¡Pobres los Ricos!

Re: ¡Pobres los Ricos!

¡Hola chicas!
Como el foro estará de mantenimiento todo el fin de semana, trataré de tener el cuarto capítulo para el día que ya se pueda entrar al foro.

Muchas gracias por sus comentarios ;).

 

Re: ¡Pobres los Ricos!

Cantidad de palabras: 2,098.

Hola. Muchas gracias por sus comentarios. Pronto sabrán lo del secreto que tanto se preguntan; algunas ya tienen una idea, otras se imaginan lo que podría pasar, otras quieren saber lo más rápido posible. Pero todo a su tiempo y, con calma.

He aquí el cuarto capítulo…

​

¡Pobres los Ricos! ​

Capítulo 4.​

​

—¿Tú quién eres? —La voz fría y varonil de Sesshomaru, hizo que Kagome sobresaltará.
La joven agachó la cabeza sin quitar las manos de su rostro.

—Discúlpeme. Yo soy la nueva niñera de la mansión —decía entre tartamudeos—. Creí que éste era mi cuarto asignado, de verdad lo siento mucho, no fue mi intención.

Taisho miró de reojo a la joven para luego coger una toalla y cubrir su torso, mientras gotas caían sobre su cuerpo y mojaban el piso.

—Será mejor que te vayas, no quiero problemas. —Nuevamente, esa voz tan fría y varonil, hizo que la joven se retirara avergonzada del cuarto de Sesshomaru.

Nunca en su corta vida había visto a un hombre desnudo. Pero aquel era diferente: poseía un atractivo sin igual. Rápidamente se volvió a sonrojar aún más de lo que estaba, al recordar a la perfección cada parte del cuerpo desnudo de Sesshomaru. También recordó un comentario que le había dicho Sango hace tiempo: “Cuando hagas por primera vez el amor, te dolerá mucho y todo depende del chico con quien estés y su...”. Sin duda alguna, si llegará a estar con Sesshomaru sexualmente, le dolería más de lo normal.
Se golpeó la cabeza para dejar salir esos pensamientos perversos. Fue tan vergonzosa la escena que no quería recordarla durante lo que restaba de la noche. No vería a Sesshomaru con los mismos ojos. Aunque ella aún no sabía cómo se llamaba aquel joven hombre, tan pero tan atractivo.

Está vez, había llegado al cuarto asignado y, como dijo Inuyasha —estaba ubicado al fondo del pasillo—; el tamaño de la puerta era reducida al de las demás, pero no dejaba de ser hecha de una fina madera. La joven abrió la puerta y entró, prendió la luz y pudo visualizar mejor el cuarto.
Era grande. Había una mesa de estudio, con una computadora encima. La decoración del cuarto era entre rosa, blanco y plateado; también, había muchas cajas viejas de diversos tamaños, una alfombra roja y un armario empolvado, que tenía dos puertas, una hecha de madera, y la otra era un espejo. La cama, era pequeña, pero cómoda a simple vista. Lo que más le gusto de aquel cuarto, fueron las lámparas internas en forma de circulo, que estaban ubicadas en una pared falsa color plateada, ya que las paredes verdaderas estaban pintadas de rosa, haciendo juego con la cama, silla, mesa y armario.

Suspiró mientras desocupaba su maleta en el suelo, para luego comenzar a limpiar el cuarto y terminarlo de decorar a su gusto. Mientras hacía la limpieza, observó por la ventana; que había un árbol en la parte de abajo que llegaba hasta la altura del cuarto. Abrió la ventana para contemplar el árbol, estiró su brazo y pudo tocar algunas hojas de éste mismo.

—¿Inuyasha? —dijo para sí misma al ver al joven albino acercarse al árbol. Éste tocó el tallo, que era muy grueso y, se sentó en el césped, recostando su espalda al árbol.

—Cuanta falta me haces mamá —comentó Inuyasha—, mira como está el árbol que tanto cuidabas cuando vivías en la mansión. Todos en la casa te extrañan, pero sé que desde el cielo nos cuida.

—¿Qué haces Inuyasha? ¿Por qué hablas con el árbol? ¡La cena ya está lista! Tenemos que ir a comer—decía Rin quien había llegado al árbol. La niña se sentó al lado de Inuyasha y miró el lugar—. Siempre vienes acá, ¿por qué?

—Eres tan preguntona Rin; aunque seas adoptada te quiero como una hermana, tonta. Luego te cuento acerca de éste árbol, pero mientras vayamos a comer. —Ambos se levantaron del césped, sacudieron su vestimenta y penetraron en la mansión.

Kagome dejo de observar por la ventana cuando escucho un golpe en la puerta. Cerró la ventana y abrió la puerta; en ella se encontraba Kanna mirando fijamente a Kagome.

—¡Hola! —saludó la joven abrazando a la pequeña.

—No lo vuelvas hacer —susurró con frialdad—. Ve abajo al comedor, ya está lista la cena.

La pequeña niña se giró y se retiró con pasos lentos y tenebrosos.

—Pobre niña, le hace falta mucho amor —comentó Kagome cerrando la puerta y bajando al comedor.

Toda la familia se encontraba sentada en sus respetivos puestos, esta vez; había más personas que al medio día. Kagome se sentó al lado de Rin, en donde se sentaban los niños, ya que del otro lado iban los grandes.
Cuando la joven de cabello azabache, visualizó al chico que estaba en el baño, un sonrojo la invadió y sacudió el rostro para no recordar.

—Según las costumbres de está casa; la servidumbre come en la cocina —comentó Kikyo mirando desafiante a Kagome, con una mirada tan fría y llena de tristeza que hizo temblar a la joven.

—De ser así, me retiro de la mesa —dijo Kagome levantándose junto con su plato de comida.

—¡No! —sentenció Kaede, haciendo que todos los que susurraban se quedaron callados y la miraran—. Ella se quedará a comer en la mesa del comedor, como parte de la familia.

—Madre, no crees que le estás dando mucha confianza a la niñera, te recuerdo que lleva un día trabajando. Ni un día, mejor dicho —comentó Naraku clavando sus ojos en la niñera.

—Lo sé, Naraku. Pero veo en ella mucha confianza que se le pueda brindar. Así que, Kagome, quédate con nosotros a comer.

—No se preocupe señora Kaede, yo como en la cocina, así le hago compañía a Ayame. Con su permiso.

La joven se retiró del comedor con su plato y entró por la puerta de vaivén que daba directo a la cocina; allí se sentó en un mesón y comió con la compañía de Ayame, donde pudo conocerla mejor y considerarla como una amiga dentro de la mansión.
Cuando la cena acabó, todos se retiraron a sus respectivos cuartos, Kagome, por su parte; llevó a los niños a sus cuartos, llevando de último al más rebelde, en este caso a Hakudoshi. El cuarto del niño era enorme y tenía variedad de juguetes.

—Como eres la nueva niñera, te ordeno a que me hagas un favor —habló mientras se acostaba en la cama y Kagome lo cubría con la sabana—. Quiero que te hagas pasar por mi representante en el colegio y firmes algunas cosas, porque voy mal.

—¿Me estás amenazando, Hakudoshi? ¿Y por qué vas mal?

—Tómalo como quieras. Pero no quiero que mi papá se de cuenta que voy mal y me castigue. Si me haces esté favor, prometo que no te haré daño como a las demás niñeras que no cubrían mis travesuras.

—Si que eres rebelde, pero está bien —dijo dándole un beso en la frente al pequeño, cosa que lo sorprendió.

—Nadie había echo eso desde que murió mi mamá —comentó el albino tocando su frente.

—Yo estoy aquí para cuidarte. Ten por seguro que mañana te ayudaré en el colegio —Kagome se levantó de la cama, apagó la luz y se retiró del cuarto de Hakudoshi.

Ahora debía buscar una ropa adecuada para hacerse pasar por tía o algún otro familiar de Hakudoshi.

Al día siguiente…

No había pasado media hora desde el canto del gallo, para que la mansión quedara desocupada, solamente con la servidumbre, la abuela y los niños que se preparaban para ir al colegio.

—Dudo que con esa vestimenta la directora se crea que Kagome es nuestra tía —dijo Souta caminando junto con sus hermanos y la niñera.

—No seas metido Souta —comentó Hakudoshi empujando a su hermano.

—Pero él tiene razón —habló Kohaku observando la vestimenta de Kagome—. Yo opino lo mismo que Souta.

—No se preocupen chicos. Lo tengo todo calculado, tomé prestado una vestimenta de Kikyo, que es de mi talla. Solo buscamos un baño público y me cambio antes de llegar al colegio.

—Alguien estará en problemas si Kikyo se entera y, más aún, si nuestro padre se entera de toda ésta estupidez —dijo Kanna tomando su mochila.

—No seas agua fiesta, todo saldrá bien —animó Rin con una enorme sonrisa.

—Tú no deberías meterte, recuerda que eres adoptada —comentó Hakudoshi cruzándose de brazos y con una mirada perversa sobre la niña. Nadie se metía con su hermana gemela; Kanna.

—Te prohíbo que la trates así —desafió Kohaku posando su brazo por detrás del cuello de Rin.

—Chicos, dejen de pelear y vayamos al colegio que se nos hace tarde —ordenó Kagome para luego salir con los chicos de la mansión montados en una limosina que los llevaría hasta el colegio pago al que asistían.

Antes de llegar al enorme instituto privilegiado del país, en donde asistían los hijos de las personas más importantes; la limosina se detuvo en una esquina y dejo bajar a Kagome junto con los chicos.

—¿Tienes ganas de hacer pis? —preguntó Souta al ver como se movía Kagome.

—No —contestó la joven nerviosa—, es solo que nunca había hecho esto.

—Pues siempre hay una primera vez. Escúchame mocosa, si no lo haces juro que hare que te despidan —declaró Hakudoshi.

—Sí lo haré, pero antes le bajas a tus humos —contestó abriendo su mochila colorida—. Muy bien, que comience el plan.

La joven se dirigió a un baño público con Rin, mientras Kohaku cuidaba de sus hermanos y el chofer se alejaba dejándolos solos.
Al cabo de un rato, Kagome se encontraba luciendo un hermoso vestido del armario de Kikyo, lucía un poco mayor y daba el aspecto de mujer rica, el cual era el apropiado para que el plan saliera a la perfección. Hakudoshi rió con perversidad mientras todos penetraban en el enorme colegio.
Rin, Kohaku, Kanna y Souta se fueron cada uno a sus respectivas aulas antes de que sonara la campana; mientras que Kagome junto a Hakudoshi se dirigieron a la Dirección.

—¡Buenos días! ¿Usted quién es? —preguntó la señora mayor que se encontraba sentada en un enorme escritorio archivando algunos documentos. Se detuvo en seco cuando entraron Hakudoshi y la mujer que lo acompañaba.

Kagome miró hacía los lados y luego al escritorio, en donde pudo ver una revista donde salía de portada Britney Spear.

—Britney…Soy Britney Taisho, la tía de Hakudoshi —contestó colocando un tono de voz serio y una pose digna de una mujer de alta categoría—. Por favor, vayamos directo al grano; acabo de salir de una junta muy importante con el gobierno para poder asistir al colegio.

—Es un gusto tenerla aquí, señorita Taisho —saludó la mujer levantándose de su asiento y estirándole la mano a Kagome.

—¡Señora! —corrigió Kagome estrechándole la mano—. Que en paz descanse mi difunto marido.

—Perdón, es que la noto tan joven; pero tome asiento para comenzar —pidió amablemente la directora soltando la mano de la joven para ella tomar asiento en su escritorio, mientras; Kagome se sentaba en las sillas que habían al frente y, Hakudoshi, se sentó a su lado.

—¿Qué ha hecho mi sobrino? —preguntó Kagome abriendo el abanico que había sacado del cuarto de Kagura.

—¡Nada! —contestó el recién nombrado inclinando sus brazos al escritorio.

—Últimamente su sobrino se ha comportado de una manera no adecuada para un instituto como éste. Tiró a la profesora de matemáticas por las escaleras y la pobre ahora está hospitalizada. Comenzó una guerra de pintura en la hora de clase de artes, sus calificaciones son bajas, anda besuqueando a cualquier chica que se le cruce y se rebela cada vez que se le llama la atención —contó la directora tomando aliento para proseguir—, se burla constantemente de su hermana Rin, siempre le recuerda que es adoptada, pelea con su hermano Kohaku cuando éste sale a la defensiva de la pequeña. Dígame señora Britney, ¿ellos son así en la mansión?

—¡Claro que no! Todo eso son puras mentiras —se defendió Hakudoshi levantándose bruscamente.

—¡Usted se calla y tome asiento que la directora está hablando! —ordenó con autoridad mientras le guiñaba el ojo al pequeño—. No se preocupe, tomaré cartas sobre el asunto. ¿Dónde debo firmar?

—¡Aquí! —contestó señalando un papel, Kagome lo leyó y luego lo firmo. Hakudoshi la golpeo con el codo cuando vio que por poco iba a escribir su nombre verdadero.

La directora guardó el documento y se despidió de Britney. Cuando salieron de la Dirección; Hakudoshi acompaño a Kagome a la salida.

—¡Mi papá! —exclamó el niño al reconocer el auto de su padre cerca del colegio.

—¡Kagome! —llamó una voz varonil que Kagome reconocía; la joven se llevo las manos a la boca y volteó para encarar a la persona que la llamaba en esos momentos. Continuara.

¿Descubrirán a Kagome?
¿Quién la llamó al final?
¿Qué secreto guardará Naraku?
¿Sesshomaru lo tendrá grande? O. o

Ok no, quería hacer tipo preguntas, x’DDD.

Bueno, hasta aquí dejo el capítulo, espero que os haya gustado y, les haya sido divertido leerlo como a mí escribirlo. No olviden dejar sus comentarios que me animan a seguir con el fic y si ven algún error no duden en decirlo para poder mejorar.

Dejo la imagen del cuarto de Kagome, obviamente; luego de haber quedado limpio. También, dejo la vestimenta que uso para hacerse pasar por Tía de Hakudoshi y, la que tenía antes de cambiarse. Más o menos así se viste Kagome, pero luego le buscaré un uniforme para que trabaje en la mansión como niñera, que sea diferente al de mucama/sirvienta; tal vez sea el que usa en la serie.

Hasta la próxima, cuídense.
Besos. Muack…Muack…

 

Re: ¡Pobres los Ricos!

¡Gracias por sus comentarios tan halagadores!

Bueno amiguis, se llama así por una canción de Floricienta, que canta Kagome en el primer capítulo del fic. Y si escuchas/lees la canción, te darás cuenta del 'por qué' se llama ¡Pobres los Ricos!
Es como de doble sentido, o algo por el estilo.
En el próximo capítulo lo explicó más para no hacer tanto spam, y asdf.

En cuanto a la segunda pregunta, es curiosa.
Pero estamos hablando de Kagome, que es pobre y no sabría que vestido haber tomado del armario de Kikyo, a parte de que ésta última viste elegantemente. Y me pareció que el vestido dio el aspecto de mujer rica, el cual era el apropiado para el capítulo.

Luego sabrán el secreto de Naraku y, quien llama a Kagome al final del capítulo; además, en el próximo habrá algo emocionante ;).

Nuevamente, gracias por sus comentarios.