Él lo cambió todo

Tema en 'Fanfics abandonados sobre Libros' iniciado por JessCullen, 6 Julio 2011.

  1.  
    Nelcys Cullen

    Nelcys Cullen Fangirl empedernida

    Libra
    Miembro desde:
    15 Junio 2011
    Mensajes:
    75
    Pluma de
    Escritora
    Hola Jess...!! Gracias por avisarme!!:D Esta capitulo me ha encantado!! Me ha gustado muchoo!!:P
    Me parecio muy gracioso cuando Alice se abalanzo sobre Emmett!! Jajaja!! Me encanto esa parte!:P Y Jacob llamando Barbie, rubia a Rosalie!! Algo normal!! Jajaja! :P Y la parte tan infantil de Emmett! Jajaja!! Este capitulo de verdad que me gusto!
    Ya quiero leer la continuación de este capitulo!! Quiero saber que va hacer Bella!!!:D
    Bueno Jess, suerte en tu examen!!:D Avísame cuando publiques!!
    Atte. Nelcys!
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  2.  
    Aomecita

    Aomecita Usuario popular

    Piscis
    Miembro desde:
    8 Agosto 2009
    Mensajes:
    692
    Pluma de
    Escritora
    Hola amiga gracias por avisarme que al fin has puesto conti de este fic que te he dicho mil veces que me encanta
    en serio gracias por avisarme siempre aun cuando estes corta de tiempo lo aprecio mucho aunque es cierto el capítulo
    de hoy fue más corto que habitualmente pero... aun así fue emocionante, reveladora, misteriosa, intrigosa ahhhhhhhhh
    todo lo que me gusta uggggg a veces Jacob se me hace tan dramatico y algo... chantagista a veces nada más
    ahhhhhhhhhhhh espero conti pronto cuidate sayo...
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  3.  
    Ltres

    Ltres Entusiasta

    Miembro desde:
    5 Noviembre 2010
    Mensajes:
    58
    Pluma de
    Escritora
    concuerdo plenamente con jake , si definitivamente ! oooooooooooooooh me encanta ! quiero leer qe sigue de verdad :D es genial, me encanta, ojala qe edward se habea un poco mas y bella vensa sus miedos :D

    cariños, besos y abrazos :D
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  4.  
    Aveces Angela

    Aveces Angela Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
    30 Septiembre 2011
    Mensajes:
    23
    Pluma de
    Escritora
    Está muy interesante, a mi me gusto mucho!! :)
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  5.  
    Kotomichinn

    Kotomichinn Usuario común

    Escorpión
    Miembro desde:
    6 Julio 2011
    Mensajes:
    371
    Pluma de
    Escritora
    Holis ^v^ aquí una Koto-chinn reportándose...
    Disculpa la demora es que estuve enfermita estos días pasados y he tenido que irme actualizando poco a poco con la lista de invitaciones que tenía, pero ahora estoy para ti.

    Comencemos con los aspectos técnicos:
    - Tienes problemas con los guiones, fue lo único que encontré, aunque yo tampoco soy muy buena detectando errores.
    Debería ser algo así:
    Ahora a la historia…
    Por lo que veo la historia esta en su mejor parte, también me alegra que Bella y Jake hayan resuelto sus problemas y diferencias y que vuelvan a ser amigos; pero me sigue intrigando la elección que hará Bella, aunque es obvio que esta loquita por Eduard su testarudez es mayor. Quizás en los próximos capítulos resuelvas esa parte.

    Me alegra que el plan de Bella diera resultados y que sus amigos y familia se lleven mejor ahora, porque las buenas relaciones son importantes.

    Esperare la continuación y no te sulfures, tomate tú tiempo ya que no es bueno hacer las cosas apuradas.

    Nos leemos… Sayonara!!
    Koto-chinn.


     
    • Me gusta Me gusta x 2
  6.  
    Blood Dupre

    Blood Dupre Usuario VIP

    Tauro
    Miembro desde:
    27 Abril 2010
    Mensajes:
    878
    Pluma de
    Escritora
    Gracias por avisarme y perdona mi enorme y deteriorada tardanza, pero tuve una semana muy mala, en fin me han encantado los celos de ambos chicos, es decir, pobre Bella me la imagino ahí parada en medio de esos dos como si estuvieran peleándose por un caramelo y ella ilusionada con el hecho de que Edward la protege, en fin como siempre tienes una ortografía muy limpia y en lo tardado pues no te preocupes pues yo me ausentare o no estaré muy activa dentro de dos semana, espero el próximo. Adiós.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  7.  
    ZafiroGhostGirl

    ZafiroGhostGirl Iniciado

    Leo
    Miembro desde:
    29 Julio 2011
    Mensajes:
    18
    Pluma de
    Hey!
    Hola y gracias por invitarme a leer tu historia.
    Me ha gustado en lo que llevo leído, me gusta tu manera de escribir, es el tipo de lectura que me gusta leer.
    Pues no tengo nada que decirte con lo de la ortografía, creo que los demás son más expertos que yo.
    Sin más que decir, me despido.
    Espero que me dejes una invitación en mi perfil, en realidad me ha encantado y quisiera seguir leyendo.
    Un beso y espero tu actualización ;)
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  8.  
    Cass Crokaert

    Cass Crokaert Entusiasta

    Libra
    Miembro desde:
    15 Enero 2011
    Mensajes:
    54
    Pluma de
    Escritor
    Waaaaa sigue pleasee me encanta como escribes en lo de las faltas ortpgraficas no puedoayudarte en muxo por que no soy un experto en eso.asi que continua jujujuju sigue.asi
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  9.  
    JessCullen

    JessCullen Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    6 Julio 2011
    Mensajes:
    216
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Él lo cambió todo
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    22
     
    Palabras:
    6161
    Capítulo 15: Tan solo, no sueltes mi mano

    —¡Jake!— se escuchó a lo lejos.

    Mi amigo y yo, que aún continuábamos sentados en las rocas del acantilado, nos giramos hacia donde provenía la voz. Eran Seth y... ¡Edward! ¿Había conseguido que surgiese una amistad entre el pequeño de mis amigos y mi hermanastro?

    ¡Soy genial!

    Me regodeé un poco en mi dulce victoria. Al fin me salían las cosas bien, tenía derecho a alegrarme, ¿no?

    Pronto, los otros dos acompañantes llegaron hasta nosotros y salté de la roca hacia el mullido suelo. Jacob me imitó, lanzándome una mirada cómplice y señalando disimuladamente a Edward con la cabeza.

    Al principio me alarmé. ¡Quién sabía si mi hermanastro era lo suficientemente perceptivo para captar el mensaje oculto de todo aquello! ¡A veces es un fastidio que tu mejor amigo conozca tus sentimientos! Sobre todo si ese mejor amigo no sabe disimular y es algo… rencoroso (sí, esa sería la palabra).

    Habíamos comenzado a caminar en dirección a nuestro campamento de toallas una vez más, cuando Edward se preguntó en voz alta:

    —¿Venimos a la playa y ni siquiera nos bañamos?

    —¡Yo quiero darme un chapuzón!— gritó Seth, levantando las manos cómo un crío.

    Vi como Jake rodaba los ojos y Edward me miraba curioso, pero procuré no atontarme con su malditamente perfecta belleza.

    Consideré por unos momentos la idea de entrar en el agua.

    Mmm… No, sin duda: demasiado fría.

    Estaba segura que, por mucho que el hombre del tiempo hubiese asegurado que esa semana el viento de Oriente soplaba con fuerza haciendo calentar el mar más de lo normal; nadar en el Pacífico durante el mes de noviembre no era una de las ocurrencias más ingeniosas.

    Volvimos junto a los demás. Parecía que el ambiente seguía en armonía a pesar de nuestra ausencia.

    ¿Qué fue lo peor de esa tarde hasta el momento? Am… Bueno, dejadme que piense…

    Primeramente, pasamos parte de las horas de sol tumbados en la arena. Y sí… Lo admito también: tener a Edward a mi lado todo el tiempo fue una de las experiencias más terriblemente increíbles que he podido sentir.

    La verdad, no hablamos mucho, tan sólo compartimos algún que otro comentario acerca del tiempo o el día. Lo sé: pésima conversación. ¡Pero no era tan fácil hablar con alguien tan perfecto! Al menos, no era fácil para mí.

    En segundo lugar, Alice me hizo quitarme el vestido playero que me había colocado. ¡Es indescriptible la cantidad de vergüenza que me hizo pasar! Lo peor de todo fue que Emmett tenía ganas de verme más colorada de lo que ya estaba, por lo que preguntó a Edward qué tal me sentaba el bikini blanco en su opinión. Su respuesta me asustó en un principio, pero una parte de mí quiso escucharla.

    “—Estás preciosa… “

    Bien… Si Emmett quería que me pareciese a un tomate; lo consiguió. Edward me hizo un cumplido, haciendo así que comenzasen a sudarme las manos al mismo tiempo.

    En tercer lugar; llegó mi temor a raíz de una única y asquerosa frase:

    —¿Por qué no hacemos submarinismo?— comentó Edward, mirándome de reojo.

    ¡Increíble! ¡Bastaba para que yo odiase los deportes para que “el señorito malditamente perfecto” sugiriese esa idea!

    —Pues…— Seth comenzó a pensar, con una mano en su barbilla.

    ¡Di que no, di que no, di que no!

    —¡No seas nenaza, Seth!— le provocó Leah.

    —Yo no soy ninguna nena. — se quejó él, matando con la mirada a su hermana.— Es más…— La sonrisa juguetona que se posó en sus labios no me gustó ni una pizca.— ¡Me apunto!

    ¡Ouch!

    Casi como si lo hubiesen estado planeado por adelantado, Edward y Seth se pusieron en pie a la vez.

    Éste último se acercó a su hermana y comenzó a empujarla para que se apuntase al nuevo plan. No paraban de oírse cientos de ruegos y quejas por parte de Leah. Finalmente, el pequeñajo logró convencerla.

    —¿Tú no vas?— preguntó Jacob, acercándose a mí en cuanto los demás ya estaban en la orilla.

    Quise responderle, pero justo en ese instante tenía la vista fija en algo totalmente hermoso delante de mí. Edward acababa de quitarse la camiseta que traía puesta, quedándose únicamente con su bañador azul.

    Me mordí el labio ante el repentino calor que invadió mi cuerpo. Me era imposible apartar la vista de mi hermanastro, que ahora reía con entusiasmo junto a su nuevo amigo.

    —Tierra llamando a Bells. — Volví a la realidad en cuanto Jake movió su mano frente mis ojos.

    —P-Perdona… ¿Qué decías?

    ¡¿Porqué eres tan mala disimulando?!— se enfadó la mini-yo.

    Decidí apartar la mirada del mar y mantenerla fija en mi mejor amigo. Al menos hasta que acabase de hablarme.

    —¿Sabes que desearía ahora mismo?— dijo Jacob, en tono melancólico.

    Quedé estática en mi lugar, sin atreverme a preguntar.

    —Que me mirases con los mismos ojos que a él. —escuché como mi amigo tragaba saliva y forzaba una sonrisa.

    Cerré los ojos y me aovillé entre mis rodillas, escondiendo mi cara entre las manos.

    —No sé qué me pasa…—me quejé. Había decidido no llorar, por lo que no permitiría dejar caer más lágrimas.

    —¡Eh!— noté las caricias de Jake en mi espalda.— Estás enamorada, Bells. No hay más. — levanté la cabeza en cuanto pronunció aquello, acertando a verle encogerse de hombros. Aún así, podía percatarme que algo de dolor le producía todo aquello.

    —¡No!— negué, estirándome en la toalla verde que yacía bajo mis pies.

    Suspiré y respiré acompasadamente, grabándome ese “no” en mi mente. Volví a cerrar los párpados.

    Suerte que Alice, Rosalie, Jasper y Emmett habían decidido jugar un partido de fútbol en la arena. Sería realmente incómodo y vergonzoso que me viesen así.

    Pronto dejé de escuchar la respiración de Jake junto a mí. Fruncí el ceño y abrí los ojos, sentándome en la toalla con las piernas cruzadas. Giré la cabeza, buscándole por todas partes. Segundos después le vi en la orilla, hablando con Edward.

    Aquella escena me alarmó. ¿Jacob y Edward hablando tan tranquilos? O el mundo se había vuelto del revés o…

    ¡¿Pelea?!

    Por poco tropiezo con mis propios pies al levantarme de la toalla a la carrera y procurando no dejar que el bikini incomodase mi marcha (algo totalmente imposible, creedme…).

    Dejé todo atrás, caminando con paso firme hasta la altura de los dos chicos. No quería mojarme los pies, pero ellos discutían justo al borde de las olas.

    Enfrenté todos mis miedos únicamente para evitar que… (debo admitirlo): Edward resultase herido. También me preocupaba Jake, pero mi hermanastro ocupaba gran parte de mi mente en esos momentos.

    Soy una egoísta…

    —¡Deja de darme órdenes Cullen!— se encaró Jacob.

    —¡Pues Black, hazme un favor y…!— iba a comenzar Edward, pero los interrumpí, apareciendo en medio de los dos.

    —¡¿Otra vez?!— pregunté, alzando el tono de voz.— ¡Comportaos de una vez! ¡Todos somos personas, así que…!— paré en seco al percibir las miradas cómplices que se lanzaban los chicos.

    Lamentablemente, me di cuenta demasiado tarde de lo que se proponían.

    Edward me cogió en brazos de repente y Jacob soltó una risotada. No tuve tiempo de indignarme o hasta de sentirme en las nubes por tener el cuerpo de mi hermanastro tan cerca, tan sólo supliqué sin parar.

    —¡Suéltame!— vociferé en cuanto Edward anduvo en dirección al mar.

    Jacob ya se había desprendido de su camiseta y se lanzó a las olas sin miedo. Al salir tan sólo me guiñó un ojo y nadó hacia donde esperaban Leah y Seth.

    — ¡Esto no tiene gracia!—volví a gritar, forcejeando en los brazos de Edward.

    —Vamos, Bella. — rió mi hermanastro.— Aquí no vive el monstruo del Lago Ness, si es eso lo que te preocupa.— se burló, mientras el agua ya le llegaba por las rodillas.

    —¡Para! ¡Déjame en el suelo!— supliqué a todo volumen, rodeando su cuello con las manos en un intento desesperado por escapar de las olas que ya le cubrían la cintura.

    —¿Preparada?— me preguntó Edward, con los ojos brillando de pura emoción.

    Negué con la cabeza, pero… Parte de mi mente no quería escapar. Una vez la histeria se había disipado, llegaron las mariposas en el estómago y la electricidad recorrió mi piel ahí donde nuestras pieles se rozaban. Algo me dijo que tanto él como yo podíamos notar ese extraño cosquilleo.

    —El agua está muy bien para darse un baño, de verdad. Confía en mí. —Esos ojos esmeralda suyos se posaron en los míos, enfundándome coraje.

    No dije nada, pero inspiré mucho aire para guardarlo en los pulmones tanto como aguantase bajo el mar.

    Edward sonrió y me apretó más contra su torso desnudo.

    —Una. — contó él.— Dos.— continuó. El corazón me latía a toda pastilla; primeramente por su cercanía y en segundo lugar por lo que estaba a punto de hacer.— Y…— cerré los párpados fuertemente, lista para lo que llegaba.— ¡Tres!

    Edward se zambulló en el océano, llevándome consigo. En pocos segundos, me vi cubierta por un líquido transparente que no estaba tan frío como había pensado en su momento.

    Aún así, no pude evitar que la piel se me erizase al toque con el agua.

    Saqué la cabeza del mar, notando que los brazos de Edward rodeaban mi cintura. Él salió instantes después que yo, con el pelo empapado dejando caer leves gotitas de agua por su cara. Era tan impresionantemente bello…

    —¿Ha sido para tanto?— preguntó él, entre risas.

    —Creí que estaría helada… —dije, sorprendida.

    —Te equivocaste. — respondió Edward, sonriendo amablemente.

    Supuse que parecería tonta observando sin pestañear su sonrisa torcida. ¡Realmente me hacía perder la cordura aquella expresión suya!

    En cuanto conseguí regresar al presente, me detuve a pensar en el verdadero sentido de todo aquello.

    —Me niego a bucear. —cambié el tono de mi voz, enfurruñándome frente a él.

    —Hoy habrá mucha fauna, estoy seguro. —explicó Edward, para hacerme cambiar de idea.— Subiremos a respirar siempre que lo necesites, no debes temer por eso.— con esa frase cambió la expresión en su rostro a una mucha más sensata.

    —Lo sé, pero…— Aún no estaba segura de si aceptar o no.

    —No te pasará nada, lo prometo. — Edward acercó su rostro al mío e hizo más firme su agarre alrededor de mi cintura.

    La respiración me tornó a su ritmo acelerado y tuve que contestar para que mi nerviosismo pasase desapercibido.

    —V-Vale. — tartamudeé, rindiéndome.

    Mi hermanastro se quedó observándome sin decir nada durante los primeros segundos, pero después sonrió y comenzó a nadar hacia nuestros amigos, zafando de mi cintura. Le ayudé a avanzar impulsándome un poco con mis pies.

    El agua ya se había convertido en un medio lo suficientemente templado para estar y más teniendo a Edward abrazado a mi cuerpo.

    Esto tiene que ser un sueño. Aunque si lo es… ¡Que nadie me despierte, por favor!

    Pronto llegamos hasta los demás, quienes esperaban en la parte profunda del mar.

    —¡Ya era hora! Nos iban a salir canas de tanto esperar. —bromeó Seth, quien desvió la mirada en cuanto vio el brazo de Edward rodeando mis caderas.

    Jacob, sin embargo, no disimuló tanto y quedó con la vista puesta en nosotros un buen rato, sin decir palabra alguna.

    —Bien. Tú dirás por donde vamos. —le dijo Leah a Edward, sin mucho agrado.

    —Lo más seguro es ir junto a los acantilados. —respondió él, ignorando el tono de Leah.— Si aparece alguna corriente marina, podremos aferrarnos a las rocas.— continuó, señalando el lugar.

    —Pues en marcha. —intervino Jake, por primera vez. No lo sabía exactamente, pero parecía haber recuperado el buen humor.

    Los tres amigos empezaron a impulsarse a brazadas hacia las escarpadas paredes del acantilado más cercano.

    Edward se rezagó un poco más, ya que se había empeñado en llevarme a mí a cuestas.

    Mientras mi hermanastro avanzaba entre las olas, conmigo abrazada a su costado, decidí hablarle.

    —Quiero que conste en acta que esto no ha sido idea mía. —dije con algo de socarronería, mirando al horizonte.

    Estaba atardeciendo, pero jamás había visto antes ponerse el sol en La Push. La vista era preciosa. No pude evitar acordarme de las típicas películas de enamorados; con la puesta de sol y la pareja besándose bajo los últimos rayos de luz del día.

    El corazón me dio un vuelco con tan sólo imaginarme a mí en el lugar de la chica empedernidamente enamorada y a Edward en el papel de chico guapo.

    —Eres afortunada. —interrumpió mi hermanastro, sacándome de todas mis cavilaciones.

    —¿P-Por qué?— ¡Agh! ¡Deja de tartamudear!

    —Vas a ser una de las pocas personas que vea el mundo marino con los rayos del atardecer. — sonrió, sin dejar de nadar.

    —Sí… —concordé. — Pero también voy a ser una de las pocas personas que muera en su intento por bucear. —pretendía que aquello pareciese algo con lo que mofarse, pero tuvo el efecto contrario en las facciones de Edward.

    —No digas eso. —Los labios de mi hermanastro estaban colocados en una línea recta. —Bella; si tú murieses, yo moriría contigo.

    El poco aire que estaba inhalando quedó atrapado en mi garganta y mis piernas dejaron de moverse.

    Lo que acababa de decir no tenía pinta de ser real, era más bien de un cuento. Sí, eso es: un cuento de hadas.

    La bomba de relojería volvió a instalarse en mi corazón. ¡Santo cielo! Mis emociones se estaban descontrolando totalmente.

    Edward no había vuelto a abrir la boca desde entonces, ya que casi habíamos llegado donde las rocas, pero de reojo no pude evitar que mis ojos se dirigiesen a los suyos. Eran tan profundos, tan sinceros… No sé por qué, pero comencé a creer que realmente yo le importaba. Después, dirigí la mirada a sus labios. Un impulso, que no parecía estar saliendo de mí misma, hizo que de repente se volviesen muy apetecibles. Los tenía a tan poca distancia que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no besarle.

    ¡Esto no puede estar pasando!

    Gracias a Dios, la salvación para mi juicio apareció en cuanto llegamos donde ya estaban Jacob, Leah y Seth.

    Los dos primeros estaban teniendo una entretenida conversación, por lo que no se percataron de nuestra llegada.

    —A este paso se nos va a hacer de noche. —se quejó Seth, señalando a la pareja que quedaba tras él que aún continuaba charlando.

    —¿Tu hermana sabe bucear?— pregunté al pequeño, con una idea asomando en mi cabecita.

    —Supongo. —contestó. — ¿Por qué?— quiso saber él, confuso por mi pregunta.

    No respondí, tan solo miré hacia donde estaba Jacob.

    —¡Jake!— le avisé.

    El aludido y su acompañante dieron media vuelta y regresaron a nuestro lado.

    —Lo siento. No nos habíamos dado cuenta de que ya estabais aquí. —se disculpó mi amigo, ruborizado y con una mano en su nuca.

    —Tranquilo. —Me alegré porque al fin hubiese encontrado algo en la hermana de Seth. — Sólo queríamos saber si podrías ayudar a Leah con esto del buceo.

    Tanto Edward como el pequeñajo del grupo se me quedaron mirando con caras raras o de incomprensión, pero yo continué con mi sonrisa bien marcada.

    —Sin problemas. —contestó, captando en seguida mi idea y devolviéndome una de sus sonrisas, haciéndole más señalados sus hoyuelos.

    Leah también tenía una mirada de confusión, pero sus orbes brillaban con fuerza.

    Esto de ayudar a los amigos me hace sentir muy bien.

    —Vale…— frunció el ceño Seth, dejando correr la situación con indiferencia. — Aquí tenéis las gafas.

    El chico nos pasó a cada uno unas gafas de bucear bien grandes.

    Cogí las de color rojo y las enfundé por entre mi cabeza hasta que estuvieron encajadas en mi frente. Las dejé ahí, preparadas para colocarlas sobre mis ojos en cuanto fuera necesario.

    Edward tenía las gafas azules oscuras, Jacob escogió las negras (a juego con su bañador del mismo color), a Leah le tocaron las verde lima (también a juego con su bikini verde) y por último, Seth se quedó con las de color marrón, a pesar de que se bañador era gris.

    —Nos vemos abajo. —se despidió el pequeño, mientras se enfundaba las gafas en su sitio y se zambullía en el agua. Tan sólo atisbamos a ver cómo nadaba hacia las profundidades hasta que se perdió en cuanto avanzó algunos metros.

    —Ahora nos toca a nosotros. —anunció Jake. Atisbé como iba cogido de la mano de Leah, y ésta andaba en las nubes. Cómo conocía su expresión ausente… Edward hacía que tantas veces yo misma me sintiese de esa manera…

    —¡Nada de distracciones! Vas a bucear dentro de nada, ¿recuerdas?— la mini-yo lo fastidió todo.

    El miedo hizo mella en mi cuerpo y las extremidades empezaron a temblarme.

    —Suerte, Bells. —Jacob me guiñó un ojo con complicidad.

    —Igualmente. —contesté, con el pánico apoderándose de mi voz poco a poco.

    Esos dos también desparecieron entre las profundidades a los escasos 5 segundos.

    Procuré respirar bien para evitar ahogarme ahí adentro, pero tan sólo con no notar el suelo bajo mis pies quería huir de allí despavorida.

    ¡Vale, vale! Edward no me había soltado en lo que llevábamos de nado, pero los temblores no cesaban.

    —Bella, no voy a soltarte. Tranquilízate. —Edward dejó un brazo rodeando mi cintura y el otro lo utilizó para tomarme de la mano con fuerza.

    Sus orbes esmeralda me inundaron de tranquilidad. Sabía que era ahora o nunca. Si lo pensaba un poco más tal vez me echase atrás y al fin estaba consiguiendo pasar tiempo con Edward. ¡No podía echarlo todo a perder por el dichoso terror!

    No soy una cobarde. ¡No lo soy!

    Asentí con la cabeza y dejé la mente en blanco para decir una última frase antes de sumergirnos.

    —Tan sólo… No sueltes mi mano, por favor. —le pedí, haciendo más fuerte la presión que ejercía en su palma.

    —Lo prometo. —fue la último que le escuché decir.

    Con movimientos rápidos, los dos nos colocamos las gafas en su sitio y cogimos una gran bocanada de aire fresco. Conté hasta tres mentalmente y ahí iba.

    Edward nos impulsaba a los dos a través de las oscuras profundidades. Tenía los ojos cerrados por puro reflejo y no acertaba a abrirlos.

    Mi piel notó el leve cambió de temperatura y ya no aguanté más: separé los párpados.

    Casi hago que mis orbes achocolatadas se salgan de sus órbitas. ¡El paisaje marino era impresionante! Mi hermanastro tenía razón…

    A pesar de no haber bajado a demasiada profundidad, los peces pasaban a nuestro lado tranquilamente. Los había de todos los colores y tamaños; algunos tan gigantescos que daban miedo.

    En un acto reflejo, quise asegurarme de que continuaba agarrada a Edward por lo que fijé la vista en nuestras manos entrelazadas. Sonreí al instante, sin saber bien el motivo de ello.

    Forcé un poco la vista para contemplar a Seth alucinar con los corales que habían pegados las rocas del acantilado y a Jacob señalándole un banco de peces plateados a Leah. Se veían tan felices…

    Por unos momentos, todo ese pesar que inundaba mi mente cada vez que pensaba en mis padres, en su muerte, en mi desdichada vida… Todo desapareció por unos momentos. Incluso logré sentirme completamente feliz en mirar el rostro encantado de Edward.

    Sí, todo está donde debe estar…

    Pronto, el aire guardado en mis pulmones dejó de serme útil y avisé a mi hermanastro para subir a respirar.

    Edward soltó mi cintura, pero nuestras manos continuaban juntas.

    Los dos nos impulsamos hacia la superficie. Volver a inhalar oxigeno fue genial, pero estaba deseosa por regresar a las profundidades.

    —¿Qué te ha parecido? —preguntó Edward, pagado de sí mismo.

    —Tenías razón. —Le di la satisfacción de saborear la victoria por una vez.— Gracias por haberme convencido. —le dije.

    —No hay de qué. —respondió mi hermanastro, riendo.

    Nos encontrábamos nadando en un mismo lugar para mantenernos a flote y Edward avanzó un poco hasta rozar su nariz con la mía. La electricidad recorrió mis mejillas una vez más. Con lentitud, cerré los párpados no sabiendo qué esperar exactamente del momento siguiente.

    Esperé, pero no ocurrió nada. Iba a dejarlo todo correr porque ya me estaba ruborizando por esperar a que sucediera el típico beso de película con el cual la chica explota en amor, cuando entonces sentí el casto beso que Edward dejó en mi mejilla.

    ¿Estaba decepcionada por ello? Mmm… No sabría qué decir. Sinceramente, mi alocado corazón esperaba otro tipo de beso y en otro lugar, pero por otra parte…

    ¡Un momento! Edward… ¡Edward me ha dado un beso!

    ¿Qué porqué me emocioné tanto? Estaba claro el por qué. Desde aquella noche, que prefería no recordar, el carácter de mi hermanastro había cambiado. Tal vez estaba siendo estúpida por creer que ya no era el mismo chico que me había traicionado en aquel tiempo, pero tal vez hacía bien en creerle.

    ¡¿Por qué todo es tan confuso?!

    En cuanto volví en mí, me asusté al verme sola en la superficie del océano. ¡¿Dónde se había metido Edward?!

    Me moví histérica, recorriendo con la mirada cada rincón cercano, pero nada.

    Decidí colocarme las gafas de bucear de nuevo. ¡¿Y si le había pasado algo?! La mera idea me asustaba muchísimo.

    Estaba preparada para sumergirme una vez más e ir en su busca, pero en ese instante algo me agarró por los pies y tiró de mi cuerpo hacia abajo.

    Emití un grito sordo en cuanto estuve a unos metros de profundidad, pero unas ganas enormes de pegar a alguien salieron de mi interior en cuanto me percaté de que la graciosa bromita había sido gastada por Seth y Edward.

    ¡Los voy a matar!

    Buceé persiguiéndoles por todo el océano cómo mínimo. Me era imposible alcanzarlos, ya que los dos eran mucho más rápidos que yo.

    Aquella tarde la pasé en grande. ¿Quién iba a imaginar que llegaría a entrar en el agua y estaría contenta por ello? Ni yo misma creía lo que sentía.

    Pronto ideamos una especie de “pilla-pilla” bajo el mar y Jacob se apuntó en seguida, seguido por Leah.

    No tengo ni idea de cuánto tiempo pasamos jugando y subiendo a coger aire cuando lo necesitamos, pero la tarde comenzó a desaparecer substituyéndose por el crepúsculo.

    Ahora me tocaba encontrarles a ellos en medio de las rocas de aquel pedazo de mar que habíamos denominado como nuestro.

    Salí a la superficie una vez, antes de volver a zambullirme y comenzar a nadar dirigiéndome a un grupo de corales que yacían junto a una escarpada pared de acantilado.

    Asomé mi cabeza pero no había rastro de ellos, por lo que continué con mi búsqueda.

    A continuación me dirigí hacia un banco de peces que hacía rato estaban parados a la deriva de unas cuantas algas. Me acerqué a ellos, produciendo así una estampida de pequeños animalitos antes de desparecer. Aquel movimiento dejó a la vista la figura de Edward, quien buceaba deprisa hacia un lugar alejado de mí.

    ¡Te vi! ¡No escaparás!

    Sonreí como pude para que no me entrase agua en la boca y me apresuré a seguirle. ¡Imposible! Edward era, y siempre sería, mucho más rápido que yo.

    De reojo vi como Jacob salía de su escondite de rocas hacia un lugar seguro, pero yo estaba demasiado ocupada. Tenía decidido atrapar a Edward y normalmente era muy terca cuando me proponía algo.

    Lo perseguí más allá de las paredes del acantilado, casi a mar abierto.

    Después de salir a coger aire y volver a bucear, estaba nadando tan rápido como me lo permitía la corriente, sintiéndome observada por los ojos de Seth, Leah y Jake.

    Descubrí a Edward huyendo rápidamente y me dirigí a por él cuando de repente sentí como si una especie de cuchilla me atravesase el corazón.

    Paré en seco e, instintivamente, coloqué una mano en mi pecho como si aquello fuese a aliviar el dolor. El poco aire que quedaba en mis pulmones escapó en cuanto quise abrir la boca para gritar. Noté como las piernas no respondían a mi mandato para moverse y fui hundiéndome más y más.

    Estaba aterrorizada, quería salir de allí. Lo que más miedo me daba es que estaba en mitad del mar, ahogándome por algún extraño dolor en mi pecho y nadie me había visto.

    La punzada en mi corazón era casi insoportable y la visión se me iba haciendo borrosa, hasta el punto en que llegaron a pitarme los oídos por la presión.

    ¡Quería salir!

    Entonces, cómo si se tratase de un ángel, vi a alguien nadar precipitadamente hacia mí. Pude reconocer el rostro de Edward crispado al verme. Rodeó mi cintura con sus brazos y zafó de mi cuerpo hacia la superficie.

    Quería ayudarle, pero nada respondía a mi cerebro.

    Gracias al cielo, pude tomar aire en cuanto mi hermanastro me sacó. Continuaba apoyada en su pecho, sin poder moverme. El dolor en mi corazón había quedado a igual intensidad, pero aún así era una tortura.

    —¡Bella! ¡¿Bella, qué te pasa?! —preguntó Edward, agitadamente.

    Pude coger algo de aire, aunque los pulmones no se me llenaban del todo; podía notarlo. Mi mente, que aún seguía activa, presentía algo de lo que realmente me asusté: la muerte.

    —Cullen, ¿qué haces? —¿Esa era la voz de Jacob?

    Sentía tantos pitidos en los tímpanos que apenas reconocía las voces lejanas.

    —¡Jacob, ayúdame! ¡Tenemos que llevarla a la orilla! —ordenó Edward, totalmente desesperado.

    Necesitaba decirle que se calmase, que no quería que se sintiese mal por mí, pero no salía ningún sonido de mi garganta.

    La visión a penas me funcionaba, todo lo que acertaba a ver eran pequeñas manchas borrosas.

    La sensibilidad aún la tenía, por lo que sentí como alguien agarraba uno de mis brazos y otra persona agarraba el otro. Tiraban de mí, mientras que otros dos nadaban deprisa junto a mi cuerpo.

    —¡Respira, Bella! ¡Vamos!— Estaba casi segura de que ese era Seth, hablándome junto a mi costado.

    Le hice caso, empleando todas mis fuerzas para llenarme de tanto aire como pudiese. Cada vez la capacidad de mis pulmones era menor y por mucho que luchase para que no fuese así, me iba ahogando poco a poco.

    —Le haré un masaje cardíaco. —escuché la voz de una chica. ¡Leah! ¿Ella sabía de medicina? Bueno, en ese momento no me importaba, tan sólo quería vivir.

    Unas manos se movieron por mi pecho, ejerciendo presión y parando cuando era necesario. Aquello me ayudaba en cuanto al corazón, ya no era tan terriblemente doloroso, pero el oxigeno seguía sin llegarme del todo.

    Quería llorar, algo imposible en mi estado. Era como si me encontrase en un cuerpo que no fuera el mío, no conseguía accionarlo por mucho que me esforzara.

    —¡Bella, por favor, aguanta! —Aquella voz fue la única que identifiqué con claridad. Siempre iba a reconocer la voz melódica de Edward, ahora cubierta por un grado de preocupación y súplica.

    ¡Odiaba escucharlo así por mi maldita culpa!

    En esos momentos sentí la arena bajo mi espalda y el agua dejó de cubrirme. Quedé recostada sobre la arena, con Leah trabajando a contra-reloj por traerme de vuelta.

    A partir de ahí, tan sólo percibí cientos de voces alteradas a mi alrededor. ¡Algunas que ni siquiera conocía!

    —¡Necesita ayuda médica! —gritó una mujer de voz grave.

    —¡Llamad a una ambulancia, deprisa! —mandó un hombre.

    Capté los alaridos de alguien mientras explicaba lo que había me sucedido.

    —¡Bella, Bella! ¡Abre los ojos! —pidió la vocecita cantarina de una chica. Lo más probable es que se tratase de Alice, quien parecía estar… ¿llorando?

    A parte de todo ese jaleo, me concentré en inspirar y exhalar tanto como podía. Los pulmones ya me dolían por el esfuerzo. Si esto era la muerte, prefería que me llevase de una vez antes de que me hiciese sufrir de aquella manera.

    Entre tanto grito, pude percibir a Edward. Por lo cerca que lo escuchaba, adiviné que estaría a mi lado.

    —Sigue respirando, por favor. —noté su frente sobre la mía y su aliento rozando mis mejillas. Juro que, si tuviese las suficientes fuerzas, en ese momento estaría totalmente ruborizada. —No puedes hacerme esto, Bella. Tienes que quedarte con nosotros, conmigo… —Su tono roto por el llanto era casi peor tortura que el dolor.

    —¿Habéis llamado a la ambulancia?— por lo gutural que sonaba aquella pregunta, se trataría de Jacob.

    —Sí. Vienen de camino. —respondió otra voz agitada. Sin embargo, no pude reconocer de quién se trataba.

    —¡¿Por qué tardan tanto?! ¡Mierda, mierda! —Mi amigo nunca dejaría de decir tacos cuando se alterase.

    Otra punzada me atravesó el pecho, ésta mucho más fuerte que la anterior. El sobresalto hizo que diese un leve respingó y saliese una especie de quejido de mi boca.

    —¡Maldita sea! ¡Bella tienes que luchar! —vociferaba Edward junto a mí, casi sin aliento.

    No podía dejarle, no podía dejarlos a todos. Pero si abandonar este mundo significaba la ausencia de esa tormentosa tortura…

    ¡¿Por qué?! Tan sólo preguntaba eso. ¿Por qué cuando las cosas me iban bien en la vida tenían que arrebatármelas?

    Quizá encontrase a mis padres allí arriba, aunque… ¿Y si no existían ni el cielo ni el infierno? ¿Estaba dispuesta a irme sabiendo todo cuanto dejaba atrás?

    Ese estado se estaba volviendo insoportable y la conciencia dejó de funcionarme tan bien, para irse disipando.

    —¡No! —lo último que llegué a sentir fue la mano de Edward sobre la mía. —¡No te rindas! Bella, por favor…— aquello último fue una súplica, mientras apretaba con más fuerza mi palma y colocaba su mejilla contra la mía. —Te quiero…

    Ya no pude contestar, ni sorprenderme. Simplemente las sombras me atraparon del todo y mi corazón se asimiló a una bomba que estalló justo en ese instante.
    <><><><><> <><><><><> <><><><><> <><><><><> <><><><><> <><><><><><><><><><>
    Bueno amigas/os os dejo la conti aquí^^
    Espero que os guste, he intentado hacerla larga =)
    ¿Qué habrá pasado con Bella? =O Descubridlo en el próximo cap.!
    Un abrazoo y gracias por leerme, en serio. ¡Soys lo mejor!
     
    • Me gusta Me gusta x 15
  10.  
    ZafiroGhostGirl

    ZafiroGhostGirl Iniciado

    Leo
    Miembro desde:
    29 Julio 2011
    Mensajes:
    18
    Pluma de
    Wow, me has dejado impactada con esto, la verdad pensé que Edward se estaba ahogando y que por eso a Bella le dolía el pecho.
    Bueno, me gusta la trama que tienes, siempre lo he dicho.
    Por un momento estuve a punto de abandonar la lectura, ya que odia a veces a la Bella muy romantica y eso no me gusta.
    Pero como has cambiado la onda de la historia, me he quedado.
    Nos vemos luego y espero que sigas actualizando.
    :D
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  11.  
    Alix Cullen Bellamy

    Alix Cullen Bellamy Entusiasta

    Virgo
    Miembro desde:
    3 Julio 2011
    Mensajes:
    85
    Pluma de
    Escritora
    Primero que nada WOW! amiga mia este capi ha estado super genial,
    me encanta lo de la bomba de relojeria? si creo que asi era hahaha fue genial:oops:
    y a Jake y Edward confabulando en contra de Bella,:)
    tambien debo admitir que Jake me dio ternura cuando le dijo que le gustaria que Bella lo viera como veia a Edward
    pero el premio se lo lleva mi Ed cuando le dice que si ella se muere el tambien awwwwwwwwwwww es tan... tan... tan perfecto lo amo
    y hubiera dado lo que sea por verlo cuando se quito la camiseta OME!!!!! hehehe pero pobre Edward seguro se sentira mal por haber convencido a Bella de bucear
    y este muriendose ahi jummm dime que no se muere plis pobre de mi Edward hahaha que mala soy, Bella muriendose y yo solo pensando en Edward hehe que mal plan
    pero es que como lo amo hehehe bueno espero la conti y sigue asi tu historia es perfecta.

    xOxO
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  12.  
    Nelcys Cullen

    Nelcys Cullen Fangirl empedernida

    Libra
    Miembro desde:
    15 Junio 2011
    Mensajes:
    75
    Pluma de
    Escritora
    Jess!! Que!!? WOW...!! Este capitulo te quedo... INCREIBLE!! Me ha dejado!!:O Este capitulo simplemente me encanto!!:D
    Me encantaron los momentos que estuvieron juntos Edward y Bella:D, cuando bucearon y esas palabras de Edward de que si ella moria el igual!! Que lindo!!:) ! Pero... ¿Qué le paso a Bella?? ¿Qué tiene??:O!!!
    Avisame cuando publiques y publica pronto, porfa!! Quiero saber que le paso a Bella!!!
    Atte. Nelcys!
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  13.  
    Kikuz-sama

    Kikuz-sama Usuario popular

    Géminis
    Miembro desde:
    6 Julio 2011
    Mensajes:
    654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Hola, hola, hola!!!!

    Eres mala, como pudieste dejarlo ahi? jaja no es cierto :P
    Woaw este capitulo me a tomado por sorpresa y mira que hacerlo es un poco dificil, me ha gustado pero me has dejado con la duda, ¿que le sucede a Bella?, ¿Tanta felicidad de provoco un ataque al corazón?

    Pobre Edward me destroza el corazón saber que sufre uyyy no pero bueno espero que en el proximo capi ya no este tan trsite el pobre, ahora pasemos con lo que más me a gustado de la conti, am veamos.... si, tiene que ser la parte en la que Bella solo ve a Edward con el bañador, que daria yo por tener una vista como la de ella y los mosmentos que pasaron juntos buceando, lastima que las cosas hayan terminado tan mal.

    Avisame para la conti, un beso :)
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  14.  
    Nattty

    Nattty Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    14 Mayo 2011
    Mensajes:
    29
    woooooow amiga!! no se puede decir otra cosa que woooow!!!!!
    como siempre sorprendiendonos!! te ha quedado super GENIAL el capitilo!!!! super romantico!!!!
    no entiendo que le paso a bella!! pensé al principio que se habia apuñalado con alguna roca o algo así ,nose... pero no fue nada de eso...acaso fue una falla del corazón?? no logre comprender y me dejo mucha duda!, pero esperare al siguiente cap seguramente lo dirá con claridad!!!
    re tierno el final!! con edward diciendole que la quiere aaaaaaaaaaw ♥. super ... pero le estallo el corazón??????????????????? O_O de esa como se salva??????
    espero la conti con URGENCIA!!!!!!!!!! amiga!!!! x favor!!!
    aaaah casi me olvido!! que lindo mi jake!! siempre comprendiéndola... me partió el corazón cuando le dijo que le gustaría que lo mirase a el de ese modo! POBRESITO!!! eres cruel con mi jacob!!!!! jajajjaja besote amiga GENIAL EL CAPITULO!!! se te quiere ♥.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  15.  
    Kotomichinn

    Kotomichinn Usuario común

    Escorpión
    Miembro desde:
    6 Julio 2011
    Mensajes:
    371
    Pluma de
    Escritora
    Holis ^v^ aquí una Koto-chinn reportándose...
    Disculpa la tardanza es que tengo muchas cosas en la cabeza ^v^

    El capítulo realmente me sorprendió, después de toda esa felicidad que ambas partes estaban teniendo, Bella comienza a sentirse mal, ¡que fome! y que triste a la vez porque ahora tanto Ed como Jake se van a sentir culpables por haber obligado a Bella a meterse al agua, pero ¿por qué a Bella le dio un infarto? y para colmo no fue uno, sino dos...

    Nos leemos... Sayonara!!
    Koto-chinn
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  16.  
    Pire

    Pire Usuario VIP Comentarista Top

    Escorpión
    Miembro desde:
    13 Noviembre 2010
    Mensajes:
    3,692
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor

    te matare!!!!!!!!!!!!!!! (por fin pude comentar jeje)
    como puedes dejarnos con esa intriga!!! aww creo q morire....de seguro a bella le pico algo, una mantarraya muajaja es eso? yyy dicen q esas matan por eso .-. awwwww lo sabia, sabia q edward la amaba, se ntaba a lenguas, aww es tan tierno...lindo, lindo....
    esta historia, te digo de una ves, es la priemra que el leido de crepusculo, tienes el onor awwwww pero me fasina!!! como sales de los vampiros y lobos y muestras esa genial historia me encanta, ademas tu modo de narrar me encanta, se parece al de stephanie a genial chica, tu orgotrafia perfecta, eres genial!!!! tienes ese don de dejar con la boca abierta a los lectores, eso es lo que me gusta...aw genial de verdad....me inspiras a escribir un fic de ellos aww haber si se me ocurre eso...

    espero la cotiiiiiiiiiiiiiiiiiii ansiosa...

    besos...sayo

    Risa-chan
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  17.  
    Blood Dupre

    Blood Dupre Usuario VIP

    Tauro
    Miembro desde:
    27 Abril 2010
    Mensajes:
    878
    Pluma de
    Escritora
    Gracias por avisarme, perdona la tardanza linda, ahora bien me quede impactada con la última parte, ahora bien que le pasara a Bella, espero que nada malo ya que también se irá la mini-bella, noté esto, si estoy mal olvídalo:

    —No hay de qué. —respondió mi hermanastro, riendo.

    espero el próximo. Adiós.

     
    • Me gusta Me gusta x 1
  18.  
    JessCullen

    JessCullen Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    6 Julio 2011
    Mensajes:
    216
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Él lo cambió todo
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    22
     
    Palabras:
    4531
    Capítulo 16: Verdades ocultas

    ¡Au!

    ¡¿Qué narices había pasado para que me doliese tanto la cabeza?!

    Respiré varias veces, comprobando que mis pulmones seguían en su sitio. Era extraño, pero no notaba mi cuerpo como mío. Es decir, me era imposible moverme porque, simplemente, no sentía las piernas o los brazos por ningún lado.

    Todo estaba negro, por lo que adiviné que tendría los ojos cerrados. Hice un gran esfuerzo para abrirlos y observar lo que me rodeaba.

    La luz que me iluminaba era casi cegadora, o al menos lo era para mí. Pestañeé varias veces para acostumbrarme a la claridad, mirando hacia el lugar de donde provenían aquellos rayos de sol: una ventana ancha con cortinas grises.

    Comencé a asustarme al no reconocer nada de aquella estancia cuadrada de paredes blancas. En un primer momento vino a mi mente el orfanato en el que estuve interna a los 18 años, pero…

    No. Allí había mesas.

    Aquí, lo único que llenaba el cuarto era un sillón gris junto a una de sus cuatro esquinas, un montón de cachivaches eléctricos junto a mi cama de blancas sabanas y una puerta azul en el fondo.

    — Terriblemente deprimente… — pensó la mini-Bella.

    En cuanto los oídos empezaron a funcionarme con mayor precisión, escuché el incesante “pip- pip- pip” que emitía una especie de pantalla de ordenador. Estaba colocada al lado derecho de mi cabeza, tocando a la pared.

    Un segundo… ¿Eso era el aparato que tanto había visto en los típicos culebrones de hospitales? ¿La pantallita que siempre dibujaba una línea recta cortada por varios desniveles que suben? Sí, sí. En definitiva: el cachivache aquel aseguraba que seguía con vida.

    Justo en esos momentos, pequeñas imágenes y recuerdos de mi excursión a la playa llegaron a mi mente. Pasaban como estrellas fugaces por medio de mi cabeza, permitiéndome distinguir algunos rostros o escuchar según qué voces.

    ¡Ya me acuerdo! He estado a punto de… ¡Ahogarme!

    ¡Que no cunda el pánico! —gritó la mini-Bella.— ¡Estás viva! ¡Reacciona!

    Asentí con un rápido movimiento y me levanté de la camilla de golpe. Entonces, unos cables que parecían conectarme a la máquina de mi costado no me dejaron moverme demasiado. Por mucho que la vocecita de mi yo interior intentase calmarme, el pavor ya me invadía.

    Observé mi ropa y abrí los ojos como dos enormes platos. ¿Pero qué demonios llevaba puesto? Me habían encajado en una camisa y pantalones azul cielo, bastante anchos para mi talla normal. Levanté la camiseta por sobre mi tórax y me alarmé: miles de ventosas estaban enganchadas a mi piel. Comencé a híper-ventilar y, con todas las fuerzas que encontré, las arranqué.

    Busqué por todos lados alguien que me aclarase esto y allí fue cuando encontré a una persona estirada en otra camilla, a mi izquierda. Fruncí el ceño sin reconocer a la señora de avanzada edad que dormía tranquila.

    — ¿Pero qué..? —solté.

    Tenía que salir de esa habitación. ¿Dónde estaban todos? ¿Qué había pasado con Edward? Debía encontrarlos.

    Un escalofrío recorrió mi ser y me percaté de que mis pies estaban descalzos. Lo dejé correr; tenía cosas más importantes de las que preocuparme.

    Sin hacer mucho ruido, abrí la puerta azul marino del fondo del cuarto.

    ¿Es que todo en este maldito lugar es del mismo color?

    Me asomé con cuidado por entre la rendija entreabierta.

    Efectivamente, amiga mía: estás en un hospital. —dijo la mini-Bella.

    ¡No me digas! No me había dado cuenta. —le respondí, con sarcasmo.

    Las enfermeras caminaban por los pasillos, pero aparte de eso, no parecía haber nadie más.
    Si iba con suficiente cuidado, tal vez llegase a encontrar a los Cullen antes de que los doctores me encontrasen a mí.

    —Allá vamos. —sentencié en voz alta.

    —¿Bella? —alguien dijo mi nombre.

    Di un pequeño saltito hacia atrás y dirigí la mirada en dirección a donde provenía la voz.

    —¿Qué haces aquí fuera? Vuelve a la cama. —me ordenó la perfección en persona.

    Era él. Edward permanecía de pie en el pasillo de mi derecha. Eso quería decir que se había quedado conmigo.

    ¡Se ha quedado!

    Sonreí por puro impulso y mi hermanastro se acercó más, con cara de incomprensión.

    ¡No parezcas estúpida! —regañó la mini-yo.

    Respiré hondo y volví sobre mis pasos, regresando al interior del cuarto y quedando junto a mi camilla, pero sin atreverme a volver a recostarme en ella. Quería salir del hospital.

    Edward también entró y paró frente a mí, con los brazos cruzados.

    —¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué ha pasado? —pregunté, casi a la carrera.

    Procuré no fijarme en sus ojos para permanecer cuerda tanto como fuese posible.

    —Luego habrá tiempo para los interrogatorios. —contestó. —Ahora vuelve a dormir y… —mi hermanastro se sorprendió al ver todos los cables que antes conectaban mi cuerpo con el aparato que había junto a la cama. —¡Te has quitado las ventosas!

    —Estoy bien, no necesito cosas de esas. —respondí, señalando la pantalla de aquel trasto.

    —Eso lo decidirán los médicos. —dijo, segundos antes de que tres enfermeras con aspecto alarmado apareciesen, dejando a Edward a un lado y atendiéndome.

    Me pegué contra la pared, asustada por el ataque de cachivaches a los que me sometieron. No pude preguntar o más bien: no me dejaron preguntar.

    Aquellas señoras hablaban entre ellas, utilizando términos médicos que no comprendía en absoluto. Al principio me debatí un poco, mientras me levantaban la camiseta para colocarme las ventosas de nuevo. Después decidí dejar que hiciesen su trabajo. Está bien, no lo decidí. Sinceramente, mis fuerzas no daban para más.

    No tengo idea de cuantas pruebas ridículas me hicieron. Sólo reconocí un par de ellas, cómo las tomadas de tensión. Más adelante, también me remangaron hasta la rodilla la tela de los pantalones que traía puestos. ¡¿Qué demonios habrían visto ahí?! En fin, por mucho que forzase la vista, sus enormes cabezotas me tapaban el campo de visión. ¿A caso me habría roto la pierna? Dios santo…

    Mientras duraba mi escáner completo de ridículas pruebas médicas, yo seguía bajo la atenta mirada de Edward, quien continuaba muy quieto en una de las sillas más alejadas de nosotras.

    La señora de la camilla de al lado no se había despertado, a pesar del follón que estábamos montando.

    —Muy bien, cariño. De momento descansa y volveremos para la electrocardiografía. —me informó la última enfermera que quedaba, mientras me acomodaba las sábanas y se marchaba.

    —Electro… ¿qué? — ¡Maldición! Lo había dicho en voz alta…

    La musical risita de Edward resonó. Bufé al igual que una niña enfurruñada de cinco años.

    Eres patética. —canturrineó la mini-yo.

    Gracias por recordármelo. —pensé con sarcasmo, otra vez.

    Noté un peso cerniéndose en el colchón de mis pies y alcé la vista para encontrarme con la preocupada de mi hermanastro.

    —¿Qué me pasa? —pregunté más calmada.

    Edward ignoró mi pregunta y fijó la mirada al suelo.

    —Aún no me lo han dicho. —él podría ser el mejor mentiroso del mundo, pero sus ojos no me engañaban.

    —Sé que lo sabes.— espeté. — De alguna manera… Tú adivinas las cosas antes de que sucedan. Tú… Sabes lo que dirá la gente, lo que harán. — a medida que iba soltando mis teorías, sentía lo estúpidamente tonta que me hacían parecer.

    —Bella, no seas ridícula por favor.

    Abrí la boca para soltar alguna repercusión, pero quise dejar el tema de momento.

    —Sólo pido saber por qué estoy aquí. — esperé unos segundos, pero él continuaba eludiendo una respuesta. — Edward, no me mientas. ¡Dímelo!

    Mi hermanastro me traspasó con la mirada de repente, con unos orbes esmeraldas que parecían haberse vuelto rojos de la furia que le embargaba.

    Afortunadamente, antes de que la cosa se pusiese peor, alguien hizo ademán de entrar a la habitación y mi acompañante se separó de mi lado para volver a su sillón del fondo.

    —Parece que ya has despertado. — se alegró Carlisle, andando con paso firme hacia mi camilla y sosteniendo una carpeta marrón en sus manos.

    —Sí. — mi voz aún estaba cargada con algo de frustración, así que evité hablar más de la cuenta.

    —¿Recuerdas algo de ayer?

    ¡Había pasado un día entero! Madre mía…

    —Nadaba en los acantilados. —forcé la memoria para seguir. — Quería encontrar a Edward, pero entonces… Me dolió. —dirigí una mano hacia el pecho, como un acto reflejo. — Fue extraño, Carlisle. A partir de eso, sólo me acuerdo de que me trajeron a la orilla y se escuchaban muchas voces. Edward estaba a mi lado y… —paré en seco al rememorar las palabras que me había confesado. — Ya no hay más. —mentí.

    —Ajá. —contestó, mientras apuntaban no sé qué cosa en una libreta roja. — ¿Te sientes mareada o con náuseas?— preguntó.

    Nunca antes le había visto con el uniforme blanco del trabajo; la verdad es que enfundaba mucho respeto y de alguna manera hacía que un impulso en mi interior me empujara a llamarle “doctor”.

    —Sólo estoy algo… sorprendida. —acabé la frase.

    —Mmm… — Carlisle revisó algunas hojas de su carpeta y volvió a hablar: —Al parecer el holter ha dejado de funcionar por unos momentos. —me sentí acusada de un delito cuando miró la pantalla de mi lado.

    —T-tenía miedo y me quité los cables. Lo siento. —me disculpé, adivinando que “holter “ era el término científico utilizado para referirse al aparatejo de las ventosas.

    —No te preocupes. —me sonrió él. — Es normal estar asustada al principio. En cuanto te hagamos algunas pruebas más podrás estar tranquila de nuevo.

    ¡¿Algunas pruebas más?!

    Carlisle comenzó a andar hacia la salida, al mismo tiempo que yo veía como la persona que podía ofrecerme más información sobre mi estado desaparecía.

    —¡Carlisle! —le llamé.

    Él detuvo su avance y giró la cabeza hacia mí.

    —¿Si?

    —¿Q-qué ha sucedido? —tartamudeé, deseosa de saber qué diablos hacía en un hospital.
    Mi padrastro retrocedió hasta tenerme a un costado.

    —Después de tu accidente, los chicos llamaron a la ambulancia y pudimos reanimarte aquí. — el doctor me dio un apretón cariñoso en la mano, algo que me enfundó seguridad.

    —¿Y ahora…?

    —En cuanto tengamos más datos te lo haremos saber. —concluyó él, sin dejarme terminar. ¿Habría dicho la verdad?

    Aún seguía en shock tras no recordar nada después de… Bueno, de las palabras de Edward en la playa.
    El doctor y mi hermanastro se lanzaron una última mirada ¿preocupada? Entonces sí, mi padrastro se marchó.

    Edward regresó a mi camilla con su rostro calmado y sereno. Me sentía mal por haberle hecho enfadar, pero aún así mi orgullo era demasiado grande para disculparme.

    —Bella, respecto a lo de ayer… —comenzó, evitando el contacto visual. —Olvida todo lo que dije.

    El “pip-pip-pip” del holter comenzó a sonar apresuradamente. Estaba indignada, cabreada, con ganas de darle una bofetada a alguien; pero sobre todo me sentía triste. ¿Qué soy una imbécil? Oh, lo sé.

    —¿Sabes qué, Edward? —me erguí y crucé mis brazos. — Vete al infierno.

    Él no mostró señal alguna de sorpresa por mi contestación, solamente se largó por la puerta. Creí haber visto como asentía levemente antes de irse, pero no estaba segura.

    Bufé y descansé la cabeza sobre la almohada. Jamás debería haber confiado en Edward. Al fin y al cabo, había vuelto a hacerme concebir ilusiones. ¿Y cómo acababa todo? Exacto: en nada.

    Gruñí en un arrebato de furia, tirando la almohada por los aires y arrancándome todas las ventosas del cuerpo. Cerré los párpados y pasé así el resto de las horas, procurando ignorar el nudo de mi garganta.

    —¡Bella Durmiente! —gritó alguien.

    En un momento tenía el enorme cuerpo de Emmett abrazándome con fuerza. Cuando me soltó, pude observar como Alice entraba a la carrera con Jasper y Rosalie a su espalda.

    —¡Bella!— la pequeñaja danzó hasta mi lado, sentándose a los pies de mi cama.— ¡¿Cómo has podido darnos este susto?!

    —Alice no quería perder a su única acompañante para ir de compras — rió Jasper.

    —¡Claro que no!— respondió ella, rodeándome con sus bracitos.

    Suerte que habían llegado mis hermanos para calmar un poco mi enfado. Ellos me mostraban que al menos alguien aún sentía cariño hacia mí.

    —Chicos, yo… Me alegro de veros.

    Me apretujé con ellos de nuevo, viéndome rodeada por todos sus cuerpos. Me encontraba feliz porque, al fin y al cabo, había sobrevivido; continuaba viva.

    Podría soportar el dolor ahora, pero aún no estaba preparada para dejar el mundo. Sinceramente, no me veía en condiciones de despedirme de Edward para siempre, por mucho que me estuviese destrozando por dentro su presencia. Le odiaba y le amaba, ¿cómo se entendía eso? Ni yo misma me aclaraba. ¡Agh!

    Pasé el resto del día viajando de una sala para otra. Las enfermeras volvieron a secuestrarme para hacerme más pruebas absurdas y Carlisle aparecía de vez en cuando para comprobar cómo iba la cosa. Yo parecía un conejillo de indias, sinceramente.

    Mis hermanos esperaron en los pasillos o en el despacho de nuestro padrastro. Jacob también vino a visitarme, acompañado por los demás amigos de La Push. Me vino bien tenerle allí un rato, sin embargo, no llegué a contarle el actual incidente con Edward. Jake se veía bastante feliz con su nueva novia. Sí, me hacía sentir bien el hecho de que mi casi-muerte había unido a Leah y a mi mejor amigo.

    Por suerte los médicos me dieron el alta por la noche, así que regresamos a casa en cuanto pudimos. La mala noticia era que aún no me habían permitido saber absolutamente nada sobre mi diagnóstico completo. Únicamente había llegado a averiguar que había sido víctima de la picadura de una avispa de mar. Según mi padrastro, era una especie muy poco común que raramente migraba hacía estos lados del Pacífico. Claro que, teniendo en cuenta mi mala suerte, era del todo probable que acabase en un hospital por esto. Sólo a mí podían ocurrirme estas cosas…

    Una vez en la mansión, Esme me dio la bienvenida. Pareció preocupada ya que se había enterado de lo sucedido. Bear y Kiara se abalanzaron sobre mí en cuanto atravesé la puerta; un recibimiento muy caluroso.

    En la cena me fastidió saber que mañana tendría clase de nuevo, aunque también me había saltado las clases ese día gracias a que me ingresaron en la clínica. ¡Guay!

    Me encontraba caminando por el pasillo cuando divisé que la luz del despacho de Carlisle continuaba encendida. Nunca había sido de la clase de chicas cotillas, pero un impulso me hizo acercarme a él.

    La puerta de madera me dejaba observar el interior por una pequeña rendija. Vi todos aquellos estantes con cientos de libros, las paredes revestidas por un suave color topacio y la brillante mesa del final. Ésta estaba cubierta por papeles y carpetas.

    Tuve cuidado de que nadie me veía cómo espiaba y volví a asomarme al interior de la estancia. Escuché la voz de Carlisle platicar con la de Edward.

    —Sabes que eso no está en mis manos, hijo. —replicó mi padrastro.

    —¿Por qué se lo ocultas? —quiso saber mi hermanastro, elevando su tono. — ¿A caso no hay solución?

    ¿De qué demonios hablaban?

    —De momento lo que sabes es lo único que tenemos. ¿No querrás preocuparla más, verdad? — Carlisle consultó algún informe que yacía sobre su escritorio.

    —No. —concluyó Edward.

    Me alarmé al percatarme que venía hacia la salida con los puños crispados.

    Corrí hasta la puerta de mi cuarto y la cerré a mi paso, pegando mi oído a la madera. Quería descubrir de qué se trataba eso.

    El pasillo se había quedado en silencio, pero entonces oí de nuevo unos pasos que se detenían cerca de mi habitación. Después todo fueron susurros y me cabreé por no poder distinguir ni aunque fuese solamente una frase.

    —Vas a hacerle daño, Edward. — ¿esa era Alice? Desde luego sonaba igual que ella.

    Me sobresalté al no escuchar réplica alguna, sino un portazo. Mi hermanastro se había enfadado y yo me mantenía al margen de todo. ¿Qué narices estaba pasando? Debería hablar con Alice, ya que ella tenía que estar al corriente de esto.

    Aquella noche fue… Digamos que poco productiva. Mi cerebro no dejó de atormentarme con Edward y su extraño comportamiento. Soñaba que me abrazaba, que estábamos juntos. Lo peor era el final, cuando me aseguraba que todo había sido una mentira y se marchaba. Yo le perseguía, pero por mucho que corría, el camino nunca acababa.

    A la mañana siguiente me desperté con unas ojeras bastante pronunciadas por culpa de las endemoniadas pesadillas.

    Mis hermanos no volvieron a mencionarme el tema del accidente. Alice se veía tan sonriente como siempre y no la vi hablar con Edward ni una sola vez. Él actuaba con normalidad, nada de rencor o enfado. Eso conseguía enfurecerme aún más. ¿Cómo podía seguir tan tranquilo? ¿De verdad no se daba cuenta del daño que me hacía?

    Una vez en el instituto, las clases pasaron asquerosamente lentas y a la hora del almuerzo nos sentamos igual que siempre. La mayor parte de la escuela ya estaba al corriente de mi ataque del miércoles, por lo que muchos me miraban extrañados o sin poder creerse que siguiese viva. ¿Qué mi muerte habría sido lo mejor para todos? A veces me lo planteaba…

    —Lo digo en serio; deberíamos montar una revolución en el hospital. —planeaba el majara de Emmett. — Ayer vi a todos esos niños, ¡parecen zombis! Hay que animarlos.

    —¿Y piensas que convertirlos en pequeños revolucionarios les devolverá la felicidad? —cuestionó Rosalie, tomando a su novio por tonto.

    —Por supuesto. Sólo tienen que aprender del maestro. — mi hermanastro se señaló a sí mismo, con una sonrisa orgullosa.

    —Si tú eres el modelo a seguir para esos pequeñajos, ya pueden ir rezando. —se burló Jasper.

    —Pues yo propongo un desfile de moda.—Alice dio un saltito en su silla mientras dejaba su barrita de cereales a un lado. — ¿Votos a favor?

    Rodé los ojos y decidí no participar en esa absurda conversación. Ya era una costumbre mirar hacia la mesa de Edward, así que hoy no iba a ser la excepción.

    Le di otro mordisco a mi manzana y proseguí con mi chequeo rutinario. Jess no cesaba con sus coqueteos, pero… Esta vez, mi hermanastro no hacía mucho por ignorarla. Él tenía toda la pinta de estar siguiéndole la corriente, claro que quizá me equivocase.

    Fruncí el ceño cuando Jessica zafó del brazo de Edward y éste sonrió.

    —Bella.

    Me giré hacia mis compañeros, aún con un ojo puesto en la mesa de los “pijos”.

    —¿Qué haces?—preguntó Rosalie, siguiendo la dirección de mi mirada.

    —¿Yo? ¡Nada! —no controlé del todo mi tono de voz, por lo que me aclaré la garganta y continué: — Nada. ¿Qué pasa?

    —Decíamos; si tú estás a favor de la estúpida revolución de Emmett.

    —¡Eh! —se quejó el aludido.

    Me reí y contesté un “sí” por hacerle feliz, pero también deseosa de seguir con mi chequeo.

    De verdad que tenía ganas de ir allí y apartar a Jessica de los brazos de mi hermanastro. Al mismo tiempo odiaba al imbécil de Edward. Si desde un principio había querido estar con Jess… ¡¿Era necesario meterme a mí de por medio?! Necesitaba olvidarme de él, ¿pero cómo, si después de todo, le veía cada mañana y cada noche?

    Gracias a Dios, la campana del final del descanso retumbó por entre los pasillos y cada uno caminó hasta su clase.

    Bien, ahora tranquila y respira hondo.

    La rabia me consumía poco a poco y más sabiendo que la clase de Trigonometría la compartía con Jessica. ¿Qué más? Oh, bueno: me sentaba a su lado en el pupitre.

    ¡Me la cargo, me la cargo! —amenazaba la mini-Bella. —Déjamela a mí; parecerá un accidente… —la mini-yo rió maléficamente.

    No tengo planeado cometer un homicidio a los 18, gracias por tu ayuda.

    Con paso firme, entré en el aula y anduve hasta el último puesto de la clase, mi sitio habitual. Posé mi trasero sobre el asiento e hice un enorme esfuerzo por no contemplar la cara de arpía de la persona que tenía al lado. Hoy notaba a Jess especialmente arrogante.

    —Swan, ya me han informado de lo de tu… accidente. —rió entre dientes, con su voz estridente.

    No la mires, no la mires.

    —Parece que no te tomaste muy en serio mi primera advertencia. —continuó. ¡¿Por qué no se callaba, maldita sea?!

    Recordé el viernes en que me amenazó con que me mantuviese apartada de su “Eddy” (patético apodo).

    —Lo que tú digas. —miré al frente, aparentando estar prestando atención a la primera explicación del señor Brown.

    —Swan, pensándolo mejor… — la miré de reojo, viendo como posaba una mano en su barbilla, pensativa. — Ya no hace falta que sigas ese consejo.

    Fruncí el ceño y ya no pude aguantar más, por lo que me volteé, agachándome e intentando que el profesor no me viese.

    —¿A qué te refieres?

    —Pensaba que Edward te daba igual. —su nombre pronunciado por los labios de esta… arpía, daba asco.

    —No me importa lo que haga o lo que deje de hacer. — me encogí de hombros, dándome cuenta de lo mentirosa que me había vuelto.

    Jessica volvió a reír entre dientes.

    La clase se me hizo eterna y el señor Brown me hizo unas cuantas preguntas a propósito, adivinando que me encontraba con la mente en otra parte. Daba vueltas continuamente a las palabras de mi ex –amiga.

    A la salida, Jess se apresuró a largarse, dejando atrás a sus habituales amistades.

    Recogí mis cosas, cansada de la vida. Me coloqué la mochila en los hombros y llegué hasta la puerta. Allí no daba crédito a lo que veía:

    Edward y Jessica. Literalmente, se estaban comiendo la boca el uno al otro.

    Aquello era como un deja vi muy doloroso. Hizo resurgir los mismos sentimientos que la noche del karaoke, sólo que ahora había aprendido a ser fuerte.
    Supongo que la gente cambia por dos razones: ha aprendido mucho o ha sufrido lo suficiente.

    Apreté las mandíbulas y aferré más fuerte mi mochila. Pronto dejé atrás la imagen y continué con mi camino por el pasillo.

    El corazón me dolía, sí; claro que no era algo parecido a lo que había sentido el día en que casi me ahogué. Debía reconocerlo: esto era mucho peor.

    Casi divisaba el último portón, cuando un cuerpo me impidió continuar avanzando.

    —¿Qué haces aquí? —pregunté con enfado.

    —Existir. —Edward sonrió, pagado de sí mismo.

    —Genial. ¿Podrías existir en otra parte? —aparté su cuerpo con el brazo y procuré pasar por su lado.

    Él me agarró por la cintura.

    —¿A dónde vas? Aún no han acabado las clases.

    —Para mí sí. —contesté, secamente.

    Edward frunció el ceño y deshizo su agarre.

    —¿Qué ocurre? —mostró una mirada inocente.

    —Absolutamente nada. —los ojos se me humedecieron. — Me voy a casa. —hablé mientras me alejaba de él. — Ah y ¿no deberías estar muy ocupado besando a Jessica? —por suerte, salí del edificio después de decir aquello y mi hermanastro no logró ver la única lágrima traicionera que cayó por mi rostro.

    Ya no me quedaban fuerzas para seguir, por lo que volvería la mansión e inventaría cualquier excusa. Era una cobarde, lo sabía.

    Lo que había aprendido era que amar a alguien significaba conceder a los demás el poder para destruirte.
    <><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><> <><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><>
    Chicaaas! ^^ Dios mío =O Hace ya muchísimo que no subo capítulo! Perdonadme por favor, pero perdí a una fuente de inspiración y supongo que he tenido que superarlo para volver a concentrarme en el Fic.

    Espero que el cap. os haya gustado=) Pronto pondré continuación! Muchas gracias por seguirme leyendo, os adorooo! <3
     
    • Me gusta Me gusta x 15
  19.  
    ZafiroGhostGirl

    ZafiroGhostGirl Iniciado

    Leo
    Miembro desde:
    29 Julio 2011
    Mensajes:
    18
    Pluma de
    Me gusto mucho, gracias por la invitación.
    Casi quiero matar Edward, es tan pero tan bipolar, tendra sus razones pero odio a las personas que cambian de parecer en dos segundos y él es uno de ellos.
    Me siento mal por Bells, no se merece sufrir por alguien como Edward y por la odiosa de Jessica, presiento que eso de la abeja no es verdad y más por el enojo de Edward en el hospital. Si hubiera sido Bella, yo me daba a la fuga antes de que Edward me atrapara xD
    Espero que actualices pronto y gracia de nuevo por la invitación.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  20.  
    Aomecita

    Aomecita Usuario popular

    Piscis
    Miembro desde:
    8 Agosto 2009
    Mensajes:
    692
    Pluma de
    Escritora
    Hola amiga gracias por avisarme como de costumbre que al fin has continuado este fic que tanto extrañaba leer y esperaba ansiosa
    algo asi presentí que le había pasado a Bella así que le pico una avispa de mar uh de verdad es un gran dolor Wow ¿Jacob y Leah novios?
    Ya lo presentía también pero no crei que sucediese tan pronto bueno me alegra que este contento pero... Aun no comprendo
    ¿Por qué no se lo pueden explicar bien? Eso es extraño... Aunque quizá sea una verdad sobre el mismo Edward como en la Saga
    ¡Noooooooooooooo! Edward... ¿Por qué me has hecho esto...? Ejemmm digo... ¿Por qué le has hecho esto a Bella? T.T
    Le has mentido... sobre lo que le has dicho en la playa... ¿Por qué? ¡Estupida Jessica! ¬¬ ¡Como la odio! >.< ahhhhhhhhhhhh
    espero conti cuídate sayo...
     
    • Me gusta Me gusta x 1

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso