Ciencia ficción La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto

Tema en 'Novelas' iniciado por Agus estresado, 24 Agosto 2024.

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  1. Threadmarks: Las naves han partido – Parte 2
     
    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
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    Saludos. Sigamos aprovechando que todavía tenemos foro y sigamos avanzando con esta historia. Primera mitad finalizada, y ya nos toca entrar en la segunda, justamente, con la parte 2 del capítulo anterior.

    Primero que nada avisar que la guía de personajes y la cronología están actualizadas ambas hasta este capítulo. Ya era tiempo de que ambos recibieran la continuidad que merecían tras no haberlo hecho antes.

    También quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por sus constantes comentarios en la historia, ya que ver que él sigue disfrutando de este pequeño gran universo ficticio es algo que motiva bastante a seguir con la escritura de la historia. Aunque bueno, debería hablar en tiempo pasado, porque la escritura de LGC está finalizada. Y creo que él, sus leídas y sus comentarios fueron parte de eso :kuku: Así que le agradezco mucho por su presencia aquí, y que sepa que ya estoy deseando que regresen las leídas en simultáneo :nice:

    No tengo noticias por el momento, así que simplemente dejaré el capítulo.
















    Las naves han partido – Parte 2:

    — ¿No se trata de un error? — Noak preguntó, apretando los puños como si estuviera implorando que así fuera.

    — Es lo que dicen los archivos — fue la respuesta de Xorxaik — Tienen una especie de nave conocida como arca, y la misma se encuentra estacionada en un planeta sin nombre. Si esa información es falsa o está desactualizada, está más allá de mí el saberlo.

    Noak descargó su frustración golpeando con sus puños la pared que estaba detrás suyo. Ace, Natasha, Allecreod y Faron lo miraban con tristeza. Luego de que transcurrieron siete horas tras su batalla y triunfo contra Siban y otra facción del ejército enemigo, el robot finalmente consiguió acceder a la información contenida en el crucero científico perteneciente a la Sociedad Galáctica. El soldado Jensen esperaba una respuesta, pero no de esa clase. Necesitaba tener la ubicación definitiva de su esposa y de su hija, y en vez de eso, solo tenía una ubicación posible.

    — Ya pasaron más de cinco horas desde que esa nave se fue — Noak decía en referencia al vehículo espacial que abandonó la atmósfera del planeta — Cinco horas es más que suficiente para que se hubieran movido de ese planeta… Dios mío. Gina y Hana… Solo las quiero de regreso.

    — Noak, escucha, sé que estás alterado — Ace se sentía apenado al verlo lamentarse, sabía que el cansancio lo dominaba al no verlo gritar como loco — Por eso vamos a partir ahora mismo a dicho planeta.

    — ¿Por qué no acepté que le pusiéramos un rastreador a Hana y a Cade? — Noak ignoró a Ace por completo, ni siquiera le miró a la cara — Si lo hubiera aceptado, ahora no estaríamos así.

    — Noak — Natasha le llamó la atención.

    — Pero no, tuve que negarme, y ahora no tengo oportunidad de recuperarlas — el soldado no hacía caso a nadie, solo estaba en sus lamentos — Ahora ya no sé… ya no sé lo que voy a hacer.

    — Noak — Ace, cansado de ser ignorado, le tocó el hombro — Nos vamos ahora mismo de este planeta. Iremos a las coordenadas que tiene Xorxaik.

    — ¿Todos nos vamos? — Faron lo veía como algo poco favorable.

    — No, necesitamos de varios recursos para los humanos que todavía faltan por rescatar, llevar a tanta gente será contraproducente — Ace le indicó a su soldado — Vengan. Reunamos a todo el mundo en un mismo lugar y expliquemos todo. A ver cuánta ayuda vamos a tener.

    Con un poco de incertidumbre en sus pensamientos, el comandante Lakor miró a los ojos a su esposa. Ambos pusieron una expresión muy tétrica mientras avanzaban, ya que su idea al encontrar la ubicación dada por el rastreador que tenía implantado Sky no era la que había tenido lugar en ellos cuando partieron. El comandante de ER agachó la cabeza como si estuviera preocupado, y eso fue algo que su esposa notó. Rápidamente, se acercó a él y le tomó la mano con suavidad. Lakor lo apreció, tanto que su expresión desapareció para ser reemplazada por una sonrisa dirigida a ella.

    Nadie más allá de Xorxaik se percató de ese intercambio de miradas y gestos entre comandante y subcomandante, y el robot no le dio demasiada importancia tratándose de un gesto de afecto entre dos seres vivos, algo que conocía por haberlo vivido. Sin que nadie más supiera lo que tenía Ace en mente, todos caminaron hacia el salón donde los líderes de la Sociedad Galáctica hacían comer a los tripulantes cautivos.

    […]

    — Mamá, papá, Valiana… — Winter decía a una cámara de un dispositivo móvil — Lamento no poder estar con ustedes para el momento en el que reciban este mensaje… Pero yo estoy bien. Hemos sido secuestrados el día en el que se suponía que escaparíamos, pero nos han rescatado. Otros humanos lo hicieron, y no humanos qué venían junto a nosotros en el navío. Se trata de los humanos que escaparon del planeta Tierra el mismo día de nosotros. De Zenith y de Black Meteor… Se unieron para enfrentar y derrotar a los edagrianos, y han obtenido un nuevo planeta para vivir. Allí es a dónde voy a ir ahora. Y allí es a donde serán llevados cuando sean rescatados. Estoy seguro de que este mensaje llegará a ustedes después de que lo sepan, así que lo diré. ¡Los humanos que los rescataron están comandados por Ace Lakor! ¡El sobrino de papá! ¡¿Escuchaste eso, Valiana?! ¡Tenemos un primo, y a muchos familiares que están esperando conocernos pronto! ¡Les hablaré muy bien de ustedes! ¡Espero que regresen a salvo! Los estaré esperando a todos.

    Mientras grababa su mensaje en el dispositivo de Arick, el joven adolescente sentía como las lágrimas estaban empezando a caer de sus ojos por la emoción, pero también por una sensación agridulce de que no podría estar junto a su familia en el tiempo en el que los fueran a rescatar. Sky y Arick lo miraban conmovidos. La chica compartía la sensación de su amigo, estando a punto de llegar a las lágrimas. Arick, por su parte, sonreía y sentía dentro suyo una agradable sensación. Estaba feliz por las palabras dichas por Winter, pero también por el hecho de que él había hecho posible que tuviera esa oportunidad de grabar un mensaje para su familia.

    Una vez terminó, Winter le entregó el dispositivo a su legítimo dueño, quien lo recibió para luego ser abrazado por el primo de su padre.

    — Gracias, Arick — Winter tenía la voz algo rota — Yo… esto lo aprecio mucho. Te lo compensaré algún día.

    — No hay por qué agradecer — Arick abrazó a su pariente — Somos familiares. Y veo que eres una buena persona. Te mereces la oportunidad de hablar con ellos.

    — Winter, será mejor que no intentes escabullirte de nosotros — Sky sonreía mientras decía eso — Que no serías el primero en colarse en una nave para ir a buscar a un ser querido.

    — Yo no podría reprocharle eso, aunque no me he escabullido — Arick le respondió a la chica.

    Una vez que el abrazo entre los dos jóvenes Lakor que se encontraron allí terminó, el menor de ellos, Arick, recibió un beso en la mejilla por parte de Sky. La chica estaba feliz por ver que Arick, quien era desde el día de ayer su pareja, había tenido un gesto de amabilidad con un chico a quien conoció hace muy poco. El adolescente recibió el beso con un poco de vergüenza. Winter sonreía al verlos, y cuando notó que los dos se habían tomado de la mano, un pensamiento de un momento muy lejano para él regresó a su cabeza. Uno en donde él compartía un rato especial con alguien a quien estimaba más que a otras personas.

    […]

    ¿Tú nos estuviste siguiendo y observando todo el camino? — Airin le hizo esa pregunta a su amigo.

    Los perdí de vista cuando tuve que cruzar el río — contestó Winter algo apenado por eso — Pero los encontré rápidamente. Esos prismáticos son una maravilla. Es una pena que hayan quedado en casa, seguro aquí serían útiles.

    Si viste todo lo que hacíamos, entonces quiere decir que viste el momento en el que Iker… — Airin no se sentía muy cómoda hablando de eso.

    Sí, lo vi — el chico lo dijo directamente — Lo odié bastante por haber hecho eso. Y creo que tú también, porque le diste un golpe.

    Él me engañó — fue la respuesta de la chica — Me invitó a mirar un paisaje, pero solo estaba esperando que me distrajera para que pudiera tocarme. No dije ni una palabra de eso a nadie, y confío en que no lo hagas tú tampoco.

    Descuida, no lo diré — Winter supo que ella solo se lo decía porque él la había visto — No fue agradable de ver.

    Fue menos agradable para mí — Airin pensó con seriedad en ese momento — Y lo peor de todo fue lo que me dijo después.

    ¿Qué te dijo? — Winter creyó que sería algo malo — ¿Fue algo morboso? Si fue así…

    No, fue algo peor — Airin le contestó — Cuando le pregunté por qué había hecho eso, él dijo esto: “lo veo, lo quiero, lo tomo”. Dijo que un explorador que conocía usaba dicha frase cada vez que veía algún objeto que le gustaba. Él no solo me distrajo para tocarme, sino que luego me redujo a un simple objeto.

    No sabía que Iker fuera así… creí que él era mejor — Winter sentía que en todos los años que había pasado con él, no lo llegó a conocer muy bien.

    Yo también, desde ese momento, mi día fue de mal en peor hasta terminar en tragedia — Airin recordó que eso fue un par de instantes previos a ser capturada — Debí haberle dicho que no. Realmente no quería salir con él, nada más quería ver esa cascada que me prometió que veríamos… Quizá debí haberle dicho que no y quedarme en casa esperando a que llegaras para invitarme.

    ¿Qué quieres decir? — Winter se veía confundido.

    La verdad es que, entre Iker y tú, te prefiero a ti — la chica le mostró una sonrisa, a lo que él reaccionó apartando la mirada — Eres más lindo, más sensible, más tranquilo. Cuando empezamos a hablar en clase tras lo que mi padre hizo, me di cuenta de que eres con quien más disfruto estar entre mis compañeros. Mi hermano incluido.

    Sé que quizá te cueste creer esto, pero tú me gustas — Winter estuvo indeciso sobre si hablar o no al respecto con ella, pero luego se decantó por hacerlo — Desde que viniste a mi habitáculo para devolverme el león que me habían quitado, empecé a apreciarte. Y ahora, creo que sobran las palabras. Para mí, tú eres la más linda de todas las chicas. Tan solo desearía que no estuviéramos atrapados aquí, en este maldito continente con todos estos bastardos de los traliod. Si estuviéramos en casa, te pediría que salieras conmigo… quizá que fueras mi novia.

    Luego de esas palabras que le costó trabajo decirle dado al valor que necesitó reunir para hacerlo, Winter estuvo casi fuera de la conversación con su amiga. Respondía las preguntas que ella le hacía, pero de una manera casi inconsciente, sin prestar una atención profunda a lo que salía de su boca. No podía terminar de creer que dejó salir de su boca lo que sentía por ella, y cuando retomó su concentración en la conversación, escuchó unas palabras que le agradaron mucho.

    Sé que no será mañana, y que no será sencillo — Winter empezó a mirarla otra vez, comprendiendo a lo que se refería — Pero regresaremos a nuestro hogar. Quiero que te cuides mucho, pase lo que pase cuando llegue el día. Cuando estemos de nuevo en casa, voy a estar esperando tu invitación a salir. Mi respuesta para ti siempre será sí.

    […]

    Cuando la puerta del cuarto en el que los tres jóvenes se encontraban se abrió, fue Allecreod quien estaba detrás del otro lado. Arick y Sky lo miraron esperando que les dijera algo, mientras que Winter todavía seguía un poco asombrado por ver a un ser de otra especie siendo aliado de los humanos. En el tiempo que transcurrió, escuchó algunas historias sobre él, pero estas le eran increíbles, y en algunos casos imposibles de figurar para él.

    — Allecreod, ¿qué ocurre? — Sky le preguntó a quién era un gran amigo de su padre.

    — Los estamos reuniendo a todos en el comedor — fue la respuesta del ryfier — Ustedes también tienen que ir.

    Imaginaron que se quedaría esperando sobre la puerta, pero lejos estuvo de ser una realidad. El ryfier se apartó y les dio espacio y libertad para que se movilizaran al sitio en el que habían sido citados cuando ellos lo creyeran conveniente, pero sin tardarse demasiado. Tras asumir que lo mejor sería que empezaran a moverse pronto, los tres jóvenes salieron de la habitación en donde buscaron privacidad para que Winter pudiera grabar su mensaje, y fueron juntos hacia el comedor.

    Cuando llegaron, vieron que Alicia, Artem y Abel estaban sentados en la misma mesa, encontrándose el anciano ex líder de Black Meteor apartado un poco de los demás que se encontraban junto a él. Quedando unos tres lugares para que pudieran ser ocupados, los tres chicos se acercaron a dicho sitio, tomando las sillas y apartándolas del lado del anciano, quien vio con una media sonrisa como se alejaban de él. Por alguna razón que los demás desconocían, él estaba feliz de estar allí, incluso si era ignorado.

    — Prepárense, van a anunciar que nos vamos a casa — Abel empezó a frotar sus manos en señal de impaciencia.

    — ¿Cómo lo sabes? — preguntó Artem, sin ver de dónde sacó esa idea.

    — Fui líder de una gran nación, y muchas veces he tenido que convocar reuniones similares a esta — Abel les comentó, interpretando lo que sucedía como algo cotidiano — No servimos para pelear, así que nos toca regresar a Edagr.

    — Tú te irás a prisión, Abel — Alicia lo miró con desprecio — Thomas y Gwyn estarán esperando para arrestarte. Será lo primero que hagan una vez abracen a su hija.

    — Que así sea, yo estoy feliz de ya no tener que trabajar como esclavo — el anciano no se hacía mucho problema por eso — Les deseo suerte enfrentando al resto de la Sociedad Galáctica, y a ese tal Casseirem si está vivo y llega a aparecer.

    Nadie se tomaba para bien la manera de hablar de Hartka. Les era molesto ver a un viejo con poca forma física siendo tan arrogante y tan pesimista con ellos de cara a futuro. Alicia era quien más furia sentía con él. Desde el primer instante en el que supo que él vivía, se lamentó muchas veces por el hecho de que Michael y Agustina, a quienes consideraba muy especiales, ya no se encontraran con ella, mientras que Abel tenía el lujo de hablarles como si fuera un superior.

    Poco a poco, la sala se fue llenando por los cautivos, quedando tan solo muy pocos soldados de Edagr allí presentes. Ace, Natasha, Allecreod, Faron y Noak estaban al frente de todos ellos, mientras que Xorxaik tenía su lugar parado atrás. Para los que provenían de Tralio les era casi imposible no mirar con nerviosismo al robot, pese a que era un recurso en su favor. Escucharon la forma en la que aplacó a Siban y a los demás yarlemianos y velivinos, y pensar que otro grupo de humanos contaba dentro de sus fuerzas a un robot tan brutal les ocasionaba cierta incomodidad.

    Iker y Jessica se acomodaron junto a las personas con las que compartían el almuerzo casi todos los días. Tenían la intención de acercarse a sus amigos, sobre todo el chico, quien tenía deseos de ofrecer disculpas a la chica por su comportamiento. Pero el ver que Abel estaba con ellos les detuvo de toda intención de acercarse.

    Una vez que la totalidad de humanos que fueron retirados de sus mundos por la Sociedad Galáctica se encontró allí, el comandante Lakor empezó a hablar ante todos ellos.

    — No me he expresado acerca de la muerte de los soldados que me ayudaron a pelear — comentó el comandante, quien era conocido ya por todos — Lamento mucho que hayan perdido sus vidas. Y lamento también que esto no se haya terminado. Aunque, si les soy sincero, para varios de ustedes sí se terminó. Para mí y los míos acaba de empezar…

    Murmullos se podían escuchar en todas las mesas. Ace miró una por una, y pese a no poder escuchar lo que se decían en voz baja, logró notar que cada humano en cada mesa, exceptuando una, estaba moviendo sus bocas. La excepción era la mesa donde se encontraba su hijo. Allí mismo, Abel miraba con una sonrisa casi provocativa para el comandante, quien no se lo tomó nada bien.

    — Nuestras provisiones son limitadas, como ya he dicho, y es por eso que es tiempo de que empecemos a movernos — Ace tomó un poco de aire antes de seguir hablando — Nuestro robot ha obtenido información directa de los archivos contenidos en este crucero. Allí encontró que el resto de la Sociedad Galáctica posee un arca, que se encuentra en un planeta algo alejado de aquí. Sin muchas certezas, es probable que allí es donde tengan retenidos al resto de nosotros. Y es por eso mismo que ese es nuestro próximo destino. Partiré con mi escuadrón y todo aquel soldado de Tralio que esté dispuesto a colaborar con nosotros en este mismo crucero. Iremos primero al planeta donde tienen aquella arca para ver si logramos salvar a los nuestros. Y luego de eso, tal y como prometí, nos dirigiremos al planeta Tralio. Una vez allí, salvaré a los suyos, los subiré a esta nave y los llevaré a Edagr, en donde nos reuniremos una vez más.

    No esperaba nada de parte de ellos, pero no por eso se sorprendió cuando los humanos que provenían de Tralio le empezaron a aplaudir, como si estuvieran muy contentos con la decisión tomada por él. Ace agachó la mirada algo apenado, ya que no consideraba que mereciera ese aplauso. Mucho peor, un pensamiento nuevo se atravesó por su mente al recibir tal ovación.

    — Ahora me aplauden, pero… ¿y si no consigo salvar a la mayoría? — el comandante temía por la posibilidad de que se formaran nuevos detractores a raíz de su decisión.

    Los humanos que provenían del planeta Edagr no se sentían muy contentos al respecto. Al igual que Noak, ellos esperaban que la ubicación de los demás que faltaban por rescatar fuera un sitio en concreto. El no tenerla no era agradable para los oídos de ninguno, quienes no podían esperar para saber qué acontecería con ellos.

    — ¿Y nosotros? — preguntó una mujer adulta en el grupo de humanos de Edagr.

    — La subcomandante Natasha Zafiro los llevará a todos a nuestra nave, y una vez estén a bordo, partirán hacia Edagr al instante — Ace decía, sabiendo que eso lo alejaría de su esposa — Seguro que sus familiares y amigos se alegrarán mucho de verlos. Cuéntenles todo lo que han vivido aquí. Y les pido un favor, no como comandante ni soldado, sino como humano. Asegúrense que los que van a pisar el planeta Edagr por primera vez sientan que están llegando a su hogar.

    — Algunos soldados de nuestra unidad los escoltarán a la nave — comentó la subcomandante Natasha — Les pido que vayan saliendo y dirigiéndose allí. Los instalaré cuando llegue. Me tomaré unos minutos para ir con ustedes.

    Sin mucho más que hacer en un lugar así, los seres humanos de Edagr y Tralio que habían sido secuestrados y no tenían entrenamiento militar se levantaron de sus sillas y empezaron a moverse hacia la salida. Quienes sí contaban con algo de entrenamiento se quedaron en su sitio, dispuestos a prestar ayuda, y a no moverse de allí, ya que, en palabras del comandante, tenían que viajar a bordo del crucero.

    Cuando Iker y Jessica se levantaron y empezaron a caminar, lo primero que hicieron fue mirar a Winter y a Artem. Les parecía muy extraño ver que no se estaban moviendo de ese sitio, ni siquiera realizaban algún amago a querer levantarse. Esto les pegaba muy fuerte, ya que por un segundo pensaban que no viajarían con ellos.

    — ¿Van a ir? — Jessica preguntó a su amigo — Si van a ir, yo también quiero. Mi familia me espera.

    — Bueno, no voy a ir a Edagr yo solo — Iker estaba dispuesto a acompañarla.

    — Vienen con nosotros — uno de los hombres que compartía mesa con ellos cada día les cortó esa idea — Uno de ellos es el hijo del comandante y otro el primo. Si su esposa no lo acompaña, ellos que son menores de edad tampoco. Caminen, no pierdan el tiempo.

    No podían hacer otra cosa que creerle a aquel hombre, pero no por eso se sentían cómodos con la idea de irse y dejar a sus amigos atrás. Ambos adolescentes miraron a sus amigos desde que se levantaron de la mesa hasta salir de la sala, solo para darse cuenta de que en ningún momento les dirigieron la mirada.

    — Allecreod — comentó Ace, algo que los dos jóvenes lograron escuchar al momento de salir — Ya sabes lo que tienes que hacer.

    — Sí, comandante — Allecreod se apartó del grupo y se paró frente a la puerta.

    En el momento en el que Abel quiso cruzar al otro lado para unirse a los humanos que iban a cambiar de nave y posteriormente de rumbo, el ryfier realizó un movimiento rápido y lo tomó del brazo, haciéndole imposible moverse más tiempo.

    — Hey — Abel le llamó la atención — ¿Qué haces, Allecreod?

    — Tú te quedas, Abel — Ace respondió por el ryfier — No fuiste de utilidad para la humanidad en la guerra. Lo serás ahora.

    — Soy un anciano, incluso aunque las leyes lo permitan, es inmoral — Abel quiso apelar a su sentido de la justicia y la honestidad.

    — No te burles de mí, o te dejaré en el planeta Tralio cuando lleguemos — el comandante no tenía más paciencia para con él.

    — Me iré a sentar, comandante — Abel decía, casi como si estuviera pidiendo permiso.

    — Acompáñalo, Allecreod, y no lo pierdas de vista — fue la orden del comandante de ER.

    Mientras el ryfier y el ex líder de Black Meteor se iban a sentar a una de las mesas que quedó vacía, el resto de los humanos que no tenía intención ni motivos reales para quedarse fueron abandonando la sala hasta que quedaron solamente los secuestrados militares y los más cercanos a las figuras de autoridad.

    Artem, Winter, Alicia, Arick y Sky se levantaron y se aproximaron a ellos, ya que sabían que se acercaba una despedida que no podría aplazarse más. Lo primero que hizo Ace fue darle un abrazo a Alicia, quien lo recibió con gusto.

    — Es bueno saber que estás a salvo, y que a partir de ahora no correrás más peligro, hermanita — el comandante le hablaba con ternura — Me da gusto que a ti sí te hayamos podido encontrar.

    — Gracias, Ace, te prometo que no me comportaré como una esclava liberada — fue la respuesta de Alicia, apretando con fuerza a quien era como un hermano para ella — Ayudaré a Natasha en lo que necesite. Después de todo, yo también soy parte de esta división de Exploración y Rescate.

    — Me vendría muy bien tu ayuda, Alicia, pero puedes tomarte un par de días para descansar — fue lo dicho por Natasha, quien apreció las palabras de su amiga — Tengo soldados que me ayudarán.

    Tras terminar su abrazo con Ace, Alicia fue a tener ese mismo gesto con Natasha. Ambas se habían llevado muy bien desde el primer día que se conocieron, pero no se habían vuelto cercanas hasta el día en el que la sub comandante de ER le ayudó a tomar una decisión concerniente a su futuro.

    — Faron, cuídate mucho — Alicia miraba al soldado unos años más joven que ella — Noak, sabes que estaré enviándote todo mi apoyo para que encuentres a Gina y a Hana. A salvo. Cuídate y luego cuídalas a ellas.

    — Gracias, Alicia — Faron agradeció lo dicho por su compañera, quien se separaría de aquel sitio.

    — Sí, yo también — Noak respondió de una forma muy seca.

    Artem apartó la mirada por la incomodidad que sintió en el momento en el que el soldado le respondió a la mujer. Parecía haberles restado importancia a todas las demás palabras salidas de ella, pese a que fueron dichas con el mejor deseo. Ace, Natasha y Alicia no pudieron evitar sentirse mal por Noak, ya que los tres lo conocían mucho como para saber que su respuesta se debía al estado mental que tenía. Faron, por su parte, estaba empezándose a preocupar cada vez más y más de él.

    — Ay, Noak… — el soldado Zark tenía miedo de estar cerca de él — Creo que te vendría bien un tiempo lejos del ejército cuando esto termine — pensó para sus adentros.

    El período de incomodidad se extendió durante unos dos minutos más, hasta que Ace y Natasha pusieron su vista en los tres adolescentes, principalmente el comandante.

    — Sky, saluda a tu madre y a tu padre de mi parte — Ace le habló a la chica — Diles que me tomaré un par de días más en regresar. Pero que estoy ansioso por ello.

    — Lo haré, comandante — Sky sonreía al padre de Arick — Estoy segura de que ellos dos le harán una fiesta a su regreso.

    — No hace falta, por quien deberían festejar es por ti, tú eres su hija mayor y te aman — Ace le decía, rechazando la idea de que lo premiaran solo por su trabajo.

    El siguiente a quien miró Ace fue al familiar que acababa de conocer hace muy poco, un primo suyo que tenía una diferencia de edad muy amplia con él, ya que este había nacido cuando Ace ya había superado por un par de años la mayoría de edad.

    — Muero de ganas por conocer a tu familia, Winter, y de poder darles un hogar para que vivan contigo — Ace le dio un abrazo a su primo — Y por supuesto, también quiero charlar mucho contigo. No hemos tenido mucho tiempo para poder hacerlo.

    — Gracias, primo Ace — Winter no lo llamó por su rango militar — Yo también espero que todos regresen. Quisiera que pudiéramos tener un día entre familia y amigos. Y también quiero conocer al pequeño Azel. Por lo que ustedes dijeron, es el menor que lleva nuestro apellido.

    — Se va a llevar una sorpresa cuando te vea, y cuando vea a los demás — Ace le quería hacer sentir mejor — Y sobre tu deseo de tener un día entre familia y amigos, dalo por hecho. Ya veremos un momento en el calendario para pasarlo juntos.

    Muy feliz por haber descubierto y comprobado en primera persona que el humano que muchos describían como monstruo tenía un gran corazón, Winter se separó de Ace para que este pudiera tener una despedida con su hijo mayor. Arick, quien sabía que tenía que hacer entrega de su dispositivo móvil a su padre, se acercó a él y lo miró a los ojos.

    — Papá — decía mientras lo sacaba de su bolsillo — Aquí está el mensaje de Winter para su familia.

    — Seré yo quien se los muestre en persona — Ace lo tomó para guardarlo en un compartimento de su armadura — Eres muy generoso al hacer eso por tu primo.

    — Creo que él lo necesita — Arick, sin dar tiempo a que se preparara su padre, se acercó a él para darle un abrazo — Gracias por dejarme venir a buscar a Sky, papá. Lo necesitaba mucho. Prometo que me portaré bien en el viaje de regreso. Obedeceré a mamá.

    — Sé que lo harás, eres un muy buen chico — Ace tenía algo en mente para con él — Cuando yo regrese, tú y yo nos tomaremos un momento a solas cuando lo veas apropiado. Y será en ese momento en el que te responderé todas tus preguntas. Te lo has ganado.

    Arick sabía lo que eso significaba. Siempre, desde que lo podía recordar por lo menos, había estado mirado la foto en donde una mujer lo estaba cargando cuando era un bebé. Se preguntaba mucho sobre ella, pero su padre siempre le decía que lo sabría cuando fuera oportuno. Pese a que sabía que no sería una conversación muy esperanzadora, él tenía deseos de saberlo todo acerca de ella.

    Una vez que se despidió de los tres jóvenes, al comandante Lakor nada más le quedaba despedirse de su esposa, quien se separaría de él para poder cumplir con su deber de llevar a casa a todos los humanos que habían rescatado allí.

    — Dile a Azel que mandaré un video nuevo para él hoy a la noche — Ace le respondió respecto a su hijo — No le hemos podido enviar el que le prometimos a causa de este conflicto.

    — Lo haré, descuida, o tal vez deba dejarlo como sorpresa para él — Natasha se acercó a su esposo para abrazarlo — Sabes que él te ama, y seguro le gustaría mucho recibir un detalle como ese.

    — Oye, no lo digas de esa forma, también te ama a ti — Ace besó la frente de su pareja — Al igual que yo. Te amo, Natasha.

    — Y yo a ti, Ace — la mujer agachó la cabeza con algo de miedo — Y es por eso que esto me da mucho miedo. Desde que nos casamos, nunca hemos estado en planetas diferentes. Ambos nos quedamos en Edagr, haciendo nuestro trabajo y educando a nuestros hijos.

    — Y lo seguiremos haciendo cuando regrese — Ace tenía en mente los motivos de ella para tener miedo — No tardaré mucho. Estoy seguro que antes de que pase un mes, volveré a casa.

    — Solo prométeme que vas a cuidarte mucho — Natasha le acarició el rostro — Cuando te separaste de mí en el día en que Zenith y Black Meteor se enfrentaron, y cuando quedaste prisionero en Hael Arunyn… yo creí que te habías ido y que nunca te volvería a ver.

    — Pero regresé — Ace la quería tranquilizar, por eso le acarició el rostro también — Y estoy aquí contigo hoy.

    — Eso no me tranquiliza, Ace — su mujer se lo reprochaba — Llevamos muchos años sin separarnos y sin conflictos. No esperaba que esto terminara así, pero no se dio como creímos. No quiero perderte para siempre. No quiero que este sea nuestro último adiós. Sé que eres capaz de cuidarte, pero ahora te irás a dos planetas en donde te esperan conflictos que exigirán que atiendas tu deber como comandante y des la cara por la humanidad.

    — Sobreviviré a esos conflictos, Natasha — Ace estaba muy decidido a eso — Quiero seguir durmiendo y despertando contigo. Y quiero seguir viendo a nuestros hijos crecer. Puedes estar segura de que voy a regresar.

    — Promételo.

    — Lo prometo. Sobreviviré a lo que sea que tenga delante, salvaré a todos los humanos que están en la oscuridad y regresaré al calor de tus brazos.

    Tras haberle jurado a la mujer a la que más amaba que iba a seguir con vida para regresar a ella, ambos se fundieron en un beso, importándoles muy poco que hubiera espectadores para su forma de demostrarse lo tanto que se amaban. Natasha no podía evitar estar nerviosa de tan solo pensar que pasaría muchos días lejos de alguien importante para ella, mucho menos tras recordar las veces en las que habían pasado situaciones así.

    Finalizado su beso, la sub comandante sabía que tenía un deber que cumplir para con los humanos que estaban esperando regresar a casa. Le indicó a Alicia y a los cuatro adolescentes que estaban junto a ella que era tiempo de irse, y fue así que los seis se fueron del lugar.

    Ace miró con tristeza como se marchaban. Recordó el día en que aceptó ser el comandante de ER, y pensó en que, de no haber aceptado ese deber, podría estar regresando a casa para estar con su familia.

    — Me hice comandante para poder rescatarlos si algo así pasaba — Ace recordó lo que pensó al haber accedido a la división del ejército — Pero ahora mi deber me exige alejarme de ellos… Supongo que este es el precio que pago por todas las vidas que hice que se perdieran.

    Ace quedó en un ligero trance al pensar inicialmente en Sharyn y Rayko, a quienes perdió a raíz de una trampa tendida por el edagriano que les dio las respuestas que necesitaban en aquel momento. Ellos estaban a sus órdenes, y fue su decisión la de concederle a aquel ser la oportunidad de llevarlos a la cueva donde la chica perdió la vida, para que luego el primo de quien era su prometida muriera en sus brazos. Los pensamientos que tenía avanzaron en el tiempo hasta el día en que ordenó a sus soldados empujar a las personas que intentaban subirse a una nave y escapar de la Tierra antes de su caída. Dicho recuerdo ya lo había atormentado antes, y a raíz de sucesos recientes, regresó a su memoria. Lo último en que pensó fue en las vidas de aquellos soldados que fallecieron en la misión de Hael Arunyn, encontrándose su primera esposa entre tales personas.

    — Ace — Noak lo sacó de sus pensamientos.

    — ¿Qué tienes? — Ace se asustó un poco, dado a que creyó que había quedado distraído por mucho tiempo, aunque no pasaron más que unos segundos.

    — Sé que les prometiste a todos ellos que iríamos a Tralio a salvar a los demás humanos — Noak estaba listo para cuestionarle algo — Solo quiero recordarte lo que ya dije antes. Tan pronto como yo tenga a mi esposa y a mi hija de regreso, no pondré pie afuera de esta nave. Me quedaré aquí para protegerlas. No viajé tan lejos para salvarlas solo para morir ofreciendo mi cuello por gente a la que no conozco. Tal vez tú te sientas diferente porque tienes familia entre ellos. Pero yo no.

    — No tienes que preocuparte por nada, Noak — Ace estaba cansándose de escucharle siempre lo mismo — Tú eres de DCT. Estás en esta misión como colaborador, pero la tarea de rescate le concierne solo a ER. Cuando tengas a tu familia, te podrás quedar con ellos hasta su regreso.

    — Eso era lo que quería oír — Noak sonreía muy aliviado tras escucharlo — ¿Cuándo partimos? Si Gina y Hana están en ese planeta que Xorxaik localizó, quiero partir ya mismo.

    — Comandante, todos aquellos que debían abandonar el crucero ya lo han hecho — fue un aviso de Xorxaik, quien creyó oportuno decir esas palabras.

    — Eso quiere decir que partimos ahora mismo — Ace tomó la decisión pensando en su amigo — Enséñanos como controlar esta nave, Xorxaik. Así no dependeremos solo de ti cuando lleguemos a ese planeta.

    — Disculpe, comandante — uno de los militares de Tralio se acercó — ¿Qué tan lejos está ese planeta al que se refieren? ¿Y qué tan lejos está Tralio de dicho sitio?

    — Tres días desde aquí a nuestra primera parada — Xorxaik le contestó juzgando por la velocidad de la nave, información que encontró en los sistemas — Y dos días desde aquel mundo hasta Tralio.

    — Cinco días, maldición — pese a su respuesta, no estaba molesto con nadie en realidad — Gracias por la respuesta.

    Sin más preguntas recibidas por parte de aquellos humanos, el robot obedeció las órdenes que le fueron dadas por el comandante. Utilizando sus sistemas internos, logró encender la nave crucero que era propiedad de la Sociedad Galáctica, y no tardó ni tres minutos en hacerla despegar. Debido al hecho de que había sido construida por la Sociedad Galáctica, era bastante más rápida que la nave humana, la cual tardaría cinco días en llegar hasta el planeta sin nombre en el cual los enemigos se refugiaban en su arca. Ese mismo motivo llevó al comandante a optar por usar la nave obtenida tras la batalla y no la nave que les pertenecía a ellos.

    La nave crucero finalmente consiguió despegar y abandonar por completo el planeta Yarlem, sitio en el que la Sociedad Galáctica había perdido dos veces ante enemigos completamente diferentes en cada una de las ocasiones.

    […]

    — Tendré que instalar a los rescatados en las habitaciones vacías que dejaron los soldados que no vendrán con nosotros — Natasha indicó a su compañera, Alicia.

    La sub comandante se encontró rápidamente con una situación que la obligaría a cambiar varias cosas en el interior de la nave, de modo que permitiera a los humanos rescatados, tanto de Edagr como de Tralio, el tener la posibilidad de dormir cerca de los suyos para que así viajar cómodamente a lo que sería su nuevo hogar.

    Pese a que le dijo a Alicia que podría tomarse unos días de descanso, la mujer se negó a aceptarlo, sabiendo que administrar a tanta gente, sobre todo siendo en su mayoría desconocidos, no sería algo muy sencillo. Los jóvenes fueron dejados en una habitación que prepararon nada más llegaron, y ambas mujeres acudieron a la sala de comandos.

    — ¿Dijiste que había algunos soldados en la enfermería? — Alicia quería conocer su estado.

    — Solo tienen heridas leves, pueden realizar una tarea fácil como mover camas y colchones — la sub comandante, y líder de la nave en aquel momento, tenía en mente que se pusieran a trabajar — Ordené a todos que se quedaran en la sala de entrenamiento a la espera de noticias, pero tenemos que acomodarlos rápido, antes de que se empiecen a impacientar.

    — ¿Quieres que los busque y empecemos a trabajar? — su amiga le hizo esa pregunta — Asumo que tienes pensado enviar un mensaje a casa. No habrías venido a la sala de comandos de no ser necesario.

    — Es correcto, Alicia — Natasha le confirmó lo que pensaba — Thomas y Gwyn merecen saber la verdad. Su hija está a salvo. Sé que no habrá sido agradable tener que recibir un mensaje que se repite cada día cada vez que preguntan. Es tiempo de que les diga y les explique todo, aunque creo que algunas cosas las enviaré en un reporte.

    — Como desees, Natasha — Alicia estaba dispuesta a prestarle una mano — Iré buscando a los soldados para que empecemos a agrupar a la gente en sus habitaciones.

    — Me harías un gran favor, muchas gracias — la sub comandante mostró una sonrisa a su amiga por el servicio que le prestaría.

    Teniendo decidido lo que debía hacer, la mujer a cargo de la nave y de todos los humanos que estaban allí empezó con la redacción de un informe para Gwyn y Thomas, quienes tendrían que saber lo que les esperaba en el momento en que la nave pudiera aterrizar. Se encargaría de aclarar la mayor cantidad de cosas posibles sin entrar en detalles que no serían útiles para ellos. Habiendo finalizado con la tarea, la mujer comenzó con el proceso de llamada directa para comunicarse con la sección central de trabajo. No revelaría nada a nadie antes que decir toda la verdad a Thomas y Gwyn, y hasta que pudiera enviarles el reporte de resumen de la misión.

    La espera fue breve, incluso más que lo que la sub comandante esperó, ya que recibió rápido su respuesta, y de parte de las personas con quienes intentaba establecer contacto. En la llamada, la mujer pudo ver que el hombre y la mujer se encontraban a solas en su sitio de trabajo, cosa que facilitaría las cosas, aunque no se negaría a contar la verdad siempre que estuvieran ellos. Verlos a los dos le ocasionó una cierta felicidad, ya que podía ser honesta por completo con ellos.

    — ¡Gwyn, Thomas! — Natasha se sintió feliz de verlos a los dos del otro lado — ¡Qué bueno que sean ustedes! ¡Creí que tendría que esperar para poder hablarles!

    — Natasha, es bueno saber de ti — Gwyn le contestó a quien era su amiga — ¿Qué noticias tienen para nosotros?

    — Son noticias buenas, pero no del todo… — contestó algo triste por lo que debía contar.

    — ¡¿Por qué?! — Thomas se aterró al oír eso — ¡¿Qué fue lo que pasó?!

    — Sky está bien, no se preocupen — la mujer eligió aplacar sus mayores miedos — Ella está regresando junto a mí y la gran mayoría de humanos a Edagr. Acabamos de partir. Llegaremos de vuelta en unos cinco días.

    — ¿Por qué mencionaste “gran mayoría”? — Gwyn no lo vio como una buena señal.

    — Esa es una mala noticia — Natasha se preparó para revelar toda la verdad ante la pareja de líderes.

    […]

    El ruido de los pasos de gente caminando por toda la nave, buscando un sitio para poder dormir tranquilos cuando les llegara la hora en la que sus cuerpos cansados por el estrés les pedirían el descanso nocturno, se podía sentir desde afuera de la habitación en la que se encontraban los cuatro adolescentes que fueron acomodados en su sitio por Natasha y Alicia.

    Las dos mujeres, ayudadas por ellos cuatro, les dejaron un total de cuatro camas en una única habitación. Artem y Winter tenían sus camas cerca, mientras que Arick y Sky estaban un poco alejados de ellos dos, pero cerca el uno del otro. Cada uno se encontraba recostado sobre su propia cama, oyendo el ruido de las pisadas que parecía que no iba a terminar más. Fue un cambio significativo cuando se escucharon toques en la puerta. Una persona parecía querer necesitar algo, dado a que empezó a golpear y no cesaba ni siquiera habiendo pasado veinte segundos.

    Eso llevó a Arick a levantarse y abrir la puerta, permitiendo así a todos los demás en la habitación, que se levantaron también por cortesía, ver quienes estaban del otro lado. Arick no los conocía personalmente, ni siquiera de nombre, pero el resto de los chicos en la habitación sabían quiénes eran.

    — Hola — Iker levantó la mano tímidamente ante el chico que no conocía — ¿Podemos entrar?

    — ¿Son amigos de Winter y Artem? — el joven Lakor le preguntó.

    — Lo somos, y tenemos algo que decirles — Jessica imploraba entrar.

    — Adelante, supongo — Arick se apartó para dejarlos pasar al cuarto — Soy Arick Lakor. El hijo del comandante. Mucho gusto.

    — Jessica Delta, el placer es mío — contestó la chica saludándolo al entrar y ponerse frente a Winter y Artem.

    — Iker Evanson, lo mismo digo — el saludo de aquel chico fue más tímido.

    Arick cerró la puerta, y cuando vio las expresiones en los rostros de sus tres compañeros de cuarto, supuso que algo extraño estaba ocurriendo entre los demás. Se sentía muy aislado de la situación al no comprender nada de lo que pasaba, y por eso quiso preguntar.

    — ¿Pasa algo? — miró a los recién llegados y conocidos por él.

    — Sí, Iker y yo queremos pedirles disculpas — Jessica miró apenada a Winter y Artem — Nos han dicho cosas muy feas de aquellos que son de Zenith y Black Meteor. Y cuando se rehusaron a cooperar con la Sociedad Galáctica, no nos lo tomamos muy bien.

    — Nos alejamos de ustedes dos porque creíamos que eran unos tontos por sentir empatía por gente como la de Zenith y Black Meteor — Iker juntó ambas manos — Pero resulta que los tontos fuimos nosotros dos. Ellos nos han salvado. No son monstruos. Nuestros prejuicios nos lo impidieron ver.

    — Los hicimos a un lado por eso, y no fue justo — Jessica tenía ensayadas sus palabras junto con su compañero — No tiene que ser ahora. Pero quisiera ser perdonada.

    — Somos amigos, crecimos juntos — Winter les contestó a los dos — Yo también escuché cosas horribles sobre Ace Lakor. Si mi padre no fuera tío suyo… no lo sé. No puedo predecir mi comportamiento en una realidad diferente. Pero tal y como dijeron, no será ahora. Nos dejaron de hablar como si nuestra amistad se hubiera roto, incluso después de que algunos de ellos accedieron a colaborar con nosotros. Eso no lo olvidaré ni perdonaré muy fácilmente.

    — Yo estoy con Winter, además, ustedes no son mis compañeros de clase, yo quizá tarde un poco más en perdonar — Artem quería que supieran que no sería inmediato ni de broma — Pero sé que este viaje ayudará a que las cosas mejoren.

    — Eso espero — Iker pronto miró a la otra chica de la habitación.

    Sky se sentía asqueada al tenerlo mirándola, y Arick notó rápidamente eso. Se extrañó bastante al ver a su novia así, pero siendo que parecía que Iker iba a hablar un poco más, guardó un poco de silencio hasta que nuevas palabras salieron de la boca del joven.

    — Yo tengo algo más por lo que disculparme — el chico sintió como todos, exceptuando Arick lo miraban inquisitivamente, Jessica incluida — Sky. Sé que no fue el mejor comportamiento que tuve. Y mis pensamientos fueron incluso peores. Winter seguro no te dijo nada, pero te debo una gran disculpa.

    — ¿Por qué? — Arick se molestó al escucharlo decir eso — ¿Qué le hiciste? ¿Qué le pensabas hacer?

    — Yo… — Iker dudó en decirle la verdad, pero Jessica le expresó con la mirada que debía hacerlo — La manoseé, y tenía pensado hacerle algo peor si tenía la oportunidad.

    — Sky, ¿este tipo dice la verdad? — Arick lo quería escuchar de ella — ¿Te puso una mano encima?

    La chica no se sentía cómoda con la respuesta que iba a dar. Esperaba que lo sucedido con el chico que se atrevió a tocarla fuera algo que se pudiera olvidar pronto, pero como fue él quien sacó a la luz ese tema, no podía hacer nada más que no fuera decir la verdad. Sky no deseaba que Arick gastara fuerzas en alguien como Iker, porque sentía que no merecía la pena, pero demandaba una respuesta, y ella no lo negaría.

    Sky asintió con la cabeza, anticipándose a que Arick reaccionaría mal. Eso fue lo que ocurrió. Arick, muy furioso por saber que en su ausencia alguien le había metido la mano encima a la chica que él quería, se acercó a Iker y de forma repentina pero no por eso blanda, le asestó un fuerte puñetazo en la mandíbula que derribó por completo al joven Evanson. Winter, Artem y Sky lo veían venir, y no se sintieron muy apenados por Iker ni sorprendidos por la actitud de Arick. Aunque no les agradaba ver una actitud violenta, entendían también que Iker no era un santo, y que había hecho con Sky algo que también hizo con Airin en su momento.

    Jessica se asustó por haber visto eso, y creyó de inmediato que Arick y Sky eran más que cercanos. La primera impresión que llegó a tener de su compañero no fue la mejor de todas. Iker, quien se llevó la peor parte, se sorprendió por la fuerza del chico para derribarlo de un golpe, pese a que lo tomó con la guardia baja. Terminó en el piso sin sentir demasiado fuerte la caída, pero la zona de la mandíbula donde recibió el golpe le dolía bastante. Al tocarse la mano, sentía como un poco de sangre le estaba saliendo de allí.

    — No te quiero ver cerca de Sky ni cerca de mí — Arick se lo advirtió con mucho enojo — Winter y Artem te conocen. Nosotros no. No creo que podamos estar tranquilos contigo cerca, entonces me aseguraré de que tú tampoco lo estés.

    Iker sentía enfado con el chico por haberle hecho eso. Pero al mismo tiempo sentía dolor en la zona del golpe junto con un miedo por levantarse y seguir recibiendo castigo por parte de él.

    — Solo veía a disculparme, y no he abusado de ella — Iker decía conforme podía — Comprendo tu enfado, y me esperaba un insulto o un golpe pequeño. Pero esto fue demasiado.

    — No me arrepiento, tú no tenías derecho de ponerle la mano encima a Sky — Arick no aceptaba sus palabras — Considero que esto es castigo más que suficiente para ti. No te golpearé más, pero no por eso te dejaré acercarte a ella o a mí. ¿Ha quedado claro?

    Iker y Arick se miraron fijamente, uno de pie y otro en el suelo, aunque pronto empezó a ponerse de pie para no tener que soportar ser mirado como un inferior. Ante la vista de los otros cuatro jóvenes, Iker no respondió a lo dicho por Arick. Lo único que hizo fue lanzarle una mirada desafiante, frotarse la zona donde recibió el golpe, y posteriormente, se dio la vuelta para abrir la puerta y abandonar el sitio.

    — Ya me humillé antes ante mis compañeros — Iker tenía en su memoria el día en que Vyon lo derribó frente a todos — Por nada en el mundo permitiré que me suceda otra vez.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    ¡Hola, amigo! Ya estoy por aquí tras haber leído el capítulo, como siempre, ha estado muy bien. Parece que las cosas se han "calmado" un poco, pero no dudo de que pronto llegará el clímax. Dicho esto, voy a comentar lo que toca, que es el capítulo de ahora. :kuku:

    En el comienzo podemos ver que finalmente Xorxaik ha extraído la información sobre donde podrían estar Hana y Gina, siendo una especie de nave/arca en un planeta remoto. Ya no es solo la distancia a la que puedan estar o el trayecto que se deba hacer, sino que ahora la búsqueda parece más compleja que antes, al no tener ninguna de ellas un rastreador como el que tenía Sky y permitió que se les encontrase a casi todos. No justifico los enfados de Noak, aunque los entiendo, y verle así verdaderamente apena. Es comprensible que empiece a perder la esperanza y necesita a sus amigos más que nunca o de lo contrario, se rendirá. Ojalá aguante y encuentre a su familia sana y salva. :anicry:

    De ahí pasamos a ver a Winter, el cual deja un mensaje en un dispositivo que espera que se le sea entregado a su padre y hermana cuando sean rescatados. Inevitablemente, la emoción lo invade mientras Arick y Sky le observaban con empatía. Bueno, que decir... me alegra que los pequeños Lakor se estén llevando bien y que Sky sea importante en la vida de ambos. Ver a la chica y al hijo de su primo juntos hace que Winter rememore una escena con Airin en la que prácticamente se declaran su amor. Ay, amigo, quiero ese reencuentro. Ambos lo merecen. :minku:

    Comandante y subcomandante junto a su equipo dan la explicación de las cosas al resto, en un intento por ver quiénes están dispuestos a ir con ellos en la búsqueda de los demás. Cualquier ayuda es bienvenida, ya que después vendrá el rescate de Trailo. En el proceso de la explicación, vemos que Abel da por sentado que se va a casa, y créeme, que gracioso fue ver como Allecreod le impedía irse y le decía que será útil ahora ya que antes no lo fue. 10/10 :yagami:. Me dio algo de lástima que Jessica e Iker se sientan apartados, aunque se lo han ganado un poco por su forma tan reacia de ser. Y me alegra que los soldados rusos accedan a ir con Ace, tanto al rescate de Hana y Gina como, lógicamente, a Trailo a por el resto de humanos. Las despedidas fueron bastante emotivas, en especial la de Ace con Natasha. Se siente el miedo que tienen ambos y es totalmente comprensible, especialmente si es la primera vez en mucho tiempo que se separan :sadexo:. Sea como sea, ya está todo preparado para partir cada uno por su lado. Después, Natasha manda ese mensaje a Thomas y Gwyn, que ya vimos en el capítulo anterior.

    Finalmente, vemos que Arick, Sky, Winter y Artem se preparan para dormir en una habitación conjunta cuando Iker y Jessica llaman a la puerta, con el propósito de disculparse por diferentes acciones que no están muy en el pasado. Todo parece ir bien en cierto aspecto hasta que Iker se disculpa con Sky por haberla manoseado y por querer hacerle cosas muy jodidas, algo que Arick no tolera. El joven Lakor saca su furia (bien merecido lo tenía Iker, no me puedo quejar :clap:) y golpea al chico, advirtiéndole con que si vuelve a estar cerca de él o de su novia, tendrá serios problemas. Iker tolera el golpe y el mensaje, aunque viendo lo vengativo que parece ser, no sé si lo dejará estar. Ojalá que sí, aunque lo dudo.

    Bueno, ha sido un buen capítulo, amigo mío. Nos vemos a la próxima, un fuerte abrazo.
     
  3. Threadmarks: Los intrusos que han llegado…
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Ciencia Ficción
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    27
     
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    6065
    Saludos. Voy a aprovechar para publicar este capítulo ahora, que puedo y tengo conexión para hacerlo, antes de que la compañía que me brinda el internet empiece a fallar como acostumbra hacer.

    No tengo novedades que dar, por lo que simplemente me limito a publicar. Guía y cronología serán actualizadas a futuro. Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk ya que siempre es una alegría conectarme al foro y ver que ha leído y comentado el capítulo. Es bueno ver que le gusta hacia donde avanza la historia, y me alegra, ya que no falta demasiado para el clímax, momento donde espero poder contar con su lectura y sus opiniones en los comentarios.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.

















    Los intrusos que han llegado…:

    — La comida que nos dan tiene un sabor más feo cada día — Hana decía mientras un par de lágrimas salían de sus ojos — Esta tiene un gusto asqueroso.

    Gina, quien se hallaba junto a su hija en una celda de la cual no había salido nunca desde su llegada, podía comprender el sentimiento de la joven al comer lo que sus captores le estaban ofreciendo. Las dos tenían en la mano un bocadillo con forma de barra, con una contextura gruesa de un color gris envuelto en un papel blanco. Al principio, durante el primer y el segundo día tras su llegada, se les era entregada carne con pan para comer. El tercer día, ese alimento fue reemplazado solo con pan. El cuarto día, recibieron un bocadillo similar al que estaban comiendo en ese momento, con la excepción de que no tenía sabor a nada y estaba envuelto en un papel de color amarillento. En la quinta ocasión de almorzar, solo recibieron ese bocado que tenía un sabor asqueroso. Amargo y asfixiante, como si estuvieran comiendo cenizas crujientes, las dos no podían hacer otra cosa que poner una mueca de asco al masticar.

    — Llevamos ya cinco días aquí, contando el de nuestra llegada — Gina no podía entender que siguieran esperando allí — ¿Cuándo van a entrar en razón y reconocer que tenemos que regresar con los demás?

    — ¿Mamá? — Hana no sabía a qué se debía su pregunta.

    — No es nada, hija — la madre no quería meterla en problemas — Sigue comiendo, por más que sea asqueroso. Esto es todo lo que nos darán.

    Gina lamentaba muchísimo el no haber tenido nunca la ocasión de poder hablar con el resto de los seres humanos que fueron encerrados en dicho lugar junto con ella y su hija. Quedarse cerca de Sky era la respuesta, y no podía comunicarle al resto de los prisioneros ese conocimiento, intentando forzar así que los humanos fueran llevados desde ese sitio hasta el planeta Yarlem, y así pudieran estar junto a Alicia y Sky al momento del rescate.

    — Imagino que esta será nuestra última comida aquí — Gina sentía dificultades al masticar ese alimento — Esto es asqueroso. Seguro nos lo ofrecieron para forzar más nuestra incomodidad. Imagino que la Sociedad Galáctica creyó que sería suficiente solo con tenernos encerrados en este lugar, sin comodidades y tomando turnos para ir al baño.

    — Ya quiero salir de aquí — Hana sentía una ansiedad inmensa por ese momento — Quiero ver a otras personas. Tengo miedo de que algo malo le haya podido pasar a Sky o a Alicia, y quiero estar cerca para sentirme más segura.

    — Entiendo eso, Hana — Gina se sentía culpable en partes — Pero no depende de nosotras. Yo les dije que optaría por regresar tan pronto nos subieron a la nave que nos trajo aquí, y ellos no nos dieron la oportunidad de bajar. Esperemos que los que nos acompañen pronto lleguen a su límite y nos lleven con los demás.

    Con una sensación desagradable en sus bocas, madre e hija continuaron su comida en un silencio bastante prolongado. Requirieron unos quince minutos para poder terminar el alimento ofrecido sin llegar a vomitar por el sabor tan asqueroso que sentían, y lo que más esperaban en aquel momento era que les ofrecieran algo para beber y que así se les pudiera salir ese gusto tan horrible de la boca.

    Con miedo y sin más compañía que la mutua, madre e hija se sentaron sobre una cama del sitio una al lado de la otra, abrazando Gina a su hija menor y acariciando sus cabellos para tratar de consolarla en aquel momento. No pasó mucho hasta que unas pisadas se escuchaban desde el exterior, y la puerta que separaba el cuarto del pabellón de celdas del sector criminal se abrió ante ellas.

    Las dos se levantaron algo sobresaltadas de la cama y temblaron ante el miedo que les provocó ver a un guardia velivino armado con un rifle, siendo que ninguna de ellas dos representaba un peligro alguno para nadie. Con un gesto, este les indicó que abandonaran el sitio, y fue así que madre e hija empezaron a caminar.

    — No es la hora en la que nos toca ir al baño — la mujer tenía cronometrado el tiempo de salida de su encierro.

    — Ustedes solo tienen que salir y seguir a los demás — el soldado le restó toda importancia a esa frase.

    Para no revelar que ellas sabían acerca del rescate que tendría lugar, tanto Gina como Hana se miraron y se mostraron una rápida sonrisa. Tenían la ilusión de que serían retiradas de ese lugar y llevadas finalmente con el resto de los humanos que habían sido aprisionados en otro mundo. Al salir del cuarto de encierro y ver a todos los humanos presentes avanzar escoltados por guardias, supieron que había llegado el día de su libertad.

    — Mamá, nos vamos de aquí — Hana estaba feliz, pero murmuró en voz baja.

    — Así es, mi pequeña — Gina le dio un beso en la frente — Ahora solo tenemos que esperar a que nos rescaten — la mujer también lo decía con la voz baja.

    — ¿Crees que papá esté con los soldados que vendrán por nosotras? — preguntó la niña.

    — Estoy segura de que él nos encontrará antes de que nosotros lo hagamos — su madre la quería tranquilizar — Será mejor que no hablemos mucho más. Ya sabemos que estaremos a salvo. No arruinemos esto.

    — Como digas, mamá — Hana se mostró obediente ante lo crítico de la situación.

    La realidad era que Gina tenía otro motivo para silenciar esa conversación. Más allá del hecho de que no debían dar ningún indicio posible a la Sociedad Galáctica de que sabían algo que el resto de humanos no, la mujer pronto se vio abrumada ante una posibilidad tétrica, que podría resultar muy perjudicial para ella y su hija si terminaba ocurriendo. No quería levantar mucho las esperanzas de Hana, y por eso eligió callárselo.

    — Solo espero que no lleguen a nuestro rescate antes de que lleguemos a Yarlem — Gina tenía un mal presentimiento — Si eso sucede, ¿qué es lo que harían con nosotros?

    La mujer le tomó la mano a su hija para evitar que la separaran de su lado. Miró como pudo las caras de los seres humanos encerrados allí, queriendo encontrar a Nick y a su esposa, de modo que tuviera la oportunidad de que su hija tuviera una especie de contacto con otra persona que no fuera ella. No se terminó dando ese deseo, y ella nunca fue capaz de encontrarlo. Caminó un trecho breve hasta que ella y su hija salieron finalmente de aquel sector del arca en el cual los presos eran mantenidos encerrados, y lo que vieron frente a sus ojos era una nave muy similar a la que los había dejado en ese planeta.

    Los guardias yarlemianos y velivinos formaban un cordón alrededor de los humanos, rodeándolos tanto por izquierda como por derecha. Armados y muy cerca uno del otro, estos solo tenían la opción de avanzar hasta la nave que los estaba esperando, y abordar el vehículo a la espera de que se diera el despegue hacia su destino. Gina agachó la mirada, para luego hacer que su hija imitara su accionar. Las dos mujeres no miraron fijamente a nadie de la Sociedad Galáctica, centrando sus ojos en el piso camino a la nave.

    Avanzaron por el suelo de aquel mundo sin nombre, subieron por una plataforma y finalmente, lograron pisar el suelo metálico de la estructura. No se detuvieron allí, ya que otros soldados de la Sociedad Galáctica las esperaron para darles la indicación que las conduciría hacia las habitaciones. Cuando tuvieron la dirección exacta, la madre avanzó hacia allí llevando a su hija de la mano. Algo la sorprendía bastante cada vez que se adentraba más en esa nave.

    — Está lleno de soldados — la mujer se sentía algo confundida — ¿Por qué? No tenemos armas, y hasta donde sabemos, desconocen nuestro poder de usar energía. ¿Qué los lleva a tomar esta precaución? Se están excediendo.

    No manifestó sus pensamientos en forma de palabras ya que temía que su pequeña Hana pudiera asustarse, pero lo cierto era que estaba empezando a temer por ella y por el resto de la humanidad contenida allí. Si bien, una parte de ella se aferraba a la esperanza de que llegarían a Yarlem para encontrarse con Sky, una pieza clave en su rescate, otra parte empezaba a adoptar pensamientos muy negativos.

    — ¿A dónde vamos a ir? — poco a poco, la negatividad se iba apoderando cada vez más de ella — ¿Estamos a salvo?

    La soldado Hauk y su hija terminaron por ser llevadas a una habitación nueva en el interior de aquella nave. En diseño, no tenía ninguna diferencia con la que habían tomado desde su partida del planeta Yarlem hacia el mundo sin nombre en donde se ocultaba el arca de los captores, pero eso no sirvió de nada para que tanto ella como Hana pudieran sacar alguna conclusión sobre su siguiente destino.

    Gina, algo atemorizada y sabiendo que la estaban observando, se agachó para darle un abrazo por detrás y luego un beso en la cabeza a su hija pequeña, quien no entendía el motivo de ella para esto.

    — Mamá, ¿está todo bien? — Gina no sabía qué responderle, su hija estaba empezando a asustarse.

    — Estarás a salvo mientras te quedes conmigo — Gina la apretó más fuerte en su abrazo — Y yo no te dejaré, mi pequeña.

    […]

    — Los humanos ya han sido colocados en la nave — informó Fielle al único yarlemiano presente en una reunión de tres líderes — Buena suerte con tu viaje, Miraq. Mucho cuidado cuando llegues a Tralio.

    — No permitiré que ninguno de ellos me ponga una mano encima — el yarlemiano no podía ocultar su miedo respecto a su partida — Ustedes son quienes deben ser cuidadosos al acercarse a Edagr. Dudo que puedan tomar por sorpresa a los humanos como lo hizo Siban la primera vez.

    — Sé que nos lo pondrán difícil, incluso puede que nos requiera un gran sacrificio — Cerv estaba listo para asumir el riesgo — Pero les haremos frente. Los agotaremos y luego te llevaremos a los que podamos a Tralio.

    — Esperen mi señal antes de intentar cualquier aproximación — Miraq quería que recordaran lo acordado.

    — Tú llegarás a Tralio en dos días, nosotros llegaremos a Edagr en tres — Fielle se sentía tranquila al respecto — Me imagino que un día de diferencia será tiempo más que suficiente para que sepamos qué debemos hacer.

    — Tengamos mucho cuidado con los humanos que atacaron a Tauvim y a Siban — Miraq quería que los tuvieran en cuenta — Yo me llevaré a varios de los suyos. Pero no sé si priorizarán poner a salvo a los civiles que rescataron. No hay forma de predecir si irán a Tralio o a Edagr.

    — Lo sabremos en cuanto vuelvan a aparecer ante nosotros — Cerv pensaba al respecto — Pero al final, es todo lo mismo. Se producirá un enfrentamiento entre ellos y nosotros, y perderán.

    — Primero tengo que cumplir con mi cometido — Miraq tenía en mente la importancia de su misión — Si no lo consigo, un enfrentamiento será sangriento, innecesario y no obtendremos nada.

    — Buen viaje, Miraq — Fielle lo saludó con respeto.

    — Espero que tengamos la oportunidad de vengar a Siban — Cerv habló recordando a su compañera caída — Buen viaje.

    Miraq no dijo nada más a sus dos compañeros líderes, limitándose a su despedida alzando su mano ante ellos y ondeándola un poco como gesto de cortesía. El yarlemiano volvía a experimentar lo que era sentir la soledad de ser el único en su especie que pudiera ejercer el puesto de líder. Zalan y Siban, dos mujeres que tuvieron dicho cargo en sus manos, perdieron la vida enfrentando a dos enemigos diferentes. Mientras que Sered terminó siendo capturado por el enemigo mayor, Casseirem, para luego convertirse en un traidor hacia toda su raza. Miraq gruñía por la molestia sentida. La Sociedad Galáctica siempre se caracterizó por entrenar y preparar bien a los que ejercían cargos de líderes, pero tantas muertes en un período tan breve de tiempo les era insostenible.

    — Si yo muero, los yarlemianos quedan sin representante — el líder de los suyos no podía evitar pensar en las consecuencias funestas que caerían sobre su pueblo ante un fracaso suyo — Nuestra Sociedad nunca ha estado tan débil. De seis líderes pasamos a ser tres con dos candidatos a ascender. Y ahora somos tres una vez más, con la diferencia de que ya no hay candidatos. Casseirem nos ha estropeado todo. Si los traliod consiguen ser de ayuda, les estaremos en deuda eternamente por esto.

    Con pensamientos poco optimistas respecto a su futuro, tanto individual como así también el de su raza y sociedad, el yarlemiano avanzó hasta la nave que lo llevaría a él y al resto de seres humanos al planeta Tralio tal y como Cerv había indicado en su plan, puesto en común tan pronto como vieron ante sus ojos como Tauvim era masacrado por uno de los humanos que apareció para enfrentarse a él.

    […]

    El único asunto que queda por decidir es quién irá a Tralio — Cerv comentó a sus dos compañeros líderes — Yo he cometido el error de revelar mi nombre a varios humanos con los que hablé de allí. Sin importar cómo estén las cosas en ese planeta, ya sea que hayan derrotado a los traliod o hayan fracasado en su intento, no creerán en mis palabras.

    Yo puedo hacerme cargo de eso — Miraq se ofreció para ir como negociador — Sería conveniente para nosotros que ustedes dos vayan al planeta Edagr. Si Siban muere en su misión, y si yo acudo a Edagr y me asesinan, los yarlemianos se quedan sin representante. Me permito recordarles que ya no hay candidatos.

    ¿Crees que estaremos en peligro en el planeta Edagr? — Fielle quiso conocer su opinión.

    Es altamente probable, amiga, por eso mismo es que no debo ir a ese mundo — Miraq no se sentía cómodo con esas palabras — Sin importar lo que ocurra en Tralio, su responsabilidad será hacer frente a los humanos de Edagr. Asumo que podrán llevarse a varios sin que se den cuenta de que se está repitiendo una situación vivida hace poco. Pero dudo que el número sea tan alto. No esperar resistencia de su parte es un error.

    Que haya que pelear no significa que debamos estar en la línea de frente, Fielle — Cerv daba su apoyo al yarlemiano — Además, siento que es un poco interesante tener la posibilidad de conocer este planeta llamado Edagr. Miraq probará suerte en Tralio.

    Está acordado, entonces — a Fielle no le terminaba de agradar la idea — Pero primero atendamos a esta pelea. Confiemos en que Siban mantendrá las cosas bajo control.

    […]

    — Miraq, te informo que nuestra llegada a Tralio será en unas dos horas — el líder recibió la visita de un soldado en su habitación privada.

    — Gracias por el aviso, estaré en la sala de comandos a la brevedad — Miraq se levantó de la cama donde estaba recostado — Preparen a los humanos para el descenso según lo acordado.

    — A sus órdenes.

    Una vez retirado aquel soldado yarlemiano, el líder de su especie y parte de la trinidad de líderes que conformaban la Sociedad Galáctica, se empezó a desplazar por los pasillos de la nave hasta que llegó a la sala de comandos, en donde se encontraban algunos de operarios. La gran mayoría de los presentes, al igual que el resto de la tripulación, pertenecían a su especie. Muy pocos eran los velivinos que se encontraban en su compañía, ya que la mayoría de ellos se fueron rumbo a Edagr junto con Fielle y Cerv.

    Tras el viaje de casi dos días, la llegada al planeta Tralio era casi inminente. En menos de tres horas, era muy probable que Miraq tuviera cara a cara ya sea a los humanos o a los traliod dependiendo de cómo hubiera resultado su conflicto. No podía esperar a descubrir quién había salido mejor parado de esa cruzada, aunque en su mente, había un favorito para el rol de vencedor.

    — Espero que eso primitivos hayan sido capaces de doblegar a los humanos — Miraq sabía que se beneficiaba más de eso que del resultado opuesto — Será fácil proceder si ese es el caso.

    […]

    El día en el planeta Tralio era bastante parecido a la gran mayoría. Las nubes negras de lluvia se apartaron del cielo que cubría el territorio de la monarquía una vez el agua se agotó, propiciando así que el barro que había quedado empezara a secarse, aunque estando el cielo cubierto nuevamente, esta ocasión por nubes grises, los rayos de sol al que orbitaba el planeta no podían hacer su labor de contribuir con el secado del barro.

    Esto no detuvo a los traliod de enviar a los humanos a una nueva jornada de trabajo. La tierra la trabajarían cuando estuviera seca por consejo de los propios humanos, pero el muro tenía que terminar su reparación en un tiempo crítico. Ya habían pasado varios días desde que el comandante Yukimura le hizo el hueco por el cual trató de liberar a los suyos, y a los monarcas Hufan e Yma no les agradaba la idea de que pasara otro día más sin ser reparado por completo.

    La gran mayoría de humanos fueron apostados en la reparación del agujero, teniendo varios el trabajo de mover los materiales y las herramientas de los depósitos hacia la zona que se encontraba en la provincia afectada, mientras que otros se encargaban de colocarlos en su lugar correcto para así seguir realizando dicho trabajo.

    Los traliod que hacían de guardia, armados con garrotes para defenderse tanto a ellos como a los humanos de la aparición de animales salvajes, sonreían plenamente viendo como la reparación estaba casi completa. Pronto, ya no sería necesario que hicieran de guardia tanto fuera como dentro del sitio para evitar que animales indeseados pudieran meterse en su territorio, ya que la humanidad estaba a casi nada de acabar con ese trabajo.

    Mientras los miembros de las dos especies se encontraban concentrados en sus trabajos, un ruido se empezó a escuchar por encima de sus cabezas. Al principio empezó siendo un sonido tan leve que era inaudible para muchos, pero pronto incrementó su intensidad hasta que formó una vibración sonora casi ensordecedora para humanos y traliod por igual. Con el miedo en sus mentes, todos levantaron la cabeza para ver un espectáculo que los dejó atemorizados.

    Una estructura metálica, la cual todos identificaron inequívocamente como una nave espacial, atravesó las nubes grises del cielo y empezó a surcar el territorio del reino donde vivían las dos especies para dirigirse hacia el castillo situado en la provincia capital de la zona.

    — ¡Mierda! — uno de los guardias traliod lo vio como una mala señal — ¡Métanse todos dentro! ¡No volverán a realizar otro intento de escape!

    Los humanos querían alegar en su defensa que ellos no tenían idea de por qué esa nave espacial apareció repentinamente, pero nadie tuvo el valor. La última vez que se repitió un espectáculo como ese, fue la noche en la que tendieron la trampa a Hufan e Yma en su insurrección para derrocar a Ybryr y a todo su clan del poder. Por haberse aprovechado de un momento como ese para su intento de escape, varios humanos fueron asesinados, y eso llevó a que los trabajadores humanos cumplieran con la orden sin emitir queja alguna. Querían hacer saber a sus custodios que no tenían ninguna intención de alterar la situación actual en la que vivían, todo para ahorrarse castigos.

    A medida que la nave se movía a través del cielo, pasando por encima de las casas y edificios primitivos de las ciudades de cada provincia, cada ser vivo allí presente no podía evitar dejar lo que estaba haciendo para mover el cuello y observar atentamente esa estructura sobrevolar por sus cabezas.

    La impresión no solo tenía lugar en ellos, sino que desde el propio castillo no tardaron en observarla también.

    — ¡Una nave! — gritaba uno de los guardias de los reyes — ¡Una nave ha entrado en nuestro planeta! ¡Viene hacia nosotros!

    La noticia cayó como un balde de agua fría sobre Hufan, Yma, Vitali, Dmitri y el resto de los seres humanos y traliod presentes en una sala en el interior del castillo. Mientras discutían temas referentes a la mano de obra de la especie humana, los gritos de aquel guardia se empezaron a oír, hasta que el mismo que los inició irrumpió en la habitación gritando como loco.

    — ¡Mi rey, mi reina… hay una nave en el cielo! — el guardia se veía alterado — ¡Avanza lentamente, pero sin parar hacia nosotros! ¡¿Qué es lo que sugiere que hagamos?!

    — ¿Ustedes? — Yma preguntó a todos los humanos allí si sabían algo al respecto.

    — No estamos detrás de esto, mi reina — el nuevo representante de los humanos contestó queriendo sonar complaciente — Nosotros contábamos solo con una única nave, y ustedes la hicieron pedazos. No se trata de una estrategia nuestra.

    — ¿No mencionaron la posibilidad de que hubiera otros humanos vivos en el universo? — Yma llevaba tiempo sin considerar eso.

    — Esa posibilidad está, pero no estamos afiliados a ellos — Dmitri rezaba para que esa nave representase una esperanza para todos — Además, dudo mucho que, se de la casualidad de que otros humanos lleguen a este mundo.

    — ¿Entonces qué es lo que tengo sobre mi cielo ahora mismo? — Hufan preguntó con enfado al no saber qué esperar.

    — Quisiera ser capaz de contestárselo, Hufan, pero no puedo — el soldado que se ganó su puesto a raíz de una competencia tenía la voz temblorosa — Solo pido que no lastime a ningún humano en el interior de estos muros. Si resulta que a bordo de esa nave viajan otros humanos, castíguelos únicamente a ellos. Nosotros somos inocentes de todo lo que pueda traer esa nave a su reino.

    — Les voy a tomar la palabra, ustedes están bajo vigilancia estricta desde su primer intento de escape — Yma les creía lo que decían — ¿Qué hacemos con esta nueva nave?

    — Movilizar los cañones y a los guardias armados para que tengan ángulo de disparo desde cada dirección — Hufan no quería arriesgarse — ¡Quiero que los guerreros en todos los muros del castillo estén listos para disparar a esa nave tan pronto como dé una muestra de hostilidad!

    Con la orden en mente para todos aquellos que debían defender el territorio de su reino, el guardia que entró a la sala para alertar a su rey y a su reina de lo que se encontraba aconteciendo en el exterior, salió corriendo para ir a organizar la defensa del sitio. Tan solo unos segundos después de que el soldado se retiró, el monarca empezó a caminar hacia la puerta de entrada para salir también.

    — Si resulta ser hostil, los cañones dispararán — el monarca se sentía un poco nervioso — No quiero estar en el interior del castillo si eso llega a pasar. Yma y yo tomaremos una montura y nos quedaremos a la espera. El resto de ustedes puede ir a refugiarse a donde se les plazca.

    Debido a lo imprevisto de la situación, los humanos que se encontraban en aquella sala de reuniones discutiendo con los monarcas y amos de sus vidas, empezaron a correr a gran velocidad. Nunca creyeron que se les daría la oportunidad de salir del castillo, pero al tener la tranquilidad de que podían huir, cada uno de ellos encaró hacia el exterior de los muros para irse a sus casas a prepararse para refugiarse si la nave pasaba de largo, o a retirar sus pertenencias si empezaba algún conflicto.

    — Dios mío, espero que Valiana haya pensado en preparar nuestras provisiones para salir corriendo si esa nave se detiene sobre nuestra casa — Vitali pensaba en su hija mientras sus piernas lo llevaban lo más rápido posible hacia la salida — Hufan e Yma no serán tan generosos de darnos provisiones si lo que nos han entregado se pierde debajo de unos escombros.

    Tan pronto como el ingeniero y los cinco humanos que tenían el privilegio de no estar atados a un trabajo por el hecho de ser de utilidad para los traliod pudieron salir del castillo, los cuernos de caza que portaban sus captores empezaron a resonar por todo el sitio, proviniendo todos del interior del castillo, casi como si se hubiera esperado a su salida para empezar a tocarlos.

    Vitali se movía en dirección a su casa, esperando ver a Valiana lista para salir corriendo de aquel lugar si hiciera falta, todo esto mientras mantenía la vista fija en la gran estructura que permitía el viaje espacial. Se movía más lento de lo que él pensaba, quizá intentando captar la atención de todos los habitantes del planeta. Eso llevó al ingeniero a realizar una plegaria.

    — Por favor, quien quiera que esté allí arriba… — pensaba con miedo a ser escuchado por algún traliod en las cercanías — Si han venido desde tan lejos, solo les pido un único favor. Asesinen a Hufan y a Yma. No hay manera en que sean peores que ellos dos.

    El soldado tenía en mente todas las atrocidades que presenció a raíz de las violentas manos de los traliod. Desde la muerte de su esposa, el encierro de su hija, y la muerte de Renji causada de forma accidental por él. Sin tener conocimiento de quién podría estar a bordo de aquella nave, el ingeniero tenía un deseo que no se movería nunca de su mente.

    […]

    — ¡Se han detenido, que nadie le quite la vista de encima! — gritó uno de los guardias traliod.

    Tal y como indicó a los humanos que haría, Hufan e Yma se encontraban a bordo de sus animales que usaban para su traslado. Rey y reina estaban listos para salir huyendo de su posición si alguna clase de hostilidad era iniciada por los tripulantes de la nave que se detuvo a pocos metros del castillo.

    Los guardias que estaban en el suelo, formando una línea de defensa frente a sus monarcas, iban armados con los rifles que habían confiscado a los humanos desde que lograron sobreponerse a su intento de escapar de ellos. Tan solo dos cañones del arsenal traliod estaban apostados en el suelo, ya que el resto de los mismos se encontraba sobre los balcones y las paredes del castillo. Cada cañón, independientemente de su ubicación, apuntaba al cielo, aunque pocos traliod que los operaban tenían la esperanza de poder conseguir atinar un disparo. La nave era visible por su colosal tamaño, pero no por su cercanía al suelo. Al ver que se había detenido en pleno aire y que no se movía ni un solo centímetro ya sea al frente o a lo bajo, asumieron que se iba a quedar allí.

    — ¿Qué es lo que nos espera ahora? — Hufan tenía esa inquietud en su interior — ¿Tendremos otra pelea entre manos?

    Durante seis minutos, la incertidumbre reinó en todos ellos, hasta que finalmente se produjo un ruido que indicó que algo había sucedido. Todos miraron hacia arriba y vieron como un objeto con forma ovalada, una cápsula, desconocido para los habitantes de dicho planeta, empezó su descenso hacia la superficie de la esfera.

    — ¡Sigan ese objeto, investíguenlo! — ordenó Hufan, quien no quería perder el tiempo — ¡Informen tan pronto como sepan algo!

    Un total de diez traliod que iban armados con los rifles humanos rompieron la línea de defensa, dejando expuestos a sus monarcas, para así empezar a correr en la misma dirección en la que caería ese objeto, dispuestos a llegar al fondo del asunto bajo las órdenes de su líder. Un cuerno de guerra fue tocado por uno de los guardias que se quedó junto a sus reyes, y eso propició a que varios guerreros y cazadores traliod se unieran al avance de sus colegas. Armados con rifles o garrotes, todos seguían con la mirada a dicha cápsula, que no tardó más de un minuto en aterrizar a un par de kilómetros del castillo.

    […]

    — La situación nos favorece — Miraq habló a sus soldados — Por lo que vi, los traliod gobiernan a los humanos, tal y como yo quería. Prepárense para seguir mis órdenes.

    El propio líder de yarlemianos, que iba acompañado por un batallón formado por treinta de su propia especie y diez guerreros de la otra que conformaba la Sociedad Galáctica, se encontraba a bordo de la cápsula de descenso que se desprendió de la nave espacial para tocar el suelo de Tralio. Eligió tomar la iniciativa esperando que eso sirviera para ganarse la confianza de los traliod, y optó por hacerlo manteniendo honestidad para con ellos.

    La cápsula que les permitió aterrizar en dicho planeta era amplia, contando con un asiento para cada uno de sus soldados, para él mismo, y también con unos cincuenta asientos de sobra. En el centro se encontraba, atado y sujetado del suelo de la misma, una amplia caja metálica con forma rectangular, en donde tenían almacenado algo que les serviría para intentar ganarse el apoyo de la especie que gobernaba a los humanos en aquel mundo.

    Miraq estaba de pie frente a la puerta de salida, la cual abrió y pidió a todos los soldados que lo acompañaran, saliendo de allí uno a uno, y colocándose cada uno de ellos detrás de él. Varios traliod iban llegando a la zona, y tan pronto como los vieron, les apuntaron con las armas. Miraq y el resto de sus guerreros tenían rifles y escudos en mano, pero no adoptaron posturas ni de ataque ni de defensa. Se mostraron ante los traliod con el rostro descubierto, dejando ver a todos ellos, y también a los humanos que se acercaban para husmear, que se trataba de dos especies diferentes, las cuales llegaron con motivos desconocidos a su mundo.

    Con el tiempo, el número de traliod armados que llegó hacia el sitio se fue incrementando. Miraq, yarlemianos y velivinos miraban atentos como cada uno de los que arribaba a la zona no hacía otra cosa más que apuntar con rifles hacia ellos, mientras que los que portaban armas para pelea cuerpo a cuerpo simplemente optaban por quedarse estacionados en el sitio, en estado de alerta en cada momento, pero sin aparentar una amenaza.

    — ¡¿Quiénes son ustedes?! — la voz de un guerrero traliod que acababa de llegar se escuchó con el silencio que reinaba en el sitio — ¡¿A qué han venido a este planeta?!

    — ¡Saludos, guerreros! — Miraq sonreía para darse confianza y tranquilidad — ¡Mi nombre es Miraq, y estoy en la compañía de muchos de mis guerreros no con intenciones hostiles, sino para defenderme a mí mismo! ¡Aquellos que se parecen físicamente a mí nos hacemos llamar yarlemianos, mientras que los que se ven diferentes reciben el nombre de velivinos! ¡He venido aquí para hablar con su líder, que asumo eres tú!

    — ¡Asumes mal, Miraq, si es que ese es tu nombre! — quien llamó su atención le corrigió — ¡Nuestros líderes no están aquí! ¡¿Por qué quieres hablar con ellos dos?!

    — ¡Tráelos, será mucho más rápido si hablo con ellos! — Miraq solicitó, al tiempo que descubrió sin ningún tipo de inconveniente que trataría con dos personas diferentes y no con una sola.

    — ¡¿Qué quieres de ellos?! — el guerrero traliod no se fiaba — ¡No moveré un dedo hasta que no aclares tus intenciones!

    — ¡No revelaré la gran cosa hasta que ellos no estén presentes! — Miraq se mostraba en negativa al pedido del guerrero — ¡Pero ya que tienes que saberlo para traerlos, diles lo siguiente! ¡Soy un representante de la Sociedad Galáctica, y traigo ante ellos tres cosas! ¡Algo para observar, algo para ofertar y algo para obsequiar! ¡Si desconfías de mí, puedes vigilarme, pero no hablaré hasta que no los traigas!

    Confundido totalmente ya que esa no era la actitud que esperaba de un intruso, el guerrero traliod intercambió miradas con cada uno de sus colegas allí presentes. Algunos encogían los hombros, dejando ver que estaban perdidos acerca de lo que podrían querer los recién llegados. Esperaban un conflicto, y se encontraron con que los que llegaron a Tralio en una nave desconocida tenían algo para sus líderes. Viendo que estos no se habían vuelto hostiles nada más llegaron, cosa que con los humanos no ocurrió, el guerrero que se tomó el atrevimiento de hablar empezó a retroceder para ir a buscar al rey y a la reina.

    — Tendrás la oportunidad de hablar con los dos — le lanzó una mirada fría a Miraq — Pero será mejor que no te muevas. Sé que tienen armas en las manos, si los veo alzarlas, aunque sea un poco hacia arriba, abriremos fuego y acabaremos con ustedes.

    — Jamás me atrevería a hacerles daño, puedes confiar — Miraq no se dejó intimidar por él — Te esperaré. Soy un ser muy paciente.

    Sin saber qué esperar de ellos, el guerrero regresó por sus propios pasos para poder comunicarle a Hufan e Yma la noticia. Ambos merecían saber todo lo que descubrió, que no era mucho, puesto a que los intrusos se negaban a darle más información ante la ausencia de líderes.

    Dado a que tuvo que recorrer un par de kilómetros a pie y portando un rifle de combate, el traliod se demoró un poco en llegar. Una vez que lo hizo, se acercó hacia los dos líderes de su pueblo con algo de cansancio. Estos se veían confundidos, y antes de que el guerrero pudiera decir una sola palabra, lanzaron una pregunta para tratar de aclarar sus incógnitas.

    — No escuché gritos, ni disparos, ni señales de conflicto — Hufan no estaba tranquilo, pese a que el mundo que lo rodeaba estaba en calma — ¿Qué está pasando?

    — Los intrusos solicitan una oportunidad de hablar con ustedes dos, mis reyes — su guerrero contestó con formalidad — Según sus propias palabras, tienen tres cosas para ustedes. “Algo que observar, algo que ofertar y algo para obsequiar”.

    — ¿Te dijo su nombre? — Yma quería saber todo lo que pudiera del intruso.

    — Dijo que se llamaba Miraq, y mencionó algo que no entendí — el guerrero se disculpó por no empezar por ahí con una reverencia — Sociedad Galáctica. Son varios, de dos especies diferentes cuyos nombres se me olvidaron.

    — ¿Alguna de esas dos especies tiene algún parecido con la especie humana? — preguntó Hufan, con curiosidad y con la necesidad de información para tomar una decisión.

    — No, ni en apariencia ni en tecnología por lo que vi inicialmente — el guerrero contestó con la verdad.

    — Amor, ¿qué es lo que debemos hacer? — preguntó Yma a su esposo y rey.

    — Iremos protegidos hacia ellos, puede que todo esto se trate de una trampa para hacernos abandonar el castillo — Hufan eligió la precaución — Pero tenemos una oportunidad de aprender de estos intrusos de forma pacífica, incluso si lo que nos van a decir no terminan siendo más que mentiras.

    Tras haber dicho esas palabras, el monarca levantó la vista hacia la nave espacial que estaba sobre sus cabezas. De no haber sido por aquella estructura pequeña que se desprendió de la nave para descender al suelo de su mundo, no había alteración alguna en el objeto mismo. Cuando su pareja lo notó, imitó su acción, creyendo que quizá su rey y esposo estaba en búsqueda de algo en aquella extraña estructura.

    — No sé por qué, pero tengo el presentimiento de que allí arriba nos están observando — Hufan sentía cómo sus piernas temblaban un poco al exteriorizar sus pensamientos — Si es así, que vean que les estamos cumpliendo lo que ellos quieren.

    — ¿Vamos a encontrarnos con ese tal Miraq? — Yma estaba por dar la orden a su montura.

    — Vayamos inmediatamente, tengo interés en todo lo que tiene — Hufan respondió mirando a su pareja — Pero más que nada, lo que más llama mi atención es lo que nos quiere regalar.
     
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  4.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola, amigo mío. Es un gusto que hayamos podido hacer una leída en simultáneo después de un tiempo sin. Ha sido un capítulo tranquilo el de esta semana, reflexivo principalmente porque parece que se viene una especie de alianza entre la Sociedad Galáctica y los trailod. Personalmente, no me agrada que se junten estos dos porque se la pondrán difícil a la humanidad, que de por sí está dividida y así es más vulnerable. Solo espero que si esta alianza se da, la humanidad (yo los represento si quieren :eye:) contacte a Casseirem. Es hora de ser los abogados del diablo.

    Bien, el comienzo del capítulos muestra a Gina y su hija Hana encerradas y comiendo algo que, al parecer, es comida asquerosa. Y bueno, tiene sentido que los de la SG pretendan presionar a los humanos que se negaron a ayudarles para que cambien de idea, ya que por las buenas no lo hicieron. Se ve que Hana lo está pasando mal y es normal, pues sigue siendo una niña que apenas está comenzando a ser adolescente. Ambas se ven sorprendidas cuando un guardia las saca de la "celda" y les indica que sigan un camino, al parecer en dirección a una nave a la que están yendo el resto de humanos. Tal y como suponía, esa nave se va a Trailo.

    Los líderes que quedan de la SG conversan sobre su siguiente paso en lo que se ve que es un plan por partida doble: acudir a Trailo a convencer a sus habitantes de aliarse y al mismo tiempo ir a Edagr para ¿secuestrar más humanos? angrysnake Sea como sea, es arriesgado. Por un lado, es un alivio para la humanidad que estos seres no contemplan matarles sino utilizarlos para su causa y por ende, no querrán hacer daño o al menos no un daño serio. No obstante, ya hicieron eso mismo y el plan no les resultó del todo, ya que algunos humanos fueron rescatados por Ace y compañía. Así y todo, insisten en que los humanos les ayuden cuando han evidenciado en su mayoría que no quieren y para colmo, son mucho más contundentes en combate que la SG misma. Pero bueno, Miraq, Fielle y Cerv (al parecer los líderes que quedan con vida) tienen clara su estrategia. El primero irá a Trailo y los otros dos a Edagr.

    Luego pasamos a ver como están las cosas en Trailo, donde los humanos casi tienen reparado el muro que un fallecido Renji destruyó durante el intento de liberación de su gente. De pronto, trailod y humanos son sorprendidos por la presencia en los cielos de una nave de origen desconocido, algo que preocupa a los nativos del planeta y extraña a los "esclavos". Hufan e Yma reciben el aviso de lo que está sucediendo justo cuando están reunidos con el nuevo representante humano, el Sr. Random :riko: y otros personajes como Dmitri el Conspiranoico :ewww: (no me olvido de lo que le dijo al ingeniero Lakor) y Cobardi el Suicida :blue:. Los reyes trailod deciden preparar una especie de cañones antiaéreos y también a sus soldados, mientras de esa nave sale una cápsula que se dispone a aterrizar. Una vez lo hace, son interceptados por los habitantes de ese mundo, listos para pelear, pero Miraq les indica que viene en son de paz y que tiene un regalo.

    Finalmente, el líder yarlemiano pide que acudan ante él los dos líderes trailod para así hablar de lo que quiere y de lo que tiene para ofrecerles, algo que estos acceden aún sabiendo que no pueden confiar en unos visitantes recién llegados. Sea como sea, mi sensación es que terminarán pactando una alianza en contra de los humanos, aunque ojalá no sea así y les salga el tiro por la culata a ambos. Y que llegue rápido Ace y su grupo para partirles el culo a todos. :yagami:

    En fin, amigo, buen capítulo y en la línea de lo actual. Parece que se están asentando las bases de un próximo clímax, así que estaré expectante de verlo. Hasta la próxima.
     
    • Gracioso Gracioso x 1
  5. Threadmarks: …no son tan malos
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Ciencia Ficción
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    27
     
    Palabras:
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    Saludos. Ya paso a publicar un nuevo capítulo de esta historia. Seguimos avanzando, y estamos cada vez más cerca de llegar al clímax de esta parte, seguidilla de capítulos que considero la mejor de la parte. Pero bueno, todavía queda un pequeño tramo más para llegar hasta allí.

    Noticias nuevas de momento no tengo, ya que no tengo ni clases ni vacaciones de momento. Quiero mandar un saludo a mi gran amigo Manuvalk , quien ha estado siguiendo esta historia desde el día 1 practicamente. Me da gusto ver que seguimos avanzando y a él le sigue llamando la atención este universo ficticio. También darle las gracias por el regreso de las leídas en simultáneo durante el día de hoy. Y espero que no falte demasiado para la siguiente.

    Aclaro también que estarán viendo con el título de este capítulo que este y el anterior componen capítulos de dos partes, con la diferencia de que he decidido no referirme a estos como parte 1 o parte 2. Eso puede que se vea una vez más en el futuro de la historia. Pero bueno, quería innovar.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.












    …no son tan malos:

    Miraq estuvo esperando un rato largo hasta que pudo ver a lo lejos como varios individuos montaban animales en dirección a ellos y a todo el grupo de yarlemianos y velivinos. En el tiempo que estuvieron estacionados allí, varios traliod y humanos curiosos se iban acercando, rodeando por completo a los representantes de la Sociedad Galáctica que habían descendido a tierra firme. El yarlemiano líder, único en su tipo tras el reciente fallecimiento de Siban, sonreía mientras los veía acercarse. Había cientos de testigos que podían confirmar su buen comportamiento, y de los demás soldados que le acompañaban también.

    Nadie de los suyos dijo una palabra, incluso aunque los traliod en las proximidades realizaran preguntas. Cada vez que alguien se dirigía a Miraq, este contestaba diciendo que solamente hablaría con el líder de los suyos. Y cada pregunta hecha a uno de sus soldados acababa con los destinatarios de la cuestión viendo como su líder les denegaba el permiso de hablar.

    La paciencia era una virtud para él, al menos en ese día, y se puso muy feliz cuando vio a un total de veinte traliod de pieles negras y verdes llegar hasta su lugar. No tenía idea de quienes serían los líderes, pero sabía que no podrían ser veinte en total tratándose de una especie poco evolucionada. Asumió que pocos eran líderes y el resto eran distracciones. Pero todos los recién llegados, entre los que se encontraba el enviado a buscarlos, portaban armas en los brazos.

    — ¡¿Quién de ustedes es Miraq?! — Hufan fue el que lanzó la primera pregunta.

    — ¡Creí que el estar adelantado y algo separado de mi gente te daría el indicio! — Miraq contestó de manera indirecta — ¡Soy yo! ¡¿Tú eres uno de los líderes?!

    — ¡¿Cómo sabes que hay más de uno?! — Hufan quería saber al respecto.

    — ¡El guerrero que fue a informarte de mi presencia! — Miraq señaló al decir eso — ¡Fue descuidado y me reveló que son dos! ¡No he ejercido mucha presión sobre él, es todo mérito suyo!

    — ¡Estás en lo correcto al asumir que yo soy uno! — Hufan respondió para luego mirar inquisitivamente a quien le alertó de la reunión que querían los intrusos, gesto que aquel correspondió con una mirada algo pesada — ¡Mi nombre es Hufan, y soy el rey de los traliod!

    — ¿Rey? — Miraq sabía de ese concepto puesto a que siglos atrás, también había reyes entre los suyos — ¡¿Quién es tu reina?! ¡En mi mundo, en la antigüedad, no había rey sin una reina! ¡Imagino que tienes una!

    — ¡Soy yo, Miraq! — Yma gritó con una leve furia, pese a que el intruso no le había hecho nada — ¡Me llamo Yma! ¡Hufan y yo somos los monarcas de este pueblo, y también los amos de los humanos! ¡Hace muy poco conseguimos estas posiciones!

    — ¡Mis felicitaciones a los reyes por tal hazaña! — Miraq los adulaba falsamente — ¡En ese caso, me estaré dirigiendo a los dos!

    — ¡Uno de los míos mencionó conceptos que no entendemos! — Yma le respondió — ¡Sociedad Galáctica, y dos nombres de especies que no pudo recordar! ¡¿Podrías dar algo más de información?!

    — ¡Con placer, reina de los traliod! — Miraq se esforzaba por contener la risa al decir esas palabras — ¡Como ustedes pueden notar por la nave espacial frente a ustedes, no somos de este planeta! ¡Y la diferencia en apariencia de mis guerreros debe indicarles que nosotros somos de dos especies diferentes! ¡Los que se ven como yo se llaman yarlemianos, y los demás se llaman velivinos! ¡La unión de nuestras dos especies es la que da origen al nombre de Sociedad Galáctica! ¡Pero sabrán más cuando les muestre lo que ustedes están destinados a ver!

    — ¡Dijiste que tenías algo para obsequiar! — Hufan lo convirtió en su interés primordial — ¡Empieza por allí!

    — ¡Lo siento, mi rey, pero el obsequio es para el final! — Miraq no se dejaría intimidar, pese a sus necesidades — ¡Primero lo que tengo que mostrar, y luego lo que tengo que ofertar!

    — ¡Muéstralo rápido, entonces! — el patriarca convertido en monarca estaba impacientándose.

    — ¡Ya oyeron a nuestro amigo rey, preparen la exhibición! — Miraq volteó hacia atrás para hablar con sus guerreros.

    Dada la orden y el permiso, varios yarlemianos y velivinos se cargaron las armas a la espalda, siendo observados con atención y algo de temor por los demás espectadores. Los traliod estaban con la guardia en alto, listos para proceder en el caso de que ellos intentaran realizar alguna especie de atentado contra la vida de sus líderes. Los humanos, por su parte, se encontraban inmovilizados por la curiosidad, y en algunos casos, por la esperanza. Creían que la llegada de una nave espacial les daba un nuevo margen para tratar de huir de sus esclavizadores, pero para eso, tendrían que esperar, puesto a que la estructura espacial seguía suspendida en la atmósfera.

    Bajo la intrigada mirada de Hufan, Yma y sus guardias, que estaban listos para dar sus vidas por ellos en el caso de que las cosas resultaran dar un giro peligroso para los monarcas, los yarlemianos y velivinos sacaron una caja metálica de grandes proporciones desde el interior de la cápsula que había aterrizado en el centro de aquel territorio. Con cuidado de no alertar a nadie que les estaba apuntando con las armas, colocaron el objeto por delante de Miraq, de modo que solo Hufan, Yma y sus acompañantes pudieran verlo con claridad. Posterior a su salida, un yarlemiano cargaba en sus manos algo que parecía ser una pantalla plana de plasma, la cual colocó utilizando un conector y un soporte por encima de la caja metálica que fue instalada en el suelo. Una vez el objeto estuvo en su sitio, Miraq se acercó al mismo.

    — Lo que tengo para que puedan observar lo verán a través de esta pantalla, mis reyes — Miraq les hizo saber que tenían el control — Cuando me den la orden, comenzaré. Iré a un ritmo lento para facilitar el entendimiento.

    Los presentes allí sabían que nada pasaría hasta que los líderes absolutos en el reino dieran su permiso. Los traliod y algunos humanos presentes allí en los alrededores se movían para estar de frente a aquella pantalla, en la cual se mostraría lo que Miraq tuviera para ellos. Hufan e Yma se miraron algo nerviosos, ya que no tenían idea de qué clase de despliegue tecnológico iba a ser expuesto frente a ellos, y temían algún efecto nocivo en consecuencia. No obstante, supieron que no avanzaría la charla con Miraq y los suyos hasta que no se pusieran en marcha lo que debían mostrar.

    — Empieza — Hufan dio la orden, hablando en su nombre y el de Yma.

    — Le agradezco, le prometo que no tardaré demasiado, incluso aunque vaya a ritmo lento — Miraq asintió con la cabeza.

    Utilizando la armadura que cubría la totalidad de su cuerpo, exceptuando su cabeza, el líder yarlemiano de la Sociedad Galáctica hizo que el dispositivo se encendiera utilizando comandos enviados a la computadora contenida en la caja que habían instalado en el suelo. La pantalla se encendió, generando admiración por la totalidad del pueblo traliod, mientras que los humanos no se asombraron demasiado a pesar de no comprender dicha tecnología. Para los nativos de aquel mundo era toda una experiencia ver como una pantalla negra pronto empezaba a proyectar imágenes nunca antes vistas para ellos. Miraq esperó a que el asombro hubiera terminado, y ese fue el puntapié inicial.

    — Toda esta historia se remonta a muchos años atrás, antes de que la Sociedad Galáctica existiera siquiera…

    […]

    ¡Esa es la nave que Cerv dejó inhabilitada! — Miraq observaba mientras uno de sus guerreros le mostraba a todo el mundo en la sala de comandos mediante las cámaras exteriores — Parece que está destruida.

    Dudo mucho que los humanos hagan pedazos su única nave, ni siquiera me lo esperaría de los de Edagr, que tienen varias según lo reportado por Siban.

    Eso quiere decir que los traliod ganaron y que los humanos fueron esclavizados por ellos en su totalidad.

    ¿Y si mataron a varios? Sus números quizá se hayan reducido.

    Quiere decir que tendríamos que intervenir rápidamente para evitar perder a más de ellos, aunque pronto tendremos a más cuando Fielle y Cerv regresen.

    Miraq observaba en silencio la imagen de una nave espacial, propiedad de la humanidad, mientras que el resto de guerreros a sus órdenes se debatían las posibilidades de poder contar con los traliod para su sociedad y así usarlos para forzar a los humanos a colaborar en su acometida para buscar una manera de defenderse de Casseirem.

    Al líder yarlemiano le rondaban muchas dudas en la cabeza, y no las vería contestadas hasta que descendieran de manera adecuada. Aprovechó el avance tan lento de la nave para plantearse mejor las cosas que debería decirle a quien sea que estuviera a cargo, y rogaba para que todo pudiera salir bien.

    Preparen un procesador móvil y una pantalla — Miraq optó por un enfoque de mostrar y luego ofrecer — Y vayan reuniendo a los humanos en una misma cápsula.

    ¿Qué quiere que hagamos con ellos? — uno de los velivinos le preguntó esperando más instrucciones.

    Solo reténganlos en un único lugar, y esperen a mi señal para hacer cualquier cosa — el líder de la Sociedad Galáctica lo quería dejar todo listo.

    […]

    Al haber transcurrido más de dos horas, la presentación hecha por Miraq hacia los traliod había finalizado. Tenía demasiadas cosas para mostrar a los líderes de aquel reino, y fue por eso que avanzó al ritmo más adecuado para ellos, pero sin querer tardar demasiado tiempo, dado a que de lo contrario podría hacerse de noche para cuando ellos hubieran terminado.

    Hufan, Yma, y todos los presentes traliod y humanos estaban boquiabiertos tras lo que acababan de ver. Miraq les mostró todo lo ocurrido en una franja enorme de tiempo, pero lo que más grabado en su mente tenían eran los acontecimientos más importantes y en los que más hincapié hizo el líder de la Sociedad Galáctica, y estos eran el nacimiento de su sociedad y el ataque realizado por Casseirem.

    Todos vieron en esas imágenes en movimiento los estragos que causó el conquistador que llegó de forma repentina a sus mundos para traer un sinfín de destrucción. Los humanos tenían recuerdos dolorosos del día en que la Tierra había sido arrasada por Arion, convirtiéndola así en una masa caótica en donde no podía haber lugar para la vida.

    Miraq, tras apagar la pantalla, dirigió su mirada hacia los dos líderes de los traliod, y máximas autoridades de todas las especies en aquel planeta. Esperaba una reacción de ellos, y el ver sus caras le indicó que no tardaría mucho en llegar.

    — Yo le tenía mucho miedo a Ybryr — Hufan decía, todavía subido a su montura y alejado de Miraq — Pero ese Casseirem es un verdadero monstruo.

    — Los carbonizadores… — Yma se asombraba igual que su pareja — Si uno de ellos cayera en nuestro reino, prendería fuego gran parte del mismo y no nos daría tiempo a reaccionar.

    — Me alegra ver que entienden el peligro que representa este demonio pese a no haberlo visto en persona como nosotros — Miraq adoptó un tono de voz que sonaba complaciente — Lamento que hayan tenido que ver esas imágenes algo tétricas, pero la realidad no es siempre favorable. Lo sabemos por experiencia.

    — No esperaba ver algo agradable, pero eso superó mis expectativas — Hufan sabía que no le mostrarían eso sin una razón — Dime, Miraq. ¿Qué es lo que tienes para ofertar? Imagino que, si tardaste mucho al mostrarnos esto, es porque está relacionado a tu oferta.

    — Una deducción digna de un líder — Miraq no se creía lo que decía — Mi oferta es la siguiente, rey y reina… Ustedes fueron testigos del gran salto hacia adelante en avances tecnológicos que dieron los pueblos de Yarlem y Veliv cuando se formó nuestra Sociedad Galáctica. Si Casseirem nunca hubiera aparecido, ese avance nunca se hubiera ralentizado, pero incluso con su presencia siendo una amenaza, no nos hemos detenido. Avanzamos, a un ritmo lento, pero lo hacemos.

    — Lo hemos visto, y es una maravilla — Yma adulaba esa característica de ellos.

    — Imaginen lo que podría avanzar su pueblo si se unieran a nosotros — Miraq dejó caer la pelota para su jugada — Queremos hacerles una oferta para que los traliod formen parte de la Sociedad Galáctica. Los beneficios para ustedes están a la vista. Avances tecnológicos que facilitarán sus vidas hasta el punto que la época más próspera de su historia parecerá una edad oscura en comparación. Crecimiento imparable, con una única posibilidad: ir hacia adelante. Todo eso estará a su alcance. Nosotros lo vamos a proveer para ustedes.

    — ¿Nos invitan a integrar esa Sociedad Galáctica? — Hufan quería comprobar que no estuviera escuchando o entendiendo mal.

    — Tal y como lo he dicho, una sociedad de dos especies los ha invitado a ustedes a ser la tercera — Miraq hizo una reverencia que para él no significaba nada — Formaríamos múltiples acuerdos para traerles a ustedes un bienestar estable. Por supuesto, eso no será gratuito.

    — Imaginaba que tendría un precio alcanzar algo así — Hufan no era estúpido como para no deducirlo — Pero creo que, sea cual sea, lo vale totalmente. ¿Qué es lo que quieren de nosotros?

    — Lo que queremos en realidad, lo queremos de los humanos — Miraq eligió ser honesto — Ustedes sabrán que ellos antes habitaban en un planeta llamado Tierra. Lo hemos descubierto en investigaciones mientras buscábamos una manera de hacer frente a Casseirem. Ellos tienen una clave que nos permitiría acabar con él. Un monstruo imparable, un demonio entre los nuestros. Y los humanos pueden ayudarnos para que se convierta en historia muerta.

    — ¿De qué manera? — preguntó Yma, sin poder interpretar esas palabras.

    — Los humanos, en sus épocas de guerra, fabricaron armas de destrucción masiva — Miraq empezó una clase de historia, pero de otra especie — Estas armas son más letales que los carbonizadores de Casseirem, y son lo que nos permitirán acabar con él sin tener que arriesgarnos a perder a más soldados. Reciben el nombre de bombas atómicas.

    — ¿Y cómo van a construirlas? — Hufan no entendía esa parte de la oferta — Si los humanos pudieran, las hubieran fabricado y las habrían lanzado contra mi pueblo desde que llegaron aquí hace años. El que no lo hicieran significa que no pueden.

    — Nosotros les proporcionaremos la tecnología necesaria para ello, tenemos todo lo que hace falta para su elaboración — reveló el yarlemiano — Ustedes solo tienen que ejercer su poder encima de ellos y obligarlos a trabajar. Son sus maestros y ellos sus esclavos. Hagan valer esa posición, y permítannos conseguir esas armas. Yo le he prometido que su pueblo prosperará, pero si Casseirem llega a sus tierras, le aseguro que solo le traerá dolor. ¿Qué es lo que usted dice?

    Los humanos que estaban allí presentes se marcaron rápidamente, ante la vista de todos los traliod que estaban junto a ellos. Optaron por ignorarlos, dado a que no representaban amenaza alguna para sus planes. Las escuchas les terminaron llevando a encontrarse con una verdadera historia de horror. Si ninguno de ellos había entendido mal, los traliod los explotarían para convertirlos en fabricantes de armas que ellos en su momento optaron por dejar atrás una vez que la Catástrofe inicial causó estragos en su mundo.

    Hufan e Yma reflexionaban acerca de lo que se les había sido ofrecido. Ellos necesitaban a los humanos para poder ampliar las zonas de cultivo en territorio exterior al reino, dado a que ellos no estaban capacitados en agricultura lo suficiente como para hacerlo y así expandir sus fronteras. Si ponían a los humanos a trabajar en la fabricación de dichas armas, todo el progreso que ellos les iban a traer quedaría en un parón muy largo. Pero lo cierto era que la amenaza de Casseirem les ponía la piel de gallina, y la posibilidad de ser incluidos en la Sociedad Galáctica y alcanzar una prosperidad mayor de la que los humanos le podían ofrecer era muy tentadora.

    Miraq empezó a inquietarse cuando vio que estaban tomando mucho tiempo en decidir. Rogaba para que no se repitiera una situación parecida a la que Siban y Cerv vivieron con los humanos prisioneros a bordo de la nave, en donde los de Edagr se negaron rotundamente a participar pese a la amenaza que Casseirem representaba. Los traliod eran su última esperanza tras ver que un grupo de humanos apareció de la nada y logró liberar a una gran mayoría, acabando con dos líderes de la sociedad en el proceso.

    — Mis reyes, si es necesario, puedo repetirles el video que muestra nuestro progreso, y como Casseirem lo puso en alto por un tiempo — Miraq estaba dispuesto a hacerlo con tal de convencerlos.

    — Nos vemos muy tentados a aceptar su oferta, Miraq — Yma fue honesta con él — Pero antes hay algo pendiente.

    — Nuestro obsequio — Hufan no lo había olvidado — Lo queremos. Si no entendí mal la forma en que usted se expresó, nos lo regalará ya sea que aceptemos o no su oferta.

    — Usted tiene razón, mi rey — Miraq contestó a regañadientes — Tendrá su obsequio en unos minutos.

    Miraq no esperaba hacer el regalo antes de tener la respuesta que quería de los habitantes de la especie a la que habían buscado para auxiliarlos en su campaña contra Casseirem. Deseaba que el trato estuviera ya zanjado, y todas las predicciones que hizo apuntaron a que lo tendrían arreglado antes de proceder de esa manera. El hecho de que a los traliod les importara más el regalo que la respuesta a una oferta más que generosa para brindar avances tecnológicos y protección contra el demonio al que enfrentaban, le hizo pensar que quizá deberían de tener cuidado con la forma de tratarlos. Fue por esa misma razón que envió un mensaje a los suyos que estaban en la nave esperando instrucciones.

    […]

    — Hora de descender — uno de los velivinos recibió la señal dada por el líder yarlemiano — Y prepárense para pelear. Si los traliod quieren aprovecharse de nosotros, les saldrá mal.

    — ¿Qué es lo que harán con nosotros? — Nick sentía como su cuerpo entero temblaba.

    En una de las cápsulas de descenso con las que contaba la Sociedad Galáctica, un escuadrón formado por diez velivinos y veinte yarlemianos custodiaban a los más de sesenta seres humanos, todos provenientes de Edagr, que se encontraban cautivos allí. Con las manos esposadas y situadas detrás de las espaldas, lo único que los mantenía sujetos a esa cápsula no era otra cosa más que un cinturón con arnés de seguridad.

    Gina y Hana estaban cerca del humano que se atrevió a preguntar, y a su esposa también, con mucho miedo de que les hicieran algo terrible. Tan pronto como fueron metidas allí dentro, la esperanza de un rescate se esfumó, pero el tener un desconocimiento total de la situación los tenía a todos atemorizados. El escuchar a sus captores pronunciar el nombre de los traliod, a quienes conocían gracias a su demostración, les dio la información de a dónde iban a terminar descendiendo, pero no para qué.

    — Van a ser obsequiados a Hufan e Yma, los monarcas de la especie que vive en este mundo — le respondió el velivino a cargo — Ese es su destino, el cual deben pagar por las acciones de sus amigos.

    — ¿Amigos? — la soldado Hauk quería más información.

    — Los prisioneros que teníamos en nuestro poder fueron liberados debido al accionar de seres humanos que aparecieron en Yarlem — contestó el velivino — Sabemos que esos humanos tuvieron que venir desde su mundo. Y por eso perdimos a todos los humanos que teníamos allí. Ustedes son los únicos que nos quedan, y ahora van a ser entregados como regalo ante los líderes de otra especie.

    El escuchar esa noticia fue en parte un alivio como así también un baldazo de agua fría. Los humanos que vivían en su mismo planeta sí acudieron al rescate de los secuestrados, pero ellos no se encontraban allí en ese momento, lo que propició que terminaran atrapados sin remedio y sin esperanzas de escapar. El saber eso alegró un poco a Gina, quien, pese a su dolor, estaba feliz por saber que Alicia y Sky fueron liberadas. Pero a esa sensación le siguió un arrepentimiento gigantezco por no haberle puesto ni a Cade ni a Hana un rastreador que pudiera ayudar a localizarlos.

    Todos eran invadidos por un gran remordimiento al no haberse quedado a ayudar a los seres humanos que provenían de Tralio. El no verse en la necesidad llevó a a tomar una decisión que consideraban egoísta en cierta manera, y fue por eso por lo que creyeron que estaban pagando ese pecado.

    — No nos quedamos en Yarlem porque no queríamos ayudar a los prisioneros liberados de Tralio — Gina escuchó murmurar a un hombre al lado suyo — Y ahora, como castigo, nos toca unirnos a sus compañeros que quedaron atrapados allí.

    La mujer intercambió una mirada triste con su hija, quien se sentía dolorida por las palabras escuchadas por aquel hombre. Pero antes de que alguna pudiera dar inicio a una charla de madre e hija, escucharon un ruido que les reveló que la cápsula había sido desprendida de la nave, y que el procedimiento de descenso estaba comenzando.

    — Tocaremos tierra en un minuto, todo con tal de no marearlos ni provocarles algún dolor — el velivino que coordinaba el grupo les reveló — Pero alégrense, ahora cambiarán de amo.

    Lo cierto era que nadie entre los humanos sabía la verdad. Para evitar que estos hablaran con pruebas ante los traliod, solo velivinos y yarlemianos tenían presente el protocolo a seguir en caso de que se complicaran las cosas. Quien daba las órdenes en el grupo que desplegaría a los seres humanos en el suelo de Tralio miró por última vez el mensaje enviado por su líder absoluto, al menos mientras se encontrase en aquel mundo.

    “Obsequiaremos a los humanos a Hufan e Yma, los monarcas de los traliod. Pero quiero que estén listos para hacerles frente. No han aceptado todavía el trato que les hice, y no pienso regalar a los últimos humanos que tenemos e irme con las manos vacías. Si ellos intentan quitárnoslos por la fuerza, nosotros responderemos con más fuerza. No caeremos ante seres primitivos como ellos”.

    Como medida de precaución, él dio la orden a todo el mundo que borraran el mensaje de sus dispositivos de comunicación, embebidos en las armaduras, de modo que nunca se descubriera lo que se había hecho. El minuto que duró el descenso se sintió como un solo segundo para los humanos, pero para los traliod que observaban desde afuera se sintió eterno.

    […]

    Dmitri y varios humanos más estaban llegando a la zona. Ellos eligieron seguir a los líderes de los traliod tan pronto como estos pasaron por las calles de la ciudad en la provincia capital, todo para tratar de averiguar lo que tenían planeado para ellos. No se encontraron con ningún humano en el recorrido, por lo que no tenían idea de nada de lo que estaba pasando.

    El que se había ganado el puesto de representante de la humanidad había acudido a la zona junto al expresidente ruso, al resto de sus trabajadores de confianza excluyendo al ingeniero soldado Vitali Lakor, y a un par más de humanos a los que les ganó la curiosidad para atender a dicho sitio.

    Su llegada fue a tiempo para ver el aterrizaje de una segunda cápsula, que se sumaba a una que ya se encontraba allí presente. Los humanos recién llegados analizaban a las dos especies que estaban paradas un poco más atrás de los traliod que tenían cerca, sin reconocer a ninguna de las dos, para también realizar observaciones sobre las armas que portaban y sobre la gran caja instalada en el suelo seco de aquel mundo.

    — No vinieron a salvarnos, lamentablemente — exclamó el representante de la humanidad — Pero quiero que prestemos la mayor atención posible. Quizá esto nos sirva de algo para un escape.

    — Vitali debería estar aquí — Dmitri expresó acerca del ingeniero ausente — Entiendo que él sufre y está cuidando de su hija, pero si confiamos en él para que nos sea de utilidad, debería respaldar esa confianza.

    — Luego le comunicaremos todo lo que aprendamos aquí ahora — el representante humano retomó la palabra — Por ahora, nos limitaremos a observar.

    Frente a ellos se encontraban Hufan, Yma, varios guardias reales armados con garrotes o rifles e incluso algunos portando ambos tipos de armamento, esperando por la palabra de parte de uno de aquellos seres tan extraños que estaban en el suelo de aquel mundo.

    Pasó un minuto desde el aterrizaje de la cápsula, y nadie estaba diciendo una palabra, cosa que molestaba un poco a los humanos que llegaron para aprender de la situación que estaba ocurriendo actualmente, pero todavía más enojaba a Hufan, que no podía esperar un solo segundo adicional para que le dieran su regalo.

    — ¿Quieres regalarme esa cosa? — Hufan se molestó bastante, asumiendo que ese era su regalo — ¿Para qué me va a servir?

    — No es la cápsula el regalo, mi rey, es lo que está dentro de ella — Miraq aplaudió tres veces, como si estuviera dando una especie de señal — Estoy seguro de que los humanos que viven aquí con usted habrán mencionado la posibilidad de que hubiera más de ellos repartidos en el universo.

    — Lo han hecho, pero nosotros acabamos con su nave — Hufan recordó aquel momento, con cierta intriga y una ligera sospecha de a dónde iría todo eso — No hay manera de alcanzarlos.

    — No será necesario, como lo verá ahora — Miraq estaba listo para el obsequio — Mi regalo para usted es este conjunto de humanos, los cuales hemos capturado y traído para ustedes desde un planeta conocido como Edagr. Todos son suyos, independientemente de que acepte nuestro trato.

    La puerta de la cápsula se abrió, y fue allí como un velivino salió desde allí dentro, causando algo de confusión a los traliod presentes, y a los humanos que escucharon esa última parte del intercambio entre Hufan y el nuevo sujeto que había llegado a ese mundo. Pero pronto todo se aclaró en el momento en que dichos seres humanos empezaban a salir uno por uno del interior de aquella cápsula.

    No hubo sorpresa mayor en ese día, ya que los traliod y los humanos vieron con sus propios ojos, algunos incluso llegando a frotárselos del asombro, como nuevos seres humanos ponían un pie en sus mundos. Hufan e Yma eran quienes más tiempo pasaban con la especie a la que esclavizaron y forzaron a entrar en su conflicto en contra del clan de Ybryr, y pese a que nunca se aprendieron los nombres de todos ellos, conocían de memoria cada rostro. Los recién llegados tenían rostros completamente nuevos para ellos, lo que quería decir que no se trataba de un engaño de Miraq. No eran humanos extraídos de su mundo para hacerlos pasar como nuevas adquisiciones, sino que eran justamente eso último.

    Hufan e Yma, junto al resto de sus trabajadores, sonreían de oreja a oreja al verlos y contarlos a medida que iban bajando. No consideraban que el número de humanos en su mundo fuera bajo, pero ver sus nuevas adiciones a los recursos les llenaba de alegría. Todos estos, de edades diferentes, estaban esposados con las manos a la espalda, posiblemente para que fueran sus nuevos amos los encargados de liberarlos. La alegría invadió por completo a Hufan, y este preguntó emocionado como niño con juguete nuevo.

    — ¿Son para mí y para Yma? — el monarca no gritó, pero elevó la voz muy alto — ¡¿Los has traído de muy lejos para dárnoslos a todos!? — falló en su segundo intento por contenerse.

    — Es preciso, majestad, y quiero que sepa que planeo traerles muchos más — Miraq contestó, queriendo cerrar el trato de una vez — Como dije, quiero que los humanos construyan las armas que vamos a necesitar para acabar con Casseirem. Pero creo que los que usted tiene retenidos en este sitio no son suficientes, ni siquiera con los que le estoy regalando. Es por eso que, como parte del trato, me ofrezco a entregarle a muchos más humanos de modo tal que pueda acelerar el trabajo que tanto nos interesa.

    — ¿Y qué pasará cuando las armas estén construidas y los humanos ya no les hagan falta? — Yma quería enterarse de todos los planes de la Sociedad Galáctica — ¿Ellos serán retirados de nuestro poder y se unirán también a esta sociedad?

    — Por supuesto que no, la oferta de unirse a la Sociedad Galáctica es solo para ustedes y su pueblo — Miraq encontró un camino que le parecía ideal — Los humanos son para nosotros una herramienta necesaria. Es por eso que, mientras vivan en este planeta, nosotros nos encargaremos de mantenerlos. La tecnología que necesiten para trabajar y el alimento para sustentarlos lo proveeremos nosotros. Ustedes no tendrán que gastar ningún recurso en ellos, todo esto mientras sean necesarios para nuestra causa. Una vez que Casseirem haya sido derrotado, dejaremos de mantenerlos. Los humanos pasarán a ser suyos para que hagan con ellos lo que quieran. Si quieren dejarlos ser libres en su mundo, o si quieren esclavizarlos para toda la vida, serán ustedes quienes decidan. Pero estos que le estoy dando son un regalo para usted. Vendrán más si ustedes aceptan la oferta que le he propuesto. Estoy esperando una respuesta.

    Gina, Hana, Nick y los demás humanos recién llegados se veían muy intimidados por las apariencias de los traliod que llevaban el control en aquel mundo. Eran grandes de cuerpo, se vestían con atuendos que recordaban a los hombres de la antigüedad, usaban garrotes primitivos y rifles muy avanzados e iban a bordo de animales de montura en reemplazo de caballos. Parecían ser adversarios difíciles de derrotar, al menos esa era la primera impresión que sentían. Y tras la decisión tomada por Miraq tras el rescate que fue realizado en beneficio de los otros humanos, ellos pasarían a ser sus dueños a partir de ese momento. Nadie se sentía cómodo sabiendo que sus vidas dependían de completos desconocidos, y era peor el ver que era una especie con la que nunca antes en sus vidas habían tratado.

    Dmitri y el resto de humanos que iba con él se sentían tan confundidos que incluso aunque las palabras de Miraq fueran reveladoras, no podían entender casi nada. Desconocían todo acerca de Casseirem, la Sociedad Galáctica, y todos los demás tópicos que fueron mencionados por el monarca y aquel nuevo sujeto que aparecía ante ellos. Lo que sí era seguro era que no estaban allí para cambiar las cosas a su favor, y que más humanos desafortunados se unirían a ellos.

    — No vinieron con nosotros, y desde luego, no son los humanos que fueron reportados como desaparecidos — Dmitri hacía referencia a un suceso vivido hace días atrás — Pero según ellos, son de otro mundo.

    — Edagr, lo escuché nombrar — el representante humano, un militar entre los suyos, lo recordó a la perfección — El líder de Zenith mencionó ese planeta en su discurso. Es de allí de donde provienen los edagrianos.

    — Ellos nunca permitirían que humanos vivieran en su mundo si su plan era exterminarnos a todos — Dmitri sabía lo que eso significaba — Los bastardos de Zenith lucharon junto a sus aliados de otros mundos y los exterminaron a ellos en su lugar. Se adueñaron de su planeta tras eso… y ahora, varios de ellos han sido traídos aquí con nosotros.

    — Los responsables de la caída de la Tierra van a ser traídos a este lugar — una mujer en el grupo no estaba para nada contenta con eso — Eso solo significa una cosa para nosotros.

    — Problemas, y no pequeños — el representante humano compartía el disgusto — Esto va a traer consecuencias nefastas sobre nosotros.

    — Suena a que esta Sociedad Galáctica está enemistada con un tal Casseirem — un militar que acudió con el grupo dio su opinión — Y ahora, ese conflicto se traslada a los traliod y a la humanidad. Toda la humanidad sobreviviente a la caída de la Tierra, al menos.

    — Si Dios existe, es un completo hijo de puta con nosotros — Dmitri presionó los puños con furia — Nos ha cagado de una forma que nunca en mi jodida vida podría haber imaginado. Los traliod nos esclavizaron para meternos en una disputa interna entre patriarcas y monarcas. Y ahora parece que nos van a inmiscuir en un conflicto galáctico, todavía mayor. Hasta los diablos de Zenith están involucrados. De esta no vamos a salir con vida. Este es el fin para lo que quedó de nuestra gran nación. Tantos años de esfuerzos para terminar atrapados sin salida…

    Nadie más habló tras Dmitri. Las cosas para ellos se veían lúgubres, y sin ofrecer una esperanza para ellos. El hecho de que humanos de Zenith hubieran llegado a su mundo para compartir su condición de esclavos les vaticinó que algo malo estaba por cernirse sobre ellos, y no podían imaginar nada peor que un destino final al que no podrían terminar escapando.

    — Renji, tú dijiste que había que luchar incluso aunque no hubiera esperanza — Dmitri recordó una charla con el ya fallecido último comandante de Rusia — Porque esta, tarde o temprano, aparecería. Lamento discernir. No veo ninguna esperanza para nosotros ahora mismo. Nuestro destino está sellado.

    Mientras los humanos deliberaban entre ellos, Hufan e Yma no podían estar más felices en toda su vida. Supieron que sus vidas iban a mejorar en el momento en el que Ybryr fuera derrotado, pero la llegada de la Sociedad Galáctica para ofrecer ese trato era un cambio completo en el panorama general. Su triunfo les trajo esperanza, y el arribo de Miraq se las había multiplicado en una forma exponencial e inimaginable. Sin embargo, si querían gozar de todos aquellos beneficios que les fueron ofrecidos, sabían que tenían que cooperar con sus nuevos benefactores. Renunciarían a forzar a los seres humanos a trabajar en el cultivo de la tierra, deteniendo así sus planes de expansión del territorio de su reino, el cual no progresaría más hasta que el conflicto entre la Sociedad Galáctica y Casseirem hubiera acabado.

    La pareja de traliod que gobernaba por encima de los suyos y de la humanidad tenía en mente en todo momento aquellas palabras dichas por Miraq, sobre todo las últimas, en donde aseguraban que terminarían trayendo más humanos para que los pusieran a trabajar. Y el condimento de que podrían hacer lo que quisieran con ellos con el conflicto acabado fue el incentivo final para una respuesta positiva.

    Los dos monarcas se miraron con una sonrisa, todavía a bordo de sus monturas, de las cuales bajaron tras asentir ambos con la cabeza. Para sorpresa de todos sus protectores y de los observadores allí presentes, Hufan e Yma empezaron a caminar hasta Miraq. El yarlemiano movió los brazos y cargó su rifle a las espaldas, de modo tal que pudiera tener las dos manos en libertad, creyendo que se le acercaban para estrecharlas y cerrar el trato. Fue allí que Miraq comprobó en primera persona y en ocasión inicial, el tamaño que tenían los traliod, siendo superiores en altura a él. Los dos tenían un olor desagradable para su nariz, y una apariencia grotesca que le provocaba ciertos deseos de vomitar.

    — Por favor, que esta sea la primera y última vez que se me acercan tanto — imploraba para sus adentros, mientras tragaba saliva en un intento de no mostrarse descortés frente a ellos.

    Tal y como él esperó, Hufan estrechó su mano derecha e Yma hizo lo propio con su mano izquierda. Los dos monarcas estaban parados uno al lado del otro, dispuestos a cerrar el trato allí mismo, con un apretón de manos realizado en forma simultánea. Miraq sonreía, pero más por la felicidad de que iba a atenderlos a ambos al mismo tiempo que por el hecho de cerrar el trato. Aliviado por tener su armadura puesta, estrechó su mano derecha con la de Hufan y su izquierda con la de Yma.

    Con el saludo hecho, los tres individuos realizaron un apretón que terminó por sentenciar la unión y creación del pacto entre los traliod que se unirían prontamente a la Sociedad Galáctica integrada únicamente por velivinos y yarlemianos hasta ese momento.

    — Es un placer el haber acordado esto de palabra — Hufan le decía, para luego pasar a una pregunta que delataba su impaciencia — ¿Cuándo recibiremos a más humanos?

    — Mis compañeros líderes se encargarán de traerlos a la brevedad — Miraq movía las manos queriendo forzar la separación — Esperamos que se resistan, pero, aunque lo hagan acabarán por perder.

    — ¿Y cuando quieres que los pongamos a trabajar en estas nuevas armas nucleares? — Yma pasó a un asunto importante para ella.

    — De ser posible, mañana mismo — Miraq no quiso forzar a que todo fuera muy rápido — Yo haré que el resto de mis compañeros que abordan la nave empiecen a preparar el laboratorio y las salas de maquinarias en donde ellos van a construirnos las armas que tanto deseamos para enfrentar a nuestro mayor enemigo.

    — Debo admitir que me veo con esperanzas de que lo logremos — Hufan recordó su victoria en el pasado — Hace tiempo, hicimos frente a un enemigo que siempre parecía ser invencible por el hecho de ser más fuerte. Ybryr era su nombre. Pero gracias a la intervención de los humanos, aunque intentaron traicionarnos, acabamos con él.

    — Los humanos son una raza impresionante, rey Hufan — Miraq se soltó luego de ese cumplido — Pero es mejor tenerlos de empleados que de aliados. Confío en ustedes para mantenerlos controlados y hacerlos trabajar eficientemente para nuestra sociedad.

    — Hace bien en confiar, amigo Miraq — Yma no le tomó mal el gesto de soltar sus manos — Los humanos son traicioneros, pero nosotros sabemos cómo asustarlos para que hagan lo que se espera de ellos.

    Los humanos presentes allí, sin importar su procedencia, no podían hacer otra cosa que poner una cara de preocupación y terror, puesto a que acababan de ver como su destino pasaba a estar en las manos de tres seres que velaban únicamente para sus propios intereses, sin tener en cuenta los deseos de la humanidad.

    Dmitri creyó que no se había equivocado con su declaración, y cada palabra que ellos dijeron le hicieron creer que su destino como especie estaba sellado del todo.
     
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  6.  
    Manuvalk

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    Saludos, amigo mío. Tras leer el capítulo anterior, me quedé con ganas de ver que ocurría a continuación y finalmente he podido verlo. Lamentablemente, trailod y Sociedad Galáctica se han unido, aunque era lo esperado. Buen capítulo que me dispongo a comentar ya mismo.

    El comienzo retoma prácticamente el final del anterior capítulo. Miraq espera la llegada de Hufan e Yma, que finalmente se da en un momento de tensión por parte de ambas especies, que se miran intrigadas pero desconfiadas y listas para pelear si se da el caso. El líder yarlemiano decide poner en marcha su estrategia de convicción y muestra, en una pantalla, la historia de cómo se formó la SG y su conflicto con Casseirem, dejando asombrados y preocupados tanto a los trailod como a los humanos presentes.

    El plan de Miraq y sus compañeros líderes es obvio: utilizar a los trailod en una alianza falsa (porque realmente no es una alianza con vistas a la prosperidad :ewww:) para someter a los humanos definitivamente y construir las bombas atómicas. Fue bueno el dato de que la humanidad dejó de fabricarlas tras la Gran Catástrofe, aunque ya lo sabía, recordarlo no viene nada mal y además es interesante ver que un objeto previo a la historia y cancelado por motivos lógicos, ahora entra en juego. Sea como sea, Miraq se impacienta porque Hufan (que parece un niño engreído pidiendo su juguete a cada rato angrysnake) insiste en ese "obsequio" que la SG le había prometido a su llegada.

    Ese regalo resultan ser sesenta humanos provenientes de Edagr, entre los que están personajes como Gina, Hana y Nick. Más mano de obra esclava para los trailod, aunque eso sí, sus planes de expansión deberán esperar para satisfacer las necesidades de la SG y su deseo de construir bombas atómicas. En un trato que a mi modo de ver beneficia bastante a la SG y relativamente poco a los trailod por el momento, los reyes de estos acceden con un apretón de manos con el líder yarlemiano.

    Este diálogo de Dmitri me parece una clara representación de como me sentiría en esa situación. Describe la impotencia, la frustración, la resignación... Me encantó este diálogo, amigo. Y más aún, me hizo algo de gracia porque menciona que si existe un Dios, es un hijo de puta con ellos... y ese Dios en LGC eres tú. Mira lo que le estás haciendo a la humanidad, maldito. ¿Cuándo acabará este sufrimiento? :anicry:

    Bueno, ha sido un capítulo interesante. Se van asentando las cosas para el porvenir de esta parte y el clímax próximo. Hasta ese momento, quedo a la espera de la continuación. Un gran abrazo, amigo mío. Hasta pronto.
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Saludos. Va siendo un buen momento para publicar el siguiente capítulo así seguimos avanzando con la historia. Ahora sí, el clímax está cada vez más cerca, y aunque todavía falten un par de capítulos, estoy seguro de que algunas escenas de este y de los que están por venir les den un buen indicio de cuando más o menos va a llegar.

    Quiero agradecer como hago cada semana a mi gran amigo Manuvalk por estar siempre al pendiente de la historia y de su presencia siempre a través de los comentarios y otras actividades que hacemos por Discord cuando podemos. Me da gusto ver que le va gustando lo que va pasando, y espero que siga siendo así con este y todos los demás capítulos que se nos vienen.

    También doy las gracias a Elliot, quien sé que más pronto que tarde terminará llegando hasta aquí. Que sepa que su presencia también se agradece.
    Lo mismo si hay alguna personita por allí leyendo sin comentar o siquiera sin estar registrado en el foro.

    Novedades no tengo, así que por ahora estaré dejándoles el capítulo. Las guías y cronología las iré actualizando conforme pueda.

















    La dirección incorrecta:

    Allecreod y Ace se encontraban en la sala de comandos de la nave crucero que habían conseguido robar de las manos de la Sociedad Galáctica. El robot construido por el ex líder de los ryfier y puesto en funcionamiento tras su destrucción por la humanidad se encontraba junto a ellos. Si bien, todos los archivos que tenían información relevante a sus fines ya habían sido extraídos, lo querían situado allí para ver si en algún momento se presentaba la oportunidad de vulnerar algún sistema que les diera acceso a más información perteneciente a la Sociedad Galáctica.

    A esas horas, luego de un día algo cansado y de dos batallas contra dos de sus líderes, la gran mayoría de los presentes estaban durmiendo. El ryfier estaba algo cansado, pero no quería irse a dormir sin antes tener una pequeña charla con el comandante de ER.

    — ¿Lo ha intentado? — preguntó Allecreod, referenciando a un asunto que le preocupaba.

    — Lo intentó durante tres horas, pero no consiguió nada — Ace le respondió la pregunta — No hay manera de contactar con ningún sistema en la dirección de Ryfier. O ellos ya no están ahí, o sus sistemas han cambiado tanto que son inalcanzables, o ignoran nuestros mensajes.

    — Sea como sea, yo quisiera tener la oportunidad de ir a ese mundo y hablar en persona con ellos — Allecreod sentía que era una obligación suya el hacerlo — Si están allí, están en peligro en tanto no podamos confirmar que Casseirem sigue con vida.

    — Entiendo tus preocupaciones, Allecreod — Ace quería consolarlo — Créeme que te permitiré ir a tu planeta natal a buscar a los tuyos para decirles lo que les tengas que decir. Pero será una vez que toda nuestra gente esté a salvo. No antes.

    — Lo agradezco, comandante — el ryfier era muy respetuoso y estaba más agradecido de lo que sus palabras expresaban — Cadain no me permitirá quedarme por mucho tiempo, pero merece saber que su gente está bajo amenaza.

    — ¿Qué deberíamos hacer con los garak? — Ace no tenía intenciones de mover un solo dedo en dirección a sus planetas tras enterarse la manera en que festejaron la muerte de Michael — ¿Sugieres algo?

    — Créeme que desde que me enteré de la existencia de Casseirem, lo que más pido al universo es que caiga en Garak y que se maten entre ellos — Allecreod tenía mucho desprecio guardado hacia esa especie — Lamento si sueno tan severo con la gente que le dio asilo a los tuyos cuando perdieron la Tierra. Pero ellos esperaban la oportunidad de atraerme a mi hogar para arrancarme la cabeza. Nunca sentiré empatía por ellos. A día de hoy ya no recuerdo qué fue lo que me motivó a salvar a Asmir. Pude dejarlo morir a manos de Ixorum y luego acabar con el enemigo. Créeme que busco en mi mente esos recuerdos y no encuentro nada. Ya no sé por qué lo hice, y si lo recordase, quizá pensaría que fue una estupidez.

    — Los garak fueron buenos con nosotros, pero se las cobraron — Ace rememoró ciertas cosas — Se aprovechaban de su posición para cagarse en nosotros. Recuerdo los comentarios burlándose de Wagner, la ridícula cláusula que pusieron para Michael, y su desesperación para echarnos a todos de su mundo. Todas nuestras especies lucharon contra los edagrianos con el objetivo de eliminarlos. Pero ellos tenían una agenda oculta. Deshacerse de nosotros. Créeme que yo no tenía pensado alertar a nadie de allí sobre Casseirem.

    — Haces bien en no decir nada, a veces, las cosas están mejor sin decirlas — Allecreod compartía sus pensamientos — Si me permites, me retiro para descansar un poco. Te dejo a Xorxaik como guardaespaldas en caso de que alguno de esos humanos que acogiste te tenga algo de rencor pese a salvarles la vida.

    — ¿Tú crees que eso es posible? — Ace no le dirigió la vista mientras Allecreod se marchaba.

    — Yo lo he visto todo, Ace, nada es imposible y nada debería sorprenderte — el ryfier abrió la puerta y abandonó la sala finalmente.

    Tan pronto empezó a dar sus primeros pasos en dirección a la habitación en donde había sido colocado para dormir en sus horas de cansancio, Allecreod pudo ver a un humano acercándose a la sala principal caminando con calma. No temió al ver que se trataba de Noak, padre y esposo de dos personas desaparecidas todavía. Como gesto de cortesía, Allecreod realizó un pequeño saludo levantando la mano para el humano, acto que fue respondido con el soldado Jensen agachando un poco la cabeza en una media reverencia.

    Habiendo saludado al ryfier, Noak abrió la puerta de la sala y se encontró con Ace sentado frente a una de las máquinas, releyendo un par de archivos que habían robado de sus enemigos caídos. El comandante de ER le miró fijamente, y dejó su lectura cuando reconoció que se trataba de él. Asumía que iba a pedirle algo, y que ese algo estaría relacionado a su familia, como muchas veces había reiterado a lo largo de la misión, llegando al punto de cansarlo.

    — Noak, ¿hay algo que pueda hacer por ti? — Ace ocultó su sarcasmo con un tono gentil.

    — Quiero que hablemos — su compañero se quedó a la distancia, parado a dos pasos de la puerta para no ser golpeado si alguien intentaba entrar repentinamente — Es sobre la promesa que hiciste a tu primo.

    — Noak, esto ya lo has estado repitiendo mucho tiempo — Ace lo consideraba un disco rayado — Tan pronto como tengas a tu familia…

    — No, no es eso — Noak se lo esperaba — Pero entiendo que lo hayas pensado… Escucha, tú prometiste arriesgar tu vida para salvar a todos los humanos que puedas de ese planeta Tralio. Los traliod no son enemigos nuestros, incluso posiblemente ni sepan que existimos.

    — ¿Y? — Ace se aburría con su presencia.

    — Digo que no vale la pena meterse a lo que puede ser un conflicto a gran escala con ellos — Noak se frotó la barbilla — Rescata a los familiares de Winter para cumplir tu promesa, y luego salva si quieres a unos cien, doscientos o incluso trescientos si eso te complace. Pero no tienes que salvar a todo el mundo. Déjalos allí y no arriesgues tu vida. No estaré allí para cubrirte la espalda, y tú mismo me lo permitirás.

    — Tengo a Faron, a Allecreod y a Xorxaik — Ace se relajaba pese a su ausencia — Por lo que nos contaron, los traliod son primitivos como lo era la humanidad en el medioevo. Sé que Xorxaik podría acabar con ellos y cubrirnos las espaldas sin problemas.

    — Te odian, Ace — Noak recordó esa parte del relato — Tu propio primo dijo que creció escuchando a la gente hablando de como tú y tus compañeros de equipo en Zenith fueron los que provocaron la Caída de la Tierra. ¿Realmente crees que la gente te hará fácil su rescate cuando viene de ti?

    — Soy humano al igual que ellos, y los traliod los tienen esclavizados — Ace lo veía desde esa lógica — Creo que yo incluso sonreiría si estuviera atrapado y mis rescatistas vinieran a ser Morris, Shun y Bastien.

    — Mejor el demonio que conoces que el demonio que no conoces.

    — Linda frase, ¿de dónde la sacaste?

    — ¿No piensas tomarme en serio? — Noak se molestó con esa actitud — ¿Tanta confianza tienes? Vas a ir a pelear contra seres que no conocemos. No creo que deba recordarte como los habitantes débiles de Hael Arunyn nos pusieron en jaque.

    — Lo recuerdo perfectamente, Noak, esos malnacidos me arrebataron a mi esposa — Ace se puso de pie, acto que intimidó un poco al soldado — Pero allí hay gente inocente. Y creo que me corresponde salvarlos. Me dijeron que mi función como soldado sería servir a la humanidad. Y no sé cómo lo verás tú, pero yo sí me lo tomo en serio.

    — Te dejo en paz, entonces — Noak le dio la espalda — Haz lo que te plazca. Estoy tranquilo por mi bienestar.

    El comandante Lakor lo miró con bastante frustración mientras se marchaba. Sabía que su soldado no tenía malas intenciones para con la gente que se encontraba prisionera en Tralio, sino que buscaba el bienestar de alguien a quien conocía y apreciaba. Pero no por eso quería dejar pasar la oportunidad de ayudar a la humanidad que se llevó la peor parte de la Caída de la Tierra. No se consideraba culpable de lo que pasó, pero sí en deuda con ellos, sobre todo por lo que hizo en su momento al negarle a muchas familias que estaban a punto de ser salvadas la oportunidad de subir a la nave xaromitante y escapar a la destrucción causada por Arion.

    — No hay manera de deshacer lo que hice mal — Ace pensaba en cada una de esas caras — Pero ahora se presenta una oportunidad de hacer lo correcto. Si no la tomo, quiere decir que no seré mejor que el Ace que juré nunca volver a ser.

    Lo único que parecía compartir Jensen con el comandante de ER era la frustración por su charla reciente. Con los puños apretados, los dientes juntos y murmurando toda clase de insultos, Noak se desplazó por los pasillos de la nave crucero de la Sociedad Galáctica hasta toparse con la puerta que le daría acceso a la habitación de Allecreod. Abrió la puerta sin llamar, cosa que le fue recriminada en ese mismísimo instante por parte del ryfier.

    — ¿Y tus modales? — Allecreod estaba sobre una cama, viendo a Noak frente a él gracias a la luz que se filtraba por los pasillos — Se toca la puerta antes de entrar.

    — Quiero pedirte un favor — Noak cerró la puerta para dejar su sitio en oscuridad — Está claro que Ace te escucha, y más que a mí. No lo podría juzgar. Yo reconozco que fui una piedra en el zapato para muchos aquí, incluso antes de que se supiera a donde teníamos que ir.

    — ¿Qué necesitas? — Allecreod no se puso de pie para echarlo de su sitio — Que sea rápido, y que no implique moverme de aquí ahora.

    — Tenemos tiempo, así que puedes irlo pensando — Noak lo dijo con tranquilidad — Quiero que te encargues de convencer a Ace que no vale la pena rescatar a todos los humanos de Tralio. Dile, o, mejor dicho, aconséjale, que solo salve a sus familiares y a otros cuantos más. Podemos mentir y decir que la gran mayoría de su gente no se salvó.

    — ¿Por qué me cuentas esto a mí? — Allecreod suponía que ya se lo había dicho a Ace — Sabrá que me lo pediste tú si voy y lo trato de convencer.

    — Porque, como te dije, Ace ha sido muy tolerante conmigo, incluso ahora que no lo merecía demasiado — Noak estaba un poco avergonzado — Porque siento que va a ponerse en peligro innecesario por gente que no es la suya, gente que incluso lo quiere ver muerto. Y no tengo ganas de que un amigo como él muera. Mucho menos de decirle a Natasha que él ha perdido la vida. Nunca desconfiaría de sus habilidades como soldado, pero él se está arriesgando demasiado. Y siento que le puede salir mal.

    — Si tú lo quieres, entonces lo haré — Allecreod se lo quería quitar de encima rápido — Pero no pienso insistir demasiado si me llega a decir que no.

    — Como gustes. Solo te pido un intento. Es lo mínimo.

    — Y lo máximo también — Allecreod no se hacía ningún problema ante una posible negativa — Si te retiraras y me dejas dormir, me harías el más grande de los favores.

    — Tenemos tiempo para llegar a ese puto mundo sin nombre, yo digo que el tiempo para dormir es lo que nos sobra — Noak, pese a sus últimas palabras, optó por no oponer más resistencia a los dichos que recibía y se apartó del lugar.

    Sin la presencia del soldado, Allecreod finalmente pudo llegar a conciliar el sueño. Mientras tanto, Noak marchaba hacia su habitación con una cara de cansancio terrible. El estrés por estar lejos de toda su familia lo mantenía agotado, aunque no lo mostrase a nadie más. No fue hasta que estuvo sentado encima de su cama que se evidenció todo eso. Se tumbó sobre el colchón, y cayó dormido profundamente siendo el ante último de los humanos a bordo de esa nave en irse a dormir.

    El último ser humano que estaba todavía con los ojos abiertos y la mente procesando pensamientos a conciencia era el comandante Lakor. Este, aprovechando la tranquilidad de tener el navío crucero en silencio y a todos los humanos durmiendo, tomó su dispositivo móvil y presionó los comandos necesarios para activar una función que le permitiría grabarse a sí mismo, con una única intención en mente.

    — Buenas noches, mi pequeño Azel — Ace hablaba a su segundo hijo — Sé que estás triste porque papá todavía no regresará a casa. Pero pronto volverás a ver a mamá y a Arick. No he podido grabar demasiados mensajes debido a un par de problemas que tuve, pero ahora puedo hacerlo. No creas ni por un segundo que te he olvidado. Te amo con toda la fuerza que tiene mi corazón, y eso quiere decir que yo jamás te olvidaré. Cuando regrese a casa iré a buscarte a ti, a mamá y a Arick, para abrazarlos a todos y que seamos una familia unida del todo una vez más. Pero a ti será a quien más abrazaré, así que espero que estés preparado para cuando ese momento llegue. Estoy seguro de que te sorprenderás mucho cuando tu mamá regrese. Con eso me despediré de ti por esta vez. Cuídate y sigue siendo un niño tan bueno como lo has sido hasta ahora. Te quiero.

    Una vez que terminó con esas palabras, Ace realizó las acciones que enviarían su mensaje directamente al dispositivo de su hijo. Estando tan alejado de la nave que ellos manejaban, necesitó de la ayuda de Xorxaik para hacerle llegar ese mensaje a su destino, aunque no fue él quien lo había pedido.

    — Ya envié el mensaje directo al sistema de comunicación central de su nave, comandante — Xorxaik, quien lo estuvo observando un rato largo a solas, le comentó — El mensaje no debería tardar más de una hora en llegar hasta su hijo.

    — ¿Lo hiciste sin que te lo pidiera? — Ace estaba asombrado con la forma de actuar de la máquina.

    — No me costó trabajo — Xorxaik lo decía como si quisiera presumir — Y no ha interrumpido ninguna de mis funciones de búsqueda de sistemas de la Sociedad Galáctica. Le preguntaría antes de hacerlo si se viera en un conflicto de recursos. Pero ahora no lo ha supuesto.

    — ¿Y qué te llevó a hacerlo? — Ace quería descubrir más acerca de Xorxaik.

    — Asumí que su hijo lo extraña, de la misma manera en que usted lo extraña a él a juzgar por sus palabras — el comandante quedó asombrado con su respuesta — Creí que recibir el mensaje más pronto que tarde le haría sentir mejor. Por eso actué.

    No podía dejar de pensar en la forma tan gentil de actuar de su robot. Xorxaik demostraba con cada día que pasaba, estar verdaderamente atado y comprometido con la humanidad. Si bien, nunca desconfiaban de él, no esperaba que fuera capaz de percibir tales cosas como los sentimientos que se podían expresar en palabras.

    — Esa es tu inteligencia artificial, aprendiendo de manera automática — Ace le dijo directamente — ¿Verdad?

    — Correcto, tengo la capacidad de guardar, analizar y procesar datos para sacar conclusiones — fue la respuesta dada por el robot — He visto la forma en que se movían los músculos de su cara al hablar, y como su voz perdía intensidad levemente a medida que avanzaba en el discurso.

    — No lo noté ni yo mismo — Ace no le creía eso último.

    — Quizá sí lo notó, pero lo tiene tan normalizado que le resta importancia — Xorxaik le dio otro punto de vista — El comportamiento humano es más sencillo y predecible de lo que usted cree.

    Su última frase dejó al comandante Lakor un poco tembloroso. No creía ser capaz de predecir lo que otros pudieran sentir en todo momento, pero por lo dicho por su robot, no era algo muy difícil de lograr. Al menos no para alguien que podía procesar millones de datos en menos de solo un milisegundo.

    […]

    Arick abrió los ojos para despertar en la habitación que compartía con Artem, Winter y Sky, quien hacía pocos días se había convertido en su pareja tras una charla que tuvieron posterior a su reencuentro. El chico disfrutó de unas ocho horas y media placenteras de sueño, algo que veía necesario tras el pleito pequeño que tuvo con Iker tras enterarse de lo que había hecho con Sky. Cuando miró la habitación, vio que la única allí presente era Sky, quien se encontraba sentada sobre su cama, pero con la espalda recostada sobre la pared.

    — Buenos días — le dijo la chica, con una sonrisa algo forzada — ¿Cómo te encuentras?

    Cuando vio que la chica se puso de pie, Arick hizo lo mismo, mostrándole una sonrisa que era genuina a la chica. No tardó mucho en saludar ni en acercarse a ella.

    — Buenos días, Sky — Arick quería darle un beso aprovechando la privacidad — Me encuentro bien. Espero que tú estés igual.

    Con muchas ganas de tocar sus labios, Arick cerró los ojos tras acercarse un poco a ella, pero los reabrió al momento en que pudo notar cómo Sky le detenía poniéndole la mano en la boca. Confundido por el gesto de su pareja, Arick quería saber si todo estaba bien. Temiendo la posibilidad de que no fuese así.

    — ¿Qué ocurre? — Arick se sentía extrañado — ¿Por qué me rechazas de esta forma?

    — No es que rechace tus besos — Sky tenía la mirada un poco decaída — Creo que no merezco recibirlos por lo pronto.

    — ¿Por qué? — Arick no lo entendía.

    — Por haberte hecho pasar un mal momento el día de ayer — Sky estaba decepcionada por eso.

    — Yo nada más le di un golpe a Iker porque me daba asco — Arick se justificó — Espero no haberte asustado.

    — No me asustaste, yo también creo que Iker lo merecía — Sky recordó unos pensamientos iniciales hacia él — Incluso llegué a pensar en darle yo misma una paliza… Pero entonces empecé a pensar que gente como él no vale la pena. No merecen nuestro odio.

    — Lo comprendo, pero eso no quiere decir que no te merezcas un beso de buenos días — Arick quería intentarlo de nuevo — ¿Qué dices?

    — Después de desayunar y lavarnos los dientes — Sky se acercó a él para abrazarlo — Ven, quizá encontremos compañía.

    Arick se sentía un poco mal por la manera en que Sky sobre pensaba, según él, las cosas que habían sucedido entre él e Iker en la noche anterior. Pero peor le caía el no haber podido besar a su novia en aquel momento tras despertar solos en la nave. No porque quisiera sí o sí un beso, sino porque le incomodaba un poco demostrar afecto en público, y sentía que desaprovechó una oportunidad de tener un momento íntimo pero breve con su novia.

    Los dos jóvenes disolvieron el abrazo y salieron juntos de la habitación, para poner rumbo al salón comedor de la nave. Allí se guardaría todo lo que se podía comer o beber, de modo que cada soldado tuviera acceso a provisiones. No tardaron mucho en llegar, pero cuando lo hicieron, lo primero que vieron les sorprendió. Ocupando las cafeteras y hornos eléctricos, se encontraban los humanos que habían sido rescatados por los padres del joven Lakor hace poco tiempo. Les parecía extraño ver a un total de ocho personas allí paradas, tanto así que se acercaron para averiguar un poco más de lo que estaba aconteciendo allí.

    — ¿Qué hacen? — Arick temía que quisieran monopolizar el uso de los electrodomésticos para prepararse comida.

    — Pedimos a los soldados que nos rescataron las instrucciones para manejar estos aparatos — comentó una de las mujeres, mostrando una sonrisa a los dos — Nos sentimos en deuda con la gente que nos rescató, y queremos hacer algo para mostrar gratitud. Nos encargaremos de preparar toda la comida que nos pidan hasta que regresemos a su mundo. Pidan lo que quieran.

    Arick y Sky se miraron con una cara que denotaba estupefacción, para luego sonreír y ocultar una pequeña risa por lo que estaba ocurriendo allí. No esperaban un gesto así de la gente que había sido rescatada por los soldados, pero ciertamente se agradecía, y más cuando se trataba de ahorrar tiempo. Los dos jóvenes pidieron un té con tostadas, y eso fue lo que la gente que estaba ocupando los instrumentos se encargó de prepararles. Con platos y sus cosas en mano, la pareja de chicos buscó un sitio en el que sentarse, aprovechando para ver mejor el panorama.

    En varias mesas distribuidas en el salón comedor de la nave se podía ver como algunas tenían una combinación de gente de Edagr y gente de Tralio, lo cual no quitaba que en muchas otras hubiera solo gente de uno de esos dos mundos, mirando con recelo y cierta precaución a sus compañeros de otras mesas. Cuando vieron a Artem y a Winter sentados a solas, los dos jóvenes se acercaron. Los dos jóvenes estaban en una mesa para cinco personas, con forma circular, habiendo terminado los dos el desayuno que se habían pedido y sin dejar nada más que una taza vacía y unas migas sobre sus platos.

    Arick se sorprendió cuando notó la forma en que Sky aceleró sus pasos para poder colocarse al lado de Winter, quitándole a él la posibilidad de sentarse al lado de un familiar que todavía no conocía desde hace más de tres días. Quedó helado al ver cómo ella se apresuró a saludarlo a él, casi como si los celos lo estuvieran invadiendo.

    — Buenos días, Winter — Sky habló primero con el primero al que conoció — Buenos días a ti también, Artem. ¿Cómo se encuentran?

    — Buen día, Sky — Winter sonreía, y aumentó el tamaño de su gesto cuando vio a Arick sentándose cerca de Sky — Hola a ti también, Arick.

    — Mis saludos para ambos — Artem imitó el gesto de sus compañeros — Discúlpennos si nos apresuramos en venir a desayunar sin despertarlos. Pero se veían tan cómodos que los dejamos en paz.

    — Buenas… no hay problema — Arick saludó de forma muy seca — ¿Cómo ha sido su primera noche en esta nave? — quiso preguntar algo para no quedar tan mal.

    — Cómoda, y nostálgica — Winter le contestó a su familiar — Casi que me hace añorar los días en donde viajábamos por el espacio sin conocer cuál sería nuestro destino. Esos días eran un poco aterradores, pero teníamos a nuestras familias.

    — Tu padre es un héroe, y eso lo van a ver todos — Artem alabó al comandante Lakor — Debe ser un orgullo para ti ser su hijo. Yo siento que estoy en deuda con toda tu familia.

    — Él es una buena persona — Sky empezó a darle un par de sorbos a su té — Y Arick tiene un gran parecido con él. Tal vez por eso me gusta tanto. Es la viva imagen de un héroe.

    El menor de los Lakor en la sala no pudo evitar que un pequeño sonrojo se formara en su rostro con la forma tan tierna en que Sky habló de él. Por un momento llegó a pensar que ella estaba más interesada en sus nuevas amistades que en él, pero esas palabras le sirvieron para tranquilizarlo y tomarse con calma las cosas a su alrededor.

    Antes de que alguno de los cuatro jóvenes pudiera preguntar algo, un par de aplausos empezaron a resonar por toda la sala. Todos estos eran dados por la gente rescatada de Tralio y de las manos de la Sociedad Galáctica. Estupefactos, los cuatro jóvenes se dieron la vuelta tratando de percatarse a que se debía todo eso. Las palabras de uno de los que realizaba la ovación fue muy esclarecedora.

    — ¡Hurra por la comandante que nos llevará a nuestra nuevo hogar!

    Al ver mejor la escena, notaron que Natasha Zafiro, subcomandante de ER y máxima autoridad a bordo de la nave, había entrado en el comedor, posiblemente para servirse algo para desayunar. Desde sus asientos vieron como dos mujeres que trabajaban preparando la comida y bebida de la gente se le acercaron para explicarle a qué se debía todo lo que ocurría, y a pedirle una orden para que ella pudiera tomar una mesa y sentarse.

    La subcomandante de ER pidió solamente un café y un pan sin tostar, y tan pronto como logró encontrar la mesa en donde estaban sentados Arick, Sky, Winter y Artem, acudió para tomar su lugar con ellos dos. El joven Lakor no tardó nada en darle un saludo a su madre.

    — Buenos días, mamá — Arick le sonreía a su figura materna — Tal y como papá y tú dijeron, no me he acercado a la sala de comandos.

    — Me gusta que seas obediente, amor — Natasha le comentó con una sonrisa a medias — Buen día para todos.

    — Buenos días — fue la respuesta al unísono de los otros tres jóvenes, que notaron algo en ella.

    — ¿Estás bien? — Arick tenía dudas por la manera de hablar de su madre.

    — Me crucé con un chico llamado Iker mientras venía aquí — Natasha vio la expresión de Arick cuando lo nombró — Dijo que lo golpeaste.

    — ¿Te dijo que él manoseó a Sky? — Arick estaba molesto, pero con Iker, no con su madre.

    — No, no lo hizo, pero me imaginaba que algo habría hecho — Natasha no se sentía feliz de que Arick se hubiera peleado con alguien, aunque fuera algo breve, pero apreciaba su honestidad y el no inventar excusas — Tú eres un buen chico. No golpearías a alguien por nada.

    — Me alegra que me entiendas — Arick sabía que su madre estaba de su lado.

    — Te entiendo, pero no por eso te permitiré que lo sigas haciendo — Natasha le dijo con cierta frialdad — Sé que Iker no es alguien agradable, pero eso no te da derecho a golpearlo. Es más, te hace ver cómo alguien violento.

    — ¿Y qué debemos hacer? — Artem saltó en defensa de su nuevo amigo — No es que a mí me guste mucho la violencia, pero algo se tiene que hacer con la gente que no respeta.

    — No es la primera vez que Iker lo hace, ya lo ha hecho con una amiga mía — Winter se apresuró para agregar algo de información.

    — No se rebajen a su mismo nivel — Natasha lo veía de una forma muy diferente — No quiero que esta gente piense que tú tienes respuesta violenta para cuando pasa algo indebido. Recuerda que muchos de estos odian a tu padre. Quizá si él se hubiera quedado en casa, la gente se rehusaría a ser rescatada sabiendo que van a compartir el planeta donde vive él. No quiero que te tengan miedo, ni a tu padre por asociación.

    — Eso no explica lo que debemos hacer — Arick no entendía a dónde quería ir su madre.

    — Ya has aplicado un castigo a Iker por lo que hizo, y estoy segura de que él buscará provocarte para sacar tu lado violento otra vez — Natasha quería proteger a su hijo — Tuve un compañero al que le gustaba buscar cada oportunidad para espiar a las mujeres del equipo, y que también provocaba a otros para sacar su lado malo. Lo mejor que puedes hacer es dejarlo estar. Habla conmigo, y yo me encargaré de hablar con él para persuadirlo. Y si eso no funciona, quizá exponerlo en público lo haga tranquilizarse un poco.

    — Está bien, si tú lo dices, eso es lo que haremos — Arick lo veía como una buena idea — El único que saldrá perdiendo…

    — Es él. Tú quedarás con tu imagen intacta, la del niño bueno que tu papá y yo criamos — Natasha acarició los cabellos de Arick al decir eso.

    Tal y como pasó cuando Sky habló bien de su padre y de él, Arick volvió a sonrojarse por el afecto que le brindaba su madre, y la forma de ser halagado en público. Creyó que Sky, Winter y Artem se reirían de él por la manera en la que lo estaban mimando frente a ellos, pero cuando volteó para verlos, encontró que sus tres compañeros de mesa lo miraban con una sonrisa, felices de que él tuviera a su madre allí para darle muestras de afecto. Sky no podía esperar en llegar a Edagr y así recibir un poco de ese afecto por parte de su madre, mientras que Winter y Artem deseaban que sus familias fuesen rescatadas lo más pronto posible para poder compartir momentos junto a ellos una vez más.

    Dado a que Natasha tenía responsabilidades que atender, la mujer acabó rápidamente con su café y su pan, y luego regresó a la sala de comandos, la cual dejó a cargo de Alicia durante su ausencia para poder ir a desayunar y obtener algunas fuerzas para sobre llevar el resto del día.

    Arick y Sky, sin tener mucho que hacer dado a que solo eran cadetes que no tenían permitido tomar parte oficialmente en la misión, acabaron sus desayunos con algo más de calma, para luego empezar a hablar con sus amigos acerca de muchas cosas que se podían hacer en Edagr. Winter y Artem se maravillaron cuando escucharon acerca del tren solar que conectaba varios puntos de las tres ciudades que eran ocupadas por la humanidad sobreviviente de Zenith y Black Meteor. Ninguno de los dos, debido a las circunstancias de sus vidas, pudo darse la oportunidad de viajar en tren, y solo sabían de estos debido a ciertas imágenes que veían en libros de historia y documentales.

    Tan distraídos estaban en sus charlas que no se dieron cuenta de que Iker se había aproximado a ellos, ocupando el asiento libre que la madre de Arick dejó vacante. Lo notaron al segundo de saber que se había sentado alguien más allí.

    — ¿Qué pasará con Jessica? — Arick preguntó en referencia a su amiga — ¿Dónde se va a sentar?

    — Que se traiga una silla, o que se siente en una mesa con espacio — Iker contestó de forma despectiva — Tu madre te regañó, verdad.

    — Sí, lo hizo — Arick le mintió para dejarle una satisfacción falsa — Y me dijo que trate de evitarte lo más que pueda.

    — Yo pedí disculpas por lo que hice, tú vas a hacer lo mismo — sentenció el joven Evanson — O eso quiero creer.

    — Ni hablar — Sky habló en defensa de su novio — Quizá tú no te merecías el golpe, pero tampoco las disculpas.

    — Bueno, como sea, ódienme lo que quieran, pero no me iré de aquí — Iker se ponía desafiante — Ya tomé asiento. Aquí me quedo.

    — Eso no evitará que Sky y yo nos levantemos y nos retiremos — Arick movió la silla para ponerse de pie.

    — Sí, por favor, váyanse — el joven lo parecía decir con toda intención — Que tengo ganas de ver como Sky mueve su culito al retirarse.

    Winter se llevó las dos manos a la cara porque no podía sentir más vergüenza por ser amigo de Iker. Sabía que su amigo tenía derecho a estar molesto por recibir una agresión cuando él se disculpaba, pero su actitud no estaba siendo de gran ayuda. Artem apoyó una mano sobre el hombro de Iker, como si le estuviera dando alguna especie de condolencia.

    Sky no pudo hacer otra cosa que lanzar una mirada fría y muy amenazante a quien era uno de los rescatados, asqueada por la manera de expresarse. Más que nada por el hecho de que hacía quedar su disculpa el día de ayer como una farsa. Arick, por su parte, reprimió sus impulsos de darle un puñetazo en la cara. Tal y como Natasha lo había dicho, Iker lo quería provocar para sacar su lado violento, y fue muy oportuno que le hubiera dado un consejo, ya que, de no haberlo recibido, quizá le estaría cruzando la cara una vez más.

    — Te sientes humillado y ahora quieres que yo me humille para ti — Arick lo desafió — Bueno, no tienes derecho a esa satisfacción. Será mejor que no me provoques más si no quieres que Winter y yo contemos a toda la gente que está contigo que te gusta manosear a la gente.

    Iker no esperaba que Arick supiera de la primera vez en que realizó una acción así. El hecho de que así fuera era una demostración de que Winter estaba dispuesto a revelar un secreto que poca gente sabía, dado a que no esperaba que nadie más de la familia de Airin pudieran conocer sobre eso. No quería que su imagen quedara mal ante nadie, menos entre los que empezaron a llevarse con él durante la convivencia bajo el mando de la Sociedad Galáctica. Los cuatro jóvenes lanzaron una sonrisa cuando vieron la expresión de nervios que había puesto el cadete a soldado cuando se le dijo eso.

    Sin que fuera necesario decirle nada, Iker movió su silla un poco hacia atrás, y luego de eso se levantó para cambiar de mesa. Quería sentarse lo más alejado que pudiera de todos ellos.

    — Estoy acorralado — Iker se sentía algo incómodo con la situación — No me conviene jugar cuando tengo las de perder.

    Jessica, la última de los seis jóvenes que se encontraban en el sitio, llegó a tiempo al salón comedor para ver como Iker se ponía de pie para alejarse de una mesa en donde se encontraban. No tardó mucho en enterarse de que había trabajadores entre su gente tomando pedidos para que la gente pudiera tomar su comida e irse a desayunar en paz. Cuando recibió lo que quería, eligió irse a sentar a la mesa con Winter, Artem, y los otros dos chicos.

    — Lo apartaron, creo que eso le bajará un poco los humos — Jessica no saludó al sentarse — Iker es tolerable la mayor parte del tiempo. Pero cuando tiene una idea metida en la cabeza, es insoportable.

    — Disculpa, Jessica, pero difiero con lo primero — Arick no quería que se sintiera mal, pero no por eso sería complaciente — Vino aquí a provocarnos. Eso no me parece algo muy tolerable.

    — Bueno, tú le diste un buen golpe ayer — Jessica no quería sentirse como la abogada del diablo — Pero créeme, no es eso lo que más lo molestó.

    — ¿Y qué es? — Sky estaba algo confundida — ¿Tiene que ver con lo que dijo al retirarse?

    — Exactamente, hace unos años, uno de nuestros amigos le dio una paliza — Jessica recordaba ese suceso como si fuera muy reciente — Creo que le molestó más revivir ese momento que el golpe que le diste. Estoy segura de que él sabe que se merecía un castigo, pero no creo que le vaya bien con la humillación.

    — Todo eso es válido, pero si no le gusta que lo humillen, que se porte bien — Winter tenía en mente las acciones de Iker — Quizá sería querido por nosotros si fuera más respetuoso y no se portara como un animal salvaje en épocas de apareamiento.

    — Te doy la razón, y eso que no has escuchado las cosas que me ha dicho a mí — Jessica no las pensaba decir — Por eso digo que a veces es muy irritable.

    […]

    — Natasha… — Alicia llamó a su amiga.

    La subcomandante de ER se encontraba ocupando su puesto en la sala de comandos de la nave que los iba a llevar a casa para esperar con ansias a los que todavía estaban en una misión importante. La forma tan desganada en la exploradora Alicia Noble la llamó, le hicieron presagiar que algo iba mal, puesto a que no era común esa manera de hablar en ella.

    — ¿Ocurrió algo? — Natasha se acercó para hablar con ella.

    — Llegó un reporte de Ace — Alicia se apartó de la silla en la cual se encontraba — Disculpa si me tomé la molestia de leerlo primero, iba dirigido a ti.

    — Está bien, tú eres una gran amiga de la familia, y puedo darte ciertos privilegios — Natasha no estaba enojada con ella — Dime, ¿hay algo crítico que tenga que saber? Imagino que sí por tu reacción.

    — Te resumiré lo más importante, pero quizá tengas que leerlo por ti misma — Alicia le cedió su sitio — Creo que mereces la oportunidad de sacar tus propias conclusiones.

    — ¿Qué puedes adelantarme? — preguntó la subcomandante.

    — Que estoy feliz por saber que estamos a solo dos días de regresar a Edagr — fue una respuesta honesta por parte de su amiga — Pero quizá tengamos que comunicarnos con Gwyn y Thomas para pedir refuerzos para quienes siguen en la misión.

    Después de tres días a bordo de la nave, quedando menos de la mitad del trayecto para poder regresar a su hogar con la gente de ambos planetas a la que habían rescatado, Natasha se empezó a preocupar por la manera en la que Alicia se expresó. Sabiendo que podría tratarse de algo grave ocurriendo en otro extremo de la galaxia, ella se sentó y empezó a leer el reporte enviado por su esposo mientras que su amiga le resumía lo que era de mayor importancia a su juicio.

    […]

    — ¡Solo quiero encontrar a mi familia! — Noak golpeaba con furia sus puños, para luego arrancarse algunos pelos de su cabeza — ¡¿Cómo es posible que aquí no haya nada ni nadie?! ¡Tres días desperdiciados!

    La sala de comandos del crucero científico robado de la Sociedad Galáctica estaba algo concurrida en aquel momento. En el planeta sin nombre donde se refugiaba un arca de los enemigos ya no quedaba nada. Xorxaik no podía detectar un solo sistema en funcionamiento, así como tampoco tenía al alcance una señal para rastrear y ver si le era posible descubrir un nuevo rumbo de los enemigos al moverse por el universo.

    Faron, Allecreod, el robot creado por este último, y muchos otros soldados tanto de ER como de la humanidad presa en Tralio fueron testigos de cómo su llegada que se suponía debía ser heroica para con la gente de Edagr secuestrada, terminó derivando en la nada misma. Les era desagradable o triste, dependiendo de sus mundos de origen, ver la manera en la que Noak se lastimaba a sí mismo al mismo tiempo que maldecía interna y externamente de la frustración producida por llegar y no toparse con nada.

    — Supongo que era de esperarse que se marcharan tan rápido, si están atemorizados por ese tal Casseirem — para Faron fue una reacción lógica la de todos ellos — Pero sorprende más el hecho de que se movilizaran tan rápido y no dejaran siquiera un rastro que seguir.

    — ¡¿Por qué no hice que le pusieran un rastreador a mi hija?! — Noak se arrodilló para verse invadido por el remordimiento de esa acción pasada — ¡Ya la habríamos encontrado si lo hubiera hecho!

    — Tranquilo, gran solado — uno de los que provenía de Tralio se acercó para ver si conseguía algo — Estresarte así no sirve. Solo te lastimas a ti mismo. Guarda tu furia para tus enemigos, no para ti.

    — Noak, lamento que esto esté pasando, créeme, a mí también me duele — Ace fue sincero con su amigo — Soy un gran amigo de Gina, y por lo que me ha contado Natasha, Azel pregunta por Hana. A todos nos duele no tenerlas con nosotros. Ni siquiera al alcance. Pero en este momento hay que mantenernos fuertes.

    — No puedo… ya no puedo… — Noak se desmoronó en lágrimas — Solo teníamos esto. Tardamos tres días en llegar a este mundo donde no hay nada. ¿A dónde vamos a ir a buscar? No hay pista que seguir. No sabemos a dónde fueron a parar.

    — Si me… lo… permiten — un soldado oriundo de Rusia habló con cierta timidez — Creo, y más de uno estará de acuerdo, en que hay una posibilidad de que los que fueron secuestrados por ellos estén en el planeta Tralio.

    — Solo lo dices para forzar que nuestro siguiente movimiento sea a un sitio al que te conviene — Noak no lo decía de forma despectiva — Pero no te juzgo. A mí tampoco me gusta la idea de quedarme aquí un solo momento más.

    — No es por eso, realmente creo que ellos podrían estar ocultándose allí — el soldado que dijo esas palabras se armó de valor para defender su opinión — Ustedes son de Edagr y han demostrado ser feroces. Encontraron su escondite con facilidad, y mataron a dos de sus líderes. Nos salvaron a todos… Pero en Tralio nadie sabe nada sobre lo que ha pasado. El más iluminado debe tener solo teorías y conjeturas.

    — ¿Cuál es tu punto con esto? — Allecreod preguntó, queriendo ver si pensaban en lo mismo.

    — Nos necesitan para construirles las armas que ellos no pueden hacer — el soldado todavía estaba impresionado por dirigirse de tú a tú con un extraterrestre — Estaban desesperados por recuperarnos. No van a rendirse siendo que todavía son más líderes para pelear. Y después de sus hazañas, dudo que se hayan dirigido a Edagr. Posiblemente, todos sus esfuerzos estén situados en Tralio. No hay tecnología entre sus habitantes, robar humanos de allí sería tarea simple, aunque no por eso rápida. Quizá, si nos movemos con rapidez, podamos llegar y encontrar una pista allí.

    El comandante de ER estaba asombrado, igual que todos en la sala, por el razonamiento tan rápido y lógico que había demostrado aquel soldado, a raíz de las cosas que sucedieron en los últimos minutos. Cuando lo pensaba mejor, era más probable que encontraran algún rastro allí que perdiendo el tiempo en explorar el planeta sin nombre. Ver que la gente participaba activamente en la misión lo llenó de esperanza, y lo tenía mucho más motivado a proseguir con la búsqueda de los humanos que sufrieron un destino muy diferente al suyo.

    — Al ir a Tralio, matamos dos pájaros de un tiro — Ace pensó en que rescatar gente y obtener pistas era una posibilidad enorme considerando lo dicho por el soldado — Ayudaremos a cada humano fuera de Edagr si la Sociedad Galáctica está allí mismo.

    — Me gusta como piensas, comandante — el soldado que habló le demostró confianza con una sonrisa — Ciertamente se equivocaban al retratarte como un monstruo. Está claro que buscas lo mejor para la humanidad.

    — Tenemos dos días de viaje hacia Tralio — Ace recordó lo dicho por Xorxaik — Quizá sea una buena ocasión para hablar con la subcomandante y solicitar refuerzos. Y para realizar, ya que estamos, alguna especie de plan para cuando arribemos a ese planeta oscuro, como lo llaman ustedes.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola, amigo, ya estoy por aquí para comentar este último capítulo publicado de LGC. Ya estoy deseando ver como llega el clímax y explota todo (espero que para bien :dancecat:), pero antes toca ir viendo como se colocan todas las piezas en el tablero. Ha sido un muy buen capítulo este, así que sin más dilación, me dispongo a comentarlo resumidamente.

    Creo que lo he dicho varias veces, pero que bueno se me hace ver a Allecreod hablar con Ace y otros personajes como uno más. A veces incluso uno podría pensar que es un humano, si no recuerda que es un ryfier y que fue villano en un principio. Creo que es el que mejor redención ha tenido, partiendo desde su rol inicial. Su relación con varios de los personajes es genial y se puede ver que ahora hay una máxima confianza proveniente de ambos lados, en este caso, del ryfier y de Ace. Como detalle, que hablen sobre los ryfier que se quedaron en su mundo y sobre los garak me parece muy bueno. Cierto es que no se les extraña (sobre todo a los inútiles garaks :ewww:) pero forman parte de esta historia y fueron relevantes. Cadain tal vez merezca ser notificado sobre el peligro de Casseirem (y ya puestos, sobre los trailod y la SG, porque también son incordios :angrycat:) pero los hijos llorones de Asmir solo se merecen que una piedra muy grande parta su mundo en dos trozos, pues fueron el aliado más ruín que he podido conocer.

    Tras esto, Allecreod sale y entra Noak a hablar con el comandante de ER. Y es curioso decir que a día de hoy, prefiero mil veces a Allecreod que a Noak. Es un tipo que cuando quiere, es capaz de tocarte las bolas sin hacerlo literalmente y encima no te da gusto, sino todo lo contrario. Creo que es la definición de cuando te dan un balonazo en los huevos y te quedas unos minutos maldiciendo la existencia :blue:. Pues el señor Jansen es algo así, un tipo al que no te querrías cruzar ni en la calle ni en tu trabajo, porque vaya mierda de compa. Dicho esto, su insistencia en que no debe salvar a todos los humanos porque odian a Ace me hace pensar que quizá Noak tiene un garak dentro como Michael tuvo a Orz angrysnake. ¿Es en serio? Cierto es que los rusos tienen la propaganda de que Ace es el demonio (por cierto, tremenda frase la del demonio) pero como bien dijo el comandante, hasta yo sonreiría si estoy en esa situación y vienen Putin, Trump y Bin Laden a salvarme. Creo que Noak subestima la capacidad que tiene el humano para cambiar de idea tan pronto como sus intereses sean favorables. Incluso el tipo irrumpe en la habitación de Allecreod (¿y si el ryfier estaba clavándose tremenda paja? que irrespetuoso, Noak :eyebrow:) para pedirle que convenza a Ace de que no salve a muchos. Bro, acuéstate a dormir. Mención especial a como Xorxaik cada vez parece más humano, aunque hable como robot (eso me imagino). Top.

    Lo siguiente que vemos es como despiertan Arick y Sky. Bueno, qué decir... creo que no me gusta que Sky sea tan recatada. Quiero decir, tu novio te pide un mísero beso al despertar, que dura tres segundos y ya, y tú le dices que no porque crees que no te lo mereces y que mejor después de desayunar y cepillarse los dientes. Joder, Sky, a todos nos huele algo el aliento por la mañana, pero estamos hablando de un beso normal, no una comida de boca espectacular. Y no sé, sois novios, cosas más raras vais a hacer :eye:. En fin, muy mal, Sky. Tras esto, van a desayunar y ven que los recién rescatados quieren compensar ese acto con ayudar haciendo el desayuno. ¿Viste, Noak? Odian tanto a Ace y su gente que van a hacerles el desayuno. Idiota. Arick y Sky toman asiento con Winter y Artem y aunque Sky debería quizá ser consciente de los celos que puede despertar en Arick, él también debería tener más seguridad en sí mismo. Pero ambos son adolescentes, así que es normal que hagan estas cosas. Cuando crezcan seguramente sea otra cosa. Natasha aparece y se sienta con ellos, llevándose una ovación en el proceso, y advierte a su ahijado de que Iker se ha chivado y que no entre al trapo con él. Buen consejo de madre, porque justo después el subnormal de Iker aparece para decir gilipolleces que merecen otro golpe, pero Arick no va a darle esa satisfacción. Es increíble las ganas de que le peguen que tiene ese tipo, es buscarse más golpes innecesariamente y quedarte sin amigos. En fin, debió perder neuronas cuando estaba de esclavo en Trailo :yagami:. Jessica lo tolera, pero no por ello los demás deben hacerlo.

    Finalmente, parece que Ace y los demás han llegado a un mundo en el que no hay nada ni nadie de la SG. Estos han hecho las maletas rápidamente y se han ido. Noak queda abatido (cosa lógica, todo hay que decirlo) y un soldado random de Trailo suelta una tremenda teoría que resulta ser acertada, aunque aún no lo saben. Ha usado la lógica, sí, pero también el poder de guion. Sea como sea, me alegra que no vayan dando más tumbos por ahí y puedan viajar a Trailo a rescatar a todos, que casualmente, están allí. Se viene epic fight in Trailo :shani:.

    Bueno, amigo mío, estamos en contacto para la próxima. Un fuerte abrazo.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Ciencia Ficción
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    27
     
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    Saludos a todos los lectores de esta historia. Ya va siendo momento de publicar el capítulo siguiente de esta octava parte de LGC. Mientras más avancemos, más cerca estará el clímax, y espero que estos capítulos de previa a ese evento sean disfrutables para todo el mundo.

    No tengo mucho para decir, más que agradecer a mi gran amigo Manuvalk por sus comentarios tan agradables y divertidos (en el buen sentido, sobre todo este último). Es bastante ameno de leer que disfruta de la historia y me da gusto ver que el hype está a la orden del día. Espero lo que viene después también le guste.

    Dejo el capítulo.























    Bajo observación:

    El arca de la Sociedad Galáctica se movía hacia a través del espacio exterior. Tras haber tomado la decisión de tomar a los humanos de Edagr luego de que los intentos de Tauvim y Siban para retener a los ya capturados fueran un fracaso, Fielle y Cerv, los dos velivinos entre los líderes, tenían la misión de acudir al planeta donde los humanos que lo habitaban tenían libertad y extraer de allí al mayor número que pudieran una vez recibieran el visto bueno de parte de Miraq.

    Dos días hasta nuestra llegada a Edagr — Fielle veía el tablero de control del arca — Al mismo tiempo que Miraq llegará a Tralio. Pero nos quedará esperar para ver si consigue cerrar un trato con sus habitantes.

    Los traliod parecen ser muy primitivos, por lo que estuve leyendo de sus archivos — Cerv compartió ese punto de vista con su compañera — No creo que representen un problema para alguien como Miraq. Él sabrá cómo negociar con ellos.

    Espero así sea, sino tendremos que buscar otra salida — Fielle expresó hacia el joven recién convertido en líder — Pero sea como sea, independientemente de lo que acontezca, nos tendremos que encargar de los humanos que tú capturaste en Tralio.

    Sí, ya tengo recopiladas sus caras, y sus identidades confesadas por ellos según sus conversaciones que tuvieron — Cerv se acercó a una de las máquinas del arca — Estoy seguro de que su ausencia no pasaría nunca desapercibida para los humanos y los traliod. Los humanos de Edagr pueden inventarse lo que quieran, pero sin pruebas, es su palabra contra la nuestra ante los traliod. Pero si llegan a ver que nosotros tenemos a los humanos que desaparecieron repentinamente…

    No los pueden volver a ver — Fielle entendía por donde debía ir — Los humanos que retiramos de Tralio desaparecieron para siempre de la faz de su planeta, y nosotros no tuvimos nada que ver. Las teorías que quieran hacer siempre serán teorías. Nunca tendrán pruebas de que fuimos nosotros, ni de que hicimos un pacto para ayudarlos a escapar.

    Borraremos todos los archivos referidos a su mundo de nuestro sistema una vez que este conflicto haya terminado — Cerv lo tenía bastante claro.

    El recién ascendido líder le mostró a Fielle las imágenes de todos aquellos humanos que eran la prueba viviente de que ellos tenían intenciones de desestabilizar a los traliod y beneficiar a los humanos que tenían capturados allí. La única amenaza para la alianza que Miraq se encargaría de entablar con los habitantes de dicho mundo, ante el fracaso contra el grupo de humanos que rescató a los suyos.

    […]

    Dos días después de aquella conversación, el arca de la Sociedad Galáctica estaba a pocos años luz de distancia del planeta Edagr. Con la velocidad de sus motores, les tomaría tan solo un minuto llegar hacia la atmósfera de dicho planeta, y menos de diez segundos en interferir con sus sistemas para dar comienzo con el plan de robarse a varios de ellos para entregarlos a los traliod.

    Como todavía no habían recibido la confirmación de Miraq de haber arribado al planeta Tralio ni haber conseguido la cooperación de los traliod, los dos velivinos llamaron a varios de sus mejores técnicos expertos en infiltración informática para sincronizar sus sistemas con los de los humanos, y así ir recabando información para poder tener lo que les resultara indispensable para el momento de realizar sus movimientos.

    — No ha sido difícil volver a irrumpir en sus sistemas — uno de los técnicos consiguió acceso directo a archivos públicos en sus redes — Se ve que todavía no pudieron desarrollar una contramedida tras lo que hicimos.

    — Mejor así, los golpearemos de la misma manera que antes — Cerv creía que todo sería sencillo — Seremos precavidos, ya que ahora nos estaremos llevando muchos ejemplares. Está claro que estarán más alerta, y se darán cuenta cuando los primeros empiecen a faltar.

    — Hagan lo que hagan, todo terminará igual para ellos — Fielle no se preocupaba por eso — Serán esclavos de los traliod, y nosotros nos impondremos ante Casseirem. Es una pena que ese comandante Lakor no aceptara el trato que le ofreció Tauvim. Podríamos haber prosperado juntos, y nunca tener miedo otra vez.

    — Ellos se lo perdieron, ahora vivirán con miedo por el resto de sus vidas — Cerv seguía sorprendido por esa actitud de los humanos — Muero por ver qué castigo tienen pensados los traliod para ellos una vez que todo termine. Serán libres de usarlos para su gusto.

    — Líderes… — comentó uno de los técnicos — ¿Recuerdan que los humanos de Edagr mencionaron muchas veces su guerra contra los edagrianos?

    — Así es, presumen de su victoria con orgullo — Fielle recordó de las imágenes vistas — Quizá pretendían asustarnos a nosotros.

    — Encontré muchas cosas interesantes en este archivo — fue la respuesta del técnico — Les estaré compartiendo la información para que lo vean. Creo que encontrarán un detalle muy curioso en una acción tomada por los humanos. Algo que los asemeja mucho a nosotros.

    Con la curiosidad de sus líderes, el técnico le envió a cada uno de ellos el archivo en cuestión del que estaba hablando. Fielle y Cerv, junto con algunos trabajadores que encontraron la actividad de lectura más interesante que su trabajo de extraer información, empezaron a analizar el contenido de dicho registro, encontrando a las pocas páginas de haber empezado un aspecto en el que los seres humanos se parecían mucho a ellos en una de sus medidas en la guerra contra los edagrianos.

    — Son hipócritas en verdad — Cerv despreciaba esa característica.

    — Recuerda que son la única especie en el universo que desarrolló un arma capaz de hacer frente a Casseirem — Fielle le recordaba tal detalle — Supongo que debíamos haberlo esperado.

    — De haber sabido esto, quizá hubiéramos pensado primero en hacer un trato con los traliod — Cerv sacó conclusiones — Si Siban y yo nos hubiéramos coordinado mejor y lo hubiéramos descubierto antes…

    — No hay por qué lamentarse por esto, Cerv — Fielle no quería que lo sobre pensase, y menos que se hiciera problemas por ello — Seguro las cosas hubieran cambiado mucho si hubiéramos tenido esa información a disposición desde el primer momento. Podríamos haber intervenido de formas diferentes.

    — Culpo a Siban por esto — el velivino no temía al hablar así de su fallecida compañera — A ella le tocó trabajar en este planeta. Yo tomé de los humanos de Tralio toda la información que tenían.

    Entre algunos presentes, había yarlemianos que no estaban conformes con la manera tan despectiva en la que Cerv hablaba respecto a la forma de trabajar de Siban en su misión, aunque nadie le discutía el hecho de que era bastante reprobable lo que habían descubierto sobre la humanidad. Quizá fuera como lo decían sus líderes, y nunca habrían hecho el trato con ellos de haberlo sabido, pero ya no había motivos para lamentarse por lo que estaba hecho y no se podía cambiar.

    […]

    Mientras el arca de la Sociedad Galáctica esperaba la confirmación de uno de sus líderes para actuar, en el planeta Edagr tenía lugar un evento importante. Gwyn y Thomas, comandante y subcomandante de la división de Defensa Civil y Territorial respectivamente, se encontraban dando un anuncio importante a la población. Habían transcurrido dos días desde que recibieron la noticia de que la subcomandante de ER estaba regresando a su mundo junto con algunos de los rescatados, pero todavía no la habían difundido entre la población. Solo los hijos de quienes estaban ausentes y un par de soldados de confianza de su pareja lo sabían, pero el ciudadano promedio no estaba enterado siquiera de que hubiera novedades en dicha misión.

    La comandante de DCT quería asegurarse de que eso cambiara, y por eso llamó a varios periodistas de medios de comunicación masivos e incluso independientes, para poder difundir la noticia a todo el mundo. Televisión, internet e incluso radio para aquellos que fueran fanáticos de aquel medio. Había mucha expectativa en sus palabras, y ella lo mostraba en sus expresiones.

    Thomas se encontraba parado al lado suyo. Y detrás de la pareja se encontraban muchos militares que hacían de apoyo. Exceptuándolos a ellos, todo el mundo podía ver la cara tan nerviosa que ponía la comandante, quien todavía no había empezado a hablar, ya que quería esperar a que todos los periodistas allí presentes le dieran el visto bueno de que todo sería transmitido en vivo a la población entera. Directo desde su lugar de trabajo, todavía había varios manifestantes que estaban en desacuerdo con la manera en la que la milicia manejaba la situación.

    Tan pronto como se le dio luz verde para avanzar, Gwyn comenzó.

    — Me da gusto saludarlos a todos los presentes, y a quienes están mirando desde sus casas y sus trabajos también — comenzó con educación — Estoy aquí para traer un poco de luz sobre nuestra sociedad. Hace dos días me ha llegado la noticia de la subcomandante de ER, Natasha Zafiro para quienes no la conozcan. Ellos vienen en camino a nuestro mundo junto con muchos de los humanos que habían sido llevados desde nuestro hogar.

    — ¿Muchos de los nuestros? — una periodista habló sin pedir permiso — Disculpe por el atrevimiento de la pregunta. Pero eso no ha sonado muy alentador.

    — Solo algunos de ellos fueron encontrados, por desgracia — la comandante sabía que pronto caería dicha bomba sobre ella — Pero el propio comandante Lakor eligió permanecer en la misión y buscar a los demás que quedan por salvar. Y les juro que él está comprometido del todo con esta misión. No descansará hasta que todos estén sanos y salvos en sus hogares, con sus familiares.

    — ¿Por qué solo algunos de los nuestros fueron salvados? — preguntó un periodista, sin tomar la molestia de preguntar, y sin disculparse a posteriori.

    — Casualidad, sé que no es la respuesta más agradable, pero es lo que es — Gwyn fue algo tímida en esa respuesta — Siguieron el rastro hasta un planeta en ruinas en donde solo se encontraban menos de la mitad de los nuestros. Desconocemos lo que ha pasado con el resto, pero conozco a Ace. Estoy segura de que, mientras yo estoy aquí, él ha encontrado una pista y la está siguiendo. Así es él al actuar.

    — ¿Sabemos algo más de quienes están detrás del secuestro masivo? — preguntó otro periodista, tomando la costumbre de no pedir permiso de sus dos compañeros.

    — Ellos reciben el nombre de Sociedad Galáctica — Gwyn no tembló al darle a la gente el culpable que querían — Es una unión de dos especies que provienen de mundos muy lejanos a los nuestros. Yarlemianos y velivinos, de planetas que se conocen como Yarlem y Veliv. Ellos fueron quienes se metieron en nuestros sistemas de comunicación y luego tomaron a los nuestros. Finalmente podemos disipar toda duda sobre nuestra integridad e inocencia en el asunto.

    — ¿Cómo se ha descubierto esto? — otro periodista se sumaba a la ronda de preguntas y respuestas.

    — Los soldados de ER los encontraron y les sacaron toda la información posible — Gwyn estaba más relajada conforme le hacían las preguntas — Pronto divulgaremos de manera pública toda la información recabada y los nombres de quienes fueron rescatados. Y antes de que alguien lo pregunte, hubo resistencia de estos seres para evitar que rescatemos a los nuestros. Pero Ace ha luchado tal y como se esperaba, teniendo cuidado de que ningún inocente desarmado fuera dañado.

    El silencio reinó en el sitio por completo en el momento en el que la comandante de DCT dejó salir esa información. Ante la vista de toda la población, el ejército finalmente estaba limpiando su imagen, y cuando la evidencia fuera divulgada, todo aquel que creyera que era una fachada de ellos mismos se quedaría casi sin apoyo. Los murmullos no tardaron en aparecer, cortando de raíz el silencio que la comandante estaba gozando. Sabía que todo estaba lejos de terminar, y esperó pacientemente hasta que otra ronda de preguntas dio inicio.

    — ¿Cuándo llegarán los rescatados?

    — En tres días más, esperamos, junto a la subcomandante Natasha Zafiro — Gwyn contestó con honestidad — Al menos, eso es lo que tardó Ace en llegar al mundo donde tuvo lugar el rescate.

    — ¿Cuándo se espera rescatar a los que faltan?

    — No estoy en condiciones de saberlo, todavía no se sabe nada de las posibles pistas que haya encontrado el comandante Lakor — Gwyn odiaba las preguntas que la dejaban mal parada — Nada más se sabe que están en dirección a un nuevo planeta desconocido. Dicho planeta podría o no albergar a más de los nuestros.

    — ¿Temen por una nueva intrusión por parte de la Sociedad Galáctica?

    — Seríamos tontos si no lo hiciéramos, demostraron ser enemigos formidables — Gwyn dio la cara por toda la milicia — Hemos realizado simulacros para proteger a los civiles si detectamos que las comunicaciones caen de manera repentina en todo nuestro territorio. Y también hemos ordenado a nuestros informáticos para que refuercen los sistemas y así evitar que nos dejen aislados en primer lugar.

    — ¿Ha muerto alguien en la misión? Hizo énfasis en el estado de los secuestrados, pero no de los rescatistas.

    — Nadie ha muerto, y de haberlo hecho, habríamos notificado a sus familias en privado — la comandante empezaba a ponerse nerviosa ante las nuevas preguntas que le hacían — Solo hubo un par de heridos, quienes regresarán junto a Natasha Zafiro. Nada que debamos lamentar, al menos hasta donde me han informado.

    Thomas sentía un poco de tristeza al estar parado allí viendo como su pareja se encargaba de responder todas las preguntas que le hacían. Se había dado la confirmación de que varios de los humanos desaparecidos estarían pronto en casa, y que no se tardaría mucho para dar con el resto, y ninguno de ellos se dignó a felicitar al ejército, por más de que ellos no participaran en la misión de forma directa. En algunas preguntas percibía las intenciones honestas de los periodistas, preguntando para dar información a quienes tuvieran familiares ausentes, pero en algunas otras se notaba la malicia y el intento para tirarle tierra al ejército.

    — Muchos de los que están aquí ni siquiera sonríen ante las buenas noticias — Thomas miraba con nula simpatía a aquellos que tenían esa característica — Solo son buitres esperando irse de aquí satisfechos. Me pregunto si el gobierno los habrá enviado con esa intención.

    Al cabo de unos cinco minutos, ningún periodista presente tuvo más preguntas para hacer, por lo cual la propia Gwyn dio por terminada esa breve, pero intensa conferencia de prensa para ella, en donde las preguntas se las hacían a ella, pero iban dirigidas a todo el cuerpo militar. Empezó a respirar tranquila cuando vio que la gente desarmaba sus equipos para pronto retirarse de ese lugar.

    Terminado ese mal momento, la mujer se dio la vuelta y mostró una sonrisa a su pareja, quien la abrazó con fuerza, mostrándole el apoyo incondicional que le tenía.

    — La próxima vez deja que me entrevisten a mí — Thomas se ofrecía para ser el próximo blanco — Tengo ganas de participar en este campo de batalla. Casi no tengo experiencia allí.

    — Sería la peor esposa que existe si te dejara tomar parte en esto — Gwyn le contestó con ironía, buscando relajarse de aquel momento.

    — Tú nunca podrías ser una mala esposa, mucho menos la peor — le confesó Thomas, soltando una pequeña risa tras lo dicho por ella — Vamos a casa. Estoy seguro de que los chicos estarían felices si compramos algo delicioso para comer esta noche en familia.

    — Estoy de acuerdo con eso, me vendría bien comer algo — pronto, la mujer dirigió la mirada a sus soldados — Contamos en que la información se publique en una hora. Nos llaman si eso no ocurre, ¿está bien?

    — Como ustedes ordenen — uno de los militares estaba dispuesto a aceptar ese trabajo.

    Con el acuerdo de palabra firmado con ellos, Thomas y Gwyn saludaron a sus fieles soldados y luego se retiraron del lugar. La pareja subió a un vehículo de uso militar, con el cual harían una parada en un sitio para comprar comida para poder cenar con los chicos que vivían en su casa. Creían que sería un buen momento para festejar que faltaba cada vez menos para que sus familiares y amigos estuvieran de regreso.

    […]

    En la casa de la pareja de soldados que comandaban una división entera del ejército, la transmisión fue atestiguada por dos de los tres chicos que habitaban en ella. Cade y Kite estuvieron sentados en el sillón de la sala, con la vista fija en el televisor conectado a internet por el cual vieron las palabras dichas por la madre del mayor de los dos. Mientras que Azel estaba jugando a algo en su dispositivo móvil, sabiendo con tranquilidad que su madre y su hermano regresarían pronto y que su padre tardaría un poco más en volver, los dos chicos no querían perderse nada de lo que diría Gwyn. Cade tenía la esperanza de que tuvieran algo más de información concerniente a su madre y a su hermana, pero fue una decepción para él cuando notó que nada nuevo apareció.

    — Ay, mi mamá y mi hermana deben tener más miedo del que tengo yo por ellas — Cade agachaba la cabeza con un poco de desgano — Quisiera tener más información. Al menos saber que siguen vivas.

    — Estoy seguro de que están bien las dos — Kite tomó la mano del chico, y luego le mostró la mejor sonrisa que pudo — Si pudieron rescatar a muchos de ellos sanos y salvos, quiere decir que esta Sociedad Galáctica no los quiere lastimar. Es solo esperar a que lleguen hasta ellas y las rescatarán.

    — Eso espero, porque no me gusta estar tan en la oscuridad con la información — Cade apreciaba el gesto de Kite, pero le costaba sentirse mejor, pese a que admiraba esa sonrisa suya.

    — Eso es muy poético, Cade — Kite se veía asombrado con la forma en que se expresaba el chico, quien era un año menor que él — Me gusta esa forma de hablar tuya.

    — Es solo algo que dije, no me parece tan importante — el chico, distraído por un momento de la realidad, lanzó una pequeña mueca de felicidad — ¿Tú crees que sí?

    — Definitivamente, quizá tendrías que empezar a hablar más de esa manera, ¿no te parece? — Kite lo alabó viendo que funcionaba para que se sintiera un poco mejor.

    Un poco sonrojado por los halagos de su amigo, Cade apretó fuerte su mano, haciéndole saber que disfrutaba un poco de su compañía. Kite y Cade empezaron a llevarse mucho mejor con la convivencia diaria que mantenían, sumada al hecho de que compartían los mismos gustos en la mayoría de las cosas, factores que ambos fueron descubriendo mientras más interactuaban entre sí. Aprovechando que se encontraban a solas, puesto a que Azel se encontraba en otra de las habitaciones, los dos jóvenes acercaron sus rostros para poder darse un beso en la boca, siendo esa la primera vez que tenían ese gesto de cariño entre ellos. No duró mucho, pero a ambos les agradó bastante el momento vivido entre los dos, tanto que apenas terminó, lo siguiente de lo que hablaron fue de su siguiente paso en esa relación que estaban construyendo.

    — ¿Tienes algún problema en que le digamos a nuestros padres? — para Kite no había impedimentos, pero quería conocer la opinión de su amigo.

    — Ninguno, pero me gustaría esperar — Cade le respondió — Mi mamá y mi papá seguro estarían felices por esto, y creo que merecen saberlo al mismo tiempo que los tuyos.

    — Me parece bien, no tengo problemas en esperar — el joven adoptado por la pareja de comandantes no puso queja alguna — Solo no vayas a enamorarte de alguien más.

    — ¿Cómo podría? Tú eres el mejor chico que conocí — el hijo de Noak y Gina le lanzó un cumplido a su amigo, y quien pronto se convertiría oficialmente en una pareja para él — Por el momento, quedémonos con el secreto solo para nosotros dos.

    — Buena idea, incluso podríamos ver si Azel o mis papás se dan cuenta — Kite lo veía como una oportunidad para analizar a sus cercanos — Quiero ver si realmente prestan atención a lo que hago tanto como lo hacen con Sky.

    — Sería un juego interesante — le respondió el joven Jensen — Y ya que hablamos de juegos, ¿te gustaría que jugáramos a algún videojuego ahora?

    — Llamaré a Azel, él también tiene derecho a jugar si eso quiere — el mayor de los jóvenes se levantó del sillón para ir a buscar al más pequeño de los Lakor.

    […]

    La tarde había pasado para los tres jóvenes en la casa de Thomas y Gwyn, y cuando los militares a cargo de ellos llegaron, no se percataron de ellos por el sonido, sino por el buen aroma que empezaron a sentir de manera repentina. Pausaron el juego que estaban jugando y fueron al comedor casi hipnótizados por el olor que los tenía cautivados. Al llegar al lugar, vieron unas dos cajas cuadradas y de gran tamaño, cosa que para ellos solo podía tener un único significado.

    — ¡¿Compraron pizza para la cena?! — Azel no acostumbraba a comer eso, pese a que le gustaba.

    — Tal vez ustedes no lo entiendan ahora, pero para nosotros dos, esta charla significó mucho — decía la comandante Gwyn, abriendo una de las cajas y mostrando una pizza con mucho queso encima — Es una forma de celebrar que nos hemos quitado un peso de encima, y, además, sirve para recompensarlos por haberse portado bien.

    — Esta la pagamos nosotros, así que coman sin culpas — Thomas bromeó un poco al respecto — Sus padres no se enterarán que las compramos en el lugar más caro si ustedes no dicen nada.

    — ¡Muchas gracias! — Cade compartía el mismo entusiasmo que el joven Lakor.

    Tras hacer que los chicos colaboraran poniendo platos, vasos y bebida en la mesa, los padres adoptivos de Kite se sentaron junto a los tres chicos a su cuidado para poder disfrutar una cena en la que ellos eran quienes festejaban más que los chicos. Era un buen momento para que se relajaran y aliviaran las tensiones que los habían estado persiguiendo por días, porque incluso tras haberse enterado de la verdad hacía dos días atrás, no habían tenido la libertad que hubieran querido para poder dársela a la población de inmediato, dado a que tenían que estudiar bien la información recibida, y las respuestas que darían a las preguntas que periodistas les iban a hacer.

    Ese momento en la mesa, como si todos fueran parte de una misma familia de sangre, les cayó bien tanto a los chicos como a los adultos. En media hora se habían comido por completo las dos pizzas, y tenían una sensación de satisfacción que llevaban tiempo sin sentir desde el día en que se enteraron de las desapariciones de toda la gente.

    Antes de que cualquiera de los chicos pudiera levantarse y quisiera dejar la mesa, Gwyn aprovechó y le hizo una pregunta a uno de ellos en particular.

    — Cade — dirigió su atención al hijo de Noak y Gina — Perdona si no te hemos preguntado cómo te sientes últimamente. Si tienes algo que decirnos, o algo que quisieras hablar con nosotros dos.

    — ¿Podrían decirme tan pronto como rescaten a mi mamá y a mi hermana? — Cade parecía tener ese solo pedido, algo simple para ellos — Tal y como lo dijeron a Kite y Azel hace días que Sky, Natasha y Arick volverían a casa.

    — Por supuesto, pequeño — Thomas no lo veía como algo grave — La información de que las personas fueron rescatadas fue enviada de forma directa a todos los familiares tan pronto como lo supimos. En el momento en el que el papá de Azel y tu padre nos digan que han rescatado a tu familia, serás el primero en saberlo.

    — Muchas gracias, eso era todo lo que yo necesitaba — Cade sonreía bastante más que a la tarde — Significa mucho para mí.

    — Lo sabemos, la familia es lo importante — Gwyn quería hacerlo sentir cómodo — Para mí, todos mis amigos del ejército son mi familia. Nada me llena el corazón con alegría como saber que están a salvo. Si quieres pedirnos alguna otra cosa…

    — Estoy bien — Cade dijo, sonriendo igual que Kite, quien lo miraba fijamente — Me han cuidado bien, no puedo pedir nada más.

    — Claro que puedes, solo no tienes que tener vergüenza de hacerlo — Thomas le acarició los cabellos al chico — Aquí estamos para escucharlos. Eso es lo que los adultos deberían hacer.

    La manera tan tranquila y cálida con la que la pareja de soldados y padres de familia hablaba con ellos hizo sentir muy bien a los tres chicos, quienes sabían que estaban bien cuidados mientras estuvieran junto a ellos, casi como si su familia nunca se hubiera ido. Kite no podía evitar conmoverse un poco al recordar las primeras veces en las que hablaron tras haberlo rescatado del sitio en el que la banda de Arker y Zig lo tenían retenido, y que incluso hicieron un esfuerzo para poder llevarlo a acampar para que pasara un día tranquilo lejos de la ciudad.

    Con la situación zanjada con el chico que pasaría más tiempo junto a su familia, Gwyn y Thomas les ordenaron a los tres que se fueran a dormir. Los tres chicos solamente fueron a su habitación, pero no se acostaron de inmediato. Cade, Kite y Azel se sentaron sobre una alfombra en el suelo para poder tener una charla antes de acostarse.

    — No te lo hemos preguntado, Azel — Kite tomó la palabra — ¿Estás emocionado para volver a ver a tu mamá y a Arick?

    — Sí, no puedo esperar a que regresen — Azel respondía mientras se reía con una sonrisa un poco perversa — Se me han ocurrido un par de bromas para hacerle a Arick cuando vuelva a casa.

    — Estoy seguro de que él te extraña, pese a todo — Cade no podía evitar imaginárselo molestando a su hermano mayor — Pero quizá él ya no esté demasiado tiempo en casa una vez que vuelvan.

    — Sí, sé que él le habrá pedido a Sky que sea su novia — Azel sorprendía a los dos con esas palabras — Si no hubiera pasado esto, ellos dos ya serían pareja.

    — Veo que tú también notabas que estaban locos por estar juntos — Kite recordaba la forma en que su hermana miraba a su amigo — Tardaron mucho tiempo en ponerse de acuerdo. Pero como dices tú, Arick ya se lo habrá dicho.

    — Arick no pediría ir al espacio exterior si no fuera para decírselo — Azel no tenía otra cosa en mente — Sé que quería pedir disculpas, porque no dejaba de echarse la culpa de todo cuando llegó. Pero sé que sus sentimientos lo hicieron pedirle permiso a mamá y papá. Si solo quisiera disculparse, habría esperado aquí conmigo.

    — Tienes razón, estoy seguro de que Sky también estará feliz — Kite pensaba revelar un pequeño secreto que tenía — ¿Saben? Una vez la escuché hablando dormida. Parece ser que ella tenía miedo de que una chica de la academia le robara a Arick.

    — ¿De verdad? — tras hacer esa pregunta, Azel empezó a reírse — A veces escucho a Arick en sueños decir nombres de varios chicos y lanzar insultos. Creo que él tiene el mismo miedo que ella.

    — Si tan asustados están, ¿por qué no se hablaron desde antes? — Cade miró directamente a Kite al preguntar eso — Ambos se gustaban, ¿o no?

    — Quien sabe, cosa de ellos — el mayor de los chicos respondió — Yo una vez le pregunté eso a mi hermana y dijo que no estaba lista. Se tardó mucho para estarlo.

    La noche avanzó y los tres chicos lograron encontrar una pequeña distracción al hablar acerca de la manera en la que se sentían dos de sus amigos y familiares ausentes en aquel momento. Pero no se necesitó demasiado tiempo para que el cansancio pudiera empezar a mostrar efecto ante ellos. Tan pronto como la conversación llegó a su final, los tres se dieron un saludo de buenas noches y se acostaron a dormir en sus respectivas habitaciones. Con una felicidad bastante grande al saber que cada día que pasaba los acercaba más a reunirse con Sky, Arick, Alicia y Natasha; y con la esperanza de que no pasara mucho hasta que recibieran noticias de Gina, Hana y Nick.

    […]

    En un nuevo día de vigilancia, los líderes velivinos de la Sociedad Galáctica se encontraban acompañados de militares yarlemianos y de su propia especie en la sala de comandos. Todos los monitores que tenían encendidos enfocaban varios puntos en las ciudades habitadas por los humanos en el planeta Edagr. Luego de haber aprendido varias cosas de la guerra que libraron contra los edagrianos, los soldados se dieron a la tarea de estudiar posibles sitios estratégicos para emboscar a los humanos que planeaban llevarse en su acometida para ser entregados a los traliod, si es que Miraq era capaz de asegurar un trato con ellos.

    Fue una sorpresa para todos cuando vieron que, sin importar el punto en el que enfocaran las cámaras, se podía ver a un total de seis soldados armados, ya sea que estuvieran en una vigilancia fija o patrullando y moviéndose de un lugar a otro. Las imágenes que les llegaron les sirvieron para estudiar a sus nuevos potenciales enemigos. Equipados con las mismas armaduras y armas que portaron aquellos que pelearon contra Tauvim y Siban, no parecía ser un desafío fácil a la vista.

    El silencio reinaba en dicha sala, puesto a que cada uno de ellos debatía internamente para saber si convendría una estrategia de distracción seguida de un ataque directo o si sería conveniente usar la cautela y actuar discretamente, al menos hasta que su presencia fuera advertida por todos ellos.

    No pasó mucho tiempo hasta que el silencio se rompió en el momento en el que una de las máquinas de dicha sala empezó a sonar, emitiendo el ruido de que alguien intentaba comunicarse con ellos. Fielle, Cerv y los demás presentes allí supieron que eso solo podría significar una cosa, y cuando acudieron a la máquina que emitía el mensaje, confirmaron que su teoría era cierta.

    — Miraq, es bueno volver a oír tu voz — Fielle estaba a la expectativa para ver si serían buenas o malas noticias — ¿Qué tienes para nosotros?

    — El día de ayer he podido cerrar el trato con los traliod, aunque me costó más de lo que pensé — el yarlemiano les daba a todos los presentes el panorama — No me comuniqué con ustedes porque prioricé el armado de los laboratorios para que todos se pusieran a trabajar de inmediato. Me disculpo por mi tardanza.

    — No tienes por qué darlas, el tiempo es importante cuando se lucha contra Casseirem — Fielle no veía necesaria la disculpa — Has hecho bien en aprovechar y poner a trabajar los recursos que tenemos.

    — Miraq, una pregunta, ¿quién está a cargo del planeta Tralio? — Cerv no pudo evitar que la curiosidad lo domine.

    — Dos monarcas, un rey y una reina, tal y como se regían nuestras sociedades en la antigüedad — fue la respuesta dada por el yarlemiano — Parece que los traliod siguen nuestros pasos, pero empezaron varios milenios tarde. ¿Te interesan sus nombres?

    — Por eso pregunto — Cerv recordaba lo leído en los archivos.

    — El rey se llama Hufan, y la reina se llama Yma — Miraq le dio esa respuesta al velivino — Por lo que se ve, los dos tienen la misma autoridad, aunque Hufan es el más charlatán, y, por ende, asumo que él está un escalón por encima.

    — Parece ser que su rebelión contra el tirano Ybryr ha sido exitosa — Cerv contestó en voz alta, compartiendo detalles que muchos desconocían en esa sala.

    — ¿Te interesa la historia de Tralio? — preguntó un yarlemiano que lo acompañaba.

    — Solo me interesaba para saber cómo armar nuestra historia — Cerv respondía, negando un poco su interés excesivo por esa sociedad — Lo que me recuerda que, cada vez que yo esté presente en ese mundo, tendré que usar un nombre falso. Ya que le di el real a los humanos. Nada que no se pueda arreglar.

    — Eso es poco importante, vamos a lo que nos interesa — Fielle sabía que no debían tomar esa clase de distracciones — ¿Los traliod te han pedido una cantidad específica de humanos?

    — No, ellos aceptarán lo que nosotros les llevemos — Miraq contestó, en referencia a los pedidos de sus nuevos aliados — Y yo realmente creo que tenemos recursos de sobra para al menos unos noventa y cinco mil humanos. Si elevamos el número a ciento diez mil, tendríamos recursos suficientes pero muy justos.

    — ¿Cuántos te gustaría que lleváramos ahora mismo? — Cerv quería atender el pedido de uno de sus líderes.

    — Los que ustedes puedan, pero sería mejor que hicieran la menor cantidad de viajes posible — Miraq lo tomaba como una precaución — No quiero que estos humanos que no han peleado contra nosotros nos tomen la costumbre y armen estrategias para contrarrestarnos. Eso les facilitaría repelernos y nos metería en problemas en nuestras futuras misiones.

    — Un buen consejo, Miraq — Fielle estaba decidida a llevarse a una gran cantidad de aquel mundo — Partiremos de inmediato a su planeta, y no saldremos de allí sin llevarnos a un mínimo de cuarenta mil. Tienes nuestra palabra.

    — Me alegra saberlo, se lo comunicaré pronto a nuestros nuevos aliados — Miraq se preparó para cortar la llamada — Les deseo suerte. Y si necesitan refuerzos, no duden en solicitarlos… Miraq fuera.

    Una vez la comunicación terminó, Fielle y Cerv se miraron fijamente, para luego llevar sus ojos a sus soldados que estaban acompañándolos. No era necesario dar más información, puesto a que todos ya sabían lo que debían hacer, y solamente estaban esperando la confirmación de que sus esfuerzos no serían en vano. Miraq se las había entregado, y por eso mismo, el paso siguiente para ellos era simplemente decidir cuál sería su estrategia para tratar de llevarse a los humanos de Edagr de la manera más efectiva posible, siendo conscientes del nivel de amenaza que representaban tras atestiguar lo ocurrido con Tauvim, Siban, y los demás compañeros fallecidos que se atrevieron a enfrentarlos.

    — Creo que no hay una respuesta correcta — tras unos minutos de silencio, Cerv tomó la iniciativa — Yo propongo que utilicemos el sigilo hasta que seamos descubiertos.

    — ¿Qué hay de una distracción? — Fielle se asombraba con su forma de pensar tan rápido, por más que no fuera inmediata.

    — La distracción los pondrá en alerta, y solo complicará las cosas — Cerv lo veía de esa manera — Aprovechemos el elemento sorpresa, y capturemos a la mayor cantidad de humanos que podamos antes de que nos veamos obligados a usar la fuerza.

    — Comunicaré la idea al resto de guerreros, y luego pondré el archa rumbo a Edagr — Fielle les comunicó sobre sus próximas acciones — Ya todos sabemos a lo que vamos. Vayan a tomar las armas, las armaduras y los escudos. Tenemos una misión que cumplir.
     
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