Kioto Kioto

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 13 Octubre 2023.

Cargando...
  1.  
    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

    Cáncer
    Miembro desde:
    15 Abril 2019
    Mensajes:
    4,324
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Kuroki Fusatada

    Ni siquiera hubo tiempo, no hubo reflexiones ni más comentarios, todo lo que quise hacer pronto fue en vano, ya que me sentí debilitado, como si algo empezase a abandonar mis fuerzas a velocidad... Lo que antes simplemente era calma, de pronto era un agotamiento grave, el cual se aseveraba a velocidad.

    —Vamos... No puede ser tan grave—. Murmuré, haciendo de pronto un esfuerzo mucho mayor de la normal para desplazarme, aquello pareció que lo notaron los Shinigami y se lanzaron al ataque contra el último enemigo, por lo que eso me hizo bajar la guardia con agobio, definitivamente no me estaba sintiendo bien... Algo iba mal, muy mal.

    Empecé a ponerme pálido, y pronto terminé siendo sentado por Senkaku, del cual ni me dí cuenta de lo que sucedía, de pronto mi mente era difusa... Todo... Era difuso, era lejano, era... Desesperante.

    —N-No importa Sen... Debe... D-Debe haber... Debe haber un... Modo... Un... Un...—. Dije como pude, pero hasta yo sabía que estaba desvariando, dejé escapar aire a modo de la severa debilitación, no entendía nada, pero menos entendía este... giro de los acontecimientos.

    Volteé a ver cómo pude a mi padre, al verdadero, a Satou, más allá de mi estado, también debía percibirlo en mí... Una mirada de confusión como de... Dolor.

    Nada me dolía, pero me estaba muriendo, no hubo necesidad de ninguna gran batalla... De ninguna traición, de ninguna jugada magistral, de ninguna confrontación emocional, ni siquiera... De una guerra a gran escala.

    No fué Kawa, no fué Kato, no fué Taiki, no fué Kyogi, ni Gendo, ni Kuyo, ni Saizo o Takeda, tampoco Yuzuki, o Hideyoshi o Rengo o Kohaku... Nadie.

    No fue nada... Solo... Solo se necesitó de un momento incorrecto, en el lugar incorrecto.

    Solo porque confié en que esto sería... Una misión sencilla.

    No había odio en esos momentos, solo... Confusión. Y cuando menos me dí cuenta, caí dormido por última vez, sin poder hacer nada...


    Oscuridad... Eso era todo lo que podía percibir.

    ¿Al fin..? ¿Así era como todo terminaba? ¿Devorado por la oscuridad a la que tanto admiré al final? ¿Este sería mi descanso? ¿El final... De todo lo que había tramado para liberar a este maldito mundo?

    En verdad... ¿En verdad acabaría así?

    No sabía cómo, solo... Que di pasos, confundido, perdido, como de hecho decenas, o centenas, o quién sabe cuántos alrededor mío, una montaña, un río seco... No podía de pronto despertar así, no podía solo... Verme en esto de la nada.

    Todo lo que recordaba es que agonizaba, y ahora estaba aquí... Debía ser obvio.

    Estaba muerto.​

    —Ah... Cómo... ¿Cómo pudo ser..? ¡¿Cómo pudo ser?!—. Exclamé sin esperar respuesta, tratando de mirarme, de sujetarme, podía tocarme pero, eso realmente no era lo importante, era el hecho que estaba muerto. Mierda, en verdad había muerto, y no podía caber de la impresión como del shock por eso. En verdad se había acabado para mí, había sido todo, mi historia... Había terminado.

    Antes de que pudiera continuar con mi colapso mental, una imponente voz habló, diciendo cómo salir; si es que era posible, todo por mis acciones en vida. Esto era por el Eclipse, ¿No es así? Por eso esa indicación tan rara.

    Tal vez por agobio, resignación o mero reflejo, no lo sabía, pero terminé por hacer lo que pude por prestar atención y... Dos, esos fueron todos los latidos que sentí... Solo dos.

    Gemí ente aturdido como dolido, respirando ahora de forma agitada y angustiada, no solo por ser aún incapaz de procesar esto, si no porque... Solo habían dos latidos, dos personas que aún pensaban en mí, al menos, hablando de los vivos.

    Después de todo lo que hice... De todo lo bueno y lo malo... ¿Solo dos..?

    —Vamos... Vamos, tienen que haber más, maldita sea... Tienen que haber más. ¿C-Como es posible?—. Pregunté de nuevo sin esperar respuesta, caminando con cierta urgencia, sollozante, esto ya no era agonía emocional... Era un grado que ya era incapaz de describir, incapaz de comprender, ahora definitivamente que nunca, el hecho de ver... el resultado de todo lo que había hecho en todos estos soles en vida, de todo el sacrificio, de la angustia, el dolor...

    Temblaba como si sintiera un frío asesino, y no lo hacía...

    Me fué inevitable, soltar sollozos ya producto de toda esa agonía, simplemente era incapaz de recuperarme, incapaz de mantener la calma, esto en verdad me superaba, no temía morir, si no justamente esto... Morir de una manera tan... Estúpida y fácil.

    Teniéndolo al fin todo... Todo para matarlos, para vengarme y teniendo el poder que tanto quería... ¿Y de pronto solo debía aceptar esto?

    No sabía cómo o a dónde iba, solo seguí de algún modo lo que una de esas palpitaciones me llevaba, y... Me arrepentí, no por el causante, si no por la sola energía tan... Chirriante, insoportable y discordante de esas voces, no entendía porqué, pero definitivamente me aplacaban con fuerza.

    —Ren... Rengo—. Murmuré al escuchar su voz y lo que dijo después, por lo que apreté los puños, aunque también me acabé llevando los mismos a los oídos, simplemente no soportaba esas voces que ni siquiera entendía.

    Seguí sollozando, soltando lágrimas, por lo que... Tal vez; por única vez en todo el tiempo desde que había decidido abandonar el clan que dije con sinceridad, aunque ni siquiera sabía ni me importaba si me escuchaba...
    —No esperaba que lo entendieran... No eso—. Dije como pude, con verdadero dolor, respondiendo muy tarde a las preguntas iniciales que me parecieron fueron del mismo Rengo, solo para ya no aguantar más y acabar por ir a donde fuese que me llevase el otro latido, a la otra persona que en verdad le importaba.

    —Solo quería acabar con esto... Aprovechando todo el daño que yo ya tenía encima, acabar con los corruptos, ser juzgado y ejecutado, pero conociendo antes mis razones, dejando el mensaje que por mucho que el líder fuese benevolente, no se podía jugar con ellos... Estaba dispuesto, completamente dispuesto a dar mi vida por ello, esa era mi jugada final, para mí... Sin Rengo, sin Kohaku, sin Yuzuki y sin Shiori como sin Kawa... Sin mi padre... El nuevo Japón no valía nada. Habría vivido de forma... Miserable. Y no quería irme sin antes haber pedido dejar al verdadero símbolo de la Esperanza para mí... Shiori. Agh, ¡¿Porqué?!—. Rugí veridicamente dolido, ya no soportaba en verdad este dolor, creí que no volvería a experimentarlo, creí que había conseguido enterrar mis emociones.

    Creí que ya era el guerrero que tanto había buscado ser.

    Terminé soltando un alarido de rabia como de impotencia, sin haber conseguido lo que buscaba, había caído en lo mismo que Masuyo... Había fallado antes de lograr nada.

    Y ahora estaba... En donde desde hacía tanto que debí estar, si Shiori no me hubiese salvado...

    Lloré con genuino dolor, ni siquiera sabía si ahora estaba arrepentido, si solo odiaba más, o ya directamente qué era lo que sentía ahora... Solo supe que, llegado a cierto punto, dí con alguien más, la voz de alguien familiar... Más voces que no entendía pero eran... Más tranquilas, mucho más a comparación.

    Era Gendo, sentenciando básicamente que... Su reino, su mundo... Todo por mí, sería capaz de darlo todo por mí, porque sabía que yo lo daría todo por él.

    Lo decía con tal seguridad... Con tal ímpetu que, aunque sabía de quien venía, aunque aún tenía clara mi previa intención... Dolió.

    Dolió tanto como las palabras de Kohaku en Shima.

    Volví a llorar pero en silencio, la agonía emocional era extrema, no necesitaba escuchar más, era evidente, ese hombre... Tal como le había dicho a Matahachi, me lo daba todo, me era tan honesto, me era tan leal y yo conspirando en su contra... Dandome todo desde el primer momento, tal como creí que había sido con los Minamoto. Ni siquiera importaba que actuase a sus espaldas, él seguía confiando al grado de decir que jamás me traicionaria.

    Y ahí en verdad me dolió.

    —¿En qué momento... Haber solo sido un chico y un humano me hizo perderme tanto..?—. Murmuré como pude cuando por fin podía hablar, refiriéndome a mi confrontación con Taiki, donde básicamente perdí el control, sí, por ser utilizado, pero por sobretodo ver cómo mataba lo que para mí, había sido no solo a una amiga en extremo importante, si no haber tomado la promesa que nos hicimos...

    Mi furia no fué la adecuada... Aún así... ¿Acaso yo en verdad estaba completamente mal? ¿Haberme... Dejado llevar por todo lo que ya venía cargando?

    Me terminé quedando unos momentos ahí, arrodillado, con las manos en la cabeza, tembloroso y sollozante, mientras los recuerdos y las voces de Rengo como de Gendo me invadían, casi como si de algún modo lo que fuera que sucediera aquí me dijera que tomara una decisión, o eso quería creer, porque, aún así, era como si algo más estuviese ahí que no me permitía pensar ni decidir, solo... Solo estaba ahí.

    —Al final... Es como si siempre hubiese pertenecido a los Mori. ¿Es eso? ¿Que lo acepte? Nadie más que ellos me quieren de vuelta. Nadie... Nadie, nadie. Ni siquiera Kawa... ¡¡NADIE!!—. Exclamé, con agobio y rabia, genuinamente sin creerme que en todo este tiempo tuve razón... Nadie me iba a tener piedad, nadie me extrañaría, nadie se preguntaría nada. Rengo... Gendo... Satou... Eran los únicos.

    Siempre tuve razón, nadie me extrañaba, no había servido de nada lo que había hecho antes de abandonar, nunca hubieron amigos, nunca hubieron favores... Nunca hubo nada.

    —Esperanza... Siempre hay esperanza... Siempre hay... Una luz... Una luz al final del túnel—. Dije como pude, mientras a la par recordaba las palabras de Rengo en Nagoya, la primera vez que Kyogi había muerto, mientras yo estaba sollozante, y sacaba fuerzas de milagro para ponerme de pié, comenzando a avanzar, sin rumbo, solo... Solo dejándome llevar.

    Ya no me importaba, solo quería salir de ahí.

    >>No importa la guerra... No importa la sangre, la muerte, la traición. Siempre hay un porqué, siempre hay un final, siempre habrá esperanza de que el día de mañana sea diferente, porque cada día se renace—. Continué desvariando, llorando con dolor como de impotencia, simplemente no podía salir ya de ese ciclo.

    >>No importa lo que fuiste, no importa lo que seas, no importan tus intenciones, siempre puede haber luz al final, siempre puede haber redención. Siempre puede haber un juicio, se puede lograr, siempre hay un porqué, solo... Debes tener fe—. Continué desvariando, caminando, sollozando.

    >>Lucharé por ello, ser la Esperanza, demostrar que se puede... Que... Se puede... —y me detuve en mi habla, dándome cuenta en mi desvarío.

    ¿Porqué... Me seguía molestando en mantener vivo ya ese agónico pensar?

    Yo buscaba con los Shinigami purgar a las malas, haciendo un genocidio si era preciso, estaba harto de hablar porque ya había visto que ya no servía. Pero... Ahora con esto, con la clara muestra de que nadie salvo dos personas me esperaban ver de nuevo, en pleno fallecimiento, donde la verdad absoluta era lo único que había...

    ¿Porqué..? ¿Porqué desvariaba ante algo como eso? ¿Porqué me seguía molestando en pensar mantener vivo una postura del que ya había renunciado a su mayoría?

    ¿Porqué no solo..?
    —Lo mato... Solo... Lo mato. Mato la Esperanza, mato lo que quería ser desde el inicio... Después de todo, nadie lo echa de menos—. Murmuré como último, ya no solo vacío, si no definitivamente ido, como si esa minúscula posibilidad de que... De algún modo, algún milagro se presentase y todo cambiase, aunque fuese en el último segundo.

    Ahora... Simplemente no había nada ya.

    No había Kuroki... No ese Kuroki.

    Y había llegado a esa conclusión, porque también recordé las palabras de Gendo en Kioto, cuando recién se había convertido en Emperador.

    —Usar... Lo que aprendí... Usarlo... Usarlo—. Murmuré, mientras seguía caminando, habiendo dejado ir de una buena vez y de forma definitiva esa Esperanza, del que inclusive sin darme cuenta ahí seguía a pesar de todo, hacerlo fué como si de haberme librado de un peso se tratase.

    —Eres como yo... No le temes al fuego... No le... Temes—. Murmuré aún repitiendo lo que me había dicho Gendo.

    >>Si no puedo... Ser la Esperanza... Entonces... Entonces seré el Fuego—. Añadí, aún caminando, incluso extendiendo la mano a la aparente nada, no sabía qué tan cerca estaba o no, ambas voces eran fuertes por igual, tío y sobrino... Y yo solo seguía caminando.

    —Debo... Volver... Aún... Aún puedo hablar... Aún puedo volver... Y debo... Debo ser el Fuego... Debo ser el Fuego. DEBO SER EL FUEGO


    De pronto todo había sido silencio... Por fin solo silencio, aunque, la expresión de shock no me fué ajena, no solo por la persona que lo acabó mostrando, viendo un rostro de absoluta sorpresa como nunca, si no... Porque en verdad lo había logrado, había regresado.

    Miré alrededor, debía estar de regreso en Kioto, aunque evidentemente yo me sentía distinto, muy distinto, y no solo por mi actual aspecto, si no por mucho más, aunque... Ver cómo Gendo extendía sus brazos hacia mi, me caló.

    —Padre—. Dije, con un dolor verídico, ya no habían actuaciones, ya no habían dudas o juegos... Para mí, este hombre eran de los muy pocos quiénes en verdad creían en mí a día de hoy.

    Y eso seguía calando demasiado... Y ya estaba harto de seguir sufriendo de nuevo.

    A pesar de su sinceridad, no fui capaz de mantenerle la mirada, no por miedo, después de todo ya estaba yo muerto, pero... La verdadera razón por la que no pude mantenerle la mirada fue porque simple y llanamente yo tampoco me lo perdonaba, me miré las traslúcidas manos, las cuales acabé apretando con impotencia, debía yo estar aquí, en físico... No como un inútil yurei sin más.

    Verlo intentar tomarme el hombro me sacó de mi breve rabieta, y lo miré ahora con pena y dolor, a lo que cerré los ojos mientras soltaba un par de lágrimas, las cuales ni siquiera tocaron el suelo.
    —Senkaku—. Solté sin titubeos, sin dudas ni cuestiones morales o emocionales, lo que antes debió ser un poco de reflexión, ahora solo había odio.
    Y no solo ante la situación, si no ante todo, incluso me odiaba a mi mismo, por mi inutilidad de haber esquivado, por no haber previsto el ataque.

    Por todo... Simplemente me odiaba como jamás me creí capaz.
    >>Ni siquiera fué Rengo, solo Senkaku. Anzai quería deshacerse de unas personas en Gifu, pero Senkaku me insistió en que valdría la pena ir entre todos, a pesar de que era una terrible idea pues era desviarnos de nuestra misión, aún así fuimos, y uno de esos sujetos usó algún veneno en mi contra, uno que me terminó matando a velocidad y... Aquí estoy—. Dije también con honestidad, ¿Para qué seguía dando vueltas? ¿Para qué mentirnos? Era su culpa, y no pretendía defender ya a nadie, ni buscar términos medios, ahora entendía también porqué mi padre había vuelto tan cambiado...

    En ese plano... Simplemente no habían mentiras.

    >>Pude matar a los que buscábamos, incluyendo a mi asesino. Aún así... No eres el único que se siente así de impotente padre, yo... Maldita sea, lo tenía todo, estaba preparado, de verdad lo estaba y ahora esto, todo por un estúpido veneno y propuesta. Y yo que anhelaba romper con ese ciclo para con tus discípulos—. Añadí con frustración, incluso soltando un quejido por lo mismo, quería seguir hablando pero me era imposible, tenía una amalgama de emociones muy intensa y aún así me negaba a solo quedarme así pero... ¿Y ahora qué? Solo me quedaba aceptarlo, ¿No? Aún si lo odiaba.

    —Padre... Me siento tan... Inútil ahora—. Dije como último, llevándome la mano derecha a la frente, deseaba tanto solo desquitar por una vez esta frustración... Y no podría hacerlo por mucho que lo deseara.
     
    • Ganador Ganador x 1
    • Sad Sad x 1
  2.  
    Amelie

    Amelie Game Master

    Sagitario
    Miembro desde:
    12 Enero 2005
    Mensajes:
    8,422
    Pluma de
    Escritora
    Habitación Imperial
    [Gendo]
    [Yurei: Kuroki]


    Gendo escuchó el culpable con claridad; su mirada de preocupación se tornó en un odio visceral. Para él era sencillo que se mantuvieran en el plan de Kuyo; con la caja de música hubiera tenido la ventaja contra un Rengo abandonado y perdido. ¿Para qué desviarse?



    —No, Kuro. Eres lo más alejado a un ser inútil —dijo sin titubear; no eran palabras para suavizar un evento tan irremediable, había seguridad en esas palabras.

    Gendo avanzó a la puerta de entra; la abrió y gritó a todo pulmón por Saizo, después regresó con Kuroki.

    —Este eclipse que creaste nos da una segunda oportunidad que creía perdida — inició Gendo — No llores —negó — Esas lágrimas deben convertirse en tu odio. No sólo por Senkaku; por todos los que se burlaron de ti; los que te utilizaron; los que no supieron apreciarte como yo lo hago.

    Desenvainó a Konton, el fuego danzó por todo el sable — El odio es subestimado como un arma; pero el odio formó al demonio carmesí; el odio creó este eclipse; el odio mató a Amaterasu, todo lo más sorprendente que has hecho ha sido por odio —envainó a Konton, apagando el fuego de golpe; dominándolo — Ser un espíritu en agonía no te va a servir de nada, seguirme como Sota lo hacía con la katana de Hiro, sin hacer daño alguno; eso es una pérdida de tiempo, una falta de ambición —señaló a Kuroki —Tú eres diferente a cualquiera de mis alumnos, toma ese veneno y conviértelo en el combustible de tu poder; los gobernantes tendrán honor, los samurai tendrán coraje, los poetas tendrán corazón; pero nosotros no somos ellos, lo único que somos es ira.

    Comenzó a reírse a carcajadas —¿Crees que yo busco mandar en un mundo lleno de débiles? ¡ANIQUILARÉ A CADA ENCLENQUE QUE CREA QUE LA COMPASIÓN ES EL CAMINO! —miró a Kuroki —Y cuándo tengamos un Japón lleno de verdaderos guerreros, avanzaremos en barcos y seguiremos exterminando. Ese es el mundo que merecemos.

    Señaló las paredes de la habitación sin dejar de reírse — Deja que todo se derrumbe; todo esto es insignificante. No quiero castillos; no quiero riquezas; ¡Quiero poder absoluto!

    "Entonces, lo que anhelas no es poder; estás en búsqueda de fuerza. El poder somete, el tener poder afecta a los demás; en cambio la fuerza es de uno mismo; no necesitas de nada mas que tu voluntad para alcanzarla. Para obtener poder debes derrocar a las personas que están sobre de ti; para obtener más fuerza, sólo necesitas derrotar al "yo" del ayer"

    Las palabras de Benkei en Nagoya resonaron como un último intento de salvación.

    ¿Pero qué sabía aquel monje guerrero?

    "Sé amable, sé honrado, sé honesto"

    —El odio es tu verdadero rostro; deja de destruirte por dentro tratando de ser algo que no eres; por eso estás llorando, estás peleando contra lo que debe morir en tu espíritu. ¡Sé cruel; sé despiadado; sé temido! El temor somete a los débiles, nadie pelea contra el que teme; y el temor se crea con el odio. El viejo mundo está muriendo. El nuevo mundo está luchando por nacer; ahora es el tiempo de los demonios —
    dijo mirando a Kuroki — El alma cruda aun es vida; tendrían que destruir tu alma para eliminarte para toda la eternidad, caer en el abismo de la tristeza te hará inofensivo; pero si abrazas al odio te hará temido.

    Volvió a reírse mientras escuchaba pasos acercarse a su habitación.

    —Y cuando te levantes de las cenizas dónde todos te dejaron, no te disculpes por convertirte en el fuego que termine abrasándolos.

    La puerta se deslizó interrumpiéndolos; era Saizo y junto a él...

    —Y terminaste entrometiéndote ¿Eh?

    1999a4c2cfa59258bcb2c9875a0930c1.jpg

     
    • Impaktado Impaktado x 2
    • Ganador Ganador x 1
  3.  
    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

    Cáncer
    Miembro desde:
    15 Abril 2019
    Mensajes:
    4,324
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    . . .

    Las palabras iniciales de Gendo me tomaron genuinamente desprevenido, por lo que volteé a verlo con confusión, no solo porque no fuese para aliviar algo tan grave como mi muerte, si no porque... Lo dijo con una seguridad tal que me hicieron pensar que había algo de lo que inclusive yo desconocía, como si supiera perfectamente que algo faltaba para dar con justamente algo tan... Importante ahora.

    Miré a Gendo, relajando la postura mientras seguía ahora sollozante, simplemente no podía controlarme, todo lo que me sucedía era honesto como era agonizante para mí, y después el hombre procedió a llamar a Saizo, algo que me dejó todavía más confundido... ¿En qué ayudaría él?

    La respuesta para eso demoraría un poco, porque antes, Gendo volvió conmigo, desenvainando a Konton para hacerlo prender en llamas en el acto, usándolo como metáfora del odio, y dedicándome un discurso tal del mismo que... No pude más que quedarme a verlo sorprendido, pero no por lo que decía, si no por el simple hecho de que estaba... Entendiendo tan bien por una vez todo lo que decía que... Era como si en su actitud y en sus palabras al fin pudiera escuchar lo que quería oír, o mejor dicho... Lo que necesitaba oír.

    Lo que llegó antes... De todo lo que necesitaba... Solo era una última afirmación del odio.

    Era verdad... Ahora mismo en verdad odiaba a los que me habían dado la espalda, todos de los que pensé que eran amigos míos o como mínimo que tendrían en cuenta que me debían una... No había nadie, ellos fueron los que me traicionaron a mí, de varias personas quienes en verdad consideré importantes, ahora solo sentía odio, un odio visceral en su contra, incluso si ese hombre y los suyos quienes me mataron no había nada mas que odio, por haberme alejado de lo que ya estaba a punto de ejecutar y empezar el verdadero cambio.

    Los Zorros que me usaron, Taiki... Incluso Matahachi a quién cedería a conciencia que me usara, tampoco le importaba, y los demás solo me quisieron usar, y también era cierto... El único que en verdad me tenía aprecio, era el mismísimo Gendo Mori.

    Miré al hombre, envainando la katana, mientras insistía con vehemencia que el odio no solo era una emoción poderosa, si no que directamente, era lo que era yo en verdad... Odio, ese era mi verdadero motivante, y lo que tenía que hacer, era terminar de reconocerlo y aceptarlo ya no solo como parte de mí, si no directamente como una extensión, algo básicamente crucial en mi persona.

    Tenía... Que aceptar el Odio... Como hacía poco aún aceptaba la Esperanza en mí.

    Volví a temblar, no por miedo, si no precisamente por todo lo que Gendo decía, por las metáforas, las obviedades y lo que sucedía, y me doliese o no, tenía razón...

    Desde Shima... Que todo era Odio.

    ... No... Mejor dicho... Desde Osaka, Yao...

    ¿Porqué me había negado tanto en aceptarlo? ¿En notarlo?

    Las palabras de Benkei resonaron en mi mente, casi como una inconsciente respuesta ante mi duda, y lo entendí...

    Había sido yo un imbécil por última vez...

    Fuí un imbécil por confiar, por creer, por sentir esperanza. Fuí un imbécil por ser lo suficientemente inocente en creer que la gente merecía una segunda oportunidad, que todos podrían redimir sus errores. Fuí un imbécil por el simple hecho de querer encarnar algo en una situación que era simplemente imposible de encarnar...

    Una Luz en medio de una aplastante Oscuridad.

    Una Esperanza en medio de la crudeza de la Guerra.

    No debía ser la Luz de la esperanza, en cambio... Debí ser la Luz del fuego, ya que el mismo también es capaz de purificar, debí luchar por la justicia y la libertad de las vidas y las almas por medio de la absoluta violencia que de por sí rebosa en una guerra, debí ser la salvación por medio del Karma, como quién es capaz de tratar enfermedades, plagas... Maldad.

    "¿Qué hay más puro que el color blanco?"

    Recordé las palabras de mi padre... Y tenían tanta razón.

    Aún debería poder hacer algo al respecto, seguía sin entender cómo, pero debería poder.

    Fuerza la tuve... Pero tenían razón... Necesitaba poder.

    Someter a los verdaderos traidores, eso era lo único que deseaba en realidad.

    Cebarme con esos pensamientos me alejaron de intuir por dónde quería o entendía que quería ir realmente Gendo, y al terminar de escuchar lo que dijo, dejé escapar un grito de rabia, a la par que alzaba los puños a nivel del rostro para poco después caer de rodillas, no por derrota... Al menos, no porque me rindiera.

    Tal como había dicho Benkei... Tenía que derrotar a mi "yo" pasado.

    El pasado es el pasado... Lo hecho, hecho estaba. Si nadie se detendría por mí, entonces yo tampoco tenía motivos de detenerme por nadie.

    Era hora de en verdad dejarme corroer por toda esa furia, hacerla arder para que me consumiera... Y renacer como alguien completamente nuevo.

    Kuroki

    Siempre recordaba el otro significado que le había visto Rengo en su día...

    Si tan solo... Lo hubiera entendido y aceptado como era... Seguramente me habría ahorrado de tanto dolor.

    La voz que se presentó después me hizo reconocerla de inmediato... ¿Cómo olvidarlo? Lo que en su día había sido horror y furia, ahora... Solo era gracia.

    ¿En verdad ella tenía la capacidad de nunca morir acaso?
    —Me lo dijiste en Chiryu... Soy un entrometido, no debería sorprenderte, Kyogi—. Dije después de reir con genuina gracia ante su comentario, comprendiendo el tono y la razón por la que lo decía.

    En esos momentos tenía la mirada gacha, pero de nuevo, no era precisamente por derrota, era más bien porque, casi como si de genuinamente un cambio se tratase, como si haberme dejado vencer para hacer justamente ese último cambio que hacía falta, me fui poniendo de pié de nuevo, sintiéndome veridicamente renovado.

    "Destruye lo que más ama; puede que caiga en el abismo del olvido o renazca como demonio, y cuando adquiere la mirada de un demonio, será capaz de derrotar al otro; así su sangre trasciende, el legado sigue"

    Las palabras de Kaito Harima... En voz de Gendo Mori llegaron a mi mente una vez más, a la par que me prometia que sería la última vez que me arrodillaria ante nadie.

    El odio por ver masacrada a mi gente... El odio por ser utilizado... El odio por ser traicionado y abandonado.

    Tenían tanta razón, y yo negandome a ser adoctrinado por ello.

    Ahora no tenía motivos de contenerme, después de todo, ya estaba muerto.

    Cuando alcé la mirada, simplemente ya no era el mismo, mis ojos lo decían todo, tenían el mismo tinte como cuando Gendo me enseñó su Escuela, eran Fuego mismo...

    Todo carecía de valor alguno ya... Incluso este lugar, ahora entendía perfectamente a lo que se refería Gendo. ¿Para qué quiere alguien recibir arte, honor, amor o cualquier cosa emocional o material? Eso solo te distrae, limita el poder de uno, furia, eso era lo que debía predominar en este mundo.

    Incluso nosotros los Humanos, seguíamos siendo animales, y al final del día... Nadie lo dice, pero es obvio.

    En una guerra... Gana el más fuerte de todos.

    —Al fin lo entiendo en su totalidad, padre... Gracias, jamás lo habría logrado sin ti—. Sentencié con frialdad, a la par que sonreía con calma, pero con un tinte idéntico a él.

    Podía sentirlo, cómo lo único que ahora quería, era ver todo siendo consumido por nadamas ni nadamenos que el fuego mismo.

    Purificarlo todo... Y el odio como la furia serían las únicas formas de sentenciar mi voluntad, la forma de destruir a cualquier necio.

    Nada me ata ya... No tenía porqué preocuparme ya por eso.
     
    • Impaktado Impaktado x 1
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso