Fukui Fukui

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 29 Octubre 2021.

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    Gigi Blanche

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    Hachi repitió mis palabras, pero su mirada permanecía abstraída en el cuadro (más bien, el espectáculo) frente a nosotros y supuse que ya no se encontraba pensando en lo ocurrido con su maestro. ¿Le molestara, quizá, ver a Rengo reír tan despreocupadamente? ¿Sentiría un resquicio de rencor, quizá? La idea permaneció rondando en mi mente y cambié el tema de conversación hacia Kumo.

    Me sorprendió bastante saber que cubría sus ojos a voluntad y la razón detrás de semejante decisión. Parpadeé, desviando la mirada en la dirección que el muchacho había tomado, y no logré contener el murmullo de asombro y admiración que brotó de mis labios. Él, Hachi, Yume, eran personas talentosas y excepcionales a mi parecer. Incluso Rengo, con lo mucho que sabía de espiritualidad a tan corta edad. En comparación a ellos, yo...

    —Con razón había tantas telarañas en Mizayu —murmuré, riendo con suavidad; me forcé a sonreír, pues no quería hundirme ahí—. Hay que meter a Tamura ahí, así se pega un susto.

    Miré a Hachi y exhalé lentamente. Quizá no debiera, pero su voz seguía rebotando y empezaba a conocerlo lo suficiente para saber que tendía a sobrepensar las cosas. Tal vez pudiera ayudarlo a digerir el mal trago. Además, no me preocupaba demasiado. Sabía que eventualmente lo perdonaría, tenía el corazón para hacerlo.

    —No te fuerces a perdonarlo de inmediato. —Desvié la vista a Rengo, Byakko y los demás—. A ti mismo, también, tienes que darte tiempo. Lo que ocurrió... es horrible, y aunque tu mente sepa que Rengo no es el culpable directo, es casi instintivo buscar a quién señalar, ¿verdad? Te diría que el verdadero culpable ya está muerto, pero también entiendo que eso, a veces, no es suficiente. Si sirve de algo... —Suspiré—. Es un buen muchacho. Atolondrado y ruidoso, pero de buen corazón. Luego de haber sido abusado y violentado toda su vida, sigue siendo capaz de reír con tanta pureza... Lo admiro por eso, y confío en él. —Regresé la vista a Hachi—. Rengo fue quien me ayudó a desbloquear mi Qi. Gracias a él me embarqué en este viaje, conocí a los shijin y... me cambió la vida, la verdad. Gracias a él soy una gran parte de lo que soy ahora mismo.

    Empecé a esculcar entre mis pertenencias luego de soltar una risa breve. Ahora que lo pensaba, había muchísimo que Hachi no sabía.

    —Lo conocí luego de la batalla de Shizuoka, estaba llorando en la playa. Fue una de las primeras personas a quienes les mostré mi rostro, pues toda la vida me obligaron a portar... ¿eh?

    Me interrumpí, anonadado, al palpar los bordes irregulares de la cerámica rota. Extraje un pedazo de mi máscara, luego otro, e intenté encajarlos entre sí en un movimiento necio e instintivo. ¿Qué... era esto? ¿Cuándo se había roto? ¿Cómo? Era... irónico, ciertamente. Tantos años renegando de ella, detestándola, culpándola de la persona que me prohibía ser, y ahora que estaba aquí, destruida, lo único que sentí... fue tristeza.

    Una inmensa tristeza.

     
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    [Yurei: Taiki]

    Soltó una risa al imaginar a Tamura entre las telarañas; seguramente Yume al verlo también se reiría mucho.

    Después Kohaku habló de aquello que ni siquiera tuvo que externar para que él entendiera; que Kohaku leyera sus emociones de manera tan inmediata le obligaba a pensar en la conexión tan natural que tuvieron el uno con el otro —Sé que su naturaleza es buena; sé lo que hizo en las islas por los míos, si él y Hoshi no hubieran estado allí, tal vez nosotros al llegar tampoco hubiéramos sobrevivido demasiado tiempo. Este enojo que llevo dentro es por mi ignorancia a los temas espirituales, al nivel de control que el usuario pueda tener de ellos; no es algo que pueda cuantificar y por ello está fuera de mí el poder entenderlo por completo. Creo en sus palabras, sé que él no me hubiera atacado por voluntad propia; pero mi manera de analizar eventos me obliga a preguntarme constantemente si esto pudo haberse evitado si él fuera más consciente de su entrenamiento y poder. Y me hace temeroso a él —admitió — Me atemoriza de lo que puede ser capaz de hacer si vuelve a perder el control — dijo mientras Kohaku buscaba entre sus cosas, algo que le generó curiosidad.

    Hachi observó la máscara rota.

    —Taiki me dijo que tu conexión con Ebisu se había roto —dijo llevando su mano al estómago —Lo que te dije hace unos momentos era cierto; no escuché a Shinatobe, te escuché a ti cuando preguntabas si no había otra manera para salvarme —llevó sus manos delicadamente encima de la máscara que Kohaku sostenía con pesar; no las recargó en ella, sólo dejó que sus yemas rozaran la superficie — Tu padre me lo dijo, alguien si escuchó tu voz. La bendición de Ebisu estaba en ti, con ella me has salvado. Ko, yo sigo aquí gracias a ti.

    Hachi miró la máscara — Fuiste desarmado con precisión para ver que partes son realmente tuyas y cuales sólo cargabas por responsabilidad. Me imagino que duele verla de este modo, fue parte de ti— dijo revisando la ruptura para ver si se podía hacer algo; pero intentar repararla era como volver a armarla, ya no sería la misma — Pero en medio de ese dolor también existe amor. No está mal que quieras guardar los pedazos, ser arrancado de algo de manera abrupta dejará heridas que no terminarán de sanar —sonrió ligeramente — Aunque tal vez, esa regla pueda romperse en algunos escenarios.

     
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    Gigi Blanche

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    Me avergonzó un poco la idea de haber malinterpretado a Hachi, de asumir que le guardaría rencor a Rengo por el simple hecho de haber sido la mano ejecutora. Era... era mejor que eso, ¿verdad? Más analítico, más inteligente. ¿Por qué había caído en un prejuicio tan banal? Tendría que replanteármelo con calma en un futuro. Sus dudas, sus miedos estaban fundamentados.

    —Una parte de mí también le teme —admití, en voz baja, para que sólo él me escuchara—. No a él, sino al poder de la espada que carga. Shi nos ha traído muchísimos problemas desde que me uní a Takeda, por un sinfín de motivos. Es una espada peligrosa... que no puede estar en otras manos. —Suspiré—. Creo que Rengo, ahora mismo, es quien debe portarla. Quien mejor la entiende, quien mejor la ha soportado. ¿Posee control absoluto sobre ella? No, dudo que nadie lo tenga. La existencia de Shi en sí misma es un fenómeno que probablemente no tendría que haber ocurrido, pero aquí está. Y si debo elegir entre poner mi vida en riesgo y cederla a los enemigos, me arriesgaría todas las veces. Además, quiero confiar en él. —En mi voz se coló una mezcla de frustración y tenacidad—. Me da igual las veces que el mundo se empeñe en demostrarme lo contrario, quiero creer en la fuerza de un buen corazón, de las buenas intenciones.

    Distraje la vista en Rengo y los demás, al otro lado de la fogata.

    —Supongo que la espiritualidad conlleva no un entendimiento de la incertidumbre, sino su aceptación. Eso es algo que a estrategas como tú, o como Takano, les pone de los nervios. —Esbocé una pequeña sonrisa, recordando la frustración del hombre en Tateyama—. Quiero creer, sin embargo, que hay mucho por descubrir. Los Ancianos bloquearon mi Qi desde pequeño y me negaron la formación de Onmyoji, pero he aprendido tanto en tan poco tiempo que lo creo posible. Si esta guerra... —Presioné mis manos entre sí—. Si la guerra me permite vivir, quiero seguir este camino. Estudiar, formarme, y comprender este mundo que parece tan caprichoso e incierto. Así como el sol asoma por el Este todas las mañanas, las nubes grises cargan lluvia y la pesca es abundante en plenilunio, guardo la certeza, la esperanza, de que los dioses y la energía espiritual, también, se rigen y constituyen bajo ciertas reglas.

    Observé mis manos, el corte del cual había brotado la sangre que firmó el pacto.

    —Existen dos energías primordiales en el mundo. Durante mucho tiempo se creyó que eran opuestas y contradictorias, pero no lo son. Kaji Ishikawa, el primer Onmyoji, poseía ambas. Y ahora, en consecuencia del eclipse y gracias a él, Rengo y yo también. —Cerré la mano de la herida, exhalando lentamente—. El mundo fue arrojado a un estado de caos, y quitando al puñado de criaturas que lo causó, confío que el equilibrio es el interés común de la mayoría. Que la unión de esa fuerza nos permitirá recuperar a Amaterasu y ver un nuevo amanecer.

    Y concederle a Hotaru la vida que le fue negada.

    Mi vista permanecía clavada en los fragmentos de arcilla entre mis manos cuando Hachi habló. ¿Mi conexión... con Ebisu? Lo miré, confundido. Pero... había sido obra de los zorros, ¿no? La voz que oía a través de las escamas, la entidad que me envió en busca de los Shijin y de Shi, no era Ebisu. ¿Su bendición... había salvado a Hachi? ¿Por eso la máscara estaba rota? ¿Por haber... usado esa bendición? Las lágrimas se habían acumulado, no sabía cuándo, y clavé la mirada en mi padre hasta que él se acercó a nosotros.

    —¿Ebisu salvó a Hachi? ¿Mi conexión con él se rompió? ¿Por qué dijiste todo eso? ¿Cómo lo sabes? —reclamé, con un nudo en la garganta.

     
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    [Yurei: Taiki]

    La idea de creer que un buen corazón tendría la suficiente fuerza para detener a sus detractores, le daba esperanza. Él también quería creer en ello pero su entrenamiento hasta el momento se lo impedía; había visto a demasiada gente buena caer en manos del mal, que simplemente creía que el poder y la suerte definían gran parte de la moral en el mundo. Pero las buenas acciones eran lo que permitía a todos seguir adelante, a buscar ser mejores; y eso era digno de ser salvado. Hachi miró nuevamente hacia Rengo y afirmó.

    Escuchó la explicación de Kohaku sobre la espiritualidad, sobre la guerra y él continuar estudiando de su doctrina si la vida se lo permitía. A él también le preocupaba que la guerra les quitara tiempo, y más ahora que se sentía llevar tiempo prestado. Si en verdad había reglas hasta para seres omnipresentes, significaba que incluso alguien con menor fuerza que Gendo; podría frenarlo ¿No es cierto?

    La información de la unión de las dos energías le brindó algo de claridad. El caos no siempre debía ser destrucción absoluta; también podía traer equilibrio y renacimiento.

    Observó la confusión de Kohaku ante sus palabras y se complementó con las preguntas que Kohaku hizo a su padre. Él no sabía que responder; no tenía ese conocimiento y aquello lo frustró casi de inmediato. Él también miró a Taiki; si aquello había sido una mentira, significaría que lo estaría manipulando para sentir culpa de estar vivo, sabiendo que le debía ese tiempo regalado a Kohaku y Ebisu.

    —Los ancianos crearon una mentira alrededor de ese objeto, lo hicieron para ocultar tu mirada creyendo que eras un Hanyo — dijo señalando la máscara — No era algo que poseía energía espiritual; pero tampoco fue un objeto que crearon para mentir. La leyenda de que fuera un regalo de Ebisu parecía ser cierta —miró a ambos —¿Cómo lo sé? —volvió a plantear la pregunta de Kohaku — Porque creo en él y en su buena fortuna —su respuesta fue sencilla; hablaba de su fe misma; pero observó el rostro de Kohaku, aun dudaba; aquellos zorros malditos habían quebrantado su fe por mostrarle caminos que él no debía seguir en nombre de Ebisu, le habían utilizado. Debía hacer que recobrara esa confianza hacia los Kami, debía darle las pruebas.

    Taiki señaló a Hachi — Él mencionó que oyó las voces que le llamaban a unirse a su lamento; escuchó al Dios del caos; él ya habían pisado la muerte. Pero tu pediste trasferir su dolor —miró a Kohaku — ¿En verdad cuestionas que lo que sucedió no fue intervención de la fortuna? —Sonrió —Y si aun lo dudas por algo tan complejo como la fe misma; hablemos con hechos tangibles —dijo señalando la máscara —¿Por qué se rompió al arrebatar de la muerte a este cazador?

    En ese instante, Hachi entendió que el era uno de esos milagros, de esos temas que no podían explicarse, era parte de ese capricho e incertidumbre del que Kohaku hablaba.

    —Inuzuka —Hachi miró a Kohaku — Su misión es cuidar al bendecido por Ebisu, esa misión no había cambiado. ¿Cierto? —la buscó con la mirada, estaba a un lado de Inumura — Su perla, si ya has perdido esa conexión esa perla debería ser color negro. Una promesa rota.

     
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    Los recuerdos palpitaron, las miradas esquivas y los susurros filtrados a través de los fusuma. "La chispa de Hoyau", decían. "Lleva la chispa de Hoyau en sus ojos". Acudieron, también, las memorias de mi padre, esas contenidas dentro del oso tallado. ¿Nos habían creído monstruos toda la vida? ¿El maltrato era hijo del miedo? Escuché a mi padre con atención, empezando a comprender poco a poco lo que intentaba decirme. Regresé la vista a la máscara. Pensaba que los zorros habían manipulado las creencias de nuestra villa para convencerme de que Ebisu había depositado su mirada en mí, pero... ¿no era así? ¿Simplemente habían abusado de una bendición que ya existía? Repasé la arcilla con los dedos, la voz de Chiasa rebotó. Hablaba de la historia de los shichifukujin, los siete dioses de la fortuna. Me oí a mí mismo.

    Puede que no comprendas mis razones, pero quiero creer.

    La fe era importante para mí.

    Quiero creer en esas historias.

    ¿En qué momento se había resquebrajado así? El Ebisu de los zorros me había encomendado una misión noble y, luego, me había enviado a matar a Rengo. Si esa era su voz, prefería no escucharla en absoluto. Era... era algo bueno que no se hubiera tratado del verdadero Ebisu. Retrocedí aún más en el tiempo. Los paseos solitarios por el bosque, la corteza oscura y endurecida del Ine-no-Ki. Los suspiros entre el viento, la calma al cerrar los ojos. La extraña e incomprensible certeza de, pese a la soledad, saberme acompañado. ¿Siempre había estado conmigo? ¿Siempre me había observado desde el silencio? Ahora, la máscara se había roto. Ahora, junto a mí...

    Había un milagro.

    Volteé a ver a Hachi. Detallé sus ojos, su nariz, su cabello y cada pelo de sus pestañas, de haber sido capaz. Repasé, también, la piel de lobo que lo abrigaba, la ardilla en su hombro y la pulsera de piedras. Había escuchado a Mara, la muerte lo había rozado... y regresó. Sus heridas se habían curado, su corazón seguía latiendo, y sus manos eran cálidas. Alguien, o algo, lo había arrancado del río de almas. ¿Hachi vivía... gracias a Ebisu? La idea me golpeó, contundente, y mi mirada se empañó. Agaché la cabeza, las primeras lágrimas rebotaron en la arcilla, silenciosas, y llevé los fragmentos de la máscara contra mi pecho.

    Gracias.

    No sé si aún puedes oírme, pero gracias.

    Gracias.

    Transcurridos unos pocos minutos, recuperé la compostura y me erguí, secándome los surcos de lágrimas con el puño de la ropa. Deposité la máscara en mi regazo y asentí para confirmarle a Hachi que lo escuchaba. ¿Cómo no lo había pensado antes? La misión de Inuzuka implicaba literalmente al bendecido por Ebisu. Dudar... Haber dudado de él... Dioses, me avergonzaba horrores.

    —Siempre tan avispado —bromeé hacia Hachi en un murmullo bajo, y entonces elevé la mirada a Taiki—. Padre. Lamento haber dudado de Ebisu, de nuestra fe. Los zorros, en parte, habían logrado su cometido, pero ya no se los permitiré.

    Mis dedos tocaron la arcilla y me armé de valor para proseguir. Tenía que intentarlo.

    —Y... lamento haberte disgustado, pero ¿podrías no oponerte? Es la primera vez en toda mi vida que se me permite sentir algo y ni siquiera sé si sobreviviré a la guerra. Por favor, permíteme sentir algo de verdad.

     
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    [Yurei: Taiki]

    Taiki reaccionó a las últimas palabras de su hijo; no las esperaba y eso provocó una respuesta corporal instantánea y honesta, se alejó brevemente, como si diera un paso atrás; miró a Kohaku y después a Hachi; cerró los ojos y comprimió su rostro y afirmó levemente. Lentamente fue destensando sus facciones y volvió a mirarlo y recordó la alegría que sintió cuando lo sostuvo entre sus brazos por primera vez, este recuerdo lo obligó a sonreír. Era de sus recuerdos más preciados —No puedo oponerme ante tu felicidad —dijo para después mirar a Hachi.

    — Nunca me di a la tarea de conocerte, hablar contigo personalmente. Pero te observaba; sabía de tu inteligencia y habilidad para ejecutar tareas; Kozaemon habló muy bien de ti y yo también lo hice con Akishino, el consideraba que tenías las virtudes de un sucesor digno. Yo estoy seguro que si la Emperatriz no tenía un hijo; él te hubiera propuesto para la sucesión. Eso era lo que buscaba Kozaemon ¿Cierto? Así aseguraría una vida digna para Tomoe. Por eso te decían el niño de oro, Akishino te tenía en la estima más alta —dijo hacia Hachi mientras él esperaba que le reclamara la traición a su viejo amigo — Has estado usando una máscara todo este tiempo.

    —Tanto Kozaemon como Murai buscaban lo contrario; alejar a Tomoe como a Shino de Kioto; no querían volver a colocarlas como blanco a otro atentado. Que yo tuviera esa cercanía con Akishino fue para sugerir el traslado de Tomoe a Koga y yo permanecer en Kioto por Shino, esperando la falsa boda donde ambas morirían a ojos del Imperio, evitando que volvieran a buscarlas. En Tomoe siempre existió la ambición de tomar el Imperio a nombre de Sakurai; pero nadie de la alianza buscó eso jamás, para eso sabíamos que Takeda sería el elemento adecuado y...

    —¿Y volver a Takeda el nuevo blanco a los atentados de los que tanto temían para las Taira ?— le recriminó Taiki.

    —Noishi fue quién se cercioró que su hermano mantuviera un camino forjado por la confianza y benevolencia ante el pueblo. Takeda es un símbolo distinto a lo que podría ser Tomoe y Shino; el apellido Taira ha sido manchado durante varias estaciones, tardará ese mismo tiempo si no es que mas para recobrar la confianza de la gente —le explicó Hachi a Taiki, quién lentamente se veía más tranquilo —Estoy siendo sincero ahora; he abandonado todo por ser leal a lo que siento — le aseguró Hachi al entender la preocupación de Taiki, quién parecía estar protegiendo a su hijo.

    —Mi hijo no es una nueva misión—Esta vez, su voz demostraba más una

    Hachi sonrió — No, es la razón por la que abandoné todas las demás; dejé caer todo para poder seguirlo. Incluso antes de siquiera saber lo qué el sentía por mí.

    Taiki afirmó para después mirar nuevamente a Kohaku — Tienen mi bendición —dijo con sinceridad a pesar de que en su mente aun resonaba la idea de la pérdida de linaje, Taiki obligó guardar silencio a sus dudas que aun querían gritar.

     
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    Prácticamente contuve el aliento durante el tiempo que le tomó a mi padre relajar el cuerpo y asentir. Era... De entre los recuerdos difusos, esto casi se sentía como la primera vez que le pedía algo; y no precisamente una tontería. Su preocupación por nuestros linajes... Claro que aún no lo había pensado, a duras penas iba procesando lo que había ocurrido junto al río, pero él lo había mencionado y me había forzado a considerar la posibilidad remota. Hachi, siendo como era, ¿tenía sentido que... ya lo hubiese analizado? ¿Tomado una decisión, incluso?

    Si no podía oponerse ante mi felicidad, entonces ¿por qué me había librado al cargo de los Ancianos? ¿Por qué no había intervenido? ¿Por qué había sido siempre tan duro con Chiasa? Había tantas cosas que no entendía, pero no era momento de enfocarme en esa frustración. Escuché el intercambio que él y Hachi mantuvieron, ruborizándome levemente apenas yo aparecí en escena. Hachi decía la verdad. Ya desde el barco, con las palabras que me había dedicado y el conflicto con Tomoe en las islas... Para ese entonces, yo aún no había aclarado nada de lo que podía sentir.

    Parpadeé, sorprendido, al recibir finalmente su... su... ¿bendición? La idea me lanzó un calor terrible y me llevé la mano a la cara, avergonzado. Yo mismo había sacado el tema ¿y ahora me ponía así?

    —Gracias... —murmuré, quedo, y me tomó un par de segundos atreverme a mirarlo—. Sé que soy joven, inexperto y probablemente ingenuo para muchas cuestiones, pero... no haré oídos sordos a tus preocupaciones. Te lo aseguro.

    Habría muerto de bochorno si era más explícito frente a Hachi, por lo que intenté que sólo Taiki me entendiera. Además... Nuestra familia también era de suma importancia para mí. Llevaba tiempo sintiendo una responsabilidad, con ellos y con nuestros ancestros, al haberme convertido en el último miembro con vida de los Ishikawa.

    Con todo, era una buena noticia. Sonreí, relajándome gradualmente, y giré el rostro hacia Hachi.

    —Con todo este asunto de Amanozako, había pensado que quizá valiera la pena intentar encontrar algún gato que se una a nuestro grupo. No sé cuán improbable sea, pero... ¿tal vez Kumo pueda ayudarme?

     
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    [Yurei: Taiki]

    Taiki aceptó las palabras de Kohaku afirmando, él también se sentía incómodo y el único que no entendía el contexto era Hachi, y sólo le quedó imaginarlo y aquello también logró que hubiera tres personas abochornadas. Taiki rompió eso y se alejó afirmando, prefería darles su espacio.

    —Me odia ¿Verdad? —se preguntó Hachi para después mirar a Kohaku y responder sus dudas — Seguro que Kumo puede ayudarte ¿Quieres ir a hablar con él? Si, vamos —dijo levantándose sin esperar respuesta para ir hacia la casa improvisada dónde se había ido Kumo.

    Kumo no estaba dormido; se encontraba tejiendo unos hilos casi transparentes. No llevaba la venda en los ojos, así que observó a ambos.

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    —Justo me acaba de llegar esto —dijo Kumo lanzándole a Hachi un saquito; su expresión fue algo tensa, se sentía cierto enojo en ella.

    —Gracias — respondió Hachi amarrando el saco a la piel de lobo en ausencia de sus pertenencias, después miró a Kohaku —También debo de hablarte de esto —dijo para después volver a mirar a Kumo —Pero primero puedes preguntarle lo que querías a Kumo.

     
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    Mi padre no emitió palabra, pero dentro de lo que cabía aquello había ido bien... ¿cierto? Apenas estuvo a una distancia prudencial, liberé el aire contenido en un profundo suspiro y relajé los hombros, encorvándome un poco y clavando los codos en mis rodillas. Me dediqué a observar mis propios pies hasta que Hachi habló y lo vi de soslayo. Esbocé una sonrisa sin gracia.

    —Al menos no se opuso abiertamente, eso habría sido más complicado. —Se me escapó una risa nasal—. ¿A quién dices que disgustamos más? ¿A mi padre o a tu maestro?

    Cuando quise acordar, Hachi ya se había incorporado y estaba caminando hacia la casa. Me apresuré para equipararme a su ritmo y, adentro, encontramos a Kumo moviendo sus manos; tuve que agudizar la vista para detectar los casi imperceptibles destellos que reflejaban los hilos de vez en cuando. Pensé en las telarañas de las cuales Hachi me había hablado antes y comprendí por qué llevaba los ojos descubiertos. Reparé en las marcas debajo de ellos, sobre su piel. ¿Serían tatuajes?

    Observé el intercambio y asentí hacia Hachi antes de tomar asiento frente a Kumo. Casi no había hablado con él y de repente me sentía un poco nervioso. Detallé el movimiento de sus manos un par de segundos y luego sonreí, subiendo a sus ojos.

    —¿Son genuinamente hilos de araña? —inquirí, sorprendido por su extrema delgadez, y entonces abordé el tema en cuestión—. Hachi me comentó brevemente de tu relación con los animales, y había pensado que quizá podrías ayudarme... si te apetece, claro —me apresuré en aclarar, rascándome una mejilla—. ¿Recuerdas lo que hice en Mizayu? Había pensado que tal vez fuese buena idea intentar localizar un gato. No sé si quede alguno, dado el eclipse y viendo el estado de la ciudad.

    Tropecé con otra idea y agregué con cierto apremio:

    —N-no es que quiera utilizarlo sin más o arrojarlo al peligro, en absoluto, sólo había pensado que... si debemos alcanzar un sitio alto, o recuperar un objeto de cualquier tipo, o simplemente observar el panorama antes de avanzar o ayudar a un aliado... sería útil viajar con un gato...

    Daba igual cómo lo dijera, seguía sonando fatal y temí ofender a Kumo, de toda la gente, que parecía tener una relación tan especial con los animales.
     
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    Interior de la casa
    [Kumo; Kohaku; Hachi]

    Hachi pensó en la pregunta que hizo Kohaku mientras avanzaban; para él era evidente que había sido a su maestro; pero no quiso ahondar más en ello.

    —Fibra de bambú —corrigió Kumo hilaba — Es celulosa regenerada, parece seda. Es antibacteriana; por eso la vendo como suturas para los médicos. Recolecto madera del bambú lo descompongo hasta que es blando, al estarlo las peino y hago el hilado; es esto que estoy haciendo ahora. Lino de bambú; también es un buen textil —dijo mientras revisaba la tensión del hilo —Yo y mis animales nos dedicamos a esto, es un buen negocio que nos ha mantenido por años —miró a Hachi —Y pues el producto se lo entregaba a éste para que lo vendiera en capital; por el momento sólo me estoy sosteniendo con lo que gano con el envío de insumos médicos con mis búhos.

    Fukuro ululó.

    Kumo había escuchado la solicitud de Kohaku; por un tiempo no dijo nada hasta terminar de enrollar el hilo en un carrete de madera. Al terminar lo guardó en su ropa y miró a Kohaku —Es difícil entrenar a los gatos —parpadeó, fue lento en ello; tal vez no había parpadeado en el proceso del hilado y ahora hidrataba sus ojos; buscó en sus pertenencias sin mirar, el tacto le indicó que había encontrado lo que necesitaba; sacó semillas de girasol y provocó que Chiasa corriera a su mano mientras comía —Todo lo que quieres hacer con el gato lo puedes hacer con un shinobi.

    Fukuro volvió a ulular.

    —Puedo buscar un gato; pero será tu responsabilidad entrenarlo —acarició la barbilla de Chiasa — Te fue bien con Risu — seguro se refería a Chiasa con aquel nombre que simplemente significaba "ardilla" —¿Crees poder ganar la confianza de un gato? Yato tardó bastante con Taro.

     
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    La verdad, le había preguntado a Kumo sobre el hilo que empleaba para ganar tiempo y juntar coraje. Cosa que, al final, no sirvió de mucho. Habló del bambú, del proceso y sus negocios, y yo procuré responder en un tono cortés.

    —Ya veo —murmuré—. Quizá pueda comprarte un poco, ya que estoy aprendiendo de medicina.

    Había soltado una leve risa al decirlo, pero no por ello era enteramente una broma. La bolsa me pesaba un poco con las monedas que Chiasa, muy a mi pesar, había ido robando, y quizá fuera buena idea abastecerme de algo más que hojas de té e ingredientes boticarios.

    —No soy ningún shinobi —repliqué con calma, viendo a Chiasa comer de su mano—, y tampoco tengo poder sobre uno. La habilidad de Amanozako sólo me permite habitar el cuerpo de los gatos, y si eso es algo que haré, preferiría hacerlo con un animal que sea mi responsabilidad. Además... —Deslicé la mirada a Fukuro, también pensé en Karasu y suspiré—. No me gusta la idea de usarlos sin más, como si fuesen útiles descartables. Prefiero construir un vínculo primero. Tal vez sólo sea para alivianar mi consciencia, pero aún así...

    ¿Me creía capaz de ganarme la confianza de un gato? No tenía idea. Pensé en Chiasa, el día que había topado con ella. Llovía, sentí el impulso de taparla con una hoja y simplemente permanecí en sus pequeños ojos negros hasta que empecé a hablarle; me sentí un lunático, pero fue reconfortante. Lo siguiente que supe fue que había empezado a moverse conmigo.

    —En casa nunca nos permitieron tener mascotas, así que no tengo forma de saberlo —admití, intentando reunir la convicción que sentía—. Pero quiero intentarlo, aunque sea.
     
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  12.  
    Amelie

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    — A personas como ustedes les regalo el hilo. Sólo lo vendo a clínicas grandes —miró a Fukuro — A él lo salvó una mujer con habilidades médicas, desde entonces intento contribuir a mi manera; siempre encontraras de mi hilo en tus suministros.

    Después Kumo desvió la mirada a Hachi y lo señaló para después mirar a Kohaku —Éste es shinobi — dijo bajando la mano — Bueno, algo así. Es el peor, creo que es el único que se llama shinobi y no tiene habilidades de sigilo — volvió a mirar a Hachi —Aunque ahora con tu hombro en buenas condiciones puedas desarrollar la habilidad —de nuevo volvió a mirar a Kohaku — Con él si tienes un vínculo ¿No es cierto? — soltó una ligera risa.

    Hachi también rió — Vamos Kumo, sólo dile si le ayudarías a encontrar a un gato.

    Kumo volvió a vendarse los ojos — Lo haré. En estos momentos hay muchos animales que necesitan ayuda. Muchos están muriendo de hambre por este eclipse, tener a alguien que le asegure alimento es mejor a que mueran perdidos —afirmó —Te buscaré algo —dijo saliendo sin esperar respuesta.

    —No lo parece; pero está feliz de ir a buscar animales —mencionó Hachi para después recargar su brazo en el hombro de Kohaku —Tiene razón, Kumo. Tú tienes poder sobre mi —sonrió.

    Fogata
    [Yato; Yuzuki; Hayato; Hashimoto; Byakko; Inukawa; Inuzuka; Ukita; Togashi; Rengo; Tamura]
    [Yurei: Taiki]


    Tamura y Rengo comenzaron a apostar; tres cuencos una piedra debajo de uno, y Tamura debía saber en cuál cuenco estaba la piedra; era un juego simple en el que Rengo parecía ser muy bueno. No estaban apostando monedas pero si apostaban dulces. Tamura tenía una buena dotación y Rengo había usado envoltorios de papel y los había rellenado de pasto seco para que parecieran llenos; su lógica era que si ganaba, nadie se daría cuenta de su engaño.

    Pero Hayato tenía los brazos cruzados, era meticuloso cuando se trataba de confites; miró a Rengo —Yo sé que eso...

    —Todo lo que gane te lo voy a regalar —
    interrumpió Rengo.

    —¿Qué ibas a decir Hayato? —le preguntó Tamura, esperando que Hayato supiera el secreto de su nuevo hermano para ganar de esa manera.

    Hayato miró a Tamura —Yo sé que esa estrategia no te va a funcionar —señaló a Tamura — Eres lento.

     
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  13.  
    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa

    Abrí la boca para replicar, pero Kumo había sonado tan firme y determinado que la idea de acabar siendo grosero me detuvo. ¿Por qué habría de insistir en pagarle cuando él ya había tomado una decisión? Lo correcto era sonreír y agradecer, y fue lo que hice. Le eché un vistazo a Fukuro. ¿Cuán diferente sería de tratar a una persona? A decir verdad, sentía cierta inclinación hacia los animales, y la idea de aprender a ayudarlos también a ellos me entusiasmó.

    Giré a mirar a Hachi, levemente sorprendido, cuando Kumo dijo que era shinobi. ¿Lo era? ¿Desde cuándo? No tenía mucha pinta... Regresé la mirada al muchacho y sonreí, divertido, al menos hasta que alegó que yo tenía un vínculo con Hachi. Sentí el calor en las mejillas, fue inevitable, y volví a abrir la boca para replicar. No me refería a ese tipo de vínculo, aunque... La idea acudió a mí de repente y me sentí desde ofendido hasta atrapado. Sólo me estaba molestando, ¿verdad? ¡Y yo aquí intentando no ser grosero!

    —Gracias... —empecé a decir, viendo a Kumo incorporarse, y por tercera vez en diez minutos me quedé con las palabras en la boca.

    Giré el torso hasta verlo retirarse de la edificación y suspiré, derrotado. A veces no sabía si la gente resolvía demasiado rápido o yo era demasiado lento. No pude evitar sentirme molesto y algo frustrado ante mi inacción, así se asemejara al berrinche de un niño pequeño.

    —Quería acompañarlo —musité por fin, verbalizando la raíz de mi malestar.

    Me hacía ilusión conocer un poco mejor a Kumo, sobre todo si era tan amigo de Hachi, por su relación con los animales y cuán... cuán peculiar me parecía; se me había escurrido en un parpadeo ¿y luego pretendía entrenar a un gato? ¿Cómo le haría? El peso del brazo de Hachi cayó sobre mis hombros y lo miré. De verdad, siempre soltaba esas cosas tan tranquilo... ¿Era la madurez de la edad o algo así? La sorpresa se moduló en incredulidad y solté una risa acorde, en voz baja.

    —No me refería a eso —aclaré, aún si era obvio—. No es como que pueda meterme en tu cuerpo y controlar lo que haces, ¿o sí?

    Bajé la vista al saquito que había atado a la piel de lobo y lo repasé apenas con la yema del dedo.

    —¿Qué es esto?
     
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  14.  
    Amelie

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    —¿Acompañar a Kumo? —Hachi negó — Si se lo hubieras sugerido se hubiera escapado sin ti, no es alguien que trabaje en equipo a menos que sea con animales. Que esté aquí con nosotros es algo inusual, por eso se mantiene lo más alejado posible del grupo. Es como un cervatillo, puedes contemplarlo de lejos pero si te acercas demasiado correrá —sonrió —Pero si quieres conocerlo, tienes que acercarte con temas que a él le interesen; si le hablas de Chiasa estará interesado; pero si le hablas de ti simplemente te escuchará sin aportar nada, o incluso te ignorará.

    Quitó su brazo de su hombro para sentarse —Yo te dejaría controlar lo que hago, seguro que mejorarías mis pasos —alcanzó el saquito y lo volvió a desamarrar; en su interior se apreciaba poco por la falta de luz, parecía una resina ambarina —Opio puro — explicó —Lo consumo diariamente desde hace ya una estación atrás; me permitía camuflar el dolor de mi hombro, me ayudaba a ser funcional básicamente —volvió a envolverlo — Recibo una dotación que dura siete lunas — apretó el saquito entre sus manos —Rei intentó obligarme a dejarlo; pero la abstinencia —pausó — Me hace desarticulado, y mi defensa se vuelve mediocre haciéndome un estorbo en un combate. En Shima cuándo me conociste estaba en abstinencia; fue hasta que volví a consumir cuando ya estaba cuerdo —desvió la vista al saquito —Le he prometido a a Yume; Tamura; Rei y Kumo que le dejaré después de la guerra; Yume mencionó que para limpiar mi sistema se requieren siete soles como mínimo, en ese periodo estaré vulnerable — miró a Kohaku, sus ojos transmitían una vergüenza que se completó mientras comprimía sus cejas— Ahora también te lo prometo a ti; sólo... mientras termine la guerra.

     
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