Mini-rol Arcadia Nova | Pokémon Rol Championship

Tema en 'Salas de rol' iniciado por Andysaster, 4 Septiembre 2025.

  1.  
    Andysaster

    Andysaster Game Master

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    Miki Chigusa

    Contra todo pronóstico, Mimi comenzó a atragantarse con el crêpe de Charmander. Ya sabía yo que un pokémon tan mainstream como ese no podía traer nada bueno.

    Aika se apresuró en darle en la espalda mientras le pedía a viva voz que resistiese, y yo busqué a Poly con determinación en la mirada. El ave me miró sin comprender, con manchurrones rosas adheridas a sus plumas (¿Otra vez picoteando sin permiso de mi algodón? Si iba a hacer algo, al menos que lo hiciese bien).

    —Poly, rápido, la maniobra de Heimlich.

    —¿¡Por qué me lo pides a mí!? —se alarmó—. ¡Tengo alas, no brazos!

    El caso es que, para cuando al fin logré atraparlo entre mis brazos, Mimi logró recomponerse y carraspeó, haciendo que ambos nos girásemos en su dirección dejando de forcejear.

    Parpadeé, confusa, cuando aseguró que Liza y ella solo eran amigas. Entreabrí los labios sin pensarlo.

    —Pero si os...

    Pero el Chatot, avispado, pareció captar parte de lo que sucedía (si bien para mí era incomprensible, porque las cosas o eran blancas o eran negras), y se apresuró a silenciarme, dejándome aún más perdida si cabía.

    —¡...Os vemos interactuar como grandes amigas, sí! ¡Cruack! —Batió sus alas, haciendo que espantase las plumas con un movimiento de mi brazo—. Os conocéis desde hace mucho, ¿no es así? ¿Por qué no nos cuentas la historia mientras comemos, señorita benefactora?

    Hice un mohín pero me encogí de hombros, resignada, sin necesidad de insistir. No solía comprender las normas sociales por regla general, y era Poly quien se apresuraba a lidiar con las situaciones que a mí se me escapaban. Sin embargo, en esta ocasión estaba segura de lo que había visto. No había equivocación posible, y aún así...

    Las relaciones humanas eran sencillamente incomprensibles.

    Cada día lo tenía más claro.


    Mientras Mimi nos contaba la historia me incliné hacia el crêpe de Aika con interés.

    —¿Está bueno? —cuestioné. Aunque era evidente, por la forma en la que miraba su dulce, que no me contentaría con una simple respuesta verbal.

    —¡Miki, que se te cae la baba...!

    —Ah.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Aika Izumi

    A veces de verdad que no entendía nada de lo que pasaba a mi alrededor. De pronto Michin estaba hablando de que tenía que cuidar a los hijos de alguien durante seis días a la semana—Sonreí para mí misma, ufana. No se me daría mal, tenía hermanos menores—, y Mii-chan se había vuelto a poner roja como un Crawdaunt. Dijo que ella y Lizachi solo eran amigas y la miré sin comprender frunciendo ligeramente el ceño. ¿Solo amigas? ¿No eran como mejores amigas para siempre o algo así?

    —Nos conocimos hace años pero empezamos a hablar de verdad hace muy poco—Poly le pidió que nos hablara de su relación y nos contara la historia y Mimi lo hizo. Podía sentir mi corazón latir con fuerza, emocionado, recordando las palabras de Lizachi cuando fui a llevarles las pizzas—. Fue durante un viaje a Gérie, cerca de Galar. Viajamos juntas un tiempo, encajamos sin forzar nada... y nos hicimos mejores amigas en muy poco.

    Mejores amigas.

    ¡Ajá!

    —Somos muy diferentes, ¿sabéis?—nos dijo. La idea de que Mii-chan estuviera compartiendo algo con nosotras me hizo prestarle toda la atención del mundo—. Ella proviene del campo y yo he sido urbanita desde nacimiento. Es paciente, enérgica... a veces parece que se pasó con el café. Es inteligente, pero no tanto como podría serlo porque centra su atención en cosas sin importancia. Cuando necesitas ayuda siempre estará ahí para echarte una mano, no importa cómo, incluso si no puede ayudarte tanto como le gustaría. Es perspicaz, audaz, quizás demasiado a veces... me pone de los nervios. Pero tiene un corazón enorme, es caritativa y honesta y sabe sacarte una sonrisa cuando lo necesitas. Siempre tendrás a alguien con quien contar si la tienes cerca.

    Probablemente ni Mimi era consciente, tal vez no del todo, pero en su voz vibraba el mismo cariño que en la de Liza cuando me habló de ella. Algo que era casi reverente, una emoción viva y latente, armoniosa, que brillaba con los colores del arcoíris. Escucharla era... no sabía como describirlo exactamente, no era tan letrada como ella... pero era muy bonito. Sentir ese tipo de cariño por alguien debía ser muy lindo.

    —Se nota que la quieres mucho—dije sin pensar, sonriente.

    Mii-chan pareció sobresaltarse. Se cruzó de brazos como un purrloin malhumorado y soltó un "hmph", como si fuera lo más obvio, como si el solo hecho de insinuar lo contrario fuese ridículo.

    —Claro que la quiero—replicó—. Es mi mejor amiga.

    Nunca había tenido mejores amigos verdaderamente así que no sabía decir si era así como se hablaba de ellos. Algo me decía que había más en todo eso, que esos sentimientos eran algo más, pero yo no era nadie para inmiscuirme en asuntos ajenos. Además, si Mii-chan no se sentía lista para decirlo, yo no iba a presionar. ¿Qué iba a saber yo después de todo? No era el lápiz más afilado del estuche...

    Nunca había sido particularmente inteligente, me costaba pillar los dobles sentidos y a veces me tomaba las cosas de forma demasiado literal. Si ya había sido complicado tratar conmigo antes del accidente, después de la muerte de Minato era un caso perdido. Pero no era tan ingenua como le parecía a todos y notaba ciertas cosas a mí alrededor. Quizás simplemente estas eran demasiado evidentes como para no verlas.

    Seguí disfrutando del crêpe en silencio... estaba tan bueno. ¡De verdad que Bulbasaur era el mejor!

    Nunca había tenido uno de los Pokémon típicamente iniciales, ni siquiera ahora. Mi primer pokémon había sido un Dedenne. Deedee aún estaba conmigo, era mi mejor amiga. Pero, ¿hablaría de Deedee como Mimi hablaba de Liza? Probablemente no.

    En algún momento Miki se inclinó hacia mí. Sus ojos brillaban como estrellitas mientras me veía comerme el crêpe.

    Asentí a su pregunta.

    —¡Mmh! Está muy dulce—afirmé con una sonrisa afable— ¿Quieres probarlo, Michin? Aquí: ¡aah~!

    Le acerqué el crêpe a los labios.

    Mimi resopló divertida. Nos miró con solo uno de sus ojos abiertos.

    —Buscaros una habitación vosotras dos.

    Ladeé la cabeza, desconcertada.

    Una habitación... ¿para qué? No estaba cansada todavía.
     
    Última edición: 13 Septiembre 2025
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    Andysaster

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    Miki Chigusa

    Mimi accedió así a contarnos su historia con Liza.

    Yo no era una persona con muchos amigos; aunque los tuviera probablemente no los entendería. Nunca me había afectado escuchar bromas internas que no comprendía; las risas y las anécdotas compartidas que todos parecía tener con alguien más, la sensación de no encajar en ningún sitio. Siempre había sido la rara, la diferente, pero a diferencia de otros casos, donde la soledad les pesaba más, en mi caso era algo sin importancia. Las personas que buscaban hacerme daño con eso solían darse con un canto en los dientes cuando decidían escogerme como objetivo.

    Más suerte a la próxima.

    Era una persona solitaria, que parecía vivir en su propio mundo la mayor parte del tiempo, pero que sabía jugar sus cartas para abrirse camino en el mundo por muy distorsionada que pareciese tener mi propia realidad. Me enteraba de lo que quería, o más bien de lo que necesitaba para avanzar. El resto del tiempo, si no me aportaba nada sustancial, dejaba de hacer el esfuerzo por comprender.

    Prefería pasar el tiempo con Pokémon que con humanos. Siempre había sido así. Me sentía comprendida y aceptada por quién era, sin tener que cambiar mi esencia por encajar en algo más. Eran mi zona de comfort, y eso era más que suficiente.

    No obstante, después de que finalizase su relato, una voz en algún lugar recóndito de mi mente me preguntó cómo sería contar con alguien así fuera de mi burbuja.

    Alguien que no fuera un pokémon.

    —¡Qué bonito...! —Poly, como solía pasar cada vez que leíamos alguna historia sentimental, estaba ya en lágrimas. Era un ave demasiado sensible. Completamente mi polo opuesto—. ¡Deben apreciarse mucho, cruack! Espero que su amistad perdure durante mucho tiempo, snif, snif.

    >>Miki, pásame la servilleta... S-Se me ha metido una pelusa en el ojo.

    Le coloqué la servilleta en el pico y comenzó a sorberse los mocos, tan dramático como siempre.

    Le hice pat pat con mi mano libre.

    —Ya, ya.

    En cuanto al tema de los crêpes, Aika pareció captar mis intenciones y me tendió un trozo con amabilidad. La miré, como quien mira una balsa salvavidas en mitad del oleaje, y cerré los ojos sin pensarlo, abriendo la boca.

    —Ah~.

    Uhm, qué dulce. Degusté el bocado con los ojos cerrados, satisfecha, mientras Mimi nos decía de buscarnos una habitación.

    ¿En esa habitación habría más crêpes? Porque si es así entonces no me importaría.

    Poly, ya más tranquilo tras el relato, revoloteó hasta el hombro de Mimi, cómplice, y le susurró algo que solo ella alcanzase a escuchar.

    —No hacen un mal dúo, ¿verdad? —convino, habiendo entendido la indirecta de la rubia previamente. Mientras hablaban en secreto le pedí a Aika otro trozo con la mirada—. A Miki nunca le ha interesado nadie, ¿sabes? A veces parece que más que humana, es un alien o algo así. Pero es muy buena chica, aunque me rechace todos los pretendientes que le busco, hmpf.

    Se rascó por debajo del pico, pensativo.

    >>¿Debería empezar preguntándole si le gustan los chicos o las chicas, quizás? Soy padre primerizo, señorita benefactora, sabrá disculparme.
     
    Última edición: 14 Septiembre 2025
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    Mimi Honda

    Suponía que quizás de alguna manera extraña estábamos limando asperezas. Aika era como si Nikolah y Alpha hubieran tenido una hija y Miki me resultaba indescifrable, pero su capacidad de razonamiento era comparable a la de Izumi.

    Dos polos opuestos que simplemente encajaban, como Liz y yo. Me preguntaba si... era verdad eso de que los polos opuestos se atraían o era un escenario solo aplicable a los imanes. Después de todo, si dos personas eran diametralmente opuestas sin absolutamente nada en común nunca podrían entenderse.

    La afirmación podía ser cierta pero con pequeños matices.

    Eran necesarias algunas similitudes: maneras de pensar, actuar, de ver el mundo. Por pequeñas que fuesen.

    Y Miki y Aika tenían eso. Ambas eran solitarias a su manera y bobas cada una por su lado.

    Verlas interactuar era ciertamente entretenido para mí.

    —Quizás no le guste nadie. Las personas asexuales existen, ¿sabes?—le susurré a Poly. Le dirigí una mirada de soslayo a las dos. Aika le estaba compartiendo a Miki su crêpe con toda la felicidad del mundo. Solté el aire por la nariz en una suerte de risa indulgente—. O puede que no haya encontrado aún a la indicada.

    Me incorporé para tirar a la papelera el cono del crêpe vacío y me tomé un tiempo para revisar mis mensajes y ver si Liza había respondido.

    Nada.

    ¿Aún no? ¿Estaría teniendo problemas?
     
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    Andysaster

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    Liza White

    Tsk. Estúpido Spencer y estúpida burocracia restrictiva.

    Me masajeé el cuello y resoplé, frustrada tras el sermón que había recibido un poco de gratis. Caminé siguiendo la ubicación de Mimi, que por suerte no quedaba demasiado lejos de donde me encontraba. Los cinco minutos de los que presumía el guarda de seguridad se habían convertido en veinte a pesar de haber tratado de usar mi labia para escurrir el bulto, con llamada a mi jefe del cuartel incluida.

    La regañina en sí no había sido nada del otro mundo, no tenía motivos de peso, pero había acumulado demasiadas incidencias como para que mis superiores siguieran fingiendo demencia con respecto a mi caso. En esta ocasión, sin embargo, Spencer decidió ejercer de abogado del diablo y lanzó un nuevo dardo en el centro de la diana.

    Un timing asqueroso, si me preguntaban.

    Había pasado de vivir en la sombra de mi madre a desear labrarme mi propio nombre, mi propia identidad, siguiendo el camino que mi padre alguna vez siguió a mi manera. Él fue un top ranger especializado en la primera linea de defensa, mientras que yo deseaba convertirme en la mejor ranger enfermera de todos. Pero ser hija de alguien tan importante en mi campo era algo difícil de ignorar. Por más que intentaba diferenciarme, por más que trataba de destacar por quién era, de iniciar de cero en un lugar lejano, la maldición me perseguía sin descanso.


    ***​

    —La gente habla desde que pusiste un pie dentro de la base, Liza. Eres perceptiva, sé que lo sabes —La voz de Spencer sonaba cansada al otro lado de la línea—. Tus compañeros creen que estás aquí por quien fue Edward, no porque te merezcas el puesto. Y es injusto y completamente erróneo, pero ese es el poder que tiene la envidia cuando un nuevo talento amenaza con abrirse paso entre sus filas. Se aferrarán a lo que tengan a su alcance para derribarlos de su camino.

    —¿Y acaso crees que me importa lo que digan los demás? —torcí, ácida—. Yo quién soy. Sé el esfuerzo que hago cada día por mantener mi puesto. Y sé que tú también lo haces —Sostuve sus ojos con firmeza—. Eso debería ser suficiente.

    Mi superior, aquel hombre que me había visto desde que tenía pañales y el mejor amigo de mi padre pareció guardar silencio durante unos instantes. Adiviné en sus ojos cierto orgullo, pero también impotencia y rabia.

    —...Lo sé —afirmó al fin—. Pero también sé que estás en el ojo de cientos de miradas, y eso es algo que no debemos ignorar.

    —Pero-

    —No te pido que seas alguien que no eres —Me aclaró, alzando una mano al ver que amenazaba con levantarme de la silla—. Llevas el espíritu de los ranger en la sangre, es como tapar el sol con un dedo. Solo te pido que intentes no llamar la atención por un tiempo, hasta que pase la corriente sensacionalista y dejen de tener armas con las que frenarte. Un grano de arena quizás sea inocuo, pero una montaña puede volverse un verdadero obstáculo incluso para nosotros. No podré defenderte siempre, Liza.

    Apreté los dientes, presa de la frustración.

    Nunca le pedí que me defendiese, podía hacerlo sola, maldita sea.

    >>¿Crees que puedas hacerlo?

    —Me estás pidiendo que le de la espalda a todo cuanto creemos, ¿he entendido bien? —Aparté la mirada de sus ojos, seca, y me crucé de brazos como toda respuesta. Mi voz sonó en un murmullo. Apenas la reconocí como propia—. ...Como gustes, jefe.


    ***​


    Las risas en la distancia me trajeron de vuelta a la realidad, o quizás sería más apropiado decir que lo hizo el olor dulzón a buñuelos recién horneados, que se extendía en el aire. Localicé a Mimi y a las chicas charlando bajo la sombra de un árbol y me mordí el labio inferior, consciente al ver sus sonrisas despreocupadas de aquella sombra pesada y latente que seguía mis pasos desde que abandoné la oficina.

    Hoy era nuestro día de descanso. Las emociones negativas no tenían cabida, no iba a permitir darles espacio para quedarse.

    Respiré hondo y cerré los ojos, buscando aliviar la tensión en mi cuerpo antes de dar un paso al frente.

    Dibujé mi mejor sonrisa cuando repararon en mi presencia, jovial.

    —¿Qué es lo que ven mis ojos? ¿Comiendo dulces... sin ? —dramaticé, poniendo los brazos en jarra al alcanzarlas, fingiendo una indignación que no sentía—. ¡Ya os vale!

    —¡S-Señorita agente! —exclamó el Chatot, abandonando conmovido el hombro de Mimi para ir a mi encuentro, lágrimas en los ojos—. ¡¡Esta viva!!

    Lo atrapé con el desconcierto pintado por todo mi semblante.

    —¿P-Por qué no iba a estarlo en primer lugar...?

    No tardé demasiado en regresar con una bandeja de buñuelos y otra con un gofre, con su sirope y su nata y sus fresas, obviamente todo para mí. Si había algo que tenía la capacidad de ayudarme a recuperar los ánimos siempre, eso era un buen subidón de azúcar.

    —¿Y bien? —Quiso saber Poly al poco tiempo. Parecía admirado por el agujero sin fondo que era mi estómago—. ¿Qué pasó allí dentro?

    —Poly dijo que ibas a ir a la cárcel —añadió Miki con tranquilidad.

    —¡¡Nos asustaste tú, idiota!!

    Solté una risa baja y escueta mientras comía, escuchándolos hablar y discutir con los mismos ánimos de siempre. Sacudí mi mano como quien apartaba una mosca, llevándome una mezcla de ambos dulces a la boca antes de hablar.

    —Ah, ¿eso? —cuestioné, como si apenas lo recordase ya—. No fue nada. El jefe es buen amigo de la familia. Me conoce desde que era una cría.

    —¿Oh? ¡Qué suertuda!

    Eso no era mentira. Tal vez por eso actuaba con aparente normalidad, o al menos eso es lo que notaría alguien que no me conociese demasiado. Pero había algo en mis sonrisas, o en el sonido de mi risa, que indicaba que había algo más.

    Que algo en esa conversación no salió tan bien como se esperaba.

    Saqué de la mochila nuevamente el mapa, colocando la bandeja con los dulces en mi regazo. Extendí el papel para que todas pudieran ver el parque de atracciones en toda su extensión.

    —Veamos. Tenemos que decidir cuál será nuestro siguiente objetivo —Comencé a señalar varias localizaciones con el índice, cercanas a nuestra ubicación—. La montaña rusa está aquí al lado. La noria también, pero quizás sea preferible ir más tarde. La mansión encantada acabamos de pasarla... ¿Qué tal esta de acá?

    Señalé una especie de riachuelo en el mapa. Se trataba de los Rápidos del Orinoco, una atracción donde se simulaba el recorrido río abajo en una atracción acuática, todas las personas del grupo montadas en una misma balsa circular.

    Hacía calor, así que sonaba apetecible.

    >>¿Y bien? —inquirí, alzando la visera de la gorra para poder verlas desde abajo, animosa—. ¿Os apuntáis o qué?

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    Última edición: 14 Septiembre 2025
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Probablemente no tenía nada de lo que preocuparme. Había hecho lo que debía, lo que era éticamente correcto. Al margen de burocracias, era suficiente. Que la metieran en problemas por hacer lo correcto sería jodidamente injusto.

    El asunto es que el mundo en que vivíamos no era particularmente ecuánime, aún menos cuando tenías superiores a los que consultar cada paso que dabas.

    Cuando Liza regresó entendí que las injusticias estaban a la orden del día y que esa charla había sido extenuante para ella. No sé cómo nadie más no lo notó, con lo que mal que se le daba disimular.

    —¡Lizachi!

    Aika se incorporó de un salto y se le lanzó a los brazos como si hubieran pasado días completos sin verla. De verdad que era como un cachorro.

    Poly también. Eran tal para cual esos dos.

    Liza fue a por su subidón de azúcar diario y Poly fue el primero en hacer la pregunta de rigor. Todos queríamos saber por qué había tardado tanto y al menos yo necesitaba comprender por qué sus ojos se veían apagados a pesar de que trataba de disimularlo.

    Al parecer nadie más se dio cuenta. Pero yo lo notaba, la conocía lo suficiente para percatarme de esas cosas. Además, no hubiera tardado tanto si hubiera sido un simple aviso, ¿verdad? Era evidente que había algo más que no nos estaba contando.

    La respuesta no me satisfizo. Escurrió el bulto y cambió de tema tan rápido como pudo.

    —¡Woah!—a Aika le brillaron los ojos al ver la balsa. Parecía una niña el día de Navidad— ¡Yo quiero!

    En lo personal a mí no me llamaba la atención esa... cosa. ¿Qué pasaba si volcaba? ¿O si en una curva pronunciada se salía del recorrido? ¡Yo no sabía nadar!

    Con una emoción que se desbordaba por los poros, Aika tomó a Miki se la mano y se la llevó corriendo en aquella dirección. Poly las siguió volando y detrás de la comitiva quedamos solas Liza y yo.

    Le dirigí una mirada de soslayo. No era asunto mío, pero su actitud me indicaba que era algo que necesitaba hablar.

    Si ese era el caso podía contar conmigo.

    —Entonces...—empecé—, ¿me vas a decir lo que realmente pasó en la oficina o voy a tener que adivinarlo?
     
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    Andysaster

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    Liza White

    Tal y como imaginaba, la nueva elección cautivó a la gran mayoría del grupo. Aika arrastró a Miki, quien en su seriedad habitual pareció mostrarse cómoda con la cercanía, y Poly las siguió de cerca, canturreando alguna estupidez a la que se sumaron las demás con naturalidad.

    Suspiré cuando el torbellino de energía desapareció en dirección hacia la atracción, y entonces me digné a volverme hacia ella con calma.

    Había estado evadiendo su mirada a conciencia, pero sabía con certeza que Mimi no se contentaría con algo como eso. Era absurdamente mala disimulando, incluso cuando creía hacerlo de manera decente.

    No pretendía ocultárselo, en cualquier caso. No había secretos entre nosotras, no después de lo que habíamos hablado.

    Tan solo momentos más o menos apropiados.

    —¿Recuerdas lo que hablamos cuando supimos de las fotos editadas en esa revista? —inicié, llevándome las manos a la nuca mientras caminábamos en la misma dirección. Lo hicimos con evidente lentitud, aprovechando ese momento a solas para poder tratar el tema como se debía—. Hablamos de lo podrida que estaba tu carrera en según qué cosas, pero nunca te hablé con franqueza sobre la mía. Tal vez porque la idealicé durante tanto tiempo, y porque adivinaba en vuestros ojos la felicidad de verme bien después de haber tocado fondo, que me resultaba más fácil mantener esa normalidad. Hablar tan solo de los aspectos más superficiales y positivos de ser un Ranger. Qué se yo.

    >>Ni siquiera mudándome a una región en el culo del mundo logré empezar de cero. Desde el principio supe que no me veían como Liza, si no como la hija del afamado Edward White, el Ranger que lo dio todo por su escuadrón hasta recibir una herida fatal —Tensé los labios, con mil y una emociones revolviéndose en mi pecho. Que trajesen a mi padre a colación me enervaba a niveles imposibles—. No me importa que esperen grandes cosas de mí, yo misma soy lo suficientemente ambiciosa como para querer alcanzar la cima por mi propia cuenta. Lo que me jode es que el cuartel de reclutas es una puta jungla donde todos desean escalar puestos de manera sucia, donde todos saben quién soy y desprecian mi trabajo creyendo que soy el ojo derecho del jefe. Que lo único que tengo es el legado de mi padre, no el talento, y que recibo un evidente trato de favor.

    Era tan injusto. Tan jodidamente injusto. Que Spencer no lo viese así se sentía como una jodida traición.

    >>Es posible que haya llamado demasiado la atención rompiendo las reglas varias veces, porque soy una impaciente de mierda y deseo hacer cosas que aún no se me permiten —Dejé de llevarme las manos a la nuca para quitarme la gorra y revolverme el cabello, frustrada—. Ya sabes cómo soy, no puedo no hacer lo que creo correcto solo porque un estúpido papel me lo diga. Pero mi jefe esta vez ha tenido la decencia de pedirme que no llame la atención el tiempo suficiente hasta que se aburran del chisme de turno y se vayan a otra cosa. Que no les de más motivos para querer sabotearme y deshacerse de mí, que no siempre podrá estar ahí para defenderme. Hay superiores demasiado incompetentes en el escuadrón exceptuándolo a él, que hacen la vista gorda con muchas cosas. Y aunque somos Rangers titulados nuestro puesto no es fijo; no todos pueden conservar su puesto ni escalar nuevas posiciones, eso lo sé. Pero me importa una mierda, Mimi —Mis ojos la buscaron entonces; el mar usualmente en calma se mostraba esta vez como un océano embravecido—. Me da lo mismo que me vean como una amenaza. Eso es… —Tomé una bocanada de aire, sintiendo que mi voz amenazaba por flaquear durante un instante. La miré como si solo ella pudiese comprender lo que sentía. Como si buscase la única validación que necesitaba en sus ojos—. Eso es que algo estoy haciendo bien… ¿Verdad?
     
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    Yugen

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    Mimi Honda

    La escuché en silencio sin atreverme a interrumpirla. Cada palabra que dejaba escapar era como un nudo más apretándose en mi estómago y aun así me obligué a sostenerle la mirada cuando finalmente buscó mis ojos.

    Había imaginado que había algo así detrás, algo que había querido guardarse hasta que el momento fuese apropiado.

    Cuando lo pensaba me hacía arder la sangre.

    —¿Quieres saber si lo estás haciendo bien? —mi voz salió baja, pero firme, como si solo pudiera estar hecha para ella—. Por supuesto que sí. No solo porque ese Gengar podría haber sido un problema si no lo detenías, si no porque si despiertas tantas lenguas y tantas envidias es justamente porque brillas. Cuando alguien brilla así, los demás solo tienen dos opciones: admirar o arder de rabia.

    Atrapé su mano y la apreté dejándome llevar por la fuerza de ese contacto, como si en sus dedos pudiera sostenerme.

    Sostenernos a las dos.

    —No eres una sombra de nadie, Liz. Eres tu propia luz. A veces deslumbrante, a veces abrasadora… pero siempre auténtica. Si los demás prefieren apartar la vista, ese es su maldito problema, no el tuyo.

    >>Pueden intentar callarte, hacerte dudar, incluso derribarte. Van a dar todo de sí por hacerlo porque se sienten mediocres en comparación. Bueno, que se jodan. ¿Te comparan con tu padre? Bien, déjalos que lo hagan. Llegará el momento en el que puedas demostrar realmente todo tu potencial, todo lo que llevas dentro, y entonces tendrán que cerrar la boca y admitir que siempre fuiste tú lo que les jodía tanto. Hacer lo correcto nunca va a estar mal, da igual quien lo diga. ¿Un superior, un rey, un presidente? Es indiferente, lo correcto siempre va a ser lo que es y tú lo haces. La integridad es algo que no se compra ni se vende.

    Eso era algo que admiraba de ella. Quizás, era de hecho una de las cosas que me atraían de ella. Hacer lo correcto a pesar de las circunstancias, de los problemas asociados, de que el propio mundo estuviese en contra.

    Admiraba el valor y la integridad sobre todo, especialmente en un mundo lleno de máscaras y apariencias.

    —¿Recuerdas cuando me preguntaste si ser modelo era lo que realmente quería hacer?—inquirí a media voz. Aflojé el agarre en torno a su mano antes de darle un pequeño apretón—. Te respondí que sí, que había algo que quería demostrarle a la industria y al mundo. Bueno, tú tienes algo que demostrar también.

    Le dirigí una sonrisa resuelta. Quería transmitirle mi propia determinación, porque ambas estábamos en el mismo barco y no había nada que quisiera más que todos aquellos que se atrevían a dudar se diesen con un canto en los dientes.

    >>Eres Ranger por vocación, porque es lo que te apasiona, ¿verdad? Que nadie te haga creer lo contrario. Solo tú puedes demostrarle a esos otros reclutas idiotas y superiores que se equivocan al pensar que estás ahí solo por el legado de tu padre.
     
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    Liza White

    "¿Quieres saber si lo estás haciendo bien?"

    Aparté la mirada, tensa, mordiéndome el labio inferior. El corazón me latía con inusitada fuerza y comprendí entonces que podía vivir con las miradas desaprobatorias de los demás, aún si el resto del mundo pensaba que me equivocaba.

    Pero no era así cuando se trataba de ella.

    "Por supuesto que sí"

    Cuando mis ojos volvieron a abrirse la miré como si fuese la primera vez. Había asombro, pero también un alivio arrollador en mi mirada. Era alcanzar la validez que me habían negado y que yo misma fingía no necesitar todo el tiempo de manos de la persona adecuada.

    Atrapó mi mano entre las suyas y me fue imposible apartar la mirada de sus ojos mientras hablaba, conteniendo la respiración sin ser consciente. Lo hacía con tanta franqueza, con tanta admiración y cariño que se sentía ilegal no creerla. Dijo que brillaba, que mi luz era auténtica a pesar de todo, que algún día lograría demostrarles quién era en realidad y que estaba haciendo lo correcto. Ser consciente de ello me hizo volver a tensar los labios, pero esta vez no había frustración en mi gesto. Tampoco ira, ni impotencia, ni ninguna clase de sentimiento negativo.

    Solo alivio, emoción y un cariño ridículo, tan intenso que mi cuerpo era incapaz de contenerlo dentro de sí. Tampoco sabía hacia dónde redireccionarlo en realidad.

    O eso creí, hasta que decidió hacer alusión a nuestro conversación anterior, recordándome que yo también tenía algo que demostrarle al mundo, y encontré una forma de... qué se yo, sacudirme toda esa emoción de encima.

    Otro de mis estúpidos impulsos nacidos del momento.

    Miré hacia el costado, hacia donde las chicas se habían marchado, y aproveché su agarre en torno a mi mano para atraerla nuevamente hacia mí. Usé mi mano libre para ocultarnos tras mi gorra y la besé, si bien fue un gesto más bien superficial y simbólico, repleto de ternura.

    Solo por la propia tontería imité al separarnos sus palabras de aquel entonces, aquellas que me dejaron fuera de juego por lo inesperado del gesto. Solté una suerte de risa baja ante el recuerdo, una que me vibró en el pecho al encontrar nuevamente sus ojos.

    Le guiñé uno de los míos.

    —Te lo estabas ganando a pulso.

    No podía revertir el problema ni eliminarlo de raíz. Era algo con lo que tendría que aprender a vivir, así como Mimi debía lidiar con sus propias batallas si quería alcanzar su sueño. Nadie dijo que sería un camino de rosas; nosotras habíamos decidido empezar a recorrerlo en primer lugar. Pero recordar el apoyo con el que contaba uno se sentía inspirador.

    Como si fuesen la batería que impulsaba activamente mi propio corazón.

    >>Gracias, Mims —Sabía que no era necesario, que el gesto había sido explicativo en sí mismo, pero me apetecía pecar de repetitiva. La situación lo ameritaba. Le coloqué mi gorra sobre su cabeza, juguetona, suavizando así mi expresión. Tiré ligeramente de su mano para ponernos nuevamente en marcha—. Espero que esos tres no te hayan dado muchos quebraderos de cabeza en mi ausencia. ¿Cómo va esa convivencia?

    Lo estaba haciendo bien, me repetí, como un mantra.

    Eso era suficiente.
     
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    Yugen

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    Hablaba con convicción porque no había nada en lo que creyese más que en eso y no había una persona en la que creyese más que en ella. Mientras ella misma se mantuviese firme en sus propias convicciones nunca estaría sola.

    Siempre me tendría a mí para sostenerla cuando era necesario, de la misma forma que ella me sostenían a mí. Nuestra relación era puramente simbiótica: crecíamos al estar juntas. Quizás por eso aquel paso en nuestra relación lo había sentido tan natural... como una bomba de tiempo que tarde o temprano estallaría.

    Había ignorado todo lo que despertaba en mí por mucho tiempo pensando que estaba sacando las cosas de quicio y que Liza solo veía en mí... bueno, a una amiga. Seguíamos siendo amigas en cualquier caso, pero había algo más. Nuestra relación no era la misma de entonces, había cambiado y consecuentemente nos había cambiado a nosotras.

    A veces me asustaba el poder que tenía sobre mí.

    Entonces comprobó si había alguien cerca—había cientos de personas alrededor, todos sumidos en sus particulares vidas ordinarias—, y usando su gorra como un improvisado escudo me besó.

    Tuvo la tonta idea de devolverme mis propias palabras y entonces comprendí por qué había rivalizado con una baya Zreza en ese entonces. Mi rostro se encendió de golpe sin siquiera pedirle permiso a mi cerebro y el labio inferior me tembló mientras luchaban frenéticamente por encontrar las palabras.

    Pero nada logró salir.

    Ugh, la audacia de esta mujer.

    No había mentido cuando les había hablado de ella a Miki y a Aika, de verdad que me ponía de los nervios. Era un sentimiento profundamente contradictorio, pero me hacía sentir débil y algo en mí rehusaba con todas sus fuerzas esa misma debilidad.

    Me hacía pequeña, tiraba los muros que pudieran quedar, me dejaba desnuda de una forma diferente a la que no podía hacerle frente. Era como si ni siquiera pudiera pensar.

    Honestamente me aterraba.

    —Supongo... ¿que va?—parpadeé sintiendo un repentino acceso de vulnerabilidad y desvié la mirada de sus ojos. Era ridícula la forma en que lograba dejarme completamente fuera de servicio con un simple gesto. Dirigí la mirada al frente donde Aika seguía correteando con Miki hacia algún lugar... pero empezaba a tener la impresión de que se había perdido. Hice una mueca—. Es como tratar con un grupo de niños de cinco años.
     
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    Tratar el tema con ella me hizo sentir mucho mejor. Nuestras charlas solían tener ese efecto, en realidad. Mimi siempre tenía las palabras adecuadas, aún si en ellas había fragmentos que no deseaba escuchar. Era franca, directa, sin buscar endulzarme el oído con palabras vacías; si hacía algo mal me lo diría, sin medias tintas. Lo mismo sucedía conmigo. En esa honestidad compartida residía el verdadero valor de nuestro apoyo. La certeza de que hablábamos directamente desde el corazón, sin barreras ni inhibiciones de ningún tipo.

    No necesitaba una solución a mis problemas, porque no la había. Tan solo el apoyo incondicional, la confirmación de que no estaba sola en esto, era suficiente para restablecer mi espíritu, redoblar mi ímpetu y mantenerme en la carrera.

    The rest is up to me.

    Comenzamos a caminar hacia la atracción, tironeando suavemente de su mano mientras me hablaba. Había desviado la mirada, enrojecida y vulnerable, y yo hice lo mismo,hacia el lado contrario al sentir que sufriría un coma diabético en cualquier momento. No podía ponerme esa carita. El intento por molestarla con la estupidez del otro día se truncó con un chasquido de dedos y tensé los labios, sintiendo esos estúpidos e incesantes latidos regresar. El rostro me ardía de repente, pero eso debía ser por... la incidencia del sol, probablemente.

    ¿Algo así?

    —...Bueno, querías tener niños, ¿no? —La tontería acerca del grupo, o quizás ver la propia escena frente a mis ojos me serenó lo suficiente como para poder responderle con mayor naturalidad. Claro que no era consciente de la charla sobre "hijos" que había tenido lugar en mi ausencia. La coincidencia resultaba demasiado cómica—. Aún somos jóvenes, pero nunca está de más entrenar esa paciencia. Tal vez tu yo del futuro te lo agradezca algún día.

    Aika estaba por marcharse en sentido contrario y le hice un gesto en ese momento, conteniendo difícilmente la risa; la entrada estaba justo a su derecha. Miki asintió, entendiendo el mensaje, y fue ella quien tironeó de su nueva amiga hacia donde les había indicado. Poly las siguió con un graznido de júbilo.

    Compartimos una mirada de circunstancias, pero la gracia que me causaba la situación pronto se reflejó en mi semblante. Reparé en que nunca antes la había visto con gorra, la imagen me agradó lo suficiente como para dejársela algo más de tiempo y le bajé la visera con mi dedo índice, solo por molestarla un poco.

    Avancé un par de pasos por delante de ella.

    >>Se me dan bien los niños, eso ya lo sabes —Comenté al aire, divertida con la imagen que me devolvió al recolocarse el accesorio. ¿Así se sentía Dante cuando me lo hacía mi? Comenzaba a verle la gracia. Suavicé un tanto los gestos al continuar hablando—. Y por eso puedo decirte con certeza que a estos niños les agradas.
     
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    Yugen

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    Escuchaba el alboroto que hacía la gente a nuestro alrededor, la música y el sonido de las atracciones como si estuvieran desde detrás de un vidrio. Honestamente no les estaba prestando atención, tal vez por la forma tan brusca en la que estaba latiendo mi estúpido corazón. Miraba a ninguna parte con las mejillas encendida y mi mano sujetaba la suya, preguntándome por qué repentinamente parecíamos tantísimo una pareja.

    Aquel mismo chispazo de debilidad me hizo querer soltar su mano pero no lo hice. En lugar de eso, le di un apretón. Fue involuntario. Casi automático cuando mencionó el tema de los niños y la conversación con Miki regresó a mí con inusitada fuerza. ¿Qué pasaba hoy? ¿Era un complot para matarme de la vergüenza?

    Uuuugh.

    —Quizás en un futuro—respondí simplemente y jugueteé con un mechón de cabello, enredándolo y desenredándolo en mi índice—. Pero no sé si tengo paciencia para tratar con niños o... estómago para cambiar pañales. Estoy segura de que serías mucho mejor madre que yo.

    La imaginé en ese momento rodeada de sus propios hijos, quizás tres. Le gustaban los niños y probablemente no tuviese ningún problema con una familia numerosa. Un grupo de bebés rubios —o castaños— con ojos azules. El cabello era del mismo rubio dorado que Nikolah y la perspectiva punzó en algún lugar.

    Los hijos de Nikolah...

    Repentinamente la idea me retorció el estómago.


    —Ajaja... perdón, perdón Lizachi. Estaba demasiado emocionada...

    La tonta disculpa de Aika después de que Liza le indicó el camino correcto me regresó a la realidad. Intercambiamos una mirada de circunstancias y entonces miss Lillipup tuvo la genial idea de bajarme la visera de la gorra. Ni siquiera había sido del todo consciente de cuando me la había puesto en primer lugar, estaba demasiado ocupada intentando no morirme.

    —No hagas eso—le dije regresándola a su lugar—. No soy tú y tú no eres Dante. Además, no me gustan las gorras, me gustan los sombreros. Me favorecen más.

    Le volví a colocar la misma y le bajé la visera hasta la nariz.

    No me interesaba realmente si les agradaba a Aika o a Miki, de verdad que no. Pero la perspectiva me resultó cálida y reconfortante. Al menos estaba haciendo algo bien, incluso cuando parecía hacer méritos por ganarme el odio de esa gente.

    Bueno, ya era suficiente de causarme sentimientos encontrados por hoy.

    Presto, mademoiselle White—ironicé con cierta gracia al adelantarla—. ¿No ve que ardo en deseos de subirme en esa balsa asesina?
     
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    Andysaster

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    Liza White

    Una vez reunidas todas —y Poly, aunque él era una más del grupo— nos dirigimos a la cola de los Rápidos del Orinoco. Los parques de atracciones podían ser mi perdición, pero tocaba enseñarles a mis ingenuas e inocentes pupilas el mayor aspecto negativo de estos sitios: las esperas de cuarenta minutos... en el mejor de los casos.

    Me ajusté mis gafas imaginarias de experta en la materia, con una actitud que rozaba lo pedante.

    —Podéis relajaros —les aseguré, despreocupada, relajando la espalda sobre una valla de madera que delimitaba el sentido de la cola. Hablaba la experiencia por mí, en realidad—. Tuvisteis suerte de que la anterior atracción marchase tan rápido, pero eso no es lo usual. ¿Veis ese cartel de allí? —Señalé con tranquilidad un contador digital en la pared, ojos cerrados, con los minutos estimados de espera reflejados en la pantalla—. Al menos la espera se hará menos dolorosa sabiendo que...

    >>¿¡...Cómo que quedan solo diez minutos!?

    No daba crédito a lo que veían mis ojos. Había ido a infinidad de parques temáticos en Teselia como para saber de sobra cómo funcionaba esta mierda. ¿Este sitio trataba de dejarme mal? ¿Era eso? ¡Se suponía que estaba recién inaugurado!

    —¡Pero eso son buenas noticias, señorita agente! —exclamó el Chatot, sobrepasándome con facilidad en mitad de mi estupor. La fila avanzaba, y así lo hicieron ellos. Yo aún trataba de salir de aquella simulación—. ¡Alegre esa cara, cruack!

    —Puedes hacer la cola dos veces, si te quedas con ganas de esperar —Me sugirió Miki; evidentemente no estaba ironizando. Hablaba completamente en serio—. Así nos guardas el sitio para poder subir de nuevo.

    Mi orgullo se vio mancillado por una estúpida cola express, absurdamente irreal, pero aunque aquel grupo pareciese haber tocado una de las patas de Victini antes de entrar, suponía que aquello me beneficiaba a mí también. Menos espera indicaba más tiempo para divertirse... ¿no?

    >>Liza, el grupo de delante nos cede su sitio —Me avisó Miki al regresar a por mí—. Uno de sus integrantes se mareó. Nos toca ya.

    Parpadeé despacio.

    Definitivamente vivía en una simulación.

    O en una tragicomedia.


    ***


    El inicio del recorrido lo delimitaba un muelle circular de madera, erigido sobre aquel río artificial. La madera crujió bajo nuestros pies mientras uno de los encargados nos pedía que aguardásemos a que llegase nuestra balsa. Estas iban rotando alrededor del muelle, ya fuera iniciando o finalizando su recorrido, y los ayudantes les facilitaban a cada grupo el acceso o la salida de las balsas.

    Escuchamos las risas de varios grupos, así como los gritos en la distancia que indicaban que alguien se había mojado de más. Se me dibujó una sonrisa entretenida al ver pasar a una chica a mi lado, que literalmente parecía un Rowlet sacado de la lavadora.

    Ah. This will be funny.

    —Id pasando de una en una a la balsa, por favor.

    El chico que nos atendió detuvo el movimiento de nuestra balsa con el pie al llegar, y nos tendió la mano para ayudarnos a mantener el equilibrio al descender al interior. Sin pensarlo un instante me adentré la primera, y tomé asiento ayudando también a las que fueran entrando a alcanzar su lugar en la balsa.

    —¿E-E-Estais seguras de que esto es fiable?

    —De momento nadie perdió ningún miembro —El ave se estremeció entre sus brazos, aferrado a su entrenadora con todas sus fuerzas. Miki hizo una pausa—. Creo.

    —¿¡Cómo que crees!?

    El interior contaba con una barra de metal conformada por un círculo concéntrico, que nos permitía sujetarnos a algún lado en caso de necesitarlo. Una vez la última de nosotras se adentró en la balsa, el chico volvió a hablar.

    —En determinado momento del recorrido encontraréis una cámara —Se mostró divertido al notar la reticencia en los rostros de algunos—. Recordad sonreír: las fotos estarán disponibles para comprarse a la salida.

    Con esas, el chico dejó de sostener la balsa con el pie, sin ninguna cuenta atrás ni piedad para nadie. La balsa lentamente se alejó del muelle, dando así inicio al recorrido.

    Me incliné hacia delante, sosteniéndome de la barra con el rostro iluminado. La balsa se mecía con calma de momento sobre el agua, en un vaivén casi relajante.

    —¿Veis? Esto no está tan mal —Alcé los dos brazos en el aire al poco tiempo, jactándome un poco para variar—. Hasta te puedes quedar así, sin sujetart... ¡W-woah!

    Un repentino movimiento me hizo chocar contra el hombro de Mimi, ubicada precisamente a mi derecha. Me sujeté rápidamente a la barra, apartando la mirada de sus ojos como una chiquilla que veía venir un regaño.

    >>¿S-Sabéis qué? —reformulé, con una risita nerviosa—. No seáis temerarias. Seguridad ante todo~.

    —Vaya —Le susurró Miki a Aika—. La mirada asesina de Mii-chan también es efectiva contra ella. Perdimos a nuestro último soldado.
     
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    Aika Izumi

    —¡¿Huh?! ¿Cómo que una cámara? ¡Yo no he autorizado esas fotografías!

    Me senté en mi lugar justo después de Miki con el corazón aleteándome en el pecho con tanta fuerza que parecía querer estallar. Estaba demasiado emocionada, nada ni nadie podría cambiarme el buen humor.

    —¿Imagináis que haya depredadores en al agua?—inquirí incapaz de estarme quiera en mi sitio— ¿Quizás un grupo de Sharpedo hambrientos? Como se cae tan poca gente deben de estar muertos de hambre...

    —Aika, ¿te faltó oxígeno al nacer?

    La balsa se movía despacio durante el primer tramo flotando sobre el agua como un barquito de papel. El entorno se parecía a una jungla frondosa con árboles selváticos y sonido ambiente. Era muy emocionante.

    En algún momento Lizachi levantó las manos y se ganó una de esas miradas aterradoras de Mii-chan. Cuando Michin se me acercó para comentarlo solté una risilla de circunstancias y me rasqué la mejilla con mi mano libre tratando de que no nos escuchase a pesar de la cercanía.

    Lizachi había caído... pero genuinamente tenía la impresión de que hasta Giratina temblaría si lo miraban así.

    —Es super efectivo—le comenté en confidencia—. Es como si hubiera dominado el Cara Susto versión humana...

    Nunca había imagino estar de verdad en una situación así. Es decir, había fantaseado con la idea, pero jamás había imaginado que llegaría a cumplirse. Tener amigas con las que hacer cosas así era casi un sueño para mí. De hecho me había pellizcado más de una vez cuando nadie miraba.

    Pero... era real. Era real de verdad, ¿no?

    Bajé la mano al agua rozándola con la punta de mis dedos. El contacto me hizo sonreír.

    —Está fresquita~

    —Parece que estamos en la selva de verdad...—Mimi miró alrededor. Sobre una rama nos observaba un Passimian... ¡Ah, quería hacerle una foto!—. Hay que darles puntos por la caracterización.

    Me recordaba a esa otra película: Holocausto en la jungla. Un grupo de jóvenes investigadores terminaban viajando a las más profundas entrañas de una selva tropical y eran cazados y devorados por una tribu caníbal. Era una película que nunca había visto con mis hermanos, no la aguantarían. A Minato tampoco le gustaban ese tipo de películas...

    —¡Quizás nos asalte una tribu indígena con lanzas y flechas!—exclamé con emoción.

    Mii-chan me dirigió una mirada de circunstancias. Nunca parecía impresionada.

    Repentinamente el paseo dejó de ser tranquilo cuando la balsa pasó sobre unos rápidos y se meció de lado a lado con insistencia. Parecíamos estar ganando velocidad, meciéndonos sobre las olas artificiales como un barquito de papel en una tormenta.

    —¡W-woah!

    Ahora entendía porqué aquella chica había salido empapada.

    —¡Todos, las manos al centro!—ordenó Mimi de forma apresurada— ¡Poly, tú también!

    Parpadeé, contrariada, aún recuperándome del choque contra el hombro de Liza. Entonces me di cuenta de a qué venía tanta alarma. Era... una catarata. Y nos estábamos dirigiendo hacia allí.

    Una caída de agua de varios metros.

    —¿N-no es muy pronto para eso...?

    Poly se agarró a la barra con las patas, aleteando frenéticamente. Entonces la balsa dio un giro en círculo y se precipitó hacia abajo con un grito conjunto.

    —¡¡Ky~ah!!

    Un flash destelló desde algún lugar.
     
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    Andysaster

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    Miki Chigusa

    Liza se metió primero en la balsa y nos tendió su mano desde dentro, muy en su modo de Ranger diligente y… adicta al trabajo también, porque tenía entendido que estaba de vacaciones. El suelo de la balsa se encontraba ligeramente encharcado y ciertas partes del asiento también, pero no me importaba. A Poly sí. Tenía complejo de felino y siempre me había costado mucho bañarlo.

    ¿Cómo? ¿Que las aves se bañan solas, sin necesidad de forzarlas?

    Bueno, eso explicaba por qué no era ornitóloga, ¿no?

    El primer tramo del recorrido se sintió como dar un paseo en barco en mitad de la Amazonia. Los árboles cubrían el sol y el frescor de la sombra me hizo derretirme sobre el borde de la balsa, con los brazos extendidos y el mentón apoyado con somnolencia sobre la superficie. Cerré los ojos, relajada, escuchando los comentarios de Aika y las reacciones de Mimi de fondo.

    —¿S-S-Sharpedos? ¿Tribus indígenas? ¿¡F-F-Flechas y lanzas!? —Mii-chan estaría poco impresionada, pero Poly era su contraparte: aprensivo y fácilmente influenciable. El Chatot se removió a mi lado, agitado—. Debemos abandonar el perímetro cuanto antes. ¡Señorita agente! —Liza se volvió sin comprender. Parecía entretenida compitiendo contra Aika sobre quién encontraba más pokémon por la zona—. ¡Despliegue su escuadrón cuanto antes!

    —No puedo —resolvió con sencillez. Se inclinó nuevamente sobre la barra, flexionando los brazos para descansarlos allí—. Estoy de vacaciones —Lo siguiente lo dijo entre dientes, frunciendo ligeramente el ceño al volver el rostro a un lado—. Y no tengo escuadrón. Aún.

    Era una persona solitaria, pero contra todo pronóstico no me disgustaba escuchar sus voces mezclándose de fondo. Eran muchos, muy inquietos y diferentes entre sí... Pero me llenaba de una sensación diferente. Cálida, quizás. Era como tener los auriculares puestos mientras observaba la carretera al otro lado del cristal, y que justo sonase esa canción familiar de fondo.

    La burbuja de paz estalló en el momento en el que la balsa aceleró a través de unos rápidos. Abrí los ojos, intrigada, al notar revuelo a mi alrededor.

    Bueno, Poly siempre estaba agitado, pero esta vez parecía ser un sentimiento compartido.

    —¿Una catarata? —cuestioné, sujetándome con lentitud para no recibir las famosas Cara susto de Mii-chan. Poly obedeció al instante y clavó sus garras en el metal, soltando todo tipo de incoherencias de fondo—. No sabía que habría cataratas asesinas aquí. Aún no hice mi testamento.

    >>Aika, te cedo a Poly —Le dije con seriedad—. Recuerda que aún le gusta que le lean cuentos para dormir.

    —¡¡N-No es momento para eso!!

    Auch. Demasiados picotazos por un día.

    La balsa se precipitó al vacío y cerré los ojos, sintiendo una cortina de agua rociar los costados del flotador. Los gritos de todos me dejaron sorda al finalizar el descenso, de modo que lo primero que hice fue hurgarme el oído, buscando quitarme los remanentes del estruendo de mis tímpanos.

    —Eso. Ha sido. ¡Alucinante! —Liza dejó de sujetarse de la barra, con los nudillos tensos por el agarre pero manteniendo una sonrisa de oreja a oreja. ¿Masoquista o adicta a la adrenalina? ¿Ambas?—. ¿Habéis sentido el flash? Me muero de ganas de ver la foto.

    —Poly seguro que salió favorecido —comenté, sacudiéndome el cabello mojado como un canino.

    El Chatot, que más que un ave parecía un arbusto de bayas Aranja, puso una mirada de circunstancias, completamente rígido por el shock.

    —...Exijo pedir una hoja de reclamaciones. Cruack.


    ***

    —¡Jajajajajaja! No, no puedo, no puedo... ¡Pffjajajaja!

    Una vez salimos de la atracción nos dirigimos al puesto de fotografías de la salida. Buscamos la nuestra, intrigadas en su mayoría, y para cuando salió en pantalla... generó sentimientos muy opuestos entre sí.

    Liza se carcajeaba desde hacía cinco minutos, sujetándose el estómago entre lágrimas de risa. De vez en cuando entendía algunas frases inconexas, como "bola de plumas"o "Purrloin lamido por un Miltank".

    Poly se escondía detrás de sus alas, completamente avergonzado por la imagen. De vez en cuando le soltaba picotazos a Liza del propio bochorno que estaba pasando, pero aún seguía tan empapado y gracioso de ver que el solo hecho de acercarse a ella le redoblaba el ataque de risa.

    Observé de nuevo la foto, dibujando una sonrisa diminuta en mis labios. Nos veíamos bien. Yo había salido alzando el pulgar, casual, y Aika parecía divertirse mucho, al igual que Liza. Mimi y Poly compartían una expresión similar.

    —¿Te gustaría una copia? —La chica al otro lado del mostrador me sonrió al verme tan atenta a la pantalla. Aika se acercó en ese momento—. Podéis pedir una para cada una si lo deseáis.

    Me lo replanteé por un momento. No era una mala foto. Y tenía un marco con Passimians y Toucannons. Eso le sumaba puntos.

    >>¿Quieres una? —Le ofrecí entonces a Aika. Parecía mirar la foto con un brillo ilusionado en los ojos. Se veía feliz. Me palmeé el bolsillo del pantalón con orgullo—. Ayer gané 5000 pokédolares en un Mime Donalds.


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    La balsa descendió y mi estómago dio un salto brusco. No fue una caída libre porque había una especie de rampa bajo la balsa, pero el agua salpicó y todos, hasta el pobre Poly, acabamos mojándonos.

    Me eché el cabello mojado hacia atrás entre carcajadas. La emoción del momento, la adrenalina... todo se mezcló dentro de mí y repentinamente estaba demasiado feliz como para no exteriorizarlo.

    —Ha sido como whoosp y flash,¿¡Repetimos!?

    Mimi era la única de nosotras que tenía el cabello largo, así que terminó pareciendo un Furfrou salvaje. El cabello dorado se le pegaba a las mejillas y a la frente y goteaba a lo largo de su espalda.

    No parecía compartir la emoción de Lizachi ni la mía. Sus dedos estaban blancos por la fuerza con la que sujetaban la barra de seguridad y tenía los ojos cerrados, apretando los dientes mientras su cabello goteaba. Parecía estar aguantándose para no gritarnos a todos...

    Aterrador.

    ***

    —¡D-deja de reírte en este mismo instante, idiota! ¡Estoy así de empapada por tu culpa! ¡Ah—!

    Vi a Mii-chan enrojecer bruscamente.

    Eran muy buenas amigas, ¿verdad?

    La fotografía era muy bonita. Graciosa, pero bonita. Era la primera fotografía que me tomaba con amigos, la primera prueba de que aquello era real. Era como una medalla para mí o un premio largamente ansiado, un logro tachado de la lista de este videojuego tan particular llamado vida. (Oh, ¡eso sonó genial!)

    Pero había que comprarlas y yo no tenía dinero... Mii-chan estaba demasiado ocupada discutiendo con Lizachi y dudaba que quisiera pagarme algo una segunda vez después de los crêpe. No quería abusar de su confianza... No parecía muy contenta con eso.

    Suspiré con resignación.

    En ese momento Miki se ofreció a comprar una copia para mí. Fue inesperado, ya había hecho mucho por mí ese día cuando recuperó mi mochila de Gengar... ¿de verdad que estaba bien?

    Volví la mirada a la foto y nuevamente a los ojos grises de Miki. ¿Cómo había ganado cinco mil pokedólares en un Mime Donald's...? No, no, ¡eso no era lo importante aquí!

    Parpadeé con contrariedad.

    —W-woah, ¿en serio?—respondí como si aún no pudiera creerlo. Creo que mi corazón dio un salto y mi expresión se iluminó repentinamente— ¡Te lo agradecería mucho, Michin! Te lo compensaré, es una promesa.

    No podía pedir mejores amigas. Todas eran muy distintas, cada una un mundo diferente... pero sentía que encajábamos bien, como piececitas de un puzzle. Cada una aportando algo diferente.

    De verdad... ¿estaba bien que alguien como yo fuera tan feliz?

    Le sonreí genuina. Una de esas sonrisas que te nacían sin pedir permiso simplemente porque las sentías de corazón.

    >>Eres una persona muy amable.
     
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    Aika me sonrió, su rostro se iluminó por completo y a pesar de lo densa que era para comprender esas cosas, algo me dijo que esa propuesta improvisada estuvo bien. La sugerencia me salió en automático, en realidad, pues no solía darme cuenta, o más bien no solía prestarle la debida atención a los intereses de la gente a mi alrededor. Me traían sin cuidado normalmente.

    Así que digamos que fue como marcar una respuesta aleatoria en un test y conseguir el punto completo. Inesperado pero gratificante.

    —No tienes que compensármelo —Me encogí de hombros con calma. Saqué mi monedero con forma de Safari ball para pagar dos copias—. Ahora eres la madrina de Poly, ya es suficiente trabajo —Ante el desconcierto en sus ojos, proseguí—. Así lo decidió mi testamento improvisado, antes de la catarata asesina.

    —Tomad. Aquí tenéis vuestras fotos —La joven nos sonrió, entregándonos una bolsita con ambas fotos enmarcadas. Al asomarme para ver su interior, di con tres en lugar de dos. La chica señaló a Mimi y a Liza con la cabeza, amable—. La tercera es un regalo, invita la casa. ¡Que disfrutéis vuestro día en Arcadia Nova!

    Oh. Bueno, suponía que eso no estaba mal. Era algo gratis. Y esas dos podrían compartir la foto. Creo.

    ¿Aún seguían discutiendo?

    —Vamos~ Lo he oído claramente —Liza parecía haberse recuperado un poco del ataque de risa y ahora se entretenía persiguiendo de forma incansable a una enrojecida Mii-chan, con una de sus sonrisas encantadoras, si bien sibilina—. ¿Así de empapada por mi culpa? Pero si esta vez no he hecho nada, mujer~.

    ...Esa tercera foto tendría que aguardar por el momento en la bolsa. Tal vez durante horas.

    ¿Y si se la vendía a alguien mientras no miraban?


    ***

    Paseamos un rato bajo el incansable sol del medio día, perdiéndonos en mitad del enorme sitio a pesar de llevar un mapa. El lugar era tan amplio que incluso tenía caminos que atravesaban los jardines del parque, proporcionando un descanso a los turistas bajo la sombra de sus árboles.

    Nos vino bien para secarnos, y el paseo para calmar un poco las aguas. El grupo, sin dudas, hacía menos ruido que antes. Eso era de agradecer.

    —¿Qué es eso?

    Señalé al poco tiempo algo que captó mi atención, un poco más adelante. Del lugar salían destellos y ruidos varios, a los que les sucedían una seguidilla de aplausos. Al acercarnos, abandonando el laberinto de setos podados, dimos con unas gradas de madera y un escenario.

    Era... ¿Un espectáculo? Parecía un coordinador haciendo una demostración al público.

    —¿Nos quedamos? Nunca he visto un coordinador en persona —Poly se mostraba ilusionado con la idea—. En el fondo esa clase de vida me habría gustado, ¡cruack! Llevar accesorios y combinar ataques para crear reacciones hermosas... —Comenzó a batir sus alas, buscando ser visto—. ¡Adópteme, señor coordinador! ¡Aquí arriba!

    —Oye —Hice un mohín—. Que te estoy oyendo.

    Liza, por su parte, ya había tomado asiento y observaba con interés el espectáculo, comiendo papitas que había sacado de su mochila. Si el espectáculo no me llamaba del todo como para decidir qué hacer, el aperitivo terminó por decidirme.

    Me senté a su lado y comencé a robarle de la bolsa.

    Nom nom nom.
     
    Última edición: 21 Septiembre 2025
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  18.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    —Fue tu culpa que viniéramos aquí. ¡No estoy insinuando ninguna otra cosa!

    Era una causa perdida... menuda elección de palabras tan nefasta. Estaba segura de que las usaría en mi contra.

    Así que allí estaba, ruborizada y con el cabello y la ropa mojada—era un auténtico milagro que no se me transparentara el sujetador—, tratando de hacer frente a los aviesos dobles sentidos de Liza White.

    Al menos se calmó al poco tiempo. Dejó de reírse como una tonta y de molestarme y pudimos dejar atrás aquella atracción para buscar un lugar más tranquilo. El sol pegaba con fuerza, así que el bañito improvisado no había venido tan mal.

    Tomamos un camino a través de los jardines y escuchamos música y aplausos a la distancia. Era... un escenario. Y había gente congregada alrededor en unas improvisadas gradas de madera.

    —¿De verdad es un coordinador?—inquirí tomando asiento. Mi cabello se había secado con el paseo en gran parte y ya no se me pegaba a las mejillas—. Hace años que no veo uno. Son muy típicos en Sinnoh.

    —¿Eres de Sinnoh Mii-chan?—Aika me preguntó con la boca llena de papitas. ¿En qué momento—?

    —Mhm. Miki también.

    Aika asintió para sí misma y se llevó otra papita a la boca.

    —Yo soy de Hoenn—comentó cuando terminó de masticar. Al menos tenía esa decencia—. Pueblo Azuliza.

    No sabía gran cosa de Hoenn. No la había visitado demasiado y mis destinos principales siempre habían sido las grandes ciudades: Ciudad Portual o Ciudad Calagua. Eran centros muy turísticos por su cercanía al mar.

    —¿Y Lizachi?

    —Ah, Teselia.

    —¡Woah!—Aika abrió los ojos en su máximo—. ¡Pero eso está lejísimos! ¡Cómo a~sí de lejos!

    Mientras está conversación tenía lugar subió una nueva persona al escenario. Me di cuenta en ese momento de que aquello era una suerte de concurso donde los coordinadores no eran profesionales... Era como si fuera una atracción más. Una experiencia para cualquiera que quisiera probar a ser coordinador por unas horas.

    —¡Gracias, muchas gracias por su amable recibimiento, damas y caballeros!—expresó un chico joven con un micrófono. Estaba vestido para la ocasión y lo acompañaba un Swanna—. Como saben, hoy es un día muy especial. ¡Arcadia Nova cumple un mes desde su apertura!

    Si organizaban esto con tan solo un mes, no quería ni imaginar lo que harían cuando fuese el aniversario.

    >>Después de haber disfrutado de la maravillosa actuación de Swanna—el ave extendió las alas, grácil—. Debo dar paso al siguiente concursante. Proviene del encanto rústico y campestre de Pueblo Lápiz y es una dama con todas las letras. Difícil de definir, porque no nos ha querido dar su nombre real...—el chico soltó una risilla nerviosa y carraspeó—. Ejem. Con todos ustedes: ¡Dionaea!

    ¿Dionaea? Eso no era... ¿una planta carnívora?

    [​IMG]

    Con pasos comedidos subió al escenario una mujer. Su cabello rubio era similar al mío, pero lo llevaba recogido grácilmente y vestía como una genuina dama victoriana. Por un segundo me pareció una presencia etérea, alguien que no podía ser real.

    —Es un honor para mí estar aquí.

    Abrió los ojos y nos miró. Nos estaba mirando a nosotras. Pero su mirada se desvió hacia la derecha y cuando localizó a Liza le sonrió. Una sonrisa de párpados caídos.

    Nunca había visto unos ojos tan verdes.

    —Prímula, si eres tan amable.

    En ese momento avanzó un Roserade desde el fondo del escenario. Hizo una reverencia a todos los presentes e invocó una lluvia de pétalos a nuestro alrededor. Los pétalos brillaban bajo el sol en un estampa de cuento, como una lluvia de rosas rojas y Roserade bailaba bajo ellas al ritmo de una música sin voz.

    —¿Es una Danza Pétalo?—Aika preguntó extendiendo las manos y recogiendo los pétalos entre sus palmas. Los lanzó hacia arriba entre risas como una niña jugando con serpentinas—. ¡Nunca había visto una así!

    Honestamente yo tampoco.

    Mientras eso sucedía mi mirada de soslayo se dirigió hacia Liza. La observé en silencio y el pecho se me apretó con fuerza, como si una mano gélida estuviese presionando mi corazón.

    Había algo en todo esto que me ponía los pelos de punta.
     
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  19.  
    Andysaster

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    Liza White

    —Hey, hey. Demasiadas manos en mi bolsa. ¡Que corra el aire, señoritas!

    Obviamente no tuvo caso. Las codiciadas papitas ya estaban siendo repartidas y devoradas entre las presentes sin mi consentimiento.

    Hasta el estúpido Chatot tenía migajas alrededor de su pico.

    Dejando a un lado ese incidente el elegante número de aquel coordinador y su Swanna, el cual se llevaba a cabo en el escenario en ese instante, captó toda mi atención de inmediato. En Teselia no eran para nada habituales, y en Galeia no había tenido la oportunidad de echarle un vistazo a ningún concurso.

    No sería descabellado afirmar que esa era la primera vez que veía un número en persona.

    —¿Cómo lo hacen? —cuestioné sin apartar mis ojos del escenario, admirada—. ¿Cómo descubren combinaciones de movimientos tan hermosas y creativas? ¿Es puro ensayo y error?

    —Y talento, ¡cruack! ¡Mucho talento! —A Poly le brillaban los ojos de la emoción. Comenzó a mecerse de lado a lado, con los ojos cerrados y una expresión soñadora y bobalicona—. Ah, si yo estuviera ahí~.

    —Mimi hizo concursos cuando era pequeña —Les conté a los demás, genuinamente orgullosa. Le dediqué una sonrisa rápida a mi amiga, cómplice, antes de volverme hacia los demás. Hice la señal de la victoria con los dedos—. Y ganó varios, incluso. ¿Acaso no es genial?

    —¿¡Q-Quéeee!? —Poly no daba crédito a lo que escuchaba. Revoloteó hasta el regazo de Mimi, repentinamente maravillado—. ¡Señorita benefactora, adópteme! ¡Soy un Chatot muy diligente, lo prometo!

    Miki resopló, apoyando la mejilla en el hombro de Aika sin pedir permiso. No parecía ser consciente de las normas sociales o los excesos de confianza. Le daban lo mismo.

    —Cría Chatot y te sacarán los ojos, decían.

    ¿E-Ese dicho no era con Murkrows, en todo caso...?

    El evento siguió avanzando, y fue el momento de darle paso al siguiente concursante. El chico la presentó como Dionaea y fruncí ligeramente el ceño, extrañada. ¿Ese no era el mismo mote de...?

    Mis ojos se abrieron de la impresión cuando la vi, conteniendo la respiración sin ser consciente.

    Ai Mamiya.

    Subió al escenario vestida con un elegante traje y el cabello rubio, recogido con excesivo cuidado, favorecía enormemente sus delicadas facciones. Su mirada verde, enigmática y atrayente, se volvió de forma inesperada hacia nosotras. Si ya había reparado en lo mucho que resplandecía bajo el sol del atardecer, en esa ocasión no tuvo comparación.

    Solté una risa baja, presa de la incredulidad y del asombro cuando me sonrió desde el escenario.

    —¿Ai...? —comenté al aire con la voz contenida, sin dar crédito a lo que veían mis ojos. Parecía una escena de ensueño—. ¿Ai también es coordinadora? Menuda caja de sorpresas.

    Prímula también estaba allí. Había alcanzado su última etapa evolutiva en los siguientes días y ahora danzaba grácilmente bajo una lluvia de petalos de rosa. Sus movimientos eran delicados y precisos, coordinados con diligencia, siempre al compás de la música.

    Pero mis ojos, traicioneros, se desviaban de tanto en tanto y sin pedir permiso hacia la hermosa coordinadora, tan deslumbrante que era imposible apartar la mirada de ella.

    Estaba tan absorta que no reparé en que alguien me estaba observando. Incluso dejé de comer mis papitas.

    Aprovechando lo abstraída que me encontraba con la actuación, Miki me quitó la bolsa, acabándose su contenido mientras no miraba.
     
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  20.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Aika Izumi

    —¿En serio ganaste concursos, Mii-chan?

    Tras la nueva información que nos acababa de dar Liza, Mimi se veía muy ufana y orgullosa. Sonrió y se cruzó de brazos soltando una risita jactanciosa.

    Hehe. Por supuesto—afirmó sin un ápice de modestia y se acomodó el cabello sobre el hombro con un gesto resuelto de su mano—. Tengo unas doce cintas de quince concursos a los que asistí. Concursaba con el Luxray de mi padre y el Samurott de mi madre.

    Eso de los concursos sonaba complicado... No creía ser capaz de hacerlo. De hecho, no me sentía capaz de hacer muchas cosas, pero admiraba a aquellos que sí podían. Era un mundo inalcanzable para mí. Por mucho que extendiese mi mano ese brillo era algo que no le pertenecía a Aika Izumi.

    A menudo lo comparaba con un lago que no era muy profundo, de aguas muy claras, tanto, que podías ver cómo algo brillaba con mucha intensidad en el fondo... pero por mucho que metía la mano en el agua y luchaba contra la corriente, jamás lograba siquiera rozarlo.

    Lizachi con lo de ser Ranger, Mii-chan con los concursos... Michin con su templanza y su suerte sorprendente. Incluso Poly. Me sentía muy poca cosa en comparación. No tenía anécdotas interesantes ni nada particularmente divertido que compartir. Era una persona muy común.

    —¿Podemos ver las cintas?—pregunté con emoción.

    —Están en Sinnoh.

    —¡Vayamos a Sinnoh a verlas!

    —Es otra región—Mii-chan suspiró y me dirigió una mirada de circunstancias—. ¿Alguna vez te oyes cuando hablas?

    —Ajaja...

    Me preguntaba si pensarían que era una aburrida.

    La actuación del Swanna finalizó y entonces subió al escenario una mujer mayor. Bueno, no era anciana, pero debía tener algunos años más que nosotras. Quizás de unos... ¿veintidós o veintitrés? Se presentó con un nombre impronunciable para mí. Diona... Dione— ¿Dio-algo? Su Roserade hizo que llovieran pétalos de rosas y pronto estábamos mirando al cielo como si estuvieran nevando flores. Veía los pétalos mecerse con la brisa y caer suavemente sobre los presentes como si se tratara de una suerte de bienvenida floral.

    Era tan hermoso... ¡Nunca había visto algo así!

    Emocionada por la situación me entretuve un rato con los pétalos, llenándome las manos... hasta que la situación a nuestro alrededor pareció cambiar. Fue muy raro, en cuestión de segundos, como una pequeña chispa.

    Liza estaba anonadada con el espectáculo y Mimi parecía tensa, con el rostro ensombrecido y mirando cualquier lugar que no fuera el escenario. Intercambié una mirada entre ambas... ¿era por esa mujer? ¿Quizás a Mii-chan no le gustaban las flores...?

    Confundida me incliné hacia Miki.

    —Michin—la llamé en voz baja mientras ella comía las papitas que quedaban en la bolsa—, ¿estás viendo lo mismo que yo?

    Mimi Honda

    El instinto rara vez me fallaba. Era una de las pocas cosas de las que podía fiarme; la suerte estaba fuera de cuestión. No necesitaba ser un Luxray porque hasta un Zubat ciego se daría cuenta de la situación.

    Y cuando Liza dijo su nombre las piezas del puzzle encajaron de golpe con un sonido sordo y un chispazo amargo que me sacudió el estómago.

    Esa... ¿era Ai? ¿Era una maldita broma? ¿Qué estaba haciendo aquí?

    Si yo parecía una princesa, esa tipa parecía una reina. Pero no orgullosa ni tirana si no magnánima y benevolente. Todo en ella era casi aristocrático, etéreo, como si hubiera salido de algún cuento o historia de época. Sus movimientos eran gráciles y comedidos, tan elegantes como los de una dama de la nobleza antigua. Era evidente que no era la primera vez que se subía a un escenario.

    Seguí sus movimientos con la mirada pero no podía compartir el entusiasmo de los presentes cuando sentía aquella mano gélida apretando mi corazón como si quisiera quebrarlo. Si esa era la mujer que Liza había conocido en el Parque Batalla, la chica de la cita... era evidente que el día se había jodido para mí. Porque volví a sentirlo, el pinchazo áspero de los celos y maldije todo en el mismo momento en que me di cuenta.

    No debería estar celosa, no tenía ningún sentido... ¿pero de verdad era necesario que la mirase así?

    Como si fuera deslumbrante, una presencia mística. Alguien capaz de robarle el aire de la garganta.

    Su Roserade siguió actuando, pero yo estaba demasiado tensa como para prestarle atención. La sensación amarga en la boca de mi estómago solo se recrudeció al ver la actitud de Liza. Estaba completamente abstraída, ni siquiera era capaz de disimular su admiración.

    Cerré mis manos sobre los pantalones blancos, aquellos que eran suyos, arrugando ligeramente la tela bajo mis uñas.

    ¿En serio, Liz?

    —Lizachi. Oi~—Aika le pasó la mano por delante del rostro—. ¡Tierra llamando a Lizachi!

    ***​

    La música cesó, deteniéndose, y por unos instantes hizo eco como el sonido de algún instrumento de cuerda. Era la interpretación magistral de un violín.

    Sujetándose los pliegues de su vestido con la punta de sus dedos, la dama se inclinó en una elegante reverencia y su Roserade hizo lo propio.

    —Muchas gracias por su atención.

    La actuación terminó y las gradas estallaron en vítores y aplausos.

    —¡Maravilloso, maravilloso!—alabó el joven presentador—. Ah, ¡qué bonitas son las flores! Muchas gracias, Dionaea. Bien, ¡demos ahora una cálida bienvenida a nuestro último concursante...!

    Al abandonar el escenario, Ai le dirigió a Liza una última mirada. Una última sonrisa, de esas cautivadoras y apremiantes. Aquellos ojos verdes tan profundos como un bosque en calma parecían hablar por sí solos.

    Se llevó el índice sobre los labios.

    ¿Le estaba pidiendo que la siguiera?
     
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  1. Naiki
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