Shinjuku Nabezo [Restaurante]

La semana después del campamento había transcurrido de manera bastante tranquila, aunque para mí, el fin de semana había tardado demasiado en llegar. Luego de haber pasado la última noche en aquella fogata improvisada con el resto, con Ale habíamos quedado de vernos el próximo sábado, en un restaurante. Yo no podía creer mi suerte. Era medio irreal, la verdad. O al menos, para mí.

Como fuera, obviamente compartí las buenas nuevas con Alisha y Joey, que decretaron que había que festejarlo. Y que mejor manera de hacerlo que saliendo de parranda el viernes a la noche. Estuve completamente de acuerdo con esa decisión. Además, me dijeron que me tenían una sorpresa preparada para mi "cita" con Alethea. Yo no me había frenado a pensarlo de esa manera. ¿Era una cita? O sea, me encantaría que lo fuera. Pero yo no terminaba de entender del todo a la chica. Tal vez me estaba haciendo demasiado la cabeza, y las cosas no eran nada que ver a como se veían desde afuera. Por suerte, Alisha estaba ahí para mantener mi cabeza ocupada con otra cosa que no fueran esos pensamientos que me enturbiaban la mente.

No sabría decir si fue el alcohol, las emociones amontonadas, o una especie de presentimiento por parte de los dos de que si no ocurría algo aquella noche, no lo iba a hacer nunca. No voy a negar que no había estado interesado en la rubia desde un principio, e irla conociendo más solo hizo crecer mi interés de manera exponencial. Si bien los jugueteos propios de ella podían volverse algo molestos, en especial si no estaba de humor para ellos, esta noche simplemente me dejé llevar por mi lado menos racional.

Todo esto terminó cuando, al día siguiente, nos despertamos en la misma cama. Y lo mejor de todo fue que, al amanecer, ninguno de los dos parecía arrepentido de lo que había ocurrido, o que algún sentimiento distinto pudiera emerger entre los dos, de entre todo el espectro de los mismos. Había sido, simplemente, y dicho de forma cruda, un polvito para reforzar la amistad. El sentimiento se solidificó cuando Joey entró a la habitación, trayendo el desayuno, y lo que era realmente la sorpresa que me tenían preparada: los dos se habían tomado la libertad de prepararme un atuendo para la tal "cita".

La verdad que yo no sabía como diablos reaccionar. Lo que habían elegido era bastante lejos de lo que yo vestía usualmente. De hecho, creía que nunca había tenido nada similar. Al mirarme al espejo, me di cuenta, con un poco de vergüenza, que no me quedaba nada mal. Los pantalones blancos y los mocasines resaltaban la piel bronceada, y la camisa complimentaba bastante bien el todo. Pero me sentía medio incómodo sin mi ropa holgada y con marcas de uso.

Salí al mundo exterior, y al darme la vuelta para saludar, Joey y Alisha estaban en el dintel de la puerta, saludándome, como dos padres orgullosos de como su hijo se convierte en adulto. Solté una media sonrisa. Parecíamos una rara especie de familia. Luego recordé lo que había hecho con la rubia la noche anterior y borré esa imagen de mi cabeza. No quería ser ese tipo de familia.

Con un nerviosismo que no sentía hace muchísimo tiempo, me encaminé hacia el lugar donde Ale me había citado. No entendía por qué era en una estación de tren, pero lo agradecía, la verdad. Seguramente me hubiera perdido de ser otra manera. A mitad de camino, me llegó un mensaje de la chica, junto con una foto. Ah, mierda, ya había llegado. Me tenía que apurar. Y eso que el transporte público en Japón era increíblemente rápido y preciso. Así que él único que tenía la culpa de llegar tarde era yo.

Una vez en la estación, usé la foto que me había mandado para ubicarme. Pude divisiar aquella cabellera celeste tan distintiva a la distancia, y cuando la vi, sentí como el corazón se me saltó un latido. Por Dios, estaba preciosa. Un atuendo sencillo, pero lo único que hacía era demostrar que no le hacía falta nada extravagante para verse tan linda. Bah, que decía, era super linda. No iba a engañarme.

Sin embargo, una vez que la vi, me frené en seco. Tragué saliva, sintiendo como la garganta se me cerraba un poco. Porque, ahora que la veía, un sentimiento conocido pero odiado comenzó a trepar por mi nuca. Ya no podía engañarme más por como veía a mi amiga. Y eso me daba, bueno, miedo. Había una sombra detrás mío que no podía disolver, una negrura que me era muy difícil penetrar. Tuve el impulso de salir corriendo; dar media vuelta y huir. Todavía no me había visto, sería tan sencillo...

—¡Buenas, Ale! —maldita sea, impulso de idiotez.— Perdón por la tardanza, je. No me acostumbro todavía a lo puntual que es el transporte acá y todo. Además, tuve una noche algo... alocada, con unos amigos. Pero ahora estoy perfecto. ¿Cómo estás tú? ¿Todo bien? Ah, por cierto, ¿me puedes decir a donde vamos? ¿O es una sorpresa?

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El outfit del muchacho :3

 

Al parecer, yo no había llegado tarde, si no que Alethea se me había adelantado, cosa que pude confirmar al mirar bien la hora de mi celular. Vaya, menos mal. Hubiera odidado haber llegado tarde de verdad a... ¿nuestra primera cita? No sé si lo veía así. O al menos, no del todo. Una parte de mí sí que quería que fuera verdad, pero había algo en Ale, no sé, una "vibra", por llamarlo así, que me decía que ella estaba viendo las cosas de otra manera.

Sacudí la cabeza. No tenía por qué ponerme a pensar en eso ahora. Si lo hacía, sabía por experiencia las cosas que iban a pasar. Y no quería arruinarlo.

Escuché lo que me dijo con cierta liviandad, y sonreí de manera inconsciente en cuanto recordé el festival. La verdad que había sido una muy linda noche. Y era cierto, me había prometido llevarme a comer a un lugar un poco más sofisticado que un festival de primavera.

— Oh, me parece excelente entonces. Ya estoy con hambre —comenté, alegre, y asentí cuando ella indicó para comenzar a caminar.

Emprendimos el viaje, tranquilos, ya que, según lo que había dicho, estábamos a cinco minutos y no había ningún apuro en llegar. La verdad me iba a venir bien, para despejarme un poco la cabeza de lo que había ocurrido anoche. Todavái me debatía un poco sobre las implicaciones que había sido acostarme con Ali la noche anterior a mi juntada con Ale, pero suponía que solo importaba si veía todo esto como una cita. Que bien podría serlo.

La pregunta de Alethea me tomó un poco desprevenido, en el momento en el que estaba rememorando, muy a mi pesar, los sucesos transcurridos anoche de manera algo vívida. La miré unos segundos, sin saber que decir, y luego simplemente me encogí de hombros, mirando hacia otro lado.

— Oh, nada fuera de lo normal. Salí con unos amigos a un club, estuvimos bailando y bebiendo, y después... —"después me acosté con Alisha"—... después no me acuerdo mucho. Me desperté en la casa de uno de ellos, desayuné con su abuela, y salí para aquí. Tampoco es que haya hecho nada tan alocado, ahora que lo pienso. No me desperté con ningún tatuaje nuevo, un corte de pelo extravagante, o con pasajes de avión a algún país del sudeste asiático. Perdón, pero la verdad es que es mucho menos interesante de lo que hice sonar.

Solté una carcajada, algo más liviano, y paseé la mirada por los alrededores, intentando espiar una mirada hacia la chica cada tanto. Era difícil no hacerlo, tan bonita que estaba.

 

La sonrisa que me dedicó Alethea cuando dije que estaba con bastante hambre me dio a entender que algo había hecho bien, a pesar de que no tenía ni la más remota idea de que había sido eso. Esperaba que no fuera simplemente decirle que tenía hambre. Aunque si cada vez que lo hacía me alimentaba, no iba a ser yo el que se queje...

— Oh, no, tranquila, no hace falta. No estoy con resaca. Peso noventa kilos y todo el deporte que hice me dio bastante resistencia. Es difícil emborracharme per sé, o que me de resaca —contesté, con una sonrisa divertida. Luego hice una mueca.— Aunque cada vez que me da resaca es una sensación horrible.

Continuamos caminando, recorriendo las callejuelas del lugar. Mientras Ale aprovechaba para mirar los edificios alrededor, yo aprovechaba para verla a ella. Bueno, así se hacía tan difícil no pensar en esto como una cita. La verdad, creo que debería dejar de negar las expectativas que yo mismo estaba sembrando en estos momentos, y simplemente considerarlo, al menos de mi lado, como una. No podía mentirme sobre lo que había comenzado a sentir por mi amiga, y la verdad verla ahora, caminando a mi lado, mientras simplemente paséabamos, podía robarme toda mi atención.

Atención que devolví al piso, con la cara algo roja, en cuanto la chica me preguntó algo, sacándome de mis pensamientos.

— No, la verdad que no. No recuerdo haber estado por aquí —dije, prestándole atención por primera vez a mis alrededores. Me encogí de hombros, y solté una sonrisa divertida.— Aunque la verdad, con mi nulo sentido de la orientación, bien podría pasar por aquí todos los días camino hacia la escuela y yo ni enterado —miré hacia el frente, y luego de unos segundos, fruncí el ceño.— ¿Este camino no lleva a la escuela, no?

Me encogí de hombros, quitándole importancia al asunto. Nunca le había prestado mucha atención a mis alrededores, no iba a empezar ahora. Gracioso, teniendo en cuenta que hacía gimnasia y parkour, pero suponía que era diferente. No le prestaba atención a las direcciones. Sí, eso era.

Contento de haber llegado a esa conclusión yo solo, me giré hacia Ale.

— ¿Cómo has estado? O sea, ¿has hecho algo en la semana? ¿Paso algo importante? ¿Algo alocado? Creo que nunca me comentaste si te gustó o no lo que tomaste en el campamento, je.

 

Abrí la boca para responderle, pero la volvía cerrar, al darme cuenta de que, efectivamente, no tenía idea de donde vivía. Por Dios, dependía tanto de la tecnología para poder orientarme que si mi celular se moría en ese mismo momento, no iba a tener ni la más rematada idea de donde estaba mi casa. O sea, seguramente que si exprimía el cerebro me salía una palabra similar, pero la verdad es que ahora me había dejado la mente en blanco.

— Te voy a tener que actualizar con eso luego, Ale. La verdad que ni me acuerdo del nombre de la zona. Seguramente en el transcurso del día me regresa a la cabeza —me encogí de hombros, mientras intentaba esconder que escribía algo en el celular.— Bueno, aunque sean aburridos, me interesaría escuchar sobre lo que haces tu día a día. Por... nada en particular en sí, je. Tal vez no parezca, pero las cosas más mundanas pueden ser interesantes para una persona. En especial si le interesas a esa persona.

Le dediqué una pequeña sonrisa, y luego escuché con atención sobre lo que había transcurrido el viernes.

— Oh, vaya, la verdad que ni idea. O sea, había escuchado que se había armado algo en el patio, pero la verdad estaba con otras cosas en la cabeza. Lamento habérmelo perdido, suena divertido. Y hubiera sido verte lindo bailar, también. Más si dijiste que estabas entrenando para ser una idol; debiste ser la mejor de ahí. Espero que cuando seas famosa, no te olvides de mí, ¿eh?

Solté una pequeña risita nerviosa, y miré hacia el frente, para mover la mano como si espantara una mosca.

— No hay de qué. Pensé que te haría bien ir a la reunión, y me alegro de que así fuera. Además, bueno, quería compartir ese momento contigo, también. Los dos tenemos inclinaciones musicales, y nunca habíamos hecho nada el respecto, ¿sabes? —suspiré, nervioso.— Bueno, no sé a donde quiero llegar con esto. ¿Ya falta mucho para llegar?

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¿Que te parece si los mandamos ahora directamente al restaurante, Gabi? Mil perdones por tardar tanto, entre la caída del foro y mis horarios se volvió imposible postear xD

 

Mi comentario parecía haber tomado a Alethea totalmente por sorpresa, o al menos, eso reflejó su rostro. Sonreí para mí mismo en cuanto noté su reacción, y la escuché con atención a medida que me comentaba como se desarrollaba su día a día. Podía decir lo que quiera, pero a mí me parecía la mar de interesante su vida diaria. De por sí me interesaba la vida diaria de todos mis amigos, y bueno, el sentimiento se amplificaba por las emociones nuevas que estaba sintiendo para con la peliazul.

— Vaya, llevas una vida bastante ocupada. No sé por qué piensas que no es interesante —observé, encogiéndome de hombros.— ¿Qué te gusta leer? ¿Y qué música te gusta escuchar? Creo que nunca hablamos sobre nuestros gustos musicales en sí, a pesar de estar envueltos con la misma.

Mis halagos parecieron tomarla aún más por sorpresa, aunque esta vez, logró disimularlo un poco más, solo dándome cuenta debido a la risilla nerviosa que soltó. Dejé escapar una pequeña exhalación por la nariz ante el remarque que hizo, pero al ver que rápidamente se aferraba al tema del restaurante, decidí dejarlo pasar. No creo que sumaría mucho decir que no importaba que otras personas supieran bailar o que hubiera sido informal. Lo que me importaba era poder verla divirtiéndose. Lo otro me importaba un pepino.

No tardamos mucho más en llegar a nuestro destino. Entramos al restaurante, que vaya que tenía pinta, y Alethea se presentó ante la persona que recibía a la gente en la entrada. Esta nos llevó a una mesa cerca de los ventanales, luego otro mesero nos dejó los menúes, y después de pedir las bebidas (iba a pedir una cerveza, luego recordé que estábamos en Japón y éramos menores de edad, así que terminé yendo por agua también), nos concentramos en la comida propiamente dicha.

Una gota de sudor comenzó a recorrer mi frente en cuanto miré el menú con atención. Por Dios, estaba todo en japonés. La cabeza me estaba funcionando a toda máquina, intentando traducir y entender lo que tenía ante mí, sin ningún éxito. Tragué saliva, repentimanente nervioso. ¿Iba a quedar muy mal pedirle que me tradujera todo? ¿O sacar mi celular para comenzar a traducir a mano? Me mordí el labio, estrujándome los sesos, hasta que la voz de Ale me rescató del pozo mental que yo mismo había cavado.

Levanté la vista del menú, aliviado de no tener que enfrentarme a un muro de texto en un idioma que apenas entendía, y luego me rasqué el cuello, pensando.

— Si te soy sincero, no tenía ni idea de que había un club así. Ya estoy en uno, de Fotografía, pero la verdad que no hacemos mucho. Somos tres nomás, así que supongo que tampoco podemos organizar tantas actividades y demás. Salimos a tomar fotos alrededor de la ciudad cada tanto, o usamos a Alisha de modelo, pero la verdad que no estoy tan presente allí. No tengo ni idea por qué te conté todo eso tampoco. Supongo que todo el menú esté en japonés me puso demasiado nervioso —"¿y por qué porquería dije eso, carajo?"— Como fuera, tendría que ver. La música que escucho pueda ser catalogada como "música ligera", la verdad. Pero bueno, supongo que no tiene nada de malo probar, ¿no? ¿Se puede estar en más de un club a la vez? ¿Tú estás en algún club?

Le dediqué una sonrisa de disculpas luego de soltar mi torrente de palabras, y pasé mi atención al menú. Sin embargo, lo dejé de vuelta a los segundos, y di un golpecito a la mesa con los nudillos.

— Bueno, ya me decidí. Y por ya me decidí, quiero decir que me ayudes tú a decidir. Dime, ¿qué significa todo esto? Entiendo los números, y hay algunas palabras en inglés, pero no logro seguirle la corriente a todo. ¿Cada uno de estos es un plato principal? ¿Esto que dice uno son las entradas? Acá dice "Meat" y luego un montón de texto que no entiendo —levanté la vista del menú, y le pedí ayuda con los ojos, sonriendo de manera nerviosa.

 

Escuché a Alethea mientras respondía mis preguntas, dándome cuenta de lo distinto que éramos incluso en cosas tan simples como leer y la música. La verdad que yo no era muy dado a la lectura, me aburría con mucha facilidad. No podía estar tanto tiempo quieto en un sitio, y si leía mientras caminaba (que lo había intentado), me mareaba bastante. Y la música que escuchaba no podía ser más diferente a la que la chica favorecía. Estos detalles no eran importantes para nada, en sí, pero estaba bueno saberlo. Me negaba a creer en sí que le gustara leer de todo, seguro tenía algún interés particular. Me propuse averiguarlo más tarde. No iba a atosigarla con preguntas ahora.

Después de sentarnos en la mesa, me dio una pequeña explicación sobre los clubes, que básicamente era que podía estar en todos los que yo quisiera. Y vaya, si ella estaba en el de música ligera, era otro plus más para sumarme. No me molestaría para nada pasar más tiempo con ella. Me metería al de baile, pero la verdad, a pesar de toda la gimnasia artística que hice y demás, era un tronco para bailar. Y eso si ignorábamos totalmente mi pierna mala. Era increíble como bailar y hacer gimnasia eran dos polos completamente opuestos, a pesar de lo mucho que pudieran parecerse.

Todo eso se fue de mi mente en cuanto se inclinó hacia mí, para poder ver mejor mi menú y explicarme. No lo había notado antes, pero tenía un perfume bastante rico. Y de cerca se veía aún más linda. No sabía por qué estaba más nervioso: si porque no podía entender nada del menú, o porque ahora tenía esos ojos azules a unos palmos de distancia. Tampoco es que se hubiera tirado encima, pero suponía que la cabeza le jugaba trucos a uno cuando el corazón la dominaba.

— A ver, entonces... estos tres son carnes, ¿no? ¿Y una sopa de acompañamiento? O sea que no viene todo junto, quiero decir, en un mismo plato, todo mezclado. Entendido —me rasqué la barbilla, en un intento de dedicar toda mi concentración en el menú, y agradecí mentalmente cuando Alethea volvió a su posición normal. Le devolví la sonrisa, y debatí unos segundos más conmigo mismo.— Bueno, ya me decidí. Esta vez de verdad.

Cerré el menú, contento conmigo mismo por el logro enorme mental que había hecho, me la quedé mirando unos segundos, y luego lo volví a abrir, para repasar todo. Mejor lo dejaba abierto cuando llegara el camarero. Le hicimos señas para demostrar que ya estábamos listos, y le dijimos nuestra orden. Y por dijimos, básicamente le señálé con el dedo a Alethea lo que quería (el special course junto con shio-tonkotsu), y ella se lo comunicó. Solté una pequeña sonrisa, algo avergonzado, mientras sentía como las orejas se me enrojecían ligeramente. Parecíamos más una madre y su hijo que dos adolescentes pidiendo algo en un restaurante.

Con una de las partes más complicadas de la cita (¿de verdad era una cita? Salida, salida era mejor) preparándose en la cocina en esos momentos, volví mi atención a mi compañera.

— Mencionaste que tus padres te traen aquí a menudo. ¿Suelen hacer otras salidas? ¿O van a algún otro lado luego? De hecho, si no te molesta, ¿me quieres contar un poco de tu familia? ¿Eres hija única? ¿Tienes una familia grande? Espero que no sean preguntas muy personales, la verdad. Solo te quiero conocer mejor.

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Al fin, después de casi un mes (??

 

Escuché con atención mientras Alethea me contaba un poco más sobre su vida. Era una vida... bastante tranquila, la verdad. Distinta en demasía con la que había llevado yo, viajando de un lado al otro (con o sin mis padres), y en general pasando la menor cantidad de tiempo posible en mi casa. No es que no me gustara estar en mi casa ni no me llevara bien con mis progenitores, pero siempre había sido un muchacho independiente. Además, con lo culo inquieto que era, cualquier casa me iba a parecer chica, sin importar lo grande que fuera. Y tampoco vivíamos en ninguna mansión, tanto en Austria como aquí. De hecho, la mudanza de una casa a un departamento al llegar a Japón me había afectado bastante.

— Sí, vine al país con mis padres. También soy hijo único, así que no hubo mucha complicación con la mudanza, per sé. Al menos, en cuanto cantidad de gente se refiere —le dediqué una sonrisa, y me rasqué la mejilla. Me estaba volviendo a crecer la barba. Iba a tener que afeitarme luego.— En cuanto parientes y demás... mi madre es hija única, también, así que no hay mucho que podamos sacar de ese lado. Mi padre tiene un hermano, que vive en Irlanda. Seguro debo tener algunos primos desperdigados por ahí, porque mi tío no es la persona más responsable que conozco; pero al menos confirmados, tengo dos primos más pequeños —me encogí de hombros.— No somos una familia muy grande, la verdad. Están mis abuelos, obviamente, bah, mis abuelos paternos. Mis abuelos maternos fallecieron hace un par de años.

Juguetée un poco con los cubiertos y los palillos que había en la mesa. Ahora que lo pensaba, tenía muy poca relación con mi familia. Ni siquiera sabía bien la edad de mis primos. Solo me encontraba con ellos cuando iba a visitar Irlanda, y si bien durante las primeras horas parecíamos los mejores amigos, después de que la novedad de vernos desaparecía, prontamente nos terminábamos ignorando. Y la verdad era triste, porque habíamos tenido una linda relación antes del... incidente.

— A decir verdad, siempre me pregunté como sería estar en una familia más multitudinaria. No sé, que en las reuniones haya más ruido, más personas, más voces. Tenía un par de amigos en Europa que tenían familias grandes, y la verdad, los cumpleaños se sentían bastante bien. O que se yo, tal vez soy yo, que me gustan las multitudes. Puede que tener varios hermanos y primos sea un dolor de cabeza —torcí el gesto, con una cara de indiferencia.— Supongo que nunca lo sabré. A menos que me embarque en una búsqueda para hallar todos los hijos no reconocidos de mi tío, ¿eh?

Solté una pequeña risita, y me relajé en el asiento. Paseé la mirada alrededor, buscando nada en particular, y la volví a posar en la chica. Me quedé unos segundos mirándola, con cara de estar rumiando algo en mi mente. Al final, chasqueé con la lengua, como resignado, y me tiré un poco sobre la mesa, bajando la voz.

>> Bueno, te voy a hacer una pregunta, pero no quiero que te rías, ¿sí? —tragué la saliva, algo avergonzado.— ¿Cómo... cómo se usan los palillos?

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HOLUUUUUUSS. Perdón por el acto de desaparición, como que muchas cosas ocurrieron estos meses :( Podemos hacer que la comida ya llegue, Gabi, así adelantamos eso y listo.

 

La respuesta de Ale me tomó de improviso. ¿La familia que yo iba a formar? Eso me hizo pausar unos segundos. ¿De verdad me veía formando una familia? Obviamente me gustaba estar en pareja, y demás, pero me consideraba bastante un espíritu libre como para querer no estar atado a un solo lugar. De hecho, una de las razones por las que tanto me gustaba vivir en Europa era porque podía tomarme un tren, y después de algunas horas, estar en otro país. Era algo que sinceramente extrañaba al habernos mudado a Japón.

La verdad, no tenía una respuesta para esa pregunta, no ahora. Abrí la boca, pero la cerré al ver de vuelta a Ale. Me gustaba, bastante, y por supuesto que me encantaría entrar en una relación con la chica. ¿Pero familia? ¿Era yo lo suficientemente responsable como para tener hijos? Creo que era muy temprano como para ponerme a pensar en esas cosas. Me gustaban las familias numerosas, sí, pero no sabía si yo quería ser el principal contribuyente. Vaya, hacía mucho que no me planteaba este dilema. Si hubiera sido cualquier otra persona la que me lo hubiera preguntado, seguramente habría dicho que no, no quería tener hijos. Pero ahora... Nunca había conocido alguien que pudiera hacer un mejunje de mis pensamientos de esta manera. Bueno, sí lo había hecho. Pero mejor no pensar en eso.

Meneé la cabeza, intentando quitarme esos pensamientos de encima, y agradecí mentalmente en cuanto llegó la comida, permitiéndome pensar en cosas más urgentes. Cómo el hecho de que no sabía usar bien los palillos.

Alethea me explicó las técnicas para usarlos, pero la verdad, si bien era diestro con los dedos, el arte de comer con palillos siempre se me había escapado. Había ido a lugares de comida asiática con mi familia y amigos antes, y en todos había intentado practicar, pero parecía ya una maldición el hecho de que no supiera manejarlos bien. De hecho, mis amigos siempre tenían una apuesta entre ellos cada vez que íbamos a un lugar donde servían ramen, viendo cuantos intentos me tomaba llevar la comida a la boca, antes de frustrarme y usar cubiertos más convencionales.

— Sé que no ocurre nada si uso tenedor y demás, pero no sé, estoy viviendo aquí ahora, no estoy de turista. Siento que es algo con lo que tengo que acostumbrarme. Lo considero un... desafío personal —comenté, sonriéndole, mientras sentía como la mano ya se me estaba acalambrando. Solía usar la fuerza como sustituto de la habilidad para mantenerlos en su lugar, pero la posición de los palillos me estaba haciendo doler los dedos.— Oh, nos mudamos por mi madre. La empresa donde trabaja se fusionó con una basada aquí, y le ofrecieron a algunos empleados de cierto rango la posibilidad de mudarse con una visa de trabajo. La oportunidad no era mala, incluía un aumento de salario, y por suerte, las condiciones de trabajo no cambiaban. Creo que eso fue la principal razón por la que mi madre aceptó el viaje. Oh, y también por mi padre. Es profesor de historia, especializado en, bueno, Asia oriental, así que todo estaba alineado.

>> La empresa también se encargó de buscarme una escuela, así que esa es la historia por la cual arrivé al Sakura, a pesar de mi... poco estelar desempeño académico en Austria. Un porcentaje del sueldo de mi madre se va a la cuota del colegio, con la condición de que llegue a cierto promedio. Casi como una beca. Difícil mantenerla, pero tengo que hacerlo si quiero seguir ahí.

Mientras hablaba, intentaba una y otra vez llevar los fideos a mi boca, pero no paraban de resbalarse. Debía estar dando un espectáculo bastante ridículo. Al final, decidí concentrarme cien por ciento en la sopa que tenía al frente, y con cara de intensa concentración, y después de aún más intentos, logré retener un solo fideo. Con inmenso cuidado, lo llevé hasta mi boca, y una expresión de triunfo se dibujó en mi rostro cuando lo absorbí. La sopa se vengó de mí por semejante barbaridad haciendo que el fideo me azotara la nariz al subir, llenándome de salsa.

Me limpié la nariz, algo avergonzado, y decidí dejar los palillos a un lado, por el momento.

— Te preguntaría también por que eligieron Japón, pero resulta que eres una de las pocas estudiantes que conozco que sean originarias de acá, en la mescolanza que tenemos en la escuela. Así que bueno, mi pregunta sería: ¿te gustaría ir a vivir o a estudiar a otro país? Puede ser temporario, no tiene que ser definitivo.

 

Vaya, a Alethea le gustaba hacer preguntas profundas, ¿eh? Bah, profundas. sobre mi futuro. Algo que la verdad veía simplemente como una nebulosa extremadamente distante y borrosa. Yo me preocupaba por el futuro inmediato, y con eso quería decir que mi preocupación lograba alcanzar, como máximo, que iba a hacer este fin de semana. Una vez que pasaba el domingo, era borrón y cuenta nueva en mi mente. O sea, tenía algunos planes a futuro, pero era mucho más de los que dejan que la vida los lleve por los caminos que esta quisiera. Planear algo de antemano me parecía algo iluso. No podías controlar lo que iba a venir.

— Para serte sincero, Ale, no tengo idea. No tengo ninguna inclinación a nada, y los planeas que tenía cuando era más chico se frustraron luego de mi... accidente. Probablemente, si mis padres me sostienen, me tome un año sabático, recorriendo... no sé, algún país o zona, juntando experiencias, conociendo gente, y demás. Tal vez así encuentre lo que quiera hacer —solté una pequeña risa, y me encogí de hombros.— O tal vez no aprenda nada y solo sea una enorme pérdida de tiempo. No puedo decírtelo hasta que no lo haga.

Volví a concentrarme en mi comida, porque con lo que se me complicaba usar los palillos, no podía hablar y comer al mismo tiempo. Bueno, cualquier persona no podía hacer las dos cosas exactamente al mismo tiempo, pero yo mismo me entendía. Y teniendo en cuenta que estaba hablando conmigo mismo en mi cabeza, creo que a nadie más le interesaba llegar a comprender lo que decía en esos momentos.

— ¿Al Reino Unido? Vaya, interesante. Seguro que puedes ir, debe haber alguna beca o algo para estudiantes para ir allá. Lo que sí, intenta no ir a Inglaterra. O a Londres, al menos. Si no se puede, no se puede, pero ponle un poco más de prioridad a Escocia o a Gales —era medio irlandés, el disgusto hacia Inglaterra venía en la sangre, no había mucho que se le pudiera hacer. Y tampoco iba a dar muchas más razones.— Pero bueno, si decides ir hacia las islas, avísame. Puedo ayudarte a planear el viaje y demás.

"Y a ir contigo, quizás", pensé.

>> ¿Algún sitio que quisiera visitar? Un montón. Di varias vueltas por Europa occidental, pero no le presté mucha atención a Europa oriental. Ahora que estoy aquí en Japón también quisiera recorrer todo el país, y aprovechar para ir al resto del sudeste asiático. Australia también podría aprovechar, y la Polinesia. Nunca fui a Estados Unidos, tampoco —me encogí de hombros, con una media sonrisa.— Bueno, en resumen, si pudiera, visitaría todo el mundo.

No se me había escapado el suspiro que Ale había soltado cuando dijo lo de los conservatorios, pero no sabía si presionarla sobre eso iba a ser buena idea. Una persona tan reservada como ella seguramente no se sentía cómoda compartiendo todos sus secretos. Además, bien podría haber sido simplemente un reflejo. Pero podía indagar un poco por los costados, obviamente.

— Así que quieres visitar los conservatorios británicos y demás. Recuerdo que estabas estudiando danza y que tocabas varios instrumentos, pero habías mencionado que querías ser una idol. ¿Vas a estudiar luego algo que te ayude con esa carrera? ¿O tal vez estás buscando un plan de emergencia, por si lo de las idols no funciona? Y por cierto, ahora que lo pienso, creo que nunca me habías comentado, ¿por qué habías decidido ser una idol? ¿Qué te había empujado a eso?