¡tengo que estar perfecta!

¡Tengo que estar perfecta!




—Claro, sí, sí, claro, como digas—concluyó la llamada con una sonrisa, tomó el teléfono y lo colocó con suavidad sobre la base.

Con calma subió hasta su cuarto, sus pasos eran lentos y pausados; sin embargo casi alzaban una pequeña estela de aire a su alrededor, la fuerza aplicada en el suelo era grande, pero esa era la única manera de contenerse hasta llegar a su alcoba.

Por fin en un recorrido que le había parecido eterno, pudo estar en el lugar requerido y al cerrar la puerta soltó todo lo que había sentido durante el pequeño trayecto.

Un inmenso grito salió de su garganta, el cual le dio vuelta a toda la cuadra. Lo aceptaba el haber llegado hasta su cuarto no había servido de nada para que los demás no notaran su felicidad, pero eso a ella le importaba muy poco.

Los gritos disminuyeron su intensidad pero no la cantidad, mientras brincaba en la cama coma una niña pequeña y repetía una y otra vez:

—¡Me invitó a salir!, ¡Marco me invitó a salir!—pronunció como una chiquilla a la que le regalan un juguete—, no puedo creerlo. —concluyó cuando sus energías habían desaparecido.

Cayó de espalda a la cama y tomó un peluche entre sus brazos; sus ojos brillaban con más fulgor que de costumbre. Él le había hecho una proposición a ella, era lo mejor que le había pasado en la vida.

Toda la paz que había sentido hace un momento se esfumó al pensar en algo que no había albergado antes su mente: el vestuario.

Sin perder tiempo se levantó y abrió las dos puertas del objeto en el cual guardaba sus prendas, su mirada se volvió la más crítica del mundo, todo se veía tan mal para salir con Marco, ninguno de aquellos trajes era digno de él.

—Este negro me hace ver demasiada alta, este blanco demasiado baja. El naranja me hace ver gorda, con el morado parezco sosa, el rosado no es mi color preferido, el amarillo no es para la época de invierno, el azul es muy común ¡y ese maldito verde me recuerda a la maldita de su exnovia!—terminó por votar al suelo todos los atuendos y gritar como una loca.

Deslumbró la hora en el reloj solo faltaban dos horas para su cita y ella se encontraba entre la paradoja de la moda. Con rapidez tomó las llaves de su auto y a toda velocidad se encaminó hacía el vehículo, no podía perder tiempo.

Llegó hasta una tienda de ropa y le contó de su situación a una de las mujeres del personal que atendían la tienda, está le entendió de inmediato y la llevó para probarse conjuntos muy a la moda.

Terminó comprando uno de los más costosos, pero él lo valía, así que no hubo ningún resentimiento. Contenta salió ya vestida de la tienda y al pasar por un espejo, notó que no había maquillaje en su piel, ¡como iba a presentarse con esos enormes defectos! Sin notar si quiera que su cara se encontraba en total limpieza, salió corriendo despavorida para el salón más cercano que encontró. Un hombre la maquilló perfectamente para la ocasión y ella pagó la elevada tarifa con gustó por el trabajo realizado.

—Eso fue caro para lo que hiciste—le dijo una trabajadora al hombre.

—Sí, uno siempre se puede aprovechar de las adolescentes y su primera cita. —con una sonrisa en su rostro se dirigió hacía la próxima mujer que decía tener un encargo muy importante y necesitaba estar perfecta.

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Ella corrió hacía una tienda de zapatos, pues era inaceptable que su vestuario no se encontrara en total armonía con su calzado. Terminó por comprar unas botas negras, muy parecidas a unas que tenía en casa, que combinaban con su vestido negro, muy parecido también al que se había probado por primera vez.

Ahora totalmente satisfecha salió de la tienda, tenía media hora para llegar a la fiesta, tiempo de sobra. Pero al pasar por una tienda de bolsos se quedó enamorada de un estilo en negro…

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Sudorosa llegó, luego de no encontrar un taxi y tropezarse por venir corriendo desde donde la dejó el vehículo, al fin llegó a su meta. Justo cuando se disponía a entrar un sonido en su nueva bolsa la hizo detenerse.

Era su celular, lo abrió y lo pegó a su oído emocionada, era él, era Marcos.

—Hola, ya estoy aquí—habló tratando de contener la emoción.

—Ah hola, Neli, lo siento mi padre me pidió ayuda en su trabajo y no voy a poder ir, luego nos vemos, Bye—se escuchó el cerrar de la tapa del objeto del otro lado y luego un pito dando a entender que la llamada había terminado.

Ella se devolvió caminando a su casa, aún con los tacones altos subió pisando tan fuerte que despertó a su hermano menor. Entró a la habitación, por fin en un recorrido que le había parecido eterno, pudo estar en el lugar requerido y al cerrar la puerta soltó todo lo que había sentido durante el pequeño trayecto:

—¡¡¡Maldito imbécil!!!—gritó para echarse a llorar a la cama.

Notas de la autora: ¿A poco no les ha pasado? A mí no en realidad, bueno es solo para divertirme un rato, en temporada de exámenes la inspiración me llena. Saludos.
Pd: El leer esto y no comentar puede traer consigo perdidas amorosas y mal desempeño sexual, yo solo aviso ¿eh?