Long-fic de Naruto - ¡Amar a un ángel esta prohibido! ¿No?

Tema en 'Fanfics de Naruto' iniciado por SabakuNoNara, 6 Marzo 2016.

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¿Qué opinan de mi historia?

  1. ¡Mas te vale que la termines esta vez! *afila un cuchillo*

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  2. El contenido es interesante *le da un sorbo a su té*

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  1. Threadmarks: Capítulo 11
     
    SabakuNoNara

    SabakuNoNara Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    ¡Amar a un ángel esta prohibido! ¿No?
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    3684
    Akane leila: Y yo espero que pueda mantener esa trama para ti TvT

    Capítulo 11:Del cálido sol, al gélido invierno”.

    Desde el aeropuerto que se equiparon con sus gruesos abrigos, chamarras, gorros, bufandas, guantes y botas para lo que se iban a enfrentar en el exterior. El clima era completamente opuesto de donde habían estado anteriormente. El ambiente estaba crudo y el viento no soplaba. El sol estaba ausente. El cielo era de un tono uniforme y grisáceo. Al fondo del paisaje destacaban las montañas y las colinas cubiertas de blanca nieve con pinos que emergían de ella. Lo que más resaltaba entre todo el lugar era el hotel donde se quedarían. Era enorme, completamente hecho de madera y piedras, con una chimenea que se asomaba por el techo y exhalaba humo. Tenía aspecto de una cabaña solo que millones de veces más grande. Un espléndido lugar para resguardarse de la naturaleza. Después de dejar sus maletas en el hotel decidieron salir.

    — ¡Esto es grandioso! —Vociferó el rubio mientras alzaba sus brazos.

    — No te atrevas a gritar —advirtió Sasuke cuando paso a un lado de Naruto—. Acabamos de llegar y no planeo morir en medio de una avalancha.

    — Hmp, amargado —hizo un puchero y miró detenidamente algo—. ¡Miren chicos, un ángel!

    Temari se quedó estática. La estaba señalando justamente a ella. Sus ojos se abrieron a más no poder y los mantenía fijos en Naruto. La imitaron Tenten, Shikamaru y Neji quienes eran los únicos que sabían sobre ese secreto. Tal vez no habían pasado tan desapercibidas como creían, tal vez el Uzumaki no era tan tonto como decían, tal vez ya las habían descubierto. ¿En qué momento? Estaba segura que no se había descuidado en lo más mínimo. El abogado arranco corriendo a su dirección haciendo que el corazón de la Sabaku se acelerara y palpitara tan fuerte que hasta creía escucharlo. Naruto se pasó de largo, muy cerca de ella, pero ese no era su objetivo. La confusión de la ángel creció, no tenía más remedio que dar media vuelta y ver qué era lo que había señalado el chico desde un principio.

    — ¡Un ángel de nieve! —Miraba la figura que estaba hecha en el suelo— ¡Qué genial! ¡Yo quiero hacer uno! —Se tiró en el suelo y empezó a mover los brazos y piernas.

    Definitivamente Neji y Shikamaru querían agarrarse a golpes al abogado, lo que para los demás sería atacarlo sin razón… bueno, de parte de Shikamaru porque de Neji si se podría hacer pasar como otro intento asesinato como el acantilado. Lo único que tenían en la mente era que Naruto era un idiota. Las ángeles pudieron suspirar aliviadas porque su secreto aún estaba a salvo.

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    Sasuke y Sakura empezaron a hacer un mono de nieve, se intercalaban miradas cuando lo formaban juntos y constantemente rosaban sus manos.

    — ¡Bien! —Se sacudió la nieve de las manos la pelirosa—. Ya acabamos. —Puso sus manos en su cadera y se dedicó a mirar su hombre de nieve junto a Sasuke.

    Parecía estar perfecto, con brazos hechos de ramas, con la bufanda de Sasuke alrededor de su cuello, ojos y boca hechos de piedritas de carbón y un par de ramitas que se hacían pasar por cejas. No tardo mucho para que la cabeza de su creación volara en mil pedazos por algo que habían lanzado. Sakura, molesta, buscaba linchar con la mirada al que había decapitado a su hombre de nieve y sus ojos se toparon con Naruto que tenía nieve en los guantes. El rubio sabía que se había metido en problemas y por instinto señaló a Hinata para echarle la culpa ya que ella también estaba jugando con él.

    — ¡Naruto! —Gruñó y luego se agacho para tomar un poco de nieve y hacerlo una bola.

    — E-espera Sakura-chan, n-no era mi intención dattebayo… —dijo al mismo tiempo que retrocedía el chico.

    Empezaron una guerra de bolas de nieve a al cual se les unió el orgulloso Uchiha cuando también lo atacaron con una de estas. Sai e Ino estaban sentados en medio de la nieve mirando al horizonte. El joven pintor no se lo podía creer que estaba en presencia de su musa, compartiendo su tiempo con él. Estaba viéndola detenidamente. Cuando Ino se dio cuenta de ello giro su rostro a otro lado para que no viera el notorio color de sus mejillas. Sai torció la boca al ver que quería ocultarle su bello rostro y tomó su mentón con una de sus manos, obligándola a verlo directamente a los ojos y sonrió al ver tan perfecto matiz de color rosa que estaban teñidos sus pómulos. Poco a poco iba acortando la distancia entre ellos, de nuevo dejándose llevar por el momento.

    Un par de golpes fugaces los interrumpieron. Al ver a sus espaldas se encontraron con Sakura que lanzaba y atrapaba una bola de nieve con la mano y con una sonrisa victoriosa trazada en su boca.

    — ¡Me las vas a pagar, frente de marquesina! —Amenazó tomando algo de nieve y se echó a correr detrás de ella.

    — I-Ino, espera… —Sai la siguió para también unirse a la guerra.

    Se escuchaba las risas y los gritos de la alegría. Unos se perseguían mientras lanzaban las bolas de nieve hasta se escondían detrás de lo que se podían encontrar para evitar que les dieran, pero dos monótonos y aburridos chicos estaban sentados en la nieve ignorando por completo la diversión que llevaban a cabo sus amigos.

    — Ese Naruto y sus tontos comentarios. —Dijo aun algo irritado el Nara.

    — Realmente nos asustó a todos —le siguió Neji—. Con todo esto no he podido descansar muy bien que digamos.

    — ¿Tan malo será que sepamos lo que son? —Empezó a juntar nieve con su mano el chico de la coleta.

    — Ahora que lo pienso, —hizo una pausa— si decimos lo que son, probablemente no nos creerían.

    — Pero después querrán experimentar con ellas. —Comentó mientras miraba la nieve entre sus manos.

    — Ese es el problema. Que solo nos atraería más fama, más preguntas y más metiches.

    — Tsk, mendokusai. —Arrojó la nieve hacia atrás de él.

    — ¡Ah!

    Shikamaru se encogió de hombros. Podía reconocer ese grito donde fuera, y solo se preguntaba por qué tenía tan mala suerte de darle a exactamente esa persona. Viró la cara lentamente para confirmar lo que ya se temía. Solo veía a Temari que tenía nieve en su gorro y que lo miraba asesinamente. Neji suspiró mientras se levantaba de su lugar.

    — Anda, corre por tu vida. —Sugirió con los ojos cerrados.

    No era necesario que lo dijera dos veces, con solo hacerle algo sabía que tenía que huir inmediatamente.

    — ¡Neji! —Gritó la castaña.

    El Hyuga abrió los ojos extrañado, normalmente Tenten gritaba su nombre para regañarlo, pero esta vez solo corría hacia él. La castaña se ocultó detrás del ojiperla sin decirle nada.

    — ¿Qué suce…? —No pudo terminar ya que una bola de nieve se había estrellado en su cara.

    — Justo en el blanco. —Se mofaba Naruto.

    La guerra se había ido a los extremos. Naruto y Hinata tenían una fortaleza, Sasuke y Sakura también al igual que Sai e Ino. Hinata estaba más nerviosa que nunca porque ella fue quien había arrojado esa última bola.

    — Muy bien hecho cadete, la subiré de rango a general —dijo el rubio refiriéndose a la de cabello azulado—. ¡Ahora es el momento para levantar nuestro imperio y dominar el mundo y yo seré el terrible dictador que lo gobierne! ¡Ja…! —Una enorme bola de nieve se precipitó en el pobre chico.

    — ¡Naruto-kun! —Chilló Hinata al ver que su rubia había sido enterrado debajo de la nieve.

    — ¡Lo único que gobernaras será tu tumba, Uzumaki! —Gritó furioso el Hyuga después de haber arrojado tremenda “bomba”.

    — Neji, tranquilo, solo fue un… —trataba de calmarlo la chica de las cebollitas.

    — ¡¿Y tú porque te escondes detrás de mí?! ¡¿Qué no hay otro lugar que no sea yo?! —Protestó enojado.

    — Es que creía que también querías jugar. —Sonrió intimidada por la rabia del empresario.

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    — ¡Ya Temari! ¡Te dije que lo sentía! —Gritó el Nara cubriéndose para evitar el impacto de la bola de nieve.

    — Sí, lo sientes, ¡si cómo no!

    — No sé porque te enojas, solo fue nieve ¿Qué hay de malo en eso? —La miraba a la distancia.

    — ¡Que me diste a mí!

    Temari iba a tomar otra ración de nieve para arrojársela al muchacho pero algo que descendía lentamente por el aire la detuvo. Más pequeñas partículas empezaron a caer desde el cielo, eran tan diminutas y tan ligeras que tardaban minutos para llegar al suelo. La Sabaku extendió sus manos esperando a que un copo de nieve callera sobre ellas.

    El empresario se dio cuenta que la chica ya se había calmado y se acercó con cautela hacia ella. Ella no se inmuto cuando él se puso a su lado. Solo deseaba tocar al menos un copo de nieve, estaba fascinada con el momento. Dibujo una sonrisa, pero esta sonrisa era diferente, tenía algo diferente en ella. Shikamaru inclinó un poco la cabeza, tratando de descifrarla.

    Su mirada la saco de su fascinación y se topó con la mirada profunda de Shikamaru. No supo que decir solo se quedó mirándolo, preguntándose que si tenía monos en la cara, pero luego se contestó a si misma que debió ser por cómo se quedó viendo a los copos de nieve y su cara de tonta perdida. Desvió la mirada y sintió como un poco más de calor en sus mejillas. Shikamaru no lo noto, dio un suspiro y dijo:

    — ¿Ya se te paso el enojo?

    — Si no se me hubiera pasado, estarías ahora mismo enterrado bajo la nieve. —Contestó ella cruzando los brazos.

    — Buen punto —metió sus manos en los bolsillos y empezó a caminar—. Vamos regresemos con los demás —caminaron un rato—. ¿Aun siendo un ángel serias capaz de matarme? —Tenía que aclararse esa duda.

    — Tienes suerte, porque tengo prohibido matar humanos, —fue un alivio para él— pero no hay nada que me evite torturarlos. —Comentó solo para que no se sintiera tan seguro con ella.

    — Mendokusai.

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    — ¡Sí, vamos a patinar dattebayo! —Vociferó el rubio muy entusiasmado y aun tenia nieve encima.

    — E-espera Naruto-kun. —Trató de advertirle Hinata algo nerviosa.

    Naruto corrió a la pista de patinaje a toda velocidad. Puso un pie en el hielo y se dio de lleno en su cara contra el hielo.

    — Creo que se te olvido que tú no sabes patinar. —Dijo Sai.

    — ¡P-pero patine con ustedes la vez pasada! —Levantó la cara totalmente roja por el golpe— ¿No?

    — En realidad no —siguió Neji— ¿No recuerdas que te encerramos en el cuarto del hotel porque casi nos matas con la avalancha?

    — Mmm tiene sentido —se sentó en hielo—. Creo que alguien tendrá que enseñarme. —Sonrió de oreja a oreja.

    — ¡Paso! —Pronunciaron casi todos los demás.

    — S-si… si q-quieres yo te e-enseño N-Naruto-kun. —Se puso a jugar con los dedos la chica de ojos aperlados.

    — ¡Hinata! —Enseguida protestó Neji.

    En la pista de patinaje la gente se divertía y reía. Algunos hacían piruetas para sorprender a los demás.

    — ¡Vamos patina con nosotras Tenten! —Trataba de darle ánimos la Yamanaka.

    — Lo haría, pero... —Dijo algo apenada.

    — Anda. Nosotras te enseñamos. —Extendió su mano la pelirosa.

    — Bueno. —Tomó su mano y fue guiada a la pista.

    Ya estaban patinando. Casi todos. Menos la Sabaku que se encontraba a las orillas de la pista, observando cómo patinaban los demás. Parecía perdida entre sus pensamientos.

    — Oye… —una voz le llamó la atención pero no se esforzó por mirar quien era— ¿No vas a ir a patinar?

    — No se patinar.

    — ¿Por qué no vas con ellas para que te enseñen? —Cuestionó él mientras observaba a sus amigas que sostenían a Tenten para que no se cayera.

    — Es absurdo que sigamos aquí, Tenten no ha podido recordar nada —miraba como la empujaban un poco a la ángel para que se deslizara en el hielo— y no nos podemos ir así como si nada. Solo estamos haciendo más lazos con ustedes y va ser difícil para nosotras dejarlos —miró al suelo un momento y se escuchó un poco para luego decir—. Bueno, yo si podría dejarlos, pero ¿Tenten?

    Temari se sentía mal por la idea de que Tenten sufriera, temía eso desde un principio. La noción del tiempo al tener por primera vez “amigos” en su vida, la había hecho olvidar su cargo por unos minutos.

    — ¿Ya te quieres ir?

    — Entre más pronto mejor, aunque… —miró a Tenten— y ¿si tuvo un pasado muy duro?

    — ¡Hey Temari ven para acá! ¡Diviértete! —Gritó Sakura mientras sostenía con una mano a Tenten.

    No dijo nada. Quedó pensativa de nuevo contemplando la nieve alrededor de ella.

    — Bueno —se sentó a un lado de ella y se puso los patines—. Si no vas tú, voy yo. —Se levantó y caminó hacia la pista de patinaje.

    — Shikamaru —pronunció rápidamente—. M-me… —ahora su lengua empezó a trabarse y el empresario solo la miro de reojo— ¿Me ensenarías?

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    — ¡No me vayan a soltar! —Se puso nerviosa la chica de ojos chocolates.

    — No Tenten, tranquila. —Dijo Ino mientras guiaba a la chica.

    — Ya practicamos demasiado, veamos si ya te puedes mantener en equilibrio. —Comentó la Haruno.

    Las dos chicas soltaron a Tenten, esperaron a hasta que dejara de tambalearse y se quedara quieta.

    — ¡Bien! —dijo ella con una sonrisa victoriosa— ¡No me caí!

    Sakura e Ino se intercalaron miradas sospechosas entre ellas, asintieron con la cabeza y volvieron a acercarse a la chica de las cebollitas.

    — Bueno como ya te puedes mantener en pie. —Se puso detrás de ella la rubia.

    — ¡Neji ahí te va! —Alzó la voz Sakura al ver que el empresario estaba pasando enfrente de ellas.

    Ino empujó a Tenten y esta se deslizo rápidamente hasta chocar contra el Hyuga. Apenas este pudo mantener el equilibro y sostener a la chica sin que cayera al frío hielo. Miró asesinamente a las culpables las cuales rieron pícaramente y huyeron lo más rápido que pudieron con sus respectivos novios. Luego trato de encontrarse con los ojos de la ángel, pero no podía porque esta estaba abrazada fuertemente a él con su rostro enterrado en su pecho. Cuando ella se sintió segura, levantó la mirada aun sin soltar al de orbes aperlados. Sus miradas solo duraron segundos.

    — L-lo siento.

    Esta trato de alejarse pues sabía que a él no le gustaban las demostraciones de afecto, pero al hacerlo casi vuelve a perder el equilibrio si no fuera por él.

    — Ya no importa. —La sostuvo firmemente.

    Tenten ya pudo mantenerse en pie sin ayuda de Neji y miraba al suelo un poco arrepentida. Él seguía sosteniéndola de la mano. No iba a arriesgarse que se cayera en su presencia. El Hyuga se sintió algo incómodo, pero no podía irse a si nomas. Algo tenía que hacer…

    — ¿Aun quieres aprender a patinar?

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    — Perdóname Hinata-chan, no quiero ser una carga para ti. —Rió nerviosamente el muchacho.

    — N-no te preocupes Naruto-kun. Lo has hecho muy bien. —Pronunció ella mientras andaba con él.

    — ¡Mira, ya puedo patinar mejor! —Dijo este soltándose de Hinata.

    — ¡Naruto-kun! —Gritó asustada.

    El rubio no tuvo problema en pasearse por la pista. Lo estaba haciendo bien esquivando a los demás y sin perder el control. La chica no pudo evitar sonreír por las exclamaciones de triunfo del Uzumaki.

    — ¡Hinata, lo logre! —Gritó acercándose a ella.

    — Me alegro Naruto-kun. —Susurró con una tierna sonrisa.

    — Eh Hinata-chan… ¡¿Cómo se frena?! —Se alarmó al ver que iba a chocar contra ella.

    — ¡Ah!

    Se le había olvidado decirle ese pequeño detalle, pero antes de poder huir o hacer cualquier otra cosa era demasiado tarde para evitar el impacto. Lo que sí pudo hacer el rubio fue tomar a la de cabellos azulados y girar para caer en su espalda y no lastimarla. Este se quejó al recibir el gélido impacto, pero al menos evito que ella lo recibiera. La Hyuga ya ni supo que había pasado, solo abrió los ojos y se topó con los ojos azules del muchacho.

    — N-Naruto-kun… —se sonrojo al darse cuenta que estaba encima de él.

    Su mente le grito miles de veces para que se quitara pues la distancia entre sus rostros era corta. El rubio solo la observo un momento. Se perdió en sus ojos y en el tono de sus mejillas. Pero algo le hizo volver a la realidad. Tomó fuertemente a la chica de los brazos y giró rápidamente hacia a un lado. Enseguida una cuchilla de hielo cayó con fuerza donde se supondría que estaría la cabeza del abogado y de la chica.

    — ¡Neji! —Exclamó el rubio al estar a salvo del futuro homicidio del empresario— ¡¿Qué demonios te pasa?!

    — Vamos Uzumaki no huyas de tu lapida. —Lo amenazó sacando la cuchilla de la pequeña grieta que acababa de hacer.

    — ¿¡De qué rayos estás hablando!? ¡Casi nos cortas la cabeza!

    — N-na…

    El abogado trato de rastrear de donde vino esa voz. Se sorprendió al ver la fuente de esta. Sin darse cuenta, sus “reflejos de gato” hicieron que se pusiera encima de la Hyuga. La cual su tez se había tornado totalmente roja.

    — ¿Hinata?

    — ¡Kya! —Inconscientemente esta lo golpeo haciendo que este se le quitara de encima.

    A la pobre Hyuga le faltaba aire y se abanicaba con la mano, de nuevo, tratando de bajar el color de su rostro.

    — Ahora si Uzumaki. —Dijo el empresario acercándose peligrosamente al vulnerable.

    — ¡Detente Neji! —Lo frenó la chica de ojos chocolates al ponerse enfrente de él.

    — ¿Tenten? —La miró de pies a cabeza y entrecerró los ojos al darse cuenta de algo—. Al parecer ya puedes patinar por ti misma.

    La chica no se había percatado de eso hasta que él lo menciono.

    — Es cierto —se sorprendió— es… es como si ya lo hubiera hecho antes.

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    — Vamos trata de mantener el equilibrio.

    — ¡Eso estoy tratando, vago! —Se quejó la chica de las dos coletas que no hacía más que sostenerse de una barda.

    — Tsk. Anda no seas problemática —extendió su mano—. Ven.

    La Sabaku miró con cautela la mano del Nara y luego su rostro. Hizo una cara de desprecio y con un movimiento aparto la mano del joven de ella. Se alejó de la barda con un empujón y parecía que hacia bien las cosas, pero hizo un paso en falso y resbaló.

    — ¡Cuidado! —Shikamaru la sostuvo a tiempo.

    La tenia abrazada de la cintura y por instinto Temari se aferró a sus brazos. Al ver que no había caído, miró al joven para entender que había sucedido.

    — ¡Suéltame! —Ordenó ella tratando de empujarlo.

    — ¡No hagas eso! —Trataba de que no se le cayera.

    Al fin Temari se pudo soltar del agarre del muchacho, pero otra vez perdió el equilibrio y volvió a los brazos del empresario.

    — ¡¿Qué intentas hacer?! ¡¿Matarte?! —La sostuvo para ponerla en pie.

    — ¡No quiero que me toques! —Seguía forcejeando.

    — ¿Qué te sucede? —Entornó sus ojos hacia ella.

    Temari al fin se mantuvo quieta, pero ahora no se dignaba a mantenerle la mirada. Tenía la mirada fija al suelo. Shikamaru la sostenía con fuerza para evitar que se cayera y trataba de descifrar la expresión de su rostro.

    — Ya suéltame. —Le ordenó ahora más calmada.

    Él no le hizo caso. Seguía abrazado a ella. Contemplándola, tratando de entender que era lo que le molestaba. Ella al ver que no obedeció lo miró a los ojos y le repitió.

    — Suéltame.

    Esta vez lo dijo muy enserio, se notaba que algo la incomodaba. Shikamaru la fue soltando poco a poco, solo para asegurarse de que no se resbalara de nuevo. Al fin Temari pudo mantener el equilibrio pero aun así se veía incomoda.

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    Sakura daba vueltas alrededor de Sasuke, pero este se veía muy serio. Más de lo normal y no le prestaba mucha atención. Así que la pelirosa dejo de hacerlo y se puso enfrente de él. Busco con la mirada encontrarse con la del Uchiha, y cuando lo logro.

    — Sasuke… ¿te encuentras bien? —Preguntó preocupada.

    — Si —contestó— pero hay algo que me molesta.

    — Y ¿Qué es?

    — Sakura, —la miró fijamente— aun no puedo olvidar el accidente.

    A la Haruno por poco se le olvidaba que le había sucedido eso de las rocas, si no fueran por las cicatrices que permanecían en su cuerpo, ella sería capaz de pensar que todo eso fue una pesadilla.

    — Pero —pronunció la de ojos esmeraldas— ¿Eres policía, no? Se supone que has visto cosas peores que eso. —Mencionó para darle un poco más de ánimo.

    —Si —suspiró— pero no soporto la idea de que te hagan daño.

    Sakura se sonrojo un poco. No era normal que él se lo dijera así de directo y la manera en la que la miraba, era tan sincera. Casi sentía que se derretía en sus ojos azabaches. Tuvo que desviar la mirada para no tirar esa muralla de fortaleza que se había construido.

    — Sasuke ya de deja de preocuparte por eso, lo que paso ya paso. Aún sigo con vida, eso es lo único que importa. —Sonrió.

    — Lo sé pero —hizo una pausa, porque se iba a sentir muy tonto si lo decía pero tenía que decirlo— n-no…

    Era la primera vez que Sasuke tartamudeaba enfrente de ella. La chica de ojos esmeralda estaba sorprendida por eso, lo miró con más insistencia para escuchar lo que iba a decir, porque hasta él desviaba la mirada por lo incomodo que se sentía.

    — ¿No?

    Una sonrisa se pintó en la cara de la joven, el Uchiha se veía muy tierno tratando de decir algún cumplido pero su orgullo le impedía hacerlo. Luchaba por hacerlo, hasta se encogió de hombros porque ya se sentía avergonzado. Sakura para darle más ánimo tomó sus manos entre las suyas y embozó una hermosa sonrisa. El joven policía se dedicó a admirarla. Luego la besó.

    La pelirosa se había sorprendido por completo, era el segundo beso que él le robaba. Su corazón latía más fuerte que antes y se dejó llevar por él. Hasta que él se distancio de ella solo para susurrarle al oído.

    — No quiero perderte.
     
    • Adorable Adorable x 2
  2.  
    Akane leila

    Akane leila solo soy un angel negro

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    wuaa que tierno
    ¡Te adoro¡
    ¡me gusta cada vez mas la historia mientras mas la continuas mas me gusta!
    espero la continuación
    Tu siempre lectora Akane leila
     
  3. Threadmarks: Capítulo 12
     
    SabakuNoNara

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    ¡oww! Gracias n///n sé que me tarde pero aqui la ¡conti!

    Capítulo 12:Blanco paraíso”.

    — Vamos Sai, ¡patina conmigo! —Insistió desesperada la Yamanaka.

    — Espera.

    El pintor seguía dibujando en su cuadernillo, se le veía más inspirado que nunca. Ino se acercó al muchacho, saliendo de la pista de patinaje y caminó con dificultad entre la espesa nieve. Cuando pudo acercarse lo suficiente con él, ella se arrodilló y contempló el dibujo.

    — ¡¿Soy yo?! —Se sonrojó un poco.

    El joven dejó de trazar y le mostro el dibujo. Había capturado el momento justo en el que la rubia cuando daba un salto en aire, y lo hizo con tanta elegancia que cautivo al pintor. Sus ojos azules se posaron en el rostro del artista que solo observaba sus reacciones cuidadosamente, sonriéndole con dulzura.

    — N-no sé qué decir…

    Sai se puso a la altura de la chica, y centro en sus ojos su mirada, atrayendo la total atención de la rubia. Ella trataba de predecir qué era lo que planeaba. Algo que era muy difícil porque no demostraba ningún sentimiento.

    — ¿Qué tal esto? —Sugirió antes de besarla.

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    Después de una gran guerra de bolas de nieve, patinar sobre hielo y una caída. Los exhaustos muchachos se dirigieron a las aguas termales. Dejarían que las cálidas y humeantes aguas los relajaran y destensaran los músculos de sus muy abatidos cuerpos. Lo que para el Hyuga eso sería como el mismísimo cielo. El lugar estaba al aire libre, rodeado de altos y gruesos bambúes. Una de esas paredes, que media como cinco metros de largo, dividía lo que podía pensar que era una alberca en dos. En uno de los extremos de esta, había una cascada que alimentaba constantemente la alberca. El agua de un turquesa muy oscuro, estaba demasiado caliente y gracias a sus vapores evitaba que cualquier brisa gélida se colara.

    En la sección de mujeres, las chicas gozaban de la temperatura del agua. A excepción de Temari que solo tenía sumergidas sus pantorrillas y sostenía una toalla que cubría sus intimidades.

    — Esto es gloria. —Exhaló con satisfacción Ino.

    — Han s-sido unas buenas vacaciones. —Comentó la de orbes color perla.

    — Solo dices eso porque no has perdido el tiempo con Naruto —rió por lo bajo Sakura—. Mira que yo te creía un poco más tímida.

    — ¡E-eso n-no es cierto, S-Sakura-chan!

    La pobre Hyuga fue atacada por los comentarios pervertidos de las dos chicas y ella se limitó por ponerse roja como tomate. A Tenten le causaba un poco de risa ver como se confabulaban las dos para fastidiarla con el Uzumaki. Se detuvo un poco para ver si su tutora estaba gozando del momento también.

    — ¿Temari?

    — ¡Ah! —Regresó de golpe a la realidad— ¿Sucede algo Tenten?

    — Pues… —hizo una pausa. Comenzó a escarbar en su mente algo que sentía desde que llego ahí—. Creo… Bueno, más bien siento que este lugar me es familiar.

    — ¿Enserio? —Se sorprendió la chica de las dos coletas.

    — No te lo puedo asegurar… pero tengo el sentimiento de que he estado aquí antes. Solo que trato de recordar y… —la chica se veía confusa.

    — No te preocupes, —colocó su mano en el hombro de la castaña— todo llegara a su tiempo. —La alentó junto a una sonrisa.

    La ángel pudo relajarse de nuevo, suspiró aliviada creyendo firmemente en lo que le había dicho.

    — ¡Hey, chicas! ¿Por qué tan alejadas? Vengan a disfrutar con nosotras. —Propuso la chica de orbes azules.

    La Sabaku decidió meterse al agua con las demás. En su vida se había metido en algo como eso, pero si daba una deliciosa sensación. Toda la tensión que fue acumulando con el paso de los días, empezaba a disolverse junto al vapor.

    — Bien, suficiente con Hinata —suspiró la Yamanaka—. ¿Cómo te ha ido con Sasuke, Sakura?

    — ¿Yo? —se sonrojo un poco y desviaba la mirada—. Muy b-bien, he descubierto cosas que no sabía de él y… pues…

    — ¿Acaso la timidez de Hinata se te pego? —Vociferó muy divertida.

    — ¡Cállate Ino-puerca! ¡Tú no te has quejado de Sai ultimadamente! ¿Crees que no me doy cuenta? —Se defendió la chica de ojos esmeraldas.

    — ¡Ah, pues…! —Se sonrojó— ¡Las cosas han cambiado, frente de marquesina!

    — ¡Bueno antes de que nos matemos a golpes…! —Tomó un respiro Sakura— ¡Tenten!

    — ¡Ah! ¿Y-yo? —Se puso algo nerviosa al ver la mirada tan perturbadora de la Haruno.

    — No te hagas la inocente. —Se relajó un poco la rubia dibujando en si una sonrisa de oreja a oreja.

    — ¿L-la inocente? —Seguía sin entender la castaña.

    — Sí. Algo le hiciste a Neji. —Continuó Ino.

    — ¿A Neji? N-no yo no le he hecho nada.

    — ¿Segura? Él antes no toleraba ni un segundo a ninguna chica. —Informó la rubia mientras miraba su manicure.

    — E-es c-cierto —habló Hinata—. Antes no hablaba con los que no conocía.

    — De puro milagro nos habla un poco a nosotras. —Empezó a desenredarse su cabello rosado con los dedos.

    — ¿Enserio? —Procesó en su mente la nueva información que le estaban dando—. Que yo recuerde… Neji-kun si me habló desde un principio. —Se llevó un dedo a los labios.

    Sakura e Ino gritaron de emoción al oír eso. La ángel no comprendía a lo que ellas se estaban refiriendo. Después de unos segundos de risas traviesas entre las dos, miraron a Temari y ella les correspondió alzando una ceja.

    — ¿Y bien? —Dijeron las dos al unísono.

    Ella dedujo lo que ellas esperaban que dijera. Era obvio por esa mirada y esa sonrisa.

    — No —contesto rápidamente—. No, no. Para nada.

    — Vamos Temari, suelta la sopa. —Insistió la de orbes esmeraldas.

    — Creo que se confunden chicas, yo no tengo nada que ver con ese vago.

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    — Al fin. —Se relajó en el agua el Hyuga.

    — Me duele todo. —Se quejó el rubio.

    — Qué días… —Suspiró el joven policía.

    Los muchachos reposaban dejando que las aguas cálidas hicieran su trabajo. Definitivamente habían pasado por muchas cosas en tan pocos días. Pero con amigos como esos, era obvio que su viaje seria así de impredecible.

    — Qué raro que no he recibido ninguna llamada de mi padre —comentó el chico del peinado en forma de piña—. Ahora mismo me estaría diciendo que me apegara a mis responsabilidades y otras cosas problemáticas.

    — ¿Qué Temari no arrojó sus celulares al mar? —Preguntó Naruto.

    — ¡Ahg, es cierto! —Se llevó una mano a la frente Shikamaru.

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    Con paso seguro se les acerco, seguida por las miradas curiosas de las chicas. Shikamaru y Neji ignoraban por completo la presencia de la rubia. Estaban muy concentrados en “resolver sus asuntos” sin importar que esto les tomaría todo el día. Ella los contemplaba con esa sonrisa que ocultaba su misión. Espero un poco y con un movimiento veloz les arrebato sus celulares y los arrojó al mar. Al ver que el trabajo estaba hecho se sacudió las manos.

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    — Maldición, los problemas en los que me voy a meter al llegar. —Se estresó de nuevo el chico de ojos aperlados.

    — Tranquilos chicos, aún estamos de vacaciones. Relájense. —Dijo Naruto.

    — ¿Relajarnos? —Se mofó el Uchiha— ¡Ha! ¿Cómo podremos relajarnos si ya te salvamos como cuatro veces de que casi murieras?

    — Fueron cinco si cuentas cuando Neji descubrió que durmió con Hinata. —Comunicó Sai.

    — ¡Shh! —Le tapó la boca el Uzumaki— ¡C-cállate Sai! ¿Quieres que me mate en este instante? A-además t-todo f-fue u-un a-accidente. —Pronunció con mucho nerviosismo.

    — Tienes suerte Uzumaki, ahora estoy descansando, pero cuando termine te asesinare. —Le informó Neji mientras recargaba su cabeza en una de las rocas.

    — Ya hombre déjalo en paz. Seamos sinceros, nunca vas a poder matar a Naruto. —Habló Shikamaru.

    — Créele, —dibujó una sonrisa ladeada Sasuke— llevo quince años tratando eso.

    — ¡Eh, estoy aquí! —Gritó el de orbes azules alzando su puño.

    — Como si eso importara. —Escupió con mucha arrogancia.

    — ¡Teme! —Rugió el abogado.

    — Ya amigos, cálmense, ¿qué no pueden estar un día sin discutir? —Demandó el de la tez pálida.

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    Después de eso todo fue tranquilidad. Algunas charlas con las chicas y los hombres descansaban en silencio. La noche reclamo su cielo. La pálida luna iluminada cada rincón. Se hizo reina del espacio pues no había luces de ciudad que la opacaran. Hacía que los múltiples pinos parecieran simples sombras en el azul paisaje. Ese gélido ambiente abundaba en el aire, la nieve aparentaba ser liza y con un toque azul reflejado en ella, brillaba ante el gran satélite.

    — Bien ¿Cómo nos vamos a acomodar ahora? —Cuestionó el rubio.

    — Preferiría que sea de la misma manera, ahora estoy muy cansado para discutir de nuevo. —Comentó el de orbes azabaches.

    Los demás accedieron con la proposición del joven policía. Si todo… bueno, casi todo había salido bien como estaban organizados en el hotel anterior, ¿por qué debía de haber problema ahora?

    — ¡No puede ser!

    O… ¿tal vez si habría problema?

    El cuarto era amplio, con suelo de madera fina y pulida con precisión, con una alfombra en forma de ovalo y de color vino debajo de la cama. Los muebles eran de madera detallada, también bañados en un barniz de café más oscuro. Había una gran ventana en la pared que demostraba el hermoso paisaje de afuera, con cortinas vino y gruesas. Habían unas velas blancas encima de un pequeño buro, al igual que las paredes de la habitación eran blancas y para decorarlas, tres cuadros de diferentes tamaños colgados de ellas. Solo había una cama con dos pequeños muebles junto a ella y sobre de estos tenían una lámpara que proporcionaba al cuarto una luz muy opaca.

    — ¡N-no voy a dormir así!

    — Vamos Temari, ya es muy tarde para esto. —Se pasó la mano por el cabello el Nara.

    — ¡No es no! ¡No voy a dormir contigo! ¡¿Por qué nadie me avisó?!

    — Tsk, no creo que se quieran mover ahora. Tú eres la única que se está quejando. —Le informó muy cansado el empresario.

    Ella pensó un rato, miraba de un lado a otro tratando de encontrar una mejor solución, pero desgraciadamente él tenía razón. Si lo pensaba bien, Sakura e Ino no se iban a querer separar de sus novios. Hinata tal vez protestaría… pero ¡bah! Es Hinata. La chica más tímida que había conocido en su vida, así que tampoco podía contar con ella. ¿Tenten? No, la verdad que no, la veía más que contenta cuando estaba cerca de Neji. Mayoría gana, ¿en qué lio se había metido? Volvió su mirada al frente y se encontró con la del muchacho que esperaba con las manos en los bolsillos a que ella dijera algo.

    — ¡Bien! —Reprochó ella al sentirse acorralada.

    Con un puchero y con un gesto de desprecio agarró su maleta y se metió al baño de mala gana para poder cambiarse.

    — Problemática.

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    La habitación estaba oscura, solo una opaca luz se asomaba por una delgada línea que dejaban pasar las cortinas. Tenten yacía acostada, tapada con las templadas colchas. Neji trataba de meterse a la cama. Algo le impedía que lo hiciera. Que siguiera su preciosa rutina al pie de la letra. Le incomodaba la idea de compartir cama… ¡y más con una mujer! Tenía que hacer algo. No le quería dar más vueltas al asunto, en verdad lo que más quería era dormir ya que se había relajado en las aguas termales. Una decisión fácil se le cruzó por la mente, ¿qué tal si solo se dormía en la orilla de la cama? Así no habría mayor problema y podría descansar tranquilo.

    — ¿Neji? —El Hyuga solo la miró de reojo— ¿Qué sucede? ¿No puedes dormir? —Preguntó mientras se refregaba lentamente los ojos la chica.

    — Todo lo contrario, ya me iba a acostar.

    — Ah, es que estabas caminando en círculos por la habitación. Pensé que algo te preocupaba.

    Si la chica no le decía, el jamás se hubiera dado cuenta de que lo estaba haciendo. Estaba tan cansado que ya ni sabía lo que hacía.

    — No —contestó él con su usual frialdad—. Perdona si te desperté. —Se sentó en la orilla de la cama.

    — No te preocupes, aun no me dormía. —Dijo la ella mientras se volvía a acomodar.

    El silencio se apodero de la habitación, la luz de la luna empezó a escabullirse por la ventana. El Hyuga espero unos minutos solo para acomodar sus pensamientos en su cabeza. Miró de nuevo a la castaña y está estaba dándole la espalda. Levantó un poco las colchas para meterse en ellas y al fin poder dormir.

    — Buenas noches, —dijo ella con los ojos cerrados y con una sonrisa— Neji-kun.

    Él se quedó estático por un momento y de sus labios salió un:

    — Buenas noches… Tenten.

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    No podía conciliar el sueño. La cama era más suave que una nube y en cualquier otra situación se dejaría hundir en ella. Daba vueltas en el mismo lugar, creyendo que era la posición que tenía lo que no la dejaba dormir. Aunque en el fondo ella sabía la verdadera razón. Estaba alerta, a pesar de estar en la orilla de la cama y dándole la espalda, estaba atenta a cualquier cosa que se pudiera presentar. Tomó la almohada y se cubrió su rostro. Rogando por un poco de sueño para hacer que la noche se pasara más rápido y poder descansar.

    — Oye.

    Se endureció como una roca. Creía que estaba dormido. Sacando su cabeza de su escondite, viró su rostro para mirar sobre su hombro. Descubrió un par de ojos que la observaban desde sus espaldas.

    — Deja de moverte. No dejas dormir.

    Su voz se escuchaba más rasposa de lo normal. Lo acababa de despertar. Al no recibir respuesta alguna de ella, el Nara tronó la boca y se levantó de la cama para dirigirse al baño.

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    Escucho tres golpes consecutivos. Abrió los ojos lentamente. Se había quedado tan profundamente dormido que ni si quiera movió un solo musculo en toda la noche. El sol apenas estaba asomándose por el horizonte. Era más temprano de lo que normalmente se levantaba. De nuevo escucho tres golpes huecos que provenían de la puerta. Arrojó las colchas a un lado y se percató de algo. No estaba. Se levantó creyendo que ya sabía su ubicación. Cruzó por el pasillo que lo guiaba a la puerta y notó que la puerta del baño estaba abierta. ¿Dónde se había metido a esas horas? Giró la perilla y descubrió detrás de la puerta a ese muchacho que resplandecía con su usual alegría.

    — Buenos días, Neji —lo recibió con una sonrisa—. Los demás y yo pensábamos en disfrutar este día al máximo. Así que queríamos comenzar a hacer algo desde temprano.

    — ¿Esta Tenten con ustedes? —Preguntó inexpresivo.

    — ¿Huh? —Lo cogió desprevenido—. No. Pensé que aun seguiría aquí contigo.

    Le cerró la puerta en sus narices lo que sorprendió al chico. No lo había dejado terminar de decirle su mensaje.

    — ¡Neji! —Trato de ser considerado con los otros inquilinos y alzo solo un poco la voz— Planeábamos ir a esquiar en la montaña por si estas interesado en ir —la puerta se volvió a abrir demostrando el inexpresivo Hyuga ya cambiado y listo para ir al extremo frio que había afuera. Se había cambiado increíblemente rápido—. S-saldremos en media hora. ¿Te vemos en el lobby? —Había algo extraño en la actitud del ojiperla.

    — Los alcanzare luego. —Cerró la puerta detrás de él y se guardó la llave en su abrigo para continuar con su camino.

    — De acuerdo. —Dijo sin salir de su confusión el abogado.

    Llego a la entrada del hotel. Una glacial brisa ataco la piel descubierta de su rostro logrando que se despertara apropiadamente sus cinco sentidos. ¿Dónde pudo haber ido? No conocía el lugar… o eso les hizo creer. Con el conocimiento que tenía solo pudo haber ido a dos opciones. Tomó rumbo al primer lugar que sospechaba, perforando el manto uniforme de nieve con sus botas, haciéndola crujir debajo de sus pies. Su destino no estaba muy lejos de ahí. Cruzando entre los esqueletos de los pinos que habían cedido ante la crueldad del frio, podía divisar los muros bajos de la pista de patinaje.

    Su respiración era visible cada vez que exhalaba, como un tren de vapor que avanzaba continuamente. Una figura se paseaba fluidamente sobre el hielo de la pista. No podía asegurar si era ella, tenía que acercarse más. Quien sea que fuera, debía de estar loco para patinar a esa temperatura. Por la calidad de sus movimientos parecía ser un profesional. En sus ojos aperlados se reflejó aquella silueta: era Tenten, quien graciosamente se deslizaba sobre el hielo. Demostrando para sí misma sus habilidades. Se detuvo a un metro de la pista para dedicarse a observarla.

    Veía como tomaba velocidad y dio un salto con un giro, logrando manejárselas para caer en un pie y mantener su elegancia. Gozaba poder lograr eso. Se propuso a volver a hacerlo con más dificultad. En su salto dio dos giros y volvió a caer en un pie. Hasta que se dio cuenta de su espectador, que fue delatado el humo que exhalaba de sus pulmones. Al perder la concentración de lo que hacían sus pies, se atravesaron uno enfrente del otro haciéndola caer de frente y deslizarse sobre el hielo.

    — ¡Tenten! —Estaba listo para lanzarse a su rescate. Olvidando que sus botas no eran aptas para caminar sobre el hielo.

    — ¡Estoy bien! —Se levantó como pudo del suelo.

    Neji se detuvo justo en la barda que delimitaba la pista. La castaña sonreía a pesar de haber tenido esa caída. Empezó a deslizarse con facilidad en dirección del Hyuga. Él volvió a otorgarle una mirada severa que ella ignoraba completamente por lo emocionada que estaba.

    — Neji, ayer tuve un sueño —puso un pie sobre la nieve ayudándose del barandal para conservar su equilibrio—. Soñé con este lugar, pero se veía un poco diferente. Y en mi sueño yo patinaba como ahora —se sentó en la nieve para quitarse los patines—. Pero algo me decía que no era un sueño, ya había vivido esto —se reincorporo muy contenta—. Ese sueño es un recuerdo. Estoy empezando a recordar, Neji. Me recordé a mí patinando aquí.

    El entusiasmo de la chica estaba derritiendo el elaborado sermón que le planeaba decir el empresario. La veía realmente feliz. Se mantuvo serio por un instante y luego cerro sus ojos.

    — Vámonos, los demás nos están esperando. —Espero a que se pusiera sus botas de nieve para partir de nuevo.

    Le dio la espalda y utilizo las huellas de sus botas como camino de regreso al hotel. La castaña se extrañó por el desfase del muchacho. Parecía que no había logrado contagiarlo con su entusiasmo. Así que lo siguió, sin intercambiar más palabras.

    El manto del cielo era de un azul fuerte y uniforme, despejado con solo el sol como absoluto gobernante en él. Los jóvenes se encontraban a las faldas de una enorme montaña junto a un pequeño puesto donde había rentando el equipo para esquiar y luego subir por las telecabinas.

    — ¿Sucede algo Shikamaru? —Preguntó Ino al notar que estaba constantemente sobando su cuello.

    — Dormí un poco mal, eso es todo. —Continuaba masajeándose los músculos que estaban alrededor de su cuello.

    — Eso te pasa por dormirte en el sillón. —Pronunció molesta la Sabaku.

    — Eso lo hice porque no me ibas a dejar dormir en la cama. —Respondió serio el Nara.

    Temari bufó molesta y desvió la mirada. A unos cuantos metros de ahí se aproximaban Tenten y Neji. No tardaron mucho en reunirse con sus amigos.

    — ¡Hagamos una carrera para ver quién es el rey de la montaña! —Vociferó como siempre Naruto.

    — ¡Baja la voz! —Le propinó un golpe en la cabeza Ino—. ¡Ya te hemos dicho que no debes de estar gritando aquí!

    — Después los alcanzamos —dijo Shikamaru. Sintió las miradas confundidas de sus amigos y continuo—. Temari y Tenten aún no saben esquiar.

    — Bien, los esperamos en la cima entonces. —Siguió el artista.

    — ¡No se vayan a tardar, dattebayo! —Se despidió con un ademan.

    Ellos se retiraron e iban abordando las cabinas en parejas, dejando solos a Neji, Shikamaru, Temari y a Tenten. Las chicas sujetaban sus esquís y sus bastones tratando de encontrar una manera de entender cómo funcionaban. Las hicieron caminar a la parte más baja de la montaña, que tenía una ligera inclinación, perfecta para enseñarles a maniobrar sin estorbar a los demás.

    — Primero tienen que aprender a hacer cuñas —les llamo la atención el Hyuga quien ya tenía puestos los esquíes y tenía un bastón en cada mano—. Esto es para ayudarse a disminuir la velocidad cuando van bajando. Juntan los pies sin separar los esquíes y se inclinan un poco para deslizarse en zigzag. Si lo hacen cuando van en línea recta, perderán el equilibrio y caerán —las dos ángeles asintieron con la cabeza. El Hyuga procedió por hacer la demostración física de lo que les había dicho—. Bien ahora es su turno. Utilicen los bastones solo si es necesario. No los claven, solo ayúdense con ellos.

    Las dos se miraron entre sí, algo temerosas y se pusieron su equipo donde correspondía. Con dificultad caminaron como pingüinos hasta el punto donde Neji había empezado a esquiar y se dejaron deslizarse sobre la nieve. Claro que su demostración era mucho más pobre y lenta porque eran novatas en ese tema. Se animaban entre ellas al ver que progresaban poco a poco y tomaban algo de confianza en cada deslice. Los empresarios se limitaban a quedarse a unos metros de ellas, observando sus movimientos.

    — Encontré a Tenten en la pista de hielo esta mañana —bajo el tono de su voz para asegurarse que solo el Nara lo escuchara—. Patinando como toda una profesional.

    — ¿Nos mintió todo este tiempo? —Las vigilaba desde su lugar.

    — Me dijo que había soñado con este lugar y eso fue suficiente para que “recordara” como patinar. —Exhaló serio.

    — Es difícil de creer que solo sea una coincidencia, ¿no es así? —No les despegaba los ojos de encima. Solo reían entre ellas, actuando como las chicas normales lo hacían.

    — Todavía hay cosas que no podemos explicar. Hay momentos en que encuentro razones que demuestran que esto es una farsa, pero inmediatamente algo más las respalda y resulta que no era lo que creía. —Confesó el ojiperla.

    — Si esto es un mal chiste, ya fue muy lejos. No podemos hacer nada más que esperar y obtener más evidencia.

    — En caso de que estuviéramos equivocados… ¿Por qué toparse con nosotros? No somos especiales en ese sentido, tampoco fieles ni seguimos al pie de la letra lo que dicta esa religión.

    — En ese caso… no sabría que hacer después de eso.

    — ¡Neji! —Exclamó entusiasmada la castaña—. Ya podemos hacerlo como tú.

    — Bien. Ahora les falta aprender como acelerar —explicó el chico de la coleta. Camino hacia el mismo punto donde ellas habían empezado y puso el ejemplo—. Es más sencillo, solo mantengan los esquíes paralelos entre sí. Si se inclinan hacia el frente, tomaran más velocidad. No vayan a poner todo su peso enfrente porque también podrían perder el equilibrio.

    — Entendido, estamos listas. —Sonrió la Sabaku.
     
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    SabakuNoNara

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    ¡Amar a un ángel esta prohibido! ¿No?
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    Capítulo 13:Destellos del pasado”.

    Disfrutaban de la vista mientras esperaban que se reunieran con ellos. Veían como la gente a su alrededor se animaba a deslizarse montaña abajo. Al verlos desde arriba, los cuerpos de los aventureros disminuían de tamaño según iban descendiendo hasta parecer diminutas hormigas negras a los pies de la montaña. Una voz atrajo su atención. Al fin habían llegado a la cima.

    — ¡Tomen su lugar que la carrera ya va a comenzar! —Dio un brinco entusiasmado.

    — ¡Naruto, vuelve a gritar y te las veras conmigo! —Lo amenazó con el puño la pelirosa.

    Desecho sus palabras y buscó el mejor puesto para bajar de la montaña sin problemas, esperando a que sus amigos también tomaran su lugar para la carrera. Cada quien se ponía lo más cerca que podían de la orilla para ser los primeros en salir. Se había tornado en una competencia seria. El Uzumaki volteó a ambos lados para confirmar que todo estaba listo. Después se agacho un poco y dibujo una sonrisa confiada en sus labios. Él daría la salida.

    — ¡En sus marcas, listos…!

    — ¡Fuera!

    Se le había adelantado Sasuke quien fue el primero en descender y fue seguido por los demás. El rubio estaba perplejo. Se había quedado unos segundos atrás y sus amigos ya iban bajando por la montaña.

    — ¡Teme! —Gruñó con furia antes de lanzarse.

    La carrera había comenzado. Se deslizaban por la nieve de manera veloz, cortando con sus cuerpos el aire que chocaba contra ellos. Los que se tomaban muy enserio la competencia eran Sasuke, Neji y Naruto, quienes iban adelantándose unos a otros para mantener el primer lugar. Eran seguidos por Ino, Sai, Sakura y Shikamaru que también iban veloz surcando los mantos blancos de la montaña. Al último se encontraban Hinata, Tenten y Temari que muy apenas podían cuidar el ritmo y no alejarse mucho de sus amigos. El orgullo de Temari no podía quedarse así, se inclinó un poco hacia el frente para agarrar velocidad y alcanzar a los primeros lugares. La castaña también se inspiró de su tutora y decidió hacer lo mismo. Se sentía extremadamente confiada.

    Shikamaru había logrado llegar con los primeros lugares, intercambiaba miradas con Sasuke para analizar su próximo movimiento. Iban a la par. El azabache se deslizó a su dirección como si tratara de chocar con él intencionalmente. Shikamaru lo esquivó pero no podía quitárselo de su lado. Se dio cuenta que lo estaba orillando por alguna razón así que implementó la misma táctica para alejarlo de él. El Uchiha no tenía más remedio, tomó una gran distancia del peinado de piña y volvió a su camino con una curva muy cerrada, provocando que se levantara una nube de nieve que obstruía la visión de Shikamaru. El Nara de nuevo se hizo a un lado y se sorprendió de inmediato. A unos pocos metros de él estaba un árbol con el cual se iba a estrellar si no actuaba rápido.

    Se echó para atrás, cayendo sobre la nieve y le saco la vuelta al tronco. Había logrado evitar el impacto pero al frenar de esa manera había perdido su velocidad. Lo último que vio del Uchiha antes de perderlo de vista fue su sonrisa arrogante.

    — Maldición. —Se había dejado cegar por la ambición.

    Se reincorporó y se sacudió la nieve que tenía en su ropa. Sus ojos se dieron la tarea de encontrar la causa de un sonido que aproximaba a él a gran velocidad.

    — ¡Cuidado!

    Debido a la velocidad que iba se había lo había llevado de encuentro. El empresario cayó de espaldas y con esa persona encima de él. El impacto hizo que se deslizaran unos metros más abajo de donde había sido el choque. Cuando se detuvieron, la chica empezó a reírse de sí misma.

    — ¡¿Por qué no me esquivaste?! —Cuestionó molesto el adolorido Nara.

    — Lo siento. No recordé como hacerlo. —Siguió mofándose al mismo tiempo que se puso a gatas sobre el muchacho.

    — No es gracioso —la reprendió de nuevo—. Pudimos haber salido gravemente heridos por esto. —Recargó sus codos en el suelo para levantarse después que ella.

    — Ya hombre, fue un accidente.

    La rubia intentó ponerse de rodillas. En ese instante sintió algo que la jalo de su muñeca y le impedía alejarla del pecho de Shikamaru. Esto sorprendió a ambos. Al parecer algo se había atorado en el abrigo del joven. Temari subió la manga del brazo que tenía atrapado para encontrar que era lo que no le permitía alejarse del Nara. Él se sorprendió. Era la pulsera que le había regalado en la playa.

    — Pensé que la habías tirado. —Pronunció ya con calma.

    — Es de mala educación rechazar un regalo —se quitó el guante de su mano libre con la boca y empezó a mover minuciosamente los hilos sueltos del abrigo del joven para no romper la pulsera—. Mira que juzgarme así.

    — Es lo que tu haz hecho conmigo todo el tiempo.

    Ese comentario borró la diminuta sonrisa que ella poseída. Seguía concentrada en tratar de liberarse, tarea difícil hacerlo con solo una mano.

    — Si, al igual que tu no dejas de molestarme. Insinuando que solo estoy aquí por tu dinero. —Su paciencia se estaba agotando con ese nudo.

    — Entonces hagamos un trato —sugirió el joven—. Yo dejare de molestarte con eso, solo si tú dejas de juzgar todo lo que hago, ¿hecho?

    Sus miradas se cruzaron. Estaban muy cerca uno del otro, tan cerca que lo único que distanciaban sus rostros eran las nubes de sus alientos. Alejarse no era una opción para la rubia, debido a que tenía que ver de donde estaba atorada su joya. No lograba zafarse de esos hilos, pero tampoco quería arruinar su abrigo. Ya se había estresado.

    — Si, bien. Trato hecho. —Articuló desesperada.

    El chico aparto la mano de Temari que luchaba por liberar la otra, sentándose en su lugar utilizo sus dos manos para sacarla de ese embrollo. Le tomó como cinco segundos en deshacer el nudo. Libre al fin, bajo la manga de su chaqueta y volvió a cubrir su muñeca.

    — Gracias —se levantó por su cuenta y volvió a ponerse el guante—. Entonces te veo abajo.

    La Sabaku lo había abandonado ahí. Ni siquiera se esperó a que también se levantara. Claro, la carrera aún continuaba y él seguía ahí echado sin hacer nada al respecto. Reaccionó lo más rápido que pudo y se puso de pie. Tenía que alcanzar a los demás.

    Habían dejado a Neji muy atrás también porque lo orillaron a hacia la flora de la montaña. Sasuke y Naruto se discutían por el primer lugar, luchando por cruzar la meta antes que el otro. El rubio ya se sabía las mañas de su amigo, así que no se dejaba guiar por sus tácticas. Cada vez se acercaban más a la meta y no lograban quitarse al otro de encima. El Uzumaki le mandaba miradas desafiantes al policía hasta que de pronto decidió mirar hacia atrás. Sasuke pudo ver su repentino cambio de expresión.

    — ¡No puede ser! ¡¡Sakura-chan!! —Disminuyó su velocidad. Se le veía seriamente preocupado.

    — ¡¿Qué?! —Comenzó a frenar Sasuke y también miró hacia atrás.

    Su corazón había caído hasta el suelo con ese grito que lo obligo a detenerse por completo. Observó a sus espaldas. No había pasado nada. Los demás estaban esquiando normalmente, incluso pudo ver que Sakura seguía esquiando como si nada a lo lejos. Retornó su vista al rubio.

    — Nos vemos en la meta, Sasuke-teme. —Se burló este, sacándole la lengua y retomó su velocidad anterior.

    — ¡Naruto! —Rugió al darse cuenta que había sido engañado. Con la ayuda de los bastones se impulsó para seguir descendiendo.

    El abogado no paraba de reír, podía saborear la victoria. Le faltaba poco para cruzar la meta y comenzó a fanfarronear. Alzando los brazos, celebrando por su próxima victoria y echando gritos al aire.

    — ¡Sí! ¡Admiren y contemplen al nuevo rey de la montaña!

    Abrió los ojos de nuevo y se congelo de inmediato. A unos pocos pasos de él estaban una madre y su hijo practicando justo al frente. Por ir tan confiado no revisó el camino que había tomado y, sin querer, atropelló a los dos haciendo que cayeran al suelo. Él dio unas cuantas vueltas, intercambiando su vista entre el cielo y el suelo varias veces hasta detenerse. Al recuperar la estabilidad, escuchó el llanto del pobre niño.

    — ¡¿Qué no ves el camino, idiota?! —Le reclamó la madre furiosa tratando de consolar a su pequeño hijo y buscando si lo había lastimado gravemente.

    — L-lo siento mucho, señora ¡No era mi intención! —empezó a hacer reverencias enfrente de ella. Hasta que su vista captó que sus amigos se estaban acercando a la meta y se aproximaban a toda velocidad—. ¡Perdóneme, por favor! ¡Me tengo que ir!

    — ¡Vuelve aquí, maldito! —Alzo su puño la enfadada desconocida.

    Solo le faltaban un par de metros para ganar. No había inclinación alguna que le ayudara a agarrar impulso, así que empezó a correr, sin importarle que las tablas que tenía en sus pies le dificultaran el camino. “Un poco más” se dijo a sus adentros mientras imitaba los movimientos de un pingüino. Miró hacia atrás, estaban a punto de alcanzarlo. “¡Solo un poco más!” recordó que tenía los bastones para algo. Desesperado utilizó toda la fuerza de sus brazos para impulsarse por el liso terreno. “¡Ya casi!” jadeaba sin parar. El sonido de los esquíes de sus amigos se hacían más claros haciendo que el chico se exasperara y se arrojara hacia la meta. Su cuerpo cruzó por completo por la línea de meta y pronto, uno por uno pasaron los demás. Ya tendido en el suelo, levantó su rostro poco a poco.

    — Si,…l-lo logre —jadeaba con dificultad. El aire frío que inhalaba le cortaba dentro de sus pulmones, causándole un leve dolor—. Soy… el rey… de… ¡la montaña!

    — ¡Que dejes de gritar! —Lo pateo en el estómago la Haruno sacándole lágrimas de los ojos.

    Sasuke la acompaño dándole un pisotón en la espalda al rubio.

    — ¡Esto es por mentirme de esa manera! —Le gritó furioso.

    — ¡Naruto-kun! —Se aterrorizó Hinata al ver como lo maltrataban.

    — He… ¿por qué ellos si pueden golpearlo y yo no? —Bufó molesto.

    — ¡Neji! —Lo reprendió la castaña.

    — Ya lo tiraste del acantilado —dijo Sai—. Tendrás que esperar a que sea de nuevo tu turno.

    — No puedo creer que los deje llamarlo amigo. —Suspiró incrédula la Sabaku.

    — Bueno, vámonos —empezó a caminar Shikamaru con las manos en sus bolsillos—. Aun hay cosas que hacer.

    Se fueron apartando del rubio dejándolo en el suelo. Menos Sai y Hinata que veían la condición deplorable que tenía. Como buen amigo, Sai lo levantó colocando el brazo del rubio alrededor de su cuello y sostenía su costado con su propio brazo. El Uzumaki no podía caminar, estaba muy golpeado y demasiado cansado que hasta iba arrastrando los pies mientras el pintor lo llevaba, seguidos por la preocupada Hinata.

    — Nooooo… —dijo el rubio en un lamento que parecía venir del inframundo. Su voz era tan débil y se quebraba. No podía huir de aquel que lo quería retratar desnudo.

    Después de haber dejado el equipo de esquiar a donde pertenecía, caminaban en grupo a través de un camino que cruzaba por un bosque congelado para poder llegar a su hotel. Esta vez el Uchiha se apiadó de su aporreado amigo y ayudo a Sai a cargarlo, poniendo su otro brazo alrededor de su cuello. El Hyuga notó que faltaba alguien. Dio media vuelta y buscó en su entorno. No había señales de la castaña. Retrocedió un poco mirando las huellas del camino. Después de unos cuantos pasos se dio cuenta que un par huellas se habían separado del grupo y se introducían al bosque. Siguió las huellas, cambiando su mirada tanto al frente como al suelo para no perder el rastro. Hasta que una silueta se destacó entre los blancos y negros de la maleza.

    — ¿Tenten? —La voz de Temari la llamaba desde lo lejos. No tardó en darse cuenta también.

    Neji siguió acercándose a la chica que se encontraba sentada frente a un árbol y dándole la espalda, escarbando con sus manos desnudas entre la nieve. Escarbó lo suficientemente profundo para llegar a la capa de la tierra. Ya había apilado un poco de esta sobre un montón de nieve que había extraído. El empresario se acercó con discreción hasta llegar junto a ella. Tenten no se había perturbado con su presencia, estaba concentrada en seguir escarbando. Clavaba sus dedos en la tierra, sacando lo que podía de ahí. Neji se puso de cuclillas para estar a la misma altura, no entendía porque estaba tan empeñada a seguir escarbando. Hasta algo deslumbro desde el fondo del hoyo. Sacudiendo la superficie de dicho objeto con las yemas de sus fríos dedos descubrió que era un rectángulo. Volvió a clavar sus dedos alrededor del contorno del rectángulo plateado hasta lograr sacarlo de ahí.

    Era una caja oxidada de plata, con un par de iniciales inscritas en la tapa que decían T+J. El ojiperla observó la expresión de la chica quien estaba completamente admirada.

    — Tuve un recuerdo —dijo sin cambiar de expresión—. Que enterraba esta caja aquí con alguien más. Era un muchacho mas no sé quién era. —Abrió la tapa de la cajita para descubrir su interior.

    Debajo de la tapa de la cajita estaban los nombres inscritos de Tenten Ama y Jousuke Hinji. Además de una foto de esas dos personas: La chica abrazada al chico, mientras este le besaba la mejilla. Era ella. Era Tenten. Analizaba cuidadosamente la foto, por más que quisiera no podía recordar nada. Neji también estaba desconcertado pero su vista cambio a las manos de la castaña.

    — Soy yo, ¿verdad Neji? No lo estoy imaginando. —Estaba en shock.

    — Tenten, te enfocaste tanto en recuperar esto, —el empresario tomó sus manos— que no te diste cuenta que te hiciste daño —le mostró las palmas de sus manos para que las viera. Detrás de la tierra y lodo que estaban sobre ellas, se ocultaban unas líneas rojas de las cuales brotaba un poco de sangre. Estaban tan entumidas por el frío que no sentía el dolor—. El hielo también corta. Vamos al hotel a que te las curen. —La tomó del brazo y se levantó con ella.

    — ¡Tenten! ¿Dónde estás? —De nuevo se escuchó la voz de Temari a lo lejos. Debía de estar preocupada.

    Parecía que no comprendía lo que sucedida. Sin soltar la caja, seguía contemplando sus manos. Se le veía pasmada, no decía nada. El castaño la rodeo con un brazo y la empujaba para que caminara con él.

    — ¡Ya la encontré! —Alzó la voz para que la otra ángel lo pudiera escuchar. Le quito la caja de las manos y le entregó sus guantes—. Toma, ponte esto. Si los demás descubren esto, estarías en serios problemas. —Seguía confundida, parecía no volver en sí, pero obedeció al muchacho y se cubrió las manos con los guantes.

    El ojiperla se guardó la caja en el bolsillo de su abrigo y volvió a encaminarla de regreso a la ruta que los llevaría al hotel. Al volver al camino se toparon con la rubia que se encontraba algo frustrada. Con tan solo que volviera a aparecer en su visión, fue a envolver a la castaña con sus brazos y no tardo en notar su expresión de confusión. Por suerte solo estaban ella y Shikamaru ahí esperándolos.

    — Necesita que le atiendan sus manos. —Informó el Hyuga.

    — ¿Sus manos? ¿Qué paso? —Preguntó intrigada para luego descubrir un poco las manos de la chica para evaluar la situación—. ¡Están sangrando! ¿Qué fue lo que hizo? —Colocó una mano en su rostro. Esta vez la castaña tenia intensiones de dar una explicación, pero las palabras no le salían.

    — Encontró esto, —le mostro la caja— estaba enterrada. Al parecer le pertenecía.

    La rubia tomó la fría caja y la abrió. Tanto Shikamaru como ella se asombraron y la miraron con los ojos completamente abiertos.

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    Después de hacerla lavarse las manos, la castaña había vuelto en sí. Temari le limpiaba con alcohol y algodón sus heridas en su habitación.

    — Jousuke Hinji… ¿Quién crees que sea, Tema-chan? —Sostenía la foto en su mano que no estaba curando.

    — Mm. Tiene un apellido diferente al tuyo —seguía concentrada en lo que hacía—. Por las iniciales y por cómo están juntos en la foto podría decir que tal vez es tu novio.

    — ¿Mi novio? —La rubia le quito la foto para poderle curar la otra mano—. ¿Un novio es alguien importante?

    — Podría decir que sí, pero si fuera tan importante para ti ya lo hubieras recordado de inmediato.

    — ¿Y que es un novio, Tema-chan?

    — De momento no necesitas saber eso. No te preocupes, te dije que con el tiempo empezarías a recordarlo todo. —Observó las manos de la ángel—. ¡Listo! Ahora sabes que es malo escarbar en la nieve.

    El Hyuga entró a su habitación sin previo aviso y se reunió con ellas.

    — Vamos a comer aquí. Nos están esperando abajo.

    — Enseguida vamos.

    — ¡Temari! —Miraba sus manos con asombro. Les mostro sus palmas a los dos.

    El Hyuga se sorprendió, ante sus ojos veía como se cerraban sus heridas. Como si nunca hubiera pasado. La rubia se rió y agarró sus manos.

    — Por ser lo que somos nos curamos más rápido —le guiño el ojo—. Que este sea nuestro secreto.

    La Sabaku le echo una mirada al joven empresario que no salía de su asombro. Este pudo entender a lo que se refería con eso. Su semblante se volvió sensato y cerró los ojos.

    — De acuerdo. —Dijo Neji.

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    — ¡¡Ramen!! —El joven no podía contener su alegría. Después de dos días de martirio pudo probar de nuevo la gloria de su más preciada comida. Sorbía cada fideo como si fuera el último.

    En eso se especializaba el menú del hotel. Comidas cálidas y reconfortantes. Escogían lo que deleitara tu paladar cuando las temperaturas bajaban. En la planta baja albergaba enormes comedores de madera para sus inquilinos con un toque muy rustico, los cuales estaban cerca de una enorme chimenea para brindarles calor. Cada uno de ellos disfrutaba de su platillo y lo comían con calma… exceptuando a Naruto que pedía tazón tras tazón a cada minuto. La castaña estaba seria con la mirada perdida en su humeante platillo.

    — Neji-kun —el chico emitió un sonido desde su garganta debido a que estaba tomando té— ¿Qué es un novio?

    Por poco escupía el té por todas partes. Observó a sus alrededores para asegurarse que sus amigos no habían escuchado esa pregunta. Una chica de su edad preguntando semejante cosa llamaría la atención. Por fortuna todos estaban concentrados comiendo o discutiendo que era lo que iban a hacer a continuación después de comer. Miró el rostro de la atenta Tenten quien esperaba pacientemente por una respuesta. Lo ponía muy nervioso. ¿Qué debía de hacer?

    — ¿Por qué me preguntas eso? Deberías de preguntarle a Temari. —Se aclaró la voz.

    — Eso hice. Ella me dijo que no había necesidad de saberlo, pero de verdad quiero saber que es. —Insistió poniendo una cara de perrito regañado.

    De todas las personas, de todas las personas en el mundo le tuvo que preguntar a él. Si no le respondía como debía, la muy despistada iría a preguntarle a alguien más como si no fuera la gran cosa. Maldecía esa responsabilidad. Tenía que encontrar una salida a esa incómoda situación.

    — Este no es el lugar para explicártelo —retomó su actitud seria—. Será en otro momento.

    — Bien. —Le dedicó una de sus tiernas sonrisas para seguir disfrutando de su platillo.

    Después de que terminaron de comer, seguían pensando en lo que podrían hacer.

    — ¡Escuchen chicos! —Se levantó de su lugar el rubio llamando la atención de sus amigos—. Hay un tour que nos llevan a un castillo hecho completamente de hielo. Para llegar ahí nos prestarían motonieves, ¿les interesa?

    — ¿Un castillo? —Le brillaron los ojos a la Yamanaka—. Suena romántico.

    — Solo voy por las motonieves. —Añadió Sasuke.

    — ¿Qué estamos esperando? Vayamos de una vez. —También se levantó de su lugar la Haruno.

    Sin decir más salieron del hotel todos juntos. Siguiendo las indicaciones del recepcionista para llegar al punto donde les prestarían las motonieves. Después de cinco minutos encontraron un puesto con una fila de motonieves junto a este. Todos estaban entusiasmados por subirse sin contar a las ángeles que no entendían que eran esas cosas. Por fortuna era para que se subieran en parejas, así no dejarían a nadie atrás.

    — ¿Una carrera? —Sonrió confiado el rubio.

    — ¡No empieces Naruto! —Lo regaño la Yamanaka.

    — ¿Quién gane es el rey del castillo? —Le siguió Sasuke, haciendo que rugiera el motor de su moto.

    — No puedo creer que te dejes llevar por sus juegos. —Suspiró la pelirosa que lo estaba abrazando.

    — ¿Qué estas esperando? —Cuestionó al ver que la rubia seguía sin subirse a la moto.

    — Ni creas que me subiré contigo. —Estaba cruzada de brazos, desviando la mirada.

    — Vamos Tema-chan. ¡Se ve divertido! —Insistió la castaña que también estaba sentada detrás de Neji en la moto.

    — ¿Al menos sabes conducirla? —Siguió insegura la Sabaku.

    — Claro que sé. Es como una moto. —Contestó Shikamaru.

    Debido al trato que tenían no pudo expresar su: “No te ves del tipo que usan motos”. Se tomó unos segundos para decidirse. Exhaló resignada. Decidió subirse con el empresario. Al ver que ya se había acomodado también tomó su posición para manejar.

    — Si no me abrazas te vas a caer.

    — ¡Cierra la boca!

    Se rehusaba a hacerlo. Era algo que ya había inferido al ver a las demás. Incluso a Hinata quien tenía una expresión de que no se lo podía creer que tenía que abrazar al Uzumaki sin ningún pretexto. Su piel se había tornado de un color carmesí brillante que podía jurar que la podían ver desde Konoha. Por supuesto que el otro Hyuga no lo pasaba por alto y se aseguró que el rubio recibiera su amenaza de muerte con tan solo su mirada, pero el abogado creyó que Neji se había tomado enserio esa carrera también y le había declarado la guerra. Entre más lo retaran más motivación sentía.

    — Preparados…

    Esta vez daba la señal Sai. Los chicos encendieron los motores y hacían rugir a sus bestias. Las chicas solo se mantenían abrazadas a ellos menos una, la cual ya estaba temiendo por el potencial de la máquina.

    — Listos…

    Volvieron a hacer rugir a los motores varias veces. Les encantaba lucirse cuando de velocidad se trataba. Sakura no hizo más que negar con la cabeza al ver lo concentrado que estaba Sasuke por ser el primero en salir. Temari cedió por abrazarse con fuerza de su acompañante al oír el estruendo que hacia este. También lo iba a tomar muy enserio.

    — ¡Esperen! —El dueño del puesto se interpuso en su camino quitándoles toda la motivación a los muchachos. Estos dejaron de jugar con el volante de la moto—. ¡Chiquillos, —pronunció algo molesto— ni siquiera saben que camino van a seguir!

    Las chicas empezaron a reírse ya que los habían dejado en ridículo. Empezó a dar las explicaciones de lo que podían y no podían hacer al igual de ciertas reglas. Después de haber dado el mensaje se retiró para que los muchachos pudieran seguir con su escándalo. Los motores rugieron, cada uno tratando de opacar el rugir del otro. Estaban listos para comenzar.

    — Preparados, listos… ¡Fuera! —Dijo el rubio sin tomar un respiro.

    Arrancaron lo más pronto que pudieron. Las maquinas avanzaban con velocidad por el terreno. El ruido era ensordecedor y el viento golpeaba en sus rostros. El objetivo era seguir las banderas rojas que los guiarían directamente al castillo. El recorrido les tomaría diez minutos. Cada minuto contaba. Cada moto hacía temblar el suelo por donde pasaba. Subían y bajaban las colinas con destreza, buscando como ganar un mejor lugar. Esta vez no podían ser “bruscos” entre ellos porque ese equipo era costoso.

    Esta vez llevaban la delantera Shikamaru Nara y Neji Hyuga. No había nadie mejor que ellos para prever el camino. En menos de un segundo podían cambiar de ruta y adelantárseles a los demás. La castaña le daba porras al de los orbes aperlados y disfrutaba del viaje mientras que Temari ocultaba su rostro en la espalda del Nara y se aferraba con fuerza. Aunque odiaba admitirlo le causaba pánico ese nivel de adrenalina. Él lo había notado, disminuyo un poco la velocidad y trato de decirle algo para que se calmara.

    — ¡A tu izquierda! —De nuevo esa sonrisa arrogante del azabache lo había rebasado.

    — ¡No esta vez! —Frunció el ceño y acelero de nuevo. Había logrado recuperar su puesto.

    — ¡Ahí está el castillo! —Vociferó Naruto al divisar la estructura de dicho edificio surgir por el horizonte.

    Sus amigos también contemplaron aquel monumento incluyendo a la ángel que había salido de su escondite para admirarlo. Parecía estar hecho de cristal por la manera que brillaba ante los rayos del sol y se elevaba cada vez más al avanzar. Iban a la mitad de camino.

    Después de recorrer el tramo, eran solo Shikamaru y Neji los que iban compitiendo por el primer lugar. Los antiguos rivales. Incluso esa carrera podía aplicarse a la vida real, el duelo de dos grandes compañías. Faltaba poco para llegar. Había un margen de error que debían de mantener para frenar a tiempo y no chocar contra el castillo a la velocidad que iban. Los dos estaban muy concentrados en su camino y en lo que el otro hacía. Solo unos metros más. Algo ponía mucha presión en el pecho del muchacho. Era Temari, quien seguía aferrándose con más fuerza conforme el aumentaba la velocidad. El Nara fue soltando el acelerador perdiendo velocidad. Neji sonrió victorioso. Su victoria estaba asegurada. De la nada, volando por los aires paso la moto de Uchiha adelantándose por mucho al ojiperla quien solo pudo observar cómo le arrebataba su lugar. Sasuke derrapo al momento de cruzar la meta y se detuvo a unos cuantos centímetros del castillo. Sacudió su fleco y dejo salir un simple “Hmp”.

    En segundo lugar llego Neji y en tercero Shikamaru. Los otros no tardaron en llegar también. El Nara apagó su motor y espero un poco a que la rubia se bajara de la moto. Estaba hecha una roca y seguía aferrándose a él como si su vida pendiera de un hilo.

    — Temari. Ya nos detuvimos. —Dijo este mirando a sus espaldas.

    La Sabaku abrió los ojos, sintió algo de vergüenza al no haberse percatado de eso.

    — Claro. —Se soltó del muchacho y se bajó de la moto lo más rápido que pudo.

    — ¡Sasuke! ¡¿Qué pretendías?! ¡¿Matarme?! —Estalló la pelirosa aun recuperándose de la adrenalina que corría por sus venas—. ¡No puedes jugar con mi vida así! —de repente la chica de ojos esmeraldas sintió como alguien le ponía algo en la cabeza. Confundía toco aquel artefacto y se sacó un susto— ¡¿Una corona?! —Comenzó a sonrojarse.

    Una chica que cuidaba del lugar le había puesto una corona de cristal que hacia juego con el castillo en la cabeza de la Haruno. Ella estaba ruborizada también al ver la expresión de Sakura y no dejaba de sonreírle tiernamente.

    — ¡¿Eh?! ¡¿Una corona?! —Apuntó Naruto— ¿De dónde habrán sacado esa cosa?

    — ¡Arrodillaos plebeyos! —Una voz se hizo escuchar—. Su rey ha llegado. —No era más que Sasuke con una capa de terciopelo rojo, con detalles dorados en los bordes y con pelo de animal albino alrededor de su cuello. También portaba una corona de cristal sobre su cabeza con encajes dorados y blancos.

    Las encargadas del lugar estaban encantadas por la vista. Se habían enamorado del joven policía y no hacían más que admirarlo desde atrás.

    — ¡¿Qué?! —Berreó el Uzumaki—. ¡¿Por qué le dieron eso?! ¡¿En qué momento montaron todo esto?!

    — Tal vez fue el dueño del puesto —comentó Nara quien aún se mantenía incrédulo por el esfuerzo de las encargadas de elogiar al azabache—. Nos escuchó hablar de nuestra competencia y las llamó para que se prepararan.

    — ¡¿Eh?! ¡¡No se vale!! ¡¿Por qué yo no recibí nada de eso en la montaña?! ¡Exijo justicia!

    — ¡Naruto, que dejes de armar un escándalo! —Lo volvió a regañar la pelirosa.

    La chica se sorprendió al sentir que Sasuke la había tomado de la cintura y la pegó a su cuerpo. Como una imagen de película, la estaba cubriendo con su cálida capa y mantenía sus aires de arrogancia. La pelirosa solo contemplaba su rostro mientras que sus mejillas se iban enrojeciendo. Desde ese ángulo se veía muy atractivo, le había robado su aliento.

    — Tonto, no puedes comparar una montaña con un castillo —dijo el azabache—. ¿Cómo pretendes gobernar algo que no fue hecho por el hombre? En cambio un castillo demuestra el potencial y valor del que lo habita. Tú solo invades a la montaña, mientras que yo gobierno este castillo —exhaló y alzo un hombro—. Bien, si tanto te disgusta puedes volver a tu sucia pila de nieve y rocas —subió por los escalones junto a su reina que lo conducían a la entrada del monumento, arrastrando la parte inferior de su capa en cada peldaño—. Siéntanse como en su casa muchachos.

    — ¡Teme! —Rugió furioso y alzo su puño.

    — Eso Tenten, es la perfecta definición de arrogancia —señalo la ángel—. No debes de imitarlo.

    — De acuerdo. —Sonrió la castaña.
     
  5. Threadmarks: Capítulo 14
     
    SabakuNoNara

    SabakuNoNara Entusiasta

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    ¡Amar a un ángel esta prohibido! ¿No?
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    Capítulo 14: “El rey de hielo”

    Era difícil de creer que el castillo estuviera completamente hecho de hielo. Parecía que había sido sacado de un cuento de hadas. La parte más baja del castillo tenía la altura de dos pisos que era la fortaleza que lo rodeaba. Dentro de esta fortaleza, los niveles de la estructura cambiaban de 3 pisos hasta llegar a 7 pisos de altura. La parte más alta era una torre que destacaba sobre todas las demás y tenía un balcón en uno de sus lados. Sus torres secundarias eran puntiagudas y sobre estas se encontraban unas banderas rojas que ondeaban al compás del viento. A pesar de que el sol brillara a todo su esplendor, el frío de ese lugar lo mantenía intacto. Las paredes eran tan sólidas y gruesas que era imposible ver a través de ellas.

    Al entrar a dicho monumento se podía notar la dedicación que le habían puesto aquellos que la esculpieron. Los muebles, los candelabros, las decoraciones, los encajes, cada bloque, cada junta, todo era de hielo. Su interior estaba más helado que el exterior. El vapor que se originaba de sus respiraciones era inmediatamente consumido por el gélido ambiente de ahí. Vaya que si hacia juego con su “actual dueño”.

    — Ven aquí, reina mía.

    Sasuke había encontrado la sala del trono, que era un salón enorme de doble altura y al fondo se encontraba la ostentosa silla de hielo. En una de las paredes, tenía unas perforaciones enormes que pretendían muy bien ser los ventanales del lugar. El joven policía estaba sentado en dicho trono, recargado un codo en el brazo del mueble y apoyando su mejilla en sus nudillos, mientras que con el otro brazo, que estaba completamente extendido, invitaba a la pelirosa a sentarse con él. Con su sonrisa arrogante y esa mirada tan profunda que solo se concentraba en ella. Sakura deseaba enmarcar ese momento. Se estaba derritiendo por esa pose suya, un sueño hecho realidad. Trataba de calmar el calor de su rostro y se aproximó lentamente al muchacho. Los latidos de su corazón resonaban fuertemente en su pecho. Llego a los peldaños que elevaban el trono y se detuvo frente a él.

    — Mi señor. —Hizo una pequeña reverencia, como las que las princesas hacían. Sosteniendo la tela de los costados de su cubre todo rojo pretendiendo que era un vestido.

    Elevó sus ojos esmeraldas hacia él, con una hermosa sonrisa pintada en sus labios y sus mejillas teñidas de rosa. Un momento que el Uchiha jamás olvidaría, su sonrisa solo se agrando al verla así. Sakura subió los escalones y tomó la mano del soberano gobernante del lugar. Este la jaló hacia él y la hizo sentarse en su regazo. Se miraban mutualmente, lanzándose señales entre ellos rogando por un beso para marcar ese momento. Ella en sus piernas abrazada de su cuello y él a su merced perdido en su mirada. Era una escena digna de grabar. Estaban tan sumergidos en su momento que ignoraron por completo un destello que apareció desde el fondo de la habitación.

    — ¡Listo! —El chico agitaba la foto de arriba hacia abajo para que se secara.

    — ¡¿Sai porque les tomas fotos a ese par?! ¡No merecen ese trono! —Lo acusó el rubio. Miró de reojo la foto, veía que los dos estaban perfectamente enmarcados en ella—. ¡¿Eh?! ¡¿Por qué se ve tan de cerca si tu estas a varios metros de ellos?!

    — Oh es algo que llama zoom. —Respondió con una sonrisa, orgulloso de su trabajo.

    — Shh, —hizo un ademan con la mano Ino para que se callaran. Estaba ruborizada y cautivada al ver tan conmovedora escena— estoy tomando nota.

    — Que romántico. —Susurró la ojiperla. Con su rostro entre sus manos, también poseía un color carmesí en sus mejillas.

    — No sé por qué me siento tan atraída a esto. —Añadió la castaña quien también espiaba detrás de la puerta. Incluso no podía controlar su rubor.

    Temari se cubría la nariz con el miedo de que esta sangrara por dicha escena, a pesar de todo se mantenía atenta e igualmente sonrojada.

    — No puedo creer que los apoyen —exhaló rendido—. ¡Bien, sigan espiando! ¡Yo me voy!

    El Uzumaki se puso los brazos detrás de la cabeza y dio pasos agigantados para alejarse de ellos. Estaba molesto por haber perdido esa carrera. Era el colmo que ahora tenía la atención de todo el mundo. “Tal vez vaya y me orine por ahí para quitarle la grandeza a ese patán” su sonrisa recobró su confianza. Tenía que encontrar un buen lugar para hacerlo y que no lo descubrieran tan rápido. La torre parecía un buen lugar para eso. Corrió con rapidez saltando los escalones de dos en dos para llegar más pronto. Estaba en la cima, jadeando por el esfuerzo que había hecho. Constantemente salía la nube de su respiración caliente y se apoyaba de sus rodillas para tomar un respiro. Estaba listo para cometer su fechoría.

    — ¿Uh? ¿Qué es eso? —Se acercó al cartel que estaba pegado en la pared y lo leyó—. No… lamer… la pared. ¿No lamer la pared? ¡Ha! —Se cruzó de brazos y cerró los ojos— ¿Qué idiota haría eso?

    “¿Lamer la pared? ¿Por qué no?” La observaba con intriga. Se reprendió a sí mismo en su mente por haberlo pensado. “Soporta el impulso de estupidez” apartó la mirada del muro. Estaba luchando contra su curiosidad. Sabía que no debía, pero moría por hacerlo. “¡Aléjate de mí, impulso de estupidez!” De nuevo vio la pared de hielo que no hacía más que invitarlo a lamerlo. “¡No!” Miró a su alrededor. No había nadie que pudiera presenciar lo que deseaba hacer, así que ¿para qué contenerse más? Se había rendido. Era ahora o nunca. Tenía que hacerlo. Saco su lengua y se fue acercando más y más. Estaba a un par de centímetros para poder tocarla.

    — ¿Naruto-kun?

    — ¡Woah, Hinata-chan! —Rápidamente dio media vuelta y se rascaba la cabeza—. ¿Q-qué te trae por aquí? —Se recargo en la pared que intentaba lamer hace unos segundos.

    — ¿S-sucede algo con t-tu lengua? —Señaló apenada.

    — ¡Ah! —Se le había olvidado meterla. La puso en su lugar y sonreía con nerviosismo, ¿Qué pensaría si supiera lo que planeaba o lo que estaba a punto de hacer?—. ¡No, para nada! Es que yo estaba… um… ¿Buscabas algo?

    — Tenten, me dijo q-que aquí había un balcón con una vista increíble y q-quería venir a verlo yo misma. —Jugaba con su cabello. Aun no se acostumbraba a hablarle cara a cara.

    — ¿Balcón? ¡Ah sí! El balcón. Esta por acá sígueme. —La tomó de la mano y la guio.

    Desde que había llegado lo había visto pero el cartel ese lo había atrapado desde un principio. La llevo al exterior. Tenía una vista fabulosa de las blancas montañas y de los raquíticos esqueletos de los árboles que estaban esparcidos en el blanco manto de la nieve. El cielo seguía azul, sin nube alguna que lo manchara. El rubio estaba asombrado. Cambio su vista para contemplar a la chica de los cabellos azules quien aparentaba disfrutar tanto de la vista como él. Sus mejillas seguían rosadas y su sonrisa… Naruto se dio cuenta que todavía estaba tomado de la mano de ella sin que le diera uno de esos ataques. No era que le molestaran en lo absoluto…

    — Hinata —Se le escapó de sus labios con un semblante muy serio.

    — Disculpen.

    Una voz femenina provino de sus espaldas. El Uzumaki le soltó la mano de inmediato a la de los orbes aperlados, haciéndola recordar que no la había soltado antes. Se cubrió su rojo rostro con ambas manos y se quedó mirando al suelo con mucha pena.

    — Sasuke-sama los invita a una degustación de vino en el segundo piso. —Invitó una de las encargadas del lugar que ahora vestía de sirvienta de las épocas medievales, pero su ropa estaba adaptada para protegerla del frio.

    — ¡¿Eh?! ¡¿Sasuke-sama?! ¿Cómo rayos…? ¡Oye! —Se acercó a la “subordinada” del Uchiha— ¿En qué momento te cambiaste? ¡¿Desde cuándo están preparados para montar semejante teatrito?! ¡¿Ese teme les pagó para hacer esto verdad?!

    — No, —confesó ella con una sonrisa— pero desde que nos enteramos sobre el asunto del rey del castillo, nos pareció muy buena idea seguir con el juego. Resultó que es muy divertido. —Puso su mano en su mentón y soltó una tierna risa.

    — ¡¿Cómo?! —Siguió berreando el rubio— ¡Él no se merece estas cosas!

    o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

    — Bienvenidos, amigos míos. —Modificó su voz para que se escuchara elegante al decirlo.

    Estaban reunidos en un comedor. Tanto los utensilios de cocina como los muebles eran de hielo. Al centro de la mesa se encontraban un par botellas de vino que fueron proporcionados como cortesía de la casa por haberles dado una idea tan genial para sacarle provecho a su atracción. Las subordinadas o encargadas del lugar estaban alrededor del área, esperando el momento para servirles vino a sus invitados.

    — Sasuke, ya suelta ese teatrito de rey. Ya aburrió. —Dijo en un puchero Naruto. El azabache bufó divertido.

    — ¿Qué tal si hacemos un brindis? —Volvió a actuar como antes—. Ya que es nuestro último día de vacaciones.

    Los demás se intercalaron miradas ansiosas. Estaban pasando un rato de lujo. Las encargadas del lugar se acercaron a la mesa para tomar las botellas de vino. En cuestión de segundos ya las habían descorchado y fueron en direcciones opuestas para servirles a los invitados. Servían el vino en copas de hielo, que eran perfectas para mantener la bebida fría y poderla degustarla mejor. Todos tomaron sus copas y las alzaron un poco. Las ángeles los imitaron, no tenían idea de lo que iban a hacer con eso.

    — Por nuestra amistad. —Dijo Sasuke.

    Naruto se levantó abruptamente de su lugar.

    — Y por nuestras nuevas amistades —alzo la copa en honor de las dos ángeles. Ellas se quedaron impactadas— y que podamos compartir muchos más días con ustedes.

    No había nada más que decir. La Sabaku bajo la mirada y no pudo evitar sonreír. La compañía de ellos la hacían sentirse muy cálida. En otras circunstancias, desearía haberse topado con ellos mucho antes. Su sonrisa fue efímera. No podía evitar la realidad. Cuando menos lo pensaran, ellas se irían sin decirles adiós. Tenten estaba encantada por como la habían tratado. A veces creía que aún seguía viva y que su vida era justo esa realidad. Hasta toparse con el hecho que no tenía recuerdos de su pasado. Los muchachos alzaron sus copas y dijeron al unísono:

    — ¡Salud! —Procedieron a darle un trago a su bebida.

    — No te va a gustar. —Susurró Shikamaru sonriendo.

    La chica alzo una ceja sorprendida y lo contempló por el rabillo del ojo. Sus miradas se intercalaron. La rubia acerco la copa a su boca, inhaló profundamente su contenido y procedió a darle un trago. Cada uno de sus movimientos fueron observados por el Nara.

    — Puede que tenga tiempo que no beba esto, —observó el contenido de su copa— pero puedo reconocer el color cereza, el aroma a madera y un sabor algo áspero y cálido. No veo el porqué de tu comentario. Al menos que te refieras a que el gusto se rompe en géneros.

    Su mejor respuesta era quedarse callado. Había limpiado el piso con él al sacar a relucir sus conocimientos sobre el vino. Podía escuchar el orgullo de Temari gritarle en su mente incluso cuando esta no estaba articulando ninguna palabra. Solo esa sonrisa victoriosa de ella era suficiente.

    — ¿No habías tomado vino antes Tenten?

    Esa conversación atrajo la atención de la rubia. A Hinata le parecía graciosa la reacción de la castaña, pero no dejaba de darle ánimos. Tenten la había imitado cuando vio que la Sabaku tomó como si nada. El resultado fue completamente lo opuesto. El semblante de la chica demostraba que no le había agradado del todo esa bebida.

    — No vayas a tomar más si no quieres —intervino Neji después de ver la reacción de la castaña—. Aunque no lo parezca, es una bebida muy fuerte y te puedes embriagar —la de los ojos chocolates abrió la boca confundida. Él levanto la mano antes de que emitiera alguna palabra—. Después te explico eso también —hizo una pausa—. Mejor aún. Obsérvalas y aprende. —Señaló a Ino y a Sakura que se servían como si fuera agua. Estaban tratando que Hinata tomara con ellas.

    Se acabaron las botellas. Tal y como había advertido el Hyuga, Sakura e Ino se habían acabado una botella y entre ellas dos. Solas. Dejaron que sus respectivos novios las cuidaran, los cuales tenían que guiarlas a las motonieves para poderse ir. No estaban tan alcoholizadas, pero esa sustancia si había causado unos ciertos efectos en ellas.

    — ¡Vuelva pronto, Sasuke-sama! —Se despidió ruborizada una de las encargadas del lugar.

    — ¿Sasuke-sama? —siseó Sakura— ¡Yo soy la única que te puede decir Sasuke-sama! —Se abrazó al cuello del Uchiha quien se sentía avergonzado por la facilidad que tenía ella para emborracharse.

    — Oye Sai —la rubia se acercó, un poco tambaleante, al oído del pintor para poderle susurrar— ¿Qué tal si vamos a nuestra habitación y…? —ronroneó en su oreja pronunciando esa proposición que había rechazado en el pasado, pero ahora se veía como una buena idea.

    — ¡I-Ino! —Sobresaltó sonrojado. Antes eso era más una propuesta profesional, pero debido a su relación… era un tema completamente diferente.

    — ¿Están todos en condiciones de manejar? —Cuestionó el Neji.

    — Si —Respondieron los hombres.

    — No acelerare tanto, así que puedes evitar estrujar mis pulmones hasta sacarme el aire.

    — ¡Que te calles vago! —Respondió la rubia abrazándose del muchacho algo molesta. No tenía otra opción.

    Se subieron a las motonieves y decidieron llevarse el camino de regreso por la paz. Nada de arrancones, saltos, acelerones ni nada parecido. Solo un pacífico recorrido de regreso al hotel. Más tarde de haber entregado las motonieves, llegaron al hotel. Decidieron descansar un par de horas y que cada quien hiciera lo que le placiera en ese tiempo. Shikamaru decidió que iba a dormir en la cama mientras podía, presentía que pasaría otra noche en el sofá. Sasuke mando a dormir a Sakura, era lo mejor para ella. Hinata decidió cumplir uno de sus deseos y fue a la sala de estar del hotel y se propuso a leer un libro mientras tomaba un cálido té. Temari le haría compañía a Tenten en la terraza, tenía tiempo de no estar a solas con ella desde que se topó a esos muchachos. Sai, Sasuke, Naruto y Neji pasarían un tiempo en la sala de estar también. Talvez tomarían una siesta o solo descansarían un poco de ese día tan ajetreado.

    — Son buenos chicos. —Se abrazaba sus piernas.

    — Son muy amables —continúo con una sonrisa la castaña—. Ahora entiendo porque permanecen juntos. Tienen maneras muy diferentes de expresar su afecto uno por el otro.

    La rubia se mantuvo silenciosa por un tiempo. Se mantenía inexpresiva mirando a la nada.

    — Sabes que cuando llegue el tiempo nos iremos para siempre. Los tiempos aquí y allá son muy diferentes. Allá pueden parecer minutos y acá en realidad habrán pasado meses.

    — Lo sé.

    — Aparte que no envejeceríamos allá. Si los volviéramos a ver… no habría manera de explicarles como nos conservamos así.

    — Tema-chan… —su actitud había cambiado radicalmente. Sus ojos se estaban cristalizando—. Ya no quiero recordar.

    La Sabaku se dio cuenta que su voz se había quebrado. Estaba al borde del llanto. Se acercó más a ella y la abrazó, poniendo su cabeza entre su hombro y su barbilla. Empezó a cepillar su fleco con sus dedos. Las lágrimas de Tenten comenzaron a caer desde sus mejillas hasta el regazo de Temari.

    — Lamento que tengas que pasar por esto —la abrazaba con fuerza—. Daría lo que fuera por que fuera más sencillo —hizo una pausa—. Debes de saber que la vida de los humanos no es siempre así, tienen días buenos y días malos. A veces tienen que cruzar por situaciones muy difíciles. Así que no te hagas la idea que todo será de color de rosa… y que… esta no es nuestra vida.

    La castaña abrazó fuertemente el cuerpo de Temari. Le gustaba esa vida, le agradaban esas personas. No quería dejarlos así de la nada. No quería perder esa calidez, esos sentimientos que les regalaban a cada segundo, ¿valía la pena recordar?

    — Vamos Tenten —se apartó un poco de ella y le seco sus lágrimas con la ayuda de sus dedos pulgares—. Ya sabias sobre esto. Deja de formar lazos con ellos y agradece que sucediera. Con suerte los podremos cuidar desde arriba —hizo una pausa—. Es mejor que seques esas lágrimas. No queremos que te vean así.

    Ella obedeció y utilizó sus manos para quitarse el exceso de agua de sus ojos. Tomo varias respiraciones profundas para calmar sus pensamientos.

    — Gracias Temari —suspiró sus penas—. No sé qué haría sin ti.

    — No hay de qué. Siempre estaré a tu lado cuando me necesites. —Le sonrió.

    Pasaron otro momento de silencio entre las dos. Parecía una eternidad desde la última vez que hablaron a solas. El ambiente sí que era muy callado, las dos estaban cómodas haciéndose compañía de esa manera. Contemplando la naturaleza. Un sonido sordo se hizo presente. A lo lejos podían ver la espalda de una persona, de cabello castaño y largo caminando con dirección al bosque congelado.

    — ¡Neji! —Se levantó de un salto. Volvió a pasar sus manos por sus ojos. Por nada en el mundo tenía que enterarse que había llorado—. Luego nos vemos Tema-chan

    — Tenten, —la detuvo antes de que partiera— cuidado con tus lazos.

    La ángel asintió y se echó a correr detrás del empresario. Tenían cosas de que hablar y su curiosidad seguía viva. Temari suspiró. Era inevitable. Claro que no iba a cortar el contacto con todos así de golpe. Pobre criatura.

    — ¡Neji-kun! —Vociferó para poderlo detener.

    El chico dio media vuelta. Ya se había acostumbrado a que le dijera así. Era a la única que dejaba, o más bien, fue forzado a dejarla llamarlo de esa manera. La castaña corría esquivando uno que otro árbol para poder llegar con él. Cuando lo pudo alcanzar se apoyó en sus rodillas para recuperar su aliento.

    — ¿Qué sucede? ¿Por qué la prisa? —Cuestionó inexpresivo.

    Ella negó con la cabeza.

    — Nada, —volvió a jadear— ¿qué planeabas hacer?

    — Iba a caminar un rato.

    — ¿Puedo hacerte compañía? —Se reincorporó.

    — Ya estás aquí. —Dio media vuelta y continuó con su camino.

    Tenten apresuro su paso para alcanzarlo de nuevo y tomarlo del brazo. Caminaban despacio entre los árboles. Al parecer no seguían rumbo alguno. Solo avanzaban con tranquilidad.

    — Neji, ¿ahora si me dirás que es un novio?

    El muchacho se detuvo en seco. Se le había olvidado completamente que le había prometido eso, se soltó del agarre de la chica y se distanció un poco de ella. Necesitaba estar libre para pensar bien lo que iba a decir… ¿Pero que iba a saber él de relaciones? No era muy bueno en ellas.

    — ¿Dónde escuchaste la palabra? Para empezar —Trataba de esconder sus nervios. Necesitaba más tiempo para pensar.

    — ¿Recuerdas la foto que encontramos en la caja? Temari me dijo que probablemente el muchacho de la foto era mi novio.

    Siguió caminando. Tenten le siguió el paso, pero esta vez no intentó tomarlo del brazo. El Hyuga estaba tomando valor para explicarle. ¿Por qué tenía que ser él? La ángel esperaba pacientemente a que este pronunciara alguna palabra. Inhaló profundamente y acomodo sus ideas de lo que sabía.

    — Un novio es… —no eso no era bueno— Veras cuando… —no tampoco se explicaba así.

    El genio Hyuga que podía prever y anticipar futuros problemas en su compañía, el mismo Hyuga que había mantenido a flote la compañía de su padre durante dos años e incluso duplicar las ganancias en un año no podía describir una simple palabra. Sentir la atención de la castaña solo lo ponía más nervioso. Frunció el ceño, casi sentía que tenía un tic en la ceja.

    — Te lo explicare de esta manera. Un novio o novia es una persona con la que siempre estas, la quieres, la abrazas, platicas, se hacen reír uno al otro y se besan.

    — Ah… ¿entonces Sakura es novia de Ino? —Colocó su mano en el mentón.

    — ¡¿Qué?! —Se volvió a detener algo perturbado.

    — Sí. Es tal como lo describiste. Siempre andan juntas, se quieren a su manera, se abrazan, platican mucho, se hacen reír y se besan. —Explicó mientras enumeraba cada cosa con sus dedos.

    — ¿De qué tipo de beso estás hablando? —Se sonrojó algo molesto.

    — En la mejilla —señaló con su dedo y se quedó pensativa—. ¡¿Qué?! ¿Hay más tipos?

    — ¡Claro que hay más tipos! —Exhaló tratando de acomodar mejor sus ideas masajeándose el puente de la nariz. No estaba hecho para dar ese tipo de pláticas—. La amistad no es lo mismo que el noviazgo. —Reanudó su camino.

    — Ah, ¿cómo diferencias a un amigo con un novio?

    — Pues… un novio va un paso más allá de la amistad. Hay algunas similitudes entre ambos, pero en un noviazgo es más serio e íntimo. Las personas se demuestran afecto, como tomarse de las manos, abrazarse y besar sus bocas, tienen citas, se apoyan uno al otro, son leales, se cuidan, se preocupan uno por el otro y buscan sacar lo mejor de la otra persona. Incluso se complementan —sentía vergüenza de estarle diciendo esto—. Dicen que los opuestos se atraen, es decir que a pesar que son muy diferentes ven algo en el otro que necesitan en sus vidas. Haciéndolos sentir más completos cuando están con ellos.

    — ¿Y cómo sabes que ves a alguien como un novio y no como un amigo? —Seguía llena de intriga.

    — Dicen que tu cuerpo te manda señales —rogaba en su interior que su tortura acabara lo más pronto posible—. Sientes mariposas en el estómago, te pones nervioso cuando están cerca de ti, piensas día y noche en ellos a veces podrían provocar que te sonrojes. Cosas así. No sé, creó que algo en tu interior te lo dice.

    — ¡Ya entiendo! —Se alegró golpeando su puño contra la palma de su mano—. Así como Sasuke con Sakura, Sai con Ino y Naruto con Hinata.

    — Exacto… espera ¡¿Qué?! —Volvió a detenerse—. ¡Hinata no está enamorada de Naruto!

    — Actúa tal como dijiste —se asustó de su reacción—. Se pone muy nerviosa cuando está cerca de él, tartamudea, se sonroja y se preocupa por él.

    — ¡Si, pero no permitiré que salga con él! —Su tono de voz se había vuelto más firme.

    — ¿Por qué no? —Le estaba molestando esa actitud suya—. Naruto es tu amigo y ella lo ama ¿Cómo puedes interponerte en que dos personas sean felices?

    — ¡Porque Naruto es un idiota y Hinata es muy inocente! —Alzo más la voz—. La va terminar lastimando tarde o temprano.

    — ¿Cómo puedes hablar así de tu propio amigo? He estado viendo como Naruto cuida de Hinata, la ha rescatado muchas veces —su mirada se había vuelto áspera ante él— ¡Inclusive de ti! No has hecho más que estar sobre de ella todo este tiempo y oprimiéndola. Negándole que estén a solas y que se expresen uno al otro. Él ha tolerado cada uno de tus ataques de celos o ira, llámalo como quieras, y sigue intentando acercarse a ella. Lucha por ella. No sé si sea amor o si sea simple amistad. Pero que una persona que se apasione por destruir todo eso, no es muy diferente a lo que es un demonio.

    — Yo sé que es bueno para Hinata. Naruto no es una opción. —Le dio la espalda a la castaña.

    — Hay una delgada línea entre oír y escuchar. Tú acabas de oírme, dejaste que mis palabras te atravesaran como si nada. Más no quieres escuchar. Espero que esta vez escuches lo que te voy a decir —se aseguró que su voz fuera muy clara—. Si sigues ignorando lo que las demás personas te quieren decir, iras por mal camino y cuando te des cuenta habrás perdido todo lo que te rodea. ¿En verdad tu egoísmo lo vale? ¿Qué bien estas haciéndole a Hinata? Que no pueda confiar en ti porque sabe que te opondrías ¿Qué tal de tu amigo? ¿Qué hizo él para merecer tu odio? ¿Es Naruto el que la va a lastimar o eres tú el que la está lastimando actualmente? Hinata es tu familia. A este paso ¿a quien correría para pedirle ayuda? ¡¿Tú crees que de la manera en que la has tratado te va a considerar como opción?!

    Silencio. La castaña había explotado. El Neji que creyó conocer no estaba ahí. Era solo una roca que no iba a moverse. Temari tenía razón, era momento de cortar lazos. Estaba decidida a cortar todo tipo de lazo con una persona como esa. Bajo la mirada, deseando que este cambiara de opinión, que dijera algo, alguna expresión de arrepentimiento. Nada, ni un solo ruido. Le iba a conceder lo que estaba pidiendo a gritos desde hace tiempo. Soledad. Sin tan solo el orgulloso Hyuga escuchara. Exhaló decepcionada y caminó sola de regreso al hotel, deseando poder recordar para poder irse lo más pronto posible. Tuvo que abrazarse a sí misma para quitarse esa fría sensación que le había dejado esa discusión.

    El ojiperla mantuvo su posición hasta el final. Estaba en lo cierto, él solo oía. Por mucho tiempo no supo hacer algo mejor que oír. Los comentarios de los demás eran simples brisas que no podían tumbar su posición. Su opinión era la única que le daba prioridad y era la más importante. La que se anteponía ante todo lo demás. Había logrado andar por la vida dejando que las palabras fluyeran a través de él y jamás se detuvo a razonar sobre ellas…Entonces, ¿Por qué solo la escuchaba a ella?
     
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  6. Threadmarks: Capítulo 15
     
    SabakuNoNara

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    ¡Amar a un ángel esta prohibido! ¿No?
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    Capítulo 15: “Frágil”

    — L-lo que dije anteriormente… —pronunció abochornada—. Esa no era yo.

    Los dos se habían aventurado a una sección del bosque. La rubia no podía sostenerle la mirada ni un solo segundo al muchacho. Su lengua se le había soltado por la cantidad de alcohol que bebió y hasta ese punto pudo sentir las consecuencias de sus acciones. Tenía que seguirle el juego a Sakura y tomar. El frío y el alcohol no eran una muy buena combinación y decir esas cosas podría dejarle una mala impresión a cualquiera. El artista mantenía una expresión en blanco a unos cuantos pasos de ella. Parecía que sus palabras no le afectaban para nada. Se odiaba a sí misma, debió sonar algo anticuada con eso. ¿Qué tal si le había subido las esperanzas? ¿y si a él le gustaban las mujeres así? Atrevidas y sin sentido de vergüenza. Ino podría serlo, pero aún era muy pronto para actuar así. Recordó la noche anterior. Sai fue el que acortó las distancias entre ellos y la rodeó con sus brazos. Con solo eso logro alterar el corazón de la Yamanaka. Esa noche durmieron uno muy cerca del otro y nada más. Él jamás intento propasarse o aprovecharse de la oportunidad lo que la hizo sentirse muy segura junto a él.

    — Lo sé. —Por lo sumergida que estaba en sus pensamientos no se percató cuando el joven se acercó a ella y puso una mano sobre su cabeza. Le sonrió con dulzura y continúo avanzando.

    — Sai.

    El lugar estaba tan apacible. Un silencio infinito flotaba en el aire, el cual era destruido constantemente por los pasos del pintor al caminar sobre la nieve. Se detuvo. Eran solo sus movimientos los que rompían con esa quietud. Dio media vuelta. Tal como una estatua, la rubia permanecía en el mismo lugar con su mirada fija en sus pies. Algo estaba revolviendo sus pensamientos.

    — ¿Sucede algo? —Regresó a su lado sin prisa. La nube de su respiración era lo único que parecía tener dinamismo en el lugar.

    — ¿Por qué sigues conmigo?

    — ¿A qué te refieres?

    — ¿Nunca consideraste que estoy contigo por simple despecho? —Solo el clima se podría comparar a la manera que pronunciaba esas palabras.

    — ¿Lo estás?

    Se mantuvo estático delante de ella. Sus miradas coincidieron. Llevaba tiempo pensándolo y en cambio él parecía estar contento. No es que ella no lo fuera, pero en su interior temía que solo estaba sacando provecho de él ya que lo que quería no resultó. Estaba muy confundida.

    — No importa —la sorprendió con esa respuesta—. Ahora decidiste compartir tu tiempo conmigo, al igual que ayer —dibujo una pequeña sonrisa—. No te pido que definas lo nuestro, sé que lo que hice fue algo apresurado y aun tienes que aclarar tus ideas. Yo he sido el que no se ha podido contener y te he besado sin pedirlo. Lo siento.

    — Sai no quise…

    — Para responder tú pregunta: Bueno, simplemente no soy un experto en esto —se puso una mano detrás de la nuca—. Soy un simple pintor que se enamoró perdidamente de su musa desde el día que te conoció. Me robaste el aliento. Sé que no te cause una muy buena impresión esa vez —suspiró con una pequeña risa—. Incluso ahora se me hace difícil respirar cuando te veo. Te veo y no puedo creer que estas poniéndome atención, pudiendo tener a cualquiera. Me gusta ver cómo eres cariñosa con los demás, tienes una gran facilidad demostrar tus sentimientos algo que yo solo logro con algunas de mis obras. Entiendo si no lleno tus expectativas. Pero si deseas mi compañía la tendrás, si me deseas lejos me iré —la contemplaba con sus profundos ojos negros—. Una persona tan bella como tú fue hecha para brillar con su sonrisa y yo haría lo que sea por verte sonreír. Sin importar que yo no sea el causante de tus sonrisas, no me voy a interponer entre tu felicidad y tú.

    — Sai…

    Sus ojos azules se cristalizaban y sus mejillas se habían tornado rosas. La expresión del pintor cambio súbitamente al verla así. Sus ojos la analizaron detalladamente. Estaba perdido.

    — Es aquí cuando me matas —puso su mano en el mentón de la chica—. El color de tus mejillas. Es el color que más me gusta en ti. Tus palabras y tu mente podrán decir lo que sea, pero tus sonrojos son lo que tu corazón siente. Ya te he hecho sonrojar varias veces así que aún hay esperanza para un chico tan patético como yo, ¿no?

    — ¿Cómo puedes decir eso de mí? —Sus lágrimas rodaban con facilidad de su piel— Después de cómo te he tratado e ignorado.

    — No te culpo —le volvió a sonreír borrando los trazos de las lágrimas con el dorso de su mano—. Solo te estabas defendiendo.

    Si lo veía directamente a los ojos, sentía que se rompería en mil pedazos. Sai era un buen muchacho. Muy extraño y sin una pisca de pena al hablar, sin embargo tenía un buen corazón. Lo último que quería en ese mundo era lastimarlo. Desde un principio le había llamado la atención, pero debido a su forma extraña de expresarse la orilló a alejarse de él. Haciéndola creer que no era más que un pervertido de mente morbosa y excusas baratas para aprovecharse de las chicas… y chicos. Toda esa imagen de él que se había construido durante años se desmorono en un solo día. Un día que decidió compartirlo más íntimamente con el azabache. A pesar de todo Sai no dejaba de ser gentil con ella. Se inclinó hacia él y el pintor la recibió cálidamente entre sus brazos. Debía de tener más cuidado con sus acciones para no confundirla más. Conocía sus sentimientos por ella, porque jamás en su vida se había sentido así por nadie más. Pego sus labios suavemente en la frente de la rubia. No podía evitarlo, lo provocaba a hacerlo. Queria protegerla y tenerla cerca, la quería, pero tenía que callar sus sentimientos porque eso no era lo que ella necesitaba en esos momentos.

    o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

    — ¿Te encuentras bien?

    — ¡Oh Hinata! —La saco de un golpe de sus pensamientos—. N-no es nada de qué preocuparse. Gracias por preguntar.

    La de cabellos azules la contemplo por un segundo. Con la mirada pidió permiso para hacerle compañía. La ángel no tardo en entenderla y se recorrió un poco dejándole un espacio en ese frío tronco caído. Hinata se sentó. Estaban en los límites del bosque y miraban el hotel a lo lejos.

    — ¿Segura? Se ve que te está molestando mucho. —Sus orbes aperlados la analizaron de reojo.

    — ¿Enserio? —Trató de regresar a su estado de ánimo normal—. L-lo siento. Ya se me pasara —siguió mirando hacia el horizonte. Dejo que un minuto de silencio transcurriera entre ellas—. Hinata, ¿te puedo hacer una pregunta un poco personal?

    — Claro.

    — Dime —titubeó levemente— ¿Qué sientes por Naruto?

    — ¡¿C-cómo?! —Sus mejillas se tiñeron de inmediato.

    — Lo siento si fui muy directa —con una sonrisa nerviosa movió sus manos de arriba abajo tratando de calmar los nervios de la ojiperla—. Solo tengo algo de curiosidad. Está bien si no quieres contestar.

    Hinata puso sus manos sobre sus rodillas, mirando hacia el suelo y su corazón latiendo frenéticamente. Tenten percibió que estaba tomando su tiempo para pensar, quizás era algo normal entre los Hyuga.

    — Y-yo… Um… Naruto-kun… él…

    — Tranquila. Es suficiente —posó una mano sobre su hombro y le dedicó una sonrisa—. ¿Supongo que te interesa no es así?

    La tímida chica le tomó mucho tiempo en poder formular una respuesta.

    — S-si…

    — Oye Hinata —buscó cambiar el tema—. ¿Hay alguna razón para que Neji actúe de la manera que lo hace?

    — Oh, —su rubor iba disminuyendo y comenzó a jugar con sus dedos—. B-bueno. Él siempre ha sido serio, muy inteligente y disciplinado. E-en verdad lo admiro.

    — ¿Entonces siempre ha sido así? —Articuló con un tono de decepción.

    — No del todo. Últimamente no hemos convivido mucho desde —hizo una larga pausa— Desde que su padre falleció hace un par de años —la castaña se sorprendió—. Desde entonces, Neji nii-san ha cambiado. Nunca conoció a su madre, puesto a que ella murió cuando dio a luz. Así que tras la muerte de mi tío, se quedó solo. Mi padre me dijo que ya había madurado y que no necesitaba de cuidados de nadie más. Por eso no lo invito a vivir con nosotros a pesar que yo se lo pidiera… La relación entre ellos también se ha ido deteriorando con los años. Sé que Neji puede ser algo áspero y puede que niegue que necesite de alguien, pero yo me aseguro de estar presente y platicar un poco con él porque…

    — Son lo único que tiene. —Completo atónita la castaña.

    — Si —su tono de voz bajo un poco—. Mis padres, mi hermana menor Hanabi y yo. No hay nadie más del lado de su familia —Tenten comenzó a sentirse culpable. No había considerado eso sobre el Hyuga. Se había dejado llevar por su enojo que nunca se imaginó por lo que había pasado—. Me atrevo a decir —continuó atrayendo su atención— que estas vacaciones con él ha sido lo más cercano que hemos tenido a como nos llevábamos antes —sonrió mientras miraba al cielo—. Se ve y lo siento diferente. Ha estado actuado algo sobreprotector conmigo, pero es su manera de decirme que me tiene consideración —soltó una pequeña risa e inclinó un poco su cabeza—. Eso te lo tengo que agradecer a ti, Tenten. Has hecho un cambio positivo en él.

    — ¿Y-yo? La ángel se señaló a sí misma.

    Asintió con su dulce sonrisa y cambio su vista a sus rodillas.

    — No tienes idea como Naruto-kun ha estado intentando que vuelva a salir con nosotros. Neji onii-san nunca va admitir que son buenos amigos y lo trata… a su manera. Pero Naruto-kun no se ha rendido y quiere hacerle saber que estamos ahí cuando nos necesite. Sabe lo orgulloso que es y por eso lo molesta tanto. Solo quiere que pase un buen rato como los viejos tiempos —Tenten quedo conmovida al escucharla. Sonreía aliviada al saber que había tanta gente que se preocupaba por el Hyuga. Aunque ella se fuera, Neji seguiría en buenas manos—. Por favor no le digas a Neji nii-san que te conté eso.

    — No te preocupes —asintió con ternura—. Gracias Hinata, por compartirlo.

    De repente algo arrebato su atención e hizo que su expresión cambiara súbditamente. Se quedó viendo al vacío tratando de identificar ese sonido. Era casi inaudible, pero era suficientemente claro para llamarla.

    — ¿Escuchas eso? —Se levantó rápidamente.

    — ¿Huh? —La contempló extrañada— ¿Qué cosa?

    — Viene de allá. —Dio media vuelta y se quedó mirando hacia el interior del bosque. Sin decir nada más arrancó y se echó a correr a las entrañas del bosque.

    — ¿A-a dónde vas? —se levantó de golpe—. ¡Tenten espera!

    Hinata comenzó a seguirla. Tenten zigzagueaba entre los árboles, rastreando una ruta más despejada para seguir en línea recta. Apresurada corría hacia el origen de ese sonido. El camino estaba muy accidentado y tenía múltiples obstáculos. De vez en cuando tenía que esquivar una que otra rama de manera audaz para no detener su paso. Finalmente el camino parecía despejarse. La castaña entró a un área donde no crecían árboles, que permitía ver al centro de este, un pequeño lago que era nutrido por un diminuto riachuelo. Por las crueles condiciones del clima la vida se había detenido ahí, congelando completamente la superficie del agua. A un par de metros de las orillas del lago se encontraba un pequeño osezno de color azabache que luchaba desesperadamente por mantenerse de pie. Sus garras no hacían más que ocasionar leves sonidos chirriantes y resbalarse, haciéndolo caer incontables veces. Lanzaba gruñidos muy agudos, como si estuviera llamando exasperadamente a su madre y esta simplemente no aparecía. Al fin la Hyuga pudo alcanzarla. Se acercó jadeante a la castaña quien estaba parada justo en límite donde se separaba la nieve del hielo. La ángel dio un paso hacia adelante.

    — ¡Espera! —La tomó del brazo prediciendo que era lo que planeaba—. E-es muy peligroso.

    — Necesita ayuda, —sostuvo su mano entre las suyas— no te preocupes yo sé lo que hago.

    Se escapó de su alcance y puso un pie sobre el liso hielo. Con cuidado y lento, gradualmente iba dejando caer todo su peso sobre este. Al sentirse firme decidió dar otro paso. A Hinata se le ponían los nervios de punta, veía aterrada lo que la aventurada castaña estaba haciendo. Aun le faltaba mucho para llegar con la criatura, pero era demasiado tarde para dar marcha atrás.

    — ¡Iré por los demás! —Chillo la ojiperla.

    Dio unos pasos hacia atrás, sin despegarle los ojos de encima a Tenten para asegurarse que aún permanecía en control de la situación. Giró sobre sus pies y regresó corriendo por donde había salido. Tenía que ir por sus amigos, por si acaso algo saliera mal. La castaña se balanceaba con la ayuda de sus brazos, evitando cualquier movimiento brusco ya que desconocía la densidad del hielo que estaba pisando. Cualquier movimiento en falso podría ponerla en riesgo. Ya se estaba acercando a la criatura y esta se alteró al ver que se aproximaba. Con cautela se acercaba al osezno.

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    — ¡¡Neji nii-san!!

    El recién nombrado volteó en la dirección de su prima, quien salió corriendo del bosque a toda velocidad. Estaba junto a los demás a un par de metros del hotel.

    — ¿Por qué vendrá corriendo Hinata? —Preguntó Sakura mirándola a lo lejos.

    — Tal vez Naruto le volvió a hacer algo. —Suspiró Ino.

    — Ese Uzumaki. —dijo a regañadientes y frunciendo el ceño el ojiperla.

    — ¿Yo qué?

    Viró a sus espaldas sorprendido. El rubio estaba ahí con ellos y con los brazos detrás de su cabeza. Entonces si no era él… ¿Qué estaba sucediendo?

    — ¡¡Tenten está en problemas!! —Chilló con desesperación la de cabellos azules.

    — ¡¿Cómo?! —soltó turbado Neji.

    Temari se puso tensa al escuchar eso. Se levantó de golpe de los escalones donde estaba sentada y corrió en dirección de dónde provino ese grito. Dio vuelta en una de las esquinas del hotel para ver a la distancia al grupo amigos que se reunía con Hinata. Identifico rápidamente la silueta del Hyuga, ¿por qué no estaba con él?

    — Hinata, ¿Qué paso? ¿Dónde está Tenten? —La bombardeo Sakura al poderla alcanzar.

    — Tenten —no paraba de jadear— está caminando… sobre un lago congelado. No hay tiempo de explicar, tengo un mal presentimiento. Vengan. —No se dio tiempo de recuperar el aliento y procedió a dar marcha atrás.

    Temari no pudo escuchar su conversación porque estaba a unos cuantos metros de ellos y podía llegar con Tenten en un parpadear de ojos, pero corría el riesgo que la vieran. Estaba forzada a utilizar sus piernas. No sabía en qué lio estaba metida la chica, solo rezaba que pudiera salir ilesa de eso. La densa nieve le dificultaba su camino, era obvio que nadie caminaba por ahí desde hace tiempo. Luchando por liberar sus piernas, daba pasos agigantados para tomar el mismo camino que los demás.

    ¿Por qué haría eso? ¿Cuál era su objetivo? Desde el día que llegaron no había hecho más que actuar raro. El Hyuga tomó la delantera y se hacía paso entre los gélidos esqueletos de los pinos mientras que los demás lo seguían. No requería seguir a Hinata para saber a dónde se había ido, era suficiente seguir las pisadas que habían dejado. Parecía que el empresario volaba y no tenía tiempo para esquivar las ramas que se interponían en su camino. Agarró una de las ramas y la hizo a un lado, justo cuando paso, la soltó dejando que regresara bruscamente a su lugar, tal como un látigo.

    — ¡¡Ah!! —Recibió el impacto el chico que no iba poniendo atención— ¡Mi nariz! —Cayó de sentón en la nieve sosteniéndose con ambas manos esa parte del rostro.

    — ¡Naruto-kun! —La ojiperla se detuvo junto a él al ver que había salido lastimado.

    La única vez que lograba hacerle algo al abogado, era la única vez que no tenía interés de hacerlo. Tenía otra prioridad en su mente. Los otros jóvenes se percataron de lo que había pasado con el rubio, pero continuaron con su camino. Desconocían en que situación estaba Tenten.

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    — Tranquilo. No te hare daño —lo dijo en un tono suave, le faltaban unos pocos pasos para alcanzarlo. El animal entre quejidos pudo levantarse y alejarse un poco de la ángel—. No, no vayas para allá —por suerte el pequeño oso ya se había cansado. Al parecer tenía tiempo luchando en ese lugar sin salida. Se acostó sobre su estómago con el hocico abierto—. Eso es. Quieto.

    Logro estar junto al osezno. Se agacho y lo tomó entre sus brazos. Pesaba mucho más de lo que creía. Lo cargó y el pequeño oso puso sus patas delanteras sobre su hombro. Dejo de luchar y mantenía su hocico abierto. Al acomodárselo sobre su hombro un pequeño crujido se originó bajo sus pies. Sus ojos chocolates precipitadamente miraron hacia abajo. Estaba en problemas. Una grita se había formado una grieta muy cerca de ella. Estaba sobre hielo muy delgado.

    — ¡¡Tenten!!

    El empresario llegó antes que todos, muy agitado y su frente estaba humedecida con sudor. Su boca exhalaba vapor caliente constantemente. Los latidos de su corazón resonaban en su cabeza. Al verse uno al otro se hicieron la misma pregunta con la mirada: ¿Qué estaba haciendo ahí? La chica se quedó pasmada por su presencia. No tardaron en llegar Ino, Sakura, Sasuke y Sai. Fue hasta ese entonces que la castaña se dio cuenta cuanto se habia adentrado al lago.

    — ¡Tenten regresa! —Jadeó Sakura.

    Temari llegó gracias a las indicaciones de Hinata. Comprendió la gravedad de las cosas con tan solo verlo. La castaña no se iba a quedar ahí parada para siempre, volvió a acomodarse el osezno en su hombro y volvió su vista a sus pies. Tenía que evitar esa grieta a toda costa. Caminaba con calma y lentitud sobre el hielo. Los demás la contemplaban con terror, rogando que no pasara lo peor. Temari veía la situación de todos los ángulos y no encontraba que hacer. Ella solo podía actuar si los demás no estuvieran presentes, pero no podía correrlos de ahí solo porque sí. Eso levantaría toda una conmoción y muchas interrogantes. Solo podía observar desde la orilla, impotente y culpándose a sí misma por haberla dejado sola. Todavía le faltaba un metro para poder alcanzar la orilla. Entonces el hielo volvió a crujir, lo suficientemente audible para hacer que los demás dejaran de respirar y se tensaran en un segundo. Tenten levanto la mirada y su preocupación se reflejó a través de sus ojos y exhaló fuertemente. No lo soportaba, no soportarla verla en esa situación. Dio un paso hacia el frente.

    — Detente —lo sujetó del hombro el joven policía—. Sabemos que la soporta a ella por ahora. Si entras, solo empeoraras la situación.

    — Tengo que intentarlo. —Se quitó con un movimiento su mano.

    Razonó un poco lo que estaba a punto de hacer. Se quitó las capas de abrigos que tenía encima quedándose solamente con un suéter y las arrojó al suelo. Entre menos peso mejor. Procedió por dar un paso hacia enfrente. Con mesura, avanzaba poco a poco. Ejerciendo un poco de peso extra en cada paso para saber que el camino de regreso era seguro. La castaña estaba inmóvil e impresionada por lo que estaba haciendo el empresario. Neji no pudo avanzar más, tenía que mantener una distancia bastante corta de su punto hasta la orilla para poderla jalar y llevarla lo más pronto posible a la zona segura. Extendió su mano hacia ella.

    Tenten tragó saliva. Tenía que continuar. Se apartó de la nueva grieta que había ocasionado y comenzó una nueva ruta que la llevara directamente al ojiperla. Le faltaba menos de un metro para que pudiera alcanzarlo. La chica no separaba la vista del suelo, pisaba con cuidado y deseaba que su peso fuera lo suficientemente ligero para que el hielo la soportara. Ya estaba a una distancia considerable, que si extendía su brazo podría tocar las puntas de los dedos de Hyuga. Un crujido mucho más profundo que los anteriores la detuvo. Su propia respiración hizo que crujiera un poco más. Neji observó los pies de la chica. Estaba rodeada de grietas, el hielo no iba a aguantar mucho más tiempo. Sai y Sasuke se acercaron lo más que pudieron a la orilla del lago. Nadie decía nada, sabían que hasta la más mínima palabra podría tensar más el ambiente. Tenten tenía que salir de ahí de inmediato.

    La chica tomó con ambas manos a la criatura que estaba cargando. Con un gran esfuerzo lo separo de ella. El empresario no entendía que hacía, de nuevo se estaba preocupando más por la vida de un animal que por ella misma. Tenía que cooperar sin protestar así que el extendió sus brazos. Ella aventó al pequeño oso hacia los brazos de Neji y este lo atrapó. Retrocedió un poco para entregarle el animal a Sasuke y volver a su antigua posición. El Uchiha lo recibió y lo puso en la nieve con cuidado. El osezno agitó todo su agotado cuerpo, agradeciendo que sus patas ya estuvieran en tierra firme y galopó a la seguridad del bosque.

    — Solo un poco más. —Rompió con el silencio el ojiperla.

    La adrenalina empezó a fluir por sus venas. Los latidos de su corazón iban al compás de su respiración. Solo ella se había dado cuenta que por haber hecho eso el hielo volvió a crujir. Se estremeció, tenía miedo de hablar. Su mirada volvió a coincidir con la del Hyuga. Él extendía su mano lo más que podía, deseando acercarse con un semblante muy tenso. Exhaló profundamente y volvió a tomar valor. Extendió su tembloroso brazo hacia él. Dio un paso. Faltaban pocos centímetros para que sus dedos rozaran. Estaba a un paso de poder tomar su mano. Un paso más y esa pesadilla se acabaría. Avanzó. En un parpadear de ojos, fue tragada por las gélidas aguas.

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    ¡Ups! Se le acabo la tinta al Word. ¿Qué se le va a hacer? Que tragedia y… oh, que lo más pronto que me puede llegar la tinta nueva toma una semana. Que mal. Espero que no les moleste que lo deje aquí. Esto lo escribí con la poca reserva que quedo y un poco de sangre fufufu… no me odien .-.
     
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    Maffery

    Maffery Uzumaki Hyūga

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    Dios, amo con locura como escribes. Tu historia está genial, me ha encantado desde el comienzo. ¡Espero con ansias el domingo para leer la continuación! Felicidades, tu trabajo es excelente c:

    ¡Saludos! ♡
     
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    SabakuNoNara

    SabakuNoNara Entusiasta

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    ¡Amar a un ángel esta prohibido! ¿No?
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    Drama
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    ¡Muchas gracias Maffery! Me alegra que te haya gustado fic y espero que siga intrigándote con ella.

    Capítulo 16: “Despertando esa chispa: Respiro”

    Sakura e Ino ahogaron sus espeluznantes gritos entre sus manos. Neji se arrojó al hueco y sumergió su brazo a ese congelado infierno. La temperatura era tan extrema que quemaba su piel y la podía sentir hasta sus huesos. Movía con desesperación su brazo buscando con lo quedaba de su tacto cualquier señal de vida. Rápidamente se estaba entumeciendo y un dolor iba subiendo gradualmente por su extremidad. Su tolerancia a ese sufrimiento se iba reduciendo. Hasta que por fin sintió algo que lo había agarrado. Jaló con todas sus fuerzas para sacarla a la superficie. La chica dio una bocanada de aire, exhalando e inhalando con violencia, empapada y congelada. La arrastró como pudo sobre el hielo, retrocediendo con rapidez y, tan pronto se acercaron a la orilla, Sai y Sasuke lo ayudaron a jalarla hacia la nieve.

    Las heladas aguas habían aplastado sus pulmones e inmovilizado la mayor parte de su cuerpo ni siquiera podía pensar por si misma. Sus temblores y jadeos eran incontrolables. Neji cogió sus abrigos que yacían en el suelo y la arropó con ellos. Antes de que se diera cuenta, la cargo entre brazos y se disparó corriendo. A Temari no le quedo de otra que seguirlo junto a los demás.

    La nieve era traicionera y su densidad cambiaba con cada paso. La desesperación del Hyuga por desear correr más rápido crecía. La chica se estaba entumeciendo por el glacial aire que chocaba contra su mojado cuerpo. Todavía temblando con brusquedad, se sujetaba a los cálidos abrigos que se iban humedeciendo poco a poco a causa de ella. Estaba sufriendo de hipotermia. Para el empresario era difícil sostenerla así de cerca, su cuerpo estaba actuando como un hielo que goteaba. Sin importar cuanto se aferrara a ella, no podía transmitirle ni un poco de su propio calor. La fachada del hotel al fin se hizo presente ante él. Sin embargo, cualquier distancia parecía una eternidad y los segundos se hacían infinitos.

    Fue un milagro que fuera el primero en llegar al hotel. El recepcionista se percató que algo había sucedido cuando entró, pero el ojiperla no le permitió que le preguntara absolutamente nada ni que lo alcanzara. Su meta era llegar a su habitación de inmediato. Ver la puerta de su habitación, le recargo sus energías y corrió con más velocidad hacia ella. Se detuvo frente ella y se vio forzado a dejar en el suelo a Tenten para poder abrir la puerta, lo que fue toda una odisea porque sus manos temblaban y no podía introducir la tarjeta en la rendija de la puerta. Logrando superar el primer obstáculo, recogió a la castaña del suelo quien aún luchaba por su vida y la sentó en el sillón. Desde que regresaba al hotel ya se le había ocurrido un plan. Entró al baño y abrió la llave de la regadera, dejando que el agua fría saliera y utilizó su propio brazo como termómetro hasta que sus temperaturas coincidieran. Regresó con la castaña que estaba paralizada en su lugar, vibrando intensamente, tiritando los dientes, aferrándose a los abrigos del muchacho y respirando escandalosamente. Envolvió con sus manos el rostro de la castaña.

    — Tenten, tienes que escucharme —ella solo le correspondió la mirada—. Te voy a meter a la regadera con agua fría y tú la vas a ir subiendo cuando sientas conforme con la temperatura. Si abres la caliente de inmediato de va a dar un shock de temperaturas y te empeorara, ¿entendiste?

    La castaña entre sus movimientos involuntarios y jadeos asintió con la cabeza. Su boca era inútil para pronunciar alguna palabra. El empresario procedió por quitarle los abrigos con los que la arropó de encima, después abrió el zíper de sus empapados y pesados abrigos y la despojó de ellos. Dejándola solamente con un delgado suéter rosa que parecía estar pintando sobre su figura. Siguió por quitarle sus botas, su bufanda y sus guantes. Arrojó todas esas prendas húmedas al suelo. De nuevo la rodeo entre sus brazos, esta vez la chica se abrazó a su cuello. Seguía helada al tacto y temblando a más no poder. La llevó a la regadera y la puso debajo del agua. A pesar de haber abierto por completo el agua fría, esta estaba cálida a comparación de la temperatura corporal de Tenten, quien se abrazaba a si misma bajo el agua.

    — En un minuto vengo a checarte. —Esperó a que la chica asintiera de nuevo para irse de ahí.

    El Hyuga salió del baño y cerró la puerta tras de él. Exhaló profundamente recargándose en ella. Podía recordar de su propia existencia ahora. Se encontró temblando, exhausto, empapado y con el corazón pompeando sangre a gran velocidad. El brazo que había utilizado para rescatarla le ardía y a la vez no lo sentía. Caminó despacio, por miedo a que sus piernas le flaquearan en cualquier momento por la falta de adrenalina hasta llegar al closet. Se quitó el húmedo y frío suéter blanco que tenía puesto y también lo arrojó al suelo. Tomó una de las toallas que se encontraban dobladas por ahí y se aseguró de secarse la piel antes de darse la tarea de buscar cualquier otra cosa que ponerse. Sus fuerzas se le escapaban, obligándolo a recargarse en la estructura del mueble. Tenía que tomar un respiro antes. El frío que sentía era poca cosa comparado con los rezagos que dejaban ese shot de adrenalina que experimentó. Si se descuidaba, terminaría colapsado en el suelo.

    — ¡Neji!

    Uno a uno fueron llegando aquellos que presenciaron esa catástrofe. Jadeantes y con semblantes aterrados. El empresario no se había dado cuenta que había dejado la puerta abierta.

    — ¡¿Dónde está?! —Demandó la Sabaku.

    La observó por el rabillo de su ojo aun tratando de estabilizar su condición. Devolvió su mirada al suelo, con tan solo ese segundo que la contemplo percibió toda la rabia que proyectaba hacia él y sí que tenía razón al hacerlo. Tomó un respiro.

    — En el baño. —Contestó él casi en un jadeo. Temari paso a un lado suyo casi con la intención de embestirlo, cosa que no hizo, y caminó hacia el lugar indicado. Cerró la puerta detrás de ella.

    — Preguntamos cuanto se tardaría una ambulancia en llegar —soltó Sai—. Nos dijeron que les llevaría una hora en llegar aquí, más otra de traslado. Que lo único que podrían hacer era traer a un doctor que se encuentra a media hora de aquí y si es muy urgente la llevarían en helicóptero.

    — Espero que no sea necesario. —El ojiperla se puso un suéter seco sobre su torso desnudo.

    — ¡Claro que es necesario! —Se alteró Ino— ¡Cayó a un lago congelado! ¡Puede morir!

    — Lo sé, —a pesar de lo que sentía trataba de aparentar que estaba calmado— lo único que pude hacer fue meterla a la regadera para que regulara su temperatura.

    — ¿C-cómo? —Cuestionó la Yamanaka.

    — Es una de las tácticas cuando a alguien le pasa eso —explicó Sakura—. Ir subiendo gradualmente la temperatura del agua para que su cuerpo también se adapte poco a poco y así evitar un choque.

    Si Sakura sabía de eso significaba que había tomado una buena decisión, por estar haciendo su servicio como enfermera tenia conocimientos médicos. Mientras la pelirosa le explicaba a los demás el comportamiento del cuerpo humano, Neji fue juntando las prendas mojadas del suelo y regresó con ellos con las ropas en mano.

    — Les puedo pedir un favor, ¿podrían pedir que laven y sequen esto en la lavandería del hotel? —Les entregó la ropa húmeda a las chicas. Las cuales la observaban algo extrañadas.

    — Espera… esto es de Tenten —la de orbes esmeraldas se sonrojo—. N-no me digas que la desvestiste por...

    — ¡Por el amor de…! —Reprobó el Hyuga—. ¡¿Cómo pueden acusarme de semejante cosa en estas circunstancias?! Está en la ducha con la ropa puesta. —Su respiración seguía algo agitada.

    — L-lo siento. —Sintió vergüenza.

    — Entonces, ¿no tenemos que preocuparnos? —Cambió el tema Sasuke.

    — Supongo que no —siguió la pelirosa—. Lo que hizo Neji mantendrá todo bajo control. De todos modos vendrá un doctor dentro de poco.

    — Si necesitas algo más, no dudes en llamarnos. ¿De acuerdo? —Dijo la Yamanaka, posando su mano sobre su brazo y le dedicó una mirada comprensiva.

    Los muchachos se retiraron de la habitación, pues sentían que solo estorbaban ahí y tenían una tarea encomendada por el mismísimo Hyuga. El ojiperla soltó un profundo suspiró, paseando sus dedos por su cabello. Otra vez pudo pensar en sí mismo, todavía no recuperaba por completo la movilidad de su brazo. Fue acercándose al calentador de la habitación y ponerlo lo más cerca posible para recuperarse. La puerta del baño se volvió a abrir liberando el sonido del agua que corría de la regadera. Tan pronto pudo voltear tenía a Temari cara a cara con él, con una mirada tan desafiante que superaba a todas las demás que le habida dedicado. Sus pupilas eran suficientes para transmitir sus palabras. Esta vez no bajaría la mirada. Duraron unos cuantos segundos mirándose uno al otro, sin emitir ni una sola palabra. El muchacho asumió que Tenten le había contado lo que había pasado antes de ese incidente. No tenía que decirlo, sabía que él era responsable por lo que había pasado y su conciencia se lo repetía una y otra vez. La rubia bufó.

    — Estará bien —pronunció con una voz firme, pero sin cambiar su amenazante actitud—. No permitas que la saquen de aquí.

    Neji se mantuvo en silencio. La rubia entrecerró los ojos. Pasó a tan solo unos milímetros del hombro del empresario y cerró la puerta detrás de ella al abandonar la habitación.

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    Caminaba por el corredor del hotel bostezando por la buena siesta que se había tomado. Luchó con todas sus fuerzas para levantarse de las cálidas telas que lo encadenaban a la cama. Tuvo que abandonarlas para saber si sus amigos planeaban hacer algo después. Su oído detecto unos pasos firmes se aproximaban a sus espaldas. Antes de que pudiera averiguar por sí mismo quien era, su hombro fue empujado con fuerza quitándolo del camino. Era Temari. Iba tan molesta que no planeaba pedir perdón por sus acciones ni pensaba en detenerse.

    — ¿De qué me perdí? —Preguntó el muchacho confundido.

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    — ¡D-duele!

    Hinata limpiaba lo más delicadamente posible la nariz del abogado. Estaba sensible a cualquier rose que este tuviera que brincaba al sentir el mas mínimo contacto. Los dos estaban en la sala común del hotel, sentados en un sillón que era el más cercano a la cálida chimenea, la cual alumbraba con su luz amarillenta la oscuridad de la noche. Eran los únicos ahí, la noche estaba muy tranquila y callada.

    — L-lo siento, ya casi esta. —Tiró la ensangrentada servilleta a la mesa con las demás y cogió una nueva.

    El rubio crispó de nuevo al sentir que lo tocaba en su adolorida nariz. Apretaba los dientes con fuerza para aguantar el dolor. Abrió los ojos lentamente, pronto su expresión se calmó al ver el preocupado rostro de la chica tan cerca de él. Sus pupilas tenían un pequeño destello naranja de la luz de las llamas reflejados en ellos. Solamente se podían escuchar los ecos de la leña crepitar en el lugar y uno que otro quejido del Uzumaki que luchaba por poder contemplar el rostro de la chica del cabello azulado. Le agradaba tener toda su atención en él. Casi podía perderse en su mirada.

    — Listo.

    Se sorprendió al notar que le había puesto una venda en su nariz mientras que él se había perdido en el limbo. Tocó con las yemas de los dedos la venda, palpándola delicadamente. Eso funcionaria para evitar el dolor un poco.

    — ¡Vaya, eres genial Hinata-chan! —Sonrió de oreja a oreja.

    La Hyuga le correspondió con una sonrisa. Su entusiasmo siempre era muy contagioso. Se sentía satisfecha por haber sido de utilidad para él. De la nada, Naruto cambio su expresión de alegría a uno alterado.

    — ¡Hinata! —Acercó su rostro al de ella señalándolo con el dedo— ¡No me digas que esto me desfiguro la cara!

    — ¿Eh? —Arqueó su espalda y sus mejillas se pintaron de rosa—. N-no, t-tu s-sigues i-igual.

    — ¿Igual? ¡¿Igual cómo?! ¿Igual de feo, igual de desagradable, igual de horrible? —Cuestionó veloz tomando las frías manos de la chica entre las suyas y las alzó un poco.

    El bochorno que sentía en su rostro aumentó. Las manos cálidas del abogado aprisionaban las suyas. Se veía muy serio al respecto. Trataba de controlar sus nervios y tragó saliva para aclarar su garganta.

    — N-no.

    — ¡Tienes que decirme Hinata! ¿Este golpe me quito mi atractivo? —Volvió a acortar la distancia de sus rostros.

    Volvió a arquear su espalda un poco más. Era imposible retroceder un solo centímetro por como la tenía encadenada a sus manos. Su respiración comenzó aumentar y sentía cada latido de su corazón en su pecho. A este punto, no había centímetro de su rostro que no estuviera enrojecido.

    — ¿Q-qué c-cos-sa? —Pronunció en un leve tono de voz. No entendía que estaba sucediendo.

    — ¡¿Qué opinas de mí?! —Su expresión no había cambiado ni un poco. Seguía intrigado y desesperado a la vez.

    ¿Una opinión sobre él? Hinata estaba muda, no entendía el afán del rubio por saber su opinión sobre él. Incluso decir lo que ella pensaba, sonaría algo atrevido para la ojiperla. ¿Qué tal que solo era uno de esos momentos que parecían serios pero en verdad se refería a otra cosa? Intentó enfriar su cabeza, de seguro era eso. Como siempre.

    — ¿De ti? —Hizo una pausa, cuidadosamente seleccionando sus palabras.

    — ¿Crees que soy atractivo? —Se acercó un poco más.

    La saco de sus pensamientos. El color de su rostro se profundizó. Sus nervios la atacaban con crueldad al recordar en la posición que estaba. Luchaba con sus sentimientos para no colapsarse en cualquier momento. Tenía que guardar la calma. Era Naruto, no era de él… decir cosas así. ¿Qué podría decir que no comprometiera su actual relación?

    — Y-yo… —bajo la mirada.

    — ¡Tienes que decirme Hinata-chan! —Atrajo su mirada a la suya— ¿Qué sientes por mí?

    Los nervios transitaban libremente por cada célula de su piel. ¿Qué estaba pasando? Esa pregunta aceleró su corazón, si seguía latiendo así terminaría saliéndose de su pecho. Él se mantenía serio. ¿Había escuchado bien? ¿Y si solo era su mente que le estaba jugando una broma? ¿Cómo saberlo? Tenía que asegurarse que era verdad.

    — ¿C-cóm-mo?

    — ¡Quiero saber si te gusto o no!

    Hinata abrió los ojos lo más que pudo. Dejo de respirar por algunos segundos. Petrificaba contemplaba la expresión del chico. Las preguntas no afectaban a su portador para nada, él solo tenía sus ojos zafiros puestos en ella acompañados de una letal seriedad. Respiraba profundamente, su rostro estaba completamente carmesí. Sus sentimientos se alborotaron en su interior. En verdad quería saber su opinión, en verdad quería saber lo que sentía. ¿Desde cuándo? ¿Desde cuándo la tenía en cuenta?

    Sus labios comenzaron a temblar levemente, no podía apartar su mirada de sus ojos azules. Tenía que reaccionar. Tenía que decirle. Tenía que volver en sí. Abrió la boca esperando que las palabras fluyeran de ella. La ausencia de estas provocó que exhalara fuertemente. Un nudo en la garganta impedía que hablara. Parecía que el corazón le iba a salir del pecho, estaba al borde del desmayo, luchaba por mantenerse consiente. Era hora de tomar valor y confesarle sus sentimientos. El rostro del Uzumaki había perdido tensión. Su mente se había formulado una idea, bajo la mirada y la fuerza de sus manos había comenzado a disminuir. La Hyuga se sorprendió al percatarse de esto. Analizaba la expresión del chico para entender que había sucedido.

    — Lo siento —el entusiasmo de sus palabras se habían perdido—. No quería molestarte.

    La soltó delicadamente de las manos y mantuvo su mirada baja. Guardo silencio por unos segundos. Con aires de un perdedor, se levantó rendido del sillón y comenzó su rumbo, con pasos firmes y lentos. En ese momento pudo comprender. Se había tomado mucho tiempo en contestar, que hizo creer a Naruto que lo rechazaba. Justo cuando su sueño se había vuelto realidad, justo cuando pudo entender los verdaderos sentimientos del joven hacia ella…

    Sus nervios y timidez habían destrozado ese momento, ese momento que había anhelado con tanto deseo. Intentó detenerlo llamándolo por su nombre. Seguía muda. Apretó los dientes maldiciéndose a sí misma y sus ojos se cristalizaron. Tenía que detenerlo. Lastimarlo de esa manera era lo último que quería en el mundo. Tenía que decirle. Temblaba con fuerza en su lugar, cerró los puños con fuerza. El sonido de un golpe detrás de él lo detuvo. Viró su rostro y miró a sus espaldas.

    — ¡¡Hinata!! —Gritó al ver a la chica en el suelo.

    Hinata temblaba intentando ponerse tan siquiera de rodillas. Sus nervios hicieron que sus rodillas flaquearan obligándola a caer y estrellarse sobre la madera. Solo el codo de su brazo y la mano del otro era lo único que la separaba del piso. Naruto corrió hacia ella y se arrodillo frente a ella. Su cabello largo y azulado cubría por completo su rostro.

    — ¡¿Estás bien?! —la ayudo a levantarse— ¡¿Qué paso?!

    El muchacho se sorprendió al sentir que la ojiperla se había lanzado y abrazado su cuello. Temblaba mucho, pero eso no disminuía la fuerza con la cual lo abrazaba.

    — ¡Naruto-kun! —Las lágrimas no dejaban de rodar por sus mejillas—. ¡Si me gustas! —su voz se quebró— ¡me gustas mucho!

    El Uzumaki correspondió su abrazo, sujetándola con fuerza mientras que su sonrisa se ampliaba. Se sentía el hombre más feliz del mundo, no podía contener su alegría. Cargó a la chica y dio vueltas en su lugar haciendo que su cabello azul volara en el aire. Cuando permitió que volviera a poner sus pies en el suelo, Hinata se alejó un poco del abogado.

    — Naruto-kun… —pronunció en un débil hilo de voz, aun sonrojada, con la mirada baja y con lágrimas en los ojos.

    — Dime, Hinata-chan. —Su felicidad hacia que su sonrisa brillará mas.

    — Creo… —no separaba sus manos del pecho del rubio— que me voy a desmayar.

    — ¡¿Eh?!—El muchacho la sujeto con fuerza—. ¡E-espera Hinata! ¡Vamos al cuarto para que descanses!

    Y así se retiraron los dos de ahí. Ella completamente ruborizada con lágrimas en los ojos y el sosteniéndola de un costado. Acompañando sus débiles pasos por el pasillo.

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    — Es sorprendente —comentó la mujer guardando sus utensilios en su bolso médico—. Para haber caído a un lago congelado, te la has manejado muy bien —sonrió con confianza. Era una dama realmente imponente, rubia, alta, de ojos color miel sin mencionar su enorme busto. Expiraba su fortaleza a su alrededor. La castaña la admiraba desde su lugar—. Sí que eres una chica muy fuerte. —Acarició su húmedo cabello con una dulce sonrisa.

    — ¿Necesita ir al hospital? —Irrumpió el chico que las observaba por detrás.

    — No —giró para incluirlo en su rango de vista—. Tendrá unas pequeñas secuelas. Con que se abrigue bien, tome cosas calientes y una buena noche de reposo la dejaran como nueva. —Agarró su bolso que estaba sobre la cama—. Debo creer que es por la manera con la que actuaste.

    El empresario guardo silencio.

    — Muchas gracias, doctora. —Dijo la ángel.

    — Tsunade —sonrió— llámame Tsunade.

    Un pequeño sonrojo brotó en las mejillas de Tenten, para ella era una dama admirable. La mujer se alejó de ella y caminó hacia el empresario.

    — Normalmente no hago esto, pero aquí está mi número —saco una tarjeta de su bolsillo—. Espero que no vayan a necesitarme pronto. —Su actitud cambio de la nada a uno más serio—. Aunque a veces estoy en otra parte del mundo.

    — Gracias, —tomó la tarjeta el ojiperla— ¿Cuánto seria?

    — Ah —suspiró cerrando los ojos—. Esta va por mi cuenta. Si nos encontramos en un futuro, tal vez ustedes dos podrían invitarme una cena —sonrió encaminándose a la puerta—. Por cierto, nada de ir a nadar por un tiempo. —Dijo sin detener su camino.

    Tsunade cruzó por la puerta dejándolos solos de nuevo. Tenten estaba sentada en medio de la cama, con su empapado cabello sobre sus hombros. Tenía puesta una cálida pijama con una abrigadora bata de dormir encima. Estaba enterrada debajo de las gruesas colchas. Nada de eso parecía disminuir los repentinos temblores que le atacaban de vez en cuando. El Hyuga mantenía la vista sobre el suelo, con los brazos cruzados y un semblante muy seco. Ella sabía que estaba pensando, pero no sabía en qué precisamente. Quizá en un buen regaño por haber hecho semejante locura. Se mantuvo en silencio, temiendo que cualquier palabra derrumbara encima de ella la pila del enojo de Neji. El muchacho comenzó a caminar hasta detenerse enfrente de ella con su misma actitud fría. Tenten rogaba en su mente que no fuera tan rudo con ella.

    — Supongo que tu condición es buena debido a tu secreto. —Cortó con el silencio.

    — S-sí. —Volvió a temblar involuntariamente.

    — ¿Y tú secreto no pudo evitar todo esto?

    Si había un sentimiento dentro de él que se estaba acumulado, probablemente buscando quien era más culpable. La sorpresa se hizo notar en ella, pero desvió la mirada y se sonrojó. Neji quería una respuesta y ella la tenía, aunque…

    — ¿Y bien? —Su voz se escuchó más firme que anteriormente.

    — B-bueno… —se aferró a las sabanas—… y-yo… Si había pensado en eso. Ese era el plan cuando Hinata me dejo sola… pero… —se enrojeció más— justo cuando iba a hacerlo. Apareciste junto a los demás.

    Neji soltó la tensión de su cuerpo. De nuevo él. Fue su impulso que no dejo que volara a la seguridad de la nieve por hacer su pronta aparición. De todos modos, ¿cómo iba a saberlo? Cerró los ojos y caminó hacia la ventana de la habitación. No le gustaba cargar con la culpa. ¿A quién debía de señalar? ¿Con quién debía de enojarse? ¿Con Tenten por actuar tan extraño y acusarlo en todo momento? ¿O consigo mismo? ¿Le estaría mintiendo? No. Un ángel no podía mentir. Su mente daba vueltas. Estaba aceptando en verdad que estaba en presencia de un ángel. Ya había presenciado demasiados hechos que lo comprobaba y seguir negándolo era una pérdida de tiempo. Unos golpes en la puerta detuvieron su mareo mental. Observó el rostro de la chica que tampoco tenía idea de quien era. Retomó su curso a la puerta y la abrió.

    — Disculpe la molestia señor —dijo un hombre vestido de mesero con una bandeja entre sus manos, parecía ser un platillo—. Nos enteramos de su situación y vengo a ofrecerle esto —hizo una reverencia con la cabeza— como cortesía del hotel.

    — Esta bien. —Se hizo a un lado para dejarlo pasar.

    El hombre volvió a hacer la reverencia y entró al cuarto.

    — Buenas noches señorita —se detuvo a una distancia considerable de ella—. ¿Le gustaría algo de cenar?

    La castaña lo analizó con la mirada algo desconcertada.

    — S-sí.

    El hombre prosiguió por dejar la bandeja sobre el buró de la habitación. Se inclinó y abrió uno de los amplios cajones de este. Saco una pequeña mesa que servía para ponerla sobre la cama y se dirigió a la chica.

    — ¿Me permitiría? —Tenía la mesita entre sus manos y le dedico una sonrisa.

    — Claro. —Dijo ella con duda. No sabía que planeaba hacer.

    El joven colocó con delicadeza la mesita sobre el regazo de la castaña. Regresó al buró y tomó la bandeja para después dejarla sobre la mesita. Levantó la cubierta que ocultaba su platillo. Era una sopa humeante con piezas de pan alrededor, con su respectiva cuchara y botella de agua al tiempo.

    — Que lo disfrute, señorita. Todo lo que pida corre por cuenta de la casa —hizo otra reverencia—. Si desea algo más, no dude en llamarme. Con gusto se lo traeré.

    — Gracias. —Un leve sonrojo decoraba sus mejillas.

    El mesero se fue del cuarto sin antes hacer otra reverencia con la cabeza a Neji. La chica permanecía confundida por la gentileza de ese muchacho. Miró a su humeante platillo que olía exquisito y despertaba su apetito.

    — Neji, —fijo sus ojos en él— ¿no vas a cenar también?

    — No tengo hambre aun. Cena tú. —Contestó mientras regresaba hacia la ventana.

    La ángel miró a su platillo. Era bastante incitador, de verdad lo necesitaba. Sacó su mano de la seguridad de las colchas y la detuvo un momento antes de tomar la cuchara. Su mano estaba temblando levemente. Tragó saliva, esperando que no fuera un problema y agarró la cuchara. Seguía temblando. Entrecerró los ojos un poco, pensó que si la agarraba con fuerza dejaría de hacerlo y la sumergió en la sopa. Solo la levanto unos pocos centímetros del líquido y se dio cuenta que era inútil intentarlo. Tiraría todo antes de poderlo llevar a su boca. Regresó la cuchara a la sopa. Levantó la mirada para comprobar que su acompañante seguía en el mismo lugar, deseando que no hubiera notado lo que había pasado. Era demasiado tarde, estaba justo a un lado de ella observándola con cuidado.

    — ¡Ah! —Se puso nerviosa— y-yo… ¿Qué tal si está muy caliente? —Forzó una sonrisa. El Hyuga no pronunció ni una sola palabra. Estaba inexpresivo. Se sentó al borde de la cama y tomó la cuchara— ¡N-no es necesario! —Trato de detenerlo—. E-es mejor que esperemos a que se enfrié un poco, ¿no crees?

    — ¿Puedes hacerlo por ti misma? —Mantuvo su frialdad.

    Se quedó atolondrada por unos segundos y bajo la mirada. No podía mentir. Apretaba los labios intentando encontrar una mejor excusa. La cuchara estaba de nuevo en su visión, justo a la altura de su rostro. Ella la contempló con sus mejillas enrojecidas. De nuevo miró al empresario. Este seguía con la misma expresión en blanco.

    — Ya escuchaste a la doctora —cerró los ojos impacientándose—. Necesitas comer esto.

    Seguía apenada. Ver que el Hyuga estuviera haciendo eso por ella… aceleraba su corazón. Abrió la boca obedientemente y el joven le puso la cuchara en su boca delicadamente.
     
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  1. NualaCristal
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