¿Ha visto a mi mamá?

Tema en 'Relatos' iniciado por Ichiinou, 21 Octubre 2015.

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    Ichiinou

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    Escritora
    Título:
    ¿Ha visto a mi mamá?
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1495
    Este relato lo he escrito para el juego "¡Pidamos dulces!", el dulcito me lo dio @Liza White y bueno, darle las gracias por endulzarme la escritura y bueno, sin más dilación, podéis leer. <3

    ¿Ha visto a mi mamá?

    [​IMG]

    Llevaba ya un rato esperando a que volviese su madre, le había dicho que iba a coger unas setas que había visto un poco más allá y que pronto volvería. Le había indicado que se quedase allí sentada, esperando mientras no venía, pero Melanie sentía el frío calar sus huesos y no pudo evitar levantarse para intentar mantener el calor andando de un lado a otro.

    No sabía con seguridad cuánto tiempo había pasado desde que su madre se había alejado, pero se le estaba haciendo eterna la espera. La chica no conocía mucho aquella zona del bosque. Anteriormente había acompañado a su madre muchas veces a llevar a pastar a las vacas, pero había sido bastante lejos de aquel punto.

    El bosque siempre se le había antojado muy bonito, aunque también enigmático. Había escuchado leyendas sobre lobos y sobre animales salvajes que atacaban al ganado y alguna vez a alguna persona, pero la verdad, nunca se había sentido insegura en la espesura del bosque, si no que más bien, se había sentido como parte de él. Siempre había soñado con tener una cabaña en el medio del bosque y vivir ahí con un montón de animalillos y ser feliz. Quería ser como la bella Blancanieves pero sin enanitos de por medio.

    Perdida en sus pensamientos, la joven Melanie se adentró al bosque, y llegó a un páramo con tan solo un árbol desojado en el medio. El frío invernal hacía que una ligera capa de escarcha cubriese la hojarasca del suelo. Aquel desolado páramo por una extraña razón le pareció muy bello, aunque a la vez tétrico.

    Una vez se dio cuenta de que se había ido de donde su madre le había dicho que permaneciese, le invadió una inquietud, no tanto por la angustia que estaría sintiendo su madre ahora, si no porque no recordaba exactamente como volver y eso sería muy peligroso.

    —¡Mamá! —gritó a pleno pulmón.

    Solo halló la respuesta del viento, siseando entre los árboles, como un duendecillo que habla entre dientes.

    —¡Mamá! ¡¿Me escuchas?! —volvió a gritar, esta vez intentando que fuese con más intensidad.

    Una vez más, halló la misma respuesta. Aunque ahora un sonido le llamó la atención, parecía un trote de caballo, sí, estaba segura de que era un caballo. ¿Habría caballos salvajes por aquella zona?

    Cuando miró a su alrededor, intentando centrar de dónde venía el sonido observó pudo como de la espesura del bosque, lentamente aparecía un hombre encapuchado sobre un caballo. Por algún motivo aquello le dio mala espina. Estaba sola y aquel podía ser un saqueador de caminos de los que tanto hablaban las gentes del pueblo. Melanie intentó sacar de su cabeza la imagen de las cosas que podría hacerle cualquier malhechor a una joven sola y frágil como ella.

    A medida que jinete y el caballo se acercaban, más estupor invadía a la chica, que se fijó en el color rojizo que tenían los ojos de aquel caballo negro como la noche. Aunque no sabía qué le daba más miedo, si ver eso o no poder ver el rostro del hombre que venía encima del caballo.

    No sabía si hablar, si preguntarle si había visto a su madre por allí, porque le parecía que si rompía el silencio, si usaba palabras vanas y mortales, una ira se desataría a su alrededor. ¿Era esa clase de pensamiento lógico acaso? Posiblemente no, pero ahora mismo lo que sentía escapaba de todo lo que antaño había conocido.

    —Eres un ser humano, ¿me equivoco?

    La voz grave del hombre encapuchado y aquella extraña pregunta pillaron por sorpresa a la joven Melanie, la cual no pudo evitar mostrarla. ¿Qué debía responder a aquella pregunta? Sí, lógicamente era un ser humano, pero el que aquella persona se lo preguntase era algo extraño. ¿Acaso no es algo que se dé por sentado?

    —En efecto, soy un ser humano. ¿Qué podría ser si no?

    Aquel hombre rió, aunque no muy fuerte, sino que más bien sonó como una exhalación.

    —Podrías ser un duende, un hada, una bruja, un alma penitente que busca a su madre muerta… ¿No ves que hay multitud de opciones?

    Aquellas palabras del misterioso encapuchado le sorprendieron a la chica, aunque en el fondo pensaba que posiblemente aquel hombre estaba hablando en broma, ya que nadie en su sano juicio diría aquello de verdad. ¿O sí?

    —¿Cómo te llamas jovencita?

    La chica titubeó, no sabía si desvelarle su nombre a un desconocido sería prudente, pero al fin y al cabo, ¿Qué daño puede hacer un nombre?

    —Me llamo Melanie, señor, ¿Puedo preguntar su nombre?

    El misterioso encapuchado volvió a reírse de esa forma. La joven no sabía si le había molestado la pregunta, pero no vio el más mínimo signo de ira.

    —Ya veo, entonces eras humana. Yo me llamo Laurence.

    Después de desvelar su nombre el misterioso encapuchado se quitó la capucha y descubrió su rostro. Era un hombre joven, de no más de treinta años, con una tez pálida como la mayoría de hombres de aquellas tierras, pero lo que más destacaba de él eran sus brillantes ojos rojos, los cuales le inquietaban sobremanera a Melanie.

    —Señor Laurence, ¿Ha visto usted a una señora con una cesta por aquí? Es mi madre y la he perdido de vista.

    —Te fuiste del camino, ¿Verdad?

    —Sí, así es.

    —Debiste haberle hecho caso a tu madre, el no hacerlo te ha traído irremediablemente fatales consecuencias, jovencita.

    Aquellas palabras de Laurence hicieron que la chica retrocediese instintivamente. ¿Era aquello una amenaza? Aunque él no parecía tener una actitud hostil, sus palabras eran inquietantes y no dejaban de causarle estupor a la chica.

    —Oh, no tienes que huir de mí joven Melanie, yo no voy a hacerte daño, aunque quisiera, no puedo hacértelo ya.

    —¿A qué se refiere? —preguntó la chica inquisitivamente.

    Una vez más Laurence se volvió a reír de aquella forma que ya le era tan característica.

    —Corren muchas leyendas sobre ti querida Melanie. Al principio cabe destacar que te confundí con una humana normal y corriente, pero pronto me di cuenta de cuan errado estaba en mi escepticismo.

    —¿Leyendas? ¿De qué habla? —ahora la chica estaba bastante irritada.

    —Somos muchos los viajantes que pasamos por este bosque para ir entre pueblos, aunque ya muchos no quieren venir por aquí desde que existe tu presencia. Todos saben que no eres hostil, pero te tienen miedo mi querida Melanie. Vagas por aquí, destinada a buscar a tu madre, a la que nunca debiste desobedecer y día sí y día también, preguntas a todo el que pasa por aquí por ella. ¿Me temiste al verme? Es lógico, al fin y al cabo fue un asaltador de caminos el que te mató hace más de cuarenta años. Pero Melanie, los fantasmas no deben temer, ya no pueden hacerles daño, al menos no físico.

    Toda la información que estaba recibiendo Melanie era como una oleada de dolor. ¿Estaba muerta? ¿Era una fantasma? ¿Cómo podía ser aquello? Ella no se acordaba de eso que relataba Laurence. Recordaba como perfectamente hacía unos minutos había estado con su madre, lo recordaba. No, aquel hombre tenía que estar vacilándole.

    —¡Miente!

    —Ojalá lo hiciese pequeña Melanie, pero ese fue tu destino. Pero no te preocupes, mañana, cuando amanezca un nuevo día no recordarás otra vez nada y volverás a preguntar por tu madre, como siempre. La noche limpiará tu dolor.

    Melanie ya no quería escuchar más la grave voz de Laurence diciéndole cosas tan dolorosas. Así que echó a correr, corrió todo lo que pudo, en línea recta, intentando buscar a su madre, gritando preguntando por ella, pero no halló respuesta. Se paró, estaba de nuevo en el claro, pero ya no estaba el jinete, solo estaba ella allí, arrodillada, llorando. Pronto se dio cuenta de que aunque el paraje era invernal ella no sentía en realidad frío, aquello que había sentido con anterioridad solamente era un recuerdo de lo que debía sentir.

    Entonces lo recordó, los ojos enloquecidos de aquel hombre, de aquel asaltador de caminos, aquel que le hizo cosas atroces hasta que su cuerpo decidió dejar de sufrir, aquellos ojos rojos, rojos como los de Laurence, rojos como… como todos los que veía ahora.

    Estaba muerta y ahora no era más que una leyenda, un recuerdo vago de la triste muerte de una niña. La habían matado y posiblemente Laurence tuviese razón, estaba condenada a vagar, vagar sin fin, preguntando por su madre.

    —Mamá, ¿Dónde estás ahora? –dijo en un susurro mientras se hacía un ovillo en el suelo de hojarasca de aquel frío y aterrador páramo.

    La noche volvía a caer.
     
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    Paulo

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    Me recuerda a un anime que vi...
    que la protagonista no tenía amigos ya que...
    al final de la semana... perdía los recuerdos
    de estos y sus amigos pasaban a ser
    unos extraños y desconocidos para ella.

    Aun que... si bien el caso de Melanie me parece que es
    como un bucle infinito:

    bucle infinito - Buscar con Google - Google Chrome.jpg


    En fin, me gustó tu trabajo, aun que....
    honestamente no acostumbro a leer este tipo de fics xD

    Eso es todo creo, Saludos. c:
     
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