Exterior Invernadero

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

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    Quizás lo mejor fuese que ninguno notara demasiado por dónde patinaba la mente del otro, sobre todo viendo cómo habíamos terminado en la sala de arte, y es que en verdad tampoco le estaba poniendo especial atención. No cuando la seguí por el camino de piedra, ni cuando entramos y mucho menos cuándo mi ansiedad giró sobre sí hacia lugares donde no le había permitido entrar, no seriamente. Puede que lo supiera todo Dios menos yo, porque era terco y pretendía borrarlo, no por de verdad fuese así de imbécil.

    Si no noté el sonrojo de Beatriz igual fue porque casi era parte de su estado natural, pero yo qué sabía, tampoco se me podía pedir tanto ahora mismo. Lo que sí noté fue la sorpresa en su rostro cuando mencioné los girasoles y luego seguí hablando, puede que un poco para distraerme. Cuando me callé ella dijo que también le gustaban los girasoles y que le gustaría visitar un campo lleno, pues sería como caminar entre un montón de pequeños soles.

    Sonreí sin darme cuenta, la idea me dio un poco de ternura y de puro milagro pude limitar escenarios que, ilusorios, puede que nunca pudiera alcanzar. Recordé algo que había pensado en el observatorio, por el tono de ámbar frío, y llegué a la conclusión que no tenía remedio. Lo dicho, era yo el que me montaba películas en la cabeza y el que luego se llevaba el fiasco, por eso lo mejor era mantenerme pegado al suelo. No había que darme alas y si era necesario, yo mismo podía quemarlas.

    Si no alcanzaba el sol entonces solo yo me consumiría.

    No me llevaría a los demás en banda.

    —Pero algunos tipos de girasol son grandotes —dije y sujeté todas las cosas con un brazo para liberarme el otro, alzándolo más allá de mi cabeza y... mucho más allá de la de ella, claro. Si venía en tamaño tanuki—. Like this big! Ve acompañada, no vaya a ser que te pierdas entre los soles.

    La tontería la había dicho con algo más de ánimo del que sentía y pude sonreírle, a pesar de que sentía la cabeza como un bombo. Volví a sujetar las cosas con ambos brazos, la sonrisa se me desvaneció cuando dejé de sentir sus ojos encima y solté el aire por la nariz al divisar la mesa y las sillas, hasta ahora ni me había preguntado dónde iríamos a sentarnos a comer. Como si le pintaba decirme que nos sentáramos en un montón de barro, daba igual.

    Su respuesta sobre la música fue... extrañamente insegura, ¿cómo creía uno que le gustaba la música? No lo dije en voz alta, solo esperé, y entendí que era porque la música que estaba a su alcance era la de su pasatiempo principal, la de videojuegos. De allí que tuviera sentido que lo que escuchara se quedara dentro de ese esquema, aunque a mí me parecía un poco descabellado no oír nada más.

    —Hay gente en YouTube que hace remixes de música de videojuegos, a veces me gusta escucharlos —contesté para no sentir que le hacía el vacío, fue parecido a lo que le dije a Kaia Hattori de los instrumentos tradicionales en mezclas modernas.

    Al llegar a la mesa me invitó a sentarme, pero antes de hacerlo dejé en la mesa la botella, las galletas y el dorayaki. Una vez me senté me sentí un poco como un alienígena, como si no perteneciera a este lugar, y no supe muy bien qué hacer con el cuerpo mientras ella separaba la comida. Al final descansé las manos en el regazo y pensé que en realidad no tenía hambre, pero ahora no podía despreciarle la comida y que por mi propio bien tampoco debería. Ya la excusa de que el peso me fluctuaba en ciertas épocas del año iba a ser pura mierda, lo que tenía era un desorden de comidas de puta madre.

    —¿Lo que tarareé? —pregunté un poco confundido y fue porque parte de la acción fue inconsciente, cuando recordé la escena desvié los ojos a lo que ella hacía—. Ah... ¿Te has visto la peli del Laberinto del Fauno? De hecho está setteada en la España de 1944, durante la dictadura franquista. Es de fantasía oscura, rollo los Dark Souls, Bloodborne y el Elden Ring, que te dije el otro día que sale el año que viene. En verdad no sé si te gusta ese estilo de fantasía en sí es más... cruel y sombría. ¿Tal vez prefieres la fantasía sin más o la alta fantasía? Aunque la alta fantasía de repente también se pone pesadísima, ahí está el cabrón de Sapkowski con The Witcher...

    Me di cuenta de que me había ido por las ramas, así que sacudí la cabeza como si eso me fuese a ordenar las ideas.

    Anyway, lo que tarareé es una canción de cuna de esa película. Sale en un par de escenas, pero creo que es en la primera donde la protagonista es quien pregunta: ¿Te sabes alguna canción de cuna? Lo que recibe de respuesta es: Solo una, pero no recuerdo la letra. La niña pide escucharla aún así y esta mujer entonces la tararea para ella. Es reconfortante aunque también bastante triste luego de haber visto la peli.

    Lo dije, sí, y es que era cierto. No iba a largarle el spoiler de la peli así por las risas, pero al final cuando la nana volvía a escucharse, igual era mejor no haberla oído nunca, pero algo en ella sabía a casa de todas formas y calmaba. No tenía idea de por qué Vero le habría tarareado una canción así a Copito, eso tenía que admitirlo. Como fuese, tomé aire un momento y volví a tararear suavemente, la melodía se perdió en el invernadero y guardé silencio al terminar.

    En última instancia, ¿ya qué más daba?

    —Estoy muy cansado —solté de repente, con la vista suspendida en la mesa, y me enjuagué los ojos una vez más—. Sabes lo que es, ¿no? Quiero decir, se nota desde la otra cuadra que piensas a una velocidad estrepitosa, por eso digo que sabes lo que es. Una vez leí algo de que no todas las personas tienen un monólogo interno y seguro debe ser una maravilla, porque a mí la cabeza no se me calla un segundo, holy fuck. Antes escarbé en la memoria por una canción para poder poner un freno o algo así y fue como acabé llegando a la canción de cuna. Ni siquiera sé muy bien qué función tiene pensar tanto si ni siquiera encuentro respuestas a las cosas que me preocupan, la estupidez ni tiene función adaptativa, ¿cuál es el punto de gastarme la energía pensando puras cosas sin fundamento?

    Suspiré, agotado, y puse las manos en la mesa para derretirme sobre su superficie aunque tuve el cuidado suficiente de no ir a tirar nada. Una vez allí recostado arrugué un poco las facciones, enfurruñado sin darme cuenta, y aplasté la mejilla contra mi brazo.

    debí ir buscando darle forma de cierre? sí
    pude hacerlo? no
     
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    Bruno TDF

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    Mi visualización de los pequeños soles le sacó una sonrisa enternecida de la que no fue consciente. Me tomó algo desprevenida, aunque no quiso arrojarme a la timidez como usualmente sucedía. Más bien, la calidez del gesto me trajo un fugaz segundo de paz mental e, incluso, una sensación de unión por estar pensando juntos en la caminata entre girasoles. Cayden me advirtió que algunos adquirían gran tamaño, detalle en el que no había pensado. Se valió de uno de sus brazos para medirse por encima de su estatura y, con otro movimiento, ilustrar por cuánto me superarían esas flores. Que pusiera su mano sobre mi cabeza no me incomodó, al no tratarse de un contacto directo. En cambio, parpadeé al mirar sus dedos desde mi metro cincuenta y cinco de altura, como un animalito curioso… hasta que su sugerencia quiso hacerme reír. Mis labios se curvaron fugazmente.

    —No me molestaría… perderme entre girasoles… —admití, tratando de seguirle la broma.

    Al continuar nuestro avance, él quedó momentáneamente fuera de mi mirada. Ignoré involuntariamente otro tipo de gestos que no me habría gustado pasar por alto. Nuestro intercambio de palabras entró en el derrotero la música, sobre la cual tropecé por ser consciente de que, b-bueno, no escuchaba tanta, y q-que mi repertorio era monotemático, ¿tal vez? Como tampoco se me ocurrió algo que añadir tras contestarle. Un asentimiento silencioso fue todo lo que respondí cuando Cayden me refirió los remixes de videojuegos, aunque consideré buscarlos por Youtube esta misma tarde.

    Ya en la mesa debimos detenernos con los preparativos de la comida, pero la conversación no perdió el cauce. Me ruboricé otro poco luego de decirle que su tarareo me había resultado relajante, pero no quise dejar de ser sincera sobre la cuestión. En un principio, Cayden no pareció recordar en qué momento había tarareado y por un momento me sentí en una posición incómoda. Pero lo recordó. Y cuando lo hizo… comenzó a explayarse con cierto desenfreno.

    Negué con la cabeza cuando me preguntó si había visto la película del Laberinto de Fauno, de donde provenían sus melodías. Era una película ambientada en una de las épocas más crueles de España, con una temática de fantasía oscura. Dado el ritmo con el que se hallaba soltando sus ideas, no encontré el espacio para decirle que ese tipo de fantasía no me incomodaba (del todo) y que hasta me gustaba el arte de los Souls de From Software. Lo que había tarareado era una canción de cuna que salía en esa película, causando mi curiosidad. No lo estaba mirando mientras hablaba, muy centrada en traspasar la comida sin que se me cayera, pero asentía para instarlo a proseguir. Concluyó con la afirmación de que era una melodía reconfortante, pero que se tornaba muy triste tras ver la película.

    Y se puso a tararearla.

    Alcé la cabeza lentamente, para escuchar con suma atención la entonación de su voz. Era justo como él decía, una melodía reconfortante en la que se notaban gotas de melancolía, algo que hacía pensar en lágrimas. Pero me relajaba mucho escucharla, al punto de que me permití cerrar los ojos en lo que duró.

    Fue entonces cuando Cayden dijo, súbitamente, que sentía cansancio. Lo vi enjugarse los ojos y comprendí que su agotamiento iba ms allá de su cuerpo. Que la necesidad que había tenido de saltarse las clases matutinas provino, precisamente, de una tormenta mental que reconocía bien. Pese a todo me ruboricé cuando remarcó lo mucho que se me notaba la velocidad de mis pensamientos, p-pero no desvié la mirada de su rostro; incluso afirmé, un poco inconscientemente. Su cabeza, como la mía, no encontraba la paz del vacío. Siempre activa, siempre ruidosa, en una vorágine a la que no le podíamos encontrar sentido, propósito ni fundamento. Sin darme tiempo a modular un gesto siquiera, Cayden terminó recostándose sobre la mesa, con la mejilla apoyada sobre uno de sus antebrazos… Como derrotado…

    Al verlo así, mi corazón se comprimió con una fuerza que me obligó a apretar los labios. Comprendía a la perfección lo que decía, porque estábamos hecho de esa clase de vivencia. Nos construíamos a través de un exceso de pensamientos bajo el cual terminábamos asfixiándonos, atrapados. Me angustié por un momento… al ser consciente de que no sabía si algún día lograríamos ver, por nuestra cuenta, nuestros campos de pequeños soles.

    Inspiré largamente por la nariz. Despacio… Por mí… Por él… Quería hacer algo por él…

    Pausa la cabeza y respira un segundo, ¿puedes hacer eso por mí?

    Acomodé nuestras porciones de almuerzo a un costado de la mesa, posicionándolas en una zona segura. En ese movimiento volví a inspirar. Ahora, además de angustiada por Cayden y por mí, me estaba dando muchos nervios… por lo que iba a hacer en este preciso momento. Observé un instante a Cayden, con su cabeza posada en el antebrazo, y mis ojos se desviaron hacia sus rizos. Sentí el impulso de retroceder en la intención que tenía… pero no le permití dominarme. Ya no retrocedía tanto como antes.

    Estiré un brazo sobre la mesa, muy lentamente, hasta alcanzar su cabello con la punta de mis dedos.

    La respiración se me entrecortó un instante. La mente me quiso gritar que era mala idea, pero su voz quedó acallada por mi voluntad de consolar a Cayden. Acaricié con dudas al principio, apenas un roce; pero lentamente me animé a apoyar los dedos tímidamente, para potenciar mi débil caricia. Cuando en mi casa no lograba soportar el peso de mi tristeza o de mi angustia, mi madre o mis hermanos me acariciaban el cabello, con la suavidad que yo lo hacía ahora. Eso lograba que me calmara. Cayden y yo éramos personas diferentes y lo nuestro en nada se podía comparar al afecto de la familia, era algo que estaba empezando y que no sabíamos hacia dónde iría, si en el futuro seríamos amigos… Pero quise creer que esto valdría para lograrle un poco da paz, aunque sea por un instante ínfimo…

    —Entiendo tanto… Cuán agotador es… —suspiré con tristeza— Hay días que no lo soporto... y sólo quiero escapar de mí misma… Pero… —Hubo una pausa; me animé a seguir acariciando sus rizos con cuidado— No debemos obviar los otros pensamientos… Los que son… como pequeños soles en la tormenta…

    Retiré la mano despacio y, con la misma, moví el estuche de la Switch que había quedado sobre la mesa. Lo puse cerca del brazo de Cayden, porque si quería alzar la cabeza para apreciar los stickers que, igualmente, ya debió haber visto en el pasillo. En este punto, sonreí de nuevo. Un poco más ampliamente.

    —Pensaste en regalarme estos stickers cuando los viste y yo… no dejé pensar en lo que bonito que fue tu regalo, tu gesto. Y en cuánto quería poder agradecerte en persona. Por eso te invité a almorzar.

    Mi sonrisa se amplió un poco más.

    —Gracias, Cayden —agradecí de corazón—. Tu regalo... me hizo feliz. Piensa en eso... Pensemos que... podemos hacer sonreír a los demás...

    Con el correr de mis palabras, me fue ganando la timidez y la pregunta de si me estaría dando a entender. Acomodé el almuerzo como pude sobre la mesa, con tal de regularme un poco. Pero fue cuando alcé la cabeza que, sorprendentemente, logré volver a sonreírle. Una muy pequeña sonrisa, que igual valía.

    —Espero... que disfrutes la comida.

    Overthinkers For The Win <3 Los quiero mucho

    Este fue mi cierre con Bea, muchísimas gracias por cederme al Cay para rolearlos, lo disfruté mucho uvu
     
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    Zireael

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    no sé cuánto llevo con esta canción ESPERANDO

    Cayden2A.png

    Mi comentario del tamaño de los girasoles estuvo por hacerla reír, pero al final se quedó en eso, una mera posibilidad. Dijo que no le molestaría perderse entre girasoles y supuse que tenía sentido, ¿quién se quejaba por perderse en algo que le gustaba? La idea supo un poco amarga, pero jamás iría a desviar la charla causal a semejante cosa, no cuando ella casi se había reído.

    Ya en la mesa fue que preguntó por la canción de cuna y a mí me pasó lo que solía ocurrirme a veces, cuando sentía la pizca de confianza para hablar de las cosas que me gustaban, me había pasado con trece años y seguía pasando con dieciocho. A la pobre la ametrallé, si quiso contestarme algo la verdad fue que no le di tiempo y empezó a darme algo de vergüenza, pero ya ni modo. Volver a tararear la nana fue la excusa para regularme de nuevo, la melodía me distrajo, me calmó también y quizás por eso solté la lengua, más o menos.

    Comenzaba a quedarme sin fuerza para luchar contra mí mismo.

    No la miré mientras hablaba aunque percibí que ella sí me estaba mirando a mí y al terminar la idea simplemente me callé, lo dejé así y no esperé nada. Ni una devolución, validación o cualquier mierda, aunque fue un poco ingenuo de mi parte ya que esta chica era la misma de la sala de arte. La vi dejar la comida a un costado, donde no corriera riesgo de salir volando, y antes de hacer algo cerré unos segundos los ojos, fue en ese espacio de tiempo en que ella encontró su propio impulso, como el otro día.

    Sentí sus dedos en el cabello y entreabrí los ojos, sin moverme, fue mi confirmación de que tenía permiso para tocarme y no provocarle un infarto. Fue apenas un roce, pequeño y dubitativo como ella misma, pero terminó convirtiéndose en una débil caricia que me hizo parpadear despacio. Era arisco y lo que quisieras, pero como le había dicho a Anna, un par de mimos solían bastar. Era ridículo y patético, pero en las muestras físicas de afecto encontraba muchísimo consuelo y por eso a veces las rechazaba, porque implicaban cederle poder a otra persona.

    ¿Los pensamientos que eran como pequeños soles?

    Suspiré, nada más que eso, y me limité a seguir escuchándola. Ahora mismo y después de haberme comido las amenazas de Liam, de huir de Yuzu y de impedirle a mi familia tocarme, ¿dónde quedaban en realidad mis pequeños soles? Parecía que los había tomado todos y los había obligado a extinguirse, como las estrellas que eran.

    En cierta medida fue como si ella se anticipara a esa suerte de cuestionamiento, retiró la mano y en mi campo de visión apareció la Switch con los stickers y erguí un poco la cabeza, todavía incapaz de verla a ella aunque creí notar por el rabillo del ojo que sonreía, al menos esa sensación me dio. Dijo que no había dejado de pensar en lo bonito del gesto y que quería agradecerme en persona.

    Las ideas me derraparon de nuevo al silencio que había recibido en el final de una de las hebras que había tejido hace días, con la repartija de galletas, y traté de salirme de ahí porque me hacía sentir muy mal de repente. Porque no quería tomar eso y convertirlo en un resentimiento, en lo más mínimo, porque había cariño en muchas otras cosas y lo reconocía, podía verlo. Porque me sentía amado a pesar de que estuviera tontísimo y me hiciera embrollos en la cabeza por nada.

    Gracias, Cayden.

    Tu regalo... me hizo feliz.

    Volví a enjuagarme los ojos, esta vez fue un intento por disimular la ligera vergüenza y también para que no se notara tanto, ni idea, que su agradecimiento me había ablandado más de la cuenta. Tenía corazón de pollo, que supiera disculparme, incluso si no pedía nada... Si me daba miedo pedirlo, cuando recibía algo lo que sentía en consecuencia se proyectaba mucho. Estiré la otra mano hacia el estuche de la consola, deslicé los dedos sobre las calcomanías y tomé aire.

    —Supongo que por eso termino agotado, por intentar como imbécil escapar de mí mismo, de encontrar el remedio mágico que desaparezca el eco constante —murmuré todavía con los dedos ocupados en el relieve sutil de los stickers. Por eso me largaba de casa, por eso bebía y fumaba, por eso iba pelearme con Mad Wolf y con Liam—. Pero dónde quedan mis pequeños soles, ¿no?

    Quería poder sostener a mis personas, nada más que eso.

    A mis aves y mis soles.

    Dejé salir un suspiro extenso, me desinfló el pecho y sentí la garganta quemada una vez más, quemado como estaba yo mismo. Era un bicho frágil con alas de papel, era natural que alzaran fuego y me desplomara, el detalle yacía en reconstruir la estructura perdida. Por eso debía ir a casa hoy.

    —Gracias a ti por escuchar y por invitarme al almuerzo, se ve muy rico —resolví unos segundos después dejando el estuche de la consola para estirar la mano y arrastrar hacia mí la que supuse era mi porción—. Y me alegra que te gustara el regalo.

    Nos quedaba poquísimo tiempo para almorzar, me hice a la idea, pero no tendría mucho problema con eso pues comía rápido de por sí. Cuando nos tocó levantar campamento para volver al edificio, antes de abandonar el invernadero, me quedé suspendido junto a la mesa un momento y antes que nada volví a darle gracias a Beatriz por la comida, también le pedí que le diera las gracias a su mamá. Dudé mucho, pero llevaba recordando esa canción algunos días aunque la había escuchado hace al menos un año. Creí que de alguna manera englobaba un poco de nuestro embrollo, por esto del caos interno.

    And I know that you tried to stay but my awful ways you will never overlook —recité en voz baja, con la mirada suspendida en un grupo de flores a un costado—. And all the things that hurt me they got no remedy and they'll start hurting you too.

    Estoy dañado, no me queda nada.

    Me gasté todo el amor tratando de olvidar.

    Ignoré tus llamadas y tiré el teléfono.

    Por favor, créeme cuanto te digo...

    Don't hold on to me, I got nothing left to give —continué luego de haberme saltado esos versos y comencé a caminar, esperando que Beatriz hiciera lo mismo—. Es una canción bonita, triste, pero bonita. Creo que el contexto es más complicado que sobrepensar, pero igual, en cierta medida podemos leerla desde nuestra experiencia, como todo. Es complicado si pensamos que nuestras manías y vicios pueden lastimar a los demás, pero creo que a veces es incluso más triste cuando... No causan nada. Cuando estás tan desligado del mundo que el colapso de tus paredes no despierta a una sola alma en el mundo y no creo que nadie merezca saberse tan solo, pero lidiar con la gente y con uno mismo es una misión complicada.

    La suerte de reflexión me sacó una risa algo sin gracia. Venía cargando los dulces contra el pecho de nuevo porque no nos dio tiempo a comer todo junto a la botella vacía, pero estiré la mano libre y le revolví suavemente el cabello a Beatriz, aunque luego le acomodé las hebras. Ella me había tocado el cabello ahora se aguantaba.

    —Sobre todo para los que tenemos incendios y tormentas en el centro del pecho. Parece más un obstáculo que una virtud, ya lo sé, pero no siempre es así y a veces necesitamos ayuda para no olvidarlo.

    Yo lo sabía mejor que nadie.

    Porque había otro que me reconocía y había evitado mi caída.

    nah, tremenda biblia largué xdd son las consecuencias de tus propias acciones

    y por acá también, gracias por esto uvu overthinkers for the wiiiin
     
    • Fangirl Fangirl x 1

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