Amores...

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
—Si el amarte es verte y el verte perderte, prefiero amarte sin verte que verte para quererte…—
¿Será esto verdad? ¡Claro que no! El amor no existe, si en realidad existiera el no me habría…
— ¿Qué desea de tomar señorita?— me preguntó el mesero ¿Acaso estaba perdida en mis recuerdos mediante este libro? ¡Qué tonta soy!
— Una… una malteada de fresa por favor— respondí dándole una sonrisa
— enseguida— dijo mientras se llevaba la nota perdiéndose tras la puerta de madera
— gracias— susurré.
Luego de una media hora de haber tomado mi malteada decidí ir mejor al parque, tal vez para tener una mejor tranquilidad entre los árboles un poco alejado y juntos que se encontraban allí.
—Uf— dije mientras me acomodaba al tronco de un árbol algo alejado, mi lugar favorito. La verdad siempre me gusta este lugar para leer, casi no hay ruido y el ambiente es algo solitario, eso me agrada. Después de unos quince minutos de lectura –pues estaba muy interesante- decidí ir a comprar una paleta helada pero al levantarme me tope con una gran sorpresa, no esperaba menos pues allí lo vi, era él, vestía unos jeans azules obscuros y una sudadera color café claro, con sus lentes comunes y sus cabellos alborotados bajos acompañado de unos tenis convers.
No me divisaba con la vista estaba perdido en algunos de sus pensamientos. Decidí ir por mi paleta pues no me acobardaría solo porque él estuviera allí. Dejé mi suéter junto con mi libro de lectura, y emprendí la caminata hasta el señor que vedía paletas, llegué, él aún no se percataba de mi presencia, en vez de lamer su paleta helada ésta la tenía en la mano mientras se derretía y las gotas azules de mora azul parecían gotas de la misma lluvia.
Me paré frente del paletero y le pedí una de mora azul, ¡coincidencia! Del mismo sabor que la que tenía el muchacho.
— ¿Violeta?— oí una voz que extrañaba oir y que endulzaron mis oídos al escuchar pronunciar mi nombre con cierta duda
— ¿hmp?— dije mientras me volteaba. Aun cuando moría por ganas de hablarle decidí que era mejor evadirlo pues no quería recordar aquellos sucesos que marcaron el final de nuestra larga relación — ¿Antonio?— pregunté, mientras sostenía mi paleta de mora azul
—si, soy yo— respondió firmemente como el sólo podía hacer — ¿Qué tal? ¿Cómo te ha ido?— me preguntó, ¿acaso todavía le importo?
—B-Bien, ¿y a ti?— pregunté mientras sonreía.
—Bien, muy bien— afirmó cabizbajo, algo traía y no quería decir
— tu expresión en el rostro me dice otra cosa ¿puedes contarme?— pregunté mientras lamia mi paleta que se estaba derritiendo y él desvió la cara hacia otro lugar
—la verdad es que… te extraño Violeta— ¡¿qué?! ¿Todavía me extraña? ¡Eso no puede ser! Me enteré que tiene novia y tal vez me lo ha dicho para que no me sienta mal al verlo, ¡con lo torpe que soy!
— ¿En-enseri…?— antes de terminar mi pregunta sentí dos brazos acogedores, era él, ¡era él!
Es verdad, todavía lo extrañaba, pero sé que ese abrazo solo fue un símbolo de que sólo quedamos como amigos, así que no hice movimiento para responderle…
Después de este abrazo salí corriendo hacia donde había dejado mis pertenencias, las cogí y me marche de ese lugar, no sin antes desprenderse de mis ojos unas gotas cristalinas y saladas que rodaron por mis mejillas y se perdieron en el suelo.
°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°

—Violeta…— dije en un susurro.
— ¿Qué has dicho?— me preguntó Karla, mi novia.
—No, nada— respondí desviando la mirada pues no tenía ganas de comenzar una discusión como todos los días, esto no parecía un noviazgo.
— ¡Eso no es verdad! Dijiste ‘Violeta’ ¿no es así?— ¿Acaso me escuchó? Pensé que no se daría cuenta… ¿en verdad dije Violeta? ¡Cuántas ganas tengo de verla!
— ¿Sabes qué? ¡Ya me tienes arto! Hasta aquí llegó lo nuestro— cogí mi sudadera y salí de aquel puesto no sin antes dejar dinero por las malteadas que habíamos comprado y que
ni siquiera probé por estar pensando en ella.
Karla al enterarse de mi rompimiento con Violeta no se me despegó ni un minuto de mi persona, así duro una semana hasta que perdí una apuesta y como castigo mis amigos dijeron que le pidiera que fuera mi novia, ¡pero bueno! Hasta aquí llego esto ya no soportaba sus besos ni sus abrazos. Los besos de Violeta eran dulces y cálidos ¡no hay comparación de ellos!, sus abrazos eran acogedores y tiernos que solo yo podía sentir, cada una de sus sonrisas daban alegría y ternura parecía una niña con una felicidad enorme desbordándose, tantos momentos que pasamos cómodamente juntos e inolvidables. Siempre supe que ella era mi total debilidad y mi máxima fuerza.
En todo estos pensares solo me pude dirigir al parque donde pasamos muchos momentos después de clases. Llegué frente a un señor que vendía paletas heladas y le pedí una, ¡que coincidencia! pedí una de sabor mora azul, la favorita de ella. ¿Por qué lo hice? No lo sé, solo sé que la perdí… por siempre.
Mis ojos fueron a dar a una pareja que se encontraba en una de las bancas del parque varios recuerdos llegaron a mi mente, era como si fuera ayer que estábamos juntos compartiendo historias, debatiendo o conversando.
—Me da una paleta de mora azul, por favor— esa voz… acaso es de…
— ¿Violeta?— pregunté mientras me daba la vuelta quedado de espalda aquella señorita que agarraba su paleta de mora azul y la pagaba
— ¿hmp?— dijo. Esa era su palabra y queja favorita cuando se enojaba y no hacia caso, ¡¿en verdad era ella?! Se volteo lentamente y pude verla, era ella… ¡Era ella! Vestía una falda negra acompañada de una blusa café clara que daba juego a sus ojos color miel y a sus cabellos castaños sueltos, en verdad se veía hermosa, mejor que antes.
— ¿Antonio?— preguntó algo confundida, creo que fue una sorpresa encontrarnos en aquel parque casualmente
—sí, soy yo— afirmé con mi tono de voz — ¿Qué tal? ¿Cómo te ha ido?— pregunté lo primero que se me vino a la cabeza.
—B-Bien, ¿y a ti?— ¿en verdad le ha ido bien? Tal vez ya tiene novio otro joven que si la sepa valorar mejor…
—Bien, muy bien— afirmé mientras bajaba mi cabeza, quería que ella lo notase y me preguntara.
— Tu expresión en el rostro me dice otra cosa ¿puedes contarme?— me dijo mientras lamia su paleta. ¡Por supuesto que si le podía contar! Me está preguntando algo importante para mí y mis sentimientos, debía decirle la verdad
—la verdad es que… te extraño Violeta— ¿fui muy claro? Dejó dejo de lamer su paleta y preguntó con algo de duda.
— ¿En-enseri…?— ¡ya no aguantaba más! Me acerque sin que ella se diera cuenta y… la abracé, seguro y no lo necesitaba tanto como yo, pero sin embargo yo me moría por tocarla, por abrazarla.
Lo logre, pero sin embargo ella no me respondió el abrazo, claramente comprendí que ya no sentía nada por mi… después del abrazo ella quedo anonada se dio la media vuelta y salió corriendo a una gran distancia cogió del suelo algo que de seguro era de ella y se marchó corriendo, mis ojos la seguían hasta que la perdieron por completo, entonces comprendí que la había perdido… para siempre.