Ciudad Témpera

Tema en 'Rutas' iniciado por MrJake, 27 Agosto 2013.

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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    No sé cuánto tiempo pasó. Cerré mis ojos y con el antebrazo sobre ellos todo a mi alrededor se redujo a oscuridad. Me llegaban voces amortiguadas desde la puerta pero no les estaba prestando atención. En realidad todos mis sentidos se habían sumido en la zozobra de mis propias emociones y pensamientos.

    Quizás realmente no entendía nada en realidad. No entendía mis sentimientos, no entendía mis pensamientos... estaba perdida en un laberinto con una salida indeterminada dando palos de ciego en la oscuridad. ¿Qué era lo que realmente quería? Probablemente ni siquiera yo lo sabía en ese entonces.

    Por mucho que buscara cariño y atención, nada de lo que hice fue coaccionado. Si sentía asco de mí misma era por mi propia debilidad. Porque no entendía mis emociones, ni lograba nombrarlas y odiaba no sentir tener el control de las cosas. No tener control implicaba vulnerabilidad y la vulnerabilidad implicaba dolor. Y el dolor te hacía débil.

    Ser débil no era un escenario ideal en ningún lugar.

    —¿H-huh?—murmuré porque mi cerebro simplemente era incapaz de procesar qué me estaba diciendo.

    La miré, tratando de entender por qué demonios me soltaba todo esto ahora. ¿No era una más? Bueno, no era lo que parecía desde mi punto de vista. Pero aún si lo era... ¿qué demonios importaba? Liza podía hacer lo que quisiera con su vida, no era su dueña por mucho que bromease con ponerle un collar. Técnicamente en eso consistía una amistad con derechos, no había necesidad de fidelidad. No había algo así como fidelidad como tal. Eso sería una pareja al uso.

    Yo había estado de acuerdo con eso. ¿Entonces por qué...?

    —¿Por qué me estás diciendo esto ahora?—inquirí sombría—. ¿Crees que me arrepiento de lo que pasó?

    Alcé la mirada a sus ojos y los vi repletos de lágrimas. Definitivamente esto había llegado demasiado lejos. Si no le ponía un alto a mi orgullo aquí, nuestra relación no tendría ninguna razón de ser.

    >>Bueno, pues no lo hago—admití sin medias tintas—. Nadie me puso una pistola en la sien para que me acostara contigo. Lo hice porque quise.

    >>Y volvería hacerlo. Así que si te sientes culpable borrátelo de la cabeza, Liza White. Si quieres culpar a alguien culpa a este extraño magnetismo entre nosotras, pero no te culpes a ti misma.

    Me abracé a mí misma y mis uñas se clavaron de forma dolorosa en mis antebrazos.

    >>Soy yo la que está actuando como imbécil. No te pedí disculpas cuando debí hacerlo porque a pesar de que sentía que era una estupidez, a ti te dolió. Esa debería haber sido razón suficiente.

    >>Debería... debería haber...—chasqueé la lengua y me acerqué a ella para rodearla con mis brazos incapaz de mantener la distancia mucho más mientras se deshacía en lágrimas. La estreché con fuerza, como si buscara contenerla y hundí mi rostro en su hombro. Mi voz fue apenas un hilo solo lo suficientemente alta para que ella me escuchase—. Lo siento, ¿está bien? Yo empecé. Es mi culpa.

    I love them. You don't even know how much I love them ;___;
     
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    Mi cuerpo se tensó cuando la sentí rodearme con sus brazos, quizás por lo repentino o lo inesperado del gesto. Me estrechó con fuerza, tratando de contener mis emociones, y negué con la cabeza con vehemencia cuando finalmente se disculpó.

    —¡Eso ya da lo mismo! Ni siquiera tiene importancia, me estaba comportando como una niña —repliqué, dándole la razón. Fui incapaz de devolverle el abrazo y me mantuve allí, de pie, sintiendo las lágrimas deslizarse silenciosas por mis mejillas. Me sentía horrible conmigo misma, pero la discusión que lo desencadenó todo no tenía razón de ser allí. Apreté los dientes, frustrada, lejos de su mirada azul—. Fue lo que dijiste antes, cuando te marchaste a la habitación.

    >>No tiene que ver con eso. Sé que no te arrepientes, ni yo tampoco. Tiene que ver con el hecho de que nunca me detuve a pensar en cómo debías sentirte, ni tampoco te pregunté. Estaba tan metida en mi propia burbuja de autodescubrimiento, creyéndome el ombligo del mundo por empezar a tener encuentros estúpidos que llenasen ese vacío que Nikolah es incapaz de llenar que no reparé en que para ti todo esto es algo nuevo —Sorbí por la nariz, escupiendo mi propia molestia con cada palabra que pronunciaba—. Que tú no eres como yo, y que la vida tiene un sentido del humor demasiado irónico para juntarnos de esta forma.

    Mimi creía erróneamente que me culpabilizaba por lo que había sucedido, pero ninguna de las dos tenía potestad sobre algo tan azaroso y volatil como lo era nuestra atracción. No podíamos controlar lo que sentíamos, pero sí ser consecuentes.

    Y yo había decidido apartar los ojos de la realidad solo porque se sentía demasiado bien. Tener los ojos de tantas personas posados en mí.

    Mi propio placer culpable.

    >>Lo que menos quiero en el mundo es hacerte daño, Mimi —le aseguré, aunque era algo que ella realmente ya sabía—. Sé que no es enteramente mi culpa, pero tengo parte de la responsabilidad y debo hacerme cargo —Le puse las manos sobre los hombros, separándonos lo suficiente como para poder mirarla a los ojos. Mis orbes acuosos brillaban con determinación y severidad. Redobló la seriedad en mis palabras—. Si esta estupidez de las amigas con derecho te va a hacer daño, me detendré aquí mismo. Solo tienes que pedírmelo y lo haré.
     
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    Yugen

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    Por supuesto que había actuado como una niña. Pero eso no cambiaba el hecho de que le molestó lo que dije y que podría haberme disculpado antes. Si tan solo no viviera aferrada a mi orgullo como un Shuckle a su caparazón me iría mucho mejor en la vida.

    El orgullo no tenía cabida allí y White estaba siendo honesta. ¿Que yo no era como ella decía? A diferencia de ella yo no podía tener esa clase de encuentros casuales, necesitaba un vínculo emocional primero... ¿pero qué importaba eso?

    —Liz, no soy una niña—torcí con brusquedad separándome del abrazo para mirarla a los ojos—. Puedo tomar mis propias decisiones, ¿sabes? Ya te dije que lo que hago lo hago porque quiero hacerlo—pero insistió. Al parecer no terminaba de entender lo que intentaba transmitirle o estaba demasiado sumida en su espiral de culpabilidad cono para escucharme. Cerré solo uno de mis ojos, desinteresada— ¿Y? ¿Qué más da si es algo nuevo? Hay una primera vez para todo, no seas dramática.

    Quizás le daba demasiada importancia a cosas que no la tenían por esa vena novelesca y romántica que compartíamos. Cosas como la virginidad siempre habían sido pintadas como especiales, un tesoro que guardar hasta encontrar a alguien a quien amar. Pero no había nada sagrado e intocable ahí, era solo una parte más de la vida. Verlo como tal sería coartar mi propia libertad sexual o incluso la de la propia Liza. No había una forma perfecta de hacer las cosas, no vivíamos en una maldita novela. Muchas de las concepciones que teníamos del mundo estaban terriblemente erradas.

    ¿Se sentía tan culpable porque pensaba que estaba desperdiciando mi tiempo con alguien que no podía estar solo conmigo? Mis celos no tenían una razón de ser. No éramos una pareja, por Arceus. Exigir fidelidad en un contexto como este estaba fuera de lugar, y ya sabía que era especial para ella, no hacía más que demostrármelo.

    Mencionó que si todo este asunto me lastimaba estaba dispuesta a cortarlo de raíz. Y aunque parte de mí apreciaba la preocupación, estaba bien tal y como estábamos. Volvía a tratarme como un tesoro precioso e invaluable cuando yo quería que me viese como a una igual.

    Tensé los labios, crispada.

    —De verdad que a veces eres idiota.

    Yo no quería acabar con esto. Hacerlo sería volver a hacer la vista gorda y fingir que no me derretía con el solo hecho de ponerme un dedo encima. Hacerlo sería ser deshonesta conmigo misma y ya había tenido suficiente de eso.

    De ninguna manera.

    Llevé mis manos a sus mejillas y volví a atraerla hacia mí hasta que sus labios encontraron los míos. Fue un roce muy corto, superficial, una afirmación sin palabras. La miré con seriedad a los ojos al separarme.

    —¿Es suficiente respuesta o necesitas que lo deletree para ti?
     
    Última edición: 18 Agosto 2025 a las 5:20 AM
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    El hecho de que me llamase dramática, como si de alguna forma estuviese invalidando lo que sentía me hizo fruncir aún más el ceño en su dirección. Pero aunque su elección de palabras fuese cuestionable, sabía que en el fondo no era así. Que respetaba mis sentimientos, y que por eso me acababa de pedir perdón, cuando no había nada que disculpar en realidad. Había sido una estupidez enfadarse por algo así.

    Quizás sí estaba siendo dramática. Quizás era cierto que estaba concediéndole demasiada importancia, pero no podía simplemente pulsar un interruptor y detener lo que sentía. Era como si mis sentimientos se me estuviesen desbordando de las manos y no pudiese contenerlos de ninguna forma. Como si nuestras discusiones fuesen un mero señuelo de lo que realmente hacía de catalizador allí.

    Me pedía que la tratase como una igual pero no podía hacerlo; no porque la viese de manera condescendiente, como si fuese inferior a mí solo por el hecho de no haberse acostado con nadie más y tuviese que protegerla del mundo y de sus peligros. Si no porque verdaderamente era un tesoro precioso e invaluable para mí.

    Porque había empezado a verla con otros ojos y ni siquiera yo era consciente de eso. El amor era un espectro amplio y ambiguo y a veces podían confundirse y equipararse conceptos análogos. El cariño hacia una pareja y hacia un amigo íntimo eran semejantes en intensidad, diferenciándose apenas en un par de puntos muy concretos. Uno de ellos claramente era la atracción, el sentir o no deseo por esa persona. Pero nosotras también lo sentíamos, desdibujando aún más esos límites de por sí difusos.

    No tenía forma de comprender lo que sentía, y eran esas emociones convulsas y atolondradas las que me hacían sentir inestable, confusa y abrumada. Porque para Mimi, que me miraba desde fuera y que no tenía forma de saber lo que se revolvía dentro de mí, parecía una mera exageración de las mías, cuando mi pecho dolía de verdad ante la perspectiva de hacerle daño.

    A ella, a quien quería con la misma intensidad con la que podía querer a Nikolah.

    Frustrada con mi propia terquedad me sostuvo de las mejillas, haciendo que mi corazón eludiese un latido. Abrí los ojos, mirándola por un breve instante sin comprender. Sus labios entonces rozaron los míos en un beso casto y superficial, pero fue suficiente para hacer remitir el dolor que me comprimía el pecho, siendo sustituido por una calidez absurda y abrumadora.

    “¿Es suficiente respuesta o necesitas que lo deletree para ti?”

    Desvié la mirada y hablé en un murmullo, poniendo la boca pequeña. Aunque quisiera no podría esconder el rubor que asolaba mis mejillas.

    —...No me ha quedado del todo claro —mentí, pero fue muy evidente.

    Después de todo, yo no sabía mentir.
     
    Última edición: 18 Agosto 2025 a las 7:41 AM
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    Era raro ver a Liza así de sonrojada. Era una imagen que se correspondía más conmigo. Pero a veces teníamos esa facilidad para intercambiarnos los papeles. En nuestra relación no había algo así como una desigualdad, porque cuando la otra se mostraba realmente vulnerable siempre estábamos allí para ser su ancla.

    Eran ese tipo de cosas las que me demostraban que nuestra relación era de hecho especial.

    Murmuró que no le había quedado del todo claro y se me escapó una risa baja, ciertamente irónica pero desenfadada. Era una pésima mentirosa.

    —¿Ah sí?—enarqué una ceja, suspicaz—. Bueno, pues no voy a deletrearlo.

    Gentilmente apoyé mi mano en su mejilla y volteé su rostro en mi dirección hasta que mis labios volvieron a encontrar los suyos. Sus labios eran suaves y cálidos pero ahora sabían salados por las lágrimas. Era un sabor amargo que no quería volver sentir ahí nunca más.

    No quería volver a verla llorar así nunca más.

    Deslicé mis pulgares por sus mejillas limpiando el surco de sus lágrimas y tratando de reconfortarla al mismo tiempo. Sabía como hacerlo. Me nacía del alma imprimir ese cariño ridículo en mis gestos.

    Mantuve los ojos cerrados por un momento más largo del necesario al separarme como si mis propios labios aún sintiesen y ansiasen el fantasma de los ajenos sobre ellos.

    >>... Vamos a comer.

    Me separé de ella y fui a por las pizzas. Fue en ese momento que me di cuenta de algo. Un detalle del que no habíamos reparado antes ninguna de las dos.

    Las dos pizzas eran carnívoras de masa doble.

    ...

    ¿Huh?

    La ceja me tembló y mi cuerpo se tensó ligeramente en una clara muestra de crispación. Crucé los brazos antes de voltearme a mirarla.

    —Tu amiga es todo un caso, ¿eh?
     
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    Liza White

    Apoyó su mano nuevamente en mi mejilla con extrema delicadeza y cerré con los ojos con fuerza, conteniendo apenas el aliento. Sentía que el corazón estaba por salirse de mi tórax y cerré mi mano en un puño, posándolo sobre mi pecho como si tratase de contenerme a mí misma y a todo aquello que sentía en realidad. Buscó mis labios y prolongó el beso con suavidad, secando mis lágrimas con los pulgares. Sabía cómo reconfortarme, y yo me derretía cada vez que lo hacía.

    Se quejaba del poder que tenía sobre ella, pero quizás no era ni de lejos consciente del que tenía ella sobre mí. Tenía la capacidad de inutilizarme y volverme absurdamente dócil. A mí, que poseía un alma inquieta e irrefrenable. Era capaz de contenerme y callar aquellas voces que no me permitían descansar con una simple caricia de sus manos. Nadie que me hiciese sentir así de cálida por dentro podía ser una mala persona.

    Correspondí el beso con la misma suavidad y me separé cuando ella lo hizo, pese a desear quedarme allí un rato más. Que alguien tuviese tanta influencia sobre mí sonaba aterrador, pero me sentía tranquila porque se trataba de ella. Porque confiaba ciegamente de la misma forma que ella lo hacía conmigo.

    Se dirigió hacia las pizzas y yo palmeé mis mejillas mientras no miraba, tratando de sacarme de mi propia ensoñación y devolverme a la realidad. Las pizzas se iban a enfriar de verdad (si no lo estaban ya), y eso sí que era un verdadero problema a tratar.

    —Es... una persona curiosa, sí —convine con una risa nasal, con la voz aún gangosa. Me senté de piernas cruzadas en el suelo, sobre la mesita, y apoyé los codos en esta, descansando mi mejilla allí—. Es la chica que te dije que conocí en el Parque Batalla. Con la que ambas sentimos una conexión extraña, como si hubiésemos sido amigas en otra vida.

    Posé la mirada en el techo, repentinamente reflexiva. Notaba mi mente aún algo embotada como para pensar con claridad, pero al menos lo hacía. Lenta pero segura.

    >>Hemos quedado para ir mañana al parque de atracciones que abrieron a las afueras. Me dijo que te invitase —Busqué sus ojos desde abajo, poniendo especial atención en sus reacciones—. A mi me gustaría que vinieses. Pero vas a tener que ir practicando tu mejor sonrisa cuando os presente —Esbocé una sonrisa pequeña, de circunstancias—. No le diste lo que se dice la mejor impresión del mundo, ¿sabes?
     
    Última edición: 18 Agosto 2025 a las 9:27 AM
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    El término 'persona curiosa' era un eufemismo. Dejé una de las cajas a un lado porque con una para compartir tenía suficiente y al colocar la otra sobre la mesita robé una porción. El queso gratinado, convertido en una masa alargada y amarillenta se desbordó por los bordes.

    ...

    Comer esto de forma regular me taponaría las arterias y me causaría un trombo en algún lugar, estaba segura. A veces me preguntaba si todo el mundo tenía un estómago de hierro menos yo. Primero Alpha—al que por cierto le esperaban unos días más de ayuno—, y ahora White. Tal vez simplemente era demasiado melindrosa con la comida. Tal vez... no era para tanto.

    —Mhm—murmuré escuchándola. ¿Una conexión de otra vida? Eso sí que sonaba novelesco. Si a mí me había pasado, estaba demasiado irritada en ese momento como para prestarle atención.

    Le di un mordisco a la pizza. Aún estaba tibia y el sabor de la carne era demasiado fuerte para mi paladar... pero no era desagradable. Cinco quesos... ¿eso era siquiera legal?

    Mi mente se desvió de la pizza cuando volvió a hablar. Fue... inesperado, honestamente.

    ¿El parque de atracciones...? ¿No era para niños pequeños? Jamás había estado en uno. Sabía de las montañas rusas y las casas del terror solo por medios audiovisuales. No... sonaba tan mal. Podía comprarme un peluche gigante de Shinx y dar vueltas en una noria con la puesta de sol. Estar acompañada de Liz lo hacía mejor... ¿pero por qué tenía que estar esa mujer?

    —¿Qué te hace pensar que quiero darle una buena impresión?—comenté con cierto tono petulante mientras me sentaba frente a ella. Caerle bien o no a Aika era indiferente para mí—¿Es para que no piense que el resto de tus amigas son unas salvajes?

    Apoyé mi mentón en el dorso de mi mano y el codo a su vez flexionado sobre la mesa. No era una idea que me hiciese especial ilusión.

    Suspiré.

    >>Si quiere saber quién soy solo dile que mire mupis publicitarios en Ciudad Témpera.
     
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    Andysaster

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    Cuando plantó la caja de pizza sobre la mesa fue como si el alma me volviese al cuerpo de repente, iluminándome el rostro por completo. Mis orejas imaginarias de Lillipup se alzaron, puntiagudas, presa de una emoción repentina. Sostuve una porción aleatoria entre mis manos con ojillos brillantes.

    Era una forma bastante práctica de sacudirme el disgusto de encima. Mimi podía tomar nota.

    Le di un mordisco a la pizza, recreándome en su sabor y su textura como si fuese la primera que me comía y no la tercera esa semana. La escuché hablar, aunque no lo pareciese, e hice una mueca mientras masticaba, reparando en su más que evidente rechazo hacia Aika.

    Siempre actuaba de la misma manera cuando alguien amagaba por acercarse a su lugar seguro.

    Estúpido Glameow salvaje.

    —A la gente común y corriente le da lo mismo tu renombre. Y aún si lo hiciera, te recuerdo que todavía no eres tan famosa como para que se te suba a la cabeza de esa forma —le espeté con simpleza, cerrando los ojos. Con una pizza en las manos nada ni nadie podía alterar mi buen humor. Enarqué una de mis cejas, soltando el aire por la nariz con incredulidad al ver que mantenía aquella postura cerrada con el transcurrir de los segundos—. Oh, vamos. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste un amigo nuevo?

    Esperaba que la ultima no fuese yo. Eso sería bastante triste.

    >>Quizás no te interese la impresión que le das, pero seguro que te importa mi felicidad. Y que seas amable con ella me haría muy feliz, ¿sabes? —¿En serio? ¿Chantaje emocional? A veces podía ser muy rastrera. Relajé mi expresión, despreocupada y ligera, y me palmeé el estómago soltando una risita liviana—. Además, seguro que no es una mala chica. Me lo dice mi estómago. Y mi estómago nunca se confunde.

    ¿No se solía decir eso del corazón en lugar del...? En fin, era un caso perdido.
     
    Última edición: 18 Agosto 2025 a las 3:19 PM
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    Quizás solo eran un par de emplazamientos publicitarios—aún—, pero que Liza lo mencionase con tanta soltura y simpleza se sintió como lanzar una daga directamente a la diana. ¿Esa era su venganza por no haberme disculpado antes? Le haría tragarse esas palabras. Solo necesitaba seguir subiendo peldaños y ganando influencia.

    Algún día toda Ciudad Témpera... no, toda Galeia sabría mi nombre.

    En cualquier caso, la conversación iba para largo porque estaba obcecada en que aceptara conocerla. Ya había visto suficiente en el breve intercambio que compartimos y no estaba impresionada. Era torpe, despistada y me recordaba a Alpha en versión mujer.

    Como nada parecía estar funcionando, decidió dejar de jugar limpio e irse directamente por la senda mafiosa.

    Mi cuerpo se tensó ligeramente consciente de que tenía un punto válido. Ah, ¿ahora usaba el chantaje emocional como técnica de persuasión? Por supuesto que me importaba su felicidad, pero no iba a morder el anzuelo de un truco tan viejo. Solté un bufido y aún con la mano bajo el mentón aparté mis ojos de los suyos, digna.

    —Hmph.

    Hacer amigos nuevos no era un pensamiento que gobernase mi vida. Necesitaba contactos e influencia, así funcionaba mi trabajo. De hecho, no podía considerar a ninguna de las chicas de mi agencia amigas como tal. Éramos rivales y conocidas. El ambiente competitivo era tan brutal que a veces parecía un campo de batalla.

    Miré la pizza con su aberrante cantidad de carne y el queso amarillento desbordándose y a ella después.

    Suspiré con resignación.

    —Tu estómago anda muy confundido.
     
    Última edición: 18 Agosto 2025 a las 8:52 PM
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    —Nu-huh —insistí, negando con mi dedo índice—. Mi estómago nunca se confunde. Ni con las personas ni con la comida. Y si algo me sienta mal, bueno —Me encogí de hombros, despreocupada, dándole un mordisco a la porción con ahínco—. Un día tonto lo tiene cualquiera.

    Era evidente que no íbamos a ir a ningún lado, pero no podía decirse que no lo había intentado. Una derrota de ese tipo no se sentía tan mal con una pizza de por medio. Noté el queso deslizarse hacia el costado, amenazando con caer, y alcé la porción en el aire, cazándola al vuelo.

    Mastiqué tranquilamente durante un tiempo, rumiando un pensamiento más en mi cabeza, a pesar de haber decidido dejar de insistir. Volví a separar los labios al terminar de tragar, reflexiva.

    —Puedes comportarte como quieras, Mims. Me da lo mismo que Aika sepa que el resto de mis amigas son unas salvajes —comenté, irónica pero desenfadada. Primero Destiny, luego ella… No me libraba. ¿O quizás de verdad era masoquista y yo misma las buscaba?—. Aunque me vas a dejar mal, ¿sabes? Después de hablarle así de ti a ell…

    Me tensé como un resorte, mi rostro prendiéndose fuego, siendo sacudida por un repentino y visceral sentimiento de vergüenza. Las pupilas me vibraron cuando aparté la mirada, esquiva, incapaz de sostener la suya cuando tenía el recuerdo tan reciente.

    >>...I-ignora eso —le pedí, ocultando mis labios temblorosos tras un nuevo trozo de pizza, ligeramente ceñuda—. No dije nada.

    Yo: ¿Te recuerdo la vocecita que pusiste cuando hablaste así de gay de ella?
    Liz: Shut the fuck up.
     
    Última edición: 19 Agosto 2025 a las 5:15 AM
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    —Uh-uh—respondí con expresión de circunstancias—. Tu estómago vive confundido. El pobre no sabe ni dónde está.

    Si esa bomba calórica no le sentaba mal era simplemente porque estaba acostumbrada. Pero yo no podría comerme una caja entera de esa pizza ni ahora ni nunca. Sin embargo, como tenía hambre y mi pizza Margarita había desaparecido misteriosamente porque alguien tenía menos luces que un barco vikingo, me contentaba dándole mordiscos pequeños al trozo de pizza y acompañándolo con un vaso de agua.

    Faltaban dos horas para el té.

    Nuestros gustos gastronómicos eran irreconciliables. Ella podría comer literalmente cualquier cosa con una sonrisa boba y yo pondría mala cara si el bistec estaba poco hecho y tenía demasiada sal. No me gustaban los sabores fuertes y concentrados, me gustaban las comidas ligeras, las especias justas y el toque necesario de sal. Pero tenía un gran amor por los dulces. Quizás eso era lo único que teníamos en común en ese contexto.

    Su reflexión al aire me hizo fruncir ligeramente el ceño.

    ¿Cómo... cómo que le daba igual que supiera que sus amigas eran unas salvajes? ¡Yo no era una salvaje! Por lo general era fría, irritable y demasiado orgullosa para mi propio bien, pero hasta ahí. Sabía comportarme. Había sido criada para saber cómo comportarme, aunque a veces lo ignoraba. Las normas de mi jaula de oro se me antojaban distantes ahora... Aunque nunca las había tenido muy en cuenta en realidad.

    En cualquier caso, la conversación tomó un giro de lo más interesante cuando Liza se cortó a mitad de la frase y enrojeció bruscamente. A diferencia de mi caso, no era normal verla ruborizada. Siempre tenía un gran control sobre sus emociones, excepto cuando Nikolah entraba en cuestión.

    Eran esos pequeños momentos donde mostraba una faceta que no solía ver.

    Y quería ver más de eso.

    Sonrojarse como un Octillery cocido y desviar la mirada mientras se pedía ignorar lo que se acababa de decir no funcionaba nunca. Nadie mejor que yo lo sabía.

    Esbocé una sonrisa traviesa.

    —¿Eh~?—casi ronroneé, sibilina—. ¿Le has hablado de mí a tu amiga y no me lo has dicho?
     
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    ¿Podía dejar de ser una bocazas por cinco minutos? Claramente no. Eso de pensar antes de hablar no iba conmigo. O pensar antes de actuar a secas. Por eso mi expediente como ranger tenía más incidencias de las que iba a admitir, o soltaba cosas vergonzosas a quienes no debería; cosas que me dejaban entre la espada y la pared.

    Justo como ahora.

    Mimi esbozó una sonrisa ladina, maliciosa, que hizo que frunciese aún más el ceño y me inclinase hacia atrás, con evidente tensión. Por supuesto que el rubor se redobló ante sus palabras y al saberme completamente expuesta. No sabía por qué me daba tanta vergüenza algo así en primer lugar, pero lo hacía.

    Quizás, porque mi propia transparencia tuvo la suficiente fuerza como para abrumarme a mí misma.

    —¿Qué? C-Claaro que no —gesticulé con las manos, con ademanes exagerados y la vocecita aguda de siempre, restándole importancia al asunto con evidentes muestras de nerviosismo y pudor. ¿Desde cuándo no tenía el control de mis emociones? Sabía que tenía mis excepciones, pero esta no era una de ellas—. Osea sí. Osea, ¿puede?

    >>¿Qué interpretas tú por hablar de alguien? Porque por ejemplo te puedo contar que en la mañana hablé con una anciana esperando en la cola de la cafetería sobre el buen tiempo que hacía. Y te estaría hablando de la señora, técnicamente. Porque formaba parte de la escena. ¿Creo?

    Oh, no. Tanto tiempo compartido con Nikolah me había contagiado su verborrea cuando me ponía lo suficientemente nerviosa. Consciente de que se me estaba notando demasiado decidí seguir el plan de contingencia: cerrar la boca y mantenerla ocupada comiendo más pizza.

    Sí, todo iría bien mientras no abriese mi estúpida boca, aparentemente.

    Mimi: Huh... Liza no se comporta así a no ser que sea con Nikolah.
    Liz: ... (/▿\)
    Jen y yo: Σ(O_O) ¿Se habrá dado cuenta...?
    Mimi: ...
    Mimi: ┐(シ)┌ Well, that's cute i guess.
    Jen y yo: ... (≖、≖╬) Vaya par de idiotas

    JAJAJA
     
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  13.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    No era solo un libro abierto, era la librería completa.

    Era una imagen que veía tan pocas veces que no podía evitar recrearme en ella, disfrutando de forma casi sádica de sus intentos por negar la realidad. Sus reacciones exageradas solo acrecentaban mi curiosidad y mis ganas por querer seguir presionando.

    Solo un poco más.

    Sea lo que fuere que Liza le había contado, era suficiente para sacarla de su eje y destrozar su control sobre sus propias emociones.

    Me incorporé de mi lugar, deslicé la caja de pizza hacia un lado con la mano donde no pudiera alcanzarla y me senté en la mesa justo frente a ella.

    Por una vez era yo la que estaba al otro lado. Por una vez no era yo la sonrojada y mentirosa.

    —Entonces... ¿le hablaste a Aika de mí solo de pasada?—balanceé una de mis piernas al cruzarla sobre mi rodilla, reflexiva. Y entonces apoyé la mano en mi mentón y suspiré—. Eso es un poco decepcionante. Pensé que le habrías hablado de mis promociones o algo así.

    She's so dumb indeed JAJAJAJA
     
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