Aventura Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]

Tema en 'Novelas' iniciado por Sonia de Arnau, 19 Septiembre 2018.

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    Sonia de Arnau

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    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    20
     
    Palabras:
    550
    Sōla es un país poderoso, sin embargo, más pronto que tarde, su fuerte luz será reemplazada por la oscuridad y unos jóvenes ojos serán testigos de aquella inevitable transición.

    Daryl Van Suna, el príncipe heredero al trono de Sōla, es un joven lleno de energía y con ansias de aventura, y a sus dieciocho años de edad, sueña en convertirse en un gran gobernador, quizás igual o mejor que su padre. Daryl emprenderá un viaje en donde se enfrentará con enemigos terribles, se cruzará con inesperados aliados y traidores, además de que, en el transcurso de la misma, el pensamiento que tenía del país donde nació podría cambiar.

    De esa manera, da comienzo a la fascinante aventura que transformará y madurará a Daryl Van Suna.

    Sōla: El país de los poderosos

    Introducción


    Sōla, con sus 9 389 790 km² es el país más extenso del mundo y poco más de 531 millones de habitantes. Tierra famosa por la tan variada cultura, su rica economía y sus variantes platillos tradicionales. Su clima es variado, dependiendo de la zona geográfica. Pero mayormente frío en el Norte y caluroso en el Sur.

    Lunā, a diferencia del primer país, es el reino más pequeño, contando con poco más de 330 324 km² de extensión y, con un aproximado de 9,780,000 habitantes. A pesar de lo insignificante que pueda parecer, por muchos años fue el único país que siempre se enfrentaba al imponente Sōla, dándole guerra durante muchas generaciones. Considerado el país con los poderes más poderosos del mundo.

    Todos los reyes que alguna vez tuvieron la dicha de gobernar estas dos grandes naciones, aspiraban en convertirse en los reyes de la dinastía del contrincante. Dicho esto, tener bajo su poder el otro reino. Sin embargo, esos tiempos quedaron atrás cuando un buen día ambos monarcas se dieron cuenta que en vez de desarrollarse ante los enfrentamientos continuos; lo único que ganaban era destrucción, muerte, tristeza y mucha más pobreza.

    Al final, tomaron la sabia decisión de detener las absurdas guerras, de dejar en el pasado las riñas que sus antepasados tenían con el otro. Y para demostrar que ambos estaban de acuerdo, los dos reyes; el rey Craig Van Suna del país Sōla y Alec Diu Lunare del país Lunā, unificaron en matrimonio a sus primogénitos; Kristof Van Suna y Lena Diu Lunare respectivamente, sellando de esa manera el contrato a la unión y paz entre ambas naciones.

    Por fin habían sanjado sus problemas, existieron muchos años de verdadera paz. Lo que ninguna nación sospechó fue que, entre las sombras, nacería el más grande de sus enemigos.


    Títulos: Llevar un título; solo se les denomina o conoce con dicho título a personas poderosos (personas fuertes) e influyentes (gente aristócrata, por ejemplo). Si un ajeno derrota a una persona con un título de Poderoso, este título automáticamente pasará a ser del ganador, aunque hay casos en que la persona ganadora rehúse a ser llamado de esa forma, aunque suele ser extraño ya que se suele confrontar a alguien con un título para llevarse su título.

    Híbridos: Hijos nacidos de padres de razas, países o clanes diferentes, y personas que (aparentemente) nacen sin un poder alguno.
     
    Última edición: 13 Septiembre 2020
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    Saludos.

    Comenzaré con un par de errores que encontré.
    "... tristeza, y mucha más pobreza." La coma no va ahí y es mucha y no mucho.
    "... unificaron en matrimonio a sus dos primogénitos..." Veo innecesario poner dos en esa oración, ya que se habla sobre dos reyes y por lo tanto cada uno solo podía tener un primogénito, ya que es el/la hijo/a que nace primero que lleva ese título.
    "... fue que, entre las sombras, nacería el ..." Falta una coma.

    Y me queda una duda con la extensión de los países, ¿son kilómetros, millas, kilómetros cuadrados? Entiendo que lo normal es que al referirse a la extensión de un lugar se usen kilómetros cuadrados, pero como que se siente un poco vacío sin eso.

    Hasta ahora solo hablas un poco de los dos países que estuvieron en conflicto. Incluso das unos nombres, pero es muy corto, solo es un prólogo que no dice nada sobre lo que tratará el escrito. Pienso que deberías publicar el primer capítulo para ver de qué va este escrito.
     
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  3. Threadmarks: Capítulo 1.- El legado Van Suna
     
    Sonia de Arnau

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    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
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    Dark RS Muchas gracias por las correcciones y sí, se habla de kilómetros cuadrados. Precisamente he colgado el primer capítulo.

    Capítulo 1
    El legado Van Suna

    Daryl Van Suna

    La espada se movía de manera magistral mientras el joven de cabellera plateada se deslizaba al son de aquí y allá ante el despampanante sonido que el metal de ambas espadas hacían al chocar. No dejaba de mirar a su adversario, quien en un movimiento rápido movía su espada, bloqueó el ataque con la suya. Suspiró, por poco y no la detenía.

    El sudor caía de su frente y se deslizaba hacia su mentón para terminar en forma de gota que desaparecía al caer de su barbilla. Los ojos cafés del joven, que irradiaban la misma viveza, observaban a su oponente; un hombre ya mayor, cuyo cabello que alguna vez fue de un color rojo oscuro, ahora era adornado por abundante canas, dejando al descubierto los años que cargaban sobre él. No obstante, a pesar de su avanzada edad, el hombre no se movía nada mal, al contrario, destilaba experiencia.

    Christian Pierce, el actual Coronel de la Guardia Real, continuaba siendo un as en el esgrima. Christian sonrió ante el crecimiento se su pupilo. Evadió un corte del joven, lo miró fugazmente, aquel movimiento dejó un hueco en la defensa de su contrincante, y sin perder tiempo, contraatacó solo para ser testigo de como su pupilo, teniendo todo calculado, desenvainó su segunda espada en el momento preciso para utilizarla como escudo.

    El veterano sonrió orgulloso ante la destreza del príncipe. Deseó felicitarlo como lo había estado haciendo esos años, pero esa ocasión era diferente, esa vez peleaban con seriedad porque era la graduación del príncipe; en esa confrontación se determinaría si él estaba listo para luchar par a par con cualquier enemigo poderoso, por lo que el joven de cabellera plateada peleaba con todas sus fuerzas.

    Daryl Van Suna esquivaba, atacaba y se defendía, se movía hacia atrás y hacia adelante. Christian comenzaba a perder el aliento. Si deseaba ganar ese duelo, debía terminarlo en un solo movimiento. Aquella batalla no era la primera, era la cuarta vez, los ojos de Daryl derrochaban obtener la victoria, quería demostrarle a su maestro cuanto había crecido desde la última batalla seria que tuvieron. Quería que el propio Coronel de la Guarda Real le dijera al rey lo fuerte que se había convertido.

    El príncipe deseó con todas sus fuerzas demostrar ser digno de portar el nombre Van Suna. No solo al rey, su padre, también a su abuelo, a su madre, a su hermano y a la gente del reino. Suspiró al esquivar un corto que vio casi no evitaba, los movimientos de Christian se volvieron más rápidos y letales. Por un momento miró a su maestro y no supo si aquel ataque fue con todo, o se contuvo, pues por unos segundos su piel se erizó al creer que lo cortaría. A saber que si no fuera una práctica, el ataque le hubiera cortado la cabeza. Fuera lo que fuera, aquel pequeño fragmento de duda fue la oportunidad perfecta para que Christian moviera su espada como si fuera una finta, haciendo que Daryl no lo esquivara, solo para darse cuenta que no lo fue, por lo que se sorprendió, provocando que perdiera el equilibrio y segundos después ver como la punta de la espada estaba a milímetros de su cuello.

    El corazón de Daryl se detuvo por unos instantes, dirigió su vista a la figura imponente de su mentor mientras guardaba la espada. Bajó la mirada, exhaló el aire que había retenido mientras apretaba el mango de su espada con frustración. De verdad creyó que ese día sería por fin su graduación. Que por fin se convertiría en un guerrero hecho y derecho. Sonrió por impulso porque lo que sentía en ese momento no era para hacerlo sonreír.

    —Pensé que utilizaría ambas espadas —dijo el mayor tendiéndole la mano para ayudarlo a levantar.

    —Quería probar que podía derrotarte usando solo una —admitió secándose el exceso sudor de su rostro y luego miró al coronel—. Pero al final me obligaste a usarla como escudo.

    Christian pudo ver el obvio abatimiento del príncipe y es que esa era la cuarta vez que perdía. Aunque para él lo consideraba casi como un nieto pues le enseñó casi todo lo que sabe, en ese aspecto no podía dejarlo pasar, debía convertirse en un gran guerrero. Había crecido mucho, esa vez le hizo, a diferencia de las anteriores, le hizo dar su último recurso de energía. Lo obligó a despertar a la Bestia Roja. Estaba consiente que para la quinta vez, sería derrotado.

    —Charlot tenía razón —sonrió el joven, avergonzado—, que primero tengo que derrotarla a ella para poder derrotarte a ti.

    —¿Eso dijo ella? —Rio a carcajada, haciendo que Daryl entrecerrara los ojos, sin agradarle nada su reacción—. Ella también se ha vuelto muy fuerte…

    —¿Quien crees que ganaría? —preguntó, mirándolo con expectativa.

    Aquella pregunta lo tomó por sorpresa. No tenía una respuesta, los dos eran fueres, sí, pero ambos se especializaban en combates diferentes. ¿Qué podía responderle? Estaba entre la espada y la pared. Había peleado con los dos, todavía ninguno le he ganado, pero los dos estaban a nada de hacerlo. Con los dos, . Cada uno de ellos emanaban diferentes espíritu a la hora de pelear. Los dos utilizaban combates diferentes. Por un lado Charlot era más agresiva cuyos movimientos parecían ser, su pelea se basaba en su poder, a diferencia de Daryl, cuyos movimientos eran más precisos y se limitaba a usar sus espadas. Por esa misma razón, aunque les enseñó a los dos, lo hizo de formas diferentes.

    —Sé honesto, Chris. No me ofenderé.

    —Los dos son fuertes —soltó al final.

    Aquella respuesta nada satisfactoria hizo que Daryl dejara caer los hombros, rendido. No obstante, el mayor continuó:

    —Pero usted, príncipe, tiene algo especial que a la larga puede hacer que venza a cualquier enemigo. Su pelea se basa en su propia resistencia y en su energía y en ambas espadas. Su fuerza de voluntad es admirable y mientras mantengas la calma y la mente tranquila en una batalla, terminará derrotando a su enemigo, sea quien sea. Solo recuerde, cuando se encuentre en una situación complicada, no se desespere; mientras se tenga vida, todo se puede solucionar. Tenga en mente eso, siempre. Honestamente pensé que hoy sería el día en que utilizaría alguna de las técnicas que le he enseñado. Si hubiera utilizado una, sin duda, me hubiera ganado.

    Daryl cerró los ojos al momento se meditaba. Era cierto, aquellas técnicas eran la carta maestra que la Bestia Roja utilizaba cuando estaba en graves aprietos. Técnicas que fueron enseñadas hacia él, su legado. No obstante, el joven sabían lo peligroso y dañinas que eran, no deseaban utilizarlas si no fuera por verdadera urgencia. Tampoco deseaba llegar a dañarlo.

    —Cómo podría usarlas si tú tampoco lo haces. Quiero derrotarte de forma limpia. Después de todo, me enseñaste a no usarlas a menos de que mi vida corra peligro.

    Christian sonrió y asintió.

    —Yo ya no las utilizo porque estoy viejo. Ya no soy el que era antes.

    —¡¿Eh¡? ¿De qué estas hablando, Chris? —Lo miró de forma sospechosa—. Espero que esa “ventaja” a la que mencionaste no te hayas referido a que eres viejo o yo joven o sea el príncipe —Dejando de lado la poco seriedad, preguntó al mayor—: ¿Alguna vez te has enfrentado con alguien al que no derrotaste?

    Para él, los hombres más poderoso y fuertes que ha conocido han sido al rey y a Christian. Quizá por eso esperaba que contestara que la única persona más fuerte con la que se enfrentó fue al rey. Pero su respuesta lo dejó helado.

    —A muchos —respondió sin pensárselo al momento que desviaba la vista hacia la muralla que se alzaba a lo lejos—. Fuera de estas murallas existen personas titánicas y monstruosas, tan poderosas que ni en mis días mozos les gané o les hubiera ganado, si les hubiese tenido la oportunidad de haberlo hecho.

    —Sí es así, ¿cómo pudiste salir vivo? —Dicha pregunta la hizo con una pizca de incredulidad, como si no creyera que en verdad se enfrentó a personas más fuertes a él. No cabía en su imaginación ver a ese hombre derrotado.

    Christian lo miró a los ojos para responderle con una verdad.

    —Hay muchas luchas que perderás tú solo, pero vencerás acompañado. Esas victorias dependerán de la cooperación. Pedir ayuda y colaboración no es de débiles, al contrario, pedir ayuda a amigos y aliados te hará más fuerte.

    Aquella palabras de ese buen hombre quedarían grabadas para siempre en el corazón del joven príncipe, porque estaba completamente de acuerdo con ellas.


    El joven miró a lo lejos la gran muralla que separaba el palacio del exterior. Nunca ha dejado el palacio, por lo que no sabía que tan fuertes y poderosas personas existan del otro lado del muro. Un escalofrío lo invadió. Pensar en que pudiera haber personas más poderosas que Christian le parecía algo imposible e impresionante a la vez. El mundo allá afuera era grande. Sus deseos de conocer el país incrementaron y su sangre hirvió ante dos sentimientos encontrados; ardió por enfrentarse a un ser poderoso pero a la vez temeroso de hacerlo.

    Aunque era cierto, hoy por hoy, en Sōla reinaba una envidiable paz, por lo que ya no era necesario pelear para solucionar los conflictos, o por lo menos eso era lo que él pensaba. Antaño el país Sōla fue un país bélico y sanguinario, al que todas las naciones temían, por esa razón, desde el reinado de Kristof, el actual rey, el país decidió hacer las pases, cosa que el mundo, aunque lo negara, agradeció profundamente. Eso sí, nunca estaba de más volverse fuerte por si necesitaba defenderse de cualquier loco, después de todo, existiera paz o no, existirían las personas que pensaban que las cosas se solucionaban con golpes. Por eso mismo, su padre estuvo de acuerdo en que Christian le enseñara defensa a pesar de estar en una época pacifica.

    Prometió que se haría más fuerte para continuar protegiendo esa era.

    —Disculpen mi intromisión, Coronel, Príncipe.

    Ambos desviaron la vista hacia la dueña de la voz, se trataba de una de las tantas sirvientas con las que contaba la familia real Van Suna. Al tener su atención, ella hizo una reverencia mostrando respeto para después informar, dirigiéndose hacia el mayor.

    —Señor Pierce, su majestad el rey solicita de su presencia en la sala de reuniones.

    Solían reunirse en el salón de juntas los finales de cada dos meses para hablar sobre los gastos de administración, hablar sobre las atenciones del pueblo, las del palacio real y sobre otros temas semejantes. La última la tuvieron hacia dos semanas atrás, por esa razón, aquel mensaje le pareció extraño, en realidad preocupante pues reunirse a esa altura solo significaba que algo había ocurrido. Frunció el ceño ante la idea del tema del que hablarían; sobre el escuadrón liderado por el capitán Haxor Pusset que fue al país Many-Islandking.

    —Informale a su majestad que me dirijo hacia allá ahora mismo —ordenó.

    —¿No dijo nada sobre mí? —preguntó el joven.

    —Me temo que no, señorito, solo me ha pedido llamar al señor Pierce.

    Al decir aquello, la mujer se retiró para informar a su majestad. A su vez, Daryl frunció el ceño, su padre le prometió que cuando cumpliera los dieciocho años de edad para que comenzara a familiarizarse sobre los temas a tratar; ya había ido a las dos juntas anteriores, ¿qué diferenciaba esa de las otras? Quería ir.

    —Bueno, su padre necesita de mi presencia —le informó colocando su mano sobre el hombro de Daryl, al saber lo que cruzaba por la mente del menor—. No se sienta frustrado, príncipe, por una razón el rey no lo llamó. Pero le garantizo que a las próximas si lo hará. Continué entrenando, llamaré a Charlot para que lo...

    —Está bien —lo detuvo—. Esta vez optaré por meditar.

    De esa forma, sintiéndose más tranquilo, el mayor se dirigió a la sala de reuniones. Una vez se encontró solo, Daryl sonrió con travesura. Antes de hacer nada iría hacia ese lugar, deseaba saber de lo que hablarían en aquella habitación. Con paso veloz se dirigió al palacio, directa a la habitación de su hermano menor porque allí, se encontraba detrás de un pequeño armario un escondite. Y en ese pasadizo secreto se podía llegar hasta una pequeña abertura en la pared desde donde se podía escuchar todo lo que hablaban los adultos.

    Cuando cumplió los doce años encontró aquel lugar y desde entonces husmeaba la mayoría de juntas antes de ser invitado.

    —¿Vas a algún lugar específico, príncipe?

    La piel de Daryl se erizó al escuchar una voz femenina detrás de él cuando cruzó la puerta para entrar al palacio. Se detuvo en seco, aparentó seriedad al darse media vuelta y encarar a Charlot, una joven de cabellera corta color rojizo oscuro, dueña de ojos grandes color café. La joven se encontraba recargada en uno de los pilares y con los brazos cruzados miró con recelo al joven, esperaba una respuesta. Charlot Pierce era nieta de Christian y la guardaespaldas y escudera personal del próximo heredero de Sōla. Su nombre Charlot fue dado a honor de su bisabuelo. Era un asño mayor a Daryl.

    —¡Charlot! Pero qué alegría verte, pensé que habían ido a la fortaleza del sureste y regresaría hasta mañana.

    —Llegamos esta mañana. Después de todo, no tengo el lujo de separarme tanto del príncipe. Por cierto, he estado aquí desde entonteces, vi como fuiste derrotado por el abuelo.

    Daryl se sonrojó.

    —¡No debiste haber visto eso!

    —Sé que llamaron al abuelo a una junta importante, pero tú no estas invitado. Conociéndote, se ¿a dónde irás?

    Daryl se puso algo nervioso y comenzó tragar saliva. Entonces ella se acercó a él par añadir:

    —Príncipe, sabes muy bien que está prohibido espiar conversaciones ajenas, sobre todo si se trata de una reunión al que no fuiste invitado.

    Daryl rio en forma burlona, para poco después deslizó sus manos a su costado, donde reposaban ambas espadas, esa acción hizo que Charlie diera tres pasos hacia atrás. Frunció el ceño. ¿A caso…? ¿Qué planeaba hacer?

    —Hagamos un trato —dijo él, borrando toda sonrisa en su rostro—. El perdedor hará lo que diga el vencedor. Si tú ganas, no iré, pero si yo gano, iré.

    Claro que no. No iba a dejarse envolver en un juego. ¿De verdad pretendía luchar contra ella solo para escuchar la junta?

    —¡Si me atrapas ganas! —gritó Daryl mientras arrojaba sus espadas hacia ella, espadas que sostuvo ella pero hicieron de señuelo.

    Charlot parpadeó varias veces antes de darse cuenta de lo que había sucedido, como si se tratara de una bestia enjaulada por mucho tiempo, el príncipe salió corriendo como una bala de cañón. Cahrlot apretó la mandíbula disgustada ante tal acción, dejó recargadas las espadas y salió detrás de él. Debió habérselo imaginado, por un instante creyó que quería luchar contra ella y ella, a su vez, lo deseó. Daryl se encontraba con mucha ventaja.

    De vez en cuando miraba sobre su hombro para ver la distancia, tenía mucha ventaja. El palacio tenía mucho tipos de pisos, por lo que algunos eran muy resbalosos, como por ejemplo, pero se estaba divirtiendo, resbaló pero alcanzó a detenerse por lo que no cayó.

    —Cuidado, príncipe Daryl.

    Soltó una de las sirvientas, apresurada, pero su preocupación fue en vano pues Daryl la miró sonriendo, extasiado para luego retomar su correr. Solo para darse cuenta que Charlot se acercó corriendo, entendiendo la situación, la mujer sonrió. Se sintió feliz por ambos jóvenes que parecían divertirse.

    Daryl se dirigió hacia la habitación continua de la sala de reuniones, ingresó rápido al cuarto al sentir como Charlot, quien para su sorpresa corría más rápido desde la última vez que había utilizado ese mismo truco, ya le pisaba los talones. Él cerró la puerta casi frente a la joven, quien se detuvo frente a ésta parpadeando un par de veces y luego maldecir entre dientes al no alcanzarlo en el último segundo. Lamentablemente, no se le tenía permitido entrar a la habitación porque no era un cuarto cualquiera, era la habitación del hermano menor del príncipe; a pesar de tener libertad para muchas cosas, le era prohibido, si no era por orden de los dueños, ingresar a las habitaciones de los Van Suna.

    Desde su lugar, Conan Van Suna, hermano menor de Daryl, miró con sorpresa la repentina llegada de su hermano.

    —¿Se puede saber la dicha de tenerlo aquí, príncipe? —preguntó el niño.

    Al escucharlo, Daryl se estremeció, su piel se volvió piel de gallina y olvidando el suceso anterior, se apresuró frente a su hermano y tomándolo de los cachetes se los apretó para decirle en tono enojado:

    —No te dirijas a mí de esa forma que me da repelús. ¿Cuántas veces debo decirte que me digas hermano o me llames por mi nombre?

    —Lo siento, lo siento, Daryl —decía el pobre niño entre quejidos.

    Daryl lo soltó para mirar como su hermano se masajeaba los cachetes que ahora estaban colorados. Conan tenía el cabello color fuego, tal como su padre, sin embargo, tenía la figura delicada y delgada de su madre. Era ocho años menor que Daryl, por lo que contaba con solo diez años de edad.

    A pesar de ser familiares, los dos eran muy diferentes entre sí, tanto en carácter, en personalidad como en los gustos. Mientras Conan era un joven muy cortés —demasiado para el gusto de Daryl— e introvertido, teniendo como hobbie la lectura. Daryl era lo contrario, extrovertido e imperativo, teniendo como hobbie el meterse en problemas y el esgrima.

    —¿Está de nuevo esca…? —El niño guardó silencio al ver la mirada de su hermano y tragando saliva, volvió a re-formular la pregunta—: ¿Estás escapando de nuevo de Charlot?

    —Así es. Disculpa si te molesté en tus estudios —terminó de decir con una sonrisa.

    Desde el otro lado de la puerta, Charlot continuaba tocando la puerta mientras decía:

    —Príncipe Daryl, te pido que salgas de la habitación —decía con voz aparentemente calmada—. No debes molestar al príncipe Conan cuando hace su tarea. Cosa que tú deberías aprender de él. Príncipe Conan —Ahora se dirigió al menor al ver que no razonaría con Daryl—, si desea que me lleve al señorito para que no le perturbe, le pido que me de permiso de ingresar a la habitación.

    Daryl llevó su dedo indice a sus labios mientras miraba a su hermano en señal de que guardara silencio.

    —No digas nada, ¿de acuerdo? —terminó diciendo.

    —Lo lamento señorita —dijo Conan levantando la voz para ser escuchado por ella—. Para mí no es ninguna molestia tener al príncipe aquí, es todo un honor.

    Debería —respondió ella del otro lado.

    —¿Le has hecho algo? —preguntó curioso el niño mirando a su hermano—. Se nota que la señorita está malhumorada por algo.

    —¡Claro que no! —Se defendió el mayor—. Charlot se pone histérica por todo. Es solo que hay una junta en la sala de reunión y quiero saber de qué va... ¿no quieres saberlo también?

    —No me gustaría importunar a Padre, y mucho menos enfurecerlo, así que desisto de tu oferta. Me dispondré a continuar con la lectura.

    Sin más, Conan volvió a su lectura mientras Daryl se encaminaba a la puerta que estaba al fondo de la habitación. Abrió ésta para entrar a un pequeño cuarto, allí había una pequeña puerta en la que apenas podía caber, gateó hasta por un pasillo hasta que llegó al final de una habitación vieja.

    Una vez allí, Daryl observó al fondo aquella pintura vieja que colgada sobre la pared; era el retrato del bisabuelo Van Suna. Con cuidado, para no hacer ruido, la quitó y luego la dejó en el suelo y vio por un pequeño agujero el otro lado de la pared, y aunque no tenía una vista muy amplia, podía ver algo, no pudo evitar preocuparse al ver a su madre sentada ahí.

    Que él supiera, a esas reuniones su madre no asistía y si estaba allí solo podía significar que existía un problema que afectaba a las dos familias —a los Van Suna y a los Diu Lunare—; un problema que no solo involucraba el reinado de Sōla, también el de Lunā, ya que Lena era la representante oficial de aquel país.


    No vi necesario poner esta aclaración, pero veo que puede existir confusión. Sé que el nombre de Charlot es masculino y Charlotte es femenino. Y sí, no es un error que la nieta de Christian se llame Charlot, forma masculina, así es como la bautizaron.

    P.D: Por cierto, me inspiré completamente en las historias de Arslan Senki y One Piece para crear esta historia. Similitudes a otras historias es mera coincidencia.

    Fin del primer capítulo
     
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    Dark RS

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    Diré que la mayoría de tus errores se arreglarían releyendo antes de publicar.

    "... ser un as en el esgrima...."
    "... era mentor, desde la tierna infancia, de su joven pupila, no solo en el manejo de la espada, sino también en estudios y en la misma crianza." ¿Si es 'pupila' lo que quisiste poner?
    "—¿Te estás burlando de mí, Chis?..."
    "...superaré, por mas que me esfuerce y practique..."
    "...tiempo que ha llegado..."
    "...ganará! Seguirás siendo ..."
    "... palacio del exterior. Nunca ha dejado esas tierras, por lo que no sabe que tan ...."
    "...Ambos escucharon los..."
    "...solo me ha pedido..."
    "...pequeño armario donde...."
    "...rey no te ha llamado..."
    "...buen gobernador si no me..." No me convence la palabra 'gobernador' aquí, quizás dirigente o gobernante iría mejor.
    "...él simplemente suspiró."
    "...una vez fue soltado..."
    "...soltó a todo pulmón..."
    "... tú deberías aprender..."
    "... apenas podía caber..."

    No puedo dejar de pensar en Tales of the Abyss, principalmente el juego. El entrenamiento del príncipe, el instructor que es considerado el mejor (que luego resulta ser un traidor), la amiga que lo intenta corregir (amiga de la infancia que también está enamorada de él), la reunión misteriosa a la que no se le permite ir pero igual intenta escuchar todo al ir a un cuarto contiguo. Si una asesina mágica llega a intentar matar al Coronel de la Guardia Real y termina teletransportandose con todo y Daryl me preocuparé.

    Te recomiendo leas una o dos veces antes de publicar un capítulo, no creerías lo útil que resulta hacerlo. Veré cómo lo continúas.
     
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  5. Threadmarks: Capítulo 2.- Alrededor de la mesa
     
    Sonia de Arnau

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    Dark RS De nuevo, muchas gracias por los errores y por dejarme tu impresión, la que valoro mucho. Respecto a lo que mencionas, no lo negaré, tomé mucha inspiración en series, libros y videojuegos para hacer ese comienzo. Aun así, a la historia le daré mi personalidad e intento que eso "típico o cliché", o se maneja de buena forma, o evitarlo completamente.


    Capítulo 2
    Alrededor de la mesa

    Minutos antes de la junta

    Un hombre mayor, de ochenta años de edad, se mantenía sentado con un libro de leyendas en sus manos. El hombre tenía la mirada hacia el frente, sin prestarle atención a las letras de aquel libro. Cualquiera al verlo pensaría que estaba meditando sobra la lectura. No obstante, la realidad era otra. La taza de té que se mantenía sobre la pequeña mesita que estaba a un lado, se había enfriado. Sus ojos, que en su tiempo de juventud reflejaban las mismas llamas del fuego, ahora estaban extintas, nublados. Una profunda tristeza lo embargaba.

    Nostalgia era lo que su aura embargaba. Siempre terminaba de esa forma cada vez que leía la historia o las grandes leyendas de su amada nación. De aquellos orgullosos reyes y guerreros respetados por cada nación del mundo. Siempre era lo mismo. Apretó la mandíbula al sentir como una furia incontrolable florecía desde dentro.

    El hombre cerró el libro de golpe y luego miró a su alrededor para observar la enorme habitación abarrotada de incontables estanterías, cada una de ellas llenas de toda clase de libros. La biblioteca real, aquel sagrado lugar al que nadie solía pasar y que, al igual que él, estaba quedando completamente desapercibida por los del palacio.

    El hombre escuchó que alguien tocó la puerta.

    —¿Quién toca? —inquirió con voz apagada.

    Se imaginó que se trataba de uno de los tres Venerables.

    —Su humilde siervo, señor —contestó la voz.

    El hombre suspiró decepcionado, no eran ellos. Terminó por preguntar:

    —¿Qué te trae por aquí?

    La persona detrás de la puerta la abrió despacio para no perturbar la paz de su señor, y a pesar de que aquel anciano estaba de espaldas, el siervo dio una reverencia para luego hablar:

    —Disculpe por molestarlo, mi señor, pero el rey me ha pedido informarle que solicita de su presencia en la sala de reuniones.

    Él frunció el ceño extrañado ante la invitación porque desde que había dejado el trono en las manos de su hijo, no había vuelto a reunirse en esa sala, no porque no quisiera ir, más bien porque ya no lo invitaban. El primer año Kristof lo invitaba, él le daba consejos, pero un días de repente dejó de invitarlo. Un día lo encaró y su presuntuoso hijo le dijo que ahora él estaba a cargo del trono, que el reino estaría bien y que tenía un consejero nuevo. Fue muy imprudente. Pero lo sabía, sabía la verdad. Apretó el libro con tan fuerza que sus nudillos se tiñeron de blanco. Esa mujer que tenía de esposa lo había estado envenenando. Desde su punto de vista, esa víbora disfrazada de mujer lo corrompió e hizo que tomara las peores situaciones para el reino. Estaba más que convencido que todas las malas decisiones que a tomado para el país han sido ideas de esa.

    Lo controlaba.

    Era la marioneta personal de ella.

    Al hacerle caso a las palabras de esa mujer, su ahora estúpido hijo aplastó el orgullo de Sōla y el honroso nombre de los Van Suna. Después de no haber sido invitado todos esos años, ahora se atrevía a llamarlo. Si que no tenía vergüenza; continuaba manchando la dignidad Van Suna. Seguro que ahora deseaba desesperadamente su sabiduría. Sin embargo, al tener una idea de por qué se reunían, le desagradaba la idea de estar en la misma sala que esa zorra astuta.

    El anciano chistó y volvió a abrir el libro en la página donde había dejado la lectura.

    —Hágale saber esto a su majestad —habló con un tono despectivo—, que desde que bajé del trono, no corresponde a mí dar opinión alguna, y que todo problema venidero, sea solo a él y a su gente encontrar la solución.

    —Pero su…

    —¿Quedó claro o te lo vuelvo a repetir? —alzó la voz, autoritario.

    A pesar de los años, su voz continuaba siendo de alguien que imponía respeto.

    —Ah, sí-sí, quedó claro, su señor. Le haré llegar el recado a su majestad.

    —Eso espero —Levantó la taza y le dio un sorbo a la bebida, hizo una mueca mientras escupía el liquido—. ¿Qué porquería es ésta? ¡Ve tú, y diles que me traigan otro té! Anda ya, puedes retirarte.

    —Como ordene, señor.

    El siervo volvió a hacer otra reverencia y cerrando la puerta tras de sí, dejó a solas al ex-rey de Sōla. No ayudaría más a su estúpido hijo.

    Craig Van Suna era ahora un anciano, una simple sombra de lo que alguna vez fue en su pasado. Ahora era un hombre que añoraba sus días llenos de gloria y su juventud. Inhaló aire pesadamente y luego lo expulsó de la misma forma. Volvió a retomar su lectura.



    * * *​



    El rey Kristof tomó asiento en la cabeza de la mesa. A su lado izquierdo estaba la reina. A su lado derecho, al próximo asiento, se encontraba vacío puesto era el asiento que le correspondía a su primogénito, el príncipe Daryl, aunque esa vez allí se sentaría su padre. Al siguiente asiento se encontraba Christian Pierce, el Coronel de la Guardia Real mientras que a la izquierda de la reina estaba Northon, el consejero real.

    —¿Se encuentran todos aquí? —preguntó el consejero al rey deseoso de que diera comienzo a la junta.

    —¿Dónde está mi padre? —preguntó el rey.

    —El siervo del señor Craig me notificó que su padre no podrá venir porque le corresponde al actual rey, y a su gente, tomar las decisiones de futuros problemas —informó Christian.

    El rey se recargó en el respaldo en un intento de calmarse, después de todo sabía que esa iba a ser la resolución de su padre. Aunque no mentiría que deseaba escuchar algunos de sus sabios consejos. No obstante, no podía obligarlo. De esa manera, la reunión dio comienzo.

    —Bueno, entonces demos comienzo a la junta.

    —Como sabrán —tomó la palabra Northon—, el capitán Haxor Pusset y su escuadrón, hace tres días fueron a Many-Islandking. Lo preocupante de la situación es que no hemos recibido ningún reporte sobre cómo están, dónde o qué está sucediendo. Me temo que ante esa falta de comunicación debemos pensar en lo peor.

    Desde hace varios meses atrás se ha sospechado que Many-Islandking comenzaba a levantarse en armas contra Sōla. Aunque esto solo era una sospecha escuchada por un rumor. Ese tema preocupó mucho al rey. Sobre todo porque lo último que deseaba era perder a excelentes hombre en batalla. Por eso, al principio él había decidido enviar solo a una persona y pensó en Corban, el hombre que encabezaba a los Venerables, quienes trabajaban bajo el poder de su padre. Craig se rehusó al decirle que ellos estaban ocupados en una misión mucho más importante. Al final, y ofreciéndose voluntario, Pusset junto a su escuadrón se dirigió al archipiélago.

    —Entonces —habló el rey—, ¿qué sugieres que hagamos, Northon? El que hayas solicitado que Pierce estuviese presente en la reunión me da a entender que deseas enviarlo a él para verificar el estado del escuadrón, ¿o me equivoco?

    Daryl, desde su posición, se sorprendió al escuchar eso porque sabía que esa era una tarea muy arriesgada, y mucho más para una sola persona; peor aún, para una persona que no estaba especialmente capacitada para el espionaje.

    —Si así lo desea su majestad, estaré dispuesto a ir hasta Many-Islandking e intentar reunir toda información que pueda.

    —Sé que es muy arriesgado mandarlo a él —dijo Northon al ver el semblante del rey.

    Después de todo, Christian no solo era el guardaespaldas del rey, ni el coronel, ni el maestro de la espada, era su amigo y hasta lo consideraba como un segundo padre porque había sido también su mentor.

    —Pero —continuó el consejero—, como ahora mismo no tenemos a hombres capacitados y necesitamos saber el estado en que se encuentra el escuadrón de Pusset, me temo que es la única solución. No podemos atacar si no tenemos pruebas solidad de que ese país está en contra de nosotros. Si alguien descubriera que sospechamos de un aliado, podría producirse un problema mayor.

    —Pese a todo —interrumpió Christian mientras meditaba en algo que le parecía extraño—, me parece raro que le haya sucedido algo a Pusset y a sus hombres, estamos de acuerdo en que él es uno de nuestros mejores hombres, próspero a convertirse en el próximo coronel. ¿Será posible que hayan sido derrotados? Mmm, no puedo concebir eso. No me malinterpreten, con esto no quiero descartar la idea de que puedan estar en peligro.

    —Probablemente no fueron derrotados —razonó el rey al encontrarle lógica a lo que expresó Pierce—. Tal vez fueron descubiertos y ahora se estén ocultando del enemigo.

    —También opino lo mismo, su majestad —secundó el consejero.

    —Si me disculpan, me gustaría expresar algo —Se hizo escuchar la reina Lena, quien se mantenía serena, siendo de espectadora entre la conversación. Todas las miradas se posaron a la hermosa figura de la dama—. Pienso que sería estúpido enviar a alguien más a ese lugar sin saber realmente la situación.

    Lena Diu Lunare era una mujer reservada y callada, por eso, cada vez que hablaba lo hacía de una manera muy directa y sin temor de decir lo que cruzaba por su mente, y precisamente en ese instante ella expresó su pensar sin tapujos.

    —No sabemos exactamente lo que está sucedido allá —continuó ella—. Si Christian va, no solo será arriesgado para él, lo será para el escuadrón si es que se están ocultando y tienen planeado hacer algo. No hemos tenido información de ellos en solo tres días, ¿es tan malo eso?

    —Ahh, bueno… mi reina… —El consejero Northon no sabía que responder ante el razonamiento de la reina—. Verá, antes de mandarlos a Many-Islandking trazamos un plan, por esa ra…

    —Aun así —interrumpió la mujer, mirándolo—, no sabemos con exactitud lo que ocurrió una vez arribaron allá. Quizá por fuerzas mayores se vieron en la obligación de cambiar la estrategia original. ¿No lo ha pensado así? Frente su seguridad, están en su derecho de hacerlo. Si nos precipitamos a mandar a alguien puede resultar fatal, no solo para los soldados, sino para el país entero, para el reinado, para la familia, para el rey porque Many-Islandking puede tomar ventaja de eso y decir, en todo su derecho, que el país de Sōla y su rey tienen desconfianza de ellos, a pesar de ser un país aliado. Debemos pensar cuidadosamente en lo que se debe de hacer.

    —Reina —habló Northon tartamudeando y con todo respeto—, eso es lo que estamos haciendo, estamos pensando cuidadosamente.

    —Yo no lo veo así —informó con aquella voz imparcial—. Solo veo desesperación y angustia en sus palabras. ¿No hay alguna otra manera de saber sobre ellos sin necesidad de enviar a alguien?

    Hubo un silencio sepulcral en toda la sala. Todos estaban meditando en las palabras sabias de la reina.

    —Creo que sí la hay —Christian rompió el silencio al recordar algo—. En la ciudad Inotrantsy de la prefectura Triko existe un hombre, un refugiado, domador de aves. Se dice que de todo el país tiene las mejores aves mensajeras. Éstas pueden viajar, cruzar kilómetros sobre el mar y encontrar a la persona precisa que debe recibir el mensaje.

    —Taran Usha —nombró el rey.

    —Efectivamente, ¿lo conoce usted, su majestad?

    —Sí. Así se presentó el hombre que lideraba al grupo de los Bade-soorajitas que vinieron hasta mí para pedir un permiso especial. Me pidieron que todos los Bade-soorajitas que viven aquí como refugiados se les permitiera viajar hasta su país para pelear por él, porque se encuentra en guerra.

    —Pero debió dejar a alguien a cargo del negocio —dijo el consejero al final, con esperanzas de que así fuera—. Podemos enviar a alguien a verificar. No se pierde nada con intentarlo, y hasta es posible que en el transcurso del viaje recibamos noticias de Pusset.

    Desde su posición, el príncipe Daryl estaba deseoso de participar en la plática. Frunció el ceño molesto y enojado con su padre por no haberlo dejado asistir. Estaba tan exhorto en la conversación que le tomó por sorpresa ver como su madre, quien estaba sentada exactamente frente a la pared de donde él observaba, miraba fijamente hacia él. ¿Desde cuándo ha estado mirando hacia ahí? Su corazón palpitó a mil por hora al sentir la penetrante mirada de su progenitora e inmediatamente apartó la mirada del agujero mientras se llevaba la mano a su pecho para intentar calmarse.

    El agujero por donde miraba era muy pequeño, era imposible que se diera cuenta que husmeaba desde ahí. Debió tratarse de una mera coincidencia. Asintió varias veces al momento que volvió a asomarse y darse cuenta que la mirada de ella seguía mirando fijamente hacia él.

    ¡Era astuta, ¿se había dado cuenta?!

    No obstante, su alma volvió a su cuerpo y suspiró aliviado al ver como su madre se volteaba ligeramente para ver hacia otra parte. Daryl exhaló aire. Había sido solo una coincidencia.

    Por poco.” pensó el joven, calmándose.

    —Entonces —continuó el rey—, enviaremos a cualquiera hacia prefectura Triko. Como no es una misión peligrosa, podemos enviar a quien sea.

    Desde su posición, Daryl no evitó sobresaltarse y abrir los ojos con susto al escuchar la voz de su madre decir:

    —Daryl, hijo, ¿tienes algo que decir u opinar?

    Y al igual que el príncipe, el rey como los demás presentes, se sorprendieron ante el nombre. ¿Daryl?

    —Daryl, ¿estás escuchando? —dijo Kristof con voz potente y disgustado mientras miraba a sus lados, buscándolo—. ¿Dónde estás? ¡Sal ahora, Daryl! ¡Te ordeno que salgas y te presentes frente a mí, ahora!

    Todos los presentes se mantuvieron callados, esperando a que el joven, que por cierto no sabían donde se mantenía, saliera de su escondite. Miraron por toda la habitación sin saber que Daryl, una vez se le dio el “permiso” que necesitaba para hablar, como la misma pólvora, salió corriendo de la habitación de su hermano para irse directo a la sala de reunión, y abriendo la puerta con fuerza, ingresando a la misma y habló con voz potente:

    —¡Sí! Tengo algo que decir. Pido permiso para ser yo quien se dirija a la ciudad Inotrantsy y desde allá mandar un ave mensajera hacia Many-Islandking.

    Todas las vistas estaban sobre el impertinente joven. Y fue entonces que Daryl meditó en la posición en la que se encontraba. Aquellas miradas lo pusieron un poco nervioso. Solía ser muy impulsivo, aunque muy pocas veces se arrepentía de ello, en esa ocasión... tampoco lo estaba. Al contrario, de todas aquellas impertinencias, esa era la que en verdad deseaba realizar y no desistiría hasta escuchar un "sí" del rey.

    Quería salir del palacio. Deseaba conocer el país que algún día reinaría. No importaba que solo fuera por un par de días.

    —Definitivamente, ¡no! —Fue la obvia respuesta del rey a Daryl. Su voz sonó dura para que su hijo comprendiera que un “no” era un “no”, por lo que no se valía dar excusas.

    —Pe-pero ¿por qué no? —se apresuró a decir Daryl, ignorando la compostura autoritaria de su padre—. Yo ya soy mayor y puedo cuidarme solo. ¿Cómo quieres que llegue a ser un buen rey si no me permites siquiera salir del castillo, o estar en esta clase de reuniones?

    Los dos se miraron, Kristof mirando a su hijo con seriedad, era la primera vez que le hablaba en ese tono y de esa forma tan directa. Frunció el ceño.

    —¿Crees que no entenderé la situación? —inquirió el joven disminuyendo la voz, un tanto decepcionado de pensar que tal vez su padre lo creía incapaz de comprender la situación.

    Northon y Christian se mantuvieron callados, la tensión en el ambiente era palpable. La actitud desafiante de Daryl le costaría un severo castigo.

    —¿Por qué no? —se escuchó la voz de la reina quien miró a su esposo—. Usted mismo lo ha dicho, ¿no es así, su majestad? Como ir a Triko no es una misión peligrosa, se puede enviar a quien sea, ¿no? ¿Por qué no enviar a su hijo?

    Northon y Christian no evitaron abrir la boca sorprendidos ante las palabras de la reina.

    —Será un viaje peligroso —dijo el rey continuando con su postura de no dejarlo ir y mirándola a ella con desafío.

    —¿Ahora lo será? —preguntó la mujer—. Entonces iré yo —sentenció ella levantándose del asiento.

    —¡Eso es una locura! —habló Northon rápidamente—. ¿Cómo podríamos dejar a la reina de Sōla hacer una misión como esa? Eso sería caer muy bajo, se mancharía la reputación Van Suna si llegaran a enterarse de eso.

    —Pero no tienen porque saberlo, iré en cubierto —insistía la mujer de mirada penetrante.

    —Aun así, no podemos arriesgarnos.

    —¿Es igual para el príncipe? —inquirió Lena—. ¿No eran ustedes los que tenían la costumbre de hacer que el próximo heredero al trono viaje al cumplir su mayoría de edad?

    Un incomodo silencio, hasta Dylan entendió el ambiente en que se mostraba la sala.

    —¿Eso ha cambiado? ¿Desde cuándo? —La reina miró cara a cara a cada presente esperando una respuesta.

    La reina volvió a tomar asiento al comprender que no le responderían, no a esa pregunta porque la respuesta era obvia. Nunca ha cambiado. Era una tradición que debía darse, fuera dentro del día siguiente o la siguiente semana o el próximo año, pero era una celebración de los Van Suna.

    —Ya veo —soltó.

    —No es eso, reina —mencionó Kristof más relajado, por lo menos cuando se dirigió a ella—. Se han estado escuchando varias cosas respecto a las personas. No creo que sea el momento para dejar al príncipe salir, no sabemos si haya enemigos de otros países escondidos a esperar que el príncipe salga para atacarlo.

    Esto lo mencionaba porque era bien conocido que, como una tradición, cuando se cumplía la mayoría de edad, dieciocho años, todos los varones Van Suna viajaban por todo el país, para conocer las tierras en las que vivía, su cultura y su gente; así lo hizo su padre, sus hermanos y él. Así era, era una tradición del linaje Van Suna, mas Kristof ha estado posponiendo eso.

    —¿Y no está un rey para proteger a su gente? —continuó Daryl al ver la oportunidad, al notar que su padre pareció apaciguarse—. ¿No están para ser los primeros en ponerse en primera fila para pelear al lado de sus guerreros?

    Estaba molesto de que él fuera el único que, tras cumplir los dieciocho años, continuara encerrado en aquel lugar. Tan solo leyendo libros sobre la nación. No solo quería conocer sus tierras de esa forma. Deseaba vivir la experiencia de ver como trabajaban y como vivían las personas.

    —¡Pero tú no eres rey! —levantó la voz con potencia, haciendo estremecer tanto a Christian a Northon y a Charlote quien había seguido a Daryl—. La reina, tu hermano y tú se quedarán aquí en el palacio.

    Daryl no estaba pidiendo tener ese viaje, solo pedía ir a Inotrantsy de Triko y enviar el ave mensajera y se lo hizo saber a su padre. Aunque la realidad era otra, el verdadero temor del hombre era eso algo que nadie fuera de los Pierce, la reina y él conocían y era la debilidad de su primogénito. No poseía nungun poder.

    —Puedo cuidarme solo —susurró, quizá al sospechar la razón detrás de las palabras de su padre—. He mejorado con la espada, lo ha dicho Chris. Ahora puedo defenderme muy bien.

    —¿Eso es cierto? —El rey se dirigió a Christian.

    Por un momento Christian se tensó. Pero era verdad, se lo había dicho y no lo dijo solo para animarlo y porque era el príncipe. Daryl había mejorado mucho y ahora era muy diestro en ella. Además, él había notado algo peculiar en el joven que quizá lo ayudaría en un futuro.

    —Efectivamente, su majestad, se lo dije —añadió—. El príncipe ha mejorado a tal punto en que puede superarme y hasta puede permanecer en una batalla contra usted hasta el final. Daryl es ahora, sin temor a equivocarme, un gran guerrero. Es ágil y muy inteligente. Con todo mi respeto, pienso que debería creer más en él.

    El linaje limpio de las familia hacen que los predecesores nazcan con sus mimos poderes o con habilidades más desarrolladas. No obstante, cuando alguien de diferente clan o raza tienen hijos con otro clanes o diferente razas, esa descendencia nace sin ninguno. Se cree que cuando dos linajes poderosos se unen, su descendencia portaría la fuerza de ambos padres, pero la realidad no era así. Conan también parecía no poseer ninguna habilidad como la de Kristof o Lena. Desconocían si eso se debía por herencia o simplemente mala suerte.

    —Solo quiero que me respondas con toda honestidad, Christian —continuó el rey—: ¿Puede el príncipe defenderse de un Poderoso?

    El maestro del esgrima quedó mudo ante la pregunta. No supo que responder.

    —¡Claro que sí! —contestó el príncipe confiado de sí mismo.

    Aquella carencia de poder no iba a desanimarlo, no como lo hizo cuando era niño. Sobreviviría y se alzaría entre los poderosos que portaban un título fastuoso.

    —Un gran guerrero no necesariamente debe ser el más fuerte —dijo Christian—. Yo mismo le he dije al príncipe que mientras luchara con aliados y amigos, podría vencer al más poderoso del reino.

    —Yo lo acompañaré siempre —se interpuso la joven Charlot al llenarse del espíritu del joven.

    Se inclinó ante la presencia del rey y la reina antes de continuar:

    —Pido disculpas por mi atrevimiento, y también pido la palabra para decir que nunca permitiría que dañarán o siquiera tocarán al príncipe, juro ante mi título de guardaespaldas y escudera que sacrificaría mi propia vida por el bienestar del heredero.

    —¡¿Y quién ha pedido que hables?! —expresó el rey, enojado ante la imprudencia de ella. Al estar centrado en su hijo, no la había visto.

    Ahora ya cualquiera podía hablar sin autoridad. Aunque se tratara de la nieta de Pierce, no tenía el derecho de opinar sobre temas familiares tan delicados como ese. A su vez, Charlot cerró los ojos y tragó saliva con dificultad. Comprendió la severidad de lo que había hecho, se había dirigido de esa forma tan descarada ante la presencia del rey, pero no estaba arrepentida de haberse expresado.

    —Yo le doy la autorización de hablar —respondió la reina. Se volvió a poner de pie y miró a la joven valiente con buenos ojos—. Levántate, Charlot. Soy muy consciente de tu gran capacidad y fuerza. Eres una mujer de las pocas que hay. Charlot Pierce, nieta del gran espadachín Christian, e hija del héroe Blas; tu sangre habla por sí sola, eres fuerte y digna del cuidado del nuevo sucesor. Por esa misma razón, ante el nacimiento de Daryl, se te encomendó ser su escudero. No hay nadie más en este palacio que pueda calzar ese título.

    —Es verdad, su majestad —habló Christian, dirigiéndose a Kristof—. Mi nieta es una excelente luchadora, maneja bien armas punzantes y puede enfrentarse cuerpo a cuerpo con quien sea, y tiene un enorme conocimiento de su poder. Así que, mejor compañero en ese viaje para el príncipe no lo hay —concluyó Pierce mirando fugazmente a la reina para agradecerle internamente las palabras que le dirigió a su nieta.

    —Me siento alagada por sus palabras, reina —expresó Charlot en una reverencia, muy feliz—. No creo ser merecedora de tales halagos, agradezco sus palabras. Pero no cabe duda de que defenderé hasta la muerte al príncipe.

    —Aunque puedo defenderme solo —recalcó Daryl.

    —Su majestad —Lena se dirigió al rey—. ¿Por qué no dejar que Daryl conozca al país que algún día reinará? ¿Su padre no lo mandó a recorrer el país cuando cumplió los dieciocho años para que así, conociera las tierras que gobernaría algún día? ¿Por qué no hacer lo mismo con su hijo?

    —Esos eran tiempos diferentes —Kristof parecía no cambiar de parecer—. El país ha cambiado mucho desde mi reinado —Y era el primero en reconocerlo. Razón por la que su padre no le ha dirigido palabra desde hace años—. Ahora es más peligroso que antes —dijo esas palabras sonriendo con ironía porque en cierta forma, él contribuyó a que así terminara. Estaba consciente que una gran multitud allá afuera le desagradaba como rey.

    —Y con mayor razón —dijo ella—. El país cambia, la gente cambia, el rey también lo hace. Llegará el momento en que Daryl estará sentado en el trono para gobernar, y qué mejor lo hará al tener conocimiento de lo que sus propios ojos vieron y sus propios oídos escucharon. De esa forma sabrá como ayudar a su gente.

    Kristof suspiró. Daryl se acercó a la reina, y haciendo una reverencia dijo:

    —Gracias, Madre, por confiar en mi. No te decepcionaré y haré mi tarea.

    La reina levantó la mirada para ver a Charlot y le hizo una señal de que se acercara. Ella así lo hizo y una vez estuvo a su frente, Lena terminó por decirle:

    —Charlot, te doy el permiso de refrenar de cualquier modo, las irrazonables decisiones que vaya a tomar el príncipe —La mujer dibujó una sonrisa al concluir con un—: No importa si es con una buena cachetada. La seguridad de él es primordial —Después se dirigió a su apreciado hijo—. Hijo, crece en este viaje, no importa si dura dos, tres o diez días, aprende todo lo que puedas. Escucha a la gente y sobre todo —Levantó su dedo a la altura del pecho de él—, nunca dudes de tu naturaleza. Si crees que algo está mal o bien, has lo que creas sea mejor para solucionar un problema. Pero ante todo, no pongas en riego tu vida, no solo por ti, sino por los demás —señaló a Charlot, él también la miró. Volvió a ver a su madre y asintió. Ella los miró a los dos—. A ambos les doy mis bendiciones para el viaje. Cuídense. Ahora, vayan con el rey pues es él el que tienen la última palabra.

    Ambos jóvenes volvieron a hacer una reverencia y se acercaron al rey. Kristof miró a Lena, quien volvió a tomar asiento. Entonces, ¿estaba bien? Solo era ir y venir, ¿qué podría pasar si iban en cubierto? Tal vez solo estaba un poco paranoico. Lena tenía razón, encerrar a Daryl entre las murallas más que beneficiarlo lo perjudicaría, quizá lo que ella estaba tratando de hacer era que poco a poco saliera y conociera su país. Y que él, de igual forma, poco a poco lo dejara ir.

    —¿Estás segura de qué ésto es lo mejor? —le preguntó.

    Ella asintió demostrando que confiaba en la fuerza de su hijo y de la protección de Charlot.

    —Muy bien. Mañana partirás a primera hora. Está junta llegó a su final, cada uno puede regresar a sus deberes —ordenó.

    La sonrisa del joven no se hizo esperar. Estaba por demás feliz, miró a Chalot quien sonrió ante la alegría de Daryl. Este último volvió a su madre y la abrazó con fuerza, agradeciendo el permiso y que lo ayudara a razonar con su padre. A su vez, Charlot le agradeció que la haya defendido.

    Por otro lado, el rey se dirigió a Pierce.

    —Chris, ordena que un jinete se prepare para el viaje. El viaje será largo.

    Pierce obedeció las ordenes y comenzó a organizaba todo para el viaje; un buen carruaje, y por supuesto un chófer de la fuerza, al igual que ordenar los demás preparativos como comida, ropas y dinero.




    Fin del capítulo 2
     
    Última edición: 24 Octubre 2020
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  6.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Saludos.

    Diré que la mayoría de tus errores son simples descuidos y no desconocimiento. Recomiendo releer con atención justo antes de publicar, se suele encontrar mucho si se lee buscando errores, incluso se termina teniendo nuevas ideas y haciendo cambios.
    "...voz apagada...."
    "...estar en la misma..."
    "...sus días llenos..."
    "...existen tres de ellos..."
    "...llegó al archipiélago..."
    "...los padres de familia de esas familias se..." Recomiendo que reformules esa parte, es muy redundante y no suena natural.
    "...era muy peligroso porque..."

    La reina parece ser una mujer muy perspicaz, mejor que la manden a ella a investigar.
    No creo que el peor caso sea que capturaran al grupo de Pusset, mas bien es que todo el grupo muriera.
    Supongo mandarás a Daryl a esa misión simple, que de seguro se complica. Quizás acompañado de Charlot.
    Por ahora son solo conjeturas que me hago mientras comienza la parte interesante de la historia.
     
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  7. Threadmarks: Capítulo 3.- El comienzo de la gran aventura
     
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
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    20
     
    Palabras:
    4936
    Debo decir que este capítulo me salió un poquito largo :D
    Dark RS De nuevo, gracias por las correcciones. Tiendo a pasarlas por alto a la hora de leer el capítulo repetidas veces, es como si éstas desaparecieran o yo, como se lo que viene, lea las palabras bien xD A veces me doy cuenta de esos detalles cuando publico el texto. Respecto a la trama, quizá estos primeros serán algo lentos porque son introductorios. Pero lo interesante ya llegará, todo a su tiempo :)


    Capítulo 3
    El comienzo de la gran aventura

    A primera hora del día, Daryl y Charlot salieron del castillo para dar comienzo a su viaje. Christian, el coronel de la Guardia; Kristof, el rey; Lena, la reina; Conan, el príncipe y el chófer Dan los estaban esperando en el patio delantero, a un lado del carruaje. Los dos jóvenes bajaron por las escaleras, cada quien cargando una bolsa llena de sus pertenencias. Dan abrió las puertas del transporte cuando los dos jóvenes llegaron, éstos miraron a los presentes. Conan se acercó a su hermano.

    —Que le vaya… Digo, que te vaya bien, Daryl.

    —Gracias —Sonrió ante la reacción de su hermanito para luego mirarlo con seriedad—. Conan, te dejo aquí porque quiero que protejas a nuestros padres, ¿de acuerdo?

    El niño bajó la cabeza con un aire triste.

    —Yo no sería el más indicado para hacer eso —se sinceró con voz baja—. No tengo fuerza alguna, no como el príncipe.

    Conan sintió el brazo de su hermano sobre su hombro.

    —Sé que los protegerás a tu manera y con tu propio poder. Confío en ti.

    —¡Solícito dar un abrazo! —pidió con entusiasmo ante las palabras del príncipe.

    Cerró los ojos al ver que Daryl levantó la mano al pensar que lo regañaría como siempre lo ha hecho por su forma de expresarse frente a él, se sorprendió al sentir que solo revolvió sus cabellos rojos. El pequeño levantó la vista al ver que Daryl abrió los brazos, invitándolo a abrazarlo.

    —Eso no se pide, eso se hace —concluyó.

    Conan lo abrazó y Daryl recibió con gusto el abrazo.

    A Charlot le pareció tierna la escena, aunque para su gusto muy dramática pues regresarían, por un momento parecía que no se verían por largo tiempo. Sin más, ella subió después del príncipe Daryl. El carruaje era anónimo, o sea que no portaba el sello de la realeza, para evitar llamar la atención. El rey deseaba que el viaje fuera lo más pacífico y tranquilo posible. Los jóvenes también iban de la misma forma, vestían ropas civiles además de una larga túnica que los cubría todavía más. Dan subió al asiento de conductor, tomó las riendas y los caballos comenzaron a moverse por el sendero. Más adelante las enormes puertas del palacio se abrieron de par en par.

    Desde la ventana de una de las habitación, Craig miraba como el vehículo cruzaba la puerta y ésta volvía a cerrarse. Su siervo se mantenía cerca de la puerta esperando a ser solicitado pues lo había llamado hacia un par de minutos. El anciano entrecerró los ojos, le pareció muy extraño que Daryl saliera, a saber lo sobreprotector que se había vuelto su hijo.

    —Llama a mi nieto y dile que lo espero en la biblioteca —ordenó él hombre a su siervo sin dejar de mirar hacia afuera.

    El siervo asintió y salió de la habitación para informar al príncipe el anuncio. El anciano se quedó un minuto más antes de él también salir y dirigirse hacia la sala. Todo el trayecto estuvo pensativo sobre la ida de Daryl. ¿A dónde había ido y por qué? ¿Era por la celebración de su mayoría de edad? Negó. Era imposible, para ello debió llevarse a más gente, era más una celebración que otra cosa, y a Daryl solo lo acompañaba Dan y la nieta de Pierce. Seguro sería por algo de la reunión de ayer a la que no fue. Al llegar a la biblioteca se dejó caer en su sillón aterciopelado.

    Un par de minutos después tocó Conan y abrió la puerta un poco, llamó con respeto a su abuelo.

    —Hijo, sabes que no es necesario que tú llames, eres mi nieto —dijo con un tono muy afectuoso.

    —Lo siento —Sonrió divertido al recordar algo—. El príncipe Daryl siempre me regaña por eso.

    Daryl se acercó a su abuelo, cargaba un par de libros y una libreta ya gastada por el continuo uso que le daba.

    —Hablando de él —continuó el anciano—. Noté que salió, ¿sabes a dónde a ido?

    —Él, junto con la señorita Pierce, se dirige a la capital de Triko.

    “¿A Inotrantsy?” se preguntó aún más interesado. Iba muy lejos. El viaje por sí solo duraba una semana.

    —¿Sabes la razón?

    El niño negó antes de contestar:

    —Es algo que yo todavía no puedo saber. Leí los libros e hice toda mi tarea, abuelo.

    Le mostró éstos, el anciano los tomó al mismo tiempo que se ponía de pie para después invitarlo a sentarse en una de las mesas. Conan era un chico muy inteligente y Craig estaba completamente orgulloso de él. Él le enseñó a leer y la mayoría de cosas que sabe. Antes de que sus dos nietos nacieran, él deseó ser su instructor académico. La educación de Daryl empezó cuando cumplió los cinco años, no obstante, dejó de hacerlo cuando se dio cuenta que al muchacho no le interesaban los estudios, los libros ni el conocimiento en general. Un buen rey no solo era fuerte, debía conocer el fundamento en que estaba construido el país, familiarizarse con la historia de su nación y conocer las estrategias de sus antepasados. Un buen gobernador debía entender cómo la familia Van Suna se ha mantenido en el legado desde los siglos.

    Los momentos que más disfrutaba era cuando estaba en esa habitación hablando, charlando y discutiendo con Conan. De toda le gente que actualmente residía en ese enorme palacio, a nadie le había interesado tanto la historia. Ni a su propio hijo, Kristof. Entre los estudios, Craig aprovechaba para escribir una carta dirigida a cierta persona. Pasada una hora más o menos, su siervo tocó y lo llamó.

    —Señor, mis disculpas por la interrupción, pero Corban desea verlo.

    Era bien sabido que cuando Craig estaba con Conan estaba más que prohibido que los interrumpieran, sin embargo, había estado pendiente de la información de alguno de los Venerables, por lo que siendo esa ocasión una excepción, ordenó al hombre.

    —Pásalo a mi habitación. Por cierto, ven —le hizo una señal para que se acercara. Craig le entregó la carta ya guardaba en un sobre, pero sin su sello, siendo sellado solo con una gota de cera, junto a un papel doblado y una bolsita llena de monedas—. Manda a un mensajero a la dirección señalada, que busque al hombre con ese nombre y que le entregue eso. Hijo —Se dirigió a su nieto—, tengo una visita muy importante, así que me retiro por hoy, cuando termines siéntete libre de irte, no creo regresar.

    —De acuerdo.

    Le pareció extraño que fuera Corban quien se presentara ante él, esperaba que fuera Layland Pustcat quien reportara su llegada, no evitó preocuparse por ese hecho, o bien Corban quería verlo por otra cosa o porque sabía algo de Layland. Lo que fuera, se encaminó a su habitación intentado ir con la mente más positiva. Entró a la habitación y observó al Venerable mirando fuera de la ventana en su espera.

    El título de Venerable era el título más alto que podía poseer un guerrero. El título que otorgaba el más poderoso de todo el país. Así era, poseer ese título era una gran responsabilidad. Corban L'or era un hombre alto y esbelto, de cabellera rizada tan negra como el mismo azabache, siendo dueño de ojos pequeños y azules. Notable por llevar un atuendo oscuro, exceptuando su corbata blanca, y un sombrero de copa. Y por si no fuera poco, era el líder de los Venerables.

    —Me alegra verte, Corban. Realmente espero que este encuentro sea una buena noticia.

    El hombre se giró para ver a Craig e hizo una reverencia antes de hablar.

    —Mi señor, espero que lo que escuche sea de su agrado. He venido a reportar que Layland Puscat, esta mañana, ha llegado a casa, en un muy mal estado.

    —Pero ¿acató la orden?

    Realmente no le importaba el estado en que ella se encontraba, solo deseaba saber una sola cosa y era si hizo lo que se le pidió. Corban levantó la vista para mirar sus fríos ojos carentes de humanidad.

    —No lo sé, señor.

    La mueca que Craig dibujó indicó que no le agradó nada esa respuesta, no dijo nada, esperando a que continuara, a que dijera algo positivo.

    —Ella está reposando en cama, a duras penas pudo llegar hasta aquí. Perdió su brazo derecho...

    —¿Y solo a eso has venido? —Su voz se escuchó molesta e impaciente—. Pensé que vendrías sabiéndolo todo. Me has estado decepcionando mucho últimamente, Corban. Si desde un principio tú hubieras ido en vez de ella, no estaríamos en esta situación, ni con este resultado. Aunque el hecho de que ella esté aquí me da la esperanza de que terminó su misión. ¡No vuelvas aquí hasta que sepas el resultado de la batalla!

    Craig dio medía vuelta decidido a salir, pero antes de salir, se volvió una última vez al Venerable.

    —¿Dices que perdió un brazo? —inquirió el mayor—. Será bueno encontrar a alguien que la sustituya...

    Corban entrecerró los ojos y se apresuró a decir.

    —Señor, con el debido respeto, ella todavía puede continuar luchando. Esa perdida no la hará más débil, es más, sé que esa lucha hará que su espíritu se eleve aún más y será todavía más fuerte.

    —Parece que la estimas mucho a pesar de lo que te dijo días pasados —dijo al recordar el incidente.

    —Solo confío en su destreza.

    —Y yo solo espero que haya cumplido con su misión —concluyó cerrando la puerta tras de sí, dejando a un Corban un poco molesto ante la actitud que Craig ha estado teniendo esos últimos meses.

    Era evidente que algo le estaba molestando, no sabía que era, pero el hecho de que haya ordenado atacar a un hombre por nombre Deo le resultaba algo muy extraño, y era inevitable que una extraña sospecha incrementara en su interior sobre lo que pasaba por la mente del ex-rey del país. Ese hombre de linaje Van Suna, cuya dinastía él juró sería fiel hasta su muerte, se comportaba de forma muy errática. Negó para esparcir esos dudosos pensamientos. No le daría vueltas al asunto. No obstante, había algo más.

    “Por cierto, ¿a dónde habrá ido el príncipe?” se preguntó a sí mismo al recordar que al venir hacia el palacio vio cómo el príncipe y la nieta de Pierce iban en un carruaje. Poco después salió del cuarto y se dirigió de nuevo a sus aposentos. Una casa que se encentraba en las afueras del terrero del palacio, hogar que compartía con los otros dos Venerables; Layland Puscat y Griffin MacCaa.



    Ya habían pasado tres horas desde que dejaron el palacio Van Suna. El príncipe comenzaba a aburrirse de estar sentado. Él nunca fue de las personas que pudieran mantenerse en un mismo lugar por mucho tiempo. Su impaciencia incrementaba con cada minuto al ver su alrededor y no poder bajar del vehículo.

    —¿Faltará mucho para que lleguemos?

    Charlot lo miró un tanto incrédula.

    —Príncipe, el viaje tardará tres días a lo mucho, si solo Dan descansa por una noche. Además, estos caballos están acostumbrados a viajar muchas distancias…

    —No habría problema en que descansemos todas las noches en algún pueblo o posada —se apresuró a decir—: No tenemos prisa, Triko no se irá a ningún lado.

    —Literalmente acabas de preguntar si faltaba mucho.

    —Es qué mi problema en sí no es el que tardemos o no. El verdadero problema aquí es que estoy aburrido y quiero hospedarme en algún lugar.

    Charlot rio, esa actitud era muy propia de él, ella se encontraba frente a él, sentada en el otro asiento, se levantó y se sentó a su lado, tomó un paño grande.

    —Si realmente quieres pasar a los lugares, deberías cubrir tu cabello —comenzó a envolver el paño sobre su cabeza, ocultando todo su cabello—. El color blanco delata tu descendencia.

    —Ah, por cierto, de ahora en adelante deberías llamarme solo Daryl, si ya estamos con eso de evitar llamar la atención, “príncipe” es algo muy llamativo, ¿no lo crees?

    Se llevó la mano a la tela, nunca imaginó que ocultaría de esa forma su hermoso color de cabello. Aunque en cierta forma, ir de esa manera le entusiasmaba de gran manera. Dejar de ser el príncipe por una semana le emocionó. Poco después desvió la vista hacia afuera y miró por la ventanilla, su rostro emanó un poco de tristeza al recordar la preocupante actitud que los últimos días había estado teniendo su padre. Y no lo culpaba. Se habían acumulado dos situaciones muy preocupantes en un mismo mes, no solo la posible traición Many-Islandking, también sobre el pequeño grupo de personas que se estaban reuniendo en las prefecturas de Den y Noch, posiblemente preparando algún motín.

    Una verdadera lástima que, precisamente, esas dos prefecturas se comporten de esa forma cuando fueron los dos estados más beneficiados cuando entraron en vigor las nuevas leyes en los dos primeros años de reinado de su padre.

    A veces pensaba lo que era ser un buen rey. Su padre implementó la abolición de la esclavitud, reforzó los acuerdos de los países vecinos y hasta mandó contribuciones monetarias a las tribus y clanes que vivían en las montañas y colinas del Valle Dastal, al Oeste del país.

    No era una tarea fácil gobernar y pensar en eso hacia que dentro de él nacieran dos sentimientos encontrados; por una parte estaba emocionado de subir al trono, pero a la vez, estaba temeroso de no poder con la gran responsabilidad que conllevaba hacer eso. Le aterraba la idea no ser un gran gobernante como lo fueron sus antepasados Van Suna.

    Si crees que ser rey es solo sentarse y decretar ordenes y leyes, no eres buen candidato para serlo.” Esas palabras dichas por su abuelo vinieron a la mente del joven Daryl. Recordó aquella escena: él estando sentado frente una mesa llena de libros, a su lado, alzándose como una figura imponente, su abuelo mirándolo con aquellos sombríos y fríos ojos.

    Siempre ha sido un chico extrovertido y no podía mantenerse en un solo lugar, por eso su abuelo lo regañaba constantemente, por esa actitud. Le nacía el moverse, por eso le gustaba estar con Christian, porque con él entrenaba. Aunque nunca le dijo a nadie, le tenía mucho miedo a su abuelo. A él nunca le gustó estudiar con libros, por ello le dijo a su madre que ya no quería asistir a esas clases que su abuelo le impartía, desde ese día, dejó de verlo.

    El hombre casi no salía de su habitación o de la biblioteca. Algunas personas del palacio contaban que el hombre dejó de ser lo que era después de bajar del trono y pasar su gobernación a su hijo. Era un hombre misterioso y extraño. No solía ver a nadie.

    —¿Estás bien? —No tardó en preguntar Charlot al verlo pensativo y con aire abatido.

    Daryl miró la preocupación de su compañera, se estiró mientras se movía inquieto en el asiento.

    —¿Cómo voy a estar bien sentado aquí, aburrido? —Cruzó los brazos—. No te voy a mentir, estoy un poquito decepcionado. Me lo imaginaba el viaje más divertido; lleno de aventura o algo así. ¡Pero mira!, ni siquiera me han dejado bajar del carruaje. La única oportunidad que tendré de conocer algo será cuando paremos a un pueblo a descansar.

    Los dos jóvenes sintieron como el chófer comenzaba a disminuir la velocidad hasta que se detuvo completamente.

    —¿Sucede algo? —preguntó Charlot asomándose por la ventanilla.

    —Hay un hombre tirado en frente —respondió Dan apuntando la dirección.

    Charlot abrió la puerta y salió para verificar las palabras del chófer. Efectivamente, a lo lejos vio el cuerpo de ese hombre extendido a medio camino, por lo que ella comprendió la razón del conductor al detenerse. Charlot entrecerró los ojos, desconfiada, había escuchado que por los caminos habían ladrones que asaltaban los carruajes para robar el botín. Ella temía que fuera alguna trampa. Los alrededores parecían estar solos y tranquilos. Solo reinaba el silencio y aquello le pareció un mal agüero.

    —¿Ordenes, señorita Pierce? —preguntó el conductor.

    —¿Puedes seguir avanzando y pasar por un lado?

    —Mmm, me temo que sería imposible. Realmente no me gustaría involucrarme en ningún accidente, pero si esas son sus ordenes, lo intentaré.

    —¡No hagan una locura! —interpuso Daryl asomándose por la ventana—. No podemos solo pasarlo por alto y ya, qué tal si está herido y necesita que un médico lo vea. Debemos… —Daryl intentó abrir la puerta para ir a su ayuda, pero Charlot lo detuvo al colocar sus manos en ella.

    —Lo apartaré a un lado —dijo ella.

    —Pero con eso no bastara.

    —Si veo que está malherido y no se mueve, te prometo que lo subiremos y lo llevaremos al pueblo más cercano —le dijo más que nada para que él permaneciera adentro—. No te muevas de aquí —Comenzó a caminar a paso lento hacía el hombre—. ¡Oiga, usted, ¿se encuentra bien?! ¡¿Está herido?! ¡¿Lo asaltaron?!

    Una vez que se acercó al cuerpo, Charlot, dispuesta a verificar si en realidad el hombre necesitaba ayuda o solo era una actuación, se acuclilló para verlo mejor y fue entonces que para su sorpresa, el hombre abrió los ojos repentinamente, sorprendiéndola, y con un movimiento rápido, él levantó su mano y tomó a la joven del cuello.

    El hombre miró con lasciva a la chica al verla sufrir ante su agarre, y se sintió excitado al notar como los ojos de ella demostraban desconcierto. Él se puso de pie mientras ella hacia lo mismo.

    —Qué bien, qué suerte la mía, fue una niña quien se acercó a mi. Shh, calma, calma, preciosa —susurró lentamente mientras se lamia los labios, imaginándose mil cosas con ella—. No te preocupes que no te mataré, claro, mientras seas una buena niña, tan solo…

    El hombre guardó silenció extrañándose al ver como ella, como pudo, dibujó una sonrisa en su rostro y para la sorpresa del hombre, Charlot levantó la mano a la altura de rostro de él y de sus palmas salieron chispas y éstas quemaron su rostro. El hombre la soltó con brusquedad y gritó de dolor. Charlot comenzó a respirar aire.

    —¡Estúpida! ¡Maldita asquerosa! —gritó el hombre retorciéndose mientras se agarraba la quemadura de su rostro—. ¡Por poco me dejas ciego, maldita!

    No tenía ni idea de que ella poseía un poder.

    Ignorándolo, Charlot rápidamente se giró para advertir a Dan y al príncipe que, efectivamente, se trataba de una trampa. No obstante, fue demasiado tarde, seis saqueadores ya habían rodeado el carruaje. Maldijo a sus adentros y su preocupación aumentó todavía más al ver como uno de ellos se asomaba por la puerta para después entrar en su totalidad.

    —¡Prín...!

    Charlot intentó acercarse al vehículo para auxiliar a Daryl pero se detuvo al ver como el hombre que había entrado al carruaje fue arrojado afuera con brusquedad, y entre los quejidos del saqueador, todos los presentes miraron atónitos como Daryl bajaba del vehículo y con total tranquilidad observó a los restantes cinco saqueadores.

    —Al final solo se trató de una trampa —dijo decepcionado—. Es una lástima porque realmente pensaba que el hombre del camino necesitaba ayuda.

    —¡Maldito! —gritó uno de ellos enojado mientras se iba contra él.

    Daryl reaccionó con velocidad y desenvainando su espada cortó la ropa del hombre quien se detuvo sorprendido al ver tal hazaña. La mirada del saqueador demostró incredulidad al ver como el joven se puso en posición de ataque y luego decir con voz calmada:

    —No tendré ninguna clase de clemencia a bandidos como ustedes. ¡Iré por todas, así que vengan a atacarme de igual manera!

    El bandido, cuya ropa fue cortada, frunció el ceño molesto y ante las desagradables palabras del joven se fue contra él con espada en mano, y todo eso mientras llamaba a dos de sus compañeros para que lo ayudaran. Los otros tres polizontes se fueron a luchar con Charlot quien iba a ayudar a Daryl.

    Tres de ellos se amontonaron contra el príncipe lanzándole estocada tras estocada. La visión de Daryl a penas era distinguible debido a los múltiples ataques, pero logró evadir todos, tomaría esa confrontación como una excelente práctica. Al ver que los tres estaban sorprendidos al no poder tocarlo, Daryl aprovechó para contraatacarlos moviéndose de una manera muy rápida y concisa, desviando tanto los ataques de los oponentes como atacándolos al mismo tiempo que los obligaba a retroceder más de dos veces.

    El muchacho era bueno, se movía magistralmente.

    Uno de ellos, el jefe del grupo, chistó al notar que el joven tenía una defensa impecable, podría decir que era casi perfecta; hiciera lo que hiciera, atacara cuanto atacara parecía no tener ninguna flaqueza, y eso que eran tres contra uno. ¡Era una locura! Arrugó su rostro, estaba enojado, y a su mente llegó la idea de hacerlo sufrir de mil maneras por burlarse de ellos con aquella carita de niño bueno. Su rostro no aparentaba ninguna clase de miedo, ni nada. ¡Se estaba burlando de ellos!

    Los tres se detuvieron mirándose unos a otros sin saber que más hacer.

    —¿Eh? ¿Ya se han cansado? Pero si acabamos de empezar —dijo Daryl en un tono de decepción y eso solo provocó que el jefe se molestara aún más y frunciera el ceño todavía más molesto.

    —Maldito hijo de… mocoso, me aseguraré de que no salgas vivo de ésta, ¿me oyes? Ni tú ni la niña de allá. ¿No tienes miedo de que le hagamos algo a ella? ¿Puede perder la…?

    —¡No sean ridículos! De nosotros dos, ella es la más fuerte y si hay a alguien aquí a quien podrían derrotar sería a mí. Aunque claro, eso será imposible. No por nada soy el pupilo número uno de Pierce.

    Daryl atacó obligando de nuevo al líder a retroceder.

    —Juro que te cortaré la cabeza y se la mandaré a tus padres como regalo —amenazó con voz temblorosa por la rabia—. ¡Te haré tragar tus palabras!

    —Menos palabras y más hechos —dijo Daryl invitándolo a continuar con la mano, provocándolo.

    Acabemos con esto, estúpido.” pensó el hombre mientras hizo una señal a los otros dos, y cuando ellos comprendieron el significado de dicha seña, asintieron. Uno de ellos se movió al lado izquierdo de Daryl, el jefe retrocedió un par de pasos, el tercero se movió al lado derecho. Daryl comprendió que lo estaban acorralando. Y así fue, enseguida, los tres al mismo tiempo se lanzaron hacia Daryl con la intención de embestirlo, de esa forma no existía una defensa “perfecta” para evadir el ataque porque Daryl solo podía detener un ataque.

    Ante la aparente inmovilidad, Daryl retrocedió un par de pasos hacia atrás al momento que desenvainaba una segunda espada, así que pudo detener el ataque de los dos bandidos que estaban a su lado, y como había retrocedido exactamente en el momento preciso, alcanzó a esquivar por casi nada al que estaba a su frente, así que este último cortó el aire.

    Daryl sonrió nervioso al ver como a penas se había librado, y por nada lo tocaba, pero estaba asombrado de ver que el movimiento que le enseñó Christian funcionó. Se había jugado la vida, si no hubiera calculado correctamente la distancia, la espada no hubiera cortado el aire, le hubiera cortado a él.

    Nunca imaginó que haría ese movimiento en una batalla real. Su maestro sin duda alguna lo había entrenado para cualquier clase de movimiento y toda clase de estrategias.

    —Impresionante mocoso, conque sabes usar dos espadas —mencionó el líder, nervioso—, pero ¡no lograrás defenderte de nuevo porque las estás usando ahora! —gritó moviendo con rapidez su espada para tajar el estómago de Daryl.

    Pero no imaginó que Daryl tenía un as bajo la manga y, tras sonreír burlesco, empujó a los otros dos con fuerza y en otro veloz movimiento pateó al líder, haciendo que soltara la espada y que ésta cayera al suelo. El bandido en un vano intento de recoger su arma al agacharse Daryl blandió la espada verticalmente y lo cortó desde el pecho al estómago. El jefe tosió sangre. Había perdido.

    Y ante la impresión de ver a su jefe herido, los otros dos se quedaron inmóviles como piedra. No podían creer que un muchacho tan simplón hubiera derrotado a quien consideraban su líder por ser el mejor y más fuerte de ellos.

    —Pues estás muy equivocado si piensan que no podía defenderme —dijo Daryl observando desde su posición como el líder bandido retrocedía, agarrándose el estómago mientras de su boca salía mucha saliva mientras sentía su pecho y panza arder por el corte.

    Afortunadamente, la herida no había sido tan profunda, así que no lo mataría, después de todo Daryl no quería hacerlo.

    —Necesitas más entrenamiento —continuó Daryl—. Recuerden, nunca deben subestimar a su oponente, sea quien sea, tú lo hiciste y por eso fuiste derrotado —Daryl se giró para ver a los otros dos que todavía tenían sus espadas en mano y les preguntó—. ¿Alguien más quiere una cicatriz en el pecho?

    La seguridad en los ojos cafés de Daryl hicieron temerle y hacerse la pregunta de quién era él. No evitaron retroceder y se asustaron aún más al escuchar los quejidos de sus otros compañeros; de los que estaban enfrentando a la chica. Al girarse vieron como Charlot terminaba por derrotar al último hombre que estaba en pie. Tampoco la chica era débil.

    —¿Quiénes son ustedes dos? —preguntó uno de los bandidos temblándole las rodillas.

    La joven, ignorando olímpicamente la pregunta, se apresuró al lado de príncipe y con voz preocupada le preguntó:

    —¿Te encuentras bien…? —recordó que no podía decirle “príncipe”—¿... Daryl?

    —Sí, estoy bien —Se sorprendió de ver a los hombre tirados en el suelo. Guardó ambas espadas y miró a la joven con seriedad—. Espero que no los hayas matado, Charlot.

    —No necesitan de tu compasión prín... Daryl, ellos son solo unos asquerosos bandidos. Se la pasan emboscando y robando a los carruajes que pasan por esta zona.

    —Lo sé, lo sé, pero no hemos venido a matar a nadie, lo sabes. Además, ellos no fueron una verdadera amenaza.

    ¿Qué no fuimos una amenaza?” pensó uno de ellos alucinante, ¿de que iba aquello? ¿Acaso no pelearon en serio? ¿Los habían subestimado?

    —No te preocupe, me aseguré de solo noquearlos —dijo Charlot en modo de suspiro.

    —A ti—Daryl se dirigió al líder de los bandidos—, y a tu gente deberían darles vergüenza hacer estas cosas. Mucha gente trabaja honradamente, trabajando día y noche para conseguir pan para su casa y ustedes les roban. Consigan un trabajo que les llene de verdadero orgullo. No les haré nada esta vez, pero si me encuentro con ustedes una segunda vez, no seré muy compasivo.

    El líder arqueó la ceja. No estaba muy contento por escuchar la cátedra de un niñato, pero tampoco se encontraba en una posición para hacer otro casa. Además, lo admitiera o no, debía agradecer que los haya dejado vivir, si hubieran sido otro tipo de personas los hubieran aniquilado en ese momento.

    Daryl miró a Dan, a su vez, Dan simplemente sonrió. Él se limitó a ser solo un espectador, pero en el momento en que hubiera visto que el príncipe se encontraba en gran peligro, iría a su ayuda. Después de todo, Christian Pierce le dijo que el príncipe no debía de darse cuenta que alguien como él los acompañaba. En pocas palabras, Daryl desconocía que quien estaban ahí era Dan el Grande, el capitán que lideraba el segundo escuadrón más poderoso de la familia Van Suna, siendo el segundo mejor después de Haxor Pusset.

    De esa forma y como si nada de ese atraco hubiera ocurrido, los dos jóvenes se acercaron al carruaje, subieron a él y entonces Daryl volvió a bajar apurado al darse cuenta de algo.

    —¿Ahora qué? —se escuchó desde dentro la voz de Charlot.

    —Espera —Daryl se llevó la mano a la cabeza y al haber sentido la tela que cubría su cabello, la buscó a su alrededor y al encontrarla, la recogió para volver a ponérsela. Por el ajetreo debió caérsele.

    —Debes tener más cuidado —le advirtió ella una vez Daryl subió al carruaje y mientras el vehículo proseguía su caminó, se escuchó un largo “Sí.”

    Una vez que el carruaje se hubo ido, los dos únicos bandidos que estaban de pie y que no tenían una herida grave, se apresuraron a socorrer a su jefe, quien luchando contra su voluntad, permanecía de pie.

    —Esos muchachos son unos completos monstruos.

    —Sí, son muy fuertes —admitió el jefe sentándose en el suelo al ya no poder mantenerse en pie—. Y nos perdonaron la vida —suspiró—. No se quienes sean ellos pero, tienen mis respeto. ¿Pasa algo, Aln?

    —¿No se dieron cuenta? —contestó el nombrado, quien continuaba el lugar donde desapareció el carruaje—. ¿De verdad? Tuvimos suerte de permanecer vivos. El muchacho no era nadie más que el príncipe.

    Se miraron entre sí. Sorprendidos por toparse con el príncipe. Pero sí, era cierto, en el ultimo instante se el cayó, tenía su peculiar cabello blanco, como la reina.




    Fin del capítulo
     
    Última edición: 24 Octubre 2020
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  8. Threadmarks: Capítulo 4.- El viajero
     
    Sonia de Arnau

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    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
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    Capítulo 4
    El viajero

    Dominic Bytheseasho

    Era pleno día y el sol estaba en lo más alto, alumbrando a todos. El cielo estaba completamente despejado y el clima era perfecto; ni frío ni muy caliente. Para los habitantes de ese humilde y pequeño pueblo era un día de lo más normal; las amas de casa hacían sus quehaceres cotidianos mientras que los cabezas de familia se encontraban en sus respectivos trabajos. Algunos niños estudiaban en casa y otros tantos jugaban con sus vecinos.

    Entre las plácidas calles del lugar se avistó a un joven caminando en busca de cierta persona. El joven de veintidós años de edad tenía por nombre Dominic Bytheseasho, aunque nadie lo conocía por ese nombre. Era de los Bytheseasho de la prefectura Trava, ubicada en el sur del país. Su cabello era más oscuro que la misma noche mientras que sus ojos color rojo parecían reflejar la misma intensidad del fuego. Era alto, midiendo el uno ochenta y cinco de altura, de apariencia delgada, mas no a tal punto de describirse como un escuálido, todo lo contrario, no poseía un cuerpo musculoso pero si uno que indicaba que ejercitaba.

    Dominic continuó con su camino, ignorando las miradas nada discretas que le lanzaban los pueblerinos a su persona, y no podía culparlos puesto que era muy raro que algún viajero pasara por aquel pueblo olvidado por Dios. Pero eso sí, aquellas miradas no eran nada moderadas, era como si no temieran que el viajero las notara y se vieran maleducadas.

    Tal vez las personas no dejaban de mirarlo porque portaba una enorme espada estilo zweihänder que cargaba sobre su espalda, o quizás fuera por la extraña vestimenta de guerrero que vestía. Probablemente sus ojos cual llamativos que a cualquiera les parecía extraños. Aunque también podía deberse al llamativo casco de guerrero cuya forma no era la convencional: unos cuernos de carnero sobresalían y adornaban las partes laterales. Fuera por buenas o malas razones, aquel joven había ganado toda la atención de aquel que lo veía.

    No obstante, a aquel joven no le daba importancia a aquello, y continuó su camino con vista firme. Había ido a ese olvidado pueblo en busca de alguien en especial. Por mucho tiempo había estado pendiente del paradero de Nian; El legendario guerrero. Hasta hace poco había escuchado un rumor que éste se encontraba precisamente en ese pueblo.

    El plan de Dominic era simple: Localizar al legendario Nian y después terminar su cometido e irse de ahí lo más rápido posible. No tenía pensado quedarse en esa localidad ni una sola noche.

    Sus pasos lo detuvieron al llegar a la única taberna del pueblo. El mejor lugar para sacar información era en ese tipo de locales. Los cantineros se enteraban hasta de las más ínfimas y triviales cosas de los pueblerinos. El joven ingresó y haciéndose paso entre las mesas y sillas, se acercó a la barra donde el cantinero al verlo, lo escaneó de arriba a abajo y sin decir palabra alguna, su rostro evidenció que el personaje presente era un extranjero.

    —¿Se te ofrece algo? —preguntó.

    —Sí, estoy en busca de Nian, el Legendario —Fue conciso, no estaba para perder el tiempo—. ¿Sabes dónde lo puedo encontrar? Algunas fuentes dicen que ha estado rondando por estos lares del país.

    El cantinero dejó de hacer lo que estaba haciendo al escuchar semejante cosa, estaba asombrado de que nombrara al Legendario así sin más, al saber por las leyendas que se contaban de tal personaje. El cantinero bajó la cabeza como quien deseando que la conversación fuera lo más discreta posible. Era su lugar de trabajo y lo último que deseaba era que hubiera problemas.

    —Son solo rumores, nadie sabe con certeza si siquiera vive —soltó el cantinero con voz casi susurrando—. Muchacho, te lo digo, pierdes tu tiempo en buscar a alguien que solo es protagonista de sus leyendas.

    —Se dice muy poco de su origen —continuó Dominic, con rostro serio, no estaba dispuesto a darse la vuelta e irse si ninguna clase de información y mucho menos ante la reacción del cantinero, quien dedujo, no era un buen actor—, pero siempre se ha hablado de él. No hay ni un año en el que alguien no haya dicho que lo ha visto.

    —Si eso es cierto, ¿qué edad podría tener ahora? Desde que tengo memoria las historias del Legendario han existido —El cantinero arqueó la ceja al notar la postura del joven—. ¿Para qué lo busca un niño como tú?

    —Tengo algo pendiente con él.

    —¿Y qué podría ser? —interrogó el hombre y Dominic sonrió siniestramente antes de concluir con un:

    —En realidad he venido a matarlo.

    El cantinero abrió los ojos con incredulidad, lo miró, y luego dibujó una sonrisa llena de burla como si aquel acto fuera simplemente el de un interprete en una obra de teatro.

    —No tengo ni idea de dónde se pueda encontrar —respondió el mayor limpiando la barra con un pedazo de tela—. Mejor vete a casa, muchacho. No tienes nada que ver aquí. No te metas con alguien sanguinario como ese monstruo. Tal vez sea un poco menos de lo que sus leyendas le atribuyen, pero sigue siendo un demonio. Hay que cuidarse de esa clase de tipos.

    Dominic entrecerró los ojos indicando con ese gesto su molestia. No soportaba que las personas, al ver su apariencia joven, lo juzgaran y lo menospreciaran de tal manera. Sin embargo, a él eso nunca le importó. No hacía lo que hacía para ser reconocido y mucho menos por personas tan simplonas y de mentes cerradas como el hombre a su frente. Él tenía una meta y estaba centrada en realizarla. Daría cualquier cosa para cumplirla, hasta daría su humanidad si fuera necesario. Así era, daría su propia alma al mismísimo demonio para realizar su cometido.

    —Vete antes de que te metas en un buen lío, muchacho —continuaba diciendo el cantinero al ver la expresión de él y su disposición de no irse.

    —No me voy de aquí hasta tener información de Nian, el Legendario —en esa ocasión alzó la voz, provocando que el cantinero lo callara.

    —¡¿Qué dice este mocoso insolente?! —se escuchó una estruendosa y potente voz desde el fondo de la habitación. Todos los presentes quedaron congelados al ver como el dueño de la voz, un hombre robusto y gigante, se ponía de pie y con mirada intimidante observaba a su alrededor hasta que sus orbes se posaron hacia la barra, hacia Dominic—. No crean que no escuché la conversación, estúpido mocoso. ¿Quién ha osado manchar mi nombre al pronunciarlo?

    Dominic se giró para verlo y sonrió con dicha al por fin encontrar al Legendario.

    —Entonces, ¿tú eres el legendario Nian? —cuestionó con total falta de respeto, demostrando que no temía a semejante Goliat.

    —Así es. ¿Qué es lo que quiere de mi un ingenuo niño? No te metas conmigo y mejor vete a beber leche con tu mamá.

    Dominic levantó la espada zweihänder que había descansado en el piso, la apuntó hacia el atemorizador adversario y le hizo saber con total seguridad:

    —He venido a matarte, Nian. No dejaré este pueblo hasta cortarte la cabeza.

    De la garganta de Nian salió una retumbante carcajada de burla.

    —Qué buen chiste —dijo para luego mirarlo con seriedad.

    ¿Qué decía que venía a matarlo? ¡Ni siquiera podía cargar con aquella espada, cómo se atrevía a decir que lo mataría!

    —Inténtalo, mocoso.


    Mientras tanto, afuera de la taberna, un niño pequeño entró a su casa a toda prisa. Su rostro irradiaba alegría, y con pasos apresurados y algo torpes, ansioso de encontrar a su hermano mayor y contarle a quien había visto caminado por las calles del pueblo, se adentró al cuarto del último.

    —El señor Guardián del Bosque Oeste está en el pueblo. El señor Guardián del Bosque Oeste está aquí en el pueblo —gritó el pequeño con entusiasmo, moviéndose de aquí allá como si se tratara de algún tornado—. ¡Lo vi, lo vi con mis ojos! Está aquí en el pueblo.

    —¿Qué lo viste? —Su hermano no creyó en las palabras escuchadas—. Estás mintiendo.

    El hermano menor todavía entusiasmado tomó del brazo al mayor y jalándolo lo instó a que saliera.

    —Sal y velo por ti mismo. No miento. Es verdad. Él está aquí.

    Al hermano mayor se le hizo extraño que el Guardián del Bosque del Oeste estuviera allí. Ambos eran admiradores de él. Por esas regiones, aquel hombre era el símbolo de paz, fuerza y tenacidad, por lo que, se consideraba un héroe para los niños.

    —El Guardián del Bosque no puede dejar de proteger el bosque sagrado, es su trabajo. ¿Por qué abandonaría su posición para bajar a este pueblo olvidado por los dioses? —se dijo así mismo el mayor.

    —Pero te digo la verdad —insistía el menor—. Yo lo vi con mis propios ojo, aquel llevaba el mismo casco.

    —¿El auténtico?

    —Sí, el auténtico; ese casco que tiene cuernos de carnero.

    El casco que solo el Guardián del Bosque Sagrado podía portar; el que tenía forma de un carnero, simbolizando de esa forma su fuerza y su tenacidad.

    —Debe ser una equivocación. ¡No lo puedo creer!

    El hermano mayor se separó de su hermanito y corrió para dirigirse hacia donde el sabio del pueblo y preguntarle si en verdad el guardián del Bosque del Oeste estaba ahí, en su pueblo. La idea de que eso fuera real le alegró mucho, pero también le parecía extraño.

    Al llegar, vio al anciano hablando con un adulto, así que esperó hasta que terminara, y cuando el adulto se hubo ido, y el anciano lo vio, le señaló que se acercara mientras le regalaba una sonrisa. El niño no tardó en preguntarle:

    —Sabio, ¿ha escuchado el rumor de que el Guardián del bosque del Oeste está aquí? ¿Eso es verdad?

    El anciano antes de contestarle algo, colocó su mano sobre el hombro del niño al ver en sus ojos el deseo de que le dijera que sí, de que el Guardián estaba ahí, mas el rostro lleno de preocupación que puso el líder le hizo saber al niño la cruda realidad.

    —He escuchado el rumor, Anton —comenzó a decir el sabio—. Se me ha informado que alguien ha venido al pueblo y que se dirigía hacia la taberna —El anciano se apartó del muchacho y se encaminó hacia afuera para confirmar algo, pero antes de salir completamente se volvió a dirigir al menor—. Pero me temo que ese individuo no es el guardián del bosque Sagrado. Anton, dile a tu madre y hermanito que no salgan de casa hasta nuevo aviso.

    El sabio tuvo una corazonada de que algo terrible iba a ocurrir y sin pensárselo dos veces se apresuró a la taberna. Pasara lo que pasara, intentaría calmar la situación.

    Si en verdad el forastero recién llegado era quien sospechaba que era al escuchar la descripción de como iba vestido, y que además, se hubiera enterado que El Legendario había estado hospedándose allí, temía que el pueblo se transformara en un campo de batalla en la cual se efectuaría una pelea de proporciones inimaginables.

    Ya de por sí había quedado temeroso de la gran explosión que ocurrió en la montaña más cercana al pueblo. Aquello había sido muy reciente, la semana pasada en realidad. La tierra había temblado como nunca lo había hecho y luego, el cielo pareció rugir y romperse. Los pueblerinos comenzaron a ser más prudente debido a ese fenómeno.

    Y por si fuera poco, el comienzo de esa misma semana había arribado el Legendario Nian, sumándose otra preocupación más. Cuando El Legendario llegó, se apresuró a negociar con él al prometerle que le darían cuanto deseara con tal de que no molestara a los aldeanos, y no importunara la pacifica vida del pueblo. Nian aceptó el trato.

    El sabio estaba apunto de llegar a la taberna cuando a tan solo pocos metros se detuvo impresionado mientras observaba, con ojos tan grandes como un plato, como la pared del local se rompía al momento que un enorme cuerpo salía volando y luego ser arrastrado en el suelo hasta detenerse. Se quedó petrificado como una piedra. Algunas personas gritaron asustadas.

    ¿Qué había ocurrido?

    Eso mismo se preguntó Nian quien, todavía en el suelo, observaba con sorpresa el delgado cuerpo del guerrero salir por la apertura de la pared, éste se iba acercando lentamente hacia él. Fue envestido de un solo movimiento, pero fue un movimiento muy rápido, ¿cómo había sido eso posible?

    —¿Quién demonios eres tú? —preguntó Nian con ojos turbados y sin poder creer que aquel muchacho, con un solo golpe, lo arrojó hasta esa posición. Ignoró el dolor de su estómago.

    No supo que fue lo que hizo, en realidad, no supo que había ocurrido; de acercarse al joven para golpearlo, en un abrir y cerrar de ojos, había roto la pared y había llegado a esa humillante postura. Pensó que quizá quien estaba a su frente era el famoso Theo quien vivía en Inotrantsy, al que llamaban el hombre más rápido de todo el país. Por un momento creyó que se trataba de él porque nunca lo había visto en persona. Eran pocas las personas que lo han visto.

    —Mi nombre es Dominic Bytheseasho —contestó el joven a la pregunta de Nian—, aunque soy más conocido como...

    El Asesino de Poderosos —repitió el sabio al momento que miraba con pasmo al Legendario y luego al joven. Se acercó con cautela para hacerse notar a ambos. Se dirigió al joven para continuar—: Eres el hombre que viaja para asesinar a todo aquel que porta algún título del Más Fuerte o Más Poderoso, ¿cierto?

    Ya había escuchado de él, pero era inevitable no asombrase al ver que el tan famoso Asesino de Poderosos era alguien tan joven. Ante los rumores y el temor que había estado ganando aquel personaje en los últimos años, se había imaginado a un guerrero más robusto y con muchos años de experiencia sobre él.

    Sin embrago, no podía dudarlo. Era evidente que se trataba de él, lo podía descifrar por el casco que llevaba puesto; era del Guardián del Bosque, dos días antes le informaron de su repentina desaparición. Y otra prueba era la enorme espada Zweihänder que poseía; su verdadero dueño era de alguien que portaba el titular de “Los más fuertes”. Si ese joven los llevaba era porque se trataba del verdadero Asesino. Se decía que siempre portaba lo que distinguía al poderoso que había asesinado; tal vez en una forma de demostrar su victoria, o porque los usaba como adornos de buena suerte, o porque le gustaran o quizá para después venderlas.

    Dominic desvió la vista hacia el anciano y asintió a sus palabras. En contra parte, al saber esa verdad, aquel Goliat abrió los ojos tan grandes como pudo abrirlos y todavía más llenos de miedo al ver las intenciones de Dominic al acortar distancia entre él; terminaría con su vida, sin duda.

    —Por lo que había estando escuchando —dijo Dominic—, pensé que el Legendario Nian me sería un gran obstáculo. Hasta pensé dos veces en si enfrentarlo o no. Pero, —le lanzó una mirada llena de desprecio—, has sido la más grande de las decepciones.

    El hombre en el suelo retrocedió asustado de que aquella monstruosa espada terminara con su vida. En un solo movimiento rápido, el joven de mirada de fuego se acercó a él dejando atrás la espada y sacó un pequeño cuchillo que lo acercó a la garganta de su oponente y hubiera acabado allí mismo su vida sino fuera porque el hombre se apresuró a decir:

    —¡Espera! ¡Espera por favor! —rogó aquel Goliat al levantar las manos—. Mentí al decir que yo era el Legendario Nian. En realidad no lo soy. Yo soy simplemente un viajero. Un sucio vagabundo que no tiene hogar. ¡Es la verdad!

    Dominic detuvo su ataque y levantó la ceja. No le creyó... aun así decidió escucharlo porque su actitud no iba con el título tan poderoso que “portaba”.

    —Te escucho —ordenó.

    —Verás, en realidad robé su nombre —El supuesto Goliat intimidante tartamudeaba ante la explicación—. Quería obtener el prestigio que el nombre de Nian porta, y me funcionó. A donde fuera, las personas me temían cuando me presentaba como tal —Tragó saliva—. Me daban cuanto pedía. Sé que no debí hacerlo, pero para cuando me di cuenta ya me conocían por ese título. Pero... pero no soy el verdadero.

    Dominic aborreció la patética actitud del individuo que rogaba por su vida mientras sus degradantes lágrimas salían de sus cristalinos ojos, y a raíz de ello, le creyó. No podía aceptar que semejante ser fuera el autentico Nian.

    —Asesino, te pido que dejes el pueblo ahora —se interpuso el anciano—. Quiero evitar cualquier problema. Ya lo has escuchado, no es a quien buscas.

    Dominic observó al líder del pueblo con frialdad, estaba molesto de haber perdido el tiempo con esa bazofia de personas. Se iría de ese mugriento lugar en ese instante. Aun así, ir allí no había sido un completo desperdicio, aprovecharía para preguntar un par de cosas.

    Dominic se encaminó hacia la espada mientras las miradas llenas de pavor de los testigos no dejaban de mirarlo, alejándose de él como si se tratara de un animal rabioso. Recogió la espada y una idea cruzó por su mente, buscó con la mirada al anciano.

    —Viejo, ¿dónde puedo vender esta cosa? No la necesito, me es inútil.

    El sabio del pueblo se enserenó. Inhaló en son de calmarse y después pidió de manera amable a los presentes que se retiraran y una vez concluyó, se volvió al joven para preguntarle.

    —Cuando la vendas, ¿prometes irte?

    —Sí, sí, lo prometo, yo solo venia por la cabeza de Nian, en ningún momento tenía la intención de pasar una noche aquí. Pero de poco me sirvió venir acá —Observó donde pocos segundos el Goliat había estado. Había corrido como el gallina que era—. Pero solo se trataba de un impostor. Si desean portar un título tan grande deben enfrentarse a las consecuencias que conlleva hacer eso.

    El sabio exhaló aire al decir:

    —Ya lo sospechaba —Obtuvo la atención de Dominic—. Desde un principio sospeché que él no era el Legendario Nian porque dudo que a estas alturas, y si es que vivió, estuviera aún con vida. No obstante, decidí negociar con él para que no perturbara la paz del pueblo, pensé que si se había auto-proclamado El legendario debía ser fuerte. Quise irme con cuidado con él para no molestarlo.

    —Pues vaya basura fue —respondió Dominic—, ni para digno rival sirvió. Ya vez, viejo, las apariencias engañan.

    El anciano lo miró y casi asintió porque tenía razón; aquel hombre alto y robusto no había sido rival contra aquel joven. Cuando el mayor le dijo dónde vender la espada, Dominic continuó:

    —También escuché rumores de que algo extraordinario ocurrió cerca de este lugar. ¿Qué fue y dónde?

    —¿Hablas de la furia de los “dioses”?

    —No lo sé —Encogió los hombros.

    —Así se le denominó al suceso que ocurrió la semana pasada en la montaña de allá —El anciano apuntó dicho lugar que se alzaba frente al pueblo—. Ese día la tierra se movió, el cielo se oscureció y el viento plañó. Y por escasos segundos, una columna de fuego se elevó hacia los cielo, sorprendiéndonos a todos.

    —¿Qué fue lo que sucedió? —preguntó Dominic, mostrando gran interés en aquel suceso fantástico.

    —Nadie lo sabe con certeza. Pedí no ir a investigar, por seguridad.

    Dominic sonrió como si hubiera encontrado un gran tesoro. Era maravilloso, quizás grandes y poderoso personajes habían utilizado aquella montaña como campo de batalla. Si eso era cierto, debía encontrarlos y enfrentarlos, y quien sabe, quizá uno de ellos era aquel a quien ha estado buscando.

    Estaba decidido, iría a investigar.

    Tiempo después, con la respiración entre cortada debido a la larga caminata que había recorrido del pueblo a la montaña, Dominic había llegado por fin a la cima de la misma. Levantó la vista para observar como un montón de piedras se encontraban encima de otras dando la ilusión de ser un muro; media poco más de seis metros de altura. Miró a su lados y parecía que aquel muro se extendía por varios metros o hasta kilómetros.

    Estaba cansado por la prisa que tuvo en llegar. Se tomaría un merecido descanso en ese instante sino fuera porque en un par de horas anochecería y lo último que deseaba era que ocurriera eso.

    No le tenía miedo a los animales salvaje ni mucho menos a la oscuridad. Solía dormir en el exterior, siendo su único manto las estrellas del firmamento. Ni un animal lo ha molestado pues hasta ellos le temían. Sin embargo, si anochecía le sería muy difícil ver todas las pista que podrían descifrar de lo que sucedió bajo la “furia de los dioses” y para ello tendría que esperar hasta el amanecer.

    Estaba ansioso de saber lo que deparaba del otro lado del muro por lo que se dispuso a escalarlo, no obstante, al tocar las piedras, un frío recorrió su columna dorsal y un inexplicable sentimiento lo estremeció. Apartó la mano como si lo que hubiera tocado hubiera sido un cable eléctrico. Anonadado, se miró la mano y luego volvió a ver la pared. Se preguntó que pudo haber sido aquel sentimiento, nunca lo había experimentado.

    A su mente vino la preguntó de si en verdad aquel muro que se alzaba frente a él era producto de la naturaleza o si había sido construido por manos de alguien; y si fue eso último, ¿quién pudo haber sido? Con un poco de intranquilidad volvió a tocar las piedras pero esa vez no sintió nada. ¿Había sido su imaginación? O ¿había sido una advertencia?

    Escaló la pared y tras llegar a la cima sus ojos se abrieron llenos de sorpresa al observar lo que se mantenía del otro lado del muro. Su rostro reflejó incertidumbre al ver el desbastador desastre que aquella pelea había originado.

    El terreno estaba completamente muerto, como si un incontrolable incendio forestal hubiera sido el protagonista; arrasando con toda la vida, extendiéndose metros y metros de distancia: atacando indiscriminadamente toda clase de vegetación y animal. Mirara por donde mirara, la tierra estaba calcinada, ni siquiera había pista de que alguna vez hubo árboles o si quiera de que aquel lugar fue alguna vez un frondoso bosque. Todo estaba solitario; no escuchaba ruido alguno, ni el sonido del aire, ni pisoteadas de animal o el aleteo de las criaturas voladoras. Nada, simplemente silencio.

    De un salto Dominic bajó para caminar al momento que miraba a su alrededor. No pudo pronuncias palabra alguna. Dudó de que existiera alguna clase de pista. Sin embargo, lo que más le impresionaba no era lo que observaba si no lo que sentía cada poro de su ser. Todavía percibía en el ambiente el catastrófico poder de aquellos que se enfrentaron.

    Sintió una presión en el pecho. Comenzó a sentirse nervioso. Sudó frío.

    Sus labios formaron una mueca, una sonrisa distorsionada en tanto caminaba. A su mente llegó la idea de que uno de ellos debía tratarse del verdadero Legendario, pero, ¿y su contrincante? Debía ser también alguien digno de portar un título. Y si así era, no tendría otra opción que enfrentarse a él o a los dos; lo necesitaba para poder volver a verlo.

    La oscuridad estaba cubriendo el cielo, debía parar y descansar. Buscó un lugar donde acampar. Alistó un sitio, encendió una fogata para calentar la comida y calentarse él mismo y, mientras terminaba de calentar una sopa de hongos, escuchó los pasos de alguien acercándose. Dominic miró a un anciano de quizá unos sesenta años de edad, éste le sonrió y saludó.

    —Uff —suspiró, cansado—. ¿Puedo sentarme aquí? —preguntó al joven que se estaba sirviendo el caldo.

    Al no obtener respuesta alguna, el mayor tomó aquel silencio como un sí, se quitó la enorme mochila que cargaba sobre su espalda y se sentó a un lado de la fogata para recibir calor.

    —Si fuera tú, yo no me comería esa sopa.

    Dominic prestó atención al mayor. Su voz era ronca pero firme. Su cabello era blanco grisáceo. Su piel blanca. Sus ojos; que compartían dos colores; violeta y verdoso, a pesar de la vejez, reflejaban jovialidad.

    —Esos hongos son tóxicos —concluyó sonriendo.

    —Me he aprendido todos los tipos de hongos venenosos mediante un libro —respondió el de mirada de fuego—. Este tipo no se encontraba en la lista.

    Dominic se había aprendido los tipos de hiervas y alimentos venenosos para evitar un envenenamiento. Como se la pasaba viajando por todo el país, debía comer de alimentos silvestres; era obvio que debía conocer la naturaleza que lo rodeaba. No obstante, ante la respuesta de Dominic, el anciano negó al responderle:

    —Vaya, eres un joven bien informado, eso es bueno. Ese hongo es originario de estas regiones. Y no es precisamente un hongo toxico cuyo veneno te mate en minutos. Es poco conocido por lo que muchos han muerto debido a eso. Cualquiera que lo ingiera le provoca una diarrea que literalmente puede matarle, aunque claro, eso depende de la cantidad ingerida. Te lo digo por experiencia propia —rio divertido y después mostró un par de pescados—. Toma uno, es mejor que eso. Están recién pescados.

    Sin negarse a la oferta, Dominic lo comió en vez de la sopa que había preparado. Hubo un silencio entre los dos, sin embargo, no era un silencio incómodo, en realidad, al joven no le incomodaba la presencia del hombre a pesar de ser un lobo solitario.

    —¿Qué está haciendo en este lugar? —preguntó, curioso.

    El anciano, antes de contestar, miró a su alrededor. La noche había caído completamente y ya estaba muy oscuro, y aunque ya no se podía ver casi nada, Dominic supo que el anciano miraba el actual panorama del bosque.

    —Era un bonito lugar. Tenía años viniendo a este bosque. Me gustaba pescar por un pequeño río que corría por allá, ahora ya no existe. Hoy tuve que ir hasta el otro lado solo para poder pescar algo. Mi delirio es la pesca.

    —¿Supo lo que sucedió? —inquirió.

    —Un incendio, hay muchos forasteros que suelen hacer fogatas y no las apagan.

    —¿Le parece que esto fue obra de un incendio?

    El anciano desvió la vista de él al pescado que tenía en su mano y después de darle una mordida contestó:

    —Bueno, en realidad no. He visto muchos incendios forestales en toda mi vida y está claro que ésto no fue un simple incendio. No vivo muy lejos de aquí y, obvio, noté las secuelas, aun así, no estoy seguro de lo que pasó en realidad. Pero, ¿qué está asiendo un joven como tú en un lugar como éste?

    —Estoy en busca de alguien —respondió—. Del legendario Nian.

    El anciano sonrió al escuchar eso.

    —He escuchado ese nombre —dijo—. Sino me equivoco le llaman así a alguien que peleó en la batalla de Beskonech, cuarenta años atrás; una de las masacres más grandes que este país tuvo contra Lunā. Se cuenta que el batallón del rey Van Suna se encontraba en graves aprietos, como los que nunca había sufrido, y que fue gracias a que hizo un trato con Nian que salió victorioso de esa guerra. En una sola noche, los cientos de guerreros de Lunā fueron asesinados, obligando su retirada. ¿Sabes la razón de por qué se le otorgó ese título al Legendario Nian?

    Dominic no respondió, desconocía completamente esa historia, así que como si fuera algún cuentista, el anciano carraspeó la garganta al contar:

    —Se cuenta la leyenda que es alguien que emerge una vez cada año, tal como la bestia oriental. Un ser que infunde terror a las personas ante su despertar y que ataca a diestra y siniestra a cualquiera, sin distinción de nadie, desde niños a mujeres hasta ancianos, pero también se rumoreaba que no es humano, que es un monstruo, hasta se dice que en realidad es un demonio que fue desterrado del mismo país de los dioses. Pero eso son meros cuentos y rumores. Nunca se sabe que tan ciertas son esas leyendas. Por cierto, por mera curiosidad y ya que estamos hablando de eso, ¿por qué lo buscas?

    —Porque así podre invocar a alguien.

    —¿Invocar? —repitió el hombre extrañado y sin evitar reírse a lo bajo—. He escuchado muchas cosas, pero nunca que al matarlo se pueda invocar algo o a alguien. Bueno, nunca se sabe con certeza lo que es realidad o no. Sé que no soy nadie para decirte esto, y tampoco sé tus verdaderos motivos, pero, te aconsejaría que no vayas tras él.

    Dominic no dijo nada y se limitó a darle una mordida al pan que tenía. No era la primera ni sería la última vez que le dicen eso.

    —Quizá nunca existió —murmuró el anciano mirando el cielo, pensativo—. Quizás vas detrás de un fantasma o de una leyenda ya muerta.

    Dominic dirigió su vista al anciano y a su mente vino el recuerdo del hombre que se encontró en el pueblo. Cualquiera podía auto-proclamarse El Legendario, pero...

    —El verdadero existe y sigue con vida, lo siento —contestó al final Dominic, convencido de sus palabras.

    —Por cierto, tus ojos... —habló el anciano y Dominic le prestó atención.

    —Si se refiere a eso, sí, soy mixto o híbrido, como quieran llamarlo —continuó al ver que el hombre se detuvo.

    —Así que es eso. Uno de tus padres debe ser un Bestia, ¿eh? He ido a esa región...

    Dominic frunció el ceño y el anciano se dio cuenta de su malestar.

    —Yo soy hijo de los Bytheseasho —lo interrumpió—. Esa es la única verdad.

    —Estoy exhausto —bostezó el mayor al comprender que no deseaba hablar de eso. Igual, a él no le incumbía. Solo era un anciano que pasaba por allí—. Me recostaré y dormiré.

    El mayor se acostó mientras que Dominic hace lo mismo, se cobijó con solo una manta delgada, no necesitaba de más. Mañana madrugaría para volver a su viaje.

    A la mañana siguiente, Dominic se levantó y dirigió su vista donde el anciano pasó la noche; ya se había ido. Pero en el lugar donde estuvo, había una canasta repleta de hongos con alguna que otra fruta y en ella una nota que rezaba: "Éstos no son tóxicos. Ten un buen viaje".

    Dominic tomó la canasta, guardó la comida y levantando sus cosas, continuó con su viaje; su próximo destino era la capital de la prefectura Triko, la ciudad Inotrantsy: la cuna de los poderosos.



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    Última edición: 24 Octubre 2020
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  9. Threadmarks: Capítulo 5.- El Asesino Clandestino
     
    Sonia de Arnau

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    Capítulo 5
    El Asesino Clandestino

    —Mis respetos, Conde Thal, por esta espléndida fiesta de disfraces.

    Aquel hombre joven observó al anfitrión de aquella fiesta desde detrás de una peculiar mascara de un lado color blanca y el otro rojo, extendió la mano para saludarlo cordialmente. Y aunque aquel hombre joven portaba una vestimenta elegante, el conde Thal conocía a la perfección las marcas de las más altas costuras y juraría que aquel vestuario no era de esa calidad, por esa razón, mirándolo de pies a cabeza y con aire de desdén, exigió:

    —¿Se puede saber quién eres tú? ¿Y por qué osas venir aquí con semejante vestimenta? ¡¿Acaso no has notado que ésta es una fiesta de etiqueta?! —gritó fúrico, apartando a un lado la mano del hombre enmascarado, con total desprecio—. Dime tu procedencia. ¿De qué familia eres?

    El señor Thal entrecerró los ojos. ¿Quién era él? ¿Qué estaba haciendo ahí y por qué su voz se escuchaba muy extraña?

    —Discúlpeme usted, su excelentísimo señor —El enmascarado hizo una reverencia y detrás de la mascara sonrió divertido, como quien burlándose de lo acontecido—. Mi apellido no es de importancia y de antemano, pido disculpas por las molestias causadas.

    El conde parpadeó varias veces extrañado al no comprender esas últimas palabras y su extrañeza aumentó todavía más al ver como el hombre levantaba la mano a lo alto para después, lentamente, apuntarlo. Sin saber que aquel ademán era en realidad una señal de muerte; las puertas del salón de fiesta fueron cerradas de golpe, y el lugar se llenó de pavor en tan solo cuestión de segundos cuando la mayoría de los sirvientes sacaron pistolas, espadas y cuchillos que apuntaron a todos los invitados.

    —¿¡Qué significa esto!? —dijo el anfitrión alterado, mirando a su alrededor, incrédulo de lo que era testigo.

    Luego sonó el disparo de una pistola, y Thal dirigió su vista por última vez a aquel hombre que le había disparado en el estómago, el conde cayó estrepitosamente al suelo para ser rematado por otra bala en la cabeza.

    Zuliy Santa-Borja sonrió satisfecho mientras guardaba el arma de fuego debajo de su prensa de vestir.

    —Mi trabajo aquí ha terminado.

    Dio media vuelta y se encaminó hacia la mesa del banquete.

    Comenzó a deleitar su vista de todo manjar exótico que había sobre la mesa, todo mientras escuchaba los gritos llenos de terror de los nobles al conjunto de los disparos que les arrebataban la vida.

    Muchos miembros de la nobleza habían ido al banquete del señor Thal con la mayor honorabilidad, seguro se habían sentido honrados de haber sido invitados por el Conde, quien era muy reconocido y respetado en aquellas tierras, no obstante, ahora estaban arrepentidos de estar en ese lugar. La fiesta se convirtió en una carnicería.

    Aprovechando que llevaban el rostro oculto, aquellos funcionarios desconocían que la mayoría de la servidumbre presente alguna vez trabajaron con ellos; pero habían sido despedidos injustamente y no solo eso, fueron maltratados y humillados por sus anteriores jefes. Ellos habían guardado rencor de sus ex-jefes por tales daños, por creer que al ser gente “noble” podían tratan a los de condición humilde de esa forma poco humana. Ahora tenían la oportunidad de tomar su propia justicia al poder asesinarlos y se podía notar su rabia con cada corte, tajada y disparos que efectuaban.

    Muchos de esos nobles intentaron correr hacia los pasadizos secretos que la mansión tenía precisamente para esos casos, sin embargo, para su mala suerte y sin imaginarse que el atraco se planificó de manera perfecta y anticipada, habían sellando con anterioridad toda rutas existente de escape. Un golpe de decepción los abofeteó cuando llegaban a esos lugares y los veían custodiados por personas que bloqueaban las salidas y quienes a sangre fría, los mataban allí mismo.

    Zuliy se quitó la mascara mientras caminaba de un lado a otro por la mesa, indeciso de que comida tomar, ¡ah!, qué gran dilema, ¿debía comer carne de becerro? ¿Papas fritas? ¿Y qué pasaba con la bebida? ¿De qué tipo de vino bebería? En realidad no era muy bueno con los sabores del vino ni siquiera de la carne. Tenía un gusto más sencillo. Ya era feliz comiendo una simple barbacoa acompañada con una cerveza que vendería cualquier bar. Pero, ya que estaba allí, ¿por qué no aprovechar?

    Desvió la vista a una mujer que chocó contra la mesa, ella lo miró y pidió misericordia por su vida mientras decía que tenía dos hijo. Fue acribillada antes de si quiera acercarse a él. Zuliy miró sus prendas manchadas de rojo y con aquella expresión fría, suspiró.

    —Ah, ah, y era mi mejor ropa —Luego posó sus ojos a la mujer que murió con una expresión de pánico—. ¿Qué ironía no? —dijo al cadáver de la mujer, acercándose—. Muchos empleados que su marido despidió también tenían hijos que murieron por no recibir atención médica.

    Volvió su preocupación por lo que mostraba la mesa. Asintió. Debía aprovechar para comer de esas delicias. La noche era joven pero no eterna y aquella fiesta llegaría a su fin.

    Zuliy Santa-Borja era un hombre joven de veinticinco años de edad, alto, bronceado y de alborotada cabellera rojizo claro. Tarareaba una canción con total despreocupación al son de los gritos y disparos de fondo. Y de entre todo, tomó un pan horneado y lo comió.

    —Mmm, excelente calidad, de lo mejor que he comido —Se chupó los dedos y en seguida tomó una copa llena del mejor vino; lo olió y a continuación bebió de ella para degustar su calidad. Se giró dirección al cuerpo inerte del anfitrión y movió la copa en modo de salud—: Lo que esperaba de usted, Don Thal, todo de una extraordinaria calidad, si que se esmeró en que esta noche fuera perfecta, es una lástima que nadie de su gente la haya probado.

    Después tomó una manzana verde para luego encaminarse a la salida, en donde un guardia, que también había contratado, le abrió las puertas mientras disparaba a las personas que con desesperación y suplica se acercaban para intentar salir. No dejarían a nadie vivo. Zuliy se despidió del guardia dándole una exuberante propina.

    —Qué pase una agradable noche —se despidió el guardia con una amplia sonrisa en su rostro.

    El hombre que había planeado aquella masacre caminó por un largo sendero hecho de piedras al momento que comía su manzana bajo la bella luz de luna y el cantar de los grillos.

    Zuliy Santa-Borja, conocido realmente por el título del Conquistador, era en realidad el asesino clandestino más solicitado de Inotrantsy, ésto porque efectuaba su trabajo al cien por ciento. Era un asesino que trabajaba en las sombras. Ocultaba su identidad bajo una mascara y un distorsionador de voz que él mismo fabricó.

    Para contratarlo se necesitaba pagar una copiosa cantidad de dinero. No era nada barato, por ello, sus clientes solían ser personas de alto rango o de la realeza para poder pagarle lo que solicitaba. Tenía a su disposición a un puñado de personas que trabajaban con él porque lo que solía pagar era más que lo que se ganaban en una semana completa de trabajo. Añadiendo que sabía a que gente ir y convencer; estudiaba todo muy a fondo.

    Al terminarse la manzana y haber caminado por varios minutos, llegó a donde dejó su caballo y dispuesto a montarse para irse de ahí, se detuvo al escuchar como una voz de mujer lo llamaba. Él se giró para observar a la dueña de tan dulce voz.

    —¿Qué estás haciendo aquí, mi querida Yarit? —preguntó a una joven de veintiún años y de una belleza envidiable.

    Ella se acercó para decirle con voz entre cortada.

    —Como me dijiste que esta noche partías, quise despedirme de ti. Ni siquiera fui a la fiesta de mi padre porque deseaba verte una última vez. No quiero que te vayas —rogó con tristeza mientras lo asía del brazo.

    —¿Has estado esperando todo este tiempo?

    —Sí —Ella lo miró con ojos rojizos—. ¿No puedes quedarte a mi lado? Puedo convencer a mi padre de…

    —Shh —Tocó sus labios para que guardara silencio—. Mi dulce y bella dama, no solo es doloroso para ti, lo es más para mí. Mi corazón duele de solo pensar que no te veré por ¡Dios sabe cuanto tiempo! —La abrazó por las caderas para acercarla a él con delicadeza—. El no volver a sentir tu cuerpo. El no volver a ver ese rostro tan hermoso, pensar en ese hecho me frustra.

    Zuliy acarició el rostro de ella con ternura mientras Yarit cerraba los ojos excitándose de que las manos de él la tocaran, y quien no evitó que un par de lágrimas surcaran sus ojos, sentía como la mano masculina bajaba hasta sus labios y los acariciaba.

    —Será difícil no volver a ver esa perfecta sonrisa. Esos sensuales labios…

    La besó apasionadamente para luego alejarse de ella, aunque ella no quería desprenderse de aquellos labios, deseosa de que aquel beso durara por toda la eternidad, que ese momento se congelara para siempre, pero aquellos ojos vidriosos lo vieron montar el caballo.

    —¡No te vayas, por favor! —suplicó tomándolo de la pierna, aferrándose a ese hombre que llegó a amar.

    Él se inclinó para tomarla de la barbilla y levantando su rostro la vio a los ojos.

    —Mi destino ahora es partir. Mi madre, aquella mujer que me dio la vida y a la primera que he amado, está reposando enferma en su cama y desea verme, y yo, deseo hacer la voluntad de ella e ir a verla. Pero nunca lo olvides, Yarit, te amo y eres la única mujer en mi corazón —La alejó del caballo y mientras arreaba las cuerdas del animal, terminó:—. Prometo mandarte cartas, así que espéralas. ¡Volveré para estar juntos, Yarit Thal!

    Y Zuliy se fue de allí, dejando a una enamorada suspirando por él, sin conocer que, en realidad, aquel hombre era el maestro del engaño y un asesino que, sin saberlo, solo la había usado para acercarse al conde y asesinarlo.

    Santa-Borja viajó hasta llegar con la persona que había solicitado asesinar al conde Don Thal. Poco antes de llegar a la enorme morada del vizconde Earlyn Vanhag se volvió a poner su mascara, bajó del caballo, asió su cinturón con su arma y caminó el tramo que le faltaba, los hombres del vizconde al verlo, como protocolo de seguridad lo apuntarlo con sus armas. Él levantó la manos para señalarles que no haría nada y que solo estaba allí por el resto de su paga.

    “No hagan una estupidez, se los imploro”, pidió en silencio.

    —Vengo a ver a su ilustrísimo Vanhag.

    Una vez que los guardias reconocieron la mascara, se miraron entre sí y enviando a alguien para que le informara de su llegada al vizconde, lo dejaron pasar al tener la aprobación de su jefe. Lo guiaron hasta donde el vizconde.

    —¡Qué imprudencia la tuya! —Lo miró con severidad—. ¿Qué hubiera pasado si alguien más te hubiera visto? —Entrecerró los ojos con recelo al ver como el temido Asesino Clandestino tomaba asiento como si fuerza su propia cosa, con una comodidad envidiable.

    —Ese ya no es mi problema. Solo he venido a informarle que he terminado con el trabajo.

    Earlyn tragó saliva, comenzó a sudar. Sí, era cierto, él había contratado al dichoso asesino, aun así, nunca creyó que realmente pudiera efectuar la tarea, después de todo, el conde no solo tenía dinero, también mucha influencia y por ende mucha seguridad, ¿cómo fue posible que pudiera haberlo matado? Si era cierto, entonces eso significaba que aquel hombre era para temer.

    Ante la incredulidad en el rostro de quien lo contrato, Zuliy se pone de pie, acortó distancia entre ambos y extendió la mano, el vizconde retrocedió un paso, sin guardar su nerviosismo para luego ver el puño cerrado del asesino, extendió la suya por impulso y vio lo que le había entregado.

    —¡¿Por qué has traído eso?! —gritó en tono asustado al momento que le devolvía lo que le dio—. ¿Qué pretendes con eso?

    Zuliy parpadeó varias veces detrás de la masara, evitando a toda costa suspirar ante la ridícula escena del mayor. Se le veía muy nervioso, claro, si alguien se llegaba a enterar que él fue quien mandó matar al conde, se vería en graves aprietos. Y aunque cualquiera pudiera dudarlo, a pesar de todo, Zuliy tenía mucha confidencialidad respecto a sus empleadores. El Asesino Clandestino no delataba ni usaba en contra la identidad de los que lo contrataban; él solo trabajaba. No obstante, para Zuliy todo eso era de poca importancia, él solo deseaba el dinero que le faltaba por cobrar y ya.

    Por lo que llegó a saber y ante las palabras que le dijo el vizconde a él cuando lo contrató fue que deseaba matar a Don Thal porque, mediante fuentes muy confiables, se enteró que Don Thal se había estado reuniendo en la prefectura Den, al noreste del país, donde se rumoreaba que la gente de allí deseaba independizarse de Sōla, y que supuestamente se levantó un hombre de los que los oriundos de las prefecturas Den y Noch auto-proclamaron rey; se llamaba Liam, descendiente de la familia real Wadlow. Una vez que el vizconde se enteró de eso, mandó a matar al conde a favor del actual rey.

    Evidentemente Zuliy desconocía si eso era cierto o no, a él no le interesaba mucho esa cosas porque no solía inmiscuirse en saber las razones concretas por la que sus clientes deseaban matar a susodicho. No obstante, no ignoraba el ambiente que el país ha estado teniendo ese último año.

    —Mis más sinceras disculpas —dijo, en un intento de terminar con todo—. Lo traje para que viera que cumplí con la parte de mi trabajo.

    El hombre se tranquilizo un poco y asintiendo varias veces le entregó la otra mitad del pago acordado. Una vez recibió su paga, se dispuso a salir. Un nuevo día se alzaba ante él. Sonrió al momento que observaba la bolsa de dinero.

    Santa-Borja amaba su trabajo, pero lo que más gozaba hacer era estar rodeado de bellas mujeres. Era considerado el hombre conquistador, cuyo título no se ganó solo por ganar peleas estratégicas, también porque conquistaba a toda mujeres, seduciéndolas con halagos y al ser extremadamente amables con ellas. Conquistando corazones tanto a vírgenes como a casadas, sin ser parcial con ninguna mujer. Y pese a ello, tenía un carisma para que los hombres lo estimaran como a un buen colega, un excelente amigo y un buen caballero digno a seguir.

    Ya cabalgando varios kilómetros, alejado del territorio del vizconde, se quitó la mascara y se dirigió hacia Inotrantsy, su hogar.



    En algún otro lugar

    Por la mañana, en un pueblo pequeño de la prefectura donde residía el palacio real, arribó el mensajero que Craig ordenó mandar. Se acercó a un par de hombres que se preparaban para arar las tierra secas del lugar.

    —Disculpen, estoy buscando a —Leyó el nombre que mostraba el papel—; Artis Montserrat Jade.

    Los dos hombres de mediana edad se miraron, por un momento les pareció extraño que alguien, especialmente un joven como él, conociera el nombre completo de esa persona. Y si no fuera porque Artis era oriundo de ese mísero pueblo, quizá nadie lo conocería por ese nombre. Ese hecho solo suponía una cosa, mas sin inmiscuirse en nada, uno de ellos asintió al momento que apuntaba cierto lugar, dijo:

    —Su casa está hacia el final del pueblo, ve derecho, al llegar a la plaza principal, gira a la derecha, segunda calle, camina hasta que te topes con una casa con puertas y ventanas rojas, no tiene pierde.

    —Pero si no esta allí —añadió el otro—, seguro que estará en el único bar de aquí.

    —Es cierto, es cierto —secundó el compañero—. Estos últimos años se la ha pasado allí, bebiendo hasta hastiarse.

    Aquel joven mensajero agradeció la amabilidad de ellos y se dirigió hacia la dirección.

    Artis Jade, era un mercenario de treinta y nueve años de edad, dueño de una envidiable cabellera color rojo, ondulada y alborotada que caía poco más abajo de sus hombros, de rostro triangular cuya barbilla era adornada por una corta barba de chivo, de ojos tan verdes como la esmeralda.

    Aquel hombre miraba el vaso de alcohol del que había estado bebiendo, se echó para atrás en el asiento hasta que pudo ver a los poco hombres que estaban allí. El pueblo era pobre, la gente aburrida, los días tediosos, y no había mucho que hacer en ese lugar.

    —¿Otro trago más, Armon? —preguntó el cantinero al hombre que reprochaba lleno de fastidio.

    —Como odio estos días —suspiró aburrido, fastidiado—. Aborrezco estos días llenos de paz.

    —¿Por qué no vas a la capital y te diviertes un poco con las mujeres? Dicen que allí se encuentran las mejores mujeres del país. Eso es lo que te falta, más diversión en ese ámbito.

    Desde su posición, él sonrió y se irguió para mirar al cantinero.

    —Aburridas. No tienen nada que ofrecerme. No las necesito. Lo que necesito es otro tipo de excitación.

    El cantinero suspiró al saber a lo que se refería. En estas épocas ya nadie contrataría a un mercenario. Poco antes de que el país comenzara a restaurar sus nuevas reglas y leyes tras la coronación del rey Kristof, en su juventud Armon trabajó en vario grupos que asesinaban a varias personas.

    El observar como las vidas de las personas se van extinguiendo era su deleite. Se contaba como rumores, aunque la mayoría sabía que no eran falsos, que desde su juventud, él mismo entrenó a niños de las zonas pobres, mintiéndoles y diciéndoles que tales personas eran los culpables de su miseria, incitándolos a tomar armas de fuego y tomar la vida de inocentes, o los engañaban por razones religiosos al decir que era un enviado por Dios. Una vez engañó a dos pueblos para que guerrearan entre sí.

    Ese par de años fueron los que definieron su personalidad. Amaba la guerra, el conflicto, el ver la verdadera naturaleza de las personas. Armon era un despiadado sin corazón, mentiroso, amador de la maldad. Pero ahora que existía paz, ya no podía simplemente engañar a las personas o crear conflictos como antes. A él le hubiera gustado haber nacido en el auge del reinado del anterior rey; Craig o antes, cuando el país era reinado por los seres más respetados y fuertes, no ahora que era gobernado por un miedoso y débil.

    —¿Has escuchado hablar del Asesino Clandestino? Si tanto te aburre estar sin hacer nada, ¿por qué no haces lo que él hace?

    —Aburrido. Ese supuesto asesino es más que nada un cobarde; asesinando entre las sombras y mostrándose con una mascara para no ser descubierto y asesinando más que nada a políticos que ni se pueden defender. Lo que yo busco es algo más apasionante y arriesgado.

    —Oh, ahora que mencionas eso, la boca de todos se ha llenado de un nuevo título; El Asesino de Poderosos. ¿Lo has escuchado?

    —Aburrido —volvió a decir esta vez dándole un sorbo al alcohol—. Perseguir a simples personas que portan un simple título. Aburridísimo. ¿Y qué conflicto traería eso? Lo que busco es hacer algo que tenga una verdadera repercusión… algo que vuelva a este aburrido país en un campo de diversiones.

    Sus ojos mostraron un brillo único. El cantinero meditó un poco y al recordar algo mencionó:

    —No se si te has enterado que en Inotrantsy está el líder de alguien que desea crear un golpe de estado.

    —¿Un golpe de estado? —Lo miró con seriedad para en segundos sus labios formar una sádica y siniestra sonrisa—. ¿Dónde has escuchado esos rumores? ¿Son creíbles?

    —Eso es lo que he escuchado, quizá solo sean eso; rumores.

    —No, no, no, hay razones, realmente —Armon se recargó en el respaldo del asiento y movió el vaso donde el alcohol reposaba—. Eso si que es interesante.

    Si lo que él le estaba diciendo era verdad, entonces en los próximos años o quizá meses, estallará un conflicto por todo el país. Si era así, entonces había nacido en el mejor de los tiempos. El hombre desvió la vista hacia la entrada cuando alguien entró y preguntó:

    —¿Uno de ustedes es Artis Monserrat Jade?

    —¿Lo conoces? —preguntó el cantinero. Armon negó, en su vida lo había visto, muy poca gente, fuera de este mugriento y apestoso pueblo lleno de ancianos, conocía su nombre real.

    —Ese soy yo —respondió.

    El mensajero se acercó para mostrarle una bolsa y una carta.

    —Me ordenaron entregarle esto.

    Armon lo tomó, pero antes de que el mensajero se retirara completamente, lo agarró del brazo.

    —¿Quién te ordenó eso? —Miró al joven con seriedad, a los ojos, tal mirada provocó que el muchacho se pudiera nervioso y comenzara a sudar. Los presentes, curiosos, dirigieron su vista hacia la escena.

    —N-no se me permite decirlo —soltó, tartamudeado, intentó zafarse pero al hacerlo Armon apretó más, provocando que la víctima dibujara muecas de dolor—. Es que realmente n-no se quién fue, solo me han dicho q-que deje eso…

    —Eso no… —Comenzó a oler el aire para luego acercarlo más a él y susurrarle—: Es que hueles a rata. ¿Sabes lo que le pasa a los ladrones en este lugar?

    El corazón del muchacho empezó a latir a mil por hora mientras desviaba la vista a los presentes, como quien buscando la ayuda de alguien, no obstante, los clientes comenzaron a hacer otra cosa, al prever lo que sucedería.

    —¿No hablaras? ¿Eh? ¿No piensas refutar o decir algo a tu defensa, ladrón?

    A su vez, el cantinero simplemente dejó escapar aire al momento que se daba media vuelta para acomodar las botellas de licor. Aquel pobre mensajero se había atrevido a robarle a la persona menos indicada.

    —Me disculpo señor... —Con la otra mano libre sacó una pequeña moneda que tomó de la bolsa y la dejó caer al suelo al sentir como la mano de Armon apretaba todavía más su brazo—... du-duele, por favor, suélteme, por favor. M-me disculpo...

    —Sabes, precisamente hoy me levante de buen humor, además de recibir una grata noticia, así que solo haré esto…

    Armon tomó el dedo índice del mensajero y lo rompió, el grito del muchacho resonó por el local y Armon hizo así con los demás dedos hasta romper todos los de esa mano. Los clientes haciendo oídos sordos continuaban platicando, charlando o seguían jugando a sus juegos de carta, al son de los gemidos de dolor del joven en un vano intento de soltarse del agarre. Una vez que terminó, la pobre víctima se arrodillo, llorando mientras seguía llorando, viendo con asombro sus dedos en posiciones anormales.

    —Vete, muchacho —dijo el cantinero—. Suerte tuviste de solo sufrir eso.

    Por el contrario, ignorando lo anterior, Armon se dispuso a abrir el sobre y leer un mensaje corto pero conciso. Éste tenía escrito: “D. salió. Se dirigiré a Inotrantsy. Al termino, te daré el resto. Recuerda, me debes una.”

    Al finalizar, Armon se echó a reír a carcajada, a tal punto que un par de lágrimas surcaron de sus ojos.

    —Parece que te mandaron un chiste muy bueno.

    —Este es la mejor broma del siglo —dijo entre carcajada—. Ese viejo no ha cambiado nada.

    Era definitivo, estaba viviendo los mejores años de Sōla. Nació en la mejor época. Más y más podía oler el aroma de un conflicto. Esta misión solo significaba que Craig planeaba algo a lo grande y el posible golpe de estado, le devolvió el alma a su cuerpo. Una vez que se calmó, se levantó y dejando un par de monedas sobre la mesa, dijo a su hermano, el cantinero:

    —Me iré a preparar el campo de juego.


    . . .​
     
    Última edición: 3 Octubre 2020
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    JeshuaMorbus

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    En fin, dejando a un lado ortografía (a veces molesta, pero no interrumpe la lectura); creo que el mayor problema en este primer capítulo es el ritmo. Demasiadas veces te detienes a comentar detalles o que no son tan importantes o que podrían contarse de una manera algo más dinámica sin tener que detener la acción en ningún momento. Por un lado queda claro lo que cuentas; por otro, lo compartimentabilizas mucho.
    Acción - Pausa para descripción - Acción - Pausa para descripción... si fuese para describir algo realmente grande, importante o que no va a volver a mencionarse a pesar de su importancia, entonces, sí, asumiría este formato. Pero así sólo ralentiza la narración.
    Otro problema que encuentro es la conversación entre Daryl y Chris: es sólo un largo peloteo mutuo. Asumo que tanto uno como otro están lo bastante educados como para no caer en el juego de los halagos constantes. A menos, claro está, que esto oculte algo que ocurra en el futuro. No lo sé, ya lo leeré, pero sigue siendo incómodo de ver cómo este gran príncipe y este curtido guerrero se reducen a vanas palabras.
    Charlot es una carabina que queda por definir. Aparte de ser de manifiesto carácter, no sabemos mucho más de ella, aparte de ser obediente a quien tiene que obedecer. Ya se verá cómo se desarrolla. Por cierto, "Charlot" es masculino ("Pequeño Carlos" en francés). Supongo que querías decir "Charlotte" (se pronuncian igual, de ahí la confusión, supongo).
    Conclusión: bastante mejorable; pero es lo normal en la literatura.

    Escribe tres días.
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    JeshuaMorbus

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    Hilvanas un poco mejor la narración convencional que en el anterior capítulo pero, cuando entras a comentar detalles de los diferentes países que conforman Solâ, vuelves a romper el ritmo: tan pronto como estabas hablando de una reunión de alto nivel en el reino, pasas a tocar un tema que poco o nada tiene que ver con la actualidad.
    Como crítico sólo puedo decir "eso ha roto el ritmo"; como beta que no soy diría "haz que el rey consulte sus documentos / informes previos sobre la mesa y que la narración continúe el tema desde ese punto".
    Se nota que el capítulo ha sido poco revisado: faltan letras aquí y allá; hay alguna falta ortográfica y, de cuando en cuando, no te aclaras de qué tiempo verbal estás usando XD
    Como, por ejemplo, aquí.
    También hay que tener en cuenta el momento que has elegido para revelar el nombre del lugar sobre el que gira la reunión. Ya que es tan importante, no sé por qué has esperado a la mitad del capítulo a soltar este detalle, a pesar de que el archipiélago ha sido mencionado un par de veces ya antes.

    Conclusión: Cierta mejora; fallos de ritmo; cierto desorden; necesita revisión.

    Ale, dale duro ^_^
     
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Por fin me dio tiempo de responder:
    Primeramente, JeshuaMorbus, muchas gracias por haber tomado mi pedido y dedicar el tiempo para leer, darme una crítica y tu opinión. Estoy completamente de acuerdo con muchas cosas que has mencionado, sobre todo la conversación entre Christian y Daryl; no lo había visto de esa forma hasta que lo mencionaste, la verdad. Fue una mala forma de hacer llegar al lector algunos puntos :D Pero ya estoy intentando arreglar ahora. Aunque no lo parezca, estoy trabajando en ello.
    Yo lo sé :) Y fue intencional ponerle un nombre masculino. Al principio pensé en utilizar un nombre unisex, pero al final me dije, "qué va, mejor le pongo uno masculino y ya." Con decirte que más adelante saldrá un varón con un nombre algo afeminado, no tendrá un nombre de mujer, pero si sonará algo femenino xD Así de loca estoy. Siempre he tenido esa maña.
    Bueno, ya que Sōla es un país de esa mundo, es imposible que un país esté conformado por otros países xD (Lunā, Sōla, Many-Islandking, Bade-Sooraj, ect. son países).
    Pero te doy la razón, leyendo ese capítulo desde otra perspectiva, me di cuenta que metí un sinfín de detalles y cosas que si bien serán importantes para el futuro y desarrollo de la historia, lo saturé con demasiada información, cayendo en el desorden y pareciendo (o mejor dicho, yéndome) que me fui por las ramas xD Estoy corrigiendo eso. Debí explicar la razón de la reunión desde cuando la sirvienta va ha avisarle a Christian sobre ella.

    De nuevo, muchas gracias por tomarte las molestias y el tiempo para hacerme ver mis errores. En verdad agradezco eso porque siempre me hacer volver a leer las historias desde otro punto y me ayuda a saber en que partes la regué.

    También me di cuenta que tiendo mucho a poner una pequeña oración de diálogo, describir muchas cosas y después de un párrafo completo, concluir con el diálogo en cuestión con otra pequeña oración xD Lol, eso se ve tan horrible (o por lo menos no utilizarlo tan constantemente como lo he estado usando yo).
     
    Última edición: 26 Octubre 2018
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  13. Threadmarks: Capítulo 6.- Al que llaman, el mejor estratega
     
    Sonia de Arnau

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    Título:
    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    20
     
    Palabras:
    3468
    Capítulo 6
    Al que llaman, el mejor estratega

    Dos días después de que Zuliy dejara la morada del vizconde Vanhag, llegó a Inotrantsy por la tarde noche, cansado por el viaje, se dirigió hacia su hogar y se dejó caer en la cama y durmió hasta la mañana siguiente. Cuando los rayos del sol mañaneros se colaron por su ventana, abrió los ojos como quien deseando que nunca hubiera amanecido, bostezo un par de veces antes de levantarse de la cama.

    Su estómago gruñó, tenía hambre y allí no tenía siquiera un pedazo de pan. Se vistió con sus mejores ropas y se encaminó hacia cierto lugar donde lo esperaban sus dos damas.

    Aquel suburbio era el segundo más humilde de aquella ciudad, por lo que la gente solía poyarse mutuamente.

    —Buenos días, Zuliy —saludó una mujer mayor, quien regaba las flores que decoraban la fachada de su humilde hogar—. Ayer que llegaste no pude saludarte bien. ¿Cómo amaneciste hoy?

    —Ayer llegué directo a dormir. He pasado mejores noches, sobre todo donde estoy acompañado, pero en general, muy bien, señora y qué mejor al verla —Se acercó y olió las flores—. Todavía me impresiona lo bien que se le da esto. Tan hermosas como su dueña.

    —Pero que adulador eres —soltó sonriente la mujer, dándole una leve empujón.

    —¿Y cómo siguen sus caderas?

    —Mucho, mucho mejor.

    —¿Tan mejor como para sacarla a bailar?

    La señora rio mientras él se despedía y continuaba su camino.

    —¡Zuliy! ¿Cuándo regresaste?

    —Ayer por la tarde, Vic. Salude a su hijo de mi parte.

    —¡Siempre!

    —¡Santa-Borja! ¡Hola!

    —¡Ey, Guill! Cuidado donde pisas, no te vayas a caer.

    La gente de ese lugar era agradable. A pesar de ser un lugar pobre, su gente vivía en armonía, pero sobre todo, amaban a Zuliy Santa-Borja, pues fue gracias a él que muchas de esas familias podían comer y vivir con tranquilidad, esto porque él las ayudada con alimentos cuando lo necesitan y ha ayudado a muchos padres de familia a conseguir trabajo. Se había echo amar por todos. Al llegar a su taberna favorita, nada más entrar todos los pocos clientes que estaban ahí a esas horas le dieron la bienvenida.

    —¡En hora buena, Zuliy!

    —¡A brindar por ti, compañero, por tu buen viaje y tu llegada a salvo! —saludó uno levantando el tarro de cerveza, en son de brindar.

    —¿Zuliy está aquí? —se escuchó la voz de una femenina desde la cocina.

    —¡Zuliy, mi amor! —lo saludó otra, abrazándose a él y besándolo en el cachete—. Me alegra saber que estás bien.

    La otra mujer, quien estaba en la cocina, salió también a abrazarlo, quien era un poco mayor a la primera; su nombre era Anis. La más joven se llamaba Alexa.

    —Estoy de vuelta —dijo abrazándolas a las dos.

    —Qué malo eres, Santa-Borja, dejando preocupadas a estás damas —comentó el dueño de la cantina, sonriendo.

    —Eso es cierto —secundó uno—. Pensábamos que no te volveríamos a ver.

    —¡Pero qué exagerados son! —levantó la voz Santa-Borja—. ¡Si no me fui por tanto tiempo!

    —¿Qué un mes no es tanto? Díselo a esas dos damas —dijo alguien entre risas.

    —Siempre que sales a hacer una de tus trabajos me preocupa no volver a verte más —mencionó Alexa con rostro triste.

    —No seas tonta que mi Zuliy es muy fuerte —expresó Anis mirando a su compañera.

    —¿Disculpa, ¡tu! Zuliy? No seas zorra, él es mío —dijo Alexa mientras miraba a la otra con un aire de desdén.

    —¡Qué sucia! Él es mío, y quién es la zorra ladrona aquí.

    —Tranquilas, chicas, tranquilas —Zuliy las calmó—. Soy de ambas, recuérdenlo.

    Las dos sonrieron y como si esa afirmación fuera lo suficiente para zanjar la cuestión, cada quien lo besó en cada mejilla dando por finalizada la discusión.

    —Eres todo un amor —dijeron al unísono.

    —¡Qué suerte tienes, Santa-Borja! —gritó un hombre desde la esquina, presenciando lo sucedido, levantó el vaso de cerveza en modo de saludo—. ¡A festejar por Santa-Borja, por ser un gran compañero!

    —Jajajaja —se escuchó alguien del publico—. Viejo borracho, tú solo lo alagas porque siempre te invita cerveza, barbero pordiosero.

    —¡Cantinero! —gritó Santa-Borja tomando asiento en su lugar favorito, una de las esquinas, el lugar perfecto para ver quien entraba y salía del establecimiento—. Tengo hambre, dame lo de siempre, por favor.

    —A la orden.

    —¿Quieres que te traiga algo en especial, mi amor? —preguntó Anis.

    —O puedes pedírmelo a mí —empujó levemente a su compañera para acercarse más al varón.

    —Por ahora estoy muy bien así. Más que contento cuando ambas están a mi lado.

    Zuliy sonrió.

    Era muy feliz, realmente disfruta mucho su vida actual. Era casi perfecta, solo para llegar a ser completamente perfecta era cumplir su sueño y éste era formar una familia. Aunque claro, era un mujeriego por naturaleza, amaba demasiado a las mujeres, pero eso sí, sabía que llegaría el tiempo en que tendría que ser fiel solo a una y formar una bonita familia, pero eso sí, aprovecharía su soltería para quedar con cuanta mujer pudiera.

    En medio del deguste de su comida, llegaron ciertas personas. Todas las miradas se posaron al pequeño grupo que entró al local, portaban una armadura, espadas y el sello de la casa en la que trabajaban. Dicho sello lo reconoció inmediatamente. Se trataba de los guardias del vizconde Earlyn Vanhag.

    —Estamos buscando a Zuliy Santa-Borja, dijeron que podíamos encontrarlo en este sitio.

    El nombrado frunció el ceño al imaginar la razón de presencia.

    —¿En qué puedo ayudarles? —preguntó para llamar su atención.

    —¿Tú eres al que llaman, el mejor estratega?

    El pequeño grupo de cinco personas se acercó a dónde él.

    —Ese soy yo —respondió.

    —Queremos que nos ayudes a capturar al Asesino Clandestino. Te pagaremos bien —El hombre dejó caer una bolsa con unas cuantas—. Dinos si la cantidad, nuestro señor estará dispuesto a apagar más si es necesario.

    A su vez, Zuliy reprimió una risa, pues le pareció gracioso esa situación. ¿Quién hubiera imaginado que alguien día eso pasaría? ¡Eso era la ironía de la vida! Hasta hace un par de días atrás que lo vio por última vez.

    —Declino la oferta —respondió con un tono de voz muy desinteresado.

    —¿Qué? —Se sorprendió el hombre—. No puedes rechazarla, ¿no sabes de qué familia es este sello? Earlyn Vanhag es nuestro señor y él está pidiendo tu ayuda. Se te recompensara muy bien...

    Zuliy desvió la vista hacia la mesa, tomó un vaso y bebió agua con aquella calma que demostraba que ese hecho no le manifestaba nada y que no estaba a la orden de nadie. Era un hombre libre. Sin embargo, la actitud como actos de ellos y del mismo vizconde no solo le parecían absurdos, también tontos. ¿Qué no podían ven lo que le estaban pidiendo? ¿De verdad pensaban que aceptaría así como así?

    Era más que evidente que a lo que Earlyn temía era que se supera que fue él quien ordenó asesinar al Conde Don Thal, los rumores e investigaciones de la gente que lo apreciaban comenzaron desde la mañana pasada y muchos de esos rumores decían que fue asesinado por un hombre del vizconde porque ante su muerte el más beneficiado era él. Earlyn quería deshacerse del único testigo que sabía la verdad.

    —¿No eres a caso el mejor estratega? —preguntó el hombre para herir su orgullo—. El vizconde había escuchado buenas referencias del trabajo que has realizado. ¿Qué tan difícil puede ser para el Conquistador planificar algo contra una simple persona?

    De nuevo, reprimió una risa, es que cada palabra dicha le causaba tanta gracia. Aunque él no fuera el Asesino Clandestino hubiera rechazado la oferta de cualquier forma, pues el título de Clandestino no era simplemente un adorno. Los testigos de eso eran ellos mismo; no tenían ni una pizca de idea o sospecha de que estaban hablando con el mismo Clandestino.

    —Compañeros —Les sonrió—, colegas, si rechazo la oferta del vizconde es meramente porque ustedes lo han dicho, soy quien porta el título del Conquistador y, el hecho de ir por alguien de quien no sabemos nada, sería una gran estupidez. ¿Cómo piensan que eso podría funcionar?

    —Hemos estado pensando en contratarlo, decirle que asesina a tal persona, que obviamente estará custodiada las veinticuatro horas, y así tenerle una emboscada. Necesitamos de tu ayuda para que pedas pulir el plan. Solo necesitamos que nos ayudes con la emboscada.

    Para ese momento, Zuliy dejó de divertirle la ironía en la que estaba viviendo para tornar su rostro serio. Esa gente hablaba muy enserio en querer atrapar a alguien anónimo. Ahora estaban comenzando a sentir algo de pena. Por lo que podía notar, esa gente no era muy lista, pero qué se esperaba de personas que eran comandadas por una persona igualmente estúpida, a saber, que Earlyn no debía de meterse con alguien que no conocía.

    Zuliy dejó saber su disconformidad mediante un suspiro; suspiro que no agradó nada al portavoz del vizconde.

    —Ajá, ¿y luego? No sabemos cuando actuaría. No sabemos nada de él, si es hombre o mujer. Ni siquiera sabemos cómo piensa, cómo planea, dónde vive o su edad. Hipotéticamente hablando, hacemos eso que dicen, contratarlo, ¿cuándo actuaría; ese mismo día, al día siguiente, dos días después, la semana próxima? ¿Es siquiera una persona o una organización? ¿Tiene lacayos, informantes, trabajo solo, acompañado? Allí está el verdadero problema de su plan, no saben nada. ¿Y sí logra asesinar a esa persona, qué hará? ¿Tomara el trabajo? Son tantas cosas que desconocemos —enfatizó la última oración para que se dieran cuenta del error de su pensar. Después de mirarlos con mucha seriedad, continuó—: Ustedes mismo lo dijeron; un buen estratega sabe cuándo es bueno luchar o retirarse y nunca actúa sin conocer a su enemigo. Por eso es que declino la oferta. Pero claro, cuando sepan la respuesta a la mitad de eso, estaré más que dispuesto a aceptar —Guardó silencio por un segundo, en espera a cualquier respuesta, mas no la hubo porque no había nada que refutar—. Vayan y díganle esto a su señor; que no se meta en un terreno que no puede alcanzar —finalizó.

    El mensajero frunció el ceño, sintiéndose muy molesto por las atrevidas palabras de aquel personaje. El hombre miró a sus lados solo para cerciorarse de los pocos hombres que estaban allí, habían mirado la conversación con mucha atención. Tomó el dinero y ordenó a sus compañeros que se retiren.

    Una vez que se fueron, un par de carcajadas se hicieron escuchar.

    —Solo Santa-Borja se niega a la petición de —dijeron algunos.

    —¿No tienes miedo de que por eso te hagan algo? —preguntó Anis en tono preocupado.

    —No lo harán —dijo con seguridad—. Mis razones son más que validas y se dieron cuenta de eso. Además, nunca dejaría que pisoteen el orgullo del Conquistador. Añadiendo que, si fallaba el plan, ¿a quién crees que iban a culpar por el fallo?

    —Eres demasiado inteligente, por eso te amo —añadió Alexa, regalándole la mejor de sus sonrisas.

    Así era. Independientemente de que el fuera o no el Asesino Clandestino, hubiera tomado esa misma resolución. No aceptaba ninguna clase de ofertas o trabajos en donde no tuviera ninguna tipo de información. Eso mismo hacía cuando tomaba trabajos como el Asesino Clandestino. ¿Tenía miedo? No. Sabía que los guardias se dieron cuenta que tenía muchos testigos, por lo que si le ocurría algo al vizconde, cosa que no podría porque no era cualquiera, tenía el apoyo de los clientes. Con todo, lo amaban.

    El día transcurrió de lo más normal, salió del local para dar una vuelta por la ciudad, haciendo la rutina diaria, gozando de la vida, gastando del dinero que ganó. De esa forma llegó la noche, volvió al bar para saludar a los demás y beber un poco más de cerveza y con unas copas de más, Santa-Borja se encaminó a su hogar para descansar.

    La oscuridad había cubierto por completo los cielos, por lo que las calles a esa hora estaban vacías. Bostezó por demás cansado, se frotó los ojos y luego se golpeó levemente la cara para despabilarse un poco, entró a la casa. La noche apenas había comenzado y todavía faltaba gozarla al máximo. Se cambiaría de ropas para poder ir a pasar a esos locales nocturnos, a los que aprovechaba en ir para divertirse un rato más, si es que el alcohol en su sangre le permitía hacer esa sencilla tarea.

    Sin embargo, cuando entró a la cocina para buscar el candelabro y encenderlo e iluminarse, sintió cómo un escalofrío se apoderaba de él. La temperatura en el ambiente había disminuido de forma abrupta. Encendió rápidamente la luz y se giró ante la presencia de alguien que estaba detrás de él.

    —¿Quién está ahí?

    Se asombró de no ver a nadie, o por lo menos, no a la persona física pero si su sombra, así que como mera reacción se giró al otro lado esperanzado a que el dueño de la sombra estuviera ahí, sacó la pistola de su funda y ya en mano, la apuntó solo para darse cuenta que tampoco había nadie allí.

    —Estaba observando correctamente, señor Zuliy Santa-Borja —respondió una voz de ultratumba, provocando que el pelirrojo se volviera a la sombra.

    —Así que eres la sombra —frunció el ceño, apretando aún más el arma en su poder—. ¿Quién eres y qué quieres?

    Aunque su verdadera pregunta era: ¿Cómo había entrado? Cómo no se había percatado de él hasta hace nada.

    —Esa no debería ser su pregunta, señor Asesino Clandestino.

    —¡¿Quién demonios eres, o mejor dicho, qué eres?! —preguntó, sin evitar sorprenderse y sentir algo de miedo al conocer la verdadera identidad del Asesino—: ¿De dónde has sacado ese título? Te estás equivocando de persona.

    La sombra pareció reír.

    —¿Reniegas a tu título, señor Conquistador? Soy alguien que está en todos lados. No puedes mentirme porque sé que eres el asesino enmascarado. Conozco de pies a cabeza esta ciudad, sus calles, su gente, conozco hasta a las personas que trabajan para ti, Santa-Borja.

    Aunque intentó no demostrar miedo, realmente le preocupó que lo reconociera por ese título, intentó aparentar su preocupación, deseoso de morderse su labio inferior. Tenía que mantener la compostura para no demostrar ninguna pizca de debilidad. Dio media vuelta y buscó la lampara que terminó encendiendo para ver mucho mejor, efectivamente, aquella persona, o mejor dicho, la sombra proyectada en la pared no era el cuerpo físico del individuo en cuestión, a saber, la razón por la que le dio fácil acceso a su hogar y hasta probablemente la razón por la que conocía toda la ciudad. Debía irse con mucho cuidado, su instinto le decía que era alguien muy peligroso.

    —¿Qué quieres de mí? —terminó cuestionando—. Creo que, ya que conoces mi nombre y mis dos títulos, mínimo debería presentarte, ¿no? Es poco cortés no hacerlo.

    —Mi nombre es Fazio —se presentó la sombra—. Mi señor solicita de tu trabajo, si aceptas la encomienda se te pagará muy bien.

    —¿Quién es tu señor y dónde lo puedo ver?

    —Lo siento, pero no se me permite decirlo.

    —No suelo hacer tratos sin estar frente a frente con quien solicita de mi trabajo, por confidencialidad —aclaró—. Tengo reputación.

    —Es comprensible. Se te promete que no se dirá nada al respecto. Escucha primero la petición; verás, el príncipe heredero, hijo de Kristof Van Suna, está en un viaje y se tiene previsto que pasará por esta ciudad al rededor de dos días.

    —¿El príncipe? —Se sorprendió aunque no era extraño, había escuchado que existía una tradición o algo así de los Van Suna—. ¿Y desean que yo sea su guardaespaldas? —preguntó al creer que se trataba de eso—. Mire, señor sombra, yo no hago ese tipo de trabajos, que eso lo hagan los pordioseros que yo me encargar de otro tipo de cosas.

    —Efectivamente, por eso mi señor pide tu trabajo —dijo Fazio tajantemente.

    Zuliy quedó mudo, aunque debió imaginarse que aquella visita y aquella conversación terminaría tornándose a ese tema.

    —¿D-desean que asesinar al príncipe…?

    —Eso sería lo más lógico, ¿verdad? Pero no —Zuliy prestó más atención—. A quien mi señor quiere que asesines es a la joven que está viajando a su lado, y de paso al chófer. Al parecer la joven es su guardaespaldas y deseamos que el asesino enmascarado la mate. Sabemos que eres de los mejores a la hora de asesinar en incógnita, te convertiste en una leyenda. ¿Aceptarías el trato o tienes miedo?

    —Señor sombra —Para ese momento Santa-Borja se sentía mucho más cómodo, estaba acostumbrado a guardar la compostura en todo tipo de ambiente. Fazio intentaba meter presión con elogios y luego intimidación, Zuliy se dio cuenta de ello porque era la forma con la que él también trabajaba—. Tú te vez como un ser súper poderoso. Lo “sabes todo” y entraste a mi casa sigilosamente, ni siquiera me di cuenta de tu presencia hasta que tú quisiste que lo hiciera. Matarías a la muchacha y al chófer en un pestañeo, ¿por qué venir a mí a pedir hacer algo que tú bien podrías hacer?

    Debía moverse cuidadosamente, algo no estaba bien. Eso podría ser una trampa, no estaba seguro si lo era o no, pero debía ser muy cauteloso. Fazio sonrió, tal y como lo esperaba. Era la mente que su señor estaba buscando, no por nada se había llevado el título del Conquistador.

    —Comprensible que desconfíes, y eso solo demuestra lo ingenioso y audaz que eres. Tal vez me vea como alguien poderoso, pero en realidad no lo soy, tengo mis limitaciones. A decir verdad, no queremos que toque al príncipe porque en realidad queremos acercarnos a él, y que mejor que hacer que viva una amarga experiencia al llegar aquí, ayudarlo y hacernos su amigo y así conseguir su confianza.

    Contaba los planes porque sabía que no podría contar nada pues él sabía de la identidad de Zuliy, no obstante, el Conquistador lo sabía. Así que por es punto, los dos estaban empatados. Aunque saber esos pequeños datos, le hizo sospechar a Santa-Borja que aquel personaje estaba en el bando de Dago B. Vil o de Liam D. Wadlow. Inclinándose más a que trabajaba para Dago, porque si conocía la ciudad era porque vivía aquí, y era bien conocido que a Dago se le sospechaba por ser el líder de un grupo que estaba en completa opción al rey actual.


    —Tu señor es Dago Vil, ¿cierto?

    Fazio no contestó nada, silenció que interpretó como una respuesta afirmativa. Zuliy tomó asiento. Ahora comenzaba a tener un amplio panorama de lo que estaba sucediendo y de las verdaderas intenciones de Fazio y Vil. Zuliy alzó la vista para hacer la pregunta del millón.

    —¿De cuento estaríamos hablando?

    —Entonces, ¿aceptas el trabajo?

    —No tengo otra opción, ¿o sí? Ambos estamos en las mismas —Y la verdadera razón por la que estaba allí.

    —Se te pagará cien monedas de oro.

    Aquella cantidad lo tomó por sorpresa, y su sorpresa no quedó ahí porque Fazio sacó una bolsa color marrón que arrojó a la mesa y de ella salieron a la vista unas cuantas monedas de oro.

    —Por adelantado se te darán las cincuenta primeras —informó.

    Zuliy tragó saliva mientras se acercaba a la bolsa y tocaba las monedas con manos temblorosas, nunca había tenido esa cantidad de dinero en su poder. Todo el alcohol que alguna vez estuvo en su cuerpo había desaparecido completamente, estaba más que espabilado. Sus ojos brillaron de emoción. ¿Qué no haría con ese dinero?

    Zuliy lo miró con expresión pensativa, las palabras ahora le sonaban tentadoras. Volvió su vista a la bolsa, a las monedas y después a Fazio y la propuesta le retumbó en su mente haciéndose más y más llamativa.

    —Solo debo asesinar al chófer y al guarda espaldas, ¿cierto?

    Deseaba estar seguro del trato que estaba apunto de firmar. Debía ser honesto, no quería involucrarse con una pez tan gordo como la familia real, por esa razón quería estar seguro que no se involucraría con el príncipe.

    —Así es —le mostró un pedazo de papel—. Aquí está la información que pude recolectar sobre su llegada a Inotrantsy, probablemente se quedará hasta que cumpla su misión, hasta entonces tienes para deshacerte de la guardaespaldas y el chófer. Ah, algo que debes saber es que el chófer no es un simple chófer.

    —Solo una simple pregunta —quiso saber—, ¿qué pasaría si no llego a terminar el trabajo?

    —¿Eso si quiera sería posible?

    Los labios de Zuliy dibujaron una sonrisa y al final aceptó el trabajo y cerrando el trato con un apretón de manos, vendió su alma al mismo demonio. Lo que estaba apunto de hacer lo haría no solo por el dinero, lo hacía más que nada por su orgullo, para demostrarle a esa sombra quién ere en realidad.


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    Última edición: 17 Octubre 2020
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  14. Threadmarks: Capítulo 7.- El encuentro entre los dos asesinos
     
    Sonia de Arnau

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    Capítulo 7
    El encuentro entre los dos asesinos

    Abrió los ojos para percatarse que tenía un fuerte dolor de cabeza, también estaba un poco mareado. Se quedó mirando el techo que se elevaba sobre él, y por un instante le pareció atractivo contar las manchas que adornaban el mismo, mas ante ese pensamiento se espabiló y se levantó de la cama en un salto. Se masajeó los ojos en un intento de despertar completamente, y como si estuviera confundido observó a su alrededor para notar que estaba en su hogar; en su habitación, sobre su cama; suspiró mientras bostezaba.

    Lo último que recordaba de anoche fue que salió de la taberna borracho y luego… con incertidumbre deslizó la mano bajo la almohada y cuando atentó algo, la sacó tan rápido como si lo que hubiera descubierto fuera algo peligroso. Allí estaba escondida la bolsa llena de las monedas que le dio aquella sombra.

    —Es verdad… —se dijo con la boca abierta al recordarlo todo.

    Por poco había olvidado que fue visitado por una criatura sobrenatural, y ante el recuerdo de la misión encomendada se llevó la mano a los ojos y los frotó con frenesí al no evitar ponerse algo acongojado. Dejó escapar un suspiro de resignación y se echó a la cama. ¿Qué tan difícil era asesinar a la escudero del príncipe? No podría serlo tanto. El verdadero reto de la misión era que solo al rededor de 48 horas (o hasta menos) para pensar en una forma efectiva de atacar para deshacerse de la joven y luego del chófer, hacerlo el mismo día era lo más factible pero a la vez lo que lo complicaba. Otra cosa que se añadía a su preocupación era que desconocía el poder que la escudera pudiera tener, a saber quien era, era más que evidente que debía ser muy fuerte.

    Tenía que separarlos, ¿debía ir primero por ella y luego por él, o viceversa? Por lo que le informó ese tal Fazio, el conductor no era alguien normal, así que también debía ser fuerte. Aunque la prioridad era ella, así que se concentraría en eso.

    —Bueno, Zuliy, tú te lo has buscado —se dijo mientras se volvía a levantar.

    Mientras se vestía, su mente continuaba trabajando, ideando y planificando. ¿Debía enviar a uno de sus tantos secuaces a atacar a uno de ellos? No sería lo más conveniente pues el trabajo de ellos era ser informantes. A pesar de haberse dado cuenta que hizo un trato con el mismísimo demonio, sus labios dibujaron una sonrisa porque la diosa de la fortuna siempre estaba de su lado. Siempre salía de cualquier problema.

    Poco después se dirigió hacia el bar.

    —Buenos días, Zuliy —los saludaron, las mismas personas que estaban a esas horas de la mañana.

    —Deberían estar trabajando y no holgazaneando por aquí —les hizo saber, en son de burla y por ende ellos rieron, unos apenados otros desvergonzados.

    El auge de esa cantina era en la noche, después de las siete de la noche, aunque siempre tenía clientela por todo el día. La mayoría de los clientes a esas horas eran personas que trabajaban a medio día, desempleados o trabajaban por la tarde-noche.

    Anis y Alexa salieron de la cocina a recibirlo. Zuliy se acercó a su mesa, subió los pies sobre ésta y se puso cómodo mientras esperaba su comida, mientras sus dos mujeres, una en cada lado, le hacían compañía. Se sintió como digno rey. Los minutos iban pasando mientras la taberna se iba llenando, vaciando y volviéndose a llenar.

    —Entonces, Zuliy —Alexa preguntó mientras él masticaba una manzana—, ¿quién de las dos es más atractiva?

    —¡Eres una tramposa, yo estaba apunto de preguntárselo!

    Zuliy se giró para ver a la joven Alexa y contestarle:

    —Cada una tiene su belleza propia. Por ejemplo, tu lunar bajo tus ardientes labios se ve apetecible y sensual —dijo mientras besaba aquel lunar.

    —¿Y yo? —no tardó en preguntar Anis, apartándolo de Alexa, obligando a que la mirara—. ¿Qué es lo que más te gusta de mí?

    Con sutileza, Zuliy bajó sus ojos a su busto, de las dos, Anis era la más dotada en eso.

    —Tus carnosos labios y esos bellos ojos —terminó por decir con una sonrisa—. ¿Cuándo será el día en que entiendan que para mí, ustedes dos son lo más apreciado que tengo? “Y la nieta del bar, la hija del barbero, las sobrinas del panadero” terminó pensando sonriendo ante la bendita suerte en la que vivía.

    Amaba a la mujeres. Era sin duda la mejor creación que Dios jamás haya creado. Por esa razón le era imposible solo serle fiel a una. ¿Cómo podría ser eso si todas las mujeres eran lo más hermoso del mundo? Y suerte tuvo de que tanto Anis como Alexa no fueran celosas y lo compartieran entre ellas. A las únicas mujeres que respetaba era a las esposas de sus amigos... aunque realmente no tenía a nadie que pudiera decir amigo.

    Las acercó abrazándolas; las adoraba por esas pequeñas riñas que ambas hacían por él. Amaba su vida, era perfecta. Aun así, ese día podía ser uno como otro, sin preocupaciones más que el de ver a quien iría a visitar esa noche, pero no era así, continuaba pensando en la misión encomendada por la sombra. Su mente continuaba trabajando en un plan, no obstante, sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de la más joven.

    —Por cierto, cariño, ¿te enteraste de lo que sucedió ayer en la Zona Roja?

    —No, creo que no, ¿qué sucedió? —preguntó sin mucha importancia mientras tomaba otra manzana del tazón de fruta.

    —Se dice que hubo una contienda entre el guerrero Temerario y un forastero. Glash perdió.

    —¡¿Perdió?! —se sorprendió el varón.

    —No solo perdió —tomó la palabra la otra al recordar la noticia que voló como pólvora—. Por lo que escuché, la contienda, a petición del forastero, fue de vida o muerte, o sea que Glash murió.

    Zuliy rio como quien no creyendo que ese hubiera sido el resultado de la pelea.

    —¡Eso debe ser imposible! —Lo dejó ver—. Ese viejo no es un oponente fácil. ¿Contra quien peleó; un semi-dios?

    Las mujeres no supieron responder, solo se limitaron a verse entre ellas. A su vez, Zuliy se subió un poco la prenda para enseñarles la horrenda cicatriz de quemadura que decoraba la mayor parte de su tórax.

    —Nunca les conté de cómo me la hice, ¿verdad? Bueno, me la hizo el Temerario, cinco años atrás, cuando lo reté a un duelo para apoderarme de su título, terminé casi muerto al casi cocinarme los pulmones. Tenía pensado un día de estos tomar la revancha, desde entonces he mejorado, pero quien sabe, quizá la vejez lo hizo más lento y torpe y por eso perdió, si es que ese rumor sea cierto —Bebió agua—. En realidad su título dejó de interesarme hace mucho.

    Y fue entonces que sus ojos se enfocaron al joven de cabellera oscura que ingresó al local, y quien se dirigía a la barra a paso calmado, ignorando las serias miradas que los clientes le lanzaban por mera intimidación. A pesar de ello, el joven parecía no importarle.

    Santa-Borja no dejó de seguirlo con la mirada, pues por alguna razón, el aura que lo rodeaba llamó mucho su atención. Entrecerró los ojos al divisar algo de él.

    Ese casco de carnero lo he visto en algún lugar, ¿dónde fue?” se preguntó en un intento de recordar de dónde lo había visto: “Oh, espera, la vestimenta también la reconozco” Meditó, y fue que entre las cosas que tenía puestas, reconoció una insignia; era la insignia de la casa Carpio que se le otorgaba al general de la guarda, el hombre más fuerte de eso guerreros.

    Se levantó de golpe de la mesa, atónito y tal acto sorprendió a Alexa y a Anis, quienes lo miraron con asombro.

    —¿Sucede algo, cariño? —preguntaron al unísono, un tanto preocupadas porque era la primera vez que lo veían con esa expresión en su rostro.

    Él no respondió, ni siquiera las escuchó, más bien sus ojos no dejaron de ver al forastero de cabello oscuro. Entonces a su mente llegó el recuerdo de una conversación que tuvo el mes pasado con el hombre que le conseguía los clientes al Asesino Clandestino en el mercado negro.

    Oye, Zuliy, ¿tú fuiste quien mató al general de la guarda de la casa Carpio?

    —¿Lo asesinaron? Pues yo no fui —le respondió—. No suelo meterme con esos grandes, además y cuando me lo piden no suelen pagarme lo que les propongo, así que no acepto el trato.

    —¿Pues cuánto pides por sus cabezas?

    —Entre
    cuarenta y cincuenta monedas de oro; dependiendo del rango y título.

    El hombre silbó asombrado. Ahora comprendía por qué nadie le pagaba dicha cantidad; pero era lo normal, esa gente era fuerte, valía lo que pedía.

    —Esa es una suma abrumadora, hasta yo lo pensaría dos veces.

    —¿Y si fue un asesinato? —interrogó Zuliy, ahora interesado en la respuesta.

    —Sí, anteayer lo encontraron muerto, detrás del bosque de la casa Caprio. Pero si dices que tú no fuiste, seguro que quien lo mató fue él, ¿quién más iría por un pez gordo?

    —¿Él? —Se extrañó Zuliy—. ¿De quién diablos hablas? ¿Quién es ese “él”?

    —¿No has escuchado de él? —Se sorprendió el informante mientras lo miraba con incredulidad—. ¿Qué vives bajo un puente? Hablo del que apodan “El Asesino de Poderosos”.


    Fue de esa forma que conoció al sujeto que habían apodado como “El Asesino de Poderosos”. ¿Se trataba de ese extranjero? Lo negó, no podía tratarse de él, probablemente era una coincidencia que tuviera esa insignia. Tal vez el verdadero asesino la vendió y ese muchacho la compró en el mercado negro. Hacer eso era algo más común de lo que se imaginaba, lo hacían para "aparentar" ser un guerrero de esas familias o casas.

    —¿Zuliy… te encuentras bien?

    No fueron las voces de ellas quienes lo despertaron de su pensamiento, fue hasta que lo tocaron. Él las miró.

    —Sí, estoy bien —respondió mientras se hacía a un lado para salir y acercarse al pelinegro—. Ahora regreso, debo saludar a alguien.

    Si bien continuaba pensando que esas cosas que llevaba dicho joven eran compradas, decidió acercarse deseoso de confirmarlo. A paso lento se encaminó a la barra para detallar un poco mejor al recién llegado. Y efectivamente, dudó todavía más que fuera el famoso asesino por su apariencia joven. No obstante, no pudo evitar asombrarse al reconocer el collar que el Temerario Glash usaba. Se giró al otro lado y tapó su boca con la mano para ocultar una sonrisa mezclada con sorpresa.

    Sí era. Aquel forastero era quien luchó a muerte con el viejo Glash, no podía ser una simple coincidencia, serían demasiadas. El joven que se encontraba a tan solo un par de metros era el que se ganó el título del Asesino de Poderosos. Con una mezcla de escepticismo e ilusión se acercó a la barra y tomó asiento a un lado de Dominic.

    —Todo lo que él pida, corre por mi cuenta —dijo Zuliy a la hija del dueño cuando le llevó el vaso que había pedido—. ¡¿Agua?! —dijo en tono decepcionado al ver el recipiente lleno de ese liquido—. No amigo, estás en una taberna, ¡tráele una cerveza; la más buena que tengas, hermosa! —Lo miró—; ¿o prefieres un vino?

    Dominic frunció el ceño, desconfiado, pero en ningún momento miró al hombre.

    —Estoy bien con esto —Le hizo saber, tajantemente.

    —No seas aguafiestas, amigo —Apoyó su mano sobre el hombro de Dominic, éste se apartó. Zuliy simplemente sonrió ante tal acto—. Esta bien, discúlpame por intentar ser buena persona. Pero es comprensible que desconfíes de un extraño... Gracias amor —dijo a la mesera cuando le llevó la cerveza—. Entonces me la beberé por ti. ¡Salud!

    —¿Quién eres? —terminó por preguntar el joven, por fin dirigiendo su vista a Santa-Borja, y este último sintió un extraño escalofrío al ver sus ojos.

    Por alguna razón la mirada roja de él era muy intensa, emanaba un salvajismo. Era la primera vez que veía unos ojos de ese color.

    —Yo no soy nadie importante, simplemente un ciudadano más de esta hermosa ciudad. En realidad vine a saludarte porque me fascinó el casco que llevas. ¿Dónde puedo conseguir uno?

    —Este casco es único y el original; no creo que lo vendan en otro lado —respondió mientras Zuliy se mantenía serio porque la respuesta de él le pareció graciosa. El joven de mirada intensa era muy extraño, algo tonto, pensó. Demasiado inocente para ser quien pensaba era.

    —Es que como que sé que lo he visto en algún lugar, aunque ahora mismo no sé de dónde, ni lo recuerdo.

    —No lo compré, ni lo robé, me lo gané, por si te lo preguntas —Fue directo al grano.

    —Te preguntaría cómo, pero… la insignia que llevas y ese collar, ¿también los ganaste? ¿No me dirás que tú eres…?

    —“El Asesino de Poderosos” —respondió—. Así es como me han estado llamando últimamente.

    Zuliy palmeó demostrando que tenía razón.

    —Escuché hablar de ti. ¿No crees que es un título muy pretencioso para que un joven como tú lo porte? Debes tener como dieciocho o veinte años.

    —¿Dudas qué en verdad sea él? —Lo miró con seriedad—. No es novedad. Y tampoco me importa si lo crees o no.

    Zuliy carraspeó.

    —No quise decir eso. ¿Por qué tendría que dudarlo? Por cierto, ¿puedo saber tu nombre?

    —Mi nombre es Dominic Bytheseasho.

    —¿Dices que eres Bytheseasho? —Zuliy meditó en el apellido—. No se me hace conocida esa familia. ¿Extranjera, quizá? Pero… mmm, no sé, no tienes cara de ser un asesino de poderosos. Y tampoco tu forma de ser o responder lo indica.

    —No fui yo quien se puso el título, la gente comenzó a llamarme de esa forma.

    —Tienes razón. La mayoría de los títulos que tienen los poderos y héroes son las personas quienes suelen nombrarles según sus obras. Así que me supongo que tú en verdad has asesinado a algunos Poderosos. No sé a cuántos hayan sido, pero para que comenzarán a reconocerte de esa forma, supongo han sido a varios.

    —¿Quieres algo de mí? Ve al grano porque tengo prisa —ordenó el joven con la intención de levantarse e irse.

    —Sí, sí, ¿se puede saber por qué haces lo que haces? ¿Quieres demostrar ser el mejor? Es solo curiosidad, soy una persona muy curiosa.

    —Lo hago por una meta banal —Su respuesta fue muy seca—. Lo hago para invocar a alguien.

    —¿Invocar? —Zuliy no comprendió a lo que se refería pero tampoco se encontraba ahí para conocer las metas de aquel individuo—. En fin, ¿es verdad que te enfrentarías a cualquiera que sea fuerte?

    —No. Creo que hay una equivocación. No me enfrento a fuertes; solo me enfrento a todo aquel que tenga un título que sobresalga de otros.

    —Mmmm, en pocas palabras solo te enfrentas a personas “reconocidas” o “populares” —Esa respuesta le pareció muy interesante y una que en verdad deseaba escuchar. En aquellos segundos su mente comenzó a maquinar un plan y por eso volvió a preguntar—: ¿Conoces al que lleva el título del Asesino Clandestino?

    —He oído hablar de él —contestó Dominic con aún más recelo—. ¿Por qué?

    —Lo preguntaba porque el tiene un título de poderoso y seguro que entra en tu categoría de caza, porque a pesar de trabajar en las sombrar, es muy famoso. Es bastante inteligente y aunque muchos otros han intentado fingir ser el original, a la hora de contratar a las copias no pueden igualarlo. Seguro que has escuchado que es difícil dar con él, con el original, y te sentirías muy mal si perdieras el tiempo luchando con un falso asesino. Digo, después de todo, ha eso has venido a Inotrantsy, ¿o me equivoco?

    Zuliy guardó silencio por un par de segundos, sin dejar de mirarlo a los ojos, analizando su expresión.

    —¿Qué dirías si te digo que puedo darte una pista de cómo y dónde encontrarlo?

    —¿Qué es lo que quieres o buscas?

    Lo que desconocía el Conquistador era que había dado en el blanco con lo que dijo porque días pasados, Dominic sufrió de algo similar al enfrentarse con un falso Nian. Por otro lado Santa-Borja se alegró de por fin tener su completa atención.

    —Anoche fui visitado por un hombre extraño y me pidió que hiciera algo realmente absurdo, que asesinara a alguien. Obviamente le dije que no lo haría porque bueno, ¿quién soy yo para hacerlo? Soy simplemente una persona común que visita esta taberna porque no tiene más que hacer. Pero, esa persona me ofreció —susurró—, cincuenta monedas de oro. Y terminé aceptando, y puedes preguntarte: “¿Por qué acepté esa tarea?” Porque soy hombre de carne débil. Un hombre que necesita desesperadamente del dinero. Son cincuenta monedas de oro.

    Mientras narraba la historia, Zuliy miraba a Dominic de vez en cuando para leer su rostro y saber lo que podría pensar y determinar que decir, cuándo decirlo y cómo decirlo.

    —Tengo una madre muy enferma y como soy su único hijo, soy su único apoyo. Estaba desesperado y terminé aceptando. Pero no puedo hacerlo, la verdad, no puedo porque, como dije, no soy nadie... y ¿asesinar a alguien?

    Así era él, Zuliy era muy perspicaz a la hora de mentirle a las personas; utilizaba palabras elocuentes, una historia realista y sobre todo, no olvidaba describirse como una persona tonta y débil que caía fácilmente ante los deseos más carnales y ante la desesperación de la vida diaria.

    —Y al aceptar... me explicó de quien se trataba… —Suspiró y luego agachó la cabeza en modo de arrepentimiento—. Me di cuenta de la realidad de ese asesinato. Solo deseaban encontrar a un chivo expiatorio, y caí, caí redondo en la trampa. Fueron por mí al saber de mis problemas —Se llevó las manos al rostro—. Estoy arrepentido, me he metido en algo peligroso y ahora si no hago lo que me han pedido, seguro que seré asesinado, pero si intento hacerlo, mi destino será el mismo. ¡Hay de mí! Ahora que sé que eres el Asesino de Poderosos, necesito de tu ayuda, puedo darte la mitad de la paga.

    El pelirrojo levantó la vista al ver como Dominic se ponía de pie, más que dispuesto a salir de ese lugar.

    —Lo siento, pero no puedo aceptar —le dijo—. Entiendo que quieras que mate a esa persona a cambio de información del Asesino Clandestino, pero como dije, yo solo me enfrento a los que portan un título poderoso...

    —Y afortunado fui, no te miento —respondió Santa-Borja de forma muy serena—: Porque precisamente, el objetivo tiene un título de poderoso. Sin duda, si es asesinado por todo el país se extendería la noticia. Entonces —Lo miró con astucia—, ¿podrías ayudarme?

    —¿Quién es, y qué título porta? —preguntó, pescando el anzuelo y regresando a su asiento.

    —Ella es muy joven, oh, porque es mujer, espero que eso no importe, pero a pesar de ser joven, porta el título del Coronel de la guarda de los Van Suna; porque sí, quien viene a esta ciudad es el mismísimo príncipe, y a quien me encomendaron matar fue a su escudera, la Coronel. ¿No habías escuchado hablar de ella?

    Zuliy observó el rostro de Dominic, quería recalcar que se trataba de alguien de la nobleza Van Suna. Dominic se levantó con intención de retirarse del lugar pero antes de retirarse, miró al de cabello de fuego:

    —Lo haré.

    —¿Quieres parte de la recompensa? —preguntó, entusiasmado ante la respuesta positiva del joven, teniéndolo a él en el equipo le sería más fácil lidiar con esa misión.

    —No necesito el dinero —dijo Dominic sonriendo—. A cambio, me darás la información sobre el Asesino Clandestino.

    —Dalo por echo, colega. —Concluyó mientras cerraban el trato con un apretón de manos—. Y por cierto, te veo mañana a medio día cerca de la fuente Victoria, para hablar un poco más de los detalles.

    Dicho eso, Dominic salió del lugar mientras Zuliy dibujó una sonrisa de oreja a oreja al momento que frotaba sus manos al sentir que ganó una batalla, estaba cantando por dentro porque el resultado de aquella conversación había salido mejor de lo que pensó.

    —Tráeme otra cerveza, cariño —dijo a la dama que atendía la barra—. Hay que celebrar la bendición de la diosa de la fortuna.

    Eso merecía un festejo. El plan que pensó podía desenlazarse en dos finales y en cualquiera de los dos desenlaces, él saldría ganando. Dominic se encargaría de la escudera mientras que él del chófer como el Asesino Clandestino. El final más terrible sería que Dominic no pudiera contra la joven, pero la remataría si era necesario, mínimo utilizaría al pelinegro solo para cansarla y a él serle más sencillo acabarla, claro, solo si Dominic no llegaba a matarla. Igual, negaría todo vinculo con él, de esa forma nunca lo culparían de atacar a la familia real. Zuliy Santa-Borja sería inocente en cualquiera de los dos resultados.

    Por un momento sintió lástima por Dominic pues se dio cuenta que era una persona algo ingenua, o era eso o era muy temerario o muy, pero que muy estúpido puesto aceptó una propuesta sin antes cerciorarse de que lo que había dicho era verdad.

    Ahora solo faltaba planear de mejor forma y para eso necesitaba encontrarse con el príncipe, seguirles los pasos, analizarlos y luego atacar.


    Por ese día se relajaría, ya mañana sería otro.



    . . .​





     
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  15. Threadmarks: Capítulo 8.- La domadora de aves
     
    Sonia de Arnau

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    Capítulo 8
    La domadora de aves


    La casa era pequeña. No había ninguna clase de muebles. El hogar de los Usha ni siquiera estaba en un barrio de vida media: el humilde hogar se encontraba en el barrios más modestos de la ciudad Inotrantsy. A pesar de eso, Zoe y su padre vivían muy bien y eran felices en ese lugar.

    Zoe Usha, una joven de diecinueve años de edad, de piel morena, cabello castaño claro y dueña de unos grandes y bellos ojos color verde esmeralda, se levantó de la cama ante un nuevo día. Bostezó un poco somnolienta. Se vistió y salió de la pequeña habitación que era adornada por una estantería casi llena de libros y una sola cama, se encaminó a la cocina en donde se preparó un pan con mermelada acompañado con un vaso de leche.

    Algunas plantas decoraban las esquinas de la casa. Las paredes estaban completamente vacías, solo había un pequeño cuadro que adornando la pared de la sala. Una vieja alfombra manchada cubría el piso de la misma.

    Zoe tomó asiento en la cabecera de la mesa y comenzó a comer.

    La casa nunca le pareció tan sola como esa última semana. Miró a su lado, exactamente el lugar donde su padre tomaba asiento cuando comían juntos. Su miraba se nubló ante el recuerdo. Lo extrañaba. Su padre era su única familia y su único compañero desde que se mudaron a Sōla.

    El país Bade-Sooraj, de donde eran, siempre estaba en constantes batallas civiles; por lo que muchos de sus habitantes se vieron en la obligación de inmigrar a otros países por su supervivencia y eso le pasó a los Usha. Zoe nunca fue buena haciendo amistades por lo que nunca intentó hacer amigos en la escuela.

    No papá, no tienes por qué ir —A su mente llegaron sus suplicas ante la incredulidad de ver como empacaba sus ropas.

    Su padre estuvo dispuesto a ir con el rey Van Suna a pedirle permiso para luchar por su país porque la guerra que ahora Bade-Sooraj enfrentaba era diferente a las demás, el país vecino lo quería invadir. Como Bade-Sooraj era un país orgulloso e independiente no estaba aliado con ningún otro, el soberano de allí pidió ayuda solo a los Badesoritas que residían en otro lugar para lucharan por su nación. Aquel gobernante no permitiría que alguien más luchara por su nación.

    Después de todo, fuera como fuera su país, Tara Usha continuaba siendo Badesorita por lo que no dudó en ir a protegerlo. Por eso, junto al lado de otros Badesoritas, se encaminaron para ver al rey Kristof y pedir permiso para ir a luchar por su tierra.

    Su padre no estaba en la obligación de ir a esa guerra. Por ello, ella le recordó lo que le dijo cuando llegaron a Sōla.

    ¡Aquí estará nuestra vida! Papá, por favor, recuerda lo que me dijiste cuando llegamos. Sōla será nuestro nuevo hogar —intentó razonar con él, pero fue en vano.

    Zoe, hija, sé que tienes miedo; yo también lo tengo —le dijo mirándola con ternura—. Pero el soberano nos ha pedido ayuda. No puedo abandonar a mi gente. Es cierto que nuestro país es peligroso, pero tengo que ir ahora. Se lo que dije, y no me arrepiento, pero Bade-Sooraj es nuestra tierra.

    Si vas a ir a luchar, en primer lugar, ¿por qué huiste de allí? ¡¿Por qué huimos?! ¿No nos refugiamos por eso mismo?

    Hija, te entiendo, y quiero que comprendas que esta vez la guerra es diferente. El país vecino está atacándonos. Todos han dejado de lado sus diferencias para unirse y juntos confrontar al enemigo. Tal vez, solo tal vez —Realmente lo deseaba con todo su corazón, pero estaba consciente que probablemente estaba soñaba como si fuera un niño—; la gente recapacite y entienda que pelear con nosotros mismos es estúpido. Qué el Soberano comprenda que tener a la gente unida es mejor.

    Si insistes tanto, ¡iré contigo! —Estaba dispuesta a acompañarlo.

    Espera, hija —La detuvo—. Tú quédate aquí.

    ¿Por qué? —No lo comprendía, se negaba a hacerle caso—. ¿Por qué tengo que quedarme yo y tú no?

    —Porque es peligroso y...

    Si es peligros ¡¿por qué tú si tienes que ir?! —alzó la voz, sin entenderlo.

    Porque no quería perderla. Era su razón de vida. No soportaría perderla como a su esposa quien murió cuando Zoe tenía solo cinco años. Por desgracia, ella murió a causa de una bomba casera que los rebeldes de un bando habían lanzado a su casa, porque se molestaba con los que eran neutrales que con los mismos rivales. Los odiaban por no estar a favor de un lado, tanto así que les deseaban la muerte, o intentaban hacerlos "recapacitar" a la fuerza.

    De todas formas, tampoco podían salir porque muchas de la guerrillas se hacían cerca de su zona y terminaban sufriendo las consecuencias aunque no se involucraran. Y no fue hasta que su esposa murió por uno de esos ataques, que comprendió que si deseaba que su hija viviera de la mejor forma y por su bien, debían refugiarse a otro país. Fue de esa manera que llegaron a Sōla, aprovechando que el rey, Kristof Van Suna, comenzó a aceptar a refugiados.

    Te prometo que regresaré —le garantizó para calmarla—. Necesito que estés aquí para que me recibas cuando vuelva. ¿De acuerdo?

    Eso es injusto —dijo Zoe con cara decaída—. Puedo hacer de mucha ayuda allá.

    Y también aquí. Puedes llegar a ser de excelente ayuda aquí, quizá para alguien.

    Más a fuerzas que con ganas, Zoe desistió a la idea de acompañarlo. Cuando su padre fue a ver al rey, muy dentro de ella deseó que él se negara a la petición de su padre. Mas al ver que no volvió, la respuesta del rey había sido positiva. Zoe miró la puerta pensativa ante el recuerdo de su padre atravesar la puerta. Solo rogaba que hubiera llegado con bien y que estuviera a salvo. Por el momento, la última carta que recibió, así lo indicó.

    Al terminar de comer, se levantó, recogió los trastes que ensució y los lavó para no dejar nada sucio. Estaba por irse a estudiar. Era un día nuevo, por lo tanto sería un día mejor que ayer, siempre se levantaba con ese pensamiento. Por eso lo empezaba con una sonrisa en el rostro.

    Antes de ir a la escuela, primero salió al pequeño patio trasero que tenía la casa, enrolló sobre su brazo una tela para después colocarse un guante grueso y, al terminar, sopló un pequeño silbato que colgaba de su collar. A simples oídos aquel silbato parecía no emitir ningún sonido, mas la frecuencia que emitió solo fue escuchada por un ave especifica.

    Un azor se acercó a Zoe.

    —Hola, Nube —El ave se posó sobre el brazo protegido de ella.

    En realidad no estaba sola, si se podía decir de esa forma. Consideraba como amigos a las aves que su padre amaestró. Amaba a los animales, especialmente a las aves y todo gracias a su progenitor pues él, desde una corta edad, ha entrenado a estos animales para propósito de mensajería. La familia Usha era conocida, tanto en su país de origen como en éste, de tener las mejores aves de mensajería del mundo.

    —¿Cómo ha estado tu mañana?

    Nube gorjeó como respuesta al saludo de la joven y ella sonrió a la vez que acariciaba la cabeza del animal, Nube parecía disfrutarlo mucho.

    —Hoy siento que será un grandioso día, ya verás. Tengo unos planes específicos para el resto del día, claro, si es que todo sale bien. Primero iré a la escuela, después pasaré a ver a la doña de la casa de la esquina porque me dijo que necesitaba ayuda con algo y, quizá, si me da un poco de tiempo iré al mercado a comprar fruta y pan, se me está terminando el que tengo en casa.

    Levantó levemente el brazo y Nube revoloteó elevándose al cielo hasta que se perdió de la vista de la joven, y fue entonces que ella prosiguió su camino; dirección a la escuela. Ella tenía diecinueve años de edad mientras sus compañeros solo tenían dieciséis. Cuando llegó a Sōla, lo primero que hizo fue estudiar el idioma, así que perdió dos años de estudio. No obstante, como deseaba superarse a sí misma, continuaba asintiendo aunque sus compañeros se burlaban de ella por su edad.

    Estaban en la hora de historia. La catedrática explicaba sobre el origen de algunas celebraciones del país.

    —… y de esa manera es como en Sōla celebramos esa danza la última semana del mes quinto —concluyó la maestra, cerrando el libro—. ¿Alguna duda que tengan?

    Un muchacho levantó la mano y la maestra le concedió la palabra.

    —Si lo vemos desde esa perspectiva es horrible ver como la cultura de nuestro hermoso país se está contaminando y mezclando con otras. ¿No lo creen? Por lo que mi padre dice; esa danza ha cambiado mucho.

    —Es bonito compartir las culturas de los extranjeros —respondió una chica desde su posición con tono molesto ante las palabras de su compañero—. Es bueno conocer y expandirse.

    —Yo no estoy muy de acuerdo —continuó el mismo chico—. ¿Están de acuerdo con la tradición de los del país Norte en donde cicatrizan a su hijos al cumplir los cinco años de edad porque es una honra a sus dioses? ¡Eso es horrible! En este país eso no se hace. ¿Estás de acuerdo con esa tradición?

    —Amm… bueno… no, no estaría de acuerdo y… me parece algo feo, pero… debemos respetarlos y tolerarlos.

    —Es como mi papá dice —continuó el joven, interrumpiendo a su compañera—, si se fueron de su país es porque no les gustaba, y si quieren vivir en otro, que se acoplen a ese y tengan sus tradiciones sin venir a inculcar las suyas.

    —Pues tu papá está equivocado y es un tonto —contestó la joven, ofendida—, porque no sabe la circunstancias de los que inmigraron aquí. Si les gustan sus tradiciones, pero ya no pueden vivir en seguridad en su país.

    —¡No insultes a mi papá, ¿quién te crees?!

    —Tu papá no merece ser respetado porque no respeta…

    —¡Muchachos ya! —Se interpuso la maestra antes de que la discusión tomara otro papel—. Es cierto que todos tenemos puntos de vista diferente, por eso lo mejor que podemos hacer es guardar la compostura y nunca alterarnos cuando vemos a alguien. Respecto a lo de que algunas celebraciones cambian —La mujer dirigió nada discreta a la vista del niño problemático—, lo han hecho desde que el ser humano habita la tierra. Siempre ha habido cambios, aunque sean mínimos, los ha habido. Pónganse a estudiar. Y los extranjeros están en su derecho de ser respetados y a seguir sus creencias mientras no rompan las leyes de nuestro país. En fin, continuemos con la lección...

    Zoe se llevó la mano al pecho y comenzó a inhalar y respirar para tranquilizarse, era inevitable no sentirse nerviosa cada vez que hablaban sobre ese tipo de temas; sobre los inmigrantes del país. No mentiría, le nacía un poco de miedo. A pesar de que sabía que mucha gente los respetaba, también sabía que otros no y que los veían con resentimiento, con odio por sentir que invadían sus tierras. Era cierto que el rey recibía con gusto a los extranjeros, pero eso no quería decir que toda Sōla lo estuviera.

    Las clases finalizaron y la castaña se encaminó a su casa sin poder evitar sentir las miradas que muchas personas le lanzaban a su persona. Intentaba ignorarlas, siempre lo intentaba, pero había días en que no podía hacerlo. La miraban con rareza, quizá porque era físicamente diferente a ellos.

    —Oye, ¡regresa a tu país! —gritó un pequeño niño por la calle, deteniéndose de jugar al ver a Zoe caminar por ahí.

    —Jajajaja, que buena esa —apoyó su compañero riendo groseramente mientras un tercero, molesto, les decía:

    —No sean tan groseros.

    —No seas aguafiestas —abuchearon los dos mirando al otro, después uno de ellos continuó—: Ni nos ha de entender.

    “Ignorantes” pensó ella, frustrada “entiendo bien el idioma.”

    Zoe los ignoró y prosiguió con su camino. Eran niños después de todo, no les prestarían atención. Al llegar a la casa de su vecina, tocó la puerta. Esperó a que la señora saliera y la recibiera con aquella sonrisa que tanto la caracterizaba, no obstante, esa vez quien la recibió fue alguien diferente, una señora más joven; la hija, lo supo porque físicamente se parecía a la mayor.

    —Hola, buenas tardes —Zoe saludó amablemente la mujer.

    —¿Qué quieres? —preguntó ásperamente.

    —¿Se encuentra la señora de la casa? —No pudo evitar que su voz mostrara nerviosismo—. Ayer me pidió que hoy viniera…

    —A sí, sí… —Cortó tajantemente—, me lo dijo mamá esta mañana, pero ya no es necesario porque ya estoy aquí para eso.

    —Me alegra escuchar eso —respondió Zoe dibujando una sonrisa forzada, por una extraña razón la actitud de la mujer no le agrado, aunque quizá solo era su imaginación—. Me gustaría pasar solo a saludarla, si no es ningún inconveniente, porque quisiera preguntarle...

    —Si es inconveniente. Ella está descansando ahora, así que no la molestes. Y hazme un favor, ¿quieres? De ahora en adelante no vengas más. No será necesario que le hagas los favores que le hacías porque me quedaré a cuidarla yo. ¿Lo entendiste? O ¿hablé muy rápido?

    —No, no se preocupe, le entendí perfectamente —Fue lo único que atinó a contestarle.

    —Perfecto, entonces adiós.

    Y con esas palabras cerró la puerta dejando a Zoe mirando detenidamente la puerta.

    Con mirada triste decidió regresar a su hogar. Estaba apunto de abrir la puerta cuando se estremeció al escuchar la voz peculiar de alguien para luego sentir como el dueño de la voz se acercaba a ella, acorralándola en la puerta.

    —Je-jeff, ¿qué haces aquí?

    Él se empezó a pegar más a ella sin respetar su espacio personal. Pidió que se alejara de ella un poco pero él no hizo caso.

    —Escuché que el anciano no está.

    Abrió los ojos con sorpresa y miedo. No sabía lo que pasaría con ella al saber que su padre se había ido. Zoe estaba consciente de que él la deseaba de la forma más vulgar posible, su padre fue muy claro al principio con él cuando intentó llevársela, le advirtió que fuera quien fuera defendería a su hija aunque le costara la misma vida. Jeff no perdería la oportunidad de que el señor Usha no estaba en el país.

    —¡Aléjate de mí, Jeff!

    Era el momento de ponerse seria y dura con él. No podía depender de su padre para siempre, tenía que armarse de valor. Sin embargo…

    —¡¿Eres estúpida?! —gritó airado por la actitud de ella—. Puedo sacarte de esta mugrienta casa. De está mediocridad. Solo tienes que darme una cosa, solo una… —intentó besarla a la fuerza.

    —¡No! ¡Aléjate! —gritaría, aunque sabía que sería en vano porque vivía en un barrio pobre, y en un lugar donde no se sentía querida, sin añadir que Jeff era hijo de uno de los nobles de la ciudad.

    Una solución rápida a su vida era aceptar casarse con él, tendría lo que nunca ha soñador, mas no deseaba convertirse en esa clase de mujer, no quería vivir con alguien a quien no amaba. Deseaba ser libre en amar a alguien y no de forzada o porque necesitaba el dinero.

    Le abofeteó.

    —¡Estúpida, mujer! Vas a ser mía sí o sí —le dijo tomándola de la muñeca y apretándosela con fuerza. Zoe volvió a forcejear para soltarse del agarre masculino, sus ojos se llenaron de lágrimas al creer que de esta no se salvaría cuando escuchó el sonido de su salvación.

    El aleteo de varias aves hicieron que Jeff levantara la vista para ver como había sido rodeado por pájaros, el las fincas, en el techo, las árboles. Jeff la soltó al momento que daba un paso hacia atrás al escucharlos gorgorear como si lo estuvieran amenazando, listos para proteger a su dueña.

    —Vete —advirtió ella, mirándolo con seriedad aunque moría por dentro—. No respondo por lo que puedan hacerte.

    Jeff chistó molesto mientras retrocedía más.

    —Me voy ahora, pero voy a regresar y cuando lo haga, te obligaré a ser mi mujer —Amenazó y luego se fue refunfuñando maldiciones.

    Zoe soltó todo el aire que había retenido en ese tiempo mientras intentaba calmarse. Sus piernas temblorosas no aguantaron su peso y terminó arrodillada, nunca había tenido tanto miedo como esa vez. Se secó una lágrima mientras observaba como Nube se acercó. Ella miró al azor, y dibujo media sonrisa. Si no fuera por los pájaros, ¿qué hubiera pasado con ella? Se estremeció al imaginarse.

    —Hoy no fue un día muy agradable, Nube —susurró con un nudo en la garganta.




    . . .​
     
    Última edición: 31 Octubre 2020
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  16. Threadmarks: Capítulo 9.- La leyenda de Beskonech
     
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    Capítulo 9
    La leyenda de Beskonech


    Por fin habían arribado a la estación de Glavny; la estación más grande y transitada de la ciudad Inotrantsy; la que día y noche se encontraba siempre transitada y trabajando. El joven de cabellera plateada salió del carruaje con una velocidad asombrosa, como si se tratara de un perro que tenía días sin ser sacado a pasear. El joven inhaló el aire mientras una sonrisa gratificante se dibujaba en sus facciones.

    El murmullo de las personas y el ir y venir de los carruajes no era una molestia ante sus oídos. Al contrario, aquel alboroto era música a su ver. Tardaron poco más de lo previsto en llegar y el retraso fue a causa del príncipe, quien, ante su capricho, exigía visitar los pueblos cercanos porque le volvía loco se quedaban más del tiempo establecido. Sin embargo, disfrutó mucho del viaje.

    —¿Éste es el aroma de Inotrantsy? Huele delicioso —dijo al llegarle el olor de una de las tiendas de comida callejera que estaban sirviendo alrededor.

    Debido a que la estación Glavny siempre albergaba tanto gente de negocios como visitantes, esa zona era el mejor punto para poner un negocio de comida o de tiendas de recuerdos. Ante el embriagante aroma, su estómago rugió, indicando de esa forma que tenía hambre.

    —Hay que tener mucho cuidado —advirtió Charlot una vez bajó del carro—. No sabemos que tan peligrosa es esta zona.

    La joven miró con recelo su alrededor para ver si no había alguien o algo sospechoso.

    —Charlot, no seas tan aburrida. ¿Qué puede pasar?

    —La joven tienen razón, Daryl —dijo Dan mientras se estiraba un poco—. Debería ir con más cautela.

    El joven dirigió su vista al mayor antes de decir con mucha seriedad.

    —Pero nadie sabe que estamos aquí.

    Charlot suspiró.

    —Eso no importa. Realmente nadie está a salvo de ser atacado o robado, es más, el hecho de que nadie sepa quien eres en realidad es más peligroso. Hay muchos delincuentes que se aprovechan de los forasteros…

    —Señorita Pierce —la interrumpió Dan al momento que apuntaba cierta dirección—, Daryl acaba de irse para allá.

    Ella se giró y maldijo varias veces al ver como el príncipe se acercaba a un puesto de comida que vendía carne a la barbacoa, ignorándola completamente.

    —¡Daryl, ¿qué acabo de decirte?! —comenzó a gritar acercándose hacia él.

    —Oye, Charlot, mira —dijo él quitado de la pena mientras tomaba una brocheta de carne—. Ésto se ve delicioso… ¡Oye! Eso fue de mala educación —gritó cunado la joven le arrebató la brocheta antes de que pudiera darle una mordida.

    —No te comas ésto, no sabemos lo que contiene.

    —Oye, oye, cuida tus palabras niña —dijo el dueño del negocio a la vez que Daryl frunció el ceño e intentaba que Charlot le devolviera su carne.

    —Deja de preocuparte tanto que dudo que esté envenenada.

    —No me refiero a eso. Esto es un puesto al aire libre, sin duda, la comida debe estar llena de tierra y bacterias que pueden enfermarte del estómago. Añadiendo que no sabemos si la verdura está bien lavada y si quien preparó ésto tomó la limpieza necesaria; como lavarse las manos, cocinarla bien, utilizar verduras frescas...

    No se hizo esperar un tosido para llamar la atención de los jóvenes, ambos se giraron solo para darse cuenta que quien llamó la atención fue el dueño de aquel puesto de comida. Daryl sonrió avergonzado ante la mirada seria del hombre. Sin duda se sintió ofendido por las fuertes palabras de la pelirroja, pero ella no se retractó de lo que dijo.

    —Pi-pido disculpas por mi compañera, seguro que no se refería a eso —se apresuró a decir Daryl, nervioso ante la cara de pocos amigos que puso el hombre.

    —Claro que sí, a ese me refiero —Charlot no ayudaba en nada—. ¿Lavó bien la verdura? ¿Tiene siquiera un certificado de que puede vender esto aquí? ¿En qué escuela estudio su técnica culinaria?

    —¡No sabe de lo que habla! —Daryl mordió la carne y la comió—. Mmm, está deliciosa, de calidad.

    —¡Paguen y luego lárguense de mi puesto, mocosos! —Se exaltó el hombre.

    Daryl y Charlot casi jurarían que vieron al hombre sacar humo de sus fosas nasales. Charlot pagó y luego decidieron irse antes de que el hombre se enojara más.

    —Ustedes no deben saber lo que es buena comida. Mi comida es la mejor de este barrio, ¿me escuchan? ¡La mejor y de buena calidad…! —Seguía refunfuñando el vendedor, sin duda, quedó resentido de escuchar esas cosas. ¡Su comida era de buena calidad!

    —¿Ves lo que has ocasionado? —dijo Daryl dándole otra mordida a la brocheta.

    —¿Te la vas a comer a pesar de lo que dije?

    —Es que está muy buena, deberías probarla —Le ofreció pero ella negó—. De lo que te pierdes, tiene un sazón que nunca había probado. Me pregunto como harán esa salsa, con la que está bañada. Si no fuera porque enojaste al cocinero, le hubiera preguntado la receta para que los chef del palacio cocinen para que Padre, Madre y Conan la prueben.

    —Si tienes hambre es mejor que busquemos un restaurante decente. O cualquier lugar cerrado. Por lo menos ahí la comida esta más regulada —Miró al joven por un momento, estaba actuando de una forma muy inapropiada en él y le pareció muy raro ese comportamiento—. Lo que estás haciendo no es digno de un príncipe.

    —Tal vez —respondió mirando el palo—. Pero que más da, ahora no estoy en el palacio, déjame ser libre por una vez en mi vida. Además, recuerda que en estos instantes no soy ningún príncipe, solo un visitante cualquiera.

    Por su parte, Charlot se detuvo mientras miraba como el príncipe continuaba su camino. Ahora que meditaba en sus últimas palabras, Daryl ha tenido una vida estricta, sobre todo por su abuelo, Craig, quien siempre estuvo diciéndole como se debía comportar un Van Suna.

    Recordó como un día, sin querer, ella vio al abuelo de Daryl golpearlo, en ese entonces el príncipe solo tenía ocho años, ella deseó hacer algo pero no pudo hacer nada porque no le era permitido sublevarse a un Van Suna; en especial era anterior rey. Lo había golpeado con un bastón varias veces, al punto que lo hizo llorar. Los días posteriores a ese incidente Daryl se encerró en su habitación, no salió por varios días. Tampoco le abría las puertas a nadie, ni a ella, ni a su abuelo Cristian, ni a su padre. Recordó como el rey un tanto molesto por su actitud le exigía le contara lo que le ocurría y por qué razón se comportaba tan cobardemente.

    Charlot deseó contarle todo lo que vio, pero creyó que no debía hacerlo. Entonces, un día la reina se acercó y con aquella suave voz maternal le preguntó si quería hablar sobre algo con ella, fue a la única que dejó entrar, así la reina fue a verlos a solas por los próximos tres días, hasta que el tercer día, Daryl decidió salir.

    Fue desde ese momento que su abuelo comenzó a entrenarlo con la espada, siendo ahora el señor Pierce quien comenzó a a ser su tutor y educador. Nunca se habló de ese incidente. Daryl tenía razón, no sería tan estricta mientras estuvieran afuera, lo dejaría disfrutar de esa estadía, claro, mientras su vida no estuviera en peligro. Después de todo, cuando regresen al palacio volvería a tener que comportarse como alguien de la realeza.

    Los tres se fueron en busca de un restaurante y entraron a excepción de Dan, quien no quiso entrar porque decidió ir a buscar un lugar de alojamiento mientras tanto ellos comían, ya después él comería en cualquier lugar. Se volverían reunir en la plaza que estaba cerca del sitio, ya que después de terminar de comer comenzarían a buscar el hogar de los Usha. Los dos jóvenes entraron, buscaron una mesa y al recibir la carta pidieron lo que más llamó su atención. Daryl indagó la sección de bebidas alcohólicas.

    —Emm, ya que soy mayor de edad…

    —Olvídalo —interrumpió Charlot al imaginarse como terminaría la oración.

    La mesera se acercó para que pudieran ordenar.

    —Tráiganos una jarra de agua fresca y lo de la casa, por favor —finalizó la joven.

    —Espera, yo no quiero lo de la casa, quiero ésto. Y una cerv...

    Charlot miró al joven con seriedad para después regresar la mirada a la mesera a quien le regaló una sonrisa.

    —Tráigale lo que pidió y no olvide el agua. Gracias —Dio por finalizada la conversación cuando entregó las cartas.

    La joven mesera asintió y procedió a retirarse, dejándolos solos de nuevo. Daryl miró a la joven, decepcionado por no permitirle beber alcohol.

    —Tan solo quería un solo vaso de cerveza. Solo uno.

    —No quisiera que lidiar contigo borracho.

    Daryl se sintió ofendido ante el comentario, en pocas palabras le estaba diciendo que era débil al alcohol, pero no quiso discutir con ella así que simplemente se limitó a suspirar y a esperar la comida tranquilo. Sin embargo, lo que si no pudo evitar fue darse cuenta que los dos hombres que le daban la espalda rieron al momento que lo miraban como quien queriendo no ser descubiertos.

    —Charlot —le susurró—. Ya vez lo que ocasionas, se están burlando de mí.

    —Daryl, no creo que se estén burlando de ti.

    El joven no dejaba de prestarles atención, mirándolo sobre su hombro. No podía ignorarlos, estaba seguro que esas risillas eran dirigidas a su persona. Toda duda se disipó cuando la mesera les llevó un par de cervezas en unas garras para luego tomarlas y brindaron hacía él. Daryl apretó la mandíbula sin saber si lo que sentía era rabia o vergüenza. Definitivamente se estaban burlando de él.

    —Es definitivo, manché mi orgullo varonil —se dijo en forma de lamento.

    —¿De qué hablas? Estás exagerando, es solo tu imaginación.

    —Es algo que nunca entenderías, Charlot —dijo en reprocho—. Aunque tengas nombre de varón, nunca lo entenderás.



    Charlot frunció el ceño para después dejar salir un suspiro. ¿Era para tanto? Debía dejar que esas nimiedades le afectaran, después de todo era el príncipe y futuro rey del país.

    —Ni me interesa saberlo nunca —concluyó ella.


    Al terminar de comer comenzaro a preguntar a la gente si conocían a los Usha o al mejor domador de la ciudad. Pasaban por los puestos y tiendas para preguntar por dicho negocio, al no tener suerte, continuaban en otra zona. La ciudad era enorme, así que sabían que sería difícil dar con el negocio de aves mensajeras. Por lo menos en esa misma tarde.

    Daryl se separó de su compañera cuando algo llamó su atención, se acercó a un grupo de personas que estaba reunido en un punto especifico. Curioso se hizo entre la multitud y como pudo, llegó al frente y no evitó abrir los ojos llenos de emoción al percatarse que se trataba de esos famosos espectáculos callejero. Frente a él unas marionetas se movían al son del hilo que el marionetista maniobraba mientras que su compañero, en silencio, tocaba una guitarra para darle ambiente a la escena que interpretaban las marionetas.

    Los títeres hicieron una reverencia dando a entender que el acto había finalizado, y ante ese gesto, el publico aplaudió y comenzó a dejar unas monedas dentro del sombrero que yacía en el suelo mientras el hombre agradecía. Daryl frunció el ceño, molesto, al darse cuenta que llegó tarde a la funsión.

    Había escuchado de ese tipo de espectáculos, gracias a Christian, pero era la primera vez que veía uno en persona. Christian le dijo que mediante las marionetas se podían contar todo tipo de anécdotas; desde leyendas hasta experiencias personales; todo aquello mientras las marionetas hacían de actores.

    —Ahora, señores y señoras, estando muy agradecido por su humilde colaboración —continuó el hombre—, continuaré con el segundo acto.

    Daryl expresó alegría ante esas palabras. Tendría el honor de ver una mini-historia contada de esa manera, y como si se tratara de un pequeño niño, prestó mucha atención. El marionetista carraspeó la garganta mientras que el ayudante comenzaba a tocar las cuerdas de la guitarra.

    Comenzó a contar el hombre:

    —Esta es la historia de un hombre poderoso. De un hombre que nació con prácticamente todo pues nació una cuna de oro. Un hombre cuyo nombre figuraba en lo más alto, era recocido y temido por todos. Sin embargo, ante las batallas con su enemigo del alma, todo aquello que tenía, le fue arrebatado. Su enemigo mortal, a aquel que odiaba con rabia, le quitó todo poco a poco. “Me vengaré, ya os digo”, juró bajo el cielo un día de lluvia. “No os perdonaré y cuando salga el sol, juro por mi nombre que está en lo más alto, que daré muerte a toda vuestra prole.”

    ”No se dejaría vencer, ni humillar y mucho menos por su enemigo mortal. No obstante, se dio cuenta que aquel juramento que hizo bajo la lluvia, no podría cumplirlo porque toda la calamidad que prometió sería para ellos, se fue contra él como si las mismas estrellas estuvieran en su contra. Como si la diosa de la fortuna lo aborreciera. En ese lugar de devastación y que pasaría a posteridad, su culminación llegó. Tragó la humillación, la que le supo a tierra. Probó por primera vez lo que era el sabor de la desesperación y la derrota. Sus guerreros iba cayendo, no uno a uno, sino de cientos en cientos.

    ”Y acorralado y sin saber que hacer, invocó el mal sobre los hijos de su enemigo; lleno de locura, aquella noche hizo un pacto con un demonio, y aquel demonio le concedió la victoria que tanto había anhelado. Obtuvo una aplastante victoria. Ganó, sí, pero aquellos cánticos enmudecieron porque había obtenido el triunfo a cambio de un gran sacrificio. Y a esa matanza, a esa noche, se le conoce hoy en día como la batalla de Beskonech. Fin.”

    Los aplausos del público no se hicieron esperar cuando las marionetas cayeron al suelo dando a entender que el telón había bajado; el show había terminado.

    —Muchas gracias. Gracias por su generosidad buena gente —decía el titiritero mientras veía como su sombrero se llenaba de monedas.

    Daryl sintió la necesidad de darle un par de monedas por bella presentación, pero recordó que no tenía en su poder nada de dinero, quien lo tenía era Charlot pues sabiendo como era él, se podía gastar todo en curiosidades, así que ella gestionaba el dinero. El titiritero recogió el sombrero para guardar lo que había ganado. Las personas ya se habían retirado, a excepción de Daryl, y el hombre al ver que no había dado nada, le acercó el sombrero para que cooperara. Era su forma de vivir.

    —Lo siento, buen hombre —dijo—, pero no llevo conmigo moneda alguna.

    El hombre suspiró.

    —Pues para ser un pordiosero, te expresar de buena manera, muchacho —dijo el hombre recogiendo sus cosas y luego guardaba las marionetas en una caja.

    —Disculpe, buen hombre —Daryl lo detuvo al ver que estaba listo para moverse a otra zona—. Su historia me ha parecido maravillosa, pero me gustaría saber cuál fue el sacrificio que ese guerrero hizo —Le pareció excelente la historia pero por alguna razón inconclusa pues le hubiera gustado saber que fue lo que ese guerrero poderoso tuvo que sacrificar ante tal victoria.

    —Muchacho —Lo miró con aire de incredulidad—, ¿es qué es la primera vez que escuchar esa historia?

    —Sí, ¿por qué? ¿Es acaso real? —inquirió Daryl.

    —¿De verdad no la habías escuchado antes? —preguntó el marionetista, sorprendido—. Es una de las leyendas más conocidas de todo el país. Está basada en una historia real, aunque claro, con algunas cosas de más, por ejemplo eso de que hizo un trato con el demonio. Eso son meros cuentos y dramas para mejorar el sabor de la historia. Además, se tiene varias versiones. Es cierto que ganó después de estar acorralado, pero supongo que lo hizo por sus tácticas militares y no por otra cosa.

    —¿Entonces nunca se supo lo que sacrificó?

    —Dependiendo que versión. Como te dije, muchos dicen una cosa mientras otros dicen otras; unos cuentan que perdió la cordura, otros dicen que vendió su alma a dicho demonio y que una vez éste perezca, su alma irá al inframundo, otros dicen que a cambio dio la vida de dos de sus hijas, y hasta otras se atreven a decir que por eso dejó el trono para heredárselo a su hijo antes de su muerte. A saber cual sea la verdad.

    —¿Su trono? Entonces, ¿ese guerrero era un rey?

    El titiritero sonrió divertido.

    —¡Claro! De su majestad Craig Van Suna, ¿qué de verdad no lo sabias? ¿Vives bajo una roca o algo así, muchacho? Dudo que seas extranjero, dominas bien el idioma. Como lo dije, esa historia está basada en la real masacre que se efectuó en la prefectura de Beskonech, hace años atrás. Por eso se le conoce como la leyenda de la masacre de Beskonech. Como fuera, fue gracias a esa guerra que ambos reinos decidieron aliarse y, siendo la última gran guerra, llegaron los días llenos de paz.

    Al escuchar eso Daryl abrió los ojos llenos de sorpresa. ¿Su abuelo era protagonista de una leyenda? Desconocía completamente de ese suceso. De lo que si sabía era que de todos los Van Suna, su abuelo fue el segundo Van Suna más bélico, no porque quisiera serlo, sino porque en sus primeros años de reinado muchos países intentaron apoderarse del país. Se enfrentó a muchas fuerzas enemigas, además, el guerrero más destructivo, tenaz, valiente y ganador de la historia en ese país. Poco más del 20% del actual territorio de Sola, él lo ganó.

    —Daryl —escuchó a Charlot desde la distancia. Él se giró para verla—, mira, he podido conseguido información sobre el hogar Usha.

    Con esa información, los dos se fueron en busca de su destino antes que se volviera más tarde.





    —Ella es la mejor espadachín de la guarda de soldados de la familia Van Suna —contestó Zuliy a la pregunta que le había formulado Dominic.

    Arqueó la ceja por quinta vez, ¿cuántas veces había dicho eso? Era como si la respuesta dada no le satisficiera al de cabello oscuro. Bostezó. Estaba aburrido porque habían estado toda la mañana en la estación Glavny, a saber , pero fue un poco inconvenientes pues a esas horas era el punto auge de los comercios, así que estaba lleno de mucha gente. Ahora se encontraba en un puesto comprando algo para comer.

    —A tan solo quince años se convirtió en la mejor espadachín de la realiza —continuó el pelirrojo, agregando un poco más a la historia haber si así el hombre quedaba contento—, después de todo hablamos de la mismísima nieta de Christian Pierce. Es toda una chica prodigio, imagínate, su apellido es Pierce —se mostró realmente eufórico al decir eso, pues si bien era cierto que ella era la nieta de la famosa Bestia Roja y nieta de alguien que llevaba un título de Poderoso; ella no tenía un título tan cual.

    A diferencia de ayer, ahora tenía mucho más conocimiento de ella, pues mandó a investigar un poco de quién era la escudero del príncipe, así pudo reunir un poco más de información. Se impresionó de saber lo fuerte que era ella. Seguro que aquel que se hacía llamar el Asesino de Poderoso sucumbiría ante su fuerza.

    —Conoces el peso que lleva el apellido Pierce, ¿no? —preguntó al final al ver que en ningún momento la cara de Dominic cambió.

    —¿Cómo es ella? Físicamente —preguntó.

    —Excelente pregunta, mi querido, amigo Dominic, excelente pregunta. La verdad es que no tengo ni la más remota idea. No obstante, es fácil ubicar al príncipe; y bueno, la chica que esté a su lado será ella, por lógica. Así que podemos empezar por encontrarnos con él.

    Las personas iban y venían mientras vendían y compraban, bajaban de los carruajes y los rentaban, era una estación muy movida y punto perfecto para encontrarse con el carruaje del príncipe. La misteriosa sombra le dijo al casanova de Santa-Borja que por esa dirección iba el carruaje del príncipe, por lo que llegarían a ese lugar sí o sí. A pesar de aquella información, por precaución, Zuliy mandó a unos cuantos de sus subordinados para que vigilaran las otras paradas, que eran menos concurridas pero también factibles para que tomaran esas rutas.

    —¿Y cómo es el príncipe?

    Ante la increíble pregunta de su compañero, Zuliy desvió la vista y lo miró extrañado como si aquella pregunta estuviera fuera de lugar.

    —¿Estás preguntándolo seriamente? —contestó con otra pregunta.

    Dominic arqueó la ceja no muy contento de la reacción de Zuliy. Santa-Borja no evitó sonreír ante la reacción de él.

    —Ah, yo tampoco lo conozco en persona, obviamente. —El pelirrojo desvió la vista mientras se recargaba en la pared y cruzaba los brazos—. Pero sé que es irreconocible por el color de su cabello, viniendo de la nobleza de los Diu Lunare; cabello blanco. El problema es que seguro estará en incógnito; con el cabello escondido, y por eso no vendrá en un carruaje real. Afortunadamente, aquí tengo un boceto de él —continuaba diciendo mientras hurgaba en su ropa.

    Zuliy desvió su desganada vista hacia Dominic. Éste último dibujó muecas de disgusto, demostrando que no le agradaba el plan, o mejor dicho, ¿qué estaban haciendo en ese lugar? Santa-Borja le entregó el boceto que le facilitó Fazio. Él tampoco había visto en persona al príncipe, así que tener un boceto de él sería lo mejor.

    Dominic tomó el retrato de Daryl y lo miró bien. No era precisamente a quien quería buscar.

    —Si tienen un boceto de él, ¿por qué de ella no?

    —Amigo, agradece que tenemos uno de él. Es una cara pública, es más fácil obtener uno de él que de cualquier otro. Empecemos buscándolo a él, ¿va? Solo te recuerdo que no le hagas nada.

    Dominic se guardó la hoja, se sentía un poco impaciente, así que con ese poco de información se iría a buscarlo, pero antes de retirarse se dirigió una última vez al pelirrojo.

    —Recuerda que prometiste darme información sobre el paradero del Asesino Clandestino cuando termine con ella.

    —Los Bytheseasho fueron inmigrantes y se establecieron en Trava hace muchos años, ¿no es cierto? —comentó Zuliy de la nada, sorprendiendo por un instante al pelinegro.

    —Parece que me has investigado —respondió Dominic, incómodo por ese hecho.

    —Claro, tengo que saber un poco sobre la persona con la que trabajaré —Lo miró de reojo—. Tú también deberías de hacer lo mismo. Hay muchas personas que engañan a gente despistada. Hay que tener mucho cuidado con quien asociarse. Yo soy muy precavido en ese punto.

    Al igual que tuvo tiempo de investigar un poco sobre los Pierce, lo hizo con Dominic. Lo que descubrió de esa familia no fue nada informativo porque era era una familia muy normal. Quizá lo más sobresaliente fue que el padre de la familia trabajó por muchos años como secretario del señor Craig Van Suna, siendo ese dato lo más destacable, pero no más que eso. Lo más reciente que se supo fue que esa familia se mudó de Trava. En pocas palabras, los Bytheseasho no parecían ser una familia nada sobresaliente ni peligrosa. Sin embargo, eso todavía le hacía preguntarse; ¿cómo Dominic, siendo de una familia sin destacar en nada, se convirtió en un personaje que posé un título tan grande?

    Por el contrario, Dominic frunció el ceño molesto, por esa misma razón no le gustaba trabajar con nadie; porque solían meterse en la vida ajena. Igualmente, se estaba desesperando de estar en ese lugar sin hacer nada, así que sin decir una palabra, se alejó del pelirrojo. Iría por su camino. Haría las cosas como él las hacía.

    Santa-Borja simplemente volvió a bostezar mientras le echaba una última mirada al viajero. Y a casi nada, el pelirrojo dio una señal a uno de sus hombres que se hacía pasar por un trascendente normal, pero vigilaba. El hombre se acerca sigilosamente y al quedar a una distancia prudente, Zuliy ordenó:

    —Vigilado, y mantenme informado de todo lo que haga.

    El hombre asintió y apartándose fue a seguir a Dominic. Lo último que Zuliy deseaba era que Dominic metiera la mata, se quedó un rato más allí, tarareando una canción. Tarde o temprano darían con el príncipe. Volvió a bostezar.



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    Última edición: 7 Noviembre 2020
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    Sonia de Arnau

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    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
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    Capítulo 10
    El mensaje


    Daryl y Charlot se guiaron gracias al bosquejo que una persona que conocía el negocio de los Usha les dio. Se lo dibujó a Charlot. Al poco tiempo que se acercaban a la dirección, los dos se dieron cuenta que iban dejando atrás los opulentos distritos de la ciudad, para adentrarse calles más modestas y entre más entraban a esa zona, más se podía notar la pobreza. Algunas casa parecían estar cayéndose a pedazos. Algunas ventanas era tapadas con cartones. Las calles estaban descuidadas y llenas de basura mientras que a los niños de alrededor, vistiendo ropas desgastadas y desteñidas, se les podía ver jugando con cualquier cosa para divertirse.

    —Nunca imaginé que una ciudad tan grande y prospera tuviera rincones como éstos.

    Charlot lo miró un momento, notándolo un poco afectado. Era cierto, era la primera vez que observaba un entorno de ese calibre por lo que comprendió un poco su asombro. Daryl había estado viviendo en un mundo embellecido y como era la primera vez que salía del palacio, era de esperarse esa reacción.

    —Esta es una de las tantas caras que tiene esta ciudad, pero no está tan peor que otros lugares.

    Daryl se detuvo por lo que Charlot hizo lo mismo, y extrañada le preguntó:

    —¿Sucede algo?

    Daryl frunció el ceño porque la respuesta de ella lo tomó desprevenido. No sabía exactamente que esperar de ella, pero una respuesta tan fría como la que le dio realmente lo impactó.

    —¿Tú conocías esta clase de vida, Charlot? —interrogó al notar que a ella no le afectaba ver como los niños jugaban con piedras, palos y latas.

    —Daryl, a diferencia de ti, yo salgo mucho más del palacio —se sinceró, ya había viajado a otros pueblos y ciudad con esas condiciones reprobables. El príncipe lo estaba observando desde primera fila, así que no había nada que ocultar—. Un día, cuando cumplí los quince años, mi abuelo me llevó a un barrio de mala muerte, en una ciudad grande, y me enseñó cada rincón podrido de ella. Recuerdo que me dijo: “Nunca olvides tus orígenes, hija. La familia Pierce vivió en lugares como éstos, y fue gracias a su majestad que ahora vivimos mejor. Por esa misma razón le hemos jurado lealtad a los Van Suna.”

    Daryl no supo que decir por eso se mantuvo callado el resto del camino, no tenía derecho de opinar nada porque era un ignorante. Como no tenía ni idea del pasado del abuelo de ella, desconocía esa historia, y eso lo puso muy triste a la vez que sentía como una rabia hacia sí mismo crecía en su interior; era un inconsciente. No obstante, se prometió que haría algo al respecto cuando llegara al trono.

    Llegaron a la zona que el mapa indicaba, lo que ahora venía eran instrucciones escritas en la parte trasera de la hoja. Así que mirando a su alrededor intentaron ver si encontraban los lugares descritos.

    —Preguntaré si vamos en la dirección correcta —dijo Charlot mientras se alejaba, pero antes de llegar a la esquina se volvió a Daryl para advertirle—: No te muevas que ahora vuelvo.

    Daryl volvió su vista de nuevo al mapa de las calles, leyó las indicaciones de nuevo, levantó la vista y observó a su alrededor, buscó una tienda de costura pero no había ninguna, según la dirección debían cruzar a la izquierda de dicha tienda, dio un par de pasos para notar que había un letrero que rezaba el nombre de una zapatería.

    —Disculpe —llamó al señor que salió de la tienda—. Estoy buscando una costurería, ¿me pude decir si hay una cerca?

    —Hasta hace poco aquí era una —informó—, pero la dueña se cambió a dos cuadras adelante.

    Daryl agradeció la información. No se habían perdido, iban por buen camino. Reconociendo que la zapatería fue la costurería, comenzó a guiarse hasta que llegó al hogar Usha. El joven tocó la puerta y esperó a que la abrieran, mas nadie lo hizo. No estaba dispuesto a irse hasta que alguien respondiera, volvió a tocar teniendo el mismo resultado. Dio un par de pasos hacía atrás, quizá no se encontraban, volverían mañana, por lo menos ya sabía dónde quedaba la casa.

    Con aquella resolución, Daryl estaba apunto de irse cuando alcanzó a escuchar una dulce voz femenina desde la parte trasera. El joven se asomó y distinguió que el patio estaba cercado, curioso y deseoso de ver el otro lado, acercó una caja de madera y se subió en la misma. El tono de voz de la joven era melodioso y dulce a sus oídos, ¿quién cantaba? Se preguntó. Además, cantaba en un idioma desconocido para él.

    Poniéndose de puntillas alcanzó a ver el otro lado, se asombró de lo que sus ojos observaron; ante ellos vio lo que le pareció una imagen pintada en oleo; el panorama de una joven sentada en medio del patio mientras un sinfín de aves de diferente tipo, tamaños y colores revoloteaban a su alrededor, sin contar que la armoniosa voz de ella tarareaba una melodía solo resaltaba tal escena.

    Los ojos del joven brillaron con maravilla mientras su piel se enchinaba y su corazón daba un vuelco en su pecho; estaba presenciando un ángel y tan concentrado se encontraba en ella, que sin darse cuanta, al recargarse en la vieja y gastada madera de la cerca, crujió, pero como si sus oídos solo prestaran atención a la voz de la joven, se recargó aún más y no fue que despertó de su embobamiento cuando la madera se rompió y sentir como su cuerpo se iba hacia adelante, cayó de bruces al suelo llevándose no solo un susto él, también Zoe, quien rápidamente agarró un palo de madera que estaba a su alcance mientras las aves sobrevolaron con pánico.

    —Auch —se quejó Daryl, se levantó dibujando muecas de dolor en su rostro.

    —¡¿Quién eres tú y qué estas haciendo aquí?!

    La joven de mirada verde observó los ojos del intruso.

    —¡Largo de aquí, ladrón! —Se exaltó y por ende los pájaros sobrevolaron alrededor de Daryl, en un modo de intimidarlo.

    Daryl levantó los brazos al sentir que las aves lo picotearían en cualquier momento.

    —Espera… no, espera, puedo... —intentó defenderse pero no podía dejar de prestarle atención a los animales, estaba asustado.

    —Te advierto que no tengo nada de valor —seguía diciendo ella al pensar que se trataba de un ladrón.

    A paso seguro se acercó a él, con el palo en mano y levantado para golpearlo si era necesario.

    —Es un mal entendido, no soy nadie sospechoso… o mejor dicho, no soy nadie con malas intenciones.

    Zoe entrecerró los ojos con desconfianza. Al verlo mejor, se dio cuenta que era un joven, quizá de su misma edad.

    —Esperen, muchachos —ordenó ella y ante las palabras los pájaros se alejaron del joven—. Si no tienes malas intenciones, como dices, ¿quién eres y por qué estabas espiando? —interrogó, esperando una muy buena excusa.

    Fuera de la amenaza de las aves, Daryl se puso de pie porque se había acuclillado como defensa. Se sacudió la tierra, se masajeó la muñeca porque se la había lastimado al caer y dirigiendo la vista hacia Zoe, dijo:

    —Primero que nada, quiero disculparme profundamente por haber espiado de esa manera, es algo de lo que me arrepiento realmente. Una amiga y yo estamos buscando la residencia Usha; específicamente a Taran Usha.

    —Él es mi padre —contestó más calmada pero sin dejar de mirarlo desconfiada—. ¿Qué ocupan de él?

    Daryl se alegró de escuchar eso.

    —Bueno, he venido desde muy lejos para pedirle un favor, obviamente pagaré el trabajo. Es que hemos escuchado que Taran tiene a las mejores aves mensajeras de todo el país y necesito de sus servicios.

    Obviamente él sabía que el señor no estaba en ese lugar, necesitaba empezar con una amena y tranquila conversación para que ella se calmara un poco, y por eso evitó mirar el palo que ella continuaba sosteniendo.

    —Él no se encuentra en estos momentos —respondió ella.

    —¿Cuándo llegará?

    Daryl deseaba que le dijera que ella podía ayudarlo, no deseaba presionarla pero era más que evidente que ella rehusaba cooperar.

    —No sabría decirlo. Te recomiendo que te vayas ahora…

    —Tú puedes ayudarme, ¿no? —cuestionó al final al ver la poca cooperación de ella. No estaba dispuesto a irse de ese lugar sin cumplir su misión—: Tienes domadas a las aves, lo vi; vi como éstas estaban alrededor tuyo.

    Para ese momento ella tenía el ceño fruncido.

    —Necesito que envíes un mensaje —continuaba diciendo, dio un paso hacia adelante a la vez que ella lo hacía hacia atrás.

    —¿Por qué tendría qué ayudarte? Ese no es mi trabajo.

    —En serio necesito enviar un mensaje…

    —Lo siento, pero Mensajería está temporalmente cerrada.

    —Es de vida o muerte —insistió Daryl decidido a no desistir.

    Zoe se sintió un poco mal por aquel joven porque se le veía desesperado por enviar ese mensaje; desconocía de qué podría tratarse el asunto, razón por la que no pudo evitar sentir un poco de empatía. Tal vez necesitaba saber con urgencia cómo se encontraba cierto ser querido: fuera enviando o recibiendo un mensaje de esa persona.

    Ella, igualmente, anhelaba recibir y enviar mensajes a su padre para saber como se encontraba.

    —El mensaje en cuestión —continuó él—, puede ser el mensaje más importante que cualquier otro que hayas enviado o recibido. Es posible que involucre la vida de muchas personas.

    —¡Daryl!

    El par de ojos se desviaron a Charlot quien acababa de llegar, entrando por la abertura de la cerca. Charlot se había preocupado al no ver al príncipe dónde le advirtió que no se moviera, y lo buscó por las cercanías.

    —¿Estás bien, Daryl? ¿Te sucedió algo? ¿Te duele algo? —comenzó a interrogar tomándolo de los hombros y zarandearlo.

    —Estoy bien, estoy bien —dijo apartándose de ella.

    Le había dolido más esa sacudida que la misma caída.

    Charlot suspiró aliviada de escuchar eso, después se giró para ver a la castaña y preguntar:

    —¿Quién es ella?

    Zoe dibujó una mueca de disgusto, quién debió preguntar eso era ella.

    —Ella es la hija de Taran Usha.

    —Necesitamos que envíes un ave mensajera a Many-Islandking —dijo Charlot autoritaria como solo ella podía serlo.

    —Me niego —respondió Zoe cruzando los brazos molesta porque se sintió ofendida por la pelirroja. ¿Cómo se atrevía a llegar de la nada y ordenarle de esa manera? Ni qué fuera su jefa.

    —No puedes negarte —desafió Charlot—, el mensaje es…

    —“De vida o muerte”, ya me lo dijo él —repitió cansada de escuchar esa frase cada dos por tres.

    —Como dije; no puedes negarte —repitió Charlot con mirada desafiante.

    —¿Qué no puedo?, ¿y por qué no? —quiso saber Zoe—. ¿Por qué tendría que obedecer a un chico mirón que quién sabe cuanto tiempo ha estado mirándome desde las sombras?

    Esas palabras le fueron como un flechazo al pecho de Daryl, se sintió avergonzado de lo que había hecho. Por el contrario, Charlot hizo algo de imprevisto al tomar la franela que había estado ocultando el cabello de Daryl, jaló de ésta para dejar ver la plateada caballera de él y, finalmente finalizó con un:

    —Porque es una orden del heredero de Sōla; el príncipe Daryl Van Suna.

    —¡Oye! —Se sobresaltó el joven—. ¿Se puede saber lo qué estás haciendo? —Le arrebató la tela para volver a cubrir su cabello, pero a medio acto dejó el pañuelo al ver a la hija de Taran.

    Zoe miró con asombro al joven y con, literalmente, la boca abierta lo miró de pies a cabeza, anonadada e incrédula de que un personaje de tal magnitud estuviera en su hogar, frente a ella. Entonces se dio cuenta de lo grosera que había sido, y en modo de disculpa se arrodillo para decir:

    —Pido enteras disculpas por mi falta de respeto ante usted, príncipe —dijo, avergonzada en su totalidad al mismo tiempo que su voz temblaba—: Le suplico su misericordia para perdonar ha esta humilde esclava.

    Daryl se acercó a ella, colocó su mano sobre el hombro de ella.

    —Levántate —No se lo ordenó, se lo pidió como una persona más.

    Zoe levantó la mirada para ver a Daryl, el tono de voz que utilizó fue sincero y modesto.

    —Aún no he demostrado ni en hechos ni en valentía ser digno de recibir tu alabanza, así que, levántate porque ahora mismo no soy más que tú.

    Ella se puso de pie sin dejar de mirarlo a los ojos, sorprendida. En eso Charlot se interpuso para exigir:

    —¿Ahora estás dispuesta a enviar el mensaje o te seguirás negando?

    —Charlot… tú nunca cambiaras, ¿verdad? —dijo Daryl abochornado.

    —¡Claro! —respondió Zoe nerviosa, mirando a todos lados como quien huyendo de la mirada de ambos—. Cualquier cosa por el príncipe.

    Ahora que sabía la identidad del joven no podía negarse a la petición. Le prometió a su padre que sería de ayuda en Sōla y qué mejor ayuda que servir al príncipe heredero.

    —Síganme, por favor —invitó ella llevándolos adentro de su casa.

    —Lo siento —susurró el joven, ganándose una fugaz mirada de ella.

    —No tiene porque disculparse —No comprendió a que se debía su disculpa—. Soy yo quien debería disculparme por mi comportamiento.

    —Por cierto —continuó el joven—, ¿podrías dejar de hablarme por “usted”? Solo llámame por mi nombre. Me disculpo por haber invadido tu hogar y por —susurró—, la fuerte actitud de ella. Charlot puede verse tenebrosa pero es una buena amiga.

    Ahora Zoe comprendía porque nunca se le cruzó por la mente pensar que aquel joven fuera si quiera alguien de la realeza, era muy humilde y cortés. Para ser el mismísimo príncipe, se portaba mejor que los condes, duques o ricos de la ciudad.

    —Mi nombre es Zoe —se presentó formalmente.

    —Bueno, como ya lo sabes yo soy Daryl y ella es Charlot.

    Al entrar a la casa, Daryl se dio cuenta de lo pequeña que era. En lo que parecía ser el comedor, cocina y sala, solo había una pequeña mesa con dos sillas, un horno, una vela, una chimenea y tres puertas que Daryl pensó una llevaba a la habitación de Zoe, la otra a la habitación de su padre y la otra puerta no sabía a donde llegaba, pero en un par de segundos lo sabría porque era precisamente al lugar donde Zoe los dirigía, sin embargo, algo llamó la atención de Daryl, desviándolo al otro lado.

    —¿Daryl?

    Zoe se detuvo centímetros antes de llegar a la puerta al escuchar la voz de Charlot llamándolo y vio a Daryl admirando el único cuadro que adornaba la vacía pared de la casa. Era un cuadro hermoso. El dibujo mostraba un panorama bello, se podía notar en el paisaje que el autor había plasmado todo el sentimiento que sintió aquel momento porque Daryl pudo sentir que estaba en ese lugar.

    —Es un paisaje de Bade-Sooraj —informó Zoe cortando distancia entre él—. Mi madre lo pintó. Dice mi papá que fue el regalo que me dio en uno de mis cumpleaños, aunque yo no lo recuerdo porque era muy pequeña. A ella le fascinaba la pintura.

    —Un regalo hecho a mano —se dijo a sí mismo y sintió un poco de envidia porque a él nunca le habían regalado algo similar.

    Bade Sooraj, uno de los países que tenía una fama privilegiada, tierras ricas y vegetación hermosa y dueña de animales extravagantes. Una verdadera lastima que dichas tierras fuera también tierras con la mayor riña de todos los países; siendo inundado y conocido por las guerras constantes. Daryl conocía un poco de la gastronomía, cultura y leyendas de varios países porque los había estudiado; su abuelo lo había obligado a aprender muchas cosas antes de dejar de estudiar con él.

    Le parecía increíble que siendo una tierra fructífera tuviera la clase de gente que guerreaba por cualquier cosa. Daryl asintió, cuando subiera al trono definitivamente haría algo al respecto para ayudarlos. Por el momento, su prioridad era otra cosa.

    Una vez terminó de contemplar la pintura, los tres entraron a una habitación atiborrada de estanterías que a su vez estaban completamente llenas de libros, hojas y demás documentos. A pesar de que el cuarto estaba ordenado, a simple vista no lo parecía pues había muchas cosas en él. Las paredes, a diferencia de las demás de la casa, estaban arregladas por mapas; planos de varias zonas del país como mapas de otros países.

    Y por si fuera poco, el lugar estaba decorado con algunas piedras medianas y pequeñas que estaban sobre montañas de papeles, funcionando como pisapapeles. Había una mesa en medio que no se salvaba de estar saturada de mapas, varias velas, compases y brújulas. Sin embargo, lo que más sobresalía de esa habitación era la enorme ventana que abarcaba casi la mitad de la pared de enfrente. La ventana daba hacia afuera, al patio.

    —Aquí es nuestra biblioteca —informó la morena—. Disculpen el tiradero.

    Zoe se acercó a la ventana y la abrió para que una refrescante brisa entrara al lugar, moviendo levemente las hojas de papel y comprendiendo el trabajo que hacían las piedras sobre las hojas.

    —Entonces, ¿qué mensaje quieren enviar, quién lo va a recibir y a dónde se va a mandar? —indagó.

    —Es información clasificada —No tardó en contestar Charlot—, pero como serás quien enviará el mensaje, serás una excepción. Pero ten en cuenta que lo dicho aquí, se quedará aquí.

    Zoe comprendió, en realidad ese era el trabajo de un mensajero, la confidencialidad.

    —Verás —continuó Daryl—, se envió un escuadrón al archipiélago Many-Islandking, están en una misión importante pues se rumorea que ahí hay una brigada que se está preparando para atacar este país. Desde el arribo del escuadrón no hemos recibido nada de ellos, así que necesitamos saber algún informe sobre ellos lo más rápido posible, así que, ¿puedes enviar al ave mensajera más rápida?

    —Sí, sí puedo —contestó Zoe mientras abría un mapa del mundo y lo extendía sobre la mesa.

    Aquella respuesta hizo sonreír a Daryl, mas aquella sonrisa no le duró mucho porque Zoe prosiguió:

    —Pero… —Señaló la isla en el mapa—, no sería lo más conveniente e inteligente.

    —¿A qué te refieres? —preguntó Charlot, observando lo que apuntaba Zoe.

    —La paloma es el ave mensajera más rápida que hay, por ello es el ave más utilizada. Pero si es verdad lo que dicen, que llevaron a un grupo en encubierto, supongo que lo último que desean es que el enemigo se entere que hay un ave mensajera y pueda hacerse con ella para leer el mensaje, o peor aún, descubrir el escondite de su escuadrón.

    —¿Entonces qué propones? —preguntó Charlot.

    —Enviar un ave común de Many-Islandking, de esa forma pasará desapercibida. Es cierto que el mensaje tardará un poco más que si es enviado por una paloma, pero los nativos no sospecharán nada.

    Ante la explicación, Charlot y Daryl se miraron con asombro. Sin duda alguna, ninguno de los dos había pensado en ese gran e importante detalle.

    Ambas miradas se dirigieron hacia Zoe, quien sin demora descolgó, de una especie de porta-llaveros que colgaba de la pared, un pequeño silbato de madera. En ese porta-silbatos se podía encontrar un sinfín de silbatos de diferentes tamaños, y cada uno de ellos estaba tallado a mano y cada cual era diferente a otro.

    Zoe tomó un protector, se acercó a la ventana, se asomó un poco por ella y llevándose el silbato a los labios, lo sopló. Éste emitió un sonido imperceptible para el oído humano pero si para ser escuchado específicamente por un ave.

    Por esa misma razón ni Daryl ni Charlot escucharon nada y por ende arquearon la ceja en son de confusión, pero lo que a continuación sucedió los dejó completamente sorprendidos y con la boca chocando en el suelo.

    Descubrieron la verdadera ocupación del ventanal.

    Sus rostros reflejaron asombro cuando fueron testigos de como un pájaro color azul fuerte con el pecho color rojo intenso, de plumas, tanto primarias como secundarias, bañadas de un color azul claro que tiraban a blanco y con una cola larga del mismo color.

    Aquella ave majestuosa se había posado sobre el brazo de Zoe.

    Zoe los miró; Charlot y Daryl se dieron cuenta que estaban frente a una experta. Podían confiar en ella, sabía lo que hacía.

    —Entonces, ¿cuál es el mensaje? —preguntó la morena para llamar la atención de Charlot y Daryl pues no dejaban de ver la solemne ave.

    —Éste es —Se apresuró Daryl despertando de su asombro mientras sacaba de una de sus bolsas un pequeño papel enrollado. Ella lo tomó y lo colocó en el recipiente que tenía amarrado en el tarso del ave.

    —Una pregunta más —continuó Zoe—, ¿tienen algún retrato de la persona que debe recibir el mensaje?

    Daryl asintió al momento que sacaba del bolsillo dos hojas de papel dobladas. Desdobló una de ella, la que tenía el retrato del capitán Haxor Pusset y después desdobló la otra, en la que estaba el retratado el teniente Edwin Atwood. Se las entregó a la chica.

    —Las aves son criaturas increíbles —expresó Daryl mientras veía como Zoe le mostraba los retratos al pájaro.

    —Sí, lo son —conformó ella, sonriéndole.

    Sus aves estaban entrenadas para memorizar los rostros de las personas, de esa forma el animal sabrá a quien deberá dejar el mensaje y así evitar que cualquiera, sea del bando opuesto o no, la obtuviera. Tan solo se acercaría al capitán o al teniente una vez lo localizara. Igualmente, tenían un tiempo limite, por llamarlo de esa forma, en la que al pasar cierto tiempo regresaban, indicando que no localizó al destinatario.

    Zoe amplió su sonrisa, emocionada de ver que alguien más estaba interesado en esos magníficos animales. y luego comenzó a decir:

    —El cuervo, por ejemplo es un ave extremadamente sutil y perspicaz, y de las aves más inteligentes. Otro tipo de pájaros pueden hasta aprender a hablar como lo hace un ser humano, y además, otras tienen la capacidad de aprender un sinfín de sonidos.

    ”En mi país existe una leyenda antigua que habla sobre un guerrero que comandaba un pequeño grupo de soldados, y que, a pesar de eso, ante la invasión de un grupo diez veces más grande, no temió. Se dice que utilizó el ave más común, les enseñó a hacer sonido de armas y de personas.

    ”Una noche, aprovechando que el rival descansaba, el pequeño grupo los rodeó y dando una señal, los pájaros empezaron a hacer ruido, todo tipo de ruido, desde gritos hasta aullidos de animales feroces. Los enemigos se despertaron anonadados, asustados y ante la confusión y miedo, huyeron dejando todas sus armas en el campamento. El pequeño grupo los embistió, derrotándolos a todos y obligándolos a retirarse. Los invasores creyeron que aquellas tierras eran peligrosas por los animales salvajes.”

    —Wow, es una historia impresionante —expresó el príncipe.

    Poco después, Zoe envió el ave. Los tres observaron el horizonte y como el cielo se tornaba naranja. Ya se estaba haciendo tarde. Miró a Zoe de reojo, era bastante bonita, además, se veía que era una persona muy agradable, amante de los animales y adoraba el acento que tenía al hablar, deseaba escucharla hablar todo el día.

    —¿Puedes ser nuestra guía?

    Aquella pregunta tomó por sorpresa a las dos jóvenes, dirigiendo sus miradas hacia él.

    —Daryl, ya que terminamos nuestro labor, creo que lo más conveniente sería irnos —le recordó Charlot.

    —Acabamos de llegar, no pienso irme de aquí hasta ver los lugares turísticos —contestó a su guardaespaldas y luego se volvió a Zoe—. Me gustaría que fueras tú la que nos guiara, claro, si no te molesta y estás disponible.

    —Sería todo un honor —respondió ella, emocionada. Aunque pensándolo mejor no era la más indicada—, pero, ¿no es mejor tener a alguien más? Realmente no conozco mucho los lugares turísticos.

    —¿De verdad? Pero sabes más que nosotros —insistió el joven.

    —Está bien.

    —No están en obligación —le hizo saber Charlot—. Aunque sea sepas que él es el príncipe.

    Daryl miró a su compañera con desgana.

    —Tú solo quieres que nos vayamos de aquí lo más rápido posible. Pero no pienso mover un solo pie hasta que.

    —No es una obligación, en serio —dijo la morena.

    Pensó que le haría un poco bien salir y disfrutar un poco, como no tenía amigos con quien salir a pasear, aprovecharía para acompañarlos. En cierta forma estaba siendo algo egoísta. E independientemente, Daryl sonrió por esa respuesta. Al momento que Charlot sospechaba que quizá Daryl había caído en lo que se denominaba, “amor a primera vista”.

    “Así que, el tipo de chica que le gusta al príncipe es como Zoe” pensó mirándolo.


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    Última edición: 15 Noviembre 2020
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    Capítulo 03:

    ¿En serio Daryl? ¿Acaso no es eso una trampa?

    Te lo dije Daryl.

    Charlot y Daryl demuestran que saben cómo pelear. Aunque eran unos ladrones, así que era posible que los vencieran sin problemas.

    Capítulo 04:

    Dominic, te va a encantar Sola, está lleno de poderosos que puedes eliminar y aumentar tu colección de trofeos.

    Me alegra que ese farsante no fuera Ian el Legendario, porque de legendario solo tuvo el miedo de morir.

    Capítulo 05:

    Eso es una fiesta de muerte.

    Zuliy es un genio, cumplió con su trabajo usando a los sirvientes que querían vengarse de los ricos sádicos. Y hasta enamoró a la hija de su objetivo, solo para acercarse a él. Y esa pobre chica, cuando se entere que su padre está muerto, suponiendo no la maten antes de enterarse.

    Y ese encuentro entre la sombra, o Fazio, donde le ofrece doscientos oros, en realidad me quedé más confuso porque eso fuera considerado mucho dinero, tomando en cuenta que le dio una moneda al que cuidaba la puerta. ¿Qué tanto le pagaron por matar al hombre de la fiesta? Y era de suponer que le pidiera atacar al príncipe, no sé que tan necesario es matar a Charlot, o al pobre cochero sin nombre.

    Capítulo 06:

    Lo que pensé cuando Dominic aceptó así sin más. ¿Tanto quieres enfrentar el príncipe?

    Aunque me parece que Zuliy está jugando con fuego, y va a terminarse quemando hasta los huesos. Y tener un harem no lo va a ayudar en nada.

    Capítulo 07:

    Oh, Zoe, en definitiva no fue un buen día.

    Esta chica en verdad que ha sufrido; perdió a su madre, tuvo que abandonar su hogar, la discriminan por su procedencia, pierde a su padre (muerte sin confirmar), hasta los niños la tratan como basura, la quieren violar (o casarse con ella, pero suena menos grave.

    Al menos tiene a las aves para protegerla, aunque temo que les vaya a pasar algo esos plumíferos animalitos. A ver cómo se desarrolla la historia de esta chica y sus aves.
     
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    Capítulo 08:

    Charlot debería dejar que Darryl se divierta un poco. El pobre lleva toda una vida encerrado en el castillo.

    Si pensamos así, jamás volveríamos a comer en los puestos de la calle. Que le dé la oportunidad a Daryl de enfermarse del estómago.

    O sea, cualquiera de sesenta años en adelante está bajo sospecha, XD
    Ya en serio, como que buscar a alguien que, seguramente está disfrazado, sin saber cómo buscarlo, no es muy listo de parte de ninguno de los dos.

    Capítulo 09:
    No seas tan crédula, Zoe. Ese sujeto te estaba espiando, rompió las maderas del muro, luego comenzó a pedir cosas como si no hubiera hecho nada malo. No confíes en él, solo por que tenga el pelo blanco no lo vuelve el príncipe, osea, si lo es, pero no es excusa.

    Y claro, que la domadora de aves sabría a qué pájaro enviar para no levantar sospechas. No me extrañaría si también lucha enviando a sus águilas y halcones como armas y escudos. Pero ya se verá después.
    Capítulo 10:

    Me suena a que ahí hay algo más que rivalidad fraternal, o el simple echo que sus padres no vinieran personalmente.

    Recuérdenme nunca contarle un secreto a Craig, porque se soltará a contarlo por más que jure que nunca lo hará.

    Osea, ¿puro chisme o intenciones ocultas?

    Y esto quedó interesante. Con el asesino de poderosos tras la pista de Daryl. Y un lindo paseo por la ciudad (esto no será tan emocionante como lo primero).
    Quizás se lleven a Zoe, igual no tiene mucho que la ate a ese lugar, está convencida del fallecimiento de su padre.
    Sully está tan cerca de cobrar la recompensa que casi la puede saborear. Y también muy cerca de ser asesinado por su propio título.
     
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  20. Threadmarks: Capítulo 11.- Malas noticias
     
    Sonia de Arnau

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    Título:
    Sōla: El país de los poderosos [Libro 1]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    20
     
    Palabras:
    4507
    Capítulo 11
    Malas noticias



    Era muy de mañana cuando al palacio real llegó una paloma mensajera. Una de las damas que estaba en el patio, al ver al ave, se acercó para tomar el mensaje; el que era para la reina y el rey, por lo que sin perder tiempo se dirigió a los aposentos de la reina y le entregó dicho mensaje. Lena sonrió al pensar que el mensaje era de parte de su hijo, avisando que había llegado a la capital de Triko. Sin embargo, las palabras escritas en la nota no eran de su hijo, eran del príncipe Land Diu Lunare, uno de sus hermanos menores. Land daba la noticia de que iría a Sōla a visitar a su realeza.

    Lena mandó llamar a un mensajero para que notificara a su majestad, quien estaba en su cacería matutina, sobre la noticia. Minutos después, cuando recibió la noticia, Kristof le respondió que estaba más que encantado de recibirlo.

    No era nada raro, menos para un matrimonio intercultural, que uno de los familiar visite a la familia de su conyugue como muestra de la paz que ambos países hicieron; siendo esa una muestra de que el acuerdo continuaba vigente. Aunque era cierto que quien regularmente viajaba al otro país era alguno de los actuales reyes, o en su defecto, el próximo candidato a reinar, quien era Muj, varón primogénito del rey y la reina.

    Los hijos de la familia Diu Lunare eran cinco; Mic (40 años), Lena (39 años), Dori (30 años), Muj (27 años) y Land (25 años). Siendo Lena y Muj hijos de la reina, esposa del señor Alec, por ende hermano sanguíneos mientras que Mic, Dori y Land, eran medios hermanos al ser hijos de diferentes concubinas.

    A pesar de eso, también se podía mandar a un mediador y en ese caso sería Land. Tal vez por esa razón la reina no le agradó la idea, ¿por qué no mandaron a Mic? A saber que era el primogénito del rey, ¿por qué mandar al menor de ellos? ¿Sus padres estaban demasiado ocupados como para ir ellos mismos, al igual que Muj? Cinco años atrás, cuando a los Van Suna les tocó viajar, fue el mismo Kristof quien fue a representar la nación.

    —Mandaré a traer el mejor vino, la mejor carne y el mejor pan —comentó el rey a la reina una vez estaban juntos. Al hombre se le observaba entusiasmado por recibir a un Diu Lunare.

    —Tampoco es necesario que te esmeres tanto —le hizo saber ella.

    Amaba con toda su alma a su pequeño hermano Land, lo quería mucho, pero ya hablando de forma política, ¿por qué mandarlo a él? Aunque no quiso darle tanta importancia, fue inevitable estar pensando en una buena razón por la que decidieron mandar a Land. Como no se trataban del heredero no creía necesario que se festejara a lo grande. La reina continuaba inconforme porque sus padres hubieran mandado a Land.

    Aun así, debía admitir que tenía ganas de verlo, ya que no lo había visto desde hace mucho tiempo, en realidad a toda su familia, casi desde que se mudó a Sōla al casarse con Kristof no los había vuelto a ver.

    —¿De qué hablas, reina? Si es parte de los Diu Lunare, será tratado como se debe —comunicó el rey—. Espero que para ese momento ya haya llegado Daryl. No podemos recibir a tu hermano sin la presencia de nuestro primogénito. Por cierto, ¿no ha habido ningún mensaje de su parte?

    Le mujer negó. Sabía que su hijo se encontraba bien, después de todo iba acompañado de Charlot y de Dan. Al contrario que Kristof, quien era el que demostraba más preocupación. Y aunque la llegada del intermediario de los Diu Lunare sería dentro de una semana, el palacio real ya estaba organizando los preparativos.

    Ese suceso era algo muy importante por lo que salió en las noticias del país. Mas para algunos le era irrelevante, para otros esa llegada era desagradable; una de esas personas era el emérito Craig Van Suna, quien desde la biblioteca real, arrugó la hoja de papel tras leer la noticia.

    El hombre murmuró con rabia, aborrecía la sola idea de que otro Diu Lunare pisara su sagrado santuario. Había pensado que a la única Diu Lunare que tendría en su reino sería a Lena, apretó su mandíbula al sentirse impotente de poder hacer algo. Inhaló y exhaló en son de tranquilizarse. El anciano desvió la vista hacía el enorme ventanal, en donde Corban se mantenía sentado mientras observaba el patio.

    —¿Cómo se encuentra Layland? —preguntó Craig. Su pregunta por ella era más que nada para aparentar preocupación, pues en realidad le da igual su salud—. Me supongo que al querer verme es porque ya tienes alguna noticia de lo que ocurrió, a parte de haberme traído esta… —Arrugó aun más el papel, sintió tanta rabia de pensar en eso que no puso completar la oración.


    Desde ya hace varios días le preocupaba no saber el resultado de la batalla entre Deo y Layland, a tal punto que le quitó el sueño. Contra todo pronostico, Corban estaba ahí no precisamente para contarle una buena noticia, lo que estaba apunto de informarle dejaría la noticia de la llegada del miembro de Diu Lunare en segundo plano.

    Aquel desenlace ocurrió varios días atrás, cuando Craig los reunió en ese lugar para ordenarles que encontraran a un hombre de nombre Deo Cyh para que Corban lo asesinara. Layland y Corban se asombraron de escuchar ese apellido. Cyh fue el apellido de una de las familias más poderosas del Sōla arcaico, se habían convertido en una leyenda. Sin embargo, el último descendiente murió hace décadas atrás. El primer y lógico pensamiento de ambos fue que tal vez ese hombre no era directamente descendiente de ellos y había tomado el legendario apellido. Muchas personas solían hacer eso, para ganar prestigio y fama.

    —Se puede saber ¿quién es ese tal Deo? —preguntó Corban, aunque la verdadera pregunta era, ¿por qué deseaba deshacerse de esa persona?

    Craig no deseaba entrar en detalle pero sabía que si deseaba que Corban efectuara su próximo movimiento, debía saber el verdadero poder de tan temible personaje.

    —Deo Cyh es el nombre real del que llaman Nian, el legendario.

    Los tres Venerables no evitaron quedarse boquiabiertos y mudos ante tal afirmación, pues hasta para el desinteresado Griffin le fue una sorpresa, todos conocían aquel mito que se levantaba por todo el país; añadiendo que conocían la famosa leyenda de Beskonech, cuya historia, como muchos otros, pensaban que era una exageración difundida por el pasar de los años. No obstante, ¿cómo no creer cuando se los decía la misma persona quien, por el momento, ha sido la única que lo ha visto en persona? Debía ser cierto. El legendario Nian existía, era real y deambulaba por el país.

    —Entonces, ¿El Legendario existe? —inquirió atónito Griffin, sin poder expresar su asombro, y por un momento estaba feliz de no ser el guerrero más reconocido de la casa Van Suna. Nunca le pedirían a él ir por la cabeza de semejante personaje.

    Miró sin discreción a su líder y se aguantó una sonrisa burlona porque era la primera vez que lo veía con aquel rostro dubitativo, ¿qué iba a hacer ahora? Corban, el Venerable más fuerte y líder de ellos mostraba miedo en su rostro. ¿Se negaría, aceptaría? De los tres, sin duda era el más devoto a la familia real. Al parecer habría una vacante en los Venerables.

    Y por primera vez, Corban L'or, teniendo un poco de miedo de enfrentarse contra alguien de esa magnitud, dudó en acatar la orden. Él había luchado contra muchos poderosos, había obedecido a Craig y asesinado a muchas personas, tanto a fuertes como a débiles, desde culpables como a inocentes, todo cuan caprichos fuera accedió a sus ordenes, pero por primera vez en su vida, en esa ocasión se rehusaría a obedecerlo. No deseaba enfrentarse a una leyenda, por lo que, enfrentándose a su señor, se negó a ir tras él.

    —¡¿Te niegas?! —Estalló en cólera, levantándose de la silla. Ya no estaba en edad de exaltarse de esa forma—. ¡¿Cómo te atreves a desobedecerme?! Prometiste lealtad a nuestra familia, ¿cómo te atreves a desobedecer una orden…? —El hombre comenzó a dibujar una mueca de dolor al sentir que su pecho le dolía.

    Y es que estaba más que decepcionado porque ya era la segunda vez que esa orden le fue rechazada. Antes que pedírselo a Corban, se lo pidió a Armon; aun a pesar de que Artis Monserrat le gustaba la lucha, el conflicto, las peleas, también lo rechazó, y ahora Corban, su más grande guerrero.

    —Que decepción —dijo Layland mirando con aborrecimiento a Corban.

    Respetaba a ese hombre porque había demostrado ser una hombre ingenioso y un buen líder de grupo. Lo admiraba, pero su negación la desilusionó.

    —Teniendo en cuenta que eres nuestro líder, leal al señor, te rehúsas a ir tras él, que decepcionante resultaste ser —Dirigió su vista a Craig y dijo totalmente decidida—: Señor, seré yo quien acate esa misión y por favor, si llego a asesinarlo, concédame ser automáticamente la líder de los Venerables.

    —Layland —susurró Corban tomándola del brazo.

    Ella apartó el brazo con fuerza y lo miró con total frialdad.

    —No vengas a actuar como un líder cuando has rehusado obedecer a tu jefe. O ¿qué? ¿Me dirás ahora que irás tú por temor a perder tu posición?

    —No —respondió—. Pero ir sin conocer al enemigo será ir a una tumba...

    —¿Estás diciendo qué soy débil?

    —Nunca diría eso porque conozco tu potencial, pero hablamos de alguien que derrotó a un ejercito en una noche.

    —Es cierto —se interpuso Craig—, esas son meras exageraciones, ¿de verdad creen que exista una persona con tal potencial? Sí, es fuerte, pero no nada que los Venerables no puedan hacer.

    Corban entrecerró los ojos, viendo a través de sus palabras las verdaderas intenciones del anciano.

    —Abominable —dijo ella—. ¿Qué has hecho con aquel hombre que tanto respeto?

    Griffin no aguantó más y estalló de risa, ganándose las nada felices miradas de los presentes. Griffin MacCaa era una persona robusta, baja de estatura; midiendo solo un metro sesenta y seis, de piel morena, sus brazos eran cubiertos por vellos y sus dientes amarillos y manchados le hacían verse más grotesco.

    —Así que ahora admites que tu única intención fue convertirte en el más fuerte del país ante una oportunidad como ésta —susurró con la intención de ser escuchado—. ¿Por qué no te enfrentas duelo a duelo con él, Lay, si en verdad quieres ser nombrada líder? ¿Por qué tener que hacer una misión para poder ser llamada líder? Qué ser tan despreciable resultaste ser. Escudarte con respetarlo, si aquí hay alguien abominable ese eres tú.

    —Griffin —Ella lo miró por lo alto—. El único ser despreciaba que hay aquí eres tú. Sigo sin entender cómo alguien tan vulgar es de los Venerables. Una simple y sucia rata como tú nunca llegará a ser tan fuerte, ¿o quieres ser tú quién vaya por la cabeza de Deo?

    —Te recuerdo que mi poder no será tan destructivo como el tuyo, pero bien empleado es poderoso. Para ganar se debe usar el cerebro —Miró fugazmente a Corban para luego posar sus orbes a Layland—. ¿Lo entiendes, muñequita de porcelana?

    Ella lo tomó del cuello de su vestidura y lo levantó, enfurecida por el hecho de que se estuviera burlando de ella. Layland, la Venerable Indomable, tenía un fuerte temperamento.

    —¿A quien llamas “muñequita de porcelana”?

    Griffin amplió aún más su sonrisa, cosa que provocó que Layland se irritara más. Le exasperaba mucho estar al lado de él y si no fuera porque Craig lo nombró como el tercer Venerable, desde hace rato que le hubiera derretido ese horrible rostro.

    —¿Quieres enfrentarte contra mí aquí y ahora? —sentenció ella.

    —¡Ustedes ya dejen de discutir! —dijo Craig, volviendo a tomar asiento e intentado calmarse.

    No podía creer que esos dos se comportaran de esa forma; ¿olvidaban el título honorable que portaban?

    —Nunca pensé que Corban sería tan cobarde para rehusarse a tal hazaña, así que, te lo encomendaré a ti, Layland, y sí, acepto tu propuesta, si matas a Deo te convertirás en la nueva líder de los Venerables. Griffin, ayuda a localizar a Deo —ordenó.

    —Señor —se interpuso ella—, no necesito de la ayuda de ese sujeto. Puedo encontrarlo por mí misma.

    Lo último que deseaba era ser ayudada o acompañada por ese desagradable tipo.

    —Layland, ¿estás segura de esto? —preguntó Corban.

    —Si tanto te preocupa, ¿por qué no la ayudas? —cuestionó Griffin, mirando con curiosidad al líder—. ¿Por qué no ir los dos? ¿No dicen que dos cabezas piensan mejor que una?

    Griffin no era nada tonto y Corban lo sabía; el primero sabía la respuesta a ello. En realidad, Griffin y Corban pensaban en lo mismo. Sabían cual sería el resultado y sabía que, si Layland daba con él y se enfrentaba, cuando regresara, se daría cuenta de la verdad. Había ocasiones en las que un guerrero debía saber cuando era el tiempo de enfrentarse a alguien. Ese no era el momento para luchar contra el Legendario.

    Y fue de esa manera en que ella comenzó a investigar hasta que dio con el dichoso Deo. Le fue relativamente fácil porque Craig lo describió físicamente. Una semana después de que se fue, Layland llegó hasta la casa donde se hospedaban ellos, Corban se sorprendió de verla en un estado tan crítico, malherida y sin el brazo izquierdo, era un milagro que permaneciera en pie, pero antes de que Corban pudiera preguntarle cualquier cosa, ella se desmayó por lo que rápidamente la atendieron, permaneció inconsciente por los siguientes días.

    Todos conocían la fuerza destructiva de Layland Puscat, ella controlaba ni más ni menos que el fuego, el hecho de que llegara en ese estado deplorable solo indicaba que se había enfrentado contra un verdadero monstruo. El verdadero Legendario.

    —¿Cuál fue el resultado? —fue la primera pregunta que le hizo Corban cuando ella abrió los ojos.

    Layland tardó en procesar lo que había sucedido y dónde se encontraba, a duras penas pudo escapar con vida, y luego abrió los ojos tan grandes como pudo al recordar el suceso y el impacto de dicha batalla en aquella montaña cerca de un pueblo olvidado por los dioses. Miró a Corban y no evitó dejar salir un par de lágrimas. Sí, fue imprudente al ir a atacarlo, había pensado que el hombre, por ser viejo, no era la gran cosa. Había subestimado aquel hombre. Una vez más, Corban había demostrado ser más prudente y ser un buen líder al intentar detenerla. Fue ella la rebelde al no hacerle caso. ¿Cuál había sido el resultado? Él ya lo sabía, pero ella tenía que decirlo.

    —Perdió —dijo sin dejar de mirar fuera de la ventana—. Layland no pudo derrotar a Deo Cyh. Él sigue vivo.

    Los labios de Craig comenzaron a temblar. Corban lo notó, aquel hombre poderoso que fue denominado el más bélico de los Van Suna temblaba de pánico. Lo debió imaginar, ningún mortal era digno oponente para semejante dios. Se arrepintió profundamente de haber osado mandar a alguien a derrotarlo. Debió imaginar que resultaría de esa forma. ¿Quién más que él, quien observó en primera fila el verdadero poder de aquel personaje, en la batalla de Beskonech, podía decir eso?

    —¿Es nuestro enemigo? —Lo que más le intrigaba a Corban era en que bando se encontraba.

    —Si no lo era —dijo el anciano mientras tragaba saliva con dificultad—, probablemente ahora lo sea.

    —¿Quién es él y por qué porta el apellido Cyh?

    No obtuvo respuesta alguna de parte de su señor. Tampoco deseaba presionarlo, pero quería reunir toda la información necesaria para poder hacer algo al respecto. Si cabía la mínima posibilidad de que ese Deo se convertiría en enemigo de los Van Suna, tenía que conocerlo para enfrentarlo, fuera un enfrentamiento a muerte.

    —Si en verdad desea derrotarlo, necesito saber más acerca de él —Corban dirigió su vista a la figura del anciano—. Me negué en ese momento porque fue impactante saber que Nian existe, o por lo menos ese hombre que derrotó a todo un ejercito en una noche, no estoy preparado para enfrentarlo, pero señor, créame cuando le digo que lucharé por la familia Van Suna aunque me cueste la vida misma.

    Corban se inclinó demostrando de esa forma lo devoto que era.

    —Así que, confié en mí, señor. ¿Qué es lo que oculta?

    El anciano se llevó la mano al pecho, se sintió extraño, supo lo que era, lo que sentía era un mal presentimiento, una sensación de muerte lo invadió. Iba a morir muy pronto. No quería llevarse ese secreto a la tumba, aunque le doliera tener que contarlo, levantó la vista a Corban y finalmente le contó toda la verdad. Lo que en verdad pasó en Beskonech y la razón de su petición.

    Aquel Venerable supuso que esa verdad tendría que ver con algo que él ya había estado sospechando e investigando por su cuenta, no obstante, el secreto que aquel anciano le contó, no tenía que ver con nada de eso. Todo lo dicho ese día, en esa habitación, era nuevo para Corban.

    Una vez que Craig terminó, lo único que pudo hacer Corban fue volver su vista hacia la ventana, fue una verdad impactante e inimaginable, y una más crucial para tomar una decisión.

    El día era maravilloso y se denotaba al ver al hijo menor de los Van Suna, quien leía bajo la sombra de un árbol. Había estado observando últimamente la relación que Craig tenía con el menor de sus nietos y la relación que tenía con el mayor de ellos. Era más que evidente, para cualquiera, a quien amaba más y a quien depreciaba. Estaba completamente consciente de los verdaderos sentimientos de su Señor, de sus últimas decisiones y que le hacía reafirmar lo desesperado y en el hoyo tan profundo en el que se encontraba. Cerró los ojos, pensativo, definitivamente aquel hombre que permanecía sentado en esa silla era la simple sombra que alguna vez fue.

    Él admiraba la sangre y el poder real de los Van Suna, por lo que aunque le costara su propia vida, protegería aquella descendencia y si necesitaba luchar o deshacerse de quienes deseaban estar en su contra, lo haría sin rechistar; se tratara de quien se tratara. Juró por sus antepasados que le sería leal a ellos y quizá más que el mismo Craig Van Suna, deseaba que la sangre continuara en el reinado. Solo ellos podían llevar al país a la cima. Volviendo a hacer una reverencia, se dispuso a retirarse, pero antes, se inclinó al anciano a la altura del oído y le susurró algo que dejó a Craig helado.

    Van Suna lo siguió con la mirada, con aquellos ojos tan grandes como platos, impactado por las palabras escuchadas.

    —Usted no se preocupe —repitió Corban antes de cerrar la puerta tras de sí—, y deje este asunto en mis manos.

    —¿Cómo se atrevió a decir eso? —Apretó la mandíbula y los puños con fuerza, irritado, molesto, enojado por las libertades que L'or estaba teniendo esas últimas semanas—. Eso lo sé. Ya lo sé.






    Griffin lanzó una nada discreta carcajada al ver a la pretenciosa e indomable Layland en ese estado, postrada en una cama sin una de sus extremidades. Se veía tan humillante que si pudiera guardar esa imagen por la eternidad lo haría. Tal risa desgarró los oídos de la mujer, quien dibujó una mueca de disgusto ante la presencia de semejante pordiosero.

    —Escuché que fuiste derrotada, Lay —rio más, sacándola de quicio—. ¿Dónde quedó tu valor, eh? ¿Se te olvidó en el campo de batalla? A ver, muéstrame la cabeza del Legendario. ¿No la iba a traer? —Observó de un lado a otro como quien buscando algo en el cuarto—. No la veo en ninguna parte. ¿Viste por qué nunca llegarás a ser una buena líder cómo Corban? —señaló su cabeza—. Porque él si pensó en sus limitaciones, no como tú que presumías poder derrotarlo.

    —¡Ya cállate de una buena vez, bastardo! Tú ni siquiera hubieras podido aguantar un segundo.

    —¿Y tú sí? Yo no entiendo, no entiendo, no entiendo nada de nada, ¿por qué ir a pelear contra alguien que ni el propio Corban quiso enfrentar? ¿No era lógico pensar que si el nombrado más fuerte del país desistió en ir tras alguien era porque realmente está por encima de él? ¿No fue estúpido tu actuar? O si quiera no te preguntaste si tenía algún plan. Ese hombre se negó y razón debe tener, ¿no? Y alardeas respetarlo y conocerlo, no me hagas reír mujer, que tú de conocerlo nada.

    Layland apretó la sábana con fuerza, ¿por qué? Porque deseaba ser reconocida por él. Deseaba tener la aprobación de la persona que admiraba. Por esa razón pensó que si lo derrotaba por fin podría ser vista como alguien digna. No solo como una ayudante. Quería ser vista como una compañera a quien confiar. Pero actuó de una forma tan estúpida. Sin embargo, aquella confrontación le sirvió para algo, no solo admirar más a Corban, sino para decirle cómo luchaba.

    —Y mientras tú iban a enfrentarte contra una evidente derrota —prosiguió el de fachas de vagabundo—, yo fui a hacer una misión muy importante a la que nuestro gran e inteligente líder me encomendó hacer.

    —Ve al grano Griffin, ¿a qué has venido? —Se irritó al saber que solo le estaba presumiendo.

    —¡A decir que Corban está loco!

    —¡Deja de referirte así de él! —Levantó su mano con una llama de fuego—. Te estás ganando una buena quemadura.

    —No, no, no debes alterarte —Sonrió burlón y luego volvió su rostro serio—. Se me hizo raro que me mandara a buscar a cierta persona.

    —¿Y?

    —A mi me pareció extraño. Y te seré completamente honesto, realmente pensé que estaba buscando a un nuevo vacante para destituirte. Cosa que entre más indagaba sobre el individuo, más decía; “Sí, definitivamente Corban está buscando a un nuevo Venerable”.

    —Griffin estás hablando demasiado, ¿quieres ir directo al grano?

    —Lamentablemente no fue así. Lo estaba buscando por otras razones. Muy bien, Corban me dijo que localizara a ese sujeto y yo, obviamente, me interesé por saber por qué razón lo buscaba, así que indagué por mi propia cuenta. Descubriendo algo bastante… cómo decirlo, emmm, interesante. ¿Se te hace conocido el nombre de Elliot Gram?

    —No, no me suena de nada.

    —¡Exacto! Es un nombre y un apellido del vulgo, así que pensé que esa persona debía ser alguien muy importante o algo así para tener el interés de nuestro grandilocuente líder.

    —¿A dónde quieres llegar, Griffin? ¡Ve al maldito grano!

    —Corban está actuando por su propia cuenta, mira ésto, lo qué descubrí.

    Griffin le mostró una hoja que ella no tardó en ver y no pudo ocultar su asombro al descubrir la identidad de ese tal Elliot Gram.

    —¿Estás seguro de eso? ¿No te estarás equivocando?

    —Me ofendes, Lay, tuve que indagar un poco más para estar seguro de eso. Así que, solo queda que sea verdad.

    —¿Y cómo sabes que Craig no le ordenó investigarlo?

    —¿Estás loca? ¿Es qué no has leído? —continuó en voz baja, golpeando la hoja de papel—. Imagina lo que puede ocurrir si alguien se enterara de que él existe. Si Craig le hubiera mandado investigar a esta persona, le hubiera dicho que mantuviera el secreto, pero como Corban me dijo que lo buscara, eso me da a entender que ni siquiera él sabe realmente quien es ese Elliot y solo quiere hablar con él, preguntarle algunas cosas, o algo así. Esto es solo lo que yo he conjeturado con lo investigado.

    Layland lo miró con recelo mientras su mente formulaba preguntas sobre la actitud de Griffin. ¿Por qué se lo contaba? ¿Qué ganaba él al decirle eso? Griffin al descifrar el rostro de su compañera, le contestó:

    —No quiero quemarme solo y tenía ganas de contárselo a alguien ¡dios qué vive en los cielo! Es un notición. Y como sé que eres tan fiel devota a nuestro líder, sé que no meterás la pata en andar divulgando esta información. A menos, claro, que quieras estropear su dignidad para quedarte con su puesto. Ese ya no sería mi problema.

    —¿No se lo dirás a Corban?

    —Oye, ¿sabes lo que cuesta esta información? Él solo me ha pedido que localice al hombre, y se lo diré. Ya dependerá de él cuanto estaría dispuesto a pagarme por no vender o divulgar lo que descubrí.

    Layland encendió su mano con fuego y arrojó la bola hacia el hombre, éste la esquivó, provocando que el fuego tocara la pared.

    —¿Te has vuelto más lenta? —comentó en forma de burla mientras observaba como la pared se incendiaba—. Deja de bromear y apaga eso antes de que quemes la casa.

    —Eres un… —guardó silencio al descifrar la sonrisa burlona de Griffin. Comprendió al punto al que quería llegar—. Me contaste todo esto para que yo le diga que tú sabes más y así él te busque. ¡Eres un maldito bastardo avaricioso!

    Layland se levantó de la cama mientras manipulaba el fuego hasta volverlo en una bola pequeña que se comió. Ahora comprendía las verdaderas intenciones de MacCaa. A diferencia de Corban o ella, Griffin se convirtió en un Venerable por el prestigio que era portar ese título como por el dinero. Era un hombre material.

    —Yo solo te dije lo que husmeé por ahí, ya tú sabrás que hacer con eso. Este mundo se mueve por dinero, ¿sabes? No se vive solo del poder o la fuerza, sino de la riquezas y posición social.

    Una vez que Layland se quedó sola, se llevó la mano a la frente, comenzó a tener un dolor de cabeza debido a la taladrante voz de Griffin. añadiendo que empezaba a sentir el dolor fantasma. No estaba en momentos para meter en su mente basura, sin embargo, estaba dispuesta a estar al lado de él importara lo que hiciera.

    Lo que en verdad le preocupaba era Deo, recordar aquella confrontación solo hizo que un escalofrío se apoderara de su cuerpo, al sentir esa extraña fuerza que la paralizó por unos segundos. Se llevó la mano al hombro tras recordar con la facilidad en la que perdió el brazo; había sido en un abrir y cerrar de ojos.

    Si aquella bestia disfrazada de humano deseara destruir a quien fuera, podría hacerlo, aun así, pudo estar casi a su altura, quitando el hecho de que cuando lo miró a los ojos, siendo esa fracción de segundos su perdición, lo había herido tres veces, así que sabiendo que Corban era mucho más fuerte y poderoso que ella, era posible que si Corban se enfrentaba a Deo, la batalla estaría reñida.

    No debía preocuparse por él. No por nada tenía el título del más poderoso de todo Sōla. El título de Corban no era simplemente un título.




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    Última edición: 29 Noviembre 2020
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