Clever: Capítulo 1: Una nueva vida

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La paz que siento es indescriptible. El crystalium se siente como aquellas veces en el salón de meditación o los patios del priorato. Puedo relajar mi mente, dejarla en blanco a ratos, hasta que mis pensamientos vuelven a apoderarse de mí,... mas... lo importante es que mi cuerpo lo entiende y mi don,... aquel que me fue dado desde el cielo... trabaja en mí... para volverme más fuerte... para seguir siendo útil a los demás...

Me siento... más fuerte... más,... capaz.

Finalmente, estoy en paz. Así que es el momento de abandonar mi meditación. Hay cosas que debo atender así que es hora de ponerme en marcha. Salí del agua y me sequé los pies, me puse las botas y emprendí mi marcha. Antes de salir del Crystalium, voltee a ver nuevamente, de que todo estuviera en su sitio. Este lugar nos pertenece a todos, con el mismo derecho como alumnos, así que es mi obligación cuidarlo y ruego al cielo que mis compañeros también puedan hacer buen uso de él y alcanzar paz en sus corazones.

Al salir, pude notar como la señorita Shinne aguardaba. No parecía que se dirigiera al Crystalium, más parecía que aguardaba mi llegada.

— Muy buenos días tenga usted señorita Shinne—, la saludé, inclinando mi cabeza y esbozando una leve sonrisa. De alguna manera, su templanza me hacía recordar en cierta manera a mis compañeras más jóvenes, de mi edad, dentro del Culto de los Predilectos, con ese mismo aire, siempre dispuesta a compartir y ayudar al prójimo.

— ¿Leer acerca de historia y mitología? ¡ME ENCANTARÍA! ¡Y QUE OPORTUNO, PUESTO QUE AYER PEDÍ UN LIBRO DE LA BIBLIOTECA Y...!

En eso noté que lo estaba haciendo otra vez... aunque la maestra Sasha dice que está bien que demuestre interés, mas...

... ¡n-no!,... esto... ¡q-quiero decir...! En este momento tenía pensado ir con el director y consultar acerca del joven señor Drenvor, aunque quizás usted ya tenga alguna información. Recuerdo que usted y el señor Drenvor eran muy cercanos. Si me permite el atrevimiento, me gustaría que me informase lo que sea que haya oído de los docentes, ya que no he dejado de pensar en aquello desde anoche.

Que bochornosa actitud estoy demostrando, de alguien como yo que está al servicio de los demás, debo tener cuidado de no mostrar tanta efusividad cada vez que me sugieren ocuparme en la lectura, pues no es digno de una sacerdotiza ocuparse de sus propios deseos vanales.
La señorita Shinne parecía calmada, eso me hacía pensar que quizás ella ya había hablado con el director o algún docente, y podría saber algo del señor Drenvor.

Al verla de esa manera, recordé que aún no le había planteado mi duda de ayer... aunque es cierto que me da cierto reparo hacerlo... pero quizás esta sea el mejor momento....

— Señorita Shinne... esto... no sé como decirlo... pero...— dije quitando la mirada y algo ruborizada...

— Quisiera... pedirle ayuda con algo... Verá...
... es que... ayer pedí prestado un libro,... y la maestra Sasha me dijo que podía consultar el plazo de entrega en cualquier terminal digital de este establecimiento... pero...

.. Yo... bueno...

... no sé como utilizar una computadora... ​

...​

En el priorato sólo se me permitía utilizar computadoras en muy contadas ocasiones, y sólo con fines académicos bajo supervisión de una institutriz,... ya que como sacerdotiza, se me tenía prohibido hacer contacto con un ambiente tan distendido... como lo son las redes computacionales. Según las sacerdotizas, las redes computacionales... ¿internet? son una puerta abierta a diferentes pasiones mundanas que ensucian la mente...


— Creí que esto sería más fácil, como cuando votamos al delegado en el salón de clases, mas...


Dicho esto, pensaba en el libro. Así como hice con el joven Redneval, quizás sea buena idea leer esta vez en compañía de la señorita Shinne, y así afianzar mejor nuestros lazos.