Song-fic Tóxico

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Relato basado en la canción I need you de BTS, para la actividad Una canción un drabble, de The Pacman

Tóxico.
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Un día encantador. Un paisaje encantador. Gente feliz alrededor. Parecía una postal de la ciudad perfecta, la vida perfecta, y eso sólo lo hacía sentirse aún más roto.


Pegó sus manos a su boca y exhaló aire para calentarlas. Era consiente de que la temperatura era agradable, pero él sentía frío. Desde hacía tiempo sentía frío, y nada lo quitaba, ni el abrigo ni el calor del sol, era algo que parecía tener origen en su interior, extendiéndose desde adentro hacia afuera.


La imagen de unos ojos grises se formó en su mente, la dueña de sus anhelos, y el origen de todos los males. Tomó su teléfono y buscó una foto de ella. Una hermosa joven de cabello marrón, ojos grises y facciones angulosas lo recibió con una sonrisa.


Permaneció largos minutos contemplando su foto. Todos los sonidos a su alrededor se apagaron mientras su mente reproducía una única melodía una y otra vez, su risa, su dulce e hipnótica risa.


Ella, con su deliberada indiferencia, con su amor a cuentagotas, se había deslizado silenciosa bajo su piel, yendo incluso más allá. Había llegado a su torrente sanguíneo extendiéndose por todo su ser, se había adueñado de su cuerpo haciéndole imposible vivir sin su presencia. Lo había convertido en un adicto, un adicto a ella. ¿Y él? Él era demasiado débil para resistirse. No podía… No quería hacerlo.


Su anhelante corazón la necesitaba justo en ese momento. Como un necio que no quiere razonar, le envió un mensaje citándola en ese mismo lugar, y él sonrió cuando su respuesta fue afirmativa, ansioso por volver a verla, sus ojos inquietos, buscándola entre la gente.


Esperó. Y esperó. Toda la espera valía la pena. Supo que había llegado incluso antes de que ella se acercara por detrás y le tapara lo ojos. Había sentido el aroma de su perfume, ese néctar dañino que estaba matándolo silenciosamente.


Se dio la vuelta y allí estaba ella, su alegría y sus tristezas, su amor y dolor. La abrazó fuertemente, y ella le devolvió el abrazo, y aunque sabía que nada de lo que ella hacía o decía era genuino, él ansiaba su contacto.


Por un instante posó sus ojos en los de ella, aquellos círculos grises que tanto podían ser estrellas luminosas como frío metal hiriente. Amaba todo de ella, y todo de ella lo hería.

Él era plenamente consciente de esta locura, sabía que ella era tóxica, pero no le importó, y en un arranque masoquista, se sumergió en sus labios, dispuesto a morir con su dulce veneno.