Ciencia ficción La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto

Tema en 'Novelas' iniciado por Agus estresado, 24 Agosto 2024.

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  1. Threadmarks: Un demonio viene a salvarme
     
    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    35
     
    Palabras:
    6731
    Saludos. Aprovecho el fin del viernes de semana santa para publicar el capítulo 33 de la historia. Todavía queda clímax por delante, y espero que se disfrute lo que resta tanto como con los otros capítulos.

    Quiero mandar un gran saludo a mi gran amigo Manuvalk y agradecerle por una semana más de presencia en la historia leyendo (esta ocasión en simultáneo) y comentando los capítulos. De verdad me da gusto cuando leo sus comentarios.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.

















    Un demonio viene a salvarme:

    Las horas pasaron lentas para la tripulación conformada por Ace, Faron, Noak, Allecreod, Abel y el resto de los soldados ya sea de ER y del planeta Tralio que estuvieran a bordo de la nave. La larga y angustiosa espera que vivieron llegó a su fin, puesto a que se encontraban a tan solo una hora del planeta en donde los habitantes de la nación rusa habían tenido la mala fortuna de ir a parar. Ya estaba todo decidido previamente, y solo quedaba elegir el punto en el que la nave iba a descender para que tuviera lugar el rescate de toda la población atrapada allí.

    — Tiene que ser un sitio cercano a la capital, que entiendo es el más accesible desde todos los puntos del planeta — el comandante Lakor solo podía realizar suposiciones al no haber estado nunca en dicho mundo.

    — Correcto, aunque desconocemos el resultado de la guerra interna que han tenido — uno de los humanos de Tralio demostraba estar en la oscuridad también — Si ganó el bando de Hufan o de Yma, o si fue el bando de Ybrir el ganador, eso cambia muchas cosas. Los humanos seguirán siendo esclavos, pero no hay manera de adivinar el lugar en el que pudieron haber sido puestos.

    — Podríamos usar a Xorxaik para que se conecte a las cámaras exteriores de la nave para revelarnos esa información — fue la propuesta de Allecreod, que acababa de tener esa idea — Con su velocidad de procesamiento, él podrá analizar más rápido el entorno, y podremos decidir mejor cerca de donde aterrizar.

    — ¿Xorxaik? — la pregunta provino de un militar ruso.

    El robot, presente en la sala como casi la mayor parte del viaje, se acercó al pequeño mapa holográfico que habían construido a raíz de los recuerdos de los humanos rescatados de aquel mundo, les dio a los humanos las respuestas que buscaban a la pregunta recibida.

    — Podré conectarme a las cámaras exteriores, pero para eso debemos estar más cerca — el robot comentó, provocando miedo en los que regresarían al mundo del que fueron apartados.

    — ¿Por qué acercarse más? —Noak se veía invadido por la curiosidad — Nos arriesgaríamos a que nos detectaran con mucha más facilidad.

    — Si este planeta Tralio tiene su cielo cubierto por una nubosidad densa, las cámaras exteriores no podrán hacer mucho desde esta distancia — Xorxaik les reveló las respuestas que buscaban — Por supuesto, acercarse conlleva muchos más riesgos, si es que la Sociedad Galáctica ya se encuentra allí.

    — No pudimos pedir refuerzos porque intervinieron las comunicaciones en casa — Faron recordaba la charla que tuvo Ace con Natasha hacía unos días atrás — Y esta nave es un crucero que les pertenece a ellos. Anular los sistemas de esta nave sería cosa fácil para ellos.

    — Existe una posibilidad de que pueda evitar que ellos se infiltren en el sistema de esta nave, y así evitar que sus radares nos detecten — Xorxaik tenía muchas otras cartas bajo la manga — Pero eso solo funcionará si me mantengo lo más cerca posible de las máquinas centrales. Y no servirá de nada si nos observan con sus cámaras.

    — Los beneficios son mínimos, y el precio es muy alto — Ace no cedería a tenerlo a su lado — Te voy a necesitar en el campo de batalla. Eres resistente y podrás servir como cobertura para los humanos que vayamos a rescatar. No me sirve de nada que te quedes en este lugar.

    — La orden es suya, comandante, estoy programado para obedecer a quien esté al mando — Xorxaik había presentado las opciones en la mesa — Usted es la única autoridad presente. Lo que me diga, lo haré.

    — Ve conectándote al sistema de las cámaras exteriores del crucero, y cuando tengas imágenes del planeta que podamos ver, detén la nave y compártelas con nosotros — Ace dio la orden definitiva a su robot.

    Utilizando todos los recursos informáticos y electrónicos presentes en su interior, el robot conectó sus sistemas de escaneo y procesamiento de datos a la red interna de la nave que lo llevó a tener acceso a las cámaras telescópicas instaladas en el exterior de la cubierta metálica de esta. Después de haber discutido su plan para hacer más rápido el rescate de los humanos, no podían darse el lujo de estropearlo al dejarse detectar desde mucho antes de lo necesario. Ace, Faron, Noak y Allecreod confiaban en las facultades del robot, puesto a que ya había sido clave en victorias previas para ellos. La mayoría de las caras de nerviosismo estaban en los rostros de los humanos de Tralio, junto con Abel, quien sabía que el plan que pudieran elegir daría lo mismo si a él lo tenían pensado usar como escudo humano en caso de ser necesario.

    Los minutos pasaron mucho más lento para todos ellos, y aquella sala de comandos nunca había estado más en silencio al no haber ni un solo sonido en su interior. No fue hasta que transcurrieron unos veinte en total que el robot ya tenía algo para comunicarles a los humanos que esperaban su respuesta.

    — Comandante, tengo algo que puede traer problemas, pero también beneficios — el robot se dirigió a él, pero sus palabras eran para todos.

    — ¿Una noticia buena y una mala? — fue lo que preguntó Lakor ante lo dicho por el ser metálico.

    — Eso depende de su juicio — Xorxaik no dio respuesta directa — He detectado la presencia de otra nave en la órbita del planeta Tralio. Puedo confirmar que se trata de una nave de la Sociedad Galáctica.

    — ¡Están allí! — Noak se empezó a ilusionar, puesto a que sabía que era una puerta abierta a ver a Gina y a Hana — ¡Entonces mi familia está en el suelo de Tralio o a bordo de esa nave!

    — Eso es algo que podré confirmarle en unos momentos, Jensen — Xorxaik se dirigió a él sabiendo que esa información lo tranquilizaría — Con todo lo que he aprendido al interactuar con estos sistemas, puedo lanzar paquetes intrusivos y robar toda su información sin ser detectado. Todo lo que haya a bordo de esa nave será nuestro.

    Los humanos de Tralio sentían que habían ganado la lotería mil veces con lo dicho por aquel robot. Ante la vista de todo el mundo, estos empezaron a saltar como locos, a abrazarse y a gritar eufóricos al pensar en todas las ventajas extra que les supondría tener toda esa información al alcance y qué podría contribuir a pulir un poco más su plan, de modo de asegurarse una mayor probabilidad de éxito.

    Noak sabía que esa tercera llegada sería la vencida. No logró encontrar ni a Hana ni a Gina en Yarlem y tampoco en el planeta sin nombre. El viaje a Tralio era la última esperanza, y él tenía una confirmación casi segura de que su esperanza sobreviviría.

    Allecreod, viendo como la felicidad era compartida entre todos los humanos, decidió realizar una pregunta a su creación. No con el fin de cortar el momento, sino para que nadie olvidara algo crucial que el robot había mencionado.

    — Xorxaik, ¿qué es exactamente lo que nos traería problemas? — Allecreod se sentía algo apenado al preguntar eso — Los beneficios de que una nave esté en la órbita de Tralio son evidentes. ¿Cuál es el lado malo de todo esto?

    — Precisamente eso, Allecreod — el robot le respondió directamente, ganándose la atención de toda la tripulación — Si su nave está en órbita, no habrá manera de llegar sin que seamos detectados. Si disponen de las mismas cámaras telescópicas equipadas en esta misma nave, no importa desde donde nos aproximemos, seremos detectados.

    — ¿No hay forma de intervenir sus sistemas? — Faron quería ver si tenía algo más para darles.

    — No desde tan lejos — el robot fue un poco pesimista en su respuesta — Detuve el movimiento de la nave tan pronto como apareció dicho objetivo ante mis cámaras. Por lo que estoy extrayendo de su sistema de archivos, puedo afirmar que no nos han descubierto. Asumo que es porque sus cámaras no están apuntando a esta dirección ahora mismo.

    — Extrae lo más que puedas de su sistema y luego céntrate en proteger el de este lugar — Ace se veía un poco superado al respecto — Piensen que ellos están en Edagr ahora mismo, lo que significa que tienen como mínimo una nave a la que pedir ayuda si la que se encuentra en Tralio cae. Si de alguna manera, ellos vuelven este crucero imposible de utilizar, nos quedaremos varados e incomunicados en Tralio por tiempo indefinido. Quisiera que algo así no ocurriera.

    Nadie se había puesto a pensar en lo dicho por el comandante de ER hasta que no compartió su visión al respecto. Por más sombría que esta fuese, no podían negar que era una posibilidad real. Si la Sociedad Galáctica realizaba una maniobra peligrosa con el fin de destruir las dos naves en juego, ellos perderían al no tener cómo regresar a casa. La alegría que Xorxaik les había dado se esfumó casi por completo tras haber aprendido esa nueva información, pese a que era algo que podrían esperarse.

    El tiempo no hacía más que extenderse, y algunos de los tripulantes estaban empezando a creer que la llegada de la nave a Tralio nunca se terminaría dando. Después de un viaje extenso, esta se encontraba detenida a cuarenta minutos de llegar, posponiendo todavía más el momento en el que descenderían para rescatar a todos los seres humanos que pudieran y así llevárselos a casa. Todas las miradas puestas en Xorxaik en aquel momento estaban impacientes, algunas más que otras.

    Al cabo de quince minutos más, fue por fin que el robot consiguió resumir todo lo que tenía para dárselos y ponerlos al corriente.

    — Ya he conseguido toda la información útil que he podido — el robot empezó a enviar datos a las armaduras de los soldados — En primer lugar, puedo confirmar que todos los humanos secuestrados de Edagr están en Tralio. El cien por ciento en tierra firme, y no hay nadie humano a bordo de aquella nave.

    — ¡Qué gran alivio escuchar eso por fin! — Noak agitó los puños en señal de felicidad.

    — También tengo para notificar que todos los seres humanos se encuentran en el mismo sitio — el robot confirmó algo inesperado para todos ellos.

    — ¿Todos están reunidos en un mismo lugar? ¿Así de fácil sería llegar, subirlos a la nave y largarnos? — uno de los soldados de Tralio se ilusionó de tan solo pensarlo.

    — Están agrupados en una instalación que, según los archivos, funciona como laboratorio.

    — Los habrán puesto a trabajar a todos allí para la construcción de las armas nucleares — Abel habló por primera vez desde que ingresó a la sala — Tal y como hicieron con nosotros.

    — Ninguno de los archivos menciona ese detalle, podríamos darlo por hecho — el robot respondió a lo dicho por él — Pero para responder a tu pregunta, no será tan sencillo como aterrizar y meter a los humanos a bordo de la nave y marcharse. No hay un sitio despejado lo suficientemente amplio para poder aterrizar esta nave por completo en las cercanías de aquel laboratorio. He calculado cuál sería el mejor punto de descenso para la nave, uno que nos deje cerca y no tan expuesto para llevar a cabo el rescate. Pero deberemos dejar esta nave bastante lejos, y escoltar a los humanos a bordo para el rescate.

    — Eso solo significa que habrá un cambio de planes — el comandante Lakor fue tajante al respecto — Si tenemos que avanzar una larga distancia para salvar a los humanos, alguien deberá quedarse a bordo para evitar que se apoderen de la nave y nos dejen acorralados aquí. Y el mejor para esa tarea eres tú, Xorxaik.

    — Si tiene que quedarse aquí, no lo podremos usar en el campo de batalla — Faron apuntaba a algo obvio, pero no por eso menos problemático — Tendremos que usar los escudos para cubrir a la gente.

    — Les estoy enviando a las armaduras de cada uno las rutas más seguras para que puedan escoltar a los humanos a salvo hasta la nave — fue lo dicho por el robot, cosa que sonaba bien para la humanidad — De esa manera, tendrán de donde elegir cuando llegue el momento de actuar.

    — Xorxaik, no tienes idea de lo mucho que nos ayuda esto que estás haciendo — Ace le agradeció de todo corazón al robot — Si no estuvieras aquí, esta misión sería mil veces más difícil. Has resuelto muchos problemas por nosotros. Lo único que tenemos que hacer es pelear con uñas y dientes. Pero si triunfamos, tú serías el artífice intelectual de nuestro éxito.

    — Solo estoy cumpliendo con mi propósito — el robot comprendía el sentimiento del humano, pero no podía compartirlo — He sido creado para ayudar en todo lo que pueda. Si esta es la ayuda que necesitan, esta es la ayuda que estoy obligado a brindar.

    No había nadie en el interior de esa sala que no pudiera evitar sentirse conmovido por la forma de actuar de aquel robot. Tal y como el comandante lo expresaba, el robot funcionaba como una especie de comodín, puesto a que permitía localizar a los desaparecidos al mismo tiempo que robaba y procesaba información útil y necesaria para su cometido. Allecreod, junto con Xorxaik, el único no humano en aquella sala, no podía estar más orgulloso de sí mismo. Una creación a la que había dedicado varios ciclos de su vida estaba dando sus frutos. No era la forma en que se lo imaginaba, pero era reconfortante para su ser el ver que su creación estaba formando parte importante de un rescate. Desde que los garak y los ryfier, su propia gente, lo dejaron abandonado en el planeta Edagr, este creyó que terminaría pudriéndose en el interior de una celda. Lo habían liberado ante la ausencia de Abel Hartka, y todo con el propósito de ayudar a la humanidad. Aunque la reconstrucción de Xorxaik fue obra de Nick y de Lankir, algo que él sabía, no perdía su crédito por el ser el creador verdadero de dicha máquina.

    Tan pronto como la información que el robot transmitió a los seres humanos fue recibida por las armaduras, todos los presentes activaron el sistema de estas y empezaron a ver como una especie de mapa basado en un GPS se formaba en una pantalla instalada en el brazo izquierdo de cada uno, de modo que fuera fácil de consultar y de seguir en todo momento. Solo les quedaba empezar a estudiarla y ver si les era posible memorizar las mejores rutas de modo que no tuvieran que detenerse a consultar el mapa si se encontraban bajo ataque. Con cuarenta minutos restantes para su llegada al planeta Tralio, Xorxaik puso la nave en funcionamiento una vez más. Menos de una hora en tiempo humano era lo que separaba a todos estos del comienzo de una misión que sería realizada con el propósito de llevar a sus seres queridos a una vida mejor.

    […]

    — ¡Adelante! — el grito de Hufan resonó en toda una sala.

    Las puertas principales de acceso se abrieron, y así tanto el rey como la reina de los traliod pudieron ver como Miraq se iba acercando lentamente hacia ellos dos. Acompañado por varios yarlemianos y velivinos que lo escoltaban, todos con las armaduras puestas y las armas en mano listas para ser accionadas, el yarlemiano líder de la Sociedad Galáctica veía como varios traliod que se encontraban protegiendo a sus monarcas iban cerrando cada vez más un pasillo pequeño para que fueran en línea recta directo a encontrarse con los líderes.

    Después del breve pero tenso intercambio de palabras entre Hufan e Yma con el ser que pactó una alianza con ellos, no hubo más interacción entre las figuras de autoridad tanto del planeta como de los ajenos a este. Miraq solicitó una audiencia con los líderes supremos de los traliod ante una situación que él consideraba de emergencia y que ameritaba una intervención inmediata.

    No se detuvo hasta que quedó cara a cara con ambos líderes, sentados cada uno en un trono artesanal hecho de madera y pintado de gris. A la medida de sus dos líderes, ambos entraban de manera justa en esos asientos, y cualquier otro ser más grande lo sentiría apretado, mientras que otro ser de menor tamaño lo encontraría colosal. Miraq se vio impresionado con ello, puesto a que no sabía que tenían asientos personalizados para cada uno.

    — Solicitaste una audiencia, aquí la tienes — Yma no se sentía muy entusiasmada con lo que el yarlemiano diría — Puedes empezar a hablar.

    — Mis reyes, esto que voy a decir es algo urgente — Miraq confiaba en que entendieran esa palabra — Hay una amenaza en camino, y cerca de aquí. Más cerca de lo que ustedes creen.

    — ¿Amenaza? ¿Qué clase de amenaza? — Hufan no era un fanático de los enigmas.

    — Los humanos de Edagr han venido por los suyos — Miraq fue directo en esa ocasión — Esperábamos que nuestra invasión a su mundo funcionase como un seguro para que se mantuvieran alejado de este planeta. Todo parece indicar que no es así. En menos de media hora estarán aquí, y conociendo su naturaleza, esperamos una batalla feroz.

    — ¡¿Y por qué no nos lo dijiste antes?! — Hufan se veía tentado a agredirlo, pero eligió contenerse al ver a sus escoltas armados — ¡Hay que empezar a preparar las defensas!

    — No recibió ninguna advertencia porque nos acabamos de enterar — Miraq tenía algo qué decir que no podía dejar pasar — Los humanos son suyos. Usted encárguese de situarlos en donde le plazca, y yo haré que los míos se encarguen de la primera línea de defensa.

    — ¡El lugar más seguro de nuestro planeta es este castillo! — Yma pensó con rapidez ante el conflicto — ¡Les costará una eternidad entrar aquí, sin importar cuantos sean! ¡Aquí es donde estarán más seguros!

    — Como forma de compensar este descuido nuestro, me comprometo a traer a los humanos al castillo yo mismo — Miraq realizó una reverencia forzada ante ellos — Cooperaré con sus guardias para que el movimiento sea rápido y nadie trate de escapar.

    — Me gusta ver lo comprometido que estás con reclutarnos para tu Sociedad Galáctica, Miraq — Hufan sonreía genuinamente al escucharlo — Pese a tus errores.

    — Errores los puede cometer cualquiera, mis majestades — Miraq se empezó a distanciar — ¡En marcha, que empiece la evacuación, no permitiremos que los humanos escapen de nuestras manos! ¡Y recuerden eso que les he dicho antes de que descendiéramos a este planeta!

    Ese mensaje viajó a través de su radio y llegó a todos los militares de la Sociedad Galáctica, quienes tenían en mente algo crucial que su propio líder presente en aquel mundo les había dicho tan pronto como le confirmaron acerca del peligro que se aproximaba a ellos.

    […]

    ¡Nuestro crucero! — Miraq dio un pisotón al piso sabiendo lo que eso significaba — ¡Esos malnacidos no se marcharon a su planeta, vinieron directamente aquí a buscar a los que faltaban!

    ¡Deben haber robado información secreta de nuestros archivos! — un velivino se mostraba bastante agitado al respecto — ¡Eso explica cómo llegaron tan rápido!

    ¡O tal vez llegaron rápido porque los humanos de Tralio les dieron las coordenadas! — Miraq no podía pensar en otra alternativa en ese momento — ¡Escuchen con atención, vamos a descender al planeta Tralio ahora mismo! ¡Hablaré con Hufan e Yma para que ellos decidan qué hacer con los humanos, puesto a que son suyos ahora mismo! ¡Quiero que la mayoría de ustedes siga de cerca la nave, y tan pronto como esos bastardos elijan descender, vayan a pelear!

    ¿Los capturamos con vida para que se integren al trabajo en el laboratorio? — la pregunta fue de un yarlemiano.

    No, no quiero correr ningún riesgo — Miraq fue severo al decir eso — No podemos dejar que ninguno de los traliod identifique o reconozca a uno de los humanos que hemos secuestrado de este planeta. Si eso sucede, toda nuestra mentira se caerá a pedazos.

    ¡Pero tenemos identificados a los que Cerv se llevó de aquí!

    ¡Usan armaduras de batalla que les tapan los rostros! ¡No quiero que nadie esté en el campo de batalla teniendo que distinguir a quién debe matar y a quien debe dejar vivir! ¡Confiemos en que Fielle podrá traernos a más humanos pronto! ¡Ahora lo importante es que, si no somos cuidadosos, podríamos perder a los humanos que hemos capturado, o incluso terminar poniendo fin al trato que hicimos con los traliod! ¡Ninguna de esas dos cosas puede pasar! ¡Hay que luchar con todo lo que podamos, o nunca estaremos listos para hacerle frente a Casseirem!

    Las palabras dichas por su líder calaron hondo en todos ellos. Miraq dio el aviso a los soldados situados en tierra firme para que fueran pidiendo una audiencia con Hufan e Yma, en lo que él tardaba en descender junto a varios escoltas para comunicar en persona el mensaje, como cara visible de la Sociedad Galáctica ante los seres que habían recibido una invitación para formar parte de esta una vez su objetivo a cumplir para unirse hubiera finalizado.

    Al mismo tiempo que el yarlemiano tomaba su arma y se dirigía a la cápsula de descenso, todos los soldados yarlemianos y velivinos que quedaron a bordo en la nave tenían los ojos puestos en las imágenes que les mostraba el sistema de las cámaras exteriores. Allí mismo, por medio de una pantalla, podían ver inequívocamente como el crucero científico perteneciente a Tauvim y robado de sus manos en Yarlem se estaba acercando a una velocidad impresionante. No demoraría más de media hora en llegar, y cuando estuviera en el interior del planeta, era estrictamente necesario que estuvieran listos para responder. Las advertencias de Miraq les dejaron bien en claro que no había margen de error. No solo bastaba con eliminar a cualquier humano que estuviera dispuesto a atacarlos, debían de asegurarse que ninguno de los traliod fuera capaz de reconocer a alguno de los humanos secuestrados previamente por Cerv en su misión que había tenido lugar hacía tan solo unas dos semanas atrás.

    […]

    En el interior del laboratorio montado por la Sociedad Galáctica en la provincia capital del planeta Tralio, todos los humanos cautivos se encontraban realizando los trabajos correspondientes a la tercera jornada desde que se formó el pacto entre los traliod y los integrantes de la sociedad que buscaba alcanzar la elaboración de armas nucleares para poder pelear una batalla contra un ser al que desconocían, y a quien no habían visto fuera de imágenes.

    Tras la noticia dada por Gina de que los humanos secuestrados previamente ya habían sido salvados, parte de la población estaba impaciente por su turno. Nada les hacía más ilusión que la esperanza de ser rescatados y escapar de la pesadilla en la que fueron sumergidos por culpa de sus captores. Aunque entre ellos había varios que tenían dudas acerca de dicho rescate. Varios pensaban en lo difícil que les resultaría toparse, incluso por accidente, con el planeta Tralio. Mientras que otros, entre los que se encontraba Dmitri, no podían concebir la idea de ser salvados por militares que tuvieran como líderes a personas que él consideró nefastas en su momento.

    Concentrados del todo en el trabajo, todo con el fin de guardar las apariencias, todos se sobresaltaron cuando la puerta de aquel colosal edificio situado por la Sociedad Galáctica se abrió de golpe, y peor fue el susto cuando vieron a numerosos soldados traliod, yarlemianos y velivinos irrumpir en su interior. Sin tener idea de lo que pasaba, algunos creyeron haber cometido un error grave, siendo conscientes en todo momento de que eran observados. El verlos portar rifles no contribuía en nada a que las cosas fueran mejores, pero la situación se les aclararía muy pronto.

    — ¡Se suspende la jornada de trabajo de hoy! — gritó un velivino, alzando la voz, y siendo ayudado incluso por un sistema de parlantes internos — ¡Serán llevados al interior del castillo traliod! ¡Muévanse, ahora!

    Los murmullos empezaron a salir de la boca de todos los allí presentes tan pronto como se dio esa noticia sin ninguna clase de información previa. Nadie entre los humanos podía pensar en otra cosa, pero uno tomó la decisión de sacarse la duda.

    — ¿Por qué no trabajaremos el día de hoy? — Vitali Lakor miró a la cara a uno de los guardias traliod.

    — Se avecina una gran tormenta — fue la respuesta ensayada de aquel guerrero.

    — Apagaremos los equipos y guardaremos los avances hasta el momento — un yarlemiano se sumó a la conversación — Ustedes irán a refugiarse al castillo. Esta tormenta podría ser peligrosa para ustedes. No estarán a salvo en sus hogares.

    Ni siquiera el más pesimista entre los humanos era capaz de creer en una excusa como esa. Todos, incluidos los más jóvenes, estaban convencidos de una sola cosa.

    — Llegó el día — Gina tomó las manos de su hija, y las apretó con fuerza mientras pensaba con ilusión en su futuro — Han venido por nosotros.

    — Al fin le daré a mi familia la libertad que merecían — Vitali miró a los ojos a Valiana al mismo tiempo que le sonreía, y cuando vio que ella le devolvió el gesto, supo que por su mente pasaba lo mismo.

    — Winter, solo tienes que esperarnos un poco más — la chica tenía miedo, pero su esperanza era mayor — Pronto nos volveremos a ver. Espero que tú y Artem me estén esperando.

    — Lamento ser la única que está con vida entre nosotros — Airin no podía dejar de pensar en su familia, estando todos fallecidos a ese momento — Pero me voy a asegurar de vivir el resto de mi vida en libertad y llevándolos por siempre en mi memoria. Honrándolos en cada segundo que me quede.

    — Nuestros compañeros nos estarán esperando — Rosary, quien iba acompañada de sus padres, sintió una gran emoción, y los tomó a los dos de la mano.

    Los pensamientos de la gente mientras salían apuntaban a la esperanza y la felicidad. A medida que abandonaban la estructura y ponían la vista en el cielo, notaron que nada había cambiado. Nubes negras lo cubrían por completo, algo ya recurrente en un mundo así. Tras pasar un largo tiempo habitando en ese lado del mundo, al menos del lado de los humanos que escaparon de Rusia, ellos sabían reconocer las señales del cielo, y anticiparon que ninguna tormenta se les echaría encima por lo pronto. Todo les confirmaba que los guardias que interrumpieron su trabajo únicamente los estaban engañando.

    — No mentían ni estaban del todo equivocados, realmente se acerca una tormenta — Dmitri miró el cielo, y comprendió esas palabras — Preferiría una tormenta de la naturaleza. Al menos la naturaleza no tiene consciencia y no hace las cosas por maldad o por interés. No puedo decir lo mismo de los bastardos de Zenith y Black Meteor.

    Lo siguiente que hizo el ex mandatario de la nación rusa fue buscar con la mirada a Vitali y a Valiana Lakor. Le costó demasiado divisarlos y distinguirlos entre la multitud de gente que no dejaba de caminar en dirección al castillo traliod para refugiarse. Pero tras un par de minutos de búsqueda, consiguió identificarlos a ambos. Los dos caminaban unos cuantos pasos adelantándose a él, y de vez en cuando, realizaban movimientos con la cabeza para buscar gente con la mirada. En una de sus observaciones, Koslov pudo reconocer que ambos tenían una sonrisa en su rostro, y eso lo hizo enfurecer mucho más. Presionó con furia su puño derecho, y apretó los dientes para manifestar de forma no tan perceptible su enfado en contra de ellos.

    — Winter está ya en Edagr, y este maldito hijo de puta de Ace seguro tiene a su familia allí también — Dmitri no podía concebir una idea como esa — Matarlos a ustedes es solo el comienzo. Hay que limpiar al universo de la plaga que representan.

    — Señor — una voz masculina le habló desde atrás suyo — ¿Se encuentra bien? Parece algo tenso.

    Al voltearse, Dmitri pudo ver a un hombre que caminaba junto a una mujer que aparentemente era su pareja. Temía haberse expuesto demasiado al revelar su furia en contra de todos aquellos miembros de una familia a la que despreciaba en gran medida. Para guardar las apariencias, tuvo que responderle.

    — No… — se dio cuenta de su error — Sí… sí, me encuentro bien — sabía que era alguien o de Zenith o de Black Meteor, puesto a que no lo podía reconocer — Solo un poco nervioso. Gracias por preocuparse por mí, señor.

    — Nick Mardh — el ingeniero oriundo de Black Meteor se presentó — ¿Cómo se llama usted? Me tiene preocupado.

    — Dmitri Koslov — no vio peligro alguno en decirle la verdad — Y descuide, solo tengo un poco de miedo por lo que puede acontecer ahora.

    — Guarde la calma, señor Koslov — la mujer que iba junto a Nick le mostró una sonrisa, creyendo que podría contagiarle el buen ánimo — Conocemos bien a las personas que vienen por nosotros. No somos amigos íntimos, pero puede confiar en que nos rescatarán.

    — Si usted lo dice, lamento no poder mostrar su optimismo, señora — Dmitri se apartó y se mezcló entre otras personas, sin haber puesto un final formal a la charla — Que divertido que ustedes hablen así. No necesitaríamos que nos rescataran si nunca hubieran metido sus narices en donde no debían. Fueron a buscar problemas y encontraron a los edagrianos. Apuesto a que estos malnacidos serían capaces de ir a buscar a Casseirem si tuvieran la oportunidad.

    […]

    A medida que los humanos ingresaban al interior del castillo, siendo la primera vez en su interior para muchos de ellos, todo lo que sucedía alrededor no hacía más que confirmar sus pensamientos de que no había ninguna tormenta en camino. Animales de montura y soldados de las tres especies armados con rifles se movían de un sitio a otro. Varios traliod transportaban los cañones de guerra en plataformas en busca de levantarlos lo más que pudieran para dejarlos en las zonas elevadas del castillo.

    No solo toda la humanidad estaba siendo ingresada allí dentro, sino que al menos tres centenares de guerreros estaban esperando el momento oportuno para acomodarse en el exterior del castillo para defender posiciones. La única interrogante que se hacían los humanos tanto de Edagr como de Tralio era una sola.

    — ¿Cuándo llegarán? — Hana le susurró a su madre, sabiendo que no era un tema para hablar en voz alta — No vi nada en el cielo por culpa de las nubes.

    — Lo importante es que no faltará demasiado para eso — Gina le dio un abrazo de consuelo mientras las dos seguían caminando — Papá vendrá con ellos.

    — ¿Él nos salvará? — la chica estaba muy ilusionada por volver a verlo.

    — Nos salvará, y regresaremos a casa con Cade — Gina acarició los cabellos de su hija — Seremos una familia de nuevo, y no solo eso. Podrás volver a jugar con tu amigo Azel.

    La reacción de la chica de tan solo doce años a la afirmación de su madre no fue otra más que un sonrojo y una sonrisa. Le hacía muy feliz el saber todo eso. Pese a que no estuvo en peligro de muerte en ningún momento, desde que ella y su madre fueron interceptadas y apartadas del mundo en que vivían, la chica no pudo sentirse tranquila por completo, ni siquiera al enterarse de que Sky sería la clave para que fueran rescatadas. Pero fue en ese momento en el que percibió a su madre tan segura de sí misma que finalmente su mente se tranquilizó. Gina, por su parte, estaba feliz de que no tuvo que transcurrir demasiado tiempo para que el rescate tan ansiado llegase.

    — Debí haberme quedado junto a Sky y Alicia — no podía dejar de pensar en su error — El disgusto que podría haberle ahorrado tanto a Noak como a Hana si tan solo lo hubiera hecho… — tras decir esas palabras, observó a su hija de pies a cabeza — Lo importante es que ahora estaremos a salvo definitivamente.

    No eran solamente ellas dos quienes se veían invadidas por los pensamientos concernientes al futuro que les aguardaba. Vitali miró a Valiana tan pronto como ella cruzó las puertas del castillo, y no pudo evitar sentirse devastado cuando vio como la sonrisa de su rostro fue reemplazada por una expresión de horror. El ingeniero convertido en soldado la vio, y supo que ella no había olvidado ni olvidaría jamás la horrible experiencia que vivió en los días que estuvo encerrada en un calabozo dentro del mismo castillo. En el momento en el que vio como sus manos le empezaban a temblar, supo que tenía que intervenir discretamente.

    — Tranquila, hija — Vitali se acercó a ella para hablarle al oído — Esta será la última vez que ves este horrible lugar.

    — Creí que lo había superado, pero a mi mente están llegando todas esas imágenes — la chica empezaba a ponerse pálida — Mamá siendo asesinada. Esos malnacidos trayéndome aquí y dejándome en ese oscuro calabozo.

    — No te volverán a dejar ahí — el ingeniero no lo necesitaba prometer, y quería que su hija lo pensara con lógica — Te encerraron para manipularme a su antojo porque me querían a mí como representante. Ya no me necesitan para eso. No serás encerrada en ese sitio otra vez.

    — El solo hecho de entrar a este castillo me da una mala sensación — de forma repentina, la chica abrazó fuertemente a su papá — Vamos a morir.

    — Hija…

    — ¡Nos van a matar! — Valiana perdió el control y empezó a gritar, llamando la atención de todos los humanos — ¡Van a asesinarnos a todos! ¡Nunca saldremos de aquí!

    — ¡Cállenla! — el grito de una mujer resonó desde atrás.

    — ¡Tápale la boca, o nos meterá en problemas! — un hombre que estaba justo atrás de Vitali le gritó, más para que entendiera que era una orden que para ser escuchado.

    — Hija, tienes que calmarte, o todo se complicará bastante — Vitali la miró con una expresión muy seria, sujetándole el rostro en todo momento — Estaremos bien — ese susurro fue para que no se agitara más — Tu hermano ya se salvó. Nos toca a nosotros. Solo mantén la calma. La semana próxima, todo esto será un mal recuerdo. Créeme.

    — Papá… — la chica todavía no encontraba la calma que necesitaba — No… Nosotros no podremos escapar de aquí. Nunca volveremos a ver a Winter.

    — Sí lo haremos, mi niña — Vitali la abrazó con fuerza y la acercó a él para contenerla — Verás a tu hermano muy pronto. Te lo garantizo. Serás feliz en Edagr junto con él, con Artem, y si todo va bien, conmigo. Los traliod nunca más te pondrán la mano encima.

    Airin y Rosary, ambas situadas en sitios diferentes en aquel momento, no podían evitar sentir lástima por Valiana tras haber visto esa reacción tan aterrada al entrar en aquel sitio. Airin la entendía muy bien, puesto a que ella también había perdido a su madre la misma noche. Pero a diferencia de lo ocurrido con Valiana, a ella no la habían encerrado ni alejado de su única familia con vida.

    — Lo que te hicieron es imperdonable, Valiana — Airin pensaba con gran tristeza — Lo que nos hicieron a todos…

    Las imágenes de su padre siendo arrojado al mar con las piernas rotas, de su madre siendo brutalmente asesinada tras el intento de escape fallido, y del cuerpo de su hermano que había perecido en la prueba para ser el nuevo representante se instalaron en la mente de la chica, y no había indicios de que se fueran a apartar pronto.

    — Los traliod merecen un castigo por el infierno en el que nos metieron — Airin recordaba las veces que su madre y su hermano hablaban sobre la venganza — Dmitri nos ha hecho creer que los humanos de Zenith y Black Meteor eran monstruos, demonios y cosas mucho peores. Sé que no lo son, pero no me molestaría que se comportaran así con ellos. Que hicieran pagar a Hufan e Yma por todo lo que hicieron.

    Dmitri Koslov, quien se encontraba ya alejado de la compañía de Nick, uno de los primeros humanos de Edagr en hablarle con confianza, para poder rodearse de todos los suyos, no pudo evitar presenciar el griterío que salió de la boca de Valiana, y ante eso, emitió un juicio muy rápido sobre la chica.

    — ¿Acaso nos querías meter en problemas, maldita zorra? — Dmitri miraba con desprecio a la mujer — Todavía no ha venido llegado nadie a rescatarnos y ya tenemos a alguien del clan Lakor intentando jodernos la vida. ¿Tanto mal ha traído la humanidad que hemos sido maldecidos con ustedes?

    […]

    — ¡Preparados para entrar en territorio enemigo! — Ace gritó a todos, mientras la compuerta de salida al exterior empezaba a abrirse lentamente.

    El crucero que habían robado a la Sociedad Galáctica penetró con éxito en la atmósfera del planeta rocoso que fue hogar de miles de humanos que tuvieron la suerte de escapar de la trágica Caída de la Tierra. Xorxaik se encargó de poner la máxima velocidad posible, y a pesar de todo, las cámaras del exterior de la nave captaron al enorme navío que orbitaba alrededor del planeta al momento de descender.

    Pasándolo rápido, y luego de eso aminorando la marcha para un descenso seguro, la puerta de salida pronto se abriría, y eso permitiría el descenso de los humanos al planeta para librar una batalla en busca de liberar a los prisioneros que se encontrasen allí. La nave tocó tierra de forma definitiva, y la compuerta estaba totalmente abierta. La nueva orden del comandante llegó a todos ellos.

    — ¡Ahora, salgan con los escudos en alto y empiecen a avanzar! — el comandante Lakor vociferó para todos los soldados.

    Hombres y mujeres que portaban los escudos salieron en primer lugar. Esperaban ser recibidos a los tiros por los enemigos, pero cuando encontraron un paisaje vacío teniendo únicamente una muralla a su alrededor, ese pensamiento cambió. Pese a eso, no abandonaron el plan dado por el comandante Lakor. Tal y como se tenía decidido, formaron un semicírculo alrededor de la compuerta, de modo que aquellos que no tenían escudos pudieran salir a salvo en caso de que se produjera un ataque sorpresa en aquel momento.

    En menos de tres minutos, todos los soldados disponibles ya estaban en el planeta, listos para tomar acción en contra de los traliod y de la Sociedad Galáctica con un único fin.

    — Gina, Hana, ya estoy aquí — Noak tomó un respiro profundo, para acto seguido mirar a su comandante, sabiendo que una orden saldría de su boca muy pronto.

    — ¡Xorxaik, intenta estar atento a la nave enemiga que está en órbita! — Ace comunicó una orden para su robot — ¡Me da mala espina que no nos hayan seguido! ¡Es imposible que no nos hayan detectado!

    — Comandante, nos estaban esperando — Xorxaik dio una advertencia a su líder — El navío viene hacia nuestra posición. Analizando las coordenadas que he extraído de allí, no parecen venir en curso de colisión hacia nuestra nave. Es más que seguro que los van a interceptar. Un minuto hasta que lleguen hasta aquí.

    — ¡Armas y escudos en alto! — Ace Lakor quería a sus soldados listos para el combate — ¡Veníamos con la idea de que no nos iban a dar respiro! ¡Esta reacción ya la esperábamos, ahora toca a nosotros responder! ¡Sin piedad en contra de los malparidos que nos alejaron de nuestros seres amados! ¡Hoy obtendremos una victoria, salvaremos a nuestra gente y marcaremos el inicio de una época donde la humanidad vuelve a ser una sola!

    Solamente Abel, Allecreod y Noak no gritaron un “sí” unísono al aire con las palabras dichas por el comandante Lakor. El resto de los militares de ER, de DCT y del país ruso se vieron contagiados por las palabras dichas por quien dirigiría la misión. Para aquellos que habían vivido más de una década en Tralio, todo lo que estaban viviendo era una experiencia nueva e impensada.

    — Nunca creí que estaría feliz de seguir las órdenes de un humano que estuvo en Zenith y en Black Meteor — uno de los militares pensaba para sus adentros — Este día quedará por siempre en la historia. Todo lo que nuestro pueblo creía está a punto de cambiar para bien.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola, amigo. Siento la demora, pero ya estoy por aquí tras haber leído el último capítulo publicado. Sin muertes... se me ha hecho raro, viendo que veníamos de perder a Cade y Cerv en el comienzo del clímax. Aunque la ausencia de pérdidas en este capítulo se agradece, solo me hace presagiar que se pueden venir varias en un próximo :anicry:. En fin, no quiero explayarme mucho en detalles, ya que al final del día, ha sido un capítulo relativamente tranquilo dentro de la tensión del clímax. Paso a comentar lo más destacado para mi.

    El inicio nos muestra como el grupo, comandante por Ace, trata de idear un plan para aterrizar en Trailo y rescatar a la humanidad esclavizada ahí. Xorxaik, que se gana su sueldo a base de bien, se convierte en un faro de esperanza para todos los presentes, pues sus magnificas habilidades sirven para facilitar algo que, de no tenerlo a él, sería tremendamente jodido. El robot logra explotar cada oportunidad en cada detalle del plan que, casi sin darse cuenta, él mismo termina elaborando. Gracias a las cámaras, a su hackeo y demás, saben que muchos humanos están allí y todos juntos en un mismo lugar, incluidas Gina y Hana. Noak se convierte ahora en el tipo más optimista del universo y no es para menos. :nice:

    Después pasamos a ver a como Miraq solicita una audiencia con sus majestades trailod. Hufan e Yma descubren de boca del yarlemiano que vienen humanos al planeta y no precisamente como esclavos, sino como soldados. Evidentemente esto es un problema y los reyes trailod casi deben pensar que los de la SG son tremendos inútiles (cosa que es cierta :yagami:) mientras deciden que lo mejor es mantener a los humanos que ya tienen replegados en el castillo, el lugar más seguro. Mientras se disponen a hacer eso, los soldados de la SG aguardan lo que se prevé que será un trepidante combate.

    Acto seguido vemos como la jornada laboral de los esclavos es finalizada por los esclavistas, pues estos aparecen para decir que deben refugiarse en el castillo con motivo de una "gran tormenta". XD nadie se cree eso y es obvio, porque la gran mayoría saben internamente que se viene el epic rescate que se merecen :dancecat:. A excepción de Dmitri, que empieza a parecerse a un viejo senil que ha vuelto de la guerra de Vietnam y se piensa en su regreso que todo su vecindario son espías vietnamitas. El trauma le persigue al ex presidente ruso, que parece que tiene tremendas ganas de matar a los Lakor (en realidad les tiene envidia porque seguro que él es calvo y feo :blue:).

    Sea como sea, una vez llegan al castillo, Valiana enloquece (y no es para menos, lo que vivió ahí fue horrible) pero consigue ser calmada por su padre. Menos mal, porque pensaba que iba a volverse muy loca y la iban a terminar haciendo algo. No me hubiese sorprendido su muerte en ese momento porque vas a muerte por capítulo, pero bueno, por suerte en este no la ha habido :angrycat:. Finalmente, Ace y sus soldados descienden al planeta, dispuestos para la batalla.

    Y que bueno el discurso breve del comandante Lakor para arengar a su gente. A excepción de Allecreod (que entiendo que no hable), Abel y Noak son idiotas. Todo lo que no sea desear la unión de la humanidad es de idiotas y ellos tienen el premio. Ojalá lo compartan quedándose perdidos en Trailo :ewww:.

    Bueno, amigo, buen capítulo para seguir con este interesante clímax. Miedo me da lo que me tengas preparado para el siguiente, pero ahí estaremos. Hasta pronto.
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Saludos. Aprovecho el día no laboral en Argentina para poder publicar el capítulo 34 de la historia.

    El clímax puede que haya tenido un leve "descanso" de muertes con el capítulo anterior, pero ahora todo lo que resta no será así. Siendo un capítulo largo, no me explayaré demasiado en la introducción.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por su presencia y comentarios en la historia. Si todo sale bien, este finde tendremos juntada por Discord (anulo mufa) para leer en simultáneo.

    También aviso que la guía de personajes está actualizada :eyebrow:


    PD: este parece que será mi mensaje número 5000 desde que entré al foro allá hace casi 13 años. Vuela el tiempo, eh :)









    Tiempo de vida útil:

    El sonido de las balas impactando contra el metal de las armaduras y los escudos era todo lo que se podía escuchar en las cercanías. Tan pronto como el gran navío de la Sociedad Galáctica se acercó al sitio de aterrizaje elegido por Xorxaik, varias cápsulas descendieron a la distancia para evitar un fusilamiento inmediato. Desde todas ellas, una enorme cantidad de guerreros de la Sociedad Galáctica salieron para partir al combate, entablando una feroz batalla en contra de los seres humanos. Ambos buscaban la muerte de los enemigos.

    — ¡Nos atacan con una hostilidad mayor a la que mostraron antes! — Ace Lakor advertía a todos sus soldados — ¡No buscan capturarnos con vida, estén atentos en todo momento!

    Sirviéndose de los escudos como única cobertura en esa llanura, los soldados de Zenith y Black Meteor intercabalan los disparos con armas de fuego y los fragmentos de energía que disparaban desde sus manos, habilidad que los rusos veían desplegada por primera vez en persona. Estos últimos solamente podían servirse de las armas de fuego robadas a los escuadrones de Tauvim y Siban en el planeta Yarlem para el ataque, y tendrían que registrar en los cuerpos de aquellos a quienes matasen para obtener nuevos cargadores.

    La batalla fue muy pareja entre ambos bandos, pero los humanos disponían de una ventaja que no tardó en manifestarse. Tanto las balas de calor como aquellos disparos provenientes de sus propios cuerpos, estaban produciendo un desgaste mucho mayor en los escudos enemigos. Sin saber el daño al que se estaban exponiendo, los militares de la Sociedad Galáctica se vieron superados por primera vez en el momento en que toda la primera línea de defensa fue sorprendida cuando un centenar de balas perforaron sus escudos y empezaron a impactar contra sus armaduras de forma directa.

    — ¡¿Cómo es que sus escudos no fueron dañados tanto como los nuestros?! — gritó con furia un yarlemiano, quien pronto moriría acribillado cuando una gran ráfaga de balas le impactó contra el casco de su armadura, atravesando no solo el metal sino también su cráneo y llegando a su cerebro.

    — ¡Rearmen la formación defensiva! — ordenó uno de los velivinos expuestos.

    — ¡Ha funcionado, sufrieron numerosas bajas! — Allecreod gritaba a Ace mientras disparaba utilizando su lanza.

    — ¡Embístanlos! — Ace ordenó tras calcular el número de enemigos restantes — ¡Tenemos la superioridad numérica ahora mismo, podemos con ellos en un combate de uno contra uno! ¡Guarden la munición para seguir avanzando!

    En una reacción rápida a las órdenes del comandante Lakor, todos aquellos que estuvieran portando escudos se agruparon al frente mientras que el resto se posicionaría detrás para cubrirse de las balas. Con cada humano acomodado en su sitio, estos lanzaron un grito de guerra al tiempo que se lanzaban en contra del enemigo, quienes seguían disparándoles solo para ver cómo sus escudos seguían actuando como una esponja para sus tiros.

    — ¡Ábranse! — Ace miró de reojo y vio que en dos segundos sería el impacto.

    Al colisionar, los escuderos rompieron filas apuntando y realizando movimientos tanto a la izquierda como a la derecha, mientras que otros simplemente siguieron avanzando en línea recta por el centro. Los yarlemianos y velivinos hicieron su esfuerzo por resistir esa embestida, pero la fuerza física de todos los militares humanos les superó y volvió inútil el intento. Aquellos que tenían el escudo en brazos seguían moviéndose realizando placajes que desestabilizaban a los enemigos, cosa que era aprovechada por los que portaban sus armas de fuego. Tomando los escudos y realizando tirones para mandar al suelo a los rivales, los volvieron un blanco fácil para que fueran fusilados a tiros. Faron, Noak y Ace realizaron ejecuciones apuntando con los rifles directamente a la nuca de los enemigos. Con ráfagas tan concentradas, los cascos no tardaban demasiado en romperse. Abel, que prefería no arriesgarse a fallar un tiro dado su poco entrenamiento con un arma de fuego, se dedicaba a pisar las espaldas de aquellos que estaban en el suelo para retenerlos, y que así fueran ejecutados por otro militar. Allecreod, por su parte, quería poner a prueba el poder de perforación de su lanza, por lo que activó el mecanismo que volvió la punta de su lanza un arma giratoria. El ruido que hacía al taladrar el metal era poco audible para el resto, cortesía de los disparos de los cañones, pero no duraba demasiado, puesto a que el acero de la punta de su arma atravesaba con facilidad los cascos y cráneos enemigos, provocando una muerte directa a los mismos.

    Al cabo de tres minutos, el combate estaba finalizado. Del lado de la humanidad no se había producido ninguna baja, mientras que todos los guerreros de la Sociedad Galáctica estaban muertos.

    — Nadie intentó abandonar — Faron expresó al ver los cuerpos tan cerca unos de otros — Todos murieron en combate.

    — Un desperdicio de balas para nosotros — uno de los humanos de Tralio miraba al frente — Deberían haberse retirado. Se habrían ahorrado mucho tanto a ellos mismos como a nosotros.

    — ¡Tomen los escudos que todavía sirvan! — Ace no quería perder demasiado tiempo — ¡Hay que continuar avanzando hacia la ubicación de los laboratorios!

    — ¿Crees que nos estarían observando desde su navío? — Noak preguntó al comandante — Desde que apareció y lo vimos lanzar esas cápsulas, se marchó y no lo volvimos a ver.

    — Si Xorxaik pudo divisarlos a una distancia tan larga, ellos seguro nos habrán visto — Ace no disfrutaba siendo así de pesimista — Por eso quiero que tomemos los escudos. Serán más feroces ahora que saben que su primer escuadrón de defensa fue derrotado.

    Tras haber dicho esas palabras, el comandante Lakor levantó la vista y no dejaba de mover los ojos en todas las direcciones. Le impresionaban bastante todas las nubes negras que cubrían aquel mundo, y sabía que eran el escondite perfecto para que el navío enemigo se mantuviera alejado de su rango visual.

    — ¿Van a huir? — Ace meditaba para sí mismo mientras se hacía con un escudo tirado en el piso, el cuál arrancó de las manos muertas de un yarlemiano — No tenemos idea de lo que está pasando en Edagr, pero ellos seguro que sí. Podría hacerme una idea si tan solo supiera qué movimientos tienen planeados.

    La superioridad numérica del primer escuadrón de intercepción de la Sociedad Galáctica no les fue de mucha ayuda para detener la acometida de los humanos, y solamente les sirvió a sus enemigos para la obtención de escudos para llevar a la siguiente batalla. Una vez que cada soldado ya tenía uno de estos en su mano, todos se colgaron los rifles al hombro, a excepción de Allecreod que mantenía su lanza todavía en su palma, y empezaron a marchar terreno adentro, preguntándose si verían a algún traliod salir a recibirlos en la siguiente oleada que les tocara interceptar.

    Pese a su victoria, bajo los cascos no había ni una sola expresión de felicidad. La primera pelea no los había agotado, pero nadie sentía satisfacción al ver que el esfuerzo invertido no contribuyó al rescate de ningún humano.

    Y tal y como lo habían hablado, desde al aire, los yarlemianos y velivinos que se encontraban en el navío tuvieron una buena vista de la batalla, presenciando a través de pantallas como sus camaradas fueron masacrados por los enemigos.

    […]

    — Sé que tienen más información — Xorxaik, el único ser presente en el crucero que trasladó a la humanidad y a Allecreod al planeta Tralio, enviaba paquetes intrusivos al sistema del navío enemigo — Filtraré todo lo que parezca útil para el avance del comandante.

    El robot estaba conectado de forma invisible a la red de sistemas e información del navío que los yarlemianos y velivinos tenían en órbita. Su experiencia al haber vulnerado el sistema de seguridad del crucero mejoró por mucho sus habilidades para infiltrarse y pasar sin problemas las barreras puestas por la Sociedad Galáctica, y asumió que el navío que se había acercado recientemente debía tener un sistema con las mismas medidas de protección.

    Con lo aprendido en la incursión anterior, el robot logró acceder a un sistema oculto, donde comenzó a divisar una enorme cantidad de archivos secretos, con restricciones puestas incluso a los mismos miembros de la Sociedad Galáctica. Tras escanear sus propiedades y ordenarlos por su fecha de modificación, optó por acceder a aquellos que habían sido escritos recientemente, y fueron los primeros en ser tomados.

    — Este hallazgo cambiará el curso de la misión — el robot empezó a entablar una llamada con el comandante Lakor.

    […]

    — ¿Qué es eso? — Allecreod escuchó un dispositivo móvil sonando.

    Ace, el dueño del aparato tecnológico que estaba haciendo ruido, abrió uno de los compartimientos de su armadura, y desde su interior sacó su dispositivo móvil. Era una llamada directa de Xorxaik, cosa que lo dejaba muy sorprendido, puesto a que todavía no había pasado mucho tiempo desde que se habían adentrado a territorio enemigo para el rescate.

    — Xorxaik, te escucho fuerte y claro — el comandante puso el altavoz para que todos en las cercanías lo tuvieran fácil para oírlo — ¿Qué ocurre?

    — He encontrado información que podría serle de utilidad, comandante — Xorxaik dio una introducción a su descubrimiento — Pero deberá servirse de la ayuda de quienes habitaban en este mundo para que pueda cumplir su propósito.

    — ¿Qué información tiene? — Abel quería ver qué les podía ofrecer aquel robot.

    — He podido extraer un archivo de su sistema, un archivo que menciona el paradero de los humanos — el robot se anticipó a lo que ellos preguntarían — Dice que fueron llevados a un castillo.

    — ¿Castillo? — Allecreod se veía confundido con ese término.

    — ¿El castillo de los reyes? — preguntó uno de los militares de la ex nación rusa — Yo he estado allí una vez. Ese sitio es una fortaleza. Si los tienen ahí, no será sencillo sacarlos. La puta madre, ni siquiera será sencillo que nosotros podamos entrar.

    — Estamos complicados, pero ahora lo sabemos, y podemos ir pensando un plan para proceder — Ace se veía optimista pese a la declaración del humano — Te agradezco por tu colaboración, Xorxaik. Nos has ayudado bastante.

    — Les brindaré información nueva tan pronto la tenga disponible — el robot cortó la llamada una vez que les dijo lo que necesitaban.

    Ninguno entre los humanos de Tralio esperaba que hubieran actuado de esa manera, aunque era una conducta que veían lógica. Solo uno entre los presentes estuvo presente en ese sitio antes de ser secuestrado, pero podía dar fe de lo que les esperaba si intentaban ingresar a ese lugar.

    — Era de esperar que no mantuvieran a los humanos en el laboratorio para que nosotros nos los llevemos — decía ante las miradas de todos — Pero creí que los distribuirían en casas. Ahora están en ese puto edificio.

    — ¿Tienes información que nos pueda ayudar? — Noak quería saber qué tan jodidos estaban — Dudo que la Sociedad Galáctica tenga planos de una construcción de los traliod.

    — Solo lo visité una vez, y no por completo — contestó aquel soldado — Pero sí recuerdo haber echado un vistazo a esos muros. Son sólidos. Nuestras balas no podrán atravesar ni siquiera la puerta de entrada.

    — ¿Qué vamos a hacer? — Faron miró a Ace, esperando que él tuviera una idea.

    — No podemos seguir avanzando — Ace detuvo el progreso de la marcha — Si llegamos a esa ciudad en donde se encuentra el castillo y derrotamos a las fuerzas enemigas sin un plan para ingresar, nos quedaremos parados sin poder hacer nada.

    — Y será cuestión de tiempo a que nos capturen o nos maten — Allecreod daba un punto de vista algo pesimista.

    — Exacto, es un callejón sin salida — el comandante se frustraba bastante al pensar en eso — Lo único…

    — ¿Qué se te ocurre? — uno de los militares rusos se sorprendió al ver que no terminó de hablar.

    — Es imposible de que nosotros podamos hacer algo desde nuestra posición — el comandante se veía atado de manos — Pero tal vez los humanos que sean prisioneros puedan encontrar la manera de colaborar desde adentro.

    — Si asumimos que tienen libertad para moverse — Faron no lo veía algo posible.

    — ¿Y los cañones que mencionaron ustedes? — Noak pronto se vio iluminado por ese recuerdo — Si podemos capturarlos, un ataque a las puertas del castillo acabaría destrozando la puerta. Podríamos entrar y salir por allí.

    — Es una buena idea, pero todo depende de si han apostado cañones fuera del castillo — el único soldado que estuvo en su interior lo veía como una idea sólida, pero con un punto débil notorio — Si no hay ni un solo cañón ahí afuera, ese plan se esfuma.

    — Tal vez Xorxaik pueda derribar la puerta con una embestida — Ace sacó un pequeño plan de reserva — Es un robot que pesa varias toneladas. Si toma la carrera suficiente y carga contra la puerta, podría atravesarla por nosotros.

    — Pero lo necesitamos para que saque información al enemigo, y para que resguarde la nave — una mujer de ER encontró un defecto a esa idea.

    — Nada que no podamos arreglar, pero para eso vamos a tener que llegar a la ciudad y analizar sus defensas — Lakor estaba satisfecho de, al menos, contar con dos planes — Sigamos avanzando. Nuestros compañeros están en peligro, y no podrán salir de allí por su cuenta.

    Con un poco más de información sobre el paradero de los humanos secuestrados, y con dos planes improvisados en el momento para infiltrarse en aquel sitio, la humanidad que buscaba llevar a cabo el rescate empezó a marchar nuevamente hacia su destino, esperando combates y una gran resistencia del enemigo en los próximos minutos.

    […]

    — Miraq… — el yarlemiano líder presente en Tralio escuchaba a uno de los suyos comunicarse con él — El primer escuadrón fue liquidado. No les ocasionaron ninguna baja a los humanos. Y ese monstruo de metal que mató a Siban ni siquiera iba con ellos.

    El líder de la Sociedad Galáctica respiró profundo y cerró los ojos para hacer el intento por mantenerse calmado. Se encontraba en el interior de los muros del castillo, en una gran sala donde varios guerreros de su sociedad le hacían compañía junto a varios traliod que servían tanto a Hufan como a Yma. Las palabras del mensaje que le acababan de pasar fueron oídas por la gran mayoría de los presentes, incluyendo a los monarcas de aquel mundo, quienes no estaban nada contentos con la noticia.

    Hufan, sintiendo la obligación de hablarle, se acercó a Miraq y apoyó ambas manos sobre su armadura. El yarlemiano no tenía su casco puesto en aquel momento, por lo que todos vieron su expresión de incomodidad al entrar en contacto no directo con el líder.

    — En el pasado, envié a un gran amigo a capturar a los humanos — Miraq quería taparse la nariz por el mal aliento que salía de la boca de Hufan — Lo consiguió. Hubo pérdidas, pero lo consiguió. Tus guerreros salieron a pelear y murieron inútilmente.

    — Está claro por qué necesitan las armas nucleares para hacerle frente a Casseirem — Yma lo comentó en un tono casi burlón — Más allá de que él sea un monstruo, incluso sin sus carbonizadores podría derrotarlos, si es que pelean de esta forma.

    — Estoy muy adolorido por la pérdida de mis compañeros — Miraq no quería mostrarse débil ante ellos, pero le costaba mucho — Intentaron capturarlos con vida para ustedes, majestades — creyó que una mentira como esa no dañaría a nadie — Pero ahora que demostraron ser demasiado salvajes, no pienso concederles ese beneficio. El próximo escuadrón que mande a enfrentarlos luchará con todo. Por venganza.

    — Serán auxiliados por varios guerreros traliod — Hufan se puso firme ante él — Tienen experiencia combatiendo humanos.

    — No será necesario, podremos con ellos, yo también lucharé — Miraq quería evitar tener a los traliod en el campo de batalla — Acabaré con ellos sin que los suyos deban mover un dedo.

    — No es decisión tuya, no quiero que los tuyos sean masacrados por nuestra alianza y que luego nos lo echen en cara — Hufan no le dio opción — Estos malnacidos están en mi planeta. Y yo estoy a cargo. Es mi decisión lo que hago para defender mi mundo. Lo tienes que entender.

    Con el rey y con la reina el yarlemiano cruzó miradas. Sentía como su corazón aceleraba pulsaciones por todo lo que le decían. Sabía de lo urgente que era el no permitir ni por asomo que los guerreros traliod estuvieran en el campo de batalla, puesto a que solamente bastaba con que uno solo de ellos pudiera identificar a uno de los humanos secuestrados de su mundo para que todo su engaño se viera expuesto, y sin oportunidades de refutarlo.

    — Tienen que quedar irreconocibles — Miraq pensó en su última alternativa — Y sus cuerpos deberán ser quemados.

    Con una sonrisa forzada en el rostro, el yarlemiano estuvo listo para darles la respuesta a los dos líderes. Por alguna razón, Hufan e Yma sentían que algo no iba bien con él, dado a que no lo veían como algo natural.

    — No soy quien para decirle que hacer a usted, ni a sus guerreros — Miraq hizo una reverencia ante ambos — Si quieren prestarnos ayuda, la aceptaremos con gusto.

    — No tomen esto como una pelea personal para ustedes — Yma mostraba una cortesía siniestra — Este es nuestro mundo. Lo defenderemos también.

    — Me parece bien — Miraq quería cortarlos rápido — Voy a reunirme con mis soldados y responder al que me acaba de hablar. Cosas que discutir.

    Fue de esa forma que el yarlemiano les dio la espalda a los dos líderes, para acto seguido, agruparse en uno de los rincones de aquella sala siendo rodeado por nada más que los yarlemianos y velivinos que iban con él. Las últimas palabras que pronunció y la manera tan extraña de apartarse fue algo que dejaba intrigados en gran medida a los dos monarcas de su especie, quienes se alejaron de aquella pequeña aglomeración de militares alienígenas a su mundo y empezaron a hablar a solas.

    — Está demasiado insistente en que él y los suyos deben pelear — Hufan no le apartaba la mirada — ¿Por qué quiere que nos quedemos aquí?

    — No lo sé, pero es algo que no me termina de gustar — Yma tomó la mano de su pareja — Deberíamos advertir a los guerreros que enviaremos que mantengan vigilancia para ver lo que hacen.

    — Es una gran idea, él no es el único que puede hablar con los suyos.

    Mientras que los dos monarcas se iban a atender sus asuntos, Miraq no podía evitar mirar a los alrededores al hablar con todos los suyos. Tenía activada la comunicación unilateral de sus armaduras, por lo que el mensaje, por más que lo dijese en voz baja, le llegaría tarde o temprano a todos los guerreros tanto en el planeta como a bordo del navío.

    — Destruyan sus rostros, sus cabezas, de ser posible — Miraq susurraba bastante agitado — Que no puedan identificar a nadie. No hay que darles la oportunidad de hacerlo. Incluso si ellos olvidaron los rostros de los humanos secuestrados, los que están aquí pueden confirmar que son ellos, incluso mentir con tal de beneficiarse.

    — Entendido, Miraq — fue la respuesta de uno de los yarlemianos a bordo del navío — Haré que cada soldado lo tenga presente.

    — Y una cosa más… — el líder tenía algo en mente que no podía dejar pasar — Dijiste que aterrizaron la nave que nos robaron en un punto muy cercano al sitio en donde instalamos el laboratorio.

    — Así es, Miraq, lo hemos detectado en el trayecto de seguimiento.

    — Me parece imposible que ellos pudieran deducir que todos los humanos de este planeta estaban trabajando allí dentro — Miraq no se sacaba ese pensamiento de la cabeza — Incluso si asumieran que tendríamos a la mayoría allí, deberían haber asumido que habría más humanos a lo largo de este gran territorio. Esto es mucho para ser una coincidencia.

    — ¿Qué insinúa con eso? — un velivino que estaba con él le lanzó una pregunta.

    — Que se infiltraron en nuestros sistemas informáticos y están robándonos información — el yarlemiano dijo todo lo que pensaba — Más que una insinuación, es un hecho. Tomen medidas al respecto. Quiero a todos los intrusos fuera de línea antes de que accedan a toda la información que tenemos disponible. Y no quiero que se borre ningún archivo, ténganlo presente.

    — Buscaremos la manera de sacarlo de aquí, Miraq — comentó uno de los soldados que abordaba el navío.

    — Rápido, en lo posible. Corto.

    Habiendo cerrado esa llamada con uno de los suyos, el líder de la Sociedad Galáctica, quien ya había comunicado a cada integrante de su milicia lo más importante que tenía para decir, disolvió la reunión exclusiva de los suyos y les ordenó que se mezclaran con sus aliados para guardar las apariencias.

    Hufan e Yma, viendo que este había acabado con su pequeña reunión secreta, hicieron que uno de sus guardias trajera comida y agua para todos los allí presentes. No había forma de saber en qué momento iba a producirse la llegada de los humanos a su lugar, pero asumieron que les costaría trabajo llegar hasta el sitio. Una mesa con varios trozos de carne cocida y seca fue improvisada, junto con un par de fuentes grandes y amplias repletas de agua para beber. Los líderes y quienes trabajaban para ellos se acercaban de forma gradual para degustar un poco de dicha carne y para hidratarse de vez en cuando, dado a que nadie se quedaba demasiado tiempo. Tomaban con sus manos lo que querían comer y beber y luego se apartaban para darles el lugar a otros.

    Una hora y veinte minutos de tiempo donde se escuchaban empezar y terminar varias conversaciones transcurrieron, hasta que un ruido del exterior se presentó y llamó la atención de todos los presentes en aquella sala. Un cuerno de alarma fue hecho sonar, y eso puso en alerta a varios de los guerreros que se encontraban en las proximidades, incluyendo a aquellos que estaban dentro del castillo.

    — ¡Han llegado! — Miraq no dejaba su asombro de lado — ¡Malnacidos de mierda, ¿cómo llegaron tan rápido hasta este lugar?!

    — ¿Miraq? — preguntó un velivino que se acercó.

    — ¡Vamos al campo de batalla! — el yarlemiano levantó sus dos puños al aire como forma de incitar a la violencia — ¡Hay que masacrar a estos humanos por lo que les hicieron a los nuestros! ¡La venganza nos espera a todos!

    El grito de arenga de su líder provocó que yarlemianos y velivinos inundaran la sala gritando un “sí” al mismo tiempo. Acto seguido, Miraq lideró a todos los guerreros bajo su mando a que lo siguieran. Salieron de aquella sala en la que habían comido y bebido lo que les fue invitado por los traliod para luego acudir a la salida del castillo. Tenían pensado sumarse a las tropas de guerreros situados fuera, preparados todos para poder hacerle frente a los humanos enemigos.

    A medida que estos iban corriendo para abandonar el gran castillo traliod, se podía escuchar cómo los cañones situados tanto en la estructura como en el exterior empezaban a ser accionados para disparar en contra de los humanos.

    — ¡Bien, eso necesitamos! — Miraq pensó en los beneficios — ¡Qué los cañones arrasen por completo con ellos para que no quede ni rastro de sus rostros! ¡Vamos, compañeros míos, unámonos a la masacre!

    […]

    — ¡A cubierto, nos disparan con los cañones! — gritó uno de los soldados de la nación rusa.

    El intento de la humanidad de infiltrarse en la ciudad de forma sigilosa para evitar ser detectados y poder dar ellos el primer ataque no resultó como lo esperaban cuando una patrulla de tres traliod consiguió divisarlos. Valiéndose de los rifles que disparaban las balas de calor, los humanos pudieron acabar con todos sin demasiada dificultad, aunque el ruido de los disparos que usaron para acabar con ellos acabó por delatar por completo su posición.

    Cerca de ellos, un cuerno empezó a sonar, y pronto otro lo siguió, formando así el inicio de una cadena que no se detuvo hasta que los traliod en las proximidades, y varios guardias de la Sociedad Galáctica ya tenían avistados a los enemigos. Un tiroteo empezó, y la humanidad presente en aquel planeta para ofrecer libertad a los cautivos se agrupó en un círculo irregular para abrir fuego a los traliod, yarlemianos y velivinos que se aproximaron a combatirlos.

    Afortunadamente para el grupo, uno de los aliados pudo oír el estruendo que produjo uno de los cañones al ser disparados, y logró anticiparse al ataque. Cuando un silbido se manifestó en el viento, una bala de cañón pasó sobrevolando las cabezas de todos los guerreros que estaban envueltos en una batalla y fue a parar al techo de una casa pequeña, causando un agujero al atravesarlo.

    — ¡¿Nos disparan a pesar de que los suyos viven en esta ciudad?! — Ace no podía creer esa frialdad.

    — ¡Hay que acercarnos al castillo! — gritó Noak, teniendo al gigantesco edificio a la vista — ¡No pondrán en peligro a los humanos que se refugian allí!

    — ¡Buen idea, divídanse en dos grupos y avancen por pasillos angostos para evitar ser blanco fácil de los cañones! — Ace vio una oportunidad en lo dicho por su compañero.

    Noak y Allecreod se fueron por una calle que atravesaba la ciudad en dirección al castillo, situado a poco menos de un kilómetro de distancia. Ace, Abel y Faron, por su parte, tuvieron que avanzar en línea recta por el lado derecho hasta que pudieron encontrar un pequeño callejón que abría paso hacia el objetivo que perseguían. Contrario a lo que creían, los cañonazos seguían sonando, y los enemigos los tenían identificados. Algunos de esos disparos provenían de los cañones que habían sido puestos en lo alto de las murallas del castillo, mientras que otros fueron instalados en los techos de los edificios de mayor altura próximos a la estructura.

    Ambos grupos debían avanzar con cuidado. Los escudos en alto y las miradas puestas en todas las direcciones para evitar sufrir un gran número de bajas si se terminaban cruzando con algún escuadrón enemigo.

    — ¡En la retaguardia! — Allecreod dio un grito de alerta repentino.

    El ryfier empezó a apuntar con su lanza hacia las espaldas de los humanos, quienes tuvieron que agruparse y alzar los escudos para evitar que un pequeño grupo de yarlemianos, velivinos y traliod, todos armados con rifles de batalla, pudieran disparar cómodamente hacia ellos. Los atacantes no portaban escudos, por lo que tenían que servirse de los muros de los edificios cercanos para poder cubrirse de los ataques que devolvían los humanos. El ruido de las armas siendo accionadas y las balas disparadas no tardó demasiado en llamar la atención de guerreros cercanos. Noak, quien estaba en el extremo opuesto desde donde empezó el conflicto, fue de los primeros en enterarse de la aproximación de los enemigos.

    — ¡Nos rodean! — el soldado empezó a disparar tan pronto como alzó su escudo, apuntando con su rifle desde la derecha de su accesorio de defensa.

    En el pasillo de aquella calle que buscaban transitar para ir a su destino, todo el grupo se vio atrapado desde ambos lados en el momento en el que los tiros empezaron a lloverles desde el frente. Los escudos podían frenar las balas, y les permitían devolver el fuego, pero desde sus posiciones, Noak podía darse cuenta de lo que estaba pasando al momento en el que vio como grupos de guerreros que se acercaban desde el frente no se sumaban a la batalla, sino que se metían por las calles de los alrededores.

    — ¡Quieren obligarnos a avanzar! — Noak asumió que esa sería su estrategia — ¡Así seremos blanco fácil de los cañones! ¡Hay que ir hacia atrás antes de que nos corten el camino!

    Los gritos del soldado pusieron a todo el mundo en alerta, y de esa manera, en la retaguardia del grupo se formó la mayor concentración de militares que se podían agrupar en esa calle. Como lo habían realizado en el primer enfrentamiento, una nueva carga de embestida fue el movimiento elegido por los soldados, quienes veían como aquellos enemigos que se cubrían desde la seguridad de los edificios se marchaban, como si no tuvieran intenciones de enfrentarlos.

    — ¿Por qué…

    Un silbido muy fuerte empezó a cortar el viento, y para cuando se dieron cuenta de lo que se le estaba acercando, fue muy tarde para reaccionar. A tan solo un metro de distancia de quienes iban frente al grupo, una bala de cañón impactó y dejó liberar una explosión potente que fue atajada por los escudos que portaban los humanos. El poder de aquella explosión partió los escudos de los diez primeros soldados en fila, matándolos también por la sacudida que los envió hacia atrás con violencia. Allecreod, y otros humanos que se encontraban acompañándole fueron lanzados al suelo, sin recibir un daño muy grave dado a que las víctimas fatales que recibieron el ataque de frente amortiguaron todo el daño.

    Una segunda explosión se escuchó desde atrás en el momento en el que una nueva bala de cañón impactó de lleno contra la pared de un edificio. Producto de un golpe tan potente, varios trozos de ladrillo y piedra salieron volando al aire, a la vista de los soldados que voltearon para analizar el daño que recibió el entorno. Tan pronto como alcanzaron la máxima altura que podían, estos comenzaron a descender como si fueran proyectiles sobre los humanos que estaban a su alcance.

    — ¡Desde el cielo, cúbranse!

    El grito de uno de los militares rusos sirvió para que todos aquellos que iban a ser golpeados por los restos del edificio que fue alcanzado por el impacto hicieran a tiempo a cubrirse. Algunos trozos de piedra y ladrillo no eran lo suficientemente grande para complicarlos, pero los que eran de gran tamaño se incrustaban en los escudos atravesándolos con una gran fuerza, propiciando a que los humanos que fueron golpeados cayeran al suelo con daños leves encima.

    — No les importa destruir su ciudad con tal de que no lleguemos a ellos — Allecreod se ponía de pie con dificultad — No creo que podamos acercarnos más. Conocen el entorno y nos superan en número.

    — ¡No pasaré una noche más lejos de mi esposa y mi hija, no cuando estoy tan cerca! — el grito de enfado de Noak mientras ayudaba a levantarse a uno de los soldados en el piso fue un llamado de atención para todos — ¡Hay que buscar otro camino! ¡Uno infestado de soldados enemigos! ¡Tenemos la certeza de que no dispararán contra los suyos!

    — Ace… — Allecreod por fin estaba de pie — Deberías avisarle…

    Fue en ese momento en el que las armaduras de todos aquellos soldados de ER y DCT empezaron a emitir una alerta, la cual era utilizada como método de pedir ayuda en una misión. Una vez todos los soldados estuvieron de pie y pudieron seguir alejándose de los disparos, estos empezaron a reproducir el contenido del mensaje de alerta, solo para encontrarse con una sorpresa poco agradable.

    — ¡Atención, necesitamos apoyo! — la voz del comandante de ER se escuchaba muy agitada mientras de fondo sonaban incesantes disparos — ¡Nos están disparando desde todos lados! ¡Intentamos avanzar por muchas direcciones, pero no dejaban de aparecer! ¡Necesitamos una brecha para escapar, envío nuestra ubicación!

    Una vez que el pedido de auxilio dejó de reproducirse, los soldados levantaron uno de los compartimientos de las armaduras para ver cómo en el mapa se marcaba una ruta rápida hacia el punto en el que se encontraba el grupo del comandante Lakor.

    — ¡Vamos por él, parece que no podemos avanzar a solas! — Noak fue quien se puso al frente para liderar a su grupo, todo esto mientras configuraba su armadura para el envío de un mensaje por voz — ¡Ace, habla Noak! ¡Enseguida vamos!

    […]

    Mientras en tierra firme se estaba dando una batalla entre los humanos que venían a liberar a sus amigos y compañeros cautivos y sus captores, Xorxaik continuaba a bordo del crucero robado a la Sociedad Galáctica. El robot no dejaba de extraer archivo tras archivo que accedía desde los servidores de la red enemiga. Luego de haberles proporcionado la ubicación de los humanos que estaban atrapados, el robot no podía encontrar demasiadas cosas que pudieran serle de utilidad al comandante Lakor durante el transcurso de la misión. La mayoría de lo que podía sacar solamente eran registros y diarios escritos por los exploradores mientras se dedicaban a la búsqueda de los seres humanos en ambos mundos, y de cómo se deliberó entre todos los líderes para extraerlos tanto del planeta Tralio como de Edagr.

    El robot, cuya velada estaba siendo tranquila puesto a que no había detectado ni una sola presencia de enemigos que estuvieran de camino a recuperar su nave, de pronto vio entre las carpetas de información como tres archivos nuevos fueron cargados. Creyendo que podrían serle de mucha utilidad, el robot envió paquetes intrusivos que se encargaron de copiar dichos ficheros y trasladarlos a su propia unidad. Con la capacidad de procesarlos a los tres al mismo tiempo, el robot los abrió para analizarlos.

    — ¿Contenido ilegible? — Xorxaik se asombró al ver que sus sistemas no podían leer ninguno de los tres — Estos archivos están corrompidos. Su contenido no puede ser interpretado.

    El robot supo que algo malo estaba sucediendo en aquel momento en el que notó como uno de los archivos más antiguos en su exterior estaba siendo comprimido y luego enviado a través de la red de la Sociedad Galáctica.

    — No he tomado la decisión de enviar dicho archivo por este canal — Xorxaik sospechaba que algo andaba mal dentro de su cuerpo — El archivo ha sido enviado, y uno nuevo ha sido seleccionado para repetir el proceso. Abortaré el proceso.

    Lo que había dicho no se pudo concordar con lo que quiso hacer, puesto a que el robot notó como no podía cancelar el proceso ejecutándose en su interior, responsable de que los archivos presentes en su cuerpo empezaran a ser enviados a los enemigos. En un principio, era el mismo ser metálico quien se encargaba de extraer la información para sus aliados, pero tras haber fallado al leer los archivos corruptos, la situación se había dado vuelta.

    […]

    — ¡No habrá manera de que los atravesemos! — Faron visualizaba el complicado campo de batalla que tenía al frente — ¡Los traliod son enormes de cuerpo, nunca podremos empujarlos!

    El grupo en el que viajaban Ace, Faron y Abel estaba totalmente a merced de los atacantes. Un gran número de enemigos habían aparecido desde todas las direcciones para detener sus avances, y en aquel momento, las balas no dejaban de impactar en contra de los escudos. En su exploración, fueron capaces de encontrar un pasillo angosto en una de las calles de tierra de la ciudad, y fue allí por donde se metieron para avanzar hacia el castillo. Pero tan pronto como llegaron a una intersección de esquinas, los enemigos les cortaron el paso. Altos edificios rodeaban al grupo, por lo que estos estaban en el medio de la unión de cuatro calles de tierra. Los cañones no podrían llegar hasta ellos sin destrozar en gran medida los edificios, fue por eso que los traliod, yarlemianos y velivinos no dejaban de disparar desde ninguna de aquellas calles.

    Lo único que podían hacer el comandante y el resto de su gente era mantener los escudos en alto y rogar para que estos aguantaran la continua lluvia de balas a las que eran sometidos. Siete soldados de ER y uno de DCT cayeron víctimas de aquella feroz acometida enemiga, que solamente provocaba brechas en la formación de batalla que los soldados debían esforzarse por cubrir.

    — ¡Mierda, no podemos morir así! — Ace colocó su rifle por encima de su escudo y disparó sin apuntar un par de balas.

    La desesperada acción realizada por él fue imitada por otros de los soldados que les acompañaban, pero cuando se asomaba para ver si su maniobra resultó en algo positivo, solo terminaba viendo que los enemigos continuaban como si nada en su contra.

    — ¡Nos quieren forzar a quedarnos sin balas! — Abel, quien había luchado antes en guerras en la Tierra, dio un posible diagnóstico de lo que acontecía — ¡Si no nos llegan refuerzos pronto, todo acabará mal para nosotros!

    — ¡Se acercan! — gritó uno de los soldados de Rusia — ¡Están moviéndose lentamente!

    — ¡Se dieron cuenta del esfuerzo que requiere cubrir las brechas! — Ace veía con horror como desde cada rincón, los enemigos avanzaban sin prisa, pero sin pausa — ¡Nos van a masacrar si nos quedamos aquí!

    — ¡¿Por dónde escapamos?! — Faron no veía un solo espacio de salida — ¡No hay a dónde abrirnos espacio!

    Ace, con el escudo en alto tratando de atajar todas las balas que les disparaban a él y a sus soldados, miraba de reojo todos los sectores de aquella ciudad por donde provenían los ataques. Notó que en cada uno de ellos había al menos cinco traliod parados para el ataque, sabiendo de antemano de sus apariencias. No pudo contarlos con exactitud, pero logró identificar que el número no era parejo desde los cuatro lugares.

    — ¡Cuenten a los traliod, si Noak no aparece pronto, nos iremos por la calle donde haya menos de ellos! — Ace gritó una orden para sus soldados.

    Cada uno de los que estaba en su esquina se dio a la tarea de ponerse a realizar el conteo de cabezas para poder identificar los números de los enemigos. Fácilmente identificables por el hecho de que no tenían armadura que los cubriera, como si confiaran a pleno en la resistencia de su piel, los soldados de la humanidad tuvieron que realizar un rápido censo en tiempo real de la cantidad de obstáculos a superar si querían que la carga fuera exitosa.

    — ¡Diez al norte! — fue el grito de uno de ellos.

    — ¡Ocho al oeste! — Abel habló desde su rincón.

    — ¡Seis desde el este! — uno de los soldados de ER fue el siguiente en informar.

    — ¡Seis desde el sur! — reveló el último.

    — ¡Será por el sur, desde allí vinimos y tendremos más margen para maniobrar en nuestro escape! — Ace esperaba que Noak diera una señal, de estar en las cercanías — ¡Me prepararé para avisarle a Noak en caso de que estén acercándose!

    Teniendo en mente que el soldado le había dado su palabra de que estaría para rescatarlo pronto, el comandante Lakor dejó su armadura ya configurada para poder enviarle un mensaje a su compañero del ejército. Los segundos empezaron a pasar más lento mientras esperaba que él o alguien le enviaran una señal, y por alguna extraña razón, los sonidos de las balas parecían estarse intensificando en su mente.

    Fue en un momento en el que todos empezaron a escuchar disparos provenientes desde el sur, y eso les hizo darse cuenta de que la ayuda había llegado. Los enemigos que los tenían arrinconados desde las esquinas norte, este y oeste no se percataron de que sus compañeros en el otro extremo estaban bajo ataque, aunque estos se habían percatado hace muy poco. Ace, Faron y otros soldados que iban junto a él tomaron la oportunidad y decidieron alertar a los demás para que así diera comienzo su huida.

    — ¡Al sur, embestida al sur! — ordenó el comandante de ER al tiempo que se iba corriendo con los soldados de ese extremo para auxiliarlos en la carga de ataque.

    Cuando los traliod, yarlemianos y velivinos del extremo sur notaron que estaban bajo fuego enemigo desde la retaguardia, la mitad de su grupo se dio la vuelta para responder, mientras que la otra mitad permaneció con el blanco fijo en sus enemigos. Bajas se produjeron desde los dos frentes, y eso propició a una embestida casi exitosa al completo por parte de los humanos. Ace, Faron, Abel y aquellos que se encontraban en la vanguardia y la zona media pudieron cruzar a salvo, pero los que fueron últimos en atravesar el lugar recibieron una cantidad desmedida de disparos. La gran mayoría de los que avanzaba al último terminaron perdiendo la vida, mientras que una menor parte quedaron con heridas leves en la espalda, producto de las balas partiendo el metal de sus armaduras e incrustándose con poca profundidad en su piel.

    — ¡Reagrúpense, cuando vuelvan a entrar los acabaremos! — fue el grito de uno de los traliod, que empezó a retroceder de nuevo hacia las profundidades de la ciudad.

    Reunidos otra vez, los dos grupos de humanos que se formaron para avanzar por dos sectores diferentes de la ciudad fueron arrastrados hasta la entrada nuevamente, pero no se detuvieron allí. Atemorizados por una represalia mayor del enemigo al no haber escuchado la orden dada por uno de ellos, ninguno de los humanos allí presentes dejó de correr hasta que se habían alejado más de cien metros de la ciudad. Con la respiración agitada, y algunos de ellos heridos, Allecreod y otros humanos se tiraron al suelo para tratar de descansar o recuperarse de las heridas que les fueron infligidas.

    Noak, quien no podía divisar a Ace a simple vista y temía por la vida de su amigo, se tranquilizó un poco cuando vio que este era el último de todos, y se encontraba con la vista fija en los distantes primeros edificios de la ciudad traliod a la que habían ingresado. Aunque su intención no era huir, el ver correr a todos los compañeros a los que había auxiliado le hizo saber que debía seguirles la corriente o podrían acabar muertos.

    Una vez que se tranquilizó, Jensen se acercó a su compañero, y antes de dirigirle la palabra, se dio la vuelta para ver a todos aquellos que quedaron ligeramente exhaustos por el escape reciente.

    — Acabamos de entrar, perdimos compañeros y nos obligaron a huir — Noak emitía una queja al comandante — Y ni nos pudimos acercar al castillo.

    — Lo lamento, Noak, pero no podíamos dejar que nos eliminaran tan fácilmente — Ace lo miró cara a cara, aunque no pudo hacer contacto visual por los visores de los cascos.

    — No nos siguieron — Noak se preguntaba el por qué.

    — No tienen por qué — Ace miró a su alrededor — Ahora mismo estamos en plena llanura. No tienen dónde cubrirse, y se habrán enterado que hemos roto los escudos del primer escuadrón al que eliminamos. Somos nosotros los que debemos entrar, no ellos los que deben salir. Nos esperan para eliminarnos sin esfuerzo.

    — Jugar con la necesidad del enemigo es una clave para ganar — Abel, quien estaba sentado en el suelo detrás de ambos, comentó su opinión al respecto — Ustedes dos fueron militares formados en Black Meteor. Eso fue lo que se les enseñó, lo que yo hice que les enseñaran.

    — Si sabes todas las respuestas, dinos cómo vamos a entrar — Noak lo miró con desprecio cuando reconoció su voz.

    — No lo sé, no tenemos nada que pueda resistir el impacto de esos cañones — Abel comentaba sin poder imaginar alternativas — Debieron tomar el ejemplo de los garak y construir tanques de batalla.

    — Nunca pensamos que terminaríamos librando un combate así fuera de nuestro mundo — Ace le respondió al ex líder de Black Meteor — No nos hacía falta.

    — Comandante… — Allecreod se ponía de pie con ayuda de su lanza — Soy consciente de que Xorxaik ya ha sido derribado antes en batalla — dijo referenciando a un hecho que el comandante recordaría — Posiblemente, esos cañones fijos tengan la misma o mayor potencia que el cañón que Lankir usó para dejarlo fuera de combate en mi planeta. Pero no hay manera de que podamos atravesar esa ciudad sin tener a Xorxaik cubriéndonos y disparando al enemigo. Yo sé que no te gusta la idea de arriesgar a nuestro mejor recurso.

    — Si Xorxaik es derribado en territorio enemigo, nunca más lo recuperaremos — Ace pensaba en las consecuencias de perderlo — Y si no acabamos con la Sociedad Galáctica, ellos solo tendrían que acceder a su información para conocer de pies a cabeza nuestro mundo. Y no es algo que nos podamos permitir.

    — Deberías escuchar a Allecreod, Ace — Abel le dio la razón al ryfier — Enviarlo a pelear es riesgoso, pero ya has visto lo fácil que nos han expulsado de la ciudad tan pronto como entramos.

    — Luchar en campo abierto es una cosa — Allecreod se acercaba al comandante humano — Pero no ganaremos si Xorxaik no participa de este combate.

    — Desearía no tener que enviarlo a la batalla — Ace se lamentaba al verse sin más cartas por jugar — Aunque parece que todo se reduce a esto. Xorxaik es el único que puede atacar mientras una centena de enemigos le dispara desde todos lados.

    Faron y otros soldados que estaban cerca de su posición se aproximaron al comandante de ER en el momento en el que vieron cómo este tomaba su dispositivo móvil y se disponía a contactar con él para solicitar que abandonara su posición y fuera a prestar ayuda al campo de batalla. Ace miró directamente a dos de los soldados de ER que se habían aproximado para escucharlo hablar.

    — Xorxaik no saldrá de la nave hasta que ustedes dos estén allí para protegerla — Ace apuntó con el dedo a los dos soldados — Una vez que estén allí, él saldrá. Cuando haya llegado, volveremos a atacar. Todos juntos esta vez.

    Con el plan de ataque decidido, solo era cuestión de esperar hasta que el intento del comandante para comunicarse con él pudiera alcanzar al robot, y de esta forma, darle las instrucciones a seguir para que pudiera presentarse a la batalla. En menos de diez segundos, Ace tenía un enlace directo para dirigirse a su robot.

    — Xorxaik, habla el comandante — Ace le hizo saber que no era otra persona utilizando su móvil — Necesitamos tu presencia en el campo de batalla. Enviaré a dos soldados a proteger la nave, cuando lleguen, tú saldrás a…

    — Comandante, es imposible que eso suceda — el robot no le dejó terminar la instrucción — Le informo que mis sistemas están comprometidos.

    — ¡¿A qué te refieres?! — el comandante no se creía lo que escuchaba.

    — En un intento por acceder a su información, terminé descargando tres archivos maliciosos — Xorxaik informó sobre su estado — Al abrirlos, esos archivos han restringido mis funciones de seguridad. Ahora mismo se están ejecutando rutinas que están comprimiendo los archivos de mi sistema, los están enviando al enemigo y luego los están sobre escribiendo con datos sucios. Es posible que una vez que mi memoria esté vacía, mis instrucciones principales sean reemplazadas.

    — ¡Xorxaik, tienes un sistema de emergencia para evitar que atacantes externos puedan hacerte esto! — Allecreod, su creador, le hizo saber una de sus características.

    — He intentado ejecutar el sistema, pero los archivos maliciosos lo han corrompido — la preocupación en el grupo no hacía más que crecer — Tampoco puedo apagarme para evitar el ataque. La Sociedad Galáctica no pudo detener mis ataques sobre sus sistemas, y por eso optó por dejarme imposibilitado para ayudar.

    — Xorxaik, ¿hay algo que puedas hacer desde tu posición para ayudarnos? — el comandante no podía creer que su recurso más poderoso estuviera retenido — Apenas entramos a la ciudad nos obligaron a retroceder. Y hemos perdido soldados. ¿Crees que podrías llegar hasta aquí y ayudarnos en la pelea antes de que todo tu sistema se vea afectado?

    — Es imposible de estimarlo, comandante — el robot parecía lamentarse por ello — La velocidad a la que mis archivos de memoria están siendo reemplazados por datos basura se incrementa con cada segundo que pasa. Es posible que mi sistema se sobre escriba por completo antes de que pueda llegar hasta ustedes… Pero es muy posible que todavía sea capaz de brindarles algo de ayuda.

    — ¡¿De qué manera?! — Noak se veía incrédulo al respecto — ¡Te necesitamos aquí para acabar con las fuerzas enemigas! ¡¿Qué es lo que puedes hacer desde la nave?!

    — Algo que podría compensar en gran medida mi ausencia por el resto de la misión, y que me permitirá hacer un último aporte significativo antes de apagarme por completo — el robot respondió sin ser muy explícito — Pero ya sea que funcione o no, tendrán que apartarse de la ciudad. Para preservar su integridad física, les suplico que se alejen lo más que puedan y se tiren al suelo.

    Tan pronto como el robot dijo esas palabras, la comunicación que el comandante Lakor entabló con él se cortó de forma definitiva. No tenían idea de si la máquina estaba de su lado o si ya había sido tan afectado por el ataque enemigo que no era capaz de comunicarse con ellos por más tiempo. De todas maneras, el comandante Lakor hizo que todos los que viajaron junto a él se pusieran de pie y se retiraran del lugar. Ya habían abandonado la ciudad, pero para mayor precaución, optaron por seguir la orden que el robot les comunicó, más por preservar su seguridad que por confianza.

    […]

    — ¿Y los enemigos? — Miraq se veía sorprendió mucho cuando vio como varios guerreros traliod estaban acercándose a la puerta del castillo, todos ellos provenientes desde el interior de la ciudad.

    — Los forzamos a retirarse tras provocarles algunas bajas — respondió con orgullo el traliod al que se dirigió — No tienen otro modo de llegar hasta su gente. Tienen que pasar obligatoriamente por este lugar. No tenemos prisa en acabar con ellos. Nosotros tenemos recursos para resistir, ellos no. No importa si hace falta un ataque o diez, ellos terminarán entrando para un ataque definitivo tarde o temprano. Y cuando lo hagan, será el final para todos ellos.

    — Debieron de perseguirlos y acabar con ellos cuando pudieron — el yarlemiano no compartía el gusto por esa estrategia.

    — ¿Por qué tienes tanta prisa en salir a atacar? — el traliod lo notaba muy extraño — Son ellos los que tienen recursos limitados. El apuro debería ser de ellos, no nuestro.

    — No puedo quitarme la imagen mental de ellos asesinando a mis compañeros — Miraq encontró la respuesta perfecta para el traliod que le cuestionó.

    El yarlemiano se apartó de su lado para no tener que seguir lidiando con él. Por más que su respuesta tuviera su lógica, el guerrero traliod no le apartó la vista de encima mientras lo veía apartarse y agruparse de cerca con los soldados que habían salido junto a él desde el interior del castillo. Le parecía extraña esa conducta por parte de él, pero no podía quedarse centrado en él por siempre. En caso de que se volviera a detectar la presencia de soldados humanos adentrándose en el territorio, sería necesaria su participación en el combate.

    Miraq se acomodó junto con sus tropas en el costado derecho del castillo, tomando asiento sobre la tierra seca del suelo de la provincia capital, dejando su arma a un costado mientras que otros yarlemianos y velivinos se acomodaban cerca de él, algunos quedándose parados y otros simplemente manteniéndose de pie. No podía dejar de pensar en la importancia de que los suyos no permitieran ni por asomo a los traliod mirar los cuerpos de los humanos que hubieran caído en batalla. Tras mirar alrededor y ver que no había nadie cerca, el líder de la Sociedad Galáctica exteriorizó sus pensamientos al respecto.

    — Si los llamo para preguntar si pudieron cubrir las muertes, es posible que los traliod de alrededor los escuchen y se den cuenta — Miraq miró a todos los suyos — Ojalá los hayan matado los cañones. Que no haya quedado ni una sola célula de sus cabezas intactas. De esa manera, no los podrían identificar.

    — Deberíamos organizarnos y tomar posiciones para responder a un ataque desde cualquier sitio de la ciudad — uno de los velivinos le aconsejó — Así podríamos estar presentes y tendríamos superioridad numérica en los asesinatos directos.

    — Suena como una buena idea, en ese caso, lo mejor será que nos dividamos en grupos parejos — Miraq, todavía estando en el suelo, empezó a realizar el conteo de todos los soldados parados junto a él.

    Antes de que la división que el yarlemiano llevaba a cabo pudiera terminar, todos los guerreros situados en las afueras del castillo vieron extrañados como el navío que les pertenecía estaba moviéndose por encima de ellos, siendo visible apenas a través de la capa negra de nubes que cubrían en su totalidad el cielo del planeta que podían percibir con los ojos. Algo raro para todos ellos fue que tan pronto como el navío se colocó por encima de una gran parte de la ciudad, este se detuvo, manteniéndose estático en el aire por un minuto completo hasta que empezó a ganar altitud nuevamente.

    — Es extraño — Miraq no entendía por qué no regresó a estar en órbita desde el punto en el que soltaron a los soldados del primer escuadrón de ataque — Pudieron ascender a la atmósfera y luego salir tan pronto como dejaron salir a los soldados. ¿Por qué se acercaron hasta aquí para ascender desde este lugar?

    — Tal vez los enemigos están realizando algún movimiento, y estaban tratando de atraerlos a este lugar — uno de sus compañeros yarlemianos teorizó al respecto.

    — Eso no tiene sentido, los enemigos saben que tienen que venir a este lugar para rescatar a los humanos — Miraq se puso de pie de inmediato — Y si hicieron alguna especie de movimiento extraño, lo quiero saber — el yarlemiano se preparó para entablar una comunicación con los tripulantes a bordo — Habla Miraq. ¿Qué es lo que ha sucedido? ¿Tienen alguna novedad sobre los humanos de Edagr?

    Esperaba una respuesta pronta por parte de sus soldados, y se extrañó bastante cuando vio que esta no llegaba. No tenía idea de lo que estaba sucediendo, pero no le gustó para nada que su pregunta fuera ignorada por completo, ya que incluso aunque la respuesta fuera negativa, era obligatorio que se le mantuviera informado de todo lo que sucediera a bordo del navío, la cual era la única estructura que tenían para entrar y salir del planeta.

    — ¡Soy Miraq, estoy apartado de los traliod! — el yarlemiano realizó una aclaración, solo para asegurarse de que eso no cohibiera a los suyos para entablar la comunicación — ¡Pueden hablar! ¡¿Qué está pasando?! ¡Algo grave ocurrió con los humanos o con el grupo de Fielle en Edagr!

    Un minuto de tiempo transcurrió, y el líder yarlemiano seguía sin ninguna clase de respuesta, ya sea que esta fuera una noticia buena o una mala de parte de los suyos. El enojo y la desesperación se estaban adueñando de él, y en el momento en el que vio como el gran navío empezaba a descender de los cielos para situarse a unos pocos metros de altura sobre los edificios de la ciudad, sintió como toda su paciencia se agotó de cuajo.

    — ¡¿Están jugando allí dentro?! — se sacó el casco para tomar más aire al momento de gritar — ¡¿Qué demonios están haciendo con los controles del navío?! ¡Respondan, es una orden!

    Miraq obtuvo una respuesta por fin tras haber insistido por tercera vez, pero no era para nada lo que se estaba esperando. Nadie a bordo de la nave le habló directamente, sino que el sonido que le llegó a su armadura fue el de una alarma resonando con fuerza y ahogando cualquier cosa que un ser vivo en el interior de aquella estructura pudiera decir. El enfado en Miraq se convirtió en preocupación, y cuando sus ojos captaron lo que estaba pasando, la expresión de su cara dejó salir un horror inimaginable.

    — ¡¿Qué está pasando con nuestro navío?! — gritó como si hubiera visto un fantasma.

    Cuando todos los yarlemianos y velivinos dirigieron sus ojos hacia el cielo, fue que vieron lo mismo que su líder. Todo ser vivo situado en las afueras del castillo atestiguó como la colosal estructura espacial de la Sociedad Galáctica se desplomaba del suelo en caída libre, tomando velocidad con cada segundo de descenso hasta que se estrelló violentamente contra el suelo. El impacto tan potente sacudió la tierra, y varias explosiones se formaban en los alrededores, empezando a enviar pedazos de piedra y ladrillos por los aires. Las casas y edificios que los traliod habían construido en aquel lugar, en las proximidades del castillo, fueron engullidos por una bola de fuego que empezó lanzar escombros y cenizas por los aires. El noventa por ciento de la ciudad quedó totalmente destruida y sumida en el caos que provocó la caída de esa nave hacia el suelo, y su consecuente explosión. Apenas las primeras casas y edificios más próximos al castillo seguían intactos, ya que el resto de la ciudad se convirtió en pasto de las llamas. Los últimos escombros que fueron lanzados al aire terminaron por derrumbar cualquier resto de estructura que hubiera quedado en pie pese a un impacto tan fuerte.

    — ¡¿Cómo pasó?! — Miraq no lo podía concebir — ¡¿Cómo hicieron para destruir nuestro navío?!

    — ¡Nuestra ciudad! — el grito de horror de los traliod que estaban patrullando en las cercanías se hizo notar — ¡La han arrasado de golpe!

    Junto con la destrucción de la infraestructura, todos los guerreros de los traliod y de la Sociedad Galáctica que se encontraron en el radio de explosión habían fallecido, y eso provocó un terror mucho más grande en todos los que se habían salvado de ser alcanzados por la destrucción ocasionada por la caída del navío.

    […]

    — Xorxaik… — Allecreod veía desde el suelo como la bola de fuego acababa de desaparecer — Has…

    — ¡Arrasó la ciudad para nosotros! — Abel no cabía en sí mismo de todo el asombro presente en su cuerpo — ¡Ese robot es un monstruo!

    — Se aseguró de eliminar todos los obstáculos y de dejar el castillo intacto — Ace empezó a ponerse de pie, reflexionando sobre la gran ayuda que les había otorgado el robot — Ninguno de los nuestros fue lastimado, mientras que todos los enemigos que fueron alcanzados por esa explosión habrán muerto calcinados.

    — ¿Y ahora? — Faron todavía no terminaba de procesar lo que había visto — Ellos han quedado…

    — ¡Es el momento de atacar! — Ace gritó a todos los soldados que estaban en el suelo — ¡Xorxaik les ha asestado un golpe mortal que seguro los habrá desmoralizado! ¡Aprovechemos esta oportunidad de derrotarlos antes de que se recuperen! ¡Xorxaik nos consiguió una gran ventaja para que nuestra misión sea un éxito! ¡Vamos a hacer que valga la pena!

    El deseo de combatir a los enemigos remanentes que siguieran con vida, pero afectados tras haber contemplado una jugada arriesgada por cortesía de su robot, empezó a resurgir en todos los humanos que tenían una misión por cumplir. Sabían que una explosión como esa solo habría dejado cadáveres a su paso, y que los números de los enemigos se habrían reducido en gran medida para salir a hacerles frente. Deseosos de poder llevar su misión a un punto culmine, todos los soldados se pusieron de pie y empezaron a marchar de regreso a la ciudad de la cual los enemigos los expulsaron hacía muy poco tiempo.

    — Es ahora o nunca, me aseguraré de que sea ahora — Noak pensaba mientras caminaba detrás del comandante Lakor.

    — Te lo debemos, Xorxaik — Ace pensó en la posibilidad de que el robot hubiera realizado su último movimiento — Todo lo que hemos conseguido hasta ahora fue por ti. Ahora nos toca a nosotros acabar con esta lucha.

    La moral en todos ellos estaba en lo más alto, dejándose ver mientras ellos avanzaban gritando a flor de piel con ansias de ponerle fin a las vidas de sus enemigos y escapar de aquel planeta oscuro para poder dirigirse hacia un hogar verdadero.

    […]

    Para guardar precauciones de que no se produciría ningún tipo de daño en el interior del crucero robado a la Sociedad Galáctica, Xorxaik abandonó la estructura y se alejó unos cuarenta metros, lo que consideró como una distancia lo suficientemente segura para poder llevar a cabo sus siguientes acciones.

    — Ese ha sido mi último aporte a esta misión — el robot era consciente de que la destrucción del navío enemigo no había hecho nada significante para detener las rutinas maliciosas que se ejecutaban en su interior — Los archivos de mi memoria siguen siendo enviados y reemplazados por basura, aunque ahora no hay ningún receptor que pueda acceder a ellos. Simplemente se están perdiendo en el vacío.

    Incapaz de configurar la ruta de destino de sus archivos para que estos fueran a parar al interior de la nave que estaba en posesión de los humanos, el robot decidió que la mejor ruta de acción era ponerse un fin a sí mismo antes de que sus instrucciones fueran reemplazadas y su sistema de inteligencia artificial pudiera tomarlas para convertirse en una amenaza para las personas a las que servía.

    Al tener gran parte de sus procesos bloqueados o simplemente eliminados, el robot tuvo que utilizar los propios dedos metálicos de sus manos para ejercer presión lo suficientemente fuerte para poder abrir su cuerpo. Una vez hizo la brecha que necesitaba, se arrancó directamente el trozo de metal que cubría la parte delantera de su torso, lugar en el que estaban instaladas sus unidades de memoria, su batería que se recargaba a sí misma con energía lumínica y su procesador. Alrededor de tales instrumentos se encontraban los circuitos que conectaban sus sensores visibles y de sonido a su procesador, y más abajo estaban aquellos conectores que le permitían tener autonomía sobre sus brazos y piernas.

    Antes de empezar con el auto sabotaje que acabaría con él, inclinó su cuerpo ligeramente hacia adelante. Una vez que consiguió el ángulo que quería, fue allí que empezó. Con ambas manos, arrancó directamente los circuitos de sus piernas, las cuales ya no podría mover. Lo siguiente que hizo fue aplastar con la mano izquierda el controlador que estaba conectado a sus sensores ópticos, y con la derecha el que manejaba el sistema auditivo. En tan solo cuatro movimientos inhabilitó sus piernas y se aseguró de no poder ver ni escuchar nada a partir de ese instante. Su mano izquierda se situó sobre la batería, y la derecha sobre las unidades de memoria; y en tan solo un segundo, ambas quedaron aplastadas.

    Con la memoria totalmente destruido, lo único que quedaba de su esencia eran las instrucciones que él había cargado en su procesador, y que se ejecutarían de inmediato antes de que la ausencia de batería lo apagara por completo. Su mano izquierda arrancó todos los circuitos que mantenían funcionando a su brazo derecho, quedando con solo una extremidad utilizable. La última acción que realizó el robot fue mover su mano izquierda hacia la sección de su procesador interno, para acto seguido aplastarla por completo y así provocar que ninguna otra instrucción pudiera ser ejecutada por él.

    Una interfaz interna empezó a disparar mensajes de error uno tras otro, y luego de un mensaje breve en el que se podía leer “múltiples errores críticos” en código binario, todo el sistema de Xorxaik quedó apagado por completo. Todo lo que optó por dejar intacto en su interior cesó su funcionamiento, puesto a que ya no había ningún sistema capaz de realizar acción alguna. A medida que en su interior se producían corto circuitos, su cuerpo, inclinado hacia adelante por él antes de apagarse, cayó sobre su propio peso y quedó tumbado sobre el suelo, tal y como él había hecho con el navío de la Sociedad Galáctica. Alejado del crucero que estaba ya preparado para llevar a la humanidad de regreso a Edagr, el tiempo de vida útil de Xorxaik se había terminado.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos, amigo mío. Que buen capítulo este, honestamente. La narración de la batalla ha sido top y lo que ha ocurrido me ha dejado con la boca abierta, así que sin duda ha sido un excelente capítulo en el clímax. Chapó. Paso directamente a comentarlo.

    El inicio muestra como Ace, Noak, Abel, Allecreod, Faron, Xorxaik y el resto de soldados enfrentan a un escuadrón de defensa de la Sociedad Galáctica en el aterrizaje. Una lucha breve que cae del lado ganador, el de los humanos, al ser más numerosos. Tras esto, el grupo evalúa cual va a ser el siguiente movimiento, sabedores gracias a Xorxaik (que está en la nave hackeando al navío enemigo :dancecat:) de que los humanos cautivos están en el castillo de la ciudad trailod. Así pues, el comandante Lakor y sus soldados se dirigen hacía allí.

    Por el lado enemigo, Miraq es notificado de que su escuadrón defensivo ha sido pulverizado, algo que no sienta nada bien al líder yarlemiano. Pero no solo a ellos, tanto Hufan como Yma se sienten decepcionados con sus aliados, que no han podido ni siquiera causar bajas en los humanos recién llegados. Insinuándole su inutilidad :yagami:, sus majestades trailod proponen aportar soldados a la batalla, algo que Miraq no quiere pero que termina cediendo por las presiones. Su actitud extraña a los líderes trailod, pero dado que sus soldados van a participar, lo dejan estar. Así pues, inicia una gran batalla en el interior de la ciudad, con el objetivo de Ace y los demás de llegar a las inmediaciones del castillo y rescatar a su gente. No obstante, mientras esto da comienzo, Xorxaik descubre que está siendo hackeado, por así decirlo, y sus sistemas están corrompidos. :sadexo:

    Ace hace que sus soldados se dividan en dos grupos, pero el avance es casi imposible con la fuerza bruta de sus enemigos y sus cañones, que empiezan a provocar serias bajas en el bando protagonista. Una batalla perfectamente narrada y que se disfruta, porque te hace imaginar literal lo angosta que es la situación, viendo que quieren avanzar pero simplemente les es imposible. El comandante Lakor no tiene más alternativa que ordenar la retirada, teniendo que irse de la ciudad con numerosas bajas. Sin embargo, tanto trailod como SG no van a seguirles, lo que deja en claro que les van a esperar para no agotar sus recursos. Al fin y al cabo, los que tienen la necesidad de entrar son los humanos, y que mejor que esperarles a ir tras ellos.

    Visto lo visto, resulta realmente complicado para los protagonistas, que empiezan a evaluar la posibilidad de pedirle a Xorxaik apoyo a pie de campo. Pero cuando Ace se comunica con el robot, descubre por él mismo que ha sido hackeado y que tiene poco tiempo antes de que se convierta en un problema para aquellos que lo crearon. Sin embargo, parece tener un as en la manga que tanto enemigos como aliados están por ver. Y es que Xorxaik logra hackear el navío de la SG para estrellarlo contra la ciudad sin dañar el castillo, destruyendo el 90% de la ciudad y matando así a muchísimos trailod y soldados de la SG. Un último servicio para aquellos con los que ha vivido tanto, generando así la oportunidad de que estos puedan asaltar directamente el castillo e igualar fuerzas. Visiblemente nerviosos en el interior del castillo, se preparan para el asalto mientras Xorxaik decide autodestruirse a su manera, para evitar que el hackeo enemigo pueda convertirlo en una amenaza para los suyos, dándole así un muy buen final a su personaje. :astronauta:

    Que decir, amigo, ha sido un gran capítulo. El personaje de Xorxaik, claramente, se gana el protagonismo no solo de este capítulo sino de la parte en sí, siendo pieza fundamental en muchos momentos. Su ausencia es un claro inconveniente y desventaja para el futuro de la humanidad, pero su sacrificio bien puede significar la liberación y unión de la humanidad. Quien lo iba a decir, un robot sacrificándose por humanos que se encuentran divididos tanto física como ideológicamente. :anicry:

    En fin, estoy deseando ver como se desarrolla el asalto al castillo, con suerte (rezaré para ello :shani:), morirán Miraq, Hufan e Yma, algo que me convertiría por breves instantes en uno de los hombres más felices de la Tierra. Ojalá suceda. Nos vemos en la siguiente, un abrazo.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Ciencia Ficción
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    Saludos. Aprovecho uno de mis últimos ratos libres de esta tarde del domingo para publicar el capítulo 35 de LGC VIII. Ya nos estamos acercando al final. Queda menos de un cuarto de historia para que esta parte que arrancó en agosto del 2024 se termine :)

    Quiero agradecer una semana más a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en la historia a través de las leídas por Discord y los comentarios. Realmente son cosas que hacen que la publicación se disfrute casi como la lectura.

    Por el momento no actualizo guía de personajes. Eso quedará para otro día. Sin más para decir, va el capítulo.

















    Montaña de cadáveres:

    Las imágenes de Edagr que la nave humana cuya tripulación estaba protegida por la sub comandante Natasha Zafiro estaba captando no eran nada alentadoras. Tras haber entrado en su atmósfera, la comandante llamó a personas con experiencia en equipos informáticos para que realizaran un escaneo de la situación actual de su mundo, y lo que había visto no la dejaba contenta. La sub comandante, su compañera Alicia, y los dos soldados que habían viajado a casa con ella, veían como en el suelo de las calles se encontraban varios cuerpos en descomposición. Reconocían que una gran mayoría era de yarlemianos y velivinos, pero los cuerpos humanos no se quedaban demasiado atrás cuando se hizo ese conteo.

    — La situación está peor de lo que podríamos pensar — Natasha se alarmó un poco al ver todo eso — Y no tenemos forma de contactar con Gwyn o con Thomas.

    — Ni siquiera hay garantía de que ellos estén vivos — uno de los soldados de ER se mostró pesimista — Lamento decirlo de esa forma, pero es la verdad. No hay manera de saberlo.

    — Los trenes solares están en uso y movimiento — Alicia podía verlos desde el monitor principal — Acercarnos a ellos sería una buena oportunidad de estar a salvo y que nos pongan al día de lo que ocurre aquí.

    — ¿Acercarnos? — Natasha veía a su amiga muy segura de querer participar — ¿Tú vas a venir con nosotros?

    — Vas a necesitar toda la ayuda que puedas tener allí, Natasha — Alicia le sonreía plenamente — Y viendo que estos malnacidos van con todo lo que tienen, creo que me corresponde pelear si estoy en condiciones de hacerlo. Sé que me falta práctica con un arma de fuego, pero nunca dejé de entrenar ni de usar mi energía.

    — Tenía planeado dejarte aquí a cargo de la nave en mi ausencia — su líder apreció ese gesto de parte de ella — Pero me servirá mucho tener un par de ojos extra allí abajo. Eso sí, antes de que vayas a pelear, tendrás que ponerte una armadura para protegerte.

    — Es lo primero que haremos — Alicia estaba feliz de que tendría una oportunidad de hacer un aporte en el campo de batalla — Luego de eso, nos sumaremos a un escuadrón de soldados y ayudaremos en lo que haga falta.

    Habiendo visto un panorama general de la situación, notando además como grandes grupos de soldados patrullaban por las calles con el fin de defender a la población que pudiera estar expuesta, la sub comandante indicó a su compañera y a los dos soldados que la siguieran, y a los que quedarían a bordo en la sala de comandos que realizaran el aterrizaje cerca de una entrada despejada en la ciudad de Skymning en unos cinco minutos, en donde ambas y sus compañeros habitaban.

    Los cuatro que iban a descender y a sumarse al conflicto aprovecharían esa franja de tiempo para poder saludar a los que dejarían atrás en la nave durante su ausencia, principalmente, en quienes más cercanos eran a ellas dos. Natasha todavía no tenía su casco puesto, pero lo portaba en la mano, dando a entender que pronto se cubriría la cabeza para protegerse con él. Antes de que pudiera darse el aterrizaje, la mujer se dirigió al salón comedor, donde se encontraba una gran cantidad de seres humanos, preparados para poder atender a quienes llegaran buscando escapar de un campo de batalla como lo era el planeta.

    Arick, Sky, y los cuatro jóvenes que se habían hecho amigos de ellos estaban mirándola atentamente, principalmente los dos más jóvenes entre ellos. Arick corrió hacia ella y le dio un fuerte abrazo, aunque no era capaz de sentir mucho más allá del metal que cubría su cuerpo. Sky se mostraba conmovida por esa escena, puesto a que sabía lo mucho que Arick estimaba a sus padres, y ese cariño era agradable a su vista.

    — Cuídate mucho, mamá — Arick se sentía un poco afligido, pese a que sabía que ella debía ir — Me da miedo pensar que tú y papá estarán peleando en dos sitios diferentes. Si algo sale mal, no estarán allí para ayudarse.

    — Descuida, Arick — Natasha le acarició el rostro con ternura — Yo no estaré sola. Y sé cuidarme muy bien. No permitiré que los malditos que tanto daño hicieron me hagan nada ni a mí ni a nadie más. Es una promesa.

    — Por favor, encuentra a Azel y tráelo aquí — Arick quería volver a ver a su hermano menor, y que estuviera a salvo de todo el conflicto — Y a Cade, y a Kite. Una vez estén fuera de peligro, tú y los padres de Sky podrán pelear tranquilos.

    — Es lo que haremos — Natasha tenía en mente esa idea, brindada por su hijo — Pero primero tengo que encontrarlos y saber en dónde están los chicos.

    — Por favor, dígale a mi mamá y papá que me encuentro a salvo y que cuidaré mucho a Kite y a los demás — Sky necesitaba sentirse útil — Quiero que ellos sepan que pueden confiar en nosotros dos y en el resto.

    — Eso haré, Sky — Natasha se comprometió con la chica — Ellos estarán felices al ver que te encuentras a salvo del peligro. Claro que ellos ya lo sabían, pero sé que lucharán con más fuerza cuando sepas que ya estás aquí.

    — Gracias por hacerse cargo de la gente que vaya a refugiarse en este lugar — Alicia sentía mucho orgullo por ambos chicos — El futuro de nuestro planeta estará a salvo si personas como ustedes van a encargarse de cuidarlo.

    Arick y Sky se sonrojaron por el cumplido que la mujer les había dado. Ambos recordaron los momentos que compartieron con ella en su infancia, y las veces que se había presentado a cuidarlos cuando eran niños. Ver que ella regresaría a pelear para prestar ayuda a sus padres, los dejaba muy tranquilos a los dos. Siempre que ella los cuidó, una sensación de seguridad los envolvía, y eso mismo era lo que estaban sintiendo en ese momento. Ambos se acercaron a la mujer que era como una tía para ambos, y la envolvieron en sus brazos para mostrarle su cariño. Una vez que tanto ella como Natasha pudieron despedirse de los dos, ellas abandonaron la sala y se agruparon para estar cerca de los soldados que les harían compañía.

    Viéndolas marchar de la sala, Arick y Sky empezaban a sentir una leve tristeza por lo que estaba aconteciendo en su mundo. Ansiaban llegar a Edagr y presentarle a sus nuevos amigos un mundo pacífico donde ellos podrían empezar una nueva vida, y brindarles el apoyo mientras esperaban que el resto de soldados regresara de la misión de recuperar a los demás. En vez de eso, Arick y Sky se preocupaban tanto por los conflictos que pudiesen darse tanto en Edagr como en Tralio.

    Al ir a sentarse, Winter, Artem, Jessica y también Iker se acercaron a ellos, tomándolos de las manos a los dos para ver si eso servía para tranquilizarlos.

    — Veo que estamos iguales — Jessica empezó una conversación para aligerar los pensamientos — Todos tememos por nuestras familias. Y todos estamos decididos a ayudar en lo que podamos.

    — No somos tan diferentes, al final del día — Iker lo veía de esa manera — Es una lástima que no hayamos terminado en el mismo mundo. Sé que habríamos vivido con tranquilidad, y disfrutando una vida pacífica. Desearía que todos en casa pudieran vernos ahora, y ver lo bien que podemos convivir y ayudarnos.

    — Fue un conflicto con los edagrianos el que unió a Zenith y Black Meteor — Sky mencionaba lo que se le enseñó en clases de historia — Y este conflicto con la Sociedad Galáctica podría unir a nuestra gente.

    — Cómo quisiera que no fuera necesaria la intervención de una raza alienígena para que podamos unirnos y trabajar en equipo — Arick lo veía de un modo algo pesimista — Imaginen lo que habrían conseguido nuestros padres si hubieran podido trabajar todos juntos.

    — Tal vez la Tierra que ellos mencionan con tanta nostalgia todavía existiría — Winter sabía que no tenía como descubrirlo — Solo espero que lo tengan en cuenta cuando todos estén en Edagr.

    — Confías mucho en mi papá — Arick sonreía al ver que Winter no dudaba de él.

    — En lo poco que pude compartir con él, lo noté como una persona que puede inspirar esa seguridad y confianza — Winter respondió a lo dicho por su primo — Estoy seguro de que él podrá salvar a toda la humanidad en Tralio y traerlos aquí… Solo espero que mi familia esté viva para cuando él llegue. De lo contrario…

    — Hey, están a salvo — Sky buscó la manera de consolar a su amigo — Tenemos que tener esperanza. Ellos estarán bien, al igual que nuestra familia y amigos en Edagr.

    El optimismo y buen ánimo de la chica, sobre todo sabiendo que ella decía esa clase de cosas buscando contagiar esas sensaciones en todos los presentes, era de admirar para sus amigos. Artem se mostró con tranquilidad. Después de enterarse sobre cómo la humanidad en Edagr pudo derrotar a dos escuadrones de la Sociedad Galáctica en Yarlem, asumió que el mismo destino seguiría para el resto de grupos enemigos a los que les tocara enfrentar tanto en Tralio como en su mundo.

    — Una derrota no es el fin — el mayor de los jóvenes quería que lo vieran por ese lado — Si las batallas en Edagr se complican, el grupo de tu padre aparecerá y los ayudará a terminar con esto. Lo mismo en Tralio, si el enemigo resulta ser demasiado feroz, sé que desde aquí podrían enviar refuerzos a ese mundo.

    — Es verdad — Winter no lo había pensado de esa manera — Solo tienen que asegurarse de ganar en uno de los dos lugares. Si ganan en alguno de estos dos mundos, solo sería cuestión de tiempo a que la victoria fuera total en el otro.

    — De preferencia, sería más conveniente una victoria en Tralio, ya que los soldados de Edagr conocen mejor este mundo que el otro — Jessica se enfocaba en ese aspecto — Los militares de nuestro mundo se han ido con ellos. Si los de Edagr tienen que ir a pelear a Tralio…

    — Irán a pelear en la oscuridad — Sky lo mencionó de esa manera — Es verdad. Roguemos para que ambos grupos ganen, pero si alguien tiene que recibir refuerzos, esperemos que nos hagan falta aquí, y no en ese mundo tan lejano.

    Gracias a esa pequeña charla respecto a cómo funcionaba una guerra con dos frentes abiertos, fruto de los conocimientos que cada uno de los chicos había adquirido gracias a las clases recibidas en academias militares, se pudieron desconectar levemente de la realidad en la que estaban. No fue hasta que la nave empezó a descender al planeta Edagr que vieron interrumpida su charla. En menos de un minuto, pudieron sentir como la nave ya había tocado la superficie rocosa de aquel mundo. Y no había transcurrido ni siquiera otro minuto de diferencia hasta que una pequeña sacudida evidenció que su nave nuevamente se había elevado hacia la órbita del planeta donde vivían los humanos que habían pertenecido a Zenith y a Black Meteor.

    — Mamá ya está en tierra firme, y Alicia también — Arick juntó ambas manos, como si quisiera realizar una plegaria por su bienestar.

    — Mi mamá, mi papá y ellas dos ya lucharon en este mundo una vez — Sky rememoraba las historias que se le contaban a ella y a Kite — Fueron héroes una vez. Tengamos fe en que lo serán una vez más.

    […]

    — Arick, Sky, Winter y los demás están a salvo — Natasha veía como su nave se elevó a los cielos tras haberse alejado un poco — Me sienta mal que Hana no pueda estar allí también.

    — Si ella estuviera allí, Gina y Noak nos estarían haciendo compañía ahora — Alicia entendía los deseos de su compañera.

    — Y sé que Azel se sentiría mucho mejor si pudiera saber que su amiga Hana está a salvo — la mujer pensó en su hijo y en lo triste que se pondría por su ausencia — Pero lo mejor será no concentrarnos en lo que no podemos cambiar. Vayamos a buscarte una armadura, y veamos si podemos reunirnos con Gwyn y Thomas. Ellos dos sabrán en donde se encuentra mi hijo, y de seguro tendrán un plan para enfrentar esta invasión. Por algo los trenes están en marcha.

    Con ese objetivo en mente, Natasha pidió a los dos soldados que la acompañaban que se pararan en el final de una fila de avance estando un par de metros separados uno del otro. Alicia fue puesta en el medio, y la sub comandante Zafiro fue quien encabezó el grupo situándose delante de los tres. La idea de la mujer era formar un triángulo para cubrir a su compañera en caso de que algún grupo enemigo saliera de las sombras a hacerles frente en un intento de matarlos o capturarlos para ser llevados en un intento de convertirlos en esclavos.

    — Mira las calles, esto es un desastre — uno de los soldados que iba en el grupo se sentía asqueado — Yo todavía era un cadete cuando lucharon contra los edagrianos. ¿Esa experiencia fue igual?

    — Igual de desagradable, así es — Natasha le dio la respuesta que buscaba — Por eso sería bueno que los humanos que Ace va a rescatar de Tralio colaboraran con nosotros e hicieran un aporte a nuestro mundo. Me gustaría evitar tener que volver a pasar por algo así.

    — Roguemos para que esto no acabe igual que como acabó la guerra con los edagrianos — Alicia todavía tenía un leve trauma respecto a ese evento.

    Las palabras de aquel soldado, apreciando lo horrible de los alrededores, iban dedicadas al paisaje de las calles de la ciudad de Skymning, a la cual acababan de ingresar. Aunque fuera en los límites de la ciudad, se podían ver manchas de sangre secándose al sol, casquillos de balas, posiblemente pertenecientes a las armas enemigas, cuerpos descomponiéndose con los órganos por fuera y atrayendo una cantidad inmensa de insectos similares a las moscas de la Tierra. A la vista de los cuerpos y al ruido de tantos bichos rondando los mismos se le sumaba el olor desagradable que emanaban estos. Natasha y Alicia rememoraron los días en los que vieron por última vez esa clase de imágenes, con la diferencia de que ya no había cuerpos de edagrianos, garaks o ryfiers adornando el lugar. En esa ocasión nada más eran yarlemianos, velivinos, y para desagrado de ellas, seres humanos que eran compañeros del ejército.

    Alicia y Natasha sabían que debían prestar atención a los cuerpos, puesto a que no había ninguna forma de saber si Thomas o Gwyn pudieran seguir con vida a esas alturas. Por estar frente a Arick y sobre todo de Sky, las dos mujeres guardaron apariencias y mostraron optimismo por sus dos compañeros, pero lo cierto era que ninguna oportunidad podía descartarse en contra de adversarios que les cortaron las comunicaciones.

    — Por favor, que ninguno de los dos haya sido herido — Alicia sentía un afecto muy especial por ellos dos — No soportaría seguir perdiendo amigos tan valiosos luego de todo lo que tuve que enfrentar.

    A la mente de la chica llegaron las imágenes de todos los seres queridos, tanto familiares de sangre como amigos muy cercanos, a los que perdió a lo largo de todos esos años.

    — Liam, Dustin, Sharyn, Agustina, Michael… — la chica pensó en aquellos con quienes se llevó mejor — Ya he tenido que despedir a muchos. Por favor, nadie más.

    Natasha no podía relajarse ni un solo momento. La sensación de saber que compañeros de ER y de DCT habían perdido la vida en combates tan intensos no hacía fácil para ella ese proceso. Creyó que, si ellos podían caer abatidos, un grupo tan poco numeroso como el de ella tenía posibilidades considerables de sufrir el mismo destino. Lamentaba no haber podido hacer aterrizar la nave en una zona cercana a las terminales de los trenes solares, ya que, si lo hiciera, solo debería esperar muy poco tiempo hasta que todos fueran recogidos y llevados a la terminal, donde podrían agruparse con otro grupo más grande y tener un mejor contexto de la situación actual que se vivía en el planeta.

    — Esto está muy tranquilo — Natasha susurraba, para no llamar la atención — Pero probamos las comunicaciones cuando llegamos. Seguían caídas. Quiere decir que la Sociedad Galáctica sigue aquí. El problema es que no sabemos en dónde.

    — Si se preparan para una emboscada… — Alicia temía lo peor — ¿Qué tan lejos estamos de la base militar más cercana?

    — No falta demasiado para que lleguemos, descuida — Natasha le decía buscando tranquilizarla — No me gusta la idea de no saber si hay enemigos cerca, pero diría que no perdemos nada al intentar correr hacia el lugar. El riesgo ya está presente, después de todo.

    Viendo que la idea no era tan descabellada, los cuatro soldados que patrullaban por las calles se pusieron a correr sin romper la formación en forma de triángulo que la propia comandante había ideado para que pudieran cerrarse de forma rápida y proteger a Alicia si es que recibían un ataque sorpresa. Al momento de avanzar a toda velocidad, la distancia entre todos se acortó, y permitían un menor margen de tiempo al enemigo para que pudieran disparar desde la distancia. Otro motivo que los impulsaba a moverse era el dejar atrás los cuerpos que estaban desparramados por todo el sitio. No tenían idea de si a sitios a los que iban a dirigirse estarían menos poblados de cadáveres, pero sentían que valía la pena el esfuerzo de tratar de alejarse de estos y así quitarse el trago amargo de ver a sus compañeros muertos junto a los enemigos.

    — Merecen ser quemados — Natasha pensaba en relación a los militares de la Sociedad Galáctica — Y los nuestros merecen ser honrados como se debe. Igual que los héroes de la guerra edagriana, ellos murieron protegiendo este mundo.

    […]

    Tan pronto como Alicia ya tenía una armadura que se ajustase a las medidas de su cuerpo, tanto ella como Natasha y los otros dos soldados estaban en las calles una vez más. La base militar que encontraron primero estaba vacía en casi todos los aspectos, de modo que solo quedaban piezas de armadura para los soldados. Cualquier tipo de arma, munición, vehículos o incluso provisiones militares o kits de primeros auxilios habían sido retirados de ese lugar, y por esa misma razón no quedó ni un solo soldado en dicho sitio. Natasha rogaba que los materiales hubieran sido tomados por los humanos, y que nadie de la Sociedad Galáctica les hubiera puesto las manos encima.

    — ¿Hacia dónde? — Alicia no tenía idea por donde ir en su propio mundo — No hemos escuchado indicios de conflictos en ningún lugar.

    — Iremos hacia las vías del tren, allí esperaremos a que un tren solar nos lleve hasta la terminal — Natasha lo vio como lo más sensato — Claro que, esto es solo si no vemos o escuchamos conflictos. Si aparece el más mínimo indicio de problemas, cambiaremos de trayectoria.

    Dicho y hecho, los cuatro soldados que componían los únicos refuerzos que iban a tener sus compañeros en Edagr, empezaron a avanzar con rapidez, pero tranquilos mentalmente en dirección hacia uno de los puntos estratégicos sobre los cuales pasaban los trenes solares, en los cuales asumieron que viajarían soldados listos para disparar con las torretas tan pesadas que habían hecho sudar a la humanidad en la guerra en su momento.

    Al ir corriendo por las calles donde los únicos seres que se encontraban ya estaban muertos, la sub comandante no podía quitarse de la cabeza las imágenes que vio de grupos de soldados patrullando las zonas céntricas de la ciudad, siendo algo muy extraño para ella. Asumió que debía ser alguna especie de decisión tomada por Thomas y Gwyn, o por quien se hubiera quedado a cargo en caso de que algo hubiera ocurrido. Sin escuchar ningún sonido que proviniera ya sea de sus compañeros o de los enemigos, los cuatro soldados llegaron hacia las vías del tren, en donde empezaron una nueva espera para ser recogidos por alguno de los trenes que estuviera realizando recorridos en busca de enemigos o aliados.

    — ¿Dónde están todos? — Alicia no podía evitar sentir escalofríos al no escuchar nada — No hay enemigos, ni soldados aliados, ni civiles. Parece una ciudad fantasma.

    — Esta vez nosotros no somos los que vienen a atacar — Natasha comparó la situación actual con el momento de la guerra contra los edagrianos — Esta vez nos toca defender. Cuando luchamos en la guerra, los edagrianos que no sabían pelear se mantenían escondidos y lejos de nuestros escuadrones. Tal vez esa sea la estrategia usada por los nuestros.

    — ¿Y los enemigos? — Alicia sospechaba al no ver a ninguno cerca — Si siguen interviniendo en las comunicaciones, entonces deben estar cerca. ¿Por qué no escuchamos ni un solo sonido de conflicto?

    — No tenemos idea de qué clase de batalla estén librando nuestros amigos — Natasha le decía, sin saber qué más responderle — Tal vez estén realizando planes para atacar de manera combinada. No conozco muy bien el modus operandi de los soldados de la Sociedad Galáctica en un planeta que no es suyo. No hay nada de donde me pueda basar.

    — ¡Sub comandante, mire! — le indicó uno de los dos soldados — ¡Se acerca uno de los trenes!

    — Hagamos señales, así se detendrán por nosotros.

    Los tres en el equipo vieron como la sub comandante Zafiro empezó a agitar los brazos al aire buscando ser avistada por los humanos a los que ella podía ver subidos arriba del techo de aquel vehículo. No quería gritar, puesto a que, si eso alertaba a algún enemigo cercano, todo podría terminar mal para ella y para sus acompañantes. Alicia y los dos soldados imitaron sus acciones, y todos agitaban las manos al aire para tratar de captar la atención del tren. Su objetivo se cumplió, puesto a que desde sus posiciones podían ver como el vehículo terrestre equipado para combates perdía velocidad a medida que se iba acercando a ese grupo. En menos de dos minutos, estaba totalmente detenido ante los cuatro recién llegados, y por precaución, solo uno de los humanos abandonó su puesto de manejo de la torreta para acercarse a interrogarles.

    — ¿Qué se supone que hacen aquí? — preguntó, sin poder verificar sus identidades por los cascos.

    — ¡Acabamos de llegar al planeta! — Natasha sabía que con su voz no bastaría para hacerse reconocer — ¡Soy la sub comandante Zafiro! ¡He venido a ayudar!

    — ¡Sub comandante, grandioso! — uno de los soldados arriba de una torreta se puso de pie — ¡Suban a bordo y sujétense! ¡Los llevaremos a la terminal, allí se encuentra la comandante Fairin! ¡Ella los pondrá mejor al corriente de lo que está ocurriendo, nosotros sabemos muy poco, solamente recorremos la ciudad y combatimos a las fuerzas enemigas! ¡Lamentamos que no sea el mejor aporte posible!

    Felices de tener a alguien más en casa para llevar a cabo las batallas, los diez soldados que operaban las torretas de batalla se levantaron de sus lugares y prestaron una mano para que Natasha, Alicia y los dos soldados que les hacían compañía pudieran subir al techo del tren, y así viajar a bordo de este en compañía suya para ser llevados a la terminal en donde se encontraba operando la comandante de DCT. A las dos mujeres se les hacía raro que solo la hubieran mencionado a ella y no a Thomas, sin saber si eso era por el hecho de que su paradero era desconocido o si se debía a alguna otra razón.

    Temerosas al no saber lo que se iban a encontrar, las dos mujeres y los otros dos soldados se sujetaron fuerte de las torretas y empezaron a experimentar un no tan placentero viaje llevado a cabo en el techo de un tren.

    […]

    Gwyn se encontraba en el interior de la terminal desde la cual partían los trenes de batalla, siendo ese el único punto estratégico que conectaba con las terminales de las tres ciudades. Para monitorear mejor la situación, la comandante eligió tener su base principal para el conflicto en ese lugar, puesto a que desde allí podría acudir directamente a la mayoría de los puntos de Skymning, Galaxy y Himmel y lo único que le haría falta sería subirse a bordo de uno de los trenes.

    Esperando a que los enemigos realizaran alguna especie de movimiento, ella se encontraba marcando un mapa físico de las tres ciudades en donde se podían ver varias cruces y círculos pintados con marcador rojo. Ignoraba la mayoría de los trenes que iban y venían, puesto a que entendía que estos simplemente terminaban sus patrullas y solamente pasaban a consultar el estado del conflicto, y fue por eso que no se dio cuenta que dos amigas suyas habían entrado al interior del edificio principal de la terminal para dirigirse a ella.

    — ¡Gwyn! — el grito de Natasha le llamó la atención.

    La comandante reconoció inequívocamente la voz de su compañera, y sabiendo que se trataba de ella, dejó de mirar el mapa y se apartó de la mesa en la que estaba, para ver allí a Natasha y a Alicia, ambas con armadura y sin sus cascos puestos. Alegre de verlas a las dos sanas y salvas, sobre todo a Alicia, ella corrió para abrazarlas y mostrarles su afecto.

    — ¡Regresaron! — Gwyn las envolvió a ambas con los brazos — ¡Estás a salvo, Alicia!

    — Yo también estoy feliz de verte, hermana — Alicia le dio un beso amistoso en la frente a su gran amiga — Natasha y yo hemos venido a ayudarte. Parece que lo necesitas.

    — Así es, como no se lo imaginan — la mujer estaba muy aliviada de verlas a las dos — ¿Estás segura de que quieres hacer esto, Alicia? Tú ya te habías retirado del ejército.

    — Puedo combatir, y sigo siendo parte de Exploración y Rescate — su amiga le contestó con determinación — Voy a pelear para que esos malnacidos mueran o se vayan de este mundo sin llevarse a más humanos con ellos.

    — Gwyn, ¿en dónde está Thomas? — Natasha quiso sacarse esa duda rápido de encima — Nos dijeron que estabas aquí, y creímos que él te estaría acompañando. Pero no lo vemos cerca.

    — Él… — Gwyn no puso su mejor cara — Se está recuperando en el hospital.

    — ¡¿Qué fue lo que le hicieron?! — Alicia temía que lo hubieran lastimado.

    — Fue herido en el primer día que nos atacaron, y perdió mucha sangre — Gwyn las ponía a ambas en contexto — Está vivo, y se recuperará pronto. Pero le tuvieron que hacer una transfusión de sangre. Aunque dijeron que en tres días ya caminaría, estará incapacitado para pelear por una semana y media, o tal vez más. No podrá ayudarnos.

    — Una razón más para que yo participe en esto — Alicia consideró que fue buena idea formar parte del conflicto — Haré lo mejor que pueda para cubrir su puesto en cada sitio donde tú me necesites.

    — ¿Y los niños? — Natasha creyó que Gwyn no se guardaría el estado de Azel o los chicos si les hubiese pasado algo grave, pero aun así quería preguntar.

    — Azel y Kite están en un refugio que hemos designado para proteger a los civiles, los pude ir a visitar el día de ayer — Gwyn no mencionó a uno de los tres.

    — ¿Y Cade? — Alicia, quien no podía dejar de pensar en las últimas charlas que tuvo con Gina y Noak, se preocupó por no escuchar su nombre.

    — Él… — Gwyn dejó caer un par de lágrimas de los ojos — Lo siento por no decírselos primero… Él perdió la vida. Lo lastimaron, y cuando Thomas lo estaba llevando al hospital, sufrió un ataque. Él quedó herido, y el pobre niño acabó encontrándose la muerte por parte de esos bastardos. Me siento horrible al pensar que no puedo hacérselo saber a Noak y a Gina. No sé de dónde voy a sacar las fuerzas para decirles que su pequeño fue asesinado cuando estén festejando por su reencuentro…

    — Cade era una dulzura de niño — Natasha no podía evitar pensar en la reacción de sus amigos — Ellos no merecían que se los arrebataran.

    — Kite y él… los dos estaban enamorados — Gwyn lo reveló a sus compañeras — Cuando visité a Kite y le dije lo que pasó con su papá y con Cade… vi cómo se le rompía su corazón. Por eso tengo tantos deseos de eliminar a esta Sociedad Galáctica. Lastimaron a toda mi familia y a mis amigos.

    — Puedes contar con nosotras para luchar junto a ti para acabar con ellos — Natasha habló por ellas y por Alicia — No tenían derecho a hacernos esto. Gwyn, sé que estás ocupada, pero quisiera hablarte sobre…

    Antes de que la sub comandante de ER pudiera terminar con su frase, pudieron escuchar un total de dieciséis estruendos en simultáneo, los cuales alertaron a todos los soldados que se encontraban en la terminal. Aterradas por el sonido tan repentino y porque desconocían del todo lo que este representaba, Alicia y Natasha salieron del interior de aquel edificio junto con Gwyn y vieron como las luces de varios fuegos artificiales se encargaban de adornar el cielo del planeta, siendo visibles a plena luz del día.

    Ese espectáculo terminó confundiendo a Natasha y a Alicia, quienes no sabían a qué adjudicarle un fenómeno así.

    — ¿Por qué aparecieron en el cielo? — Alicia se veía en la ignorancia respecto a eso.

    — Es un mecanismo que usan los soldados para solicitar refuerzos en caso de ataque — Gwyn les dio la respuesta — Así podremos pedir ayuda, aunque nos hayan arrebatado las comunicaciones.

    — Fue una gran idea, Gwyn — Natasha alabó esa manera de pensar — Ya sabemos a dónde deberíamos de acudir.

    — El hecho de que hayan sido disparadas desde tantos lugares distintos, me hace pensar que la Sociedad Galáctica realiza múltiples ataques coordinados para asegurarse de que no podamos acudir de inmediato — Gwyn sacó conclusiones — Ayer y antes de ayer lanzaron ataques aislados. Se ve que han cambiado de estrategia.

    — ¿En dónde nos quieres? — Alicia creyó que tal vez podrían luchar juntas — Si quieres que te acompañemos…

    — Diría que lo mejor sería que ustedes fueran en una dirección y yo a otra — Gwyn realizó una división rápida — Somos soldados de buen nivel. Sería mejor que nos distribuyéramos en sitios diferentes para ayudar en la mayor cantidad de lugares posibles. Además, Natasha es la sub comandante de ER. Ahora que ella está aquí, ella tendría que liderar a los soldados de dicha división, y así yo podría centrarme en conducir a la mía.

    — Descuida, Gwyn, ahora que estoy aquí, me aseguraré de sacarte algo de presión de los hombros — su amiga y compañera estaba decidida a tomar esa responsabilidad — Alicia y yo nos distribuiremos los ocho puntos de conflicto en la zona oeste. Tú podrás hacerte cargo de la sección este.

    — Me alegra contar contigo para así poder distribuir mejor a los soldados aquí presentes — Gwyn no podía sonreír por el estrés del momento, pero realmente se veía feliz de contar con ayuda — Nos reuniremos al finalizar el día para realizar una puesta en común de los resultados de las batallas. Nos veremos pronto.

    Sabiendo que el tiempo apremiaba, las tres mujeres del ejército se despidieron de forma rápida, siendo Gwyn quien realizó un apretón de manos con ellas para desearles suerte en las batallas que les tocaría enfrentar mientras que agradecía por contar con su presencia de nuevo en el planeta, de modo que organizar a las tropas sería una tarea menos pesada al tener a una figura de autoridad de la otra división para que cada una pudiera hacerse cargo de su respectiva tarea.

    Tras reunirse Gwyn con los soldados que pertenecían a la división de Defensa Civil y Territorial, mientras que Natasha y Alicia se agruparon junto con los de Exploración y Rescate; un total de dos grupos de soldados con sus armas en mano, armaduras y cascos puestos, salieron corriendo a pie para dirigirse por su lugar a los puntos previamente elegidos a prestar ayuda a todos los soldados que se encontrasen bajo la amenaza de la Sociedad Galáctica.

    Tan solo unos dos minutos después de haberse separado de Gwyn, Natasha cayó en cuenta de que no había tenido tiempo de preguntarle por la ubicación del refugio en donde se ubicaban Kite y Azel. La sub comandante, tras haber pasado más de diez días alejada de su único hijo biológico, tenía el deseo de poder verlo una vez más para abrazarlo y hacerle saber que todo estaría bien.

    — No hemos tenido tiempo siquiera de discutir la idea de usar las naves para mantener a la gente a salvo — Natasha no se sacaba eso de la cabeza — Azel y Kite se quedarán en este planeta hasta que lo podamos hablar o hasta que acabemos con esa amenaza.

    […]

    — ¿Es cierto que has visto una nave a la distancia? — Azel preguntó a uno de los hombres en el refugio, quien aseguró haberlo hecho.

    — Estoy seguro de que sí, hijo — el hombre le contestó con amabilidad para hacerlo sentir mejor — Pero esas naves son demasiado rápidas. Fue en menos de un minuto que descendieron y volvieron a ascender. Ya no sé dónde estarán, pero sé que no me equivoco. Las he visto.

    Azel sabía lo que eso significaba. Sabía que su madre estaba en camino al planeta Edagr junto con Alicia, Arick, Sky, y muchos otros humanos. Tras dar las gracias al hombre por decir algo que interpretó como verdad, el joven Lakor se fue hacia uno de los rincones del refugio del segundo piso, en donde su amigo Kite se encontraba tumbado sobre un saco de dormir que los militares habían proporcionado tanto a él como al resto de los civiles que se ocultaban allí. El niño sabía que él todavía estaría muy afectado por la noticia que su madre les había dado el día de ayer, y no sabía de qué manera informarle a su amigo de lo que acababa de descubrir. Pero era algo que sentía que no debía callarse. Se acercó lentamente para no molestarlo, puesto a que él tenía la mirada puesta en la pared que tenía al frente.

    — Kite… — Azel lo tocó para ver si estaba despierto.

    — ¿Qué? — el chico lo dijo en un tono tan bajo que fue casi imperceptible incluso para Azel.

    — Dijeron que una nave apareció en el cielo, y luego volvió a ascender — Azel se colocó cerca de él — Eso quiere decir que mi mamá ya regresó. Arick y Sky también deben estar aquí. Seguro que están a salvo en esa nave.

    Kite se dio vuelta lentamente, y pese a las buenas noticias que su amigo le había dado, no podía encontrar la fuerza suficiente para sonreír por el hecho de que volvería a ver a su hermana, debido a que todavía tenía en la mente la revelación de que el chico de quien estaba enamorado había perdido la vida. Lágrimas empezaron a caer de su rostro, y empezó a sollozar ante la mirada de Azel, quien reaccionó instintivamente abrazándolo y ofreciéndole consuelo por esto.

    — Espero que… espero que no lastimen a Sky ni a Arick — viendo lo ocurrido con Cade, Kite no podía pensar en otra cosa que no fueran malas noticias — Espero que ellos estén bien. No quiero perder a nadie más.

    — Yo también espero que no les hagan daño — Azel buscaba la forma de tranquilizarlo, pero lo cierto es que también estaba asustado — Y que ni mi mamá ni la tuya sean lastimadas. Ellas nos aman. No es justo que las lastimen.

    — Pero esos malditos no piensan en lo que es justo y lo que no lo es — Kite estaba a nada de quebrar en llanto — Mataron a Cade y lastimaron a mi papá… Quiero que desaparezcan. Que los maten antes de que le hagan daño a mi mamá, o a tu mamá. O a alguien más. Ellos son malos. Y la gente mala tiene que morir. ¿Por qué no le hicieron daño a los que mataron a mis padres?

    Azel compartía parte de la tristeza con su amigo, pero lo cierto era que él también entendía el sentimiento amargo que estaba atravesando Kite. Ya había perdido a sus padres una vez, y no fue hasta que Thomas y Gwyn lo adoptaron que pudo tener una familia completa. El pensar que la Sociedad Galáctica había secuestrado a Sky, había herido a su padre y junto con eso habían matado al chico al que más quería, hicieron que Kite tuviera demasiado rencor en contra de ellos.

    — Si tan solo ya me hubiera convertido en soldado — Kite pensaba con furia para sí mismo — Podría vengarme de ellos por todo lo que hicieron. Y podría ayudar a mi mamá, para que no tuviera que pelear sola contra ese peligro… Ya quiero que esto se acabe. Quiero ser un soldado y defender a mi familia y mis amigos. No quiero que sigan lastimando a quienes más me importan.

    […]

    A medida que avanzaban a la zona de conflicto, Natasha y Alicia notaban como el paisaje que vieron nada más aterrizaron al planeta se repetía constantemente mientras avanzaban junto a otros soldados. Cuerpos de soldados tirados en el suelo, con sangre saliendo de los mismos y creando pequeños charcos a su alrededor. Lo que diferenciaba esa ocasión de la vivida hacía menos de una hora era que en esa ocasión, el ruido de los insectos era tapado por completo por disparos que resonaban a lo lejos. Eran conscientes de que debían correr un poco más para llegar al lugar, pero por el gran volumen del tiroteo entre humanos y militares de la Sociedad Galáctica, tenían claro que iban por la dirección correcta.

    Cuando llegaron al campo de batalla fue que pudieron atestiguar en primera persona cómo se estaba realizando el enfrentamiento. Soldados del ejército y oficiales de la policía tenían improvisada una pequeña barricada en contra de los atacantes de la Sociedad Galáctica, quienes hicieron lo propio. Ambas barreras de defensa fueron creadas con escudos, pero la de las dos razas atacantes era más numerosa que la de los defensores.

    — ¡Ataquen hasta que los hayan eliminado a todos! — Fielle, quien estaba presente en aquel grupo, se notaba desesperada — ¡No podemos seguir dejando pasar días sin capturar humanos! ¡Debemos quitarnos de adelante a estos obstáculos!

    Obedeciendo fielmente a la única líder presente que tenían en aquel momento, dada la reciente muerte de Cerv y la ausencia de Miraq, los yarlemianos y velivinos que le hacían compañía disparaban sin detenerse nada más que a recargar.

    — Son superiores en número — Alicia observaba cómo los humanos hacían su esfuerzo por defenderse y atacar, pese a la desventaja.

    — Lo eran hasta que llegamos — Natasha se preparó para llamar la atención de sus soldados — Parecen estar muy centrados en ese grupo, nos acercaremos sigilosamente hasta tenerlos a tiro, y luego abriremos fuego. Cuando se centren en nosotros, los demás tendrán más oportunidad de equilibrar la balanza.

    La sub comandante de ER, ansiosa por acabar de una vez por todas con aquel grupo concentrado de enemigos, hizo un gesto con la mano a sus soldados mientras empezaba a avanzar hacia las tropas de guerreros que solamente acudieron al planeta para llevárselos con el fin de obligarlos a realizar trabajos esclavos. Lentamente, todos los que le hacían compañía tenían los rifles en alto, con excepción de Alicia, quien decidió que iba a luchar utilizando solamente la energía que podía disparar desde sus manos, llegándole recuerdos de la última vez que tuvo una pelea, siendo acompañada por Asmir, Allecreod, Thomas y Gwyn en contra del edagriano Arion. Se había alejado del ejército desde la muerte de Michael y el fin de la guerra, pero nunca había dejado de practicar con la energía, y esa era una ocasión que quería usar para probarse a sí misma que podía defender a su planeta y luchar a favor de sus amigos.

    — ¡Ahora! — el grito de Natasha precedió al ataque.

    Dada la señal por parte de la líder del escuadrón, un grupo numeroso de treinta soldados de ER abrió fuego en contra de los enemigos que estaban batallando en aquella calle de la ciudad.

    — ¡¿Quién vigilaba la retaguardia?! — Fielle recriminó a sus soldados por no advertir el peligro — ¡No pueden darse el lujo de distraerse en el mundo enemigo, devuelvan el fuego!

    El plan de Natasha, pese a su simpleza, demostró ser eficaz, puesto a que logró provocar que las filas de enemigos se dispersaran, abriendo su barricada y dividiéndose en dos, unos que atacaban a sus blancos originales y los demás a los recién llegados. Una vez que los escudos que se mantenían agrupados se abrieron, se pudo contar un gran número de enemigos detrás, por lo que pese a la aparición de la sub comandante en el campo de batalla, eran los yarlemianos y los velivinos quienes seguían teniendo la mano superior.

    — ¡Mátenlos, seguimos siendo más fuertes! — gritaba Fielle, dejando salir una lluvia de balas mientras que atajaba los disparos enemigos con su escudo.

    — ¡Cúbranse tras los edificios cercanos! — Natasha ordenó una retirada pequeña a quienes iban detrás de ella.

    Alicia, la sub comandante de ER, y todos los soldados que acompañaban a las dos mujeres tuvieron que tirarse hacia los edificios que rodeaban la calle donde se situaba el conflicto, con el fin de cubrirse de una arremetida de disparos que podría llegar a causar demasiado daño. Algunos no lo consiguieron, y cuando estuvieron expuestos por un largo tiempo a los disparos enemigos, sus armaduras empezaban a ceder y heridas de bala les provocaban caer al piso imposibilitados para seguir luchando e incluso muertos.

    Una vez a salvo de los tiros, Natasha intentó asomarse para analizar la situación, pero un tiro que recibió en el casco y rebotó hacia el piso la hizo mantenerse oculta.

    — Yo echaré un vistazo — Alicia tuvo una idea, tras ver el intento fallido de su amiga para intentar conocer el terreno.

    — ¿Qué harás? — Natasha no podía pensar en una forma para ver a través de esa lluvia de balas.

    La ex soldado juntó las manos y las colocó frente a su rostro para empezar a cargar energía en ambas palmas, las cuales no estaban cubiertas por armadura, permitiéndole improvisar un escudo de calor que utilizó para repeler los disparos, puesto a que el poder de su energía era capaz incluso de frenar las balas al quemarlas al instante. Valiéndose de esa técnica de autodefensa, Noble fue capaz de analizar el campo de batalla, y allí realizó el conteo de los caídos.

    — Tres heridos y siete muertos — Alicia le dio el informe a Natasha, para luego separar sus manos y lanzar dos fragmentos concentrados hacia los enemigos.

    No vio los frutos de su ataque puesto a que se ocultó tras una pared nuevamente, pero su aporte ya le hizo saber a su superior en dónde estaban parados.

    — Tenemos que pelear cuerpo a cuerpo contra ellos, a la distancia nos tienen fácil para dispararnos — Natasha pensó en la ventaja que les conferiría el uso de la energía — Si nos acercamos, no podrán disparar cómodamente, y con la energía podríamos encontrar una forma de causar daño en esos escudos.

    — A tus órdenes, sub comandante Zafiro — Alicia le habló con respeto a su amiga, gustándole la idea de que despojaran de su ventaja al enemigo.

    — ¡Carguen energía en sus manos para crear un escudo y luego realicen una embestida! — Natasha les gritó a todos los militares bajo su mando.

    Con las manos descubiertas, cada uno de los soldados que había oído la orden empezó a liberar energía sobre sus propias manos, sin dejarlas ir del todo para que un escudo concentrado de calor pudiera materializarse en sus manos. Natasha sonreía al ver el uso tan acertado que se le podía dar en combate a su habilidad, cortesía de su compañera Alicia. Y cuando recordó a la persona responsable de que cada soldado del ejército fuera capaz de usar la energía, no pudo evitar pensar en el orgullo que sentiría si pudiera estar allí para verlo.

    — El protocolo Xander fue el que permitió que todos estén en condiciones de hacer esto — Natasha pensó en uno de sus compañeros que ya no estaba allí — Gracias por legarnos esto, compañero.

    Viendo que ya todos estaban listos para realizar el ataque, Natasha lanzó un grito que propició la carga de todos los soldados mientras estos salían de sus coberturas listos para lanzarse con todo en contra de sus enemigos. No todos los soldados manejaban la energía de la misma manera, y eso se notó cuando los escudos de energía que algunos hicieron terminaban siendo muy pequeños para cubrir todo su cuerpo o muy delgados para detener las balas enemigas por completo. Cinco soldados que no lograron formar un escudo ideal acabaron cayendo heridos cuando las balas traspasaban el calor y sus armaduras, estorbando ligeramente al resto del equipo, que pudo realizar la carga de manera efectiva.

    — ¡Suéltenlos en los escudos! — Natasha golpeó con su puño a uno de los velivinos mientras liberaba la energía contenida en él.

    El calor concentrado liberado de forma tan rápida propició un gran daño al escudo que colgaba del brazo de aquel guerrero. Al verse golpeado por un ataque de tal magnitud, retrocedió varios pasos y fue a chocar su cuerpo con el de varios compañeros, quienes quedaron desestabilizados seguir luchando.

    — ¡Devuelvan el ataque! — Fielle puso su escudo frente a ella — ¡Carguen, los aturdiremos con escudos de verdad!

    Siguiendo el consejo dado por su líder, yarlemianos y velivinos se recuperaron del ataque realizado por la humanidad y se dispusieron a lanzarse a modo de embestida contra los enemigos, tanto aquellos que los habían atacado de manera tan salvaje como a quienes tenían en la mira originalmente. Cada humano del otro extremo hizo lo propio, y fue así como soldados y policías se vieron envueltos en una pelea de cuerpo a cuerpo, que era aquello que la sub comandante de ER quería forzar en la batalla.

    Natasha logró poner los dos codos al frente e hizo un esfuerzo con las piernas para aguantar la embestida que se le venía encima. El enemigo no pudo moverla, y solamente terminó quedando a corta distancia de ella. Aprovechando el poco margen de maniobra que tenía, la sub comandante apoyó sus manos sobre el escudo de este y de un tirón lo hizo caer al suelo. Con su pie derecho le asestó un pisotón a la nuca que le hizo estamparse la cabeza contra el duro asfalto de la calle, aturdiéndolo temporalmente para que tuviera el tiempo de sobra para sujetar con firmeza su rifle y acabar su vida al fusilarlo de diez tiros en la nuca usando las balas de calor para ahorrar energía.

    Alicia, al estar desarmada, se limitaba únicamente a golpear con sus dos manos cargando energía y luego dejándola salir del todo estampando sus puños sobre los escudos enemigos. La fuerza de la chica, sumada a la sensibilidad de los escudos al exponerse a una fuente de calor como esa, provocaba que cada yarlemiano o velivino se tambaleara cerca suyo. Para ser útil en batalla, ella movía su cuerpo a los puntos ciegos de los enemigos, y luego les asestaba codazos o patadas que los hacían tambalear o los tiraba al suelo, donde posteriormente eran rematados por sus compañeros.

    Al girarse para poder buscar un nuevo rival, Fielle, quien había visto que ella era la más activa y con mayor dominio del uso de la energía, realizó una carga poderosa con su escudo. Alicia no llegó a cargar a tiempo energía en sus manos para poder liberarla en contra de la enemiga, por lo que el golpe que recibió la hizo retroceder y la alejó levemente de la sección más aglomerada del conflicto.

    — Ese poder que tienes es toda una amenaza — la soldado de Veliv le habló en un tono muy molesto.

    — Los humanos solo somos una amenaza si se meten con nosotros — fue la respuesta de Alicia, decidida a encargarse de ella — Y ustedes han lastimado a mucha gente a la que amo. Lo que caerá sobre ti y los tuyos es algo que tienen merecido.

    Sin estar dispuesta a soportar un insulto proveniente de un enemigo, Alicia retrocedió unos pasos para luego tomar carrera hacia Fielle. Creyendo que iba a realizar un ataque con sus manos, como era frecuente de ella en los últimos movimientos, la ex soldado sorprendió dando un salto y lanzándole una doble patada que aterrizó sobre el escudo de la velivina. Ambas cayeron al suelo como consecuencia del ataque, pero Alicia fue quien se levantó primero, para ir a la carga en contra de ella, en esa ocasión con la energía acumulada en las manos. Fielle se acomodó rápido con las rodillas y dio un salto hacia ella, provocando que ambos ataques chocaran en la embestida, y generando que ambas quedasen aturdidas levemente.

    Alicia se recuperó pronto, y estaba lista para lanzar otro ataque de energía, cuando pudo ver cómo su rival se acercaba corriendo hacia ella, dispuesta a lanzarle una patada baja apuntándole a los tobillos. La humana llegó a divisarlo, y cuando Fielle se agachó para lanzar la patada, ella dio un salto hacia el costado, para inmediatamente después dar un salto hacia adelante buscando darle un doble golpe de puño con la energía. Eso era lo que buscaba su rival, quien movió su pie derecho hacia atrás al tiempo que giraba su cuerpo, dejando el pie izquierdo estático en el suelo. El giro de ciento ochenta grados que dio le permitió esquivar el ataque de Alicia al mismo tiempo que le encajó un golpe en la nuca utilizando el borde de su escudo. Por dirigir el golpe en la misma dirección en la que había saltado Alicia, el impulso la hizo moverse a una distancia de dos metros de su enemiga, quien aprovechó para tomar su rifle y empezar a dispararle.

    Cuando pudo darse vuelta, Alicia recibió el ataque de las balas de la velivina en la zona pectoral, y para cuando logró acumular energía suficiente en sus manos para formar un escudo que pudiera resistir los disparos, una bala le atravesó el metal de la armadura, por debajo de la clavícula cerca del cuello en el costado derecho. El dolor del impacto que creó el agujero por el que empezó a perder sangre, le hizo soltar el calor que tenía acumulando en su brazo derecho. Alicia, con esa herida encima, empezó a acumular toda la energía posible en su mano izquierda mientras que con la derecha hacía presión sobre la zona donde recibió el disparo, notando como le ardía al tiempo que su mano se empezaba a llegar de sangre.

    Fielle seguía lanzando disparos en contra de la humana, y ver como el escudo de calor, pese a ser de una sola mano, podía contrarrestar todas sus balas, la guerrera decidió que cargaría en su contra. Alicia, motivada por el calor que estaba formándose en su mano a soltar toda la energía que estaba acumulando antes de que se dañara la extremidad de forma permanente, también empezó a correr en contra de su rival.

    La velivina y la humana se veían en la necesidad de terminar esa pelea, y fue por eso por lo que ambas realizaron una embestida con la mayor fuerza que pudieron, sabiendo que un error podría ser fatal. Sin heridas serias en su cuerpo, y con ambas manos para poder aumentar la fuerza de su ataque, Fielle ganó el duelo individual que tuvo con Alicia. Ella intentó ocasionar un daño potente al escudo, liberando toda la energía al momento que intentó encajar un puñetazo sobre ella, pero el dolor que tenía en su cuerpo por la herida de bala le hizo soltar la mayor parte de su energía tan pronto como el ataque de su enemiga hizo contacto. La líder de la Sociedad Galáctica miró con satisfacción viendo que Alicia terminó cayendo de espalda al piso producto de la fuerza de su empuje.

    La humana no estaba dispuesta a rendirse, y quiso girar su cuerpo para intentar levantarse utilizando su mano izquierda, pero antes de que lograra ponerse de pie, un nuevo golpe de Fielle utilizando su escudo, golpeó directamente sobre su cuello, causando que Alicia quedase bastante debilitada por la sacudida y por haber rebotado ligeramente contra el suelo.

    — Los humanos dejarán de ser una amenaza una vez que los individuos como tú ya hayan dejado de existir — Fielle recordó las palabras dichas por la humana, y las usó para manifestarle su desprecio.

    Una patada a la cabeza aturdió todavía más a Alicia, lo cual propició que quedase totalmente indefensa para la siguiente acción de Fielle. Con el rifle que usaba de nuevo en la mano, la velivina acercó el cañón de su arma a la cabeza de Alicia, y tras accionar el gatillo, una lluvia de balas se liberó sobre la cabeza de la chica. Su casco resistió los primeros impactos, pero solo fue cuestión de tiempo hasta que el metal se quebrase. Las balas, una por una, atravesaron el casco protector de Alicia y su siguiente objetivo fue su cráneo. A medida que estas entraban, rompían el hueso que protegía la cabeza de la mujer, abriéndose paso hacia su cerebro, y arrancándole la vida de su cuerpo mientras la sangre no dejaba de salpicar en cada dirección posible.

    Enojada por haber sido arrinconada de tal manera por una sola humana, Fielle disparó hasta que su arma se había quedado sin balas. Tan pronto como vio el inerte cuerpo de Alicia en el suelo, supo que había neutralizado a la mayor amenaza en ese grupo de humanos. Pero por alguna extraña razón, no se encontraba feliz.

    — No puedo creer que el universo les haya otorgado ese poder — la velivina decía en referencia a su habilidad de lanzar energía, mientras se alejaba del cadáver de su víctima — Una raza tan violenta como ustedes no se lo merece. Necesitamos encontrar la manera de arrebatárselos.
     
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