Ciudad Témpera

Mimi Honda

—He oído hablar del tiramisú pero nunca lo he probado—confesé— ¿Es bueno?

No me pasó desapercibida la sonrisa nostálgica de Dante incluso si solo la había notado de soslayo. Era evidente que traía recuerdos agradables a su mente.

Mi problema con el tiramisú... era el café. Mi dosis de energía diaria no me la daba el café, si no la teína. Amaba el té en todas sus formas, especialmente el pu-erh. Pero en esa ocasión, si la meta era mejorar mi relación con Dante y de paso probar nuevos sabores, la decisión estaba ya tomada.

—Hmm... ¿quizás haya licor en la alacena? Dex, ¿qué tipo de licor lleva el tiramisú?

Mi dex-holomisor, que más que una Pokedex era un asistente virtual con IA integrada, se prendió. Lo había dejado sobre el mesón en caso de necesitarlo.

—Aunque el tiramisú tradicional no incluye alcohol—comenzó con su voz robótica e impersonal—, muchos optan por añadir un toque de Amaretto, un licor con sabor a almendra. Otra opción popular es el licor de café, como Kahlúa, que resalta las notas de café del postre.

No tenía idea de licores, pero era probable que si se usaban en los postres que servían en la cafetería del centro Pokémon, estuvieran en algún lugar del almacén.

Me volteé para mirar a Dante.

—Podríamos prescindir del licor y quizás con un poco de suerte del café, pero siento que eso es en definitiva la base del postre, así que está fuera de cuestión.

Profiteroles rectangulares... Eso sí que era expandir horizontes gastronómicos.

—De acuerdo—le sonreí con resolución tras algunos segundos de deliberación—. Hagámoslo.

 

Dante Miles

Parpadeó un par de veces sin creer las palabras que Mimi acaba de decir.

Quizás era por el imaginario limitado que tenía de ella con lo poco que conocía pero, había asumido que al estar ella en una posición un poco más privilegiada y rodeada de lujos, un tiramisú podría ser lo más accesible del mundo ¿no? ¿O sería que quizás dentro del mundo donde se encontraba Mimi un simple tiramisú era algo que se ignoraba al tener mejores postres?

—Oh, no soy la opinión más imparcial pero si está muy rico, creo que es algo que puedes disfrutar. —Aseguró con una sonrisa, era peligroso poner la vara muy alta por los cambios que habría en la receta pero en serio tenía la esperanza de que si le resultara un buen postre para quizás luego seguir comiendo cuando tuviera antojo de un postre.

—Estoy bien dejando el alcohol de lado y pudiéramos optar por el descafeinado en caso de que la cafeína sea un problema, la cocina siempre está abierta a hacer los cambios necesarios~ —No quería que Mimi pudiera no disfrutar del todo lo que estaban por crear solo por pequeños detalles de tradición, más cuando ellos podían simplemente torcer las reglas necesarias para que todos pudieran tener algo que les gustara.

—¡Perfecto entonces! Iniciemos con nuestros profiteroles~

Tomó una de las tazas medidoras para colocar la cantidad de agua necesaria en el cazo y mientras apenas iba calentándose cortó un pequeño bloque de mantequilla que ya a ojo más o menos sabía lo que iba a pesar por todo el tiempo que ya pasaba en la cocina, pero aún así la pesó por precaución y solo terminó removiendo un poco para que completaran los 80 gramos antes de incorporarlo al agua junto con algo de sal para ir revolviendo un poco el agua para ayudar a que la mantequilla se incorporara.

—¿Podrías ayudarme a calcular 150 gramos de la harina, Mimi? —Preguntó señalándole el bowl y la báscula con un movimiento de cabeza —También aprovecho para preguntar, ¿qué te gustaría más revolver los ingredientes o colocarlos?

 

Mimi Honda

Negué con cabeza.

—Mi problemas no es la cafeína—le expliqué a Dante mientras me acercaba a la mesa—, es el sabor del café. Si fuese por eso, no podría tomar té. La cafeína y la teína son químicamente iguales.

¿Quién decía que las rubias éramos tontas? Estaba hasta las narices de ese prejuicio.

Lo vi tomar una de esas tazas con medidor y llenar un cazo con agua hasta la cantidad necesaria. Me sentía como una alumna de menor grado siguiendo los movimientos de un alumno de grado superior. No se necesitaba ser un Luxray para comprobar que Dante tenía experiencia en todo eso. Pero... ¿era algo reciente? La última vez que preparamos pasteles juntos no sabía lo que era una panna cotta o un éclair.

Dudaba que preparar pasteles fuese algo más que un pasatiempo para él. Ahora parecía casi... profesional.

—¡Voy~!—exclamé en voz alta.

Me acerqué a la encimera y tomé una porción de harina con una cuchara sopera, calculando con ojo crítico la cantidad exacta al verter la harina en el bol. No me apetecía nada llenarme el mandil de harina. Estaba para eso pero... no gracias. No si podía evitarlo.

Cuando la báscula marcó la cantidad exacta, sonreí para mí misma.

Bravo Honda, un pasito más.

—Puedo colocar los ingredientes si te parece bien. Pero voy a... um, necesitar ayuda al cascar los huevos—le dirigí una mirada algo tímida de reojo antes de desviarla nuevamente. Ugh— A no ser que quieras profiteroles con extra de crunch.

 

Dante Miles

—Huh, tiene sentido, apostaba más porque tomaras infusiones en caso de que el tema de la cafeína fuera el problema —Confesó mirando cómo ya había comenzado a deshacerse el bloque de mantequilla, aunque poco a poco iba cortándolo con la pala que tenía para revolver para que fuera un poco más sencillo —. Por suerte podríamos no dejar que absorba mucho café para que tenga un toque más sutil a café a algo más concentrado, por ese tema no creo que debas preocuparte mucho, todo se arregla.

Miraba de reojo como se concentraba de manera milimétrica en conseguir el gramaje necesario de harina y no podía evitar sonreír, eso había hecho él cuando Magi comenzaba a enseñarle del rubro de manera más profesional, cuando todavía no tenía ninguna maña desarrollada y todo tenía que hacerse con un gran nivel de concentración para que todo fuera lo más cercano a la receta.

Porque las matemáticas de la cocina genuinamente eran un arte aterrador.

—Un poco de calcio extra a la receta tampoco viene mal al cuerpo —Le dedicó un guiño divertido para que supiera que no hablaba en serio, pero que tampoco le preocupaba alguna textura crujiente —. Liza puede hacerte segundas para eso, pueden partir los huevos en un pequeño tazón para pescar con algún tenedor o incluso sus dedos alguna cáscara rebelde que quiera colarse a los profiteroles y así podemos pasarlo uno a uno cuando esto quede listo.

Que, de hecho parecía no faltar demasiado por como veía el agua.

—No falta mucho para que empiece a hervir, pero cuando lo haga vas a verter toda la harina del bowl al caso, sin miedo a que pueda parecer que es mucha, todo va a poder revolverse sin problemas.

 

Mimi Honda

¿De verdad la habilidad que tenía con las manos solo me servía para tocar el piano? ¿Cómo podía ser tan hábil con algo que requería una enorme destreza manual y aun así fallar al romper bien unos insulsos huevos?

¡Era frustrante!

Enarqué una ceja cuando Dante mencionó que no le importaría algo más de calcio no invitado en la receta. Su intento por hacerme sentir mejor me hizo soltar una risa por la nariz.

—Intentemos que no pase.

Me sentía liviana, sin embargo. El ambiente era distendido, sin tensiones de ningún tipo. Aún me molestaba un poco que White no me hubiese contado el plan, pero no era importante dado el caso.

Estaba siendo divertido.

—Liz, hora de dejar de estar pintada en un rincón—la llamé tomando un bol y dejándolo sobre la mesa con un tenedor para quitar las cáscaras que cayeran dentro—. Te toca subir al escenario. Las cámaras esperan por ti~.

Vertí la harina en el cazo cuando el contenido empezó a hervir y la vi caer y deshacerse en el agua caliente y burbujeante.

Sonreí.

Perfecto.

De verdad... de verdad quería que saliese bien.

Ahora venía la parte difícil. Si tenía algún némesis en la cocina, algo que se me daba lo suficientemente mal para hacerme sentir un desastre, era justo eso.

Tomé aire por la nariz antes de soltarlo lentamente por la boca.

—Tú rompes el primero y yo te sigo.

Había practicado velocidad, fuerza, agilidad y precisión de mis dedos cientos de veces. ¡El Hanon también tenía que servir para esto!

 

Dante Miles

Era extraño admitirlo pero el escuchar la risa de Mimi por su broma lo hizo sonreír un poco más, era genuinamente una experiencia completamente diferente a la que habían tenido hace algunos años y sentir que ambos realmente se estaban esforzándote para que fuera una mejor experiencia para todos era algo bastante lindo.

Ella también había cambiado mucho durante el tiempo sin verla.

El agua hirvió justo como había previsto, apagó el fuego y Mimi por suerte entró en el momento preciso para tirar toda esa harina al cazo de manera impecable, permitiéndole sacar el cazo de las hornillas y colocarlo sobre una tabla para revolver todo hasta que quedara completamente homogéneo.

—Una perfecta colocación de la harina, muy buena técnica sous chef Mimi. —Continuó revolviendo unos cuantos minutos más, ya no para incorporar o trabajar la mezcla si no más bien para ayudarla a templar y disminuir su temperatura de manera gradual.

—Son cuatro huevos, tenemos que incorporarlos uno a uno a la mezcla, así que pueden transferirlo del bowl al cazo cuándo sientan qué ya está todo en orden y yo lo iré mezclando. Una vez qué acabemos esto iniciará lo divertido y podremos hacer los profiteroles con las mangas~

Terminando la explicación detuvo el movimiento de su pala de madera para verlas y asentir, ya estaba listo para que hicieran su primer movimiento.

 

Liza White

—Y yo le dije: eso es porque nunca probaste el sabor de la derrota. Y aunque me quedó muy épico, la que acabó mordiendo el polvo fui yo.

Inari asintió con vehemencia, corroborando lo que decía como testigo presencial del momento. El corrillo de pokémon escuchaba mis historietas con una mezcla de interés y desconcierto, apartados del resto, sin comprender muy bien por qué no estaba ayudando a los demás con la receta.

Dante y Mimi charlaban animosamente, compartiendo risas y ligeras bromas que aliviaron en mayor medida la atmósfera de la sala. Yo les observaba de vez en cuando, sintiendo una calidez inconmensurable dentro. Estaba tan feliz que no me importó que se olvidasen de mí. Quiero decir, podría pedir indicaciones simplemente, pero temí de alguna forma romper la burbuja de paz en la que se encontraban ambos. ¡Era una oportunidad entre un millón, no iba a cagarla ahora!

En determinado momento, mientras les contaba cómo terminé involucrada en una misión de rango S por error, Mimi me llamó. Bueno, suponía que hasta ahí llegaba nuestro corrillo más propio de una taberna que de una sesión de cocina.

—¡Ya voy! —le avisé y me despedí de los chicos, reuniéndome con mi amiga. A decir verdad estaba un poco perdida, de modo que al saber que la tarea que tanto se le atragantaba a Mimi era partir huevos... Bueno, me hizo tardar unos segundos en procesarlo—. Eh... Partamos uno cada una, entonces. Mira, hazlo así.

Tomé uno de los cuatro huevos y me incliné sobre el bol, sujetándolo con cuidado.

>>Golpea justo en el centro, en la parte más ancha entre la punta y la base. Tienes que hacer que el golpecito sea lo suficientemente fuerte para romper el cascarón sin romper la membrana. Así.

Di un primer golpecito. La membrana se resquebrajó, pero no cedió del todo. Siempre era mejor quedarse corta que pasarse. Volví a golpear en el mismo lugar dos veces más, y la superficie cedió. Aparté las cáscaras con cuidado, y recogí con el tenedor un trozo pequeñito que se me había colado aquí y allá.

—Bien, Mims —Le tendí el siguiente huevo, liviana—. Vas tú.

 

Mimi Honda

Me sentía... ridícula en cierta forma, pero estaba tan dispuesta a hacerlo bien que ni siquiera me importó lo absurdo de la situación. Y parecía que algo estaba logrando, porque Dante me felicitó.

Sous-chef Mimi.

Sonreí. Pero n-no era... no era como si me hiciera feliz ni nada así.

Liz tomó un huevo y la vi darle un golpe seco contra el borde del bol. La expectativa de lo que iba a pasar me tensó momentáneamente. Había estado en esa situación antes y lo que solía suceder era que el huevo se rompía de tal forma que todo su contenido, cascarón incluido, terminaban por caer dentro del bol. A veces, la presión en mis dedos era demasiada... y ahí mismo se rompía. Ew, ese era el peor desenlace de todos.

Pero eso no sucedió. Liza cascó el huevo con admirable facilidad, con solo dos golpecitos. Apartó la cáscara con... —¿una sola mano? ¿Cómo demonios...?— Y aunque unos pequeños trocitos de cáscara cayeron dentro del bol, ni siquiera podía compararse con mis peores días en la cocina.

La miré durante unos segundos con una expresión de circunstancias, algo que parecía decir: "¿Te estás burlando de mí?"

Suspiré.

—Lo haces parecer fácil.

¿Quizás lo era? ¿Tal vez era yo la que lo complicaba? Sentí una gota de sudor frío correrme por la mejilla cuando me tendió el segundo huevo.

Vamos, Hanon... no me falles ahora.

Contenido oculto: Dados

1. Lo rompe bien y sin problemas
2. Lo rompe mal y encima se cae toda la cáscara dentro del bol

 

Liza White

—Eso es porque lo es —la piqué, medio en broma medio en serio.

Después de perder patéticamente ante ella por mi nula habilidad para las mentiras, poder presumir de algo me subió un poquito el ego. Debía admitir que tenía su gracia verla parada allí, tensa, batallando contra un huevito de nada. Pero estaba intentando superar sus propios obstáculos, y tenía mi admiración por ello.

Eso no quitaba que, si se giraba a verme, me encontraría con las cejas alzadas y los labios tensos, aguantando una risita de nada. Desvié la mirada, silbando como si no fuera conmigo la cosa.

Entonces sucedió. Cuando Mimi se metió en materia me incliné un poco, intrigada por ver cómo se desarrollaría todo. Su mano tembló y, aunque intentó seguir mi consejo, era tanta la tensión que tenía encima que la transmitió hacia el frágil objeto de manera inconsciente. Temí que en cualquier momento fuese incapaz de recibir tanta fuerza y estallase en mil pedazos.

Cerré uno de mis ojos.

Auch.

Pero eso no sucedió. Si bien se tardó un par de golpecitos extra, el huevo se rompió limpiamente, dejando caer solo una diminuta cáscara a la mezcla. Le puse las manos en los hombros, dándole un zarandeo suave como celebración por su pequeña victoria.

—Hey, ¡lo hiciste! —exclamé, contenta. Me apresuré a sacar la pequeña cáscara y tomé otro huevo más, haciendo mi la parte que me tocaba—. Esto es como tu propio rito de iniciación. Cuando salgas de aquí ya no serás la misma persona.

¿Mimi y cocina, conviviendo felizmente en la misma frase? No, me habían cambiado a mi amiga.

 

Mimi Honda

Le di un pequeño golpe con mi hombro al suyo como protesta. De acuerdo, quizás fuese ridículamente fácil... pero yo no podía verlo así. Por eso estábamos en esa situación. Y por eso se estaba riendo de mí a escondidas.

—También es fácil posar para una cámara y no todo el mundo sabe hacerlo bien—respondí con el mismo tono que ella al tiempo en el que acercaba el huevo al borde del bol.

Mi mano temblaba ligeramente por la tensión y podía sentir el corazón acelerado de puro nerviosismo. Un huevo era como un pokéball, ¿verdad? Si no estaba vacío, tenía un pokémon dentro. ¿Por qué demonios no tenían un botón en el centro? Sería mucho más sencillo así. Di un pequeño golpecito, seco y contundente... y el huevo se agrietó pero no lo necesario. Chasqueé la lengua y volví a intentarlo. Nuevamente se agrietó, esta vez lo suficiente para que con cuidado pudiera usar mis pulgares y separar ambas mitades, dejando caer el contenido dentro del bol.

Bingo.

—Aha~—reí orgullosa de mí misma. La forma en la que algo tan estúpido acababa de subirme el ego debía ser ilegal—. Mimiko: 1, Huevo: 0. ¡No se puede competir con mi destreza manual!

Contenido oculto

Liza: ¿Y de donde viene esa destreza manual? ¿Eh~?
Mimi: ¡No de lo que piensas, b-baka!

(?)

 

Liza White

¿Un simple huevo nos había subido el ego a ambas? ¿Pero qué clase de tontas podíamos llegar a ser? En cualquier caso Mimi había salido victoriosa de su arduo enfrentamiento, y me alegraba por ella.

—Ya, ya. Que no se te suba a la cabeza, ninja de la cocina —Mientras se vanagloriaba de su proeza tomé el bol, llevando el huevo a la mezcla de Dante. Los había estado llevando uno a uno tal y como indicó, y él se encargó de mezclarlos—. ¡Todo listo, Dant! Me interesa esa parte divertida de la que hablas.

Aún debíamos dejarlo que preparase todo a su ritmo, y entonces podríamos empezar a crear los profiteroles de los que hablaba. Pero como era un alma inquieta, no es como si fuese a esperarme sentada en el lugar, claro.

Comencé a recorrer la cocina, haciendo tiempo. Había toda clase de sabores para añadir más tarde, y yo tenía que encargarme de comprobar que nada estuviese pasado de fecha, claro. Pura revisión protocolaria y para nada porque me estuviese entrando hambre.

>>Hm... Sí, este chocolate es apto para la tarea —Asentí, llevándome un poco a los labios usando el meñique. Hice lo propio con lo que parecía ser vainilla y me horroricé al detectar entre las bayas a mi enemigo natural—. ¿E-eso son bayas Zanama...?

 

Mimi Honda

Y sorprendentemente, como si la suerte hubiese querido dejar de serme esquiva por segunda vez consecutiva en un solo día después de mi impactante victoria en el Parque Batalla, el huevo se rompió sin problemas. En esta ocasión, ni siquiera cayeron trocitos de cáscara dentro del bol.

Sonreí, orgullosa de mi gran proeza.

—Dos a cero.

Mientras Dante terminaba de preparar la mezcla yo me apoyé de espalda contra la encimera y me dediqué a observar lo que estaba pasando alrededor. Liza estaba probando todo lo que había, cómo no. Si tenía hambre, ¿no debería esperar hasta que estuviera la cena preparada o al menos los profiteroles en el horno?

Enarqué una ceja.

Probó el chocolate y la vainilla y repentinamente se puso pálida, porque al fondo de la mesa, en un montoncito junto a otras bayas alguien había dejado un puñado de Zanama.

Sin inmutarme me acerqué a donde estaba Liz, tomé las bayas Zanama y las arrojé a la basura, cerrando la tapa después.

—¿Qué bayas Zanama?—pregunté sacudiéndome las manos—. No sé de lo que hablas.

Al pasar por su lado le robé un poco de chocolate con el meñique.