One-shot Héroe, a su manera. [Ace Attorney]

—Más oscuro que una noche sin Luna, más caliente y amargo que el infierno... El café.

Movía ligeramente en círculos la taza que contenía dicho líquido, sostenida únicamente por su largo dedo medio y pulgar. Le gustaba observar el movimiento giratorio que sucedía al mover la taza, tal como un tornado, pero de un color marrón claro como la miel, además de manchas irregulares más oscuras. Ese conjunto hacía del café un cuadro de tonos marrones a la altura de Van Gogh. Brillante y de un olor exquisito, saciaba sus ansias como nada existente. Su “dosis” mañanera. Godot tenía una extraña pero grave adicción a la sustancia, solía tomar treinta y dos vasos diarios.

Con voz cortante, repetía constantemente esa frase todos días, con las mismas pausas y tono de voz. Casi, hasta con igual postura corporal, era inusual. Su compañero de celda, Lucas, ponía una cara de indiferencia inconscientemente al ver esa escena todos días, sin excepción. Era algo cotidiano en aquella celda oscura, tapada por gruesas y frías barras de metal algo oxidado por el tiempo, alumbrada solamente por el rayo de Sol que conseguía adentrarse en ese lugar por la diminuta ventana también con barras, en la gran pared de hormigón compacto que contactaba con el exterior.

El exterior. Ese mundo de libertad del que eran privados los presos, ese sitio en el que querían estar con todas sus ganas.

Godot, mientras bebía, pensaba en estar fuera de nuevo. Quería salir de esa opaca mazmorra en la que tenía que residir. Su compañero, con los mismos pensamientos, miraba al techo con una mirada fúnebre y perdida.

—Dot, ¿cuántos años te cayeron? —Preguntó Lucas, rascándose la cabeza paulatinamente.
—Pues, me sentenciaron con seis años de prisión. ¿A ti, Lucas? —Respondió sin apartar la mirada de su droga.
—Dos años por robo, tío. —Contestó con desagrado.

Un silencio sepulcral reinó en el ambiente. Olía a pólvora y, cómo no, a café.

Los días fueron pasando, cada uno más despacio que el anterior, el “cafeadicto” describía aquello como un bucle. Lucas estaba acostumbrado a aquel ambiente limitado, había sido encarcelado más de una vez, pero la última condena había sido la más penal. Godot, contaba a este sus anécdotas en los tribunales, como abogado y fiscal, las cuales le gustaba oír a su astuto compañero de celda.

A los dos años, Lucas fue puesto en libertad condicional, lo que conllevó a que Godot fuese trasladado a una celda única. Esos años, en la soledad, pensó profundamente en sus acciones. Había sido un villano antaño. Culpó a Phoenix, o como solía llamarle, Light, sin razón, ya que la rabia y frustración lo cegaron. Por su culpa, la mujer a la que amaba estaba muerta.

—Estos pensamientos, hacen que el café sea más amargo que de costumbre. —Dicho aquello, tomó la taza blanca y sorbió. —Mia.

El nombre de su novia fallecida fue escurrido entre los labios del arrepentido hombre, que miraba su reflejo en el café con añoro.

Pasaron más años, largos y deprimentes. Llegó el día en el que pondrían a Godot en libertad. Él se encontraba en su cama, sentado.

—Más oscuro que una noche sin Luna, más caliente y amargo que el infierno... El café.

De nuevo, como todas madrugadas, pronunció su mítica frase. Por supuesto, con la misma tonalidad y posición corporal. Inusual, sí, Godot era misterioso hasta con el café. Sonrió. Por fin, después de seis años, iba a salir de aquel penumbral lugar.

Al dejar atrás la puerta de la prisión, miró hacia arriba con fuerza y entusiasmo. Respiró hondo, oliendo un aire puro que, durante años no pudo. Por su cuerpo avanzaba un sensación agradable, cálida.

—Aquel error lo acabo de pagar con seis años de mi vida, por equivocarme y no pensar en las consecuencias de mis acciones. Por hacer mal, Mia ya no está aquí. —Apretó los puños con fuerza. —Nunca volveré a convertirme en lo que fui, desde ahora, aprovecharé mis dotes como fiscal y abogado defensivo para ayudar, y no para desatar mi frustración. Seré un héroe en los juicios.

Comenzó a caminar decidido, sin reparo. Tenía un objetivo, cambiar. Ser un héroe, a su manera.

Al año, todos abogados lo tenían en un pedestal. Godot, hacía que todos sus clientes salieran ganando el juicio, como inocentes. La mayoría de las personas querían a este como abogado defensor, para todos era extraordinario. Los abogados más primerizos, decían que era el mejor, el inigualable.

“—Señoría, según la policía, el colgante era de oro con una esmeralda. Casualmente, el de la víctima es idéntico al que portaba el demandante. O debería decir, obviamente. Fue captado por las cámaras de seguridad, he aquí las grabaciones. La altura es exactamente la de este hombre. Además, el testigo aquí presente, que supuestamente estuvo con este señor a la hora del asesinato, se contradice. Hay testimonios de personas con las que el testigo estuvo en cierta reunión de trabajo a la hora de la muerte. El demandante estaba solo, y sin cuartada. Mi cliente tiene cuartada, y hay varios testigos que lo afirman. Nada más que añadir.

—Viendo las pruebas dadas, y las explicaciones... Concluyo que el acusado es inocente. Se levanta la sesión.”

Así liberó de cuatro años de cárcel a su antiguo compañero de prisión, al que llamaba Luc.

Era un Héroe de los juicios, uno de la Justicia.