Microrrelato Sola ante el silencio

Sola ante el silencio​

Al escuchar el palpitar de su corazón se dio cuenta del silencio que había en la habitación, tanto silencio parecía abrumador, aún cuando este era esencial de la noche. No escuchaba a su hermano roncar o a su abuela cuchichear con su hermana, menos el aullar de los perros de la zona.

Tanto silencio era inviable, y ahí estaba ese marcado ritmo que generaba su corazón para demostrarlo y recordarle que entre tanta onírica oscuridad ella estaba viva y, sobre todo; despierta. A pesar de eso, la oscuridad aún permanecía en su lugar envolviéndola completamente, con o sin los ojos abiertos esta era la misma. Y el silencio, ese maldito silencio que la hacia sentir en la nada, a pesar que no se veía; no tiene sabor y nunca podrías atraparlo en tus manos, y sobre todo oírlo; la hacía sentir sola, y por alguna razón su cuerpo se helaba a la hora de “sentir” el silencio. Y de nuevo empezaban las palpitaciones llenándola de sangre por todas las venas, tratándole de hacerle saber que aun seguía ahí… pero el silencio era más fuerte. Y cuando no tuvo más que aceptar como única compañía a ese desesperado silencio; fue por fin que sollozos se hicieron presentes, al inicio débiles, pero apenas percatarse ella misma de sus propios quejidos: de su propio llanto, pudo de una vez por todas soltar el desgarrador grito atrapado en su garganta. Todos en la casa despertaron.

“¿Qué le paso?” podía por fin escuchar a lo lejos pequeños susurros “Parece que tuvo pesadillas, pobrecilla, últimamente no duerme bien” escucho el comentario de una voz gastada, siempre rumoreaban que le daba fobia la oscuridad, o tal vez los espacios cerrados, pero no sabrían nunca que su verdadero miedo nunca se oiría. Solo pudo sonreír.