficiente para poder hacer las cosas de una manera un poco más sencilla. Para cuando volvió a ver a Shawn al lado suyo ya se encontraba con una bata de baño, quizás no era ropa nueva pero tan siquiera pensaba que podía sentirse algo más cubierto.

    Una vez que el agua fue suficiente, apagó la llave para que se pudiera agregar aquella gel y al igual que el albino, tomó una de las prendas para comenzar a tallar la ropa luego de haberla mojado un poco.

    —... Yo creo que si puede funcionar, esto huele un poco más contrastante y... Si tallamos bien, es muy probable que este olor quede algo más discreto y el otro se vaya... —Le dedicó una sonrisa tranquila mientras volvía a centrarse en lo que estaba haciendo —, ¿tan solo medio día? Siento que ha pasado tanto... Los días parecen ir más lentos que nada entonces, ¿no?
     
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    Shawn Amery

    Le tranquilizó en parte escuchar su respuesta y asintió, conforme, sin dejar de frotar sobre la superficie de la tela. De alguna forma aquella actividad tan cotidiana les estaba ahorrando mucho más de lo que podían pensar, y no le fue realmente difícil dejar la mente en blanco mientras se concentraba en la tarea que ellos mismos habían creado. Apenas llevaba un día con aquella ropa, siendo la que le había ofrecido... al acabar empapado en la batalla de...

    No, no, no.

    Sin darse cuenta había comenzado a frotar con más fuerza, y al percatarse de ello simplemente esbozó una pequeña sonrisa avergonzada, dejando de aplicar el gel para introducirlo con cuidado en el agua. Al repetir la acción varias veces llevó la prenda hasta su rostro, pero pudo percibir aún el aroma mezclado con el nuevo olor. No, aún no era suficiente. Una vez más.

    —La prisión logra muy bien el mantenernos ajenos al ritmo que llevan en el exterior. No sería capaz de intuir cuántos días han pasado desde que llegamos aquí si no fuera por los collares... —¿Cuánto llevaban realmente allí dentro? ¿Nueve? ¿Diez días? Se volvió hacia Catherine sin dejar a un lado su labor, coincidiendo con su pregunta—. Pero sí... Los días se hacen eternos aquí dentro. Más aún cuando no sabes cómo está tu dúo, o qué nos deparará el día siguiente.

    >>Si es que hay un nuevo día, realmente.

    Aquella última frase había salido sin permiso de sus labios, pero apenas reparó en ello. A aquellas alturas, raro era que alguno de los prisioneros no hubiese pensado en ello.
     
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