Song-fic ¡No me pares ahora!

​

Lanzó un suspiro, sentado en el escenario frente a una audiencia ya inexistente. Con las manos en las mejillas, y los codos en sus rodillas, miró hacia las butacas desiertas. Aquel había sido el día de los talentos, una de las únicas oportunidades que aquella institución tenía para hacer brillar a sus alumnos durante una serie de actuaciones donde podían demostrarle al público una gran variedad de talentos y habilidades. Hubo de todo: trucos de magia, recitales de piano, baile de salón... ¡Incluso un tipo se puso a hacer malabares en un monociclo! ¿No era eso alucinante?

Desvió la mirada hacia la guitarra eléctrica que reposaba sobre su funda, olvidada en la esquina del escenario. Él... Él quería haber estado ahí. De hecho, estuvo ahí. Su nombre estaba anotado en la lista, esperó en la cola a su actuación. ¡Sus padres habían venido a verle precisamente por eso! Incluso sus amigos habían hecho mini carteles para animarle a salir, conscientes de su timidez. Pero nada de eso pudo cambiar lo inevitable.

Cuando estuvo al frente de la cola, siendo consciente de que sería el siguiente, el mundo se le vino abajo. Y no pudo hacer otra cosa que echar a correr a encerrarse en el baño, con las rodillas temblorosas y sus manos sudando a mares. Se sentía humillado, avergonzado. Había perdido una gran oportunidad para impresionar a la chica que le gustaba, que justo había ido allí, y ahora...

Sacudió su cabeza, siendo incapaz de seguir auto-compadeciéndose, y se levantó para ir a por su guitarra y marcharse de una vez. Pero al tomarla entre sus brazos, y tocar sin querer sus cuerdas, rememoró una melodía al instante. Miró hacia las butacas, dubitativo, como si tuviese que asegurarse de que no había de verdad nadie allí, y cerró los ojos.

Comenzó a tocar. Y todo lo demás vino solo.

La melodía le animaba a sacar su verdadera personalidad. La música corría por sus venas, solo que él aún no era consciente de ello. Sus manos se movían autómatas, su mente estaba ya muy lejos de allí, imaginando su escenario soñado. Con los focos sobre él, brillando como la estrella que quería ser. Su cuerpo se movía al compás, con un ritmo increíble, creando una atmósfera de jovialidad y de entusiasmo que hubiese motivado a cualquiera.

¡Si tan solo alguien le hubiese visto brillar como nunca nadie lo había hecho! ¡Si tan solo alguien pudiese ver su verdadero talento!

Las puertas del auditorio se abrieron, pero nadie iba a pararle ahora. Estaba pasando un rato genial, se sentía vivo como, pocas veces llegaba a sentirlo, y nada ni nadie iba a romper dicha atmósfera ahora. Sin percatarse de lo que ocurría a su alrededor, hizo un solo de guitarra arrodillándose en el suelo, como sus estrellas favoritas, y sonrió. Y su sonrisa iluminaría hasta la noche más oscura.

Aquella sonrisa llegó a la jovencita que había vuelto para recoger su chaqueta. Impresionada, quería felicitarle por su increíble actuación. ¡Quería preguntarle tantas cosas a aquel chico tan interesante...!

Pero no. Ahora no. Porque nadie le iba a parar en ese momento.

Porque había llegado, al fin, el momento perfecto para brillar.