Kuroki Fusatada El asunto ya estaba aclarado, incluso Giotai dejó en claro lo que se haría a continuación, aunque me confundió un poco que Gendo no parecía de acuerdo... ¿Habré dicho algo que no quería? ¿O hecho? Tal vez había juzgado mal el creer que no le importaba con quién hablase o en donde me metiera siempre que fuese algo que yo mismo sabía podría sacarle mejor provecho, aún así, no dudó en hablarme para dejarme en claro no solo que lo que yo hacía tenía mejor valor, por lo que lo miré, si no que incluso, tenía la autorización de matar a Giotai si es que en verdad yo lo veía preciso, eso, o que ameritase matarlo... Estaba por responder a aquello cuando Giotai interrumpió con su carcajada y comentario, algo que Gendo volteó a verlo con una seriedad de muerte. Aquello, me incomodó hasta a mí... ¿Porqué de pronto me sentía como una moneda de cambio? Era casi como si de pronto no solo mi presencia, si no incluso mi nombre tomasen una relevancia mayor de la esperada aún si sabían que era hijo de Satou. "Robarme a tu alumno" ¿podría tener alguna otra conotación? Aún así, me mantuve en silencio, miré a Gendo y afirmé ante la parte de volver al Castillo una vez acabaramos, bueno... que él mismo me dejara esta opción sin haberselo pedido me significaba una enorme ventaja, aunque dudaba tomarla, era bueno saber que existía la posibilidad. Confirmé a Giotai sobre trasladarnos y en silencio hicimos el recorrido... Cosa que nos llevó bastante tiempo, en todo el trayecto me quedé pensando, no solo en todo el viaje que había tenido desde Nara, si no lo que parecía ser una conexión conmigo y los kitsunes... ¿Desde cuándo aquello era así? ¿En qué momento habían tomado tanta relevancia? Me intrigaba mucho, me hacía incluso preguntarme si el hecho de que yo no poseyera energía espiritual no significaba que al final sí pudiera hacer algo... ¿Y si pudiera haber habido algo desde antes y pasé por alto? ¿Tal vez en Chiryu? ¿Kamakura? ¿Tal vez olvidé algo en casa y ahora no es mas que cenizas? ¿Había hecho bien en defender a Tamano? ¿En verdad ahora solo estaba muerta incluso si Taiki había muerto también? Yoko... ¿Quién es Yoko? Jamás había escuchado ese nombre... Matahachi... Aquél niño de los Crisantemos Negros también había dicho que él quería contactarme de nuevo, ¿y para qué? ¿Había dejado algo más? No sonaba como tal considerando el mensaje... Lo veía como un aliado, incluso ahora pero... ¿Qué más pudo haberme querido decir que no pudo en el mensaje? En cierto modo estaba pensando si dicha yokai no sería otra kitsune, pero lo dudaba, no debía ser precisamente así, pero si lo fuese... ¿qué debería esperar? ¿Debería preocuarme en demasía? Giotai advirtió que dicha yokai repudió a mi padre, si fuese una kitsune explicaría el odio... Haber enamorado de corazón a alguien como Tamano no debía ser para tomarse a la ligera... ¿o habría otra razón? ¿Y si tal vez si estaba destinado a indagar en todos estos temas pero no para ayudar a Rengo? ¿Ni a Kohaku? ¿Y si tenía otro propósito? ¿Y si el estar aquí era haber estado siguiendo ese destino sin darme cuenta? Si era así... ¿A qué estaba destinado? No quería dejarme llevar, ni darle más relevancia de la esperada, el camino era muy extenso y me hacía volver a divagar de más, bien podría ser solo un demonio que odiaba a mi padre por cualquier otra cosa y ahí estaba yo creyendo que habría mucho mas cuando ni era así... No es que en verdad esto hiciera que estuviese por fin a puertas de la verdad absoluta, bien solo podría ser... mi aún yo curioso que de alguna manera necesita las respuestas, que necesita la verdad, pero... ¿para qué? Tal vez... Para por una vez sentir el consuelo que yo casi por mi cuenta conseguí descubrir el porqué de las cosas, y tal vez, descubrir porqué siempre fuí alguien con una moral tan moldeable al final... La noche cayó, y llegamos hasta la vivienda de Giotai, desde hacía rato que notaba cierto calor, pero aquello fué incrementando cuando llegamos a la edificación, donde no evité mirar alrededor, percibiendo cómo dentro no solo no había nadie, si no que el espacio era muy amplio, y el calor era tan intenso como estar en una fragua por las decenas y decenas de linternas ahí prendidas. No evité expresar cierta extrañeza por ello, Yokubo ya estaba ahí, el mismo no parecía estar en lo absoluto a gusto por verse sin Gendo, algo que captó mi atención, ¿sería incomodidad por tenerme a mí ahí y a Giotai también? Se pasó directo al punto, Giotai prepararía todo, por lo que me guiaron hacia una habitación, ahí, ingresé con Yokubo y el mismo se puso a preparar algo, hasta esos momentos no evité sentirme un poco preocupado, y no era tanto por Giotai, si no por las palabras de Gendo, y que incluso el mismo Yokubo parecía estar nervioso. Podía intuirlo hasta cierto punto... Estar en su lugar debía ser una carga demasiado estresante, no solo porque su propio padre lo trataba como a un plebeyo más, si no porque encima estaba prácticamente solo, junto a un sujeto que le incomodaba demasiado y estando presente el idiota que tu padre encima aprecia como si este en verdad fuese su hijo legítimo. Aún así... había algo... aquí había algo más, y eso ya por mi parte personal. No sabía si decir que era esto un mal presentimiento, el breve contexto era ya de temer hasta cierto grado, ni yo sabía si un nuevo "Senki" nacería de esto, era mas bien por dicha yokai... el que repudiara a mi padre no podía pasar por alto, ¿qué habría hecho? Seguía sin creerme que él "descamara" a Seiryu, eso sonaba a algo como que Kyogi haría, no tanto por maldad si no de forma espiritual, mi padre solo buscaba respuestas para revivir a mi madre, no para hacer todo lo que ya sabía. Enviar a Akumu para matar a mi padre cuando lo de Shimotsuke... Todo gracias a dicha yokai, ¿quién era ese hombre? Enviar a alguien así... en verdad era algo muy severo, ¿mi padre lo habría podido intuir y solo fingió no saber qué pasaba? Estaba con los demonios carmesí, algo que mi propio padre manipuló para provocar todo ese caos. De dicho grupo aún desconocía bastante, no había sabido más de Hide, aquél niño, ni tampoco de todos los que murieron ese día, o de Dai. Todo lo que sé es que tenían conexión con el clan Harima. ¿Tal vez dicho yokai tenía relación con ellos? Podría ser plausible con su furia, y ahora tendría ante él o ella a su hijo, no dudaba que querría hacerme daño pero... ¿Y si no fuese del modo típico? Realmente no sabía si tendría respuestas... Pero ya estaba aquí, y parecía que el final de mi vida estaba próxima, así que por ello tampoco es como que me importe mucho saber si acabaré mal, al menos... podría irme sabiendo lo que sucedía conmigo y mi gente... mi familia. La orden de Yokubo me sacó de dichos pensamientos, y me hizo tomar el recipiente, a lo que por un momento consideré si este no sería un buen momento para conversar... pero... tomando en cuenta las palabras de Gendo. ¿Siquiera me respondería? No podía saberlo con certeza... habían tanto chances de que lo haga como no, pero... siendo honestos no me veía conociéndolo, tal vez... solo era mejor pasar directo al asunto. —Oye. —lo llamé—. ¿Y quién es esa tal Yoko con la que vamos a tratar?—. Pregunté sin mayor preámbulo, sereno pero también serio, la realidad, es que Yokubo no era el único que se sentía particularmente nervioso por muy serenos que intentemos mostrarnos. Poco después, empecé a beber con cuidado el té. Curiosamente, recordé a Kohaku brevemente, jamás había probado su té... habría sido agradable haberlo hecho alguna vez...
Taller de Giotai [Kuroki; Yokubo; Giotai] Yokubo bajó ligeramente el cuello de su ropa para también beber té. Era la primera vez que Kuroki podía ver su rostro completo; tal vez algunos se preguntaban por qué ocultaba la mitad de su rostro, y muchos otros especulaban que llevaba alguna cicatriz causada por su propio padre. Pero nada de eso era cierto, Yokubo tenía un rostro apacible; un rostro fácil de olvidar pues imitaba a un común dentro de la sociedad japonesa. —Yoko es una yokai, una yako para ser exactos. Kitsune al servicio de Tamano no Mae — respondió con soltura, negando para sí mismo como si aquello le causara enojo; pero no lo demostró con semblante hostil, parecía que Yokubo sabía suprimir bien las emociones en su rostro, o tal vez no sabía hacerlas en primer lugar — Esa yokai, Tamano —dijo sin cuidado — Maldijo al difundo Emperador Akishino, evitando que pudiera tener descendencia masculina. Por ello a todos los kitsunes que han sido capturados acaban en manos del Imperio, son torturados y utilizados para soltar información sobre Tamano, ahora que ella ha muerto —pausó para dar un gran sorbo de té sin importarle lo caliente que estaba — el destino de dichas criaturas me es incierto —miró a Kuroki — Pero son yokai, a nadie debe importarnos que hacen con ellos ¿Cierto? Contenido oculto Gigavehl
Kuroki Fusatada Algo que si no me esperé, era presenciar cómo Yokubo se bajaba un poco el cuello de su vestimenta para poder beber el té, aquél gesto me hacía entender que no le importaba dicho detalle, si no que al ver sus facciones podía incluso llegar a comprender porqué no se dejaba ver del todo, su rostro... era uno tan neutro, incluso... común por llamarlo de alguna manera, que era hasta olvidable... Al menos su padre no le había dejado marcas a diferencia de Saizo... Dí otro sorbo mientras el chico me respondía, mostrando cierto grado de preocupación al oír de él que... efectivamente, la tal Yoko es una kitsune... aunque la parte de yako no terminé de entenderlo, por primera vez pasado todo esto empecé a sentir verdaderos nervios... Entonces mi suposición no era errónea, en verdad la yokai era la correcta, y escuchar que estaba a servicio de Tamano... ¿Aquello sería bueno? ¿Malo? No sabía si el asunto con ellos sería como con Mara, que hubiese una conexión entre todos ellos, si era así tal vez no tenía que temer... Pero era ser demasiado optimista, para ser honestos. Yokubo continuó hablando, sin cuidado, aunque me confundía un poco su gesto de auto negación, como si algo lo molestara... ¿Podría ser que no quería ver a Tamano muerta? Era confuso hasta cierto grado... Como fuese, di otro sorbo, aclarando apenas un poco más acerca de la misma Tamano, y ahora con su muerte, dejando caer que el destino de los kitsunes era incierto, y que por ser yokai no merecían nuestra atención. Mantuve mi mirada seria hacia Yokubo, reflexionando sus palabras, incluso el tinte... Tal vez... Tal vez en verdad no me había equivocado en ayudar a Tamano, Taiki la quería muerta después de todo, Taiki era el mejor amigo de Akishino, no solo decía impartir su justicia divina, si no también por Tamano es que el mismo Akishino y Shino no podían tener a su hijo varón... Mi padre la había enamorado pero solo para tener a mi madre de vuelta, ella no parecía tener nada contra mí pero... Habiendo tenido nulo tiempo para hablar, ¿aquello sería cierto? Creo que jamás lo descubriría... Pero, en cierto modo me hacía ruido el en verdad creer que Yokubo no querría muerta a Tamano, después de todo, sonaba en cierto modo más como una frustración de que su padre lograra su cometido gracias a mí, supuse. ¿Pero qué tan seguro podía estar de aquello? No eran mas que supocisiones, además, la afirmación final... era raro viniendo de alguien como él... —Supongo que así pensaba Taiki... kitsune... Demonios... ¿Qué diferencia hay? Aún así, creo que tampoco es algo a tomar a la ligera; si me lo preguntas personalmente—. Respondí sin querer darle más vueltas, no estaba de acuerdo en tomar a un yokai como simple recurso desechable porque algo salió bien o no, incluso si yo fuese alguien como Rengo o Yokubo... no creía que fuesen cosas que uno podía emplear como si nada, mi padre... No me podía imaginar todo el juego mental tan brutal que tuvo que ejercer para convencer a alguien como Tamano. >>Entonces debo intuir que... a pesar que mi padre ha muerto y Tamano también, eso no va a cambiar nada... ¿no es así? De seguro Yoko intente hacerme daño de todas maneras—. Concluí, intentando regresar a lo que concernía ahora, me gustara o no, Tamano ya no vivía, y hablar de ella lo veía hasta cierto punto una pérdida de tiempo, solo quedaba... indagar en el ahora.
Taller de Giotai [Kuroki; Yokubo; Giotai] Yokubo observó a Kuroki atentamente mientras hablaba —¿Qué diferencia hay?— se repitió en pregunta, para Yokubo había grandes diferencias pero no ahondó en ellas —No sé que pueda hacer Yoko al verte. Los kitsune tienen cierto odio a clanes en particular, el tuyo es uno por culpa de tu padre; pero tal vez su odio por los Mori o los Ishikawa es mucho peor. Tal vez ella podría tomar el té frente a ti cómo lo hacemos tú y yo en estos momentos —sonrió ligeramente —No lo sé. Giotai irrumpió en la habitación para avisarles que Yoko esperaba. Los guio dentro de su intrincado hogar hasta un subsuelo, estaba oculto pero bien iluminado como todo en aquel lugar. Avanzaron por la habitación que se tornaba aun más caliente; y era evidente el por qué cuando Kuroki pudo ver la fragua, y junto a esta se encontraba una mujer. No estaba atada de ninguna manera; sólo parecía estar debilitada, pues estaba sentada junto a la fragua, temblando ligeramente de frío a pesar del calor en aquel lugar, sus ojos ligeramente hundidos y labios azulados; cómo si en verdad aquella mujer acabara de salir de la nieve. Su aspecto era antinatural; de su cabeza sobresalían un par de orejas. —Entonces éste es el hijo de Satou —dijo la mujer hacia Kuroki; después miró a Yokubo —Joven Mori — sonrió burlona y luego le extendió su mano, Yokubo le entregó una escama azulada, Kuroki las conocía, las escamas de Kibo. Yoko la tomó y al tocarla absorbió todo su brillo, dejando salir un suspiro de satisfacción. Giotai miró a Yoko, los labios azulinos de Yoko volvieron a obtener algo de rojo y esto le provocó perder su sonrisa — Yoko —la llamó y ella lo miró — Necesitamos de tu ayuda. Kuroki quiere que imitemos el trabajo de Hoshi —volvió a sonreír. —¿A quién quieres encerrar en una espada maldita? — Yoko le preguntó a Giotai. —Amaterasu— respondió Yokubo obligando a Yoko a mirarlo; ella quedó pasmada por unos momentos; después comenzó a reír —¿Aun sigues con eso? —después miró a Kuroki — ¿Causarías el eterno eclipse sólo para obtener más poder? Giotai comenzó a reír —Tiene la mirada de un asesino; por supuesto que sólo quiere poder. —¿Tanto es tu deseo de superar a Hoshi como herrero? —le preguntó Yoko a Giotai. Este volvió a reír —Eso no me importa —miró a Kuroki — Quiero lo mismo que tú... Kuroki —dijo acariciando su cabeza. ¿Qué era todo eso? Contenido oculto Gigavehl
Kuroki Fusatada Mi respuesta no sabía si no había convencido a Yokubo o simplemente le había parecido igual, pues lo que dijo posteriormente parecia solo continuar diciendo lo que quedó a medias, sin embargo... El modo en como dijo la parte del "té" me hizo observarlo unos instantes mientras daba un sorbo... ¿Estaba insinuando algo? Antes de siquiera pensar en una posible respuesta, Giotai irrumpió, por lo que me hizo acabarme la bebida para dejarlo y así erguirme para seguirlo junto a Yokubo, me mantuve reflexivo en todo el breve trayecto, el cual nos llevó a un subsuelo secreto... Y un calor todavía más pronunciado, al punto que a este paso ya empezaría a sudar, sin embargo, lo llamativo no era eso; causa de la enorme fragua, si no justamente la Kitsune... Yoko. Me llamaba la atención verla como si acabaran de sacarla del frío, ¿Sería eso posible? No parecía haber algo similar alrededor, debía ser por lo debilitada que debía encontrarse su energía... De otro modo, no entendía porqué temblaba si estaba a lado de la fragua. Me quedé observándola con atención, me recordaba vagamente a Tamano pero de un modo diferente, mientras se dirigía a mí. —Kuroki Fusatada—. Dije a modo de presentarme brevemente, no temía confirmarlo, mis facciones eran similares a las de mi padre, después de todo. Yokubo le extendió algo que me llamó la atención, era una escama... De las de Seiryu, Kibo... Y ver cómo le robaba el brillo, para acto seguido Yoko se recuperara hasta cierto grado, me dejó frío. Recordé las palabras de Kira, que mencionaba que decían que mi padre lo había descamado a él, seguía sin creer que él lo haya hecho pero... Pero probablemente ahora acababa de presenciar una de las razones por el que lo haya hecho. Giotai se dirigió a Yoko, iniciando así una breve discusión el cual segui hasta que mencionaron a... Amaterasu. Me quedé en silencio, no por dejarlos hablar, que en parte, si no porque más bien intenté forzar mi memoria incluso, intenté recordar, hacer un recuento, algo... Pero... Pero no llegó nada. Gracias a Byakko conocía a algunas deidades, pero de Amaterasu no sabía yo nada, y evidentemente ahora no había modo de confirmarlo, intenté repasar incluso si algo se me había escapado... ¿Chiryu? ¿Tsu? ¿Kamakura? Maldición... Mayor fué mi intriga cuando Yoko se dirigió a mí, preguntándome algo que todavía entendí menos... —¿Eterno Eclipse? ¿Amaterasu?—. Pregunté si bien tranquilo, el tono intrigado se hacía notar, delatando mi confusión, no entendía nada de lo que estaban hablando, incluso la breve reacción fría de Yoko parecía delatar que era algo delicado... ¡¿Pero en qué?! Me faltaba esa información, maldita sea, en esto me sentía patético, y se supone que yo ya venia preparado. Intenté sopesar opciones... Pero sin saber siquiera si lo que decían era algo serio o simplemente le estaba dando más relevancia de la esperada... Decidí simplemente no darle más vueltas, ya estaba aquí, no valía la pena echarse atrás. La caricia de Giotai me incomodó como jamás nada en la vida, incluso, habría preferido una caricia de Gendo o su ya tradicional agarre en el hombro, hasta con él lo sentía más honesto y de camaradería que esta caricia en específico, por lo que expresé más seriedad, si cabía, y miré con decisión a Yoko. —Yo vengo por lo que he pedido... No me importa lo que suceda, imitar... O no. Lo necesito—. Dije con calma y firmeza, aunque no quitaba mi vista de Yoko, porque la realidad es que sentía que de observar mejor sus reacciones... Puede que entienda más, como había dicho Kyuzo... A veces los silencios son igual de reveladores. No podía fiarme del chico con el Búho... Hm, no, eso era incorrecto... No podía fiarme más bien del Crisantemo Negro, no podía confiar en que me escucharan, en que me tomaran en serio y consideraran de verdad mi propuesta, no me importaba la polémica, la discusión o incluso el chiste que debía resultarles, yo no buscaba redención, porque no la había en primer lugar, buscaba pura venganza, ya no podía ocultarlo ni contenerlo más, pero si no contaría con su ayuda, y la reacción de Akechi es real, entonces estaba prácticamente solo, y si era así, entonces me las arreglaria para acabar con esto, no me importa, no me importa si incluso acabo loco, sometiendo a una entidad o no, lo unico que en verdad anhelo es acabar con todo esto de una buena vez, no me importa si en verdad acabo como el villano. Para eso había tomado este camino... ¿No? Para eso había sacrificado por completo mi imagen que tenía con los Minamoto, para estar cerca de Gendo y acabar con su vida... Era lo único que me mantenía con vida y aún cuerdo, una vez acabado... Mi existencia ya me era irrelevante...
Taller de Giotai [Kuroki; Yokubo; Giotai] Yokubo ayudó a Giotai y entregó las piezas de Senki ante la aceptación de Kuroki, miró las fracturas —Vaya que Kato es un monstruo para destruir esta arma —mencionó mientras Yoko y Giotai observaban los fragmentos de Senki con mayor curiosidad. Y empezaron a crear la nueva aleación mientras Yokubo y Kuroki esperaban. —Después de que ellos acaben; lo difícil vendrá después para nosotros —indicó Yokubo a Kuroki — Matar a un Dios no es sencillo; al parecer a Hoshi le costó engañar a Mara, y será tarea nuestra engañar a Amaterasu, tendrá que ser en un atardecer u anochecer, pues después de todo es la Diosa del Sol. Yo te ayudaré a contener su energía pero tu tendrás que matarla será complicado. Esto se llevará a cabo en la ceremonia de unos cuantos días más, la boda de Gendo con una de las hijas de Akishino. No tendrás que matar a esa mujer —negó — Pero en cada celebración que tiene que ver con la corona, Amaterasu estará presente, oculta al ojo poco entrenado puede verse como una simple mujer de corte; pero para mis ojos, se perfectamente a quién debes matar. Al hacerlo, Giotai creará la distracción perfecta para que nosotros terminemos el trabajo. Así tendrás un arma como shi. ¿En serio Gendo creía que Yokubo era tan tímido? Parecía hablar demasiado. Mientras tanto, Yoko y Giotai seguían trabajando al unísono; fundiendo un metal que se veía distinto al que Kuroki hubiera visto antes; y así volaron las chispas. Las manos de Giotai comenzaron a trabajar con velocidad. Y el calor de la fragua crecía y crecía. Al terminar, Yoko quedó exhausta. Cayendo a un lado de la fragua obligando a Yokubo a correr hacia ella parar darle otra escama. Giotai se acercó a Kuroki y le extendió el fruto del esfuerzo de él y Yoko. Contenido oculto —Ahora sólo falta la sangre de un Dios —le sonrió —Te presento a Nisshoku Contenido oculto Gigavehl
Kuroki Fusatada Después de que aceptara, Yokubo les dió los fragmentos de Senki a Giotai, con lo que el chico decidió comentar algo que me hizo entender que genuinamente no sabían lo que había pasado originalmente con Senki, así que simplemente no dije nada, si eso asumían, dejaría que así fuese, después de todo, solo quería lo que había pedido. La Kitsune y Giotai empezaron a trabajar, el calor empezaba a incrementar, por lo que volteé a ver a Yokubo cuando se dirigió a mí, prestándole especial atención al ahora aclarar el porqué necesitaban de "mis manos" para esto. Debía admitir que esto me sorprendía, ¿debíamos matar explícitamente a una Diosa? Creí que habría algo similar a lo que hizo Hoshi, engañar y persuadir, no es que me viese haciendo precisamente justicia con la katana, pero saber que esto implicaba matar a una Diosa, ni mas ni menos que la del Sol, me hizo empezar a caer en cuenta que igualmente y esto escalaba a un grado realmente grave. Sin embargo, rememorar frases, palabras, momentos, interacciones... No hicieron mas que reafirmar lo que estaba haciendo actualmente. ¿Era malo? Por supuesto que lo era, pero simplemente ya no sentía la misma preocupación y mucho menos la misma empatía, claro, aún podía sentir cosas, pero ya no con la misma intensidad. No lo sé, simplemente esa extraña desconexión persistía, y tampoco es como que yo quisiera romper con ella. —Así que tendré que involucrarme en un atentado divino... Está bien, si eso es lo que se tiene que hacer, lo haré—. Dije con absoluta seguridad—. No te preocupes, no tengo miedo, me dedicaré a entrenar para ello, así que cuento contigo—. Añadí, solo para volver la vista al frente, viendo al dúo trabajar. Algo que genuinamente llamaba mi atención era justamente el detalle que Yokubo estaba hablando mucho... ¿tal vez era una discreta señal que esto le interesaba? ¿O simplemente era porque no tenía alternativa? La imagen que me dió Gendo había sido de un sujeto cuanto menos frívolo y apenas diciendo lo que era preciso, algo así como Kato, pero así... Se podría decir que, al menos en cuanto a expresiones, no era tan diferente a mí ahora. >>Sé que tal vez sea de sobra preguntarlo pero... Intuyo que atacarla con fuego no serviría de nada... ¿cierto? Después de todo, encarna el Sol—. Pregunté a Yokubo, mirandolo un instante por si decidía responder, ahí admitía que simplemente aplicaba un poco a la lógica, contar con ello o no, no sentía precisamente que sirviera de mucho, pues si Yokubo decía que sería difícil, entonces aún con Amaterasu suprimida en su energía, no implicaba que fuese sencillo. Volví la vista al frente, esperando tranquilo mientras el calor resultaba abrumador, me sequé un poco el sudor de la frente, y en algún momento, acabaron, Yoko acabó exhausta y Yokubo corrió a darle otra escama, seguía intrigándome porqué aquello funcionaba así, me inrigaba saber qué eran exactamente las escamas y porqué funcionaban de esa manera. Curar un veneno tan letal... restaurar energía... ¿qué pasaba con eso? Giotai ignoró aquello y se acercó a extenderme el fruto de su trabajo, por lo que miré a detalle la katana, escuchando así su nombre. —Eclipse... Un nombre bastante acorde—. Comenté simplemente como detalle, ahora replicando la sonrisa y tomando así la katana para verla todavía con mayor detalle, me resultaba curioso el metal utilizado, no lo sé... simplemente se veía singular de alguna manera, sin mencionar ese... ¿efecto? de la punta, empezando con un blanco aperlado y fundiendose poco a poco a un negro azabache, la katana se sentía bien, algo que no me sería extraordinario de emplear, y si Giotai decía que solo faltaba la sangre de la Diosa, entonces la cosa estaba casi terminada, por lo que acabé dando una reverencia. >>Muchas gracias Giotai, ya solo quedará darle el último ingrediente—. Añadí, para ahora mirar al sujeto, su aura seguía siendo abrumadora, no sabía si terminaría habituandome en algún momento—. ¿Me permites hacerte una pregunta? Aunque lo pareciera, no, no era referente a la katana, cuando desvié la vista hacia Yokubo y a Yoko pensé un momento el cómo formular mi duda, pero tampoco era precisamente sobre Yoko, mas bien... Solo saber qué clase de conexión tenían los Fusatada con los kitsune, con suerte y hasta entendiera porqué le daba una extraña relevancia a mi cabello, de alguna manera, seguía algo dudoso que eso en verdad fuese la clave.
Taller de Giotai [Kuroki; Yokubo; Giotai] —No se necesitará fuego —agregó Giotai mientras Yokubo ayudaba a Yoko sin prestarles demasiada atención —Sólo de tu presencia y la nuestra; un pequeño secreto entre nosotros cuatro, no queremos involucrar a tu maestro —miró a Yoko —No le digas de ella, no queremos que venga deseando saber lo que es disfrutar del amor de una yokai. Yokubo recriminó a Giotai con la mirada; estaba escuchándolos atentamente. Giotai le sonrió maliciosamente y después volvió con Kuroki —¿Qué quieres preguntarme? —dijo sin dejar atrás la misma sonrisa que le dedicó a Yokubo. Contenido oculto Gigavehl
Kuroki Fusatada Escuché la respuesta de Giotai y simplemente acabé asintiendo, entonces... ¿Solo mi presencia era la necesaria? Entonces... Tal vez solo era preciso... un ataque. No pude decir algo ya que las posteriores palabras llamaron mi atención... ¿Un secreto entre los cuatro? ¿En verdad Gendo sería capaz de... Eso con alguien como Yoko? Vaya... —Ya veo...—. Dije sin darle más vueltas. Luego se pasó al punto de mi pregunta, por lo que, como había venido haciendo desde hace rato... Lo tomaría con cuidado como cualquier respuesta. —Los Fusatada... ¿Cuál es su relación con los kitsune? Para mí, de pronto todo este asunto tiene mucha relevancia y... Yo nunca me enteré de nada de eso—. Dije, siendo directo pero también hablando en general, con eso que mencionar cosas en concreto lo descontrolaban... No sabía si el nombre de mi padre se incluía en eso.
Taller de Giotai [Kuroki; Yokubo; Giotai] Giotai afirmó —Tiene sentido que no supieras nada; lo que nosotros sabemos son sólo rumores —inició — Tu padre, Kuroki — señaló su frente y luego apuntó hacia el cielo —De esas mentes privilegiadas, un erudito que debía dedicarse al estudio en Kioto; pero prefirió irse de enamorado con tu madre; para ese entonces ya existía el rumor del zorro blanco aquí en Kioto. Todos los civiles pensábamos en rostros que encajaran con ese del enigmático zorro blanco; por lo que las primeras ideas fueron de aquellos con cabello blanco, algunos Harima, un médico de apellido Harutomo y por supuesto tu padre, Satou —comenzó a reírse — Desconozco del famoso zorro blanco; pero si conocí más de las investigaciones de tu padre gracias a los kitsunes. Giotai miró a Yoko y Yokubo quienes estaban distraídos entre ellos, Yokubo la abrigaba con una manta mientras ella le sonreía. —Tu padre logró que Tamano no Mae se enamorara de él —sonrió — Con eso crearon su conexión. Una que tu padre forzó obviamente, él nunca amó a esa yokai; y allí la valía de la mente de Satou. Engañar a la yokai que mayor número de engaños ha generado, incluso ella creyó que estaba engañando a tu padre, prometiéndole revivir a tu madre; pero él sabía que eso no era cierto. Tamano le otorgó la información de todos los kitsunes a tu padre; y con ello supo que Hoshi Harima era un yokai —sonrió al revelar aquella información — En esos malditos Harima corre sangre de yokai. Me gustaría saber más de eso pero creo que esa información murió con tu padre —miró a Kuroki — Dicen que tu eras muy amigo de el niño demonio de los Harima —volvió a sonreír con tan malicia que incomodaba — ¿No crees que puedas convencer a tu amigo de unirse a nosotros? Yo podría ayudarte a traerlo de vuelta, si es que guardas ese secreto entre nosotros sin decirle nada a Gendo. Contenido oculto Gigavehl
Kuroki Fusatada Escuché con atención, aunque oír de inicio que lo que ellos sabían eran más que nada rumores... Lo complicaba todo... Padre... ¿Pero qué tanto estabas haciendo? Aún así, puse atención, y la información dada si bien complementaba un poco el asunto, interfiría un poco, se supone que mi padre se dejó llevar que mi madre podría revivir por culpa de Taiki... Pero si desde un inicio sabía que aquello era imposible por parte de Tamano... ¿Qué estaba pasando ahí? El asunto de descamar a Kibo... La resurrección de mi madre, la capacidad de investigar, descubrir y hasta contactar... Todo para... ¿Revivir a mi madre? ¿Aquello podría ser así? ¿Para qué le serviría saber a mi padre todo acerca de los kitsune? ¿Y si tal vez... Las intenciones de mi padre iban más allá? "Has caído en el mismo sendero de destrucción que él." Esas eran si no mal recordaba las palabras de Taiki... Sendero de destrucción, ¿Porqué? ¿En verdad él era así? ¿Pero destruir qué? ¿Todo con tal... De tener a su esposa de vuelta? ¿En verdad yo ahora no era tan diferente a él? Kuroki... Ese nombre siempre me intrigó saber porqué decidió nombrarme así... ¿Qué se supone que debería hacer con todo eso? Lejos de aclarar, todo solo se difuminaba más... Me sorprendió ampliamente saber que ni más ni menos que Hoshi Harina era un Kitsune, aquello no solo me dejó anonadado, si no que inclusive me dejó frío... ¡¿Qué?! Entonces... La visión que tuve cuando utilicé a Senki cuando atacaba a Kato... —Pues es verdad, soy su amigo—. Dije, tranquilo aunque trataba de calmar la sorpresa por saber aquello, ¿Qué estaba pasando? >>La verdad no dudo que sí consiga convencerlo al menos hasta cierto grado pero... Cómo han estado pasando las cosas, no sé si aquello ya sea muy posible, no sé cómo conseguirás atraerlo, ni quitando lo que posee ahora podría alcanzar a convencerlo de que se quede a mi lado completamente... Desde nuestro último encuentro, no volvimos a tener ninguna otra interacción, así que desconozco siquiera qué opine de mí ahora como para al menos pensar las palabras a emplear—. Dije, de hecho, honesto... No quería acercar a Rengo a este psicópata, y confiaba en que los demás lo mantendrían con ellos, una cosa era intentar ser honesto con la situación, y otra intentar en serio acercarlo, y yo personalmente, no quería volver a encararlo hasta que todo pasara... >>Con respecto al secreto, no me molestaría mantenerlo, si matar a la tal Amaterasu es preciso para que Nisshoku tenga el poder que busco, entonces eso haré, no veo porqué decir algo—. Dije como último, ya mas tranquilo. Aún así, la incomodidad por estar cerca suyo se mantenía, por lo menos, ya solo faltaba ese último paso, solo esperaba conseguirlo para concretar lo que pensaba hacer, fuese con o sin ayuda...
Las promesas se hicieron, el plan se reveló ante Kuroki y después de un rato tomando té en un silencio incómodo; todos se separaron. Yokubo y Kuroki salieron de aquel lugar a media noche para volver al castillo dónde ya eran esperados. Un ejército fue movilizado a órdenes de Sayuri; mientras que Saizo también partió con un grupo de sus más leales hombres. Esto dejó a Gendo en compañía de Kira, Sen y Daidoji quienes parecían preocupados de que Gendo mandara a Saizo a una misión que ellos no conocían. Basho, el diplomático del clan Mori también iría con el séquito de Sayuri, a órdenes de Kuyo. Una decisión que Saizo desaprobó pero fue ignorado. Saizo partió por mar; mientras que Sayuri por tierra. Kioto se desarmaba y el ejército que quedaba se centraba en el cuidado del Distrito Imperial. Sen estaba preocupado de que la ceremonia de unión sería realizada sin los más grandes protectores de Gendo. Aun así trató de demostrar seguridad cuando comenzaron con la organización de evento. El pueblo estaba tenso; la última ceremonia había sido caótica y resultó con la muerte de la novia y el escape del novio. Algo de lo que se seguía hablando constantemente por las calles cuando Gendo no estaba presente, nadie quería ganarse una muerte certera. Los días comenzaron a sentirse eternos; Kuroki era ataviado de lujos y comodidades que antes no tuvo. Gendo seguía llevando a Kuroki al palacio Katsura, dándole las mejores opciones de hombres y mujeres, esperando que este aceptara divertirse un poco pues consideraba que estaba demasiado tenso; y él creía que sólo con las relaciones sexuales podía relajarse un poco. Kuroki seguía esperándolo en el jardín del palacio a que este terminara sus actividades para después volver al castillo. Kuroki tuvo que asistir a varias fiestas con alcohol, baile y canto. Clases de lectura y adiestramiento en la escritura, pudo ver el lado de la nobleza tan distinto al de la guerra. Los nobles pasaban todo el día recorriendo los largos pasillos; buscaban enamorar a las mujeres de corte. Había concursos de poemas y también de baile. No parecía existir la tensión de la guerra; cómo si esta no existiera fuera de las murallas. Mujeres de largo cabello que portaban capas de telas, una encima de otra, seguidas de otras mujeres que cuidaban que su ropa no se arrugara al caminar y que su cabello no tocara el suelo. Había un exceso de limpieza con todo, el suelo, las manos, los calcetines siempre eran blancos, el calzado impoluto. Una danza de sombreros entre los nobles; sólo aquellos que eran guerreros no usaban el maquillaje que otros si usaban. Ausencia de armas en el castillo. Kuroki tenía que dejar sus armas en su habitación; portaba el obi que indicaba que podría portar un arma si salía de aquel paraíso. Incluso los árboles y las aves que vivían en aquel sitio parecían en paz. A nadie de esa vida les importaba quién dirigiera el Imperio. Pero había un par de mujeres que resaltaban de toda esa farsa; mujeres que vestían el blanco digno del luto. Eran las hijas de Akishino; Kaede y Tokuko. Una de ellas sería la futura mujer de Gendo. Esto le fue revelado a Tokuko el mismo día de muerte de Akishino. Sus lágrimas aun frescas fueron obligadas a contenerse ante la audiencia que decidieron que sería ella la que se uniría a Gendo para mantener el linaje de los Yamto y así mantener la tradición. Fue por esta decisión que los nobles dentro del castillo seguían en paz; creían que ese era el orden natural de las cosas. Era normal llamar "esposo" al asesino de tu padre. El funeral de Akishino duró medio día. Y siete soles después se comenzaba a celebrar la unión de Gendo Mori con Tokuko Yamato. La disposición no era tan marcial como lo había sido en la ceremonia de Takeda con Tomoe; esta vez nadie esperaba ver grandes desastres, no había enemigos entre los clanes presentes, no se esperaba una guerra por aquella unión. Era la hora del conejo en las inmediaciones del castillo, las horas previas a que el gallo dé la señal de la salida del sol, y los últimos momentos de la presencia de la luna, cuando se puede observar al conejo que vive dentro. A pesar del horario, había mucha gente reunida; muy emocionados por aceptar al nuevo Emperador y Emperatriz. Pero la gente poco podía ver de cerca; no podían entender el dolor de aquella mujer la cual era nombrada esposa de aquel monstruo. Su vida acababa en ese mismo instante cuando el solo comenzó a verse en el horizonte. Amaterasu Okami bendecía a la nueva pareja, fundiendo ambos clanes con el abrazo del calor del sol. Y por ese breve instante, la sangre Yamato llamaba en su interior, y la katana Nisshoku lo sabía a la perfección. Giotai le dio el espacio perfecto para actuar; Yokubo lo ayudó a completar el traje que ahora portaba Kuroki quién entraba justamente al amanecer cuando todos los sirvientes apagaban al unísono las linternas, levantando las llamas que morían casi al instante. Los rayos del sol resaltaban la negra silueta, portaba una máscara de zorro negro. La gente dejó escapar un leve sonido de asombro; el zorro negro ya no era un rumor más, estaba allí demostrando su presencia ante todo Kioto. Su katana iluminó el lugar cuando esta fue desenvainada. Nadie pudo detenerlo mientras corría hacia Gendo y Tokuko. Gendo si estaba preparado; desenvainó aquella katana vieja y se preparó para defenderse del ataque, uno que no iba dirigido a él. El grito de Kaede fue el que reverberó en aquel lugar cuando la cabeza de Tokuko rodó en la escalinata que daba la bienvenida al palacio; la sangre se fundió con la roja decoración y la katana de aquel hombre; pocos pudieron notar que en el rostro de Tokuko se mostraba una leve sonrisa. Tal vez, alivio.Gendo miró al zorro negro; dispuesto a comenzar el ataque. La katana de Gendo ardió en llamas; pero esas llamas eran la única luz debido a que las linternas habían sido apagadas para dar la bienvenida al amanecer. Un amanecer que no ascendió. El zorro negro no avanzó hacia Gendo; envainó nuevamente su katana empapada en sangre; no la limpió en lo más mínimo. Yokubo se acercó a Gendo, así como también lo hicieron Sen, Daidoji y Kira. —Esa katana— advirtió Daidoji. Gendo sonrió al entender que el zorro negro no lo atacaría. —¡El zorro negro sólo aparece cuando nuestra nación tiene un líder justo! ¡YO SOY ESE LÍDER!— Proclamó Gendo para después hacer una leve reverencia ante el zorro negro, acto que repitieron los presentes. Kujo, quién observaba a una distancia prudente fue el único junto a Kaede que no rindió respeto a aquella figura; porque mientras todos observaban al ejecutor, él observaba que el sol ahora era una segunda luna, sumiendo a la tierra en un eterno eclipse. —Tsukuyomi— mencionó Kuyo para sí mismo con preocupación —Amaterasu ha muerto, y su pueblo vitorea al asesino —miró al zorro negro, y no lo reverenció —Has traído el eterno eclipse. El zorro negro no podría escuchar a Kuyo a la distancia en la que estaba; pero si pudo verlo, pues en un ejército de rostros mirando al suelo, se podía distinguir perfectamente a aquellos que se mantenían soberbios. Kuroki pudo sentir un poder al tacto de aquella katana, Nisshoku. No le hablaba como lo hubiera hecho shi; tampoco se sentía como Senki; era distinta, demasiado. Por fin tenía el poder que siempre había deseado. Contenido oculto Gigavehl
Kuroki Fusatada Una vez que los planes estaban implementados, me lo explicaron, me llamaba la atención que pudieran hacer todo lo que me estaban diciendo y justamente yo tuviera el margen para simplemente ejecutar el asunto, me parecía bien... Además, todo apuntaba a que esto solo provocaría más caos, y eso me gustaba, por la sencilla razón que entre algunos menos viesen por dónde vendría el ataque, mejor. Ahora solo era cuestión de tiempo... El silencio era incómodo estando ahí, bebiendo el té sin más, luego tanto Yokubo como yo nos retiramos y volvimos al castillo sin mayor problema. Ahí, el tiempo se sintió eterno, los días transcurrían, días en las que por fin era rodeado de lujos y comodidades que jamás creí tener alguna vez en mi vida, me enteré de los movimientos de Gendo para con los suyos, ví partir a Sayuri, incluso me despedí de ella con una sonrisa mientras le deseaba éxito, uno que... Ojalá, fuese a la inversa. Saizo fué desplazado a otro lado, me sorprendió saber eso, pero por mí mejor, era el que más preocupado me tenía para nuestro secreto plan, por lo que a lo mucho solo Daidoji era el único que no se fiaba de mí, pero teniendo a Yokubo y a Giotai, supuse que no habría mayor drama. El resto de actividades vinieron, desde cursos de lectura y escritura que, genuinamente, me mantuvieron entretenido hasta cierto grado, pues jamás había podido aprender esto como era debido, me serviría para otra cosa que anhelaba hacer los próximos días. Presencié la bella y enorme farsa que era estar ahí en el palacio... Cómo la gente parecía llevar una vida completamente desapegada del caos de afuera, del hombre que ahora los dirigía... En definitiva, todo... Era tan bizarro. Sin embargo, de entre todo solo dos mujeres captaban mi atención, eran las hijas de Akishino, y a pesar que anhelé acercarme a hablar, era obvio que no podría hacer nada, así que... Simplemente las dejé en paz, una de ellas moriría a mis manos, y no sentía absolutamente nada por ello. Los días posteriores me las arreglaba para entrenar un poco, más que refinar técnicas, era para practicar momentos en las que me sirvieron desplazarme a velocidad y dar un corte preciso, letal... Así hasta que lo fui refinando, en otros momentos Gendo me llevaba al palacio Katsura, y aunque siempre agradecía la preocupación, me quedaba esperándolo, dejándome golpear por el aire, mientras solo me mantenía pensando en lo que haría en la boda, y cuando todo acabase... Lo que haría después. ¿Mi mensaje habrá llegado al Crisantemo Negro y compañía? No podía saberlo, era... Complicado, pero siendo honestos, dudaba que lo hicieran. Reflexioné momentos de todo el viaje hasta ahora una vez más, recordé las palabras de Kohaku en Shima, las de Yuzuki en Katsura... Reconsideré opciones, y empezaba a notar algo del que mi aún ciega furia no me permitieron ver... ¿Y si ahora sí estaba solo? ¿Y si ahora todos me odiaban a muerte? ¿Y si aún recibiendo ayuda, en el último momento decidían atacarme a traición? ¿Y si ahora hasta Takeda anhelaba hacer algo así? ¿Y si ellos me alejaban de mi venganza? No... Eso definitivamente no lo iba a permitir. Tiempo después, a lo largo de los días, me llevaron a varias fiestas, yo simplemente fluía como mejor podía, siempre mostrando calma o incluso algo de empatía cuando era preciso, pero realmente nunca hubo algo destacable, simplemente en aquellos momentos... Ya la situación en sí no me producía nada, la fiesta no me daba alegria alguna, los colores no me hacían sentir nada, las enseñanzas o los detalles me resultaban insulsos, simplemente... No podía pensar en otra cosa más que en mi venganza, y en el cómo lidiaria no solo con Gendo, si no con todos... Todos en general. Amaterasu, la diosa del sol, el Eterno Eclipse... Si era verdad todo eso, mataría el día, todo por mi ansia de poder, todo por mi venganza... Eso... Me resultaba de algún modo placentero de pensar, sí, genuinamente no me importaba ya nada, ni el mundo, ni el país, nadie... Pues si alguien como Yuzuki solo pensaba en matarme desde antes, conociendola ya debió convencer a todos que lo único que merecía era morir... Sin importar nada, sin importar las interacciones, los favores, las situaciones en las que incluso yo mismo arriesgué mi vida por ellos, todo... De seguro ya nada importaba. Claro, era tan fácil olvidar las cosas buenas que uno hacía por tí... ¿No? Pero me estaba precipitando, podría equivocarme y esperaba hacerlo pero... Por mucho que simplemente quería arrepentirme, no podía. Quería mi venganza... Así desatara en el proceso el peor de las calamidades. Como había pensado en Shima... Ya no estaba Shiori para contener toda esta oscuridad el cual ahora me dominaba, ya no estaba ella para mantenerla bajo llave, sellado, imposible de que salga... Y parecía que... No habría nadie para contenerlo, y los que me rodeaban ahora, al contrario, anhelaban que lo terminase de desatar. Y lo haría, vaya que lo haría... Los demás días transcurrieron, y en el día final, ya era el momento... Mientras el funeral de Akishino era llevado a cabo, en lo personal estaba en mi habitación un momento, haciendo mi propia y silenciosa fiesta, una del que simplemente coloqué un papel con mi nombre sobre un mueble, a lado de un incienso, y miraba aquello sin darle mayor relevancia de la que... al final, sí merecía. —... Feliz cumpleaños... Kuroki—. Murmuré, con un ligero toque de tristeza, pero después de un amplio suspiro, me puse serio de nuevo, y me desplacé fuera de ahí, era hora de actuar... Poco después me volví a organizar con Giotai y Yokubo, probé el traje, mi altura cambiaba, algunos añadidos cambiaban ligeramente mi físico a simple vista, no debía ser reconocido tan fácilmente... Todo estaba preparado. Mantuve la calma a pesar de que en mi interior estaba nervioso, nos aseguramos que todo seguiría en orden, Senkaku parecía algo preocupado por no tener a las personas de confianza allí, pero igual hizo lo que pudo por organizarlo todo como era debido... Una vez estuve satisfecho con los detalles a revisar para que todo fuese como era debido, asentí, entonces... Todo debía salir como era pensado. La noche llegó, luego la madrugada, luego unas horas más hasta que... El amanecer estaba ya dando visos de emerger. La boda se llevó a cabo, a la par que ahora sí yo me colocaba el traje con ayuda de Yokubo, especialmente en los últimos detalles, tomé a Nisshoku, y todo ya estaba en su lugar... Este... Era el verdadero fin de todos los que se atrevieran a mancillarme una vez más. Coloqué la funda de Nisshoku en su lugar, mientras esperaba la señal... Los presentes apagaron sus velas al unisono... Mientras yo ya era en esos momentos el Zorro Negro. Giotai dió el espacio, Amaterasu se presentó, y lo supe porque la katana me exigió lo que le quería dar... Sangre divina... Lo supe, aquello era el momento y caminé por fin, justo cuando el amanecer ya estaba presentándose y el calor empezaba a sentirse... Allí, mi figura resaltó, todos los presentes se mostraron sorprendidos, yo ya me daba una idea del verdadero porqué, pero eso no me importó, no perdí el tiempo, desenfundé a Nisshoku, el filo iluminó la estancia, ví cómo Gendo se preparó, pero yo empecé a correr a velocidad, haciendo gala de mi innata agilidad, nadie pudo detenerme, y cuando el Mori encendió en llamas su katana, yo simplemente di un breve pero preciso salto hacia adelante para cortar de un solo tajo y con precisión la cabeza de la ahora Emperatriz, mientras escuchaba el grito horrorizado de su hermana, y Amaterasu no podía hacer nada más que solo recibir ese letal impacto sin más... La cabeza rodó, pude escucharlo detrás mío, y pude ver como la sangre en la katana se empapaba, estaba hecho... Me mantuve así unos instantes antes de simplemente ir enfundando a Nisshoku, percibiendo a mi costado el fuego de Gendo, no limpié la katana, no lo necesitaba, de hecho... Yo ya no necesitaba nadamás. Me giré hacia Gendo, sin decir nada, no había dicho absolutamente nada en todo ese rato, Yokubo y compañía se acercaron a Gendo por mera precaución, pude escuchar a Daidoji advertir de Nisshoku, algo que me hizo sonreír con malicia debajo del casco. Pero Gendo decidió reaccionar de un modo más que favorable para mí, anunciando que el Zorro Negro solo se presenta a ante un lider justo, y acabó dando una ligera reverencia, algo que todos correspondieron mientras percibía yo también que el ambiente seguía muy oscuro... En aquella perspectiva, pude vislumbrar a dos figuras, el fuego de Gendo me hizo apenas verlos pero también reconocerlos... Eran Kuyo y Kaede, no reverenciaban, solo me miraban... Era un detalle muy interesante. Sentí a Nisshoku, sentí una energía y poder directamente únicos... No me importaba que no me hablase, lo único que me importaba era el poder que estaba buscando, y por fin... Por fin lo tenía conmigo. Por fin tenía el poder de aniquilar lo que se me pusiera enfrente, como, al final de cuentas, yo siempre había anhelado incluso desde que atacaron mi hogar, no volverme a sentir débil, ni patético, ni mucho menos vulnerable... Ahora nadie se burlaría de mí sin sufrir las consecuencias, no volverían a sentenciarme lo que era correcto o no, ahora, mi verdad sería la única si en verdad deseaba imponerla, nadie volvería a menospreciarme, ni mucho menos a utilizarme... Se lo había dicho a Gendo en Shima, ¿No? Anhelaba conocer mi verdadero poder, y ahora lo tenía... Con toda la experiencia adquirida aqui, todo el conocimiento, adquirir la escuela de Gendo y ahora un arma como Nisshoku, ¿Qué más quedaba? Nada... Ya no me faltaba nada. Tener ahora el Eclipse conmigo, me hizo sentir completo de forma definitiva, yo, Kuroki Fusatada, al fin lo tenía todo, después de haberlo entregado todo... ¿Decían que no merecía servir a Takeda? ¿Que debí ser asesinado mucho antes? ¿Que yo era oscuro? ¿Que mi misma oscuridad podría condenar al mundo? ¿Que yo era luz y ahora aquello era opacado? Si... Yo fuí luz... Y ahora, que este Eclipse les quede en claro justamente lo que todos me hicieron ahora, opacarlo... Apagarlo, y sumirlo todo en una oscuridad. En una oscuridad que yo había luchado tanto por sacarlos a todos de ahí. Pero ahora ya no me importaba, ahora lo entendía, las razones por las que Gendo me convenció cuando ofreció unirme a él, no solo era venganza, había sido una decisión de corazón, uno sincero... Tanto que era por ello que confiaba en mí, porque yo a pesar de todo había sido honesto, tanto como Kohaku me sentenciaba lo que hasta ahora, me había dolido al grado de matarme por completo... De matar mi esencia y mi luz. No, realmente no era el único, pero sí el que vino a sentenciar ese final. Así me gustaba más... Oscuridad, ahora podía entender porqué a Rengo le gustaba el mismo. Adoraba el detalle que Gendo me reverenciara, era un muy agradable toque poético para dar un discreto aviso del futuro que se le avecinaba... Pronto, Gendo no solo haría lo propio ante mí, si no que se arrodillaria cuando yo por fin pudiera acabar con él. Primero fuí yo y todo lo que era... Luego fué Amaterasu, y ahora... Sigues tú, Gendo Mori. Tú... Y todos los que decidan interferir en mi venganza. Cuando Gendo volvió a mirarme, si es que lo hacía, simplemente le dediqué un breve asentimiento con la cabeza, de nuevo, sin pronunciar palabra alguna o sonido siquiera, relajé la postura y empecé a caminar de vuelta por donde vine, ví la cabeza de Tokuko, pero pasé de largo como si aquello fuese cualquier cosa, mientras percibía cómo una segunda luna se elevaba, el amanecer no llegó... El día había sido exterminado. Y yo seguía sin sentir nada por ello. Mis pasos reverbraron por la estancia, mi trabajo estaba hecho, ahora... Solo quedaba terminarlo. Era hora de que Japón entero conociera las consecuencias por haberse metido conmigo.
La eterna obscuridad reinó; las personas comenzaron a preocuparse. Incluso Senkaku, Daidoji y Kira se comenzaron a alterar al ver que el sol no parecía iluminar. Gendo se irguió entre risas para acercarse a Kuroki, lo reconocía; lo tomó de los hombros y le sonrió orgulloso. —Me llenas de orgullo, muchacho. He depositado mi confianza en la persona correcta —dijo señalando a todos los súbditos que miraban anonadados — Míralos, indefensos. Débiles —volvió a Kuroki —Por eso estás por encima de ellos; por eso te rinden honores. El miedo que has sembrado en ellos resonará por generaciones. Gendo hizo lo que jamás había hecho en público. E incluso muchos de los suyos jamás lo habían visto hacerlo entre los suyos. Gendo abrazó a Kuroki, un abrazo sincero, cómo el de un padre orgulloso. —Acepta el nombre de mi clan; se mi heredero — le propuso sin soltarlo —Dominemos todo esto, juntos. Contenido oculto Gigavehl