Azotea

Tema en 'Cuarta planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido city gakkouer

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    Esperé cuando lo dijo, notando que pareció darse cuenta de algo, luego me cuestionó sino me había preguntado de donde era y reí apenas, negando con la cabeza. No lo veía como un dato muy relevante. Me senté, lo observé desde abajo y di un par de palmaditas suaves sobre el suelo, invitándolo a sentarse conmigo porque de pie no podría compartirle lo que había cocinado mamá la noche anterior.

    —Rusia no es un País que recomiende visitar, es muy gris si me lo preguntas —ya era más que obvio mis raíces. Tampoco tenía conocimiento de donde había nacido David, así que por cortesía regresé la pregunta—. ¿Y tú? Suenas a estadounidense, pero puedo estar errado.

    Comencé a destapar el bento, mi madre había hecho de cena Esturión, había sobrado por lo que aprovechamos ambos, ella para llevarlo de almuerzo a su trabajo y yo para traer a la escuela. Era algo bastante costoso, y pocas veces los comíamos en casa, por lo que le tenía cierto gusto. Estaba horneado y acompañado con vegetales. Limpié el tenedor con una servilleta que traía también envuelta en la pañoleta azul que lo cubría, sujeté un trozo y se lo extendí para que sujetara el implemento y lo probara.

    —Me dices qué tal. No somos cocineros profesionales ni nada, pero algo hacemos —bromeé con el tono de voz de siempre. Comí luego, aunque sujeté una parte del pez con algo de verduras, y ya luego de un rato en silencio pregunté—: De casualidad, ¿conoces el amigo de Alisha?
     
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    Lo mismo, como no habíamos tenido charlas más allá de las peripecias académicas ni siquiera me había detenido a pensar en que no sabíamos la procedencia del otro. No que fuera importante, estaba claro que éramos extranjeros que daba gusto, pero la pregunta de la comida rusa me hizo sentir una pizca de curiosidad en medio de mi calma ilusoria.

    De cualquier manera, me senté cuando me invitó a hacerlo y que dijera que no recomendaba visitar Rusia me hizo soltar una risa, uno podía debatir hasta dónde un país podía ser tan gris como lo decían sus habitantes. Las ciudades en Estados Unidos eran grises, aquí eran grises, el cemento era siempre gris en cualquier lado. Sin embargo, cada país tenía lo suyo suponía, al menos algo de arte para quitarle lo acromático.

    —Lo soy, sí. De un pueblo pequeño del condado de Blair, en Pennsilvania —respondí sin mucho problema—. No lo definiría como gris, como tú a Rusia.

    Me distraje al verlo abrir el bento, noté que era pescado aunque no de qué clase, parecía hecho al horno con vegetales. Recibí el tenedor como si nada, probé el bocado y sonreí al masticar, sabía bastante bien. ¡Y eso que no sabía que estaba comiendo de donde sacaban el caviar! En fin, esos eran detalles.

    —Está muy rico. Si no son cocineros profesionales entonces deberían serlo —bromeé aunque la tontería cargó su pizca de verdad.

    Si pretendí decir algo más, la cabeza me quedó en blanco de repente, regresé a cuando Sasha habló conmigo en el campamento y pasé saliva. Disimulé como un campeón, claro, y me dediqué a ir desenvolviendo mi almuerzo.

    —¿Joey? Es el chico de la 3-1, el de cabello negro y ojos oscuros. Se parece un poco a Sonnen y a tu amigo, si lo piensas, ¿por qué preguntas?

    *smiles in pain*
     
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    Nunca había visitado Estados unidos, no era lo que se dice un trotamundo apasionado por conocer diferentes países en realidad, pero si guardaba cierta ilusión de estar en alguna playa cuando caía el verano, aunque bueno, las posibilidades eran nulas por cuestiones de salud, como siempre. Quizá por eso era uno de mis anhelos más latente.

    —¿Qué color le otorgarías? —me apeteció curiosear en su realidad.

    No, definitivamente no éramos cocineros profesionales, solo que el pez era costoso. Acompañé su comentario con una risa suave, había sido un buen prólogo para lo que en realidad le diría después; se decía que lo mejor era suavizar las cosas, y ya después tensarlas de a poco, bueno, a mi me funcionaba a medias, las conversaciones incómodas simplemente debían darse, de lo contrario viviríamos en una falsedad absurda.

    Mencionó el nombre del susodicho. Era la primera vez que lo escuchaba, así que lo grabé en automático. Revolví un poco la comidad después, deteniéndome cuando mencionó que se parecía fisícamente a mi mejor amigo, y quizá a Sonnen, el de la clase, y simplemente pensé que ese pedazo de suciedad no se parecía en lo más mínimo al par mencionado con anterioridad. Dejé el tenedor porque no vi caso en disimular la molestia, procediendo a destapar la botella de té.

    —Me desagrada ver a un hombre fastidiando una mujer, considero que es desproporcionado, por donde se le mire —bebí un sorbo y ya luego dije lo que vi—: y es lo que noto que hace él con ella. Semanas atrás hizo lo mismo en el salón de clase, practicamente la envió a la enfermería, escondiéndose, y fingí que él yo estar con ella había sido una casualidad porque la seguí luego de eso.

    Practicamente era un profesional quedándome callado, en parte quise creer que no se repetiría.

    >> Y ayer fue lo mismo en los casilleros, y no es algo solo verbal o psicológico, él también ejerce contacto físico —volví a sujetar el tenedor, aunque ya no tenía hambre.
     
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    Zireael

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    —Verde musgo, tal vez —respondí a lo del color que le otorgaría a Northwood, ni siquiera lo pensé.

    Bueno, pez fino o no, Rusia gris o no, todo eso pasó a segundo plano y entendí que la intención de Suiren había sido esta desde el inicio, que era eso lo que contenía la invitación a almorzar. Era una buena aproximación, no podía juzgarlo por ello, y me pregunté si este chico habría tenido que debatirse entre buscarme a mí o buscarme a Shimizu. No por lo que a mí me significara, si no porque implicaba sentarse a sopesar lo que podría implicar decírselo al otro loco.

    ¿Qué le había dicho a Sasha?

    Que él había querido quemar el mundo.

    Quizás debíamos dejarlo, de hecho, ¿por qué demonios no?


    La molestia con que Suiren regresó el tenedor a la comida se amalgamó con la que yo había sentido al saber lo que habían hecho, la confesión de que todavía podía oír a Alisha y sentir a Wickham encima. Lo que había sentido entonces se parecía bastante a la ira, pero también demasiado a la impotencia, y supuse que debería sentirme así el resto de mi vida o hasta que eligiera dejar de... ¿De qué? Dejar de vivir en un terrario donde la vida no avanzaba.

    Esperé, lo hice y cuando Suiren dijo que le desagradaba ver a un hombre fastidiando a una mujer sentí que el único bocado que había comido se convertía en una piedra en mi estómago. Detuve el movimiento de mis manos, no creía poder seguir fingiendo demencia en lo más mínimo y al mirar dentro de mí, en el vacío que observaba constantemente, una vez más al estirar la mano alcancé un amasijo de emociones. Se me pegó a las manos, se esparció como la hiedra y me hizo quedarme suspendido.

    ¿Semanas? ¿La enfermería a esconderse?

    ¿Ayer? Había llegado tarde.

    Pasé saliva, sentí que se arrastró con dificultad como si tuviera la boca convertida en un puñado de cenizas y cuando busqué retroceder del rincón de mi mente, soltar el amasijo de emociones, no pude hacerlo. Lo tenía pegado al cuerpo, se negó a dejarme ir y pensé por primera vez que quizás condenar a reacciones justificadas a nunca manifestarse era una maldita estupidez. Era una completa estupidez porque seguían molestándola, porque no habiendo quedado contentos de haber arrastrado a Shimizu y torturar a Dios y el diablo por un teléfono de mierda y un orgullo roto, seguían hostigándola. Me importaba una mierda lo que Sasha hubiera hecho, no era como si hubiese matado a alguien, ¿entonces por qué no la dejaba en paz?

    ¿Qué más quería de ella, que escupiera el alma por la boca y se la entregara?

    —Al parecer se llevan como el culo desde primer año, yo qué sé —murmuré, el enojo me atravesó la voz y suspendí la mirada en algún punto de suelo de la azotea. No iba a contarle todo lo demás, jamás ni nunca—. Me importa tres mierdas el motivo con el que sostenga esto igual, no podría darme más igual de hecho, es Sasha. Es mi amiga y hay un hijo de puta molestándola en mi cara, sin que me dé cuenta.

    Tomé aire por la nariz, muchísimo, y me llevé la mano al rostro para enjuagarme los ojos con fuerza. El enojo mutó a frustración, se me atascó en el pecho y al quitare la mano de la cara el mundo se diluyó en colores extraños.

    —¿Pudiste hablar con ella?
     
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    Lo cierto era que algo que no me caracterizaba eran los impulsos, por ende me tomé mi tiempo en pensar, solo. No lo había compartido con Paimon siquiera, porque dudaba de igual manera que me hubiese dicho algo, probablemente solo me habría mirado con sus perlas negras esperando que yo mismo me diese respuesta a lo que se debería hacer con lo que se estaba viendo.

    Por lo que, basicamente había tomado la decisión de hablar con un tipo que parecía mantenerse en sus cabales en vez del otro chico con el que había visto a Sash un par de veces, aunque también tenía presente el que todos como seres humanos teníamos un límite, y quizá con lo que estaba contándole estaba rozando el de Maze. No sabía si él tenía más información de la que yo había visualizado, pero siendo sincero, tampoco quería más detalles al respecto.

    El muchacho soltó un improperio, claramente molesto con la situación y no podía estar más de acuerdo con su sentir.

    —No. —atajé en respuesta. Luego de verlos había sonado la campana, y ya en el almuerzo estaba el proyecto, aunque sino hubiese estado también me hubiese inclinado a dedicar ese día a pensar—: prefiero dar un par de vueltas a los asuntos, por eso estoy contigo ahora.

    Busqué sus orbes girando el mentón hacia él.

    —Considero que hay varias opciones. Imagino que has notado que si ella se sintiera segura nos lo contaría, al menos a alguno de nosotros —. Como lo había pensado antes, yo no tenía más información al respecto a diferencia de David, quién ya le habían alzado la mano en el campamento con lo que le contó en su momento—, por lo que medité un par de opciones. La primera, hablar con la directora, no tengo problema en hacerlo aunque Sasha se moleste. La segunda, hablar con Pierce, que sería una confrontación con su realidad en donde es muy posible que nos pida mantenernos fuera del asunto, y la tercera...

    Volví mi vista al frente, soltando el aire por la nariz.

    >>Esperar luego de clases a Joey, cogerlo solo y bueno, que pase lo que tenga que pasar.
     
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    Habría que reconocerle a Suiren su capacidad para no tomar decisiones inmediatas, quizás, porque me cuestionaba hasta dónde yo mismo, con esta calma aparente y esta desconexión, habría podido solo sentarme a hacer un análisis de la situación antes de hacer una estupidez. Aquí donde me veías había cosas que solo hacía, que no pensaba y solo luego me sentaba con ellas. En este caso era incluso más cuestionable porque volvía a lo mismo, Sasha era mi amiga. Era la primera amiga que tenía de verdad aquí, el afecto que le guardaba era distinto incluso a la amistad que luego habíamos empezado a formar con Kenny.

    ¿Cómo se atrevían a tocarla?

    Arrugué las facciones cuando confirmó que no pudo hablarle a ella, que prefirió darle vueltas al asunto y la molestia me rebotó en el cuerpo, porque si había visto todo algo podía haber hecho. Supe que ese pensamiento vino de la impotencia que yo sentía, de la brecha que había, porque a su manera Suiren ya estaba haciendo algo: decírmelo a mí.

    Recibí su mirada cuando noté que él buscaba la mía, traté de regular lo que sentía sin demasiado éxito. Escuché sus opciones, suspiré al escuchar lo que dijo sobre ella y le presté atención, con el pecho hecho un nudo. La directora, Sasha o el mismo Wickham; la tercera tenía la metodología Shimizu escrita encima con marcador indeleble rojo, la verdad. No quería decir que lo fuésemos a cagar a trompadas, vaya, pero iba más hacia el terreno de la posible intimidación y sacaba a Sasha de la ecuación, algo que no me parecía del todo correcto.

    La primera opción, por su parte, podría llegar a implicar destapar todo lo demás. No me refería a cubrir lo que había pasado entre Joey, Alisha y Sash, quería decir lo que había hecho ella que había enfurecido a los otros dos aunque nada justificaba el círculo de... de violencia que estaba funcionando ahora. Había ocurrido fuera de la escuela, más o menos, pero que saliera a flote que Sasha y Shimizu habían vendido el teléfono de Alisha luego de robarlo no serviría para nada más que ponerle una diana en el pecho, otra más.

    —Sasha primero —murmuré entonces, regresando los ojos al frente—. Tenemos que hablarlo con ella incluso si nos dice que no tenemos por qué meternos, pero no podemos hacer cosas sin siquiera decirle que ahora sabemos lo que pasa.
     
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    La molestia en David fue evidente, y no tenía nada que decir al respecto, él tenía todo el derecho de sentirse mal con razones obvias, por mi parte trataba de organizar la situación lo mejor que se pudiese para no hacer una estupidez. Digamos que desde lo que tenía presente lo más viable para mí era hablar con la directora, seguir el conducto regular; no era lo que se decía apegado cien por ciento a la norma, pero sabía identificar cuando era lo más factible, claro, sin conocer todo lo demás.

    Si supiese que todo inició desde que Sasha robó a Welsh probablemennte mi imagen de ella se hubiese distorsionado, no para justificar lo que había visto, claro estaba, pero me haría replantearme varias cosas con respecto a Pierce. Como fuese, Mason tomó una de las brechas que había puesto sobre la mesa, y no sería yo quien me negara si a fin cuentas le había dejado a él elegir.

    Revolví nuevamente la comida, sujetando un par de verduras para comerlo. Si dejaba el almuerzo para la casa probablemente se dañaría, y me daría algo de pena por mi madre que había ajustado su salario para darnos el lujo de comprar dicho pez, aunque había perdido sabor con esta conversación. Seguí comiento por unos minutos, luego lo bajé con el té, dándome por vencido con lo poco que quedaba en el recipiente por lo que lo tapé.

    Pestañeé con algo de esfuerzo.

    Sentía la vista cansada...


    >>¿La buscamos ahora?

    A fin de cuentas tenía su número, podíamos llamarla o dejarle un mensaje.
     
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    ¿Cómo era posible que todo hubiese llegado a torcerse hasta llegar a esto? A esto y a todo lo que no sabía que existía detrás, al portal al mundo de sombras e incluso las cosas que ni siquiera Shimizu, conectado sin escalas al infierno, sabía en realidad. No parecía tener sentido en lo absoluto, no podía ordenar las piezas para que esto fuese justificable, pero era cierto que los adolescentes éramos crueles de tantas maneras que era mejor no pensarlo. Todo lo que podía pensar era que a mi saber esto no tenía por qué seguir y seguir hasta el infinito.

    Quizás si Suiren supiera más algo habría cambiado, algo que quizás debiera cambiar en cualquier persona, pero como a mí me importaba entre poco y nada un teléfono robado así fuese de la reina de Inglaterra no tenía puntos de comparación muy estables. Los otros actuaban movidos por orgullo o solo ellos sabrían qué, ¿pero y nosotros? ¿La falta de acción o la repentina activación a qué respondía?

    Me sorprendió que Suiren siguiera comiendo, no porque creyera que le importara menos, solo me sorprendió el esfuerzo como tal porque esta conversación distaba de ser una que permitiera comer sin más. Lo dejé, de cualquier manera, aunque terminó por rendirse él mismo no mucho más tarde. Su pregunta me hizo arrugar las facciones, frustrado.

    —¿Ahora mismo? Su clase está ahí abajo —respondí casi en un murmuro—. Pero a ver cuál es tu plan, Mister Diplomatic, porque si me preguntas cómo empezar esta conversación no lo tengo muy claro.
     
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    ¿No había pensado yo demasiadas cosas cómo para que David se esforzara a pensar cómo hablar con Sasha? Había dejado las opciones, y tenía claro que mi primera opción no había sido la que él tomó, por lo que no sé, debía esforzarse más. Surpiré repasando el espacio que comenzaba a tornarse borroso, por lo que terminé descansando la cabeza contra la pared, simulé el ver el techo un momento y cerré los párpados en lo que hablaba:

    —Dudo que esté en su salón, así que de igual manera habría que mensajearle o llamarla para asegurarnos —, no trataba de desembarazarme del asunto, pero si le ponía neuronas dudaba que la conversación fuese más agradable estando los dos presentes con ella ¿acorralada a responder?—. ¿Quieres hablarlo solo con ella? ¿Se te facilitaría más?

    ¿Prefería no ser mencionado en dicha conversación? Probablemente, aunque no lo dije en voz alta, ya era decisión de él si me mencionaba o no. Además, era probable el que si seguía así me ausentara por unos días, no lo sabía, todo dependía de cómo se desarrollaba el fin de semana. Algo que de igual manera no le incumbía ni le importaba a Mason.

    >>Sino te sientes capaz, puedo hacerlo yo.
     
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    Puede que fuese egoísta preguntarle a pobre desgraciado cómo pensaba empezar esta conversación de mierda, pero si había tenido tiempo para pensar, también podía tener tiempo para seguir haciendo de back-up porque era claro que yo no era el mejor árbol al que arrimarse, incluso si era mejor que llegarle con la mierda a Shimizu. Ahora mismo sentía el cerebro vuelto agua, solo recién pensé que buscarla los dos podía ser raro en sí mismo y entonces terminé girando como un torbellino en mi mente.

    —Sería lo mejor, sí —respondí cuando me dijo lo de hablar solo con ella, así al menos no tendría que ponerle censura al asunto si saliera el tema de Joey, Alisha y el teléfono—. Puedo yo, no importa. Ahora solo la molestia me dejó el cerebro medio frito, déjame darle vueltas a ver cómo puedo planear el asunto.

    Tomé muchísimo aire por la nariz, lo solté de golpe y eché la cabeza hacia atrás.

    —Imagino que no quieres que le diga que hablaste conmigo, ¿o sí?
     
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    David asumió la situación, continué con los párpados cerrados escuchando el exterior. Supuse que con eso podía sentirme un poco más tranquilo, basicamente porque sino lo hubiese hablado con él probablemente no se lo hubiese dicho a nadie más, y me sería más difícil el ayudar a Sasha de otra forma que no fuese ir directamente con una figura de autoridad. Escuché luego el suspiro de golpe, me sonreí sin tinte partícular por su pregunta.

    —Manéjalo como creas conveniente —murmuré sin dar una respuesta certera pese a no querer ser mencionado.

    Era su decisión.

    —Ahora que lo pongo en perspectiva, disculpa este almuerzo tan crudo, a ver si un día volvemos a juntarnos con una charla más animada.

    Justo con la cena de mamá, era verdaderamente decepcionante. Me plació molestarlo después para apaciguar lo que sobraba del receso, que con todo esto se sentía un ambiente deprimente, que tampoco era la idea ni mucho menos. La sombra de una sonrisa me alcanzó los labios después de un rato de silencio.

    >>O me invitas un receso tú a mí, ¿o quizá serás de esos hombres tacaños, David?
     
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    Gigi Blanche for u to know, Maze le mandó unos mensajes a Sash a, están cerca del final del post. Igual va a husmear en la 3-1 cuando suene la campana y no va a verla así que ultra F top drama, keep cooking

    Aprovecho spoiler multipropósito para hacerte llegar más información pERDÓN mensaje de Rowan (ajeno al mundo pensando en una ausencia corriente, lo que quiere es devolverle la joya pero no iba a decirlo así memeo):

    Hey, you okay?
    Te puedo pasar las cosas de la escuela si necesitas, por si te sirve el finde
    Cuando tú prefieras en realidad, pide y se te concederá. Espero que estés bien!
    Si necesitas ayuda con algo me hablas
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    ¿Qué lo manejara como creyera conveniente? Vaya misión, de verdad, entre que no sabía ni cómo escarbar por el asunto menos creía saber hasta dónde era prudente poner el nombre de Suiren encima de la mesa. En realidad no sabía nada, en estos diecisiete, casi dieciocho años de vida no había tenido que enfrentarme a nadie en realidad. Era el niño amable que solo hacía lo que le pedían y el que se metía en problemas de tanto en tanto por hacer lo que se le antojaba, pero no hablaba. No hablaba de las mierdas importantes.

    No le había dicho a mi madre lo que sentía metido en esta ciudad. ¿Y ahora debía buscar a Sasha para decirle que si la seguían molestando iba a tener que tomar otra medidas o algo así? Ese sin dudas era un giro brusco de los acontecimientos, pero yo le había pedido

    —No habría necesidad de un almuerzo como este si cierto imbécil fuese normal —apañé junto a una risa sin gracia y dejé el almuerzo intacto a un lado para levantarme. Desde arriba miré a Suiren, pude sonreír y luego suspiré—. Gracias por decírmelo, prefiero saberlo tarde que no saberlo nunca.

    Con las gracias dadas dejé la sombra del techo cercano a la pared, recorrí la azotea y luego me acomodé en la sección de la reja más cercana. Un poco era una cagada, no me quedaba mucho por esto de que Dunn estaba desaparecido del negocio, pero ni modo; escarbé el bolsillo hasta que di con el último porro a medio fumar. Escarbé también por el encendedor, lo saqué y me puse el porro entre los labios, giré la rueda del mechero y le di una calada profunda. Al liberar el humo blanquecino lo vi perderse hacia el cielo.

    —Una puñalada al pecho me habría dolido menos, ¿te atreves a llamarme tacaño? —Me lamenté desde mi posición, tratando de alivianar un poco el aire—. La próxima semana te invito, almuerzo casero y todo el asunto. Ponte guapo si quieres, digo, guapo de forma consciente no solo por default.

    La broma me vino en gracia, solté una risa por la nariz y me encogí de hombros, restándole importancia, incluso si no creía que a Suiren le importara demasiado en realidad. Dejé la tontería suspendida, le di otra calada modesta a la hierba y luego de pensarlo unos segundos regresé sobre mis pasos, estirando el porro hacia Suiren. Esperé por si quería tomarlo o no antes de sacar el móvil y escribir a velocidad de caracol, por hacerlo con una sola mano.

    Hi, darling. How you doing?
    Por la mañana te dejé unas galletas en el casillero, pero tal vez las tapé mucho
    Te extraño y ojalá pudiéramos pasar un receso juntos la otra semana, que este ya se me esfumó
    O podría acompañarte luego de la escuela también, as u wish
    Love u lots ♥


    Tomé aire, guardé el móvil y me enjuagué los ojos con la mano libre. Bueno, los mensajes eran genuinos de cabo a rabo, así que por lo mismo me pareció la forma más normal de proceder en vez de encender la alarma del apocalipsis de la nada un viernes. Igual la oferta de acompañarla luego de clases me permitiría, no sé, empezar a tantear terreno, pero eso dependía de si aceptaba.

    En realidad ni eso. Dependía de lo que todavía no sabía, por haberme distraído antes de subir aquí.
     
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    Acompañé su risa sin gracia con una nasal por el apunte. Tenía más razón de la que hubiese querido, vaya desperdicio. Como fuese, murmuré un: "para servirle". Parpadeé despacio en lo que me volvía a acostumbrar a la luz, tenía las pupilas ligeramente dilatadas pese a no estar metiendo nada y la punzada que sentí en la cien me provocó el inicio de lo que determinaría como migraña... ni siquiera estaba directo en el sol y la vista ya me estaba fastidiando.

    Maze me sonrió, o eso creí ver en la pequeña mancha roja que se formaba y asemejaba a su silueta, fingí con toda la naturalidad del mundo captarlo e hice espejo de ello; cuando se alejó me volví a poner los lentes negros, escuché el mechero y el aroma a maría llegó de a poco. Me acusó de haberlo llamado tacaño en lo que me encogía de hombros, como quien no lo niega pero tampoco lo sostiene, para luego soltar una risa floja.

    —Me lo suelen decir tanto que a veces ni me lo creo. Pero si me lo dices tú, supongo que puedo agregarle un valor adicional —le regresé el chiste por puro ambiente, ya que al menos ahora todo comenzaba a sentirse un poco más ligero para regresar a clases.

    O a la enfermería.

    Regresó sobre sus pasos, noté que me extendió algo, supuse que era el cigarro por lo que lo recibí. Tampoco parecía quedar mucho ya que sentí la yema de los dedos caliente. Fumé un poco, me servía para disminuir la sensación de dolor, quizá un poco de sueño no me vendría mal.

    —Me terminaré lo que queda —murmuré. Tras el cristal negro su silueta se hacía un poco más sencilla de ver, pero no me creía capaz de regresarlo sin que notara que algo estuviese mal, por lo que me tomé cierta libertad. De igual manera esperaría a que David se adelantara para luego bajar yo.

    A fin de cuentas, mis cuestiones de salud no tenían que ver con él, ni con nadie.

    Por aquí cierro con Sui, fue un placer <3
     
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    Bruno TDF

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    Cuando roleo a Meli me pongo musiquitas como ésta. Está difícil encontrar videos de menos de ocho horas, de todas maneras quería compartirla
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    El fin de semana pasé, la mayoría del tiempo, envuelta en el silencio de mi habitación. Era más grande que la de Kioto, como la mayoría de los espacios de la nueva casa que los Frenerich ocupábamos en Chiyoda, desde hace poco más de una semana. Mi padre había tenido la decencia de atender mis pedidos puntuales al momento de ordenar acondicionarla, era ocasionalmente accesible a pesar de nuestras diferencias. Dispuso que me colocaran una estantería grande rebosante de libros no leídos, con una lámpara y sillón; mi espacio personal de lectura. También construyeron un rincón especial para Schnee, donde podía descansar y alimentarse a gusto, fue el punto en el que más insistí, plantándome frente a las protestas. Sus ojos amarillos me acompañaron todo el fin de semana, junto a las páginas de La memoria de las rosas, que susurraban al ser desplazadas.

    Heller, mi chofer, debió dejarme más temprano de lo habitual en la academia, según él, porque necesitaba atender unos asuntos familiares en otro lugar. Aquello era mentira, incluso él sabía que no le creía. Era un joven que destacaba por su habilidad basada en trampas, engaños y una tenue tendencia a la sedición; definiciones por las que, precisamente, contaba con mi entera aprobación, y agradecía que hubiese venido a Tokio para seguir brindando sus servicios a la familia. Como nunca indagaba en sus asuntos, yo le caía bien a él, así que nos despedimos con un breve intercambio.

    También prometió encontrar algunas mesas.

    Me cambié los zapatos en relativa soledad y, en vistas del tiempo libre que disponía, opté por dirigirme a la azotea a leer. El día era caluroso, pero no me preocupaba mucho por esa cuestión y, además, el sol no me haría daño por unos quince minutos de lectura al aire. Sin desmerecer el nuevo hogar, prefería sostener un libro al otro lado de unas paredes. Por lo que, mientras el grueso de los estudiantes llegaba, yo me encontraba aquí, abrigada en la sombra que había cerca de la entrada, leyendo de pie. En relativa quietud.

    Hasta que una blanca disrupción me obligó a despegar la vista de las páginas.

    Lo noté de soslayo, asomándose por uno de los huecos de la verja metálica. Al girar la cabeza, corroboré que se trataba de un gorrión con albinismo, que no podía otro que el que estaba con Cayden el otro día. El pájaro blanco me observaba desde la distancia, en actitud curiosa, investigativa. ¿O quizá me estaba reconociendo? ¿Cómo podría haberme percibido en un espacio tan grande, habiéndome visto una sola vez?

    Cerré el libro, sin alterar ni un poco mi porte general, y tan sólo caminé hasta quedar frente a la verja desde donde el gorrión me miraba. Se había parado casi a la altura de mis ojos, por lo que nos quedamos mirándonos, frente a frente.

    —¿Por qué? —mi pregunta fue reflexiva, para mí misma; con todo, el gorrión movió la cabeza en respuesta— Una confianza tan pura… Cuesta creer que la tengo frente a mis ojos.

    Permanecí de pie frente al gorrión, con el libro descansando en mis manos relajadas. Y sólo lo miré, mientras Copito se acicalaba un ala.

    Ahí la dejo a la piba y al Copito, disponibles para la comunidad :dontstap:
     
    Última edición: 4 Julio 2024
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    Gigi Blanche

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    Dejé mis cosas en mi pupitre y me palmeé los bolsillos, corroborando que todo estuviese en su lugar. En los casilleros había notado a Ko y Verónica, también estaban Morgan y Dunn, y como la comitiva era tan grande siquiera lo dudé al seguir de largo. Eran demasiadas personas, vaya, prefería no lidiar con esa cantidad de atención a primera hora de la mañana... o nunca. Eché un vistazo a mi espalda y regresé sobre mis pasos, saliendo al pasillo y virando hacia la azotea. Ya en la escalerilla estaba llevándome el cigarro a los labios y lo sostuve allí para abrir la puerta, entrecerrando los ojos.

    Notar la silueta de una persona me hizo consciente de que debería haber chequeado primero. Las probabilidades de que hubiese un profesor en la azotea eran muy bajas, pero nunca cero. En cualquier caso, sólo era una estudiante y descarté las preocupaciones. Cerré la puerta tras mi espalda y seguí jugueteando con el encendedor entre mis dedos. Planeaba ubicarme en la reja contraria, por supuesto, no pretendía interrumpir a nadie, pero me dejé llevar por el dejo de curiosidad y detallé un poco mejor lo que estaba haciendo. Nos separaban un par de metros.

    —¿Copito? —murmuré, lo solté antes de pensarlo y algo de vergüenza se me revolvió en el estómago; me quité el porro de la boca y lo sostuve entre dos dedos, cerca de mi rostro, para dedicarle una sonrisa de disculpa—. Perdona, creo que conozco a ese pájaro.

    ¿Qué coño estaba diciendo?


    wenas :D
     
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    Bruno TDF

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    Mis reflexiones continuaron extendiéndose, abrigadas con silencio, mientras mantenía la mirada fija en su níveo plumaje. No era muy grande la distancia que separaba mi rostro de su pequeño cuerpo, y el gorrión tan sólo permanecía en su lugar, sin dar señales de querer alejarse; incluso estiró el cuello en un par de ocasiones, como si quisiera alcanzarme o estuviese reclamando una caricia. No lo comprendía y, al mismo tiempo, me resultaba fascinante, extraño. ¿Vino hacia mí porque me llevé bien con Dunn? ¿O, por obra de un sexto sentido, sabía que yo también tenía un ave como compañera? ¿Qué circunstancias me convertían en alguien de fiar, ante sus ojos escarlatas? Jamás lo sabría. Mi única certeza fue la confianza que emanaba de este pequeño animal y, principalmente, la fe que su dueña depositaba en él para dejarlo volar libremente, como si supiera en todo momento que iba a volver.

    ¿Y Schnee? ¿Regresaría conmigo, si un día abría las ventanas para que recuperara su cielo?

    Tanta confianza en un mundo corrupto como éste… parecía irreal. O, mejor dicho, así fue como lo definió mi mente, por un instante. El concepto conectó con la conversación que había mantenido con la joven enigmática de la biblioteca, cuyo nombre nunca supe. Quizá Copito representaba una frontera entre la realidad y la imaginación: porque nadie de esta academia, incluida yo, consideraba la probabilidad de estar relacionándose con un ave que les demostraba cariño, compañerismo o interés.

    Percibí el sonido de la puerta, la sombra que manifestó en mi visión lateral. El gorrión giró la cabeza hacia la entrada de la azotea y algo en él pareció activarse, como estuviera repentinamente impaciente o… contento, quizá. La voz, masculina, pronunció su nombre, captó inmediatamente mi atención porque no se trataba de Dunn. Me volteé con suavidad, girando el cuerpo por completo, para mirar al chico alto, de cabello negro y ojos de bronce, que llevaba un cigarrillo entre los labios. Pareció avergonzarse al recibir mi atención y pronto buscó aclarar la situación, aludiendo que creía conocer al gorrión. La frase, fuera de lo común, se sumergió en la frontera difusa antes mencionada.

    Copito saltó desde la verja con las alas extendidas, pasó cerca de mi mejilla sin sobresaltarme y voló para posarse en uno de los hombros del muchacho. Desde allí movió la cabeza con rapidez, estiró el cuello y le dio un picotazo suave en el lóbulo de la oreja, tras lo cual se acomodó. Ladeé ligeramente la cabeza frente a la escena.

    —También lo conozco —respondí mientras me acercaba a él, con tanta suavidad que mis pasos no rompían el silencio de la azotea—. Estaba leyendo y se acercó a mirarme, sin más. Me estaba preguntando si fue casualidad que me encontrara… —observé a Copito, tan relajado en el hombro ajeno—. Por lo que veo, te aprecia mucho. ¿Cómo te llamas?

    A

    MI MUCHACHO ♥️♥️♥️
     
    Última edición: 7 Julio 2024
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    Copito abandonó la reja luego de reconocerme, o al menos me dio esa sensación. Bajé la mano donde sostenía el cigarro para dejarle lugar en mi hombro, lo sentí hacerme cosquillas en la oreja y reí en voz baja, alzando el brazo opuesto para rascarle la cabecita. Lo saludé prácticamente con una mímica de labios y regresé mi atención a la chica, quien se había acercado. Me contó que también conocía al ave y mi sonrisa se amplió.

    —Este pequeñín ya debe tener más vida social que todos nosotros juntos —bromeé; recorría la escuela con bastante libertad, no me extrañaría que lo conocieran varias personas de las cuales ni Vero estaría enterada—. Kakeru. Fujiwara Kakeru, siendo precisos.

    La había oído diciendo que debía apreciarme, por supuesto, pero no supe qué responder ante semejante cosa. Caminé algunos pasos hacia la chica para escucharla mejor. ¿Sería de segundo, quizá? En cierta forma me recordaba a Kashya, la niña que ayer se presentó como amiga de Anna y Emily. Vaya que era pequeño el mundo...

    —¿Y tú?
     
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    Bruno TDF

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    Aunque el vuelo del gorrión no me hizo reaccionar, era un hecho que fue algo repentino, inesperado. Pese a lo cual, el muchacho que acaba de aparecer en la azotea no se mostró sorprendido, y hasta hizo gala de una marcada sinergia cuando realizó algunos movimientos para recibir a la pequeña criatura. Primero, bajando el hombro con la idea de concederle un espacio más cómodo donde posar las garras; y luego, pasando el dedo sobre las blancas plumas para corresponder el picotazo en la oreja, que había obrado como saludo. Si Cayden no me hubiese comentado que Copito pertenecía a una chica, habría creído que este chico era su dueño, porque se hizo muy patente la existencia de un aprecio.

    La naturaleza de estas interacciones era distinta a las que yo mantenía con mi búho nival. En la lujosa jaula que era nuestra habitación, sólo yo podía permitirme el lujo de escabullirme cuando me apetecía. Y entre nosotras primaban la quietud, los intercambios de miradas, un silencio avasallante. Raras veces acariciaba su cabeza, y Schnee sólo clavaba sus ojos amarillos en los míos cuando lo hacía. No había rechazo, pero tampoco creía percibir el afecto que notaba en este gorrión. Como si yo también fuese objeto de su resentimiento, por lo que le había hecho mi familia.

    Y lo aceptaba, sin más, creyéndome merecedora. Mi acto de bondad no arreglaba lo irreparable. Ningún Frenerich nacía para ser agentes del orden.

    Esta serie de nociones me llevaron a interesarme por el nombre del chico, así como en su momento me dieron el impulso para acercarme a Cayden en el Patio Norte. También se debía a que sentía una simpatía inconsciente por las personas que trataban bien a los animales. Él, en particular, parecía conocer muy bien a Copito; aunque lo que dijo fue claramente una broma, contenía una afirmación en la que hubo una cuota de convicción.

    Se llamaba Kakeru Fujiwara.

    —Melinda Frenerich —respondí alzando ligeramente el mentón para poder encarar su rostro, ya que se había acercado; sentí los ojos de Copito, desde su hombro.

    Sentí la vibración del móvil en mi bolsillo. Murmuré una disculpa para revisar el motivo de la notificación, que sólo se trató de un inoportuno mensaje de publicidad; la distracción, no obstante, me permitió ver que quedaban pocos minutos para el comienzo de clases. Apenas el tiempo suficiente para fumar un cigarrillo, más que para mantener una conversación en condiciones.

    —Debo bajar a mi salón; pero a lo mejor volvemos coincidir, más adelante —dije, regresando al rostro de Fujiwara—. Un gusto conocerte, Kakeru.

    Le dediqué una última mirada, también a Copito, y me retiré de la azotea en absoluto silencio, dejándole así un momento para fumar en privacidad.

    Cómo me costó encontrar un cierre que me pareciera digno, pero dejo este trabajo honesto :P
     
    Última edición: 9 Julio 2024
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