¿Realidad que no se quiere aceptar o naturaleza que no se puede evitar...?

Tema en 'Relatos' iniciado por Pam, 20 Octubre 2008.

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    Pam

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    ¿Realidad que no se quiere aceptar o naturaleza que no se puede evitar...?

    Aquí dejo este historia que escribí hace un ratito. Ojala no lo tomen a mal los hombres que lleguen a leer esto, pero este personaje mío se sintió muy dolido con todo lo que ocurrió decidiendo o más bien, tratando de llegar a una conclusión. Esta algo retorcida la historia pero espero que se entienda, jeje.
    Aceptaré con gusto sus críticas y maldiciones xD. Sin más, les dejo leer.

    ¿Realidad que no se quiere aceptar o naturaleza que no se puede evitar...?

    Por Pam

    Sentía que lo perdía, que lo perdía para siempre en ese instante y que no podía lograr comprender el por que de su actitud tan arisca esos últimos meses. Fui a averiguar el motivo por el cual no deseaba estar a mi lado ni siquiera por un instante. Y justo ahí, en ese lugar que tantas veces desee ir acompañada de un hombre tan atractivo como lo era él, logré vislumbrar lo inesperado. En ese momento comprendí que ella también sentía lo mismo por el hombre que yo, por primera y última vez, amaría en toda mí vida.

    No sabía si maldecir o llorar, si gritar o reír.
    Mi mente era un caos indescriptible puesto que no quería creer que mi mejor amiga; la cual me traicionaba tan sólo con ponerse a pensar en el hombre que representaba una parte de mí se hallaba disfrutando de una elegante cena a su lado, ¡y en ese lugar! Cuando los había topado en ese restaurante tan lujoso, besándose y abrazándose como dos chiquillos de preparatoria, quise matarlos en aquel instante. Tantas veces quise ir acompañada de aquel hombre maravilloso que creí que me amaba verdaderamente, pero, ¿para qué? ¿para ser la burla de los demás…?

    Era mi esposo, ¡mi esposo!
    ¿Qué podía ser peor en mi vida…? Ya suficiente había tenido con el rechazo que recibía a diario por parte de él, pero venir y toparme con esa escena tan despreciable, tan dolorosa, era como para intentar la peor de las locuras que se me atravesaban en la mente.
    Seguía de pie a unos metros de la mesa en la cual se situaban, viendo cuan acaramelados se hallaban y decidí avanzar hasta allí. Lo único que pude emitir al estar delante de ellos fue: -‘ojala logren ser felices’.

    Ambos me miraban boquiabiertos sin poder explicar lo que me estaban ocultando hace algún tiempo ya. Era notable que estuvieran así, viéndose a hurtadillas para que esta pobre idiota no se percate de su insignificante secreto. Mi esposo trató de explicarme las cosas, pero yo, con aquel gesto tan mío que él conocía bien, le dí a entender que no era necesario que aclare lo obvio. Era ridículo, ¿no lo creen…?

    Camine hasta la salida de aquel precioso lugar, paseándome como si yo no perteneciera a ese mundo y deje que mi mente se quedara en blanco aunque sea por medio segundo. Me monté en mi pequeño vehículo dispuesta a marcharme teniendo en mente que mi matrimonio era una vil farsa y que yo, al fin de cuentas, fui tan sólo una maniquí que servía para demostrar ante los compañeros de mi marido que él era un hombre hecho y derecho, un hombre ejemplar con una vida perfecta.

    No podía soportar tal traición por partida doble, tal dolor que calaba en lo más hondo de mi ser hasta que ese hoyo se volviera más profundo. Esa misma noche tomé la decisión de irme lejos para buscar esa tranquilidad que anhelaba hace tantos años y lograr encontrar la paz que deseaba mi corazón.
    Desde ese entonces no supe de él ni de aquella supuesta ‘amiga’ que creí tener alguna vez. Tampoco me interesó averiguarlo.

    Se preguntarán si le di el divorcio. Pues…no. Lo que hice fue distanciarme de él para que se percate de lo que había hecho.
    Después de algún tiempo él volvió a mí como aquella vez cuando nos conocimos. Vino a mí de manera inesperada pidiéndome perdón y que regresara con él a la casa. Y querrán saber que hice, pues... ¿qué más podía hacer? Lo perdoné y volví a su lado.

    Algún día entenderán que me llevó a decidir aceptarlo nuevamente en mi vida. Pero puedo decirles esto:

    Uno se casa tan sólo una vez en la vida y esa unión es para siempre. No es fácil sobrellevar un matrimonio en esta época tan inconstante, tan impredecible. Todo parece afectar a los que desean formar una familia, pero la clave esta en tantas cosas que no podría explicarlo con simples palabras, sólo se puede explicar con la experiencia y el recorrer del tiempo a lo largo de todo lo que se atraviesa en esta vida.

    Pensé por muchos años que representaba el matrimonio para los hombres si tan sólo buscaban encontrar algo diferente y más atractivo fuera de su hogar teniéndolo todo a su alcance. ¿Para qué casarse entonces? ¿Con qué fin?

    Desgraciadamente jamás hallé la respuesta a estas interrogantes, pero estoy segura que la persona que logre contestarlas podrá decidir realmente si vale la pena casarse con un mortal, a sabiendas que éste se siente débil ante la presencia de otro ser igual a él rompiendo las reglas de una unión tan sagrada como lo es el matrimonio.
     
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  1. Mellorine
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