Azotea

Gracias a Dios a la santurrona aquí presente le habían otorgado el poder de la introspección, porque ya verías tú qué risas si se hubiese puesto a soltar una cátedra sobre los efectos de cigarro en el cuerpo y las drogas en general. Vaya fiasco iba a llevarse la criatura al saber que la naturaleza de la posible muerte nada tenía que ver con la elección de consumo, pero como la era capaz de pensar dentro de su cabeza al menos estábamos libres de semejante manera de iniciar una conversación. Ni ella ni yo estábamos en condiciones de gastar energía.

Le di una calada profunda al tabaco, exhalé el humo y al menos tuve la decencia de dejarlo ir en una dirección que no fuese la suya. Observé la nubecilla alejarse, arrastrada por el viento de la altura de la azotea.

—¿Otro informático, como el viejo de Sonnen? —No fue una pregunta, la verdad fue más un pensamiento en voz alta—. Va, me sirve. Pregúntale cuándo tiene tiempo y me avisas.

No fui capaz de recordar si la vez anterior había intercambiado número con ella, la verdad que no.

—No me acuerdo si la otra vez te dejé mi número, si no pues te lo dicto para que lo anotes. ¿Sabes si el resto van a participar o vamos a ser solo tú y yo, linda?

El resto decía yo y no podía acordarme de un solo nombre más.

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no pasa nada uvu

 

Quizás había que darle gracias a la vida que nunca nos habían juntado a los dos de mala leche, porque era posible que Makris y yo acabáramos matándonos entre nosotros en un mal día. Ella era un grano en el culo, migraña o no, y cuando a mí se me acababa el combustible de bufón todo se iba mucho más a la mierda. Sonnen se aguantaba la insolencia de esta chica por Vólkov, pero yo no tenía nada que me obligara a algo como eso, así que mejor que lleváramos la fiesta en paz.

Seguí fumando cuidando de no echarle el humo encima, todo lo que pesqué de su respuesta fue que no teníamos el número del otro y estiré la mano libre para recibir su móvil. Me anoté con mi nombre y se lo regresé, pensando en lo innecesariamente edgy que eran las respuestas de esta niña cuando le hacía preguntas de sí o no o de respuesta corta.

—Supongo que sí —resolví con algo más de acidez de la que anticipaba a su comentario de que ya mucha decencia había tenido al buscarme.

Le di una última calada al cigarro aunque todavía le salían un par más, rasqué la colilla contra la reja para apagarla y luego la dejé caer por ella, para no dejarla en el piso aunque era lo mismo en verdad. Solo caería en el techo siguiente o hasta desplomarse al suelo de abajo, yo qué sabía. El caso es que de repente quería reducir las edgy respuestas a cero, las suyas quería decir.

—Pues sí —contesté a lo de que era mejor entre más rápido termináramos—. Bueno, me escribes cuando tu viejo pueda y aparezco. Nos vemos, Makris.

Despegué la espalda de la reja, despedí a la chica con un movimiento de mano y desaparecí por la puerta.

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y eso fue todo lo que me permitió Arata JAJAJAJ y mañana cambiamos de periodo igual, so por acá cierro uwu7

 

Fue terriblemente cruel, ¿no? La manera en que, consciente de los sectores más débiles del pobre mocoso, había tomado la daga empapada del veneno más dañino y se la había clavado en el centro del pecho sin dudar. Le había dicho que era un inútil, había pensado que era demasiado y ahora lo apuñalaba donde ni él mismo terminaba de reconocer que estaba astillado. Al mismo chico que me había dicho que le pidiera perdón a Yuzu, a la que le había dicho algo casi igual de espantoso, al mismo que había pasado pendiente de mí y se había preocupado, al que confiaba en mí al decir que yo no podía haberlo vendido.

La sangre de la herida me empapó las manos y la mirada aterrorizada de Cayden, la que se forzó a resetear, me persiguió el resto del día. Me persiguió porque ahora no estaba lo bastante intoxicado para olvidarla, como no podía recordar las lágrimas de Yuzu, solo lo que le había dicho. Alegaba no querer arrastrar a nadie pero me llevaba a todos por delante, una y otra vez.

El único pecado de Yuzuki fue buscarme.

¿Y el de Cayden?​

No me había dicho, la única mierda que era prácticamente de vida o muerte, no me la había dicho, ¿qué demonios sentiría él si la historia fuese al revés? ¿Por qué no abría la boca y lo había dejado pasar? ¿Por qué se guardaba todo? Quería tratar de no seguir alimentando una furia que ya de por sí había demostrado ser mortal, pero tampoco me podían pedir milagros. No cuando en casa mamá seguía débil, Sei tenía cara de muerto en vida e Izu brincaba a la mínima cosa, nervioso. No cuando la sombra del maldito imbécil de Wickham no dejaba en paz a Sasha.

El hijo de puta había ganado, como siempre.

Y yo estaba desgastado.​

Ayer cuando subí al tercer piso husmeé la 3-1 solo para darme cuenta que Sasha no estaba y entonces salí a la azotea a fumar como les había dicho a Matsuo y Dunn, fumé rápido con tal de evitar más visitantes innecesarios y resto del día se diluyó de formas extrañas. Seguí tratando de mapear el incidente, me esforcé por tratar de encontrar algo que se saliera de lo normal, pero no pude porque si retrocedía demasiado los recuerdos solo desaparecían. La muerte del viejo hijo de puta había creado un agujero negro donde un montón de cosas se habían perdido.

A la mañana siguiente llegué a la escuela, aparqué la moto y entré al edificio peor que caballo con anteojeras, lo que menos quería era toparme a Cayden, aunque seguro él me estaría evitando también, pero ciertamente no tenía ganas de lidiar con nadie más, involucrado o no en mi puñalada. No vi a Mason con el cabrón, aunque el timbre de su voz no se me perdía y vaya que lo oí, pero al no percibir el tono del cabello de Sasha por el rabillo del ojo lo anulé y esquivé el camino que me haría cruzármelo incluso si debía dar la vuelta más larga de la historia.

Con los protocolos escolares cumplidos subí cada piso hasta que alcancé la puerta de la azotea que me escupió al exterior. Caminé hasta el punto más alejado, eché la espalda en la reja y saqué un paquete de tabaco recién comprado, lo abrí con movimientos bruscos y me llevé el cigarro a los labios. Al encenderlo di una calada profunda y liberé el humo al cielo, encapotado de por sí.

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rellenito salvaje y doble post porque arata no es él si no se manda cuarenta cagadas a la semana (???

 

¿Había algún motivo en particular por el que había decidido subir a la azotea aquella mañana? Ninguno, realmente. Habían sido días muy tranquilos en los que me había enfocado en venir a clase y estudiar, así que estaba un poco aburrido a aquellas alturas. Quería decir, no era yo alguien que buscara meterse en problemas por amor al arte, pero tampoco le diría que no a algo diferente de vez en cuando.

Así pues, subí a la azotea, porque aquella mañana había llegado con un buen número de nubes y pensé que era una motivación más que suficiente. No esperé, a decir verdad, encontrarme con alguien más que hubiera tenido la misma idea, pero eso no me paró en lo más mínimo. De hecho, rápidamente reconocí al muchacho que me había dado el tour cuando llegué nuevo y me sonreí, cerrando la puerta a mis espaldas.

—Fumar es malo para la salud —dije con una sonrisa ligera, habiéndome acercado a su posición con las manos en los bolsillo del pantalón—. ¿No te lo habían dicho nunca?

 

Tuve que usar bastantes neuronas en desconectar la cabeza, porque entre el tabaco y beberme hasta el agua del caño, de repente la segunda sonaba muy tentadora, pero ya no tenía tiempo para mierdas. Esta vez si el descarrilamiento de mi propio tren me dejaba fuera de juego físicamente Yuzu no me buscaría, Cayden no me llamaría y Hikari estaría huyendo como hace años. Era la trampa que yo mismo había construido, así que lo más decente era no ponerme a jugar de intrépido en al menos una cosa.

Me había quedado mirando el suelo algunos metros más allá, fumando en automático y cuando escuché la puerta abrirse solo me quedó esperar que no se tratara de ninguno de los de la película de ayer, que tan siquiera eso se me concediera. Disimulé el alivio al ver aparecer a Thornton que no tardó en acercarse, le di otra calada al tabaco y cuando estaba soltando el humo la criatura dijo que fumar era malo para la salud.

Giré la mano para mirar el cigarro como si me hubiesen dicho una información trascendental, impactado por saber que meterme humo con un montón de porquerías a los pulmones era malo para salud, pero luego me encogí de hombros dando otra calada. Digamos que la ligereza de su sonrisa me forzó a regular cualquier respuesta de mierda que hubiese dado en otro escenario y lo miré, reflejando el gesto a medias.

—Parece que has venido a cambiarme la vida, pero no lo suficiente —apañé solo por la estupidez, con el olor del humo pegado en la nariz, y ladeé la cabeza—. ¿Debo asumir que no quieres dañar tu salud?

 

Mi apunte hizo que Arata mirara el cigarrillo entre sus manos con una expresión que me resultó bastante graciosa, pues parecía como si mis palabras le hubieran descubierto el secreto mejor oculto del Universo. Se me escapó una risa nasal por el gesto, aunque poco después él continuó fumando como si nada y no me quedó más remedio que negar con la cabeza, en un gesto de absoluta derrota. Bueno, mi filosofía era que cada uno se mataba como quería, así que...

—Intento evitarlo lo máximo posible, sí —admití, sin perder la sonrisa en ningún momento.

Apoyé la espalda sobre la verja, levantando la vista para poder mirar las nubes durante un par de segundos, y poco después volví a girar la cabeza en dirección al chico.

>>Hace mucho que no hablamos, ¿eh? ¿Qué tal has estado? ¿Me has echado de menos~?

 

La verdad en tanto el chico no fuese a soltarme una cátedra me daba igual el apunte de que me estaba matando, básicamente, y como a él en apariencia le importaba bastante poco entonces estábamos en paz. Seguí fumando, él negó con la cabeza y me dejó morirme como se me antojara, lo que al menos me arrancó una risa nasal parecida a la suya.

—Bien por ti, bien por ti —respondí a lo de que buscaba evitar dañar su salud.

Lo vi apoyar la espalda en la reja y seguí fumando esta vez con cuidado de no echarle el humo encima como había hecho con Makris. Miró las nubes, lo imité y volví a verlo al percibir sus ojos encima, el comentario que soltó me hizo reír.

—Ahora que lo dices es cierto. Espero no haberte roto el corazón —dije un pesar de lo más exagerado—. ¿Echarte de menos? Claro, ¿te puedes imaginar cómo me quedaba mirando el techo por las noches y pensando qué habría sido de ti?

Había evitado a conciencia la pregunta de cómo había estado, no quería meterme allí y a él seguramente no le importaría suficiente el esquive. Igual mi propia estupidez me estiró una sonrisa y lo miré, divertido.

—¿Te ha tratado bien la academia o necesitas guía de nuevo?

 

Creía que no había que ser ningún genio para darse cuenta que Arata no estaba del todo bien, aunque también era cierto que yo tenía cierta tendencia a fijarme en detalles que para otros solían pasar desapercibidos. No pretendía inmiscuirme en la vida de nadie, cabía aclarar, pero no negaría que sentí algo de satisfacción personal al ver que se acoplaba a mi broma con tanta facilidad, especialmente después de haber dejado salir una risa que me pareció bastante genuina.

—Un poco, pero ya he tenido tiempo de cicatrizar... —murmuré en respuesta a su primer comentario, impostándome un tono de derrota que solo se acentuó más al seguir hablando después—. Ya veo. Suelo crear ese efecto en la gente, así que asumo parte de la culpa...

Pude mantener la fachada un par de segundos más, hasta que finalmente no pude soportarlo más y se me escapó una carcajada divertida. Relajé el semblante, pues, y sonreí mientras me encogí de hombros por su pregunta.

>>Bien, sí. En tanto siga ubicando las aulas y no acabe metido en una clase de primero por error, me doy por satisfecho. ¿Y tú has tenido que hacer de guía para alguien más? Me haría daño saber que no soy el único, pero supongo que podía superarlo con el tiempo...

 

Puede que la única titulación que me había sacado en la vida a mucha honra fuese la de hacerme el imbécil, bromeaba, reía y molestaba como si el mundo no estuviera empeñado en colapsar sobre sí cada día. Solo esa manera conocía para moverme, ni más ni menos, al menos hasta que aparecían a rascarme las pelotas y terminaba llevándome a todos por delante. Todo estaba bien en tanto me dejaran seguir el teatro de bufón sin pausa.

Volví a reír al escuchar la nueva estupidez que dijo, el tono de derrota me obligó a contener una carcajada para mantenerme serio, pero también en apariencia arrepentido y dolido al mismo tiempo. A ver, lo mantuve tanto como pude, porque fue escucharlo reír a él y que la carcajada que había contenido me sacudiera el pecho, la risa me duró un rato y la ahogué con la última calada del cigarro.

—Ya, ya. No nos pongas a llorar tan temprano —dije estirando la mano libre para darle un par de palmadas firmes en el hombro.

Su respuesta a mi pregunta me estiró una sonrisa en el rostro, sacudí la colilla contra la reja mientras tanto y la dejé caer entre los huecos para que fuese a perderse solo Dios sabría dónde. Giré el rostro para mirarlo y ladeé la cabeza, en apariencia ignorante al asunto de otras guías.

—Yo sé que mi tour no fue taaan bueno, pero si entrabas a una clase de primero me preocuparía más por tu comprensión del espacio que por el nivel del guía turístico. —Antes de seguir hablando tomé aire y lo dejé salir en un suspiro dramático—. ¿Después o antes de ti, preguntas? Bueno, mejor no te doy demasiados detalles, ¿o sí? Sería una pena romperte el corazón dos veces, campeón, una pena en verdad.

 

Que Arata mencionara un posible llanto cuando ambos estábamos riéndonos de aquella manera era bastante divertido de por sí, por lo que fue inevitable que la carcajada se me intensificara después de todo. Asentí un par de veces con la cabeza, queriendo indicarle que estaba bien y que, tal y como me había pedido, no me iba a poner a llorar tan temprano, y una vez estuve más relajado, pude fijarme en que el chico había acabado su cigarro; seguí el recorrido que hizo durante un par de segundos, antes de volver a conectar con la mirada de Arata.

—Las clases de tercero podrían haber estado en el primer piso... —argumenté, con cierto aire de desinterés y una sonrisa ligera, antes de echar la vista al cielo en un gesto pensativo que me duró un par de segundos—. Ser segundo plato o no ser suficiente, ¿eh? Difícil elección, indeed... ¡Creo que prefiero no saberlo, después de todo!

Saqué el móvil del bolsillo y miré la hora, comprobando que quedaba poco para que empezasen las clases.

>>Voy a ir entrando... —avisé hacia el muchacho, guardando de nuevo el aparato—. ¿Vienes?

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voy cerrando por aquí uwu un placer <3

 

Había que reconocerle a este chico que soltaba estupideces y se acoplaba a ellas con bastante fluidez, el posible llanto que mencioné lo hizo reír con más ganas. Lo vi asentir para decirme que no iba a ponerse a llorar tan temprano, la risa también se me intensificó en ese instante y sentí el cuerpo algo más flojo, pero esa misma relajación repentina me devolvió la tensión porque no la merecía. No merecía una pizca de calma.

El pensamiento lo ahogué como pude, escuché lo que dijo Thornton de que las clases de tercero podrían haber estado en el primer piso y lo miré un instante, divertido. No tenía sentido, aunque igual habría tenido su gracia haberlo perdido en el tour solo para ver dónde acaba metido el pobre diablo incluso si todo estaba debidamente etiquetado.

—Entonces cumpliré con tus deseos y no te lo diré —secundé a lo siguiente, levantando las manos en señal de rendición—. Así cuidamos tu corazón y el mío.

Lo vio mirar el teléfono, asumí que igual era hora de ir entrando y cuando me preguntó si iba con él negué suavemente con la cabeza. Suspiré, escarbé el bolsillo por cajetilla.

—Me fumaré otro, ve tú. Nos vemos en un rato~

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gracias por caerme con kenny boy uwu

 

Resoplé con fuerza cuando puse un pie en el exterior, echando un vistazo de puro desprecio a las nubes del cielo, pero como todavía no tenía ninguna clase de superpoder que pudiera cambiar el tiempo a mi antojo, no me quedó más remedio que bajar la vista junto a un suspiro de total y completa derrota. Incluso con la coleta tan bonita que me había hecho esa mañana, el pelo se me estaba poniendo fino, y eso me ponía de muy mal humor. ¡Vivía a base de mi belleza, después de todo!

—Fucking waste of a day.... —murmuré, antes de llevarme un cigarro a los labios.

Me costó un poco hacer que el mechero funcionase, de repente les daba por fallar a todos los que tenía desperdigados por casa, pero al final lo conseguí y pude darle una buena calada al tabaco. Ah, ah, so much better...

 

El día anterior había llovido un montón, lo que prácticamente se traducía en que había sido un coñazo de día. La escuela me daba pereza y la lluvia me daba muchísima pereza, así que tener que venir a clases un día lluvioso era una de las cosas que más pereza me daban en el mundo. Tuve que venir, ¿qué otra cosa iba a hacer? Me quedé dormida durante las lecciones y en el receso me fui a seguir con la siesta en la enfermería; cuando llegué a casa por la tarde... pues me acurruqué en el sofá y me encendí la tele, aunque en realidad seguí adormilada hasta que llegó la noche y ya me fui a dormir de verdad. ¡Y por eso no me gustaban los días de lluvia! ¡No podía hacer nada divertido!

¡Ah! Pero eso había cambiado hoy, ¡vaya que sí! Había dejado de llover, y aunque hacía un viento considerable, aquello para mí ya era una victoria. ¿Y qué mejor que subir a la azotea para celebrarlo? ¡Nada! ¡Era un plan perfecto! Ni siquiera me apetecía especialmente fumar ni nada... solo quería disfrutar del aire libre sin tener gotas de agua cayéndome encima constantemente. No era tan pedir, ¿cierto~?

—Oh, it's so nice~ —canturreé, paseando tranquilamente por el lugar tras haberme estirado por completo en la entrada.

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Gigi Blanche heyo, did u miss me u///u

 

Llevaba persiguiendo a Ali desde los casilleros. No, a ver, eso sonaba mal, el caso era que la había visto entrando un par de metros por delante y quise acercarme, pero me distraje saludando a otro compañero y ella acabó su cambio de zapatos antes de lo estimado. A partir de ese momento, bueno, sí: decidí perseguirla. Hice mi propia rutina a velocidad y me divertí subiendo las escaleras detrás suyo, cuidando que no me notara. Pensé que la alcanzaría entrando al aula y allí la asustaría, pero viró hacia la azotea y volvió a desbaratarme los planes. ¡A ver! ¿Uno ya no podía hacer bromas en paz?

Activé el modo ninja, whatever was that, y abrí la puerta con sumo cuidado. Al asomar la cabeza la vi estirándose de espaldas a mí y, en cuanto empezó a caminar, supe que era mi oportunidad. Sonreí, entusiasmado, y me colé de puntillas en el espacio. Avancé y avancé sin hacer un sonido hasta que le estampé las manos en los hombros de repente, sacudiéndola.

—¡Bu! —exclamé sobre su oído, largando la risa al instante.

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hola, preciosura 7u7

 

A aquellas alturas de mi vida escolar, ya sabía perfectamente que la azotea por la mañana era uno de los mejores destinos para estar tranquila, porque muy poquitos alumnos decidían subir ahí antes de empezar las clases (y mucho menos con el viento que estaba soplando en esos momentos). Así pues, me relajé de sobremanera una vez estuve arriba y, con ello, no fui para nada consciente de la otra presencia que también se había plantado en la zona conmigo.

El repentino toque sobre mis hombros me hizo dar un respingo bastante notable, y suerte tuvo Joey de que me diera la neurona para reconocerlo, porque pude controlar parte de mi reacción gracias a ello. Me giré de forma abrupta en cuanto tuve la oportunidad, frunciendo el ceño en un claro gesto de molestia, y estuve a puntito de abrir la boca y soltar toda clase de demonios por la misma... pero me retracté en el último segundo por alguna especie de inspiración divina.

—¿Uhm~? —solté, llevándome una mano a la mejilla mientras miraba al frente con obvia expresión de confusión.

Me hice la loca ante la presencia de Joey, pues, y empecé a mirar en todas las direcciones posibles menos en la suya. Alargué el paripé hasta el punto de dar una vuelta a su alrededor sin hacerle caso, y al final terminé por colocarme frente a él de nuevo, clavándole la vista encima por fin.

>>Qué raro... me pregunto si habrá sido un fantasma~

 

Más allá del respingo inicial, mi predicción había sido que Ali voltearía, se enfadaría conmigo y me aventaría la rabieta del año, pero al ver cómo se desviaba de mi idea e ignoraba mi presencia... una sonrisa amplia curvó mis labios, divertido. Me crucé de brazos, mirándola fijamente en un gesto expectante. No giré el torso en cuanto ella me rebasó, seguí sus movimientos con el oído y tuve que desarmar la postura para arrastrar mi cabello hacia atrás, que con este viento infernal se me estaba metiendo en la cara.

—¿Puedes verme? ¡No me digas que puedes verme! ¡Al fin! —exclamé, muy alegre, y luego solté un suspiro pesado, juntando las cejas en un gesto compungido—. Fue terrible, Ali, terrible. Tuve que ver a Matty echándole queso fundido a los huevos revueltos sin poder hacer nada al respecto ¡y andaba desnudo por la casa! ¡Cantando! Jamás pensé que convertirme en fantasma sería tan desesperante.

Mi actitud cambió como si hubiese bajado un interruptor, esbocé una sonrisa sedosa y me acerqué a ella, rodeando su cintura con un brazo.

—Aunque... —murmuré, paseando la vista por su rostro adrede—. ¿Te imaginas las cosas divertidas que podríamos hacer~?

 

Fui perfectamente consciente de todas las reacciones de Joey, incluso si estaba montándome todo aquel teatro de no estar viéndolo, y como tal, no pude evitar sorprenderme un poco cuando su respuesta por todo fue mostrarse bien alegre y decir que estaba aliviado de que pudiera verlo. Pensé que haría al menos un poco de berrinche por todo mi intento de ignorarlo, pero ese no fue el caso para nada y... bueno, digamos que me decepcionó un poquito no conseguirlo, pero ni modo.

—¿Los fantasmas pueden ver a Matty desnudo? ¡De repente me interesa mucho convertirme en uno! —exclamé junto a una risa divertida, sin pretender disimular en ningún momento que aquel era el único detalle que mi mente había querido registrar de toda la conversación.

Me sonreí cuando lo vi cambiar su expresión de manera tan abrupta, permitiéndole invadir mi espacio sin ninguna clase de problema, y aproveché la cercanía para llevar las manos hacia su cabello. El viento seguía poniéndoselo como loco, así que me entretuve peinándoselo hacia atrás mientras le escuchaba hablar, y poco después mi sonrisa se ensanchó ante su pregunta.

>>Un montón de cosas, indeed~ —canturreé, justo antes de deslizar las manos hacia sus mejillas y apretujárselas ligeramente—. Ahora me tienes que prometer que cuando nos muramos, vamos a volver juntos como fantasmas para embrujar la escuela y divertirnos a costa de los nuevos niños pijos. ¿Me lo prometes~?

 

Por supuesto que a la condenada sólo le interesó la parte de conocer a mi hermano como había venido al mundo. Pobre Matty, si algún día efectivamente ocurría algo así se avergonzaría tanto que no podría dirigirle la palabra a Ali quién sabe cuánto tiempo; y eso a ella, sin ninguna duda, le gustaría aún más. Mi sonrisa se amplió y me encogí de hombros, alzando los brazos a la vez.

—Apologies, love, it's only a Wickham's privilege.

Tras envolver su cintura, ella arrastró mi cabello hacia atrás con ambas manos y cerré los ojos brevemente, aflojando el cuello. Reajusté la posición, ubiqué mis propias manos a los costados de su cintura y comencé a dejarle caricias vagas con el pulgar. Su idea me arrancó una risa floja.

—Anotado. Nada como mear en los pantalones a un niño pijo de buena mañana.

Mi sonrisa se torció ligeramente, afiancé los dedos y la atraje un par de centímetros con delicadeza.

—¿Alguna otra solicitud~?