Mini-rol Arcadia Nova | Pokémon Rol Championship

Tema en 'Salas de rol' iniciado por Andysaster, 4 Septiembre 2025.

  1.  
    Andysaster

    Andysaster Game Master

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    Miki Chigusa

    Contra todo pronóstico, Mimi comenzó a atragantarse con el crêpe de Charmander. Ya sabía yo que un pokémon tan mainstream como ese no podía traer nada bueno.

    Aika se apresuró en darle en la espalda mientras le pedía a viva voz que resistiese, y yo busqué a Poly con determinación en la mirada. El ave me miró sin comprender, con manchurrones rosas adheridas a sus plumas (¿Otra vez picoteando sin permiso de mi algodón? Si iba a hacer algo, al menos que lo hiciese bien).

    —Poly, rápido, la maniobra de Heimlich.

    —¿¡Por qué me lo pides a mí!? —se alarmó—. ¡Tengo alas, no brazos!

    El caso es que, para cuando al fin logré atraparlo entre mis brazos, Mimi logró recomponerse y carraspeó, haciendo que ambos nos girásemos en su dirección dejando de forcejear.

    Parpadeé, confusa, cuando aseguró que Liza y ella solo eran amigas. Entreabrí los labios sin pensarlo.

    —Pero si os...

    Pero el Chatot, avispado, pareció captar parte de lo que sucedía (si bien para mí era incomprensible, porque las cosas o eran blancas o eran negras), y se apresuró a silenciarme, dejándome aún más perdida si cabía.

    —¡...Os vemos interactuar como grandes amigas, sí! ¡Cruack! —Batió sus alas, haciendo que espantase las plumas con un movimiento de mi brazo—. Os conocéis desde hace mucho, ¿no es así? ¿Por qué no nos cuentas la historia mientras comemos, señorita benefactora?

    Hice un mohín pero me encogí de hombros, resignada, sin necesidad de insistir. No solía comprender las normas sociales por regla general, y era Poly quien se apresuraba a lidiar con las situaciones que a mí se me escapaban. Sin embargo, en esta ocasión estaba segura de lo que había visto. No había equivocación posible, y aún así...

    Las relaciones humanas eran sencillamente incomprensibles.

    Cada día lo tenía más claro.


    Mientras Mimi nos contaba la historia me incliné hacia el crêpe de Aika con interés.

    —¿Está bueno? —cuestioné. Aunque era evidente, por la forma en la que miraba su dulce, que no me contentaría con una simple respuesta verbal.

    —¡Miki, que se te cae la baba...!

    —Ah.
     
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    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Aika Izumi

    A veces de verdad que no entendía nada de lo que pasaba a mi alrededor. De pronto Michin estaba hablando de que tenía que cuidar a los hijos de alguien durante seis días a la semana—Sonreí para mí misma, ufana. No se me daría mal, tenía hermanos menores—, y Mii-chan se había vuelto a poner roja como un Crawdaunt. Dijo que ella y Lizachi solo eran amigas y la miré sin comprender frunciendo ligeramente el ceño. ¿Solo amigas? ¿No eran como mejores amigas para siempre o algo así?

    —Nos conocimos hace años pero empezamos a hablar de verdad hace muy poco—Poly le pidió que nos hablara de su relación y nos contara la historia y Mimi lo hizo. Podía sentir mi corazón latir con fuerza, emocionado, recordando las palabras de Lizachi cuando fui a llevarles las pizzas—. Fue durante un viaje a Gérie, cerca de Galar. Viajamos juntas un tiempo, encajamos sin forzar nada... y nos hicimos mejores amigas en muy poco.

    Mejores amigas.

    ¡Ajá!

    —Somos muy diferentes, ¿sabéis?—nos dijo. La idea de que Mii-chan estuviera compartiendo algo con nosotras me hizo prestarle toda la atención del mundo—. Ella proviene del campo y yo he sido urbanita desde nacimiento. Es paciente, enérgica... a veces parece que se pasó con el café. Es inteligente, pero no tanto como podría serlo porque centra su atención en cosas sin importancia. Cuando necesitas ayuda siempre estará ahí para echarte una mano, no importa cómo, incluso si no puede ayudarte tanto como le gustaría. Es perspicaz, audaz, quizás demasiado a veces... me pone de los nervios. Pero tiene un corazón enorme, es caritativa y honesta y sabe sacarte una sonrisa cuando lo necesitas. Siempre tendrás a alguien con quien contar si la tienes cerca.

    Probablemente ni Mimi era consciente, tal vez no del todo, pero en su voz vibraba el mismo cariño que en la de Liza cuando me habló de ella. Algo que era casi reverente, una emoción viva y latente, armoniosa, que brillaba con los colores del arcoíris. Escucharla era... no sabía como describirlo exactamente, no era tan letrada como ella... pero era muy bonito. Sentir ese tipo de cariño por alguien debía ser muy lindo.

    —Se nota que la quieres mucho—dije sin pensar, sonriente.

    Mii-chan pareció sobresaltarse. Se cruzó de brazos como un purrloin malhumorado y soltó un "hmph", como si fuera lo más obvio, como si el solo hecho de insinuar lo contrario fuese ridículo.

    —Claro que la quiero—replicó—. Es mi mejor amiga.

    Nunca había tenido mejores amigos verdaderamente así que no sabía decir si era así como se hablaba de ellos. Algo me decía que había más en todo eso, que esos sentimientos eran algo más, pero yo no era nadie para inmiscuirme en asuntos ajenos. Además, si Mii-chan no se sentía lista para decirlo, yo no iba a presionar. ¿Qué iba a saber yo después de todo? No era el lápiz más afilado del estuche...

    Nunca había sido particularmente inteligente, me costaba pillar los dobles sentidos y a veces me tomaba las cosas de forma demasiado literal. Si ya había sido complicado tratar conmigo antes del accidente, después de la muerte de Minato era un caso perdido. Pero no era tan ingenua como le parecía a todos y notaba ciertas cosas a mí alrededor. Quizás simplemente estas eran demasiado evidentes como para no verlas.

    Seguí disfrutando del crêpe en silencio... estaba tan bueno. ¡De verdad que Bulbasaur era el mejor!

    Nunca había tenido uno de los Pokémon típicamente iniciales, ni siquiera ahora. Mi primer pokémon había sido un Dedenne. Deedee aún estaba conmigo, era mi mejor amiga. Pero, ¿hablaría de Deedee como Mimi hablaba de Liza? Probablemente no.

    En algún momento Miki se inclinó hacia mí. Sus ojos brillaban como estrellitas mientras me veía comerme el crêpe.

    Asentí a su pregunta.

    —¡Mmh! Está muy dulce—afirmé con una sonrisa afable— ¿Quieres probarlo, Michin? Aquí: ¡aah~!

    Le acerqué el crêpe a los labios.

    Mimi resopló divertida. Nos miró con solo uno de sus ojos abiertos.

    —Buscaros una habitación vosotras dos.

    Ladeé la cabeza, desconcertada.

    Una habitación... ¿para qué? No estaba cansada todavía.
     
    Última edición: 13 Septiembre 2025 a las 8:04 PM
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    Andysaster

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    Miki Chigusa

    Mimi accedió así a contarnos su historia con Liza.

    Yo no era una persona con muchos amigos; aunque los tuviera probablemente no los entendería. Nunca me había afectado escuchar bromas internas que no comprendía; las risas y las anécdotas compartidas que todos parecía tener con alguien más, la sensación de no encajar en ningún sitio. Siempre había sido la rara, la diferente, pero a diferencia de otros casos, donde la soledad les pesaba más, en mi caso era algo sin importancia. Las personas que buscaban hacerme daño con eso solían darse con un canto en los dientes cuando decidían escogerme como objetivo.

    Más suerte a la próxima.

    Era una persona solitaria, que parecía vivir en su propio mundo la mayor parte del tiempo, pero que sabía jugar sus cartas para abrirse camino en el mundo por muy distorsionada que pareciese tener mi propia realidad. Me enteraba de lo que quería, o más bien de lo que necesitaba para avanzar. El resto del tiempo, si no me aportaba nada sustancial, dejaba de hacer el esfuerzo por comprender.

    Prefería pasar el tiempo con Pokémon que con humanos. Siempre había sido así. Me sentía comprendida y aceptada por quién era, sin tener que cambiar mi esencia por encajar en algo más. Eran mi zona de comfort, y eso era más que suficiente.

    No obstante, después de que finalizase su relato, una voz en algún lugar recóndito de mi mente me preguntó cómo sería contar con alguien así fuera de mi burbuja.

    Alguien que no fuera un pokémon.

    —¡Qué bonito...! —Poly, como solía pasar cada vez que leíamos alguna historia sentimental, estaba ya en lágrimas. Era un ave demasiado sensible. Completamente mi polo opuesto—. ¡Deben apreciarse mucho, cruack! Espero que su amistad perdure durante mucho tiempo, snif, snif.

    >>Miki, pásame la servilleta... S-Se me ha metido una pelusa en el ojo.

    Le coloqué la servilleta en el pico y comenzó a sorberse los mocos, tan dramático como siempre.

    Le hice pat pat con mi mano libre.

    —Ya, ya.

    En cuanto al tema de los crêpes, Aika pareció captar mis intenciones y me tendió un trozo con amabilidad. La miré, como quien mira una balsa salvavidas en mitad del oleaje, y cerré los ojos sin pensarlo, abriendo la boca.

    —Ah~.

    Uhm, qué dulce. Degusté el bocado con los ojos cerrados, satisfecha, mientras Mimi nos decía de buscarnos una habitación.

    ¿En esa habitación habría más crêpes? Porque si es así entonces no me importaría.

    Poly, ya más tranquilo tras el relato, revoloteó hasta el hombro de Mimi, cómplice, y le susurró algo que solo ella alcanzase a escuchar.

    —No hacen un mal dúo, ¿verdad? —convino, habiendo entendido la indirecta de la rubia previamente. Mientras hablaban en secreto le pedí a Aika otro trozo con la mirada—. A Miki nunca le ha interesado nadie, ¿sabes? A veces parece que más que humana, es un alien o algo así. Pero es muy buena chica, aunque me rechace todos los pretendientes que le busco, hmpf.

    Se rascó por debajo del pico, pensativo.

    >>¿Debería empezar preguntándole si le gustan los chicos o las chicas, quizás? Soy padre primerizo, señorita benefactora, sabrá disculparme.
     
    Última edición: 14 Septiembre 2025 a las 5:11 AM
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Suponía que quizás de alguna manera extraña estábamos limando asperezas. Aika era como si Nikolah y Alpha hubieran tenido una hija y Miki me resultaba indescifrable, pero su capacidad de razonamiento era comparable a la de Izumi.

    Dos polos opuestos que simplemente encajaban, como Liz y yo. Me preguntaba si... era verdad eso de que los polos opuestos se atraían o era un escenario solo aplicable a los imanes. Después de todo, si dos personas eran diametralmente opuestas sin absolutamente nada en común nunca podrían entenderse.

    La afirmación podía ser cierta pero con pequeños matices.

    Eran necesarias algunas similitudes: maneras de pensar, actuar, de ver el mundo. Por pequeñas que fuesen.

    Y Miki y Aika tenían eso. Ambas eran solitarias a su manera y bobas cada una por su lado.

    Verlas interactuar era ciertamente entretenido para mí.

    —Quizás no le guste nadie. Las personas asexuales existen, ¿sabes?—le susurré a Poly. Le dirigí una mirada de soslayo a las dos. Aika le estaba compartiendo a Miki su crêpe con toda la felicidad del mundo. Solté el aire por la nariz en una suerte de risa indulgente—. O puede que no haya encontrado aún a la indicada.

    Me incorporé para tirar a la papelera el cono del crêpe vacío y me tomé un tiempo para revisar mis mensajes y ver si Liza había respondido.

    Nada.

    ¿Aún no? ¿Estaría teniendo problemas?
     
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    Andysaster

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    Liza White

    Tsk. Estúpido Spencer y estúpida burocracia restrictiva.

    Me masajeé el cuello y resoplé, frustrada tras el sermón que había recibido un poco de gratis. Caminé siguiendo la ubicación de Mimi, que por suerte no quedaba demasiado lejos de donde me encontraba. Los cinco minutos de los que presumía el guarda de seguridad se habían convertido en veinte a pesar de haber tratado de usar mi labia para escurrir el bulto, con llamada a mi jefe del cuartel incluida.

    La regañina en sí no había sido nada del otro mundo, no tenía motivos de peso, pero había acumulado demasiadas incidencias como para que mis superiores siguieran fingiendo demencia con respecto a mi caso. En esta ocasión, sin embargo, Spencer decidió ejercer de abogado del diablo y lanzó un nuevo dardo en el centro de la diana.

    Un timing asqueroso, si me preguntaban.

    Había pasado de vivir en la sombra de mi madre a desear labrarme mi propio nombre, mi propia identidad, siguiendo el camino que mi padre alguna vez siguió a mi manera. Él fue un top ranger especializado en la primera linea de defensa, mientras que yo deseaba convertirme en la mejor ranger enfermera de todos. Pero ser hija de alguien tan importante en mi campo era algo difícil de ignorar. Por más que intentaba diferenciarme, por más que trataba de destacar por quién era, de iniciar de cero en un lugar lejano, la maldición me perseguía sin descanso.


    ***​

    —La gente habla desde que pusiste un pie dentro de la base, Liza. Eres perceptiva, sé que lo sabes —La voz de Spencer sonaba cansada al otro lado de la línea—. Tus compañeros creen que estás aquí por quien fue Edward, no porque te merezcas el puesto. Y es injusto y completamente erróneo, pero ese es el poder que tiene la envidia cuando un nuevo talento amenaza con abrirse paso entre sus filas. Se aferrarán a lo que tengan a su alcance para derribarlos de su camino.

    —¿Y acaso crees que me importa lo que digan los demás? —torcí, ácida—. Yo quién soy. Sé el esfuerzo que hago cada día por mantener mi puesto. Y sé que tú también lo haces —Sostuve sus ojos con firmeza—. Eso debería ser suficiente.

    Mi superior, aquel hombre que me había visto desde que tenía pañales y el mejor amigo de mi padre pareció guardar silencio durante unos instantes. Adiviné en sus ojos cierto orgullo, pero también impotencia y rabia.

    —...Lo sé —afirmó al fin—. Pero también sé que estás en el ojo de cientos de miradas, y eso es algo que no debemos ignorar.

    —Pero-

    —No te pido que seas alguien que no eres —Me aclaró, alzando una mano al ver que amenazaba con levantarme de la silla—. Llevas el espíritu de los ranger en la sangre, es como tapar el sol con un dedo. Solo te pido que intentes no llamar la atención por un tiempo, hasta que pase la corriente sensacionalista y dejen de tener armas con las que frenarte. Un grano de arena quizás sea inocuo, pero una montaña puede volverse un verdadero obstáculo incluso para nosotros. No podré defenderte siempre, Liza.

    Apreté los dientes, presa de la frustración.

    Nunca le pedí que me defendiese, podía hacerlo sola, maldita sea.

    >>¿Crees que puedas hacerlo?

    —Me estás pidiendo que le de la espalda a todo cuanto creemos, ¿he entendido bien? —Aparté la mirada de sus ojos, seca, y me crucé de brazos como toda respuesta. Mi voz sonó en un murmullo. Apenas la reconocí como propia—. ...Como gustes, jefe.


    ***​


    Las risas en la distancia me trajeron de vuelta a la realidad, o quizás sería más apropiado decir que lo hizo el olor dulzón a buñuelos recién horneados, que se extendía en el aire. Localicé a Mimi y a las chicas charlando bajo la sombra de un árbol y me mordí el labio inferior, consciente al ver sus sonrisas despreocupadas de aquella sombra pesada y latente que seguía mis pasos desde que abandoné la oficina.

    Hoy era nuestro día de descanso. Las emociones negativas no tenían cabida, no iba a permitir darles espacio para quedarse.

    Respiré hondo y cerré los ojos, buscando aliviar la tensión en mi cuerpo antes de dar un paso al frente.

    Dibujé mi mejor sonrisa cuando repararon en mi presencia, jovial.

    —¿Qué es lo que ven mis ojos? ¿Comiendo dulces... sin ? —dramaticé, poniendo los brazos en jarra al alcanzarlas, fingiendo una indignación que no sentía—. ¡Ya os vale!

    —¡S-Señorita agente! —exclamó el Chatot, abandonando conmovido el hombro de Mimi para ir a mi encuentro, lágrimas en los ojos—. ¡¡Esta viva!!

    Lo atrapé con el desconcierto pintado por todo mi semblante.

    —¿P-Por qué no iba a estarlo en primer lugar...?

    No tardé demasiado en regresar con una bandeja de buñuelos y otra con un gofre, con su sirope y su nata y sus fresas, obviamente todo para mí. Si había algo que tenía la capacidad de ayudarme a recuperar los ánimos siempre, eso era un buen subidón de azúcar.

    —¿Y bien? —Quiso saber Poly al poco tiempo. Parecía admirado por el agujero sin fondo que era mi estómago—. ¿Qué pasó allí dentro?

    —Poly dijo que ibas a ir a la cárcel —añadió Miki con tranquilidad.

    —¡¡Nos asustaste tú, idiota!!

    Solté una risa baja y escueta mientras comía, escuchándolos hablar y discutir con los mismos ánimos de siempre. Sacudí mi mano como quien apartaba una mosca, llevándome una mezcla de ambos dulces a la boca antes de hablar.

    —Ah, ¿eso? —cuestioné, como si apenas lo recordase ya—. No fue nada. El jefe es buen amigo de la familia. Me conoce desde que era una cría.

    —¿Oh? ¡Qué suertuda!

    Eso no era mentira. Tal vez por eso actuaba con aparente normalidad, o al menos eso es lo que notaría alguien que no me conociese demasiado. Pero había algo en mis sonrisas, o en el sonido de mi risa, que indicaba que había algo más.

    Que algo en esa conversación no salió tan bien como se esperaba.

    Saqué de la mochila nuevamente el mapa, colocando la bandeja con los dulces en mi regazo. Extendí el papel para que todas pudieran ver el parque de atracciones en toda su extensión.

    —Veamos. Tenemos que decidir cuál será nuestro siguiente objetivo —Comencé a señalar varias localizaciones con el índice, cercanas a nuestra ubicación—. La montaña rusa está aquí al lado. La noria también, pero quizás sea preferible ir más tarde. La mansión encantada acabamos de pasarla... ¿Qué tal esta de acá?

    Señalé una especie de riachuelo en el mapa. Se trataba de los Rápidos del Orinoco, una atracción donde se simulaba el recorrido río abajo en una atracción acuática, todas las personas del grupo montadas en una misma balsa circular.

    Hacía calor, así que sonaba apetecible.

    >>¿Y bien? —inquirí, alzando la visera de la gorra para poder verlas desde abajo, animosa—. ¿Os apuntáis o qué?

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    Última edición: 14 Septiembre 2025 a las 9:01 AM
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Probablemente no tenía nada de lo que preocuparme. Había hecho lo que debía, lo que era éticamente correcto. Al margen de burocracias, era suficiente. Que la metieran en problemas por hacer lo correcto sería jodidamente injusto.

    El asunto es que el mundo en que vivíamos no era particularmente ecuánime, aún menos cuando tenías superiores a los que consultar cada paso que dabas.

    Cuando Liza regresó entendí que las injusticias estaban a la orden del día y que esa charla había sido extenuante para ella. No sé cómo nadie más no lo notó, con lo que mal que se le daba disimular.

    —¡Lizachi!

    Aika se incorporó de un salto y se le lanzó a los brazos como si hubieran pasado días completos sin verla. De verdad que era como un cachorro.

    Poly también. Eran tal para cual esos dos.

    Liza fue a por su subidón de azúcar diario y Poly fue el primero en hacer la pregunta de rigor. Todos queríamos saber por qué había tardado tanto y al menos yo necesitaba comprender por qué sus ojos se veían apagados a pesar de que trataba de disimularlo.

    Al parecer nadie más se dio cuenta. Pero yo lo notaba, la conocía lo suficiente para percatarme de esas cosas. Además, no hubiera tardado tanto si hubiera sido un simple aviso, ¿verdad? Era evidente que había algo más que no nos estaba contando.

    La respuesta no me satisfizo. Escurrió el bulto y cambió de tema tan rápido como pudo.

    —¡Woah!—a Aika le brillaron los ojos al ver la balsa. Parecía una niña el día de Navidad— ¡Yo quiero!

    En lo personal a mí no me llamaba la atención esa... cosa. ¿Qué pasaba si volcaba? ¿O si en una curva pronunciada se salía del recorrido? ¡Yo no sabía nadar!

    Con una emoción que se desbordaba por los poros, Aika tomó a Miki se la mano y se la llevó corriendo en aquella dirección. Poly las siguió volando y detrás de la comitiva quedamos solas Liza y yo.

    Le dirigí una mirada de soslayo. No era asunto mío, pero su actitud me indicaba que era algo que necesitaba hablar.

    Si ese era el caso podía contar conmigo.

    —Entonces...—empecé—, ¿me vas a decir lo que realmente pasó en la oficina o voy a tener que adivinarlo?
     
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    Andysaster

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    Liza White

    Tal y como imaginaba, la nueva elección cautivó a la gran mayoría del grupo. Aika arrastró a Miki, quien en su seriedad habitual pareció mostrarse cómoda con la cercanía, y Poly las siguió de cerca, canturreando alguna estupidez a la que se sumaron las demás con naturalidad.

    Suspiré cuando el torbellino de energía desapareció en dirección hacia la atracción, y entonces me digné a volverme hacia ella con calma.

    Había estado evadiendo su mirada a conciencia, pero sabía con certeza que Mimi no se contentaría con algo como eso. Era absurdamente mala disimulando, incluso cuando creía hacerlo de manera decente.

    No pretendía ocultárselo, en cualquier caso. No había secretos entre nosotras, no después de lo que habíamos hablado.

    Tan solo momentos más o menos apropiados.

    —¿Recuerdas lo que hablamos cuando supimos de las fotos editadas en esa revista? —inicié, llevándome las manos a la nuca mientras caminábamos en la misma dirección. Lo hicimos con evidente lentitud, aprovechando ese momento a solas para poder tratar el tema como se debía—. Hablamos de lo podrida que estaba tu carrera en según qué cosas, pero nunca te hablé con franqueza sobre la mía. Tal vez porque la idealicé durante tanto tiempo, y porque adivinaba en vuestros ojos la felicidad de verme bien después de haber tocado fondo, que me resultaba más fácil mantener esa normalidad. Hablar tan solo de los aspectos más superficiales y positivos de ser un Ranger. Qué se yo.

    >>Ni siquiera mudándome a una región en el culo del mundo logré empezar de cero. Desde el principio supe que no me veían como Liza, si no como la hija del afamado Edward White, el Ranger que lo dio todo por su escuadrón hasta recibir una herida fatal —Tensé los labios, con mil y una emociones revolviéndose en mi pecho. Que trajesen a mi padre a colación me enervaba a niveles imposibles—. No me importa que esperen grandes cosas de mí, yo misma soy lo suficientemente ambiciosa como para querer alcanzar la cima por mi propia cuenta. Lo que me jode es que el cuartel de reclutas es una puta jungla donde todos desean escalar puestos de manera sucia, donde todos saben quién soy y desprecian mi trabajo creyendo que soy el ojo derecho del jefe. Que lo único que tengo es el legado de mi padre, no el talento, y que recibo un evidente trato de favor.

    Era tan injusto. Tan jodidamente injusto. Que Spencer no lo viese así se sentía como una jodida traición.

    >>Es posible que haya llamado demasiado la atención rompiendo las reglas varias veces, porque soy una impaciente de mierda y deseo hacer cosas que aún no se me permiten —Dejé de llevarme las manos a la nuca para quitarme la gorra y revolverme el cabello, frustrada—. Ya sabes cómo soy, no puedo no hacer lo que creo correcto solo porque un estúpido papel me lo diga. Pero mi jefe esta vez ha tenido la decencia de pedirme que no llame la atención el tiempo suficiente hasta que se aburran del chisme de turno y se vayan a otra cosa. Que no les de más motivos para querer sabotearme y deshacerse de mí, que no siempre podrá estar ahí para defenderme. Hay superiores demasiado incompetentes en el escuadrón exceptuándolo a él, que hacen la vista gorda con muchas cosas. Y aunque somos Rangers titulados nuestro puesto no es fijo; no todos pueden conservar su puesto ni escalar nuevas posiciones, eso lo sé. Pero me importa una mierda, Mimi —Mis ojos la buscaron entonces; el mar usualmente en calma se mostraba esta vez como un océano embravecido—. Me da lo mismo que me vean como una amenaza. Eso es… —Tomé una bocanada de aire, sintiendo que mi voz amenazaba por flaquear durante un instante. La miré como si solo ella pudiese comprender lo que sentía. Como si buscase la única validación que necesitaba en sus ojos—. Eso es que algo estoy haciendo bien… ¿Verdad?
     
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    Yugen

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    Mimi Honda

    La escuché en silencio sin atreverme a interrumpirla. Cada palabra que dejaba escapar era como un nudo más apretándose en mi estómago y aun así me obligué a sostenerle la mirada cuando finalmente buscó mis ojos.

    Había imaginado que había algo así detrás, algo que había querido guardarse hasta que el momento fuese apropiado.

    Cuando lo pensaba me hacía arder la sangre.

    —¿Quieres saber si lo estás haciendo bien? —mi voz salió baja, pero firme, como si solo pudiera estar hecha para ella—. Por supuesto que sí. No solo porque ese Gengar podría haber sido un problema si no lo detenías, si no porque si despiertas tantas lenguas y tantas envidias es justamente porque brillas. Cuando alguien brilla así, los demás solo tienen dos opciones: admirar o arder de rabia.

    Atrapé su mano y la apreté dejándome llevar por la fuerza de ese contacto, como si en sus dedos pudiera sostenerme.

    Sostenernos a las dos.

    —No eres una sombra de nadie, Liz. Eres tu propia luz. A veces deslumbrante, a veces abrasadora… pero siempre auténtica. Si los demás prefieren apartar la vista, ese es su maldito problema, no el tuyo.

    >>Pueden intentar callarte, hacerte dudar, incluso derribarte. Van a dar todo de sí por hacerlo porque se sienten mediocres en comparación. Bueno, que se jodan. ¿Te comparan con tu padre? Bien, déjalos que lo hagan. Llegará el momento en el que puedas demostrar realmente todo tu potencial, todo lo que llevas dentro, y entonces tendrán que cerrar la boca y admitir que siempre fuiste tú lo que les jodía tanto. Hacer lo correcto nunca va a estar mal, da igual quien lo diga. ¿Un superior, un rey, un presidente? Es indiferente, lo correcto siempre va a ser lo que es y tú lo haces. La integridad es algo que no se compra ni se vende.

    Eso era algo que admiraba de ella. Quizás, era de hecho una de las cosas que me atraían de ella. Hacer lo correcto a pesar de las circunstancias, de los problemas asociados, de que el propio mundo estuviese en contra.

    Admiraba el valor y la integridad sobre todo, especialmente en un mundo lleno de máscaras y apariencias.

    —¿Recuerdas cuando me preguntaste si ser modelo era lo que realmente quería hacer?—inquirí a media voz. Aflojé el agarre en torno a su mano antes de darle un pequeño apretón—. Te respondí que sí, que había algo que quería demostrarle a la industria y al mundo. Bueno, tú tienes algo que demostrar también.

    Le dirigí una sonrisa resuelta. Quería transmitirle mi propia determinación, porque ambas estábamos en el mismo barco y no había nada que quisiera más que todos aquellos que se atrevían a dudar se diesen con un canto en los dientes.

    >>Eres Ranger por vocación, porque es lo que te apasiona, ¿verdad? Que nadie te haga creer lo contrario. Solo tú puedes demostrarle a esos otros reclutas idiotas y superiores que se equivocan al pensar que estás ahí solo por el legado de tu padre.
     
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