Historia larga Huellas de sangre: Nicolás

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Roseé, 1 Junio 2019.

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    Roseé

    Roseé Soy muy viejo

    Virgo
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    Escritor
    Título:
    Huellas de sangre: Nicolás
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    1318
    ¡Buenas tardes/noches mis cachorritos!

    Hoy les traigo algo que vengo trabajando desde hace un buen tiempo, pero primero:
    1. Esto es una novela omegaverse donde existe presencia de relaciones homoeróticas.
    2. Temática de Hombres lobos (transformaciones en general), cazadores y seres mitológicos en general. (recuerdo que existía un foro para esto, pero no lo encontré, si un reader me puede orientar lo agradecería mucho)




    Me colgué la mochila de un hombro, listo para salir a la escuela, me giré para dar una última mirada a mis padres que sostenían en alto sus tazas de café humeante. Sonreí ante esa imagen tan hogareña, sentados en la cocina, desayunando en la mesa redonda de caoba, con estantes repletos de frascos de fondo, envueltos en los aromas del pan tostado, mermelada y mantequilla derretida.

    Parte de nuestra rutina diaria que la primera y última comida del día fuese juntos, era una forma para compensar el tiempo que pasábamos alejados, en el caso de ellos por el trabajo, y el mío la escuela.

    A pesar de que ya me había despedido de ellos, me detuve unos segundos en la puerta para dedicarles ese gesto y, al mismo tiempo, mirar de forma disimulada el calendario de gatitos que tanto me molestaba, pero que fingía encontrar adorable.

    Ya Afuera di una bocanada aire frío que llenó mis pulmones, era temprano y ciertamente el frío de la noche todavía perduraba en la solitaria calle, encaminé mis pasos hacia la mi destino.

    Siempre llegaba caminando hasta allá, lo consideraba relajante y necesario, podía divagar mientras observaba mi alrededor, admiraba las fachadas de las casas, el canto de los pájaros, la gente que regresa de su turno nocturno o aquellos especímenes extraños como yo, que les gusta llegar de los primeros a la escuela o al trabajo.

    Mientras camino me pongo a pensar en un tema particularmente interesante: la cruz roja marcada en el calendario de gatitos que colgaba en la cocina.

    Falta un solo día...

    Sabía perfectamente lo que significaba, mañana “aquello” volvería ocurrir, siempre es estas fechas empezaba a hacer memoria de cómo me metí en este lío.

    Hace un dos años, cuando cumplí los 16 me tuve que escapar de mi fiesta de cumpleaños y subí a mi habitación, de repente no me sentía bien y decidí en irme a dormir con la esperanza que el malestar cesara pensando que tal vez hubiese sido causado por el cansancio o algo que había comido durante la cena. Todavía me pregunto qué impulso me llevo a cerrar la puerta con seguro, supongo que algo dentro mío sabía que quería estar solo. Lo que puedo asegurar era que me sentía extraño, realmente extraño. El dolor no parecía mitigar y tampoco podía dormir, ya a altas horas de la noche, cuando la pequeña fiesta que habíamos organizado con mi familia había parado y no se escuchaba ruido alguno; yo seguía despierto, solo podía pensar en el malestar y en lo sofocante que se había transformado mi habitación, no podía respirar bien, lo suave y agradable de la tela de mi pijama se transformó desagradable, y un especie de calor trepaba lentamente desde mis piernas; mis venas se convirtieron en surcos de agua hirviente paseándose lentamente por mi cuerpo.

    En un intento para sentirme más fresco y disminuir esa abrazadora temperatura me saqué la playera, luego le siguieron las otras prendas que usaba para dormir hasta terminar desnudo sobre la cama, pero la sensación sólo aumentaba ferozmente, el cuerpo me empezó tiritar, pensé en que debía de tener fiebre por los mareos y la debilidad que sentía.

    —Mamá debe tener algo para mitigar esto, ella debe saber que hacer— pensé en ese minuto.

    Traté de incorporé en la cama, quería levantarme, pero me sentía realmente mal, ya no podía mirar un punto fijo en la habitación; por un momento me vi reflejado en el espejo, si antes era una hoja de papel en blanco ahora era un fantasma. Me di un impulso para ponerme de pie, pero las piernas se doblaron bajo mi peso, por lo que caí al lado de mi cama.

    Para ese minuto imaginaba que mis padres no subirían a verme porque creerían que estaba dormido, me quejé, pero mis palabras quedaron atrapadas en la garganta, no podía emitir sonido alguno, aunque intentara gritar nadie podría escucharme porque de mi garganta apenas salía un especie de chillido muy bajo. Era un momento desesperante, me sentía confundido, adolorido y sin la posibilidad de pedir ayuda.

    Mis padres estaban a una habitación de distancia y a pesar de eso no podía hablar o moverme. Todo parecía dar vueltas, como último intento cerré los ojos esperando que acabara todo. Pero en cambio, algo húmedo y caliente empezó bajar desde mi parte trasera que escurrió hasta los muslos, intenté tocarlo, pero ante el menor movimiento aumentaba mi vértigo.

    Mi mente entraba por momentos a un estado inconsciente, era como que si me quedara dormido a ratos, para luego volver al infierno bajo mi piel, no sé cuanto tiempo estuve en ese transcurso, pero hubo un minuto donde sentí que era insoportable, solo rogaba que parara de una maldita vez y de un momento a otro mis huesos empezaron a crujir, era el mismo sonido que producen las ramas de los arboles cuando las pisas. En ese minuto pensé que iba a morir.

    Tras esa noche descubrí varias cosas: la primera y más obvia fue que no era "humano" o al menos no completamente, cuando desperté caminaba con cuatro patas y pude observar en el reflejo del espejo que mi apariencia había cambiado. Al principio retrocedí torpemente ante la visión de lo que parecía un perro naranja grande, en realidad, a un zorro gigante.

    No cabía duda, el color del pelaje, la forma, incluso la terminación de la cola declaraba que era un zorro.

    La segunda cosa que descubrí fue que podía destransformarme, eso fue lo más difícil ya que el pánico que sentía mirándome en el espejo no me dejaba pensar con claridad. Pero finalmente había conseguido tranquilizarme y volver a mi forma normal.

    Aún recuerdo que me había pellizcado muchas veces para asegurarme que no fuese un sueño...

    Una Pesadilla...

    La tercera cosa que pude comprobar fue que sería algo de por vida, pasó tres meses sin incidentes, me convencí de que no había nada de malo en mí, solo una "Alucinación" producida por el cansancio o la comida, o al menos con eso trataba de convencerme hasta que volvió a suceder, pero para mi suerte mis padres no se encontraban en casa.

    Esa vez fue distinta que la primera, no sentía tanto mareo, pero si un gran calor.

    No quería que mis padres se enteraran, los quería demasiado como para asustarlos con algo tan… Aterrador. ¿Un hijo que podía transformarse en zorro? ¿Qué tipo de locura era esa? ¿Qué seguía ahora? ¿Hombres lobos? ¿Vampiros? ¿Cazadores? ¿Nadar con vagabundos? No, no podía dejar que me vieran o se enteraran de mi "condición" por lo que empecé anotar la regularidad con la que me sucedían estos incidentes, de ahí la existencia de ese maldito calendario que yo mismo colgué: marcaba el día en el cual volvería a pasar por aquella experiencia.

    Pensar en eso le dio escalofríos. Yo nunca pedí esto.

    Suspiré, no lo comprendía, ya tenía 18 años, había sobrellevado un buen tiempo sin contárselo a nadie. Internet, por primera vez en la vida, no me daba una respuesta satisfactoria, no encontraba nada que encajara conmigo, tampoco tenía un amigo lo suficiente cercano, aunque creo que tampoco se lo diría.

    Había estado tan sumido mis recuerdos que no había notado que caminé automáticamente, al doblar la esquina me di cuenta de que había llegado a la escuela.

    Un día, mañana faltaría a clases con alguna escusa creíble que tenía planeada y me escondería bajo la cama en mi forma de zorro mientras trataría de calmar el calor que me recorría.
     
    Última edición: 10 Abril 2020
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    Saludos desde sus hogares, aprovechando el tiempo de cuarentena decidí retomar con esta historia. Hay muchas cosas que faltan por editar, esta parte será más corta de lo que tenía planeado, pero es algo que tengo que publicar según el orden que estaba usando en la plataforma naranja.

    Capítulo 1, parte 2.

    Nathaniel


    —Entonces, Ustedes son los alumnos transferidos—Dijo el director con la característica voz de cátedra que tienen algunos hombres mayores acostumbrados a dar órdenes. Él no dejaba de mirar tras sus lentes a los tres jóvenes que estaban sentados frente a su escritorio. —Jorge, Nathaniel y Viktor, supongo.

    —Sí señor, soy Jorge— Respondió el más bajo de ellos y que usaba lentes de color negro en contraste de su cabello castaño. Pero a pesar de su físico delgado parecía desenvolverse más seguro que sus otros dos compañeros. —Él es Nathaniel y él es Viktor, es un placer estudiar en su escuela. —Nathaniel esbozó lo que parecía una sonrisa mientras jugaba con sus dedos y Viktor mostraba una actitud indiferente a la situación, sus ojos azules estaban fijos en el ventanal que estaba detrás del asiento del director.

    —Seré el director, pero esta escuela no es mía. —Dijo el director mientras se levantaba del asiento acariciando su bigote, su figura prominente se dibujaba en la ventana que Viktor estaba mirando. —Si lo fuera no permitiría a cualquier alumno pasear por estos pasillos y estudiar en esta prestigiosa institución académica—. Se levantó de su asiento cruzando las manos tras la espalda y se girándose para mirar el paisaje de la ventana, la vista daba directamente hacia la entrada donde unas personas recogían las hojas de los árboles.

    Tras las palabras del director el ambiente se puso tenso, estaba claro para los muchachos que ese hombre no era muy partidario de la integración de los alumnos que estudiaban a las afueras de la ciudad y menos si eran una escuela rural.

    El hombre no se giró a mirarlos de nuevo, se quedó en su pose soberbia y solo les hablo por encima del hombro.—Si mal no recuerdo ustedes ya recibieron sus calendarios y leyeron las normas institucionales. Creo que no hay más que decir, solo que espero que estén a la altura del lugar.

    Los tres se levantaron, dieron las gracias y salieron de aquella oficina.

    Ya lejos de aquel sofocante lugar los tres soltaron un fuerte suspiro.

    —Para ser un Beta, Jorge, tienes agallas —Nathaniel de dio un codazo al mencionado.

    —Gracias. Pero ustedes dos son Alfas y aun así podía sentir como sudaban sus manos... ¿Qué te sucedió a ti, Viktor? No abriste la boca en ningún momento, incluso te quedaste callado cuando dijo que —Jorge imitó la postura con las manos en la espalda, la espalda exageradamente erguida y la voz del director— "no permitiría a cualquier alumno pasear por estos pasillos"—.

    —¡¿A caso no se dieron cuenta de cómo apestaba ese hombre?! ¡Lo único que quería hacer era abrir esa maldita ventana! —Viktor se tocó la punta de nariz con sus huesudos dedos. —Mi nariz no puede olvidar semejante trauma.

    La risa se esparció por los pasillos haciendo eco, no había nadie fuera de las salas ya que la mayoría debería estar en clases, pero ellos tenían el día para reconocer y observar el lugar.

    —Hasta los zapatos de Nathaniel huelen mejor—dijo Jorge mientras se acomodaba los lentes. Nathaniel se ofendió, pero sólo se arregló el flequillo de pelo.

    La tensión acumulada se había disipado un poco. Quedar en este colegio les significaba un pequeño logro, pero eso no evitaba que sintieran nerviosos por la "misión" que les habían encomendado, al menos el primer paso estaba cumplido.
     
    Última edición: 10 Abril 2020
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    ¡Saludos para los que llegan a leer esto! Aquí dejo lo que en otra plataforma sería el capítulo 2, espero que les guste.

    Capítulo 1, parte 3.



    Suspiré, tan solo han pasado algunas horas y ya me siento cansado de mi profesor de biología, era solo escuchar su voz monótona y el brillo de su calvicie lo que me hace cuestionarme si él está capacitado para hacernos clase, porque más que enseñar biología se encarga de absorber las almas de sus estudiantes a medida que cuenta su larga y aburrida vida en vez de pasar la clase.


    La educación en su máxima expresión, la mitad del curso durmiendo y la otra mitad está fingiendo escuchar mientras está en el celular.

    Y yo no era diferente, simplemente me estiré para descansar un rato en tanto el señor seguía explicando no sé qué sobre las células mitocondriales.


    Tal vez, si aprovecho bien este tiempo puedo reponer un poco el sueño perdido por haberme quedado estudiando hasta altas horas de la noche.


    Cerré los ojos, acomodé mis brazos sobre mis libros como almohada y me relajé sobre ellos, puedo jurar que cada parte de mi cuerpo se afloja para recibir un pequeño descanso. Pero un golpe en la espalda me alertó. Levanté la cabeza rápidamente mirando hacia atrás, tres puestos detrás de mí estaba Kevin con una sonrisa estúpida en el rostro. Y recalco la palabra estúpida porque era una sonrisa falsa, una que te trae malos presagios.


    Fijé mi vista en el suelo donde había caído la bola de papel arrugada. Bien, entendía el mensaje, suficientes años con lo mismo como para saber qué era lo que tenía que hacer. Recogí rápidamente el papel arrugado y me levanté del asiento con mi mochila, la cual había aprendido por las malas a siempre llevar conmigo.


    Me acerqué a conversar con el profesor. —¿Algún problema joven?—dijo al darse cuenta de mi presencia, mi interrupción provocó que arrugara el entrecejo, más de lo que estaba, lo cual le daba un aspecto de pasa con ojos.


    —Necesito ir al baño. —Usé mi mejor tono neutral.


    El profesor se me quedó viendo algunos segundos para luego hacer un gesto con la mano indicándome que tenía permiso de ir. Con lo viejo que era seguramente se le iba a olvidar de mi y podría pasar a la biblioteca a dormir.


    Antes de salir del salón noté como algunos compañeros me miraban aliviados, incluso creo haber distinguido un fugaz rastro de compasión hacia mi persona y claro que lo hacían, ellos se habían salvado por el momento. Puedo decir que sus expresiones de alivio culposo eran dignas de "Los Juegos del Hambre", como cuando la mujer estrafalaria sacaba el nombre de otra persona y no el tuyo.


    Esa era la reacción que producía Kevin cuando te "seleccionaba". El era el matón de la escuela, uno de los típicos que van con su grupo a todas partes, el que se hace el gracioso con los profesores y va a llorar donde la psicóloga diciendo que el no es malo porque quiera, sino que él tiene muchos problemas en su casa y la escuela es su único lugar donde puede estar bien. A pesar que la escuela era subvencionada existen becas del gobierno destinadas a ayudar a los distintos estudiantes que por circunstancias especiales no podían entrar a estudiar por sus medios, y a pesar que uno encontrara diversos grupos y que en general existían buenas relaciones dentro de estos, no faltó alguien como Kevin que viniera a establecer su reino de terror.


    Por tanto, ser seleccionado no era más que el inicio del juego que hacía Kevin, una serie de abusos, molestias y burlas que las camuflaba magistralmente con "compañerismo" y "buena onda", no había forma de culparlo de acoso escolar, no solo porque era un experto en actuar, sino por la golpiza que te daba fuera de la escuela. Llegué al baño solo para lavarme la cara y ordenarme el cabello, yo no era oponente para Kevin; demasiado flaco, estatura promedio y el pelo rojo no me dejaba pasar desapercibido.


    Sumado a esto estaba mi estado febril que se acercaba para torturarme, y ahora era el juguete seleccionado de Kevin para realizar sus "tareas", y para sumar a puntos a esto estaba mi condición que me iba hacer faltar a clases, por lo tanto, Kevin va a querer que pague por los días que no le voy a cumplir con lo que me pida. Solo me falta crear una mentira más o menos creíble para que mis padres no descubran que me da complejo de personaje de Kafka y se metamorfoseo en un zorro.


    ¡Hurra! Pero que buen inicio de semana, se me caen las lágrimas de la emoción.


    Personalmente me siento como un idiota por no defenderme del mimado de Kevin, pero sé que es algo que va a terminar, falta poco para la graduación y me podré alejar de aquí. Mientras tengo que dejar que Kevin me use como títere para sus mandados. Me pregunto si realmente tendrá una mala vida en su casa como para venir a desquitarse en la escuela. Alcé el rostro y me devolvió la mirada mi reflejo en el espejo. Hoy estaba más de piel pálida plagada de pecas y ojos oscuros, había escuchado hablar a mis profesores que yo tenía una expresión triste y pensativa. Tal vez en la escuela si era así, pero en mi casa era el alma de la fiesta, reía, jugaba con mis padres y la pasábamos bien, aunque fuesen unas pocas horas.




    Nathaniel


    —¿Cómo olvidaste tu horario en el casillero Nathaniel? —Viktor lo miraba molesto, probablemente en su cabeza no le entraba como era que su amigo podía perder con tanta facilidad sus cosas.


    —Yo "creo" que está en el casillero—recalcó el otro, nervioso. Tampoco ayudaba que Viktor estuviera de mal humor después de que salimos de la oficina del director, bueno, no lo culpaba realmente porque ese hombre si que apestaba.


    —Sólo hay que ir a buscarlo Nath. O podemos sacarle una fotocopia al mío, tenemos los mismos horarios después de todo—. Caminábamos en una hilera tranquilos porque, gracias a que todo había salido bien, nos dieron nuestros libros de texto y las llaves de los nuevos casilleros. Solo eran de uso exclusivo para los alumnos que tenían beneficios del Gobierno; como nosotros por ser parte de un pueblo que "preserva" costumbres nativas.


    Doblamos por el pasillo hacia los casilleros cuando nos topamos con un chico pelirrojo saliendo del cuarto de baño. Viktor fue el primero en percibir el aroma del muchacho que caminaba distraído hacia nosotros, noté como se detenía de forma brusca y empezaba olfatear el aire.


    A Nathaniel tampoco le pasó inadvertido aquello y se volvió a mirarnos, en su rostro parecía haber un enorme signo de interrogación.


    Mientras que el chico caminaba despreocupado mirando el suelo, su apariencia era un poco extraña principalmente por las hebras rojas que caían desordenadas alrededor de su rostro, pero su aroma distaba mucho de ser "un simple estudiante". Mis sentidos activaron las alarmas en mi cabeza, no pensaba que tendríamos un primer encuentro con otro cambiaformas y menos en estas circunstancias; y es que era algo imposible, según sabíamos no hay manadas viviendo en estas zonas.


    —Un omega—. Nathaniel habló a causa del asombro, lo cual alertó al pelirrojo, causando que levantara la vista y nos viera.


    Al principio se hizo el espacio para evitarnos, pero luego se detuvo y se quedó ahí parado. Sus ojos oscuros pasaban rápidamente entre nosotros, nos estaba evaluando.


    Viktor fue el primero en dar un paso hacia él, listo ante cualquier amenaza, pero contrario a lo que esperaba, el chico de pronto se dobló de dolor como si un bate invisible le hubiera dado un golpe en el estómago, y a pesar de lo mal que parecía sentirse regresó corriendo por donde había salido. Los tres lo seguimos hasta la puerta, pero el olor que empezaba a esparcir el omega fue lo que me hizo reaccionar. Éramos un beta y dos jóvenes alfas a punto de entrar en un baño con un omega en celo, alcancé a detener a Viktor y Nathaniel, no podía permitir que entraran.


    Miré a mis compañeros, y me puse delante de la puerta, cualquiera pensaría que es un gesto casi ridículo pensando que eran alfas, que no les costaría mucho dejarme noqueado de un golpe, pero son mis amigos.


    Viktor tenía una mano sobre su nariz y se notaba mucho que estaba aguantando la respiración y, por otro lado, estaba Nath que me miraba con cara de querer empujarme y que le dejara pasar. Apelaba a que el buen juicio de Viktor lo haría mantener la calma lo suficiente y sacaría a Nath de ahí.


    Me calmé un poco cuando Viktor al fín reaccionó agarrando el brazo del otro y arrastrándolo del lugar, pero no me aparté de la puerta hasta que los perdí de vista por el pasillo.


    Abrí la puerta y trastabillé ante el abrumador aroma que desprendía el chico. No podía ignorar que mi corazón parecía haberse vuelto loco y que daba tumbos en mi pecho, gracias a La luna que había ventanas en el lugar que ayudaban a que el viento entrara y no dejara que se concentrara el aroma, de otra forma hubiese sido más difícil para mí respirar. Era tan extraño, no lo lograba comprender, en otras ocasiones había cuidado junto a Leila a otros omegas de la manada que entraban en celo pero nunca había sentido un olor tan seductor y enigmático que me sobresaltara de este modo. Caminé por los cubículos del baño hasta dar con el último donde se había encerrado el omega. Agradecí mentalmente mi ligera obsesión por siempre ir preparado y saqué del bolsillo del pantalón unos supresores, no eran para los celos de los omegas, sino más bien para los celos de los Alfas, así que no estaba seguro si servirían o no. Pero algo tenía que hacer, el aroma era lo suficiente potente como para alertar a otros alfas que fuesen compañeros de la manada del omega , y no quería imaginar el problema que se armaría.


    Necesitaba ser democrático, cualquier acto de agresión contra un omega de una manada extranjera se consideraba signo de guerra —¿Necesitas ayuda? Soy un Beta, por favor no me tengas miedo—Acerqué mi oreja a la puerta para escuchar lo que sucedía ahí adentro, podía percibir como el chico intentaba regular su respiración, lo que era realmente bueno ya que temí por un momento que se hubiese desmayado.


    —Estoy bien, solo fue un dolor de estómago. Nada de qué preocuparse.

    ¿Era un chiste? Era obvio que estaba en celo. ¿Acaso creía que me iba a engañar? —Sé que no es un buen momento para ti, pero no tienes por qué avergonzarte, estas cosas pasan. —Traté de sonar lo más tranquilo posible, quizás solo me tenía miedo por ser de otra manada, seguramente si hablábamos podríamos esclarecer todo el asunto, no había por que generar un problema mayor.


    —En serio... Estoy bien. —Su voz sonaba apagada, como si se estuviera cubriendo la boca con las manos.


    —Mira, estoy siendo lo más amable que puedo, pero tienes que cooperar. No estás bien, tu celo parece ser muy fuerte y a este paso nos meterás en grandes problemas.


    —¿Celo?— Preguntó como si nunca hubiera escuchado esa palabra.—¿De qué hablas? ¡Te dije que estoy bien! ¿puedes dejarme solo?


    —No creo que estés bien, puedo escuchar cómo respiras. ¡Te vas a desmayar a este paso! -No era broma, había visto como algunos omegas se desmayaban tras bajarles el celo de repente.


    —¡Fuera de aquí! —chilló, lo que causó que me aturdiera. Su voz ya no sonaba igual, a diferencia de su olor, era muy aguda y ni una pizca de seductora, era como si no fuese él.


    —Solo quiero ayudarte. —Metí la mano con las pastillas por debajo de la puerta. - No sé quién eres, pero me estas causando un gran inconveniente, por favor puedes tomarte esto y luego podemos...


    Me arrebató las pastillas, pero volvió a insistir que me fuera, no parecía dispuesto a que me dejara ayudarlo más allá de eso, lo cual era inaudito, ¡Era peor que tratar con Nathaniel cuando se enojaba! Pero no iba a rendirme y dejar que esta situación arruinara todo, no después de todo lo que trabajé para que me dieran una oportunidad así.


    Me arreglé los lentes, no escuchaba nada adentro del cubículo, me pareció que el estaba inspeccionando las pastillas.—¡Tómatelas!—En estos momentos es cuando me molesta no ser un Alfa, si lo fuera podría usar la voz de mando y listo, no pondría tantos peros para tomarse las pastillas. —Vamos, tampoco quiero estar aquí—.

    Un quejido más fuerte que el anterior se escuchó por el otro lado de la puerta. —¿Ves? No puedes negar que cada minuto que pasa estás peor. Esto ayudará...


    —¿Hará que pare?


    Su voz sonaba dolida, como si estuviera a punto de quebrarse —¿Te refieres a..?


    —El dolor... ¿hará que se vaya? —Cada vez su voz sonaba más débil.


    ¿Dolor? ¿Sentía dolor? Había visto omegas en este estado, pero más allá de las molestias y la fiebre no se quejaban de dolor. —Sí, solo tienes que tragártelas.


    Otra vez silencio, no estaba seguro como se las había tomado sin beber un poco de agua, pero estaba seguro que ya estaban haciendo efecto porque el olor estaba bajando en su intensidad.


    —Ahora ¿Puedes salir? —corrió el cerrojo del cubículo, lo cual era una señal positiva. —Es bueno que estés mejor, me preocupé cuando empezaste a sentir las oleadas, pudiste haber quedado inconsciente ahí encerrado.


    Cuando el chico estaba por salir Viktor entró con un pedazo de tela amarrado tapándole la nariz y boca, se acercó hasta donde estábamos. Golpee mi frente con la mano, debí suponer que Viktor iba hacer eso; como todo Alfa no se iba a quedar tranquilo esperando a que yo lo resolviera. Nath también entró al baño y se acercó hasta nosotros.


    —¿Ya podemos ayudar?


    —Ustedes no pueden estar aquí, son Alfas.


    —No te preocupes, nos pusimos esas cosas que nos diste para calmar cualquier "impulso alfa".


    No podía creer que fuesen tan infantiles, cuando me giré alcancé a ver un como un zorro pasaba por debajo de los cubículos y saltaba con toda velocidad por la ventana. Los alfas se giraron y quedaron tan sorprendidos como yo cuando vieron que llegó al otro lado de la venta y empezaba a correr en dirección a la calle.


    —Eso fue..? —Nath no terminó de hablar cuando Viktor puso su pierna fuera de la ventana.


    —¡¿Qué crees que estás haciendo bajate de ahí ahora mismo?!.


    —No podemos dejar que se vaya Jorge, está huyendo y tenemos que preguntarle de donde viene.


    —Chicos...—Nath llevaba en sus manos una mochila y un montón de ropa.


    Solté a Viktor causando que se tambaleara en el borde de la ventana—¡Eso es! Él dejó sus cosas, tendrá que volver por ellas.


    Viktor finalmente regresó adentro y se paró a mi lado. —¿Y qué vas hacer si no lo hace?


    —Tiene que regresar, usaba uniforme, por lo tanto, asiste a esta escuela. Si quiere de regreso sus cosas tendrá que volver.


    Después de decidir qué haríamos y que guardaríamos las cosas en mi casillero, salimos del baño en silencio porque cada uno parecía meditar sobre lo ocurrido, hasta que Nath interrumpió el ambiente— No me gusta ser el que interrumpa este incómodo momento de pensamiento pero, ¿Alguien más está impactado con que ese chico sea un zorro? ¿Cómo es que nunca habíamos visto otro cambiaformas que no fuese un lobo? ¿Acaso es normal?


    No sabía qué responder. Viví toda mi vida creyendo que los únicos seres mágicos existentes eran los hombres lobos.
     
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    La temática en sí me parece muy interesante. Un joven que se transforma en zorro sin estar prevenido, inconsciente de este hecho y sin ningún tipo de información. Simplemente experimentando cambios en su cuerpo, sensaciones dolorosas y perdiendo el control. Toda la escena de la transformación muy detallada. La aparición de nuevos personajes es interesante, especialmente al final cuando se descubre que son hombres lobo y más adelante, aunque ahora el protagonista sea reacio, nos desvelarán muchos datos interesantes. Cuando empiecen a interactuar estoy convencida que se pondrá más emocionante.

    Hasta el momento el tercer capítulo es mi favorito. La narración mejora y las conversaciones entre personajes son entretenidas. Además, el final con el joven huyendo en apariencia de zorro y las reacciones de asombro del resto ante el descubrimiento es de lo más curioso.

    En cuanto a la narración... La historia me parece muy confusa. Empieza con un joven, del que no se sabe nada, transformándose en zorro. Después, saltas de golpe con tres alumnos que han sido transferidos y a éstos si los nombras. Luego, vuelves a saltar con otro alumno asistiendo a clase y que tiene todas las papeletas para ser objetivo de bullying. Pero no se sabe que es el mismo protagonista del primer capítulo hasta el final pues no lo diferencias de ninguna manera. Además, es raro porque terminaste el primer capítulo mencionando que iba a buscar alguna excusa para no ir a clase y sin embargo, su siguiente aparición es en la escuela. Finalmente, después de diferenciar la segunda parte del último capítulo con "Nathaniel" he comprendido que estabas intercalando las historias.

    Creo que deberías haber descrito al protagonista en el primer capítulo, además de detallar profundamente su transformación como has hecho, menciona algún rasgo característico para poder situarlo después. Si bien quieres guardar el misterio de su nombre hasta más adelante distingue de alguna forma cómo cada parte está narrada por personas distintas. Realmente, hasta la mitad del tercer capítulo no sabía si había aparecido un tercer narrador y más adelante las historias se entrelazarían. Respecto a los tres alumnos nuevos me hubiera gustado una descripción más detallada de cada uno de ellos, siento que todavía no los distingo bien y salen datos aleatorios como que uno lleva gafas.

    Me parece que deberías releer las frases, especialmente en los dos primeros capítulos. Hay muchas de ellas que no tienen sentido, bien porque falta alguna palabra o porque has mezclado elementos de dos oraciones distintas. Te cito algunos ejemplos, aunque hay más. "Parte de nuestra rutina diaria que la primera y última comida del día fuese juntos" ahí falta el verbo, aunque quedaría mejor tipo: Parte de nuestra rutina diaria consiste en comer juntos la primera y última comida del día. "Ya Afuera di una bocanada aire frío" se te ha escapado la mayúscula, también bocanada de aire. "encaminé mis pasos hacia la mi destino" sobra el la. "Hace un dos años," supongo que querías escribir un par de años o algo similar. "y decidí en irme a dormir" sobra ese en. "esa abrasadora" con s. "Traté de incorporé en la cama" traté de incorporarme o me incorporé. " Entonces, Ustedes son " se te ha escapado sin querer.

    De nuevo, estos fallos son sobre todo de los primeros dos capítulos. No entiendo en base a qué formas los párrafos, considero que algunas frases al seguir la misma acción podrían estar juntos. Algunas oraciones se me han hecho largas con muchas comas entre medias. También un error que yo cometo mucho, abusas del que, procura releer las frases y si es posible eliminarlo redactando la oración de otra forma. Estaría bien echar mano de un diccionario de sinónimos especialmente para no repetir los verbos de seguido.

    Después de toda esta chapada que parece que sólo saco pegas felicitarte por el último capítulo. Me parece que has mejorado la redacción. Al no encontrar frases con elementos omitidos o "chocantes", la lectura ha sido más fluida y amena.

    Si te molesta que resalte ese tipo de fallos dímelo y sólo comentaré en base a la historia.
     

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