¡No existes!

Tema en 'Relatos' iniciado por Elayne, 26 Diciembre 2013.

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    Elayne

    Elayne Lo onitumo lati sọ: wuyi lati pade rẹ.

    Cáncer
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    25 Mayo 2013
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    199
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    ¡No existes!
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1698
    ¿Ustedes creen en Papa Noel? Yo no. Sí tengo que demostrar su existencia lo haré. Pero no me digan mentiras como “Santa te trajo tu regalo” Yo no me creo esas patrañas. Eso es para los niños que se chupan el pulgar. Yo, soy un niño maduro, cómo sé que Santa no existe. Y nunca existirá.

    — ¡Jeremy! —me llamo mi mamá, una señora de pelo rojo. — ¡Quita tus cochinos dedos de la boca!

    —Yu muma...—pronuncié de tal manera porque no podía hablar bien, yo aun tengo dificultades con la lengua.

    —Ay este niño ya tiene tres años y sigue metiéndose la mano a la boca. — corrección dos con nueve meses. — Esto de la infancia me está volviendo loca. — le dijo al hombre que había conocido recientemente, era cómo la pareja de ella.

    —Pero es un lindo niño. — dijo melódicamente.

    Lo miré con desdén, cómo si no supiera que viene a robar mi leche. Bueno, el caso no era mi madre y su nueva conquista, si no el hecho de que quería demostrar que no existía Papa Noel, que habían inventado esa farsa, haciendo creer a todos los niños del mundo que era cierto. Cierto era que empezaba a usar calzones, dejando atrás a los aberrantes pañales.

    — ¡Ay este niño se orino de nuevo en sus pantalones!

    —Déjalo usar pañales aun es muy pequeño.

    Pequeño eres tú de corazón, comerás algún día tierra como la como yo.

    — ¡Ay! ¡Dios mío! Se está comiendo la tierra de los maseteros… ¡Ah! Qué difícil es tener un hijo.

    Ya pues mamá, no le des oportunidad de verme humillado. Caramba lo que me faltaba, esto es más triste que el Titanic, pero no me rendiré. Tengo a Pepito de mi lado, estoy seguro, no estoy rete seguro que con mi espada mágica y mi gran oso Cachimbo lograremos sacar este mito de las grandes mentiras del adulto. Demostrare a mama que yo soy un hombre.

    — ¡Hey! Tú, el hombrecito. — cuando voltee vi a Pamelita llamarme, era mi vecina, me llevaba por dos meses.

    — ¿No te dije que odio que llamen así? —hice pucheros.

    —Pero suena chistoso.

    —No suena chistoso, ¿No ves que me estas degradando? ¡Ay no! Ya viene el Javier...

    —Hola chicos. — dijo el niño rubio, al que Pame y yo odiábamos.

    —Hola Javier. — saludo Pame.

    —Y ¿Tu no vas a saludar?— se dirigió a mí obviamente. — No tienes modales Jeremy.

    —Pero si dignidad.

    Y me miró como un gato a punto de arañarme. Con esos grandes ojos verdes, aparto su mirada para luego irse a lado de su mamá. Pues que se vaya, así estábamos mejor que mal acompañados.

    —Como el agua y el aceite.

    — ¿Qué dijiste?

    —Lo que escuchaste, cariño.

    —Ya empiezas hablar como mamá.

    Después de eso, le conté mis planes a Pamela, ella me dijo que creía en Papa Noel mientras yo le daba la contraria con mis justificaciones del porque no. Pamela, con esos ojos negros brillantes, empezó a deprimirse, mientras yo seguía preparando mis planes. Para cuando nuestras madres estaban a punto de despedirse me dijo:

    —Muéstrame que no es cierto.

    —Te lo mostrare linda. Te lo mostraré.

    Y se fue con una mirada perdida en su mama, parecía cautivada por algo de hecho y luego se perdió. Cuando hubo por fin concluido mi ocio, seguí planeado lo que haría para poder demostrar mi gran genio frente a los adultos. Hacerle frente al esposo de mamá y ser un gran hombre. Mis objetivos eran serios señores, no me malentiendan ni tampoco me traten de inmaduro e infante, porque lograría mis objetivos tarde o temprano.

    —Jeremy… Ya deja de garabatear los papeles nuevos, te daré los usados.

    —Pero así con esas hojas fluye más su imaginación. —Eso es cierto.

    — ¡No! Ya se gastó tres bolsas de papel blanco.

    Como siempre mi mamá limitando mis planes, mejor me voy a dormir porque si no, no podre despertar a las doce y empezar mi plan. Tomé lo necesario de leche, miré la hora, eran las siete, volví a tomar otro biberón y me dispuse a ir a mi cunita, digo a mi cama.

    Cuando mi cuerpito, digo mi cuerpazo toco la cama, esta de inmediato tomo mi forma y me hizo descansar abiertamente. Mamá apago las luces y yo pensé en Papa Noel. En que era un gran hombre de bigote y barba blanca como la nieve, con una gran panza, pero tristemente era una ilusión, lo era señores ¡No existe!

    A eso de una cuarto para las doce, me desperté. Mi corazoncito salto de mi pechito, pensé entonces en cumplir mis objetivos, le tiré mi espada a Pepito, mi perro fiel, que me esperaba impacientemente. Subí encima de él, y nos encaminamos hacia la sala con mi oso Cachimbo de compañía. Cuando llegamos a ella, vimos despejada el área, corrimos hacia los sillones y nos dispusimos a esperar. La espera significaría mi contienda, mi derrota sería su existencia. Aunque ello no significaba mucho en navidad y tampoco para un niño, es decir, cosas filosóficas no se me dan… pero sí que me gusta repetirlas aunque no lo entienda. Me hace ver tan cool.


    De ahí mi dilema empezó, entre sonidos de la noche y muchos animalitos corriendo esperé, pacientemente a que yo tuviera la victoria. Pepito se echo a mi lado, Cachimbo al otro y con mi gran espada, me mantuve esperando. Uno, dos, tres minutos y me quede dormido de nuevo. Entonces pensaba que tenía el ojo abierto y el otro muy cerrado. Sonidos de pasos por el techo escuché, miré la chimenea y una rata salió.

    Pepito ladro, yo me levante de un brinco, queriendo gritar. Pero tenía que ser valiente y solo me hice pipi, por suerte mamá me había puesto pañales. Debía enfrentar esto como un hombre, si es que existía. Aun así, seguía pensando en que no existía. Tome el valor, bajamos de los grandes sillones como si de montañas se tratasen. Y cuando hubo llegado al árbol de navidad, vi un hombre bajando por la chimenea. Era Santa. Mi mundo se derrumbo al verlo ahí… parado en mi sala. Y luego me froté los ojos.

    El hombre sonrió, yo me quedé pasmado. Luego dije algo, pero no me hizo caso y puso los regalos alrededor del árbol. Un leve cosquilleo me pidió que lo atrapase, y así, lo hice.

    —Tomadlo chicos. — dije a Cachimbo y Pepito.

    Yo tomé mi espada y le di contra su gorda pierna, Pepito mordió su brazo y Cachimbo… Cachimbo no hizo nada. Para cuando ya lo teníamos amarrado entre sogas el nos miró asombrado. Pensé entonces en hacer las preguntas correspondientes. Pero Cachimbo se adelanto con una lista de estas.

    — ¿De dónde vienes ser inmundo e inmoral? — Santa no podía hablar. Solo balbuceaba como un infante, así que le quitamos su mordaza.

    — ¿Qué creen que están haciendo?

    —Justicia viejo ¡Justicia! Ahora contesta y no te hagas el que no sabe…

    —Cachimbo, de hecho no deberías tratarlo de esa manera. — dije, tratando de defender al pobre viejo.

    — ¿Por qué a ver dime? ¿Cuál es el problema con este tipo?

    — ¡Porque nuestro propósito no es saber de dónde viene!

    —No, niño, a mi no me haces llegar tan lejos por esto.

    —No soy un niño, soy un hombre.

    —Un hombre que ni siquiera sabe limpiarse el trasero.

    Aquello hizo mis mejillas sonrojarse de la molestia, apretujé mi mano y con gran dolor en corazón le di un golpe a Cachimbo. Mientras Pepito empezó a ladrar con furor, muy enojado.

    —No peleen por favor. —dijo Santa. Yo en cambio seguí con la contienda. Hasta que pude al fin tomar la piernita de Cachimbo.

    —El es muy injusto. — Dije entre dientes, mientras soltaba a mi oso perdedor. —Yo sólo quería demostrar que tú no existías, pero ahora debo respetar ello. Porque, si soy un hombre, debo aceptarlo. Perdón, Santa, perdón si te hice daño.

    Cachimbo y Pepito me miraron. Entonces desatamos a Santa, el cual termino de dejar regalos en mi árbol de navidad. Para cuando termino su trabajo, me tomó para luego ponerme en su regazo y pequeñas lágrimas me salían, aun estaba ansioso por que entendiera mi sentimiento de culpa.

    —Jeremy. Pequeño, eres un valiente. No un hombre, hombre es un ser humano mas no tiene lo que tú buscas.

    —Yo quiero ser un gran hombre.

    —Pues mi Jeremy, despierta de este sueño y cuida a tu madre, amala sí pero jamás la hagas infeliz. Sé un gran niño para que puedas ser un gran hombre.

    —Espera. —dije preocupado. — ¿Qué pasara con Pamela? ¿Qué le diré?

    —Eso depende de ti. Pequeño niño. Este será tu sueño, mas tu realidad depende exclusivamente de ti.

    De repente el sueño me venció, me dormí escuchando su despedida y el acto terminó, luego escuche a mi mamá llamarme. Me decía entre sonrisas, que cómo había llegado al sillón, mientras encontró regalos de más en el árbol de navidad. No dije nada después, me volvió a llevar a la cama, y aprendí esa noche que Santa no existe en un mundo humano, pero que sí estaba en la mente y corazón de cada niño. Que traía paz y amor cada año; y que Pamela tenía razón.

    —Y ¿Qué paso? —pregunto esa mañana, había venido a preguntarme con gran entusiasmo.

    —Lo siento Pamelita, no pude demostrar que era cierto.

    —Jejeje Eso me alegra de hecho Jeremy, sin querer decirlo o no. Me alegra. — Y sonrió.

    Yo también estaba feliz no haber probado que el no existía, estaba feliz. Mas bien, me había dado cuenta que mis objetivos cambiaron esa noche. Mi mamá dijo que los regalos los hizo su pretendiente, mientras yo estaba feliz de ella sonriera y me quisiera cómo yo la quiero.

    —Mira Jeremy, ahí viene Javier. — Se acerco todo altanero para mostrarnos sus regalos.

    —Y ¿Qué les regalo a ustedes Santa? Nada por lo visto.

    —De hecho me dio a Cachimbo.

    —A mí a mis barbies.

    —Oh, creo que este año han sido niños malos. A mí me ha regalado esto. — señalo un objeto raro, que prefería ignorar.

    —Te equivocas Javier, Santa no regala eso. —Mire a mi madre antes de decirlo. — Santa te regala paz y amor en esta navidad.
     
    Última edición: 28 Diciembre 2013
  2.  
    Arleet

    Arleet Fanático

    Aries
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    Pluma de
    Escritora
    Aww~ es taan lindo *-* No creo que esto entre en comedia en realidad, pero igualmente me agradó que lo escribieras :3

    Me gusta el mensaje que da, como diciendo: si tu crees en Santa, entonces él es real. Me agrada que hayas reflejado eso, al igual que el hecho de que Santa no es sólo lo material sino también el amor y la paz de una familia.

    Por otro lado, siento que los pensamientos y acciones del pequeño Jeremy no encajan con la de un niño a punto de cumplir los tres años.

    Igualmente, pude notar que te faltaron algunas tildes. Algunas en pasado, otras para dar sentido a la palabra y a las frases en sí.

    Fuera de ello, me agradó como quedó. Gracias por participar <3




    Besos xx
     
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