Ángeles y demonios (SesshxKag)

Re: Ángeles y demonios (SesshxKag)

jejeje

m emocione kaya
casi yoro
aunke sabes k no puedo

pos na mas k por eso ai ta la conti k ya nu se cuanto esta escrita ya

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CAPÍTULO 12
Parte 1
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El joven demonio echaba de menos su recuerdos, echaba de menos saber quién era… bueno, en realidad no sabía muy bien qué era lo que echaba de menos. Su corazón le decía que había abandonado a alguien muy importante para él y su mente le exigía que recordase. Pero, por algún extraño motivo no podía…
El médico le dijo que era normal después del golpe que había sufrido, pero él no aguantaría mucho más tiempo así.
Su hermano Inu-Yasha se empeñaba en mostrarle retratos de todos los miembros de su familia para ver si recordaba algo, pero era inútil.
El ojidorado pasaba las tardes entrenando con su espada para distraer su mente, había mejorado notablemente y ahora hasta era capaz de vencer al general del ejército de Inu-Yasha.
Eso lo reconfortaba mucho porque solo así lograba distraer su mente y olvidarse un poco de su desgracia.
En el último entrenamiento le habían herido en el brazo y, gracias a eso, ahora se las pasaba acostado, pensando.
Lo único que conservaba de su vida era la cara de esa chica, no sabía su nombre, pero la necesitaba para vivir.
Tenía que encontrarla, no podía seguir torturándose de esa manera. Tenía que hacer algo más a parte de pensar para recordar, y ese algo era buscar a la chica.
Eso llevaba varios días rondándole por la cabeza. Sabía que si le mencionaba esa idea a su hermano no lo dejaría marcharse. Había decidido marcharse esa misma noche, no podía esperar más.
Se levantó cuando todo el castillo estaba en silencio, cargó su espada al cinto y se marchó sigilosamente.

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Sango no daba crédito a lo que había pasado: Kagome había perdido la cordura.
El día anterior se lo había pasado hablando con ese "peluchín". Estaba muy alterada con la idea de que a Sesshômaru le hubiera pasado algo y nadie había logrado calmarla.
Por mucho que le doliera, Sango sabía que aquello era grave. No se trataba de una locura pasajera, porque Kagome no había dado muestras de cordura desde la primera aparición de "peluchín". Aquello la había trastornado y no regresaría hasta que viera a Sesshômaru, o eso esperaba ella.
Sabía que no podía ir a buscarlo ella misma, ahora tenía responsabilidades: el pequeño Shippo la necesitaba y Kagome también. ¿Qué podía hacer? Solo podía esperar un milagro…

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Miroku por fin despertó tras varios días inconsciente. Le dolía tremendamente la cabeza y no lograba recordar nada.
Estaba en un desierto, no había ningún ser vivo a su alrededor, ni siquiera una pequeña lagartija o un cactus.
Aquello era muy extraño, llevaba varias horas caminando y no había encontrado nada, a parte de arena y sus propias huellas una y otra vez.
El calor le invadía, tenía la boca seca y estaba muerto de hambre. No podía seguir a ese ritmo, tenía que encontrar algo vivo o moriría sin remedio. Ya estaba moribundo, se había rendido y estaba tirado en la arena en medio de la nada.
Un sentimiento reconfortante le invadió de pronto, ¿aquello era sombra? No podía ser, el joven alzó la cabeza para buscar a su salvador.
No podía creer lo que veía, debía de ser un espejismo. Frente a él había una chica, era idéntica a Kagome, pero tenía el pelo un poco más oscuro y parecía más mayor.
La chica sacó una cantimplora de su bolsa y le dio de beber. Miroku no tenía fuerzas para nada, no podía ni siquiera tragar y, mucho menos moverse.
Como de la nada pareció un chico frente a él y lo cargó sobre su hombro. Solo pudo ver su cara por unos segundos, pero le resultó familiar.

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No sabía cuánto tiempo llevaba vagando. Había huido como un vulgar ladrón de la posada en la que se había hospedado.
Había logrado huir, pero solo consiguió llevarse lo que llevaba puesto porque no quería llamar la atención de la posadera.
Le daba igual haber abandonado las pocas pertenencias que tenía, solo le importaba haber salvado su espada. Su hermano le había dicho que era de su padre, "Colmillo Sagrado" se llamaba, y que era mágica. Sessh no creía en las "espadas mágicas", pero le tenía un apego especial a esa espada.
El chico sabía que tardaría un tiempo en encontrar lo que buscaba, así que buscó trabajo como herrero. No le pagaban mucho, pero le bastaba para vivir y, cuando consiguiera suficiente dinero, proseguiría su búsqueda.

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Había pasado demasiado tiempo, Sango empezaba a sospechar que Kagome no se recuperaría y que tendría que ir ella misma a buscar a Sesshômaru.
El pequeño Shippo podría cuidar de ella, al fin y al cabo estaba loca pero no era peligrosa ni necesitaba muchos cuidados. Solo que le hicieran la comida y, para eso Sango había contratado a una vecina.
La chica partió de la pequeña villa a regañadientes, no le gustaba dejar a Shippo solo, pero no le quedaba más remedio.
No sabía muy bien hacia dónde dirigirse, así que partió hacia rumbo Norte como le había indicado Kagome. Quizás no estuviera tan loca como todos creían.
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