¡Pobres los Ricos!

Re: ¡Pobres los Ricos!

Cantidad de palabras: 2,259.

Hola chicas, aquí está el siguiente capítulo. Espero que les gusten.
Muchas gracias por sus comentarios y, en cuanto a lo de Naraku… Pues, se llevaran una sorpresa ;).
Realmente me divertí haciendo esté capítulo, imaginándome cada parte x’DD.

Advertencia: El siguiente capítulo puede ser vulgar u ofensivo para algunas personas, sino es de tú agrado, evite la molestia de leerlo.

¡Pobres los Ricos!​

Capítulo 8.​

Kagome sintió que el corazón le saldría en cualquier momento por su trasero; sentía la garganta como cuando te atragantas con una píldora. Su respiración se agitó, sus pechos estaban que salían de la blusa al ser succionados por la respiración, rápidamente. Levantó los brazos hacía arriba y en su frente comenzó a sudar.
El hombre que vestía de negro, apuntaba con su arma la frente de Kagome, la detallo para luego bajar su arma y rozarlo con los pechos de la joven. Kagome se sintió humillada y con ganas de patearlo. Luego, entraron los otros dos hombres y comenzaron a apuntar con su arma mientras caminaban por el pasillo principal.

—¿Quién era, mocosa? —preguntó Inuyasha saliendo de un pasillo y entrando al principal; cuando los hombres encapuchados y acuerpados, lo vieron; rápidamente lo agarraron entre dos, y lo apuntaron con la pistola.

—¿Quién más está en la casa? —preguntó el más alto, que tal parecía que fuese el líder de los otros dos que sostenían a Inuyasha.

No tardaron en llegar Miroku, Sango, Kikyo y Koga.

—¿Por qué tanto rui… —Miroku no terminó su frase al ver a los dos hombres que sujetaban fuertemente a su hermano y, el más alto, apuntaba a Kagome, mientras ésta llevaba las manos hacía arriba.

Uno de los ladrones revisó toda la mansión, mientras que los otros dos comenzaban a amarrar a sus rehenes. A Kagome la sujetaron junto con Kikyo, con un fuerte nudo que sería imposible zafar una simple dama. Koga lo amarraron con Inuyasha, y —para suerte de Miroku, y desgracia de Sango—, a ambos lo apretaron juntos, uno delante del otro.

—¡Dios mío! —decía Miroku al sentir el cuerpo de Sango pegado al suyo, y muy cerquita a su anatomía.

—¿Por qué a mí? —se quejaba la castaña mientras se movía en vano para zafarse de las cuerdas que la rodeaban.

—Quítenme de aquí —decía Kikyo moviéndose a espaldas de Kagome —. Ella es pobre, deben soltarla, ¿qué le pueden robar?

—Gracias por la ayuda —ironizó Kagome echando hacía delante.

—Lobo sarnoso, no te muevas tanto que harás que… —comentó Inuyasha estando detrás de Koga.

—¡Oye! ¡Espera! ¿Qué es eso duro? —dijo Koga deteniéndose al sentir algo detrás suyo — ¡Maldito perro rabioso! No te puedes aguantar las ganas, tan fácilmente te excitas. ¡Quítenme a esté perro excitado!

—No tengo la culpa, te dije que no te movieras tanto —Inuyasha agachó su rostro para poder esconder el gran sonrojo que invadía su cara.

—Maldito perro rabioso; apártate de mí. No quiero sentir tu pulgarcito en mi trasero.

—¡No es ningún pulgarcito! Y bien que es grande, porque sí que lo sientes.

—¡Cállense todos! —gritó el ladrón que terminaba de sujetar a Kagome y Kikyo.

—Oigan, yo no puedo morir tan joven. Aún soy virgen y no me gustaría morir así —decía Miroku dramatizando —Oh, sango. Tú me harías el favor de no morir virgen.

—¡Pervertido! —gritó Sango moviéndose en su lugar.

—No hagas eso que me pasara lo mismo que a Inuyasha —dijo el joven de ojos azules guiñándole el ojo a Sango. La castaña frunció el ceño y miró horrorizada el bulto que se había formado en el pantalón de Inuyasha, que justamente frotaba en el trasero de Koga.

—Esto es humillante —chilló Inuyasha apretando sus piernas — ¡No miren! A cualquiera le puede pasar.

—No hay más nadie en la casa —informó el ladrón que había recorrido parte de la mansión. Los otros dos asintieron y dejaron ver sus rostros; después, llevaron a los rehenes al salón de juego en donde la noche anterior, Kagome había cantado para los niños. Al llegar, sentaron a todos en un sofá grande, dejándolos amarrados junto con sus parejas. A Inuyasha ya se le había pasado el “pequeño” accidente.

Dos de los ladrones salieron del salón de juego y dejaron a uno cuidando de los presos, mientras que los otros dos se iban a robar lo que pudieran en toda la mansión.
Los jóvenes trataron de zafarse, pero eran vistos por el hombre musculoso que los cuidaba.

Los niños llegaron a la mansión junto con la abuela; la anciana se fue acostar a sus aposentos, mientras que los pequeños se dirigían al cuarto de juego, en donde se encontraban todos los rehenes de la mansión. Cuando Hakudoshi abrió la puerta, y asomo su rostro; se sorprendió al ver a un hombre vestido de negro y armado, mientras que sus hermanos estaban amarrados uno contra otro. Todos vieron al pequeño albino y se alarmaron, Kagome trató de calmarlos para que el ladrón no se diera cuenta. La joven niñera, hacía muecas con su cara para que al menos Hakudoshi entendiera algo, pero el pequeño Taisho no se quedaría con lo brazos cruzado y comenzaría con un plan. Cerró la puerta con cuidado y llevó a sus hermanos al cuarto de él. Allí, les contó lo sucedido y, rápidamente; amararon un plan contra los ladrones. Lo que pudo entender Hakudoshi según Kagome, fue que había tres ladrones rondando por la casa, dos robando y el que cuidaba de sus hermanos mayores.

—Puedo ir al baño —preguntó Kagome rompiendo el hielo.

El ladrón puso cara dudosa, y optó por llevarla al baño más cerca, según las indicaciones de ella misma. Soltó a Kagome de Kikyo, y dejo a ésta última amarrada contra Inuyasha, formando un trío. Mientras llevaba a Kagome amarrada del brazo, la joven no se podía zafar del fuerte agarre, que de seguro le dejaría marcas al día siguiente. Si es que habría día siguiente y, salían de esa.

—Puedo entrar sola —dijo Kagome como sarcasmos, para luego abrir la puerta del baño y entrar en éste.

—Cuidado con lo que hagas —advirtió el ladrón cuidando la puerta.

Rin, viendo desde una esquina de la pared al hombre que cuidaba la puerta del baño, en donde se encontraba Kagome. Rompió un jarrón que estaba encima de una mesita pequeña y antes de salir corriendo, soltó a Kirara —la gata—, cerca del jarrón que estaba en mil pedazos regados por el suelo. Esto llamó la atención del hombre armado, y salió hacía donde había escuchado el ruido.

—Uff, es solamente un lindo gatito —dijo dejando de apuntar al pequeño animal.
Kagome, al abrir la puerta y ver que el ladrón estaba lejos, salió del baño y cerró la puerta.
El hombre acuerpado volvió a pararse frente a la puerta, haciéndole guardia al baño, para que su presa no escapara.

Por otro lado, Hakudoshi junto con Kohaku y Souta desamarraban a sus hermanos, dejándolos libres de las cuerdas. Kagome, llegó rápidamente al salón de juego, allí vio que todos se encontraban libres, Hakudoshi le comentó el plan y estuvieron de acuerdo. Kagome se escondió detrás de un sofá, y los niños salieron del cuarto, mientras que los demás se volvían a sentar y se colocaban las cuerdas sobre su cuerpo, haciendo el simulacro de que aún andaban apretados.
Luego de un rato, llegó el ladrón que cuidaba de ellos, muy furioso lanzó la puerta.

—¿Dónde está? —preguntó apuntando con su arma.

—¿Dónde está quién, imbécil? —dijo Inuyasha.

—La jovencita linda, que quería ir al baño; no estaba allí.

El hombre comenzó a revisar todo el cuarto; cuando estuvo a espaldas de los rehenes, Koga le dio una patada y el ladrón cayó encima de un cubo de juguetes. Todos se soltaron y atraparon al hombre, quitándole el arma y amarrándolo con las cuerdas gruesas.

Los otros dos hombres, se encontraban en el cuarto de Kagura/Naraku robando lo que les gustara y fuera costoso —prácticamente todo dentro de ese cuarto era costoso—.

—Con esto nos haremos ricos —comentó el más bajo guardando una fina lámpara.

—Calla y sigue guardando —dijo el otro metiendo lo que pudiera en una bolsa, grande color blanco.

De pronto, Kanna entró al cuarto con su vestido blanco y, un espejo sobre sus manos, que lo sostenía contra el pecho.

—Hola… —musitó la niña con la cabeza hacía abajo; los dos hombres voltearon al saludo y, cuando vieron a la pequeña albina; dieron un grito de terror. Rin, por su parte, apagó la luz de toda la casa. Kanna prendió la luz interna que poseía su espejo, éste alumbro entre la oscuridad, provocando que el par de tarados salieran corriendo del cuarto y tropezaran con algunas pertenencias de los Taisho que se encontraban en los pasillos. El ruido que hacía los ladrones se escuchaban por toda la mansión. Souta y Kohaku alumbraban con unas linternas, mientras que Hakudoshi lanzaba un frasco llena de pelotas pequeñas, por todas las escaleras. Los ladrones —tal como se suponía—; bajaron las escaleras, pero con muchos inconvenientes al pisar más de una vez las pelotas que habían sobre el suelo de las escaleras.

Los dos hombres musculosos cayeron por las escaleras y, cuando llegaron al final, Inuyasha y Koga; los agarraron para luego amarrarlo junto con el otro que se encontraba en el salón de juego.
Rin volvió a encender las luces de toda la casa y salió del sótano, en donde se encontraba el breque que controlaba la electricidad de la mansión.
Todos penetraron en el salón de juego y observaban a los tres ladrones.

—¿Quién los mando? —preguntó Inuyasha mirando a los tres.

—No seas idiota perro rabioso, eso solo pasa en las novelas. Cualquier persona robaría está mansión.

—Claro, tú serías uno de ellos, lobo sarnoso —comentó en forma de sarcasmo, para luego cambiar su rostro a uno sorprendido —. O puede que tú seas uno de los ladrones, el cómplice, el líder. ¡Confiesa lobo sarnoso!

Inuyasha lo sujeto de la franela que cargaba puesta el moreno, éste se soltó bruscamente del agarre.

—Eres idiota o te pasan los diálogos.

—¡Basta! Parecen dos niños peleando, y miren que lo dice un niño de verdad —comentó Hakudoshi.

Miroku llamó a la policía y éstos no tardaron en venir a llevarse a los tres ladrones. Kagome junto con sus amigos y los Taisho, comenzaron a limpiar el desastre que había en la mansión, ocasionado por el robo.

Sesshomaru, quien había llegado, le ordeno a Rin dejar de limpiar para que ensayara piano con él, como solía enseñarle los fines de semana. La niña dejó la escoba recostada a una pared y fue a su cuarto antes de ir al salón en donde se encontraba el piano. Cuando llegó, Sesshomaru se encontraba sentado frente al piano, y con sus manos sobre las teclas de éste.

—Espero que hayas practicado durante la semana —comentó el joven con su tono de voz, pero cuando le hablaba a Rin, era más suave y hasta cierto punto; se podría decir que dulce.

—Sí… —respondió con alegría —, pero, me gustaría cantar la canción que le compuse a mi hermana, te acuerdas.

El joven hombre la miró y asintió con la cabeza. Rin sonrió ante la respuesta y sacó de su vestido un papel. Se lo entregó a Sesshomaru para que tocara. Él comenzó a tocar con sus hermosos dedos; la melodía del piano y acorde a la canción que cantaría Rin.

“Me siento sola, estoy tan triste, me falta todo… no sé donde estás. Ya no hay palabras, que me contengan. Sueño con verte solo una vez más. Noche tras noche, lloro en mi cuarto, busco tu abrazo en la oscuridad y allí se rompe, mi alma en pedazos; ya no te puedo encontrar”

Sesshomaru no paraba de tocar, mientras que la pequeña Rin lo observaba y cantaba la canción que compuso para su hermana mayor. La melodía y la voz de Rin habían llegado a los oídos de Kagome, que pasaba por ese lugar, en busca de algunos artefactos de limpieza. La joven niñera se detuvo en la puerta y se quedó observando y escuchando.

“¿Por qué a mí? Por qué a mí, por qué me toca sufrir así. Te fuiste un día sin avisar y fue así que te perdí. ¿Por qué a mí? Por qué a mí, me duele tanto vivir así. Quiero que vuelvas, que vuelvas ya. A estar conmigo…Herma...na…”

Antes de finalizar la canción, la pequeña niña rompió en llanto y cayó sobre los brazos de Sesshomaru, llorando sobre su pecho, empapando la camisa del joven Taisho. A pesar de que el joven hombre fuera el más frío, y sin sentimientos de la mansión, no podía evitar sentir cierta atracción hacía Rin. Se sentía cómodo a su lado y, le agradaba protegerla. Kagome se llevo la mano al pecho y con la otra contuvo las lágrimas que pronto darían acto de presencia. Sentía algo dentro de su cuerpo, una sensación extraña al ver a la pequeña Rin llorar; ¿acaso era tan dulce esa niña que hacía estremecer a todos? No, era algo muy distinto lo que sentía, ¿pero qué? Y ¿por qué?

—No llores —trató de calmar Sesshomaru posando su mano en la espalda de Rin.

—A veces odio vivir en está casa rodeada de gente que no me quiere —decía entre lagrimas, sin separarse del fuerte pecho del joven hombre.

—Yo te defenderé —fue lo único que dijo, viendo como la niña se iba quedando poco a poco dormida. La alzo entre sus brazos y se levantó del asiento del piano — ¡Kagome! —llamó al ver a la niñera parada en la puerta.

—Oh, perdón. No era mi intención, solo que me pareció que cantaba muy bien, eso es todo —dijo secando las lagrimas de su rostro. Sesshomaru alzo su brazo y, con la mano, secó la lágrima de la mejilla de Kagome. Luego se retiró llevando a Rin a su cuarto… Continuará.

¿Qué les gustó más del capítulo?
¿Cómo se sintió Inuyasha por su pequeño accidente, x’DDD, jajaja?
¿Qué sintió Kagome tras escuchar la canción de Rin?
¿Qué creen que pase en el próximo capítulo?
Llegara alguien nuevo a la historia; ¿Piensan en una persona en particular?

Aquí la canción que canta Rin, junto con Sesshomaru.
Por qué a mí
La canción es divina, se las recomiendo. Así podrán entender el significado y el misterio que rodea a Naraku, Rin y Kagome O. o
Creó que más obvio no puede estar…

Nos vemos, cuídense.
Espero que les haya gustado, prometo que vendrán más cosas buenas ;).
Así que no se lo pierdan. Las quiero, besitos. Muack…Muack…

 

Re: ¡Pobres los Ricos!

¡Holas chicas!
Nuevamente, muchas gracias por sus comentarios, de verdad, me son halagadores y me dan ánimos de mejorar y continuar con este fic.

A lo que venía. En el próximo capítulo habrá lemmon. Espero que eso no les moleste, de igual forma, será dentro del fic, es decir; como por la mitad del escrito, obviamente daré el link de mi blog, para que lo lean allí, ya estando subido. Y, después de leer el lemmon, pueden seguir leyendo el fic o si no les agrada ese tipo de escrito, podrían saltarte el lemmon y leer lo que sigue del capítulo. Por eso no hay problema.

Y, creó que lo subiré entre mañana, jueves y viernes. Si llego a terminarlo, pido pasciencia, ya que el cole me consume mucho tiempo..

Bye.
Cualquier duda, queja, etc, por perfil o PM ó aquí, pero eviten el spam.
¡Gracias!

 

Re: ¡Pobres los Ricos!

Cantidad de palabras: 1,684.

Hola chicas; bueno, como pudieron notar, deje un mensaje más arriba, donde decía que habría lemon en esté capítulo :o
Espero que comenten en el blog, dejaré el link para que lo lean y puedan comentar, el que no quiera, no obligatorio leer el lemon, pueden saltarse esa parte, de igual forma continua el capítulo. Sólo que ese lemon es necesario para un futuro, dentro de la historia :o Mejor no diga más nada, seré muy obvia y me gusta dejarlas con la curiosidad.

¡Pobres los Ricos!​

Capítulo 9​

Pasado unas cuantas horas y, después del almuerzo; Kagome acompaño a sus amigos al barrio. A pesar de los inconvenientes, no podían negar que pasaron una tarde divertida. Con mucha adrenalina, sobretodo.

—Yo hubiera pateado a todos esos idiotas —decía Koga caminando junto con las chicas.

—Sí claro; ¿Por qué no lo hiciste? —bromeó Sango, a lo que Kagome se hecho a reír junto con ella, dejando enojado a Koga.

—Da igual, pero ese perro rabioso, me las va a pagar. ¿Cómo puede dejarme en ridículo de esa manera? ¿Acaso no tiene una novia que lo complace sexualmente?

—Dudo que esa bruja lo complazca de esa manera —rió Kagome por debajo, recordando como Kikyo le montaba los cuernos con el hermano mayor del albino.

—Cambiando de tema a algo más importante —anunció Koga —¿Cuándo volveremos a ensayar?

—Disculpen mi inactividad en la banda, pero con esto de mi nuevo empleo no me queda tiempo para nada —se excuso Kagome colgándose del brazo del moreno para que éste no se pusiera bravo con ella.

Kagome se despidió de sus dos amigos y comenzó a caminar para tomar el colectivo y llegar a la mansión, ya se estaba oscureciendo; debía ayudar a Miouga hacer la cena y a Ayame a servir la mesa. Mientras caminaba, aún por el barrio; noto a un grupo de jóvenes que golpeaban sin piedad a un niño que se encontraba tirado en el suelo. Kagome se quedó observando para comprobar si de verdad le pegaban o solamente estaban jugando. Cuando estuvo segura, se dio cuenta que de verdad lo golpeaban. El niño era pequeño, de cabellos rojos y ropa rasgada. Tenía uno de sus ojos morado, y en el otro un enorme hinchazón, que no le permitía abrir el ojito.

—¡Oigan! —gritó Kagome acercándose rápidamente —Métanse con alguien de su tamaño. Váyanse a llamo a la policía.

Los jóvenes salieron corriendo de aquel lugar, gritándole groserías a Kagome desde lo lejos.

Saben que los niños, son ángeles sin alas, que nos manda el cielo para​

Ser más buenos…Son los que nos marcan, donde está el camino;​

Donde está lo bello de nuestro destino. ​

Kagome se rodillo en el suelo, y observo el rostro del niño, éste sonrió y hecho una pequeña risita que pudo llegar a los oídos de la niñera.

Cuando ríe un niño, el sol aparece y todo se aclara, el mundo florece;​

Se enciende la vida, se encuentra el camino, y nos damos cuenta​

Que seguimos vivos…​

La joven alzó entre sus brazos al pequeño, cuando noto que éste había perdido el conocimiento, colocó su oreja en el pecho del niño y su rostro cambio a uno lleno de terror que pronto se cambio a dolor. El pequeño ya no respiraba, Kagome lo movió para que despertara, pero no lo hacía.

Los niños no mueren… Se nos van al cielo.​

Quedan en el alma y se ponen alas y vuelan muy cerca.​

Los niños no mueren…Los niños no mueren. ​

Se van por un tiempo a juntar estrellas y nacen de nuevo en otro pequeño​

Los niños no mueren… ​

Los ojos de la joven se inundaron y comenzaron a caer gotas sobre el rostro del niño. ¿Cómo era posible que un niño viviera de esa forma? De pronto, como por arte de magia; el niño abrió el único ojo que le permitía ver a su alrededor. Vio a Kagome y colocó su mano en el rostro de ella, para luego volverle a sonreír. Ambos se levantaron del suelo y comenzaron a platicar mientras caminaban por las oscuras calles del barrio.

—Me llamo Shippo —anunció el niño con mucha energía, ya no se encontraba tan mal como lo había encontrado Kagome tirado en el suelo.

—Yo Kagome. Ya es muy tarde, no crees que deberías ir a la casa.

—No tengo casa, vivo en la calle, vivía detrás de una casa pero la dueña se dio cuenta y me corrió —contó el niño sacando un yoyo de su bolsillo para luego jugar con éste.

—Debes tener hambre, ¿verdad? —preguntó Kagome al escuchar el rugido del estomago del niño —. Te llevaré a un palacio de cuento de hadas, pero debes prometer que me harás caso.

El niño, sonriendo, aceptó y dio su palabra a Kagome. Ambos se abrazaron y tomaron el primer colectivo que vieron…

Los niños del mundo hoy sufren por hambre, por frío, por miedo, por falta de techo​

Y llora la tierra, también llora el cielo, cada vez que un niño se queda en silencio. ​

Mansión Taisho.

—Los he reunido aquí para darles una información —anunció Naraku caminando por toda la sala, mientras su familia se encontraba sentados en distintos muebles y sofás de aquella enorme sala —. Mañana llega mi hermano Onigumo, como sabrán. Es un hombre muy estricto que odia el desorden y las rebeldías. Les pido por favor, les ruego que se comporten durante su presencia. Se quedaría dos días, no es mucho tiempo, sé que puedo confiar en ustedes y, con la ayuda de Kagome, podré mantener todo bajo control. Pueden retirarse a sus cuartos.

Todos susurraron y colocaron gestos de desagrado, la mayoría conocía al tío Onigumo y sabía la clase de tipo que era, les gustaba las bromas; pero siempre y cuando él fuera el autor de ellas. Los niños comenzaron a crear desde temprano los planes que tendrían en contra de su tío si éste se volvía pesada e insoportable dentro de la casa, suficiente tenían con las brujas y sus hermanos mayores.

Kagome, al llegar a la mansión y antes de entrar por la puerta principal, se aseguró por la ventana de que no habría nadie por el pasillo para así poder entrar junto con su compañero, Shippo.
Ambos penetraron en la mansión y, con pasos sigilosos, subieron hasta el primer piso para cruzar a la derecha e ir al fondo, directo al cuarto de la niñera. Allí, Kagome le dio indicaciones a Shippo para que se quedara quieto y no moviera nada y, lo más importante, que no saliera del cuarto mientras ella no estuviera.

Sesshomaru entró con cuidado al cuarto de Kikyo y, al traspasar la puerta, cerró con mucho cuidado para zumbarse en la cama encima de la joven. Comenzó a besarla con pasión, mientras era correspondido y las manos de la chica bajaban por su espalda, hasta meterse debajo del pantalón del albino, apretando con furia las buenas nalgas de Sesshomaru.
Aquí el lemon

—Aún engañan a Inuyasha… —se quedó en seco al abrir la puerta y entrar inoportuna al cuarto de Kikyo. Rápidamente, los dos amantes se levantaron y se cubrieron con las sabanas, Sesshomaru se levantó, cubriendo sus partes íntimas con la almohada.

—Lo podemos explicar, será mejor que él se entere por nosotros que por ti —habló Sesshomaru perdiendo la cordura por unas milésimas, para después tomar control sobre sus pensamientos y, volver a su habitual rostro de frialdad, quitándosele la calentura y excitación.

—No-no se preocupe, sigan en lo suyo, yo, yo aaaaah —y tras el grito, Kagome salió corriendo del cuarto, llevándose una mano el pecho para llegar a la planta baja, respirando profundo por la agitación. No podía creer que aquel hombre de tan igualada belleza, la pusiera así y, es que, Sesshomaru era un Dios de la belleza.

—Esa niñera ya sabía lo de nosotros —anunció Kikyo vistiéndose, mientras Sesshomaru cerraba la puerta y cogía su ropa del suelo.

—Kagome tengo hambre —un niño pelirrojo jalaba de la falda de la niñera, ésta se sobresalto al llamado y luego vio que se trataba del pequeño Shippo.

—No salgas del cuarto —susurró la joven agachando su rostro a la altura del niño —. Iré a la cocina y subiré un poco de comida, pero mientras espérame en el cuarto.

—¿Por qué estás tan roja, Kagome? —preguntó con curiosidad al ver el enorme sonrojo que invadía el rostro de la joven; éste movio su cabeza y mando a subir a Shippo mientras ella se dirigía a la cocina.

Ya era de noche y puede que la mayoría se encontraban en sus cuartos, la servidumbre no trabajaba los fines de semana, así que le fue fácil ir a la cocina a por comida.
Cuando llegó, sin prender la luz, se paro frente a la nevera; allí, tomó varios alimentos ya preparados y algunos enlatados, para luego voltear y coger dos platos grandes de vidrios. Cuando trató de cerrar la nevera con el pie, se le fue imposible y por el impulso cayeron los platos y comida en el suelo, provocando un ruido espantoso por causa de los vidrios rotos que ya hacían tirados en mil pedazos por el suelo.

Inuyasha, que pasaba por allí sin camisa y, en bóxer, dejando al desnudo sus buenas piernas y cuerpo. Escuchó el ruido y salió directo a la cocina, prendiendo la luz y viendo a la culpable del desastre.

—¡Kagome! —exclamó acercándose a la muchacha, que se encontraba recogiendo la comida y limpiando los trozos de vidrios con la escoba.

—Aguas, aguas —decía Kagome sin parar de limpiar. Inuyasha, entendiendo otra cosa, agarró un vaso y lo lleno de agua, para luego lanzarlo al rostro de Kagome. Ésta tembló por causa del agua fría y se limpió el rostro para luego mirar desde el suelo a Inuyasha, pero sus ojos dieron primero con las piernas fuertes del albino, seguido por el bulto que se formaba en el bóxer, luego el perfecto abdomen y, por último, el rostro de Inuyasha.

—Mira como estás de roja, por eso te lance el agua, me pedías agua —decía Inuyasha ayudando a levantar a la niñera, pero en el intento, ambos se resbalaron con el agua que ya hacía en el suelo y cayeron acostados, Kagome encima de Inuyasha…

—¿Qué es esto? —preguntó un hombre que sobrepasaba los treinta años. Había entrado por la puerta de la servidumbre, que era por la cocina, viendo el espectáculo que había dentro de ella, Inuyasha y Kagome miraron desde abajo al proveniente de la voz. El primero conocía quien era y, por la manera en que los encontró, iba haber un gran enredo y confusión. Continuará.

Espero que les haya agradado, tanto el lemon como el capítulo. No soy experta en lo primero, así que pido disculpas y asdf.

Dejo, como siempre, la canción que, bueno, es como decir: La canción del encuentro entre Shippo y Kagome, algo así como música de fondo.
Los niños no mueren

Y, y, y,…

¿Cómo estuvo el capítulo?
¿Qué les gusto?
¿Quién llamo al final?
¿Se darán cuenta de la presencia de Shippo; o Kagome hará lo que sea para mantenerlo dentro de la casa?
¿Qué habrá en el próximo capítulo?

Y, les adelanto, que dos personas dentro de la mansión, cambiaran de roles ;).
¿Podrán estar en los zapatos de la otra persona sin dificultad? O. o