Kuroki Fusatada Ni siquiera hubo tiempo, no hubo reflexiones ni más comentarios, todo lo que quise hacer pronto fue en vano, ya que me sentí debilitado, como si algo empezase a abandonar mis fuerzas a velocidad... Lo que antes simplemente era calma, de pronto era un agotamiento grave, el cual se aseveraba a velocidad. —Vamos... No puede ser tan grave—. Murmuré, haciendo de pronto un esfuerzo mucho mayor de la normal para desplazarme, aquello pareció que lo notaron los Shinigami y se lanzaron al ataque contra el último enemigo, por lo que eso me hizo bajar la guardia con agobio, definitivamente no me estaba sintiendo bien... Algo iba mal, muy mal. Empecé a ponerme pálido, y pronto terminé siendo sentado por Senkaku, del cual ni me dí cuenta de lo que sucedía, de pronto mi mente era difusa... Todo... Era difuso, era lejano, era... Desesperante. —N-No importa Sen... Debe... D-Debe haber... Debe haber un... Modo... Un... Un...—. Dije como pude, pero hasta yo sabía que estaba desvariando, dejé escapar aire a modo de la severa debilitación, no entendía nada, pero menos entendía este... giro de los acontecimientos. Volteé a ver cómo pude a mi padre, al verdadero, a Satou, más allá de mi estado, también debía percibirlo en mí... Una mirada de confusión como de... Dolor. Nada me dolía, pero me estaba muriendo, no hubo necesidad de ninguna gran batalla... De ninguna traición, de ninguna jugada magistral, de ninguna confrontación emocional, ni siquiera... De una guerra a gran escala. No fué Kawa, no fué Kato, no fué Taiki, no fué Kyogi, ni Gendo, ni Kuyo, ni Saizo o Takeda, tampoco Yuzuki, o Hideyoshi o Rengo o Kohaku... Nadie. No fue nada... Solo... Solo se necesitó de un momento incorrecto, en el lugar incorrecto. Solo porque confié en que esto sería... Una misión sencilla. No había odio en esos momentos, solo... Confusión. Y cuando menos me dí cuenta, caí dormido por última vez, sin poder hacer nada... Oscuridad... Eso era todo lo que podía percibir. ¿Al fin..? ¿Así era como todo terminaba? ¿Devorado por la oscuridad a la que tanto admiré al final? ¿Este sería mi descanso? ¿El final... De todo lo que había tramado para liberar a este maldito mundo? En verdad... ¿En verdad acabaría así? No sabía cómo, solo... Que di pasos, confundido, perdido, como de hecho decenas, o centenas, o quién sabe cuántos alrededor mío, una montaña, un río seco... No podía de pronto despertar así, no podía solo... Verme en esto de la nada. Todo lo que recordaba es que agonizaba, y ahora estaba aquí... Debía ser obvio. Estaba muerto. —Ah... Cómo... ¿Cómo pudo ser..? ¡¿Cómo pudo ser?!—. Exclamé sin esperar respuesta, tratando de mirarme, de sujetarme, podía tocarme pero, eso realmente no era lo importante, era el hecho que estaba muerto. Mierda, en verdad había muerto, y no podía caber de la impresión como del shock por eso. En verdad se había acabado para mí, había sido todo, mi historia... Había terminado. Antes de que pudiera continuar con mi colapso mental, una imponente voz habló, diciendo cómo salir; si es que era posible, todo por mis acciones en vida. Esto era por el Eclipse, ¿No es así? Por eso esa indicación tan rara. Tal vez por agobio, resignación o mero reflejo, no lo sabía, pero terminé por hacer lo que pude por prestar atención y... Dos, esos fueron todos los latidos que sentí... Solo dos. Gemí ente aturdido como dolido, respirando ahora de forma agitada y angustiada, no solo por ser aún incapaz de procesar esto, si no porque... Solo habían dos latidos, dos personas que aún pensaban en mí, al menos, hablando de los vivos. Después de todo lo que hice... De todo lo bueno y lo malo... ¿Solo dos..? —Vamos... Vamos, tienen que haber más, maldita sea... Tienen que haber más. ¿C-Como es posible?—. Pregunté de nuevo sin esperar respuesta, caminando con cierta urgencia, sollozante, esto ya no era agonía emocional... Era un grado que ya era incapaz de describir, incapaz de comprender, ahora definitivamente que nunca, el hecho de ver... el resultado de todo lo que había hecho en todos estos soles en vida, de todo el sacrificio, de la angustia, el dolor... Temblaba como si sintiera un frío asesino, y no lo hacía... Me fué inevitable, soltar sollozos ya producto de toda esa agonía, simplemente era incapaz de recuperarme, incapaz de mantener la calma, esto en verdad me superaba, no temía morir, si no justamente esto... Morir de una manera tan... Estúpida y fácil. Teniéndolo al fin todo... Todo para matarlos, para vengarme y teniendo el poder que tanto quería... ¿Y de pronto solo debía aceptar esto? No sabía cómo o a dónde iba, solo seguí de algún modo lo que una de esas palpitaciones me llevaba, y... Me arrepentí, no por el causante, si no por la sola energía tan... Chirriante, insoportable y discordante de esas voces, no entendía porqué, pero definitivamente me aplacaban con fuerza. —Ren... Rengo—. Murmuré al escuchar su voz y lo que dijo después, por lo que apreté los puños, aunque también me acabé llevando los mismos a los oídos, simplemente no soportaba esas voces que ni siquiera entendía. Seguí sollozando, soltando lágrimas, por lo que... Tal vez; por única vez en todo el tiempo desde que había decidido abandonar el clan que dije con sinceridad, aunque ni siquiera sabía ni me importaba si me escuchaba... —No esperaba que lo entendieran... No eso—. Dije como pude, con verdadero dolor, respondiendo muy tarde a las preguntas iniciales que me parecieron fueron del mismo Rengo, solo para ya no aguantar más y acabar por ir a donde fuese que me llevase el otro latido, a la otra persona que en verdad le importaba. —Solo quería acabar con esto... Aprovechando todo el daño que yo ya tenía encima, acabar con los corruptos, ser juzgado y ejecutado, pero conociendo antes mis razones, dejando el mensaje que por mucho que el líder fuese benevolente, no se podía jugar con ellos... Estaba dispuesto, completamente dispuesto a dar mi vida por ello, esa era mi jugada final, para mí... Sin Rengo, sin Kohaku, sin Yuzuki y sin Shiori como sin Kawa... Sin mi padre... El nuevo Japón no valía nada. Habría vivido de forma... Miserable. Y no quería irme sin antes haber pedido dejar al verdadero símbolo de la Esperanza para mí... Shiori. Agh, ¡¿Porqué?!—. Rugí veridicamente dolido, ya no soportaba en verdad este dolor, creí que no volvería a experimentarlo, creí que había conseguido enterrar mis emociones. Creí que ya era el guerrero que tanto había buscado ser. Terminé soltando un alarido de rabia como de impotencia, sin haber conseguido lo que buscaba, había caído en lo mismo que Masuyo... Había fallado antes de lograr nada. Y ahora estaba... En donde desde hacía tanto que debí estar, si Shiori no me hubiese salvado... Lloré con genuino dolor, ni siquiera sabía si ahora estaba arrepentido, si solo odiaba más, o ya directamente qué era lo que sentía ahora... Solo supe que, llegado a cierto punto, dí con alguien más, la voz de alguien familiar... Más voces que no entendía pero eran... Más tranquilas, mucho más a comparación. Era Gendo, sentenciando básicamente que... Su reino, su mundo... Todo por mí, sería capaz de darlo todo por mí, porque sabía que yo lo daría todo por él. Lo decía con tal seguridad... Con tal ímpetu que, aunque sabía de quien venía, aunque aún tenía clara mi previa intención... Dolió. Dolió tanto como las palabras de Kohaku en Shima. Volví a llorar pero en silencio, la agonía emocional era extrema, no necesitaba escuchar más, era evidente, ese hombre... Tal como le había dicho a Matahachi, me lo daba todo, me era tan honesto, me era tan leal y yo conspirando en su contra... Dandome todo desde el primer momento, tal como creí que había sido con los Minamoto. Ni siquiera importaba que actuase a sus espaldas, él seguía confiando al grado de decir que jamás me traicionaria. Y ahí en verdad me dolió. —¿En qué momento... Haber solo sido un chico y un humano me hizo perderme tanto..?—. Murmuré como pude cuando por fin podía hablar, refiriéndome a mi confrontación con Taiki, donde básicamente perdí el control, sí, por ser utilizado, pero por sobretodo ver cómo mataba lo que para mí, había sido no solo a una amiga en extremo importante, si no haber tomado la promesa que nos hicimos... Mi furia no fué la adecuada... Aún así... ¿Acaso yo en verdad estaba completamente mal? ¿Haberme... Dejado llevar por todo lo que ya venía cargando? Me terminé quedando unos momentos ahí, arrodillado, con las manos en la cabeza, tembloroso y sollozante, mientras los recuerdos y las voces de Rengo como de Gendo me invadían, casi como si de algún modo lo que fuera que sucediera aquí me dijera que tomara una decisión, o eso quería creer, porque, aún así, era como si algo más estuviese ahí que no me permitía pensar ni decidir, solo... Solo estaba ahí. —Al final... Es como si siempre hubiese pertenecido a los Mori. ¿Es eso? ¿Que lo acepte? Nadie más que ellos me quieren de vuelta. Nadie... Nadie, nadie. Ni siquiera Kawa... ¡¡NADIE!!—. Exclamé, con agobio y rabia, genuinamente sin creerme que en todo este tiempo tuve razón... Nadie me iba a tener piedad, nadie me extrañaría, nadie se preguntaría nada. Rengo... Gendo... Satou... Eran los únicos. Siempre tuve razón, nadie me extrañaba, no había servido de nada lo que había hecho antes de abandonar, nunca hubieron amigos, nunca hubieron favores... Nunca hubo nada. —Esperanza... Siempre hay esperanza... Siempre hay... Una luz... Una luz al final del túnel—. Dije como pude, mientras a la par recordaba las palabras de Rengo en Nagoya, la primera vez que Kyogi había muerto, mientras yo estaba sollozante, y sacaba fuerzas de milagro para ponerme de pié, comenzando a avanzar, sin rumbo, solo... Solo dejándome llevar. Ya no me importaba, solo quería salir de ahí. >>No importa la guerra... No importa la sangre, la muerte, la traición. Siempre hay un porqué, siempre hay un final, siempre habrá esperanza de que el día de mañana sea diferente, porque cada día se renace—. Continué desvariando, llorando con dolor como de impotencia, simplemente no podía salir ya de ese ciclo. >>No importa lo que fuiste, no importa lo que seas, no importan tus intenciones, siempre puede haber luz al final, siempre puede haber redención. Siempre puede haber un juicio, se puede lograr, siempre hay un porqué, solo... Debes tener fe—. Continué desvariando, caminando, sollozando. >>Lucharé por ello, ser la Esperanza, demostrar que se puede... Que... Se puede... —y me detuve en mi habla, dándome cuenta en mi desvarío. ¿Porqué... Me seguía molestando en mantener vivo ya ese agónico pensar? Yo buscaba con los Shinigami purgar a las malas, haciendo un genocidio si era preciso, estaba harto de hablar porque ya había visto que ya no servía. Pero... Ahora con esto, con la clara muestra de que nadie salvo dos personas me esperaban ver de nuevo, en pleno fallecimiento, donde la verdad absoluta era lo único que había... ¿Porqué..? ¿Porqué desvariaba ante algo como eso? ¿Porqué me seguía molestando en pensar mantener vivo una postura del que ya había renunciado a su mayoría? ¿Porqué no solo..? —Lo mato... Solo... Lo mato. Mato la Esperanza, mato lo que quería ser desde el inicio... Después de todo, nadie lo echa de menos—. Murmuré como último, ya no solo vacío, si no definitivamente ido, como si esa minúscula posibilidad de que... De algún modo, algún milagro se presentase y todo cambiase, aunque fuese en el último segundo. Ahora... Simplemente no había nada ya. No había Kuroki... No ese Kuroki. Y había llegado a esa conclusión, porque también recordé las palabras de Gendo en Kioto, cuando recién se había convertido en Emperador. —Usar... Lo que aprendí... Usarlo... Usarlo—. Murmuré, mientras seguía caminando, habiendo dejado ir de una buena vez y de forma definitiva esa Esperanza, del que inclusive sin darme cuenta ahí seguía a pesar de todo, hacerlo fué como si de haberme librado de un peso se tratase. —Eres como yo... No le temes al fuego... No le... Temes—. Murmuré aún repitiendo lo que me había dicho Gendo. >>Si no puedo... Ser la Esperanza... Entonces... Entonces seré el Fuego—. Añadí, aún caminando, incluso extendiendo la mano a la aparente nada, no sabía qué tan cerca estaba o no, ambas voces eran fuertes por igual, tío y sobrino... Y yo solo seguía caminando. —Debo... Volver... Aún... Aún puedo hablar... Aún puedo volver... Y debo... Debo ser el Fuego... Debo ser el Fuego. DEBO SER EL FUEGO De pronto todo había sido silencio... Por fin solo silencio, aunque, la expresión de shock no me fué ajena, no solo por la persona que lo acabó mostrando, viendo un rostro de absoluta sorpresa como nunca, si no... Porque en verdad lo había logrado, había regresado. Miré alrededor, debía estar de regreso en Kioto, aunque evidentemente yo me sentía distinto, muy distinto, y no solo por mi actual aspecto, si no por mucho más, aunque... Ver cómo Gendo extendía sus brazos hacia mi, me caló. —Padre—. Dije, con un dolor verídico, ya no habían actuaciones, ya no habían dudas o juegos... Para mí, este hombre eran de los muy pocos quiénes en verdad creían en mí a día de hoy. Y eso seguía calando demasiado... Y ya estaba harto de seguir sufriendo de nuevo. A pesar de su sinceridad, no fui capaz de mantenerle la mirada, no por miedo, después de todo ya estaba yo muerto, pero... La verdadera razón por la que no pude mantenerle la mirada fue porque simple y llanamente yo tampoco me lo perdonaba, me miré las traslúcidas manos, las cuales acabé apretando con impotencia, debía yo estar aquí, en físico... No como un inútil yurei sin más. Verlo intentar tomarme el hombro me sacó de mi breve rabieta, y lo miré ahora con pena y dolor, a lo que cerré los ojos mientras soltaba un par de lágrimas, las cuales ni siquiera tocaron el suelo. —Senkaku—. Solté sin titubeos, sin dudas ni cuestiones morales o emocionales, lo que antes debió ser un poco de reflexión, ahora solo había odio. Y no solo ante la situación, si no ante todo, incluso me odiaba a mi mismo, por mi inutilidad de haber esquivado, por no haber previsto el ataque. Por todo... Simplemente me odiaba como jamás me creí capaz. >>Ni siquiera fué Rengo, solo Senkaku. Anzai quería deshacerse de unas personas en Gifu, pero Senkaku me insistió en que valdría la pena ir entre todos, a pesar de que era una terrible idea pues era desviarnos de nuestra misión, aún así fuimos, y uno de esos sujetos usó algún veneno en mi contra, uno que me terminó matando a velocidad y... Aquí estoy—. Dije también con honestidad, ¿Para qué seguía dando vueltas? ¿Para qué mentirnos? Era su culpa, y no pretendía defender ya a nadie, ni buscar términos medios, ahora entendía también porqué mi padre había vuelto tan cambiado... En ese plano... Simplemente no habían mentiras. >>Pude matar a los que buscábamos, incluyendo a mi asesino. Aún así... No eres el único que se siente así de impotente padre, yo... Maldita sea, lo tenía todo, estaba preparado, de verdad lo estaba y ahora esto, todo por un estúpido veneno y propuesta. Y yo que anhelaba romper con ese ciclo para con tus discípulos—. Añadí con frustración, incluso soltando un quejido por lo mismo, quería seguir hablando pero me era imposible, tenía una amalgama de emociones muy intensa y aún así me negaba a solo quedarme así pero... ¿Y ahora qué? Solo me quedaba aceptarlo, ¿No? Aún si lo odiaba. —Padre... Me siento tan... Inútil ahora—. Dije como último, llevándome la mano derecha a la frente, deseaba tanto solo desquitar por una vez esta frustración... Y no podría hacerlo por mucho que lo deseara.
Habitación Imperial [Gendo] [Yurei: Kuroki] Gendo escuchó el culpable con claridad; su mirada de preocupación se tornó en un odio visceral. Para él era sencillo que se mantuvieran en el plan de Kuyo; con la caja de música hubiera tenido la ventaja contra un Rengo abandonado y perdido. ¿Para qué desviarse? —No, Kuro. Eres lo más alejado a un ser inútil —dijo sin titubear; no eran palabras para suavizar un evento tan irremediable, había seguridad en esas palabras. Gendo avanzó a la puerta de entra; la abrió y gritó a todo pulmón por Saizo, después regresó con Kuroki. —Este eclipse que creaste nos da una segunda oportunidad que creía perdida — inició Gendo — No llores —negó — Esas lágrimas deben convertirse en tu odio. No sólo por Senkaku; por todos los que se burlaron de ti; los que te utilizaron; los que no supieron apreciarte como yo lo hago. Desenvainó a Konton, el fuego danzó por todo el sable — El odio es subestimado como un arma; pero el odio formó al demonio carmesí; el odio creó este eclipse; el odio mató a Amaterasu, todo lo más sorprendente que has hecho ha sido por odio —envainó a Konton, apagando el fuego de golpe; dominándolo — Ser un espíritu en agonía no te va a servir de nada, seguirme como Sota lo hacía con la katana de Hiro, sin hacer daño alguno; eso es una pérdida de tiempo, una falta de ambición —señaló a Kuroki —Tú eres diferente a cualquiera de mis alumnos, toma ese veneno y conviértelo en el combustible de tu poder; los gobernantes tendrán honor, los samurai tendrán coraje, los poetas tendrán corazón; pero nosotros no somos ellos, lo único que somos es ira. Comenzó a reírse a carcajadas —¿Crees que yo busco mandar en un mundo lleno de débiles? ¡ANIQUILARÉ A CADA ENCLENQUE QUE CREA QUE LA COMPASIÓN ES EL CAMINO! —miró a Kuroki —Y cuándo tengamos un Japón lleno de verdaderos guerreros, avanzaremos en barcos y seguiremos exterminando. Ese es el mundo que merecemos. Señaló las paredes de la habitación sin dejar de reírse — Deja que todo se derrumbe; todo esto es insignificante. No quiero castillos; no quiero riquezas; ¡Quiero poder absoluto! "Entonces, lo que anhelas no es poder; estás en búsqueda de fuerza. El poder somete, el tener poder afecta a los demás; en cambio la fuerza es de uno mismo; no necesitas de nada mas que tu voluntad para alcanzarla. Para obtener poder debes derrocar a las personas que están sobre de ti; para obtener más fuerza, sólo necesitas derrotar al "yo" del ayer" Las palabras de Benkei en Nagoya resonaron como un último intento de salvación. ¿Pero qué sabía aquel monje guerrero? "Sé amable, sé honrado, sé honesto" —El odio es tu verdadero rostro; deja de destruirte por dentro tratando de ser algo que no eres; por eso estás llorando, estás peleando contra lo que debe morir en tu espíritu. ¡Sé cruel; sé despiadado; sé temido! El temor somete a los débiles, nadie pelea contra el que teme; y el temor se crea con el odio. El viejo mundo está muriendo. El nuevo mundo está luchando por nacer; ahora es el tiempo de los demonios —dijo mirando a Kuroki — El alma cruda aun es vida; tendrían que destruir tu alma para eliminarte para toda la eternidad, caer en el abismo de la tristeza te hará inofensivo; pero si abrazas al odio te hará temido. Volvió a reírse mientras escuchaba pasos acercarse a su habitación. —Y cuando te levantes de las cenizas dónde todos te dejaron, no te disculpes por convertirte en el fuego que termine abrasándolos. La puerta se deslizó interrumpiéndolos; era Saizo y junto a él... —Y terminaste entrometiéndote ¿Eh? Contenido oculto Contenido oculto Gigavehl
. . . Las palabras iniciales de Gendo me tomaron genuinamente desprevenido, por lo que volteé a verlo con confusión, no solo porque no fuese para aliviar algo tan grave como mi muerte, si no porque... Lo dijo con una seguridad tal que me hicieron pensar que había algo de lo que inclusive yo desconocía, como si supiera perfectamente que algo faltaba para dar con justamente algo tan... Importante ahora. Miré a Gendo, relajando la postura mientras seguía ahora sollozante, simplemente no podía controlarme, todo lo que me sucedía era honesto como era agonizante para mí, y después el hombre procedió a llamar a Saizo, algo que me dejó todavía más confundido... ¿En qué ayudaría él? La respuesta para eso demoraría un poco, porque antes, Gendo volvió conmigo, desenvainando a Konton para hacerlo prender en llamas en el acto, usándolo como metáfora del odio, y dedicándome un discurso tal del mismo que... No pude más que quedarme a verlo sorprendido, pero no por lo que decía, si no por el simple hecho de que estaba... Entendiendo tan bien por una vez todo lo que decía que... Era como si en su actitud y en sus palabras al fin pudiera escuchar lo que quería oír, o mejor dicho... Lo que necesitaba oír. Lo que llegó antes... De todo lo que necesitaba... Solo era una última afirmación del odio. Era verdad... Ahora mismo en verdad odiaba a los que me habían dado la espalda, todos de los que pensé que eran amigos míos o como mínimo que tendrían en cuenta que me debían una... No había nadie, ellos fueron los que me traicionaron a mí, de varias personas quienes en verdad consideré importantes, ahora solo sentía odio, un odio visceral en su contra, incluso si ese hombre y los suyos quienes me mataron no había nada mas que odio, por haberme alejado de lo que ya estaba a punto de ejecutar y empezar el verdadero cambio. Los Zorros que me usaron, Taiki... Incluso Matahachi a quién cedería a conciencia que me usara, tampoco le importaba, y los demás solo me quisieron usar, y también era cierto... El único que en verdad me tenía aprecio, era el mismísimo Gendo Mori. Miré al hombre, envainando la katana, mientras insistía con vehemencia que el odio no solo era una emoción poderosa, si no que directamente, era lo que era yo en verdad... Odio, ese era mi verdadero motivante, y lo que tenía que hacer, era terminar de reconocerlo y aceptarlo ya no solo como parte de mí, si no directamente como una extensión, algo básicamente crucial en mi persona. Tenía... Que aceptar el Odio... Como hacía poco aún aceptaba la Esperanza en mí. Volví a temblar, no por miedo, si no precisamente por todo lo que Gendo decía, por las metáforas, las obviedades y lo que sucedía, y me doliese o no, tenía razón... Desde Shima... Que todo era Odio. ... No... Mejor dicho... Desde Osaka, Yao... ¿Porqué me había negado tanto en aceptarlo? ¿En notarlo? Las palabras de Benkei resonaron en mi mente, casi como una inconsciente respuesta ante mi duda, y lo entendí... Había sido yo un imbécil por última vez... Fuí un imbécil por confiar, por creer, por sentir esperanza. Fuí un imbécil por ser lo suficientemente inocente en creer que la gente merecía una segunda oportunidad, que todos podrían redimir sus errores. Fuí un imbécil por el simple hecho de querer encarnar algo en una situación que era simplemente imposible de encarnar... Una Luz en medio de una aplastante Oscuridad. Una Esperanza en medio de la crudeza de la Guerra. No debía ser la Luz de la esperanza, en cambio... Debí ser la Luz del fuego, ya que el mismo también es capaz de purificar, debí luchar por la justicia y la libertad de las vidas y las almas por medio de la absoluta violencia que de por sí rebosa en una guerra, debí ser la salvación por medio del Karma, como quién es capaz de tratar enfermedades, plagas... Maldad. "¿Qué hay más puro que el color blanco?" Recordé las palabras de mi padre... Y tenían tanta razón. Aún debería poder hacer algo al respecto, seguía sin entender cómo, pero debería poder. Fuerza la tuve... Pero tenían razón... Necesitaba poder. Someter a los verdaderos traidores, eso era lo único que deseaba en realidad. Cebarme con esos pensamientos me alejaron de intuir por dónde quería o entendía que quería ir realmente Gendo, y al terminar de escuchar lo que dijo, dejé escapar un grito de rabia, a la par que alzaba los puños a nivel del rostro para poco después caer de rodillas, no por derrota... Al menos, no porque me rindiera. Tal como había dicho Benkei... Tenía que derrotar a mi "yo" pasado. El pasado es el pasado... Lo hecho, hecho estaba. Si nadie se detendría por mí, entonces yo tampoco tenía motivos de detenerme por nadie. Era hora de en verdad dejarme corroer por toda esa furia, hacerla arder para que me consumiera... Y renacer como alguien completamente nuevo. Kuroki Siempre recordaba el otro significado que le había visto Rengo en su día... Si tan solo... Lo hubiera entendido y aceptado como era... Seguramente me habría ahorrado de tanto dolor. La voz que se presentó después me hizo reconocerla de inmediato... ¿Cómo olvidarlo? Lo que en su día había sido horror y furia, ahora... Solo era gracia. ¿En verdad ella tenía la capacidad de nunca morir acaso? —Me lo dijiste en Chiryu... Soy un entrometido, no debería sorprenderte, Kyogi—. Dije después de reir con genuina gracia ante su comentario, comprendiendo el tono y la razón por la que lo decía. En esos momentos tenía la mirada gacha, pero de nuevo, no era precisamente por derrota, era más bien porque, casi como si de genuinamente un cambio se tratase, como si haberme dejado vencer para hacer justamente ese último cambio que hacía falta, me fui poniendo de pié de nuevo, sintiéndome veridicamente renovado. "Destruye lo que más ama; puede que caiga en el abismo del olvido o renazca como demonio, y cuando adquiere la mirada de un demonio, será capaz de derrotar al otro; así su sangre trasciende, el legado sigue" Las palabras de Kaito Harima... En voz de Gendo Mori llegaron a mi mente una vez más, a la par que me prometia que sería la última vez que me arrodillaria ante nadie. El odio por ver masacrada a mi gente... El odio por ser utilizado... El odio por ser traicionado y abandonado. Tenían tanta razón, y yo negandome a ser adoctrinado por ello. Ahora no tenía motivos de contenerme, después de todo, ya estaba muerto. Cuando alcé la mirada, simplemente ya no era el mismo, mis ojos lo decían todo, tenían el mismo tinte como cuando Gendo me enseñó su Escuela, eran Fuego mismo... Todo carecía de valor alguno ya... Incluso este lugar, ahora entendía perfectamente a lo que se refería Gendo. ¿Para qué quiere alguien recibir arte, honor, amor o cualquier cosa emocional o material? Eso solo te distrae, limita el poder de uno, furia, eso era lo que debía predominar en este mundo. Incluso nosotros los Humanos, seguíamos siendo animales, y al final del día... Nadie lo dice, pero es obvio. En una guerra... Gana el más fuerte de todos. —Al fin lo entiendo en su totalidad, padre... Gracias, jamás lo habría logrado sin ti—. Sentencié con frialdad, a la par que sonreía con calma, pero con un tinte idéntico a él. Podía sentirlo, cómo lo único que ahora quería, era ver todo siendo consumido por nadamas ni nadamenos que el fuego mismo. Purificarlo todo... Y el odio como la furia serían las únicas formas de sentenciar mi voluntad, la forma de destruir a cualquier necio. Nada me ata ya... No tenía porqué preocuparme ya por eso.
Habitación Imperial [Gendo] [Yurei: Kuroki] Kyogi lo escuchó reírse y sonrió, era irónico que ahora ambos estuvieran allí, como aliados. —Hay ventajas en el odio —agregó Kyogi — Que Giotai utilizara mis reservas ha complicado un poco las cosas —Kyogi hablaba con Kuroki directamente, se acercó a él — Me dijo Gendo que te vio con unos entes, no supo explicarlos pero yo sé perfectamente que son. Seguramente Giotai siguió instrucciones de tu padre; obviamente el querría que los Fusatada usaran cuerpos Fusatada —Se sentó frente a él con las piernas en loto, cómo si estuviera contando una historia trivial. —Obligué a Kawa a mirar como arrastrábamos esos cuerpos ¿Sabes? — dijo mirando a Kuroki — Si Shiori no hubiera cambiado de corazón, seguro estarías entre ellos, con este cabello —dijo alejando un mechón de la frente de Kuroki, ella estaba en el mismo plano que él. —Un katashiro; pero en humano en lugar de papel —soltó una carcajada —Fue algo que se me ocurrió cuando aprendía del shugendo, los que su energía espiritual es luminosa pueden crear katashiro que son muñecos de papel en forma de persona. Son sustitutos para alguien; específicamente son usados como sustitución para una persona durante un ritual de purificación. Las maldiciones y mala fortuna de la persona son transferidos al katashiro; estos después son descartados en un río o cualquier cuerpo de agua, así, llevándose la maldad con ellos —sonrió —Al poseer energía oscura, yo no podía crear katashiro, eso me frustró tanto que busqué la manera de hacerlos — puso su dedo índice en el pecho de Kuroki. —Son katashiro perfectos, personas cómo tú — dijo para después alejarse ligeramente; Kyogi no sentía miedo por Kuroki, tampoco despreció; sólo sentía curiosidad. Esa misma curiosidad que Kuroki sentía ante lo espiritual — Tu padre siempre escapó de mi; a pesar de que lo maldije, a pesar de tantas cosas — miró a Gendo — Esos entes ahora son shinigamis por culpa de Satou y Giotai; pero eran mis receptáculos, mi manera de alcanzar la inmortalidad brincando de cuerpo en cuerpo. Los cuidé todo ese tiempo, manteniéndolos hidratados con la energía de Seiryu, y ahora fueron desaprovechados para crear shinigami que se rompen lentamente —Kiogi miró a Kuroki nuevamente — Tú y tu padre, siempre entrometiéndose. Saizo intentó interponerse entre ella y Kuroki sin poder hacer mucho ante el estado antimateria en el que ambos se encontraban; pero Kyogi entendió alejándose mientras miraba a Saizo — No me dejan muchas opciones cariño —dijo ante Saizo para después volver a mirar a Kuroki — El odio puede devolvernos a este plano; pero lo haría como espíritu vengativo, uno lleno de ira. Pero si esa ira se extrapola; podríamos convertirnos en poderosos yokai —volvió a reír — ¿Qué dices, Kuro-kun? —Kyogi le extendió su mano — Has traído este eclipse gracias a mis planes que dejé con la estúpida de Yoko; y gracias a ello, podemos ser eternos. Puedo traerte de nuevo, si me dejas. Poseyendo a alguien, siendo un espíritu vengativo o transformarte en yokai. Gendo era un hombre temible; imponente y fuerte. En cambio, su hermana Kyogi parecía mucho más delicada e inofensiva; pero era más calculadora, demostrando una obsesión por una inmortalidad que ahora parecía tangible. Ya lo había obtenido con la ayuda de Kusanagi, y ahora lo prometía de tres maneras. Kyogi limpió el rostro de Kuroki —Dediqué toda mi existencia al estudio de la vida y la muerte; despisté a los mismísimos artistas del engaño como Murai; utilicé la inteligencia de Satou; me escudé de la fuerza de mi hermano, Gendo; a su vez me colgué de la paciencia de mi amado Saizo —pausó para mandarle un beso a su esposo y después volver a mirar Kuroki — manipulé a Kato para tener un hijo conmigo; mandé al abismo de la locura a Hana; engañé al protector de Rengo, Itami; entrené a tu hermana Kawa para que ella hiciera el trabajo del onmyodo que yo no podía utilizar. Utilicé a Natsu y forcé a un Dios a prestarme su fuerza con ayuda de shi —tocó rápidamente la punta de la nariz de Kuroki y retiró el tacto casi de inmediato, de una manera juguetona pero a su vez demostrando su poderío — Tu has sido el único que me quitó algo que necesitaba. Me quitaste a mi hijo, lo alejaste de mí —negó — Pudiste detenerme, y si lograste ese objetivo. Imagina todo lo que lograrías con la fuerza de un yokai. Un simple espíritu vengativo solo serás un fastidio como el demonio carmesí —tomó a Kuroki del hombro, sus largas uñas como garras de harpía lo rodearon — Pero imagina arrancarle a alguien a quién más quiere; tomando posesión de un cuerpo conocido, utilizando su fuerza. Kuro-kun tú y yo estamos aquí ahora, y no puede ser sólo una simple coincidencia. Esa mujer; la que había estado allí desde el principio. Esa mujer era el verdadero terror disfrazado; una psicópata oculta tras la palabra ciencia y conocimiento. Era la mujer más cruel y manipuladora de todo Japón, la mujer que ha escapado de la muerte. —Descubramos todo lo que la muerte puede ofrecernos —dijo mirando a Saizo y después a Gendo sonriéndoles; después volvió a la mirada de Kuroki—Se poderoso junto a nosotros; Kuro-kun —le extendió su mano —Seamos eternidad. Contenido oculto Gigavehl
Kuroki Fusatada Acabé centrando mi atención en Kyogi mientras la escuchaba relatar básicamente las ventajas del odio, así como... Lo que ella entendía de mis Shinigami, cosa que no me sorprendía, era de las pocas personas que intuía reconocerían fácilmente de lo que se trataba. Me dejé hacer por la sencilla razón de que no le veía el caso ser hostil con nada, después de todo, ya estaba muerto, y aunque en el fondo solo quería desahogar el odio contra todo y todos, al menos aún conservaba cierto control para no hacerlo de un modo desbocado sin más. Continué escuchando, enarcando una ceja al verla decir lo de Shiori, ¿Entonces yo pude haber sido un Shinigami? No... Parecía querer ir por otro lado. La respuesta de aquello vino en forma de unos tales "katashiro" que en resumidas cuentas parecía ser lo que quería hacer mi padre conmigo al marchar hacia el combate contra los impuros, sin embargo, en esta ocasión de un modo más tranquilo y hasta inofensivo, pero ella quería hacer algo similar... ¿Para qué? Me terminó señalando, tocando mi pecho mientras mencionaba que yo habría sido un katashiro perfecto... Algo que me hizo reflexionar, muñecos de papel... Cambiado a personas... Espera. Terminé abriendo ligeramente la boca al ir entendiendo poco a poco mientras Kyogi continuaba hablando, no solo mencionando su plan original para con los cadáveres Fusatada... Si no también con el tema de la inmortalidad. Entonces... Ella... ¿Quería acaso provocar el Eclipse solo para alcanzar la eternidad así como acabar con la otra parte de la energía espiritual? ¿La luminosa? Básicamente, era quedarselo con todo, sin que hubiese nadie que le hiciera frente ni la tomara por sorpresa en cuestión de energía oscura... A pesar de haber captado su comentario final con acabar entrometiendonos, Saizo se adelantó, aunque claro, eso seguía sin impedir nada al final, pero Kyogi entendió, y siguió hablando... Llegando a una parte que ya estaba entendiendo con Gendo, aunque la ola de dolor y odio me habían distraído. Ahora expresé genuina sorpresa, ella... Ella no solo quería aprovechar mis acciones al haber realizado los pasos finales de su plan con respecto al Eclipse, si no que encima de algún modo me quería... Con ella, ofreciendome la posibilidad de inclusive transformarme en un yokai si es que se lo permitía. Miré un momento a Gendo, y volví la vista hacia Kyogi, aún manteniendo la sorpresa, mientras... Reflexionaba al respecto. Una vez más recordé mi viaje... Las motivaciones originales, lo que creí haber aprendido de Benkei, de Takeda y de demás personas... Y lo que ahora me terminaba quedando... Volví a apretar los puños con fuerza, y también lo que el mismo Kohaku me dijo aquí mismo en Kioto referente a las palabras de Gendo... Sobre escuchar lo que quería. En esos momentos... No era así, mi plan y conspiración seguían en pié pero... Ahora, hoy mismo, todo era tan radicalmente diferente, tanto, que genuinamente no me importaban las consecuencias de esto, ni siquiera lo que implicaba elegir algo tan serio como ser un yokai. Ahora... En lo único que pensaba, era en ver cómo este mundo se pudría por consecuencia de sus acciones tan hipócritas para con los demás. Si... Genuinamente solo había odio y ganas de hacer arder al mundo entero. Y ahora sí escuchaba lo que quería escuchar, aún si provenía de la misma Kyogi, aún si ella misma dejaba en evidencia que era la verdadera manipuladora de todo esto... Simplemente no me importaba, todo lo que quería, era sangre... Humanos, Shijin, yokai, kitsune, kamis... No me importaba la fuente, solo quería arrasar con todos mis enemigos y aquél que se atreviese a obstaculizarme. La seguí escuchando, señalando de sobra no solo lo que se podría lograr en conjunto, si no... Lo que inclusive individualmente podríamos lograr... Todo gracias a la muerte de Amaterasu. Lo podía ver... No necesitaba siquiera preguntarle porqué me incluía tanto en querer convertirme en algo más, lo hacía como un discreto reconocimiento de la victoria que alcancé a darle sobre ella, por haberle alejado a Rengo de ella... Sí, podría tener algo más por detrás... ¿Pero sinceramente? No me importaba en lo más mínimo. Nada me importaba ya como antes, todo lo que veía ahora, eran aliados para la causa de destrucción. Y por fin... Me sentía muy bien y pleno con ello. Escuché sus palabras finales, vi su mano extendida hacia mi... Y acabé riendo con placer, asintiendo, ¿Consecuencias? ¿Precio? ¿Traición? Al carajo con todo eso... —Seamos eternidad, tráeme de vuelta, Kyogi... Convierteme en un yokai si es preciso, todo lo que deseo ahora... Es ver a los estorbos desaparecer de una buena vez de nuestro camino. No habrá santuario destruido a reconstruir bajo un nuevo dios... Si no un mundo que conocerá lo que es en verdad el poder encarnado, la dominación verdadera—. Dije, haciendo referencia a lo que ella me dijo en Chiryu referente a ese santuario tan arrumbado, con un tono de voz que expresaba el odio como la éxtasis por solo imaginar tener por fin al alcance lo que tanto me había obsesionado sin darme cuenta... No solo Poder... Si no Energía... Un sentido de cumplir con algo magistral. ¿Y qué mejor que un yokai respaldando algo tan caótico? Acabé estrechando su mano, con firmeza, manteniendo aquella peculiar sonrisa, tener al fin al alcance todo esto... ¿Porqué tendría que desaprovecharlo? Al final de cuentas, no tenía motivos de anclarme a nada ya.
Habitación Imperial [Gendo; Saizo] [Yurei: Kuroki; Kyogi] Kyogi tomó la mano de Kuroki y sonrió —Hagamos crecer ese odio —dijo desviando su vista hacia Saizo, quién entendió al instante. Saizo salió unos momentos de la habitación y no tardó en ingresar Kuyo. Kyogi miró a Kuyo con confusión; soltó la mano de Kuroki y se dirigió a Kuyo —¿Dónde está Senkaku? —preguntó con una aparente calma aunque su mirada de odio decía lo contrario; Kyogi estaba molesta. Kuyo miró a Kyogi sin temor alguno —Murió. Me encargué de ello. Gendo inmediatamente desenvainó a Konton y atacó a Kuyo quién bloqueó con facilidad usando la saya de su katana; él estaba esperando el ataque de Gendo, era un hombre previsible. Empujó a Gendo y volvió a acomodar su katana en el obi con la misma calma con la que siempre se comportaba. —¿¡Cuál es tu explicación para tomar esa decisión!?— Le recriminó Saizo sosteniendo el hombro de Gendo para que este se tranquilizara. —Fue un Sawayama quién cometió el crimen; yo soy su líder. Soy yo quien decide el castigo. Ninguno de ustedes tiene ese poder sobre la sangre de los míos— Kuyo miró a su público con indiferencia. Saizo soltó el hombro de Gendo, sintiendo la misma furia que él. —¿Entonces tú asumirás el castigo por los tuyos?— interrogó Kyogi apretando sus puños. —El castigo fue ejecutado, ¿Planeas matarme a mí por hacer justicia en mi propio clan? — respondió Kuyo cruzándose de brazos, llevando uno al interior de su manga. —Tú clan...— Gendo comenzó a reírse — Tuviste suerte de que el patriarca de los Sawayama te tuviera aprecio y te aceptara como el próximo líder. —¿Suerte? — Kuyo sonrió — Sé que no conoces la palabra lealtad; pero no la compares con mera suerte. —Kuyo dio un paso al frente — Senkaku cometió un error, habló de más y arruinó mis planes; no los tuyos. Lo castigue con un veneno pero no sin que antes consumiera un placebo, se ha ido sin un ápice de dolor. Esa fue mi decisión. —Asesinó al alumno de tu Emperador; el castigo le correspondía a Gendo — reclamó Kyogi. Kuyo miró a Kuroki — Kuroki estaba al mando de esa misión. Su fallo recae en su ineptitud. —Fue tu error, tú no enviaste con ellos anti venenos —reclamó Saizo. Kuyo sonrió — Envié lo que debía haber enviado; ahora hemos perdido la caja de música y esos shinigami andan sueltos. — sentenció — Kuroki y Senkaku no iba a enfrentarse a ningún herborista. ¿Por qué debía darles algo que no necesitaban? —miró a Kyogi — querían sentenciar a Senkaku, seguramente torturándolo. Si el verdadero y único culpable fue Kuroki, sólo demostró que no estaba listo para ser un líder. Es un niño que no sabe nada — miró a Gendo — Y niños como esos, crecen siendo un peligro. Gendo era muy denso como para entender aquel golpe bajo que Kuyo le había dado. Pero Kyogi era otra madera. —Bien, entonces experimentaré contigo en lugar de con Senkaku —dijo Kyogi mirando a Saizo para que él lograra someterlo; obligándolo a arrodillarse ante ella. Kuyo no pudo hacer nada ante la fuerza de Saizo; pero no mostró miedo o preocupación; ni siquiera dolor ante Saizo quién quebró su hombro para lograr someterlo; Saizo se colocó detrás de él y sujetó el cabello de Kuyo por la coronilla para obligarlo a mirar a Kyogi desde su posición de sumisión —Te volveré la primera víctima de Kuroki. Kyogi miró a Kuroki y llevó su mano espectral hacia su corazón; las palabras de Kuyo ya habían tocado las fibras sensibles de Kuroki, el odio ya estaba acumulado y se mezclaba con el de los presentes en esa sala. Parecía que Kyogi había comprimido el corazón hasta explotarlo. Honor; amistad; bondad... Ya no quedaba nada positivo; el miasma había rodeado el espíritu de Kuroki, el ser humano había muerto por completo; sólo el odio renació en aquel yokai. Contenido oculto Un yokai con apariencia de zorro; los que tanto se burlaron de él; los que parecían esconderle secretos y frustraciones a su familia y amigos. Había tomado la forma de los yokai que usaron a los Fusatada. Pero al igual que su padre; él también los usaría a ellos. Ya nadie iba a burlarse de él. Kuyo sonrió —Los Mori, cometiendo error tras error. Fuerza, es lo único que conocen —Kuyo cerró los ojos —Asumen que no conocía la naturaleza de sus mentes en tribulación, el ruido nunca los deja escuchar — Kuyo ya había dejado el frasco que había sacado de su manga en su mano; iba a beber el contenido pero aquel yokai fue más rápido a pesar de la habilidad de Kuyo. Con sus propias manos atravesó el cuerpo del líder de los Sawayama; una herida de muerte. Pero parecía que Kuyo no sentía dolor. En lo absoluto. —La muerte no es el enemigo; el verdadero enemigo es vivir encadenado al miedo. Miro a la muerte a los ojos; soy libre al no aferrarme. He vivido sin miedo y encuentro la paz— abrió los ojos y miró a lo que alguna vez fue Kuroki —Te compadezco; has hundido el barco sin saber que una parte importante de ti iba a bordo. Kuyo cayó de bruces; muerto. Manchando con su sangre el tatami del Emperador. Kyogi comenzó a reírse, emocionada de ver en lo que Kuroki se había convertido; nuevamente tangible. Ahora superaba la fuerza que antes tenía, y poseía esa energía que tenía que aprender a controlar. —Bienvenido nuevamente; hijo mío —respondió Gendo. Contenido oculto Gigavehl
Kuroki Nada importaba más... Nada valía más... Nada como... Querer arrasar con todo. Era lo único en lo que podía pensar, lo único que me volvía a hacer sentir vivo, lo único que tenía sentido para mí. Lo que todo el tiempo había buscado incluso sin darme cuenta. De por sí estaba al borde, incapaz de controlarme ya, y el numerito de Kuyo simplemente fué la gota que colmó el vaso... ¿Para qué engañarnos? Ni siquiera hacía falta describirlo... Odiaba ese sujeto tanto como la sola sensación de ser utilizado y humillado, de por sí planeaba asesinarlo en un punto clave, y que dijese que se había deshecho de Senkaku, me dió alegría como rabia por igual. Aún así, el modo de actuar de Kuyo calaba en un sentido extraño. Sus ataques contra todos verbalmente eran... Genuinamente insoportables, pero aunque yo podía ver y entender que todo lo que hacía debía tener un fin... No podía pensar mucho en eso en esos instantes. No tenía, o eso pensé, genuinos motivos para expresar una furia desmedida ahí mismo, me mantenía callado, casi como si no estuviese ahí, y es que... Era tal cual eso, era como si fuese alguien más directamente. Ni siquiera me inmuté cuando Kyogi sujetó mi corazón para comenzar a aplastarlo. Memorias en forma de palabras venían... Momentos... Amistades... Metas... Todo llegaba a mí, y simplemente seguía careciendo todo de... Cualquier valor. Lo único que sentía, era odio, odio directamente contra todo y todos, especialmente al recordar cómo los kitsune quisieron usarme y... Simplemente desecharme. Lo que nunca expresé en mi hogar... Lo estaba dejando fluir, como tanto había temido y contenido en su momento. No había nadie para detenerlo ya, al contrario, querían que lo sacara, y por una vez en mi vida, simplemente me entregué por completo a ello. Contenido oculto Casi como si eso me hubiese reactivado a la par que mi corazón era aplastado, solté un gruñido, uno extraño, similar a cuando había utilizado a Senki la primera vez, pero en vez de haber tensión, había odio como una extraña mezcla de placer, y casi como si mi odio no fuese suficiente, pude sentir el del resto, y cuando menos me dí cuenta... El miasma me rodeó, se fusionó conmigo como si aquello reemplazara lo que acababa de ser aniquilado. Y lo sentí... Un cambio radical en mi cuerpo, una mutación física y espiritual a un grado directamente irreconocible e irremediable, el tirón de poder y energía fué tal que acabé rugiendo como una bestia, cuando el miasma terminó con su trabajo, miré directamente a Kuyo, quién hábilmente intentó beber el contenido de un frasco, siendo seguramente un veneno, pero como si de reflejos directamente animales se tratasen, acabé por arrebatarle el frasco, y con las mismas garras se las clave en el corazón, todo había... Sido tan rápido, tan certero... Tan... Magistral. Ni siquiera me importaba que Kuyo no sufriera, de hecho, muchas cosas, todavía más, dejaron de importar, entre ellas mi aspecto de Zorro, lo que opinaran de mí... Lo que pensaran o sintieran de mí. Todo lo que sentía, era por fin ese poder espiritual, el miasma... La oscuridad, incluso la incomensurable energía del Eclipse. Llevarme una vida más, justificada o no, torturada o no, era lo único que me hacía sonreír, una sonrisa torcida en una mueca llena de malicia y gozo, no lo controlaba, era natural... Tampoco es que quisiera controlarlo. Había vuelto a la vida por todo lo alto... Y si de por sí no planeaba devolver el sol... Ahora, directamente lo tomaba como parte de mí. —Adoro que digan esas cosas, como si con un vistazo me conocieran... Solo unos pocos me conocen en verdad. Tú me diste lo que quería, Kuyo. No elegí esto por nada, no hay acción sin consecuencia... Pero verte muerto es lo único que me importa ahora—. Sentencié con una voz ajena, recordaba al mío de siempre, sí, pero tenía un tinte directamente siniestro, y aquello simplemente me dejaba más que satisfecho. Lo dejé caer como si de una molestia se tratase, escuchando la risa de Kyogi, y a qué mentir, acabé compartiendo su gesto, la actual sensación, simplemente no podía describirla, estaba profundamente satisfecho, al menos por ese lado... Ahora sí me sentía con la capacidad de lo que fuese... Aún si se trataba de lo espiritual. —Padre... No habría logrado nada de esto sin ti... Sin la ayuda de todos ustedes—. Dije después de la risa, mirando a los presentes, incapaz de borrar la maliciosa sonrisa—. Jamás había dudado que este era el sitio donde debí pertenecer, con ustedes... Después de tanto que lo había buscado. ¿Porqué tendría que arrepentirme de nada? Te lo había dicho ese día, ¿Recuerdas?—. Dije ahora hacia Gendo—. Demuéstrame mi verdadero poder—. Añadí, para proceder a mirarme la ensangrentada garra, volviendo a reír con gozo—. Ahora veo que en verdad estaba destinado a ser algo magistral—. Finalicé, cerrando el puño con emoción, sentir esta fuerza... Esta energía... Simplemente... Ahora era perfecto. Justo lo que en el fondo había deseado ser. Lo que, con la ayuda de todos; a su manera, me ayudaron a ser.