de Dragon Ball - ¿Y Cell?

Buenas a todos aqui les traigo el 15vo capitulo de mi fic, lamento la tardanza, este es un poco mas largo de lo usual, espero les guste.
Luix InunoTaisho

Capítulo 15 Batalla y partida​

El joven peliverde después de un tiempo había regresado a su tribu, encontrándose con Upa quien le explicó que, aunque para él había pasado 7 años solo habían transcurrido 7 días en la realidad, sorprendido, Saibō logró comprenderlo y siguió a Upa hasta la casa de Bora, que, al recibirlo gustoso, propuso un entrenamiento para notar el crecimiento del joven como luchador. Una vez preparado todo, el jefe de la aldea hizo acto de presencia y se preparó explicar las reglas para dar inicio al combate.

—El entrenamiento iniciará allí— Dijo señalando un amplio lugar con un circulo marcado en él. — Dentro de ese círculo, Saibō se enfrentará uno tras otro a los peleadores de la tribu, si salen del área del círculo quedarán fuera y si se nota ventaja por parte del joven, incrementara el número de guerreros que lo enfrentan, es decir si el vence a uno fácilmente vendrán dos a luchar con él, si vence dos llegaran 4, ¿Entendido? — Explicó el jefe de la tribu.

—Si señor— Dijo Saibō mientras se colocaba en el círculo.

—¡Listo! — Decía el jefe. —¡Comiencen! —

De forma inmediata uno de los miembros de la tribu entró al círculo con intenciones de embestir al joven, por lo que el rápidamente evadió y golpeo levemente la espalda del sujeto, haciéndolo caer fuera del área de forma inmediata.

—Bien hecho— Dijo amistosamente el caído mientras se ponía de pie y retiraba.

—Gracias— Dijo alegre el peliverde mientras se preparaba para luchar contra los dos siguientes.

Los segundos velozmente atacaron en grupo lanzando una serie de golpes al joven, a lo que él de un salto se apoyó en la espalda de uno y saltando nuevamente, debido al impulso lo arrojó fuera, al caer, de una patada desequilibró al segundo haciéndolo caer, y este al intentar ponerse de pie, colocó su mano fuera del área quedando eliminado.

—Veo que has progresado mucho— Dijo el jefe de la tribu.

Uno tras otro, Saibō vencía fácilmente a todos y cada uno de los oponentes sin mayor problema, demostrando las grandes capacidades que había adquirido, 4, 8, 16, 32… fácilmente los vencía sin importar el número, y aunque la mayoría lo alababan, un pequeño grupo en particular poco a poco demostraba su frustración.

—Cómo es posible que este mocoso nos venza tan fácil— Hablaba bajo uno de ellos.

—Debe estar usando un arma oculta que aumenta su fuerza— Contestó otro de ellos.

—Si eso debe ser, nadie crece ni se hace tan fuerte en 7 días— Dijo el primero en hablar.

—Bueno…si él va a usar armas— Dijo el que hasta ahora permanecía callado —Nosotros también— Habló nuevamente sacando una especie de aguja goteando un líquido de color morado.

—¡¿Eso es?! — Dijo impresionado uno de ellos.

—Si…uno de los venenos más fuertes de la tribu, eso les demostrará que todos podemos ser invencibles usando armas— Dijo con una oscura sonrisa el sujeto.

—Ahora escuchen bien, debemos entrar, y cuando lo hagamos, solo bastara con que un poco de esto lo toque para asegurar la victoria—

—¡Si! — Decía animado el grupo de al menos 4 individuos mientras corrían al círculo donde aún peleaba el joven.

Saibō por su parte continuaba luchando con ánimo derrotando a todos los oponentes que lo atacaban, el numero pronto se veía disminuido pues los guerreros de la tribu se habían acabado, por lo que ahora solo quedaban 6, y dos de ellos terminaban de ser arrojados fuera del área.

—Creo que solo quedamos nosotros— Dijo uno de ellos.

—Sí, creo que deberíamos terminar por hoy— Contestó el peliverde.

—Para nada, estamos muy emocionados de luchar contigo— Dijo otro de los sujetos.

—Bien, será un gusto— Dijo el joven mientras se ponía en posición de pelea.

Dos de ellos corrieron de forma inmediata hacia él, por lo que el rápidamente salto para evadirlos.

—Gran error— Dijo un hombre que se encontraba en los aires portando una aguja en la mano.

—No lograrás atacarme con eso— Dijo Saibō atento.

—Ya veremos, ¡Ah! — Dijo el sujeto sacudiendo la aguja y salpicando algo de ese líquido morado que fue a parar a los ojos del joven.

—¡Ah!, ¡Mis ojos! — Gritó el joven al contacto con el veneno, perdiendo el equilibrio y cayendo fuera del área.

—¡Saibō! — Gritó el jefe de la tribu al verlo caer, bajándose a buscarlo.

—¡Lo logré!, ¡Derrote a esa molestia! — Celebraba con emoción el hombre que lo había atacado. —Se los dije, todos somos invencibles con armas— Presumió el hombre al compañero que aun permanecía en la arena.

—¡Ah! — Se oyó cerca de allí un quejido.

—¡¿Que sucede?! — Habló aquel sujeto nuevamente.

—Señor…el…el niño— Dijo su compañero señalando tras de él.

—¿De qué ha…? — Contestó al voltear…para luego ver como al jefe de la tribu lo habían arrojado al suelo de un golpe, y el pequeño ahora de cabello rubio y con unas extrañas marcas violetas en sus ojos cerrados.

—¡¿Qué le sucedió?! — Dijo extrañado el hombre.

El joven solo se acercaba lentamente a donde estaban los dos sujetos con un frio semblante.

—¡A…Aléjate! — Gritaba una y otra vez el hombre —Aléjate o te matare con el veneno— Añadió sacando su aguja nuevamente.

En menos de un segundo el joven la tomo y la arrojó a varios kilómetros de distancia dejando al sujeto indefenso.

—Yo…yo, no quería hacerte nada, somos de la misma tribu, quería entre…r— Hablaba sin parar el sujeto hasta ser sujetado del cuello por Saibō.

—No tenías por qué meterte en esto— Dijo el joven mientras presionaba cada vez más el agarre, haciendo que lentamente el hombre dejara de luchar.

—¡Saibō, ¿qué estás haciendo?! — Gritó una voz a lo lejos.

Era Upa, quien aterrado miraba la escena.

—¡No lo mates, tu…no eres así! — Dijo con miedo el joven indio.

—Yo…yo— Decía el peliverde mientras poco a poco recuperaba la razón y dejaba caer al hombre.

—¡Aaaaa! — Gritó el compañero mientras corría aterrado luego de lo que acababa de presenciar.

El joven cayó arrodillado dándose cuenta de lo que había sucedido…había lastimado al jefe y probablemente matado a alguien de la tribu…

—Yo… ¡Lo siento! — Gritó el pequeño de ojos cerrados al tiempo que huia volando, dejando una bolsa tras de sí.

—¡Saibō, espera! — Gritó Upa corriendo al lugar donde el joven había estado, viendo la bolsa con unas cuantas semillas del ermitaño en el suelo….

Continuará…